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Trabajo de Oratoria
Trabajo de Oratoria
(San Marcos 8:34) Jesús dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a
sí mismo, y tome su cruz, y sígame".
I) MEDITACION
No por ello vamos a limitarnos a dar algunos consejos sobre las técnicas de la
meditación, aunque debemos advertir que la técnica se desarrollará con ciertas
diferencias en cada quien. Cabe destacar, que no todas las personas son aptas para
la meditación y, aunque suene un poco frustrante, no es menos cierto que existen
otras herramientas tan o más útiles que la meditación. Siempre dependerá del alma de
cada quien. En este sentido, podríamos asegurar que existen almas que les es más
fácil “recordar” (con la memoria) ¿de dónde vienen?, a otras almas les es más fácil
“imaginar” (con la intuición) ¿a dónde van?, mientras que, finalmente otras almas les
es más fácil “identificarse” (con la no-mente) ¿quiénes son? Podríamos decir que el
uso de la meditación será más provechoso para aquellas almas que poseen cierta
inclinación natural hacia la imaginación y la intuición. Dentro de este grupo, podemos
diferenciar a aquellos seres que poseen la taza “más llena” y aquellos seres que
poseen la taza “más vacía”. Recomendamos terminar de rebosar, colmatar o agotar
las posibilidades a los primeros; mientras que a los segundos, el vaciar la taza.
También, encontramos almas más “nómadas” y otras más “sedentarias”, por lo tanto,
unas se identificarán más con el viacrucis y otras con la crucifixión de Jesús,
respectivamente. El individuo debe ser muy sincero consigo mismo para que la técnica
de la meditación sea efectiva. Además, existe otra posible clasificación y es la de
aquellas almas que son más “visuales”, de aquellas que son más “auditivas” y de
aquellas que son más “kinestésicas”. Obviamente, todos tenemos de todo un poco,
pero ciertos símbolos: figuras, sonidos o gestos podrán servir mejor. Especialmente,
en las primeras etapas de la meditación, que para muchos puede llegar a ser bastante
difícil.
En este trabajo, hemos hecho una suerte de “recopilación sincrética” para tratar
de abordar la mayor cantidad de seres posibles. Estamos conscientes de las
innumerables limitaciones que tenemos al tratar estos tópicos tan importantes por
escrito y no personalmente, como debería ser toda verdadera enseñanza tradicional,
es decir, “de boca a oído”. Sin embargo, también estamos muy conscientes de las
consideraciones de esta época y de las contingencias.
b) La técnica de la meditación
i) Para controlar los aspectos del destino, el carácter y la acción (plano físico):
c) limpiarse el rostro, la boca, las manos, los pies, antebrazo hasta los codos,
nariz y orejas.
Una vez concluido el primer templo (el templo de las formas), debe ser abandonado
para construir el templo de las ideas y así sucesivamente. Para los entendidos, existe
una etapa superior, que es el discernimiento del ser (el yo soy, el es y el no-es).
c) pasar el canto de las manos por la cuenca de los ojos, juntando ambas
manos para cerrar el entrecejo y de aquí trasladarlas hacia la cabeza, cerrando
la corona. Luego, se descargan las manos en las piernas con un movimiento
firme.
El diácono debe utilizar alguna oración que él haya interiorizado, así mismo, los
hermano involucrados también deben utilizar alguna plegaria que le sea afín. De no
existir una oración predilecta, se puede recomendar la siguiente (Diácono): KYRIE
ISSOU CHRISTE IE THEOU ELEISON IMAS AMARTANON (Señor Jesucristo, hijo de
Dios ten piedad de mí, pecador) y los hermanos involucrados deben contestar (si es
posible con su propia voz): KYRIE ELEISON (Señor piedad). Esta oración puede
repetirse varias veces, siempre y cuando los hermanos así lo consideren.
Diácono: Jesús dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,
y tome su cruz, y sígame" (San Marcos 8:34). (El diácono debe tomar un minuto para
relajarse y reflexionar sobre la trascendencia del acto a realizar, luego de esto esparce
agua bendita en el lugar, enciende una vela como testigo y un incienso, se frota ambas
manos con el aceite bendito y reza el padre nuestro). 3†, AMéN.
Diácono: “In principio erat Verbum, et Verbum era apud Deum, et Deus erat
Verbum. Hoc erat in pricipio apud Deum. Omnia per ipsum facta sunt: et sine ipso
factum est nihil, quod factum est: in ipso vita erat, et vita erat lux hominum: et lux in
tenebris lucet, et tenebræ eam non comprehenderunt”. Señor tú que eres
Omnipotente, Omnipresente y Omnisciente, bendícenos con tu luz y con tu gloria,
danos tu virtud para que hoy podamos ser tus instrumentos de paz, danos el espíritu
para que seamos tu herramienta y tu vehículo, y que ante todo, se ejerza tu voluntad,
tu amor, tu verdad y tu divina providencia. Amén (Se hace una breve pausa).
Diacono: Cordero de Dios, entre tantas cosas, dirige esta oración a todos los
hermanos, que se limen las discordias, que se abandonen los egos. Solo tú posees la
verdad, solo tú puedes juzgar, haznos tus obreros de paz, danos la armonía para
poder amarnos todos juntos en tu eterna gloria, Amen.
Diacono: Jesús Redentor, entre tantas cosas, dirige esta oración a los padres,
curas, sacerdotes, reverendos y diáconos, que no decaigan en su labor de reunir lo
disperso y difundir la luz, que no abandonen su fe, que sea tu palabra quien hable por
ellos y no su individualidad. Que su luz no opaque la luz de los demás hermanos, pues
un verdadero guía no es quien diga la verdad más grande, sino quien logre que los
hermanos encuentren la paz interior, Amen.
Diacono: Jesús Redentor, entre tantas cosas, dirige esta oración a la paz en el
mundo. Así como nosotros los cristianos anhelamos la paz en nuestra alma, así
también la desean todos los demás seres, debido a que es el amor en ti. Pidamos que
todos los seres se acerquen más a ti, la paz de uno es la paz de todos, Amen.
Diacono: Hijo de Dios, entre tantas cosas, dirige esta oración a todas las
tradiciones, que tanto las católicas como las no católicas se fortalezcan, que las
religiones cristianas se fortalezcan, y que ellas no se peleen entre sí, pues la verdad
de una no tiene que opacar la verdad de la otra, ya que cada ser bebe agua en la
medida de su propia sed. Que nunca subestimemos el poder de la fe, ni
menospreciemos sus dogmas, Amen.
Diacono: Hijo de Dios, entre tantas cosas, dirige esta oración para aplacar las
calamidades de la tierra, el agua, el viento y el fuego. Te imploramos, tu inmensa
misericordia para restringir su acecho en las personas, animales, cultivos y viviendas.
Así mismo, Señor nuestro, aplaca también las epidemias y enfermedades que agobian
a la humanidad, que disminuya el dolor tanto en los individuos como en sus familias,
Amen.
Diacono: Alfa y Omega, entre tantas cosas, dirige esta oración para aplacar la
hambruna. Te imploramos, tu inmensa misericordia para restringir su acecho en la
pobreza. Así mismo, Señor nuestro, aplaca también la agonía de la muerte, que este
cambio de medio corporal al plano sutil sea lo más armónico posible, tanto para quien
va a morir como para sus seres queridos, Amen.
Diacono: Alfa y Omega, entre tantas cosas, dirige esta oración para que los
líderes de todos los pueblos sean hombres justos. Te imploramos, tu inmensa
sabiduría para que los dirigentes de las religiones, de las naciones, de los comercios y
de todo grupo social ejerzan su liderazgo con paz y armonía. Así mismo, Señor
nuestro, aplaca también la tiranía, la discordia y la guerra, y que todos los hombres
que representan el poder temporal comulguen con tu autoridad espiritual, Amen.
Diacono: Cristo, entre tantas cosas, dirige esta oración para que aquellos
hombres que han olvidado tu santo nombre, lo recuerden. Te imploramos, tu inmensa
misericordia, tu amor y perdón eternos, pues sabemos que eres un Dios de vida.
Nosotros deseamos ser los garantes de los ateos, los agnósticos y los supersticiosos
que han banalizado y olvidado tu nombre. Así mismo, Señor nuestro, guía estas almas
para que recuerden la unidad de tu verdad eterna, Amen.
Diacono: Cristo, entre tantas cosas, dirige esta oración para bendecir a quienes
alguna vez les desee el mal. Te imploramos, tu inmensa misericordia para que les
brindes tu amor infinito a quienes vi como enemigos y a quienes odié, pues ellos no
son otra cosa que el reflejo de mi propia incomprensión. Así mismo, Señor nuestro,
dame la sabiduría necesaria para reivindicarme con todas esas almas y dame la
valentía para no volver a caer en el camino fácil del odio, ni más nunca culpar
cobardemente al prójimo, Amen.
Diacono (con los brazos abiertos en forma de “V”): Cuerpo Glorioso, entre
tantas cosas, dirige esta oración para elevar el género humano. Te imploramos, tu
inmensa misericordia para que nosotros los hombres seamos tus hijos dignos,
recobremos tu imagen y semejanza y seamos ejemplo para los demás seres. Así
mismo, Señor nuestro, danos las herramientas necesarias para que retornemos al
origen, guiados por tu amor, conforme a tu santa palabra, Amen.
Diacono (con los brazos entrecruzados en forma de “X”, como el 1° paso del
RSA): Cuerpo Glorioso, entre tantas cosas, dirige esta oración para dar luz a todas las
almas errantes. Te imploramos, tu inmensa misericordia para que las almas que se
encuentran en la oscuridad puedan escapar de las asechanzas de la destrucción. Así
mismo, Señor nuestro guía estas almas más allá de la gracia, que alcancen tu gloria, y
que gocen de tu esplendor, Amen.
Diacono (mantiene la “X”): Emmanuel, entre tantas cosas, dirige esta oración
para que tu amor irradie plenamente a las almas caídas en el reino animal, vegetal y
mineral. Estamos conscientes de que estas almas han descendido por el resultado de
nuestra propia caída, es por ello que nosotros te imploramos ahora tu inmensa
misericordia. Así mismo, Señor nuestro, bríndales tu luz y tu calor para que
reconozcan la salvación en ti, Amen.
Diacono (mantiene la “X”): Emmanuel, entre tantas cosas, dirige esta oración
para transformar los entes malignos en positivos. Te imploramos, tu inmensa
misericordia para que todo aquello que este fuera del orden se someta a tu justa
medida. Así mismo, Señor nuestro, dales una vía y una posibilidad para que todos
estos entes puedan arrepentirse y deseen reencontrarse con tu infinito amor, Amen.
Diacono: Amado Jesús, estamos consientes que nuestras peticiones exceden
nuestros arrepentimientos, sin embargo, hoy estamos aquí, como simples hermanos
de paz, invocando tu Misericordia, no pedimos que se ejerza la ley o la justicia, sino tu
infinito amor. Estamos consientes que en el universo existe un perfecto equilibrio, que
responde a las acciones del hombre y a las leyes divinas, sin embargo, también
sabemos de tu infinita misericordia y tu inmenso amor. Es por ello, que queremos
obsequiar esta humilde oración, que tanto nos honra, a tu más noble nombre, que
tantos desdichados evocan y que tantos anhelos exclaman, El Misericordioso. Por otra
parte, Señor nuestro, quítanos la vanidad, que nunca sepamos si realmente nuestras
plegarias ayudaron a alguien, ni tampoco digamos a nadie sobre estas peticiones,
pues un verdadero cristiano no se vanagloria de sus acciones. Haznos tus
instrumentos de paz, Amen.