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Con sus estudios, Baumrind ha logrado demostrar que en los hogares donde el
estilo de crianza es autoritativo los padres prestan atenciones y cuidados y a su
vez se exigen ciertos niveles de control fomentando en los niños madurez y
competencia, Por el contrario, estos niveles no se consiguen si se utiliza una
disciplina autoritaria, de severidad en los castigos o abundantes restricciones y
protección excesiva, teniendo en cuenta estos resultados se puede considerar que
son consistentes con los obtenidos en la presente investigación, la cual arrojó que
existe una correlación directa, positiva y significativa entre el estilo autoritativo y
la prosocialidad indicando que el estilo autoritativo si favorece la prosocialidad,
entre más estructurado este el estilo autoritativo mayor prosocialidad.
Mestre, Samper & Díez demostraron encontrar relación entre los estilos de
crianza con la conducta prosocial, puesto que ellos afirman que la dimensión
afectiva y la evaluación positiva del hijo, el apoyo emocional, en coherencia con
el control y las normas, promueven la empatía, el razonamiento internalizado y la
conducta prosocial, en otras palabras, los adolescente que practican, observan y
conviven en el afecto, desarrollan capacidad de compartirlo y aprenden a ser más
sensibles ante las necesidades de otras personas, mientras que los que viven en
hostilidad, se muestran más insensibles ante las necesidades de otras personas, lo
que contrasta con los resultados encontrados a través de la correlación de Pearson,
en donde se halló una correlación directa, positiva y significativa entre el estilo
autoritativo y la prosocialidad (Pearson =0,127; sig. 0,015) al nivel de
significancia de 0,05 (2 colas), indicando que el estilo autoritativo si favorece la
prosocialidad, a mayor estilo de crianza autoritativo, con la presencia de normas,
control, cuidados sin coerción o castigos severos propicia sujetos con capacidad
de empatía y ser sensibles ante las necesidades de otras personas.
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Fecha de 2019
publicación
Resumen Objetivo: Describir los factores psicosociales como predictores de la conducta
antisocial en el adolescente y su asociación con la conducta delictiva futura.
Metodología: Se revisaron antecedentes investigativos que demostraron cómo la
conducta antisocial se presenta con frecuencia en el inicio de la adolescencia, con
más incidencia en la población masculina y con mayores posibilidades de
presencia del delito en la edad adulta. Para intentar explicar la aparición de la
conducta antisocial desde un modelo conductual, se presenta la Teoría de
Sensibilidad al Refuerzo (SRT), que conceptualiza los sistemas básicos de
enfoque y evitación. Así mismo, y derivado del SRT, se expone el Sistema de
Enfoque Conductual (BAS), que explica la conducta antisocial desde las
actuaciones motivadas para alcanzar objetivos.
Conclusiones: Se puede concluir que, en relación al sexo, una muestra
significativa de población masculina es proclive al desarrollo de este tipo de
conductas antisociales en función de experimentar sensaciones estimulantes.
Autores como Bacon, Corr & Satchell (2018), señalaron que factores psicológicos
asociados a la conducta antisocial se reflejan en falta de empatía y
autorregulación emocional y física deteriorada e inteligencia emocional baja,
componentes que estaban con baja puntuación en la población femenina. En el
caso de las mujeres, se puede concluir que sólo se muestran comportamientos
antisociales con base en la impulsividad, pero sin enfocarse en un objetivo
determinado. También se puede concluir que la Teoría de Sensibilidad al
Refuerzo (SRT) explica de forma completa las causas de la CA, desde factores
biológicos hasta los factores psicológicos. Contextualmente, el factor económico
es el segundo elemento altamente predictivo de la conducta antisocial en los
adolescentes, pues el nacer en las condiciones de pobreza o presentar desventajas
económicas, implica que los jóvenes incurran en actividades delictivas como
medios para subsistir. A partir de la revisión también se encontró que Frick
(2016), sugiere que a nivel terapéutico tratamientos efectivos se destacan por la
necesidad de intervenir de manera inmediata en el desarrollo del individuo,
tratamientos integrales que incluyan el grupo familiar y la adaptación de las
intervenciones a las necesidades de los jóvenes, con objetivos que varíen de
cuerdo al contexto.
Descripción La adolescencia es una etapa del ciclo vital con una presentación de cambios que
del artículo conllevan al incremento de comportamientos, específicamente aquellos
relacionados con la conducta antisocial.
La adolescencia es una etapa en la que el individuo atraviesa una transformación
continua, relativa a los cambios biológicos, físicos, emocionales y sociales. En
este periodo de cambios en el adolescente, surgen también problemáticas
relacionadas con el comportamiento, donde en muchos de los casos son de tipo
antisocial, tales como hacer trampa en un examen o hurtar medios de transporte,
que se presentan en edades tempranas y que con el paso del tiempo pueden
trascender a comportamientos delictivos.
Cuando se instauran los comportamientos delictivos, esta problemática se
configura como una alerta a la población mundial, pues la conformación de
grupos adolescentes dedicados a la realización de actos delictivos aumenta los
índices de homicidios y lesiones en otros adolescentes y jóvenes.
Diversos autores concuerdan que los adolescentes que presentan conductas
antisociales y delictivas en edades tempranas durante un tiempo prolongado,
tienen una tendencia elevada de presentar las mismas conductas en la edad adulta.
Estas conductas antisociales suelen iniciar a los 12 años, donde se presentan
comportamientos desafiantes y de oposición, desobediencia y en muchas
oportunidades, evasión a la autoridad.
La adolescencia se ha convertido en una etapa crítica en el inicio y/o incremento
de dificultades en el comportamiento, particularmente en el antisocial y delictivo.
Biológicamente, los problemas de conducta en la adolescencia han sido
vinculados con el funcionamiento de los lóbulos frontales cerebrales que influyen
en la capacidad para planificar conductas y predecir los efectos de las propias
conductas sobre los demás y estos déficits forman alteraciones para procesar
información.
La impulsividad se ha asociado ampliamente con el comportamiento antisocial
adolescente, y no como una dimensión única de la personalidad, sino como una
construcción multidimensional. Igualmente ocurre con el constructo relacionado
con la búsqueda de sensaciones, entendido como la tendencia a desear y buscar
activamente las experiencias nuevas e intensamente estimulantes. La
impulsividad asociada a la búsqueda de sensaciones placenteras ocurre en la
adolescencia y, de forma significativa, en la población masculina.
Se ha demostrado que los recursos económicos del hogar y el contexto social
donde crece el individuo tienen una correlación sólida con el comportamiento de
los jóvenes, además, se señalan los resultados psicosociales al crecer en medio de
la pobreza, incluyendo el comportamiento antisocial y el desarrollo del delito.
Uno de los estudios criminológicos más investigados ha sido la relación entre la
desventaja socioeconómica y las altas tasas de criminalidad, como lo describe
Fergusson, Swain & Horwood (2004), donde en presencia de esa relación, se
incrementa: las tasas de castigo físico, abuso infantil, reducción en la atención
materna, cambios en las figuras parentales, problemas de conducta y atención,
bajo rendimiento educativo, absentismo escolar y consumo de sustancias
psicoactivas por afiliación con los pares.
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Conductas antisociales y delictivas en adolescentes infractores y no infractores.
Pensamiento psicológico, 6(13).
Elaborado el estado de arte del objeto de estudio de nuestro proyecto, pudimos ver que se han llevado
a cabo investigaciones que buscan identificar y analizar las razones que fundamentan el
comportamiento disocial y transgresor de las normas por los jóvenes, establecer la relación entre
prácticas parentales, conducta prosocial y conducta agresiva en niños y adolescentes, determinar la
influencia de la familia sobre las conductas antisociales en adolescentes e identificar desde la
psicología Jurídica la responsabilidad subjetiva del adolescente en conflicto con la ley de modo que
pueda darse cuenta de la relación con la justicia restaurativa en el Sistema de Responsabilidad Penal
para Adolescentes e igualmente describir los factores psicosociales como predictores de la conducta
antisocial en el adolescente y su asociación con la conducta delictiva futura, estos estudios e
investigaciones han sido de tipo cualitativo analítico, cuantitativo, de corte socio-lingüístico,
histórico-hermenéutico y de revisión histórica; en estos estudios, investigaciones y revisiones se han
tenido en cuenta adolescentes de diferentes instituciones educativas y diferentes dinámicas familiares
y sociales, concluyendo que los problemas derivados de la ilegalidad en las comunidades de habla son
un de las causas en la ruptura que existe entre los centros de producción de las normas y los
receptores, a su vez, el ser humano a medida que se desarrolla va asumiendo para su vida
razonamientos, normas, reglas, pautas y valores, que están inmersos en su cultura, en el contexto que
lo rodea y del cual él es un sujeto activo, es aquí donde las prácticas de crianza manejadas por los
padres juegan un papel muy importante siendo la forma que utilizan para educar a el niño con la
expectativa de convertirlo en un adulto socialmente responsable El funcionamiento familiar, en ambos
y el número de hermanos, en los varones, son factores protectores frente a las conductas antisociales.
Los factores de riesgo son: maltrato infantil y violencia entre los padres, en las mujeres; además del
consumo de alcohol en los padres, para ambos sexos.
Puede decirse que los adolescentes son producto de esas representaciones sociales, del mundo de la
vida, de su vida, su familia, la sociedad con sus códigos, valores, lógicas clasificatorias. Es lo que
introyectan y de manera adecuada o distorsionada les sirve para configurar sus propias opiniones,
creencias, valores y normas, desde donde se lanzan a la acción. Diversos autores concuerdan que los
adolescentes que presentan conductas antisociales y delictivas en edades tempranas durante un tiempo
prolongado, tienen una tendencia elevada de presentar las mismas conductas en la edad adulta. Estas
conductas antisociales suelen iniciar a los 12 años, donde se presentan comportamientos desafiantes y
de oposición, desobediencia y en muchas oportunidades, evasión a la autoridad.
La adolescencia se ha convertido en una etapa crítica en el inicio y/o incremento de dificultades en el
comportamiento, particularmente en el antisocial y delictivo. Mestre, Samper & Díez demostraron
encontrar relación entre los estilos de crianza con la conducta prosocial, puesto que ellos afirman que
la dimensión afectiva y la evaluación positiva del hijo, el apoyo emocional, en coherencia con el
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otras palabras, los adolescente que practican, observan y conviven en el afecto, desarrollan capacidad
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