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SEIDI
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Sociedad
Española para la Investigación de las
Diferencias Individuales
Presentación
/ Histórico / Afiliación / II Congreso
Nacional de la SEIDI
SEIDI
H. J. Eysenck
Foto.
Día Constitución ORÍGENES, NATURALEZA Y APLICACIONES
DE
Fotografías Hunt
III Jornada-I Asamblea
I Congreso de la SEIDI
LOS RASGOS DE PERSONALIDAD
V Jornada
VI Jornada
Conferencia Prof. Tous
José M. Tous i Ral
Conf. Prof. Andrés Universidad de Barcelona
Presidente de la S.E.I.D.I
TEXTO
COMPLETO DE LA CONFERENCIA IMPARTIDA EN EL CONGRESO HISPANO
Inicio
PORTUGUES DE PSICOLOGIA COMO
PRESIDENTE DE LA SEIDI (22.9.00) Santiago
de
Compostela
Las
diferencias individuales se han venido considerando como diferencias entre
las personas
que iban más allá de la simple constatación de que las personas eran
organismos
independientes. Las diferencias entre las personas son múltiples y han
sido establecidas
por muy diferentes saberes y metodologías. Aquí nos
centraremos tan sólo en aquellas
diferencias que ha estudiado la Psicología. La
psicología Diferencial se ha centrado,
fundamentalmente, en el estudio de las
diferencias entre las personas que corresponden a
la actividad adaptativa o
funcional de las mismas y que conocemos como conducta. La
psicología se centra
en el estudio de la ejecución, al estudiar empíricamente la
conducta, ya que esta la
ejecución consiste en la definición operacional del constructo
conducta. La
psicología Diferencial se basa en las diferencias entre las personas,
basadas en la
ejecución, para poder discriminar psicológicamente una persona de otra.
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partida para todos los seres humanos disponga de las mismas probabilidades
de
éxito y realización personal. La sociedad del bienestar no debería convertirse en la
sociedad del clientelísmo de la Roma imperial, sino en la consecución de una gran
cantidad de medios que hagan posible la igualdad de oportunidades con un
esfuerzo personal
adecuado que no conduzca a la alienación de las personas.
A)
Una psicología, basada en el estudio de los procesos psicológicos, exige el
estudio de las diferencias intra individuales y la utilización de variables
independientes que no son remotas respecto a la persona considerada como un
todo. Esta
psicología Diferencial deberá estudiar las diferencias entre las
personas en la forma
cómo transforman la frustración en agresividad o en la
forma que mantienen y desarrollan
la espiral que va de la apatía a la depresión,
por poner algún ejemplo.
B)
Una psicología, basada en los procesos se considera que no tiene ninguna
utilidad
en una sociedad que ya dispone de forma natural de una gran diversidad
de conductas sin
tener que preocuparse por el desarrollo de las mismas. Este
argumento anterior ha erstado
en la base del concepto de especialización vigente
en la actualidad; pero hoy la sociedad
exige a las personas que sean más
versatiles que especialistas.
En
la actualidad (Cloninger, C. R. 1999; Pervin,
L. A. 1996, Costa, P. T. y
Widiger, T. A., 1994) se considera que las teorías y las
investigaciones en
psicología de la personalidad son de gran importancia para comprender
la
manifestación y el desarrollo de la psicopatología. La A P A (Asociación de
Psicólogos Americanos) ha organizado, en la década de los 90, una reunión de
expertos
para que examinase la relación entre los rasgos de personalidad y los
síndromes de la
psicopatología, desde diferentes perspectivas: descriptiva,
evolutiva, etiológica
(causal) y terapeútica. Algunos de los resultados de esta
reunión ponen de manifiesto el
papel de los rasgos de la personalidad depresiva en
los trastornos del estado de ánimo y
en los trastornos de la alimentación. Las
relaciones de la personalidad introvertida,
inhibida y depresiva con los síndromes
de esquizofrenia, trastorno bipolar, melancolía y
anorexia. Las relaciones entre la
personalidad dependiente, histriónica, narcisista y
antisocial con la psicopatia, la
sociopatía y la paranoia.
Con
todo , se ha criticado, desde la clínica que el conocimiento de las relaciones
entre los
rasgos y los síndrmes sea capaz de generar una intervención psicológica
efectiva, por
lo que para una mejor comprensión de las relaciones entre los rasgos
de personalidad y la
terapia, o intervención psicológica orientada al cambio,
vamos a sistematizar los
diferentes enfoques de las teorías de la personalidad que
se dan en la actualidad.
En
primer lugar están los enfoques transversales ontológicos. Según estos
enfoques
la personalidad es equivalente a persona y por consiguiente todas las
características
psicológicas de la misma son necesarias para poder describir
(explicar) su conducta en
una situación determinada y para predecir la capacidad
de cambio de la misma. En este enfoque encontramos a Pervin, L. A. (1996)
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cuando nos dice que los elementos de la personalidad son los rasgos, los
componentes
cognitivos y las necesidades y motivos tanto biofisiológicos como
cognoscitivos. Según
este planteamiento las técnicas de intervención deben incidir
en cada uno de los
anteriores elementos diferentes de la personalidad y todas ellas
tienen la misma
importancia para conseguir el cambio en la persona, por lo que se
reconoce este enfoque
como un aprendizaje multiconcepto, multimétodo y
multiobjeto.
En
segundo lugar contemplamos los enfoques longitudinales ontológicos. Según
estos
enfoques la personalidad nace con el individuo y es el resultado de la
interacción entre
las necesidades y los imperativos sociales en cada persona, por lo
que la inadecuada
solución de esta interacción o mal aprendizaje estaría en la base
de los trastornos de
personalidad y esta sería la causa de la psicopatología,
observable en una situación
determinada. Los elementos de la personalidad son el
resultado negativo de la interacción
entre los deseos y los deberes experimentados
en distintos momentos longitudinales, lo
cual da lugar a la denominación de fases
evolutivas disfuncionales como la fase oral,
anal y fálica. En este enfoque
encontramos
al psicoanálisis y a la psicología dinámica, cuyo representante más
actual es Millon,
T. (1996) Según este enfoque la técnica de intervención se
sustenta en que la
personalidad se aprende y por consiguiente la terapia es un
reaprendizaje, provocado por
el insight.
En
tercer lugar estarían los enfoques evolutivo filogenéticos. En este
planteamiento encontramos a Beck, A. T. (1999) según el cual los elementos de la
personalidad son estrategias anteriores a cada individuo en particular, pero
presentes en
el mismo que se han ido diversificando gracias a la supervivencia del
ser humano a lo
largo de su existencia. Cada ser humano al nacer dispone de una o
varias estructuras de
conducta o estrategias útiles para la supervivencia que
desarrollará en su interacción
con las demás personas. Cuando esta estructura es
única
y excesiva se convierte en
disfuncional y lleva a la persona a manifestar lo
que conocemos como trastornos de la
personalidad. En este planteamiento los
elementos de la personalidad son los rasgos, cuyo
estudio más básico lo
constituyen los componentes del temperamento. Por lo que cada uno
de los rasgos,
factores o tipos de
personalidad debe considerarse como la denominación de una
estrategia distinta de
conducta que actúa como una disposición conductual para
cada persona. Las implicaciones
terapeuticas de este enfoque consisten en que las
personas deben aprender un repertorio
más amplio de disposiciones conductuales
y así poder hacer frente a las situaciones
conflictivas con mayores recursos. La
relación explícita que propone A. T. Beck (1999) entre trastornos de personalidad
y
estrategias de conducta es como sigue:
Estrategias
de Trastorno
de
conducta personalidad
Predatoria Antisocial
Solicitar ayuda Dependiente
Competitiva Narcisita
Exhibicionista Histriónica
Autónoma Esquizoide
Defensiva Paranoide
Retirada Evitativa
Ritualista Compulsiva
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En
todos los enfoques que hemos presentado y en cada una de las terapias
psicológicas que
los mismos generan, esta claro y explícito que un mismo común
denominador está presente
y este no es otro que el aprendizaje. Las diferencias
están entonces en lo que debe ser
aprendido y olvidado y en cuales son las formas
de aprendizaje. Proponemos a continuación
el siguiente esquema:
Enfoques Aprendizajes
Transversal
ontológico Modalidades de Aprendizaje
por
condicionamiento, vicario.
Longitudinal Reaprendizaje (insight).
ontológico
Evolutivo Aprendizaje de nuevas
disposiciones de
filogenético conducta rasgos).
3. - Origen y
naturaleza de los rasgos de personalidad
Una
de las preguntas que deberíamos hacernos al hablar del enfoque de rasgos en
psicología de la personalidad es por el origen de estos rasgos, o sea cuál es la
naturaleza de los mismos. En la actualidad se considera que los rasgos están
presentes,
por lo menos, en todas las especies de mamíferos y que la diversidad de
rasgos que
podamos observar en cada individuo de una especie nos indica la
menor o mayor complejidad de su sistema de organización “social” (Fox, M. W.,
1974) Según este autor y utilizando como
ejemplo la especie de los cánidos
podríamos observar como el zorro muestra muy poca
variación de rasgos de un
individuo a otro, ya que todos ellos se caracterizan tan sólo
por su mayor o menor
independencia, en cambio
el coyote se diferencia un poco más de un individuo a
otro, ya que además de la
independencia manifiesta en mayor o menor grado entre
sus individuos es posible distinguir
un miembro de otro por su agresividad y, por
último, el lobo manifiesta una todavía mayor diversidad entre uno y otro miembro
de su
especie, ya que se diferencian no sólo por la independencia, y la agresividad,
sino
también por la dominancia y la seguridad. Esta mayor versatilidad de
conductas debida a
una mayor diversidad de rasgos, en los individuos de una
misma especie, se manifestaría
en una distinta organización grupal de cada
especie. El zorro pasa la mayor parte de su
tiempo en solitario y sólo se junta con
un ejemplar del sexo opuesto para la
reproducción, continuando su vida solitaria
al acabar la crianza. En cambio el coyote
vive en pareja macho hembra durante
toda su vida y
defiende a su prole hasta que esta se
apareja. Los lobos viven toda
su vida en jaurías, ya que nacen en las mismas y se aparean
y continúan formando
parte de la jauría. La jauría pone de manifiesto una organización
compleja de
relaciones de subordinación entre los individuos de la especie que la
componen e
incluso de especialización en tareas muy rudimentarias de ataque y defensa del
grupo.
Dado
que la diversidad de características individuales no es una propiedad
exclusiva de los
seres humanos, aunque sí lo es darse cuenta de esta diversidad
personal y colectiva,
podemos decir que todos los organismos mamíferos vienen a
la existencia con un
equipamiento que les predispone a una conductas y les hace
vulnerables a ciertas
condiciones. Según Beck, A. T. (1999)
existen personas que
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Estudiando
la micro-historia de estas personas constató que siempre habían sido
de esta forma, por
lo que consideró que como mínimo existía un sub - grupo de
pacientes que
independientemente de la crisis de depresión o de ansiedad que les
había llevado a la
consulta, eran normalmente personas que manifestaban
conductas disfuncionales (timidez,
inseguridad,...) y distorsiones cognitivas
(amenazas y temores,...) y sentimientos (de
baja auto – estima) fuera de lo común,
debido a su personalidad.
La
constatación de predisposiciones permanentes y de reacciones extremas a
situaciones
normales en las personas, sólo podía explicarse por el efecto que la
selección natural
había producido en el desarrollo filogenético de nuestra especie.
Obviamente la
evolución de la raza humana a lo largo de la historia de la
humanidad sólo puede
entenderse como el resultado de la supervivencia y
reproducción de sus individuos, en circunstancias realmente adversas,
sobre todo
en los inicios de la humanidad. Esta supervivencia sólo se entiende si
observamos
las estrategias que la hicieron posible tales como la competitividad, la
cooperación, la sexualidad,... Ante este estado de cosas parece lógico que la raza
humana desarrollase una enorme susceptibilidad a una vida de hipervigilancia y
que esta se
transmitiese de generación en generación. La raza humana hubiese
desaparecido si todos
sus miembros hubiesen actuado del mismo modo ante un
cataclismo, una guerra, una epidemia,
una catástrofe. Un ejemplo lo encontramos
al observar la necesidad de que todos los
miembros de una tribu o colectividad no
sean igualmente héroes, ya que entonces la tribu
no tendría quien la guiase en la
derrota y procurase la supervivencia del grupo.
Tenemos
por consiguiente que las cualidades abstractas que presuponemos fueron
necesarias para la
supervivencia de nuestra raza, no son otra cosa que cualidades
individuales que no sólo
se transmiten genéticamente, sino que, además, se
desarrollan en la interacción de los
grupos humanos como el clan, la familia y la
comunidad social.
¿Puede
decirse en la actualidad que la depresión, la agresividad son cualidades
humanas? ¿Ha
fracasado la evolución al seguir dotando a los seres humanos de
estas cualidades a pesar
de haber cambiado su medio natural por un medio social
en constante cambio?
La
personalidad desde este último enfoque se considera como el estudio de
diferentes rasgos
factores o tipos que dan lugar a las diferentes estructuras de
afrontamiento (estrategias)
que han resultado filogenéticamente necesarias o más
útiles para la supervivencia y el
desarrollo. Estas estructuras están presentes en los
individuos como características
distintivas y permanentes de los mismos, por
medio de los sistemas psicológicos de
respuesta afectiva, mental y motora. La
relación entre este concepto de rasgo de
personalidad psico-evolutivo y los
trastornos de personalidad y la psicopatología
que tanto ocupa a la psicología
aplicada, lo encontramos, por una parte, en la
consideración de la existencia de
trastornos de personalidad y por otra en el
reconocimiento de síndromes que
aunque cursan con determinadas estructuras de
personalidad no son causados por
estas y por ello las consideramos co – mórbidas.
Desde esta perspectiva un
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Es
posible que estrategias diseñadas para la adaptación a las vicisitudes de la vida
prehistórica sigan persistiendo en cada uno de nosotros, aunque no resulten
adaptativas a
las vicisitudes de la vida actual. También es posible que la
polarización en una sola de
las posibles estrategias, o el predominio acusado de
una de ellas por encima de las
demás, en un momento determinado de la vida
personal por la presencia de circunstancias
adversas para la persona, sea causa de
los trastornos de personalidad. Entonces diremos
que las personas con un estilo
personal poco versatil tienen mayor probabilidad de sufrir
un trastorno de
personalidad. Los trastornos de personalidad deberían entonces entenderse
como
estrategias útiles para la supervivencia hasta que las condiciones hubiesen
cambiado, o hasta que la persona hubiese podido desarrollar recursos adecuados.
En este
sentido la técnica del terapeuta consistiría en convertir
una estrategia
actualmente inadecuada en una estrategia adecuada, mediante la
implementación
de recursos nuevos para la persona o la sustitución de las estrategias
inadecuadas
por otras más adaptativas.
Otra
aplicación, aunque más superficial de los conocimientos de los rasgos de la
personalidad
a la clínica consiste en utilizar este tipo de conocimientos para una
intervención más
eficaz y participativa por parte del paciente.
Temas
como el de la adherencia al tratamiento, o la motivación adecuada, resultan
mucho más
eficaces si están prescritos pensando en la personalidad de la persona
a la que van
dirigidos. Problemas como los de la correcta información del
diagnóstico de una persona
y que la misma pueda ser considerada como positiva
para el mantenimiento de la calidad de
vida de la persona dependen del
conocimiento de la personalidad de aquella persona y del
esfuerzo de adecuar la
información a aquélla.
Según
hemos expuesto en el apartado anterior algunas personas no disponen de
estrategias de
afrontamiento afectivas, cognoscitivas y motoras, bien diseñadas
para conseguir seguridad
y satisfacción en su adaptación a las condiciones
sociales actuales, sea por haberse
polarizado en un solo rasgo de personalidad o
estrategia de afrontamiento, sea por carecer
de un repertorio de rasgos de
personalidad que le permita la elección del más adecuado
para cada situación.
Nosotros
consideramos que los rasgos no son más que los elementos que
constituyen las estrategias
heredadas que presumiblemente tiene la persona
normal y que le son útiles para su
adaptación a las circunstancias presentes y
habituales tales como
“dominancia-sumisión”, “competitividad-cooperación”,
“dependencia-independencia” y “asertividad-evitación”. Cuando estas
mismas
estrategias son excesivas, compulsivas e inapropiadas interfieren con nuestra
adaptación y pasan a ser consideradas trastornos de personalidad. Con todo la
inadecuación de nuestras estrategias depende de la normalidad o excepcionalidad
de las
situaciones en las que cada persona se encuentre. Ante una situación de
guerra, de
pérdida de apoyo social por la muerte de un ser querido,... centrarse en
una sola
estrategia de forma compulsiva puede resultar lo más adecuado,
temporalmente. Con lo cual
queremos decir que una estrategia particular que es
disfuncional para una situación
normal puede resultar, puntualmente, funcional
para una situación no habitual.
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En
estos casos la técnica de intervención más adecuada consistiría en el
aprendizaje de
estructuras de comportamiento más funcionalmente adaptativas a
las situaciones que en
estos momentos aquella persona vive. Diferentes autores
(Widiger, 1993)consideran que la
utilización del modelo interpersonal en la
terapìa permite vincular los conocimientos de
la psicología de rasgos a la
intervención. Una de las aplicaciones más superficiales
consiste en la asignación
de pacientes con rasgos de personalidad específicos a
terapeutas con rasgos de
personalidad complementarios. El éxito se ha basado en la ejecución de diferentes
rasgos de personalidad
por parte del terapeuta mediante el juego de papeles,
procurando que cada rasgo resultase
más potente que el mismo rasgo
predominante en el paciente y de este modo obligarle a la
ejecución (conducta) del
rasgo complementario en el mismo. Una extensión de la técnica
consiste en la
realización de roles rasgo complementarios en dinámicas de grupo lo cual
tiene
como antecedente los psicodramas propuesto por J. L. Moreno. Otras aplicaciones
de
la teoría de rasgos vinculada al modelo interpersonal hacen referencia a las
exigencias psicológicas que pueden
expresarse mediante diferentes tareas, por
ejemplo tareas de exploración para una persona
baja en apertura a la experiencia,
tareas de atención a los estímulos ambientales para
una persona depresiva, o tareas
de introspección para una persona ansiosa.
6.- Limitaciones
de los enfoques ontológico transversal y longitudinal
Consideramos
que todos los enfoques clínicos en psicología, tienen una cierta
tendencia en confundir
las consecuencias con las causas de los fenómenos, con lo
cual caen en un círculo
vicioso que no avanza ningún conocimiento nuevo. Si
llamamos a la conducta de no comer,
aunque el organismo necesite de los
alimentos, anorexia, debemos recordar que esta
denominación es tan sólo el
nombre de una categoría que nos permite clasificar a
diferentes personas según
una misma clase de conductas; pero que esta etiqueta no sirve
en absoluto para ser
utilizada como causa de la conducta que denomina y por consiguiente
no
constituye propiamente un diagnóstico ¿Cuál podría
ser, entonces, una posible
causa de la anorexia? Si nosotros nos planteamos como lo
hace Beck, la anorexia
como una posible manifestación específica de la depresión
adolescente,
mayoritariamente femenina, estamos ante el inicio de un posible planteamiento
etiológico (causal) de la anorexia.
En la medida que pueda demostrarse que estas
personas no tienen tan sólo una crisis
depresiva; sino un trastorno de personalidad
depresiva, tenemos una explicación causal
remota e independiente de la
descripción
misma del fenómeno que hemos llamado anorexia.
No
nos sorprende que la dificultad de plantear una explicación causal para los
síndromes
haya generalizado la tendencia de considerar como suficiente
explicación la mera y simple
clasificación de los fenómenos observados. Esta
tendencia se hace mucho más abortadora
de nuevos conocimientos en la medida
en que se utilizan para la clasificación de los
síntomas observados
denominaciones de rasgos o trastornos de personalidad que constituyen
los
elementos básicos de las estrategias de afrontamiento individuales.
Un
ejemplo ilustrará mejor lo que venimos diciendo. Tomemos para el caso el
ejemplo que
propone L. A. Pervin (1996) “un muchacho al que le ha abandonado
la novia se presenta
a la consulta con un alto nivel de neuroticismo"
Según
nuestro planteamiento esta persona no es neurótica porque le haya
abandonado su
novia; sino que ante este problema esta persona por su neuroticismo
reacciona
aumentando la manifestación explícita del mismo. Es la tendencia o
disposición al
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La
tendencia a actuar confundiendo la clasificación con la causalidad o etiología
la
encontramos así mismo en los llamados enfoques cognitivo – conductuales,
según los
cuales es el sistema de constructos y de aprendizajes el que esta
disponible de forma
previa e independiente para la futura conducta ante una
situación problema y por
consiguiente se convierte en la explicación causal no
sólo del fenómeno concreto sino
incluso de fenómenos posibles ante situaciones
futuras por lo que adquierre un carácter
predictivo.
El
sistema de constructos cognitivos (atribuciones, expectativas, metas,...) se
construye
a partir de la consideración de las propias conductas y de sus
consecuencias. Este
sistema de constructos no puede entonces ser previo a la
experiencia ni independiente de
la misma y en cambio cada persona dispone de un
sistema de constructos que no se explica
por el tipo de experiencias concretas que
haya vivido. Así tenemos personas de mentalidad
pesimista o personalidad seria a
las que todo les ha ido siempre bien y personas de
mentalidad optimista y
personalidad elegre a pesar de que todo les ha ido hasta el momento
mal.
¿Cuál
es el secreto de la construcción de unos constructos mentales tan poco
acordes con
la autoobservación de la conducta por parte de estas personas? En
primer lugar
estas personas perseveran en su error perceptual debido a la rigidez
con que
afrontan la realidad y esta es muy posible que
este provocada por su
ansiedad e inseguridad. En segundo lugar la incapacidad para poder
modificar su
distorsión perceptual les lleva a una conducta consecuente con su error
perceptivo
y por lo tanto defensiva. Por lo que son sus rasgos de personalidad los que en
último término explican la presencia de unas estructuras de aprendizaje y unos
contenidos mentales determinados y no al revés.
Consideramos,
así mismo, que esta misma tendencia a confundir las
consecuencias con las causas la
encontramos también en las aplicaciones de la
psicolgía dinámica, ya que no se percibe
en este enfoque que la emoción de la
ansiedad no es una causa, sino una respuesta
a una situación. Los mecanismos de
defensa se elaboran como contenidos mentales a
partir de la experiencia que se
alcanza ante el conflicto entre la satisfacción de las
necesidades y la valoración de
lo que es correcto, justo y bueno y por consiguiente no
son más que expectativas
negativas originadas a partir de las respuestas.
Así
tenemos que en los modelos ontogénicos transversales, como el que
fundamenta los
planteamientos conductistas y cognitivo – conductuales y en los
modelos ontogénico
longitudinales, como el que fundamenta
los planteamientos
de la psicología dinámica, el factor común a todos ellos, como
factor
desencadenante de un trastorno es la ansiedad que se convierte en lo que los
últimos llaman mecanismos de defensa y los primeros cogniciones
desadaptativas.
Y
aquí nos encontramos con el gran dilema que tiene planteada la psicología
aplicada y que
consiste en:
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Sea
cual sea nuestra opinión hay una respuesta al anterior dilema que integra las
dos
proposiciones de forma parsimoniosa y otra respuesta que hace excluyentes
las
proposiciones. Considerar que las personas se distinguen por su mayor o
menor
predisposición a la ansiedad explicaría que ante los mismos padres o
personas relevantes
para el bebé, un hijo generaría con más dificultad su auto -
concepto, auto - imagen o
identidad y que el otro con menor predisposición a la
ansiedad que el anterior,
conseguiría con mayor facilidad y rapidez su propia
identidad. Evidentemente la respuesta
excluyente favorece a una u otra de las
proposiciones que constituyen el dilema. El
determinismo hereditario excluye el
papel de la diatesis en el desarrollo personal y niega
la evidencia de la gran
plasticidad de la conducta humana, incluso en aquellos casos de
personas con una
única estrategia disponible. El ambientalismo sociológico tiende a considerar que
son los cambios en el estado
psicológico de los padres, o personas significativas
para el bebé, los que explican la
posibilidad de generar mayor o menor ansiedad
en los niños con su interacción y así
pretenden explicar la diferente ansiedad de
uno u otro hermano, esta proposición no se ha podido confirmar en ningún estudio
empírico.
Ejemplos
de estados psicológicos de los padres que se han utilizado para la
constatación
empírica de la explicación ambientalista son: novicios por ser el
primer hijo, ansiosos
por necesitar de un trabajo más remunerado, depresivo por
haber perdido el empleo,
desmotivados por problemas con su cónyuge.
Parece
que la mayor aceptación de los planteamientos ontológicos tanto
transversales como
longitudinales en el contexto de la psicología aplicada no ha
generado suficiente
información empírica que permita sustentar unos
conocimientos teóricos que vayan más
allá de la metáfora “es como si...” o de los
saberes propios del desarrollo de
una psicología basada en la “sugestión”.
Conclusiones
Referencias bibliográficas
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