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ARTICULACIÓN DE LOS MATEMAS

($ losange D)

Pulsión

Se abre a partir de la posibilidad de distancia entre el enunciado y la enunciación (algo que


está m allá de lo dicho).

Es el margen que surge entre la necesidad y la demanda, el resto (seminario V). Toma forma en
el margen en el cual la demanda se separa de la necesidad.

Deseo:metonimia de la falta de ser.

No es articulable, no puede ser nombrado. Es articulado, guía los movimientos del sujeto.

Deseo como deseo del Otro.

Matemas

Esta determinado por la i(a), se construye durante el estadio del espejo por la apropiación de
una imagen.

El m esta determinado por el i (a) que tiene que ver con la alienación imaginaria y por el I(A)
que tiene que ver con la alienación simbólica.

Yo moi: conjunto de identificaciones desordenadas. Le permite decir al sujeto "yo soy esto o
aquello"

Tiene una función de desconocimiento.

El grafo del Deseo

Encuentro con el A barrado, ya que no tiene un significante que lo signifique.

Es el encuentro con la falta de garantías en la vida, lo que provoca angustia.

Imposibilidad de la relación sexual: no hay significante que signifique al sujeto, no hay objeto
que lo complete.

Se encuentra en el piso de la enunciación, y determina al s(A). Es decir, lo inconsciente


determina lo consciente.

yo moi

Ideal del yo en cuanto simbólico.

Función originaria: implica la alienación simbólica gracias a la cual el sujeto vive. Es esa primera
marca, el rasgo unario. Ideales pre-edípicos (el sujeto es bañado por el lenguaje).

Gran Otro sin barrar

i (a)

Imagen especular
La imagen especular recubre al objeto a (objeto perdido por estructura, que no es
especularizable). El objeto a simplemente se disfraza. Es la imagen con la que se identifica el yo
(moi)

Che vuoi?

El Otro sin barrar, sin castración, por eso está ubicado en el plano del enunciado.

El síntoma como forma de mantener al Otro como todopoderoso.

El síntoma es una metáfora.

El síntoma siempre se dirige al A sin barrar.

Se pregunta por el lugar que ocupa en el deseo del A, y por su propio deseo.

Lacan lo toma de una novela que se llama el Diablo enamorado, corresponde a la pregunta que
le hace el Diablo al protagonista y se traduce como qué quieres?

¿Qué es un Grafo?

Esta pregunta ya supone la falta que está presente en el A: S(A barrado)

A partir de la inscripción de esta falta en el A, surge la angustia. Frente a esta angustia, el


Sujeto implemente cuatro respuestas como posibilidad de mitigar esa angustia:

1- Fantasma ($ losange a)

2- s (A) : significado del A sin barrar. Síntoma

3- m (yo moi): inhibición

4- I (A): ideales del A (Rasgo unario, primeras marcas, insignias)

($ losange a)

Fantasma

Sujeto Barrado

S (A/)

Significante del A barrado.

Empieza con un sujeto barrado (ya que es alineado al mundo simbólico). Dada la inmadurez y
prematurez del niño al nacer, necesita de un O que lo tome en su deseo para vivir, en los
primeros años (duranel estadio del Espejo) se constituye el yo - m - a partir de una imagen i(a).
Por tal inmadurez estructural, se dirige a un A, al que le supone la completud y que podrá
satisfacer su necesidad. Este A no satisface plenamente la demanda, y a partir de ello, surge el
deseo (como el resto entre la necesidad y la demanda). El deseo implica una falta, por lo tanto,
algo se va a satisfacer y algo no, lo que da lugar al surgimiento de la pulsión (como satisfacción
parcial), cuyo matema es ($ losange D). Surge la posibilidad de preguntarse por el propio deseo
y qué lugar ocupar uno en el deseo del Otro ( Che vuuoi?)

s (A)
significado del Otro

Deseo

I (A)

Ideal del yo

Tesoro de los significantes.

Es el que puntúa, sanciona el discurso (poder discrecional del oyente).

Linea de entrecruzamiento: linea del enunciado (lo dicho en el discurso). Es diferente de la


enunciación.

Alienación Simbólica:

El sujeto que ha sido tomado por el lenguaje, sujeto que padece el lenguaje.

Lacan: el sujeto no es ninguna otra cosa más que lo que un significante representa para otro
significante (seminario XIV)

Función evitar la angustia que se produce al encontrarse con la falta del A.

El fantasma es un marco delimitado por lo imaginario que le permite al sujeto moverse dentro
de una realidad menos angustiante.

Es como un velo que le permite ver algunas cosas (algo deja ver).

Regula el deseo, propone ciertos objetos como deseables, como si ellos fueran a tapar el
agujero que el objeto a dejó.

Es inconsciente.

Esta compuesto por el sujeto en tanto que castrado en relación al objeto a. Ese objeto que le
falta por estar en el mundo del lenguaje, ese objeto que es la causa del deseo

Matema compuesto por el sujeto barrado y la demanda.

El lonsage leído como estructura de borde (estructura de borde de la pulsión), lo que importa
en las zonas erógenas es que son un borde, que estan alrededor de un agujero.

La demanda hace referencia a la insistencia de la pulsión y a la imposibilidad de ser satisfecha.


El sujeto busca la incondicionalidad (totalidad) y recibe parcialidad.

No hay biología en estado puro.

Frente a esta imposibilidad de satisfacción absoluta, se pregunta ¿que me quiere? (che vuoi?)

Necesidad, deseo y demanda en el grafo del deseo (1)


Vamos a pensar un poco estos conceptos teniendo en cuenta “La significación del
falo” y “La subversión del sujeto” de Escritos 2 de Lacan.

Al hablar de sujeto dividido entre el S1 y el S2, Lacan habla de necesidad, deseo y


demanda para dar cuenta de cómo surge el sujeto del deseo. En la significación del
falo, Lacan introduce los efectos del significante sobre el viviente. Sabemos, pues, los
efectos de esa presencia. Son en primer lugar los de una desviación de las
necesidades del hombre por el hecho de que habla.

Ahí está hablando de necesidades. Nosotros esto podemos pensarlo en términos de


goce, porque en realidad hablar de necesidades sería hablar de un sujeto mítico. El
sujeto de las necesidades es un sujeto mítico. No es posible que un objeto se
acomode a lo que el sujeto necesita. Acá dice que hay una desviación de la necesidad
del hombre por el hecho de que hable en la medida de que sus necesidades están
sujetas a la demanda. Una demanda está articulada con los significantes. Las
necesidades están sujetas a la demanda: el viviente se encuentra con un Otro
primordial que habla, entonces algo de la necesidad se pierde por la presencia del
significante. Esta necesidad retorna al sujeto enajenadas. O sea, que la necesidad se
aliena en la demanda. En el texto dice “enajenada”, pero la traducción es “fuera de si”,
entonces en realidad no se trata de un sujeto fuera de sí, sino que estaría alienado. No
es fuera de sí, sino que se trata “en el Otro”.

Entonces, las necesidades se alienan. Esto no es efecto de su dependencia real, sino


de la conformación significante como tal y del hecho de que su mensaje es emitido
desde el lugar del Otro. O sea, Lacan rompe con la concepción de que es el emisor
quien codifica y que puntúa el mensaje activamente. Dice que su mensaje es emitido
desde el lugar del Otro, o sea que el que puntúa lo que el sujeto necesita es el Otro.
Nosotros podemos pensar esto para la clínica: siempre el que puntúa es el Otro. En un
enunciado, el que puntúa, el que pone el corte a la frase, es el Otro. Y eso va a
determinar la significación, el sentido.

Lo que se encuentra así alienado, en las necesidades, constituye una urverdrangung,


que sería represión originaria de Freud, por no poder articularse en la demanda, pero
que aparece en un retoño, que es lo que presenta en el hombre como deseo. O sea, la
privación estaría del lado de la represión originaria, porque se priva del objeto de la
necesidad, un objeto particular de la necesidad al hablanteser, por el simple hecho de
hablar, entonces la necesidad se aliena. De esta necesidad o goce  que se pierde,
aparece un retoño, porque la necesidad pasa por la demanda. Hay algo que es un
retoño: pensemos retoño como un hijo o como un brote. No es lo mismo que retorno,
porque si fuese la represión propiamente dicha, lo que retornaría sería como
necesidad. Es un retoño, un resto de la necesidad, atravesada por la demanda.
Entonces tenemos que:
Necesidad - demanda = deseo.
Este retoño es algo que no se deja capturar por la demanda. Entonces, se produce
una desnaturalización de la necesidad y lo que aparece aquí es el deseo.
Esto, que sería la célula elemental del grafo, tenemos la cadena significante, un Otro.
El sujeto, que va en busca de un objeto y se encuentra con la cadena significante, con
la presencia del lenguaje y ahí, a la altura del Otro, están los significantes. Es el Otro
el que puntúa y ahí hay algo de la necesidad que se pierde. Esto es la célula
elemental, el primer piso. Algo de la necesidad se pierde y se produce un retoño que
es el deseo. Ese resto es lo que es objeto causa el deseo, que después va a ser el
objeto de deseo en el fantasma. Pero a la altura de estos textos, Lacan todavía no lo
nombraba así. Pero hay un objeto particular de la especie que está perdido y eso
causa el deseo.

En el encuentro con la cadena significante y el Otro, la necesidad -el goce-, la


puntuación se produce en el s(A). Es retroactiva, por eso Lacan escribe:

.S1       S2
El punto no está al final, sino al principio. El corte siempre es retroactivo y eso lo
vemos en una sesión. El analista produce una escansión y ese corte siempre va a ser
retroactivo.

Lo que retorna, entonces, es el deseo. La demanda en sí, se refiere a otra cosa que a
la satisfacción que reclama. O sea, no se trata de satisfacer la necesidad. Es
demanda de la presencia de una ausencia, no es demanda de un objeto en
particular. Es demanda de una presencia, cosa que manifiesta la relación primordial
con la madre, por ser ese Otro que ha de situarse más acá de las necesidades que
puede colmar. Una madre no es lo mismo que una hembra preñada de hijo. Una
madre tiene que estar preñada del Otro, que es el tesoro y el lugar de los significantes,
en donde están todos los significantes. No es lo mismo que el lugar del código, ya que
en el código están todos. En el Otro siempre faltan significantes, aunque sea el tesoro
y el lugar. La madre tiene que estar preñada de ese Otro y ella le va a donar y va a
estar más acá de las necesidades que pueda colmar. Lo que va a estar más allá de
la demanda, es el deseo. Podríamos hacer un cuadro:
Tenemos algo que está más acá y más allá de la demanda. Del lado de la necesidad
tenemos el objeto específico, que está perdido.

Dice Lacan que a ese Otro lo constituye ya como provisto del privilegio de satisfacer
las necesidades. Es decir, el poder de que el Otro es omnipotente, siempre, del poder
de privarla con lo único que satisface. Habíamos dicho que la necesidad se satisfacía,
a nivel de la demanda, con la presencia. Es lo que nuestros pacientes piden, de lo que
vienen a quejarse, de lo que el Otro no les da. Siempre es una demanda de amor, la
demanda se satisface con la presencia. El Otro es siempre omnipotente, por eso los
niños se enojan mucho cuando alguien no los entiende. El Otro es la lengua materna,
que está antes de poder aprender las palabras del colegio, de la escritura. La lengua
materna es el tesoro de los significantes. Cuando la madre no entiende lo que el chico
dice, al chico le da un ataque de furia porque lo que al chico le angustia es que caiga
la omnipotencia del Otro, porque si su madre es la lengua materna y ella no lo
entiende, ¿La lengua materna de quién es? La madre no entiende a la lengua materna
y el chico se angustia. Esto también le pasa a los adultos, que demandan que el Otro
los escuche y empieza el malentendido. En esa hendidura -una falta- del Otro, es que
el chico puede preguntarse por lo que quiere, por el deseo del Otro. El Otro pierde su
omnipotencia, pero entonces también el chico y perder esa garantía lo angustia.

En una entrevista de admisión, una nena de 11 años, tenía problemas en el colegio


porque no entendía. Pasaban cosas en relación a la madre, pero muy llamativamente,
la nena empieza a entender muy bien el inglés. Tenía materias con todas las materias
excepto con el inglés. A mi me llamó mucho la atención esto, porque lo que le pasaba
a esta chica es que tenía problemas con la lengua materna, no con una lengua
extranjera, una manera que se retorne el deseo, se revele a la demanda de la madre y
le permita a hacer un pasaje a una terceridad, que en este caso era el padre, donde la
madre no hacía un buen pasaje y la nena había quedado entrampada en esta serie
elemental. Si síntoma era no entender y problemas con la lengua materna.

Lacan dice que ese privilegio del Otro dibuja así, de una forma radical del don de lo
que no tiene, es decir, su amor. Ustedes recuerdan que Lacan define al amor, en su
vertiente simbólica, como dar lo que no se tiene a uno que no es. Es así como la
demanda anula la particularidad de todo lo que puede ser concebido. La demanda
anula la particularidad de la necesidad de la especie, del “todos”, de poder decir que
un objeto satisface a todos. La particularidad del objeto que se pierde, en la necesidad,
transmuta en prueba de amor en la demanda. La satisfacción que obtiene incluso para
la necesidad se rebajan a no ser ya sino el aplastamiento de la demanda de amor. O
sea, que la demanda es algo que aplasta la particularidad de la especie, la garantía de
poder encontrar un objeto. Esto se transmuta en prueba de amor, a la demanda de
amor. Hay una necesidad que la particularidad así abolida reaparezca más allá de la
demanda. Lo que se anula es la particularidad del “todos”. Reaparece la particularidad
en ese retoño, en ese deseo. Pero esa particularidad ya no es de la especie, sino
del sujeto. Esto nosotros lo vemos y lo escuchamos en los análisis. El deseo es
siempre esa particularidad que se rebela a ser articulado en la demanda, a ser
aplastado por la demanda, porque es la particularidad de ese sujeto, que por
supuesto, es con lo que goza. Es esa respuesta particular que se dio sobre lo que el
Otro quiere, que es el fantasma, que le va a dar marco a su deseo.

El sujeto tiene que hacer un movimiento particular para confeccionar ese marco,
entonces hay algo de la particularidad que se recupera. El fantasma hace marco
porque es lo que le permite desear esa frase particular. Si la frase es “me quiere
pegar”, va a desear relaciones que le peguen o situaciones en donde sea pegado. Va
a desear desde ahí y por eso es el marco. Esto está anudado a los significantes de
ese sujeto con ese Otro, con su historia. Uno sabe de esto yendo a la historia,
preguntando sobre la relación de este sujeto, el paciente, con sus otros de su
actualidad (que son encarnaduras de su Otro primordial), repitiendo una modalidad de
goce. Repitiendo e insistiendo esta particularidad de deseo. Entonces vemos que el
deseo está más allá de la demanda. Lacan dice que aparece definitivamente allá, pero
conservando la estructura que esconde lo incondicionado de la demanda de amor. La
demanda siempre es incondicional, es demanda de amor, del don que el Otro esté ahí
para él, siempre presente escuchándolo, mirándolo… Esto lo vemos
permanentemente en la clínica y es incondicional, porque ni siquiera el hambre puede
hacerle límite al amor a veces. Ni siquiera la necesidad de vivir a veces puede.
escuchamos historias de pacientes que a veces se inmolan por amor, pierden el
apetito, se someten completamente en esta demanda, ya sea de satisfacer la
demanda del Otro o que el Otro satisfaga, pedirle pruebas de amor permanentemente,
ignorándose en relación a la necesidad (una anoréxica, por ejemplo, que se niega a
comer). No hay nada del orden de la necesidad que pueda condicionar a la demanda.
a demanda es incondicional. Es un pedido de incondicionalidad.

A veces no hay nada del Otro que le pueda hacer límite al pedido de incondicionalidad.
No hay nada que el Otro que le pueda dar que le alcance a la demanda de amor. Por
eso es muy importante para nosotros los analistas estar muy atentos a la demanda.
Nosotros no tenemos que ubicarnos en el lugar de que demanda, demandando
curación, que pague lo que tenga que pagar, que no mienta, comprarle el diario para
que busque trabajo. Porque si el analista demanda, el deseo del sujeto se va a rebelar
a que nosotros queramos capturarlo en esa demanda. Cuando el analista demanda, el
que está dividido es el analista. Se angustia, soporta tan poco su barradura, que
demanda que el paciente pueda. Por ejemplo, dándole consejos. ¿Y qué va a pasar?
Quizá el paciente hace un acting out que le marque que no es por ahí el camino. Le va
a mostrar el objeto. demandando no se acota el goce, sino que se lo retroalimenta.

Al goce se lo acota por el lado del corte, ahora, a veces tenemos pacientes muy
angustiados y no hay que cortar ahí. A veces tenemos pacientes que escuchamos y
no hay angustia con esto, hay repetición gozosa y se queja una y otra vez… Uno
puede hacer algo que rompa el sentido, que rompa con lo que goza. Generalmente,
cuando se habla mucho, es demanda. Por eso es importante la posición de la
abstinencia y el silencio, que quizá no se da tanto al principio, pero en un momento si.
Porque cuando uno empieza a explicar o a hablar, demanda. Las pocas palabras
generan preguntas, por eso las explicaciones en análisis son una demanda del
analista. Y la demanda es siempre demanda de amor, una prueba que le pide al otro:
que sea amable con uno.

De la demanda del Otro primordial, Lacan dice: Lo dicho primero decreta, legisla,
aforiza, es oráculo, confiere al otro real su oscura autoridad. Esto es algo que
escuchamos mucho. Algo de lo oracular, a tal punto que vienen pegados a lo que les
dijo el Otro. “Sos un mal alumno”, “Sos un mal hijo”, “No vas a poder”. Pero hay algo,
que es el deseo, que se rebela a ser capturado en demanda. A este dicho primero,
que es oráculo y que aforiza, que le confiere ese poder omnipotente, se rebela. Por
ejemplo en el acting out, para que algún otro escuche, vea, entienda, pero queda
alienado a ese Otro. ¿A qué Otro? A la demanda del Otro. Porque en realidad, esta
demanda del Otro, que es de una incondicionalidad absoluta, también es imperativa.
Uno puede pensar en el superyó, porque esta demanda del Otro, en el envés, se le
aparece desde el sujeto en forma del superyó, que le dice y le demanda
imperativamente. Es el Otro en realidad, pero el superyó vendría a ser la voz del Otro
que aforiza, dice y legisla.

Que el deseo sea articulado, es precisamente la razón de que no sea articulable. El


deseo está articulado a los significantes del Otro, pero no es articulable. Si uno dijera
simplemente que el deseo no es articulable, uno diría que el deseo es inefable y si no
es articulable, no se podría decir sobre el deseo. No es articulable porque el deseo es
lo que escapa de la necesidad a ser articulado en la demanda, pero está articulado a
los significantes. Se dice mediante los significantes, pero obviamente no se lo puede
articular ni apresar. Está entre 2, entre lo que se va deslizando metonímicamente en la
cadena. No es articulable, pero es articulado. Lo que no sería articulable sería este
objeto que se pierde, el de la necesidad. Este objeto perdido no se puede articular en
la demanda pero sí causa el deseo, que es el objeto a como causa de deseo. Pero
después algún significante se articula en el fantasma, porque sino fuera así cuando el
el chico dice “me decís tal cosa, pero ¿qué me decís con lo que me decís?” eso quiere
decir que el deseo está articulado. En realidad, el deseo está determinado por la falta.
“Vos me decís eso, ¿pero qué me decís?”. Está determinado por el discurso del Otro,
la pregunta se articula a lo que el Otro dice. Se articula siempre a una demanda que lo
determina, después la respuesta va a ser particular de cada sujeto. Este objeto
particular se recupera de la particularidad de la especie, del todos, perdida por la
demanda. Esta particularidad se recupera como objeto particular de deseo.

Dice Lacan que esta célula elemental presenta dónde se sitúa el deseo en relación
con un sujeto definido a partir de su articulación por el significante. Esto le va a permitir
localizar al sujeto articulado a los significantes. Dice: He aquí lo que podría decirse es
su célula elemental. Se articula allí lo que he llamado “punto de basta”. El punto de
basta se encuentra cuando el sujeto mítico de la necesidad va a encontrar su objeto
específico, pero al encontrarse con la cadena significante que lo cruza, en ese punto
de encuentro se encuentra con el tesoro de los significantes. También se llama punto
de capitón. La significación se detiene mediante el punto de basta, hace que el
significante detenga su deslizamiento, indefinido sino de la significación. En el grafo
del deseo, el punto de almohadillado son 4 puntos, el del piso del enunciado y el piso
de la enunciación, y la próxima vez vamos a ver cómo se almohadilla. El punto de
capitón recuerda al punto de los almohadones se une de 2 en 2, para que el
almohadón no se desarme. Por eso, es que el punto del corte no es cualquiera ni
cualquier punto hace de corte en una sesión. El punto de capitón abrocha, es un punto
de escansión. Cuando vemos el grafo vemos los 4 puntos: el Otro, el significado del
Otro, la pulsión y el significante del Otro barrado. En el medio, están los pisos del
enunciado y de la enunciación. Ahí vamos a encontrar el deseo, el fantasma, y más
abajo, el ideal del yo, el yo ideal y el moi.

El punto de basta no es cualquier punto, está siempre del lado de la s(A), de la


significación del Otro, porque siempre es por anticipación y retroacción.

La clase pasada vimos el texto de la significación del falo, donde trabajamos más los
conceptos de necesidad, demanda y deseo para introducir el grafo del deseo. Hay 3 grafos, el
II, el II y el III, pero en realidad hay un solo grafo, pero Lacan a modo didáctico lo cortó en esos
tres:

En el grafo II están agregados I(A), el ideal del yo y a la derecha está el sujeto


barrado. Lacan empieza a hablar del deseo: El deseo se ha articulado,
precisamente, a razón de que no sea articulable. La vez pasada dijimos algo sobre
esto de que el deseo sea articulado sea la razón de que no sea articulable. No es
articulable, porque si bien está articulado en la demanda, lo que no puede es
capturarse completamente. Siempre algo se va a escapar, es lo inefable. El problema
es que si dijéramos simplemente que “el deseo no es articulable”, entonces todos
desearíamos lo mismo. Por nuestros pacientes, sabemos que no todos deseamos los
mismo, ¿Y quién hace la diferencia de que no todos deseemos lo mismo? Pensemos
en que no todos nuestros pacientes vienen a hablar de lo mismo, aunque el deseo
esté en todos. No todos tuvieron el mismo lugar en deseo el Otro. Eso tiene que ver
con lo que causa el deseo. La causa del deseo tiene que ver con el deseo del Otro.  

Hay un efecto estructural de la demanda sobre la necesidad, cuyo efecto es el deseo,


que hace que se le escape a la demanda, lo vamos a ver en el segundo peso. El
deseo, en la neurosis, siempre se escapa, porque en la psicosis  no hay un más allá
de la demanda. Hay sujeto del lenguaje, pero no hay un más allá de la demanda
(deseo).

El Otro es un lugar, el tesoro de los significantes. Nos enteramos del deseo porque
habla, es más sencillo. Y el discurso del sujeto son significantes, que se articulan. Pero
esos significantes no son cualquiera, son los que tienen que ver con los que tuvo en el
lugar del deseo del Otro, son estos significantes que el sujeto recorta de lo que el Otro
le dijo. Es la historia, escrita en términos significantes. La particularidad de la especie,
la necesidad, se recupera en la particularidad del sujeto. Ese retoño que se recupera
de la particularidad de la especie perdida, es la particularidad del sujeto. Y esa
particularidad es el deseo. Ese objeto es el objeto a, que no es un objeto particular
como la leche, sino un objeto particular con el que el sujeto va a gozar. Ese objeto,
particular para el sujeto, es causa del deseo. Es el resto de la operación del encuentro
del sujeto con el Otro, con el tesoro de los significantes. El Otro es tesoro, pero no
código, porque el código está completo y el tesoro no. En el tesoro no están todos los
significantes, están los significantes del sujeto. Porque si estuvieran todos los
significantes, no habría la posibilidad del intercambio. Es necesario que algo falte.

Entonces, que el deseo sea articulado es precisamente la razón por la que no sea
articulable. Como es el efecto de la demanda sobre la necesidad, como está articulado
a la demanda del Otro, la demanda del Otro determina la pregunta del sujeto por el
deseo: “Me decís esto, ¿Pero qué me querés decir?”. O sea que la demanda
determina la pregunta por el deseo y esa pregunta va a ser particular, porque va a
depender de los significantes del Otro, del encuentro del sujeto con este lugar de
tesoro de los significantes para ese sujeto. De acuerdo a la articulación particular para
cada sujeto, hace que el deseo no sea articulable, porque se escapa. Como el deseo
está articulado con significantes, no se puede articular, porque no existe un
significante que pueda dar cuenta de si mismo. Un significante remite a otro
significante, un significante es lo que representa a un sujeto para otro. Siempre es S1
y S2. En el intervalo, en el entrelíneas, está el sujeto. En las holofrases hay un
significante que no remite a ninguno, quedó como una plomada, ahí aglutinado. En la
holofrase no hay más allá de la demanda, no hay deseo en ese S1. Para que haya
deseo, tiene que haber 2. Es el caso de la psicosis y la psicosomática.

Lacan dice que el grafo del deseo nos serviría para presentar dónde se sitúa el deseo,
que es lo que Lacan pretende, en relación con un sujeto. En este momento, Lacan
define al sujeto a través de su articulación con el significante. Lacan habla de la célula
elemental, que es un gráfico con muchos menos elementos:
Lacan habla del Ideal del yo, pero fíjense que es el ideal del Otro. Para hablar del Ideal
del yo, Lacan pone I(A). Para Lacan, lo que está en mayúsculas en el grafo, es
simbólico. Lo que está en minúsculas, es imaginario. Fíjense que en el grafo del
deseo, que cuando pone deseo, lo pone en minúscula. El matema de la pulsión, que
es $◊D (sujeto losange demanda), la demanda está en D mayúscula. En cambio, para
poner deseo, elige la d minúscula, para dar cuenta que el deseo no puede ser
reducido a lo simbólico. Hay algo que escapa a lo simbólico, entonces pone la d y
esto no significa que el deseo sea imaginario, sino que no puede ser reducido a la
demanda.

He aquí lo que podría decirse es su célula elemental, se articula allí lo que hemos
llamado el punto de basta por el cual el significante detiene el deslizamiento, indefinido
sino de la significación. No siempre un significante remite a otro significante, como en
la holofrase, pero siempre una significación remite a otra significación. Si no hay punto,
esa significación sería infinita, que es lo que pasa en las infinitizaciones de la psicosis.
Si no hay punto de basta, punto de almohadillado, punto que no es cualquier punto, es
un punto distinto que permite en tapicería es que los almohadones grandes no pierdan
la forma. Lacan utiliza esta figura del punto de capitón, punto de almohadillado o punto
de basta, para decir que no es cualquier punto, sino un punto de corte. En las
sesiones, no todos los puntos son de corte. No todos los cortes de sesión son puntos
de capitón. Hay cortes de sesión que no producen que la cosa cambie. No todos los
cortes tienen efecto de interpretación, entonces tiene que haber algo de este punto
que produce otra cosa y que no siga igual.

Lacan va a hablar de la función de la sincronía y la diacronía. La diacronía implica


una funciòn en el tiempo y la sincronía es sin tiempo. Nosotros nos vamos a enterar
con un paciente de lo sincrónico, del corte, yendo a la diacronía. Si habla, cuenta su
historia, nos vamos a enterar de su sincrónico. Nos vamos a enterar de lo que Lacan
llama la atribución primera, que luego veremos. Primero, en Freud estaba el juicio de
atribución de la existencia. Tiene que decir “Esto no, esto es bueno, esto es malo” y
después “esto existe”. Primero es el juicio de atribución. Por eso es tan importante que
el sujeto hable y en las entrevistas preliminares, las preguntas para que el sujeto
pueda hablar. Y algo de esto, de lo sincrónico, que se diga, de su deseo. Es necesario
que hable, que cuente. “Bueno, lo escucho”, uno dice. Porque si no habla, si nosotros
no vamos a la diacronía, no vamos a poder llegar a esos significantes fundamentales
que marcaron su historia. Esos significantes muerden el goce, estàn anudados a un
tiempo no cronológico de goce, a una escansión, a un corte de goce. Y por eso es tan
importente decirle “Hable”. Luego, cuando empieza a hablar, el analista va a estar
puntuando a la altura de s(A).
Pero no puntuando en este primer piso solamente, sino como el punto de capitón en
las 4 esquinas, como los almohadones, como luego veremos. Van a ver que como en
los botones de los almohadones, en el grafo va de 2 en 2 también.

Pregunta: ¿Qué pasa con los pacientes que no hablan? Tuve una paciente que a
la segunda sesión no quería hablar. Me dice que necesita que le haga preguntas.
Ella dice que esa semana no le pasó nada interesante.
Es una paciente muy demandante, lo que se escucha ahí es “hablá vos”. Podemos
recortar algo de lo que ella dice, por ejemplo “hablame de lo que para vos es
interesante”. De todas maneras, estamos en los tiempos iniciales, con lo cual la
transferencia tiene que armarse. También uno podrìa preguntarle si esto le pasa con
alguna otra persona, de querer que le pregunten. Esto que està diciendo, no es
cualquier cosa, algo está queriendo decir con eso. Ahora, me resulta interesante que a
la segunda sesión no tenga nada que hablar, ¿en qué plano estaríamos nosotros? En
el plano de la comprensión. A veces nosotros tenemos que ir por la cuerda imaginaria,
haciendo alguna indicación o sugerencia. Hay momentos y momentos. Cuando le
preguntamos que nos hable de interesante, por ejemplo, vamos a los significantes.
Porque salimos del primer piso, del plano del yo, que es donde te quedaste. “Yo no
creo que vos no tengas nada para decir”... El moi, el yo ideal, el ideal del yo, la
demanda… En cambio, “hablame de interesante”, significa que suponemos que hay
algo que en ese significante que no es un signo. Le hacemos creer al paciente que las
palabras son muy importantes, que cuente... En el final de análisis, con el
atravesamiento del fantasma, se va a dar cuenta que la verdad es siempre mentirosa.
Es muy importante salirse del plano de lo que nosotros creemos o prejuzgamos que
debería ser. ¿Por qué en una segunda entrevista esta paciente debería tener algo que
decir? Debemos ir por la vía de la diacronía, recortando un significante. Vamos a ver
cómo recortando un significante, un S1, lo que se diga no va a ser cualquier cosa.
Porque esa es la anticipación, es una de la temporalidad de la diacronía. En este
ejemplo, “hablame de interesante”, nos va a llevar al entrelíneas, al intervalo, al sujeto
dividido, porque ahí va a aparecer que lo que diga no lo va a poder abarcar. Va a
entrar en el juego del análisis.

En la función diacrónica, Lacan va a decir que este punto de basta, la función


diacrónica de este punto de basta, debe encontrarse en la frase, en la medida que no
cesa en su significación sino con su último término, ya que que cada término está
anticipado en la construcción de los otros e inversamente sella su sentido con su
efecto retroactivo, para atrás. Es la famosa frase: “Ay, así yo no puedo seguir viviendo”

Ay.
Ay, así.
Ay, así yo.
Ay, así yo no.
Ay, así yo no puedo.
Ay, así yo no puedo seguir.
Ay, así yo no puedo seguir viviendo.

Según donde puntuamos la frase en su eje diacrónico, va a tener diferente sentido


según el punto. Y esto es retroactivo. La anticipación es importante, porque es como el
significante amo. Hay un significante 1, amo, que el sujeto elige y los otros
significantes van a estar asociados ahí. No va a ser cualquiera los que va a utilizar.
Elige un significante amo: inteligente, loco… y los significantes que estén asociados a
eso, no van a ser cualquiera. Recuerden el hombre de las ratas, Ratten, spilratten…
Todo esto estaba asociado a la damisela de las ratas de Ibsen, o del caso Signorelli de
Freud. donde Freud va de significante en significante hasta llegar a sexualidad y
muerte, que no tienen inscripción en el inconsciente. Pero llega al corazón de lo que
falta.

En la diacronía, la temporalidad no es desde el inicio hacia adelante, sino la


anticipación y la retracción. esta es la temporalidad de lo que está en juego en la
diacronía. Cuando se arma una frase fantasmática, el sujeto se pregunta por el deseo
del Otro, pero en realidad está inscripto en la historia con el Otro. Eso es diacrónico,
pero puntúa de acuerdo a la temporalidad, por anticipación y por retroacción. El que
puntúa es el Otro, “me quiere…”, después está el sujeto, cuando hace el corte. Esta es
la función nuestra como analista, nosotros nos manejamos en esta temporalidad, la
temporalidad de la anticipación y la retroacción. Nosotros vamos a puntuar
retroactivamente, que son esas cosas que vemos 3 sesiones para adelante los efectos
que se produjeron antes. Es el futuro anterior, retroactivamente. Si la intervención tuvo
esta modalidad de punto de capitòn, de un verdadero corte, nos enteramos después, a
veces meses después.

Pero la estructura sincrónica está más escondida y es ella la que nos lleva al origen.
es la metáfora, en cuanto a que en ella se constuituye la atribución primera, la que
promulga “El perro hace miau” y “el gato hace guau-guau”. Se acuerdan que la vez
pasadas dijimos que el dicho primero aforiza, legaliza, es oráculo. Se trata del dicho
primero del Otro y es omnipotente, porque es un oráculo para el sujeto.

Con lo cual el niño de golpe, desconectando a la cosa de su grito, eleva al signo a la


función de significante y a la claridad a la sofìstica de la significación. Esto quiere decir
que la atribución primera es una metáfora, porque es un significante que sustituye a
otro. Un significante se define en oposición y diferencia, pero es uno, el S1 de la
atribución primera, es el que va a sustituir a todos los demás. Siempre estamos en la
relación del sujeto con el Otro. Ahora, una cosa es el signo y otra cosa es el
significante. Por ejemplo, el perro hace guau es el signo y la cosa juntos, estàn
conectados. Guau es el signo del perro, es unívoco y estamos en el campo del signo.
Miau es el signo del gato. Ahí estamos en el plano de la cosa con su grito. Para que
pase a ser de grito a llamado, hace falta pasar al terreno significante, o sea, que para
la madre ese chico deje de ser una cosa y el grito pase a ser llamado. Se desvitaliza
en el orden de lo natural, pero entra en el orden simbólico. Entonces, eleva el signo a
la función de significante. Cuando Lacan dice que el perro hace miau y el gato hace
guau, ya no sabemos lo que quiere decir. De eso se trata el lenguaje, cuando se
separa el signo de la cosa. Aparte de que el signo se eleva al significante, dice que la
realidad se eleva a la sofìstica de la significación. Sofìstica es una figura retòrica
donde el razonamiento cabalga entre lo falso y lo verdadero. Sería “chicana”, es
términos vulgares, o capcioso. La verdad toma forma de ficción, porque ya todo lo que
se liga, al separarse de la cosa, no se va a saber muy bien qué se dice. El niño se
encuentra con el Otro del lenguaje, pensemos en las presencias y ausencias, hace
que el sujeto se pregunte por esto. Entonces ahí la cosa se perdió, estamos en el
plano de que el gato hace guau.
El animal, si se ve acorralado, puede engañar dando una pista falsa. Lo que no puede,
es fingir que finge. Ahí estamos en el terreno del lenguaje, que puede fingir que finge.
El ser humano puede dar una pista verdadera, haciéndole creer que es falso. El sujeto
dice una verdad, pero el otro piensa que es mentira. En una supervisión, una paciente
decía que el novio le decía “te engaño”, que tenía otra. Para ella era mentira y al final
lo engancha, pero el novio le había dicho que era mentira. Ahí se pierde la dimensión
del signo y estamos en el campo del orden del significante, donde la cosa está
perdida. En este terreno, el de la sofística, la verdad es una ficción.

Hay otro texto de Escritos 2, “La metáfora del sujeto”, donde dice Lacan que la
metáfora radical està dada en el acceso de rabia narrado por Freud del niño que fue el
hombre de las ratas antes de consumarse neurótico obsesivo, el cual interpela a su
padre, al que le dice “Tú, lámpara, servilleta, plato…”. Ahí el niño está en el campo de
“el perro hace miau…”. También nosotros entendemos que no se pierde la dimensión
de la injuria en que se origina la metáfora. Acuérdense que la metáfora es la atribución
primera, lo sincrónico, el recorte que se produce en el sujeto que tiene que ver con la
atribución primera: la marca. Injuria más grave de que lo que se imagina, pues de ella
procede la injusticia gratuitamente hecha a todo sujeto como un atributo mediante el
cual cualquier otro sujeto es animado a atacarlo. O sea, Lacan dice que siempre es
injusto y que la atribución dada al sujeto siempre es una injuria, porque en realidad se
trata de que es nombrado por un Otro, atribuyéndole un sentido y ahí pierde lo natural.
Siempre hablamos del Otro que puntúa, omnipotente, no barrado del primer
tiempo. Fíjense que el Otro no tiene barra en este grafo. Cuando pasemos al
segundo piso del grafo, vamos a ver que la esquina superior izquierda, donde estaba
el significado, con la s minúscula, va a aparecer el significante, la S mayúscula,
circulito, y el A barrado: el significante del Otro barrado, que ya veremos. Entonces
Lacan dice que el gato hace guau-guau, el perro hace miau miau. He aquí de qué
modo deletrea el niño los juegos del discurso e inaugura el mensaje. ¿Exige esa
posibilidad la topología de un juego de 4 esquinas? Se pregunta Lacan. Si nos
quedamos en esta línea, nos quedamos en “el perro hace guau y el gato hace
miau…”. He aquí el tipo de pregunta que debe depender la conclusión subsecuente,
que es la del grafo del deseo.

Los 2 puntos del [¿?ento]. Uno, conectado a A, que es el lugar del tesoro de los
significantes. Esto aparece en la pág. 785 de “Subversión del sujeto”. Lo cual no
quiere decir “del fondo”, pues no es que se conserve en el código la correspondencia
unívoca de un signo con algo. El código está completo, el tesoro de los significantes
no. El significante no se constituye sino de una reunión sincrónica y numerable, donde
ninguno se sostiene sino por el principio de su oposición a cada uno de los otros.

Que sean numerables significa que nosotros como analistas tenemos que poder decir
y dar cuenta de esa reunión sincrónica, pero numerándola, dar cuenta de qué
significantes marcaron la historia de ese sujeto y numerarlos. Porque siempre hay un
significante con 3 más relacionados que dan cuenta de los 4, con 3 no alcanza. Es
como el caso Signorelli, requiere de la reunión de todos los significantes para llegar.
En el hombre de las ratas, no alcanza con seguir ratten, spielratte… para llegar a la
damisela Gisela y la damisela de las ratas de Ipsen. tenemos que dar cuenta de todos
los significantes. Para dar cuenta de eso, vamos a la diacronía, que el sujeto hable y
que empiece a asociar. Por ejemplo, un lapsus, una insistencia significante, eso
asociándolo. Esto nos va a llevar a los significantes con los que está asociado el
significante amo. El significante amo, que en realidad no hay uno, se asocia con otros
significantes. En algún momento hay que tener que dar cuenta de este significante y
con qué otro significante se asocia en su historia. Y eso es lo que el sujeto recortó del
tesoro de los significantes y es importante que esto se ponga a jugar con esta
temporalidad para que algo de este goce se reste.

El otro connotado, significado del Otro, es lo que puede llamarse la puntuación, donde
la significación se constituye como producto terminado. Yo les decía, la vez pasada
que el punto en Lacan no está al final, sino que al principio. Observemos la disimetría
del uno, que es un lugar, sitio más bien que espacio, con respecto al Otro que es un
momento de escansión, más bien que duración. Esto es un lugar de otra espacialidad,
porque el Otro es un lugar, pero también es un significante, el sitio de los significantes.
No es espacio, sino lugar, sitio de los significantes y S(A) no es duración, sino
escansión y corte, que es la especialidad del analista, en cómo interviene el analista:
escandiendo. Cuando yo les digo que hay que escandir, que hay que cortar, de ésto
se trata, la puntuación. Cuando uno puntúa no va a cualquier lugar, va a escandir. Por
ejemplo, en el caso de esta paciente que le decía a la analista  “Bueno, hábleme
usted, porque yo quiero que me pregunte porque no tengo nada interesante para
decir”, si uno dice “No puede ser que a la segunda sesión  no tenga nada que decir”,
estamos en el orden de la duración, de la cronología y no estamos escandiendo.
Escandir sería, en el ejemplo, preguntar “¿Qué es lo que a usted le resulta
interesante?”. Puntuar en interesante. De la otra manera no puntuamos, vamos
nosotros a ponerle sentido a lo que dijo ella acá de que no puede decir nada
interesante. No hay escansión ahí. En cambio, “hábleme de interesante” puntúa y otra
vez relanza. Relanza porque en realidad el grafo es un 8 interior, nunca cierra.

El grafo parece abierto, pero en realidad va haciendo el 8 interior y relanza el deseo, el


“entre”.

En la página 186 dice: “La sumisión del sujeto al significante que produce en el circuito
que va del significado del Otro [S(A)] a A, para regresar de A al significado del Otro, es
propiamente un círculo, en la medida en que el aserto que se instala en él, a falta de
cerrarse sobre nada, sino sobre su propia escansión; dicho de otra manera, a falta de
un acto en que encontrase su certidumbre [...]”

Si nos quedamos en el plano de la demanda, estamos en un círculo que va de A a


S(A) y de S(A) a A. El acto de encontrar la certidumbre no lo va a encontrar en ese
círculo, en el plano de la demanda (también llamado “círculo infernal de la demanda”,
porque produce horror y encierro por lo permanente), es en sí mismo insignificante,
porque la certeza el acto no aparece. Este acto es el que permitiría ir más allá de este
círculo, el más allá de la demanda que es el deseo. Si nos quedamos en el plano de la
demanda, termina produciendo agresividad, sumisión. La queja con la que el paciente
viene está acá, con los significantes del tesoro (A). Al encontrarse con el analista, que
va a puntuar. En el mejor de los casos, cuando el paciente demanda. Muchas veces
los manda un familiar o los casos judicializados. Pero cuando el paciente viene con la
queja de la madre, supongamos y uno pregunta “¿Y vos que estás haciendo?”, ahí
estás puntuando, permitís que se separe y relanza el deseo. Aparece la angustia,
porque se encuentra con “el entre”, con el espacio del intervalo. Sale del círculo, se la
saca de ahí.

Mensaje de código y código mensaje se distinguirán en formas puras en el sujeto de la


psicosis, el que se basta por ese Otro previo.

Lo que Lacan dice es que el sujeto se basta con este Otro de la demanda previo. En el
sujeto psicótico encontramos mensajes de códigos de mensajes y mensajes de
código. Hay un sujeto ante la demanda del Otro y esto lo que genera es que no haya
un objeto adecuado a la necesidad, pero el sujeto no puede salir de la demanda, del
círculo infernal de la demanda. En la psicosis no hay más allá de la demanda, el sujeto
psicótico se queda pegado a la demanda del Otro. No es que no exista un Otro ni que
no exista el lenguaje en el psicótico. De hecho, el psicótico habla, pero lo que no
puede es salir de este círculo.

A lo que hay que atenerse es a que el goce está prohibido a quien habla como tal. O
también que no puede decir sino entre líneas para quien quiera que sea sujeto de la
ley, puesto que la ley se funda en esa prohibición misma.

En la prohibición del goce -que está prohibido para el sujeto que habla-, pero para que
haya sujeto de la ley tiene que haber más allá de la demanda. Se funda en la
prohibición interdicta del goce, que está interdicto y que quiera saber sobre esa
interdicción, en que pueda entrar el sujeto de la ley. En este caso, sería la metáfora
paterna.

La próxima vez vamos a ir más allá de este círculo: vamos a ir al ideal del yo, el yo
ideal y el yo para ir a la pregunta y al piso de la enunciación. Hasta hoy, estamos en el
plano del enunciado, que podría ser lo que nosotros nos encontramos con analistas y
qué vamos a hacer para que esto se despliegue, para salir del circuito de la demanda,
para lo cual debe ser un sujeto deseante y que despliegue su deseo. Esto no es sin
pasar por la demanda, porque siempre cuando se habla hay demanda. El deseo se
desarticula por el hecho de que hay lenguaje, porque cuando se habla siempre hay un
resto.

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