Titulación (máxima) - Extracto o reconstrucción del precedente
constitucional
No es posible la discriminación por edad para determinar
que los Fiscales de Materia se jubilarán a los sesenta y cinco años de edad cuando el sistema de aportaciones vigente para toda la población no responda a la edad sino al saldo acumulado que una persona tiene en su cuenta individual, por lo que, obligar a una persona por el sólo hecho de contar con sesenta y cinco años de edad, implica una discriminación en razón de la edad vetada por la Constitución. Síntesis del caso (Problemas Jurídicos)
En esta acción de inconstitucionalidad abstracta, el
Defensor del Pueblo impugnó la inconstitucionalidad del art. 24.I.8 de la Ley Orgánica del Ministerio Público, por considerar que esa norma discrimina y sanciona a todas y todos los funcionarios fiscales del Ministerio Público que por el hecho de cumplir sesenta y cinco años de edad, les obliga a jubilarse o a ser destituidos; consecuentemente, entiende como vulnerados los arts. 14.I, II y III, 46.I.2 y II, 49.III y 410.I y II de la CPE, 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; y, 6 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. El Tribunal Constitucional Plurinacional declaró la inconstitucionalidad de la disposición impugnada considerando que ninguna persona puede ser discriminada en razón de edad, ya que se vulnera el derecho a la igualdad, dado que toda persona adulta adquiere a lo largo de su vida, cierta experticia o destreza en una determinada materia y la mera acumulación de años y específicamente el cumplimiento de sesenta y cinco años, no necesariamente impide que los mismos puedan seguir desempeñando sus funciones, de ahí que pueda observarse diversidad de funcionarios estatales con dicha edad que cumplen eficientemente sus labores. Y por otra parte, en un mercado laboral competitivo los adultos mayores, por su edad justamente, son susceptibles a ser víctimas de discriminación, de forma que puede resultarles más dificultoso encontrar una nueva fuente laboral respecto a una persona más joven. Concluyendo finalmente que el cumplimiento de sesenta y cinco años de edad, no puede constituirse en una causal de “cesación” legítima ante la Constitución.) Extracto de la ratio decidendi
FJ.III.2. "De lo expuesto, el deber respecto al principio de
igualdad y el derecho a no ser discriminado implica que todo trato diferente contenido en un acto, norma y/o política, debe encontrarse debidamente justificado no sólo de forma abstracta sino en el caso concreto; es decir, que corresponde y constituye una carga probatoria de las autoridades y entidades públicas, el de acreditar y probar que el trato diferente responde a razones constitucionales, razonables y objetivas, de ahí que toda instancia gubernamental que efectúe una discriminación en el ejercicio de los derechos, tiene la carga probatoria y argumentativa de acreditar la razonabilidad de la medida. En el presente caso, se observa que el informe del Presidente de la Asamblea Legislativa Plurinacional justifica la causal de “cesación” como es la de cumplir sesenta y cinco años, porque no se adecuaría al “…perfil de servidora pública o servidor público que requiere dicha institución para cumplir con el mandato de la Constitución y la norma específica…” (sic); sin embargo, tampoco efectúa justificación suficiente sobre la necesidad imperiosa de cesar a los fiscales con dicha edad, aspecto que ante el art. 14 de la CPE, tiene una sospecha de acto discriminatorio y por tanto debe encontrarse debidamente justificado, ello porque toda autoridad debe argumentar y respaldar sus actos respecto a distinciones aparentemente sospechosas de incurrir en discriminación, omisión que en el presente caso per se vulnera el principio de igualdad. Ahora bien, debe considerarse que las personas adultas mayores tienen especial protección constitucional; así el art. 68.II de la CPE, prohíbe “…toda forma de maltrato, abandono, violencia y discriminación a las personas adultas mayores” y en desarrollo de dicha norma constitucional, el art. 2 de la Ley General de las Personas Adultas Mayores establece: “Son titulares de los derechos las personas adultas mayores de sesenta (60) o más años de edad, en el territorio boliviano”. En este sentido, la jurisprudencia constitucional más bien destacó el deber de protección del Estado –lo que incluye a este Tribunal como al legislador ordinario– respecto a las personas adultas mayores; así la SCP 2353/2012 de 16 de noviembre, estableció que: “…las personas adultas mayores por su exposición a diferentes riesgos y sus particularidades, cuentan con tutela reforzada constitucional, así el art. 67.I de la CPE, establece ‘Además de los derechos reconocidos en esta Constitución, todas las personas adultas mayores tienen derecho a una vejez digna, con calidad y calidez humana’, de donde además y en coherencia con el principio dignidad puede concluirse que en general a mayor edad y situación de abandono de una persona adulta mayor por parte de su familia, la protección por parte de las autoridades públicas y la sociedad debe ser más. Asimismo y de lo anterior, se extrae que la protección que las autoridades deben brindar a las personas adultas mayores, debe traducirse en la formulación de políticas públicas (generales) pero también a momento de tomar decisiones particulares que afecten a dicho grupo social, ello en virtud al efecto normativo de los derechos de las personas adultas mayores reconocidos en el art. 67 de la CPE, y la prohibición de abandono establecido en el art. 68 de la Norma Suprema, que conforme al art. 108.1 de la Ley fundamental, alcanza a las autoridades jurisdiccionales”. En efecto, toda persona adulta adquiere a lo largo de su vida cierta experticia o destreza en una determinada materia, y, la mera acumulación de años y específicamente el cumplimiento de sesenta y cinco años, no necesariamente impide que los mismos puedan seguir desempeñando sus funciones, de ahí que pueda observarse diversidad de funcionarios estatales con dicha edad que cumplen eficientemente sus labores. Por otra parte, en un mercado laboral competitivo los adultos mayores, por su edad justamente, son susceptibles a ser víctimas de discriminación, de forma que puede resultarles más dificultoso encontrar una nueva fuente laboral respecto a una persona más joven. Por otra parte en lo referente al derecho al trabajo, la SC 0337/2004-R de 10 de marzo, indica que: “…el derecho al trabajo, es la potestad o facultad que tiene toda persona a encontrar y mantener una ocupación que le permita asegurar su propia subsistencia y la de aquellos que se encuentran bajo su dependencia” y cuando la Constitución en su art. 46.II, establece que: “El Estado protegerá el ejercicio del trabajo en todas sus formas”, no solamente se refiere al acceso a un trabajo digno sino a la garantía de no ser destituido arbitrariamente. Ciertamente, respecto a los límites del derecho al trabajo la SC 1132/2000-R de 1 de diciembre, señaló que: “…la propia Ley Fundamental establece el límite del mismo al señalar expresamente que tal derecho debe ejercerse de manera que no afecte el bien común ni el interés colectivo…”, en el presente caso el cumplimiento de sesenta y cinco años de edad, per se, no puede constituirse en una causal de “cesación” legítima ante la Constitución; consiguientemente, que este Tribunal coincide con la apreciación del Defensor del Pueblo respecto a la inconstitucionalidad de la norma impugnada".) Extracto del precedente constitucional
FJ.III.2. "De lo expuesto, el deber respecto al principio de
igualdad y el derecho a no ser discriminado implica que todo trato diferente contenido en un acto, norma y/o política, debe encontrarse debidamente justificado no sólo de forma abstracta sino en el caso concreto; es decir, que corresponde y constituye una carga probatoria de las autoridades y entidades públicas, el de acreditar y probar que el trato diferente responde a razones constitucionales, razonables y objetivas, de ahí que toda instancia gubernamental que efectúe una discriminación en el ejercicio de los derechos, tiene la carga probatoria y argumentativa de acreditar la razonabilidad de la medida. En el presente caso, se observa que el informe del Presidente de la Asamblea Legislativa Plurinacional justifica la causal de “cesación” como es la de cumplir sesenta y cinco años, porque no se adecuaría al “…perfil de servidora pública o servidor público que requiere dicha institución para cumplir con el mandato de la Constitución y la norma específica…” (sic); sin embargo, tampoco efectúa justificación suficiente sobre la necesidad imperiosa de cesar a los fiscales con dicha edad, aspecto que ante el art. 14 de la CPE, tiene una sospecha de acto discriminatorio y por tanto debe encontrarse debidamente justificado, ello porque toda autoridad debe argumentar y respaldar sus actos respecto a distinciones aparentemente sospechosas de incurrir en discriminación, omisión que en el presente caso per se vulnera el principio de igualdad. Ahora bien, debe considerarse que las personas adultas mayores tienen especial protección constitucional; así el art. 68.II de la CPE, prohíbe “…toda forma de maltrato, abandono, violencia y discriminación a las personas adultas mayores” y en desarrollo de dicha norma constitucional, el art. 2 de la Ley General de las Personas Adultas Mayores establece: “Son titulares de los derechos las personas adultas mayores de sesenta (60) o más años de edad, en el territorio boliviano”. En este sentido, la jurisprudencia constitucional más bien destacó el deber de protección del Estado –lo que incluye a este Tribunal como al legislador ordinario– respecto a las personas adultas mayores; así la SCP 2353/2012 de 16 de noviembre, estableció que: “…las personas adultas mayores por su exposición a diferentes riesgos y sus particularidades, cuentan con tutela reforzada constitucional, así el art. 67.I de la CPE, establece ‘Además de los derechos reconocidos en esta Constitución, todas las personas adultas mayores tienen derecho a una vejez digna, con calidad y calidez humana’, de donde además y en coherencia con el principio dignidad puede concluirse que en general a mayor edad y situación de abandono de una persona adulta mayor por parte de su familia, la protección por parte de las autoridades públicas y la sociedad debe ser más. ?Asimismo y de lo anterior, se extrae que la protección que las autoridades deben brindar a las personas adultas mayores, debe traducirse en la formulación de políticas públicas (generales) pero también a momento de tomar decisiones particulares que afecten a dicho grupo social, ello en virtud al efecto normativo de los derechos de las personas adultas mayores reconocidos en el art. 67 de la CPE, y la prohibición de abandono establecido en el art. 68 de la Norma Suprema, que conforme al art. 108.1 de la Ley fundamental, alcanza a las autoridades jurisdiccionales”. En efecto, toda persona adulta adquiere a lo largo de su vida cierta experticia o destreza en una determinada materia, y, la mera acumulación de años y específicamente el cumplimiento de sesenta y cinco años, no necesariamente impide que los mismos puedan seguir desempeñando sus funciones, de ahí que pueda observarse diversidad de funcionarios estatales con dicha edad que cumplen eficientemente sus labores. Por otra parte, en un mercado laboral competitivo los adultos mayores, por su edad justamente, son susceptibles a ser víctimas de discriminación, de forma que puede resultarles más dificultoso encontrar una nueva fuente laboral respecto a una persona más joven. Por otra parte en lo referente al derecho al trabajo, la SC 0337/2004-R de 10 de marzo, indica que: “…el derecho al trabajo, es la potestad o facultad que tiene toda persona a encontrar y mantener una ocupación que le permita asegurar su propia subsistencia y la de aquellos que se encuentran bajo su dependencia” y cuando la Constitución en su art. 46.II, establece que: “El Estado protegerá el ejercicio del trabajo en todas sus formas”, no solamente se refiere al acceso a un trabajo digno sino a la garantía de no ser destituido arbitrariamente. Ciertamente, respecto a los límites del derecho al trabajo la SC 1132/2000-R de 1 de diciembre, señaló que: “…la propia Ley Fundamental establece el límite del mismo al señalar expresamente que tal derecho debe ejercerse de manera que no afecte el bien común ni el interés colectivo…”, en el presente caso el cumplimiento de sesenta y cinco años de edad, per se, no puede constituirse en una causal de “cesación” legítima ante la Constitución; consiguientemente, que este Tribunal coincide con la apreciación del Defensor del Pueblo respecto a la inconstitucionalidad de la norma impugnada".) Sintesis de la ratio Decidendi
La Magistrada Ligia Velásquez presentó su voto disidente
a la SCP 1035/2014, bajo el argumento de que era imprescindible analizar la impugnación de la norma conforme el test de razonabilidad de la discriminación, como ha sido expresado en SCP como la 0021/2014 que retoma la SCP 0069/2006. Puesto que considera que la aplicación de dicho test "responde a la necesidad de proscribir de la función de impartir justicia constitucional, toda posibilidad de discrecionalidad por parte de los jueces, por lo menos en el ámbito de la igualdad, y es aplicada casi de forma unánime por todas las jurisdicciones constitucionales. Extremos con deben tomarse en cuenta en el desarrollo del proyecto correspondiente al expediente señalado al exordio". ) Observaciones revisor
Declara Inconstitucional el art. 24.I.8 de la Ley Orgánica