Está en la página 1de 154

PRÓLOGO

Louis Tomlinson es un joven de 22 años, famoso a nivel mundial por tener una voz de muerte en la
banda "The Yellows" y por ser una de esas celebridades que les gusta llevarse a todo el mundo por
delante.

Cuando la gira "Make it explode 2.0" se ve pausada por vacaciones, el joven decide que pasará sus
30 días libres en la ciudad de Londres, donde piensa vivir noches alocadas con mujeres, drogarse y
comer mucha pizza. Pero sus planes se irán por la borda cuando la primera noche, un pequeño e
inocente fan de 17 años, Harry Styles, consiga infiltrarse en su hotel con la excusa de un autógrafo.
Le atrae de inmediato, y negando los servicios de un grupo de prostitutas que había contratado, le
ofrece al pequeño quedarse en su habitación por un rato, para conocer cada centímetro de su piel.

"Harry, ¿sabes que no estoy aquí para firmarte un autógrafo, verdad?"


CAPITULO 1

—Harry, cariño, despierta.

Anne acaricia el cabello de su pequeño de 17 años mientras este duerme como un pequeño ángel
luego de haber regresado del concierto de su banda favorita, The Yellows.

Harry se mueve perezosamente sin responder y se tapa la cabeza con una manta en señal de no
me jodas.

—Sé que estás cansado, pero... Louis está en la televisión.

Con una respuesta casi instantánea al oír el nombre del chico del que se había enamorado como
un tonto, sale disparado de su cama como un rayo proveniente del cielo.

— ¡Toma tu pastilla primero!

Anne le cede la pastilla amarilla y un vaso de agua, Harry sabía que debía ingerirla cada día para no
morirse. Su enfermedad se lo exigía, pero fuera de eso, todo estaba bien. Se cepilló los dientes a la
velocidad de la luz y corrió casi tropezando con todo a su paso, hacia la televisión en el living de la
casa. Y así fue, Louis, el joven malcriado de la industria de la música punk/rock, se encontraba
sentado frente al entrevistador con una expresión de quiero largarme de este maldito estudio de

televisión lo antes posible.

— ¡Ay, mamá míralo! ¡Es tan lindo!

Louis Tomlinson vestía una musculosa negra holgada, con el dibujo de un gran oso en el centro,
plasmado en la tela y llevaba unos jeans negros ajustados que hacían que sus piernas parecieran
dos palitos de helado. Su boca sonreía y contestaba cada pregunta con amabilidad pero sus ojos
estaban cansados, tristes, desorbitados y solitarios, al igual que su alma.

—A mí no me agrada nada—dice Anne, mientras sirve el pollo frito con papas en el plato de Harry
—Es un joven egocéntrico ¡y no debe oler nada bien! Es un drogadicto, un alcohólico, un pecador.

—Tú no lo conoces, mamá. Yo estoy seguro de que su vida no es fácil.

— ¡Oh! ¡Por supuesto que no! Su vida no debe ser nada fácil. Barcos, mujeres, fiestas, fans, fama
mundial, autos de lujo, casas en la playa, millones y millones de dólares en su cuenta bancaria... Tu
no lo conoces, Harry.

Anne sirve jugo de naranja para ambos y toma asiento junto a su hijo.

—El dinero y el poder no lo son todo. Yo sí conozco a Lou, lo entiendo y algún día el me hablará, y
me contará todo lo que lo está abrumando tanto.

Anne baja la mirada.

—Cariño, hemos hablado sobre esto. Su mundo es opuesto al tuyo. Tú vas a la escuela, tienes
amigos normales, una madre normal y una casa normal. Él es un cantante famoso, el... nunca te
prestará atención.
—No—Harry frunce el ceño—El me querrá, sé que somos muy diferentes, pero...

Anne toma la mano de Harry con delicadeza.

— ¿Podemos simplemente... pasar de esto? Cambiemos de tema, leí tu libreta de informes


académicos y no te fue muy bien en el examen de cálculo...

El teléfono interrumpe la conversación, Anne se levanta y atiende.

—Sí, él está almorzando ahora mismo. Con gusto. —se aleja del tubo del teléfono y vuelve hacia
Harry—cariño, es Hannah.

El joven corretea hasta el teléfono.

— ¿Hannah? ¿Hola? Sí, estoy algo cansado pero ya estoy listo. Me daré una ducha y si quieres paso
por tu casa... Sí, claro. Nos vemos a las seis. Bye, te quiero.

— ¿Qué quería Hannah?

Harry lleva su plato al fregadero y vuelve emocionado hacia su madre.

—Escucha mamá, esto es muy importante para mí, casi una cuestión de vida o muerte, ¡The
Yellows se alojará en nuestra ciudad por todo un mes! Sí, aparentemente Louis amó Londres y se
quedará aquí hasta retomar la gira por América.

—Harry eso suena... ¡increíble!

—Mi punto es, madre... que hoy será su primera noche y en serio, en serio quiero ir a verlo. Tal vez
pueda conocerlo, ¡imagínate!

— ¿A qué hora?

—Hannah pasará por aquí a las seis.

— ¿ella sola? ¡De ninguna manera! Es muy peligroso, yo quiero lo mejor para tí pero...

—Tiene 18, y una licencia para conducir. En realidad, todo el mundo la tiene menos yo. Estaremos
bien, nos quedaremos en las vallas hasta que ellos lleguen, con un poco de suerte saldrán a
saludar, me tomo una foto con Louis y regresamos, ¿eso está bien para ti?

Anne respira hondo pero finalmente accede.

Harry se da una ducha, se arregla el cabello y se asegura de que todo en su aspecto está perfecto.
Se inspecciona a sí mismo en el espejo, y sonríe. Guau. Está radiante, guapísimo.

Una vez que sale de la habitación, lleva puestos unos skinny jeans negros, zapatillas converse
blancas, una remera rosa de The Yellows, y una sudadera gris lo suficientemente grande para
ocultar todo rastro de su personalidad de fanboy, como sus pulseras de I ♥ LOUIS TOMLINSON.

Y es que su plan era completamente cliché. Lo había planeado el mismo hacía un tiempo atrás, y
Hannah no sabía nada porque seguramente no accedería a llevarlo. Iba a intentar pasar
desapercibido en el hotel para correr hacia Louis y decirle cuanto lo amaba, y claro, pedirle un
autógrafo.
The Yellows era un grupo de música punk/rock de tres integrantes. Clair, el guitarrista. Ben, el
baterista, y Louis, el vocalista. Eran oriundos de Noruega, y llevaban dos años en la industria de la
música. Cada canción que sacaban se convertía en un éxito, y el "Thank you for coming by the
way... I'm Louis Tomlinson and these fucked up assholes are my brothers, and together we are The
Yellows. See you next year!!!" * De Louis, enloquecía a Harry.

Dieron las seis, y la bocina del auto (de la madre) de Hannah sonó frente a la casa. Harry bajó las
escaleras, llevaba un perfume que le habían obsequiado para su cumpleaños, y su iPhone en el
bolsillo con la batería completamente cargada, para poder tomar todas las fotografías que pudiera
y subirlas a su blog sobre la banda.

—cariño—Anne lo toma del brazo antes de que saliera por la puerta—no olvides esto... y ten
cuidado. Llámame cuando regreses, te amo.

Le da su frasco de pastillas amarillas. Harry traga saliva y las guarda en su bolsillo.

Cuando abre la puerta, Hannah está apoyada sobre el capó de su camioneta negra, aparentemente
enviando mensajes, o twitteando, Harry no logra distinguirlo.

La joven era un año mayor que él, alta y delgada, con el cabello rubio cortado desprolijamente a la
altura de sus hombros. Siempre vestía de negro y aunque parecía un problema, era como una
hermana mayor para Harry. Se conocían desde jardín de infantes y eran inseparables desde
entonces.

Además de Anne, Hannah era la única persona que sabía que Harry era gay.

—Hola pequeño—le da un abrazo de sobreprotección y saluda a Anne con una sonrisa desde lejos.

Suben a la camioneta rumbo al lujoso hotel, y Harry aprovecha para contarle sobre su plan.
Hannah frunce el ceño, era arriesgado pero conociéndolo, Harry lo haría de todos modos. Así que
aceptó, de cualquier forma ella solo tenía que quedarse esperando en la camioneta.

—Realmente quiero conocerlo, Hannah.

Estaban pasando una canción de The Yellows en la radio, de modo que Harry sube el volumen.

—Lo sé, Harry Edward Styles Cox. Lo repites cada segundo.

Harry lanza una risita y sus hoyuelos se marcan en sus mejillas rosadas.

—Pero de verdad, es muy importante para mí. Espero que por lo menos se acerque a saludar.

La voz de Louis se agudiza en la canción. Hannah mira a Harry de reojo.

—Mierda, Harry. Tus ojos brillan cada vez que lo escuchas, lo ves o si quiera hablas de él. Lo amas.

—Lo sé, Hannah. Te lo repito cada segundo.

Hannah le da un codazo.

—Bien, ya llegamos ¿no estás emocionado? Con un poco de suerte, Louis Tomlinson será tuyo esta
noche, Harry.
[1]* "Por cierto, gracias por venir. Soy Louis Tomlinson, y estos idiotas son mis hermanos, y juntos
somos The Yellows. Los veo el próximo año!!!"

CAPITULO 2

Hotel London Hilton, Park Lane, Londres. Adentro.

—Ha sido un show increíble, ¿eh, Louis? Te has lucido.— Clair, el guitarrista, chocaba los puños con
el vocalista antes de retirarse a su habitación.

Afuera las fans gritaban enloquecidas y Louis ya estaba harto de que no lo dejaran dormir. Gruñó
en voz baja y puso los ojos en blanco en cuanto vió a una chica trepándose a su ventana. Era la
sexta vez que eso ocurría. Supongo que nadie le había advertido sobre ese tipo de cosas cuando
comenzó a cantar, y ahora mismo quería que se lo tragara la tierra. Tanto alboroto le quitó el sueño
y bajó al lobby del hotel a hablar con su asistente, Patrick. —¡Louis!—gritó en cuanto lo vio, y
corrió a su servicio—¿qué necesitas?

—Hay una chica en mi ventana. Cámbienme a una habitación donde no pueda ver ni escuchar a
todos esos dementes.

Patrick sintió algo de impotencia al oírlo hablar de sus fans de ese modo, pero obedeció. El salario
era muy bueno.

—Veré que puedo hacer, ¿necesitas algo más?

Louis se quedó pensando unos segundos.

—Si, consígueme cinco putas para pasar el rato. Tanto griterío me ha quitado el sueño.

Subió las escaleras dejando a Patrick perplejo, y sin saber que hacer.

Hotel London Hilton, Park Lane, Londres. Afuera.

—Harry, no van a dejarte entrar. Es una locura.— Hannah, intentaba convencerlo de que no se
adentrara al hotel.

—The Yellows no se hospeda en mi ciudad todos los días, Hannah. No voy a desperdiciar esta
oportunidad, ¡Louis Tomlinson está durmiendo aquí mismo! ¿entiendes? ¡Louis Tomlinson!

Hannah puso los ojos en blanco.

—Has lo que quieras, voy a estar en el auto. Envíame un WhatsApp si algo sale mal.— le depositó
un beso en la frente y salió del lugar tratando de no tropezar con la masa de chicas agolpadas
contra las vallas de seguridad frente al hotel.

Harry se escabulló entre la multitud hasta llegar a la entrada principal del lujoso edificio. Miró
hacia arriba. Era altísimo, ¿en cuál de los cien pisos se encontraría Louis? Mierda.
Se deshizo de todas sus pulseras de I ♥ LOUIS TOMLINSON y tapó su camiseta de The Yellows con
su chaqueta, para que no supieran que era un fan. Intentó entrar, pero entonces un hombre lo
miró negando con la cabeza.

—¿A donde crees que vas, jovencito?

Harry vaciló.

—A mi habitación—se encogió de hombros—Me hospedo aquí con mis padres desde la semana
pasada.

El hombre se quedó sorprendido ante aquella respuesta. Esperaba algo como "¡Quiero ver a The
Yellows!", pero no fue así.

Entonces entró al hotel para asegurarse de que el joven no mentía, y comenzó a chequear la
computadora de la recepción.

Mientras, Harry aprovechó para entrar sigilosamente y tomar el primer ascensor que se cruzó por
su camino.

No podía creerlo, ¡estaba allí! ¡en el mismo lugar que Louis Tomlinson!

Hotel London Hilton, Park Lane. Adentro.

Patrick golpeó la puerta de la habitación de Louis.

—¡Louis! ¡Ya tenemos una nueva habitación para tí!

Louis abrió la puerta bruscamente y salió con su cepillo de dientes y su celular, rumbo a la nueva
habitación.

Harry, apretando botones al ázar, terminó en el piso número 25. La puerta del ascensor se abrió y
el pasillo vacío lo puso nervioso. No supo que hacer. Si salía, se arriesgaba a que fuera el piso
equivocado y lo atraparan. Si se quedaba, no sabría a donde ir. Entonces vió a un joven de cabello
rubio, que lucía algo nervioso, caminar hacia donde el estaba junto a un pelirrojo lleno de tatuajes
¡Louis! Por poco se desmaya, pero trató de mantener la cordura ante el, y que no supiera que era
un fan.

—Buenas noches—susurró Patrick a Harry, y presionó el número 31 en la botonera del ascensor.

—Buenas noches para ustedes también.—dijo algo temeroso.

Louis le lanzó una mirada de infierno, como si supiera de antemano que aquel niño era todo un fan
de The Yellows, pero no dijo nada. Entonces, mientras subían, el ascensor se detuvo en el piso 27 y
el hombre de la recepción vió a Harry.

—¡Tu! ¡Fuera de aquí!—gritó señalandolo con el dedo acusador.

Harry se quedó paralizado, entonces Louis intervino.

—Tranquilo, está conmigo. está conmigo. está conmigo está conmigo está conmigo

¡Maldita sea, Louis Tomlinson dijo que estoy con el!


—No se preocupe, Roger.—dijo Patrick, tratándo de seguirle la corriente a Louis—Está con
nosotros.

El hombre, que ahora tenía el nombre de Roger, se quedó atónito, pero al estar frente a la
celebridad más exitosa de la actualidad y su asistente, eliminó su privilegio a negarse.

Harry miró a Louis de reojo, se veía realmente sexy allí, en ese minúsculo ascensor, le quitaba la
respiración. Cabello rojo, ojos azules. No esbozaba una sonrisa ni de chiste. Expreción arisca en su
bellísimo rostro. Se quedó inmóvil hasta que las puertas del ascensor se abrieron en el piso
número 31.

Harry titubeó antes de dar un paso fuera del ascensor, pero entonces Louis volteó a verlo.

—¿No vienes?— esas palabras terminaron de acabar con Harry. Si, definitivamente iría.

Harry tomó temerosamente la mano extendida que Louis le ofrecía y trató de mantenerse a la
altura de aquellos dos mientras avanzaban por los pasillos de uno de los pisos mas lujosos del
edificio. Habría de haber sido la suite presidencial o algo por el estilo.

Finalmente se detuvieron frente a una puerta marrón con un grabado dorado del número 25.
Patrick hacía malabares con las mil llaves que tenía en sus manos, tratándo frenéticamente de
adivinar cuál sería la número 25, hasta que al parecer la encontró, y abrió la puerta. Louis dió un
paso dentro de la habitación, y se encontró con cinco mujeres preciosas. Dos de ellas solo llevaban
puesto un traje de baño diminuto y las otras tres, desnudas, se pintaban los labios entre las
sabanas. Louis se molestó.

—¿Qué mierda están haciendo estas putas en MI cama? Quiero que saquen esos sucios culos de
mis sabanas ahora mismo.—gruñó—Patrick, lárgate de aquí y llévate a este quinteto de
mujerzuelas.

El rubio abrió los ojos como platos, sin poder creer que Louis estuviera hablando de esa forma.

—No lo repetiré. Lárgate y llévate a este quinteto de mujerzuelas de mi vista. Ahora.—dió un


chásquido de dedos y Patrick entró corriendo en la habitación a tomar del brazo a cada una de las
chicas y llevándoselas fuera de la vista del pelirrojo.

Cuando estos desaparecieron bajando por el ascensor, Louis y Harry estuvieron a solas.

El menor aún seguía un poco aturdido por lo que acababa de pasar y por El simple hecho de estar
con el, con el chico que más amaba en el mundo, a solas. Eso definitiva mente era algo que nunca
creyó que pasaría.

—¿Cómo te llamas?—preguntó Louis, mirándolo de arriba a abajo,exáminando cada parte de su


cuerpo.

—Harry, Harry Styles.—titubeó nervioso ante la intimidante mirada del mayor.

Louis lo miró con una sonrisa perversa en sus labios, devorándoselo con los ojos.

—Harry, ¿quieres pasar la noche conmigo?


Harry sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, y se estremeció ante aquellos ojos celestes, casi
azules. La boca se le secó, no sabía si correr o besarlo y confesarle lo mucho que llevaba esperando
ese momento. Pero no, decidió quedarse callado para no arruinarlo. Louis aún lo miraba, sus ojos
clavados en los suyos, esperando una respuesta.

—Pero Señor Tomlinson, acaba de pedirme que le traiga cinco muj...—Louis lo interrumpió. 

—Sí, sería un placer.

Louis caminó en círculos alrededor de Harry, observando cada milímetro de su cuerpo.

Pies grandes. Piernas delgadas, pantalones ajustados. Estómago plano. Brazos fuertes. Manos
granes. Cabello rizado. Hoyuelos. Ojos verdes. 17 inocentes años.

—¿Tus padres se hospedan aquí? ¿Alguien está buscándote?

Harry tragó saliva. Era mentir, o perderlo todo.

—Me hospedo aquí con mis padres, pero han salido a cenar al centro de la ciudad. Por la mañana
nos iremos.

Louis alzó una ceja.

—¿iremos?

Harry perdió el habla por unos segundos.

—Es nuestro último día aquí. Mi casa tenía una invasión de abejas, mañana podremos regresar.

Harry se sorprendió de su capacidad para mentir y su inconsciente le depositó una estrella dorada
en la frente por eso.

Louis miró hacia ambos lados, pero no había nadie. El pasillo estaba vacío. Las únicas almas allí
eran ellos dos.

—Vamos, entra.

Harry se adentró a la habitación temeroso, consciente de lo que Louis tenía planeado para él.

La puerta se cerró fuertemente a sus espaldas sacándolo de sus turbios pensamientos. Louis tenía
la llave, y estaba cerrando la puerta con cerrojo. Volteó a dirigirle una mirada llena de sucios
planes al inocente chico de 17 años.

Louis respiró hondo.

—Harry, ¿sabes que no estoy aquí para firmarte un autógrafo, verdad?

El menor tragó saliva rápidamente y asintió con la cabeza como un loco. Los ojos abiertos como
platos, una expresión de terror en su rostro.

—Harry, ¿sabes que no estás aquí para oírme cantar, verdad?—el mayor se acercaba al menor un
poco más.
—Oh, Harry ¿acaso tienes idea de lo que voy a hacerte?—susurró en el lóbulo de su oreja,
cortándole la respiración.

Harry sintió como un escalofrío corrió por todo el largo de su espalda, haciéndolo retorser allí
parado.

—¿No vas a decir nada?—el pelirrojo hablaba en un tono de voz dominante, sabía que trataba con
un niño, y no le importaba en lo más mínimo si había hecho traer en vano cinco putas
exclusívamente para el, y haberlas rechazado. Esa noche la pasaría con Harry.—¿Eres virgen,
acaso?

Harry sintió una puntada en el medio de su pecho, y sintió que moriría allí mismo. Si,
efectivamente Louis quería tener relaciones sexuales con el. Y si, esta vez era real.

¿Qué mierda debía hacer? Si decía que lo era, Louis probablemente se reíria de el. Y hasta podría
pegarle una patada y echarlo. No quería arriesgarse. De todas formas... el dolor sería el mismo.

—No.

Louis alzó una ceja, y soltó una pequeña risa. Se acercó a Harry y lo tomó por la cintura. Lo miró a
los ojos para asegurarse de que el pequeño no mentía.

—¿Cuantos años tienes, Harry?

—17.

—Vaya, yo tengo 22. Bueno, la edad es lo último que importa.—sus ojos se clavaron en los del
menor—Antes de hacer nada, siéntate en la cama. Enseguida regreso.

Se separó de Harry y caminó hacia uno de los cajones. Luego se detuvo y maldijo en voz baja.

—Enseguida regreso.

Salió por la puerta y Harry no pudo evitar escuchar su voz, al parecer hablaba con alguien por
teléfono. Apoyó su oído sobre el mármol de la puerta para oír mejor.

—Patrick, ¿puedes venir? Y tráeme el contráto, tu sabes. Sí, ese. No, ¿qué te importa? Bueno, si.
Pero no es técnicamente ilegal si tengo su

consentimiento. ¿Tengo que bajar al lobby para que dejes de hablar? Esto es confidencial, lo sabes.
Tráeme ese champagne del que tanto estás hablando si es lo que deseas, pero que sea rápido. Esta
bien, te esperaré adentro. Adiós.

Harry se incorpora rápidamente sobre la cama. Louis vuelve a entrar a la habitación y comienza a
caminar de un lado a otro sin decir nada, con la mirada fija en el suelo, hasta que finalmente
golpean la puerta. Corre a abrir.

Es Patrick.

Este le entrega una carpeta llena de papeles de fax y otras porquerías, y se larga.

"¿Qué mierda va a hacerme?" piensa el temeroso e inocente Harry.


CAPITULO 3

—Antes que nada, creo que algo está fuera de mi alcanze esta noche—la voz de Louis resonaba en
cada centímetro de la amplia habitación de hotel.

—¿Q...ué pasa?—Harry titubea temeroso.

Louis niega con la cabeza sonriendo y se arrodilla frente a el, que está sentado sobre la cama
completamente nervioso.

—El contrato—dice señalando al papeleo sobre la mesa de luz—dice que no es legal que te folle la
primera noche, así que supongo que estarás un poco decepcionado.

Harry abre los ojos con horror.

—¿follar? ¿has dicho follar? Su voz temblaba de miedo.

—He dicho como 22 palabras y tú solo has escuchado la palabra "follar", pero sí, he dicho "follar"...
¿Qué pasa Harry? ¿no que no eras virgen? Ven, te enseñaré el contr...—hace una pausa—Harry,
¿sabes de lo que estoy hablando?

Harry asiente con la cabeza. Louis respira aliviado.

—Uf, creí que eras... heterosexual.

—Yo creí lo mismo de tí...

—Por eso firmarás este contrato—le cede una pluma.

—Pero aún no cumplo 18.

—Exacto.

El pequeño hace una pausa.

—Espera, ¿qué hay sobre tu novia...Eleanor?

—¿quién?

—Tu novia, la chica castaña que sale contigo en las revistas...

—¡Oh! No, olvídalo. La relación es completamente publicitaria, no somos una verdadera pareja,
como verás, soy bisexual. Pero, me elevo más hacia el costado masculino, aunque aparente otra
cosa. Ella no me agrada, y ¿sabes que es lo peor de todo? tenemos un puto contrato hasta 2016, y
ni siquiera pude elegir, simplemente me la presentaron y ya.

Harry toma el contrato que sorprendentemente solo abarca una página.

—"El sometido acepta tener relaciones sexuales con Louis William Tomlinson durante el lapso de
un més (29 noches) con total confidencialidad sobre el asunto y jura no hablar, contar o si quiera
comentar sobre las actividades realizadas entre las cuatro paredes de la habitación 25 del hotel
London Hilton de la ciudad de Londres, comenzando con la rutina sexual a partir del día 24 de
noviembre y finalizando el 24 de diciembre inclusive. Con la firma de este contrato, los dos
individuos acuerdan a no demandarse en caso de que la situación se saliera de control, siendo el
sometido menor de 18 años, y el sometedor, mayor de 21."—leyó.

Louis le sonríe expectante, esperaba que Harry saliera corriendo o algo por el estilo. Pero para su
sorpresa, Harry tomó la pluma rápidamente y no le tembló el pulso para escribir su nombre justo
debajo del final del contrato.

—Ahora soy completamente tuyo, Louis.

CAPITLO 4

Harry sabía en lo que se estaba metiendo. Sabía lo que estaba haciendo. Conocía su situación.

El, un niño de 17 años metiéndose con un adulto de 22 años que quería exprimirlo hasta dejarlo
seco.

Pero no era cualquier adulto, era Louis Tomlinson. El chico que mas amaba en el mundo y la razón
por la que se desvelaba cada noche.

"Esto solo pasa en fan fictions" pensó "pero ahora es real, no lo eches a perder."

—Bueno, veo que estás de acuerdo. Hoy es 22 de noviembre, por lo que deberás volver en dos
días.

—Sobre eso... Mentí. Vivo en una casa normal, no me alojo aquí. Solo dije eso para poder verte.

Louis sonrió con dulzura, y unas pequeñas arrugas se formaron alrededor de sus ojos celestes.

—Eres tan cliché, Harry... ¿quieres que envíe alguien por tí? Sabes que yo no puedo ir a por tí, mi
imagen de rudo y heterosexual cantante de rock no me lo permite.

—No, mi amiga Hannah me traerá.

—Ella no puede saberlo, Harry.

—Le diré que me deje a unas cuadras de aquí. Caminaré.

—¿eso está bien para tí?

—Sí.

—Bien, ahora quítate la ropa.

—¡¿Qué?!—Harry lucía estupefacto.

—Lo que escuchaste. Quítate la ropa.

—¿Pero...para qué...?
—Necesito examinarte. Siéntente libre de deshacerte de toda tu ropa, no hay ninguna parte del
cuerpo humano que no conozca.

Harry se quedó inmovil, ¿desnudarse? ¿frente a el? Bueno... fue un poco tonto pensar que las
cosas no serían así.

Respiró hondo y se decidió por comenzar por sus converse. Louis no era un tipo que le gustara
esperar.

Se sacó los calcetines mientras Louis lo miraba desde la cama, observando todo lo que Harry hacía,
cada pequeño movimiento.

Luego tocaba sacarse la sudadera gris. "Mierda, mi camiseta rosa" pensó.

Se quitó la sudadera y Louis se mordió el labio al ver sus pulseras y su camiseta de niño
enamorado. Por alguna razón, eso lo encendía.

—Sin comentarios—dijo desde la cama.

Harry se quitó la camisa. Su abdomen alteró a Louis. Sus brazos eran grandes y fuertes, su espalda
era ancha...

Cuando bajó la vista para bajar la cremallera de su pantalón, Louis comenzó a sentirse un poco
acalorado.

Pum. Solo llevaba puesta una prenda, sus boxers blancos.

—Listo.

—Quítate la ropa interior tambien, Harry.—dijo Louis, con un tono de autoridad en su voz.

Eso lo puso más nervioso. No era fácil desnudarse frente a tu cantante favorito, ¡mucho menos si
eras una persona tan insegura como Harry! Con sus dos manos, bajó sus pantalones lentamente
hacia sus tobillos.

Pum. Desnudo.

Louis se quedó boquiabierto. No podía creer lo que veía.

Se acercó rápidamente y tomó el pene de Harry con una mano.

—¿cómo cuanto mide esto? ¡Dios! ¡hasta sería pasiva, y con gusto!

Las mejillas de Harry se encendieron, ardían. Todo su cuerpo ardía, en especial cada centímetro de
piel que Louis tocaba.

—Definitivamente haremos algo con el. Harry, córrete para mí.

—¿Qué?

—Manstúrbate para mí. Todos saben como hacerlo, no te hagas el tonto.

—¿Qué?
—¡Que te hagas una maldita paja!

Louis trajo un sofá y se sentó justo frente a Harry, con las manos por detrás de su cabeza.

—Comienza ahora.

Harry trajo un sofá y tomó asiento. Tragó saliba, su rostro ardía. Era la primera vez que alguien lo
veía desnudo, ¡y era Louis Tomlinson!

Agarró su miembro con la mano derecha y comenzó a agitarlo desde arriba hacia abajo, cada vez
mas rápido, cada vez mas fuerte. Louis lo observaba victorioso.

No entendía como pasó de estar discutiendo con su madre sobre la vida de Louis, a estar
haciéndose una paja para el. Era todo demasiado irreal, que casi le provocaba dolor de cabeza,
¿era un sueño? no quería despertar jamás. Louis lo miraba con ojos de deseo, el pene de Harry s
estiraba cada vez más.

Luego de unos minutos, Harry acabó. Se desplomó exhausto sobre el respaldo del sofá, con los
ojos cerrados.

Louis se puso de pie y le depositó un beso en la frente.

—Buen chico.

CAPITULO 5

Harry abrió los ojos y respiró hondo. El rostro de Hannah se proyectó en su mente, mierda lo había
olvidado.

—Debo irme—dijo mientras trataba de cubrir su miembro, aún erecto, con un cojín.

—¿irte? la noche es joven, Harry... casi tan joven como tú.—le arrebató el cojín dejándolo desnudo
de nuevo.—y no quiero que te escondas de mí, no quiero que escondas tu pene de mí.

Harry bufó. Se puso su ropa interior, calcetines y finalmente, el resto de su ropa.

—Mi amiga Hannah, está esperando desde las siete ahí afuera. Son las nueve, se preocupará y
llamará a mi madre, y este "secreto" saldrá a la luz en menos de lo que piensas.

—De acuerdo, vete.

Harry sacó su celular del bolsillo de su pantalón, dispuesto a enviarle un WhatsApp a su mejor
amiga. Pero para su sorpresa, tenía como 25 llamadas perdidas y más de 40 mensajes. Todos de
Hannah.

Auch.

WhatsApp:

Hannah Bff ♥ ♥ ♥
Donde estás? Llevo siglos aquí afuera, todos esos gritos histéricos me tienen loca.

recibido a las 19:15 p.m.

Hannah Bff ♥ ♥ ♥

ESTAS BIEN? ME PREOCUPO POR TÍ HARRY STYLES

recibido a las 19:20 p.m.

Hannah Bff ♥ ♥ ♥

LA PUTA MADRE HARRY DONDE MIERDA ESTAS

recibido a las 19:38 p.m.

Hannah Bff ♥ ♥ ♥

SI NO CONTESTAS EL TELÉFONO VOY A LLAMAR A TU MADRE

recibido a las 19:50 p.m.

Hannah Bff ♥ ♥ ♥

HARRY

STYLES

CONTESTA

EL

MALDITO

TELÉFONO JURO

QUE

VOY

PATEAR TU

HOMOSEXUAL TRASERO

recibido a las 08:00 p.m.

Hannah Bff ♥ ♥ ♥

HARRY HARRY HARRY HARRY HARRY POR DIOS CONTESTA ESTAS VIVO????????

recibido a las 08:10 p.m.

Hannah Bff ♥ ♥ ♥
ESCUCHÉ LA DISCOGRAFÍA COMPLETA DE NIRVANA PORQUE HACE DIEZ MIL AÑOS QUE TE ESTOY
ESPERANDO ESPERO QUE ESTÉS ORGULLOSO

recibido a las 08:20 p.m.

Hannah Bff ♥ ♥ ♥

Me voy a casa.

recibido a las 08:30 p.m.

Hannah Bff ♥ ♥ ♥

No es cierto, no pienso dejarte solo. Sigo con la vista en la puerta del hotel, aunque nunca salgas.

recibido a las 08:45 p.m.

Hannah Bff ♥ ♥ ♥

ESPERO QUE POR LO MENOS TE HAYAS FOLLADO A LOUIS MALDITO HIJO DE PUTA

ESTOY ESPERANDO HACE CASI DOS HORAS Y NI SIQUIERA CONTESTAS EL TELEFONO UN HOMBRE
INTENTÓ COQUETEAR CONMIGO HARRY VOY A MATARTE

recibido a las 08:50 p.m.

Hannah Bff ♥ ♥ ♥

Sigo esperando. Tienes suerte de que no le haya dicho nada a tu madre.

recibido a las 09:00 p.m.

Harry presiona la tecla "contestar" y comienza a tipear.

>>Por favor discúlpame, ya salgo. Te amo.

enviado a las 09:03 p.m.

—¿Has terminado?—louis luce algo molesto.

—¿qué sucede?

—Nada—pone los ojos en blanco—solo espero que cumplas con el contrato, porque realmente
tengo muchas cosas que quiero hacerle a tu pequeño cuerpecito.

Harry sonríe algo asustado.

—Debo irme... por supuesto que volveré, Louis, yo... te amo mas que a nada en el mundo, y sé que
te parecerá tonto pero realmente eras la única persona en el mundo que logra hacerme sonreír
cuando las personas son una mierda conmig...— Louis lo interrumpe.

—he escuchado ese discurso tantas veces que perdí la cuenta, ni lo intentes. No me gusta cuando
se ponen tan pegajosos, esto es simplemente sexo, Harry.

Harry asintió con la cabeza, pero en el fondo, su corazón se rompió un poquito.


Louis le abre la puerta y el sale, cuando voltea a saludarlo, Louis ya ha cerrado la puerta con llave.

Baja el ascensor hasta la planta baja y Roger, el tipo de la administración, lo mira con una expresión
de sé lo que hiciste.

Debía regresar en dos días, sí, estaba en el lugar que toda fanática quisiera ocupar pero ahora no
se sentía del todo bien, Louis solo quería usarlo como un objeto sexual, no le interesaban sus
sentimientos en lo más mínimo.

"Supongo que esto no es como en las fan fictions" pensó, y salió por la puerta principal.

CAPITULO 6

Bajó las escalerillas de la entrada y salió rápidamente. Ya no había nadie allí, los cientos de fans se
habían marchado luego de que les comunicaran que ningún miembro de la banda saldría a
saludarlos.

"Están muy cansados, por favor retírensen. Necesitan dormir."

Se puso la capucha de la sudadera y metió las manos en sus bolsillos, para comenzar a caminar
rumbo a la camioneta de Hannah estacionada junto a un árbol, a unos metros. El pavimento estaba
húmedo, aparentemente había llovido, pero claro, ¿cómo iba a saberlo si había pasado casi tres
horas encerrado en una habitación con Louis?

Afuera estaba oscuro, los pasos de Harry estaban seguidos por su perfecta silueta negra reflejada
en una sombra en el pavimento, iluminado por las luces de los faroles. Comenzaba a hacer frío,
pronto entrarían en invierno, la estación favorita de Harry.

Golpeó despacito el cristal de la ventanilla de la camioneta para que Hannah notara que estaba allí.
Al verlo, la joven se alteró dando un salto en el asiento del piloto y golpeando su cabeza contra el
techo.

—Me debes una por esto, ¿escuchaste? entra.

Harry dió la vuelta hacia la puerta del asiento del copiloto y una vez adentro, se abrochó el
cinturón de seguridad, pero le temía mucho mas a Hannah que a cualquier accidente de tránsito.

—Lo siento.—dijo con la mirada gacha, sus mejillas estaban palidas, sus labios de un tono rosado
oscuro y sus ojos estaban todavía encendidos, como si Louis viviera en ellos.

—¿Lo sientes? ¡esta bien, Harry! es mi culpa por dejarte entrar a ese hotel endemoniado cuando
debía haberte acompañado.—Hannah acelera mientras le ofrece al pequeño una bolsa de papas
fritas.

Harry arrebata las patatas con rápidez y comienza a pensar en una buena excusa a su misteriosa
desaparición.
—Bueno... cuando entré, ví a Louis y a los chicos de la banda platicando en el lobby. Corrí hacia
ellos y estuvimos hablando un rato...—no podía mirar a su mejor amiga a los ojos mientras decía
todas esas mentiras.

Hannah alzó una ceja.

—¿en serio? el guardia de seguridad dijo que estaban durmiendo y ordenó que todas las fans se
retiraran de ahí afuera.

—es que sí, estaban durmiendo, pero me quedé con Louis un rato... me enseñó unas canciones
que no han salido aún...

—está bien, no te creo pero está bien. Estoy demasiado cansada ahora mismo para discutir
contigo, solo me alegro de que estés bien.—Hannah ni siquiera se molestó en pedirle que le
enseñe las fotografías que seguramente Harry

habría tomado si realmente hubiera estado con Louis en una situación como esa, pero como sabía
que mentía, simplemente se limitó a conducir.

Cuando alzó la mano para encender el stereo, miró de reojo a Harry, que se encontraba
profundamente dormido, de modo que encendió la radio en un volumen lo suficientemente bajo
para que no despertara. Se veía tan lindo durmiendo, era un ángel de rulos y mejillas pálidamente
rosadas, y eso la hizo sentir realmente mal, puesto que llevaba más de seis años enamorada de el.

No Harry, tu no eras el único que sufría aquella noche.

CAPITULO 7

Los dos días siguientes fueron completamente extraños para Harry. Las manos le sudaban, no
podía parar de mirarse en el espejo, caminaba de un lado al otro en su habitación y le preguntaba
a su madre si su cabello se veía bien esa tarde. Y era completamente entendible, imagínate tener
que pasar 29 noches no precisamente inocentes con tu cantante favorito, ¡Harry moría de los
nervios!

—¿qué te está inquietando tanto, cariño? ¿te sientes mal? ¿quieres que llame al Dr. Sammuels?

Harry se encontraba en el baño, parado sobre la balanza junto al retrete. 59 kilos, estaba
demasiado delgado, Louis se reiría de el.

—dime que no tienes complejos con tu cuerpo—Anne se acercó a su hijo por detrás, y lo miró
fijamente.—¿qué te está inquietando tanto?

Harry se retira el cabello de la cara y le sonríe a su madre.

—nada mamá, simplemente estoy cuidando de mi aspecto. Y por supuesto que no tengo nada de
esas cosas, no te preocupes.
Y así fue, Anne le creyó. Su pequeño nunca se metería en problemas, su pequeño nunca haría
cosas fuera de lugar, su pequeño nunca diría groserías, ¡mucho menos firmaría un contrato sin su
autorización para tener relaciones sexuales con un drogadicto de 22 años fuera de su casa!

No, por supuesto que no.

El despertador sonó con fuerza, Harry no había podido pegar un ojo en toda la noche. Era 22 de
noviembre, hoy debía ir a ver a Louis para comenzar son las sesiones eróticas y tenía los pelos de
punta. Respiró aliviado agradeciendo a Dios no tener que depilarse como seguramente habría
hecho una chica.

En cuanto dieron las ocho y afuera se encontraba bastante oscuro, se puso una camiseta, unos
jeans oscuros, unas botas y una chaqueta marrón, se miró al espejo más de cinco veces antes de
bajar las escaleras, y tomó sus píldoras amarillas. Puso su iPhone en el bolsillo de su pantalón y fue
a despedirse de su madre.

—¿a donde vas así vestido jovencito?

—iré a vagar con Hannah, tal vez vayamos a una fiesta en la casa de uno de sus amigos.

Anne frunció el ceño.

—dejame llevarte, sabes mejor que yo que las amistades de Hannah no son una buena influencia
para tí, ni para ella misma.

—Mamá, tengo 17 años, por favor.

Anne bajó la mirada y cedió, continuó lavando la vajilla y se limitó a soltar un "cuídate mucho" con
el tono de voz apagado.

Harry tragó saliba y se escabulló rápidamente fuera de la casa, mientras marcaba el número de
teléfono de Hannah.

—¿aló?

—Hannah, necesito que vengas por mí.

—¿harry? ¿donde estás?

—en mi casa, pero necesito que me lleves a un sitio. Nadie puede saberlo, por favor.

Harry sintió como su amiga respiraba hondo del otro lado de la línea.

—está bien, tienes suerte de que vivamos a unas pocas cuadras, de otra forma creeme que no iría.

Cuelga.

Había neblina, lloviznaba como lo había hecho las noches anteriores y hacía frío. La acera estaba
húmeda, a Harry le gustaba cuando el olor a tierra mojada impregnaba en su nariz.

Finalmente, al cabo de cinco minutos, la camioneta negra de la madre de Hannah dobló la esquina
y se acercó a Harry.
—sube.

El trayecto fue silencioso, si bien Hannah intentaba convencerlo de que le diga A

donde estaba llevándolo, Harry insistía en que debía mantener las cosas en secreto. Cuando
estuvieron a unas tres cuadras de distancia del hotel, la camioneta se detuvo.

—aquí me bajo.

—¿no me dirás a donde estás yendo? es peligroso que camines solo.

—no tengo que caminar, solo esperar a que vengan por mí.

—¿qué?

—¿estoy de novio, vale? por eso necesito que no hables sobre esto, si mi madre pregunta, dile que
salimos de fiesta.

Hannah no pudo evitar sentirse un poco desanimada, pero asintió con la cabeza y se despidió de
Harry.

—¿tengo que pasar por tí mas tarde?

—no, encontraré la forma de volver a casa, no quiero molestarte más.

—no me molesta, en serio.

Harry se acercó y depositó un beso en su mejilla.

—ya debo irme, te quiero Hannah.

Una vez que la camioneta se alejó, Harry se dispuso a caminar hacia la entrada del hotel. Sus pasos
eran largos y silenciosos, como los que su padre alguna vez había tenido.

Des Styles había viajado a América por negocios hacía dos años, siempre les enviaba obsequios y
dinero, pero Harry lo echaba mucho de menos. Mientras se acercaba a la puerta de entrada del
hotel, alguien lo sorprendió por la espalda.

—caminas como una puta tortuga, Harry. Te estuve esperando por casi media hora, ahora voy a
tener que partirte el culo.—Louis vestía una sudadera negra y unos pantalones deportivos, para
que nadie pudiera reconocerlo.

—lamento haber tardado...tuve que deshacerme de mi madre y mi mejor amiga para poder venir
sin que sospecharan...—su voz estaba temblorosa, ¿algun día dejaría de temerle?

—tranquilo, dirty Harry. Relájate.—lo rodeó con un brazo y lo introdujo dentro del edificio como
toda una celebridad.

Cada vez que Louis pronunciaba su nombre, a Harry se le estrujaba el corazón, ¿en serio estaba
ocurriendo?

—Veo que ahora te permiten pasar la noche fuera de tu dulce y tonto hogar—dijo Louis mientras
ambos esperaban a por el ascensor.—finalmente estás obteniendo la libertad que mereces.
—tengo 17 años, ¿no? creo que me lo merezco.

Louis asintió con la cabeza sonriendo, con los brazos cruzados y los ojos clavados en la boca de
Harry.

—me gusta la forma en la que mueves tus labios cuando hablas, ¿puedes darme una mamada en
cuanto entremos a la maldita habitación?

A Harry se le secó la boca al oírlo, pero solo se limitó a asentir con la cabeza, asustado.

Las puertas del ascensor se abrieron, ya no había vuelta atrás.

Todo había comenzado.

CAPITULO 8

Las puertas metálicas del ascensor se abrieron, Harry sentía como su corazón comenzaba a latir
cada vez más fuerte, y su pervertido interior deseó por un minuto que el ascensor se atascara, que
se atascara para siempre, para quedarse allí atrapado con Louis la mayor cantidad de tiempo
posible.

El primero en poner un pie dentro fue Louis, y una vez dentro, le extendió una mano al pequeño
atemorizado, en señal de ven conmigo.

Presionó el botón que marcaba el número 31, allí era a donde se dirigían, donde la habitación
número 25 se encontraba. En cuanto las puertas se cerraron, Harry se quedó inmovil junto a Louis,
con la mirada clavada en el suelo, tratando de no respirar muy fuerte para que Louis no notara lo
nervioso que estaba.

—¿Estás nervioso?—y una vez más, la voz de Louis era completamente amenazante para Harry, era
como una corriente electrica corriendo por todo su cuerpo, haciéndolo estremecer.

—No.

—Deberías, estoy drogado—dijo entre risas—y cuando estoy drogado, soy la persona más
peligrosa que puede cruzarse en tu camino.

Y eso fue suficiente para que Harry comenzara a temerle por completo, ¿porqué había aceptado
ese maldito contrato? Su madre tenía razón, Louis no era el joven que el creía que era, no lo era en
absoluto.

—Parecías una persona diferente en los conciertos, en las entrevistas...—la voz de Harry temblaba.

—Esa es la mejor parte de ser famoso—se acerca a Harry y le susurra en el lóbulo de su oreja,
haciéndolo paralizar—Nadie sabe quien eres cuando las luces se apagan.

De repente las puertas del ascensor se abren y Louis se separa inmediatamente de Harry. Patrick
está esperando en el pasillo contiguo al ascensor, con un manojo de llaves en sus manos.
—Buenas noches, señor Tomlinson.—se gira hacia Harry—y buenas noches para usted, jovencito.

Harry se encoje de hombros con una mueca de insatisfacción y nerviosismo.

—¿Trajiste todo lo que te he pedido?—Louis interroga al rubio asistente.

—Todo lo pedido ya está en la habitación—le cede las llaves—puedo cubrirte hasta las cinco de la
mañana, y tu sucio secreto estará a salvo.

Louis sonríe con picardía y asiente con la cabeza. Acto seguido, toma de la mano a Harry y ambos
caminan hacia la puerta número veinticinco.

Los pasos del pelirrojo son cortos y rápidos, sus piernitas son tan delgadas que podrías quebrarlas
con tan solo una mirada. Sus manos siempre están

frías, al igual que su personalidad. Sus ojos pocas veces no están desorbitados, y su aliento siempre
huele a alcohol, alcohol del caro. Es completamente embriagador. El tono de su voz es
amenazante, completamente desproporcionada con su estatura. Es pequeño y flaco. Es como una
hiena, pequeña e insignficante, pero completamente peligrosa cuando está hambrienta.

Harry camina serenamente dando pasos largos y pacíficos, los nervios hacen que sus manos estén
transpiradas, pero sus ojos siempre están atentos a cada movimiento de Louis. Su cabello huele a
perfume de rosas y su aliento huele a mentas. Harry nunca iba desaliñado o con olores fétidos.
Pocas veces ingería alcohol y jamás había fumado un cigarrillo. Era la inocencia con piernas, ¿qué
hacía con alguien como Louis? Su inconsciente le gritaba que corriera, que se escapara de aquella
bestia feroz con perfume a alcohol y cigarrillos lo antes posible, porque una vez que cruzara esa
puerta, sería demasiado tarde.

Louis inserta la llave en la cerradura y abre la puerta rápidamente. El pasillo está vacío
nuevamente, las luces son tenúes y el piso está cubierto con una alfombra bordó. Hay todo tipo de
pinturas colgando en las paredes cubiertas por un papel tapíz refinado y carísimo, cosas que Harry
jamás había visto en toda su vida, mas que en las películas.

—¿Te quedarás ahí parado mirando las paredes o entrarás?—Louis chasquea los dedos para que
Harry reaccionara.

Una vez dentro, el mayor cierra la puerta con cerrojo y se dirige al grán baño privado que dispone
la habitación, y luego de unos minutos regresa con una caja de cartón cerrada. La abre, examina su
conenido con cautela y frunce el ceño.

Harry continúa de pie, junto a un gran jarrón de cerámica japonesa, tratando de mantenerse
silencioso, esperando las órdenes de Louis.

—¿Qué esperas que aún no te has quitado la ropa?—espeta el mayor, mientras destapa una
botella de champagne que acababa de sacar del congelador portátil dentro de la habitación.

El pequeño se deshace de sus prendas lo mas rápido que puede, y una vez que está por quitarse la
ropa interior, Louis lo detiene.
—Yo me encargaré de eso.—dice dominante—acércate, súbete a la cama.

Louis aún continúa vestido, eso desconcierta completamente a Harry. Una vez que este está
parado sobre la cama, Louis comienza a quitarle el boxer, ¡con los dientes!

Lo que Harry estaba sintiendo era dificil de describir, su cuerpo vibraba, eran choques de
electricidad provocados por la maravillosa boca de Louis Tomlinson, ¡y esto ni siquiera había
comenzado!

Una vez que sus boxers fueron deshechados, Louis los arrojó lejos del alcanze

de Harry, y lo miró a los ojos con una expresión de lujuria en su mirada. Sabía

que el pequeño estaba asustado, pero también exitado, porque la erección que tenía no era para
nada menor.

—Voltéate.

Ni siquiera le dió tiempo a que se le pasara por la cabeza lo que iba a hacerle, ni siquiera le dió
tiempo a sentir escalofríos, simplemente se insertó en él con total fuerza y desprecio por el trasero
de Harry. Como si no le importara en lo mas mínimo si le dolía o no.

Aaaarrggghhhh

Harry no pudo evitar gritar, era la primera vez que tenía sexo con alguien y era con alguien como
Louis. Haber mentido ser virgen había sido una mala idea, tal vez si le hubiera explicado, habría
sido mas cuidadoso...

Luego de tres embestidas, Harry pudo sentir como Louis no estaba satisfecho, y de inmediato salió
de el.

—¿Porqué estás tan tenso? si te pones nervioso, los músculos internos se contraen y ninguno de
los dos disfrutará un carajo de esta mierda, relájate Harry.

Harry respiró hondo, pero los nervios no cesaban. Eran cada vez mas fuertes, y cuando Louis se
introdujo nuevamente en el, una lágrima corrió por su mejilla. Le estaba haciendo daño.

—Louis... lo siento... no puedo hacerlo—cerró los ojos con fuerza—soy virgen...

—Lo eras.—dijo victorioso mientras lo embestía cada vez con más fuerza— porque te estoy
haciendo trizas el culo.

Aaaarrggghhhh

—¿Podrías ser solo un poco mas...cuidadoso?—susurró entre agonías.

Pero Harry hablaba tan despacio, tan tranquilo y grave, que para cuando terminó de pronunciar la
frase, Louis ya había arrojado el condón lejos de la cama y había insertado su pene en la boca del
pobre Harry para que este se tragara todo su semen.
El pequeño quiso protestar, porque era la primera vez que tenía un encuentro sexual, y era de una
manera demasiado agresiva, demasiado abrupta y simplemente no lo estaba disfrutando.

 Para cuando dieron las cuatro y media, Harry lo sintió mas como una violación, que como algo
que se debiera disfrutar.

El reloj marcaba las 04:45 a.m., afuera la luna iluminaba la fría ciudad de Londres y Louis se
encontraba sentado en el balcón, fumando un cigarrillo. Harry no sabía que hacer, acababa de
perder su virgnidad y ni siquiera podía hablar de ello, ni siquiera con Louis. Entró al baño con pasos
de plomo y se enjuagó la cara con agua fría, regresó a la habitación y se vistió.

Entonces se acercó al mayor, y tomó asiento a su lado timidamente.

—No lo has disfrutado—soltó fríamente mientras daba una calada a su cigarrillo—pero yo sí.

—¿Y eso no te importa?

—La verdad no. Te traje aquí para mi propio placer.

Las estrellas eran infinitas, corría un viento frío pero estaban tan acalorados que no les importaba.
Las luces de los edificios y los autos fuera, hacían de una vista preciosa.

—¿Porqué a mí? ¿Porqué me escogiste... a mí?

—Cierra la boca, si no te gusta puedes marcharte. Sabes que puedo conseguir a alguien mejor que
tú en menos de lo que crees.

Harry se puso de pie, sus ojos estaban cristalizados de lágrimas, ¡maldita sea! no eran las palabras,
era la persona que las estaba diciendo, y de esa forma tan dura... Louis significaba el mundo para
Harry, pero a Louis, el mundo le importaba una mierda. Y eso le partía el corazón.

CAPITULO 9

—Abre la maldita puerta antes de que la tire abajo.

—Saldré cuando comiences a tratarme bien. He pasado unas horas contigo y me he sentido fatal,
no quiero pasar 29 noches como estas.

Louis deja ir un suspiro de fastidio.

—Abre la puerta, cariño. He horneado galletas para tí.

—Estoy hablando en serio, Louis. No creas que puedes tratarme como se te dé la gana porque eres
mayor que yo.—la voz de Harry flaqueaba, había estado llorando por diez minutos, abrazando sus
rodillas del otro lado de la puerta, dentro del baño privado de la habitación.

—¡Te trato como se me de la gana!


—Entonces me quedaré aquí adentro toda la noche, y cuando llegue a casa, le contaré a todo el
mundo sobre esto.

Louis bajó la mirada, respiró hondo y se planteó la situación. Harry era un niño pequeño e inocente
comparado con la fiera que existía dentro suyo, debía tener piedad de el, no era una prostituta, era
un maldito niño enamorado.

Se sintió la peor persona de la puta tierra.

—Ábre la puerta, Harry. Lamento haberte tratado como si no valieras nada, sabes que no lo dije en
serio.—su voz se volvía un tono mas grave cuando hablaba despacio y calmado, cuando decía la
verdad—Prometo que voy a... intentar tratarte bien.

—¿Intentar?

—Juro que voy a tratarte bien de ahora en adelante, solo perdóname. Y por favor sal, ya son casi
las cinco.

Delicadamente, Harry abrió la puerta del cuarto de baño para salir tímidamente como un pequeño
niño al que acaban de reprender.

—Louis, posiblemente te importe una mierda, pero tu significas el mundo para mí. Y en serio se
siente mal que me hables como hace unos minutos atrás, sobre todo porque estoy dando lo mejor
de mí ahora—agachó la mirada—soy nuevo en esto, y me emociona que sea contigo, pero por
favor, entiéndeme.

En ese momento, Harry esperó que Louis lo tomara por la cintura y le diera un beso típico de fan
fictions, que le cortara la respiración y que lo hiciera sentir en las nubes. Pero no fue así, el
pelirrojo simplemente abrió la puerta de la habitación, y le hizo señas de que ya era hora de que se
marchara.

—No puedo irme solo.

—Lo sé, yo te llevaré. Es una forma de disculparme por haberme comportado como un hijo de
puta contigo.

Caminaron silenciosos hacia el ascensor, dando pasos lentos y rápidos, frenéticos y pacíficos,
verdes y azules.

Cuando las puertas se abrieron y se adentraron al ascensor, ninguno de los dos soltó una palabra.
Louis simplemente estaba incómodo, y Harry estaba rogando que el mayor rompiera el hielo
besándolo, y juró por Dios que le perdonaría todo si tan solo lo besara en ese preciso instante.
Pero no lo hizo.

Una vez que llegaron a la planta baja, Patrick se encontraba sentado en un sofá en la recepción,
jugueteando con las llaves de uno de los autos de Louis.

—¿Quiere que conduzca, Señor Tomlinson?—Patrick siempre sonaba nervioso hacia Louis.—La
zona está libre de paparazzis, tal como lo pidió.

Todo el mundo se ponía nervioso con Louis, todo el mundo le temía.


—No—soltó fríamente—llevaré a Harry a su casa yo mismo, luego regresaré y espero que mi
cuarto esté limpio antes de que llegue.

Harry no pudo evitar sonrojarse. No solo iba a llevarlo a su casa, sino que en parte, la suciedad en
la habitación de Louis se debía a el. Patrick asintió con la cabeza, y le cedió las llaves a Louis, que
las tomó bruscamente y tomó a Harry de la mano para salir juntos fuera del hotel.

Una vez que se metieron dentro del Lamborghini negro del pelirrojo, Harry se abrochó el cinturón
de seguridad y se dispuso a mirar por la ventanilla. No quería mirar a Louis, sabía que si lo hacía,
volvería a desear esas tonterías.

Bésame, Louis.

El perfil del pelirrojo era simplemente perfecto, su cabello levemente cayendo sobre su frente, su
delicada nariz, los ojos concentrados en el camino, los labios finos y amenazantes que desprendían
aquel aliento a alcohol que era completamente embriagador para Harry, y el perfecto mentón por
debajo de estos. Sus brazos repletos de tatuajes, estaban ocultos tras la grán sudadera que llevaba
puesta.

—Harry—le susurró sacándolo de sus pensamientos—dame tu número.

El pequeño tardó unos segundos en reaccionar. Louis estaba pidiéndole su número de teléfono.

—¿Mi núm...ero?

—Sí, Harry. Estaré en contacto contigo durante el tiempo en que no estemos juntos.

—Claro.—titubeó.

Le dictó las cifras de su número telefónico y una vez que Louis anotó todo en su Samsung, cuando
el auto se detuvo.

—Aquí me bajo—Harry se desabrochó el cinturón de seguridad para bajarse del vehículo—


caminaré el resto del trayecto a mi casa.

—¿Estás loco? Es completamente peligroso que te deje caminar solo a estas horas, Harry.
Permíteme llevarte hasta tu casa, por favor.

—Insisto, Louis. No quiero que mi madre me vea bajar de un lamborghini, ella se mantiene
despierta hasta que yo llego, y me verá y se preocupará.

Louis se pasa la mano por la barbilla, tiene una leve barba allí. Sus ojos están clavados en la nada,
está pensando.

—De acuerdo, tienes razón.—le abre la puerta a Harry rápidamente—Te llamaré en 10 minutos, y
si aún no has llegado a tu casa sano y salvo, iré yo mismo a buscarte.

Las mejillas de Harry ardían, este hombre estaba tratándo de cuidarlo, se preocupaba por el... o al
menos, eso parecía.

—De acuerdo.—se quedó inmovil en su asiento, esperando a que Louis se acercara a depositar un
beso en sus labios—Adiós.
Pero no fue así, Louis le regaló una sonrisa de preocupación pero se mantuvo firme en su asiento.
Harry salió por la puerta y apresuró el paso hacia su casa, si no llegaba en diez minutos, Louis se
enfadaría. Afortunadamente eran solo tres cuadras.

Una vez que cruzó el jardín de su casa, su celular comenzó a sonar.

—¿Hola?

—¿Has llegado bien?—si bien el número era desconocido, la voz era la de Louis. Aquella aguda
vocesita que le cantaba para dormir desde sus audífonos cada noche.

—Sí, estoy en el jardín de mi casa. Debo colgar.

Louis fue el primero en colgar la llamada, solo quería asegurarse de que este había llegado a salvo,
tal vez por su propia reputación, o porque realmente le importaba.

El punto era, que aquella noche, Harry se durmió con una sonrisa pícara en sus labios, recordando
cada momento vivido junto a Louis, porque al fin y al cabo, era la persona que mas amaba en el
mundo.

CAPITULO 10

Al día siguiente era lunes, y para cuando el despertador sonó, Harry solo había dormido una hora.
Sus intentos por rogarle a su madre que lo dejara quedarse en casa ese día fueron nulos, y a las
08:55 se encontraba en el auto de Anne rumbo a la escuela. Era su último año, y su madre estaba
orgullosa de las excelentes notas de Harry, pero con la llegada de Louis, las cosas comenzarían a
cambiar.

—La próxima vez, no salgas de fiesta un domingo—murmuró lo suficientemente alto para que el
pequeño la escuchara.

Pero no tuvo éxito, Harry estaba profundamente dormido con la cabeza sobre su mochila,
inclinado sobre el cristal de la ventanilla. Aquel lunes, llovía débilmente, el cielo estaba de un color
pálido y deprimente, las gotas se resbalaban por la ventana del auto de Anne como si fueran las
lágrimas derramadas por una chica a la que le han roto el corazón.

—¡Harry!

El joven abrió los ojos sobresaltado, trató de arreglarse el cabello y despejarse la vista, y en cuanto
Anne estacionó frente al instituto, bajó del auto.

—Que tengas un buen día, cariño—le susurró—no te duermas en clase.

Y ese día, Harry lo comenzó con el pie izquierdo. No solo casi tropieza en las escaleras de entrada,
sino que además, la profesora de religión lo regañó tres veces por dormir mientras hablaba sobre
la biblia, y en el tercer regaño, lo envió a dirección.
Hannah había estado intentando mantenerlo despierto, y en cuanto sonó la campana del
descanso, ambos fueron por un café a la cafetería.

Seleccionaron unas donas y tomaron asiento en una mesa, al fondo de todo el lugar.

—¿Me quieres explicar a donde fuiste anoche?—Hannah esperaba que Harry le contara todo,
quería cada detalle sobre la persona con la que había estado, por mucho que le doliera oírlo.

—Lo siento, no puedo decírtelo.—dió un sorbo a su café y un mordisco a su dona—No quiero


echarlo todo a perder.

—¿Echarlo todo a perder? Harry, soy tu mejor amiga, sabes que no le diré a nadie, vamos.

—Lo siento, no te lo diré.

Entonces el celular de Harry vibró. Ambos bajaron la vista rápidamente al aparato, pero el pequeño
fue mas veloz y ocultó la pantalla de los ojos de Hannah.

Había agendado a su sometedor con una foto que el mismo había editado, era una foto de una red
carpet, una de las favoritas de Harry. Además, le había puesto muchos emojis de caritas sonrojadas
y corazones rosados junto al sobrenombre Boo.

—¿Es tu novio, verdad?—Hannah se sentía fatal, pero no por el hecho de que Harry estuviera con
alguien mas, lo que realmente le dolía era que se lo estaba ocultando—no hace falta que digas
nada, me he dado cuenta.

—Claro que no, es mi madre.

—Entonces no veo el motivo para que escondas tu teléfono de esa manera tan brusca...

—¿Puedes dejarme en paz?—se levantó violéntamente de la silla y salió hecho una furia de la
cafetería.

¿Quién se creía que era? No era su dueña, era su mejor amiga, sí, pero no tenía derecho a
controlarlo como si fuera su novia, ya tenía suficiente con su madre, y ahora debía soportarla a
ella. Por supuesto que no iba a decirle nada, le daba igual conocerla de toda la vida, el amor que
sentía por Louis estaba cegándolo y estaba dispuesto a obedecerlo, si el quería mantener las cosas
en secreto, las cosas se mantenerían en secreto. Fin de la discusión.

Se encerró en el baño y desbloqueó la pantalla de su iPhone.

☺ ☺Boo❤❤

recibido a las 12:30 p.m

Buenos días, dirty Harry. Espero que no le hayas dicho a nadie sobre... nosotros.

Presionó la tecla >>contestar<< Me gusta que uses esa expresión. envíado a las 12:35 p.m.

☺ ☺Boo❤❤
recibido a las 12:36 p.m.

¿A qué te refieres? Mmhh...

El hecho de que Louis utilizara diminutivos como "Mmhh..." lo volvían loco. Podía visualizarlo en su
mente, llevándose la mano a la barbilla, con los ojos clavados en sus labios y una expresión
amenazante en sus ojos. Mierda, le gustaba mucho.

"Nosotros"... me gusta eso. envíado a las 12:38 p.m.

☺ ☺Boo❤❤

recibido a las 12:40 p.m.

Vas a desear que nunca te hubiera gustado...

Y ahí iba de nuevo, ¿a que venía eso? siempre estaba arruinando cada maldito momento de
ternura entre ellos, su orgullo era demasiado grande para admitir que estaba involucrado con
Harry, involucrado hasta las pelotas.

Respiró hondo y tecleó en respuesta.

Nunca me arrepentiría de nada si lo hago contigo, Louis.

enviado a las 12:41 p.m.

Y esperó, esperó como unos diez minutos ahí adentro, y en cuanto escuchó la campana del fin del
descanso, tuvo que salir del baño y volver a clases. Louis no iba a contestarle.

En cuanto salió del colegio esa tarde, Anne estaba esperándolo en la entrada como de costumbre.
A veces, le daba verguenza que su madre pasara a recogerlo después de clases, porque bueno... ya
tenía 17 años.

En el trayecto a casa no dijo una palabra, ni siquiera se despidió de Hannah en cuanto dejó el
instituto y asentía con la cabeza cuando su madre le hablaba, como si estuviera prestando atención
cuando en realidad, la voz de Louis sonaba a todo volumen a travéz de sus audífonos.

Entonces, le llega un nuevo mensaje. Lo abre rápidamente, esperanzado de que se tratara de Louis,
pero no fue así.

Hannah Bff ♥♥♥

HARRY NI SIQUIERA TE HAS DESPEDIDO DE MÍ HOY

recibido a las 15:10 p.m.

Lo ignora, no quiere contestarle, pero entonces, otro mensaje llega.

Hannah Bff ♥♥♥

NO ME IGNORES, TE VEO >>en línea<< MALDITO BASTARDO

recibido a las 15:13 p.m.


Y otro.

Hannah Bff ♥♥♥

NO PUEDES IGNORARME PARA SIEMPRE, HARRY STYLES, ME NECESITAS PARA TUS ESCAPADAS
NOCTURNAS.

recibido a las 15:17 p.m.

Y cuando un nuevo mensaje llega, Harry no lo abre, simplemente apaga el teléfono. Hannah estaba
asfixiándolo, era demasiado para él.

En cuanto llega a su casa, se da una ducha y luego de dos horas dedicadas exclusivamente a
terminar su tarea, decide encender su teléfono. Lo que encuentra no es nada agradable.

☺ ☺Boo❤❤

recibido a las 15:15 p.m.

Esta noche a las 22:00, no lo olvides.

☺ ☺Boo❤❤

recibido a las 15:20 p.m.

¿estás ignorándome? Voy a destruirte.

☺ ☺Boo❤❤

recibido a las 15:30 p.m.

Te he llamado y tampoco contestas, creo que esta noche tendremos una conversación, has firmado
un contrato y debes estar a mi dispocisión, Harry.

☺ ☺Boo❤❤

recibido a las 16:00 p.m.

Prepara tu trasero porque esta noche voy a acabar contigo, el Louis buenito que te ha acompañado
se ha ido.

☺ ☺Boo❤❤

Solo bromeo, no te asustes... recibido a las 16:05 p.m.

Sonrió pícaramente y tecleó en respuesta. No puedo esperar ;) enviado a las 16:38 p.m.

CAPITULO 11
—¿A donde vas? Es lunes, deberías saberlo.—lo toma del brazo en cuanto Harry intenta salir por la
puerta delantera de la casa.

—¿En serio? Si no me lo decías, juraría que era sábado.

Anne se cruza de brazos y lo mira enfadada.

—¿Desde cuando hablas así? ¿desde cuando sales de noche? ¿desde cuando perdiste el respeto
por mí de esa forma?

Harry blanquea los ojos.

—Mamá, ¿alguna vez se te pasó por la cabeza que en algún momento de la vida, tu hijo iba a
crecer? Debo irme ahora mismo.

—Son las nueve y media de la noche, afuera hace frío y estoy casi segura de que Hannah tiene algo
que ver con esto.

—No la metas en esto, mamá. Estaré bien, ella no tiene nada que ver.

—¿Estás consumiendo drogas, hijo?

Harry se quedó estupefacto.

—¿Qué? ¡Por supuesto que no! Solo saldré por un rato y prometo que regresaré antes de que
despiertes por la mañana.

—Tienes escuela a las ocho, no puedes desvelarte por las calles como si fuera un eterno fin de
semana y lo sabes.

—Salgo dos noches seguidas y ya dices que vivo en la calle, esto es increíble.

—¡Se acabó! Sal, haz lo que quieras.—se alejó para poder pasar la aspiradora debajo de la mesa
ratona en el living—pero abrígate, sabes perfectamente que no puedes exponerte a pillar un
resfríado como un chico normal.

Esa noche hacía mas frío de lo esperado, y Harry dobló la esquina dispuesto a llamar a Louis, ese
día no contaba con Hannah para que le diera un aventón.

Marcó su número y se quedó esperando mientras sonaba aquel minúsculo ruido de espera del otro
lado de la línea. —¿Harry?

—Lou... ¿puedes pasar por mí?

—¿En donde estás?

—En... la calle...

—Envíame tu ubicación por WhatsApp, estaré ahí en diez minutos.

Y al cabo de unos minutos, el lamborghini negro de Louis se estacionó frente a el. La puerta del
acompañante se abrió con delicadeza y Louis vestía una musculosa negra y unos jeans, el cabello
tinturado a rojo estaba revuelto y sus tatuajes
estaban a la luz de los faroles.

—Entra.

Con la cabeza gacha y sin decir palabra, Harry se hizo paso dentro del vehículo.

—¿No tienes frío?—dijo con los ojos clavados en sus brazos desnudos.

—No si estás aquí.

Como si fuera una respuesta instantánea, las mejillas de Harry se encendieron y comenzaron a
arder, Louis siempre sabía que decir para ponerlo nervioso.

Louis conducía demasiado rápido, Harry se había acostumbrado a los viajes tranquilos junto a su
madre o a las charlas largas y risas inocentes en la camioneta de Hannah. Jamás había subido a un
lamborghini, mucho menos si el conductor era Louis Tomlinson.

—Louis... quisiera hablar contigo en cuanto lleguemos.

—¿Cuando lleguemos? ¿Porqué no ahora?—volteó a verlo extrañado mientras conducía.

—Está bien, lo hablaremos en el hotel.

Louis no desprendía olor a alcohol esa noche, ni a cigarrillo, al parecer estaba sobrio, y olía a
shampoo. Llevo días observándolo y aun no puedo encontrar un maldito defecto, es perfecto.

Si tan solo me besara ahora mismo...

—Es que no me parece adecuado decirlo aquí, además conduces demasiado rápido y me entran
ganas de vomitar.

¡y huele a shampoo!

Es un pequeño oso de peluche.

—No sé en que estás pensando, pero baja a la tierra. Hay paparazzis afuera y no podemos entrar al
maldito hotel sin que te vean.

Harry se sobresaltó, estar perdido en los ojos de Louis significaba un gran problema.

—¿Qué?

—Lo que escuchaste, hay fans y paparazzis ahí afuera. No podemos entrar.

Entonces una chica se estampó fuertemente contra el cristal delantero del auto, con un teléfono
en su mano y gritando como loca mientras intentaba tomar fotos.

Looouissss aahhhggghhhh marry meee Louehhh asdadsjwj oh my gossh i love you so muchsksdjj

—¡Escóndete!

Como pudo, Harry se tiró al asiento trasero y trató de hacerse una bolita cubierto con la sudadera
de Louis que reposaba en uno de los asientos. Aspiró la fragancia de la sudadera para que el olor a
Louis no se fuera nunca de sus recuerdos.
¡LOUIS! ¡SONRÍE PARA LAS FOTOS, LOUIS!

¿TRAES COMPAÑÍA LOUIS TOMLINSON?

i love you loueeehhhh SOLO UNA FOTO LOUIS

oh my god louis i love your butt

LOUIS UNA SONRISA PARA LA REVISTA TIMES!!!! LOUIS LOUIS

loueeh i love you so much louis fuck me

¿QUIEN ES LA PERSONA QUE SE ESCONDE CONTIGO?

Ese siempre había sido su sueño, lo había leído en fan fictions y se había desvelado cada noche
imaginando historias junto a Louis, ser su novio y que los paparazzis los persiguieran, Harry
siempre había soñado con eso. Pero por alguna razón, esa noche se dió cuenta de que realmente,
no todo era color de rosa, y el hecho de que estaba poniendo en riesgo la carrera del pelirrojo y su
propia reputación en el colegio, lo asustaba. El lugar estaba repleto de fotográfos y chicas
agolpándose contra el auto de Louis, que rápidamente puso el lamborghini en reversa y salió del
lugar a toda velocidad. La expresión de preocupación en su rostro no se iría por el resto de la
noche.

Lo habían fotografiado con Harry.

CAPITULO 12

Louis no lo miraba, no hablaba, sus ojos estaban clavados sobre las luces de la carretera, la ciudad
daba mil vueltas y no podía encontrar un lugar donde quedarse junto a Harry. No era seguro
aparecer por un hotel cualquiera con el, iban a reconocerlo o a tomarle fotografías. El único lugar
seguro en el que podía estar era el Hotel London Hilton, pero ahora era imposible quedarse allí.
Cada vez iba mas rápido, los conductores de los autos a los que casi llevaba por delante le gritaban
groserías a medida que se desplazaba por la carretera congelada de Londres.

—Lou...—Harry rozó suavemente su brazo desnudo, y eso fue suficientente para que Louis bajara
la vista a mirarlo de reojo—No conduzcas tan rápido, por favor.

—¡Cállate, Harry! ¡estoy intentando pensar!

—Puedes pensar sin aumentar la velocidad, te pueden hacer una infracción.

Entonces Louis disminuyó la velocidad, le importaba mas que lo descubrieran con Harry a dejar su
orgullo intacto y seguir conduciendo como quisiera. El pequeño solo intentaba ayudar.

Desvió la dirección del vehículo hacia un costado de la carretera, y se adentró en un bosque que
bordeaba la autopista. Conducía lento, sereno. No conocía aquel lugar, jamás había estado allí.
Lentamente, el lamborghini los dejó en la espesura del bosque por la noche, y Louis decidió frenar
de una vez. Las luces de los edificios y los autos podían verse aún desde allí, eso significaba que no
iban a extraviarse.

—Supongo que vamos a quedarnos aquí.—dijo con la voz mas aguda de lo normal. Estaba
nervioso.

Louis Tomlinson nervioso, eso no se veía todos los días.

—¿Te encuentras bien?—Harry se aferró a su cinturón de seguridad, lo mas alejado posible de


Louis, no quería recibir una bofetada por preocuparse por el. Y sonaba idiota, pero nada mas podía
esperarse de Louis.

Lo miró con ojos de asesino, quería matarlo por preocuparse por el, no aceptaba que aquel
pequeño estuviera pensando en el de aquella forma. Se suponía que solo sería sexo, maldición.
Pero no lo regañó, no lo insultó. Había jurado que no volvería a tratarlo mal por cuestiones
personales, el no tenía la culpa de que le faltara un tornillo.

—Harry...—respiró hondo—No te preocupes por mí.

—Lo hago, lo hago desde la primera vez que te ví en youtube.—estaba sonriendo, recordando cada
detalle de como lo había conocido, y cada vez que sonreía, unos lindos hoyuelos se apoderaban de
ambos extremos de sus mejillas pálidamente rosadas—Por supuesto que lo hago, lo hago y lo
volvería a hacer, lo haría siempre. Porque ya te lo he dicho, eres lo mas importante que tengo.
Incluso si me insultas por decírtelo, pero no puedo mentirte. No a tí.

—Harry...—sus mejillas estaban ruborizadas, no quería exponerlo y bajó la cabeza ocultando la


pequeña sonrisa que se formaba inevitablemente en sus labios.

—Lo siento.—se encogió de hombros—lo siento, pero te amo, y sé que tu no me amas porque
apenas me conoces, pero yo sí te conozco. Y te amo.

—Harry—lo sujetó fuertemente de ambos hombros, mirándolo fijamente a los ojos—Si continúas
hablándome de esa forma voy a enamorarme de tí, y yo nunca me he enamorado de nadie, y no
está en mis planes hacerlo ahora.

—Los planes suelen irse por la borda algunas veces.—sonrió—pero que te enamoraras de mí sería
lo que falta para poder morir feliz.

—¿Lo que falta? ¿Qué es lo otro?

—Besarte.

Louis se apartó de el soltando una pequeña risa nerviosa, las mejillas le ardían, se acomodó el
flequillo hacia un lado y trató de formar un pequeño jopo, pero no tuvo éxito. Si Harry seguía
siendo tan adorable todo se desmonoraría para Louis.

Entonces Harry se acercó a él, con ambas manos comenzó a peinar su cabello. Louis lo miraba
embobado, sus ojos verdes eran aún mas lindos desde esa cercanía. Tenía los cachetes regordetes
en desproporción al resto de su cuerpo, completamente delgado. Sus mejillas eran pálidas, pero
tenía los labios tan rojos que le daban muchas ganas de besarlo, y las pestañas mas lindas que
jamás había visto. Sus pequeños rulos color chocolate se escurrían a través de la sudadera de JACK
WILLS que llevaba puesta. Sus manos eran tan suaves, era un ángel. Y lo mejor de todo, era que era
todo suyo. Jamás había experimentado aquella sensación que le provocaba tenerlo tan cerca, su
perfil de dominante se desmoronaba cuando Harry se acercaba a peinar delicadamente su cabello.
Sus tatuajes no servían de nada, ninguno de ellos tenía un significado real, no hasta que conoció a
aquel chico.

Esa noche descubrió que realmente le gustaba Harry, no, no estaba enamorado de el, pero la
atracción y el deseo de protegerlo que sentía por Harry eran demasiado fuertes para su pequeño
pecho. No, no iba a dejarlo ir.

—El jopo te queda muy bien—susurró—¿nunca pensaste en ser modelo de alta costura, Louis?

Lo dejaba sin palabras, ¿cómo mierda podía ser tan putamente tierno? era un pequeño oso de
peluche de ojos verdes y rulos, era un regalo de Dios.

—Yo...—tartamudeó, por primera vez, alguien lo dejaba sin palabras—...nunca lo había pensado...

—¡Deberías!—se apartó de el para acomodarse nuevamente en su asiento— yo estaría encantado


de comprar todas tus revistas.

Detente, por favor. Detente antes de que te bese. Deja de ser tan tierno, estás matándome.

Los pensamientos de Louis no lo dejaban tranquilo, ya no podía oír una sola palabra mas que
saliera de la boca de Harry, y cada vez que lo miraba, se sentía fatal por haberlo tratado tan mal
desde un principio, y por haberle roto el culo cuando debería de haberle hecho el amor desde el
primer día. No, Harry no debía ser su esclavo sexual. Harry debía ser su novio.

Bajó la mirada sonrojado.

—Bueno, quería hablar contigo sobre algo.—dijo el pequeño, sacándolo de sus pensamientos—Tu
sabes, que aún estoy en el colegio. Y no puedo escurrirme de mi casa cada noche durante un mes,
porque mi madre no me dejará, y porque al día siguiente deberé consumir demasiado café y eso
no me hace muy bien. Además me perderé clases, porque me duermo muy fácilmente, y bajaré
mis notas.

—Yo...—mierda, no podía hablar. No tenía palabras, todas se le habían caído al suelo en cuanto
Harry abría la boca.

Jamás se había quedado tan impresionado de alguien, y Harry ni siquiera tuvo que quitarse la ropa.

—¿Qué pasa?

—No quiero que seas mi esclavo sexual... quiero decir, ni mío, ni de nadie. Olvida el contrato, eso
es para las putas, y tu eres el ser humano mas tierno que he conocido, y... por favor acepta ser mi
novio. Me gustas y me haces sentir muy bien, por favor acepta, esto puede funcionar.

Los ojos de Harry brillaron en cuanto esas palabras salieron de la boca de Louis. No podía creerlo,
no podía, era todo lo que alguna vez había soñado, era todo simplemente perfecto.
¿Ser novio de Louis? Eso significaba sentimientos, eso significaba que Louis comenzaría a
preocuparse por el y no solamente por su cuerpo, había logrado gustarle a Louis Tomlinson, y no
descansaría hasta enamorarlo.

Se avalanzó hacia Louis y lo besó. Lo besó, y esta vez no era un poster. Esta vez no era una fan
fiction, esta vez no era un sueño. Esta vez era real.

Los labios de Louis sabían a gloria, la gloria de haber logrado una de las dos cosas que se había
propuesto. El pelirojo no respondió ante el acto de Harry, simplemente se quedó allí, en su asiento,
aún con el cinturón de seguridad puesto, con sus labios sobre los del pequeño, conteniendo la
respiración. No podía creerlo. El jamás besaba a nadie, el jamás era besado por nadie. La última
vez que había besado a alguien había ocurrido hacía años, y si una persona intentaba besarlo, el le
metía un bofetón. Pero esta vez... no tuvo opción. Harry había leído su mente, ambos se
correspondían.

Perdón, perdón por haberte tratado como un hijo de puta. Perdón.

No, Louis. Yo te amo.

Sus sonrisas se escapaban a través de aquel beso, se susurraban lo que siempre habían querido
susurrarse, y por un minuto, eran solo Louis y Harry.

No había nadie mas en el mundo.

CAPITULO 13

Esa noche, antes de que dieran las cinco, Louis llevó a Harry a su casa. Habían acordado no
encontrarse todas las noches, sino todos los fines de semana.

—Me bajo aquí, caminaré.—dijo Harry, mientras se quitaba el cinturón de seguridad y abría la
puerta del lamborghini—adiós.

—No caminarás solo. Me pondré la sudadera y te acompañaré hasta tu casa, ahora soy tu novio y
voy a cuidar de tí.—respiró hondo—¿del 1 al harry styles, que tan cursi sonó eso?

Harry rió y posó su cabeza sobre el hombro de Louis.

—Sonó como un Louis Tomlinson con sombrero de vaquero.

—¿sombrero de vaquero? ¿tan homosexual soy?

Y Harry volvió a reír. Ambos bajaron del vehículo caminando tan juntos como si fueran uno solo.
Harry era un poco mas bajo que Louis, y este lograba rodearlo con su brazo derecho mientras
caminaban. Nunca había nadie en esa zona de la ciudad, y podían ir caminando completamente
tranquilos.

—¿Sabes que haré antes de despedirme de tí?


—¿Qué?—los ojos de Harry adoptaron un brillo de estrella nuevamente.

—Te besaré.

Ambos sonrieron y juntaron sus labios nuevamente. Estaban a unos metros de la casa de Harry,
Louis nunca había estado allí antes, y a Harry le preocupaba que Anne pudiera verlos.

—¿Crees que a tu madre le importaría que estuviéramos juntos?

—Enloquecería. Te odia.

Louis bajó la mirada algo decepcionado, pero Harry estaba en lo correcto. Era demasiado
temprano, no podía simplemente entrar a la casa y decírle a Anne que estaba saliendo con su hijo.

La mujer llamaría a la policía, y además, ¿cómo podía explicarlo? Louis era una estrella de la
música, una personalidad famosa a nivel mundial, ¿porqué saldría con su hijo?

No tenía el mas mínimo sentido.

—Bueno... debo entrar. Si sigo aquí parado me congelaré.—Harry se puso de puntitas para
depositar un beso en la mejilla del pelirrojo.

—Nos vemos el viernes, Harry.—le depositó un suave beso en la frente, y lo rodeó con ambos
brazos, presionándolo contra su pecho. El pequeño podía sentir los latidos de su corazón—Voy a
extrañarte todos estos días.

—¿Podemos... hablar por Skype? Si quieres...—propuso con una sonrisa.

—¿Skype? No... no sé usarlo, bueno, tengo una cuenta pero no la uso con frecuencia. Está bien, te
llamaré con ayuda de Patrick, pero lo haré.

Harry sacó su teléfono y comenzó a teclear mientras Louis lo miraba extrañado, ¿qué estaba
haciendo?

Al cabo de unos segundos, el teléfono del pelirrojo vibró en sus pantalones.

WhatsApp:

Dirty Harry

Mi usuario es l4rryst... no te rías, lo tengo hace tiempo así. Llámame el día que quieras después de
las 16:00 hs, cuando ya he regresado del instituto :) recibido a las 05:07 a.m.

Louis se ruborizó.

—¿Has juntado nuestros nombres?

Harry asintió con la cabeza gacha y una sonrisa de vergüenza en sus labios.

—¿Larry Stylinson, eh? Me gusta eso, sí, definitivamente suena bien. by TheGuysInLove

Tecleó en respuesta al pequeño y al cabo de un minuto, el teléfono de Harry vibró.


WhatsApp

☺ ☺Boo❤❤

Larry Stylinson está oficialmente comenzando xx Te llamaré el resto de la semana.

recibido a las 05:09 a.m.

—¿Me tienes agendado como "Boo"? ¿Qué se supone que significa eso?

—Boo, Boo Bear. Sonará estúpido, pero para mí eres un osito de felpa.—dijo remarcando sus
hoyuelos con una sonrisa. Louis se deshizo en sonrojos.

Se despidieron con un abrazo fuerte y un beso en los labios, y Louis caminó solo hasta su
lamborghini, una vez que Harry estuvo dentro de la casa.

Esa noche al regresar al hotel, no había paparazzis ni fans, todo el mundo estaba dentro de sus
casas, no había nadie ahí afuera. Y por mas irónico que suene, el que se durmió con la sonrisa mas
grande en sus labios esa noche, no fue Harry.

Fue Louis.

CAPITULO 14

— ¡Styles!—la voz del profesor de religión lo sobresaltó— ¡No puede dormir en clase!

Hannah le echó una mirada de preocupación mientras mordía su lapicera.

Bueno, se había dormido en geografía, historia, arte y matemáticas, pero en la última materia del
día, lo pillaron. Harry tenía los brazos cruzados sobre el pupitre y la cabeza gacha. Ni siquiera había
sacado los libros de religión de su mochila, simplemente se había recostado sobre sus brazos y ni
siquiera se había dado cuenta de que el profesor estaba gritándole. Si bien Hannah, sentada a un
pupitre junto a él, le había dado unos cuantos codazos, el joven no lograba despertar. Bueno, no
quería despertar.

— ¡Styles! ¡No lo repetiré!

Entonces Harry reaccionó. Levantó la cabeza lentamente y trató de divisar al profesor con la mirada
perdida, aún medio dormido. El viejo estaba gritándole hacía cinco minutos que despertara, pero
Harry ni siquiera lo había notado.

—Lo siento—se acomodó en su pupitre y abrió su carpeta rápidamente—en serio lo siento.

Todos los ojos de la clase estaban puestos en él, era la segunda vez que se dormía en clase. No
estaba prestando atención a los profesores y había faltado dos veces a la clase de gimnasia,
cuando el jamás lo hacía. Algo le estaba ocurriendo, pero a ellos jamás se les pasaría por la cabeza
que aquello que le estaba pasando, fuera Louis Tomlinson. En cuanto el timbre sonó, Harry caminó
a paso lento rumbo a la cafetería. Había una fila larguísima de personas y no haría tiempo de
comprar su café, de modo que siguió caminando.

— ¡Harry!—una chica castaña de grandes ojos azules y suéter amarillo, le hizo señas para que se
acercara. —Dime que quieres comprar y yo lo compraré por ti.

El pequeño se quedó un poco asombrado. Jamás nadie le había hablado en la escuela, eran
simplemente Hannah y el. Pero esta vez, aquella jovencita no podía dejar de sonreírle.

—Muchas gracias—dijo y le cedió un billete de diez dólares. —Quiero un café con azúcar y una
dona de chocolate.

La chica le sonrió y Harry se sentó en una de las mesas vacías a esperar a que la misteriosa
jovencita le trajera su comida. Encendió su móvil expectante de encontrar un mensaje de Louis,
tenía muchas ganas de verlo esta tarde, incluso si fuera por cámara web.

Pero no fue así.

Se sintió un poco mal, ¿por qué no le había enviado un mensaje?

Eres un idiota, seguramente está dormido, ¿se te pasó por la cabeza que Louis no tiene
obligaciones, y que duerme hasta la hora que quiere? Estás paranoico.

Su inconsciente tenía razón. Él no podía simplemente esperar por un gesto de amor de Louis CADA
MALDITO DÍA. Era una bendición que llevara dos días sin insultarlo, y que además le hubiera
propuesto salir con él.

Harry debía dar todo de sí si buscaba igualar su nivel de amabilidad.

Alzó la mirada y divisó a la joven acercándose con la bandeja de café y donas. Harry le regaló una
sonrisa y le hizo señas para que se sentara frente a él. No había señales de Hannah esa mañana, y
en parte, comenzaba a extrañarla.

—Muchas gracias—repitió—¿quieres algo a cambio? Puedo hacer tu tarea.

La chica rió tan fuerte que por un momento, Harry creyó que se estaba burlando de el. Pero no fue
así.

—¡Claro que no!—sonrió—Es gratis.

—Por cierto, soy Sam—extendió su mano saludándolo—estamos juntos en cálculo y religión.

Harry bajó la mirada completamente sonrojado. Aquella muchacha estaba siendo muy amable con
el, ¿qué mierda estaba pasando. La joven notó la timidez del joven y procedió a presentarse.

No la conocía, por mas que intentó divisarla de alguna de las clases no pudo recordarla.
Simplemente no prestaba atención, mucho menos ahora que tenía la cabeza en las nubes.

—Soy Harry—extendió su mano en respuesta—aunque supongo que ya lo sabes.

La joven soltó una risa nerviosa.


—¡Eres muy divertido!—volvió a reír, ¿qué le pasaba?—¿te importaría si comenzara a parar
contigo por aquí? Tu sabes, ir a fiestas, juntarnos a estudiar, oír música juntos, lo típico...

Harry alzó una ceja, esta chica estaba entregándose.

—Una amiga siempre es bienvenida—se encogió de hombros—¿qué música escuchas?

—¡The Yellows!—se acercó y comenzó a enseñarle fotografías de Louis—¡Los amo, en especial a


Louis!

Harry se sintió celoso, ¿qué mierda le pasaba? Louis no era de ella, era suyo. Y de nadie más.

—¿Conoces la banda, verdad?—lo miró extrañada.

—Por supuesto que sí—Harry rió—más de lo que te imaginas.

Y en cuanto el timbre que anunciaba el fin del receso sonó, Harry se puso de pie. Sam tomó su
bolso dispuesto a seguirlo pero Harry se adelantó.

—¿qué clase tienes?

—Aritmética—dijo acercándose a el.

—Yo tengo Arte—sonrió—nos vemos.

Las horas pasaron rápido y en el trayecto de regreso a casa, le pidió a su madre que conduciera con
mas prisa porque no quería llegar tarde para "ver un nuevo video de The Yellows".

Ay, Harry.

CAPITULO 15

Una vez que terminó su tarea se envolvió entre las mantas de su cama y tomó su laptop
completamente expectante de que Louis lo llamara para que pudieran verse a travéz de Skype. Se
arregló un poco los rulos y puso un poco de música mientras esperaba por la respuesta del mayor.

16:21 p.m.

Tal vez está intentando llamarte pero no sabe usar Skype, relájate.

16:35 p.m.

Bueno, tal vez se quedó dormido, envíale un texto.

Le envía un WhatsApp preguntándole donde se ha metido. No contesta.

17:23 p.m.

Tal vez está ocupado y está grabando música. Envíale otro WhatsApp

Le envía un WhatsApp nuevamente. No contesta.


17:53 p.m.

Bueno... no lo sé. Tal vez lo olvidó. Llámalo.

Marca su número y espera. Finalmente, del otro lado de la línea, la voz de Louis contesta.

—¿Hola?

—Louis, te he estado enviando mensajes toda la tarde, se suponía que hablaríamos por Skype a las
cuatro en punto y no contestas el teléfono.

Puede oirlo respirar molesto.

—Si dejaras de corretear detrás de mi culo todo el puto día tal vez me darían ganas de hablar
contigo, pero ahora tengo las bolas demasiado grandes por tus tonterías. Adiós.

¿Qué?

Bueno.... tal vez no lo olvidó. Tal vez cambió de opinión.

18:00 p.m.

Dos horas esperando por el, dos horas completamente ansioso esperando a que Louis le enviara
una mísera llamada de Skype y lo único bueno que tenía para decir en cuanto atendió el teléfono
fueron insultos.

¿Qué mierda le pasaba? No, esto ya era cansador. Cambiaba de parecer como un maldito bipolar,
el día anterior era pura ternura y ahora lo trataba de inmaduro.

¿Qué lo mantenía tan ocupado? Era un día de semana, no era ni viernes, ni sábado ni domingo.

Bajó la cabeza frustrado por haber creído que Louis realmente cumpliría con su

promesa y se depositó a si mismo una estrella en la frente por haber sido tan estúpido.

Salió de la habitación y le pidió a su madre que pidiera una pizza extra grande. Y así fue, se pasó el
día comiendo pizza y malgastando los minutos que debería haber usado hablando con Louis.

Si lo dejaba plantado por Skype, cualquier cosa podía esperarse de Louis.

Sonrió con los ojos vidriosos y trató de no enviarle mensajes.

Ninguno de los dos enviaba un WhatsApp.

Ninguno de los dos llamaba.

Ninguno de los dos hacía nada para volver a verse.

Aunque era Harry el que moría cada segundo que pasaba por no poder hablarle.

Y así fue como pasaron dos semanas enteras sin verse.


CAPITULO 16

La mañana del viernes 18 de diciembre, Harry no tenía clases. Había incrementado el uso de
píldoras amarillas por recomendación de su médico de cabecera e incluso había intentado salir
mas a menudo junto a Hannah y su nueva amiga, Sam. Los chicos en la escuela se preguntaban qué
mierda tenía Harry que hacía que aquellas dos muchachas guapísimas corretearan detrás suyo
todo el día. La respuesta era muy sencilla: ser increíblemente lindo y además, ser gay. Si bien Sam
no lo sabía, si bien el resto del colegio no lo sabía, era una especie de imán de chicas invisible
pegado a su cuerpo.

No tenía amigos varones, lo molestaban, muchas veces lo esperaban después de clases para
golpearlo y al ocurrir cada día durante los primeros dos años de secundaria, Anne accedió a
llevarlo y traerlo del instituto desde entonces. La forma en la que se preocupaba por el, era
inexplicable y molesta para Harry, pero completamente entendible desde la visión moral: Su hijo
estaba enfermo, y con una sexualidad diferente a la del resto de los muchachos en su escuela, su
frágil cuerpo corría el riesgo de ser golpeado por todo el mundo ahí. No lo entendían.

Odiaban el hecho de que Harry ni siquiera usara las redes sociales que ellos consideraban vitales,
como Facebook. No, Harry no solía tomarse fotos. No le gustaba. No utilizaba Facebook, tenía un
blog y allí podía hablar con extraños que vivían a kilómetros de distancia sobre las cosas que
realmente lo hacían feliz.

Bienvenido al blog de Harry. Aquí encontrarás opiniones, reseñas de libros y la última información
sobre The Yellows :) xx

Le gustaba beber té, café y comer donas. Se quedaba hasta tarde en la noche mirando vídeos en
Youtube, generalmente entrevistas que Louis brindaba, otras veces leía. Otras noches solo
twitteaba. Y a veces podía ver por la ventana como los jóvenes corrían por la acera frente a su
casa, con botellas de vodka en sus manos, cigarrillos colgándo de sus labios y completamente
ebrios, corrían pero nadie los estaba persiguiendo, sobre todo los viernes, cuando Harry solo
pasaba el resto de la noche navegando en Internet.

Pero hacía un tiempo las cosas habían cambiado, había conocido al chico que tanto le obsecionaba
y lejos de la suerte de millones de fanáticos en el mundo, había tenido la oportunidad de pasar
mas de una hora en su habitación. Lo había follado, lo había besado y era su novio, incluso lo
habían fotografíado juntos, pero no había rastros sobre ninguna fotografía en internet. Ni siquiera
en las revistas, mucho menos.

Eran las siete de la tarde en ese momento, cuando el teléfono de Harry comenzó a sonar. Lo
atendió sin prestar demasiada atención y la voz de Louis del otro lado de la línea hizo que su
corazón comenzara a latir con fuerza.

—¿Hola?

—Harry, necesito que vengas a verme. Tengo una sorpresa para tí.

Se mordió el labio. Moría por decírle que sí, moría por decirle que realmente lo había extrañado y
que correría a sus brazos en cuanto el levantara el teléfono, pero necesitaba lucir menos
interesado si quería mantenerlo en línea.
—¿Y como sé que no me dejarás plantado?

La voz del otro lado de la línea respiró hondo.

—No empieces, Harry. Te estoy pidiendo que vengas, no te lo estoy preguntando.

Y ahí estaba de regreso, el aristrocático y autoritario Louis Tomlinson.

—Por supuesto, espérame en la ubicación que te envié por WhatsApp la última vez que viniste por
mí. Te esperaré ahí, y espero que no tardes.

—Ponte algo lindo, Harry Styles.

Corta.

Pudo sentir su sonrisa del otro lado de la línea. Dos tipos de sonrisas distintas, una perversa y la
otra enamorada, eran dos mezclas heterogéneas.

 Anne estaba dándose una ducha cuando Harry terminó de arreglarse, por lo que fue mas
sencillo esquivarla.

—Mamá, saldré.—dijo mientras se ponía la chaqueta—Regresaré tarde.

—Está bien, abrígate.

Eso lo hizo dudar, su madre estaba cediendo y eso era realmente extraño. Tal vez se había dado
cuenta de que Harry ya no era un niño pequeño, o tal vez estaba planeando descubrir a donde iba.

En el peor de los casos, Louis le daría una buena cantidad de dinero para que se callara, aunque
sabía mejor que todo el mundo, que eso no funcionaría ni en un millón de años.

Caminó por la avenida y dobló la esquina donde se quedó parado, había un viento bastante fuerte
y ya estaba oscuro. Las luces de los faroles eran tenúes y frías.

Y en ese momento, el lamborghini negro de Louis se hizo presente frente a Harry.

CAPITULO 17

Las luces de los autos se reflejaban a través del cristal en la ventanilla del

Lamborghini y Harry miraba la ciudad completamente embobado. Todo era de película, eran muy
pocas las veces en que recorría el centro de Londres y esta vez lo estaba haciendo con Louis, ¿a
dónde lo estaba llevando?

— ¿No iremos al Hotel?—preguntó nervioso.

— ¿Tantas ganas de follar tienes?

Eso lo hizo reír, pero reprimió su risa en un suspiro. Louis era un pícaro, era un tipo capaz de
hacerlo reír y enojar, morirse de ternura y morirse de placer. Era un todo en uno, Louis
definitivamente tenía que quedarse a su lado por el resto de la vida, incluso aunque a veces tuviera
deslices y lo tratara como un hijo de puta.

—De acuerdo—dijo con la mirada fija en la carretera—es una sorpresa, ¿entendido?

Asintió con la cabeza, jamás había estado tan ansioso por algo, ni siquiera la vez que iban a verse
por Skype.

La velocidad del Lamborghini aumentaba con cada segundo que pasaba y Harry deseó no haber
comido tantas donas aquella tarde. Desvió la vista del paisaje que veía a través del cristal
polarizado y miró de reojo a Louis.

Su barbilla con unos pequeños pelitos creciéndole por todas partes, sus labios finos apretados en
una expresión de concentración en llegar rápido a donde sea que se dirigían. Sus pestañas eran
largas y sus ojos estaban clavados en la carretera, sus ojos eran del color del cielo, pero no del cielo
de la noche, del cielo del día, de los días hermosos de verano cuando hace demasiado calor para
siquiera poder moverte, porque sus ojos lo inmovilizaban, lo acaloraban, lo tele transportaban a
una piscina en medio del verano, y ni siquiera estaban en aquella estación del año. Sus brazos eran
pequeños y fuertes a la vez, sus tatuajes estaban cubiertos por el esmoquin negro que llevaba
puesto, su piel era blanca y ligeramente bronceada al mismo tiempo. Era como un día de invierno
junto al calefactor. Llevaba el cabello peinado hacia atrás y su tintura estaba más radiante que
nunca. Su perfume no tenía un olor en específico, pero a Harry le pareció que Louis olía a belleza y
dinero.

—Te ves bien—soltó el pelirrojo, sacándolo de sus pensamientos—el negro te queda.

Harry estaba llevando uno de sus dos trajes, tenía uno negro y uno blanco. Le había dicho a su
madre que usaría el negro en ocasiones que fueran lo suficientemente especiales y que usaría el
blanco para viajar. Pero nunca había pensado en tener un traje para Louis Tomlinson, supongo
porque su madre le había dejado en claro que Louis jamás se interesaría en él.

—Gracias—se ruborizó—tu luces hermoso.

Las diferencias entre cada palabra que decían era abismal. Louis utilizaba expresiones como follar,
atractivo, ardiente, putamente tierno, y "si continúas

hablándome así harás que me enamore de tí".

Pero Harry era más de los hacer el amor, hermoso, completamente precioso, adorable y "eres lo
más importante que tengo".

Dos tipos diferentes de personas.

El Lamborghini se introdujo en un callejón y Louis frenó bruscamente, sacó su celular y comenzó a


llamar a alguien.

— ¿Patrick? Soy Louis, estoy aquí. Asegúrate de que no haya cámaras, sabes de lo que hablamos.

¿Qué era todo eso? ¿Patrick vendría con ellos?


En unos dos minutos, el asistente de cabello rubio y expresión nerviosa abrió pasó al callejón y se
acercó a la ventanilla de Louis, que rápidamente abrió la puerta.

—No hay nadie, todos creen que estás en el hotel—se inclinó y saludó a Harry— Incluso hay
rumores de que saldrás a firmar autógrafos, por lo que los paparazis, las fans y todo ese embrollo
está en la puerta del London Hilton. Todo ha salido como lo pediste.

Louis asintió con una sonrisa, y luego se giró a Harry.

—Cenaremos en Alpes. Es mi restaurante favorito en toda la ciudad, aunque también es el más


caro. Pero tú no tienes que preocuparte por eso—sonrió y volvió hacia Patrick—quédate con las
llaves del auto y recógenos en cuanto te llame.

El rubio aceptó y los dos jóvenes salieron del auto. Hacía un frío infernal y Harry sabía que no debía
exponerse al frío durante demasiado tiempo para no resfriarse. Se quedó inmóvil en su asiento, y
cuando se desabrochó el cinturón de seguridad, Louis ya había dado la vuelta al auto para abrirle la
puerta como todo un caballero, y eso lo hizo sentirse en las nubes.

Apenas puso un pie en la fría acera del callejón, el pelirrojo le cedió su mano y la tomó como si se
tratara de un cuento de hadas, la tomó como si no quisiera soltarlo jamás y como si fuera a
perderlo si acaso no la tomaba. Louis era simplemente todo lo que lo hacía feliz, incluso cuando lo
trataba mal, incluso cuando lo trataba como un príncipe. Entraron al restaurante por la parte de
atrás, donde un hombre gordo y de traje elegante saludó a Louis cordialmente y le sonrió a Harry
con picardía.

—Es bueno verte por aquí, Louis. —espetó el hombre dándole un apretón de manos —es un placer
tener a una personalidad como la tuya disfrutando de la calidad de nuestros platos.

—El placer es todo mío, Sr. Orwell—le devolvió el saludo con una sonrisa—siempre es buen
momento para venir a Alpes, mi favorito en toda la ciudad.

Luego de intercambiar unas breves risas y halagos, el Sr. Orwell le indicó a Louis la mesa donde
cenarían. Era un lugar completamente alejado del resto de los otros comensales y la gente común.
Del techo caía una extraordinaria araña de cristal suspendida en el aire, iluminando la amplia mesa
de vidrio donde cenarían y la espectacular habitación que tenían para ellos solos. A su alrededor,
se podían observar unos cuadros de arte de pinturas que Harry no podía reconocer, pero que no lo
sacaban de su asombro. La mesa era larga y de vidrio, las sillas eran dos, y estaban separadas por la
longitud de la misma. Se sentaron enfrentados, pero estaban tan lejos el uno del otro que a Harry
le entristeció un poco no poder tenerlo más cerca, le hubiera gustado poder acariciar su cabello
mientras charlaban.

La alfombra era color bordó y se extendía desde la entrada hasta cubrir todo el suelo de las sillas y
la larga mesa de vidrio. Había un jarrón de plata con frutas en el centro y alrededor de los platos,
había todo tipo de cubiertos, cada uno más pequeño que el anterior. Harry estaba anonadado. Las
copas eran del cristal más fino y exquisito que jamás había creído ver, y había un vino de bodega
francesa carísimo esperando a que lo degustaran sobre la mesa.

Una vez que tomaron asiento, Harry no pudo evitar sentirse claramente inferior a Louis y a su
mundo. Él sabía que ese lugar jamás podría haber sido pagado por su madre o por Hannah, mucho
menos por su padre, que estaba lejos en América. Todo ese mundo que Anne siempre le había
advertido era artificial, ahora era real. Por lo menos para él, por lo menos para ese momento,
cuando al tocar las copas y observar las uvas sobre el jarrón de lata las cosas no se desvanecían,
porque era real y no otro de sus sueños. Pero sobre todo, era real porque la voz de Louis
preguntándole "¿Qué te apetece pedir?" lo tele transportaban a las estrellas.

—Pedí vino porque era lo más adecuado—se encogió de hombros—pero si quieres, puedo pedir
cualquier otra cosa que desees. A veces olvido que estoy tratando con un niño.

—No—dijo serio—Tomaré vino, algún día tenía que hacerlo y lo haré hoy. En unos pocos meses
cumpliré 18 y no, no soy un niño.

Louis sonrió complacido por la forma en la que Harry estaba expresándose, ¿acaso estaba siendo
forzado a madurar para conservar su pellejo?

Leyeron el menú con cautela y finalmente el mozo se acercó amablemente a preguntarles que
habían decidido comer. Louis lucía completamente satisfecho con lo que había seleccionado pero
Harry no tenía ni idea de qué mierda eran todos esos nombres exóticos y extravagantes impresos
en aquellas hojas de papel fino, al que llamaban menú. No era la pizzería donde frecuentaba con
Hannah, no era la cocina de su casa, no iba a comer una hamburguesa. Esta vez no sabía qué hacer,
y simplemente seleccionó un plato al azar para no perder la cordura frente a su novio.

—Yo pediré trufas blancas alba—dijo rascándose la barbilla y mirando a Harry con ojos de
sorpréndeme.

El mozo sonrió amablemente anotando las indicaciones de Louis y finalmente se giró hacia Harry
para que este soltara su pedido.

—Yo pediré Escargots de Bourgogne—dijo con el tono de la voz temblorosa por suselección
completamente desconocida.

Estaba en un restaurante de lujo junto a Louis Tomlinson y ni siquiera conocía el platillo que
acababa de pedir.

En cuanto el mozo anotó todo, se retiró de la sala dejándolos solos, y Louis lo miró con rostro de
burla.

— ¿Sabes acaso lo que comerás?

—Por supuesto—dijo seriamente—no eres el único elegante aquí.

Louis soltó una pequeña risa y se acomodó en su asiento, tratando de acercarse mas a Harry,
aunque inultamente ya que los separaba una longitud abismal de vidrio y refinadas frutas en
cristal.

—Tengo un paladar sofisticado—murmuró mientras se rascaba la barbilla y le clavaba los ojos


encima—no te culpo por estar intimidado.

—No estoy intimidado.

—Está bien—dijo encogiéndose de hombros—solo quiero ver tu rostro cuando ese platillo llegue.
Los minutos pasaban, Louis se puso de pie y le sirvió vino en una copa y luego se sirvió un poco
para él, cuando finalmente el mozo rompió el silencio entrando a la habitación con ambos platos.

—Trufas blancas alba para el Sr. Tomlinson—dijo cediéndole el platillo con delicadeza, a lo que
Louis respondió con un muchas gracias, y luego se acercó a Harry—Escargots de Bourgogne para el
joven y lindo acompañante. Que disfruten de la cena, y gracias por elegir Alpes, con permiso. Y
buen provecho.

En cuanto el mozo se retiró de la sala, Louis soltó una carcajada por la expresión de horror en el
rostro de Harry, el "Escargots de Bourgogne" no era más que una serie de caracoles cocinados en
sus conchas con mantequilla, acompañados con unas pequeñas hojas de orégano, el pequeño
sintió como el estómago se le revolvió y contuvo las ganas de vomitar. No era para nada gracioso
para Harry, pero Louis no podía dejar de reír. Había intentado ser "elegante" para complacerlo y
eso le había costado muy caro, porque los Escargots no se pagarían solos, y sabía que Harry no iba
a probar un bocado.

—No...Tenía idea—dijo apenado, se le formó un nudo en la garganta y tenía muchas ganas de


llorar, se sentía completamente avergonzado por haber sido tan estúpido.

A Louis lo enterneció por completo.

—Harry—se inclinó sobre la mesa para observarlo mejor—no tienes que comer esa basura si no
quieres.

—No, voy a comerla. Has pagado por ella, me siento terrible.

—Harry—repitió—no tienes que fingir ser alguien que no eres cuando estás conmigo, mucho
menos para complacerme, si no es cuando tenemos sexo, claro.

Eso lo hizo sonrojar.

— ¿Cómo voy a pagarte esto? ¿Cómo cuánto te has gastado?

— ¡Harry!—se puso de pie—no pienso quedarme un minuto más aquí. Nos vamos a un lugar que
se amolde más a tí y a mí. Creí que sería chic venir contigo a este restaurante pero no creo que sea
el momento, tanto lujo y caracoles hervidos me dan ganas de suicidarme. Pero, sigo teniendo un
paladar sofisticado, eso sí.

Se acercó a Harry y le cedió la mano para salir caminando de la sala que había rentado. La cena le
había costado como unos 20 mil dólares y no habían tocado lo que habían pedido, pero eso no le
importaba, tenía todo el dinero del mundo y podía tener tantas de esas cenas como quisiera,
cuando quisiera. Le ofreció disculpas al Sr. Orwell y salió por la puerta trasera por la que habían
ingresado. Allí, Louis llamó a Patrick, y dos minutos más tarde, el Lamborghini conducido por su
asistente se hizo presente frente a Louis y Harry.

— ¿Qué ha pasado?—preguntó extrañado— ¿Por qué han salido tan pronto?

—Iremos a algún sitio que se amolde mejor a nosotros.

Patrick salió del auto y le cedió las llaves a Louis, para luego subirse a su camioneta y marcharse.
— ¿A dónde iremos?—cuestionó Harry, temeroso.

— ¿A dónde quieres ir?—respondió con sus ojos clavados en los suyos.

—No lo sé...

—Tengo una idea. —dijo entre sonrisas—andando.

Aceleró el auto y se dirigieron al auto Mc Donalds más cercano que se cruzó por su camino, Louis
estaba dispuesto a comer las hamburguesas más vulgares de la ciudad si eso hacía sentir más
cómodo a Harry.

—Bienvenido a Mc Donalds, su orden por favor.

—Quiero una hamburguesa de queso doble y patatas fritas, con una coca cola fría. Y evita el
exceso de hielo, le quita el sabor y ya hace suficiente frío aquí afuera.

Se volteó a Harry tratando de que la cajera no lo notara para no llamar la atención. — ¿tú que
pedirás?

—Lo mismo que tú. —se encogió de hombros.

Louis volvió a la ventanilla.

— ¿Sabes qué? Dame una docena de esas hamburguesas, me estoy muriendo de hambre. Y
acompaña cada una con patatas fritas y una coca cola fría con poco hielo.

La cajera sintió como si le estuviera tomando el pelo, pero asintió, y al cabo de unos minutos,
salieron del lugar con el auto repleto de envoltorios de Mc Donalds.

Condujo hasta que finalmente encontraron un lugar donde Harry se sintió cómodo:

el bosque detrás de la autopista, con el letrero gigante de una publicidad de cigarrillos tapando el
Lamborghini y con la luz de la luna y las estrellas alumbrándolo todo. Sí, definitivamente se iban a
quedar allí.

CAPITULO 18

Y ahí estaban, en el asiento trasero del Lamborghini, Louis besaba el estómago desnudo de Harry
depositando pequeños besos a lo largo de su torso, con una total delicadeza, como si se tratara de
otro Louis. A Harry le provocaban escalofríos el hecho de que estuviera marcando su piel cada vez
que sus labios hacían contacto con su torso, y sentía como si cada lugar que Louis tocaba hirviera.
El pelirrojo se deshizo de su camisa lo más rápido que pudo y se tiró sobre Harry para besarlo con
mayor intensidad, hacía mucho que no tenían intimidad, pero era la primera vez que sucedía allí,
en su auto. Todo era nuevo para Harry, el jamás había pisado un Lamborghini, y ahora estaba
teniendo sexo con Louis Tomlinson en uno.
Los rulos de Harry se desparramaban entre el cuello de Louis mientras este mordía su piel y le
susurraba cosas bonitas entre gemidos. Finalmente, cuando se acomodó en su asiento, pudo sentir
la erección subiendo por sus pantalones. Louis lo notó, y al bajar la vista, pudo comprobar que el
también disponía de una. Se quitaron todas las prendas, la ropa era un obstáculo, y Louis se insertó
en Harry con la mayor de las delicadezas, haciendo que Harry gimiera de placer, y no de dolor. Así
debía haber sido desde un principio.

Mientras trataba de acelerar su marcha, lo embestía más rápido y con mayor fuerza. Por su parte,
Harry respiraba agitadamente, balbuceaba cosas que Louis no lograba entender, y rascuñaba su
espalda cada vez que Louis se adentraba en su cuerpo. Era todo demasiado perfecto, y Harry
comenzó a pensar que ese tipo de detalles solo sucedían cuando Louis no estaba ebrio o drogado,
por lo que intentaría que dejara los vicios para comenzar a ser la hermosa persona que era cuando
se mantenía sobrio.

Ha...Harry voy a...correrme

Est...oy bien...

Y Louis acabó dentro de Harry, aún con el condón puesto. Y cuando ambos llegaron al orgasmo, lo
arrojó por la ventana, lo que los hizo reír a ambos.

Volteó a Harry y comenzó a besarlo con mayor intensidad, el pequeño pasaba sus manos por toda
la espalda de Louis mientras sentía que todos sus huesos vibraban. Y cuanto menos lo esperó,
Louis le propuso algo que seguramente no olvidaría.

Ha...rry, hazme una paja.

Sus ojos lo miraron con horror pero sus adentros estaban llenos de deseo y ganas de realmente
probar el pene de Louis, por supuesto que lo haría.

Tomó el pene erecto del mayor con una mano y se quedó observándolo por unos segundos, no
sabía qué hacer.

Vamos Harry, justo como en las fan fictions. Tomas el pene de Louis con una mano y lo pones justo
entre tus dientes, pero no dejas que su semen entre en tu cuerpo, una metáfora. Vamos, lo has
leído miles de veces, ahora es real maldito hijo de perra.

La vocecita interior de Harry estaba torturándolo, y finalmente comenzó a deslizar su puño cerrado
llevando el pene desde arriba hacia abajo, cada vez más rápido, sintió como su brazo comenzaba a
acalambrarse, pero no quiso parar, no cuando Louis estaba disfrutándolo tanto, cuando esa sonrisa
de placer estaba dibujaba en sus labios finos, y sus ojos se cerraban con fuerza mientras unas
pequeñas arrugas se formaban alrededor de sus corneas. No, no iba a parar.

Y allí estuvo, casi dos minutos haciéndolo hasta que Louis se corrió, era la segunda vez que se
corría por su culpa. Se sentía volando.

Continúa...
Esta vez y sin dudarlo, metió todo el miembro de Louis dentro de su boca. Se suponía que debía
chuparlo, pero estaba tocando su garganta y comenzaba darle arcadas.

Vamos estúpido, no vas a vomitarle encima.

Quitó sus labios del pene y se separó, para comenzar a depositar pequeños besos en la punta del
miembro, y Louis comenzaba a retorcerse de placer, o al menos eso parecía, cuando lo tomó de los
pelos y le insertó su pene por completo dentro de su boca. Harry jamás había hecho eso, y no tenía
idea, simplemente fingió que estaba comiendo un helado, un helado grande y de la marca Louis
Tomlinson.

Se sintió tan estúpido, pero al menos Louis estaba gozando.

Cuando el pelirrojo le advirtió que iba a correrse por tercera vez, Harry se hizo a un lado, y el
asiento se llenó de semen, lo que los hizo reír todavía más fuerte. Sobre todo porque a esta altura,
los vidrios ya estaban empañados.

Harry estaba exhausto, le dolía el trasero y la comisura de los labios, y se sintió la persona menos
cristiana del mundo, sobre todo a escondidas de su madre.

—Estoy satisfecho—dijo el mayor, recostándose sobre Harry, lo cual lo hizo estremecer.

Ambos desnudos, Harry sentado, Louis desplomado sobre él, formando círculos con su dedo índice
en el pecho del menor, como si se tratara de un sueño o algo.

—Harry—dijo subiendo la mirada hacia el pequeño.

— ¿Qué pasa?

—Tengamos una conversación, quiero decir, hablemos. No sé nada sobre ti.

Harry dio tres brincos en un prado de girasoles mentalmente.

— ¿Hablar? Bueno, te contaré sobre mí si quieres...

Louis lo miró con una sonrisa, y Harry tomó eso como un sí.

—Me llamo Harry Edward Styles Cox. Pero mi segundo nombre no me gusta mucho, tengo 17 años
y cumpliré 18 el primero de febrero. Me gusta comer donas y beber café, mi mejor amiga se llama
Hannah y vamos juntos al último año de secundaria. No tengo muchos amigos, quiero decir, solo
cuento con

ella, he conocido a una chica hace poco pero no creo que entablemos ningún tipo de relación ya
que cree que soy heterosexual y busca acostarse conmigo... Mi padre está en américa por negocios
que mi madre jamás ha mencionado, en la escuela tengo notas altas y soy "tu fan" desde hace dos
años. Y soy feliz desde entonces. —Sonrió—aunque la verdad no creo que haya algo sobre ti que
no sepa.

Olvidaste la parte en que estás enfermo, idiota.


Se le formó un nudo en la garganta, no iba a decirle que estaba enfermo y que posiblemente iba a
morirse, no, no había forma de que arruinara su única posibilidad de pasar tiempo con Louis.

Louis se rascó la barbilla.

—Oh, déjame decirte que no conoces ni la cuarta parte de quien soy. Quiero decir, no puedes creer
que me conoces por lo que respondo en las entrevistas, por lo que los periódicos dicen de mí o los
rumores que circulan en los portales de internet, todo es falso. Para empezar, puedes creer que mi
"color favorito" es el verde, cuando en realidad no tengo color favorito, porque el negro no es un
color, sino un estado de ánimo, y es justo lo que me sucede. Puedes creer que escribo mis
canciones pensando en el amor y en todas esas estupideces, cuando la verdad es que escribo
cuando estoy drogado, y lo que sale es lo que se publica. Mis tatuajes no significan nada, son
alucinaciones que tengo por las noches y necesito ponerlas en mi piel. Jamás he tenido una razón
puntual para tatuarme algo. Los chicos de la banda no son mis mejores amigos, ni mis hermanos,
esas son tonterías que le decimos a la gente que va a los shows, es un guion hecho por Patrick. La
realidad es que nos llevamos bastante bien, pero solo somos colegas de trabajo. Y estoy hasta las
pelotas con la prensa, realmente es algo que odio, incluso le pagué a Patrick para que acordara que
las fotos que nos tomaron juntos no fueran publicadas en ningún sitio. Mi familia jamás se
preocupa por mí, mis hermanas gastan todo el dinero en zapatos y maquillaje, mi padre finge
quererme ahora que soy famoso y la única persona que me apoya es mi madre, porque claramente
no sabe de mi condición sexual. Si contrato asistentes, si fumo hierba o trato de huir lo más que
puedo de la rutina, lo hago. Y tú eres parte de mi escape ahora, espero que no te vuelvas una
rutina. —dijo serio.

—Lo sabes, Harry. —se encogió de hombros, incorporándose en su asiento junto al menor—
Cuando tenga que retomar la gira, deberé marcharme y estoy seguro de que será duro para tí,
porque aunque suene como un gilipollas, es la verdad, y te mentiría al decirte que no podría
olvidarte, porque vamos, tengo millones de dólares, fans, mujeres, todo lo que quiero en el
mundo. Te olvidaré en cuanto suba al avión.

Harry lo miró con horror, sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas, lágrimas llenas de amargura
y decepción.

¿Cómo podía ser tan frío para decirle todo eso sin siquiera sentirte avergonzado? Se apartó
inmediatamente de Louis, con la mirada baja para que no se diera cuenta de que estaba
comenzando a llorar como un niño al que le han quitado un caramelo. Era una estupidez, Louis era
un estúpido, cada puto momento de felicidad era arruinado y no parecía cansarse de hacerlo.

—Oh, vamos Harry, ¿estás llorando? No hablaba en serio—lo tomó del brazo, pero fue
rápidamente rechazado por el pequeño.

—Fue muy en serio para mí, Louis. —Dijo ahogando un sollozo, con las manos aun cubriendo su
cara— ¿Es que te hace sentir mejor contigo mismo, hacerme llorar?

—Y ahí estas otra vez, en tu papel de pequeña princesa de mami, para que yo sea el puto villano
de la película. —se cruzó de brazos, apartándose de él. — ¿Te sientes mejor contigo mismo
haciendo sentir inferiores a los demás? —Cierra la puta boca antes de que me vea obligado a
pegarte un puñetazo.

— ¿Me golpearás? Hazlo, hazlo para que pueda darme cuenta con quién he estado durmiendo,
para que sepa quién eres realmente.

—Eres una princesa de mamá, y además eres dramática.

— ¿Y si lo soy, porqué me has escogido? quiero decir, ¿por qué a mí?

— ¡TE HE DICHO QUE CIERRES LA PUTA BOCA!

Y allí estaban, ambos desnudos, Louis con el ceño fruncido y los brazos cruzados, en el lado
izquierdo del vehículo, junto a la ventanilla y mirando el suelo. Harry apoyaba su cabeza contra el
cristal de la ventanilla derecha, abrazándose las rodillas y sollozando en silencio, completamente
alejado de Louis, con un espacio casi abismal entre cada uno, un espacio en el que acababan de
tener sexo. Y así fue cuando Harry se dio cuenta de que había estado gastando valiosos años de su
vida, amando, idolatrando y pensando en una persona que no conocía, en un completo extraño
que era todo menos lo que él creyó que era. Y así fue cuando se dio cuenta de que se había
enamorado de una persona que no conocía en absoluto.

—Apuesto que si hay algo más grande que tu cuenta bancaria, es tu orgullo.

—Si no cierras la boca, lo grande aquí será el maldito agujero que te dejaré por culo.

—Tienes barcos, jets, autos, dinero, fama, fans, "mujeres", ¿por qué gastas tu precioso tiempo en
mí, Louis Tomlinson?

— ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué te amo? no, no es así como funciona.

—Si no es así como funciona, por favor dime qué clase de juego estás jugando, porque te aseguro
de que no comprendo cómo va esto.

—Te llamo, tú vienes. Es simple.

—Creí que habíamos dejado el contrato atrás.

—Eres mi novio, eres mío. No necesito ningún contrato.

—No soy tuyo.

—Cuando me conociste, dijiste que eras mío.

—No, cuando te conocí, no tenía idea de con quién iba a tratar.

— ¿A qué viene eso?

—Eres algo completamente diferente a lo que yo creí que era. No lo sé, creo que el primero en
decir adiós seré yo.

Louis se acercó y lo tomó de la barbilla, para que lo mirara de frente.


—Soy jodidamente adicto a tí, no te irás a ninguna parte. No mientras pueda evitarlo, y estoy
dispuesto a llegar a las últimas consecuencias.

—No te entiendo Louis, dices que no me quieres, pero no quieres dejarme.

Dices que no te importo y que me olvidarás, pero no quieres alejarte de mí, ¿es que tengo que
estar encadenado a tí, soportar tus insultos y además tener sexo contigo? ¿Es eso lo que soy, un
objeto?

—No quería que fuera así.

—Deja de mentir.

—Lo quería, pero ahora no.

— ¿Entonces me puedo ir?

—Sí.

— ¿En serio?

—No.

—No seré un objeto, creo que hemos tenido esta conversación antes.

—No es fácil, necesito que me entiendas, Harry, maldición. Toda mi vida he tenido este tipo de
vínculos con las personas, ellas son de mi propiedad y yo hago lo que quiero con ellas hasta que
me aburro y las dejo. Era todo demasiado fácil, pero llegaste tú y no quiero que la historia se
repita. No quiero que me veas como un monstruo pero no puedo fingir alguien que no soy, y estoy
intentando cambiar para no joderte más la vida, pero me cuesta horrores. En este momento estoy
sobrio, y siento que estoy perdiendo la cabeza, ¿me entiendes?

—Supongo que no se puede cambiar a la gente. Así es como eres, y así es como lo será siempre.

—No, puedo cambiar. Cambiaría por tí, pero me costará mucho trabajo y espero que lo entiendas.

—Estoy dispuesto a entenderlo.

—Y espero que entiendas si tengo deslices. No cambiaré de la noche a la mañana, y si algún día me
notas demasiado diferente, preocúpate, porque seguramente estoy demasiado drogado.

— ¿Como la vez que me pediste ser tu novio?

—Sí. Estaba drogado hasta la madre, pero no me arrepiento de habértelo pedido.

—Ahora comprendo...

—Harry...

— ¿Qué?—dijo alzando la cabeza hacia Louis.

— ¿Me dejas partirte la boca de un beso?


Y estuvieron besándose y discutiendo hasta que dieron las cinco, y Louis llevó a Harry a su casa,
donde se despidieron con otro beso, y Louis volvió a joderlo.

—Hasta luego, hace mucho frío. —dijo el pequeño, ajustando su chaqueta mientras se despedía de
Louis para entrar a su casa.

—Eres la princesa de mamá—dijo riendo, con un tono de voz diferente a como lo había dicho por
primera vez, esta vez no iba con malas intenciones y Harry lo sabía.

—Puedo ser la princesa de mamá—susurró en el lóbulo del oído del mayor— pero soy la reina del
sexo oral.

Louis soltó una risa nerviosa, pero ese gesto inesperado del pequeño le había helado la sangre,
sobre todo, porque no mentía.

CAPITULO 19

Al día siguiente era sábado, Harry se encontraba en su habitación escuchando música cuando Ane
apareció por la puerta.

—Cariño, hay alguien en el teléfono que quiere hablar contigo. Creo que es de tu escuela, es un
muchacho.

Harry alzó la cabeza extrañado, ¿un chico de su escuela, llamándolo? eso era literalmente
imposible, no tenían su número y en cualquier caso, ¿por qué iba alguien a llamarlo? nunca lo
tenían en cuenta, lo molestaban y solían golpearlo cuando era más pequeño.

Bajó las escaleras con el ceño fruncido, y algo nervioso porque no quería que se tratase de
aquellos abusivos queriendo molestarlo. Eso debía haber quedado en el pasado, no tenía que
seguir ocurriendo, no cuando Harry ya tenía 17 años.

— ¿Hola?—su voz flaqueaba.

—Hola, Dirty Harry.

Y ahí estaba, la voz aguda y dominante, la voz que lo había insultado miles de veces, la voz que le
había propuesto todo tipo de locuras, y la voz que lo volvía loco.

La voz de Louis.

Miró hacia ambos lados, buscando a su madre para asegurarse de que no escuchara la
conversación, y al escuchar a su madre tararear la letra de una canción que no conocía desde la
planta alta, supo que estaba a salvo.

— ¿Cómo tienes el número de mi casa?—dijo asustado, en el tono de voz más bajo que existía.

Louis rio desde el otro lado de la línea.


—Cuando estabas encerrado en el baño de la habitación del hotel, desbloqueé tu iPhone y anoté
tu número de casa.

—Eso es imposible, mi teléfono tiene contraseña.

—Bueno, deberías probar con otra que no sea menos obvia, porque en cuanto escribí "Louis", tu
Iphone se desbloqueó. Tontito.

En cuanto le dijo "tontito", Harry mordió su labio inferior con fuerza, y sus hoyuelos se marcaron
en sus mejillas sonrojadas.

—De acuerdo, pero sigo sin entender para qué me has llamado. Podrías haberme enviado un
WhatsApp.

—En primer lugar, existen muchas otras formas de comunicarse con la gente, incluso podría
haberte enviado una señal de humo, pero eso me hubiera dado problemas ya que estamos en el
Siglo XXI, y el oficial de policía hubiera dicho ¿Sabías que existe WhatsApp? y yo me hubiera
exasperado, ya que ahora todo el mundo depende de esa maldita y capitalista forma de
comunicación. Segundo, no te envié un WhatsApp porque me daba flojera mover los dedos y

escribirte alguna tontería, además no iba a arriesgar mi orgullo a que estés en tus días y me dejes
en visto. Y por último, quise llamarte para que tu madre me tratara amablemente como ¡Oh, eres
del instituto! Claro, enseguida te paso con Harry,

cariño sin saber que se trataba de mí, y porque seguramente te asustaste

muchísimo. En fin, fue una gran idea, ¿no?

Harry no podía dejar de sonreír, ¿quién era ese sujeto que hablaba tanto, tan gracioso y detallista?
No podía creer que se tratara del Louis que anteriormente lo había tratado tan mal

—Louis, sigues sin decirme porqué me llamaste.

—Bueno, bueno. Descubrí algo genial del hotel que yo desconocía hasta hoy a la mañana: tienen
un cine privado. Y es una gran, gran ventaja. Tú sabes, no hay paparazis, no hay que formarse para
comprar el pochoclo y la soda, no hay que lidiar con gente que te reconoce, chicas que se
desmayan y el público que en lugar de ver la película, pasan la mayoría del tiempo tomándote
fotos.

— ¿Y...?

—Y quiero invitarte maldita sea, ¿es que acaso no lo puedes captar, estúpido desconsiderado?
Estoy hablándote hace como diez minutos y no logras darte cuenta, voy a partirte la cara.

Impostor fuera, Louis ha regresado.

—Estaría encantado de ir a tu cine privado, Louis.

—Bien, paso por tí en una hora a nuestro punto de encuentro habitual, ¿de acuerdo? ¿Has
comprendido? ¿Ya puedo dejar de hablar como un idiota?

—Entiendo todo perfectamente, Lou. Puedes venir, estaré esperándote allí.


—...

— ¿Lou?

Podía sentir su respiración del otro lado de la línea, como si suspirara, estaba allí.

—Dilo otra vez.

— ¿Qué?

—Lou.

— ¿Lou?

—Me gusta la forma en la que lo haces sonar.

— ¿Cuando digo Lou?

—Ajá.

—Lou...

— ¿Qué?

—Te amo.

CAPITULO 20

Harry tiritaba de frío sobre el cordón de la vereda en aquella esquina donde se reuniría con el
pelirrojo. Vestía una campera larga y de color verde musgo, unos jeans ajustados, botas y llevaba
guantes para que sus manos no se congelaran. Eran las nueve de la noche cuando el Lamborghini
negro de Louis frenó en sus narices, mientras comenzaban a caer débiles copos de nieve y la luz de
los faroles comenzaban a atenuarse por el frío y la densa niebla. Bajó la ventanilla del vehículo y
Harry pudo ver que llevaba anteojos negros, los cuales bajó para examinarlo como un tigre asecha
a su presa.

—Sube.

El trayecto fue silencioso, Louis tenía una sonrisa pícara en sus labios, no le hablaba, mantenía su
mirada fija en la carretera y seguramente tenía la mente llena de planes sucios para Harry. Esa
noche, el pelirrojo desprendía una fragancia exquisita, como si se tratara de algún perfume francés
caro y con un nombre impronunciable. Pero eso lo volvía loco.

Llevaba un saco negro abotonado y unos jeans ajustados, y la polera negra le daba el toque, lo
hacía lucir como un joven millonario y sofisticado, porque bueno, eso era.

— ¿Cómo has estado?—soltó el pequeño, tratando de romper el silencio entre ambos.


— ¿Qué cómo he estado? Soy Louis Tomlinson, siempre estoy fantástico—se quitó los lentes y lo
miró con ojos hambrientos— ¿Cómo has estado tú?

—Bien—se encogió de hombros—Aunque un poco confundido.

— ¿Confundido?—el auto frenó en un semáforo, por lo que Louis encendió un cigarro y bajó la
ventanilla para que el humo no infestara el vehículo.

—Sí—agachó la mirada—tus cambios de ánimo me confunden.

— ¿Cambios de ánimo? Así es mi puta personalidad, Harry. —dio una calada y expulsó el humo por
la boca.

—De un momento a otro… eres otra persona. Es como si tuvieras, un trastorno de la personalidad,
no lo sé.

Louis lo miró furioso.

— ¿Estás queriendo decir que estoy enfermo?—dio otra calada a su cigarrillo mientras aceleraba.

—No, no, claro que no. —lo miró con ojos temerosos—no te enfades Louis, por favor. No te
enfades.

Louis respiró hondo y arrojó el cigarrillo por la ventana mientras se acercaban al hotel.

No había prensa fuera, lo que sirvió de consuelo para calmar los nervios del pequeño. Al subir las
escalerillas de la entrada, Patrick los estaba esperando con una sonrisa cómplice en su rostro, justo
en la puerta principal. Saludó a Louis y le cedió unas llaves, le dio una breve indicación sobre la
ubicación exacta de la sala de cine en el hotel, y luego le regaló una sonrisa cordial al pequeño y
nervioso Harry. Mientras el elevador subía el pelirrojo se mantenía cruzado de brazos, con el
cuerpo recargado contra una de las cuatro paredes metálicas y sofisticadas, característica propia
del London Hilton. Por su parte, Harry no podía mantenerse quieto, no mientras Louis lo estaba
desvistiendo con aquellos ojos azules y esa postura tan desvergonzada que llevaba siempre.

Una vez que las puertas del ascensor se abrieron, Louis le dijo que se encontraban en el último
piso, y que eso era algo bueno ya que muy pocas personas lo frecuentaban. La breve caminata
hacia el cine fue agotadora para Harry, sus pasos eran lentos y tranquilos a pesar de que sus
pulsaciones aumentaban a medida que se acercaban a la sala, y los pasos de Louis eran
frenéticamente rápidos, apresurados, malditamente coordinados.

Todo en Louis Tomlinson era perfecto, desde su vestuario hasta aquel jopo perfectamente peinado
y del color de la sangre, desde sus piernas delgadas hasta sus brazos, pequeños y fuertes, desde su
perfecto perfil hasta sus manos mágicas. Pero lo que por lejos, era lo que más le gustaba de Louis,
era su sonrisa. Cuando sonreía, se formaban pequeñas arrugas alrededor de sus córneas y eso le
daba ganas de estamparlo contra una de las paredes y besarlo para siempre. Quería guardarlo en
una caja y sacarlo para que le cantara cada vez que se le antojara, quería que fuera suyo para
siempre.

Pero eso era imposible y Harry se sentía torpe a su lado.

Louis giró la llave en la cerradura y la puerta se abrió. Allí estaba, la gran sala
de cine, había como cincuenta butacas vacías, la pantalla led de posiblemente diez millones de
pulgadas, un pequeño carrito con snacks y latas de bebida, pero por sobre todo y lo que más
cautivaba a Harry, era el hecho de pasar unas dos horas con el chico más ardiente del mundo,
viendo una película que no le importaba en absoluto, como si se tratara de un sueño. Había oído
sobre ese tipo de cosas, algunas veces las escuchaba por la radio, cuando anunciaban algún
concurso para ganarse entradas V.I.P. para oír el nuevo álbum de The Yellows y tener un pase
exclusivo a camarines. Pero para

las fans, aquellas eran las únicas oportunidades de estar “a solas” con los miembros de la banda. Y
ni siquiera estaban del todo “a solas”, porque había una fila de otras ganadoras esperando pasar, y
guardias de seguridad, y camarógrafos, y Louis siempre terminaba de mal humor porque no le
gustaba tratar con tantas personas que gritaban y se desmayaban.

Pero esa vez, sí estaba “a solas” con Louis. Y no había tenido que participar de ningún concurso.

—Harry, ¿quieres palomitas?

El pequeño se lo pensó dos veces, era desobedecer a su madre cuando le decía que no estaba bien
ingerir ese tipo de comidas o complacer a Louis aunque sea por una vez. No tenía opción.

—Sí.

—Te gustará, he seleccionado una buena película. Es de mis favoritas.

Pero la expresión de horror en el rostro de Harry en cuanto el título de la película fue proyectado
en la pantalla, era digna de un portarretrato.

 “La noche del caníbal” no era algo que probablemente fuera del agrado del pequeño, ni para
nadie. Para empezar, sería de noche, lo que lo asustaba, y segundo, sería sobre alguien que come
personas, lo que le daba ganas de vomitar. Louis miraba la pantalla hipnotizado, hambriento de
sangre y escenas donde un tipo desmiembra a un grupo de chicas en bikini, porque ese era el tipo
de películas que llamaban su atención, cuando por su parte, Harry se moría de ganas por ver
Titanic, no solo para contemplar lo guapo que se veía Leonardo Di Caprio de joven, sino porque la
idea de un amor que parece imposible y es cuestionado por todos, triunfando, le parecía la cosa
más bella del mundo.

Después de Louis, claro.

Pero sus pensamientos poéticos y el rostro del joven Jack sonriendo y sosteniendo a la
encantadora Rose en el precioso atardecer fueron rápidamente interrumpidos por el pelirrojo, que
tragaba palomitas de maíz y reía a carcajadas cada vez que el sujeto de la película asesinaba a
alguien. Harry no quería mirar el filme, no le interesaba en lo más mínimo, era espantoso, y
además el solo quería contemplar la verdadera obra de arte que se encontraba sentado justo a su
lado, llamada Louis Tomlinson.

Y así fue, se quedó las dos horas reposando su rostro sobre una de sus manos en el sitio donde se
suponía que debía apoyar su soda, observando cada detalle del distraído Louis, que soltaba
carcajadas y devoraba su balde de palomitas de maíz sin piedad.

En cuanto la película terminó, Louis se puso de pie con una sonrisa y aplaudió a la pantalla.
—Es la quinta vez que la veo y sigue siendo igual de asombrosa. Es la mejor película de la historia.

—Por supuesto. —dijo Harry tratando de limpiar los restos de palomitas de maíz que se habían
pegado a su ropa cada vez que Louis saltaba en su butaca de emoción y se las esparcía por toda la
chaqueta como un niño pequeño.

Salieron de la sala caminando, ¿y ahora qué?

—Vamos a mi habitación. —dijo helándole la sangre.

CAPITULO 21

Sus pequeños y dulces labios rojos mezclándose con aquellos labios finos y egoístas, uno sobre el
otro, envestida sobre envestida, y la culpa de estar teniendo sexo con Louis cuando debería de
estar pasando sus últimos años junto a su madre. Harry no podía sentirse tan culpable. Pero lo
amaba, sabía que no volvería a tener la oportunidad de pasar tiempo junto a Louis, y que a su
madre la vería por siempre, y no quería desperdiciar un minuto más.

Louis lo envestía con fuerza, cada vez que lo hacía Harry sentía como sus huesos vibraban, la cama
chocaba fuertemente contra la pared y seguramente los vecinos no estaban muy felices por ello.
Pero no le importaba, sobre todo porque la recompensa era un pícaro Louis susurrándole cosas
bonitas al oído. Harry jadeaba, sentía la el vientre mojado de transpiración de Louis frotarse contra
su espalda mientras sus brazos rodeaban su pequeña y delgada cintura a medida que lo envestía.
Cuando terminó, comenzó a bajar, y a chupar cada parte de la entrepierna del mayor del par, hasta
que todo ese pene estuvo dentro de su boca. Louis gritó, pero ese grito fue rápidamente ahogado
por la mano de Harry que lo callaba.

—Ha-Harry...—gimió. —Voy a... tu sabes...

—Está bien.

Unos segundos después, un líquido espeso, blanco y caliente salió disparado del pene de Louis, y
Harry lo tragó sin cuestionar. Cuando el pequeño se quedó con la cabeza gacha sobre las piernas
de Louis, el pelirrojo pasó la mano por su cabello. Era la primera vez que lo hacía.

Harry tenía el cabello más suave y sedoso que Louis hasta sentía envidia por la belleza propia de
cada fibra en su cabeza. Eran pequeños rizos color chocolate adornando perfectamente su rostro
angelical y sus mejillas pálidamente rosadas, sus ojos eran dos grandes esferas verdes que lo
miraban con inocencia

—Harry...—le susurró, hundiendo su nariz entre los rulos del pequeño para impregnar su fragancia
a flores en su memoria por siempre, porque sí, a Louis siempre le había parecido que Harry olía a
flores.

—Dime—dijo con la voz ronca y tímida.

— ¿Qué te parece si nos damos un baño? Estoy asqueroso.


La sangre se le congeló, ¿enserio estaba pidiéndole eso? Jamás se le había pasado la idea por la
cabeza, sobre todo porque Louis jamás compartía algo tan íntimo como un baño junto a nadie, o
eso es lo que él sabía por el momento. Y ahora, estaba compartiéndolo con él.

Con Harry, el adolescente insignificante que solo buscaba un autógrafo.

— ¿Un... baño... juntos? ¿Tú y yo... en una bañera?

Louis rio.

—Oh, vamos Harry. —levantó la cabeza para ponerse de pie—No te vendría mal un baño... de
burbujas. Conmigo. Y con champagne.

Se quedó con la boca abierta, sus mejillas se habían puesto color rojo y necesitaba que Hannah
estuviera allí para darle una bofetada y decirle reacciona, idiota.

Y allí fue cuando se acordó de Hannah. No la veía hacía un largo tiempo y comenzaba a
preocuparse porque ella no estaba llamándolo, no como si algo malo le hubiera sucedido, sino más
bien porque él la había rechazado sin razones y con un desprecio total por su bonita amistad. En
otras palabras, había sido un perfecto hijo de puta cuando ella solo trataba de ayudarlo. Y todo por
cubrir a Louis.

— ¿Harry?—Louis tenía la mano extendida hacia él— ¿No vienes?

Por poco se cae, tomó la mano de Louis con fuerza y negó rápidamente con la cabeza, pero sus
labios estaban diciendo que sí, de modo que el pelirrojo lo condujo hasta el cuarto privado de
baño en la habitación. Y eso le causó un poco de gracia, ya que ambos estaban desnudos, pero eso
ya no era un problema, sino un beneficio.

Harry solo había estado allí una vez, cuando se encerró disgustado por los malos tratos de Louis
para con su persona, y había decidido que no saldría de allí a menos que le pidiera unas buenas
disculpas. Aún recordaba esa noche, sobre todo porque había sido el momento en que Louis
comenzó a tratarlo mejor poco a poco. Ese baño era más grande que su casa, o eso le pareció en
cuanto entró. Los azulejos eran los azulejos más blancos e impecables que había visto, había una
espectacular tina de baño de plata digna de un cuarto de baño real y sinceramente no podía creer
estar allí junto a Louis. Toda la habitación estaba rodeada de un gran espejo que cubría tres de las
cuatro paredes y había cientos de cajones y productos para el cabello. También había frascos con
todo tipo de pastillas pero Harry no quiso saber para qué las necesitaba Louis.

A veces, simplemente no quieres enterarte que la persona que más amas está en las drogas. Y ahí
es cuando cometes el error.

El pelirrojo abrió el grifo y el agua caliente comenzó a llenar la bañera, se dispuso a revolver sus
cajones y luego regresó con una pequeña botella que tenía una reseña en un idioma que Harry
supuso era de los típicos en la vida de Louis, francés. Giró la pequeña tapa y dejó caer el líquido
rosado sobre el agua en la tina y pequeñas burbujas comenzaron a formarse entre el agua caliente.
Finalmente cerró el grifo y se giró hacia Harry.
—Oh, lo olvidaba—corrió afeminadamente hacia el teléfono junto a su cama y comenzó a gritarle a
Patrick que le trajera una botella del mejor champagne que consiguiera, y que lo quería ahora.
Rápido. Ya.

En menos de cinco minutos, alguien golpeó la puerta.

—Señor Tomlinson—la voz del nervioso asistente rubio resonó del otro lado de la puerta—Aquí
tengo su champagne.

Louis abrió la puerta bruscamente y tomó la botella sin casi dejarlo hablar. Por supuesto, estaba
desnudo y no quería que Patrick lo supiera.

CHAMPAGNE PERNOD-RICARD... Excelente, Patrick.

Harry continuaba allí parado, con el pulso nervioso y los ojos como platos mientras observaba al
ardiente Louis paseándose por toda la habitación, completamente desnudo.

—Patrick ha conseguido uno de mis favoritos—sonrió acercándose a el—Es caro, y francés. Es todo
lo que me gusta.

Harry tragó saliva, él no era caro ni francés. Y su mayor miedo, era que Louis lo abandonara por
algún estúpido modelo de alta costura, caro y francés. Era lo que más temía, sobre todo porque
sabía lo afortunado que era al estar allí con él, y lo insignificante de su existencia cuando había
millones de personas mucho mejores que él, esperando por Louis. El solo hecho de imaginar a su
adorado pelirrojo en brazos de un atractivo modelo francés le ponía los pelos de punta, el jamás
podría competir con alguno de ellos y sabía que Louis era digno de alguien de esa talla, no de la
suya, cuando era solo un patético adolescente enfermo de clase media y perdidamente
enamorado de un sujeto como Louis.

— ¿Por qué no te metes dentro de la bañera mientras yo busco unas copas?—dijo examinando su
pequeño congelador—debe de haber algo por aquí.

Trató de juntar valor e introdujo cuidadosamente uno de sus delicados pies dentro del agua tibia.
La temperatura estaba perfecta y eso le aceleró el pulso, sobre todo porque la bañera era tan
sofisticadamente amplia que ambos cabían dentro. Cuando finalmente estuvo bajo el agua,
extendió sus brazos fuertes a ambos lados y dejó caer su cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados.
Quería sentir por un momento que eso realmente está pasando, quería creérselo, porque a pesar
de que ya había pasado una buena cantidad de tiempo, Harry todavía no podía creerlo. Es como
esas cosas, que tan buenas que crees que se trata de un sueño.

Pero cuando abrió los ojos, Louis estaba parado frente a él, con los brazos cruzados y mirándolo
con los ojos hambrientos de un felino peligroso. Y cuando le dijo lo guapo que era, Harry supo que
no estaba soñando.

El pelirrojo se recargó sobre ambos extremos de la tina de plata e introdujo lentamente su cuerpo
en la tina, pero Harry no podía quitar sus ojos de sus frágiles costillas, fuertemente marcadas en su
abdomen. Supongo que jamás se había podido percatar de las notables imperfecciones en el
cuerpo de Louis, cubiertas por todo tipo de garabatos que estarían impregnados en su piel por
siempre, y que él llamaba tatuajes. Además de sus huesos marcados debido a su extrema
delgadez, Louis tenía ojeras, ojeras que solo puedes conseguir cuando pasas noches enteras sin
dormir y consumiendo sustancias. Pero sus ojos continuaban siendo sus ojos, azules y
encantadores, y a Harry le seguía pareciendo que sus ojos eran como un día de verano, y nada
cambiaría para él.

Porque lo repetiría millones de veces si fuera necesario, Louis Tomlinson era perfecto.

—Ahhh, el agua está preciosa—dijo entrecerrando los ojos, oh, Harry no había notado las lindas
pestañas que Louis tenía en persona— ¿Quieres beber un poco de champagne, Harry?

—Sí.

Su voz no sonaba nerviosa esta vez, sino más bien decidida. Esta vez, Harry ya no quería titubear,
las cosas solo pasaban una vez. Y estaban pasando justo en ese momento, y debía aprovecharlas al
máximo.

Louis sirvió la sofisticada bebida en ambas copas y le cedió una a Harry, que la aceptó un una
expresión decidida y segura. Le dio un sorbo y bueno... no le gustó. No solía beber alcohol, pero ya
tenía que crecer y si beber champagne francés en una bañera con Louis Tomlinson implicaba
crecer, lo haría.

—Louis, te ves muy bien hoy. —dijo entre dientes, mientras jugaba con las burbujas en el agua.

—Oh, tu también—sonrió, enseñando aquellos dientes perfectamente blancos y esa sonrisa que o
hacía estremecer—Incluso, te ves más atractivo hoy que en cualquier otra ocasión.

—Brindemos por eso.

Y ambos extendieron sus brazos para hacer chocar sus copas de cristal, luego dieron un sorbo y
Louis soltó una carcajada.

—Harry, ¿tienes planes para el futuro?

Esa pregunta lo dejó seco como un frijol del día anterior. No, no los tenía, porque ni siquiera sabía
si estaría vivo al día siguiente.

—Bueno... la universidad, supongo—mintió.

— ¿Universidad? Eso suena increíble—dio un sorbo a su copa y se pasó la mano por la barbilla—
¿Qué quieres estudiar?

Y de nuevo no sabía que responder.

—Sociología, y leyes... creo—dio un sorbo largo a la copa, aunque no le gustara en absoluto.

—Harry, eres un chico muy inteligente. Y me agrada que no tengas aficiones como las mías, pero si
vas a la universidad no dejes que te metan en las drogas, y si algún idiota te quiere convencer de
que serás cool si las pruebas, lo mataré.

—Eso es suicidio.

— ¿Qué?—Louis lo miró estupefacto.


—Tú eres mi droga, Louis. —dio un último sorbo a su copa, dejándola vacía. —Y no estoy dispuesto
a abandonarte.

Louis tragó saliva rápidamente y dejó su copa a un lado de la tina. No quería que Harry se
emborrachara.

—Está bien, no tienes que beber más—se acercó a él y acarició su rostro con ternura —Harry, eres
putamente tierno.

—Te amo, Louis.

—No, no me amas. Solo amas lo que crees que soy.

—No, te amo Louis.

—Ya detente.

—No, te amo.

—Y... yo creo que estoy comenzando a quererte.

—Ámame.

—No es tan fácil.

— ¿Y si te llamo Lou?

—Ni aun así.

—Lou.

—No, Harry.

—Lou.

—No funcionará.

—Necesito decirte algo.

— ¿Qué?

—Te amo.

Louis echó su cabeza hacia atrás soltando una risa tierna, Harry estaba matándolo. Y entonces se
alteró.

—Mierda, Harry, lo olvidé. —dijo poniéndose de pie.

— ¿Qué pasa?

—Escucha—se envolvió en una bata y se puso de cuclillas junto a él—Mañana tengo un partido,
debo comenzar con la conferencia de prensa a las nueve de la mañana. Tengo entrevistas el resto
del día, pero el juego es las siete. Necesito que vengas.

— ¿Un partido?
—Es a beneficio, toda mi familia y amigos estarán allí. Incluso Ben y Clair, y creo que Eleanor
también asistirá. El punto es que necesito que vayas, es muy importante que alientes por mí.

— ¿En dónde...?

—En Stamford Bridge, en realidad no es muy lejos de aquí pero estaré ocupado el resto del día y
no voy a poder buscarte, ¿puedes conseguir transporte?

—No veo a Hannah hace mucho, y mi mamá no querrá.

Louis se quedó pensando unos segundos.

—Bueno, puedo hacer que Patrick vaya por tí, ¿eso te parece bien?

—Ajá.

—Harry, estás ebrio...

—Ajá.

Sus grandes ojos verdes ahora eran dos esferas desorbitadas que miraban a Louis con inocencia y
sobre todo, porque era la primera vez que Harry se emborrachaba. Y a Louis no le sentaba nada
bien.

—Déjame llevarte a tu casa, para mañana se te pasará.

Y una vez que el pelirrojo estuvo seco, sucedió lo imposible: cargó en brazos al ebrio e inocente
Harry hasta la cama de la habitación, donde intentó secarlo con unas toallas y luego se encargó de
ponerle él mismo la ropa. Era como un niño pequeño, y el reloj ya marcaba las cinco. Debían irse.

Esa noche, cuando Louis estacionó frente a la casa de Harry, y lo cargó hasta la puerta de su casa,
tocó el timbre y se alejó a toda velocidad. Para cuando Anne abrió la puerta, encontrar a su
pequeño ángel ebrio y sentado en medio de sus plantas no fue nada agradable, pero no dijo nada,
ya que Harry estaba profundamente dormido.

CAPITULO 22

El domingo al mediodía, Anne estaba sirviendo el almuerzo cuando Louis apareció en televisión, y
Harry dejó de prestarle atención a su madre.

—Harry, estábamos hablando de tu medicación.

—Pero Louis está en la televisión, podemos hablar de eso luego.

La mujer respiró hondo y tomó asiento para comenzar a digerir su comida en silencio. Harry
miraba el rostro de su ídolo embobado, la periodista estaba hablando sobre el partido de futbol
que Louis tendría en Stamford Bridge, el campo de juego del famoso club de futbol, Chelsea.
Aparentemente estaban transmitiendo en vivo desde allí, porque había cientos de fanáticos
acampando para poder ver a Louis y a los chicos de la banda. Entonces, la periodista se acercó a un
grupo de jovencitas que se encontraban fuera del predio.

Periodista: ¿Cuánto tiempo llevan aquí?

Fangirl 1: 21 horas, y contando.

Fangirl 2 *interrumpiendo a los gritos a la Fangirl 1*: ¡THE YELLOWS ES MI VIDA! LOUIS MARRY
ME!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Fangirl 3 *con el ceño fruncido*: Ellas nunca entenderán que Louis no les prestará atención,
porque es gay.

Periodista: Wow, pero Louis tiene novia, ¿no se molestaría si te escuchara decir eso?

Fangirl 2: Ella no es una verdadera fan.

Fangirl 1: Louis y Eleanor se ven perfectos juntos.

Fangirl 3: Te he dicho miles de veces que esa relación es un contrato publicitario, Penny.

*Se agarran de los pelos, la periodista se aleja de ellas*

Periodista *acercándose a un nuevo grupo de fangirls*: ¿Están emocionadas por ver jugar a Louis?

Todas gritan al unísono: ¡SI!

Periodista: ¿Podrían cantar una canción de The Yellows? Tal vez Louis esté viéndolas ahora mismo.

*Una de las fangirls comienza a llorar porque cree que Louis realmente está viendo el programa*

Todas cantan al unísono: OOOOOOOOOOOOH YOU'RE MY FAVOURITE

SUMMER GAME, OOOOOOOOOOOH YOU'RE MY FAVOURITE SUMMER BAE, OOOOOOOOOH


DON'T YOU EVER WALK AWAY OOOOOOOOOOH

Periodista: ¡Son encantadoras! Seguramente Louis estaría encantado de pedirles matrimonio a


todas ustedes.

*Fangirl que lloraba se desmaya*

Todas gritan al unísono: WE LOVE YOU LOUIS

Periodista: Bueno, regresamos a los estudios, creo que ya hemos provocado demasiados disturbios
aquí afuera, porque la fiebre por The Yellows y la cantidad de admiradoras que anhelan casarse
con Louis Tomlinson crece cada segundo.

Harry apaga la televisión furioso. La fan base de The Yellows era posiblemente lo que Louis más
odiaba en el mundo, un séquito de niñas inmaduras que no conocían al mayor en absoluto y que
aun así creían tener una posibilidad con él.

Pero por sobre todas las cosas, Louis era suyo. No de ellas.
—Harry...—Anne lo sacó de sus pensamientos— ¿Cómo te encuentras? Anoche llegaste a casa,
ebrio.

—Salí de fiesta.

Anne alzó una ceja, atónita por aquella fugaz y atrevida respuesta.

— ¿Así de simple? ¿Sales, te emborrachas y ya?

—Ajá. —dijo masticando la carne.

—Olías a champagne—se acercó para que la mirara fijo—Y lo sé porque reconocería el aroma a
champagne caro donde sea.

—Sí, era champagne.

— ¡Harry! ¿¡Quién demonios te está dando de beber eso!? ¿¡Acaso tiene conocimiento de tu
enfermedad!?

Harry negó con la cabeza.

—He visto un gran auto negro irse a toda velocidad en cuanto apareciste ebrio en la puerta de la
casa, y sé que no era Hannah.

—Unos amigos.

— ¿Unos amigos?

Entonces el teléfono de Harry comenzó a sonar, bajó la mirada y la fotografía

de Louis indicaba que estaba llamándolo.

— ¿Quién es? Déjame contestar.

— ¡No! ¡Mamá, tengo 17 años! ¡Casi 18! ¡Déjame en paz!

—Harry, sabes mejor que yo que no puedes hacer estas cosas.

— ¡SI VOY A MORIRME, POR LO MENOS DEJAME VIVIR UN POCO LA VIDA!

—No te vas a morir, Harry... El medico nos ha dado unos nuevos medicamentos y...

— ¡Cállate! Sabes perfectamente que voy a morir, y aun así no lo quieres ver, ¡y quieres que pase el
resto de mis días aquí encerrado como un idiota, mientras me ves morir!

Para ese momento, Anne ya había comenzado a llorar, pero Harry simplemente se puso de pie y
salió de la casa a contestar.

Hola, Dirty Harry.

— ¿Louis?

—Patrick irá por ti a las siete, te estaré esperando.

—Pero acabo de discutir con mi madre, no sé si va a dejarme ir.


—Si no veo tu maldito trasero en las putas gradas cuando esté jugando, voy a estar muy
decepcionado.

—Pero...

—Adiós, Dirty Harry. Te veo a las siete.

Corta.

¿Qué iba a hacer? Anne estaba ahí adentro llorando y furiosa, tenía que lograr persuadirla para
que lo dejara escabullirse en paz. Y ella no aceptaría una simple escusa, mucho menos si le dice
que irá a ver a Louis. Entró a dentro, con su mente maquinando todo tipo de ideas para consolar a
su pobre madre y que esta lo dejara salir. El enamorado Harry tenía una única prioridad en aquel
momento, complacer a Louis.

—Mamá—se adentró a la casa con la mirada triste y una expresión de arrepentimiento—Lo siento.

Anne volteó hacia él y sonrió.

—Lamento si no te doy el espacio que desearías, lamento si no te dejo fumar o salir de fiesta como
la mayoría de los muchachos—hizo una pausa para beber agua, su llanto le impedía hablar y le
dificultaba la respiración—Pero es que no quiero perderte, porque eres mi único hijo, y desde que
Des viajó a Estados Unidos, me siento tan sola... y sé que tú tienes tu vida, pero me cuesta mucho
dejarte ir, Harry.

—Mamá—se acercó y la abrazó con fuerza—Yo nunca me voy a ir.

—Tú sabes de lo que hablo. Lo has dicho.

—Olvida lo que dije. Tú siempre serás mi madre, y papá regresará antes de año nuevo, lo verás.

— ¿Puedo prepararte galletas? Últimamente te vas y ya no tengo a quien preparárselas. No estoy


lista para que llegue el día en que no pueda prepáratelas ya nunca, y quiero aprovechar todos mis
momentos junto a ti.

Y allí Harry se dio cuenta, de que él había estado tan preocupado en amar a Louis y complacerlo,
que había estado descuidando a la única persona que siempre había estado junto a él, su madre.
Porque el amor que Anne sentía por su hijo, superaba cualquier sentimiento de Harry por Louis. Lo
superaba y con creces, y eso lo hizo sentir fatal.

CAPITULO 23

Luego de una serie de palabras bonitas y disculpas, Harry logró que Anne lo dejara salir esa tarde,
sin decirle a donde iba. Buscó unos pantalones ajustados color blanco, un tapado negro que
llegaba hasta el suelo, una bufanda y un beanie que tenía la peculiar forma de un oso de peluche, y
que por cierto, era bastante encantador. En cuanto salió de la casa, caminó hasta la esquina
habitual y masticó un chicle sin disimulo. Afuera hacía un frío infernal, sus dientes tiritaban y
chocaban haciendo un pequeño ruido cada vez que una ráfaga de viento azotaba el lugar,
congelándolo todo con aquellos copos de nieve que a Harry tanto le gustaban. Cuando era
pequeño, solía ir al parque con su padre, cuando todo estaba cubierto de nieve blanca y
abundante, tanto que se volvía difícil caminar. Había una leve pendiente formando una colina en el
parque, y al pequeño Harry de siete años le gustaba deslizarse con el trineo que su padre había
fabricado para él. Una sonrisa de tristeza se formó en su rostro y negó con la cabeza mientras
sentía como el corazón se le estrujaba. Si hubiera sabido que su padre iba a marcharse unos
cuantos años más tarde, hubiera disfrutado hasta el último segundo a su lado.

En ese momento, una camioneta frenó frente a él, y Harry supo que se trataba de Patrick.

— ¿Harry?—el rubio bajó la ventanilla, tenía gafas oscuras y estaba abrigado hasta la madre, y
también llevaba bufanda—Sube, te congelarás.

Y subió al auto dando pequeños brincos y tarareando una canción de The Yellows por lo bajo. Se
sentía en las nubes, todas esa gente estaba haciendo fila para siquiera ver el juego de lejos, y el
estaría en las gradas preferenciales junto a la familia de Louis y los demás integrantes de la banda.
Diría que se trataba de una de las ventajas de ser un adolescente enfermo, pero luego recordó que
ninguna de esas personas tenían conocimiento de su padecer. Y eso lo hizo sentirse un estafador.

—Escucha, pequeño Harry. Louis me ha dejado una buena lista de indicaciones sobre cómo debo
tratarte, creo que te causará mucha gracia si te las digo. —soltó con una ligera sonrisa en sus
labios, era muy atractivo.

—Sabes que quiero oírlas—sonrió divertido incorporándose en su asiento.

—Bueno—dijo entre risas—Primero, no puedo preguntarte nada sobre la relación entre ustedes
dos. Segundo, debo decirle a todo el mundo que eres un vecino mío fan de la banda, y tercero, no
puedo mirarte a los ojos por más de un minuto, porque según Louis, podría enamorarme de ti.

Harry no pudo evitar sonrojarse. Él no era de la clase de personas que generalmente les gustaba
saber lo que la gente pensaba o decía sobre ellos, pero era demasiado tentador tener la opinión de
Louis, y por alguna razón, oír la forma en la que el pelirrojo se refería a el a sus espaldas, solo lo
hacía amarlo más.

— ¿En serio te dijo todo eso?

Patrick asintió con una sonrisa y encendió la radio, donde estaban transmitiendo la previa al
partido benéfico de Louis.

—Tú sabes, el solo cuida lo que considera suyo.

Una corriente eléctrica recorrió todo el cuerpo de Harry haciéndolo estremecer. Louis lo
consideraba suyo, Louis se preocupaba por él, le importaba. Y no pudo evitar recordar aquel
primer encuentro entre ambos, cuando estaban en aquel ascensor y le dijo aquellas palabras que
lo marcaron tan fuerte.

Está conmigo

Está conmigo

Está conmigo
Al cabo de unos largos minutos, la camioneta se introdujo dentro del estacionamiento V.I.P. del
predio, junto a una serie de autos de alta gama que seguramente pertenecían a los familiares y
amigos de Louis. Harry no pudo evitar sentirse un poco fuera de lugar, cuando notó que solo uno
de esos autos valía más que toda su casa.

—Ven, Louis ya está calentando en el césped. —Patrick le cedió una mano amablemente para que
ambos caminaran rumbo a las escalerillas de salida—Faltan cinco minutos para las siete y si no te
ve en las gradas, no quisiera estar en tu lugar.

El simple hecho de tener a Louis partiéndole el culo lo puso nervioso, pero luego rio divertido.
Caminaron a paso apresurado mientras el rubio recibía cumplidos por su cabello y saludaba a
hombres viejos con trajes caros, que Harry posiblemente jamás había visto en toda su vida. Al cabo
de unos dos minutos, fueron conducidos por un hombre mayor a las gradas donde se encontraban
los otros miembros de The Yellows, y el círculo cercano del pelirrojo.

—Harry, ellos son Ben y Clair. —Dijo Patrick, a lo que los muchachos sonrieron con amabilidad
extendiendo una mano para saludar a Harry—Pero supongo que tú ya los conoces.

—Ustedes son increíbles—fue todo lo que pudo decir, porque la voz del presentador se adueñó de
todo el estadio. Patrick le indicó donde debía sentarse, dejándolo solo junto a Ben y Clair, ya que
debía quedarse cerca del césped, por si Louis quería beber agua.

Buenas noches, damos comienzo a la transmisión en vivo del partido de fútbol realizado a
beneficio de la fundación Little Sunshine en estos momentos. Contamos con una cantidad total de
80.000 espectadores presentes y oyentes de todas partes del mundo siguiéndonos a través de la
radio, satelital y virtual. Al finalizar el encuentro se desmantelará la cantidad de dinero recaudado,
recuerden que pueden seguir realizando sus donaciones hasta las 21:00 hs, y que todos nuestros
teléfonos están habilitados. Para finalizar, pido a todos los presentes un aplauso a nuestro jugador
estrella y personalidad de lujo que nos acompaña el día de hoy, estrenando la nueva camiseta del
Chelsea, Louis Tomlinson. Soy Ryan Maslow y les deseo una una buena noche y que disfruten del
partido.

Entonces todo el mundo comenzó a aplaudir a Louis sin cesar, algunas chicas gritaban cosas como
te amo, cásate conmigo y algunos tipos se molestaban por la presencia del cantante. Venían a ver
un partido de fútbol y no estaban disfrutando de los gritos fangirls que provocaba la presencia de
Louis, pero no había nada que hacer. Al fin y al cabo, todos habían comprado su ticket con
honestidad y merecían estar allí.

Mientras Louis sonreía con las mejillas sonrojadas debido a la gran ovación que estaba recibiendo,
Harry no podía quitarle los ojos de encima. Cada vez que lo miraba, su mirada tenía un brillo
especial, como si estuviera viendo a la cosa más hermosa del mundo o algo por el estilo. Es que se
veía tan perfecto con aquel vestuario de futbolista, con el cabello despeinado y las luces de los
focos haciéndolo resaltar entre el resto del equipo, tenía la tintura del cabello retocada y lo supo
porque brillaba más que otros días. Cuando sonreía, las pequeñas arrugas se formaban al contorno
de sus ojos, y esa vez, Harry supo que Louis realmente estaba siendo feliz. No porque estuviera
jugando un partido, no porque toda su familia estuviera allí, no porque estaba siendo ovacionado.
Louis realmente estaba feliz y lo demostraba sonriendo no solo con sus labios, sino también con
sus ojos. El azul de sus ojos brillaba con una fuerza que Harry jamás había visto antes, y sintió la
necesidad de correr al campo de juego y besarlo, pero supo que no podía hacer eso, que era una
locura, y simplemente se mantuvo allí sentado, observándolo.

El árbitro tocó el silbato y comenzó el partido. Louis aún no tenía la pelota, pero a Harry no le
importaba, el solo observaba como su cabello se movía con el viento y su respiración se agitaba al
correr. Era malditamente sexy.

Estaba concentrado en las piernas de Louis correr cuando alguien tomó asiento a su lado, no
quería quitar sus ojos de su novio, pero la chica estaba hablándole, y no tuvo más remedio que
prestarle atención.

—Tú debes ser Harry, el vecino de Patrick ¿no?—la chica de cabello rubio y mejillas regordetas le
sonreía con una mirada demasiado amistosa, lo estaba desnudando con la mirada, y al notarlo,
Harry retrocedió unos centímetros inconscientemente.

—Sí. El la conocía, había oído hablar sobre ella en cientos de portales y foros de conversación
entre la fan base de la banda, y nunca hablaban sobre cosas bonitas. Lottie, era una de las
hermanas de Louis y era la que Charlotte Tomlinson, siempre insistía en remarcar la
heterosexualidad de su hermano y gastaba cientos

El pelirrojo agradeció a los aplausos con la cabeza gacha y las mejillas coloradas, se pasó la mano
por el cabello y buscó a Harry con la mirada. Al encontrarlo, fue como si el verde y el azul se
hubieran mezclado, porque la sonrisa en ambos podía crear cosas maravillosas. Y cuando Louis le
susurró love you con labios silenciosos y sonrientes, Harry bajó la mirada sonrojado, él era tan
especial para él... 

de dólares en maquillaje. No la culpaba, porque no la conocía, pero jamás se había imaginado


estar frente a ella, y que además la joven lo estuviera devorando con la mirada.

—Soy Lottie Tomlinson, la hermana favorita de Louis. —su sonrisa estaba tan marcada en su rostro
que eso alejó a Harry aún más.

—Lo sé.

—Louis dijo que eras adorable, y lo eres—sonrió—Me gusta tu beanie.

Harry no sabía que decir, sabía que era su turno de darle un cumplido, pero no le gustaba nada de
ella, y dijo lo primero que se le vino a la mente.

—Me gusta tu hermano.

Ella soltó una carcajada realmente fuerte y le acarició una mejilla.

—Sí, la banda de mi hermano es genial.

Creo que no has entendido...

En cuanto desviaron la vista al campo de juego, el equipo contrario a Louis había anotado el primer
gol del encuentro, y la expresión de felicidad en el rostro del mayor había pasado a ser de disgusto.
—Van perdiendo, y no me extraña—dio un sorbo a su jugo—Mi hermano nunca ha sido un buen
jugador, lo hace por el dinero.

Harry volteó a verla.

—Se supone que es un partido benéfico, lo hacen gratis.

—Oh, no Louis. El jamás hace nada gratis, le han pagado para estar aquí. Si traes una celebridad de
su talla, muchas personas verán el partido y muchas personas donarán dinero para la fundación.
Todo el mundo gana.

Harry no contestó. No quería creer nuevamente una triste realidad sobre la persona que más
amaba en el mundo, y cada día eran más verdades saliendo a la luz. Y cada una de ellas era más
triste, o eso le parecía a él. Simplemente mantuvo sus ojos clavados en Louis durante treinta
minutos, sin decir nada, hasta que Patrick se acercó a él para asegurarse de que todo estaba en
orden.

—Harry, ¿necesitas algo?

— ¿Venden donas aquí?

Patrick lanzó una risa, pero por la expresión de seriedad en el rostro de Harry, supo que hablaba en
serio.

—Vale, iré a ver que puedo encontrar. En seguida regreso.

El partido se estaba volviendo aburrido, la expresión en el rostro de Louis solo reflejaba lo


incómodo que se sentía, había cientos de personas viéndolo fracasar y con ganas de verlo caer. Los
fotógrafos le tomaban fotografías desde todos los ángulos, y no es que no estuviera acostumbrado,
pero cuando el equipo contrario marcó el segundo gol, el pelirrojo ya quería largarse de aquel
estadio. Estaba siendo humillado frente a todo el mundo.

—Ya casi termina el primer tiempo, Louis no anotará un gol, de eso estoy segura— Lottie ni
siquiera estaba prestando atención a lo que sucedía en el campo de juego, simplemente estaba
allí, tragándose lo que restaba de su jugo de frambuesa y mirándose las uñas perfectamente
esmaltadas.

—Es tu hermano, ¿podrías apoyarlo un poco?—la voz de Harry comenzaba a sonar molesta,
enfadada. No le gustaba como aquella muchacha millonaria se sentaba allí simplemente a criticar a
su hermano, viéndolo pasar un mal momento y ni siquiera darle una sonrisa de apoyo, cuando
todo el mundo sabía que era gracias a él que ella disfrutaba de todos sus lujos y comodidades.

Ella no tuvo tiempo a contestar cuando el árbitro tocó el silbato marcando el final del primer
encuentro, y los jugadores se retiraron agotados del césped de juego. Louis estaba transpirado y
agobiado, en cuanto comenzó a caminar a paso rápido fuera de la línea de cancha, un total de diez
reporteros y fotógrafos comenzaron a acosarlo. El solamente quería salir a beber agua, y no podía
hacerlo.

Louis, Louis, ¿Cómo te sientes respecto al partido?


Harry vio a Louis lanzarle una mirada de infierno al reportero y caminar esquivándolos sin decir
una sola palabra, le estaban tomando el pelo y el pelirrojo lo sabía. Creían que por el simple hecho
de que fuera una celebridad podían burlarse de él, pero no, estaban muy equivocados. Ni la cuarta
parte de las personas presentes conocía tan bien a Louis como Harry había llegado a conocerlo en
casi un mes. Patrick apareció con una caja de donas de chocolate y glaseado de fresa, y se las cedió
al pequeño con amabilidad.

—Aquí tienes, ¿se te ofrece algo más?

—No, muchas gracias Patrick.

El asistente de cabello rubio le sonrió con simpatía y tomó asiento a su lado, ignorando a la pobre
Charlotte Tomlinson por completo.

—Escucha, Harry...

— ¿Qué pasa?

—Sabes que esto es completamente publicitario y que hay prensa, por lo tanto te recomendaría
que no miraras cuando...

Y los gritos de euforia e histeria de Lottie interrumpieron la conversación, y allí estaba, la chica que
Harry posiblemente más odiaba en todo el mundo, besando los labios de Louis con pasión y
destellos, Eleanor Calder.

CAPITULO 24

Se le revolvió el estómago, sus ojos se llenaron de lágrimas que amenazaban con salir disparadas,
tenía un nudo en la garganta que le dificultaba el habla y lo hacía balbucear, y además tenía un
dolor inmenso en el pecho. Louis estaba besándola, él sabía que la relación no era real, pero al
diablo con eso, lo estaba haciendo de todas formas. Le dolía tanto ver a la persona que más amaba
en el mundo en brazos de aquella caza fortunas, le desagradaba en todas las formas posibles
aquella muchacha, ¿cómo alguien en el mundo podía aceptar un empleo, por mucho dinero que te
ofrecieran, para ocultar la homosexualidad de una persona? Louis estaba totalmente en contra de
aquello, se lo había hecho saber, pero de todas formas, tenían un contrato y sabía que en el frío
mundo de la industria, no existían cantantes con características homosexuales. No, no le gustaba
para nada. Estaba viéndolo con los ojos como platos, no quería llorar allí, no frente a Patrick, no
frente a Ben y Clair que observaban la escena con asco, no frente a la familia de Louis que
posiblemente no entendía nada, no frente a todas esas personas. No quería llorar, pero por un
segundo, imaginó la horrible posibilidad de que Louis se enamorara de Eleanor y que lo dejara, y
eso le partió el corazón aún más, por lo que desterró la idea rápidamente, ya que le dolía
demasiado. Había leído de muchas personas que odiaban la relación entre Louis y aquella
estúpida, Elounor, pero jamás había creído que alguien pudiera odiarla con tantas fuerzas.
Porque no importaba qué ni quién, nadie odiaba Elounor más que Harry Styles.

Ella tenía una sudadera que decía TOMLINSON en el reverso, y tenía el mismo número que la
camiseta de Louis, como toda una flamante novia perfecta. Vaya farsa. Si el mundo no fuera tan
juzgador y frío, sería él quien estuviera besando aquellos labios y luciendo la camiseta de su novio
frente a todas aquellas personas. Lo peor de todo, es que había fangirls gritando que amaban a
Eleanor, y eso le daba ganas de vomitar. Louis acariciaba el cabello castaño de la muchacha y
pasando la mano por su hombro, se adentraron juntos a los vestidores como toda una pareja
perfecta y enamorada, Harry se sentía malditamente mal.

—No importa lo que pase, no le des importancia. —Patrick intentaba hacerlo sentir mejor, pero
eso era imposible. Harry estaba deshecho—Tú sabes mejor que yo que él no la ama, Louis te
quiere a ti y esa relación no es real. No tienes que sentirte mal.

Harry bajó la mirada.

—Eso intento, pero me duele mucho verlo con ella.

El rubio lo tomó de la mano.

—Escucha, tú preocúpate por terminar tu caja de donas y alentar a Louis. Ella no existe.

—Sí existe, y está besándolo.

—No, ella no existe. Ni para ti ni para Louis. Ni siquiera para mí, ella simplemente aparece una vez
cada tres meses, se toman fotos y se larga. Ella no es una novia real, está contratada.

En ese momento, Lottie regresó con un nuevo vaso de jugo en la mano, sacudiendo su cabello
rubio platinado y con los ojos clavados en Harry.

— ¿Qué sucede aquí? ¿Han visto lo adorables que se ven MI HERMANO y El?

¿Por qué siempre trataba de que todo el mundo supiera que era hermana de Louis? Harry
comenzaba a odiarla.

—Se ven adorables. —replicó Patrick, acariciando el beanie de Harry con tristeza.

Harry no hizo comentarios, tenía ganas de levantarse e insultarla, decirle que estaba ciega si creía
que esa pareja estaba compuesta por amor y no por un contrato de dinero, estaba ciega si creía
que su hermano se basaba en dinero y solo en dinero, estaba ciega porque solamente podía ver la
cara superficial de su propio hermano, y no la faceta tierna y humana que escondía bajo aquella
sonrisa falsa y tatuajes en su piel.

—Harry, ¿te importaría si nos tomamos una selfie? Me gusta tu beanie, y además eres muy lindo.

Patrick reprimió una risa.

—Yo…—no sabía que decir para quitársela de encima.

—Oh, vamos Charlotte. No querrás salir con Harry, ¿no? Fuera de aquí.
Aquella voz aguda sacó a Harry de sus pensamientos y sus ojos verdes se clavaron en él. Sí, allí
estaba Louis, y sintió unas ganas irrefrenables de besarlo y abrazarlo fuertemente hasta que le
pidiera que lo soltara porque estaba dificultándole la respiración. No quería dejarlo ir, quería que
fuera suyo para siempre.

— ¡Louis!—Lottie sonrió complacida—Solo estaba platicando con el jovencito, calmado.

—Harry no te prestaría atención ni en un millón de años, ¿verdad pequeño?

Tomó asiento junto a él, quitando a Patrick de su lugar y quedándose entre medio de Lottie y
Harry. La forma en la que Louis tenía la capacidad de fingir era increíble, estaba tratándolo como si
fuera un niño fan de la banda y no como si fuera su novio, la persona con la que tenía sexo cada fin
de semana. Y lo amaba por haberlo librado de aquella insoportable Charlotte Tomlinson.

—Ni en un millón de años—se encogió de hombros—Louis, lo has hecho increíble.

—Oh, no mientas. —se cruzó de brazos con la mirada clavada en Harry— Apesto como jugador de
fútbol.

—Eso es lo que estaba diciendo—agregó Lottie.

—No, tú estás dando lo mejor de ti por una buena causa. No importa quién gana el partido, se
trata de donar.

Louis le sonrió y se acercó al lóbulo de su oreja para susurrarle lo mucho que le agradecía que
estuviera allí, y lo que lo volvió loco, le dijo que estaba comenzando a sentir algo muy fuerte por él.

Ay Louis, estás volviéndome loco.

Louis bebió agua y aceptó una dona que Harry le ofreció con gusto, cuando al cabo de unos cinco
minutos, debió entrar nuevamente al campo de juego, y cuando nadie estaba viéndolos, se dieron
un pequeño beso de despedida, y el pequeño le deseó la mejor de las suertes, a lo que Louis
agradeció con una sonrisa y un rose tierno de narices.

Era extraño, había más de ochenta mil personas allí en ese momento, pero en cuanto se
despidieron, era como si solo fueran ellos dos en el mundo.

Claro, hasta que Lottie volvió a alardear.

—Harry, ¿te gustaría salir algún día?—pestañeaba rápidamente mientras

hablaba, hasta que por un momento él sintió como si sus pestañas postizas se fueran a desprender
—Tú sabes que Louis y mi familia somos oriundos de Noruega y no tenemos nuestra casa aquí,
pero hemos viajado para presenciar el partido y posiblemente nos quedemos unos días por aquí,
tú sabes

—Lo siento, pero no estoy interesado. Solo vine a ver a Louis, no a salir contigo. Lo siento.

La expresión en el rostro de Lottie pasó de emocionada y expectante a enfadada del tipo a mí


nadie me rechaza, cariño.
Frunció el ceño molesta y se alejó, tomando asiento junto al resto de sus hermanas y sus padres.
Harry no se sintió culpable, ella estaba siendo insoportable y el solo tenía ojos para Louis. Cáptalo.

Louis aún no tocaba el balón y los reporteros comenzaban a decir que no era lo suficientemente
bueno para estar llevando la camiseta número 10 del Chelsea, que solo lo hacía porque era Louis
Tomlinson y que todo estaba arreglado, porque un sujeto con aquel escaso talento futbolístico
jamás hubiera pisado aquel césped. Tal vez tenían razón, pero eso no les daba el derecho a tratarlo
así, a veces la gente olvida que las celebridades también son personas con sentimientos e
inseguridades.

En cuanto un jugador del equipo contrario marcó el tercer gol del encuentro, Louis no podía estar
más disgustado y molesto. Su expresión jamás había sido tan seria, estaba asqueado, quería
largarse de allí.

Todo el mundo allí parecía decepcionado de Louis, todo el mundo menos Harry. Y en cuanto el
partido finalizó, la peor parte aún estaba por llegar. Patrick estaba junto a los técnicos con una
botella de Gatorade y una toalla para recibir al exhausto Louis, cuando este vomitó.

Todo el mundo dijo uuuggghhh, que asco.

Incluso las fans.

Incluso Ben y Clair.

Incluso Lottie.

Incluso los reporteros y fotógrafos.

Incluso los jugadores.

Incluso su madre.

Incluso Patrick.

Todos, menos Harry.

Louis tenía los ojos llenos de lágrimas, se sentía mal y había pasado la mayor de las vergüenzas,
posiblemente no volvería a intentarlo jamás. Corrió sin mirar atrás rumbo a los vestidores mientras
era fotografiado por todo el mundo allí y Harry sintió un dolor inmenso en el pecho. Le dolía ver a
Louis así, su fantástico y fabuloso Louis siendo humillado por todos esos idiotas. Y allí descubrió
que no le dolía el pecho, sino el corazón.

Porque Harry amaba a Louis con todo su corazón.

En cuanto todo el mundo estuvo fuera del estadio y las gradas comenzaron a vaciarse, informaron
la suma de dinero recaudada: 600.000 libras.

Pero, ¿a quién le importaba lo recaudado para la fundación? Habían visto caer a Louis Tomlinson,
eso era lo único importante para la prensa.
En cuanto Harry se acomodó la bufanda, bajó las escalerillas rumbo al estacionamiento privado
acompañado por Patrick, y Louis apareció con una expresión de cansancio en su rostro y la voz
flaqueando debido a que había estado llorando en su vestidor.

—Habrá una After Party llena de idiotas, no iré. Patrick, gracias por acompañarme, te debo una. Y
Harry, tú sube al auto. Te llevaré a casa.

Ambos asintieron, nadie quería darle más disgustos al pobre Louis, pero Harry tenía la necesidad
de abrazarlo y preguntarle si se sentía mejor, aunque la respuesta fuera no. Él solo quería hacerlo
sentir mejor, de cualquier forma.

—Harry, gracias. —soltó con la vista clavada en la carretera.

Estaba comenzando a llover, Louis llevaba una sudadera gris y el cabello despeinado. Pero no olía
muy bien.

— ¿Porqué?

—Por estar a mi lado, por ser la única persona a mi lado cuando todos esos imbéciles estaban
disfrutando de mi humillación.

—Lo importante fue que lo intentaste, el dinero que ayudaste a recaudar hará feliz a muchos
niños esta noche.

—Lo sé, pero…

—Lou—el auto se detuvo en el semáforo y Harry pasó su mano por el cabello de Louis—Eres
genial, muchos quisieran ser tú por solo cinco minutos, no puedes llorar por esa bola de
envidiosos, y yo te amo.

Entonces lo besó.

—Harry… eres muy importante para mí.

Esa noche Louis lo dejó a media cuadra de su casa y le prometió que lo vería el próximo fin de
semana, a lo que Harry respondió con una sonrisa y un love

you.

Pero la mejor parte del día, fue cuando Louis le respondió love you more.

CAPITULO 25
Ese lunes Harry no fue a la escuela. Tenía cita con el médico y afuera nevaba con fuerza, por lo que
el auto de Anne tuvo dificultades para llegar, pero era de extrema importancia asistir ya que le
recetarían la nueva medicación a Harry. La >>nueva

medicación<< significaba un dineral invertido por Des en América, para que así su

hijo pudiera asegurarse unos cuantos años más en esta tierra. Sí, debería ingerirlas con mayor
frecuencia y en mayores cantidades, pero no era el momento de quejarse. Cuando tienes una
enfermedad terminal, tomas cualquier soga que te lancen con tal de no hundirte.

Y en ese momento, los medicamentos eran la soga.

—He oído hablar mucho sobre los nuevos antibióticos—susurró Anne mientras conducía por las
calles congeladas—Tu padre ha llamado esta mañana, mientras dormías.

Harry se sobresaltó, no habían tenido noticias del hombre desde hacía tres meses.

— ¿Papá?

—Sí, está tramitando el pase de todos esos medicamentos a Londres. Al parecer son efectivos en
pacientes norteamericanos y probarán suerte aquí, son buenos, por lo que me ha dicho. Seguirás
consumiendo tus pastillas amarillas, pero te añadirán estas. No es momento de exquisiteces, Harry.
No tenemos muchas opciones.

— ¿Él está bien? ¿Cuándo volverá?—el pequeño no parecía interesado en oír a su madre hablar
sobre medicamentos, no mientras su padre había dado señales de vida.

—Sí, él está en un departamento en una de las calles del centro. Regresará para las vísperas de
navidad, o tal vez para año nuevo, no está seguro.

—Desearía que pudiera estar aquí para navidad.

—Sabes que él lo desea tanto como tú cariño, pero él está en América por tus medicamentos.

Harry suspiró. Debía entenderlo, su padre no se había marchado porque sí. Estaba en un país
extraño a kilómetros de Londres solamente para conseguir los mejores antibióticos, para su puta
enfermedad. A veces se sentía como una carga en la familia.

—Mamá...—soltó.

—Dime—replicó.

—A veces pienso que la vida de ustedes sería mejor si yo estuviera muerto.

— ¡Harry!—el auto se detuvo con brusquedad en el semáforo— ¿¡Qué cosas dices!? —Si yo no
estuviera aquí, tú podrías estudiar el profesorado del que siempre me has hablado, papá no
hubiera gastado tanto dinero en viajes y medicamentos, nadie sufriría.

—Harry—lo tomó de la mano con delicadeza—Jamás vuelvas a repetir eso. Mi vida no sería ni la
mitad de feliz de lo que es contigo aquí. No sería mejor, tal vez más fácil, pero nunca mejor. Nunca.
Eres mi único hijo, y te amo más que a nada en el mundo. No quiero que digas eso.
Harry resopló.

En ese momento, el auto se introdujo en el estacionamiento de la clínica.

—Se llama Delfónaco, acaban de llegar las primera cuarenta cápsulas desde Estados Unidos, y este
es Phalcid, las tabletas milagrosas de las que tanto hablan en América. —Le cedió los
medicamentos a Anne, y luego miró a Harry—Estas serán tus mejores amigas desde ahora,
pequeño.

Se le formó un nudo en la garganta. De nuevo pastillas, y ni siquiera eran amarillas. Eran blancas,
eran aburridas, eran horribles y seguramente no sabían bien.

¿Por qué tenía que estar enfermo? Quiero decir, habiendo tanta gente en el mundo, ¿por qué él?
Vivir en las salas del médico, con una madre que quiere convencerte de que tu vida es hermosa
cuando no lo es, cuando sabes que vas a morirte y cuando la única persona que realmente puede
ayudarte se está hundiendo en las drogas, cuando tu padre está lejos y tu madre llora cada noche
porque sabes que eres una carga.

Ahí es cuando te sientes terrible.

Supongo que ya no soy un hijo... soy un obstáculo en la felicidad de mis padres.

Se sentía mal por ocultárselo a Louis, sobre todo porque llegaría el día, un día repentino, sin previo
aviso, cuando el finalmente dejaría la tierra. Y dejaría de ser una persona más. Anne le había dicho
desde pequeño que iba a morirse, lo tenía bien claro. No tenían muchas esperanzas y tomaban
cualquier medicamento nuevo para alargar su vida por la mayor cantidad de años a su alcance.
Simplemente no querían que Harry se muriera, pero tampoco les gustaba lidiar con él diariamente.
Anne hacía esfuerzos inhumanos por animarlo, le preparaba galletas, había dejado su trabajo
como profesora de Geografía para dedicarse exclusivamente de su hijo enfermo, y lo pasaba a
buscar del colegio a diario.

No se despegaba de él jamás, era como si cada segundo con Harry valiera oro.

Entonces, todo se nubló. No, no iba a desmayarse, eran las lágrimas. Tenía miles de lágrimas
contenidas en los ojos que ya comenzaban a nublarle la vista, y cuando su madre se quedó a solas
con el médico y regresó llorando, Harry simplemente rompió en llanto. No quería oír lo que su
madre tenía para contarle, no quería morirse. Posiblemente unos años atrás no le hubiera
importado, pero ahora tenía a Louis, y se había transformado en su razón para continuar vivo.

Louis era la verdadera soga de Harry.

—Harry, no llores.

Los intentos de su madre por que se calmara fueron nulos. Él simplemente salió corriendo de la
clínica en dirección al estacionamiento y una vez dentro del auto, se quedó en el asiento trasero
abrazando sus rodillas, con la cabeza hundida dejando que sus lágrimas cayeran sobre su ropa. Ya
nada le importaba. Sabía que no todo estaba perdido, no era un niño africano muerto de hambre y
sin familia, era Harry, contaba con su madre, tenía una casa bonita, su padre llegaría pronto y
Hannah lo amaba. Y además tenía a Louis.
Pero iba a morirse, y toda esa felicidad se escurriría por la alcantarilla, como cuando llueve. Y sabía
que era estúpido llorar, porque no cambiaría nada, pero en ese momento era lo único que
necesitaba. Llorar.

El trayecto a casa fue silencioso, Anne contenía la respiración cada vez que le entraban ganas de
llorar y miraba a su hijo desde el espejo retrovisor del auto. Estaba deshecho, tirado y llorando
hasta caer dormido. Supongo que a veces dormir está bien, porque te olvidas de todo por un
tiempo. Pero no para siempre, porque en cuanto llegaron a casa, Anne tuvo que despertarlo para
que bajara del auto.

Se secó las lágrimas con el ceño fruncido y subió las escaleras hecho una furia. Ni siquiera él mismo
podía comprender lo que le sucedía.

Estaba enojado, estaba triste, deprimido, furioso, alegre, enamorado, enfermo. Era una mezcla
homogénea que lo estaba volviendo loco y estaba dentro de él hacía un largo tiempo.

Se tiró en la cama y finalmente comenzó a llorar con fuerza. Esta vez sí que lloraba con fuerza,
incluso trabó la puerta para que su madre no pudiera escucharlo, pero supuso que ella también
estaría ocupada llorando escaleras abajo.

Estoy cansado. Sus sollozos y súplicas a Dios por que frenara todo el dolor que estaba sintiendo
eran más fuertes que cualquier otra ocasión en la que hubiera llorado. Harry jamás había llorado
tan fuerte, y jamás había sentido tanto dolor. Estuvo allí encerrado hasta que dieron las diez de la
noche.

Entonces su teléfono sonó.

Llamada entrante de ☺ ☺Boo❤❤

Fue como si Louis hubiera percibido que Harry estaba mal, y tomó el teléfono con las manos
temblorosas y con la voz flaqueando.

—Hola...

—Hola, Dirty Harr—hizo una pausa—Espera, ¿te encuentras bien?

Trató de parar su llanto y respirar hondo, pero seguía algo agitado por los sollozos.

—No...

Entonces Louis supo que algo andaba mal.

—Harry, dime que pasa. —su voz se tornó dulce, suave.

Y no pudo aguantar más. La voz de Louis fue todo lo que necesitaba para comenzar a llorar de
nuevo, se sentía como un maldito bebé llorón, pero le daba igual.

—Está bien si no quieres contarme, Harry. Solo llora, no está bien tragarse las penas.

Y Harry siguió llorando, cada vez con más fuerza.

—Eres un gran chico, y yo te quiero muchísimo, Harry. Como no te imaginas.


Lloró más fuerte.

—Oh, Oh... Be my babe...—Louis estaba cantándole al teléfono, eso definitivamente no se lo


esperaba, y su voz sonaba de lo más tierna—Oh, Oh... Be my babe... And I'll

look after you...

Harry paró de llorar, no conocía esa canción.

— ¿Cuál canción es esa?

Louis suspiró.

—No es una canción todavía... la he tenido en la cabeza toda la semana, y supongo que es para ti.

Su corazón comenzó a latir con fuerza. Louis estaba en proceso de escribir una canción, él era la
primera persona en escucharla y lo mejor: la canción estaba escrita para él.

— ¿En serio es... para mí?

—Sí. Supongo que siento la necesidad de cuidar de ti, como si fueras un niño pequeño y el mundo
quisiera hacerte daño. Tal vez la termine de escribir y si mi disquera la aprueba, estará en el
próximo álbum.

— ¡No puede ser! ¡Louis estás hablando en serio! ¡Te amo!

Louis rio.

—Ya, Harry, ¿por qué no pruebas dormir, y yo te canto un poco? Tal vez se me ocurra alguna frase
para terminar la canción.

—Está bien.

Y cerró sus ojos, poco a poco, se fue sumergiendo en un profundo sueño donde solo eran Louis y
Harry. Nadie más.

Oh, Oh... Be my babe... Oh, Oh... Be my babe... And I'll look after you...

It's always have and never hold... You've begun to feel like home...

Whats mine is yours to leave or take... What's mine is yours to make your own...

Oh, Oh... Be my babe... Oh, Oh... Be my babe... And I'll look after you...

Y cuando Louis percibió que Harry ya estaba dormido, le susurró lo mucho que significaba para él y
le deseó buenas noches.

De nuevo, Louis era la soga que salvaba a Harry de hundirse.

CAPITULO 26
El jueves Harry volvió a hablar con Hannah luego de tanto tiempo distanciados. Ambos pupitres
continuaban juntos, y cuando Harry se quedó sin tinta en el examen de biología, ella intervino.

— ¿Harry?

El intentó no mirarla, la dignidad iba primero.

— ¿Necesitas una birome?—insistió la rubia.

—Sí. —soltó rápidamente, mirándola por el rabillo del ojo.

Ella le cedió una lapicera con amabilidad, a lo que él la tomó con desconfianza. Sabía que cuanto
más se relacionara con ella, más ganas tendría de contarle sobre Louis.

En cuanto sonó la campana, Harry se dispuso a ir a la cafetería, pero Hannah lo alcanzó antes de
que se alejara.

—Llevamos como una semana sin hablar, ¿qué te está pasando? —No es nada.

—Harry—insistió—Creo que ya estás grande para seguir evitando los problemas.

— ¿Qué problemas?—quería fingir que todo estaba bien, pero no iba a lograrlo. No con Hannah,
que lo conocía tan bien.

—Quiero decir, actúas diferente, no hablas, hasta diría que estás en las drogas—rio—Y eso me
preocuparía ya que ni siquiera yo estoy en las drogas.

—Bueno, no lo sé. Supongo que estaba enfadado contigo.

— ¿Conmigo?

—Ajá.

— ¿Y por qué?

—No lo sé, ya no lo recuerdo.

— ¿Entonces? ¿Puedo tener de vuelta a mi mejor amigo?

Y Harry rompió aquel incómodo secreto abrazándola con fuerza, y Hannah sintió ganas de llorar.

No es fácil estar enamorada de un gay. No, no eliges de quién te enamoras, y se odiaba a si misma
por haberse enamorado de su mejor amigo cuando él le había hecho saber desde un primer
momento cuál era su orientación sexual.

Tenía nueve años, y Harry ocho. Estaban en tercer grado de la escuela primaria jugando bajo uno
de los toboganes más grandes y Hannah estaba alentando a Harry para que tomara el valor de
escurrirse por la parte más alta, ya que este le temía a las alturas.

—Vamos, Harry. No te sucederá nada, yo estaré aquí abajo para atraparte.

—No lo sé—el pequeño de ocho años y mejillas regordetas dudaba en la parte más alta del
tobogán, no sabía si tirarse o no, pero su mejor amiga estaba esperándolo con los brazos abiertos
al final de este, y al final se tiró.
Al hacerlo, se lastimó las rodillas contra el pavimento.

— ¡Me duele!—Harry lloriqueaba en el piso mientras la niña trataba de calmarlo.

—Tranquilo, no es nada.

— ¡Pero me duele mucho!

Y entonces Hannah lo besó. Sus pequeños labios se rosaron dulcemente contra los del pequeño
niño de rulos color chocolate y mejillas pálidamente rosadas, chocando sus pequeñas narices de la
forma más tierna. Pero enseguida, Harry la empujó.

—No, Hannah. —Gruñó—A mí me gustan los niños.

Intentaron olvidar aquella situación por años. A Harry no le había costado mucho trabajo, pero la
pobre y enamorada Hannah jamás lo había podido superar. Ahora tenían 17 y 18 años, ya no eran
unos niños jugando juegos de niños. Ahora estaban al borde de la adultez y Harry ya tenía bien
claro lo que quería en la vida, Louis Tomlinson. Pero ella... Ella estaba perdida.

Perdida en los ojos de Harry cada vez que este le hablaba, cada vez que la abrazaba aunque ella
sabía bien que él no la quería de la forma en que hubiera deseado. Pérdida en sus mejillas pálidas
y sus labios rosados, de la forma más perfectamente gruesos y besables que jamás había visto
antes. Sus noviazgos siempre terminaban mal.

No eres tú, soy yo... No eres él.

Y así fue como se pasó la mayor parte de su adolescencia intentando encontrar a alguien que
verdaderamente pudiera llenarla. No podía encontrar a nadie que llenara aquel vacío que Harry
había dejado al haberla rechazado de esa forma tan cruel. Si, eran solo niños pequeños, pero ella
lo había acarreado como una mochila pesada y como sabía que las cosas no iban a cambiar con
respecto a su mejor amigo, ella buscaba todas las formas posibles de sacárselo de la cabeza. Seis
años enamorada de Harry, era imposible no caer bajo sus encantos, pero la vida no era color de
rosa, sobre todo cuando la única persona en la que has estado pensando cada maldita noche es tu
mejor amigo, y es gay.

—He tenido muchas cosas en la cabeza últimamente, ¿quieres ir al centro comercial a tomar un
helado?—Harry quería arreglar las cosas.

—Fresa y melocotón—ella sonrió.

—Me conoces bien.

Esa misma tarde se dirigieron en la camioneta (de la madre) de Hannah rumbo al centro comercial
de Londres. Quedaba a unos veinte minutos de donde vivían y usualmente solían pasar la mayor
parte de su tiempo libre allí, pero se habían distanciado y había pasado un largo tiempo desde que
habían estado allí juntos por última vez.

Luego de comprar sus conos de helado de fresa y melocotón, ambos tomaron asiento en la fuente
que estaba en el corazón del centro comercial.

—Me recetaron dos nuevos antibióticos.


— ¿En serio? Bueno... eso es mejor, supongo.

—Otra vez vomitaré.

—Te he dicho miles de veces que no tienes que hacerlo. —Hannah parecía enfadada—Los
antibióticos son por tu bien, creí que habíamos hablado sobre eso hace unos años y creí que ya
habías madurado.

—Es que...—resopló con la mirada triste—No lo sé, no son nada agradables. Si tan solo probaras
uno, seguramente tú también vomitarías.

—Harry, esas malditas pastillas cuestan mucho dinero, dinero que tu padre está consiguiendo en
un país extranjero rompiéndose el culo trabajando, por favor no vuelvas a vomitar una sola pastilla.

—No lo sé.

—"No lo sé", por favor Harry. Si quieres mejorar, no hagas esto, ¿qué pensaría tu madre?

— ¿Mi madre? Ella cree que me gustan sus galletas.

—Anne es una madre maravillosa y te ha cuidado desde que eras pequeño, no tienes que hacerle
esto. No hay derecho.

—De todas formas, ingerirlas o no, no cambiará nada.

— ¿Hace cuánto que haces esto?

— ¿Hacer qué?

—Vomitar tu medicación.

—No... En realidad no hace mucho... Desde el lunes.

— ¿El lunes te dieron los nuevos antibióticos?

—Sí.

—Ahora entiendo.

Se quedaron en silencio por unos minutos.

—Escucha Harry—tomó sus manos—Si quieres comenzar a vivir la vida, deja de preocuparte por el
diagnóstico del médico. Es decir, no dejes que te consuma.

—Estoy intentándolo—bufó—Pero me siento un idiota sabiendo que nunca seré tratado como un
chico normal.

— ¿A qué te refieres?

—La mayoría de los chicos de nuestra edad va al médico para que les revisen las piernas porque se
han lastimado jugando fútbol, o porque sus padres quieren asegurarse de que el médico les
explique cómo introducirse al mundo del sexo...Pero yo, simplemente me quedo esperando a que
mi madre salga con los ojos vidriosos y con un nuevo diagnóstico que solo empeora en cada visita,
es como si todo el mundo estuviera en mi contra.
—Harry—repitió—Aún en las últimas circunstancias, aun cuando estés muy enfermo y no puedas
acompañarme cuando quiera salir de fiesta, aun cuando no fumes ni te guste la cerveza, aun
cuando estés obsesionado con Louis Tomlinson y me hables durante horas sobre lo perfecto que
es, aun cuando estés muriendo... Tú siempre serás mi mejor amigo, y yo siempre, siempre estaré
aquí para ti.

— ¿Qué harás cuando me muera?

—Supongo que te haré un altar en mi habitación, llena de fotografías tuyas— rio—Y le pondré
brillos rosa por todos lados.

—Eso suena bien—ambos rieron.

—Harry, se acerca el baile de invierno.

—Oh, sí. Oí hablar sobre eso en los pasillos, ¿tienes con quien ir?

—La verdad... no, ¿tú?

—No—rio— ¿Vamos juntos?

El corazón de Hannah dio una voltereta. Ay, Harry, no puedes simplemente decirle eso. La matas.

—Claro, pero tu novio...

—Oh—Harry rio—Él no viene a esta escuela, no le importará.

Hannah lo abrazó.

—Te amo muchísimo, Harry. Siempre serás mi mejor amigo.

—Te debo muchas, Hannah, yo también te amo y siempre serás mi única mejor amiga.

— ¿A pesar de todo?

—A pesar de todo.

CAPITULO 27

Era viernes de manos y rodillas, o así lo llamó Louis en cuanto Harry entró a la habitación de hotel.
No solo llevaba un perfume nuevo que no olía como su viejo perfume francés, sino que además
estaba recostado sobre uno de los sofás blancos, con una bata de seda del mismo color que el vino
que estaba bebiendo en su copa de cristal, haciendo juego con el tinte en su cabello sedoso y
brillante, y en la lujuria que desprendía de sus ojos azules. El pequeño estaba temblando allí
parado, Louis quería devorárselo. No lo veía desde el domingo y durante el transcurso de todos
esos días, el pelirrojo parecía haber adquirido un nuevo y más insaciable apetito sexual. O como él
prefería llamarlo, tengo ganas de follarte hasta la tripa, Harry.

—Primero que nada, he comprado algunas cosas.

Al chico de los rulos se le revolvió el estómago.

Louis caminó hasta su cama perfectamente tendida y tomó una bolsa de papel madera para
entregársela a Harry con una sonrisa perversa en sus labios finos y peligrosos.

— ¿Qué se supone que hay aquí adentro?—quiso saber.

—Ábrelo—respondió con un aire de dominador en su voz aguda.

Lo primero que sacó fueron unas esposas, y le entraron ganas de reír. No entendía en qué maldito
momento a Louis se le había dado por jugar a ser Christian Grey.

De repente, encontró un pedazo de seda negra lo suficientemente larga como para cubrirle los ojos
a alguien, que fue lo primero que se le vino a la mente. Estaba comenzando a conocer las ideas del
impredecible Louis.

Impredecible. Se mordió el labio.

Esa era la palabra que lo definía, y había estado toda la semana en busca de una definición
concreta de Louis Tomlinson, y al fin la había encontrado.

Impredecible.

Luego sacó unas rodilleras, y comenzó a sentirse mareado. Y para cuando encontró una especie de
traje de vaquero, no supo si reír o llorar.

—Cuando te dije que te verías tierno con un sombrero de vaquero, no lo decía en serio. —se
encogió de hombros tratando de sincerarse ante el dominante Louis—No es necesario que te
vistas de vaquero…

Louis soltó una risa, pero Harry no supo si se reía con sarcasmo o qué.

—No es para mí… es para ti.

Su mandíbula literalmente se cayó al piso. El mayor le jaló el cabello haciéndolo poner de rodillas
frente a él, y le puso el simpático sombrero de vaquero sobre sus pequeños rizos color chocolate.

—Louis… esto no funcionará…—musitó medio asustado y medio excitado.

En respuesta, el ojiazúl le impuso ambas esposas dejándolo inmovilizado y a medio caerse en el


suelo, sin estabilidad.

—Louis por favor…

Y le tapó los ojos con la venda de seda. Ahora todo estaba oscuro para Harry.
Reprimió un gemido y sintió pena porque seguramente se veía ridículo. Esposado, con los ojos
vendados, un sombrero de vaquero y desnudo, de cuatro patas en el piso.

Louis no hablaba, lo único que hacía era revolver en sus cajones y acariciar el cabello de Harry todo
el tiempo, y para cuando el pequeño quiso protestar, lo embistió con la mayor de las brutalidades.

Harry gritó, pero Louis reprimió ese grito amordazándolo con otro pedazo de seda, haciendo que
Harry lo mordiera, así no emitiría ningún sonido.

Comenzó a embestirlo de la forma que le gustaba. Primero con fuerza, luego lo hacía con calma y
luego en círculos. De repente le depositaba pequeños besos en la espalda y de un momento a otro
estaba jalándole el cabello sin piedad. Aunque Harry estaba teniendo múltiples orgasmos, Louis no
estaba satisfecho. Quería sacarle todo el jugo, exprimirlo hasta dejarlo seco.

La transpiración en el abdomen de Louis chocaba contra el sudor en la espalda de Harry y


comenzaba a resultarle asqueroso, pero le daba igual. En cualquier otra situación, estar cerca de
una persona transpirada le hubiera dado ganas de vomitar, pero no con Harry, Harry era
simplemente perfecto y le encantaba estar compartiendo fluidos con él. Por muy asqueroso que
fuera.

Para cuando Harry se dio cuenta, Louis ya había acabado dentro de su boca y ambos estaban
desnudos, en el balcón de la habitación bajo un manto de estrellas preciosas que iluminaban
Londres. El calor que ambos traían encima les permitió permanecer allí afuera incluso cuando
hacía frío.

Harry se quitó la venda de los ojos y sintió dolor en su trasero, se recostó boca arriba sobre el frío
piso de mármol y la brisa fresca del viento le despeinó los rulos de chocolate.

Louis estaba al borde, con ambos brazos sobre la baranda del balcón y fumando un

cigarrillo, casi al vacío. A Harry le pareció que era la vista más hermosa y privilegiada de todo el
mundo, y no hablaba de los edificios ni de las estrellas sobre sus cabezas. Hablaba sobre Louis.

Podría escribir un libro sobre lo mucho que Harry disfrutaba quedarse observando cada pequeño
detalle de Louis, cada perfecta imperfección y cada vez que le daba una calada a su cigarro, por un
momento, Harry creía que el cáncer de pulmón era un efecto secundario de ser tan malditamente
atractivo al fumar. Es como subir a una montaña rusa. Disfrutas, gritas, te mareas, todo da vueltas
y solo es un pequeño lapso de tiempo. Tienes una vista increíble de la ciudad y de repente, caes al
precipicio y te entran ganas de vomitar.

El vómito después de unas cuantas vueltas en la montaña rusa es como el cáncer de pulmón
después de fumar cigarrillos.

Al menos, eso creía él. Pero de todas formas, jamás querría que Louis tuviera cáncer, mucho
menos un cáncer de pulmón. Se sacudió el cabello desterrando la idea por completo y su
subconsciente le dio una bofetada por tener pensamientos tan descabellados.

—Lou…—susurró.

—Dime—le dio una calada a su cigarrillo.


— ¿He sido el primero?

— ¿De qué hablas?—Louis se volvió hacia él.

—Quiero decir, el primero en… hacer… lo que sea que estemos haciendo.

Louis rio.

—No, no eres el primero.

Se le pusieron los pelos de punta. No quería pensar en su amado en brazos de otra persona, no
quería si quiera imaginarlo llevando a aquella otra persona a restaurantes refinados, luego
teniendo sexo en su habitación de hotel, no quería imaginarlo llevando a otra persona en el
asiento delantero del Lamborghini, no quería imaginarlo tratando a otra persona como lo trataba a
él.

Necesitaba saber más.

— ¿Y… qué ocurrió con esas personas?

—Los maté.

Su sangre se congeló por un segundo.

— ¿Qué?

Louis soltó una carcajada.

—Solo bromeaba. —Soltó el humo de su cigarrillo—Huyeron.

No sabía que era peor, primero le hacía una broma de mal gusto diciéndole que había matado a
sus otros sometidos y ahora le decía que estos habían huido. Él no quería huir.

— ¿Cómo que… huyeron?

—No resistieron mis malos tratos, eran personas orgullosas, Harry. Ninguna era como tú, eran
gente adinerada y refinada, generalmente modelos.

— ¿Modelos… franceses?

Sus pesadillas sobre Louis huyendo con un modelo francés lo atormentaban de nuevo.

— ¿Franceses? No, ninguno era francés—rio—Aunque creo que una de las chicas, tenía familia en
Francia. Pero nada del otro mundo.

Sintió ganas de llorar, Louis no solo había estado con otras personas además de él, no solo había
besado los labios de otras personas sino que además, algunas de esas personas había sido
mujeres.

Mujeres hermosas y adineradas, la clase de competencia que desterraba por completo al ordinario
Harry del campo de juego.

—Y… ¿Todos eran modelos?


—No.

— ¿Cantantes?

—Ajá—sonrió—y actrices.

— ¿Todas mujeres?

—No.

— ¿Alguno de ellos, era famoso?

—Ajá.

— ¿Puedo saber quiénes son?

—No.

—Está bien, ¿Cuándo comenzaste a hacer… esto?

—Hace un año.

— ¿Sigues en contacto con esas personas?

—No.

— ¿Te enamoraste de alguno de ellos?

Louis tardó en contestar.

—Sí.

— ¿Y qué pasó?

— ¿En serio estoy contestando estas preguntas? ¿Desde cuando eres un periodista?

—Vamos, solo es curiosidad.

—Es pasado, maldición.

—Lo siento…

—En cualquier caso, tú eres la persona que más tiempo se ha quedado a mi lado. Te juro que me
sorprende muchísimo que no hayas escapado aun.

— ¿Por qué lo haría?

—Todo el mundo lo hace.

— ¿Escapar de ti?

—Ajá.

—Ellos se lo pierden.

—Oh, vamos Harry. Soy un monstruo.


—No, no lo eres.

— ¡Sí! ¡Por eso él se fue! ¡Y me dejó solo, maldita sea!

— ¿De quién estás hablando?

— ¡El me miró a los ojos, y me dijo que soy un monstruo!

—Louis, no entiendo…

—Andrew…

— ¿Y quién es él?

—Fue la primera persona que accedió a pasar un seguimiento de noches conmigo. Y de la cual me
enamoré.

—Oh…

— ¿Pero sabes?—se puso de pie— ¡El amor no existe! ¡No debes enamorarte de nadie! ¡Porque
todo el mundo miente, y todo el mundo se va!

—No, Louis…

— ¡Sí! Andrew me dejó plantado el puto día de mi cumpleaños, se fue con esa maldita secretaria
de piernas largas, ¡cuyo sueldo pagaba yo mismo!

— ¿Vivían… juntos?

—No, no literalmente. El venía a mi departamento en Noruega junto a su secretaria y por un


tiempo toda la prensa creía que ella y yo salíamos—suspiró—Cuando en realidad, nosotros dos nos
encerrábamos por horas a amarnos en aquella maldita habitación, ¡pero ella me lo quitó!

—Él no te merecía…

— ¿Qué? ¡Yo no lo merecía! ¡Él era la mejor persona que había conocido, y lo traté como una
mierda! ¡Y él se fue!

Harry no tenía palabras. Louis simplemente continuó hablando sin parar.

—Desde que se fue, he sometido a más de veinticinco personas, ninguna aguantaba más de una
semana conmigo. Todo el mundo se marchaba, nadie aguantaba mi mal humor y mi forma brusca
de tener sexo, nadie. Y se mantuvo así hasta que apareciste tú.

—Yo… no sé qué decir…

— ¿Sabes, Harry?—dijo rompiendo el silencio abismal que se apoderaba de la situación.

—Dime.

—Llevo una semana sin consumir drogas.

El corazón comenzó a latirle con fuerza.


—Louis eso es… quiero decir, increíble, yo… estoy orgulloso de ti, y me alegro porque tú eres muy
especial para mí, y oh, Dios…—titubeó en un fallido intento por darle un cumplido.

—Cállate, Harry. —Bufó—Me está costando horrores, pero lo estoy haciendo por ti.

Por ti.

— ¿Por mí?—preguntó extrañado— ¿Y por qué por mí?

Louis apagó el cigarro y lo arrojó al vacío, como si se deshiciera del último rastro de narcóticos en
su vida, como una promesa para Harry.

—Porque si hay alguna razón en este mundo por la que me dan ganas de hacer algo bien con mi
vida por lo menos una puta vez, eres tú Harry.

CAPITULO 28

Louis llamó a Harry el sábado 18 de diciembre a su celular, como a las nueve de la noche, horario
en que el chico de rulos ya comenzaba a extrañarle que el mayor no hubiera llamado.

— ¿Hola?

—Hola, Dirty Harry.

—Lou, ¿qué pasa?

—Perdón por avisarte de último minuto pero he estado haciendo los preparativos durante todo el
día, Patrick pasará por ti en una hora.

— ¿Qué?

Louis rio del otro lado de la línea.

—A las 10 estaré celebrando mi última fiesta con 22 años en Club 49, en Soho, y no puedo ir por ti
porque la prensa se ha enterado de la fiesta y todo el mundo estará tomando fotografías y no
quiero exponerte ante esta gente, sobre todo porque corremos el riesgo de que salgas en las
revistas y puede que tu madre te castigue.

—Vale, entiendo, pero ¿qué es Soho?

Louis rio, pero Harry hablaba muy en serio.

—Es una calle, el punto es que necesito que te pongas lo mejor que tengas y estés listo para
cuando Patrick llegue, es muy importante que tú estés allí.

Harry suspiró, ¿cómo se suponía que iba a persuadir a su madre?

—De acuerdo, intentaré quitar a mi madre del camino y estaré allí para las 10.

—De acuerdo, te veo allí.


Los sesenta minutos que tenía para acicalarse pasaron más rápido de lo que pensaba y al final, solo
consiguió ponerse unos pantalones negros, un suéter animal print y un gran tapado negro encima.
Se sentía ridículo, pero era lo mejor que podía hacer.

— ¿A dónde vas así vestido?

—Saldré, es sábado. Te prometo que todo estará bien, descuida. —depositó un beso en la frente
de Anne—No me esperes despierta.

Ella simplemente asintió con la cabeza y tomó asiento en el sofá, frente a la televisión. Comenzaba
a extrañar aquellos tiempos donde para lo único que Harry salía de su casa, era para ir al parque
con Hannah o salir a comprar el nuevo disco de The Yellows.

Afuera estaba precioso, las estrellas cubrían el cielo de la fría ciudad y Harry caminaba con pasos
pacíficos rumbo a aquella esquina donde Patrick lo pasaría a buscar. Al cabo de unos minutos, la
camioneta del asistente rubio se hizo presente frente a él, y Harry subió al asiento del
acompañante.

—Buenas noches, Harry. —su voz siempre era amable, era como si el chico realmente disfrutara
tratar bien a las personas.

—Buenas noches, Patrick.

— ¿Te ha hablado Louis sobre la fiesta?

—No realmente, solo me dijo que quedaba en Soho.

Patrick lanzó una risita.

—Sí, eso es cierto. —Se volvió hacia él—Pero vas a tener que lidiar con todo tipo de idiotas.

— ¿A qué te refieres?

—Los amigos de Louis, no la gente que tú conoces. No Ben y Clair, no yo, sus amigos nocturnos.

— ¿Debería mantenerme alejado de ellos?

—Yo diría que sí, sobre todo porque alguno de ellos podría querer pasarse de la raya contigo, o
tratarte mal solo porque eres menor de 18 años y estás en un club para mayores de 21.

— ¿No se supone que es ilegal?

—Nada es ilegal cuando tienes el dinero de Louis.

—Supongo que tienes razón—se encogió de hombros.

En cuanto la camioneta se escurrió por la parte trasera del club, Patrick guio a Harry rumbo a la
zona V.I.P. del club, en donde Louis estaba bebiendo unos tragos de colores que marearon a Harry
enseguida.

—Lou…

La voz dulce e inocente movilizó a Louis, él estaba ahí.


— ¡Harry!—se puso de pie y le dio un abrazo amistoso, había como unas diez personas allí, era
hora de fingir. —Ellos son mis amigos, Kelly es la chica rubia, Brad y Anthony son aquellos dos
idiotas con playeras obscenas, la pelirroja con perforaciones es Queen y el que casi no se distingue
en la oscuridad porque es demasiado africano y tiene un cabello genial, es Lenny.

Los jóvenes rondaban entre los 20 y los 25 años, cada uno tenía una característica propia que
alejaba por completo a Harry. Cuando él creyó que no había amigos peores que los de Hannah,
llegaron los amigos de Louis. La rubia, Kelly, tenía los senos descubiertos y lo único que cubría sus
pezones eran dos pequeñas estrellas de porcelana, lo que le dio ganas de vomitar.

Brad y Anthony estaban fumando algo que emanaba un olor horrible y sus playeras tenían dibujos
de posiciones sexuales plasmadas en la tela. Queen tenía perforaciones en su lengua y en casi todo
su cuerpo, y tenía el cabello tinturado de rojo y no le quedaba bien. Lenny era un afroamericano
con el cabello afro y muchos anillos y cadenas, y él le estaba dando esos tragos de colores extraños
a Louis.

Lo saludaron con una mueca de desaprobación y Harry sintió ganas de salir corriendo, sobre todo
porque Louis comenzaba a embriagarse.

Quiso decirle algo a Louis, pero entonces, un tipo sobre una tarima (que al parecer era el Dj),
comenzó a hacer sonar una música completamente fuerte y por poco y se le revientan los
tímpanos.

—Lou…

Pero él no lo escuchó, lo vio correr hacia una de las tarimas y subir junto al tipo con una expresión
de placer en su rostro, como si la estuviera pasando en grande, mientras toda la gente que estaba
allí comenzaba a bailar. Harry trató de integrarse, supuso que algún día asistiría a un club de ese
tipo por su cuenta y que ahora era el momento de ver la vida desde la pista de baile, y no desde las
gradas.

Todo el mundo llevaba una copa que tenía una bebida de color extraño y un cigarrillo, había una
especie de niebla colorida en el ambiente y a Harry le entraban ganas de desmayarse, estaba
ahogándose. Se sentía un estúpido por haber accedido a ir, si sabía perfectamente que no estaba
en condiciones. De repente, Louis salta desde la tarima y cae sobre la gente, todo el mundo festeja
cada puta acción que hace, incluso cuando ha aplastado a unos cuantos. No era una fiesta
tranquila.

Las luces no ayudaban, lo cegaban aún más. El olor a sustancias y alcohol, el hecho de que había
gente tirada en los sofás casi desnudos, Louis completamente ebrio y gritando estupideces en la
tarima, era algo devastador para Harry.

No sabía a donde ir, se sentía incómodo allí, no encajaba. Y Louis estaba ebrio, y comenzaba a
tratar mal a todo el mundo, pero a nadie le importaba.

Había gente consumiendo drogas y una masa de personas saltando de un lado a otro mientras el Dj
cambiaba de canción cada segundo, y Louis estaba enloquecido, hasta que alguien lo tomó del
brazo.
—Harry—gritó, entre tanto barullo, era imposible hablar en voz baja—Vamos afuera, no es bueno
que estés aquí adentro. Era Patrick, y acto seguido, los dos salieron fuera para poder respirar un
poco de aire fresco.

—Estaba a punto de morir ahogado, y todo el mundo está loco ahí dentro. — dijo tratando de
recuperar el aliento.

El rubio rio.

—Estaban fumando marihuana y eso estaba mareándote, había droga en el aire. Espero que Louis
no caiga de nuevo, lleva una semana limpio.

Las muchachas movían su trasero y todo el mundo parecía estar disfrutándolo, Kelly estaba junto a
un tipo recargada contra una tarima, y cuando Harry echó un vistazo, este le estaba besando los
senos. Deseó nunca haber visto aquello. 

—Yo también espero eso.

— ¿Sabes, Harry? Él está intentando cambiar por ti. Trabajo para él hace un largo tiempo, y estoy
comenzando a ver resultados positivos.

—Me lo ha dicho, espero que se mantenga en su línea. Es lo único que quiero, que pueda
recuperarse.

La música hacía vibrar el suelo, se escuchaban los gritos y la voz de Louis en los altavoces decía
todo tipo de groserías, como ESPERO QUE TODOS ESTÉN PASANDO UNA PUTA BUENA NOCHE o SI
QUIEREN FOLLAR, ASEGURENSE DE QUE LA CHICA HAYA FUMADO TODA ESA MIERDA Y TODO
SALDRÁ BIEN.

Patrick le ofreció un vaso de agua a Harry para que se recuperara de todo esa bola de desquiciados
y respirara aire fresco, a lo que el pequeño agradeció con una sonrisa.

Adentro, todo el mundo tomaba fotografías, Louis estaba ebrio y comenzaba a tratar mal a la
gente, y algunos ya comentaban cosas malas sobre él.

Tomlinson es un idiota, le dijo todo tipo de insultos al Dj por no poner la canción que él quería.

¿Has visto a Louis, Louis Tomlinson? Está aquí, y no me sorprendería que esté fumado.

¿Puedes creer que estaba yendo al baño, y el idiota de Louis Tomlinson me empujó?

Louis Tomlinson es una mierda, al igual que esta porquería de fiesta.

Odio a Louis Tomlinson, ni siquiera sé que hago aquí, solo vine por la hierba.

Mira a Tomlinson, está haciendo el ridículo gritando y tratando mal a todo el mundo.

Louis Tomlinson se cree la gran cosa, cuando todo el mundo está aquí por los tragos y no por él.

A nadie le importa el cumpleaños de Louis Tomlinson, ¿lo has notado? Es lo más gracioso.

¿Louis Tomlinson? Que se pudra, ni siquiera me gusta su música.


Pero lo peor aún estaba por venir.

Una joven tenía un vaso de cerveza y chocó con Louis, derramando todo el líquido en su ropa.
Enfureciéndolo por completo.

— ¿¡QUIÉN ES ESTA PUTA!? ¿¡VES LO QUE HAS HECHO!? ¡MALDITA SEA,

ESPERO QUE ESTA NOCHE TERMINES TIRADA EN UN CALLEJÓN ASQUEROSO

Y VULGAR, MUERTA Y VIOLADA, MALDITA PUTA! ¡ME HAS ARRUINADO LA PUTA CAMISA!—su voz
sonaba fuera de sí, con un sentimiento de odio y enojo, como si estuviera sacando todos sus
sentimientos afuera contra aquella desafortunada muchacha.

—Lo siento mucho, yo solo…

Pero Louis no la dejaría terminar, porque en cuanto la chica quiso ofrecerle disculpas, el pelirrojo la
tiró al suelo de un puñetazo en la cara.

Todo el mundo se quedó en silencio, todo el mundo se quedó atónito al ver la situación, y
entonces la chica levantó la cara, y tenía sangre en el labio y la nariz.

El tipo que estaba con la chica empujó a Louis al piso y junto a otros tres muchachos, comenzaron
a golpearlo, y todo el mundo gritaba cosas que Louis no entendía, y todo el mundo tomaba
fotografías.

Entre tanto alboroto, Patrick y Harry notaron que la gente comenzaba a irse del lugar diciendo
cosas malas sobre Louis, lo que los alertó y entraron rápidamente al club para ver que mierda
estaba sucediendo.

Louis luchaba contra todos, estaba fuera de sí, y cuando un joven partió una botella de vidrio en
una de las tarimas dispuesto a lastimar al pelirrojo, Patrick llamó a los guardias de seguridad.

— ¡Se van a matar!

Para cuando Harry pudo notarlo, ya estaba en el Lamborghini junto a un Louis completamente
endemoniado y completamente ebrio, huyendo de la fiesta y la prensa a toda velocidad.

CAPITULO 29

—Lou… —su voz era pacífica. —Por favor baja la velocidad.

Rozó delicadamente el brazo del pelirrojo y este se volvió furioso ante el contacto.

— ¡No es momento para tus monólogos, Harry!

—Solo quiero que detengas el auto y bebas un poco de agua. No estás en condiciones para seguir
en la carretera.

— ¡Cierra la boca, idiota!

Louis dio un giro brusco y tomó por la calle Brooklyn haciendo caso omiso a las suplicas del
pequeño, aumentando la velocidad cada vez más.
Tenía las manos frías pero la frente empapada en transpiración, y manteniendo la vista en la
carretera se corría el cabello hacia atrás en un triste y fallido intento por lucir menos destruido.
Harry intentó hacer contacto visual con él, pero no se atrevió a intentarlo. No quería ver aquellos
azules inyectados en sangre, no quería verle las ojeras, no quería sentir su aliento a cerveza o
escuchar más insultos. Louis era una fábrica de insultos, y acababa de llamarlo idiota. El pequeño
había comenzado a temblar, su pulso se aceleraba casi tanto como Louis apretaba el pedal del
acelerador y no sabía si temblaba por frío o por el pánico que le generaba estar en un Lamborghini
a toda velocidad con un sujeto como Louis, que no estaba dispuesto a escuchar sus suplicas
porque se detuviera.

Se iban a matar.

Los ojos celestes del pelirrojo que en algún momento reflejaban un cálido día de verano ahora eran
tan profundos como la furia de un océano negro en medio de una feroz tormenta. Y Harry era el
pequeño bote que intentando mantenerse a flote, lloraba porque le aterraban las olas gigantescas.

Cada vez conducía más rápido, se pasaba semáforos en rojo y en algún momento se desvió al carril
contrario, recibiendo todo tipo de insultos y bocinazos por parte del resto de los conductores. Pero
Louis no los escuchaba, solo conducía, cada vez peor. Solo quería irse, cada vez más lejos. Y el
pequeño y atemorizado Harry estaba a punto de largarse a llorar.

— ¿Podrías por lo menos decirme a dónde vamos?

— ¿Y cómo quieres que lo sepa?—respondió rápida y fríamente, completamente a la defensiva.


Harry pudo sentir su desdén furioso en el tono de su voz, como si solo quisiera odiarse a sí mismo
e incendiar Londres de una puta vez.

—Por favor—dijo con ojos vidriosos—Reduce la velocidad.

— ¡Cállate, Harry!

—Louis—insistió—Por favor, nos vamos a matar.

— ¡De algo hay que morir!—sonó sarcástico, como si todo le importara una mierda.

Y allí Harry se dio cuenta del peligro que corría si se quedaba un segundo más en aquel vehículo
con Louis. Pensó en Anne. Pensó en Hannah. En su padre, que llegaría para las vísperas de año
nuevo.

Y pensó en la mesa familiar navideña con un asiento vacío.

El suyo.

—Lou...—ahogó un sollozo—Tengo miedo.

— ¡No hay razón para temer! ¡Enseguida estaremos en el hotel! ¡Te follaré y lo habrás olvidado
todo para mañana!

Eso le cayó como una cubeta de agua fría. Se estremeció ante sus pensamientos. Todo le cerraba.

— ¿Estás drogado, verdad?


Louis lanzó una carcajada, pero sus ojos seguían transmitiendo ira.

— ¡El señor Tomlinson está limpio hace ocho días!—hizo una pausa para pensar—

Espera, ¿cuántos días se supone que hay en una semana?

De repente, el sonido de una sirena de policía resonó en sus oídos. Harry soltó el aire que había
estado conteniendo aliviado. Louis hizo una mueca entrecerrando los ojos y arrugando la nariz.

Nos pillaron.

Aparcó el vehículo de un movimiento brusco en las cercanías de un barrio industrial, donde todas
las casas estaban lo suficientemente alejadas y los viejos edificios de ladrillo con agujeros en sus
tejados, los callejones desoladamente oscuros y la penumbra eran sus únicos compañeros.

Ni siquiera notó que había derribado unos cuantos cestos de basura en su maniobra por estacionar
el Lamborghini.

Entonces unos golpecitos en el cristal casi lo hacen saltar del asiento. Un oficial de policía estaba
parado junto a la ventanilla de Louis y tenía una expresión de enfado en su rostro.

El pelirrojo bajó la ventanilla.

— ¿Sí, oficial?—se aclaró la garganta para fingir que todo estaba bien, pero su aliento a alcohol lo
delataba— ¿Qué necesita?

—Necesito su licencia de conducir.

El policía tenía un pequeño carnet en su camisa que decía Oficial Dawson, y la expresión ceñida.
Sus cejas gruesas estaban curvas, una expresión de disgusto en la boca. Louis revolvió entre las
muchas cosas y finalmente encontró su bendita licencia de conducir.

Y esta tenía una gran mancha de salsa de tomate en el centro. Maldijo en voz baja.

—Aquí tiene.

El oficial Dawson la tomó con manos rígidas y ojos incrédulos.

—Vaya—hizo una mueca—Esto expiró hace cuatro meses.

Harry lo miró con horror.

— ¿Llevas conduciendo todo este tiempo con una licencia vencida? No puedo creerlo. —murmuró
lo más cerca de su oído que pudo.

Louis le contestó con un movimiento de labios, sin emitir sonido. Cállate.

—Generalmente una licencia de conducir no define mi habilidad de manejar un Lamborghini—dijo


con un aire de superioridad.

—Lo veo, ya que ha destrozado unos cestos de basura y las calles están repletas de desperdicios
industriales, sin mencionar que se pasó al carril de contra mano tres veces—se acercó a Louis—
Señor Tomlinson, ¿está usted bajo los efectos del alcohol... o de las drogas, tal vez?
El corazón de Harry se aceleró. No quería ver cómo le hacían el examen de alcoholemia y daba
positivo porque eso significaría que le había estado mintiendo.

— ¡No!—Sí.

—Salga del auto, por favor. —se inclinó sobre el Lamborghini—Y también el acompañante Ambos
salieron del coche. Louis ni siquiera podía mantenerse de pie.

Harry estaba abrazándose con fuerza, de espaldas al oficial y a Louis mientras el viento lo azotaba
brutalmente y le despeinaba el cabello. Luego volteó.

Louis estaba succionando la pipeta que definiría todo.

— ¿Está seguro de que no bebió ni consumió nada?

—Seguro.

El policía se puso de brazos cruzados frente a él, y estaba realmente enfadado.

—Está por lo menos tres niveles por encima del alcohol permitido en sangre—sus ojos negros
penetraron en los de Louis—Señor Tomlinson, ¿sabía usted que si bebía dos copas más, le
hubieran tenido que extraer un riñón?

A Louis se le congeló la sangre. El oficial caminó hacia el Lamborghini y examinó el compartimento:


regresó con dos pequeñas bolsas.

—Calculo que aquí deben de haber unos 10 gramos de marihuana, ¿usted qué opina?

—No es mío—se defendió.

— ¿No es suyo? Bueno, estaba en su auto—regresó la vista hacia Harry— ¿Entonces es de él?

Harry se sobresaltó, y negó frenéticamente con la cabeza.

El oficial le lanzó una mirada asesina a Louis.

—Si no es de él, ¿de quién es?

Harry pensó en la posibilidad de que tal vez aquellos idiotas en la fiesta pudieran haberle puesto la
droga en el auto, no adrede ya que eran sus amigos, pero tal vez uno de ellos la había olvidado ahí,
cualquier remota posibilidad de que no fuera de Louis era aceptable para Harry. Confiaba en él,
sabía que la marihuana no era suya, el llevaba siete días sin consumir y quería creer que decía la
verdad.

—Es mía—confesó el pelirrojo, con la voz quebrada.

Había decepcionado a Harry.

—Louis...—susurró con un nudo en la garganta.

—Ven conmigo—el oficial le puso unas esposas y lo obligó a subirse al coche patrulla.

— ¡Fue el maldito de Andrew, Harry!—llegó a decir— ¡La joven era mi ex secretaria! ¡Estaban en la
fiesta!
Andrew... el ex novio de Louis, ¿qué?

Comenzó a descontrolarse.

—Lo siento muchísimo, Harry—ahogó el llanto—Lo he intentado, pero no puedo cambiar. Lo


siento.

El pequeño lo miró con ojos desconsolados. Estaban arrestando a Louis frente a él, se lo estaban
llevando en sus narices y no había nada que él pudiera hacer para evitarlo. El nudo que tenía en la
garganta se desató y rompió en un llanto silencioso, casi imperceptible. Le dolía que Louis fuera tan
débil, le había mentido y se había hundido en los vicios de nuevo. Y de la mano de Andrew.

Lloraba porque Louis no podía cambiar y porque él había intentado ayudarlo inútilmente.

—Louis Tomlinson, quedas arrestado.

CAPITULO 30

—Tengo que hacerte unas preguntas, pequeño. —Luego de esposar a Louis, el oficial Dawson
estaba dispuesto a interrogar a Harry.

— ¿Puede hacer las preguntas en la estación de policía? Si alguien comienza a mirarnos y tomar
fotografías estaré en problemas.

El policía reprimió una queja y asintió, aunque no del todo convencido. El trayecto rumbo a la
estación de policía fue silencioso, salvo por el hecho de que el oficial Dawson estaba escuchando lo
que parecía ser Stairway to Heaven de Led Zeppelin. Louis ya estaba dormido. Las lágrimas se
habían secado en sus mejillas y Harry jamás lo había visto así, tan vulnerable. Quería salir de allí,
prepararle un té caliente y verlo dormir como un niño pequeño en su cama de hotel. No allí, ebrio,
drogado y esposado, rumbo a una celda. Las palabras de Anne resonaron en la cabeza de Harry el
resto del viaje.

Es un drogadicto, un pecador.

¿Y si ella tenía razón? ¿Y si después de todo, a Louis le valía madres todo y solo era un gilipollas?
Quería llorar a mares por eso.

Una vez en la estación de policía, a Louis le tomaron la fotografía que le tomaban a todas las
personas que iban a parar a ese lugar. Su rostro ojeroso, la expresión de cansancio bajo sus ojos
formando bolsas y la placa en sus manos. Arrestado.

—Bien, tengo que preguntarte algunas cosas—la voz del oficial Dawson resonaba en todo el lugar.
— ¿Tu nombre completo?

—Harry Styles.

— ¿Eres menor de edad, Harry?


—Sí, tengo 17.

— ¿Qué relación tienes con Louis?

Se le aceleró el corazón.

—Ninguna—mintió—Ni siquiera lo conozco.

— ¿Qué hacías, a estas horas de la madrugada en un Lamborghini a toda velocidad junto al Señor
Tomlinson?

Esa pregunta no podía ser contestada. No con la verdad.

—Yo… estaba en una fiesta—la voz le temblaba. —Él se ofreció a traerme.

— ¿Estás ebrio?

—No, no bebo alcohol. Tampoco fumo nada y no consumo drogas.

—Bien. —Soltó un suspiro—Tengo que llamar a tus padres.

Oh, no. Estoy muerto.

—Ellos no están en la ciudad—mintió.

Dawson le sonrió con complicidad, y Harry supo que no le creía una palabra.

—Eres un chico bueno y no sabes mentir, Harry. Por eso voy a perdonarte la vida, ¿tienes a otra
persona que pueda venir por ti? ¿O prefieres llegar a casa en un coche de policía? Imagina lo que
pensarían tus vecinos.

Hannah.

—Mi mejor amiga, ella puede venir. Es mayor de edad.

—Correcto—asintió—Ahí tienes el teléfono. Tienes dos minutos. Marcó el número de Hannah y al


segundo tubazo, ella contestó.

— ¿Quién mierda llama a estas horas?—sonaba como si acabara de despertarla de un buen sueño.

—Hannah, soy yo… Harry—se tragó las ganas de llorar y respiró hondo— Necesito que vengas por
mí. Es urgente.

— ¿Harry? ¿Dónde estás? ¿Estás bien?—se precipitó.

—Estoy en la estación de policía en las afueras de la ciudad, creo que está en una especie de peaje.
Tienes que conducir derecho por la calle Brooklyn, te lo explicaré todo cuando llegues.

Ella no dudó.

—Estaré ahí en veinte minutos. —colgó.

Hacía frío esa madrugada y Louis no paraba de quejarse desde la celda.

— ¡Me estoy congelando el culo!


El oficial Dawson lo miró ceñudo.

— ¿Crees que estoy disfrutando estar aquí, cuidando a idiotas como tú cuando podría estar en mi
casa, durmiendo con mi esposa y mi pequeño hijo?

Louis no cedió.

— ¡Tengo derecho a hacer una llamada!

—Tu amiguito está usando el teléfono.

— ¡Por lo menos dígame que pasará con mi auto!

—Una grúa se encargará de él.

Lo miró con horror.

— ¿Una grúa? ¡Es un Lamborghini, amigo!—exclamó con indignación— ¡Cuesta medio millón de
dólares!

El oficial le sonrió con ganas de estrangularlo.

—Y mi Fiat cuesta menos de la cuarta parte, ¿qué importancia tiene?

Entonces Hannah apareció en la estación de policía despeinada y enfadada.

— ¿Harry?

 El pequeño saltó de su asiento para correr a su encuentro. Los brazos de su mejor amiga eran lo
más confortante que tenía en ese momento.

Louis se tensó. Lo había visto.

—Espera—la chica no podía salir de su asombro, sus ojos estaban clavados en Louis y las
comisuras de sus labios formaban una O— ¿Ese de ahí es Louis Tomlinson?

CAPITULO 31

Louis y Harry intercambiaron miradas cómplices. Sus intentos por mantener su relación en secreto
se habían ido por la borda.

Los habían descubierto.

—Yo…—por increíble que sonara, esta vez Louis no sabía que decir.

La llegada de Hannah lo había tomado por sorpresa y no tenía idea de qué pasaría ahora.

—Déjame despedirme de Louis y del oficial—se defendió rápidamente—Luego te contaré todo.


— ¿Así que tú eres el responsable de todo lo que le ha estado sucediendo a Harry? ¡Tú estabas
detrás de todo esto! ¡Ahora todo tiene sentido!—estaba casi furiosa— ¡Debería partirte la cara
ahora mismo!

El oficial Dawson observaba la escena perplejo.

—Tú debes ser Hannah—dijo Louis con desdén de no me agradas.

—Ya ha sido suficiente—intervino—Hannah, vamos a casa.

— ¿Y yo?

Harry lo miró con cierta lástima en sus ojos. Parado allí, flacucho, con ojeras y lágrimas secas en sus
mejillas. Los ojos apagados. Detrás de los barrotes de una celda asquerosa. Vulnerable.

—Patrick vendrá por ti—se puso de puntitas y le depositó un beso en la frente—Te quiero Lou.

Hannah no pudo evitar morirse de celos, y se tragó las lágrimas.

—Yo también te quiero, Harry—los afilados ojos de Louis se encontraron con los de la pobre
Hannah, provocándola—Mucho.

—Maldito—susurró, pero no lo suficientemente bajo y todos la oyeron.

Y se formó un silencio incómodo en la habitación.

Oficial Dawson, un sujeto ha robado un bolso en la calle Ousburn, reportarse inmediatamente en


el lugar.

El radio en el bolsillo del policía rompió el hielo.

Oficial Dawson, ¿me copia?

—Bien—dijo—Es hora de irnos.

Y Louis se quedó allí sentado, con los ojos mojados. Se despidió de Harry con un triste sacudón de
manos y no tuvo más remedio que replantearse si realmente había tocado fondo.

Diez minutos más tarde, Hannah estaba comenzando con el interrogatorio. Puso el freno de mano
y miró a Harry con ojos de halcón.

—Escúpelo todo—espetó—Ahora.

Él solo respiró hondo.

—Todo comenzó hace un mes, el mismo día en que me empeñé por entrar al hotel. Louis me había
invitado a pasar la noche con él…

—Detente ahí—frenó la camioneta— ¿Mientras escuchaba el Unplugged de Nirvana, tú te estabas


follando a Louis Tomlinson? ¿Por eso te demoraste tanto en salir?

—Bueno, no exactamente. Nada ocurrió esa noche. Me hizo firmar un contrato de confidencialidad
y después lo rompió. Me trataba como una mascota y me hizo llorar, y para componerlo me pidió
ser su novio.
—Si no fuera porque acabo de presenciar una escena entre ustedes dos, te juro que no te creería
una palabra.—se masajeó la frente con ambos dedos mientras mantenía los ojos cerrados para
analizar las cosas con claridad—Es que tú… saliendo con Louis Tomlinson, quiero decir, es un
cantante famoso, ¿Cuántas probabilidades hay de que él…?

— ¿Se fijara en mí?—completó la oración que Hannah había dejado incompleta.

—No quería decirlo así, quiero decir, prosigue.

—Fuimos a cenar, luego al cine, presencié su partido de fútbol benéfico desde las gradas
preferenciales, conocí al resto de la banda, a su familia y a su odiosa hermana menor—hizo una
pausa y arrugó la nariz sonrojado. —Y hemos tenido sexo.

La boca de Hannah formó una O en sorpresa y gritó. En parte se alegraba de que su mejor amigo
hubiera concretado su sueño, pero por otra parte, se sentía increíblemente celosa de todo lo que
Louis había logrado con Harry en tan poco tiempo, y de lo mucho que ella había deseado siquiera
que Harry la mirara en años, sin éxito.

—Bien, ahora a lo importante, ¿Cómo terminaste en prisión? ¿Qué ha hecho el muy hijo de puta?

—Conducir ebrio y drogado, con una licencia de conducir que expiró hace cuatro meses.

— ¡Madre mía!

—Deberías haber visto a sus amigos.

— ¿Fumaban hierba

—Y usaban playeras que tenían estampados sexuales.— ¡Cielos!

—Y una de ellos estaba con los senos al aire.

—Seguro te entraron ganas de vomitar.

— ¡Y perforaciones!

Entonces comenzaron a reír. A auténticas carcajadas.

—Vale, vale—Hannah redujo la velocidad para recuperar el aliento—Estoy impresionada.

— ¿De veras?

—Sí—prosiguió—Te encuentras con Louis Tomlinson y lo mantienes en secreto. Yo no hubiera


podido aguantarme. Tienes mi palabra de que no diré nada sobre esto, ¿Alguien más lo sabe?

—Patrick. Es el asistente personal de Louis, un gran tipo.

— ¿Es guapo?—se inclinó enseñando sus dientes en una sonrisa pícara.

—Sí, eso creo—se encogió de hombros—Rubio, ojos celestes, buen físico. Aunque creo que no es
rubio natural.

— ¡Consígueme su número!
—Cálmate, tiene como 20 años.

— ¿Y? Tú tienes 17 y Louis 22. No hay diferencia.

—Creo que tiene novia—mintió.

¿De quién sentía celos, de Patrick o de Hannah?

Ella se hundió en su asiento con decepción.

—He leído que si no tienes pareja para el invierno, te quedarás sola para siempre. — ¿Qué
tonterías son esas?

—Voy a morir sola. Te veo a ti con Louis, todo es tan lindo en ustedes, todo es tan fácil. Te envidio.
Quiero una relación como la de ustedes.

Harry resopló.

—No todo es lindo y fácil.

—No pienso comenzar a shippearlos. No me agrada Louis.

—Ya tenemos quien lo haga, su nombre es Patrick.

— ¿Eh?—alzó una ceja— ¡Olvídate de que alguna vez me interesé en ese tipo!

—Relájate, ¿por qué no te agrada Louis?

—No es bueno para ti.

—Él lo está intentando.

—Lo veo, y acabó arrestado.

—No quiero hablar sobre eso.

— ¿Por lo menos sabe de tu enfermedad? Porque no puedes ocultárselo para siempre. El algún día
lo descubrirá.

Harry bajó la mirada avergonzado.

—No.

CAPITULO 32

Harry estaba bebiendo su taza de té junto a una caja de donas glaseadas cuando hablaron de Louis
en las noticias, y se le erizó la piel.

Louis Tomlinson y el escándalo del Club 49 decía el encabezado.

Mientras la periodista hablaba, se podía ver en una serie de fotografías de mala calidad de Louis
ebrio en la fiesta.

La fiesta en donde él había estado.


Apenas se podía distinguir el cabello rojo entre las luces de colores y el humo dequiensabequé que
se apoderaba de la escena. Se había quitado la camisa, estaba sobre una tarima y tenía la boca
abierta, como si estuviera gritando algo. En la segunda, estaba compartiendo unas risas con el DJ, y
en la tercera estaba tragándose un vaso de contenido desconocido.

Se tragó las ganas de llorar al recordar lo mal que la había pasado ahí adentro. Le vinieron
imágenes borrosas de Kelly recargada contra una tarima con un sujeto, recordó a Lenny, Queen, y a
los idiotas con remeras obscenas. Y recordó la expresión de pánico en el rostro de Patrick cuando
forcejeó con un tipo que estaba dispuesto a lastimar a Louis con una botella de vidrio rota. Por un
momento, pensó que hubiera pasado si el oficial Dawson no hubiera aparecido. Si Patrick no
hubiera intervenido en el momento indicado. Hubieran terminado en la sala de urgencias, o en el
peor de los casos… muertos.

—Míralo y dime que no es un desquiciado—dijo Anne desde la cocina de junto.

—Tiene 22 años, solo se está divirtiendo.

Entonces el video donde Louis golpeaba a la muchacha se proyectó en la televisión. Anne no podía
salir de su asombro.

— ¡Le pegó a una muchacha! ¡Eso ha sido suficiente!—se oía realmente indignada—Si yo fuera su
madre, le daría unas buenas nalgadas para que la próxima vez se lo piense dos veces. Menudo hijo
de puta, no entiendo cómo puede tener fans.

Y ahí iba de nuevo. Harry blanqueó los ojos, de nuevo su madre le daría un discurso sobre lo malo
que era Louis y sobre porqué debía mantenerse alejado de él. Ella no lo entendía, no conocía a la
muchacha que Louis acababa de golpear. Porque ella no era una simple muchacha.

Era su ex secretaria, la joven que le arrebató a Andrew. Vaciló por unos segundos.

¿Debería estar agradecida de ella, por haber quitado a ese maldito del camino de Louis?

—Vale, puede que se haya pasado un poco, pero es por sus “amigos”— enfatizó la última palabra
encomillándola con ambos dedos—Ellos le dan drogas y Louis se transforma en una persona
completamente diferente.

Anne se pellizcó la nariz con impaciencia

—Tú no lo conoces, te lo he dicho mil veces. No puedes seguir con la fantasía de que él te amará.
Las personas como Louis solo se aman a sí mismos.

—No—se puso de pie furioso—Si tan solo te tomaras un minuto a entenderlo…

—No necesito entender nada—lo interrumpió, blanqueando los ojos.

— ¡Louis está enfermo!—y esas palabras le dolieron más que cualquier otra fría palabra de Anne—
El verdadero enfermo no toma medicamentos.

Anne respiró hondo. Ya estaba harta de discutir por lo mismo siempre.

—Llegará el día en que te darás cuenta de que el mundo no gira alrededor de un cantante. Por
ahora, hay cosas más importantes por las que preocuparse, como tu enfermedad. —Hizo una
pausa—Cuando crezcas y tengas una familia y un empleo, te olvidarás de Louis. El solo será un
recuerdo borroso en los

rincones de tu mente. Lamento tener que decírtelo de esa forma, pero es la verdad.

—“¿Cuándo crezca?”—Ironizó— ¡Yo no creceré! ¡Ni siquiera nos molestamos en ahorrar para mi
universidad, porque sabemos que estaré muerto antes de terminar la preparatoria!

— ¡Harry!

— ¡Atrévete a negarlo!

Anne soltó un suspiro.

—Vete a tu habitación.

Louis Tomlinson está fuera de control. La noche pasada el vocalista de The Yellows fue arrestado
luego de conducir bajo los efectos de la marihuana y golpear salvajemente a una joven en una
sofisticada discoteca de SoHo, donde celebrara sus últimos días con 22 años. Esperamos que reciba
su merecido por comportarse de ese modo con personas inocentes que solo pasaban una buena
noche. Ahora vamos al clima con Kate…

Harry apagó la televisión y corrió escaleras arriba envuelto en una ira irrefrenable.

Ya no aguantaba. Tenía ganas de gritarlo todo. Contarle a su madre que salía con Louis y explicarle
que él no era un monstruo como la prensa lo hacía ver, sino una cuerda solitaria en el océano que
necesitaba un ancla. Él estaba dispuesto a ser esa ancla.

Louis era una pequeña brújula en busca de un barco. Y Harry estaba dispuesto a ser un crucero
cinco estrellas por Louis.

Unos ojos azules necesitan unos ojos verdes.

Un día de verano necesita una ráfaga de invierno.

Louis Tomlinson necesitaba a Harry Styles.

CAPITULO 33

Encendió su laptop y se metió de lleno en su blog, dispuesto a defender a Louis con uñas y dientes.

Bienvenido al blog de Harry. Aquí encontrarás opiniones, reseñas de libros y la última información
sobre The Yellows :) xx

Su ícono era una fotografía de Louis que él mismo había tomado en uno de los conciertos a los que
había asistido. Tenía miles de seguidores y posteos. Su mayor temor en ese momento era que
alguien de su escuela descubriera su blog. Ahora temía que lo descubrieran con Louis.
Y comenzó a tipear.

Hola a todos, soy Harry. Quisiera dar mi opinión sobre todo lo que ha pasado con Louis la noche
anterior. Mi mayor temor se ha vuelto realidad: Mi pequeño rayito de sol es adicto a las drogas. No
sé cuándo ha comenzado, pero sé que si nos unimos todos podemos frenarlo y acabar con ello. O
eso espero.

He tenido la dicha de presenciar el momento del caos en el Club 49 de SoHo y puedo decirles que
ese no era Louis. Hay una serie de gilipollas detrás de esto. Verdaderos hijos de puta. Le están
dando narcóticos y bebidas de colores extraños. Creo que el problema está en su círculo íntimo: No
hay un círculo íntimo. No hay amigos, no hay una madre que le importe, no hay una hermana.

Vaciló un instante.

Y no sé si hay una persona que lo haya enamorado. Tal vez la había, pero fue hace mucho tiempo y
Louis ha salido con el corazón roto. Al principio era una gota de agua, ahora es una bola de nieve
que corre colina abajo a toda velocidad destruyendo todo a su paso. Y algún día se estrellará y ese
día será el fin.

Ustedes saben que no creo en la relación de Louis y Eleanor Calder. Una novia real no aparece una
vez cada tres meses, se toma fotos “románticas” junto a Louis y desaparece de la faz de la tierra.
Vaya farsa.

También tengo una teoría sobre su sexualidad pero no viene al caso.

¿Lo han visto en prisión? Afortunadamente ya está en el hotel, pero jamás me había dolido tanto
verlo encerrado como cualquier delincuente común.

Ese no es Louis.

Louis es dulce, tiene una faceta que no enseña mucho pero que la hay, la hay. Es buena persona y
su sonrisa lo es todo para mí.

Por favor no lo juzguen, no ahora cuando necesita de nuestro apoyo. La venta de entradas para la
gira por América ya ha comenzado, el retomará los conciertos y creo que el contacto con el fandom
le hará bien. Él nos ama, por favor no lo olviden.

Solo me basta con escuchar su voz para darme cuenta de que lo amo y jamás lo abandonaré.

Eso es todo, no dejemos que la industria mate lo que queda de Louis.

Los comentarios cada vez eran más, y entonces se sintió bien porque sabía que no estaba solo.
Había personas que pensaban igual que él.

Entonces llamaron a la puerta y tuvo el infantil deseo de que se tratara de Louis, pero solo era su
madre.

— ¿Puedo pasar?—su voz le temblaba.

—Sí.
—Tenemos que hablar—tomó asiento en la cama de Harry con cautela—Han llegado los resultados
de tu diagnóstico.

Se estremeció. No podían ser buenas noticias.

—El Dr. Sammuels asegura que por tu diagnóstico, deberías perderte unas cuentas semanas de
clases hasta que el nuevo medicamento se asiente en tu cuerpo— continuó—Puedes tener
hemorragias, ganas de vomitar y todo lo que siempre te sucede, pero ahora será con mayor
frecuencia.

Cualquier otro chico hubiera estado encantado de faltar a clases, pero Harry no.

No cuando la escuela era fundamental para sentirse uno más, y no el alumno enfermo.

—Pero pronto será el baile de invierno, es decir, le prometí a Hannah que iría con ella—titubeó—
Además me perderé los exámenes y tendré una pila de tarea para cuando regrese.

Anne no contestó.

— ¿No regresaré, verdad?

Comenzó a llorar.

—Tenemos que ser optimistas. Esta medicación es nuestra última oportunidad. El Dr. Sammuels
dijo que si logras sobrevivir a tu décimo octavo cumpleaños, las cosas serán más fáciles.
¿Recuerdas cuando tenías diez años, y creíamos que no llegarías a los once?—Tomó su mano—Si
salimos de esa, saldremos de esta. Tu enfermedad no tiene cura, pero puedes vivir con ella si la
tratamos bien. Se puede vivir con dolor.

Harry no podía dejar de llorar. Toda la vida se la pasaría en el hospital, consumiendo pastillas
horribles y dando lástima.

— ¿Puedo llamar a Hannah?—se secó las lágrimas con una manga.

—Claro, le diré que venga—se volvió hacia él—Iré por helado.

—De fresa y melocotón—propuso.

—Claro cariño.

Y salió por la puerta, dejándolo solo con sus lágrimas.

CAPITULO 34

Al cabo de media hora, la camioneta de Hannah se estacionó en el garaje de la casa de Harry. Subió
escaleras arriba precipitada y entró a la habitación de su mejor amigo con un nudo en la garganta.

— ¡Harry!—se sentó a su lado, aún algo agitada. —Cuando tu madre me llamó y dijo que estabas
mal, yo… ¡Pensé lo peor!
Lo abrazó con fuerza y le depositó pequeños besos en la frente, pasando los dedos por el suave
cabello de Harry.

—No vuelvas a asustarme así. —rogó. — ¿Te parece si voy por helado, y nos atracamos con
awkward*?

—Hay helado de fresa y melocotón en el refrigerador.

Ella sonrió y corrió escaleras abajo mientras Harry buscaba un link para ver su serie favorita en la
laptop. Al cabo de dos horas, ambos se habían tragado todo el helado y admiraban la suerte de
Jenna Hamilton con los chicos.

—Al parecer, si quieres un Jake Rosati y un Matty McKibben tienes que ser “rara”—protestó.

—Es una serie, no es real.

—Oh, vamos Harry. A ti también te envidio, a mí me hubiera gustado que Matt Bomer me ofreciera
pasar un seguimiento de noches con él.

—Él es gay.

— ¡De eso hablo! Moriré sola viendo cómo te casas con Louis Tomlinson.

— ¡Shh!—le tapó la boca con ambas manos—Mi madre no sabe nada.

— ¿Y por qué no se lo dices?

— ¿Estás loca?—la miró con horror—Hoy me ha dado un sermón sobre porqué Louis es una mala
influencia, ¡imagínate si tan solo se enterara!

—Te enviaría a un internado—aseguró—Y de mujeres, de paso. Para que no veas ningún hombre.

—El único hombre que se ve en esos lugares es Jesús.

— ¡Que triste!—luego desvió la mirada hacia la laptop—Ojalá Jenna se quede con Jake. Matty es
un gilipollas.

— ¿Qué? ¡No! Matty es más guapo.

—Jake es del tipo bueno, con futuro—se llevó una cucharada de helado a la boca—Matty es del
tipo hijo de puta, que engaña a su esposa con sus compañeras de oficina.

—Por favor, Hannah. No hay chicos buenos o chicos malos. Solo chicos mentirosos.

Ella lo miró con los ojos como platos.

—Eres mejor que la revista Lollita—sonrió—Voy a traer aquí a mis amigas.

—Oh, no por favor—hizo una mueca de asco—Todas tus amigas tienen perforaciones y huelen a
tabaco.

—Tú sales con un tipo cinco años mayor que es adicto a las drogas, se tintura el cabello de rojo
furioso y tiene una docena de tatuajes.
—No lo digas tan alto—hizo una pausa— ¿Rojo furioso?

—Lo leí en la revista Lollita.

Ese domingo por la noche, Harry estaba poniéndose el pijama dispuesto a irse a dormir, cuando su
iPhone sonó. Se acercó a la mesita de luz donde se encontraba y la fotografía de Louis se proyectó
en la pantalla.

Llamada entrante de :) :) Boo ♥ ♥

Atendió sobresaltado.

¡Lou!—se percató de que estaba casi gritando y se metió entre las sabanas para hablar en voz baja
—Estaba preocupado por ti.

—Patrick pagó la fianza pero no me dejaron irme hasta las nueve de la mañana. El oficial Dawson
es mi nuevo enemigo.

— ¿Dónde estás ahora?

—En el hotel, sobre eso, no podré ir por ti hoy. Hay cámaras afuera, me han estado atormentando
desde que salí de la estación de policía.

— ¿Qué pasó con la chica de la disco?

—Uh esa maldita—bufó—Tengo prisión domiciliaria hasta el miércoles y tuve que pagarle
veinticinco mil dólares. Ojalá les dé un buen uso, como una operación de senos. No le vendría nada
mal.

—Y… ¿Andrew?

Notó que Louis no estaba feliz por aquella pregunta.

—Yo simplemente no sé cómo consiguió entrar a la fiesta, pero disfrutaba cada segundo de mis
escándalos. Pero descuida, ya está en el pasado.

Harry esbozó una sonrisa.

— ¿Cuándo volveré a verte?

—Esta semana estaré ocupado, no creo que sea conveniente que vengas.

—Oh, bien. —aunque sonó más decepcionado que otra cosa.

—Tengo una anécdota divertida de todo esto—soltó una risita—Luego de que todos se fueran, el
oficial Dawson llegó con un tipo y lo metió a mi celda. Y todo lo que dijo cuándo me vio fue “¡Oh,
yo te conozco! ¡Había una fotografía tuya en el teléfono celular que le robé a una chica en el centro
de Londres!” y

ambos estallamos en carcajadas. Era un gran tipo, se llamaba Tony o Bonny, no lo recuerdo bien.
Dijo que lo encerrarían de nuevo en enero, y aún seguía ahí cuando Patrick vino por mí.

Harry no pudo evitar sonreír.


—Admiro como te tomas todo a la ligera—suspiró.

—Intento burlarme de las cosas malas. Pero a veces simplemente no puedo. A veces es muy difícil.

— ¿Eres adicto, Lou?

Él no contestó.

—Lou…

—Te juro que lo intenté, Harry. Pero no puedo, no puedo.

—Veo las noticias, las fotos, la forma en la que hablan de ti, es devastador Lou.

Louis se quedó un momento en silencio, pero Harry pudo oír sus sollozos. Estaba llorando.

—No llores, por favor.

—Perdón, Harry—sollozó—Perdón por ser un adicto a las drogas.

—No tienes que pedir perdón.

—Te juro que intentaré dejarlas, te juro que volveré a intentarlo.

Sé que mientes. —Está bien, Lou.

—Mie madre me llamó anoche—respiró hondo—Me dio un discurso sobre malas compañías,
fiestas salvajes y excesos. Me insultó como no te imaginas, soy una mierda de hijo.

—Lou—intervino—Tu siempre puedes contar conmigo.

—Y te doy las gracias por ello, Harry—hizo una pausa—Creo que estoy comenzando a enamorarme
de ti.

El corazón comenzó a latirle con fuerza en el pecho y se preguntó si Louis podría oír sus latidos.

—Eres la única persona en la que puedo confiar, y la única que me importa— continuó—Pero soy
un gilipollas y tú te mereces algo mejor que yo.

 — ¿Qué?—se precipitó—Yo te amo a ti, Louis. No quiero a nadie más.

—No quiero hacerte daño, Harry. Y sé que de alguna forma te terminaré haciendo daño, y créeme
que no podría perdonármelo. Ya te he causado suficientes problemas.

¿Estaba dejándolo?

—Louis, te amo. Y estoy citando a Augustus Waters cuando digo que sería un honor que me
rompieras el corazón.

Louis intentó reír, pero Harry hablaba en serio.

—Bueno, no sé quién es Augustus Waters.

— ¡Cielos! Es mi amor ficticio, no me molestaría que me enterrara su pierna ortopédica en…

—Vale, demasiada información—rio—Debo irme.


—De acuerdo, te amo Lou.

Y no le contestó.

Colgó.

[*] awkward: serie de televisión estadounidense transmitida por Mtv.

CAPITULO 35

El miércoles Hannah visitó a Harry después de clases con el propósito de llevarle la tarea, ya que
este no quería atrasarse. Ambos cursaban el último año y Harry solo sacaba sobresalientes desde
la escuela primaria.

—Hola nene—la chica rubia tomó asiento junto al chico de rulos chocolate— ¿Prefieres hacer los
deberes ahora o…?

El negó con la cabeza.

—Puedes dejar los libros en la mesa. Lo haré después.

Hannah notó que algo andaba mal.

— ¿Qué pasa?

El hizo un esfuerzo por no llorar.

—Anoche le dije a Louis que lo amaba.

— ¿Y qué hay de malo en eso?

El sacudió la cabeza con angustia y se cubrió la cara con las manos.

—Él no contestó y colgó.

Hannah suspiró.

—Tal vez no te escuchó.

—Oh, vamos.

—Bueno, tal vez necesita tiempo, está confundido. Acaba de salir de prisión, no creo que esté
pasando por el mejor momento de su vida—explicó.

— ¿Crees que estoy yendo demasiado rápido? ¿Y si lo asusté?

—No creo, sino él no se molestaría en mantener el contacto contigo. Yo creo que su orgullo le
impide darse cuenta de que te ama.

Harry asintió con la cabeza. Ella tenía razón.

—El baile de invierno es la próxima semana—sonrió—Y estoy en el equipo de decoración.

—Siempre habías querido estar en el equipo de decoración.


—Sí—suspiró—En el gimnasio pondrán una gran araña de cristal. Además, han conseguido unas
luces de colores muy bonitas.

—Desearía ir—Se le formó un nudo en la garganta—Ya no seré tu cita.

—Sobre eso—ella parecía estar sonrojada—Steven me ha pedido que vaya al baile con él. Pasará a
buscarme por mi casa con su auto y todo. Harry la miró sin poder creerlo.

—Has estado enamorada de ese tipo por años.

— ¡Lo sé!

—Sabes… El viernes será un día muy especial para mí.

— ¿Por qué es noche buena?

El negó con la cabeza.

—Es el cumpleaños de Louis. Ella lanzó un gritito agudo imitando una fangirl.

— ¿Cuántos años?

—23.

— I'm in the club, high off, purp with some shades on—bailó—Ya, en serio. Es prácticamente un
anciano.

—Tu primer novio era diez años mayor.

— ¡Shh! ¡No escarbes en mi pasado!

—Tengo una sorpresa para Louis mañana. Necesito tu ayuda.

—No voy a cantarle el happy birthday a ese idiota.

—No—negó con la cabeza divertido—Solo necesito tus servicios de chofer.

—Cuenta conmigo, bebé—e hizo una reverencia.

Ninguno de los dos podía dejar de reír.

CAPITULO 36

Esa tarde era jueves, si bien no vería a Louis hasta el día siguiente, estaba completamente
emocionado por darle una sorpresa. Y es que no era un dato menor el que fuera 24 de diciembre
al día siguiente. Anne había salido a hacer

compras, había intentado convencerlo de acompañarla pero Harry simplemente se negó. Llamó a
Hannah por teléfono y la invitó a la casa, iba a necesitarla para que lo ayudara a preparar toda su
sorpresa.

Había estado buscando en Youtube una receta bonita para cocinar Cupcakes,
y no se había rendido hasta conseguir el último ingrediente en el supermercado. No quería que
Anne lo supiera, no quería que lo interrogara, sobre todo porque no le gustaba mentirle. Y sabía
que si su madre lo veía preparando cupcakes de colores iba a preguntarle para quienes eran.

Y lo más patético de todo sería decirle que eran para Louis, porque cada cupcake contenía una
letra, y había logrado que entre todos se formara la frase I ♥ U LOU.

Hannah entró a la casa con un paquete de patatas fritas como de costumbre y le ofreció a Harry un
puñado. Vestía unos pantalones de jean ajustados y un gran suéter, su cabello siempre iba
despeinado pero eso la hacía lucir muy bien.

— ¿Prepararás todo esto para Louis?

—Mañana es su cumpleaños—dijo entre sonrisas—y en serio quiero sorprenderlo.

—Estoy segura de que encantará—se desplomó sobre el sofá con la mirada fija en su teléfono—no
soy buena en la cocina, encárgate de los pastelitos y yo de conducir, ¿de acuerdo?

Harry asintió. Se quedaron escuchando la radio por lo que pareció ser una hora y cuando fueron
las cuatro, Harry entró al baño para tomar una ducha. Los cupcakes ya estaban listos.

Había decorado todo minuciosamente, cada una de las masitas era de un color diferente. El
primero, que tenía la letra i mayúscula, era color rojo.

El segundo era amarillo y tenía un corazón de caramelo en el centro. Harry se había encargado de
esparcir pequeñas granas de colores sobre cada uno de los pasteles para que lucieran como un
arcoíris.

Rojo, amarillo, verde, rosa, blanco y violeta. Cada uno de los cupcakes estaba tan delicadamente
diseñado, Harry había puesto un empeño y una dedicación grandísima en cada uno de ellos.

Años atrás, había enviado cientos de tweets a la cuenta verificada de Louis deseándole feliz
cumpleaños, se hubiera encargado de decirle que lo amaba incluso sin tener su follow. El
simplemente lo intentaría, y aunque Louis nunca las vería, él se sentía mal si no le enviaba un
mensaje. Por más ignorado que este fuera, lo enviaría de todas formas.

Y esa vez, Harry tenía la oportunidad de diseñar un obsequio para Louis y entregárselo cara a cara.
Podía decirle que lo amaba y contarle chistes, abrazarlo e incluso besarlo. Esta vez todo estaba a su
favor.

Una vez que salió de la ducha, Hannah lo esperaba en el auto. Lo había ayudado y habían logrado
asentar los cupcakes dentro de una bandeja de madera con corazones y tonterías, limpiaron la
cocina y metieron las masitas al auto antes de que Anne pudiera verlo.

Harry lucía de maravilla. Tenía una chaqueta negra y una camisa a rayas por debajo. Sus pantalones
ajustados le sentaban fatal y no podía salir de allí sin sus converse blancas. Sus rulos color
chocolate estaban recortados y alineados, nada estaba fuera de lugar ese día.

Puso su iPhone en el bolsillo y chequeó la hora: las seis y media.

Corrió hacia el auto justo cuando Anne abría la puerta de entrada.


— ¿A dónde vas?

— ¡De compras!—Hannah sorprendió a Anne desde el auto—Debo comprar unos libros y Harry
quiso acompañarme.

—De acuerdo—dijo con el ceño fruncido.

Y aunque no lo decía, Anne ya no creía nada de lo que aquellos dos le decían.

El viaje era exhaustivo. Harry no paró de hablar sobre lo emocionado que lo tenía todo el asunto, y
que seguramente Louis iba a llevarse una sorpresa tremenda y realmente esperaba que aquel acto
de amor lo enamorara de una vez. Desde que Hannah sabía de la relación entre Louis y Harry,
todos sus conflictos habían desaparecido, las peleas sobre ocultar cosas, y los novios secretos se
habían acabado.

—Es aquí.

Estacionaron frente al hotel como la primera vez, y Hannah le lanzó una mirada de sobreprotección
como aquella noche lluviosa en que todo había comenzado.

— ¿Te quedarás a esperar aquí? No tardaré.

—Sabes que lo haré.

Se desabrochó el cinturón de seguridad y abrió la puerta de la camioneta, se acomodó el cabello y


tomó la bandeja de cupcakes.

—Harry—le susurró antes de que el pequeño se alejara caminando con la bandeja de madera—
Con un poco de suerte, esta tarde conquistarás el corazón de Louis Tomlinson.

Le guiñó el ojo y el pequeño no pudo evitar reír. Se despidieron y Harry se adentró en el hotel.

Sus pasos eran rápidos, estaba nervioso. Ya no podía esperar, quería verlo y decirle cuanto lo
amaba, no lo había visto durante toda la semana y lo echaba mucho de menos.

Cruzó el pavimento a paso rápido tratando de no descuidar ninguno de los cupcakes mientras
avanzaba. El cielo estaba comenzando a oscurecerse y una leve neblina comenzaba a hacerse
presente.

Una vez frente a la puerta principal, subió las escalerillas con cautela y un hombre de recepción le
abrió la puerta. Estaba nervioso, y no sabía por qué. Ya conocía el lugar, había estado miles de
veces allí, no había motivos para estar nervioso.

— ¿A quién buscas?

Harry titubeó.

—Necesito hablar con Patrick—dijo con la voz más ronca de lo normal—Por El hombre asintió. Se
acercó a recepción y la joven lo reconoció de inmediato, levantó el teléfono junto a ella y en unos
minutos Patrick apareció frente a él.

— ¡Harry!—lo saludó con amabilidad— ¿qué necesitas?


—Estoy buscando a Louis—murmuró.

Patrick bajó la vista hacia su bandeja de cupcakes y el corazón se le estrujó.

—Claro—dijo luego de unos segundos—acompáñame.

La joven de recepción lo veía con una expresión de qué mierda estás haciendo.

El camino a la habitación número 25 fue largo y silencioso, Harry sostenía la bandeja con las manos
temblorosas y Patrick no podía dejar de suspirar agobiado. Cuando las puertas del ascensor se
abrieron, Patrick le enseñó hacia donde debía ir y le dio las llaves para que él mismo abriera la
puerta de la habitación. Sería una sorpresa perfecta.

Caminó dando pasos temblorosos y con un poco de sudor en su frente. Jamás había estado tan
inseguro y nervioso, ni siquiera la primera vez que Louis lo vio desnudo.

Giró la manecilla de la llave en la cerradura y abrió la puerta, pero lo que se encontró no fue nada
bonito.

No era el hecho de que Louis estuviera desorbitado, sentado en su cama con un espejo sobre su
regazo y aspirando cada molécula de cocaína con una especie de bombilla, no era eso, era el hecho
de que Louis estaba desnudo.

Y había otras tres chicas con él. Y una de ellas le estaba haciendo una mamada, otra estaba
aspirando con él, y otra simplemente bebía de una botella que parecía ser de cerveza. El estado en
que Louis se encontraba era deplorable. Los 17 años que cargaba Harry no fueron suficientes para
él, porque no pudo encontrar las fuerzas para no comenzar a llorar en cuanto lo vio.

Andrew estaba con Louis.

El hecho de que estaba desnudo enseñaba lo delgado que estaba. Se le marcaban las costillas, y si
bien lo había visto por última vez el domingo, con el transcurso de unos pocos días Louis era una
persona completamente diferente.

Sus párpados estaban hinchados, sus ojos, aquellos ojos de los que Harry alardeaba tanto, aquellos
ojos del color del cielo en los que le gustaba perderse, estaban inyectados en sangre. Estaban
rojos, el olor a marihuana, tabaco, alcohol o cualquier otra droga que Harry no pudiera reconocer
que había en aquella habitación, era realmente impresionante.

Y ahí estaba, aspirando cada pequeño gramo de aquel maldito polvo blanco que estaba por todas
partes, desparramado en el cristal del espejo, mientras la segunda chica formaba líneas con lo que
parecía ser la tarjeta de crédito dorada de Louis para que este pudiera aspirarlo con mayor
facilidad. Sus uñas estaban llenas de cocaína, su rostro no era su rostro, tenía una sonrisa rota en
los labios y sus ojos estaban llorando. Sus tatuajes estaban a flor de piel, su cabello estaba
comenzando a decolorarse, el rojo se estaba tornando café, y la chica que bebía cerveza trataba
inútilmente de hacerle rulos en el despeinado jopo del cabello de Louis.

Se suponía que solo él podía jugar con su cabello, se suponía que las cosas cambiarían, se suponía
que ahora eran novios y lo peor de todo era que Harry le había creído.
No, a Louis le importaba una mierda los horarios escolares de Harry, había accedido a verlo solo los
fines de semana para poder mantener su vida normal por los cinco días de la semana, y cuando
digo “vida normal”, me refiero a drogarse, tener sexo con cualquiera que se le antojara y ser un
maldito hijo de puta.

Las lágrimas se apoderaron de los ojos verdes del pequeño y dejó caer la bandeja de madera
haciendo que los cupcakes rodaran por el suelo de la habitación, repleto de sostenes y bragas de
ropa interior femenina sucia. No quiso verlo un segundo más, porque si había experimentado
situaciones dolorosas en su vida, ninguna jamás se compararía con ver a la persona que más amas
en el mundo teniendo sexo con tres prostitutas y una persona como Andrew mientras se vuelve
cada día más adicto a las drogas. No, definitivamente Harry tardaría en superar aquello que vio.

¿Y qué fue lo peor de todo?

Que Louis ni siquiera notó que Harry había estado ahí.

CAPITULO 37

Corrió hacia la camioneta de Hannah atravesando puertas y asistentes, y todo el mundo lo miraba
como si estuviera loco.

Loco por Louis Tomlinson.

— ¡Harry!—los intentos de Patrick por tranquilizarlo fueron fallidos.

El asistente rubio sabía lo que había hecho: le había abierto la puerta al infierno a

Harry para que viera como Louis jugaba con él. Pero no se arrepentía, de esa forma Louis se daría
cuenta del monstruo en el que se estaba convirtiendo y si quería solo un poco a Harry, le pondría
un alto a su vida de excesos.

El pequeño atravesó la puerta principal del hotel envuelto en un llanto estremecedor, que no
dejaba de atormentarlo. Louis se había cagado en él.

Harry había preparado cupcakes para su cumpleaños y él le pagaba así. Louis no había superado a
Andrew, no había dejado las drogas y le importaba dos rábanos la felicidad de Harry. Después de
todo, lo había traído aquí para su propio placer.

Hannah abrió la puerta contigua de la camioneta y lo dejó pasar.

—¿Qué pasó? ¿Por qué lloras? ¡Voy a partirle la cara!

Pero Harry la detuvo.

—Solo quiero ir a casa.

— ¡Dime que ha pasado!


—Él estaba en la cama con tres prostitutas y su ex novio, y se estaba drogando— rompió en llanto
—Y él ni siquiera notó que yo estaba ahí.

Todo lo que Hannah pudo hacer fue abrazarlo y conducir de regreso a la casa de Harry. Todo se
había ido al maldito demonio.

—Si algo ocurre, llámame—detuvo el auto frente a la casa.

Él se secó las lágrimas con una manga.

—Solo quiero olvidarme de él—sollozó—Para siempre.

Apenas entró a su casa, descubrió que Anne no estaba, se había ido de compras de nuevo.

Corrió hacia el baño y vomitó. El pecho le ardía, amenazando con cerrársele y cortarle la
respiración. Tenía la cabeza maquinándole como un loco. Por un momento, sintió que
enloquecería. Tanteó sus píldoras y las ingirió en seco para calmarse. Se recargó contra el lavabo y
se observó al espejo.

Oh, Louis. Mira lo has hecho conmigo.

CAPITULO 38

El viernes era 24 de diciembre, y el teléfono de Harry no dejaba de sonar. No importaba cuantas


veces Louis insistiese, él no iba a contestar. No se la llevaría tan fácil.

Entonces Louis le dejó un mensaje al buzón de voz.

Holaaa, soy Harry. Ahora no puedo contestar, deja tu mensaje después del Biiip.

Y cuando la voz de Louis comenzó a sonar del otro lado de la línea, lo invadieron todo tipo de
sensaciones extrañas. Lo odiaba, lo odiaba con todas sus fuerzas por haber jugado con sus
sentimientos, pero se odiaba aún más a si mismo por amarlo más que a nada. Se odiaba por amar
a Louis Tomlinson. Esta vez no había marcha atrás. Se había pasado, había sido suficiente y él no
estaba dispuesto a perdonarlo.

¿Harry? Soy Louis, no tengo la más mínima idea de lo que puede estar pasando por tu mente
ahora mismo pero comienzo a preocuparme. Hoy es mi cumpleaños y esperaba que saliéramos por
la tarde, ¿te apuntas?

Déjame un mensaje cuando escuches esto. Te amo.

El corazón se le estrujó. Tomó el teléfono con odio.

—Yo también te amo, maldito hijo de puta—sostuvo el iPhone frente a él, como si de alguna forma
le estuviera hablando a Louis—Eres mi más hermosa equivocación.

Se secó las lágrimas con una manga y corrió escaleras abajo, donde Anne estaba llamándolo.
—Es Hannah, al teléfono.

Descolgó el tubo automáticamente.

—Cariño, cuanto lo siento, ¿estás mejor?

—No—se aclaró la garganta, no iba a llorar frente a su madre—Y tampoco le deseé un feliz
cumpleaños. Él ni siquiera lo sabe aún, me preguntó porque no contesto sus llamadas.

—Me parece bien—aseguró—Lo tiene bien merecido.

—No voy a soportar nada más, he tenido suficiente.

— ¿Y qué harás?

—Romperé con él.

—Espera, espera—no podía salir de su asombro— ¿Vas a romper con Louis?

Dame un minuto para asimilar lo que acabas de decir.

—Romperé con él y será como una película cliché. Pero en lugar de arrojar su ropa por la ventana,
arrojaré sus posters.

—Eso es original. Pero aún no creo que seas capaz, necesitas un tiempo—hizo una pausa. —
Quiero decir, es un completo hijo de puta, pero te costará dejarlo ir. Lo amas, Harry.

—Tienes razón—respiró hondo—Pero no puedo perdonarlo. No después de esto, no puedo,


Hannah. Él me ha dejado el corazón destruido.

—De acuerdo, piénsatelo bien y llámame si es necesario. Sonará estúpido y no suelo dar este tipo
de consejos, pero tienes que escuchar a tu corazón. Es la única forma de saber que mierda tienes
que hacer.

Harry vaciló.

—Nos vemos, Hannah.

Colgó.

La cabeza le ardía, no sabía qué hacer. Amaba a Louis y al mismo tiempo lo odiaba con todo su ser.
Él se había comportado como un gilipollas y no se merecía su amor. Una voz en su interior le
susurró que se olvidara de él, porque lo había usado y no lo amaba. La otra voz le gritaba que Louis
era un joven confundido y que él no podía abandonarlo.

Si lo amas, déjalo ir.

Si lo amas, ve por él.

No sabía qué hacer.

Faltaban solo horas para noche buena y Harry decidió que se daría un baño para despejar sus
ideas.
El recuerdo de estar con Louis en la tina de burbujas y el champagne lo asaltaron mientras el agua
tibia le rozaba la piel. Estaba cada vez más confundido.

Su mente estaba inundada de recuerdos y todos eran protagonizados por tatuajes y ojos azules. Se
estremeció dejando caer su cabeza hacia atrás. Su orgullo le impedía seguir en contacto con Louis,
pero su corazón le gritaba la verdad: él no podía dejarlo.

Todo el mundo tenía una droga. Y la suya se tinturaba el cabello de rojo furioso.

Harry Styles era adicto a Louis Tomlinson.

CAPITULO 39

Cuando el reloj marcó las doce, la nieve y los fuegos artificiales inundaron Londres. Era navidad.

Anne tenía los ojos vidriosos y Harry supo que se debía a su padre. Hannah estaba con ellos, y por
un momento deseó que Louis también estuviera allí. El corazón le retumbaba con fuerza en el
pecho, con un mal presentimiento apoderándose de su pulso nervioso.

Hotel London Hilton, Park Lane. Adentro.

Louis bajó al vestíbulo a encontrar una respuesta de Patrick al inesperado distanciamiento de


Harry.

—Tú—lo señaló con el dedo acusador—Sé que sabes la verdad. Dímelo todo.

Patrick no sabía de lo que hablaba y lo miró perplejo. Louis llevaba una playera blanca y una
bermuda color negra, vans, el cabello sucio y ojeras, como si se hubiera pasado el día entero
caminando de un sitio a otro tratando de descifrar lo que había provocado el alejamiento de Harry.

— ¿De qué hablas?

—La razón por la que Harry no quiere saber nada conmigo—lo tomó del brazo—Tú tienes algo que
ver.

El rubio soltó un suspiro de fastidio.

—El vino aquí el jueves.

— ¿Qué? ¿Cómo que vino aquí? ¿Lo dejaste pasar?—se alteró—Te dejé bien claro que no lo quería
por aquí en los días de semana. Jueves es un día de semana.

—Él te vio con las prostitutas mientras aspirabas cocaína.

Eso lo dejó seco como un frijol del día anterior.

Louis se alteró completamente. Sabía perfectamente lo que había sucedido el jueves 23, el día
previo a su cumpleaños número 23. Había invitado a tres o cuatro prostitutas, no podía recordar ni
siquiera sus caras, se había drogado hasta la madre y la había pasado fenomenal junto a Andrew,
haciéndole creer a Harry que ya jamás tendría contacto con él. Un completo mentiroso.

Louis no había pensado en que el pequeño podría aparecerse por el hotel un día de semana, y se
dedicaba libremente a su placer personal. El placer sexual que Harry no le daba. Por qué vamos,
era un niño inexperto e inseguro, ¿cómo podría satisfacerlo, a él, una bestia adicta y casi
sadomasoquista? No había forma de que se quedara satisfecho con dos o tres sesiones junto a
Harry y pudiera estar todo el resto de la semana en abstinencia, hasta que llegara el viernes y lo
viera de nuevo.

Él tenía sus amigos, sus prostitutas, sus vicios y sus pecados. Andrew lo visitaba frecuentemente,
cuando Harry no estaba, y el jamás había pensado en la posibilidad de que ambos se pudieran
cruzar. Sobre todo, porque Andrew tampoco sabía de la existencia de Harry.

Tenía perfectamente claro que lo que estaba haciendo era digno de una bofetada, pero Louis
Tomlinson era un gilipollas. Su orgullo y su maldita costumbre por llevarse el mundo por delante le
jugaban en contra al momento de poner sus ideas en orden: Si, él estaba enamorado de Harry.
Pero no quería aceptarlo.

Le aterraba la idea de perderlo, no quería dejarlo y tampoco quería admitir que lo amaba. Sus
estereotipos siempre habían estado claros para él, le gustaban las mujeres rubias y con grandes
senos. Luego llegó Andrew, y Louis comenzó a dudar acerca de su sexualidad, metiéndose en un
terreno que hasta ese momento desconocía, teniendo sexo con un joven.

Luego le rompió el corazón y juró que jamás volvería a enamorarse de nuevo.

Pero apareció él, un fanático cualquiera, un simple niño ordinario que lo desquició por completo.
Intentó ocultar los fuertes sentimientos que sentía por él desde el principio, tratándolo como si no
le importara, cuando se moría de ganas por quedárselo para siempre. Lo insultaba y lo hacía sentir
inferior, intentando disfrazar sus verdaderas intenciones, como si intentara engañarse a sí mismo y
así poder zafarse de lo que sabía, era un jodido amor por Harry.

No quería volver a enamorarse, no después de lo que Andrew le había hecho. Y lo había


conseguido, había pasado su cumpleaños solo, porque ninguno de sus

amigos se había molestado en llamar. Ni siquiera el mismísimo Andrew.

Y por mucho que le dolía, tampoco había llamado Harry. Había estado completamente solo.

En cuanto insultaba y denigraba al pequeño y este comenzaba a llorar, intentaba remediarlo todo,
con palabras dulces y promesas que él sabía jamás podría cumplir, pero no tenía alternativa: no lo
dejaría ir.

Y era consciente del terrible error que había cometido: A diferencia de Andrew, Harry se
preocupaba por él. Le preocupaba su salud, no le gustaba que consumiera drogas e intentaba que
condujera con moderación su Lamborghini.

Por su parte, Andrew era el que lo había introducido a las adicciones y el que lo retaba a superar el
límite máximo de velocidad en cada maldita calle de Noruega, donde solía vivir.
Y ahora lo había arruinado todo, el pequeño no iba a perdonarlo. Se lo merecía, pero no quería
aceptarlo. No quería que le volvieran a romper el corazón, no Harry. Él no podía dejarlo, Harry no
podía abandonarlo. Era la única persona en la que había depositado todas sus esperanzas por
mejorar.

Y por una estúpida equivocación como lo fue ocultarle sus encuentros sexuales con el idiota de
Andrew, las drogas y las prostitutas, lo había perdido.

La brújula había perdido a su barco.

La soga había perdido a su ancla.

Louis Tomlinson había perdido a Harry Styles.

— ¿Qué él vio qué?

—Te traía cupcakes, pero se le cayeron en cuanto te vio, y supongo que la asistenta ya ha limpiado
el desastre. —Suspiró—Lo hice por tu bien.

— ¿Por mi bien?—exclamó fuera de si— ¡Ahora lo he perdido para siempre! ¡Si querías hacer algo
por mi bien, le hubieras dicho que se marchara, y el estaría aquí conmigo!

—Sí, viviendo una mentira. —resopló como si ya estuviera harto de toda esa bola de mierda—
Ahora lo sabes, ahora te das cuenta del monstruo en el que te estabas convirtiendo. Si Harry no
logra que recapacites, no sé quién lo hará. Porque puedo asegurarte, Louis, que ni Andrew, ni las
prostitutas, ni los idiotas de tus amigos nocturnos, ni siquiera las drogas, podrán ayudarte. Ninguno
de ellos te abrazará cuando te sientas como mierda, ellos solo quieren algo de ti, y se llama fama y
dinero. No les importas una mierda, y no se lo pensarían dos veces a la hora de pisar tu cabeza. Es
hora de que abras los ojos.

— ¡Eres un hijo de puta!—pero tienes razón.

Lo empujó, quería golpearlo, quería estar furioso con él, quería desquitarse ahí mismo. Pero no
podía, no cuando Patrick tenía toda la puta verdad.

Era hora de abrir los ojos.

Y se largó a su habitación.

Al cabo de dos horas, Patrick decidió subir a ver si todo estaba bajo control. Para cuando entró,
Louis estaba tendido sobre su cama, inyectándose lo que parecía ser heroína con las manos
temblorosas y en un océano de vodka y pastillas. Al ver al rubio, intentó arrojarle una botella por la
cabeza para que se largara, pero ya no tenía las fuerzas para hacerlo. Había tocado fondo.

Hospital Midwood, Londres.

—Te recuperarás, Louis—la voz de Johannah, su madre, era borrosa, casi inexistente. Como si le
hablara bajo el agua, la oía lejana y nebulosa, como si hubiera un bloque de hielo entre ambos. —
Saldrás de esta.
El no entendía nada. Lo único que veía eran las lágrimas de su madre y la velocidad de una camilla
que atravesaba puertas como una bola de nieve corre colina abajo, destruyendo todo a su paso. Y
cuando finalmente se estrelló, cerró los ojos.

Louis había tenido una sobredosis.

CAPITULO 40

El sábado por la mañana, Harry corrió escaleras abajo como un niño en busca de sus regalos de
navidad. Hannah y su madre ya estaban desayunando, pero habían esperado a que él despertara
para ponerse a abrir los obsequios.

—Buenos días, cariño—Anne le depositó un beso en la frente—Y feliz navidad.

—Lo mismo digo—agregó Hannah.

Mientras bebía té y devoraba la última dona glaseada de la caja, en la televisión hablaron de Louis.
Sintió un escalofrío correrle por todo el cuerpo en cuanto leyó el encabezado.

Louis Tomlinson hospitalizado de urgencia por sobredosis

Anne no dijo nada, Hannah se tragó sus palabras y Harry sintió como un gran nudo se formaba en
su garganta.

Anoche, el polémico cantante Louis Tomlinson tuvo que ser hospitalizado de urgencia debido a una
sobredosis. Se habla de heroína, vodka y píldoras.

Afortunadamente, los médicos lograron desintoxicarlo y se recupera en el Hospital Midwood,


donde ya se encuentra fuera de peligro y podría ser dado de alta esta misma tarde. Afuera, cientos
de fans se movilizan para pedirle que deje las drogas.

Le deseamos una pronta recuperación.

Ahora, vamos al clima con Kate…

Louis realmente se había drogado hasta el fondo… ¿el realmente se había encontrado
abruptamente con la muerte y se había salvado? Algo dentro suyo le decía que él había sido la
razón, y otra le decía que fue simplemente un accidente mientras se drogaba como cualquier otro
día.

Pero él sabía que no era así, Louis no se estaba drogando como normalmente lo hacía. Había
probado algo que lo había dejado en ese estado, al borde de la muerte. Y no le sorprendería que
hubiera sido Andrew quién le hubiera dado esa mierda.

La simple idea de Louis muerto le congeló la sangre e inevitablemente se le nubló la visión, se le


habían llenado los ojos de lágrimas.

Después de todo, él lo amaba.


Al notar el estado de Harry, Anne propuso abrir los regalos.

Hannah recibió la discografía completa de Nirvana y una guitarra eléctrica, un vestido de diseñador
que aseguró lo usaría para el baile de invierno, y quinientos dólares en efectivo. Harry recibió una
nueva sudadera, Christine

de Stephen King, zapatos, y entonces notó dos grandes cajas de papel de regalo que no había visto.
Vio la correspondencia de la primera: Venía de Nueva York.

Su padre.

Conteniendo las ganas de llorar, la abrió. Dentro había un suéter de lana, y

Anne dijo que era de parte de su abuela. Metió la mano y sacó un disco: Make It Explode. El último
disco de The Yellows, que él ya tenía. Se estremeció.

Siguió sacando obsequios: lentes de sol y una laptop nueva. Luego encontró un álbum de
fotografías familiares y una lágrima rodó por su mejilla. Eran fotografías suyas, desde su
nacimiento hasta el día de su última cena familiar con Des Styles, cuando aún estaba en Inglaterra.
En otro sobre encontró postales de Nueva York que su padre le había enviado y por último, una
carta.

Harry,

Tu madre me cuenta sobre lo mucho que mejoras cada día y no puedo estar tan feliz. Estaré allí
para las vísperas de año nuevo, no puedo esperar a verlos a todos. No estaba seguro de cual disco
de The Yellows te gustaría y tomé el primero que encontré en la tienda. Te echo mucho de menos,
eres un hijo maravilloso y cada segundo contigo en este mundo es una bendición.

Te ama,

Tu padre.

Harry esbozó una sonrisa y guardó el papel en la caja. No lo había olvidado, su padre llegaría
pronto. Eso lo reconfortaba.

Entonces abrió la última caja y la correspondencia le puso los pelos de punta: Hospital Midwood.

—Lo encontré en la puerta esta mañana, lo dejé bajo el árbol para que Anne no sospechara —
susurró en su oído— Lo haré pasar por un regalo mío.

Harry le sonrió. Hannah era fantástica.

Al abrirlo, se encontró con una fotografía. Las arrugas alrededor de sus ojos azules, la mueca
graciosa y el cabello tinturado de rojo furioso que para entonces estaba algo desteñido le hicieron
saber que se trataba de Louis.

Tenía ojeras y estaba pálido, también notó que se le marcaban los pómulos como si estuviera más
delgado de lo normal, y tenía puesto un camisón de hospital. De esos que a Harry le habían
obligado a usar cuando tuvo una crisis a los diez años.
A la reversa de la fotografía había una breve carta escrita a mano, y por la desprolija caligrafía,
supo que la había escrito medio dormido.

Dirty Harry,

Te escribo desde el Hospital: la heroína, el vodka y un corazón roto son una mala combinación.
Lo sé, soy el menos indicado para hablar sobre rompimientos de corazones pero es que necesito
pedirte perdón.

Ya me encuentro bien, por si te lo preguntabas, y volveré al hotel en unas tres o cuatro horas.

Perdón, perdón por todo. Patrick me ha contado lo que viste y me sentí la mayor bola de mierda
del mundo. Es que lo soy, tú no te merecías esto. Siento que he mandado a la mierda a la persona
que mandaba a la mierda todo por mí. Te dije que no me lo perdonaría si te hacía daño, y eso
mismo estoy cumpliendo ahora: Creí que si ingería toda esa mierda me mataría, pero no fue así.
Por alguna razón, no morí.

Patrick me encontró desfalleciendo y me trajo a sala de urgencias, donde los médicos actuaron de
inmediato conmigo y me salvaron la vida.

Es que no puedo sentirme peor por la mierda que hice.

Incluso, cuando supe que habías derramado los cupcakes en el piso, intenté lamer la alfombra por
si quedaba algún rastro, pero la asistenta ya lo había limpiado todo y me quedé con un horrible
sabor a desinfectante en la boca.

Si te ríes te destruiré el trasero. Nah, solo bromeo.

Me siento muy mal, ¿me perdonas? Sé que no me lo merezco, no, por supuesto que no me lo
merezco, pero es lo único que puedo pedirte.

Te amo Harry, siempre estarás en mi corazón.

Tuyo sinceramente, Louis.

Se secó las lágrimas con la manga del pijama y encontró un trozo de papel arrugado con la letra de
una canción escrita a mano, titulada Look After You.

Escribí esta canción hace tiempo pero no había podido terminarla, es la misma que te canté al
teléfono un día. La terminé hace un rato. Te prometo que estará en el próximo álbum.

Por favor perdóname, sé que no puedo siquiera cuidar de mí mismo, pero estoy dispuesto a cuidar
de ti.

Atte: Un triste, arrepentido y con olor a hospital, Louis Tomlinson.

CAPITULO 41
Ese mismo día al caer la noche, el teléfono de Harry vibró. Estiró el brazo desde la cama para
tomarlo y vio la fotografía de Louis iluminándose en la pantalla junto al nombre de contacto :) :)
Boo ♥ ♥

El pulso se le aceleró, ¿para qué estaba llamándolo? Él no lo había perdonado aún, ni siquiera
había respondido a sus mensajes o a sus llamadas, ¿Por qué debía hacerlo ahora? La imagen de
Louis impaciente del otro lado de la línea lo hizo sonreír.

Miró la hora: 22:45.

Seguramente ya estaba en su habitación en el London Hilton, y realmente esperaba que no hubiera


estado con ninguna compañía indeseada o consumiendo narcóticos.

Y dentro de su cabeza, se estaba desatando una guerra.

Una voz le gritaba:

¿Por qué te preocupas por él? ¡Idiota, te tiene comiendo de la palma de su mano! ¡Cuelga el
maldito teléfono!

La otra estaba aún más enojada, y le suplicaba:

¡No escuches a la de arriba! ¡Lo amas! ¡Atiende y escucha lo que tiene para decirte, está
arrepentido y te ha confesado que te ama! ¿Cuántas personas tienen la dicha de ser amadas por
Louis Tomlinson? ¡No seas idiota y no lo dejes ir!

Pero la otra simplemente estaba como:

Yo solo quiero a Patch Cipriano.

Volvió a bajar la mirada hacia el iPhone. Llamada entrante de :) :) Boo ♥ ♥ No importaban las
circunstancias, el jamás iba a cambiar ese nombre de contacto. Y finalmente… atendió. Adiós
orgullo.

— ¿Hola?—sonó nervioso, nervioso por volver a hablar con Louis después de lo que había pasado.

¿Lo has perdonado, idiota?

¡Tú cierra la boca, Louis está hablando!

—Hola, Dirty Harry, enciende la laptop, te llamaré en Skype—y colgó.

¿Skype? Recordó la vez que lo dejó plantado y negó con la cabeza con una sonrisa vaga. El aún
tenía su nombre de usuario, y al parecer había aprendido a usar la aplicación.

Corrió hacia el baño, se enjuagó la cara con agua fría y se quedó mirándose a sí mismo en el espejo
durante unos segundos. Tenía el rostro de un color casi amarillento, los dientes relucientes y los
rizos despeinados ya que había estado durmiendo. Además estaba mucho más delgado que de
costumbre, y sentía una acidez en la garganta debido a los vómitos que le estaba provocando la
nueva medicación.
— ¿Cómo alguien como Louis puede estar enamorado de… mí?—se preguntó con una expresión
de asco en su rostro mientras veía al pequeño de 17 años en el reflejo del cristal.

Volvió caminando hacia la habitación y se puso frente a la computadora. Louis lo estaba llamando
en Skype, y luego de vacilar un instante, le devolvió la llamada.

Y allí estaba, el flamante arrepentido Louis Tomlinson. Tenía el cabello desteñido y comenzaba a
tornarse de su color castaño, bolsas bajo aquel par de ojos azules que ahora estaban tranquilos y
calmados. Ya no estaban inyectados en sangre. Ya no tenía la expresión de haber estado drogado y
su rostro ya no reflejaba resaca.

¿Y si realmente se había… recuperado? No se quería hacer falsas ilusiones.

Louis tenía una bata color azul y al parecer estaba con las piernas flexionadas, presionando la
espalda contra el respaldo de su cama, la cual reconoció enseguida.

—No sabes lo bien que me hace volver a ver tu preciosa carita—arrugó la nariz, Louis estaba…
¿sonrojado?

— ¿Mi… preciosa carita?—Harry no quería volver a caer en sus palabras bonitas.

Louis hundió su rostro sobre su brazo flexionado y se quedó observándolo hasta que lo hizo sentir
incómodo.

— ¿Porqué… me miras, Louis?

—Porque eres hermoso.

— ¿Has googleado a Augustus Waters?

—Necesitaba informarme sobre ese tipo, aparentemente lo tiene todo, y aparentemente si quiero
que me perdones, tengo que ser como él.

Harry sacudió la cabeza con una sonrisa.

—No es necesario que hagas nada, Louis.

— ¿Hay algo que pueda hacer por ti? Necesito hacer algo que te haga sentir mejor.

Harry vaciló.

—Sal de mi vida, deja de lastimarme.

—Eso nunca—se encogió de hombros—He llegado para quedarme. Y sé que vas a perdonarme.

—Yo solo—Harry bajó la mirada.

—No digas nada—ordenó—Tengo algo para ti Y entonces se aclaró la garganta, Harry lo miró sin
saber qué decir.

—If I don't say this now I will surely break, as I'm leaving the one I want to take—su voz era tan
dulce— Forgive the urgency but hurry up and wait, my heart has started to separate.

Harry sintió como si todo su cuerpo ardiera, Louis le estaba cantando la canción.
Intentó permanecer indiferente, pero demasiado tarde: ya se había sonrojado.

Oh, oh, sé mi bebé

Ohhhhh

Oh, oh sé mi bebé

Cuidaré de ti

—Louis…

Pero el continuó.

—There now, steady love, so few come and don't go, will you won't you, be the one I always know
—podía jurar que jamás lo había visto tan seguro de sí mismo—When I'm losing my control, the
city spins around. You're the only one who knows, you slow it down

Oh, oh, sé mi bebé

Ohhhhh

Oh, oh sé mi bebé

Cuidaré de tí

—Feliz navidad, Harry.

Bajó la mirada sonrojado y unos pequeños hoyuelos se formaron en sus pálidas mejillas.

— ¡Tienes hoyuelos! ¡Esa es la cosa más putamente tierna que he visto!—cuando sonreía, sus ojos
brillaban.

—Feliz navidad, Louis. —Vaciló—Y feliz cumpleaños, por cierto.

—Te he hecho sonreír, y he visto tus hoyuelos. —tenía una sonrisa triunfante en su rostro—
Además me has deseado feliz navidad y cumpleaños, ¿eso significa que…?

Él tenía que completar la frase, le daba igual todo lo que había pasado. No era el momento para
ponerse a dudar. La persona que más amaba le estaba pidiendo perdón por todo y volvería a
apostar en que las cosas funcionarían esta vez. La última vez.

—Que te perdono, Lou.

CAPITULO 42

Louis... te necesito, por favor perdóname.

No, Harry. Se acabó.

Por favor... iré a tu habitación de hotel.

¡No! ¡Ni siquiera lo menciones! ¡No quiero volver a pisar esa maldita habitación!
Deja de engañarte a ti mismo.

¡Y tú deja de mentirme! ¡Todo este tiempo me lo has estado ocultando!

Harry cierra la puerta con cerrojo.

Ahora intenta escapar.

¡Harry! ¡Mira lo que me has hecho!

Ahora estás tan enfermo como yo.

Se despertó de golpe, transpirado y con la respiración irregular por haber soñado con Louis en una
situación tan... extraña. Echó un vistazo rápido al reloj.

03:00 a.m.

Sintió como un escalofrío le recorría la espalda, haciéndolo estremecer. Harry no era del tipo que
leía historias de terror, pero sabía que despertarse luego de una pesadilla a las tres de la mañana
no era un buen augurio. Y en realidad no sabía si eso que acababa de ver en sus sueños había sido
una pesadilla o una simple advertencia. En cualquier caso, le aterraba. Le aterraba profundamente.
No quería siquiera pensar en Louis padeciendo la misma enfermedad que él padecía, no quería
pensar en Louis muerto, en Louis enojado con él.

Una vez en la escuela, su profesor de psicología le había dicho que los sueños normalmente
transmitían deseos que subconscientemente hemos dejado en la parte oscura de nuestra mente.
Pero él ni siquiera sabía si era un sueño o una pesadilla. Solo quería proteger a Louis de sí mismo.
Porque era una maldita bomba de tiempo.

A las siete de la tarde mientras estaba saliendo de la ducha, Louis llamó a Harry por teléfono y este
tomó el iPhone con manos temblorosas.

— ¿Hola?

—Hola, Dirty Harry. —sonaba tranquilo, como si nada hubiese pasado.

— ¿Qué... qué pasa, Lou?—titubeó.

— ¿Debería pasar algo?—notó como Louis se tensaba.

—No, no. —mintió—Solo tenía un poco de dolor estomacal, creo que algo me ha caído mal.

—Escucha, ¿puedo pasar por ti en un rato?

—Yo...

—Si tienes planes, lo entiendo. —y también entiendo que voy a destrozarte el culo sino vienes.

Como si hubiera podido escuchar sus pensamientos, Harry no tuvo otra alternativa y accedió.

—Vale, pasaré por ti en media hora.

La cabeza le daba vueltas, como un rayo se puso lo primero que encontró en el armario y se tragó
tres píldoras blancas y amarillas en seco. Tomó su iPhone y luego sintió como el estómago volvía a
revolvérsele, haciendo que sus tripas le dieran ganas de vomitar. Ignoró completamente lo que
sentía y salió de la casa a toda velocidad, despidiéndose de Anne con solo un sacudón de manos en
el aire. La pesadilla le había estado resonando en la cabeza durante todo el día, no quería volver a
ver a Louis si eso significaba hacerle daño, pero como un estúpido, lo había perdonado y había
accedido a encontrarse con él. Entonces el Lamborghini se detuvo frente a él con un chirrido de
neumáticos.

Y ahí supo que ya no había marcha atrás. Si iba a hacerle daño a Louis, lo había hecho desde el
primer día en que accedió a verlo en escondidas nocturnas. Le había hecho daño desde un
principio, ya era demasiado tarde para arrepentirse.

Supongo que ahora puedo sacar provecho de esto, pensó.

Cuando se dio cuenta de lo que acababa de decir, sacudió la cabeza irritado. No era posible que
aquella faceta oscura y lujuriosa se estuviera apoderando de su cuerpo. Louis lo había lastimado, le
había hecho las mil y una traiciones, y el Harry de todos los días lo había perdonado.

Pero ese Harry se había marchado desde la noche anterior, y ahora un nuevo joven se apoderaba
de sus frágiles huesos. Un joven lleno de odio, con sed de venganza y hacerle mucho daño a Louis.
Dirty Harry. La faceta sucia que el joven había estado reprimiendo durante toda su vida, la faceta
que había dejado en la parte oscura de su cabeza. La que nunca salía.

Se había desatado y cuando Louis salió del vehículo para saludarlo, las comisuras de los labios de
Harry se calaron hacia arriba, en una sonrisa que solo pronosticaba una cosa: venganza.

—Hola, Harry. —Te equivocas, mi nombre es Dirty Harry. Estoy tan sucio como tú nunca lo has
estado y soy tan hijo de puta como tú nunca lo has sido.

—Hola, Louis. —Se ajustó el cinturón de seguridad, aún con un poco de dolor de cabeza por la
guerra que se estaba desatando en su interior. — ¿Vamos al hotel?

El pelirrojo sonrió.

—Sí.

Las imágenes de su pesadilla volvieron en un relámpago de flashbacks.

Cerró la puerta del Lamborghini justo cuando Louis presionó el acelerador rumbo al London Hilton.

Ahora intenta escapar.

Sacó una fría lata de cerveza del maletero y se bebió casi todo el líquido de una sola probada. Se
secó los restos de la bebida de los labios con una manga y soltó aire como si realmente lo hubiera
disfrutado, como si hubiera sido la cerveza más deliciosa que había probado jamás. Harry nunca
había probado una cerveza, pero Dirty Harry era un alcohólico. Louis lo miró con ojos de terror.

— ¿Harry?—casi pudo sentir el miedo en el tono de su voz, y eso le causó tanta gracia que se echó
a reír como un desquiciado.
Arrojó la lata por la ventana y luego subió nuevamente el vidrio de la ventanilla.— ¿Qué?—estaba
completamente a la defensiva. — ¿Me dirás que no tienes diez dólares para comprar otra lata de
cerveza, niño rico?

Louis abrió la boca para contestar, pero Dirty Harry le depositó un beso, haciendo que le temblaran
los labios.

— ¿Qué te sucede?—Ahora estaba asustado—Tu nunca te comportas así...

Entonces el flashback lo golpeó nuevamente, y sintió como el pequeño e inocente Harry que
estaba siendo ahogado por su faceta sucia y malvada, lograba sostenerse de un pedazo de madera
en el océano. Se dio cuenta de lo que acababa de hacer y sintió ganas de llorar.

— ¡Lou!—se tapó la cara avergonzado— ¡No sé ni que me está pasando! ¡Por favor perdóname!

El mayor lo miró de reojo mientras aparcaba el Lamborghini en el estacionamiento del London


Hilton, y su pulso comenzó a estabilizarse nuevamente. Al parecer había sido solo un pequeño
brote de locura.

—No tienes que ponerte nervioso—tomó su mano con delicadeza para asegurarse que realmente
se trataba de... él. —Soy yo, Louis.

¿Louis? ¿El maldito hijo de puta que ha jugado con mi puto corazón? ¡Tan solo espera a ver como
acabo contigo!

Se le formó un nudo en la garganta.

¡Basta! ¡Sal de mi cabeza!

Quería lanzarse a los brazos del pelirrojo y decirle todo, quería contarle sobre el maniático que se
apoderaba de sus pensamientos y quería desatar un infierno en la vida de ambos, quería contarle
sobre la enfermedad que padecía pero no se atrevía. En cualquiera de las dos formas, iba a perder
a Louis

Si le decía que estaba enfermo, si le contaba sobre el demonio en su cabeza y si decidía seguir
adelante con las escapadas nocturnas, de todas formas iba a perderlo. Y no sabía qué hacer para
evitarlo.

—No me dejes—aspiró la fragancia a perfume en el cabello de Louis mientras sentía que las
lágrimas explotaban en sus ojos—No me dejes solo.

—Nunca voy a dejarte—corrió uno de sus rulos detrás de su oreja y depositó un pequeño beso en
la frente del pequeño. —Nunca.

Entraron al hotel, saludaron a Patrick con una sonrisa, pero Harry no podía mantenerse quieto.
Estaba temblando, le dolía el estómago y por un momento creyó que se arrojaría a una maseta
para vomitar. Y en cuanto Louis hizo girar la llave en la cerradura, Harry corrió al baño y
simplemente vomitó.

— ¿Harry?—era la tercera vez que este golpeaba a la puerta. — ¿Te encuentras bien?
Pudo escuchar como tiraban de la cadena, y al cabo de unos segundos, el chico de los rulos salió
del cuarto de baño. Pero había algo diferente en él.

Sus ojos verdes ya no reflejaban inocencia y su sonrisa ya no era amigable. Ahora sus ojos estaban
ardiendo en llamas y su sonrisa era un mal augurio para la seguridad de Louis.

Dirty Harry había regresado.

CAPITULO 43

Ahora intenta escapar.

¡Sal de mi cabeza!

Se desplomó en los brazos de Louis tratando de no volverse loco. No sabía que mierda estaba
sucediendo en su cabeza, no era un esquizofrénico, no tenía desórdenes de personalidad, no era
un maldito demente. Eran sus deseos internos, sus pequeños y sucios deseos internos que había
dejado en la parte oscura de su mente. Los había reprimido tanto, su amor por Louis le había
hecho acumular tanta ira, tanta sed de... asesinarlo.

¡No! ¡Jamás le haría daño a Louis!

Vamos, se merece lo que vamos a hacerle... Ha jugado contigo, pero no lo hará conmigo.

— ¿Harry, estás bien?—recargó su frente contra la del pequeño y cerró los ojos —.Todo está bien,
yo estoy aquí.

Y yo también.

— ¡Debo irme! ¡Por favor, no quiero hacerte daño!—se estremeció ante los flashbacks que se
proyectaban en el centro de su mente—.Por favor, ¡aléjate de mí!

— ¡Harry!

Pero este ya estaba intentando salir por la puerta, cuando se dio cuenta: estaba cerrada con
cerrojo.

— ¿Has cerrado la puerta?—preguntó Louis, con un tono de incredulidad en su habla.

— ¡Yo no he sido!

Ahora intenta escapar.

—No pasa nada, tal vez se trabó. —Louis no parecía estar preocupado en lo más mínimo
—.Llamaré a Patrick luego, por el momento, tu y yo tenemos algo pendiente.

— ¡No puedo hacerte esto!—la voz le flaqueaba, como si estuviera tragándose las ganas de llorar.
Y Louis lo abrazó por detrás, depositando pequeños besos a lo largo de su cuello y su barbilla,
llegando lentamente hacia las comisuras de sus labios. No podía resistirse, cada vez que él lo
tocaba, Dirty Harry se volvía más fuerte.

Entonces simplemente se arrojó sobre él. Si iba a hacerle daño a Louis, lo había hecho desde el
primer día en que accedió a verlo en escondidas nocturnas. Le había hecho daño desde un
principio, ya era demasiado tarde para arrepentirse. —Júrame que nunca vas a dejarme—el aliento
de Louis impregnaba en el lóbulo de su oreja, y la cabeza le daba vueltas—.Porque yo nunca voy a
abandonarte.

No sabía que contestar, así que simplemente le plantó un beso en los labios, intentando alejar
aquella propuesta que no podía ser aceptada. Louis le correspondió el beso con intensidad y lo
presionó fuertemente contra una de las paredes, provocando que uno de los veladores de cristal
en la mesa de luz junto a la cama se hiciera pedazos en el suelo. Harry temblaba, como si por cada
contacto con la piel del pelirrojo le vibraran los huesos. Lo observó antes de llevárselo a la cama y
sintió como las lágrimas formaban fila en sus ojos para salir disparadas como un grifo de dolor y
culpa. Sería la última vez que lo tendría. Sería la última vez que podría disfrutar de Louis antes de
que le dijera la verdad y este lo odiara, lo insultara e incluso golpeara. Sería la última vez que Louis
iba a decirle cosas bonitas antes de que se marchara para siempre.

El mayor lo arrojó sobre las sábanas y le arrancó la ropa como si estuviera realmente desesperado
por poseer el cuerpo de Harry, como si hubiera estado siglos sin probarlo. Lentamente, comenzó
despacio ya que el pequeño estaba comenzando a llorar, y luego tomó más fuerza. No podía estar
disfrutándolo más.

—Dime que me amas. —susurró en el oído del pelirrojo.

Solo quiero asegurarme de que me amaste antes de marcharme. Por favor.

—Te amo.

¿Me amas? Demasiado tarde.

Lo abrazó y ambos rodaron por la cama hasta caer al suelo. Entonces Louis se lo dijo.

—Harry... te necesito.

—Yo también te necesito.

—No entiendes...—suspiró como si realmente le avergonzara proponérselo—.Nunca me has


follado. Necesito que me folles. Te quiero dentro de mí.

No, no.

¡Hazlo! ¡Él mismo te lo está pidiendo! ¡Arruínale la vida!

—Louis, no entiendes yo...—pero las palabras se le escurrían de la boca como si se tratara de una
alcantarilla al llover—.No puedo hacerlo.

—Por favor, Harry—rogó—.Mañana retomaré la gira por América, necesito satisfacerme.

Se quedó estupefacto. ¿Qué? ¿Louis iba a marcharse después de todo? ¿Entonces...


podría desquitarse con él y luego ambos tomarían caminos separados, y jamás volverían a verse en
la vida? ¿Así es como debía terminar?

Él lo sabía. Louis no iba a quedarse en Londres para siempre, ni siquiera en Inglaterra. Jamás se
quedaba por tanto tiempo en una ciudad, y estaba alargando su estadía en aquel lugar por Harry.
Pero cuando las luces se apagaron, el show terminó. Louis tomaría el avión rumbo a Estados
Unidos y se olvidaría de él. Ya se lo había dicho, y estaba cumpliéndolo.

Su respiración se había tornado irregular. No quería insertarse simplemente en Louis y que luego
todo se acabara como si nada hubiera sucedido. No quería simplemente dejarlo ir. Pero eso era lo
que tenía que suceder, y en ese momento, Louis le estaba pidiendo a gritos que lo follara.

Y cerró los ojos. Su miembro estaba erecto y podía rozar la piel del trasero de Louis ardiendo. Tenía
que hacerlo, no tenía idea cómo, pero debía hacerlo. Y sucedió. La electricidad se apoderó de sus
caderas y lo envistió con una fuerza que desconocía hasta el momento. Louis gritó, pero Harry le
tapó la boca con una mano, y con la otra, le jaló el cabello. Volvió a gritar, y este volvió a reprimir
sus gritos. No era Harry, era Dirty Harry. Sus torsos estaban sudados y se chocaban con cada
embestida.

—Esto es por llamarme princesa de mamá—su voz era casi diabólica, sus intenciones aún peor.

¡No!

Louis gritó.

Otra embestida.

—Esto es por insultarme como si no valiera nada.

Otra embestida.

Las venas en el cuello de Louis parecían a punto de explotar. Su respiración estaba agitada.

—Esto es por creerte mejor que yo.

Otra embestida.

—Y esto es por haberme enamorado de ti, aunque seas la persona más hija de puta del mundo.
Esto es por el daño que me has hecho, y porque aun así te amo.

Louis gritó con todas sus fuerzas, lo estaba destrozando, y cuando quiso darse cuenta, Dirty Harry
ya había insertado su miembro en la boca del pelirrojo, haciendo que este se tragara todo su
líquido sin siquiera darle tiempo a pestañear.

Bum.

Harry volvió a sí mismo y se desplomó sobre las sábanas con la cabeza reposando sobre una
almohada, no habían usado condón.

¿Qué hice?

Y casi pudo ver como Dirty Harry se alejaba correteando, feliz por haberse salido con la suya.
Ahora estás tan enfermo como yo.

CAPITULO 44

Despertó consternado, afuera la nieve había cesado y como resultado había dejado un manto
blanco sobre la ciudad. Volteó dispuesto a enterrar su nariz en el cabello de Harry cuando lo notó:
Él no estaba ahí.

Se sentó bruscamente en la cama con cierto desconcierto, pero efectivamente, él era el único en la
cama.

— ¿Harry?—se levantó de una patada. — ¿Jugando a las escondidas, eh?

Buscó bajo la cama, en el armario, en el cuarto de baño y en el balcón. No había rastros del
pequeño.

¿A dónde había ido? Se suponía que pasarían la noche entera juntos, Louis debía tomar el vuelo
hacia América en unas horas y perder a Harry no estaba en sus planes. Se cepilló los dientes y bajó
corriendo hacia el vestíbulo en busca de Patrick. El rubio estaba usando su laptop en uno de los
sofás cuando el ascensor se abrió y un frenéticamente preocupado Louis apareció en la sala.

— ¡Louis!—se puso de pie al instante.

— ¿Has visto a Harry?—se acercó a él—.Dijo que pasaría la noche aquí pero no está en mi
habitación. Creí que tal vez él... se había escondido, no lo sé.

—No lo he visto por aquí.

Eran las once de la mañana, ese mismo día Louis debería tomar el vuelo hacia

Los Ángeles junto al resto de la banda. Le dejó la décima cuarta llamada a Harry y cansado de que
siempre le saltara el contestador, se dio por vencido. Se puso un abrigo y se reunió con Ben y Clair
en el aeropuerto de Londres, aún con la cabeza echando humo por no saber qué mierda le había
pasado a Harry. El avión no había despegado aún, y cuando la azafata estaba dando las
indicaciones que daba en cada maldito vuelo y que Louis ya sabía de memoria, su teléfono vibró en
sus pantalones.

El corazón le retumbó con fuerza en el pecho cuando lo vio: Era un WhatsApp de Harry.

Lou.

Sé que estas preguntándote donde mierda estoy, puedo leer tu mente. No, no estoy jugando a las
escondidas, así que no busques en el baño, ni debajo de la cama, ni en el armario. No estaré ahí,
estaré mucho más lejos para cuando leas esto. Seguramente ya estás tomando tu vuelo a Estados
Unidos ahora, y lo sé porque a pesar de todo, sigo siendo ese fan desquiciado que siempre he sido.
Que nos encontremos no cambia nada, yo sigo siendo tu pequeño fan y tú sigues siendo mi gran
ídolo.

¿Me perdonas? ¿Me perdonas por no haberte dicho esto desde un principio?

Te juro que jamás quise mentirte y por eso traté de no tocar el tema durante todo este tiempo.
Porque si me preguntabas qué significaban aquellas píldoras amarillas que ingería a diario, no iba
a tener el valor de mentirte. Y en serio me asustaba perderte, y en serio quería seguir con esto,
porque cuando tienes SIDA, nunca sabes cuándo es tu "último día". Es patético de mi parte
hablarte sobre esto a través de un mensaje de WhatsApp. Lamento, en serio lamento, tener que
decirte que me voy. No puedo volver a verte, no puedo volver a mirarte a los ojos cuando sé que te
he transmitido mi enfermedad y que por un maldito capricho tan estúpido e infantil como
conseguir el autógrafo de tu cantante favorito, ahora seas tú el que esté sentenciado a morir de
SIDA, cuando el único que debería estar muriendo soy yo. No voy a pedirte que me entiendas, solo
que me perdones. Ódiame, grítame, insúltame, llora y borra todas nuestras fotografías, borra mi
número y mi usuario de Skype. Olvídame, porque te aseguro que yo jamás podría hacer lo mismo.
Así que Louis, mi amor, no me busques. Por favor no vayas a mi casa, no me llames por teléfono, no
me pidas que te explique porque estoy haciendo de tripas corazón para escribir esta estúpida carta.
Te estoy viendo dormir y estoy tratando de no llorar muy fuerte porque no quiero despertarte. Si
hay una razón por la que decidí pasar estos últimos días junto a ti es porque el doctor me ha dicho
que he empeorado. No estoy seguro acerca de cuando voy a morir. Por eso no supe que contestarte
cuando me preguntaste si iría a la Universidad luego del instituto. No supe que contestar porque ni
siquiera sabía si estaría vivo al día siguiente. Si hay una razón, Louis, por la cual jamás te traté mal,
si hay una razón, Louis, por la cual jamás quise mentirte, por la que jamás te he dicho que no, por
la que jamás desperdicié cada segundo que pasé a tu lado, es porque nunca antes había estado tan
asustado de la muerte.

Tal vez, cuando tenía unos años menos, me hubiera dado igual morirme. Pero ahora no quiero
hacerlo. No quiero morir porque te tengo a ti, no quiero morir porque ahora mismo sé que tengo
demasiadas razones por las que tengo que seguir vivo. Y tú eres una de ellas.

Pero eso no depende de mí.

Louis, te juro que jamás quise que esto sucediera. Yo solo quería un autógrafo, te lo juro. Pero
cuando me ofreciste pasar un número demasiado tentador de noches junto a ti, no pude negarme.
No pude negarme porque simplemente ya no podía seguir respirando sin motivos. Quería un
motivo para despertarme cada mañana y pensar "Oh, estoy muy emocionado porque hoy haré
esta cosa, y mañana tal otra" ¿me entiendes? Yo jamás podría haber dicho que no porque sabía
que era una oportunidad que jamás podría volver a repetirse, sobre todo porque para algunas
personas, las oportunidades vienen y van, pero cuando tienes un 70% de probabilidades de no
llegar vivo a los 30 años, simplemente no puedes decirle que no a las cosas maravillosas de la vida.
Y tú eres una cosa maravillosa, con defectos, tatuajes, y todo.

Eres maravilloso.
Por eso, Louis, pequeño oso de felpa, no hagas nada estúpido, contacta con tu médico de confianza
y hazte unos estudios antes de que sea demasiado tarde. Cuando te contagian el SIDA, es más
probable de que tengas una vida larga, medicada, pero vivirás.

Pero cuando naces con el SIDA, porque tu madre lo tiene antes de que tú nacieras, no tienes tantas
probabilidades de vivir mucho . Y por eso no pude decir que no cuando me ofreciste quedarme
contigo esa noche. Y cuando te besé, me sentí fatal, porque sabía que estábamos transmitiendo
fluidos, y sabía que eso era una muy mala acción de mi parte, porque esta mierda se transmite por
fluidos.

Ni hablar de lo que has hecho hace unas dos o tres horas. Te has tragado mi semen entero y yo no
pude detenerte. Simplemente te veías tan feliz, yo no pude negarme. Y cuando me dijiste que te
habías enamorado de mí, me sentí aún peor, porque tú estabas confiando en mí, y yo solo estaba
aprovechando mis últimos años de vida sin que me importara un carajo si tú contraías mi
enfermedad o no.

Ódiame, por favor, eso me haría sentir un poco mejor. Aunque suene tonto, pero realmente me lo
merezco. Me sentiría aún peor si me fueras a buscar, créeme que me sentiría como la mayor bola
de mierda del mundo. Y nota que estoy diciendo muchas malas palabras, pero realmente estoy
haciendo esfuerzos para no lanzarme por el balcón de tu habitación, porque sería una salida
mucho más rápida y me ahorraría escribir todo esto. Pero yo no quiero suicidarme, porque estoy
seguro de que yo me sentiría fatal si tú te quitaras la vida, y es por eso que no quiero hacerte lo
mismo. Simplemente me quedaré en el hospital a esperar a la muerte. Ya he hecho todo lo que
quería hacer en el mundo, y muchas de las cosas que quería hacer, las he logrado gracias a ti.
Siéntete la mejor persona del mundo, porque lo eres. Espero que cada mañana te mires al espejo y
te encuentres cada día más atractivo porque te aseguro que eres el hombre más hermoso del
mundo. No dejes que ningún idiota te diga lo contrario. Espero que te sientas la mejor persona del
mundo al saber que has logrado mejorar la vida de una persona, la mía.

Porque sí, la has mejorado y mucho.

 Eres importante para muchas personas, pero te aseguro que ninguna de ellas te amará tanto
como yo he logrado amarte, incluso me sorprendo a mí mismo al escribir esto, porque ni siquiera
podría escribirle esto a mi madre. Y sabes lo mucho que amo a mi madre. Por cierto, ella no lo
sabe. Nunca se lo he dicho, y por eso me siento un poco menos hijo de puta, porque al menos he
podido cumplir con esa promesa. Incluso aunque me pediste que olvidara el contrato.

Bueno, son casi las siete, ¿puedes creerlo? Es la primera vez que paso la noche entera contigo, es
una mierda que sea la última.

Está bien, ya llevo como diez mil renglones y comienzan a dolerme los dedos, en cualquier
momento el táctil de mi iPhone morirá.

Te diría que te amo con toda mi vida, con todas mis fuerzas y con todo mi corazón, pero estaría
mintiéndote. Porque mi vida es corta, y yo te amo infinitamente. Porque mis fuerzas son escasas, y
mi amor por ti es cada segundo más abundante.
Y porque el corazón, como he leído en un libro de la escuela, deja de latir al cabo de un tiempo. Y
mi amor por ti jamás se acabaría.

Por eso, Louis William Tomlinson, te amo con toda mi alma, porque si hay algo que jamás muere,
es el alma. Al igual que mi amor por ti.

Tuyo sinceramente, princesa de mamá, bueno, Harry xx

(¡Nota que conservo mi sentido del humor incluso en los mensajes de despedida!)

Recibido a las 12:56 p.m.

Tragó saliva en seco y sintió como si fuera a desmayarse. Un sentimiento de ira lo asaltó con fuerza.
Quería llorar. Quería golpear a Harry pero él sabía mejor que nadie que no podía hacerlo. No podía
hacerle daño a Harry.

No a él.

—Disculpe—la azafata lo sacó de sus pensamientos—.No puede usar su teléfono aquí.

Le lanzó una mirada de infierno y se levantó de su asiento con total violencia, empujando a todo el
mundo de su camino. Se bajaría del avión e iría por Harry.

La gira podía irse a la mierda.

Harry Styles, de una forma u otra, voy a encontrarte.

CAPITULO 45

Unas horas antes

Luego de que Dirty Harry se marchara y de que Louis cayera completamente dormido a su lado,
acurrucado en sus brazos, con la cabeza reposando en su pecho y soltando pequeños ronquidos
como un oso de felpa, Harry no pudo volver a dormirse. La culpa lo devoraba por dentro y él sabía
que no era merecedor de estar allí, entre la piel de Louis Tomlinson y las sofisticadas sabanas del
London Hilton. Intentando zafarse de los brazos casi raquíticos del pelirrojo, saltó de la cama de
una patada y tratando de no chocar con nada que hiciera el ruido suficiente como para despertar a
Louis en el proceso.

Aún le dolía el estómago.

Se lavó la cara y se cambió, y cuando estaba dispuesto a marcharse, lo vio. Abrazando una
almohada, semicubriendo su piel desnuda con las sábanas blancas,

con el cabello alborotado y una pequeña sonrisa en sus labios, labios que susurraban Harold,
quédate.

Pero estaba dormido, profundamente dormido.


—No puedo hacerte esto—se dijo a sí mismo—Nosotros dos no podemos estar juntos.

Entonces tomó su iPhone y comenzó a teclear, a teclear la carta que Louis leería unas horas más
tarde.

Te amo tanto, siempre estaré aquí para ti.

Negó con la cabeza y supo que estaba mintiendo. El no estaría allí para siempre. Y borró esa última
línea.

Quiso depositarle un pequeño beso en la frente, puesto que su rostro se tornaba de un aire
angelical mientras estaba dormido, pero eso suponía correr el riesgo de despertarlo, y si Louis
despertaba estaría en problemas.

Así que simplemente le dijo que lo amaba, y se enjugó una lágrima, porque ya había comenzado a
llorar. El jamás había sido bueno para las despedidas.

Aún echaba de menos a su padre, ¿cuánto extrañaría a Louis? ¿Cómo serían las noches de fin de
semana sin él? ¿Sin el perfume a dinero y belleza? ¿Sin sus ojos, sus labios, su piel y su
embriagadoramente bipolar personalidad? No quería desprenderse de él, pero tenía que hacerlo.

En cuanto salió de la habitación, se ajustó la chaqueta y caminó escaleras abajo rumbo al vestíbulo,
porque tenía la mente demasiado desordenada para usar el elevador y necesitaba caminar un
poco para refrescar sus ideas. Patrick estaba tomando té en un bonito sofá blanco, junto a una
encantadora morena que Harry jamás había visto.

Al verlo, se puso de pie.

— ¿Te vas?

Llevaba un traje de oficina y lucía cansado, con el cabello peinado tan simple y ojeras bajo aquel
par de ojos celestes, como si hubiera pasado toda la noche revolviendo papeles y ocupándose de
las deudas que Louis dejaba en cada tarjeta de crédito que usaba.

El solo asintió, tratando de no levantar mucho la vista para que no se le notaran las lágrimas. No
era muy tarde en la mañana, pero ya había la suficiente cantidad de gente como para que Harry se
sintiera incómodo.

—Louis dijo que te quedarías aquí toda la noche, ¿ocurrió algo?—había preocupación en su tono
de voz— ¿Fue algo que él hizo?

Simplemente negó con la cabeza.

No, esta vez Louis no había hecho nada. Toda la culpa era exclusivamente suya, con un listón y un
precioso papel de regalo a lunares. Suya. Él había accedido a pasar noches junto a Louis teniendo
SIDA.

Él había plantado falsas promesas en Louis.

Él le había transmitido sus fluidos letales.

Y él lo había enamorado, y él lo estaba dejando.


—Entiendo si no quieres hablar, pero necesito por lo menos una breve explicación,

algo que decirle a Louis en cuanto despierte, ¿sabe que te estás marchando?

—No.

Él había mentido acerca de su calidad de vida.

La joven dejó la pequeña taza de té junto al juego de porcelana en la mesa ratona, percatándose
de que algo estaba sucediendo.

— ¿Patrick? ¿Ocurre algo?

Harry le echó una mirada rápida. Piernas largas, cabello negro, labios curvados seductoramente y
ojos afilados. Era demasiado temprano para que llevara el cabello tan perfectamente liso, el
maquillaje tan perfectamente retocado y el vestido tan bien alineado en sus curvas. No parecía ser
una simple amistad.

—Es mi novia, Juliette. Con todo el trabajo que me trae ser asistente de Louis Tomlinson, casi no
puedo verla—se disculpó—.Si necesitas que le deje algo dicho a aquel bastardo, yo...

—Solo dile que nunca me has visto salir, que no tienes idea de por qué me marché. —entonces le
dio un abrazo—.No creo que lo vuelva a ver, y por lo tanto a ti tampoco. Cuida mucho de él.

Patrick no pudo evitar sentir un nudo en la garganta.

— ¿Te... vas? Vamos, Harry, ¿qué pudo haber pasado?—se aproximó lo suficientemente cerca
como para que nadie más pudiera oírlo—.Tengo pensado casarme con Juliette, y eso significa
renunciar a mi trabajo. No volveré a ver a Louis, ya no seré su asistente. Y si yo me voy, y luego te
vas tú...

Harry le dio una palmada en uno de sus hombros.

—Ten una buena vida.

Y salió por la puerta, dejando al rubio con una grave preocupación.

— ¡Harry! ¡Espera!

El pequeño volvió la vista hacia atrás.

— ¿Por lo menos tienes como llegar a tu casa?

Esbozó una sonrisa.

—Me alegra que te preocupes por mí. —dijo—Pero ya he llamado a mi mejor amiga. La camioneta
de Hannah estaba en la vereda de en frente, con el motor en marcha.

Se giró nuevamente dispuesto a marcharse, pero entonces Patrick lo abrazó fuertemente.

—Un placer haberte conocido, Harry.


CAPITULO 46

Era como si todo lo que Louis tenía en el mundo se hubiera desvanecido mientras él dormía,
porque despertar y encontrar la cama vacía, una renuncia anticipada de parte de su asistente y un
sin fin de preguntas sin respuestas no era nada agradable. Patrick le había dicho que no sabía nada
de Harry, y el WhatsApp que el pequeño le había enviado mientras estaba a punto de despegar
rumbo a Estados Unidos lo había dejado hecho polvo. Era una especie de tormenta eléctrica que lo
llenaba de dudas y el único paraguas que tenía para resguardarse de la lluvia se había roto. El agua
avanzaba sin piedad llegándole al cuello, y Louis no podía mantenerse a flote porque el barco lo
había abandonado.

¿Qué pasaría ahora?

—Esto es una locura, no puedes abandonar el avión, ¡regresa!—los intentos de Patrick por hacerlo
cambiar de opinión eran vanos—. ¡Louis!

Pero él no estaba escuchándolo. Seguía avanzando, sabía cómo conseguir un auto, no había
prensa, los agentes de vuelo estaban corriendo tras él pero ya nada le importaba. Se podían ir
todos al infierno, sino eran Harry Styles, a él no le importaban.

Patrick salió del avión dando codazos y corrió hasta alcanzarlo, tomándolo del brazo con fuerza
para que el pelirrojo no pudiera escapar antes de escuchar lo que tenía para decirle.

— ¡Haz lo que creas correcto, pero no hagas una locura!—el ruido sofocante de aviones
despegando y el gentío del aeropuerto no le permitían hablar con un tono de voz más bajo.

— ¡Ir por Harry es una locura, pero es lo correcto!—aseguró, mientras el viento le despeinaba el
cabello.

Patrick reprimió una queja y asintió con la cabeza, dispuesto a acompañarlo. No iba a dejarlo solo.
Había presentado su renuncia, pero no era válida hasta pasadas las 24 hs, y por lo tanto, seguía al
servicio de Louis.

— ¡El Lamborghini está en una embarcación junto al equipo de sonido rumbo a América,
tendremos que rentar un auto!

Louis caló las comisuras de sus labios hacia arriba en una sonrisa de aprobación, y al cabo de
treinta minutos ya se encontraban a toda velocidad, en un Volkswagen negro con una calcomanía
que decía Aeropuerto Británico, rezando porque no fuera demasiado tarde.

Los flashbacks corrían sin parar en la mente de Louis. La silueta de un niño de 17 años abriéndose
paso entre la multitud para llegar hacia él se le vino a la cabeza y un escalofrío le recorrió el
cuerpo. Aún no tenía la mente lo suficientemente fría como para plantearse la situación.

Harry acababa de confesarle que le había transmitido el SIDA, pero su estado de éxtasis por
encontrarlo era tan alto que ni siquiera se había percatado de la gravedad de la situación. Ahora él
estaba condenado a morir, ahora estaba tan enfermo como él. El sentimiento de que estaba
enamorado de Harry lo asaltó con fuerza, puesto que ni en un millón de años dejaría un vuelo por
alguien que le había contagiado una enfermedad tan grave como aquella. En otra ocasión, Louis
simplemente lo hubiera demandado, y luego comenzaría un tratamiento, daría la mayor cantidad
de conciertos posible antes de sentarse a esperar la muerte.

Pero no era la ocasión.

Porque se trataba de Harry. Su Harry.

— ¿Tienes idea de donde puede estar?—preguntó el rubio, desde el asiento del acompañante.
Aunque no le simpatizaba mucho la idea de ir en un auto de segunda mano a toda velocidad junto
a Louis, que se encontraba en un completo estado de locura.

—Iremos a su casa, me sé el camino de memoria, no creo que haya ido a ninguna parte.

Se oía tan seguro de sí mismo, de lo que decía. Como si conociera cada centímetro de Harry, no
hablando de la piel, hablando de Harry en sí. Conocía sus reacciones, sus expresiones, su forma de
mirar el mundo y actuar frente a la vida y las situaciones como estas. El Harry que Louis conocía
estaría llorando en su habitación, esperando por una llamada suya y algo que lo trajera de nuevo a
él.

Las carreteras estaban milagrosamente vacías, lo que les permitía avanzar a toda prisa y deslizarse
entre cada avenida a toda velocidad, con una ansiedad que doblaba la esquina y se metía de lleno
en la calle donde vivía Harry.

Estacionaron justo frente a la bonita casa de dos plantas con un jardín delantero perfectamente
cuidado y ventanas de marco blanco que vestían cortinas a lunares. Pero no parecía haber nadie
allí, puesto que la pequeña puerta de entrada al jardín estaba cerrada y el ambiente estaba en
completo silencio, con las luces apagadas. Ni siquiera estaba la camioneta de Hannah aparcada, y
mucho menos el auto de Anne. Tampoco podía saber a dónde habían ido, y las dudas lo devoraban
con el correr de los segundos.

— ¡Harry!—sus gritos eran vanos— ¡Soy yo, Louis!

Saltó el pequeño portón de entrada y tocó el timbre una y otra vez, hasta que se le acalambraron
los dedos.

—No creo que haya nadie aquí. —Patrick estaba recargado contra el Volkswagen de brazos
cruzados.

— ¿¡Qué mierda haremos ahora!?

Algo era seguro, si continuaban allí, sacudiendo los portones de entrada y

comportándose como dos maleantes, alguien no tardaría en llamar a la policía. Y Louis no tenía
ganas de tener otro encuentro con el oficial Dawson.

Una mujer entrada en años se asomó desde un ventanal en la planta alta de

la casa vecina. Tenía el cabello canoso y arrugas en sus ojos café.

— ¡Pequeño!
Louis se giró de inmediato en desconcierto, Patrick también volteó.

—Señora, estamos buscando a Harry Styles, vive aquí.

—La señora Anne y su hijo Harry salieron hace unas dos horas en su auto. No estoy segura a donde
pudieron haber ido, pero tenían prisa.

Sintió como se le aceleraba el pulso.

— ¿Sabe acaso donde fueron?—intentaba sonar lo más cordial posible—Es de gran importancia.

La mujer volteó y pareció hablar con alguien más dentro de su casa.

—Mi hija los vio salir a toda velocidad, el pequeño siempre ha estado enfermo y al parecer se
fueron al hospital. El señor Styles llegó esta misma mañana y se largó con ellos.

Patrick no dijo nada, pero la expresión en el rostro de Louis era inenarrable. No recordaba haber
escuchado nunca sobre el padre de Harry, pero si había llegado era porque seguramente estaba de
viaje, y si había regresado de un

viaje para ir al hospital entonces no se trataba de una simple consulta a su médico de cabecera. Era
algo serio.

La imagen de una lápida solitaria cuyo epitafio tenía grabado el nombre de Harry Styles le puso los
pelos de punta. No quería siquiera pensar en la posibilidad de que algo le hubiera pasado.

No, el no murió. El vendrá en unos días, ¿verdad?

Pero estaba tan asustado que las palabras no le salieron, abrió la boca para preguntarle a la mujer
nuevamente si Harry estaba bien, pero de nuevo emitió un sonido inexistente. Se había paralizado.

De repente se encontraba en el asiento del acompañante y era Patrick quien conducía. El GPS
marcaba que estaban pasando por la calle Ousburn, y eso significaba que estaban cerca del
Hospital Midwood, donde aparentemente se encontraba Harry.

Tranquilízate Louis, él está bien. Solo estamos yendo como visita, no como amenaza, ¿de acuerdo?

La voz de su asistente estaba tan nublada y lejana como si se tratara de una bruma de niebla en
medio de un bosque oscuro y frío. No entendía lo que le decía. Como si estuviera bajo el agua, y el
recuerdo de su madre hablándole desde la camilla a toda velocidad cuando sufrió una sobredosis
lo envolvió en una especie de llanto mudo, porque las lágrimas no le salían. Su madre. Tenía que
contarle que estaba enfermo de SIDA. Entonces veía a Patrick, y el movía los labios pero no podía
oír sus palabras. Así que simplemente se imaginó otro mensaje. Patrick le decía que Harry estaba
esperando por él en el hotel, y que iban a ir por unas donas en el camino. Sí, eso era lo que quería
escuchar.

Cuando pudo orientarse, ya estaban en el hospital.

—Escucha—dijo el rubio—.Esto es serio, eres una personalidad mundialmente famosa y no


queremos más presiones. Irás a recepción y preguntarás por Harry Styles, le dirás que eres una
visita. Si dudan, les dices que vienes de una fundación o algo, ¿qué enfermedad tiene?
Los labios le temblaron.

—SIDA.

CAPITULO 47

Anne sollozaba en los brazos del hombre que no veía hace meses, con la única esperanza de que el
Dr. Sammuels llegara para decirle que su hijo sería dado de alta por la tarde. Como siempre
pasaba. Como tenía que suceder. Ese día no podía ser la excepción.

— ¿Y si se va?

Des Styles ahogó el llanto en un suspiro y le dio una triste palmada en el hombro a su mujer. No
quería llorar frente a ella, no quería que se sintiera peor incluso aunque él se estuviera muriendo
de ganas por romper en llanto. Hacía dos horas y quince minutos que los médicos estaban metidos
en aquella habitación de hospital junto a Harry y aún no tenían noticias. Había comenzado como
un simple dolor estomacal, o al menos, eso era lo que Harry había creído. Pero no.

Se trataba de su hígado. Lo tenía altamente comprometido y todo era culpa de la maldita


medicación en exceso que había estado ingiriendo. Uno de los doctores le dijo a ambos que no
había que sentirse culpables o mucho menos, puesto que era algo completamente normal en los
pacientes que padecían esa enfermedad. Pero, ¿acaso eso les iba a devolver a Harry sano y salvo?
Las lágrimas seguían fluyendo a través de sus ojos, la preocupación seguía intacta en sus corazones
y aún conservaban una última gota de esperanza, pero estaba gravemente herida por todo lo que
les atemorizaba perder a su único hijo.

Des había llegado esa misma mañana desde América, completamente en bancarrota y sin un
centavo en el bolsillo. No sabían que hacer, no tenían dinero, Harry estaba agonizando y lo único
que les quedaba era una mirada triste por parte del Dr. Sammuels y un Lo siento del equipo
médico.

Anne estaba fuera de sí, lloraba con fuerza y le costaba asimilar la situación, porque no quería
pensar en funerales y flores marchitas. No quería pensar en tener que visitar a su hijo cada
domingo para llevarle un llanto desgarrador en lugar de galletas. Visitarlo en el cementerio en
lugar de tenerlo correteando por la casa como siempre lo hacía. Harry tenía las mejillas pálidas y
los labios rosados, los rulos color chocolate y los ojos verdes. Era un niño perfecto, excepto por una
equivocación de jeringas y la contaminación de su sangre en un error gravísimo de una enfermera
al nacer. Le habían transmitido el virus del SIDA por error, y su madre simplemente no tenía
palabras para sí cuando el médico se lo dijo. Su pequeño bebé estaba ahora condenado a crecer
atado a un hospital, un frasco de píldoras, tratamientos una vez por mes y la mirada de lástima de
la mayoría de las personas en la ciudad.

Oh, pobrecito. Ahí va Harry, el hijo de Anne. El que tiene SIDA.

Cuidado, no te acerques mucho a él, está enfermo.


Cuando creyeron que no pasaría de los nueve años, Harry estaba metiéndose de lleno en sus
dieciocho años, convertido en un muchacho vigoroso y atractivo, tímido y reservado, pero con el
potencial de ser una persona de bien en la vida. Su elección sexual siempre había estado clara y
sus padres lo tenían muy presente, era gay. Siempre lo habían apoyado.

Entonces el Dr. Sammuels salió para hablar con Anne y Des. Les dijo que el estado de Harry era
muy delicado y que necesitarían de un trasplante de hígado para aumentar sus índices de
supervivencia. Pero había un obstáculo. El hospital se negaba a realizar un trasplante de hígado en
Harry ya que lo consideraban experimental, debido a su avanzada enfermedad. Eso sí, aseguró, si
conseguían un órgano, Harry iba a vivir. Pero, ¿dónde?

Anne tomó la mochila de su hijo para asegurarse de que todo estuviera en orden cuando vio su
iPhone, y lo tomó sin dudarlo. Harry jamás le había permitido acercarse a su teléfono, y ahora él no
podía impedírselo. Tomó asiento en una de las bancas, en el agobiante pasillo de espera, y
desbloqueó con facilidad el teléfono.

La contraseña seguía siendo Louis.

Entonces notó algo que le llamó fuertemente la atención: su hijo tenía treinta llamadas perdidas
de una persona que había agendado como Boo. Frunció el ceño desconcertada, y siguió
investigando. Había una conversación en WhatsApp con esa misma persona. Se llevó la mano a la
boca con horror cuando supo de quien se trataba. Louis Tomlinson.

Por un vago momento, pensó en que tal vez algún tipo de pedófilo había estado engañando a su
hijo haciéndole creer que se trataba de Louis, porque vamos, ¿por qué Louis le daría su número de
teléfono a Harry? Era... imposible. Negó con la cabeza, descartando la sola idea de una relación
amorosa entre el par cuando se quedó helada: la galería del teléfono estaba llena de fotos de
Louis. Y habían sido tomadas por la cámara del teléfono. Incluso había una en donde ambos
estaban en una cama con sábanas blancas y si bien no se veía mucho, Anne notó que estaban con
el torso desnudo, uno sobre el otro, sonriendo como si fueran novios. Un sentimiento de ira y
cólera la asaltó con fuerza. Ese maldito hijo de puta estaba abusando de Harry, le llevaba cinco
años y una vida completamente diferente a la suya, no tenía derecho a ponerle un dedo encima.
Entonces el teléfono comenzó a sonar, alertándola.

Llamada entrante de Boo.

Comenzaba a odiar ese maldito sobrenombre. Presionó la tecla de responder con los dedos
temblorosos y sus sospechas fueron confirmadas. La voz aguda y preocupada del pelirrojo sonó
con fuerza del otro lado de la línea.

— ¿Harry? ¿Harry?

Ella simplemente colgó. No quería oírlo. No quería verlo. No quería saber nada con ese maldito
cerdo asqueroso que había violado a su pequeño hasta la entraña. La sola idea de Louis quitándole
la ropa a Harry con ojos lujuriosos le dio ganas de vomitar. Entonces, cuando le dieron ganas de
contarle todo a Des, Hannah apareció en el pasillo abarrotado de personas que esperaban por sus
familiares y amigos enfermos. Llevaba su gran sudadera negra característica y estaba envuelta en
una bufanda blanca de lana por el frío que se desataba allá afuera. El cabello estaba algo húmedo,
y Anne supo que se trataba del agua fría que desprendían los copos de nieve que estaban cayendo
en la ciudad. La chica les dio un fuerte abrazo a ambos padres y tomó asiento.

—Me he saltado la clase de biología para venir y me pasé dos semáforos en rojo para llegar lo más
rápido posible, me sorprende que aún no esté en prisión. —Dijo, y la sonrisa que tenía en los labios
se le disipó en cuanto recordó estar en la estación de policía junto a Louis y Harry—. ¿Saben cómo
está él?

Des no podía dejar quieta las manos. Estaba nerviosísimo.

—Le harán un trasplante de hígado, o eso intentarán. No podemos hacer más nada que quedarnos
aquí sentados a esperar, y me estoy volviendo loco.

— ¿Trasplante de hígado?—Hannah empalideció— ¿Ya han conseguido un donador?

Anne negó con lágrimas en sus ojos celestes.

—La lista de espera es larguísima, a menos que tengas mucho dinero, nadie nos pondrá por
delante. Y no es como que te encontraras con un donante de hígado todos los días. —Des comenzó
a llorar.

—Bueno, ya basta. Si has de llorar, hazlo en silencio. —Anne estaba comenzando a enfadarse. El
haber descubierto la relación secreta de su hijo con el tipo que más le desagradaba y no saber si
estaba a punto de perder a Harry, le ponían los pelos de punta.—Iré por una soda. Hannah, cariño,
¿necesitas algo?

—Solo agua, gracias Anne.

La mujer asintió con naturalidad, pero aunque intentaba convencerse a sí misma de que era una
persona fuerte y que solo era una crisis de la que pronto saldrían, algo le decía que esa vez ya no
habría segundas oportunidades. Caminó a lo largo del pasillo que desembocaba a la recepción,
donde se encontraban todas las máquinas de refrigerios y latas de soda. Un impulso subconsciente
casi le hace comprar unas galletas de chocolate, y luego recordó que Harry no estaba allí para
comérselas, y se tragó las lágrimas.

Depositó su billete de diez libras y sacó una lata de Coca Cola, y justo cuando iba a voltear rumbo
al dispenser de agua mineral, se quedó helada. Allí estaba, y ni siquiera la había visto. Louis
Tomlinson.

—Por favor, le estoy pidiendo que me diga en qué piso se encuentra Harry Styles, soy visita.

—Señor Tomlinson—la recepcionista estaba mitad enfadada y mitad intimidada por el atractivo
con el que Louis cargaba—.Ya le he dicho que las visitas son de 15:00 a 16:00, solo de miércoles a
viernes. Sin excepciones.

—Usted no entiende, vengo de una... fundación. —su voz no era para nada convincente—.Si, una
fundación que ayuda a pacientes con SIDA y me gustaría verlo.

Patrick observaba la escena avergonzado.

Entonces Anne intervino.


—Tú.

Lo apuntaba con el dedo acusador, como si se tratara del peor criminal de la historia jamás
atrapado, y ella estuviera reclamando su recompensa por encontrarlo. Quería comérselo vivo.

Louis rodó los ojos hasta la mujer. No la conocía. Su estado de éxtasis lo había cegado tanto como
para no darse cuenta de que la madre de Harry estaba justo frente a él, con ganas de asesinarlo en
ese mismo lugar.

— ¿Yo?—dijo, señalándose a si mismo con el dedo índice, perplejo.

— ¡Qué le has hecho a mi bebé! ¡Voy a acabar contigo!

Y se abalanzó sobre él, y lo golpeó fuertemente con su pequeña lata de soda, provocándole un
pequeño corte en la ceja derecha, haciéndolo sangrar. Louis entonces comprendió de quién se
trataba: estaba frente a la madre de Harry. Lo miraba con horror en sus ojos y acababa de
lastimarlo con una lata de gaseosa, ¿entonces ella ya... lo sabía?

— ¡Solo quiero ver a Harry!—exclamó, dando manotazos para sacarse a la mujer de encima.

— ¡Oh, no volverás a verlo!—le dio un bofetón que hasta le dejó la mano ardiendo en llamas— ¡Te
acercas a mi hijo un centímetro más, y estoy dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias!

Entonces Patrick corrió a separarlos, y un hombre de seguridad arrastró a Anne hacia el pasillo,
donde dos enfermeros le inyectaron calmantes. Louis aún estaba allí parado, con la frente
sangrando y la amarga sensación de que su suegra no lo había recibido nada bien, y de que
posiblemente, jamás volvería a ver a Harry.

CAPITULO 48

Justo cuando se llevaron a la desenfrenada Anne, Patrick apareció para llevarse fuera a Louis.
Estaban caminando fuera del hospital cuando la prensa comenzó a llegar, y no tuvieron alternativa,
y volvieron a entrar al edificio. Adentro, todo el mundo lo había reconocido, algunas personas
murmuraban cosas que no podía entender y Patrick hacía todo tipo de intentos por distraerlo de
todo aquel gentío de espectadores desafortunados.

Se sentaron en uno de los sofás, lo más apartados posibles de donde Des Styles intentaba consolar
a su esposa, y un enfermero se acercó a curar la leve herida en la frente de Louis.

—Me siento la peor mierda de este mundo—soltó—Si Harry muere, te juro que me voy a quitar la
vida.

Patrick se tensó.

—No, no digas tonterías. Harry no va a morir, y aunque lo haga, tú tienes que seguir con tu vida.
Eres muy importante para muchas personas.

Pero Louis no estaba en sus cabales.


— ¿De qué sirve ser importante para muchas personas, si la única persona que me importa se va?

Su frágil voz estaba quebrada, las ojeras comenzaban a tomar protagonismo en su rostro y le ardía
la nariz por el llanto que estaba conteniendo. Estaba ahogándose, y el barco se estaba hundiendo
también. Ambos estaban perdidos, y se los estaba tragando el océano.

— ¿Louis?

Ambos voltearon para ver la silueta de la jovencita. Hannah.

Louis se incomodó ante su presencia, puesto que no habían tenido buenas impresiones el uno del
otro la primera vez que se vieron, y por alguna razón, se puso a la defensiva.

—Si vienes a insultarme, puedes marcharte.

Ella sacudió la cabeza en negación, y tomó asiento a su lado.

— ¿Puedo hablar contigo?—miró de reojo a Patrick—En privado.

El rubio captó la indirecta y salió del pasillo, dejándolos a solas.

—Dime.

Ella suspiró.

—Harry te ama más que a nada en este mundo, Louis. Deberías saberlo. Pero todo se le ha ido de
las manos, y el no saldrá adelante sin tu ayuda. Eres una persona poderosa, tu más que nadie
puedes ayudarlo en esto—se enjugó una lágrima—Sus padres no tienen dinero, lo han gastado
todo en sus medicamentos y necesita un hígado para continuar con vida. Yo lo donaría, pero
resulta que mi sangre no es compatible con la suya, y vine aquí con la esperanza de que tal vez tú...
podrías conseguirle un órgano. No lo sé.

La garganta se le secó. Harry necesitaba un hígado, ¿cómo se suponía que iba a dárselo, si él
también estaba infectado con la enfermedad? Su hígado estaba posiblemente mucho peor que el
de Harry, ya que ingería drogas y bebía alcohol, no, él no podía arriesgarse. Estaba dispuesto a
meter la mano en el mundo y conseguir ese maldito órgano, poner a Harry en el primer lugar de la
lista de espera. Se frotó la frente con una mano intentando pensar.

—Vale, vale, ya sé lo que tenemos que hacer.

Tres días después

Harry estaba en su cama de hospital, en la televisión no estaban dando nada bueno, pero su madre
le había dicho que ver un poco de colores y finales felices le harían bien. Pero su preocupación
seguía implantada en su cabeza, ¿y Louis? Hannah lo había visitado desde el primer día, y tenía la
habitación repleta de obsequios y globos de gas que decían ¡Mejórate pronto!

Cuando su madre entró a la habitación, le depositó un suave beso en la mejilla y se sentó a su


lado.

Pero él no estaba.
— ¿Te sientes mejor, cariño?

— ¿Dónde está él?

Ella bajó la mirada fastidiada.

—No es importante. —su voz sonaba fría e indiferente en cuanto tocaban el tema de Louis
—.Ahora lo importante eres tú, Hannah vendrá en un rato, ¿necesitas algo?

— ¿Cómo sobreviví?

—Los doctores hicieron un buen trabajo. —Mintió—Eso fue todo.

—Bien, ¿me dejas usar mi teléfono?

Le dio el iPhone con manos temblorosas y salió de la habitación, a petición de Harry. En cuanto
desbloqueó el teléfono que no había tocado en días, se encontró con la fotografía de Louis que
tenía de background, una que el mismo había tomado. Sonriente, con las luces de la ciudad a su
alrededor. Estaban en el balcón, el cabello se le despeinaba por el viento y vestía una bata color
vino, pero lo más hermoso era su sonrisa, y las pequeñas arrugas en la comisura de sus ojos. Esos
ojos. Los echaba tanto de menos. No lo dudó dos veces e inició sesión en Twitter, donde buscó en
la página que daba información sobre The Yellows, y descubrió con un fuerte dolor en el pecho,
que Louis estaba en Estados Unidos. Se había marchado. Lo había dejado ahí solo, y sin importarle
nada, se había vuelto a América para retomar la gira, seguramente estaba por ahí, con sus amigos
nocturnos, fumando y comportándose como si nada le importara. Porque esa fue la impresión que
tuvo en cuanto lo supo. En cuanto supo que él se había ido. Se había ido y ni siquiera le había
dejado un mensaje, ni siquiera le había dicho adiós.

Y eso era, ¿el fin?

Entonces sintió como las ganas de llorar lo invadían con fuerza, se puso los auriculares y cambió a
su estación de radio favorita, mientras intentaba ordenar sus pensamientos.

Louis, te quiero aquí. Vuelve. Te echo de menos. Te necesito más que a nada. Te amo.

No me dejes. Por favor. No tienes idea.

Me siento solo. Escúchame losiento, no tienes que volver, pero te extraño de todas formas.

Es como si me hubieran arrancado un pedazo de mi corazón.

Me falta algo.

Me faltas tú.

Y como si lo hubiera oído, el locutor de Radio 1 UK comenzó a hablar sobre una nueva canción de
The Yellows que estaba causando sensación en todo el mundo, y que Louis había dedicado
especialmente a un viejo amor.

El corazón se le estrujó cuando la voz del pelirrojo comenzó a sonar en sus audífonos. Como la vez
en la que le cantó para dormir. Como cuando le dijo que estaba comenzando a enamorarse de él.
Como la vez que fue el único que estuvo ahí para consolarlo luego del diagnóstico. Como la única
persona que había amado en el mundo y que se había marchado para siempre. Como solo Louis
podía ser. Como debía ser. If I don't say this now, I will surely break As I'm leaving, the one i want to
take...

Las lágrimas corrían disparadas de sus ojos y comenzó a sentir como le arrancaban el corazón con
una mano y lo arrojaban a la basura. Se abrazó a una almohada y la bautizó Lou, y la abrazó con
todas sus fuerzas. Como si se tratara de él. Como si aquel acto de cariño pudiera llegarle, aunque
estuviera del otro lado del océano.

—Dijiste que me ibas a cuidar—sollozó para sus adentros—Pero me has dejado aquí. Has cumplido
tu promesa, me has olvidado en cuanto subiste al avión. Pero te perdono, porque eso es
exactamente lo que debía suceder.

Hannah entró a la habitación abruptamente, y se regañó a sí misma en cuanto encontró a su mejor


amigo llorando, por haber sido tan brusca y no golpear primero.

— ¿Harry? ¿Qué pasa? No llores, todo está bien.

Él no contestaba, solo lloraba. Tenía el corazón en pedazos, estaba destrozado por dentro. Tal vez
viviría unos cuantos años más, debería estar feliz, pero sin Louis, ¿cómo saldría adelante?

Ella no tuvo que preguntar para saber que se trataba de Louis.

—Tranquilo—pasó su mano por su cabello—El hizo lo correcto. No llores, cariño.

—No puedo—sollozó—Me dieron la vida, pero me arrancaron la razón más importante por la que
quería seguir vivo.

Ella sintió una patada en su interior.

—Louis no querría que lloraras. Se marchó, pero eso era lo que debía hacer. Por el bien de ambos.
—Intentó animarlo, sin éxito—Oí que dará un gran recital en el Times Square para cerrar el año, tal
vez deberías verlo. Tal vez cante algo para ti. Él no te ha olvidado, y dudo que lo haga alguna vez.
Me lo aseguró.

El negó con la cabeza.

— ¿Tú crees que lo hará? Sigue involucrado en el contrato de su novia falsa, no me dedicará nada
mientras esté saliendo con ella, y yo seré el que se quede con el corazón roto aquí. El me olvidará
tan rápido como lo que canta un gallo. Me lo aseguró.

Hannah lo abrazó con fuerza.

—El baile de invierno ha sido una mierda sin ti—se encogió de hombros—Pero Steven me ha
pedido que salgamos.

Una leve sonrisa se asomó en sus labios rosados.

— ¿Salir?—se secó las lágrimas con la manga del camisón—Estoy muy feliz por ti.

Ella se sonrojó.
—La vida tiene momentos felices—dijo—Y tiene momentos tristes. Ahora mismo estamos en el
medio de una tormenta, pero nos estamos resguardando. Solo hay que esperar a que salga el sol.

Él sonrió.

— ¿Tú crees que el sol alguna vez vuelva a salir?—preguntó—Quiero decir, ¿crees que alguna vez
lo vuelva a ver?

Ella no pudo contestar.

CAPITULO 49

20 años después.

El vuelo a Las Bahamas salía en ese mismo momento, y Harry cargaba su bolso de mano mientras
corría por los largos pasillos del aeropuerto. Estaba más que emocionado por asistir a la boda de
Hannah y el encantador Steven, y se había puesto su mejor traje para lucir sofisticado. Viajaría en
primera clase por primera vez en su vida.

Luego del ajetreo del equipaje, finalmente abordó. Su asiento siempre estaba del lado de la
ventana, puesto que le gustaba observar el paisaje, aunque esta vez solo tenía nubes. Estaba en el
cielo luego de tanto tiempo. Sonrió ante el recuerdo de su pequeño lapso de tiempo junto a Louis,
en su corta estadía en la vida de lujos. En los tiempos en que el cielo era su hogar porque estaba
junto a él.

Ya no era el pequeño que había sido. Su cabello estaba perfectamente sujetado en un nudo en la
parte superior de su cabeza, seguía color chocolate, pero ahora estaba adquiriendo algunas canas,
puesto que ya había cumplido 37 años. Cada día vivo había sido un regalo de Dios, o de la
medicación, quién sabe. Su espalda era amplia y sus brazos fuertes. No se había casado y sus
parejas nunca se habían concretado. De repente se vio inmerso en la misma situación en la que su
mejor amiga había estado por años. Besaba los labios de todos aquellos hombres, y cuando los
miraba a los ojos... no eran esos ojos. No eran esos ojos azules que lo transportaban a un cálido día
de verano. No eran esos labios finos y peligrosos. No eran Louis.

No eres tú, soy yo... No eres él.

Negó con la cabeza sonriendo vagamente ante el recuerdo y se acomodó en su asiento, dispuesto a
escuchar a la azafata, que en cualquier momento vendría a dar las indicaciones. Se aseguró de que
tenía todo lo que necesitaba en su bolso, y apagó su teléfono. Sacó una Cosmopolitan y comenzó a
leerla con precisa atención justo cuando un hombre tomó asiento en uno de los asientos en la fila
próxima a la suya. El no levantó la vista, puesto que estaba muy ocupado en ver la nueva colección
de primavera, cuando escuchó la voz que había esperado oír en años.

— ¿Harry?

Alzó la mirada ante el llamado y se quedó helado.

Cabello canoso, casi a punto de quedarse calvo, una sonrisa en sus labios finos y secos, arrugas
fuertemente pronunciadas por el paso del tiempo alrededor de sus ojos. Ojos azules. Ojos azules
que lo miraban y lo transportaban a un cálido día de verano. Era él. Era Louis. Ya no se tinturaba el
cabello de rojo furioso, tenía ojeras y sus tatuajes ya no lucían geniales como cuando tenía 22
años, porque ahora su piel estaba áspera y arrugada, y solo tenía 43 años.

Entonces supo que no se trataba del paso del tiempo. Louis estaba tan jodidamente deteriorado
por el SIDA que él le había pasado.

Pero a pesar de que se quedó unos segundos estupefacto, observándolo, aún seguía sin
encontrarle un maldito defecto. Seguía siendo Louis Tomlinson, y por lo tanto, seguía siendo
hermoso. Con años y todo.

— ¿Louis?

La voz le flaqueaba, estaba a punto de llorar. El corazón le latía con fuerza, como si hubiera
recobrado la vida después de tanto tiempo. Volver a estar cerca de Louis era como volver a
respirar. No se habían comunicado entre sí desde la madrugada en que Harry le contagió su
enfermedad y se marchó del hotel.

El hotel. Aún lo recordaba. ¿Y su asistente... Patrick? ¿Seguiría trabajando para él, o se habría
casado al final de todo? Tenía tantas preguntas.

—Yo...—no tenía palabras—En mi defensa, fueron muchos años. —Alzó ambas manos librándose
de la culpa, haciendo reír a Harry. Después de tanto tiempo. — Debería pedirte disculpas por todo.

—No, por supuesto que no. El que tiene toda la culpa aquí soy yo. Te arruiné la vida.

La sonrisa en los labios de Louis se disipó y agachó la mirada.

—Estoy en las últimas fases, ¿sabes? Mi médico dice que no me queda mucho, y estoy viajando a
todos los lugares a los que siempre he querido ir, ahora que mis tiempos de estrella de rock se han
marchado, tengo tiempo libre...

Harry se quedó hecho polvo.

—Aún escucho la canción que compusiste para mí.

Y notó como las mejillas arrugadas de Louis tomaban un color rojizo. Se había sonrojado.

—Harry... llevo 20 años sobrios, ni una gota de alcohol, ni un cigarrillo, ni un narcótico, ¿puedes
creerlo?

El ojiverde sonrió complacido, y se le formaron hoyuelos en las mejillas.

—Supongo que lograste cambiar al final de todo.

Louis asintió.

—Necesito decirte algo más. En cuanto puse un pie en el avión aquel día que dejé el hospital,
jamás pude olvidarte. Te mentí cuando dije que no me importabas, y te mentí cuando dije que no
te amaba. Siempre estuve enamorado de ti.

Harry sintió como si le clavaran una estaca en el corazón, y no pudo evitar sentir ganas de llorar.
— ¿Y tú?—continuó— ¿Tú sigues amándome? Porque yo lo hago.

Harry sacudió la cabeza con una sonrisa triste y muchas ganas de romper en llanto ahí mismo.

—Las cosas han cambiado—dijo—Ya no soy ese niño tonto que era, Louis. Soy un hombre ahora, y
tú también lo eres. Hemos crecido separados. Sin ningún tipo de contacto, ¿cómo esperas...?

Pero él no lo dejó terminar, se paró de su asiento y se sentó en el que estaba a su lado, vacío, para
depositarle un beso en los labios. Había esperado tanto tiempo...

Pero Harry aún estaba herido. Le dolía que Louis lo había abandonado cuando más lo necesitaba, y
por supuesto que lo amaba, pero su orgullo le impedía admitírselo. Entonces frenó el beso.

—No—se negó—Primero dime porqué te fuiste, porqué me dejaste. Porque despertar y


encontrarme con que te habías ido cuando lo único que quería hacer era morir en tus brazos, fue
devastador. Me ha llevado años.

—Cuando estaba esperando en el pasillo con tu mejor amiga, Hannah, me dirigí a recepción junto
a Patrick, les dije que me comunicaran con el gilipollas que dirigía el hospital y que estaba
dispuesto a pagar lo necesario para que pongan tu cabeza en la parte superior de la lista de espera.
Y eso hizo. Al cabo de un día, una chica se suicidó en Liverpool. Sus padres donaron sus órganos, y
te trasplantaron su hígado. Todo salió bien, y cuando lo supe, me marché. Dejé tu medicación
paga, y le di una de mis tarjetas de crédito a tu padre, para que se encargara de que tú estuvieras
bien, porque no podía evitar la gira, pero tampoco podía evitar preocuparme por ti. Y cuando
Patrick renunció, fue tan duro, Harry, pero me prometí que no iba a repetirse la historia, y cuando
Andrew apareció ofreciéndome drogas y noches de sexo, lo mandé al diablo, porque no iba a
cometer el mismo error dos veces. Esa historia ya estaba escrita y no quería leerla de nuevo.
Quería ser una nueva persona. Lamentablemente mis tatuajes siguen estando en mi piel, y no se
ven nada bien. Eso es lo único que queda del Louis Tomlinson adicto y gilipollas. No quería
explicártelo porque sabía que en cuanto despertaras, me sería más difícil marcharme.

Harry se quedó atónito, las lágrimas fluían fuera de sus ojos como si alguien hubiera abierto el
grifo del sufrimiento. Y no sabía que decir, no sabía qué hacer. Louis le había salvado la vida y ni
siquiera se lo había dicho. Su madre, Hannah, su padre. Nadie se lo había contado. Y había
maldecido a Louis durante 20 años, como un idiota.

Se abalanzó hacia él y lo besó. Lo besó como había estado necesitando hacía años. Necesitaba
besarlo y que se quedara para siempre junto a él. Pero eso no era posible. Así que solo lo besó,
porque ahí verdaderamente estaban volando, en el cielo, ellos dos. Nada más importaba. Incluso
se le había caído la Cosmopolitan y el bolso. Pero qué más da. Estaba besando a Louis. Todo lo
demás era secundario.

Unas horas después, el avión aterriza. Esa fue la última vez que Harry vio a Louis.

EPILOGO

Point Of View - Harry

Estaba alistándome temprano en la mañana para ir a visitar a mis padres cuando mi teléfono sonó.
Era un número desconocido, pero atendí de todas formas. Ya no era un niño asustado de todo.
— ¿Hola?

Una voz familiar me saludó del otro lado de la línea.

—Dios, me costó horrores encontrar tu teléfono. Estaba rezando para que no lo hubieras
cambiado, pero veo que sigues conservando el mismo número— la voz hizo una pausa—Por cierto,
no sé si me recuerdes, pero soy Patrick. El ex asistente de Louis Tomlinson.

El corazón me dio un vuelco.

— ¿Patrick? ¡Patrick!—exclamé con entusiasmo— ¡Llevo años preguntándome por ti! ¿Cómo
estás? ¿Te has casado?

El solo soltó una risa, pero pude sentir como había tristeza en su tono de voz.

—Bien, me casé y mi encantadora Juliette está embarazada por fin—dijo— Pero eso no es de lo
que quería hablarte. Y no sé cómo vayas a reaccionar. No, por favor no.

—Louis falleció esta madrugada—continuó—Me encuentro viajando hacia

Noruega en este momento, ¿crees que puedas asistir a su funeral? Lo lamento mucho. Pero quería
que lo supieras antes de que lo escucharas en las noticias. Afuera es una locura.

El teléfono por poco se me resbala de las manos. Tuve que esforzarme para seguir con la
conversación mientras tenía la respiración entrecortada por el llanto. Eso definitivamente era lo
último que estaba esperando escuchar. Yo sabía que algún día, la noticia tocaría a mi puerta, pero
no tan pronto...

Luego de colgar, encendí el motor de mi auto y conducí hacia la avenida rumbo a mi vieja casa, que
ahora era exclusivamente de mis padres. Hannah vivía con su esposo y su pequeño bebé a una
hora de mi casa actual. La vida no se había detenido. Todo había cambiado. Algunas personas
habían llegado. Otras se habían marchado. Y otras siempre estarían conmigo. Como mis padres,
como Hannah.

O Louis.

Mientras conducía, tratando de no llorar para que mi visión no se empañara, oí la noticia en la


radio. Era oficial. Louis estaba muerto.

Luego de una larga lucha contra el SIDA, el ex vocalista de The Yellows ha fallecido hace unas horas,
y cientos de fans se movilizan en este mismo momento, depositando velas amarillas en su casa de
origen en Noruega.

Y mientras conducía, pasé por un lugar que me resultó familiar. Hotel London Hilton. Me traía
recuerdos demasiado fuertes, y disminuí la velocidad para apreciarlo por última vez. Sentí ganas de
acercarme, pero al parecer había una nueva celebridad hospedándose, puesto que había miles de
fans abarrotados contra las vallas de seguridad, y eso me dio un escalofrío. Fue como si por un
minuto, se tratara de mí, intentando burlar la seguridad del hotel para acercarme, y casi puedo
sentir la penetrante mirada azul de Louis observándome desde uno de los ventanales. Y juraría que
puedo sentir su silueta pequeña y dominante, que me saluda con una expresión triste mientras se
despide de mí.
Doblo la esquina y me meto de lleno en la carretera que me conduce a la casa de mis padres,
dejando atrás a Louis probablemente para siempre.

También podría gustarte