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The killers (1964) es una película de Robert Siodmak, titulada en España Forajidos.
Esta está basada en una historia corta del escritor Ernest Hemingway. Protagonizada por los
actores Burt Lancaster, Edmond O’Brien y la actriz Ava Gardner. La película está introducida
dentro del denominado film noir: El asesinato de un hombre lleva a un detective de seguros a
intentar poner sentido no solo a la muerte del difunto, si no también a un antiguo atraco de
casi un cuarto de millón de dólares en el que él participó. Este particular género se caracteriza
principalmente por su priorización a los diálogos antes de la acción y la importancia de la luz
y sombras. En esta película se ve una particular falsa simpleza en las secuencias y planos, sin
demasiada complejidad temática. Sin embargo, esta falta es deliberada, ayudando no solo al
dramatismo y a la caracterización de personajes, si no también a cómo la historia está
contada, favoreciendo las ausencias y vacíos que la película contiene. Existe una mayor
fijación en los rostros de las personas, en sus reacciones a lo que ocurre, que a lo que
verdaderamente ocurre. Debemos tener en cuenta también que la principal narración aquí es
el relato de un suceso pasado.
Tenemos una película que abre con una secuencia bastante larga, algo que se hará
bastante repetitivo a lo largo del largometraje, en la que dos sujetos entran a un restaurante a
altas horas de la noche, sospechosos y misteriosos, preguntando por un hombre. La cámara
sigue a estos personajes en su recorrido de búsqueda. La noche reina y las sombras se
apoderan de toda la entrada a la cafetería, la cual vemos en un plano general, algo que será la
norma en cuanto a los escenarios exteriores. La escena dura 8 minutos donde el foco central
está siempre puesto en la cara de los hombres y el camarero, nunca alejándose de ellos más
allá del plano medio, destacando quizás una escena con un pronunciado contrapicado en el
que vemos sus rostros desde fuera del establecimiento. La escena sirve de manera situacional
para concederle un tono a la película, donde la acción es ausente pero el suspense y la tensión
lo sustituyen, gracias a la conversación y a las expresiones de los actores, que simplemente
conversan. Las sombras acentúan este aura de misterio.
La transición a la muerte del Sueco (Burt Lancaster) se produce en un impresionante
travelling en el que seguimos a un muchacho corriendo, para adelantar a los sicarios, que al
llegar a la pensión donde este se aloja cambia y se introduce inmediatamente en la habitación
del susodicho, en un cambio de escena casi imperceptible. En esta la habitación está
totalmente en la oscuridad, e incluso cuando el muchacho entra, nos es imposible ver la cara
del Sueco. La luz que invade la sala del pasillo únicamente ilumina al amigo. Es un contraste
pronunciado, pasando de la premura del muchacho a la tranquilidad y la quietud de la
habitación del Sueco. La habitación queda en penumbra y vemos su cara por fin. Cabe
destacar el plano detalle de las sombras en la puerta, que entrelaza con los primeros planos de
la tranquilidad absoluta del Sueco, a pesar de saber que llegó su hora, que contrasta con el
plano detalle de su mano cayendo, como muestra de que su muerte le ha alcanzado, sin
mostrar nada explícito.
Esta enlaza inmediatamente después en una transición de fade out /fade in con otro
plano detalle, que nos lleva a un plano presentación del detective Reardon (Edmond
O’Brien). En esta misma escena se introduce, mediante otro plano detalle, uno de los objetos
más importantes de esta trama: El pañuelo verde de Kitty (Ava Gardner). Este aparecerá una
y otra vez, y en todas será enfatizado con un plano detalle, como puede ser también la escena
de la cárcel.
Destacar también el hecho de que en los escenarios de día, y muchos escenarios
interiores comunes, el trabajo de luces es mucho menor, mucho menos importante, un
contraste a los extremos claroscuros de la noche, al día plano y austero, casi frío. Esto se
puede percibir en las escenas del detective en su despacho, en la comisaría o hablando con el
policía, amigo del Sueco. Una escena cargada de sombras en el exterior sería el plano general
del funeral del Sueco, un plano muy concreto donde todos están ocultos por la oscuridad. El
juego de sombras es también muy curioso en la escena de la cárcel, donde la oscuridad de la
noche arroja los barrotes encima de los presos que miran hacia afuera, los cuales vemos
reflejados en esos primeros planos y planos medios de conversaciones que predominan en la
película, dando aún más la sensación de encarcelamiento si cabe, que se relaciona con el
plano contrapicado mirando a las estrellas, a la libertad y el ensoñamiento.