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DESARROLLO DE LA AFECTIVIDAD 9/8/202


Todos los seres vivos tienen órganos sensibles, que al recibir un estímulo les provoca una
reacción. Los seres humanos también somos organismos sensibles y esta sensibilidad nos
hace receptivos de estímulos que pueden venir, tanto del mundo externo (medio ambiente,
clima, medio social, etc.) como del mundo interno (impulsos, deseos, tendencias,
necesidades).
La afectividad es una cualidad psíquica a través de la cual el individuo es capaz de
experimentarse a sí mismo y vivenciar, en lo más íntimo, la realidad externa. Es el modo como
somos afectados interiormente por las circunstancias que se producen a nuestro alrededor.
La afectividad es aquella capacidad que tiene el individuo para reaccionar ante ciertos
estímulos ya sean del medio interno o externos y que se caractericen por los sentimientos y
emociones.
CONCEPTO O DEFINICIÓN. –
La afectividad es el amplio dominio de la vida de la mente al que pertenecen los estados:
sensación, emoción, sentimiento, estado de ánimo (en el sentido técnico de estado moral:
depresión, optimismo, ansiedad. Hoy llamamos afectos a todos estos estados que nos
influyen o motivan.
La afectividad es una de las áreas de la experiencia vivida, junto con la inteligencia y la
motricidad. El Diccionario de la lengua española observa una cuarta acepción, en psicología,
como desarrollo de la propensión a querer.
Los sentimientos, sensaciones y emociones que puede experimentar un sujeto, así como las
variaciones de su estado de ánimo, son el efecto de una confrontación entre el entorno
percibido y la experiencia. Hoy en día se conoce mucho mejor el papel de los afectos en el
pensamiento y el juicio, así como en la motivación o la voluntad.
IMPORTANCIA DE LA AFECTIVIDAD
Tanto en la infancia como en la adolescencia la afectividad tiene una importancia
fundamental, ya que se trata de dos etapas cruciales en la vida de las personas en las que se
viven grandes cambios a nivel emocional, y en las que se debe poder aprender a reconocer y
gestionar las emociones y los sentimientos.
La afectividad en niños. -
Desde niños tenemos la necesidad de sentirnos amados, cuidados, queridos, valorados, para
que nuestro desarrollo afectivo pueda ser positivo, e influya también positivamente en la
correcta evolución de otros ámbitos de desarrollo, como el psicosocial, cognoscitivo y motor.
La afectividad en la adolescencia
La afectividad y su desarrollo tiene una vital importancia en la etapa de la adolescencia. Ya
que la adolescencia es una etapa de conformación de la personalidad e identidad, producto
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de la construcción de un proyecto de vida y elecciones tanto sociales como vocacionales,


profesionales y sexuales. En la adolescencia se debilitan las figuras de apego de la etapa
infantil, y se amplían las relaciones sociales estableciéndose lazos más estrechos con el
grupo de pares.
Los adolescentes atraviesan una etapa de profundos cambios en su camino de desarrollo
afectivo, y respecto de lo cual necesitan mucha contención y comprensión afectiva. Este
desarrollo afectivo está vinculado con la necesidad que ellos tienen de intimidad para
interiorizar los cambios corporales que experimentan. Y por la necesidad de libertad e
independencia respecto de su familia para avanzar en su autonomía, como condición de
entrada en la vida adulta.

APEGO Y VINCULACION 23/08/2021


El apego es la relación afectiva más íntima, profunda e importante que establecemos los
seres humanos. Este apego afectivo se caracteriza por ser una relación que es duradera en el
tiempo, suele ser estable, relativamente consistente, y es permanente durante la mayor parte
de la vida de una persona. Ejemplos de relaciones de apego son las que se desarrollan entre
las parejas y entre los hijos e hijas y sus madres/padres (y a veces entre profesionales y sus
pacientes y/o alumnos). Aquí nos centraremos en el apego entre los hijos/as hacia sus
madres/padres.
En la actualidad se considera que el apego es uno de los aspectos más importantes en el
desarrollo de los niños, debido a las siguientes razones:
Primero, el apego es una necesidad biológica que todos los seres humanos tenemos (de igual
importancia que comer o respirar), esto quiere decir que los niños (y los adultos) necesitan
vivir vinculados a otras personas que los cuiden y los quieran.
En segundo lugar, el apego es importante porque es el “espacio vital de crecimiento del niño”,
es decir, que la calidad del apego que reciba el niño/a va a influir en cómo se comportará y
desarrollará en el futuro.
Finalmente, el apego es lo que da al niño un sentido de seguridad, autoestima, confianza,
autonomía y efectividad para enfrentar el mundo, de acuerdo a la calidad afectiva que reciba
de sus padres.
Teniendo en cuenta todas estas razones, es muy importante aclarar que el apego no incluye
todas las instancias de crianza y relación que se establecen con el niño/a. El apego se forma
específicamente en aquellos momentos donde ellos sienten o expresan algún malestar (sea
porque se sienten solos, están enfermos, se hicieron daño, etc.) y el modo cómo los padres
calman ese malestar.
De una forma más clara y directa es posible afirmar entonces que la calidad del apego que los
hijos establecen con uno está determinada por el modo como se suele calmar los diversos
malestares que pueden sentir o vivir. Si por ejemplo, un niño se cae, llora, y los padres lo
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retan, o si a un bebé se lo deja llorar por mucho tiempo, o si se deja solo a un niño o niña por
largos periodos, entonces todos esos son modos que no calman al niño, sino que lo dejan con
más malestar (y por ende, son modos inadecuados de establecer apego). Por lo tanto, el
apego es una relación afectiva estable, duradera, íntima que determina en gran parte el
desarrollo presente y futuro del niño/a, y que se forma en los miles de momentos en donde un
infante expresa su necesidad de ayuda y lo que los padres hacen con ese malestar. Desde
este punto de vista, inevitablemente surgen muchas preguntas e interrogantes sobre el modo
más adecuado de cuidar y calmar a los niños.
Históricamente, los padres y madres hemos recibido muchos consejos y guías que se
contraponen con lo que las investigaciones en apego han demostrado. Algunos de estos mitos
de la crianza son:
El apego sólo se forma con contacto piel a piel en el momento del parto: si bien este momento
es muy importante para el desarrollo del niño y el desarrollo del vínculo con la madre, ha sido
un error pensar que aquellas madres que lo hacen tendrán buen apego y las que no lo hacen
no lo tendrán. El apego no se forma en un solo instante de minutos u horas, sino en el día a
día de la relación con el niño, desde el nacimiento hasta la adultez.
Las instancias de juego son las principales para formar un apego sano: el juego es una
instancia vital para el desarrollo del niño, pero no tiene sentido jugar si, por otra parte, no se
los suele calmar y apoyar cuando lo necesitan. Algunos padres y madres sólo interactúan de
modo positivo con los niños en el juego, pero no los calman adecuadamente cuando les pasa
algo negativo.
La lactancia es otra de las principales instancias para formar un apego sano: aunque nadie
duda de los impresionantes beneficios de la leche materna, es un error pensar que solo se
hace apego en este momento ya que tal como se ha mencionado el desarrollo del apego es
una actividad diaria y continúa referida a calmar el stress de los niños.
A los bebés y niños/as no se les debe tomar siempre en brazos, de lo contrario se mal
acostumbrarán (y mal criarán): los estudios han mostrado lo contrario. Aquellas madres o
padres (o cuidadores importantes para el niño) que suelen siempre calmar al niño, darle
contacto afectivo y físico continuo, suelen tener niños “mejor comportados”, más calmados (y
menos descontrolados). El contacto físico constante da seguridad al niño, y lo protege de
futuros problemas afectivos y conductuales. Sí a un niño se lo consiente en todo, se “mal
criará”: los niños que se tildan de “mal criados” no es porque se les da todo, sino porque los
padres en algunas ocasiones les dan todo, pero en otras cambian su conducta de modo
inconsistente, es decir el niño/a se confunde y se siente inseguro del cariño de su padre y
madre. Si a un bebé o niño se le da todo en términos de cariño, se le está enseñando a
confiar, querer y comunicarse con los otros (y a calmarse a sí mismo).
Los bebés tienen que aprender a ser independientes desde temprana edad (dormir solos,
jugar solos, aprender a estar solos, etc.): los bebés no están biológicamente preparados para
aprender a estar solos (¡ningún ser humano lo está!). Entonces, cuando se busca que los
niños sean independientes a temprana edad, en el fondo lo que se está haciendo es fomentar
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su soledad, y su falta de confianza en el cariño de los padres. De a poco hay que ayudarlos a
desarrollar su autonomía, pero estando siempre atentos a apoyarlos.

Cuando un bebé o niño hace una pataleta se la debe ignorar: los estudios son claros en
mostrar que cuando se hace eso, el niño aumenta más su rabia, frustración, y por ende, no
solo hace más pataletas, sino que siente rencor hacia sus padres (si esto se hace de un modo
relativamente continuo).
En conclusión, la importancia del apego en la crianza nos dice que tenemos que entregar todo
el cariño, afectividad, contacto físico, que podamos a los niños. Es de ese modo como ellos
aprenderán a enfrentar el mundo de un modo adecuado.
Es importante tener en cuenta ciertas habilidades fundamentales que pueden ayudar a
fomentar un apego sano con los hijos. Más de 30 años de estudios han mostrado que son 4
las habilidades fundamentales que se deben tratar de aplicar de un modo secuencial:
Atención: aquí se refiere a la habilidad básica de atender, contactarse afectivamente y
comprometerse con el desarrollo del niño.
Mentalización: esto se refiere a la habilidad de saber empatizar y comprender lo que le está
ocurriendo a un niño (especialmente en momentos de stress. Esto implica no criticar ni inferir
intenciones negativas en el niño “él es un manipulador”; “ella es agresiva y le gusta pelear”),
sino más bien hacer el esfuerzo por comprender qué está tratando de expresar un niño con su
malestar (“se enojó porque quiere que lo tomen en brazos”).
Auto mentalización: aquí se refiere al proceso de entender qué le pasa a uno como padre y
madre cuando los niños/as expresan cosas negativas. Es decir, entender que muchas veces
solemos culparlos de cosas que nos molestan a nosotros.
Regulación: por último, lo anterior no tiene sentido si es que uno no se tranquiliza y enfrenta al
niño/a de modo que se calme y disminuya su malestar (no que lo aumento). Son muchas las
cosas que los padres hacemos que dejan al niño más estresado y molesto. Debemos estar
atentos para esforzarnos y mejorar en esto.
Es muy recomendable ensayar estas habilidades como una actitud frente a la crianza de los
niños y niñas (especialmente cuando ellos se sienten mal, independiente de la razón).
Por último, si se hace una sigla con el nombre de cada una de estas 4 habilidades, tiene que
en el fondo desarrollar el apego es A.M.A.R a los hijos e hijas.
¿Cómo se establece el apego?
En el transcurso del primer año, se establece un vínculo de apego con la persona con quien
tiene más contacto y aparece el miedo ante los desconocidos.
El apego es el encargado de proporcionar seguridad al niño en situaciones de amenaza. El
apego seguro permite al pequeño explorar, conocer el mundo y relacionarse con otros; bajo la
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tranquilidad de sentir que la persona con quien se ha vinculado va a estar allí para protegerlo.
Cuando esto no ocurre, los miedos e inseguridades influyen en el modo de interpretar el
mundo y de relacionarse.
La teoría de John Bowlby
John Bowlby (1907-1990), psiquiatra y psicoanalista infantil. Se dedicó a estudiar los efectos
de la relación entre el cuidador principal y el menor, en la salud mental de los menores y en su
vida adulta.
Para ello, Bowlby retoma los trabajos de la psicóloga estadounidense Mary Ainsworth, con la
que había trabajado. Ainsworth observó distintas interacciones entre madres e hijos bajo un
procedimiento estandarizado que se conoce como la Situación Extraña.
Bowlby después de realizar estudios con niños institucionalizados por robo, y con niños que
habían sido separados de sus madres a edades tempranas. Bowlby concluyó que la
capacidad de resiliencia de los menores estaba influenciada por el vínculo formado en los
primeros años de vida. En este sentido, el tipo de relación que se establece entre el bebé de
pocos meses y su cuidador es determinante en la conducta y desarrollo emocional posterior.
El estilo de apego establecido durante la infancia puede ser visible en los miedos o
inseguridades del adulto, y en la manera de afrontarlos.
Los 4 tipos de apego
A continuación, veremos en qué consiste cada uno de los tipos de apego propuestos por
Bowlby, así como algunas manifestaciones en niños y adultos.
1. Apego seguro
Este tipo de apego está caracterizado por la incondicionalidad: el niño sabe que su cuidador
no va a fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. De acuerdo con Bowlby, este tipo de
apego depende en gran medida de la constancia del cuidador en proporcionar cuidados y
seguridad. Debe tratarse de una persona atenta y preocupada por comunicarse con el recién
nacido, no sólo interesada en cubrir las necesidades de limpieza y alimentación del bebé.
Desde luego, el inconveniente es que esto supone una entrega casi total de parte del cuidador
o cuidadora, lo cual puede resultar complicado para algunas personas.
Los niños con apego seguro manifiestan comportamientos activos, interactúan de manera
confiada con el entorno y hay una sintonía emocional entre el niño y la figura vincular de
apego.
No les supone un esfuerzo unirse íntimamente a las personas y no les provoca miedo el
abandono. Es decir, pueden llevar a una vida adulta independiente, sin prescindir de sus
relaciones interpersonales y los vínculos afectivos.
2. Apego ansioso y ambivalente
En psicología, “ambivalente” significa expresar emociones o sentimientos contrapuestos, lo
cual, frecuentemente genera angustia. Por eso, en el caso de un apego ansioso-ambivalente
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el niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad, de que a
veces sus cuidadores están y otras veces no están, lo constante en los cuidadores es la
inconsistencia en las conductas de cuidado y seguridad.

Las emociones más frecuentes en este tipo de apego, son el miedo y la angustia exacerbada
ante las separaciones, así como una dificultad para calmarse cuando el cuidador vuelve. Los
menores necesitan la aprobación de los cuidadores y vigilan de manera permanente que no
les abandonen. Exploran el ambiente de manera poco relajada y procurando no alejarse
demasiado de la figura de apego.
De adultos, el apego ansioso-ambivalente provoca, una sensación de temor a que su pareja
no les ame o no les desee realmente. Les resulta difícil interaccionar de la manera que les
gustaría con las personas, ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que
proporcionan. Un ejemplo de este tipo de apego en los adultos es la dependencia emocional.
3. Apego evitativo
Los niños con un apego de tipo evitativo han asumido que no pueden contar con sus
cuidadores, lo cual les provoca sufrimiento. Se conoce como “evitativo” porque los bebés
presentan distintas conductas de distanciamiento. Por ejemplo, no lloran cuando se separan
de cuidador, se interesan sólo en sus juguetes y evitan contacto cercano.
Lo constante han sido conductas de sus cuidadores que no han generado suficiente
seguridad, el menor desarrolla una autosuficiencia compulsiva con preferencia por la distancia
emocional.
La despreocupación por la separación puede confundirse con seguridad, en distintos estudios
se ha mostrado que en realidad estos niños presentan signos fisiológicos asociados al estrés,
cuya activación perdura por más tiempo que los niños con un apego seguro. Estos menores
viven sintiéndose poco queridos y valorados; muchas veces no expresan ni entienden las
emociones de los demás y por lo mismo evitan las relaciones de intimidad.
En la edad adulta, se producen sentimientos de rechazo de la intimidad con otros y de
dificultades de relación. Por ejemplo, las parejas de estas personas echan en falta más
intimidad en la interacción.
4. Apego desorganizado
Es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo en que el niño presenta comportamientos
contradictorios e inadecuados. Hay quienes lo traducen en una carencia total de apego.
Lo constante en los cuidadores han sido conductas negligentes o inseguras. Se trata del
extremo contrario al apego seguro. Casos de abandono temprano, cuya consecuencia en el
niño es la pérdida de confianza en su cuidador o figura vincular, e incluso puede sentir
constantemente miedo hacia ésta.
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Los menores tienen tendencia a conductas explosivas, destrucción de juguetes, reacciones


impulsivas, así como grandes dificultades para entenderse con sus cuidadores y con otras
personas.
Evitan la intimidad, no han encontrado una forma de gestionar las emociones que esto les
provoca, por lo que se genera un desbordamiento emocional de carácter negativo que impide
la expresión de las emociones positivas.
De adultos suelen ser personas con alta carga de frustración e ira, no se sienten queridas y
parece que rechacen las relaciones, si bien en el fondo son su mayor anhelo. En otros casos,
este tipo de apego en adultos puede encontrarse en el fondo de las relaciones conflictivas
constantes.
¿Se puede cambiar el estilo de apego?
Sí, el apego no es inmutable ni se mantiene en la misma medida en todas las personas a
medida que el desarrollo progresa. Además, el comportamiento de todo individuo en una
relación se ve mediado por la conducta del otro. Las relaciones de amistad, laborales y de
pareja también influyen en el tipo de apego y el rol que se mantienen con las nuevas figuras
de apego.
Todo esto es necesario interpretarlo desde un prisma integrador; lo cual implica que todas las
interrelaciones que se producen desde el nacimiento hasta la edad adulta marcan el
comportamiento del momento actual. Una persona con un estilo de apego inseguro en la
infancia puede “aprender” de a las conductas de apego seguro que le proporcionan su pareja
u otras personas queridas, como puede ser un grupo de amigos íntimos psicológicamente
saludables. En todo caso, lo importante es desarrollar las estrategias convenientes para
generar seguridad, con los recursos que tengamos disponibles.
Actualmente existen múltiples factores psicosociales que tienen consecuencias importantes
en la formación de vínculos primarios. Por ejemplo, la falta de conciliación laboral donde los
cuidadores (madres/padres) trabajadores se ven obligados a dejar a sus pequeños con otras
personas, así como la ausencia de esas otras personas para ayudar con el cuidado de los
hijos o de servicios sociales que compensen. Esto deja ver que la tarea de formar estilos de
apegos seguros compete a distintos actores, no sólo a las madres, los padres o las figuras
vinculares cercanas.
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ETAPAS DEL DESARROLLO AFECTIVO 0 A 6 AÑOS 30/08/2021

DESARROLLO AFECTIVO DE 0 A 6 AÑOS


0-3 años
Los bebés se sienten desvalidos en el mundo, es por ello que en un primer momento los
afectos o relaciones con los demás están estrechamente ligados a la satisfacción de sus
necesidades vitales (alimentación, cuidados, etc). Aparece una reacción afectiva hacia
aquellas personas que satisfacen sus necesidades.
Poco después comienzan a interactuar con estas personas (aunque aún no hayan alcanzado
el lenguaje), buscan ahora el afecto de estas figuras no sólo cubrir sus necesidades.
Estas personas cercanas se convierten en las figuras de apego, las cuales van a ejercer una
gran influencia en el desarrollo de los pequeños. Los niños y niñas imitan las conductas
afectivas de estas figuras de apego, y sus sentimientos se verán influenciados en gran medida
por la comunicación que tengan con sus figuras de apego.
Al producirse algún cambio, como el nacimiento de un nuevo hermano, aparecerán nuevos
registros afectivos como los celos.
3-6 años
Las figuras de apego, determinan las reacciones afectivas de los pequeños. La aprobación o
censura de estas reacciones va hacer que algunas reacciones se consoliden y otras se
eliminen. Los niños y niñas buscan agradar a sus personas importantes y experimentaran una
gran alegría cuando su conducta reciba aprobación por parte de éstos.
Se produce también un mimetismo con respecto a las figuras de apego, es decir los niños y
niñas van a imitar las conductas y sentimientos afectivos de estas personas significativas.
Comienzan a comprender matices más complejos de la expresión afectiva tanto a nivel verbal
como no verbal.
Aparece un nuevo tipo de afecto la amistad, comienzan a relacionarse con los iguales, con
sentimientos de reciprocidad.
Desarrollo afectivo de 6 a 12 años
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6 a 9 años
Las figuras de apego siguen siendo fundamentales, pero van cobrando fuerza otras nuevas
figuras. Los niños y niñas poco a poco comienzan a desprenderse de la protección materna.
Se amplía el mundo de los niños y niñas, se relacionan con más personas y aparecen más
experiencias afectivas.
En esta etapa suavizan su expresión emocional, aprenden a auto controlarse, los afectos son
menos intensos, pero más ricos y variados.
9 a 12 años
Los niños y niñas en esta etapa se vuelven más reservados en la expresión de los afectos.
Son capaces de comprender los sentimientos propios y de los otros, porque tienen una mayor
variedad de experiencias afectivas que les permite entender estados que antes no entendían.
La amistad se transforma, ya no solo se basa en una relación de reciprocidad, le valoran en
función a unas características internas reciprocidad, confianza y colaboración.
Desarrollo afectivo en la adolescencia
12 años en adelante
En esta etapa todo se centra en los afectos, en lo que sienten. Este periodo se caracteriza por
la convivencia de sentimientos contradictorios (aman y odian, necesitan soledad, pero también
compañía)
Aparece la mayor contradicción de todas, se hacen aún más reservados en su expresión
emocional y aparece un gran dilema la necesidad de afecto frente al miedo a ser visto como
necesitado de afecto.
Tienen salida sentimientos hasta antes desconocidos como el amor.
La amistad se basa en la intimidad.
Las figuras de apego pierden fuerza y el grupo cobra un valor fundamental, como espacio de
vivencia colectiva, de complicidad, alegrías, dudas, descubrimientos, etc.
DESARROLLO AFECTIVO INFANTIL
Pautas para fomentar el desarrollo afectivo del niño
Pautas generales para todos los niños
Muestra siempre tus afectos de forma verbal y no verbal. Procura usar a menudo los gestos
de cariño (besos y abrazos), con ellos y con los demás.
Déjales autonomía para que establezcan nuevos vínculos afectivos.
Evita los chantajes afectivos. (no utilices expresiones como no te voy a querer si…)
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Estate siempre pendiente de ellos, pero al mismo tiempo dales libertad. Es decir no les hagas
crear estilos inseguros de relación, crecerán con desconfianza, y tampoco estilos ansiosos de
relación.
Aporta unos afectos positivos desde el comienzo, los niños y niñas iniciarán cada nueva
relación esperando que se repitan los patrones de las anteriores relaciones. Si la relación es
inconstante y ofrece poca seguridad los niños y niñas no confiaran a la hora de establecer
vínculos afectivos.
Cuida tus conductas afectivas con ellos y con las demás personas de la familia, los pequeños
mimetizarán lo que haga.
Presta atención a cómo te sientes cuando les vayas a hablar, ya que tu forma de comunicarte
con ellos les va a afectar.
Ante cualquier cambio presta especial atención a como se lo toman los más pequeños.
Ahora vamos a dar unas pautas específicas para fomentar el desarrollo afectivo en los niños
según edades

PERSONALIDAD 06/09/2021

La personalidad es un constructo psicológico, que se refiere a un conjunto dinámico de


características psíquicas de una persona, a la organización interior que determina que los
individuos actúen de manera diferente ante una determinada circunstancia. El concepto puede
definirse también como el patrón de actitudes, pensamientos, sentimientos y repertorio
conductual que caracteriza a una persona, y que tiene una cierta persistencia y estabilidad a
lo largo de su vida, de tal modo que las manifestaciones de ese patrón en las diferentes
situaciones poseen algún grado de predictibilidad.
DEFINICIÓN DE LA PERSONALIDAD
Al tratarse de un concepto básico dentro de la psicología, a lo largo de la historia ha recibido
numerosas definiciones, además de las conceptualizaciones más o menos intuitivas que ha
recibido. Algunos autores han organizado y clasificado estas definiciones en grupos.4

La personalidad puede sintetizarse como el conjunto de características o patrón (UCCELLI) de


sentimientos, emociones y pensamientos ligados al comportamiento, es decir, los
pensamientos, sentimientos, actitudes, hábitos y la conducta de cada individuo, que persiste a
lo largo del tiempo frente a distintas situaciones distinguiendo a un individuo de cualquier otro
haciéndolo diferente a los demás. La personalidad persiste en el comportamiento de las
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personas congruentes a través del tiempo, aun en distintas situaciones o momentos,


otorgando algo único a cada individuo que lo caracteriza como independiente y diferente.
Ambos aspectos de la personalidad, distinción y persistencia, tienen una fuerte vinculación
con la construcción de la identidad, a la cual modela con características denominadas rasgos
o conjuntos de rasgos que, junto con otros aspectos del comportamiento, se integran en una
unidad coherente que finalmente describe a la persona. Ese comportamiento tiene una
tendencia a repetirse a través del tiempo de una forma determinada, sin que quiera decir que
esa persona se comporte de modo igual en todos los casos. Es decir, la personalidad es la
forma en que pensamos, sentimos, nos comportamos e interpretamos la realidad, mostrando
una tendencia de ese comportamiento a través del tiempo, que nos permite afrontar la vida y
mostrarnos el modo en que nos vemos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Nos
permite reaccionar ante ese mundo de acuerdo al modo de percepción, retroalimentando con
esa conducta en nuestra propia personalidad. Cada persona al nacer ya tiene su propia
personalidad con ciertas características propias, que con el paso del tiempo más el factor
ambiental y las circunstancias es como se definirá esa persona. La personalidad será
fundamental para el desarrollo de las demás habilidades del individuo y para la integración
con grupos sociales.
Influencias del ambiente en la personalidad
Se han realizado estudios en los cuales los factores socioculturales implican en la
personalidad, es decir el ambiente en el cual uno se encuentra afectará positiva o
negativamente la personalidad del individuo. En el artículo escrito por Viviana Lemos nos
demuestra cómo factores socioculturales inciden en la personalidad. Uno de los principales
componentes en su estudio es analizar cómo la pobreza afecta la personalidad del individuo.
El artículo expone varias encuestas realizadas a niños de diferentes sectores pobres y ricos y
muestra cómo la pobreza influye en la personalidad del niño negativamente. Al no tener
acceso a educación, comida y otros recursos, los niños pobres son vulnerables a tener una
personalidad con rasgos negativos. Por medio de estadísticas y cuestionarios realizados, el
estudio muestra la realidad y cómo es la personalidad de los niños que viven en países
pobres en comparación con otros que no son pobres. El estudio fue administrado para ver de
qué forma la pobreza afecta al individuo, buscar maneras para que se mejore y tener una
mejor calidad de vida. "Teniendo en cuenta que los factores disposicionales y
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socioambientales no son elementos separados, sino que deben ser vistos holísticamente,
como sistema persona-medio que funciona como una totalidad"89 En consonancia con ello,
se ha observado que los rasgos específicos predicen eventos estresantes más de vida

TRABA
JO
PARÁC
TICO
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DOCENTE: MARCELO BALCAZAR


PARTICIPANTE: GERDA VENUS BARRERO SALAZAR
SEMESTRE: TERCERO A

AXESO
1 AFECTIVIDAD. –

2. EL APEGO Y LA VINCULACION. –
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3. ETAPAS DE L DESARROLLO DE LOS NIÑOS DE 0-6

4. LA PERSONALIDAD. –

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