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EL TRAJE Y LA OTRA HISTORIA

DE LA MUJER
Juana María Rey Alvarez
Investigadora y profesora
Programa de Textiles, Universidad de los Andes

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El traje, considerado por muchos taria de los indígenas no tuviera ver a su llegada a las indígenas
un elemento banal de la sociedad grandes variaciones pues, como semidesnudas, pintadas y adorna-
occidental, refleja los procesos polí- anota Gilíes Lipovestsky, a lo largo das. De acuerdo a las condiciones
ticos, económicos y sociales de las de la historia ha existido entre los climáticas de los territorios que ha-
diferentes civilizaciones. El traje no aborígenes un respeto por el pasa- bitaban, las mujeres llevaron dos
puede desligarse del entorno cultu- do colectivo que fija la utilización tipos de indumentaria: en los cli-
ral al cual pertenece, pues sus for- de prendas y ornamentos, elemen- mas cálidos, una faldilla o delantal
mas básicas se atienen a unos cáno- tos culturales heredados del pasa- y en los climas fríos, a manera de
nes o normas impuestas por la cul- do, de generación en generación, falda, una manta alrededor de la
tura. sin cuestionarse su estética1. Son cintura y una líquira que se anuda-
escasos los estudios en los cuales se ba a un hombro o se sujetaba en el
Colombia, caracterizado por una analizan los cambios que pudo ha- pecho por medio de un alfiler. La
localización geográfica privilegia- ber sufrido el traje durante el perío- desnudez del cuerpo femenino pro-
da, con una enorme diversidad de do prehispánico en nuestro territo- vocó que en 1574, la Iglesia dictara
clima, topografía y recursos natu- rio pero, a través de la orfebrería y una ley ordenando a las indígenas
rales, así como por la pluralidad de la alfarería, podemos conocer gene- cubrir por completo el cuerpo con
pueblos, lenguas y culturas duran- ralidades de la indumentaria de los una "camiseta de mangas largas y
te el período precolombino, se con- diferentes grupos y a partir de los una manta de la cintura para abajo
virtió, después de la conquista, en escritos de los cronistas, acercarnos "2

un territorio eminentemente mesti- a una posible realidad del traje pre-


zo. A través del estudio histórico colombino. El estudio del traje permite fijar una
del traje comprobamos que dentro relación entre las condiciones geo-
del convulsionado proceso históri- Los textos de Juan de Castellanos, gráficas y culturales, las formas del
co que incidió en toda la cultura, el Fray Pedro de Aguado, Antonio de traje y su manufactura textil, donde
traje también se vio afectado. La Herrera, entre otros, hacen referen- la mujer ha sido protagonista. En la
historia del traje en Colombia es la cia al asombro de los españoles al Colombia prehispánica, los tejidos
historia de adopciones y adaptacio- fueron parte importante de la
nes del traje europeo. El vestido, economía de culturas como la
además de contar su propia histo- Muisca, Guane y Nariño. De
ria, nos confirma la tradición textil A TRAVÉS DEL ESTUDIO acuerdo a los textos algunos
en Colombia, existente desde el HISTÓRICO DEL TRAJE cronistas, las mujeres
período precolombino hasta nues- COMPROBAMOS QUE prehispánicas eran las encar-
tros días. El traje femenino, por su gadas de hilar las fibras de
parte, ha jugado un papel notable DENTRO DEL algodón y por lo general, eran los
pues a través de él, hemos podido CONVULSIONADO hombres quienes se dedicaban al
conocer las más íntimas expresio- PROCESO HISTÓRICO QUE tejido de mantas. Para el proceso
nes de su historia y a través de él, la de hilado, los indígenas utilizaron
del país.
INCIDIÓ EN TODA LA el huso, vara de madera o caña
CULTURA, EL TRAJE de 40 cms de longitud
Es muy probable que durante el TAMBIÉN SE VIO aproximadamente, que llevaba
período prehispánico, la indumen- en uno de sus
AFECTADO.

1 Lipovetsky , Gi l l es . El imperio de lo efímero. Barcelona, Anagrama, 1990, pág. 27.


2 Rojas de Perdomo, Lucía. Manual de arqueología colombiana. Bogotá, Carlos Valencia, 1985, pág. 121

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extremos una entalladura en for- Durante el período colonial, la
ma de gancho y en el otro, un producción textil del Nuevo Reino
tortero de pizarra que facilitaba el de Granada se vió afectada por
movimiento de torsión que, con las políticas borbónicas. Cataluña
los dedos de la mano derecha se le había desarrollado una importante
imprimía mientras que la izquier- industria textil y exportaba sus
da sujetaba el hilo que se iba for- manufacturas a las colonias. Los
mando y a la vez, adelgazaba los comerciantes catalanes, queriendo
nudos que pudieran aparecer, ob- proteger su industria, solicitaron a
teniendo un hilo de grosor unifor- la Corona expedir decretos para
me. Una vez hiladas las fibras, las destruir las fábricas de tejido
mujeres teñían los hilos con tintes establecidas en las colonias. Se
naturales extraídos de plantas y ordenó determinar el número de
minerales. Los colores más usados fábricas existentes y procurar su
fueron el violeta, rojo, naranja, destrucción3. A partir de la segunda
amarillo, marrón y negro. Estos mitad del siglo XVIII, los
por lo general, eran destinados a gobernadores hicieron cumplir los
las mantas de los caciques, sacer- decretos y argumentaban que las
dotes y guerreros. Las mantas del colonias debían proveer de
común de la gente eran blancas y Vendedora de café, Bogotá.
materia prima a España y ésta las
la calidad del tejido era inferior. retribuía con productos
terminados. Los talleres de tejido
Los españoles, además de un idio- que sobrevivieron en la Nueva
ma, una religión y una cultura de LOS ESCASOS GRUPOS DE Granada producían telas de
vida, trajeron a América una nue- MUJERES QUE LLEGARON A regular calidad y a muy bajos
va forma de vestirse, a la usanza NUESTRO TERRITORIO costos. Según relatos de los viaje-
de los países europeos. Los nati- ros, el tejido era una actividad
vos tomaron rasgos de estos trajes, IMPUSIERON doméstica ejercida por mujeres y
los cuales sirvieron como base para PROGRESIVAMENTE ENTRE niños agricultores e indígenas de
la formación de trajes regionales; LAS NATIVAS, TAREAS Boyacá, Cundinamarca, así como
los colonizadores, por su parte, PROPIAS DE LA por mestizos y blancos de San-
adaptaron su indumentaria a las tander. Hilanderos y tejedores ad-
condiciones del Nuevo Mundo. VIDA DOMÉSTICA Y quirían las materias primas y una
Los escasos grupos de mujeres que OFICIOS COMO COSER vez terminados los productos, los
llegaron a nuestro territorio im- Y BORDAR. artesanos los vendían en los mer-
pusieron progresivamente entre cados locales donde eran adqui-;
las nativas, tareas propias de la ridos por comerciantes, quienes
vida doméstica y oficios como co- los revendían a lo largo del terri-
ser y bordar. Un gran porcentaje torio nacional. Antioquia y Cauca
de la población femenina europea Mundo era mal visto el trabajo re- fueron los departamentos con ma-
tenía conocimientos de costura; eran munerado pues estaba en contra yor índice de consumo de tejidos
ellas quienes cosían sus vestidos o del concepto de feminidad. Las Indígenas y campesinos adquirían
por lo menos, sus prendas íntimas mujeres de clases privilegiadas bus- los géneros de bayeta, batán y
puesto que no estaba permitido que caron, entonces, desarrollar activi- pañetes4 para confeccionar sus tra-
los hombres dedicados al oficio de dades que permitieran su realiza- jes, mientras que colonos y
la confección, les probaran los tra- ción dentro de la vida doméstica. criollos vestían finos lienzos
jes. En muchos casos, ellos cortaban Estas labores fueron transmitidas a europeos. La baja productividad
las prendas y las mujeres las arma- las jóvenes indígenas y mestizas al de los textiles, consecuencia de
ban y cosían. Socialmente, en el Viejo servicio de las europeas. una tecnología precaria, no
permitía a los artesanos

3 Lynch, John. Hispanoamérica 1750-1850. Ensayos sobre sociedad y estado. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1987, pág. 22
4 Durante la Colonia y República se denominaba bayeta a las telas de algodón anchas y finas y zaraza a las telas de lana poco tupidas

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competir con la calidad y los pre- compañía, niñeras y cocineras en notables en diferentes situaciones
cips de los tejidos europeos. casas de españoles y criollos, cons- de la vida doméstica y por las cam
Habiendo desaparecido las estruc- tituyeron uno de los grupos locales pesinas, indias y mestizas, en días
turas de la indumentaria precolom- que perdieron sus valores cultura- festivos o desempeñando labores
bina, las nuevas formas del traje, les por el continuo contacto con los como el hilado y el tejido que, una
traídas por las mujeres provenien- patronos. El traje reflejará una si- vez más, confirman la presencia
tes de la península ibérica, se esta- tuación de sometimiento y una cla- femenina en la actividad textil na
blecieron rápidamente en las colo- cional.
ra diferenciación social, pues sus
nias. En una confusa situación so-
formas y elementos decorativos De acuerdo a las descripciones que
cial bajo las nuevas relaciones de
poder, indígenas y mestizos procu- fueron tomados de los corpinos y se han podido recuperar, el traje de
rarían imitar estas formas con el fin enaguas de sus señoras. Cabe ano- los sectores populares no tuvo gran-
de lograr una aceptación de las cla- tar que la idea de usar un traje de des variaciones desde la colonia
ses altas. Los estratos superiores, a dos piezas surgió en Europa duran- hasta el siglo XIX. Las mujeres
su vez, modificaron su apariencia. te el siglo XVI dentro de las clases santandereanas, por ejemplo, lle-
"De este doble movimiento de imi- sociales más bajas. Esta nueva or- vaban "el limpio vestido compues-
tación y de distinción nace la ganización del traje dio la posibili- to de camisa profusamente borda-
mutabilidad de la moda"5. En Eu- dad de conjugar diferentes telas, da de colores, enaguas de bayeta,
ropa, el traje no podrá separarse de colores y tallas. alpargatas y sombrero de jipijapa
la feminidad. A través de él, las con ancha cinta negra, el cual sujeta
mujeres mostrarán la estética de la Para abordar el estudio del traje en la mantellina de paño que llevan
seducción. Es interesante anotar Colombia durante el siglo XIX, las flotante para lucir la camisa y el
que, mientras en América se aplica- referencias que nos ofrece la pintu- rosario de oro..."6 vestimenta con
ban leyes y decretos ordenando ra costumbrista son de enorme uti- rasgos similares a las usadas en más
cubrir el cuerpo de la mujer, el traje lidad, pues en ella se representan fríos como Bogotá: "(...) la
europeo exaltaba los atributos fe- con gran realismo, escenas cotidia- mantellina de paño, abundantes
meninos. A diferencia del Viejo nas de todos los sectores que con- enaguas de bayeta fina y la patita
Continente, el conservatismo im- forman la sociedad neogranadina. encerrada en blanca alpargata"7.
puesto al traje desde la Conquista A través de la pintura, la acuarela,
por la Iglesia y la fé cristiana, no el dibujo, la caricatura y el grabado, Los relatos costumbristas de José
permitió que el erotismo y la el traje fue descrito y magnificado María Vergara y Vergara y José
sensualidad del traje europeo -que como puede verse en las obras de María Cordovez Moure, entre otros,
modelaba el talle, destacaba cade- Ramón Torres Méndez, José María describen con sutileza diferentes
ras, pecho y hombros- fuera mos- Espinosa y José Manuel Groot. situaciones, en las que el traje es
trado con tanto rigor por las damas protagonista. A partir de ellos po-
coloniales. Las mujeres debían mos- Durante la segunda mitad del siglo demos concluir que las mujeres de
trar recato y castidad, tanto en su XIX, la Comisión Corográfica, lle- mayor alcurnia seguían, con auste-
comportamiento como en su apa- vada a cabo con el fin de explorar ridad, una moda similar a la euro-
riencia física durante todo el perío- los diferentes territorios naciona- pea, que reflejaba la elegancia y
do colonial y republicano. les, contará con un nutrido grupo recato de su portadora. Era frecuen-
de dibujantes y acuarelistas, quie- te que las mujeres adultas usaran
A lo largo de los siglos XVII y XVIII, nes representaron los diferentes ti- trajes oscuros, mientras que las más
nuestros nativos continuaron adap- pos étnicos y las costumbres de las jóvenes se decidían por "el color
tando como propios elementos de gentes encontradas a los largo de amarillo si eran morenas; las ru-
la nueva cultura. Las mujeres in- los viajes. A través de esta informa- bias, por el azul; las pálidas, por el
dias y mestizas que trabajaban en ción pictórica y escrita, dejada en negro; las sonrosadas, por el blan-
oficios domésticos como amas de los informes de Agustín Codazzi, co; las altas, por los telas rayadas
hoy podemos conocer con exacti- que las hagan ver altas; las media-
tud el traje usado por las damas

5 Lipovetsky, Gilles. El imperio de lo efímero. Barcelona, Anagrama, 1990, pág. 57


6 Ancízar, Manuel. Peregrinaciones de Alpha. Tomo 1. Bogotá, Banco Popular, 1984.
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ñas de estatura, por el escote, para hacer los distinguidos almacenes de
lucir las bellas formas..."8. Así mismo capital. Sin embargo, los
podemos reconfirmar la importancia textiles nacionales contaban
de las labores de costura y bordado con un amplio mercado
dentro del marco de la vida doméstica, constituido por los sectores
las cuales eran enseñadas a las niñas populares, quienes continuaban
desde edad temprana o, a partir de usando para la confección, los
1850, en centros de educación femeni- géneros de bayeta y zaraza. El
na, donde por la suma de $2 pesos auge de la industria textil se
mensuales, enseñaban a las jóvenes iniciará hacia 1886,
"dentro del mayor orden, moralidad y aproximadamente, con la lle-
aseo, a leer, escribir, doctrina cristiana, gada a Antioquia de los
elementos de aritmética, coser, bordar primeros telares modernos.
en blanco y en colores, calar y
labrar"9. La educación se encaminaba El traje femenino en Colombia
hacia la preparación de una buena ha surgido como resultado de
ama de casa; ella debía encargarse per- factores sociales, religiosos,
sonalmente del aseo del hogar, de la económicos y estéticos. Su
dirección de los asuntos culinarios, del historia ha sido a su vez,
vestido de la familia y de los deberes reflejo de la historia de la mu-
religiosos. La costura y el bordado jer, de su quehacer cotidiano y
fueron tareas practicadas por los Soto: tejedoras y mercaderes de sombreros de su profunda identificación
diferentes sectores sociales del siglo de nacuma en Bucaramanga, 1851. Acua- con las labores textiles en
XIX; para las más privilegiadas, rela de Carmelo Fernández nuestro medio.
constituían una sana distracción y para
las menos favorecidas, ingresos
adicionales para el sustento familiar. Bibliografía:
La industria textil nacional continuó
siendo a lo largo del siglo XIX afectada ARDILA, Jaime. Lleras, Camilo.
por la importación de muselinas, Batalla contra el olvido. Bogotá:
terciopelos, organdí, paños, etc., que Jaime Ardua, Camilo LLeras,
1985.
se vendían en las diferentes plazas de
mercado o en BERMUDEZ, Suzy. Hijas, esposas
y amantes. Bogotá, Uniandes,
1992.

DE LA VEGA, Eulalia. La mujer en


la historia. Madrid, Anaya, 1992.

VERGARA VERGARA, José


María. Las tres tazas. Cali, Carvajal,
1969.

8 Cordovez Moure, José María. Reminiscencias de Santafé y Bogotá, "El hogar doméstico".- Bogotá, Primer festival del libro colombiano, 1850 (?), pág. 151.
9 Sánchez Cabrera, Efraín. Ramón Torres Méndez, pintor de la Nueva Granada 1809-1885. Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1987, pág. 27.

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