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SIDEWAYS (ENTRE COPAS)

DIRECTOR: ALEXANDER PAINE


PAÍS. EE. UU.
AÑO: 2004

El Valle de Santa Ivez -ubicado en el Condado de Santa Bárbara-, es una las zonas
de cultivo de vides más famosas de la producción enológica norteamericana. Sin
duda, debemos hacer referencia a la escenografía en la que esta historia se
desarrolla, debido a que une a sus tres personajes protagonistas: Miles (Paul
Giamatti), Jack (Thomas Haden Church) y, evidentemente, el vino. El arranque del
filme podría ser algo anodino si hemos de considerar que dos amigos de juventud han
decidido pasar la última semana de soltería de uno de ellos (Jack) jugando golf,
disfrutando de la buena mesa y catando los mejores vinos, materia en la que Miles es
un especialista, además de encarnación personal de una de las cepas: el Pinot.
Esta pareja plena de contradicciones y complementos deleita su paladar con todo tipo
de placeres sensoriales que les ofrece con generosidad la visita a variadas viñas y
restaurantes, enmarcados en paisajes cromáticamente indispensables para lograr el
contrapeso ideal de la ruta del vino.
El viaje adquiere un tono de rito de pasaje hacia la vida en pareja y la lealtad que
conlleva un matrimonio (Jack); y la evidencia de una ruptura amorosa que aún
ensombrece la existencia de un entrañable catador de vinos como lo es este amigo
seductor en su tristeza y nostálgico rabioso en ocasiones (Miles). Los dos personajes
viven una suerte de maduración a escalas diferentes. El novio que encarna la
sensualidad desatada, esa irreprimible búsqueda del placer inmediato, la desafección
absoluta por la cata de vinos (motor esencial del lugar elegido para el viaje),
incapacidad absoluta para evaluar su conducta y repercusiones en otros, es un
personaje que terminamos comprendiendo que “es así”. Divierten sus
“descubrimientos de amores rupturistas”, esa inmadurez que requiere una buena
reprimenda para que arribe, como “debe ser” a los brazos de su novia oficial y esposa
a pesar de “todo”. Poco falta para encarnar el lema aquel de “debía experimentarlo
todo” para entender que “no todo se puede experimentar”. Jack tomará el camino de
la gracia después de entender que las decisiones que se toman, efectivamente,
causan daños colaterales; y las emociones descontroladas, solo pusieron de cabeza
su vida (que su aprendizaje sea duradero, no tenemos ninguna certeza, eso sí).
¿Y Miles? No puedo negarlo. Es entrañable, sensible, generoso, paciente, leal y,
claro, un poético depresivo. Su matrimonio se fue a pique, su novela está al borde del
precipicio de ser solo papeles sin publicarse jamás, su trabajo una monotonía que
solo resta, ¿qué más? Tanto de aquello que convierte a un ser humano en una
opacidad absoluta. Entonces qué sentido tiene abogar por este personaje que tiene el
timón del barco en viaje a la transformación: hay muchas cualidades y de distinta
naturaleza. Ya hemos reconocido algunas más arriba y, sin duda, es imposible
soslayar uno de los diálogos magistrales del filme que se suscita cuando Maya
(mesera de uno de los restaurantes que visita y que jugará un gran papel en la vida de
Miles) y él conversan al calor de uno de los tantos vinos notables que degustan.
“¿Por qué te interesa tanto el Pinot?
El Pinot es difícil cuidar esa uva…tiene una cáscara delgada y temperamental…
madura temprano. No es una sobreviviente como el cabernet, que puede crecer en
cualquier lado, aun cuando la descuiden. No, la Pinot necesita cuidado y atención
constantes. Es más, solo puede crecer en lugares muy específicos escondidos del
mundo. Y solo los agricultores más pacientes y cuidadosos la cultivan. Solo aquellos
que se toman el tiempo para entender el potencial del Pinot pueden sonsacarle su
expresión más completa. Y, además, sus sabores son de lo más inolvidable y brillante
y emocionante y sutil y antiguo del planeta. Los cabernets pueden ser poderosos y
exaltadores, pero parecen prosaicos en comparación con los pinots".
Estas palabas son notables, acunan deliciosamente en una cepa la esencia de Miles,
un alma delicada, extraña, escasa, de brillos sutiles y que, ante lo prosaico que
puedan ser los seres que rondan su vida, él conserva la riqueza del color luminoso,
intensidad, el aroma, y un sabor a frutas incomparable por su suavidad. Se ha
añejado lo suficiente, lo justo como para ser descubierto y descorchado en el
momento justo. Este será su pasaje, el rito de un viaje iniciático, el descubrirse como
la cepa del Pinot e reiniciar su vida desde esta rendija por la cual la luz ha comenzado
a entrar a raudales.
Hablamos del tercer personaje: el vino. Este, indudablemente, debe ser catado por
cada boca, ojos y nariz. Cada cepa es uno de nosotros, lo que somos en verdad y,
quizá, encontraremos en ella lo que dice de nosotros tan solo con jugar en una copa,
el día preciso, del año exacto.

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