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Casi siempre te conviertes en aquello que imaginas. Y sólo tú decides que pensar.
Somos responsables de lo que ocurre en nuestra vida. A partir de los dieciocho años e
incluso antes, decidimos sobre nuestra vida en cada momento. Somos responsables de
las consecuencias de estas decisiones.
Así que tú eres aquello que decidiste ser. Tienes el trabajo que elegiste y ganas el
salario que seleccionaste. Tienes plena libertad para escoger. Una vez hecha la elección
debes aceptar las consecuencias, sean buenas o malas.
Lo que haces es el resultado de tu decisión personal. Eres lo que eres y estás dónde
estás porque tú lo has decidido así. Te guste o no.
Todo depende de ti. Si deseas que empiecen a ir las cosas mejor en tu vida, empieza
por ti mismo. Te sorprenderás de los cambios en poco tiempo a tu alrededor.
Asumiendo tu propia responsabilidad experimentarás una extraordinaria sensación de
control y libertad en tu vida. Te sentirás satisfecho y te desharás de la creencia que
todo se mueve por accidente y avanzarás más y más rápido hacia tus metas.
Si sabes lo que quieres conseguir en todas las áreas de la vida, tu éxito está
garantizado.
Cuánto más precises en tus objetivos, más fácil podrás tomar decisiones. Tendrás claro
tus prioridades y gestionarás mejor tú tiempo acorde al objetivo. Cuánto más tiempo
inviertas en tus objetivos, mayores serán tus logros. Cuánto más experimentes la
sensación de triunfo, mayores serán tus deseos de logro. Es una espiral. Es una
sensación de satisfacción increíble.
Imagina que han pasado cinco años y que tu vida es perfecta. No tienes problemas de
dinero, tu familia y tú gozáis de una salud estupenda y tienes el trabajo ideal.
Pregúntate ahora ¿Con quién estaría?, ¿Cómo sería mi familia?, ¿Qué ingresos tendría?
¿Qué casa y coche tendría?, ¿Qué ropa llevaría?, ¿Cómo sería mi aspecto físico?
Cuánto más detalles describas, mejor. Según vayas haciendo la lista entrarás cada vez
en más pequeños detalles. Algunos tienen suficiente con diez cosas, pero se puede
llegar a doscientos o más. Tu motivación irá en aumento. Ahora mismo el 80 % de tu
motivación es como consecuencia de lo que estás imaginando que quieres conseguir.
Cuánto más claras sean tus ideales, más motivado estarás y por lo tanto más decidido
estarás para realizarlo.
Tómate el tiempo que haga falta. No importa el orden de tus ideas, lo importante es,
que salgan.
Ahora tú: Divide los objetivos que hiciste siguiendo los pasos del anterior Newsletter en
cualitativos, materiales y de desarrollo.
Los cualitativos son aquellos que guardan una relación directa con las personas y la
calidad de vida. Son fines personales y familiares. Se sincero contigo mismo y describe
las razones personales que le hacen desear ese objetivo. ¿Por qué haces esto y no otra
cosa? No lo mezcles con lo material. Esto último es muy importante.
Los objetivos materiales son aquellos que han de cumplirse para llegar a los objetivos
cualitativos. Es decir ¿qué tengo que hacer?, qué cosas tengo que hacer para llegar al
“Por qué”. Está ligado a los ingresos económicos y los objetos materiales en general.
Los objetivos de desarrollo personal y profesional son las cosas que tienes que hacer y
aprender para llevar a cabo los otros dos objetivos. Es decir ¿Cómo tengo que hacer
para conseguirlo?
Ahora haz una lista con todo lo que podrías hacer para alcanzar esa meta. Las
primeras cuestan mucho, pero a medida que vas escribiendo verás que salen cosas
nuevas.
Haz lo mismo con el resto de Objetivos A. Cuándo acabes verás que los fines de todos
los demás objetivos están relacionados.
Define ahora una sublista de tareas por tiempo y prioridad. ¿Qué tengo que hacer
primero? Recuerda que tienes que pensar en las tareas que facilitan al máximo el
cumplimiento del Objetivo principal. Vuelve a poner una A, una B y una C a cada
acción. Y luego una A1, A2…B1, B2…etc…
Ahora ya tienes la lista de tus objetivos más importantes organizados por prioridades y
una lista de actividades para lograrlos, también organizada por prioridades. Un plan
perfecto para cada área esencial de tu vida.
Revísalo a diario y haz algo todos los días que empuje al logro de ese objetivo. Con el
tiempo entrarás en una especie de inercia y verás con qué rapidez progresas. Un
método sencillo y eficaz.
Recuerda:
¡Manos a la obra!