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retan, o si a un bebé se lo deja llorar por mucho tiempo, o si se deja solo a un niño o niña por
largos periodos, entonces todos esos son modos que no calman al niño, sino que lo dejan con
más malestar (y por ende, son modos inadecuados de establecer apego). Por lo tanto, el
apego es una relación afectiva estable, duradera, íntima que determina en gran parte el
desarrollo presente y futuro del niño/a, y que se forma en los miles de momentos en donde un
infante expresa su necesidad de ayuda y lo que los padres hacen con ese malestar. Desde
este punto de vista, inevitablemente surgen muchas preguntas e interrogantes sobre el modo
más adecuado de cuidar y calmar a los niños.
Históricamente, los padres y madres hemos recibido muchos consejos y guías que se
contraponen con lo que las investigaciones en apego han demostrado. Algunos de estos mitos
de la crianza son:
El apego sólo se forma con contacto piel a piel en el momento del parto: si bien este momento
es muy importante para el desarrollo del niño y el desarrollo del vínculo con la madre, ha sido
un error pensar que aquellas madres que lo hacen tendrán buen apego y las que no lo hacen
no lo tendrán. El apego no se forma en un solo instante de minutos u horas, sino en el día a
día de la relación con el niño, desde el nacimiento hasta la adultez.
Las instancias de juego son las principales para formar un apego sano: el juego es una
instancia vital para el desarrollo del niño, pero no tiene sentido jugar si, por otra parte, no se
los suele calmar y apoyar cuando lo necesitan. Algunos padres y madres sólo interactúan de
modo positivo con los niños en el juego, pero no los calman adecuadamente cuando les pasa
algo negativo.
La lactancia es otra de las principales instancias para formar un apego sano: aunque nadie
duda de los impresionantes beneficios de la leche materna, es un error pensar que solo se
hace apego en este momento ya que tal como se ha mencionado el desarrollo del apego es
una actividad diaria y continúa referida a calmar el stress de los niños.
A los bebés y niños/as no se les debe tomar siempre en brazos, de lo contrario se mal
acostumbrarán (y mal criarán): los estudios han mostrado lo contrario. Aquellas madres o
padres (o cuidadores importantes para el niño) que suelen siempre calmar al niño, darle
contacto afectivo y físico continuo, suelen tener niños “mejor comportados”, más calmados (y
menos descontrolados). El contacto físico constante da seguridad al niño, y lo protege de
futuros problemas afectivos y conductuales. Sí a un niño se lo consiente en todo, se “mal
criará”: los niños que se tildan de “mal criados” no es porque se les da todo, sino porque los
padres en algunas ocasiones les dan todo, pero en otras cambian su conducta de modo
inconsistente, es decir el niño/a se confunde y se siente inseguro del cariño de su padre y
madre. Si a un bebé o niño se le da todo en términos de cariño, se le está enseñando a
confiar, querer y comunicarse con los otros (y a calmarse a sí mismo).
Los bebés tienen que aprender a ser independientes desde temprana edad (dormir solos,
jugar solos, aprender a estar solos, etc.): los bebés no están biológicamente preparados para
aprender a estar solos (¡ningún ser humano lo está!). Entonces, cuando se busca que los
niños sean independientes a temprana edad, en el fondo lo que se está haciendo es fomentar
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su soledad, y su falta de confianza en el cariño de los padres. De a poco hay que ayudarlos a
desarrollar su autonomía, pero estando siempre atentos a apoyarlos.
Cuando un bebé o niño hace una pataleta se la debe ignorar: los estudios son claros en
mostrar que cuando se hace eso, el niño aumenta más su rabia, frustración, y por ende, no
solo hace más pataletas, sino que siente rencor hacia sus padres (si esto se hace de un modo
relativamente continuo).
En conclusión, la importancia del apego en la crianza nos dice que tenemos que entregar todo
el cariño, afectividad, contacto físico, que podamos a los niños. Es de ese modo como ellos
aprenderán a enfrentar el mundo de un modo adecuado.
Es importante tener en cuenta ciertas habilidades fundamentales que pueden ayudar a
fomentar un apego sano con los hijos. Más de 30 años de estudios han mostrado que son 4
las habilidades fundamentales que se deben tratar de aplicar de un modo secuencial:
Atención: aquí se refiere a la habilidad básica de atender, contactarse afectivamente y
comprometerse con el desarrollo del niño.
Mentalización: esto se refiere a la habilidad de saber empatizar y comprender lo que le está
ocurriendo a un niño (especialmente en momentos de stress. Esto implica no criticar ni inferir
intenciones negativas en el niño “él es un manipulador”; “ella es agresiva y le gusta pelear”),
sino más bien hacer el esfuerzo por comprender qué está tratando de expresar un niño con su
malestar (“se enojó porque quiere que lo tomen en brazos”).
Auto mentalización: aquí se refiere al proceso de entender qué le pasa a uno como padre y
madre cuando los niños/as expresan cosas negativas. Es decir, entender que muchas veces
solemos culparlos de cosas que nos molestan a nosotros.
Regulación: por último, lo anterior no tiene sentido si es que uno no se tranquiliza y enfrenta al
niño/a de modo que se calme y disminuya su malestar (no que lo aumento). Son muchas las
cosas que los padres hacemos que dejan al niño más estresado y molesto. Debemos estar
atentos para esforzarnos y mejorar en esto.
Es muy recomendable ensayar estas habilidades como una actitud frente a la crianza de los
niños y niñas (especialmente cuando ellos se sienten mal, independiente de la razón).
Por último, si se hace una sigla con el nombre de cada una de estas 4 habilidades, tiene que
en el fondo desarrollar el apego es A.M.A.R a los hijos e hijas.
¿Cómo se establece el apego?
En el transcurso del primer año, se establece un vínculo de apego con la persona con quien
tiene más contacto y aparece el miedo ante los desconocidos.
El apego es el encargado de proporcionar seguridad al niño en situaciones de amenaza. El
apego seguro permite al pequeño explorar, conocer el mundo y relacionarse con otros; bajo la
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tranquilidad de sentir que la persona con quien se ha vinculado va a estar allí para protegerlo.
Cuando esto no ocurre, los miedos e inseguridades influyen en el modo de interpretar el
mundo y de relacionarse.
La teoría de John Bowlby
John Bowlby (1907-1990), psiquiatra y psicoanalista infantil. Se dedicó a estudiar los efectos
de la relación entre el cuidador principal y el menor, en la salud mental de los menores y en su
vida adulta.
Para ello, Bowlby retoma los trabajos de la psicóloga estadounidense Mary Ainsworth, con la
que había trabajado. Ainsworth observó distintas interacciones entre madres e hijos bajo un
procedimiento estandarizado que se conoce como la Situación Extraña.
Bowlby después de realizar estudios con niños institucionalizados por robo, y con niños que
habían sido separados de sus madres a edades tempranas. Bowlby concluyó que la
capacidad de resiliencia de los menores estaba influenciada por el vínculo formado en los
primeros años de vida. En este sentido, el tipo de relación que se establece entre el bebé de
pocos meses y su cuidador es determinante en la conducta y desarrollo emocional posterior.
El estilo de apego establecido durante la infancia puede ser visible en los miedos o
inseguridades del adulto, y en la manera de afrontarlos.
Los 4 tipos de apego
A continuación, veremos en qué consiste cada uno de los tipos de apego propuestos por
Bowlby, así como algunas manifestaciones en niños y adultos.
1. Apego seguro
Este tipo de apego está caracterizado por la incondicionalidad: el niño sabe que su cuidador
no va a fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. De acuerdo con Bowlby, este tipo de
apego depende en gran medida de la constancia del cuidador en proporcionar cuidados y
seguridad. Debe tratarse de una persona atenta y preocupada por comunicarse con el recién
nacido, no sólo interesada en cubrir las necesidades de limpieza y alimentación del bebé.
Desde luego, el inconveniente es que esto supone una entrega casi total de parte del cuidador
o cuidadora, lo cual puede resultar complicado para algunas personas.
Los niños con apego seguro manifiestan comportamientos activos, interactúan de manera
confiada con el entorno y hay una sintonía emocional entre el niño y la figura vincular de
apego.
No les supone un esfuerzo unirse íntimamente a las personas y no les provoca miedo el
abandono. Es decir, pueden llevar a una vida adulta independiente, sin prescindir de sus
relaciones interpersonales y los vínculos afectivos.
2. Apego ansioso y ambivalente
En psicología, “ambivalente” significa expresar emociones o sentimientos contrapuestos, lo
cual, frecuentemente genera angustia. Por eso, en el caso de un apego ansioso-ambivalente
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el niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad, de que a
veces sus cuidadores están y otras veces no están, lo constante en los cuidadores es la
inconsistencia en las conductas de cuidado y seguridad.
Las emociones más frecuentes en este tipo de apego, son el miedo y la angustia exacerbada
ante las separaciones, así como una dificultad para calmarse cuando el cuidador vuelve. Los
menores necesitan la aprobación de los cuidadores y vigilan de manera permanente que no
les abandonen. Exploran el ambiente de manera poco relajada y procurando no alejarse
demasiado de la figura de apego.
De adultos, el apego ansioso-ambivalente provoca, una sensación de temor a que su pareja
no les ame o no les desee realmente. Les resulta difícil interaccionar de la manera que les
gustaría con las personas, ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que
proporcionan. Un ejemplo de este tipo de apego en los adultos es la dependencia emocional.
3. Apego evitativo
Los niños con un apego de tipo evitativo han asumido que no pueden contar con sus
cuidadores, lo cual les provoca sufrimiento. Se conoce como “evitativo” porque los bebés
presentan distintas conductas de distanciamiento. Por ejemplo, no lloran cuando se separan
de cuidador, se interesan sólo en sus juguetes y evitan contacto cercano.
Lo constante han sido conductas de sus cuidadores que no han generado suficiente
seguridad, el menor desarrolla una autosuficiencia compulsiva con preferencia por la distancia
emocional.
La despreocupación por la separación puede confundirse con seguridad, en distintos estudios
se ha mostrado que en realidad estos niños presentan signos fisiológicos asociados al estrés,
cuya activación perdura por más tiempo que los niños con un apego seguro. Estos menores
viven sintiéndose poco queridos y valorados; muchas veces no expresan ni entienden las
emociones de los demás y por lo mismo evitan las relaciones de intimidad.
En la edad adulta, se producen sentimientos de rechazo de la intimidad con otros y de
dificultades de relación. Por ejemplo, las parejas de estas personas echan en falta más
intimidad en la interacción.
4. Apego desorganizado
Es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo en que el niño presenta comportamientos
contradictorios e inadecuados. Hay quienes lo traducen en una carencia total de apego.
Lo constante en los cuidadores han sido conductas negligentes o inseguras. Se trata del
extremo contrario al apego seguro. Casos de abandono temprano, cuya consecuencia en el
niño es la pérdida de confianza en su cuidador o figura vincular, e incluso puede sentir
constantemente miedo hacia ésta.
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6 a 9 años
Las figuras de apego siguen siendo fundamentales, pero van cobrando fuerza otras nuevas
figuras. Los niños y niñas poco a poco comienzan a desprenderse de la protección materna.
Se amplía el mundo de los niños y niñas, se relacionan con más personas y aparecen más
experiencias afectivas.
En esta etapa suavizan su expresión emocional, aprenden a auto controlarse, los afectos son
menos intensos, pero más ricos y variados.
9 a 12 años
Los niños y niñas en esta etapa se vuelven más reservados en la expresión de los afectos.
Son capaces de comprender los sentimientos propios y de los otros, porque tienen una mayor
variedad de experiencias afectivas que les permite entender estados que antes no entendían.
La amistad se transforma, ya no solo se basa en una relación de reciprocidad, le valoran en
función a unas características internas reciprocidad, confianza y colaboración.
Desarrollo afectivo en la adolescencia
12 años en adelante
En esta etapa todo se centra en los afectos, en lo que sienten. Este periodo se caracteriza por
la convivencia de sentimientos contradictorios (aman y odian, necesitan soledad, pero también
compañía)
Aparece la mayor contradicción de todas, se hacen aún más reservados en su expresión
emocional y aparece un gran dilema la necesidad de afecto frente al miedo a ser visto como
necesitado de afecto.
Tienen salida sentimientos hasta antes desconocidos como el amor.
La amistad se basa en la intimidad.
Las figuras de apego pierden fuerza y el grupo cobra un valor fundamental, como espacio de
vivencia colectiva, de complicidad, alegrías, dudas, descubrimientos, etc.
DESARROLLO AFECTIVO INFANTIL
Pautas para fomentar el desarrollo afectivo del niño
Pautas generales para todos los niños
Muestra siempre tus afectos de forma verbal y no verbal. Procura usar a menudo los gestos
de cariño (besos y abrazos), con ellos y con los demás.
Déjales autonomía para que establezcan nuevos vínculos afectivos.
Evita los chantajes afectivos. (no utilices expresiones como no te voy a querer si…)
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Estate siempre pendiente de ellos, pero al mismo tiempo dales libertad. Es decir no les hagas
crear estilos inseguros de relación, crecerán con desconfianza, y tampoco estilos ansiosos de
relación.
Aporta unos afectos positivos desde el comienzo, los niños y niñas iniciarán cada nueva
relación esperando que se repitan los patrones de las anteriores relaciones. Si la relación es
inconstante y ofrece poca seguridad los niños y niñas no confiaran a la hora de establecer
vínculos afectivos.
Cuida tus conductas afectivas con ellos y con las demás personas de la familia, los pequeños
mimetizarán lo que haga.
Presta atención a cómo te sientes cuando les vayas a hablar, ya que tu forma de comunicarte
con ellos les va a afectar.
Ante cualquier cambio presta especial atención a como se lo toman los más pequeños.
Ahora vamos a dar unas pautas específicas para fomentar el desarrollo afectivo en los niños
según edades
PERSONALIDAD 06/09/2021
socioambientales no son elementos separados, sino que deben ser vistos holísticamente,
como sistema persona-medio que funciona como una totalidad"89 En consonancia con ello,
se ha observado que los rasgos específicos predicen eventos estresantes más de vida
TRABA
JO
PARÁC
TICO
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AXESO
1 AFECTIVIDAD. –
2. EL APEGO Y LA VINCULACION. –
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4. LA PERSONALIDAD. –