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ASESINATO DEL MINISTRO DIEGO PORTALES


PALAZUELOS.
(6 DE JUNIO DE 1837 EN EL CERRO BARÓN, VALPARAÍSO)

Ministro Diego Portales. Óleo de Camilo Domeniconi, 1835.


Colección Archivo Fotográfico. Museo Histórico Nacional.

Departamento Educativo
Museo Histórico Nacional
Diego Portales Palazuelos:

Nació en Santiago el 15 de junio de 1793, en el seno de una adinerada familia


colonial perteneciente a la aristocracia chilena. Hijo de don José Santiago Portales y
Larraín, superintendente de la Casa de Moneda; y de María Encarnación Fernández de
Palazuelos.

Su vida empezó con una incertidumbre vocacional. Estudió latín y luego ingresó
al colegio Carolino. Inició estudios de derecho en el Instituto Nacional, los que luego
abandonó para dedicarse como ensayador de metales de la Casa de Moneda,
aprovechando la oportunidad que su padre le concedió. Se recibió como ensayador de
metales en 1817.

Aunque sus padres, ardorosos patriotas, sufrieron persecuciones durante la


Reconquista Española, el joven Portales se mantuvo indiferente a los acontecimientos,
sin sentir otra pasión que el amor por una prima, Josefa Portales Larraín, con quien
contrajo matrimonio el 15 de agosto de 1819. Al parecer sería el infortunio el que se
apoderaría de esta relación y al poco tiempo de casados, su esposa murió, sumiéndose
Diego en una crisis mística que estuvo a punto de llevarlo al sacerdocio.

Renunció a su trabajo de ensayador en la Casa de Moneda en julio de 1821 y


resolvió dedicarse al comercio.

Después de una afanosa búsqueda de vocación, libre ya de todos lo lazos,


Portales decidió ser comerciante y se asoció con José Manuel Cea, con quien inicia una
aventura comercial en Lima. En sus cartas desde el vecino país se percibe que los
negocios no andaban bien. Una cosa muy importante, es que ya se pueden apreciar
algunas reflexiones políticas en sus dichos. El 10 de febrero de 1821 escribe: “son
débiles las autoridades por que creen que la democracia es licencia”.

Finalmente no tuvieron éxito sus empresas comerciales en el norte y tuvieron


que volver a Chile. Al despedirse del Perú, en una de sus cartas a Cea dice: “nos
retiramos de la tierra del oro, más pobres que cuando salimos de la tierra de la miseria”.
El fracaso comercial en el Perú fue una experiencia, pero no un cambio de
rumbo. Siguió siendo comerciante en Chile a su regreso.

En 1824 el gobierno de Chile aprobó el contrato del estanco del tabaco y otras
especies con la Casa Portales Cea y Compañía. El contrato entregaba a la compañía
de Portales y su socio, el estanco o monopolio del tabaco en polvo y rama, naipes,
licores y té por 10 años. El monopolio de algunos productos, va a traer importantes
consecuencias políticas durante los años 1829 y 1830.

Era Portales un hombre de naturaleza fina y casi frágil, pero que encerraba una
extraordinaria vitalidad y un carácter irritable que le hacia caer en excesos de lenguaje.
No fue muy asiduo a las reuniones de la aristocracia y más bien prefería y disfrutaba en
compañía de sus amigos íntimos y amigas alegres, con todos los cuales se reunía en una
casa que llamaban “La Filarmónica” para despreciar al salón de igual nombre donde se
congregaba la alta sociedad.

Allí pasaba la noche, al son del arpa y la guitarra, no bebía alcohol, pero era un
gran consumidor del mate y del cigarro.

Reproducción fotográfica de una pintura del Ministro Diego Portales.


Fotografía 1865. Colección Archivo Fotográfico. Museo Histórico Nacional.
Portales el ministro, estadista y motín que termina con su asesinato:
Las circunstancias convirtieron a Portales en político. El fracaso de la
negociación del estanco del tabaco, le convenció de que, sin orden público ni autoridad
honrada, sería imposible proseguir con fruto ningún tipo de actividad económica ni
realizar la obra de progreso material y cultural que requería el país después de los largos
años de guerra civil y de la Independencia. Las concepciones políticas de Portales
quedaron expresadas en sus cartas donde decía: “Chile no está listo para la democracia,
necesitamos un gobierno que sea mano dura, que logre enderezar a los ciudadanos, para
que sean verdaderos ejemplos de virtud”. Portales era un convencido de que las leyes y
las constituciones no son las que moldean a los pueblos sino éstos a aquellas. Si bien es
cierto que Portales consideraba que por lo pronto la democracia resultaba ser
impracticable, pero que tampoco era posible caer en la monarquía. “La república –
escribía- es el sistema que hay que adoptar”

Reproducción fotográfica de una pintura. Al centro el Ministro Diego Portales, en la firma de la Constitución de 1833. Colección
Archivo Fotográfico. Museo Histórico Nacional.

Diego Portales, ostentaba durante la presidencia de Joaquín Prieto Vial, el


omnipotente grado de ministro Plenipotenciario (a cargo de los ministerios de Interior,
Relaciones y de Guerra y Marina), desde esta posición emprendió una prolija
actividad. En temas referentes a política internacional, el ministro consideraba que Chile
debía desarrollarse entre las cordilleras y el mar y basar su porvenir en la expansión
económica y comercial sobre el Pacifico, Valparaíso, con sus almacenes francos, debía
ser el gran puente del comercio.

Pero estos planes debían estrellarse con las ideas del Mariscal Boliviano Andrés
de Santa Cruz, quien estaba empeñado en crear en el norte una gran potencia capaz de
ejercer la hegemonía en el Pacifico. Tal sería la Confederación Perú-Boliviana. La
columna vertebral de su proyecto era el restablecimiento del imperio incaico.

Ya antes de la conformación de la Confederación existían temas pendientes con


el Perú, asuntos de orden económico y políticos. Las negociaciones para solucionar
estas dificultades no dieron resultado, y entre los dos países empezó una verdadera
guerra de tarifas, en la cual, mientras el Perú asignaba un impuesto alto al trigo chileno,
Chile hacia igual cosa con el azúcar.

Portales, comprendiendo desde su punto de vista chileno lo peligroso que


resultaba que la Confederación se consolidara y a pesar de las protestas de pacifismo
por parte de Santa Cruz, el ministro se propuso destruir la alianza y para tal efecto envió
como ministro plenipotenciario a Mariano Egaña; las negociaciones no fueron
satisfactorias y Santa Cruz se negó a aceptar la disolución del nuevo Estado y Egaña
tuvo que declarar la guerra en 1836.

La guerra resultaba ser impopular, pues el pueblo no podía comprender que se


expedicionaria a tierras tan lejanas. Además dentro del propio ejército de Chile había
opositores de la campaña del Perú.

El 3 de junio de 1837 pasaba revista el ministro Portales a las tropas en Quillota,


cuando fue rodeado y apresado. El jefe del motín era el coronel José Antonio Vidaurre.
Las tropas sublevadas se dirigieron a Valparaíso, donde se llevó a cabo un combate.

El combate empezó al amanecer del 6 de junio de 1837. Al sentir los primeros


disparos el teniente Santiago Florín que iba a la retaguardia a cargo de Portales, hizo
asesinar al ministro por la tropa. Tras la descarga de fusilaría, ordenó herirlo a bayoneta.
El asesinato de Portales, realizado por individuos faltos de propósitos definidos, causó
el más profundo dolor a los amigos del gobierno; los culpables y los autores del crimen
fueron considerados traidores al servicio del enemigo.

Reproducción fotográfica de una pintura que muestra el fusilamiento del Ministro Diego Portales. Fotografía 1920. Colección
Archivo Fotográfico. Museo Histórico Nacional.
Escultura en Honor al Ministro Diego Portales, ubicada en la Plaza de la Constitución en Santiago.
Fotografía 1965.Colección Archivo Fotográfico. Museo Histórico Nacional.

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