Está en la página 1de 4

LAS LÁGRIMAS DEL SOMBRERÓN

ESCENA I

(Aparecen 2 señoras rezando el Rosario en una Iglesia, llegan doña Rosa y después de ella doña Pilar, se quedan atrás
conversando, mientras hacen como que rezan el Rosario.)

ROSA: Buenas tardes le de Dios, doña Pilar.

PILAR: Buenas tardes doña Rosa.

ROSA: Dígame una cosa doña Pilar ¿Escuchó las canciones de anoche? ¡Qué fastidio!, otra vez no me dejaron dormir! Se
me hace que es otro enamorado de la Nina, la hija de la nía Chayo. Mire… le soy sincera, no me gustó nada el tono de la
canción. Me parecía que la voz del hombre tenía algo raro, ¿no lo cree usted así?

PILAR: Pues sí, a mí tampoco me agradó esa voz. ¡Parecía tan extraña! Pero no me vaya a decir que no, ¡Qué bien
cantaba el hombre bendito! ¡A mí sí que me gustó! Yo pienso que ha de ser otro enamorado, de por allá de la calle del
Sagrario, que le canta a la Nina. Así fue la vez pasada. ¿Se acuerda usted?

ROSA: ¿Cómo no me voy a recordar doña Pilar? Es que’sa muchacha hija de mi comadre Chayo se trae locos a todos los
patojos de la ciudad. Con esos ojos grandotes, de un verdegris tan chispeante, tan bellos, y ese su pelo largo color miel,
que le cae tan bien. Si la patoja es preciosa.

(Entra Romelia y se queda cerca de ellas.)

ROMELIA: ¿Están hablando de la Nina Candiales, verdad?

PILAR: Si doña Rome, buenas tardes.

ROMELIA: Buenas tardes.

ROSA: Si de Nina estamos hablando.

ROMELIA: ¡Ah qué lástima, que sea hija de pobre! Cualquiera del barrio de San Sebastian le puede venir a endulzar el
oído. Ustedes saben que esos señores son unos presumidos que se creen que nosotros no tenemos dignidad. Sería una
verdadera lástima que uno de estos nos arruinara a la Nina, orgullo de la Candelaria.

ROSA: ¡El Señor de las Tres Caídas le tuerza la boca! ¡Ni lo diga! Una muchacha como ella no el hace caso a cualquiera.
Mire, que yo sepa hasta ahorita no se le conoce novio.

PILAR: ¡A saber! Presiento que con ese enamorado de las canciones raras puede haber gato encerrado.

ROMELIA: Si, yo también tengo un mal presentimiento.

ROSA: Como dijo Santo Tomás, hasta no ver no creer, a saber quién será el que le canta a la Nina Candiales de la calle de
la Amargura.

(Las otras señoras las voltean a ver y siguen rezando.) (Se cierra el telón.)
ESCENA II
(Aparece Nina, en su casa, con un espejo de mano y peinándose el cabello. Luego entra la mamá)

MAMÁ: ¡El Duende va a entrar a esta casa si te dejas crecer tanto el pelo! ¡Entendeme chula, es por tu bien! ¡no seas
terca!

NINA: ¡Hay mamá! Pura viejita de antes parece, ya no puedo ni tener mi pelo largo sin que me regañe. ¡A mí me gusta
así!
MAMÁ: Está bueno, ya no te digo más, pero ya te acordarás que yo te lo advertí. Después no me vayás a venir con
cuentos.

NINA: ¡No! No se aflija. Hablando de otra cosa, ya vio que alguien vino anoche a darme una preciosa serenata. Tengo
que estar presentable, ¿no le parece?

MAMÁ: ¡El gran poder de Dios! ¡No me vayás a decir que te estás enamorando de ese que ni siquiera conocés, sólo
porque vino una noche a rasguearte la guitarra a la ventana!

NINA: Pero mamá, usted si que de veras… ¡No tenga pena! Yo sé lo que hago, pero le diré que la voz de ese hombre me
impresionó muchísimo. Pero no se preocupe, que no pienso hacer una locura.

MAMÁ: Ojalá, mi´ja. Merecés más de lo que te pueden dar esos infelices del barrio del Sagrario y de la calle Real.

NINA: Ya lo sé, no crea que se me olvida.

MAMÁ: Mejor dormite ya, que ya es tarde. Y nada de asomarte a la ventana si te vuelven a traer serenata.

NINA: Si mamá. Bendición.

MAMÁ: (Le da su bendición). Buenas noches pues.

(Nina se acerca a la ventana, y aparece el sombrerón con su guitarra. Nina queda como encantada. Se cierra el telón.)

ESCENA III

(En la casa de Nina. Llegan doña Rosa, doña Pilar y doña Romelia a buscar a doña Carmen.)

CARMEN: Pasen adelante. Que gusto me da que vengan a visitarme, les ofrezco algo de tomar.

PILAR: No tenga pena doña Carmen.

ROMELIA: Gracias, pero venimos por un asunto tan delicado, que hasta el hambre se nos quitó.

CARMEN: ¡El gran poder! ¿Qué será?

ROSA: Mire doña Carmen, a nosotras no es que nos guste el chisme, pero hace días que hemos oído que le traen serenata
a su hija Nina.

ROMELIA: Y como ahora da pena, anoche yo me quedé despierta y mirando detrás de la ventana, para ver quién era el
enamorado, y ¿sabe usted quién es?

CARMEN: No doña Rosa, ¿usted lo vió?

PILAR: ¡Es el mismísimo Sombrerón!

CARMEN: ¡El Sombrerón, Dios mío! ¡El mismísimo Duende, el Tzitzimite! ¿Qué vamos a hacer ahora? ¡El sombrerón
me la va a enfermar! ¡Con qué razón mi pobre hija está tan desmejorada!

PILAR: Si doña Carmen, yo la he visto un poco tristona, anda como ida la patoja, y anda suspirando a cada rato.

ROSA: Tiene que llevársela a otra parte, porque si se quedan aquí, el Duende nunca la va a dejar en paz, y peor que ahora
Nina le hizo caso.

CARMEN: Si tienen razón, hoy mismo la tengo que sacar de aquí, pero ¿a dónde me la llevo?
PILAR: Lo que puede hacer doña Carmen, es llevarla al convento de las monjas Catarinas.

ROMELIA: Hágalo doña Carmen, por el bien de Nina.

CARMEN: Si, eso voy a hacer, gracias por sus consejos.

PILAR: Si le podemos ayudar en algo nos avisa, nosotras nos vamos que tenemos que ir a rezar a Santo Domingo.

CARMEN: Las acompaño a la puerta, y muchas gracias por venir a decirme…

(Salen. Se cierra el telón)

ESCENA IV

(Nina acostada. Está siendo velada. Su mamá llora a su lado. Llegan doña Rosa , doña Pilar y doña Rome, le dan el
pésame.)

PILAR: Cuanto lo sentimos doña Carmen.

ROMELIA: Lástima de patoja ¡Tan bonita que era!

CARMEN: Mi muchachita, eso fue cosa del Sombrerón, mi pobre Nina, no encontró consuelo, yo la llevé al convento
como ustedes me recomendaron, pero se me fue poniendo cada vez más triste, ya no quería ni comer.

ROSA: Y en la ventana de su cuarto todavía anoche, escuché cantar al Sombrerón, ¡Hay, pero que triste cantaba! Hasta
ganas de llorar me dieron.

CARMEN: Solo me queda encomendarla a Dios. Acompáñenme a rezar. (Se arrodillan y comienzan a rezar)

(Sale el sombrerón y comienza a cantar una canción muy triste)

(Rosa y Carmen murmuran)

ROSA: Qué triste se oye esa canción. ¿Será que es él?

ROMELIA: Yo digo que si, ¡El gran poder de Dios!

CARMEN: Es que dicen que el Sombrerón nunca olvida a las mujeres que amó…

ROMELIA: ¡Pobrecito!

ROSA: Nada de pobrecito, acuérdese que él se ganó a la Nina. Mejor sigamos rezando, no vaya a ser que usted también se
vaya a enamorar del sombrerón.

PILAR: Hay doña Rosa, ¿cómo se le ocurre? ¿No mira pues que al sombrerón solo le gustan las patojas bonitas?

(Romelia indignada sigue rezando, y todas con ella. Se cierra el telón.)

Fuente: https://aprende.guatemala.com/cultura-guatemalteca/leyendas/leyenda-lagrimas-sombreron-guatemala/

Rol Función Alumna


Dirección Asigna personajes.
Dirige ensayos.
Adaptación Revisa que el libreto o
(2 alumnas) personajes se adapten a
formato zoom. Cambia
diálogos, agrega narraciones.
Música y efectos Busca música adecuada, y
(3 alumnas) efectos, los descarga y los
comparte en una carpeta.
La coloca en el momento
indicado.
Presentación y agradecimiento Presenta la obra y agradece al
final.
Puede agregar una diapositiva
o un gráfico.
Fondos y escenografía Busca los fondos que pueden
utilizar en Zoom, sugiere
escenografía que pueden
utilizar sus compañeras.

También podría gustarte