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14 JUN 2011
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Cen tros Universitarios
de la Compañia de Jesús
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Contenido
PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN 9
Queda prohibida, sa lvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de SEGUNDA PARTE: LAS PROFESIONES Y SUS CONTEXTOS . . 33
reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta
obra sin contar con la autorización de los titularl's de propiedad intelectual. CAPÍTULO 2: ¿QUÉ SON LAS PROFESIONES? .... . . . ..... 35
La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito
contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. del Código Penal). El Centro
l. Primera célracterización de las profesiones . . . . . . . . . . . . 35
Español de Derechos Reprogr.líicos (www.ccdro.org) vela por el respeto de 11. El ethos profesional como fenómeno socia l ..... . ... .. 37
los cotados derechos. 111. Definic ión de profesión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
t!0]
Impresión
RGM, S.A. - Bilbao
ISB N: 84-330-1710 -7
Centros Universitarios
Depósito Legal: B1-2 104/02 de la Compañia de Jesús
11/ ÉTICA GENERAL DE LAS PROFESIONES
LECTURAS COMPLEMENTARIAS
Capítulo 5
Co~~N~, A. (1996!, "El estatuto de la ética aplicada. Hermenéutica críti-
e las act1v1dades humanas", en: /segaría 13 (1996) 11 9-134 El principio de beneficencia
HAVE · · ¡-ism; A Western European Appraisa l",
H TENH ( 1994)', "pnnc1p
Óuu~ · in:
in U s\·AM~L'. O CONNELL, eds. (1994), A Matter of Principies? Ferment
_· · ,oer ics. Valley Forge, Pennsilvania, Trinity Press, Págs. 101 _
120
Ho;AL, A. (1999), "Sobre lo que viene llamándose ética aplicada" en·
O~EMANY v Qu1~ZÁ (eds.) (199'.3), Ciudad de los hombres. Ciudad d~
os: Homena1e a Alfonso Alvarez Bolado. Universidad PontT .
eom1llas. Madrid, Págs. 77-90. i icia
diaciones del ~rincipio de justicia. A veces se integra el principio segunda fase de los trabajos de dicha Com1s1ofl, el gru~o ~e_exp~~-
de benef1cenc1a y el de no m;ilPfi,encia en el principio de utilidad tos reunidos en Belmont buscaba establecer "unos pnnc1p10~ el!
que establece la necesidad de sopesar y compensar los beneficios cos básicos", es decir, aquellos criterios generales que p~dieran
Y perjuicios que se siguen de determinados cursos de acción. Pero servir como base para justificar muchos de los preceptos et1cos Y
com~ h:-mos dicho, se le presenta sobre todo como contrapuesto valoraciones particulares de las acciones humanas". Tres de ello_s
al pnncIpI0 de autonomía y origen del paternalismo. Paternalismo les parecían "particularmente relevantes para la ética de la experi-
sería la beneficencia que no respeta ·la autonomía de las personas mentación con seres humanos: los principios de respeto a las per-
a las que se propone beneficiar. Nosotros hablaremos del paterna- sonas, de beneficencia y de justicia" (INFORMF 8ELMONT, 2). Los par-
Iismo después_ de haber presentado separadamente los principios ticipantes habían trabajado sobre un escrito de Karen_ Lebacq~; en
1
d_e benef1cenc1_a y de autonomía. Ahora nos toca empezar pregun- un primer momento enunciaron y aceptamn los si¡,;u,entes pnnc -
t.::ndonos: ¿que es la beneíicencia considerada en sí misma? pios que aquí se recogen en un orden diferente:
~ra poner de manifiesto el alcance del princ ipio de benefi- 1. respetar la autodeterminación de las personas (autonomía),
cencia e~ sus propios términos, además de dejar para un segundo
2. atender a la justicia distributiva (justicia a) , _ .
momento el tema del paternalismo y el tema del posible conflicto
3. atender a la justicia compensatoria ("proteger al d~bd Y pri-
entre _bene~icencia y autonomía, hace falta liberar el principio de
vado de poder" (Toulmin): justicia b).
benef1~enc1a del sesgo util itarista con el que ha sido formulado y
d1fund1do, y presentarlo en términos de las éticas del bien de rai- Los otros cuatro "principios" se entienden desde el trasfondo
gambre aristotélica, que constituye -así lo pensamos- su contexto de un cálculo utilitarista de beneficios (ventajas) y daños (incon-
obvio. Esto permite ofrecer una formulación del principio de bene- venientes) tanto para los sujetos individuales que son objeto de la
ficencia en términos más acordes con la ética de las profesiones, investigación en cuestión como para otros individuos o grupos. Se
de todas las profesiones, no sólo de las profesiones de ayuda. formulan en estos términos:
D. Ross y W. Frankena son dos autores precursores de la for-
4. Beneficiar a los sujetos individuales que son objeto de la
mulación de los cuatro principios de la bioética, entre ellos el de
beneficencia. En su libro Lo correcto y lo bueno (1 º ed. de 1930) investigación (beneficencia a) _
enumera D. Ross la beneficencia entre los "deberes" que todos los
s. Beneficiar a otros individuos y grupos presentes Y futuros
1. la secretari a, del arquitecto o del actor, aunque no siempre estén constitutivamente ligados a una práctica sólo pueden conseguirse
1' t~dos de acuerdo acerca de en qué consista el bien constitutivo de
l·i ejerciendo bien dicha práctica.
"1 1
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dichas actividades profesionales.
1
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ÉTICA DE LAS PROFESI ONES
1
,- L frICA DE LAS PROFESIONES
{r EL PRINCIPIO DE BENEFICENCIA /L)
re de la valentía para poder decir las cosas cuando eso puede aca-
rrearnos problemas, o de la moderación para saber callar lo que
:n . .
"Así, pues, Trosímaco, resu 1ta ev1·d te que ningú n arte ni
obierno dispone lo provechoso paw s, mismo, s1110 que, c~mo
debe ser callado, y de la justicia para saber deci r.lo que se debe g , s diciendo lo dispone y ordena pitra el gobernado, m1ran-
decir y callar lo que se debe callar, o para saber deci r a cada uno ven1amo d , ' es el más débil no al del más fuerte. y por
do al bien e este, que ' d.
lo que tiene derecho a oír, etc. Y así con todas las demás. sto uerido Trasímaco, decía yo hace un momento que _na ie
Al final, los criterios para la articulación de los bienes se toman e . ';gobernar de su grodo ni tratar y enderezar los males_a¡enos,
-provisionalmente y siempre sujetos a revisión y modificación-
por una parte de la cultura moral sedi mentada en las costumbres
~:;e~~=
q_u1er d .d n recompensa; porque el que ha de servirse rec-
~~~~~;lee no hace ni ordeno nunca, al ordenar conform~
a ella lo mejor paro sí mismo, sino para el gobernado, f~r lo cua,
e instituciones (Sittiichkeit, ias ilamaba Hegei, paiabra que algu- ú~ arece, debe darse recompensa a los que ,e u1s~one~, "
nos traducen por "eticidad") y por otro y sobre todo por esa acu- ~:tern~r; sea dinero, sea honra, sea castigo al que no gobierna .
muiación de sabiduría, experiencia y buen hacer moral de los PI , República 1 346 e . 347 a (trad. de ).M. Pa?ón y M.
hombres virtuosos. El hombre justo es quien mejor puede saber en Ferná~~~;~ Goliano, ln;tituto de Estudios Políticos, Modnd, 1949).
qué consiste actuar justamente tanto en general como en las situa-
ciones nuevas que se pudieran ir presentando, y así e l valiente, el
mode rado la moderación (templanza) y e l prudente la prudencia.
Para la ética profesional esto es importante pues obliga a supe-
. ., d 1 ·smo modo toda acción
rar el "dentrismo" de! que hemos hablado más arriba que no con- "Toda arte y toda invest1gac1on, y e mt b d. 1- con
, b. . por esto se a 1c ,o
siste en otra cosa que en promocionar el ejercicio de ia propia y elección, porecen tender a a 1gun ,en, ·. d Pero
, e el bien es aquello a que todas las cosas t~en en.
:profesión, la visión interna de lo que ella hace y sus intereses a razon qu ¡· nos son
. ue hay alguna diferencia entre los mes, PLt,es u
costa de otros bienes igualmente necesarios y buenos para el vivir
humano. No es buen médico el que sólo es médico; no es buen
~~;:~~~~es, y los otros, aparte de 1és;as, cierta~e~b:~~~~:t~~:1~:~~
en ue hay algunos fines aporte e e as acc10 ' -· has
_profesional el que de tal manera apuesta unilateralmente por su te ;eferibles las º?ras.ª los ac;ividade~. '.~r:~~:~. :~a:f~~~ en
propia profesión que subordina todos los otros aspectos (econó- acciones, artes y c1enc1as, resu tan tam ,e , . ue-
micos, familiares, espirituales, socia les, etc.) a la propia profesión. efecto, el de la medicina es la salud; el de la econfm1~, IJ ;1~mo
za y en todas aquellas que dependen de una sola ac~ ta ca los
Desde esa misma perspectiva y aun antes de entrar en temas de
el .orte de fabricor frenos y todas las demás con~ernt~tesmismo
autonomía y justici a cabe desca lificar el corporativismo profesio- arreos de los caballos se subordinan a la estrat~g,al e .ª ·pale<
nal. El abogado no puede, no debe defender de tal manera a su nera otras artes a otras diferentes), los fines ,e as pnnc1_ ,
cliente que dañe a todos los demás, al conjunto de la sociedad, a :~ preferibles a los de las subordinadas, ya qu_e estos se pers,_gue~
la adm inistración de justicia y cause un deterioro serio en las ins- en vista de aquéllos. Y es indiferente que los f111es de las ac~~n:n
tituciones dedicadas a admin istrarla conforme a las leyes. sean las actividades mismas o alguna otra fuera de ellas, co
las ciencias mencionadas" •
ARISTÓTELES (1985), Etica-
a .N.,coma~o
, (trad . de ). Marías),
LECTURAS COMPLEMENTARIAS Centro de Estudios Constitucionales, Madnd, 1094 a 1 -1 8.
BEAUCHAMP, T.L., CHILDRESS, ).F. (1999), Principios de ética biomédica,
Masson, Barcelona, 245-257.
ETXEBERRIA, X. (2002 ), Temas básicos de élica, Desclée De Brouwer, S.A.,
Bilbao, Capítulo 2: La ética como horizonte de plenitud, 29-72.
GRACIA, D. (1989), Fundamenlos de bioélica, Eudema, Madrid, 23 -1 20.
ÉTICA DE US PROFESIONES
ÉTICA DE LAS PROF ESIONES
- 'i 0í~
/Jl ÉTICA GENERAL DE LAS PROFESIONES . . . ~J.r EL PRINCIPIO DE AUTONOMÍA /·]]
profética; sólo tras las transformaciones de la sociedad burgueso, nadie; pues también los otros están dotados de razó n, conciencia
de la producción industrial y de la democratización de la política y libertad, y tienen, por eso mismo la misma dignidad y derechos.
llegó a tener el principio de autonomía o de autodeterminación de La libre iniciativa en el campo económico llevada a cabo por una
las personas una amplia presencia social. Otros seres están some- burguesía en ascenso y expansión llevó a rec~amar un ~arco jurí-
tidos a la ley de su propia naturaleza; Adán, y con él cada uno de dico que garantizase que la actividad econom1ca pudiese verse
sus descendientes, podrá definir su propia naturaleza a su arbi- libre de intervenciones arbitrarias y despóticas de los poderes
tri o ... será alfarero y escultor de sí mismo. Esta idea empieza a ser públicos. Surgió así la p rim era generación de derechos humanos:
social y políticamente operativa en los comienzos de la moderni- los derech~s civiles y políticos del ciudadano.
dad mediante lc1 solución que se va dando al tema de la l ibertad Cuando la valoración primordial de la l ibertad y !i autodeter-
de conciencia en una sociedad escindida por guerras de religión minación se proyecta sobre el ámbito de los poderes públicos
y mediante las garantías jurídicas que la burguesía comercial va estamos ante la idea de democracia, desde la que se cuestiona el_
reclamando frente a las arbitrariedades del poder pol ítico absolu- absolutismo y los privilegios estamentales del feudal ismo. Ningún
tista (derechos civiles). Locke es el primer gran pensador del libe- gobierno, ningún régimen político es aceptable si es impuesto,
ralismo político, económico y religioso. Y Kant el exponen te más ninguna posición social es legítima por el mero hecho de ser here-
depurado de un principio de autonomía que, cuando él escribe, dada. Cualquier forma de gobierno, para ser verdadera_m~nte
ya está amp liamente asentado en la ·conciencia intelectual de las humana, tiene que contar con la libre aceptación y conse1~t1m1en-
socierlades europea y americana. to de los gobernados. Rousseau fue quien formuló con mas ac~~-
Nada es verdaderamente humano si es impuesto a los hombres tación esta idea de que la voluntad general era la fuente de leg1t1-
por otros hombres. La misma fe, la religión y la moral sólo son ver- midad democrática de un pueblo que se gobierna a sí mismo Y
daderas y valiosas, sólo merecen formar parte del propio proyecto sólo obedece a sus propias leyes.
de vicia, si son libremente elegidas o aceptadas; se degradan tan Estas ideas que Rousseau formula para la vida pol ítica son las
pronto como no responden a las propias convicciones de con- que Kant apl ica a la moral. La libertad y la razón so n _pr~pias de
cienc ia para obedecer a leyes y autoridades extrañas a uno mismo. todos los seres humanos. En ellas radica y consiste su d1gn1dad. La
La autonomía en la cultura moderna es lo que llama CH. TAYLOR voluntad racional y libre. de cada persona es la única fuente de la
(1996) un "hiperbién". Hay bienes que son bienes porque son ley moral, en esto consiste la autonomía, en esto consiste la ~o(a-
deseados; esto es lo que Taylor llama una valoración débil. Y hay lidad. Mediante la autonomía el ser humano no obedece a ningu-
b ienes que de tal manera se imponen que sólo es buena la volun- na instancia externa sino a su propia voluntad racional que le con -
tad que los qu iere; si no los quisiera dejaría de serlo; los hiperbie- vierte en legislador, colegislador junto con todos los seres racio-
nes dan lugar a valoraciones fuertes. La libertad y la conciencia no nales y libres, de un reino de los fines en los que ~ada persona
va len porque respondan a nuestros deseos; va len en sentido fuer- tiene dignidad y es insustituible, no tiene un precio que se. le
te porque marcan la diferencia entre una vida que merece ser vivi- pueda poner y por el que se la pueda cambiar. _Para Kant el prin-
da y otra que no merece ni siquiera el apelativo de humana y digna. cipio de la moralidad no es otro que la autonom1a; los seres huma-
Tras la religión y la moral, o a la vez que ellas, la vida econó- nos son morales en la misma medida en que libremente se deter-
mica y l a vida política llegaron a ser vistas también a la luz de estél minan a sí mismos mediante la razón. La coincidencia en cada
valoración primordial de la razón, de la conciencia y de la liber- persona entre el normante (el que formula e~ imperativo) Y el nor-
tad de las personas individuales. Cada uno es dueño de sí mismo, mado (el que obedece al imperativo) permite habl ar de_ autono-
de su capacidad de trabajo y de sus propiedades; puede hacer con mía; pues cada uno, en el ejercicio de su voluntad rac1~na_l, es
ellas lo que quiera mientréls no imponga coactivamente nada él norma (nomos) para sí mismo (autos). En ese punto C01nc1den
1
j ••
1
En el contexto de la ética médica el principio de autonomía es que se vuelva a la moral i~t~::/~ t'~~~~~s~:n:~~s;:é sf:r:i:1:;~:
de aplicación e invocación relativamente reciente. Es signi fi cativo desideologi_zar un po_co e fl' t' cabe plantear entre la moral
que, según escri be D. GRACIA (1989, 163), se formule explícita- interacción, cooperat1vafy ~on 11cc1evnat,rada en el principio de bene-
. d n grupo pro esIona ,
mente para el ámbito profesional médico en una sentencia j udicial interna e u d . dad.anos y potenci ales usua-
. ¡ oral externa e 1os ciu
dada por el juez Cardozo en los Estados Unidos en 1911: "Cada ficenc1a, y a m , . ale an ante todo su derecho
·os de los servicios profesionales que g d d' 'dad
ser humano de edad adulta y sano juicio tiene el derecho de deter- ri ersonas dotadas e ,gni '
minar lo que debe hacerse con su propio cuerpo; y un cirujano a ser respetados y tratados ~om~e~en acceder o negarse a lo que
que realiza una intervención sin el consentimiento de su paciente conciencia (criterios), liberta (p ' 1 1 Y la moral
) de,E:chos La vida mora en genera .
comete una agresión de cuyas consecuencias es responsable". se les propone y . . . , · te sólo en hacer cosas buenas,
La aplicación de este principio a la ética médica ha supuesto profes·b1~nalheenchpaa;t1~~l~~;e~ ~:,;:s cosas y así hacer el bien, sino,
un choque entre la cultura tradicional de la profesión (ética inter- cosas ,en ' , ¡ b' sí con e
de la interior implicacion con e ien en '
na) y la cultura política que difunden por doquier las sociedades en hacerlo des d !quier otro.
fin en sí que es la propia persona y la persona e cua
libera les, primero en el mercado y en la esfera política, luego en
todas las relaciones sociales. La introducción de principios aje-
LECTURAS COMPLEMENTARIAS
nos a la ética interna de la profesión médica -dice H AVE (1994)-
conlleva inevitablemente una mayor distancia en la relación entre .. J F (1999) Principios de ética biomédica,
BE/\UCHAMP, T.l.y (HILDRESS, · · '
médicos y enfermos.
Masson, Barcelona, 113-1b3_4 : d e·r·c¡¡ Desclée De Brouwer, S.A.,
En bioética se invoca el principio de autonomía con significa- . X (2002), Temas JSICOS e 1 ',
ETXEOERRIA, ·
·
dos afines pero no siempre coincidentes. Unas veces se apela, Bilbao, 85-107 · d b. 't'ca Euderna Madrid, 121 -198.
sobre todo entre teólogos, al carácter sagrado de la persona indi- GRACIA, D. (1989), Fundamentos P. ,oe , , '
vidual, otras a lo que la persona individual tiene de fuente de cre-
atividad que no puede ser coartada (fi lósofos), otras a la cen trali-
dad del i ndividuo en el ethos del liberalismo democrático ÜONSEN,
1998, 337).
Quedó dicho más arriba que el principio de beneficencia suele
ser expuesto más bien en términos claramen te subordinados al
principio de autonomía. En cierta manera la sustitución de la ética
médica por la bioética es la crónica de un desplazamiento del
poder en las relaciones entre los profesionales de la medicina y los
usuarios de esos mismos servicios profesionales. Se ha ido pasan-
do del p oder profesional con sus apelaciones a la legitimidad
basada en el saber y poder hacer, proporcionar los bienes que se
supone que constituyen la razón de ser de esa profesión, al poder
social de los ind ividuos o ciudadanos autónomos con los dere-
chos que les reconoce la cultura liberal. Los "mediadores de sen-
tido" de esta transformación que ha llevado a una preeminencia
de la moral social del liberalismo político han sido, de hecho, los
profesiona les de la bioética . Afirmar es to no significa proponer
El imperativo práctico será así pues el siguiente: Las siete tesis del individ ualismo posesivo
"Los supuestos del individualismo posesivo pueden resumirse
"Obra de tal modo q I h .
como en la persona de ~ia~~~~e; tum~n1dad tanto en tu persona en las siete proposiciones siguientes:
nunca meramente como m . ,, o ro siempre a la vez como fin,
1) Lo que hace humano a un hombre es ser libre de la depen-
Metafísica de las Cost b ed10 . (Kant, Fundamentación de la
um res, 429, 10-14) dencia de las voluntades de los demás.
11) La libertad de la dependencia de los demás significa libertad
El pri~cipio de fundamentación de normas .
ye al imperativo categórico, ero sirv d (U ) ~e Apel no sust1tu- de cualquier relación con los demás salvo aquellas relaciones
aplicaciones como máximas pd .,e e enteno para ¡uzgar sus en las que el individuo entra voluntariamente por su propio
e acc1on:
i,1teiéS.
"Obra so'Io segun, una máxirnd tle la 111) El individuo es e~encialmente el propietario de su propia per-
un experimento mental ' qu~ puedas suponer en
• que 1as consecuencias y s b sona y de sus capacidades, por la, cuales nada debe a la
c1as, que resultaran previsiblemente d . . u consecuen-
para la satisfacción de los . t· d e su seguimiento universal sociedad".
in ereses e cada u d I r IV) "Aunque el individuo no puede alienar toda su propiedad
pueden ser aceptadas sin coa . , no e os a ectados, sobre su propia persona, puede alienar su capacidad para tra-
discu rso real; si pudiese ser l~~~n por todos los afectados en un
dos". (K.O. Apel (1985) . a~o a cabo con todos los afecta- bajar.
en. A.Cort111a (1985) 251) V) La sociedad humana consiste en una serie de relaciones mer-
El reino de los fines es el . d cantiles".
(Caffarena). La humanidad s;1;0 ~ la "autonomía compartida" VI) Dado que lo que hace humano a un hombre es la libertad de
contrato constituyente: onst1tuye moralmente mediante el las voluntades ajenas, la libertatl de cada individuo solamen-
te puede limitarse justamente por unas obligaciones y reglas
"Por la presente, nosotros los hum tales que sean necesarias para garantizar la misma libertad a
nombre de todos decid. anos, cada uno pora sí en
medio y siempre ~orno r::~s~;~í~ca nos tomaremos como puro los demás.
VII) La sociedad política es unJ invención humana para la protec-
ción de la propiedad que el individuo tiene sobre su propia
persona y sobre sus bienes, y (por tanto) para el manten imien-
to de relaciones de cambio debidamente ordenadas entre
individuos considerados corno propieiarios de sí mismos".
C.B. Macpherson, La teoría política del individualismo posesi-
vo. Fontanella, Barcelona, 1970, 225 y s.
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: Capítu lo 8
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El principio de justi cia
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·:¡ El pri ncipio de justicia en ética de las profesiones está poco
desarrollado, posiblemente porque -si en algún tem..-: ocurre- en
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! éste es donde más literalmente se realiza lo que dice Maclntyre de
la ética y de la sociedad: tener una concepción de la ética y tener
f
,, una concepción de justicia supone, según este auto r, tener unc1
¡:¡1 ·:
'¡
concepción de la sociedad y de las relaciones sociales. Tampoco
es posible tener una concepción de la sociedad sin te ner una con- --
• l
, ¡,
í it cepción de justicia. !Jara poder, en la teoría y en la práctica, dar a
cada uno lo suyo, lo que le corresponde en justicia, es necesario
'. Í ,1
! :' ~/ tener una concepción global y articulada de lo que cada cual es,
, 1 ¡l aporta y recibe de la sociedad en los distintos ámbitos en los que
!t
,,J· 11· vive, convive y actúa. Paia poder decir el lugar que ocupa y debe
¡! 1
ocupar cada uno en la sociedad es necesario tener u na concep-
1: 1
ción de la sociedad buena, que por serlo será a la vez justa y lib1e.
!· ¡ Existe hoy una amplia bibliografía sobre la justicia. No pode-
·,¡~
i
" mos entrar en la presentación o en el debate de las diferentes teo-
1, rías de la justicia que hoy son relevantes en el debate ético, a raíz
¡. de la publicación del libro de RAwLS (1971 ). ' Mis afinidades en
'
1
1 :
ÉTICA DE [.AS PROFESIONES
t:U t'KJ.N\:.1t'1U Ut. ,JV!>'l'J.1,.,.11\ I :Jj
También hay que tomar en consideración el tipo de bien es de democrático O en otro que no lo es, etc. se siguen considerac io-
los que se trata. No es posible atenerse a los mismos criterios nes éticas que no es posible desatender.
cuando los bienes y servicios que se trata de proporcionar son tan Los profesionales, para ser justos, tienen que s~r leale~ a las
difer_entes corno: salud, ocio, cargos, puestos de trabajo, carrete- condiciones sociales en las que ejercen la profes1on. El s1ste_rn_a
ras, información, atención psiquiátrica, curas de adelgazamiento, social actual es un sistema mixto que combina el mercado y la in,~
~te. M.WALZER (1997) ha mostrado con credibilidad que la justicia ciativa social con las inte"rvenciones y regulaciones del Estado. N,
tiene ~ue_ atenerse a criterios de una igualdad compleja en la que todo queda en manos de la iniciativa social y del mercado, ni to~o
l?s criterios por los que se distribuyen unos bienes no pueden está estatalmente regulado. Existen dos retóricas enfrentadas. Est~n
siempre coincidir con aquellos que son válidos para d istribuir por una parte quienes enfrentan las excelencia~ de_ 1~ rne_ntocrac1~,
otros; cuando esto sucede - piensa Walzer- se está abriendo la del mercado y de la libre competencia con las 1nef1c1enc1as, anqui-
puerta a formas de tiranía e injusticia. No es lo mismo ofrecer ser- losamientos burocráticos y prepotencias del Estado y de sus ~u~-
vicios sanitarios, educación, asistencia letrada ante los tribuna les cionarios. Están por otra parte quienes contraponen el serv1c10
de justicia, información, infraestructuras (luz, gas, electricidad, público accesible a todos, al que los us_uarios_por_ :1 mero hecho
carreteras ... ) que atención psiquiátrica, curas de adelgazamiento, de ser ciudadanos tienen derecho, la universal1zac1on de los dere-
ortodoncia, cirugía estética, ocio, etc. chos y prestaciones, frente a la maximización del beneficio de la
Con todas las consideraciones que vamos haciendo, debe ir iniciativa privada, insolidaria con los débiles y con los que no pue-
quedando claro que el buen hacer profesion;il no pueden desen- den pagar los servicios profesional_es al precio de mercado.
t~nderse del contexto social en el que se lleva a cauo y las obliga- No podemos entrar aquí en este debate ni en lo~-po,rn1enores
c1one~ de justicia que ese contexto con lleva. La ética profesional de esta cuestión. Tan sólo diremos que, hoy por hoy, la formula__de
necesita entroncar con la ética social; al hacerlo intervienen crite- justicia adoptada es mixta, y se ve en ello el modo:de corregir o
ri~s ?e j usticia para establecer deberes y derechos, para marcar compensar los uni lateralismos del mercado y del Est_ado. De todo
pn?ndades y di:tribuir l_os recursos escasos. Sin eso, la ética pro- hay en todas partes y, puesto que de justicia se trata¡, conv,e_n~ no
fesional ca receria, por e1emplo, de criterios para hacer frente a las perder de vista tanto las ventajas t~óricas c~rno su efe~t_1vidad
demandas de los profesionales que siempre quieren más medios y práctica en cada propuesta_, tanto los 1nconven1ent~s y debilidades
las _reclamaciones de los usuarios que quieren más y mejores pres- corno las posibilidades de corregirlos y contrapesados. Pero sobre
taciones; para valorar las exigencias de los jefes que contra tan o la todo cabe pedir a los profesionales que sean honestos con l~s _pla-
facilidad con la que un profesional contratado puede desenten- taformas en que se mueven y que no canten las loas de la 1nic1a-
derse de las obligaciones que ha contraído. Hay que tener en tiva privada del servicio público mientras están trasv~sando
O
cuenta el contexto institucional y el marco social, las necesidades recursos públicos a su ejercicio profesional privado o apl'.ca~do
de todos Y los recursos dispon ibles, a la hora de establecer priori- criterios de atención privada preferente en organismos publicas
dades, distribuir recursos y fijar límites con criterios de justicia. que se deben a todos por igual. No es posibl~ silenciar que hoy
Por eso la ética profesional tiene que preguntarse si la función las responsabilidades profesionales se suelen e¡ercer en c~ntextos
soci al que de hecho desempeña una profesión es la misma que la en los que la corrupción y la confusión están muy extend ,_das. L~
que la sociedad necesita o espera de ella. Las circunstancias (esca- reflexión ética no se puede limitar a hacer propuestas ideales,
sez de recursos, nivel cultural de la población, modulación de las tiene también que reflexionar sobre las condiciones reales en que
~ecesidades, prioridades) en las que ha de ejercerse la profesión
dichas propuestas tienen que llevarse a cabo.
t,_~nen también relevancia ética. Del hecho de ejercer una profe- Es importante, sin embargo, mantener_la cohere~cia de c~da
sion en un país desarrollado o en otro que no lo es, en un país una de las esferas. No es lo mismo, no tiene las mismas obliga-
!'
tTrcA DE LAS PROFESIONES
éTI CA DE LAS PROFESIONES
t.U r'KJ NL:U' l U U!:: JUS'l'ICI/\ 161
en la tradición occidental; lo ve estrechamente conectado con el ·usticia; un buen tiro con arco - diría Aristóteles - es el que da en
Decálogo y con las formulaciones, positiva y negativa, de la Regla ~I blanco. Desde esta perspectiva cabe formular el principio de no
de Oro. Está explíci tamente recogido en la fórmula de Ulpiano: maleficencia como, en el caso de la estrategia, evitar contribuir a
"honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere'' ("vivir la derrota, en el caso de la administración de justicia no cometer
honestamente, no hacer daño al otro, dar a cada cual lo suyo") y en i~justicias, en el caso del ti ro al blanco no romper el arco con el
la que acui'ló la Escolástica siguiendo a Santo Tomás ele Aquino
que se ti ra o no dar a los espectadores. .,
como supremo principio de la ética : "bonum est fociendum et En cualquier actividad existe una cierta correlac1on e~tre ~acer
malum vitan dum" ("el bien hay que hacerlo y el mal hay que evi- el bien y evitar el mal. Esa corre lación no se traduce en 1dent1clad,
tarlo").
ni siquiera en completa simetría. Para hacer el b ien hay que hacer
Los problemas p;:ira cons iderar el principio de no maleficencia algo, mientras que para no hacer el mal suele bastar con no haceí
como principio independien te empiezan cuando se trata de deter- nada. Hacer y evitar, aun siendo correlativos y estando estrecha-
minar qué se entiende pór daño o perjuicio. Hay un primer senti- mente conectados, no son idénticos. Para hacer el bien pos1 t1va-
do que es obvio, sobre todo en el contexto de la actuación profe- mente tenemos que hacer algo; esto supone capacidades Y opor-
sional de un médico con un enfermo: si curar a un en fermo es tunidades que unas veces se dan y otras no; no siempre _esta_mos
benefic iarle, hacer que empeore es hacerl e daño, perjudicarle. en condiciones de hacer determinados bienes; en cambio siem-
Proporcionar placer parece que es beneficiar, causar do lo r parece pre, y sin contar con nadie, debemos evitar hacer daño .ª otr~s;
que es perjudicar ... Pero en este segundo sentido ya no es obvio para eso ni siquiera necesitamos contar con ellos. La benef1ce_nc1a,
que esto sea siempre c1sí de forma taxativa: la curación de una para no caer en ei paternal ismo, necesita respetar la autonom1a del
enfermedad puede requerir la aplicación de remedios que, para cliente o usuario; la no maleficencia está legitimada con la mera
empeza r, son dolorosos o no causa n precisamen te pl acer. C1be apelación del profesio nal a su propia autonomía, a sus criterios y
introducir c!áusulas complementarias que tomen en considera-
convicciones.
ción estos aspectos: "caeteris paribus": en igualdad de circu nstan-
Beneficencia y no maleficencia se distinguen, pero son con-
cias es mejor producir placer que causar dolor; puede también
ceptos y principios correlativos, interdependientes, aunque no
recla marse como aceptable un dolor pasajero en orden a una mejo- sean simétri cos. No es lo mismo hacer el bien que no hacer el mal
ra duradera, un daño parcial en orden a una mejora de la vida en (o no hacer daño), especialmente cuando se trata de acciones
su conjunto, etc. Éste parece ser el primer sentido en que se enten- transitivas que afectan a otros. Para lo primero, siempre que se
dió el p rin cipio de no maleficencia, que ahora se ve como referido
pueda, hay que contar con que lo que nosotros es'.imamos como
a bienes y males premorales por no intervenir la autonomía, que se bueno también sea considerado así por aquel a qu ien se lo hace-
juzga como unido estrechamente al principio de beneficencia por mos. Para dejar de hacer algo que yo estimo que está ma_l (o q~e
la misma razón, y por consiguiente imbuido plenamente de pater- hace daño a otros) no necesito con tar más que con m1 propia
nalismo por ser ante todo el profesional ("el médico") el que juzga apreciación . Para hacer se requiere considerar las circunstancias,
qué benefic ia y qué daña al enfermo.
oportunidades, recursos ... Para dejar de_hacer -sa_lvo que se trat~
Ya hemos indicado al hablar del princ ipio de beneficencia que
de algo que por algún concepto sea de~1do y ex1~1bl e- no n~ces1-
no sólo se debe determi nar en términos más o menos utilitaristas to recursos ni tomar en cuenta las c1rcunstanc1as. D e ah1 que
de maximización del p lacer y disminución del dolor. Cabe tam- hacer el bien sea siempre algo más rela tivo; mientras que no hacer
bién en tender el bien como el fin que se pretende conseguir con
el mal, no perjudicar a nadie, sea siempre más absolu_to. .
una acc ión o el que se realiza por el mero hecho de llevarla a
Este tener que contar con el criterio ajeno para aplicar el pnn-
cabo de fo r ma apropiada y certera. Una buena estrategia es la que cipio de beneficencia y no necesitar tenerlo en c~enta p ara aplicar
conduce a la victoria; una buena sen ten cia es la que administra el principio de no maleficencia nos lleva a ver como se relacionan
ÉTICA DE L AS PROFESlONES
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EL PRINCIPIO DE NO MALEFICENCIA 771
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