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LineamientosConvivencia Documento de Trabajo Dic-2005
LineamientosConvivencia Documento de Trabajo Dic-2005
Lineamientos de la
Propuesta de Convivencia
y Disciplina Escolar
Democrática
Diciembre 2005
OFICINA DE TUTORÍA Y PREVENCIÓN INTEGRAL
La falta de pautas claras sobre la disciplina escolar impide que se adecue a los
procesos de reforma educativa que se realizan en nuestro país. Mientras la reforma
curricular insiste en la relación horizontal entre docentes y estudiantes, la disciplina se
sostiene en la relación vertical en varias escuelas y subsisten modelos autoritarios de
disciplina. En otras, conviven modelos autoritarios con modelos permisivos; y son po-
cas las que han construido alternativas democráticas de disciplina que permiten la
sana convivencia escolar, haciendo de las escuelas lugares donde los estudiantes se
sientan valorados, protegidos y queridos.
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Para facilitar la lectura, los términos empleados se refieren al colectivo de personas, sin distinción de género, y por lo tanto deben
entenderse para designar individuos de sexo femenino, masculino o ambos.
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Necesitamos un cambio de mentalidad sobre la forma en que se dan las relacio-
nes humanas en las Instituciones Educativas, es decir la manera en que convivimos.
Esto implica reflexionar sobre un modelo de convivencia escolar que permita la forma-
ción de estudiantes en prácticas ciudadanas basadas en el ejercicio de la democracia
y el respeto de los derechos humanos. Para esto, es necesario conocer los fundamen-
tos de la convivencia escolar democrática, conceptos, características, habilidades re-
queridas por estudiantes y profesores, y los aspectos de organización que se presen-
tan a continuación.
1. FUNDAMENTOS DE LA PROPUESTA
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generaciones necesita de instrucción premilitar, lo que resulta contrario a nuestra aspi-
ración, como país, de construir una sociedad democrática.
Teniendo los derechos humanos como base, los valores democráticos deben ins-
pirar la convivencia escolar: justicia, respeto (tolerancia), libertad (autonomía) y solida-
ridad permiten el desarrollo de la democracia como una forma de vida, en la que se
promueve la participación, la ciudadanía, el consenso e incluso el disenso.
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educativas un clima de relaciones interpersonales de confianza, diálogo y respeto. Los
estudiantes deben sentirse aceptados y con libertad de expresarse sinceramente.
El desarrollo de las habilidades sociales dentro del marco de los estilos de vida sa-
ludables, no es posible si no existe en las escuelas un clima adecuado de relaciones
interpersonales.
1.4. EN RESUMEN
Una adecuada Convivencia y Disciplina Escolar, que evite los defectos tanto del
autoritarismo como del permisivismo, es un factor protector esencial en la labor de
prevenir dificultades y promover la salud de los estudiantes y se fundamenta en la for-
mación ética que propone el currículo. En resumen, podríamos afirmar que la Propues-
ta de Convivencia y Disciplina Escolar se fundamenta en:
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A partir de esta Propuesta, cada institución educativa, siguiendo las indicaciones
emanadas por las Direcciones Regionales y UGEL, deberá elaborar su propio Proyec-
to de Convivencia y Disciplina Escolar.
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3º La función reguladora de los comportamientos al interior de la institución educati-
va. El reconocimiento del buen comportamiento es tan importante como la sanción.
Se deben establecer los premios y estímulos para los estudiantes que aportan a la
buena convivencia escolar. Las faltas deben tener una sanción pedagógica, justa,
oportuna y reparadora para que los estudiantes aprendan a asumir la responsabili-
dad de sus acciones y a restablecer las relaciones armónicas. Las sanciones son
necesarias para evitar la impunidad y deben tener un sentido reparador.
Modelo autoritario
Para este modelo la disciplina es un mero orden externo de las personas y las ac-
tividades. Busca moldear el comportamiento de acuerdo a lo socialmente aceptado,
aunque no siempre se cumpla en la vida real. Se sustenta en el poder de la autoridad,
que a través de castigos genera el temor en los estudiantes. Casi nunca reconoce o
premia los buenos comportamientos.
Niños y adolescentes tienen que aceptar lo que los adultos proponen por el princi-
pio de autoridad. La actividad básica del encargado de disciplina es vigilar el cumpli-
miento de las reglas. Cuando el alumno no cumple, pierde puntos o se hace acreedor
de sanciones.
Este modelo que propone el cumplimiento de una serie de normas, que a veces
los estudiantes no entienden, reduce la libertad y origina que ciertos adolescentes de-
seosos de afirmar su identidad e independencia, frente a los arbitrarios designios adul-
tos, encuentren satisfacción en quebrar las reglas y retar a la autoridad.
Modelo permisivo
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injusto. Sostiene que basta con conversar con los niños y hacerlos razonar sin emplear
recursos que puedan dañar su autoestima.
La formación ética que sostiene este modelo es la relativista, cada estudiante de-
be tener sus propios valores y no se deben poner límites. Su método preferido es el de
la “clarificación de valores”, que se fundamenta en que los valores sean elegidos y
asumidos libremente por los estudiantes.
Modelo democrático
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2.3. LO MORAL Y LO CONVENCIONAL EN LA CONVIVENCIA ESCOLAR
Siguiendo a Turiel, podemos decir que las conductas convencionales están siem-
pre ligadas al contexto en el que surgen y se utilizan. Son conductas uniformes que
manifiestan los miembros de una colectividad, basadas en acciones de carácter arbi-
trario. Ello permite acciones alternativas sin que se vea reducida su eficacia. Permiten
que exista una coordinación entre los individuos que pertenecen a un sistema social y
consecuentemente que se pueda prever su conducta. Bajo esta perspectiva, la morali-
dad se refiere a los juicios y conductas que inciden en la manera en que debemos re-
lacionarnos con los demás. Los juicios morales, aunque contribuyen a consolidar la
organización social, no están definidos por la sociedad ni son arbitrarios. Son juicios
obligatorios. No dependen del contexto o sistema social en que se aplican. Se funda-
mentan en el mérito intrínseco que, desde el punto de vista moral, acompaña una ac-
ción determinada.
Llevar cabello largo o corto, ir con uniforme o sin él, pintarse o no las uñas pueden
ser parte de las normas de convivencia de una institución educativa, pero no determi-
nan la calidad ética de las personas. Un estudiante que mantiene porte militar, presen-
cia impecable, cabello corto puede o no tener un comportamiento ético. Este tipo de
disciplina por sí misma no garantiza el comportamiento ético, lo único que garantiza es
el cumplimiento de las normas.
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Sin pretender analizar causas, es claro que los estudiantes de nuestro tiempo su-
fren una serie de dificultades que afectan su adaptación y desempeño escolar. Entre
las principales dificultades se constatan que algunos niños y adolescente no saben:
1. Hora de tutoría. El tutor trabaja con los estudiantes las normas del aula, dentro del
marco dado por la institución educativa. Esta tarea no se refiere exclusivamente a
la elaboración del reglamento del aula, se refiere a la reflexión sobre la necesidad
de normas y temas vinculados a ciudadanía y democracia, que resulten pertinen-
tes. Las conversaciones sobre el respeto a los derechos y el cumplimiento de los
deberes vinculados a situaciones de la vida real completarán el esfuerzo que reali-
zan las áreas curriculares. Es importante llegar a conclusiones que puedan orientar
el comportamiento de estudiantes y docentes. El hecho de una convivencia demo-
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crática no elimina que los alumnos se comporten inadecuadamente. Lo primordial
es comprender las situaciones para evitarlas o controlarlas mejor en el futuro.
2. Momentos de reflexión. Se refiere a los momentos que el docente, tutor o no,
tome de sus horas de clase, o el tiempo de reflexión que algunas instituciones
educativas disponen al inicio de cada jornada escolar. Están relacionados con la
necesidad de dar indicaciones, comentar situaciones o incidentes importantes de la
vida escolar o social, que tienen repercusión en la formación integral de los estu-
diantes. Estos momentos de reflexión pueden estar relacionados o no con la se-
sión del área curricular que se desarrolla en ese momento.
3. Durante las clases. Se pueden dar en cualquier momento de la sesión, sobre todo
para incidir en el cumplimiento de las normas o ante la actuación de algún alumno
que altera su desenvolvimiento. Presentamos algunas sugerencias de cómo puede
un docente, construir o fortalecer las convivencia escolar:
Tanto docentes como auxiliares hacen labor preventiva y llaman la atención con
amabilidad. Algunas ocasiones necesitan labor reguladora y son oportunidades pa-
ra formar a los estudiantes, pero ni siquiera cuando se trate de una falta grave y
flagrante debe perderse de vista el respeto al estudiante, ni dejarlo faltar el respeto
al profesor o al auxiliar.
Los docentes dan ejemplo cumpliendo las normas que son válidas para los estu-
diantes, no conversan durante la formación y prestan atención a la persona que se
dirige al estudiantado. Las formaciones se realizan de acuerdo con las normas del
colegio. Lo ideal sería que las formaciones evolucionasen de los estilos militares a
los estilos civiles, pues en la vida después de la escuela los estudiantes no estarán
formando filas rectas en posición de atención o descanso, pero sí deberán respetar
el derecho de precedencia en una cola, por ejemplo.
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tuación, o que se cansen y distraigan porque están mucho tiempo de pie, a veces
bajo el sol o la lluvia; en ocasiones, los números del espectáculo no están en fun-
ción de su interés sino al de los adultos. Es común ver en las actuaciones a los es-
tudiantes cansados de estar de pie mientras que sus maestros observan los núme-
ros cómodamente sentados. Muchas actuaciones escolares parecen realizadas
para el goce de los adultos y no de los estudiantes.
Cuando no hay presencia preventiva en los recreos es fácil que los estudiantes
cometan excesos –a veces por palomillada, a veces por rebeldía y también por re-
to a la autoridad–, y los docentes no se enteren de lo que ocurre. Dos de los sitios
más comunes para comportamientos inadecuados, como bromas pesadas y faltas
de respeto entre compañeros, suelen ser los servicios higiénicos y los alrededores
de los kioscos y cafeterías. Mención especial merecen las zonas ciegas de las ins-
talaciones del centro educativo, que quedan fuera de la vista docentes y auxiliares.
7. En las entradas y salidas. La falta de presencia preventiva hace que más allá de
las puertas, y en algunos casos dentro de las instituciones educativas, los estu-
diantes se encuentren en “tierra de nadie”, donde cualquier estudiante o grupo im-
pulsivo puede faltar el respeto a compañeros y transeúntes, y no pasa nada, pues
reina la impunidad.
Es posible tener entradas y salidas ordenadas sin necesidad de formar filas. Los
primeros interesados van a ser los estudiantes. Las normas para la entrada y la sa-
lida deben cubrir más allá de las puertas del colegio, para garantizar que los estu-
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diantes mantengan en la calle el respeto a las normas de convivencia que tienen
en el centro educativo.
8. Fuera del colegio. La convivencia escolar debe procurar que los estudiantes se
comporten de acuerdo con las normas de convivencia cuando están solos o en
grupo también fuera del colegio, sea en la calle, lugares públicos y hogares como
en las actividades o presentaciones públicas de la institución educativa, donde la
presencia preventiva de los profesores garantiza el respeto de las normas.
9. Los programas y jornadas especiales. Las necesidades de formación de los
estudiantes, especialmente en lo que a tutoría y orientación educacional se refiere,
pueden necesitar desarrollar jornadas o actividades especiales. Estos programas
abarcan por lo general más de un aula, aunque dado el caso se ejecuten aula por
aula. La organización de la institución educativa determinará quiénes se harán
cargo de la preparación y ejecución de esos programas. Durante estos eventos
también se deben respetar las normas de convivencia escolar.
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• Las Normas de Convivencia Escolar. El Reglamento Interno y el Reglamento del
Aula. El Reglamento Interno debe contemplar, además de las normas y las sancio-
nes, las orientaciones para su aplicación.
• Etapas del desarrollo del juicio moral.
Este documento debe señalar los valores, las normas, las habilidades sociales y
los comportamientos democráticos que se quieren desarrollar o fortalecer en los estu-
diantes en un año lectivo. Debe tener en cuenta las necesidades de los diferentes gru-
pos etáreos (ciclos de la EBR). Las diferentes partes de este documento pueden estar
incluidas, en lo que corresponda, en el Proyecto Educativo Institucional, el Proyecto
Curricular y el Plan Anual de Trabajo y en los Planes Tutoriales de Aula.
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• La expresión de normas básicas que permitan dar respuestas adecuadas a las
situaciones cambiantes.
• Que los estudiantes son sujetos de derecho, y por lo tanto, tienen deberes que
cumplir. Asimismo, debe mantener el sano equilibrio entre el derecho y bienestar
de la mayoría y el derecho y bienestar de los individuos.
• Las diferencias de edades de los estudiantes. No es lo mismo normar para estu-
diantes de los primeros ciclos, los ciclos intermedios y los ciclos finales.
Ningún Reglamento Escolar puede tener disposiciones que sean contrarias a las
Leyes. Es imprescindible tener en cuenta el Código del Niño y el Adolescente. Debe
ser muy claro en todo lo relacionado al maltrato físico, psicológico y sexual, así como a
toda forma de discriminación.
Cada aula necesita tener sus propias normas de convivencia escolar. Cada grupo
humano que conforma un aula tiene sus propias características, potencialidades, ne-
cesidades y dificultades. En la elaboración de las normas de aula tienen que participar
los estudiantes y debe respetar el reglamento de la institución educativa.
Especial atención se merecen los padres de familia, que deben ser informados de
todos los aspectos relacionados, e invitados a colaborar con la convivencia escolar. Si
los padres de familia no comprenden o no tienen acceso al proceso de desarrollo, será
muy difícil tener éxito.
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la conducción, la delegará a un docente, que puede ser el coordinador de OBE
(donde lo hubiese) o el Asesor de Tutoría, Convivencia y Disciplina escolar.
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ría, deben estar al tanto y colaborar con la convivencia escolar. Deben respetar y
ser respetados por los estudiantes.
• El Municipio Escolar o Consejo Estudiantil. Una verdadera convivencia escolar
democrática no es posible si no hay participación estudiantil organizada. En las ins-
tituciones que cuentan con Municipio Escolar, este debe participar activamente en
la organización de la convivencia escolar. En las que no lo tienen, debe ser uno de
los primeros logros de la convivencia escolar. El nivel de participación de un Muni-
cipio Escolar debe estar relacionado con la madurez de sus integrantes. La partici-
pación estudiantil, organizada en base a representantes elegidos, tiene una finali-
dad eminentemente educativa. A través de esta participación, los estudiantes
aprenden a vivir democráticamente entre ellos, con sus profesores y con las auto-
ridades del centro educativo. La participación estudiantil no debe generar, en los
estudiantes, una cuota de poder que pueda ser utilizada a favor de intereses indi-
viduales o grupales de los adultos.
• La Defensoría del Niño y el Adolescente (DESNA). La Defensoría Escolar del
Niño y Adolescente, colabora con la convivencia escolar pero no está encargada
de la misma. Cumple una función importante para su buen funcionamiento, inter-
viene cuando las situaciones superan las competencias de los tutores y autorida-
des de la institución educativa. Su misión es promover los derechos de los niños y
adolescentes, colaborar en la solución de conflictos de carácter familiar y escolar y
apoyar las denuncias ante las situaciones de delitos y faltas en agravios de niños y
adolescentes.
Señalamos los criterios más importantes a tener en cuenta para asegurar el éxito
del proyecto:
• Debe involucrar a toda la comunidad educativa, y la decisión debe ser tomada por
las autoridades competentes de la institución educativa.
• Los docentes y el personal no docente, en lo que les corresponda, deben estar
enterados del proyecto, conocer los conceptos y métodos fundamentales y, sobre
todo, comprometerse con él.
• Es un proceso paulatino en el cual se van haciendo los reajustes necesarios. Hay
que tratar de evitar cambios rápidos que desconcierten a los estudiantes, docentes
y padres de familia.
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• Los efectos del cambio se verán poco a poco, de acuerdo al avance de las promo-
ciones. Cada institución educativa deberá establecer sus propios indicadores de
logro. Los indicadores podrían estar relacionados con los items siguientes:
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• Seguimiento y evaluación.
• Puesta en marcha.
• Retroalimentación y evaluación permanente.
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ANEXO
NIVEL PRE-CONVENCIONAL
En este nivel los niños responden a las reglas culturales sobre lo bueno y lo malo,
pero las interpretan en términos de las consecuencias concretas de las acciones, prin-
cipalmente consecuencias físicas o hedonistas tales como castigos, premios o inter-
cambios de favores, o en términos del poder físico de aquellos que enuncian dichas
reglas.
Esto quiere decir que interpretarán como mala o negativa una acción que tiene un
castigo, y como buena otra que no lo tiene, sin tomar en cuenta las intenciones de las
personas ni las consecuencias de la acción. En esta etapa se suele entender el respe-
to como obediencia unilateral a alguien (generalmente un adulto) que es más grande y
fuerte que uno, y que tiene poder para sancionar. La justicia usualmente se entiende
como retribución (“ojo por ojo, diente por diente”); es frecuente que los niños en esta
etapa consideren justo devolver la misma cantidad de golpes a alguien que los agredió
primero. Desde un punto de vista evolutivo, esta forma de razonamiento es esperable
y normal; todos los niños pasan por este estadio. Las edades para este nivel están
ubicadas entre los dos y los siete años aproximadamente, aunque, debido a la estimu-
lación y otras condiciones ambientales pueden variar.
NIVEL CONVENCIONAL
En este nivel mantener las expectativas de la propia familia, grupo o nación se per-
cibe como valioso en sí mismo, independientemente de las consecuencias inmediatas
y obvias de las acciones. La actitud no solamente se da en conformidad con las expec-
tativas personales y el orden social, también con lealtad hacia este último, una actitud
de mantenimiento, apoyo y justificación de este orden y de identificación con las per-
sonas y grupos involucrados en él.
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Sin embargo, muchos pueden tener dificultades para analizar el sentido de la norma y
relativizarla cuando entra en conflicto con un derecho humano o un valor fundamental.
En este caso, la labor docente debe enfocarse en facilitar a los estudiantes un punto
de vista más amplio que incluya, además de las normas, reglamentos y la obediencia
debida, los principios éticos universales que deberían sustentar dichas normas.
Es importante recordar que durante esta etapa niños y jóvenes están especial-
mente expuestos a los medios e influencias de las figuras mediáticas. Las edades
aproximadas para este nivel se encuentran entre los ocho y los veinte años.
NIVEL POST-CONVENCIONAL
En este nivel, denominado por Kohlberg como nivel “de principios”, hay un claro
esfuerzo por definir valores y principios morales que tienen validez y aplicación con
independencia de la autoridad de los grupos o personas que mantienen tales princi-
pios y de la propia identificación de las personas con esos grupos. Este nivel de razo-
namiento ético se encuentra solamente en personas mayores de veinte años.
Las personas por primera vez experimentan la sociedad en la que viven como una
más en un conjunto de sociedades posibles, reconociendo la importancia de los
acuerdos sociales y, más adelante, logran asumir un punto de vista universal (basado
en principios universales) para juzgar los conflictos éticos. Es así como las personas
post-convencionales pueden comparar sistemas políticos y reconocer que la experien-
cia que tienen (como la del sistema de gobierno de su país) es sólo una manifestación
particular –un sistema político específico– entre otras posibles, y que siempre puede
ser perfeccionada a la luz de un punto de vista ético universal que reconozca la digni-
dad de los seres humanos y sus derechos fundamentales.
Durante la vida escolar es esperable que los estudiantes alcancen el nivel conven-
cional; los niveles post-convencionales sólo se encuentran en adultos. La estimulación
que los niños y adolescentes reciban durante su etapa escolar permite desarrollar las
bases sobre las cuales, durante la juventud y adultez, construirán su juicio moral y
razonarán de principios éticos universales. Aunque se espera que a medida que crez-
can las personas maduren en sus juicios éticos (lo que implica una asociación entre
estos niveles y la edad de la persona), podemos encontrar casos de adultos que se
han quedado en los niveles inferiores que corresponden a la infancia y la adolescen-
cia, usualmente por falta de estimulación adecuada. Asimismo, diferentes espacios de
estimulación, como el mundo laboral o la familia, proveen a los adultos con situaciones
de conflicto y nuevas experiencias que los hacen madurar y crecer éticamente. Esto
indica que el desarrollo ético no termina en la infancia y no es un tema exclusivo de los
estudiantes, sino que dura toda la vida y abarca también a profesores, padres de fami-
lia y personal administrativo de las instituciones educativas.
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del desarrollo de Jean Piaget. Si bien se señalan edades aproximadas para cada eta-
pa, estas son referenciales.
En educación inicial, es probable que los niños no hayan adquirido aún la capaci-
dad de tomar la perspectiva de otra persona. En esta etapa, los niños pueden pensar
que lo que ellos creen o sienten –por ejemplo, sus estados de ánimo o sus deseos–
son los mismos para todas las personas. A los niños de estas edades les será difícil
entender que alguien no quiera jugar cuando ellos tienen ganas de hacerlo.
Al finalizar este período, si bien los niños empiezan a tener la capacidad de consi-
derar la perspectiva de otra persona, tienen dificultades para coordinar más de una
perspectiva al mismo tiempo. Por ejemplo, puede resultarles difícil analizar una situa-
ción desde el punto de vista de varias personas o entender cómo influyen en el punto
de vista los diversos factores (género, posición social, deseos insatisfechos o senti-
mientos).
Normalmente en esta etapa los niños hacen lo que los padres o los profesores di-
cen. La figura de autoridad determina las reglas que deben seguir. Podemos ver que
en muchos juegos de esta edad perder conlleva necesariamente un castigo. La autori-
dad es vista usualmente como previamente establecida e inherente a las personas que
son físicamente de mayor tamaño. No se entiende que la autoridad pueda provenir del
consenso o la decisión del grupo.
Las acciones se juzgan por sus consecuencias, sin tomar en cuenta las intencio-
nes del actor. Por ejemplo, si un niño que por querer ayudar a su mamá en la cocina
rompe de casualidad tres tazones muy grandes habrá actuado peor que otro que rom-
pe intencionalmente una taza pequeña para molestar a alguien. Es decir, lo que cuen-
ta es la cantidad y el tamaño de las tazas rotas y no la intención que detrás de la ac-
ción.
A esta edad la justicia suele ser “retributiva”, pues aplica “el ojo por ojo, diente por
diente”. Por ejemplo, si un niño da un golpe a otro, este piensa que lo justo es devolver
el golpe, pero no más de uno, la cantidad que recibió. Si el golpe fue muy fuerte, po-
dría ser más de uno (dos golpes “débiles” valen por uno fuerte, pero no más), pero
siempre tratando de igualar el daño recibido.
Es frecuente que haya un entendimiento simple de las razones por las cuales se
aplica un castigo. En general, el castigo se entiende como el resultado de haber hecho
algo mal. Usualmente los niños ofrecen explicaciones muy sencillas sobre la pertinen-
cia del castigo y podrían tener dificultades para entender las que dan los adultos. La
idea de daño es siempre “daño a los otros”. El concepto de “hacerse daño a sí mismo”
no existe.
Los niños asumen que los problemas terminan cuando se administra la sanción.
Pueden tener dificultades para reconocer los derechos y sentimientos de otros. Sin
embargo, a veces, los niños pequeños se dan cuenta de la diferencia entre las accio-
nes que hacen daño a otros (pegarles, insultarlos) y las que van en contra de las cos-
tumbres (ponerse una chalina roja cuando la del colegio es azul). Muchos logran juz-
gar –aún intuitivamente– las primeras como esenciales para la convivencia y más
importantes que las segundas.
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Desde los 7 u 8 años hasta el inicio de la adolescencia
(12 años aproximadamente)
El niño empieza a descubrir que las personas pueden tener deseos diferentes a
los suyos. Logra reconocer distintas perspectivas para juzgar una misma situación; es
decir, se da cuenta de que otra persona puede sentir o pensar diferente. Solamente
logra asumir un papel a la vez. Por ejemplo, una niña de primer grado puede conside-
rar las indicaciones que le ha dado la profesora para realizar las tareas o lo que su
mamá le dice respecto a la tarea; pero no las dos indicaciones al mismo tiempo (sobre
todo si son distintas), sopesarlas y extraer una conclusión común. Es frecuente escu-
char frases como “así me dijo la profesora que hiciera”; “pero la profesora dice…”; o, a
la inversa, “dice mi mamá que así se hace”. Son poco flexibles para modificar una indi-
cación y realizar una acción de manera distinta, o para guiarse por su propia intuición
o sentido común.
En esta etapa aparece la justicia como igualdad: que todos tengan una porción u
oportunidad igual es lo justo. Por ejemplo, todos los niños deben recibir la misma can-
tidad de tarea, los mismos materiales para trabajar o la misma porción de torta. Cual-
quier diferencia es entendida como una injusticia.
Más adelante aparece el concepto de equidad y los niños entienden que la justicia
igualitaria puede verse modificada por la justicia equitativa: reconocen las diferencias,
de necesidad o de mérito, entre las personas. Si alguien recibe más comida, entienden
que la razón es que esa persona tiene más hambre, es más pequeño y está en creci-
miento, o que le toca como premio porque trabajó más duro. Reconocen las diferen-
cias entre las personas y las toman en cuenta al momento de decidir lo que es justo o
injusto.
Los niños piensan que sus intereses son tan válidos como los de otros y tienen di-
ficultades para desarrollar una perspectiva colectiva o de grupo. Un claro ejemplo está
en una situación de robo en el aula. Usualmente en esta etapa los niños entienden que
el problema del robo es sólo de la víctima, porque es descuidada o dejó sus cosas al
alcance y sin vigilancia. Muy rara vez logran enfocar el problema desde el punto de
vista colectivo, y verlo como un problema que afecta a todos, pues daña las relaciones
del grupo y la confianza que se deben sus miembros.
22
perspectiva. El adolescente busca por primera vez que los intereses propios respon-
dan al grupo o a la sociedad; juzga las cosas desde un punto de vista social, recono-
ciendo lo que es bueno para la sociedad en su conjunto o lo que va en contra de ella.
Es común que busque responder a aquello que cree que es el comportamiento “nor-
mal” de la mayoría. Por ejemplo, si un adolescente piensa que nadie estudia porque es
aburrido y que es más divertido salir y conversar –que es lo que todos sus amigos
hacen–, será correcto desde su perspectiva salir a conversar en lugar de estudiar. Su
juicio se basa en la perspectiva de lo que es valioso para sus amigos y su grupo de
referencia.
Esto implica una mayor capacidad cognitiva, dado que tienen que considerar las
perspectivas de todos los grupos y sus diversos intereses al mismo tiempo.
Los adultos que llegan a esta forma de pensamiento consideran un sistema de le-
yes como un marco de referencia, que generalmente entienden como la forma de or-
denar la vida en sociedad. Por esta razón, usualmente, buscan no quebrantarlas.
1. En la formación
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aulas, se dirige hacia ellos, les grita, les recuerda el amor a la Patria y las normas
del colegio. A continuación les da órdenes militares de descanso, atención y ali-
neación con doble distancia. Segundos después, los alumnos, cuerpo a tierra, es-
tán haciendo planchas. Tanto inocentes como culpables han sido sancionados.
Los alumnos ingresan a sus salones con diez minutos de retraso, los profesores
les vuelven a llamar la atención en el aula. Los alumnos están molestos pero se
consuelan pensando que han ganado veinte minutos de la primera hora de clases,
sin contar los quince que duró la actuación. Este tipo de incidente se dan con fre-
cuencia en la formación de los lunes.
• Respuesta permisiva: Dos de los tutores se han desentendido del asunto y se
van al aula. El encargado empieza a conversar con el otro tutor y tratan de ponerse
de acuerdo sobre la sanción. Los alumnos conversan mientras tanto. Finalmente el
encargado les llama la atención y les recuerda que deben portarse correctamente
porque es una vergüenza que no canten el Himno Nacional. Los chicos, fastidia-
dos, ingresan a sus aulas. En una de ellas el tutor les llama la atención, en la se-
gunda no les dicen nada. Los de la tercera escuchan a su profesor restar impor-
tancia al incidente. Ahora sólo quedan veinte minutos de la primera hora de clase.
Este tipo de incidente forman parte de la rutina del centro educativo.
• Respuesta democrática: El encargado mira a los tutores, estos contestan con la
mirada que se van a hacerse cargo del asunto, como es la costumbre. Los alum-
nos entran a sus aulas, los profesores comentan el hecho y les preguntan qué es
lo que ha pasado. Los alumnos van contestando y los tutores se enteran que todo
empezó porque una alumna se resbaló y cayó al piso. Dos alumnos empezaron a
burlarse, a partir de ese momento se generalizó la chacota. Los profesores identifi-
can a los responsables y les recuerdan que deben mantener el orden. En diez mi-
nutos se ha superado el incidente y la sanción para los responsables no interferirá
con el desarrollo de las clases. Este tipo de incidente no es tan común, suele darse
cuando las actuaciones son muy largas.
2. En el aula
Es la penúltima hora de clases del viernes, los alumnos están pensando en el fin
de semana y en el vacío que sienten en el estómago. El profesor está explicando la
clase, se trata de un tema un tanto complicado. Después de quince minutos de expo-
sición, justo cuando está escribiendo en la pizarra, se escucha a un estudiante hablar
con voz fuerte. Voltea y se da cuenta de que el alumno José G. está conversando con
un compañero. Le llama la atención y sigue dando la clase. José G. sigue hablando,
otros se han contagiado y empiezan a conversar, el profesor no quiere cortar la expli-
cación, pero al cabo de un rato le vuelve a llamar la atención. Ha empezado a contes-
tar las preguntas de los alumnos y José G. vuelve a conversar, incluso mira al profe-
sor, se voltea y sigue conversando. Detiene las intervenciones de los alumnos y…
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retoman el ritmo y mientras se reinicia la rueda de preguntas y respuestas, José G.
y su gente empiezan a conversar de nuevo. El profesor no les hace caso y sigue; a
los pocos minutos sólo preguntan y escuchan las respuestas los que están senta-
dos adelante. El murmullo va creciendo hasta que con el sonido del timbre se con-
vierte en algarabía total.
• Respuesta democrática: el profesor se calla, se sienta en su sitio y espera. Al
principio la charla parece aumentar en intensidad y volumen hasta que se dan
cuenta de que se ha callado. Se hace silencio en el aula y el profesor pregunta qué
es lo que pasa, ante el silencio general, pregunta directamente a José G. que trata
de improvisar una respuesta. Un compañero sale en su ayuda y dice que están
cansados, que es viernes. El profesor hace un comentario gracioso, la mayoría se
ríe, le da un aviso al alumno hablador y retoma el hilo de la clase.
3. El sánguche perdido
Falta hora y media para el primer recreo, los alumnos están haciendo en trabajo
personal unos ejercicios de matemáticas. El silencio de la clase es roto por un grito.
Fernando T. se para e increpa al compañero de su derecha, diciéndole: “¡Devuélveme
mi lonchera!”, y en respuesta se escucha: “¡Yo no la tengo, no me friegues!”. Ante la
llamada de atención del profesor hay un movimiento de alumnos y la lonchera aparece
en el piso dos carpetas más atrás y en otra fila. Fernado T. recibe su lonchera, la abre
y se queja: “Profesor, ¡falta mi pan!”.
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4. Víspera de fiestas patronales
3. EL PROFESOR DEMOCRÁTICO
• Establece una relación horizontal con los estudiantes, los llama por su nombre y
permite que lo tuteen.
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• Sin renunciar a ser profesor y adulto, trata de establecer una relación de amistad.
No trata a los estudiantes con superioridad sino de igual a igual, enseñándoles a
respetar a todas las personas.
• Pone mucho cuidado en la preparación de las horas de orientación o tutoría grupal.
• Se preocupa porque el grupo de estudiantes a su cargo logre sus objetivos grupa-
les y personales dentro del marco de las metas educacionales.
• Respeta las confidencias de sus estudiantes sin perder de vista el bienestar gene-
ral.
• Tiene en cuenta y respeta la interculturalidad. Conoce el contexto socioeconómico
y cultural en el que se encuentra la institución educativa y en el que se mueven los
estudiantes.
BIBLIOGRAFÍA
DEFENSOR DEL MENOR EN LA COMUNIDAD DE MADRID & otros (s/f) Documento de bases
para la promoción de la convivencia en los centros educativos (por una ética de las
relaciones escolares) Madrid.
27
MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL DE COLOMBIA (2003) Estándares básicos de com-
petencias ciudadanas. Formar para la ciudadanía… ¡Sí es posible! Bogotá: Minis-
terio de Educación.
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