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Árbol de problemas en negativo

Árbol de problemas en positivo


Objetivos

Resultado esperado 3: Resultado esperado 3: Resultado esperado 3:


Apoyar los programas de Reconocimiento de la Comprension de los códigos
educación sexual, para que consistencia y orden en la de convivencia y el
estén mejor informados dinámica familiar. reconocimiento a la
sobre los embarazos autoridad.
planeados.
Resultado esperado 2: Resultado esperado 2: Resultado esperado 2:
Incrementar las capacidades Contribuir al proceso de Guiar positivamente al
de los adolescentes para altas posibilidades de desarrollo adecuado de la
contrarrestar el consumo de empleo. salud mental.
sustancias psicoactivas.

Resultado esperado 1: Resultado esperado 1: Resultado esperado 1:


Empoderar a los Desarrollar habilidades que Concientizar a los jóvenes
adolescentes para conservar contribuyan al mejoramiento sobre las características de
la permanencia escolar. de la calidad de vida. un proyecto de vida integral.
Objetivo general: Identificar la importancia de las normas de convivencia social en los
adolescentes del barrio Lisboa en la localidad de Suba.
Objetivo específico 1: Objetivo específico 2: Objetivo específico 3:
Reconocer el papel que Explicar los procesos de Definir estrategias que
desempeña la presencia de socialización que incrementen la capacidad de
estilos de crianza por parte contribuyen a la soportar la presión de grupo
de padres o cuidadores. comprensión de los códigos frente a propuestas de
compartidos de convivencia resistencia a las normas.
social.
RAE MARCO DE REFERENCÍA
Nº Ficha 0
Nombre del Normas sociales
artículo
Autor(es) Cristina Bicchieri y Ryan Muldoon
Lugar de
Publicación
Fecha de 2011
publicación
Resumen Objetivo:.
Metodología:.
Conclusiones:
Descripción del Los adolescentes entrevistados hablan en torno a diferentes aspectos que
artículo evidencian su forma de pensar, en primera instancia respecto a la concepción
que tienen de la norma, la importancia de obedecer las normas jurídicas y la
forma de protestar cuando se considera que una norma es injusta. En segunda
instancia se evalúa la credibilidad que tienen frente a las instituciones del
Estado, su capacidad para garantizar derechos, y ante el cumplimiento de las
normas por la sociedad en general.
La investigación centra un especial interés en el tema de la justicia por cuenta
propia, las razones culturales para su aceptación y la importancia que le dan
para aceptar o rechazar esta práctica. Se estudia a los adolescentes, por estar en
una condición transicional fundamental, de cambio psicológico y formación
cognitiva, que los lleva a asumir una actitud de cuestionamiento, apatía y
escepticismo, contra el sistema y las instituciones. Más aún por los sistemas
normativos y su aplicación en la vida cotidiana.
El proceso investigativo se desarrolla en tres fases: 1) valoración de las
condiciones iniciales del grupo focal por medio de entrevista estructurada, para
establecer las razones que fundamentan su percepción de la norma, y, en
especial, del caso de estudio con relación al tema: justicia por mano propia. 2)
Implementación de entrevista semiestructurada con expertos para conocer su
percepción respecto al tema en estudio. 3) Clasificación de referentes
cognitivos en redes sociales y en medios de mucha influencia como el cine.
4) Consideración de factores de influencia provenientes del contexto como la
presencia de grupos armados, narcotráfico, desplazamiento, prostitución o
trabajo ilegal.
Para el análisis se parte del supuesto de la teoría de la asociación diferencial, la
cual fue primeramente formulada por Edwin Hardin Sutherland, en 1939, en la
tercera edición de su obra Principios de Criminología (inicialmente publicada
en 1924), con el objetivo de explicar la conducta criminal sistemática; en la
cuarta edición, en 1947, amplió sus tesis a todas las formas de conducta
criminal. Sutherland infiere que, para comprender la conducta criminal, es
necesario partir de un proceso de aprendizaje que involucre la comunicación y
la interacción. Otro supuesto científico del que se parte para teorizar la
investigación, es el denominado trastorno disocial de la conducta (TDC)
propuesto por Vermeiren, Schwab-Stone, Ruchkin, De Clippele y Deboutte,
quienes explican el comportamiento de los adolescentes en la vida social, a
partir de un desajuste en el cumplimiento de normas básicas e importantes para
la convivencia, lo que genera conductas delincuenciales.
La legalidad no es solamente el cumplimiento de la ley, su uso está ligado a la
vida sociopolítica, a la transparencia económica, a la dirección estatal, y sin
duda, a la creación de patrones conductuales para la sociedad y el individuo en
su conjunto.
Para incorporarse a la vida productiva, todo ciudadano debe antes desarrollar
un coeficiente intelectual alto y comprender y aplicar el uso de las normas en
todos los aspectos de su vida, la adhesión racional se realiza cuando ya se
entienden, aceptan y siguen las normas.
Cuando las personas no adquieren el conocimiento de las normas se ven
envueltos en formas comunes de delito, ya que la racionalidad y razonabilidad
jurídica es un principio fundamental para pensar la vida en sociedad.
El problema recae sobre los jóvenes, ya que por sus características
psicológicas, tales como la búsqueda de la identidad, ellos construyen sus
razones, sus argumentos, con el objetivo de afirmarse e independizarse de la
vida de los padres. Rechazan todo lo que sea autoridad, a raíz de la necesidad
de autoafirmación, lo que los lleva a retar y desafiar las leyes impuestas, y, sin
duda, a incorporar nuevas formas de moralidad. Tal situación, los vuelve
vulnerables a la manipulación de las mafias, y propensos a vulnerar las leyes,
ya que desconocen su origen, función y propósito.
Los entornos violentos, junto con los déficits de desarrollo cognitivo en la
escuela, y la disrupción familiar, inciden en la generación del trastorno disocial
de la conducta (TDC), el cual se caracteriza, según Ruchkin, por ser una
alteración de la personalidad que impide el cumplimiento de las normas
básicas para la convivencia social, generando patrones de conducta
delincuenciales.
Es importante establecer que la adquisición de un juicio normativo de adhesión
pasa por un proceso, en el que primero se adquiere un juicio normativo puro,
sea este moral o prudencial, verdadero o falso, y que sirve como sustento para
establecer una razón operativa que permita validar la acción humana. Para los
adolescentes, asumir un juicio normativo está siempre condicionado por los
juicios constatativos, ya sean estos falsos o verdaderos, pero al provenir de la
cultura, son incorporados y asumidos sin restricción.
La comprensión de la realidad normativa, sobre todo para los adolescentes y
jóvenes, se puede lograr por medio de un constante proyectar, en el que
diversas aproximaciones sucesivas, consigan un pensamiento meditativo que
se va modificando. Así, obtener una racionalidad jurídica es el resultado de
una constante búsqueda y penetración de sentido, ya sea para la comprensión
de la teoría pura o para aplicarlo en la vida práctica. Así, en los casos difíciles,
se requiere que los jóvenes que tienen tendencias hacia la delincuencia o hacer
el daño a otros, o que no están plenamente convencidos de la legalidad ni
creen en la justicia, debe aplicar el “ciclo hermenéutico” hasta que se logre la
interpretación correcta de lo comprendido a partir de la realidad de la norma y
no de un simple parecer.
Las dificultades que surgen a nivel familiar, es decir, en la relación con
adultos, se fundamentan en la existencia de negativas y re prendimientos hacia
el adolescente, ello por su forma de pensar o actuar, debido a la escasa
comprensión de las características que poseen en su etapa de desarrollo, en
donde los cambios en todo nivel del ser son múltiples. En esta situación, los
jóvenes tratan de mantener alguna estabilidad, para ello se apoyan en otros
jóvenes, de tal manera que al no encontrar comprensión a nivel familiar se
refugian una vez más en el grupo de pares. La relación que establecen los
adolescentes con sus grupos de pares tiende a la formación de pandillas, en
tanto se torna un espacio en que pueden socializar diversas temáticas y sentirse
plenamente identificados en pensamientos, creencias y opiniones, este grupo
suele ser una protección para el adolescente, un refugio ante estos cambios de
personalidad, pensamiento y de relación con el medio.
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Autor RAE Maria José Orozco Cardona

RAE ESTADO DEL ARTE


Nº Ficha 002
Nombre del Prácticas parentales y su relación con conductas prosociales y agresivas en
artículo niños, niñas y adolescentes de instituciones educativas.
Autor(es) Perez, Kethy L., Romero, Kelly, Robles, Johana L. y Flórez, Marianella.
Lugar de Revista Espacios ISSN 0798 1015 Vol. 40 (Nº 31) a19v40n31p08.pdf
Publicación (revistaespacios.com)
Fecha de 16 de septiembre de 2019
publicación
Resumen Objetivo: Establecer la relación entre prácticas parentales, conducta prosocial y
conducta agresiva en niños y adolescentes de dos instituciones educativas
públicas.
Metodología: La investigación se encuentra diseñada desde un paradigma
cuantitativo, así mismo, el tipo de estudio es correlacional, por cuanto buscó
establecer la relación existente entre prácticas parentales, conductas prosociales y
conductas agresivas en niños y adolescentes de 10 – 14 años.
El diseño utilizado para el desarrollo de la investigación fue de tipo transeccional,
con un muestreo de tipo intencional no probabilístico, como es el caso de la
presente investigación, que escogió la muestra, de acuerdo aquellos niños y niñas
con conductas prosociales y conductas agresivas, producto de las prácticas
parentales establecidas por sus padres y/o cuidadores de dos I.E públicas del
municipio de Ciénaga Magdalena, así mismo es transaccional llevándose a cabo
en un momento único del tiempo, es decir, en una sola medición.
La población con la cual se trabajó fueron 363 niños y niñas de 10 a 14 años
pertenecientes a los grados 5º y 6º de dos Instituciones Educativas Públicas del
Municipio de Ciénaga Magdalena, las instituciones están ubicadas en la zona
urbana del municipio, las dos instituciones cuentan con los niveles de educación
preescolar, media, primaria y secundaria.
Conclusiones: El ser humano a medida que se desarrolla va asumiendo para su
vida razonamientos, normas, reglas, pautas y valores, que están inmersos en su
cultura, en el contexto que lo rodea y del cual él es un sujeto activo, es aquí donde
las prácticas de crianza manejadas por los padres juegan un papel muy importante
siendo la forma que utilizan para educar a el niño con la expectativa de
convertirlo en un adulto socialmente responsable.
Descripción La Organización de Naciones Unidas, en un informe denominado “No hay
del artículo definición de familia, declara que la familia es el grupo fundamental de la
sociedad y medio natural para el crecimiento y el bienestar de todos sus
miembros, en particular de los niños”. Es aquí, en la familia donde se les imparten
normas, valores y principios que les permiten desarrollarse de manera integral
como futuros adultos inherentes en una sociedad planteando las diferencias en la
composición de esta, dejando un espacio abierto a todas aquellas familias que
están constituidas, pero que necesariamente no son un padre y una madre
únicamente.
Resulta muy importante abordar a la familia como núcleo fundamental donde se
originan muchas conductas del ser humano; teniendo en cuenta el postulado
teórico de Bandura y Walters, del aprendizaje social, el cual fundamentó la
investigación, planteando que toda conducta humana se aprende por observación
mediante modelado, teniendo en cuenta que si el ser humano en su proceso de
aprendizaje fuera de tipo directo, por ensayo y error se vería expuesto a
situaciones adversas por los errores cometidos durante su aprendizaje.
Desde la perspectiva del desarrollo positivo la adolescencia no la reconocen como
un periodo hostil, sino como una etapa de adquisición de conocimientos y
habilidades, que puede estar mediada con la forma de adaptarse al entorno y la
manera en que se asuman las prácticas de crianza, junto a las distintas
posibilidades de pensar, vivir y actuar.

Con sus estudios, Baumrind ha logrado demostrar que en los hogares donde el
estilo de crianza es autoritativo los padres prestan atenciones y cuidados y a su
vez se exigen ciertos niveles de control fomentando en los niños madurez y
competencia, Por el contrario, estos niveles no se consiguen si se utiliza una
disciplina autoritaria, de severidad en los castigos o abundantes restricciones y
protección excesiva, teniendo en cuenta estos resultados se puede considerar que
son consistentes con los obtenidos en la presente investigación, la cual arrojó que
existe una correlación directa, positiva y significativa entre el estilo autoritativo y
la prosocialidad indicando que el estilo autoritativo si favorece la prosocialidad,
entre más estructurado este el estilo autoritativo mayor prosocialidad.
Mestre, Samper & Díez demostraron encontrar relación entre los estilos de
crianza con la conducta prosocial, puesto que ellos afirman que la dimensión
afectiva y la evaluación positiva del hijo, el apoyo emocional, en coherencia con
el control y las normas, promueven la empatía, el razonamiento internalizado y la
conducta prosocial, en otras palabras, los adolescente que practican, observan y
conviven en el afecto, desarrollan capacidad de compartirlo y aprenden a ser más
sensibles ante las necesidades de otras personas, mientras que los que viven en
hostilidad, se muestran más insensibles ante las necesidades de otras personas, lo
que contrasta con los resultados encontrados a través de la correlación de Pearson,
en donde se halló una correlación directa, positiva y significativa entre el estilo
autoritativo y la prosocialidad (Pearson =0,127; sig. 0,015) al nivel de
significancia de 0,05 (2 colas), indicando que el estilo autoritativo si favorece la
prosocialidad, a mayor estilo de crianza autoritativo, con la presencia de normas,
control, cuidados sin coerción o castigos severos propicia sujetos con capacidad
de empatía y ser sensibles ante las necesidades de otras personas.
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Autor RAE Relfa Yadira Guzman Basto

RAE ESTADO DEL ARTE


Nº Ficha 003
Nombre del Influencia de la familia sobre las conductas antisociales en adolescentes de
artículo Arequipa-Perú
Autor(es) Renzo Rivera, Milagros Cahuana Cuentas
Lugar de Actualidades en psicología 30(120), 2016, 85-97 ISSN 2215-3535
Publicación 2215-3535-ap-30-120-84.pdf (scielo.sa.cr)
Fecha de Junio de 2016
publicación
Resumen Objetivo: Determinar la influencia de la familia sobre las conductas antisociales
en adolescentes no institucionalizados. La muestra consistió en 929 alumnos de
secundaria entre 13 y 17 años de edad.
Metodología: Se aplicó una batería de instrumentos sobre datos
sociodemográficos, conductas antisociales y funcionamiento familiar: relación,
satisfacción, cohesión, adaptabilidad y comunicación familiar. Se analizaron las
variables por medio de modelos de ecuaciones estructurales diferenciados por
sexo.
Conclusiones: El funcionamiento familiar, en ambos sexos, y el número de
hermanos, en los varones, son factores protectores frente a las conductas
antisociales. Los factores de riesgo son: maltrato infantil y violencia entre los
padres, en las mujeres; además del consumo de alcohol en los padres, para ambos
sexos.
Descripción La adolescencia es una etapa de transición de la niñez a la adultez, que conlleva
del artículo múltiples cambios físicos, cognoscitivos y psicosociales. Cuando los cambios
antes mencionados se combinan con problemas familiares y/o contextos
ambientales desfavorables, estos pueden influir en que los adolescentes presenten
diversos problemas comportamentales, entre ellos conductas antisociales y, como
consecuencia, lleguen a involucrarse en actos delictivos.
El concepto de conducta antisocial hace referencia, básicamente, a una serie de
actos que infringen las reglas o normas sociales y/o sean una acción contra los
demás, independientemente de su gravedad o de las consecuencias que a nivel
jurídico puedan acarrear. Dichas conductas pueden variar en su gravedad,
cronicidad y frecuencia de presentación, e incluyen una diversa gama de
comportamientos que están en relación con la edad y comprenden actos
legalmente definidos como delictivos; ya sea hurtos, vandalismo, piromanía o
asesinatos; hasta una variedad de conductas no delictivas como las acciones
agresivas, mentiras, absentismo escolar, falsificación de notas, fumar, beber
alcohol, fugarse de casa y otras más.
A lo largo de la literatura se han venido investigando diferentes teorías que
expliquen la génesis de la violencia y las conductas antisociales. Terrie Moffitt
propone una teoría taxonómica de la conducta antisocial, dividiendo esta en dos
tipos: la que persiste en el curso de la vida y la limitada a la adolescencia.
Los factores del funcionamiento familiar relacionados con las conductas
antisociales son: un clima familiar caracterizado por una pobre cohesión y falta de
normas claras, patrones de comunicación poco fluidos o comunicación rígida, una
pobre satisfacción familiar, presencia de violencia transgeneracional, que los hijos
presencien violencia entre sus padres o experimenten castigos físicos, estilos
educativos erróneos de los padres como la legitimización del castigo o maltrato
infantil y que los padres consuman drogas o alcohol.
Los resultados ponen de manifiesto la existencia de diferencias significativas
entre los adolescentes varones y mujeres. De manera específica, los hallazgos del
estudio indican que en Arequipalos adolescentes varones presentan más
conductas antisociales que la mujeres, lo que es concordante con estudios previos.
Esto, en general, induce a pensar que los hombres, comparados con las mujeres,
están en mayor riesgo de realizar actos antisociales y tienen mayor tendencia a
involucrarse en actos delictivos.
Los resultados hallados respecto a la estructura familiar muestran que una mayor
cantidad de hermanos influye en la aparición de las conductas antisociales en
adolescentes varones, mientras que en el caso de adolescentes mujeres no se
observó influencia alguna.
Otras variables de la estructura familiar como el tipo de familia (nuclear,
uniparental, reconstruida) o estado civil de los padres, no muestran relación con la
conducta antisocial de los adolescentes, lo cual discrepa con lo hallado por otros
investigadores que indican que, principalmente, la separación de los padres está
relacionada con diversas manifestaciones clínicas en los hijos, entre ellas, las
conductas agresivas.
Teniendo en cuenta las diferencias encontradas en la presentación de las
conductas antisociales y la influencia de los factores familiares entre varones y
mujeres, es necesario que en futuras investigaciones se tomen en cuenta las
variables individuales que han demostrado funcionar como mediadoras o
catalizadoras entre los factores familiares y la conducta antisocial, las cuales
pueden reducir o incrementar su influencia como son: personalidad, impulsividad
o búsqueda de sensaciones, autoestima, empatía, actitudes hacia la agresión o
problemas psicopatológicos. Otras variables a considerar son las ligadas al
ambiente escolar y social en el que vive el individuo y que se combinan con la
influencia de la familia para generar o no conductas antisociales en los
adolescentes.
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Autor RAE Lina María Martínez Fandiño

RAE ESTADO DEL ARTE


Nº Ficha 004
Nombre del Representaciones sociales en el adolescente sobre la norma y el delito
artículo
Autor(es) Consuelo Hoyos Botero

Lugar de Advocatus, ISSN-e 2390-0202, ISSN 0124-0102, Nº. 21, 2013, págs. 161-171


Publicación Representaciones sociales en el adolescente sobre la norma y el delito - Dialnet
(unirioja.es)

Fecha de 09 de octubre de 2013


publicación
Resumen Objetivo: identificar desde la psicología Jurídica la responsabilidad subjetiva del
adolescente en conflicto con la ley de modo que pueda darse cuenta de la relación
con la justicia restaurativa en el Sistema de Responsabilidad Penal para
Adolescentes (SRPA).
Metodología: la investigación cuenta un diseño cualitativo y un enfoque
histórico-hermenéutico que pretende comprender una realidad que tiene que ver
con la responsabilidad subjetiva del adolescente transgresor de la ley, vale decir,
de cómo el adolescente se hace cargo del acto transgresor para explicarlo desde la
lógica de su propia historia, en la cual juega un papel fundamental la justicia
restaurativa.
Conclusiones: Puede decirse que los adolescentes son producto de esas
representaciones sociales, del mundo de la vida, de su vida, su familia, la
sociedad con sus códigos, valores, lógicas clasificatorias. Es lo que introyectan y
de manera adecuada o distorsionada les sirve para configurar sus propias
opiniones, creencias, valores y normas, desde donde se lanzan a la acción. Si
estos adolescentes no tienen introyectada la responsabilidad penal, pues para ellos
delinquir es un problema solo por las consecuencias negativas que les genera la
sanción, menos tienen conciencia de la responsabilidad subjetiva consistente en la
asimilación real y coherente de su culpa que implica mucho más que esto: un
compromiso consigo mismo de no reincidir en el delito y una conciencia diáfana
de la necesidad de reparar a la víctima.
Descripción Las representaciones sociales constituyen sistemas cognitivos en los que se puede
del artículo reconocer la presencia de estereotipos, opiniones, creencias, valores y normas que
suelen tener una orientación actitudinal positiva o negativa, los cuales configuran,
entre otros, códigos, valores, lógicas clasificatorias que, en el contexto específico
de la realidad colombiana muestran un ser-deber ser- deber hacer de los jóvenes
sobre temas tan sensibles como la norma y el delito.
Los imaginarios sociales se fundamentan en la reconstrucción hermenéutica de
los mundos de la vida de los sujetos, en los cuales se ha de tener en cuenta las
dimensiones espacio-temporales. Es a través de lo simbólico como existe y se
expresa lo imaginario. Los contextos simbólicos son conjuntos de respuesta sobre
la tragedia, el amor, la moral, la muerte, la norma, el delito, etc. preguntas estas
planteadas a toda la sociedad y que cada una responde espacio-temporalmente de
forma variada, pero que en todos los casos dispone de una cosmología, de una
imagen del mundo con la que el individuo se identifica (o diferencia si pertenece
a otra sociedad como simbolismo diferente). Según Durkeim, este mundo de
significaciones sociales se estructura en torno a dos esferas arquetípicas: ‘lo
sagrado’ y ‘lo profano’, que delimitan y configuran el mundo para el hombre”.
Desde el contexto juvenil, según las entrevistas realizadas, “el delito es algo que
uno tiene que hacer para sacarse de encima un güebón”, manifiesta un joven que
estuvo privado de la libertad por homicidio. Y otro, “lo hice porque él me lo
debía”; uno más, “yo lo hice porque me nació, nadie me obligó”; hubo quienes
afirmaran que no cometieron el robo por necesidad, pues tienen lo necesario para
vivir, “a mí me mata la ambición, siempre quiero más”. Se observa cómo en estos
comentarios de los jóvenes se da cuenta de su actuar desde el deseo de transgredir
la ley para liberarse de un problema: el otro; o bien porque quiso hacerlo, no se
aprecia fuerza ni coacción de parte de nadie, es su escala de valores que le dice
qué debe hacer y por qué, sin que nada más le interese y esa escala de valores,
claro está, es la que él se ha construido con elementos tomados de su entorno,
“como todos lo hacen, ¿porqué yo no? ; o bien: de su contexto individual, “me
tengo que imponer para que me respeten”; incluso del ejemplo que ha recibido,
“allá (se refiere a su hogar) no veo sino desorden, peleas, chantaje, destrucción”;
también del espejo social: “al usted ver tanta corrupción en el Estado, eso le daña
a uno el corazón”.
Sus representaciones, su imaginario del delito se origina de una sola fuente: lo
que aprecian en la realidad social y cómo desafortunadamente el índice más alto
de delincuencia juvenil tiene su asiento en los estratos más bajos, más carentes,
con más problemas familiares por la ausencia de uno o ambos padres, por la
situación económica y, en fin por el entorno generalizado de violencia en el sector
con presencia de “combos” o “bandas” y por el consumo generalizado de
estupefacientes, entre otros, eso es lo que aprehenden; algunos pocos logran
liberarse gracias a los procesos educativos y a la presencia formativa de sus
padres.
No quiere decir lo anterior, que solo en los estratos bajos se infrinja la ley penal,
no, esta tendencia también está presente en los estratos altos, solo que las
motivaciones son diferentes. Sin embargo hay que afirmar que ni la pobreza, ni la
marginación social, ni los problemas son excusa o justificación para incursionar
en la delincuencia.
Como sujeto en formación que es, al adolescente se le debe proveer toda la
orientación necesaria, una guía que le permita acceder a criterios adecuados de
valoración de su vida y su conducta, un acompañamiento real y efectivo que
implique una revisión de sus patrones de comportamiento para acceder a cambios
sustanciales y a una mirada diferente frente al mundo, y su comunidad.
Se deduce de esta investigación que la falencia está en la falta de educación y
formación para que los adolescentes no sigan pensando que “tienen licencia para
delinquir”
Fuentes ARAYA UMAÑA, Sandra. Cuaderno de Ciencias Sociales, 127. Las
representaciones sociales: Ejes teóricos para su discusión. Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Costa Rica. http://www.flacso.
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Autor RAE Dina Luz Lesmes Rodríguez

RAE ESTADO DEL ARTE


Nº Ficha 005
Nombre del Factores psicosociales asociados a la predicción de la conducta antisocial en
artículo adolescentes
Autor(es) Rojas Hoyos Pilar Helena, Ovallos Parales Leidy Johana
Lugar de Repositorio Institucional Universidad Coorporativa de Colombia
Publicación http://hdl.handle.net/20.500.12494/15837

Fecha de 2019
publicación
Resumen Objetivo: Describir los factores psicosociales como predictores de la conducta
antisocial en el adolescente y su asociación con la conducta delictiva futura.
Metodología: Se revisaron antecedentes investigativos que demostraron cómo la
conducta antisocial se presenta con frecuencia en el inicio de la adolescencia, con
más incidencia en la población masculina y con mayores posibilidades de
presencia del delito en la edad adulta. Para intentar explicar la aparición de la
conducta antisocial desde un modelo conductual, se presenta la Teoría de
Sensibilidad al Refuerzo (SRT), que conceptualiza los sistemas básicos de
enfoque y evitación. Así mismo, y derivado del SRT, se expone el Sistema de
Enfoque Conductual (BAS), que explica la conducta antisocial desde las
actuaciones motivadas para alcanzar objetivos.
Conclusiones: Se puede concluir que, en relación al sexo, una muestra
significativa de población masculina es proclive al desarrollo de este tipo de
conductas antisociales en función de experimentar sensaciones estimulantes.
Autores como Bacon, Corr & Satchell (2018), señalaron que factores psicológicos
asociados a la conducta antisocial se reflejan en falta de empatía y
autorregulación emocional y física deteriorada e inteligencia emocional baja,
componentes que estaban con baja puntuación en la población femenina. En el
caso de las mujeres, se puede concluir que sólo se muestran comportamientos
antisociales con base en la impulsividad, pero sin enfocarse en un objetivo
determinado. También se puede concluir que la Teoría de Sensibilidad al
Refuerzo (SRT) explica de forma completa las causas de la CA, desde factores
biológicos hasta los factores psicológicos. Contextualmente, el factor económico
es el segundo elemento altamente predictivo de la conducta antisocial en los
adolescentes, pues el nacer en las condiciones de pobreza o presentar desventajas
económicas, implica que los jóvenes incurran en actividades delictivas como
medios para subsistir. A partir de la revisión también se encontró que Frick
(2016), sugiere que a nivel terapéutico tratamientos efectivos se destacan por la
necesidad de intervenir de manera inmediata en el desarrollo del individuo,
tratamientos integrales que incluyan el grupo familiar y la adaptación de las
intervenciones a las necesidades de los jóvenes, con objetivos que varíen de
cuerdo al contexto.
Descripción La adolescencia es una etapa del ciclo vital con una presentación de cambios que
del artículo conllevan al incremento de comportamientos, específicamente aquellos
relacionados con la conducta antisocial.
La adolescencia es una etapa en la que el individuo atraviesa una transformación
continua, relativa a los cambios biológicos, físicos, emocionales y sociales. En
este periodo de cambios en el adolescente, surgen también problemáticas
relacionadas con el comportamiento, donde en muchos de los casos son de tipo
antisocial, tales como hacer trampa en un examen o hurtar medios de transporte,
que se presentan en edades tempranas y que con el paso del tiempo pueden
trascender a comportamientos delictivos.
Cuando se instauran los comportamientos delictivos, esta problemática se
configura como una alerta a la población mundial, pues la conformación de
grupos adolescentes dedicados a la realización de actos delictivos aumenta los
índices de homicidios y lesiones en otros adolescentes y jóvenes.
Diversos autores concuerdan que los adolescentes que presentan conductas
antisociales y delictivas en edades tempranas durante un tiempo prolongado,
tienen una tendencia elevada de presentar las mismas conductas en la edad adulta.
Estas conductas antisociales suelen iniciar a los 12 años, donde se presentan
comportamientos desafiantes y de oposición, desobediencia y en muchas
oportunidades, evasión a la autoridad.
La adolescencia se ha convertido en una etapa crítica en el inicio y/o incremento
de dificultades en el comportamiento, particularmente en el antisocial y delictivo.
Biológicamente, los problemas de conducta en la adolescencia han sido
vinculados con el funcionamiento de los lóbulos frontales cerebrales que influyen
en la capacidad para planificar conductas y predecir los efectos de las propias
conductas sobre los demás y estos déficits forman alteraciones para procesar
información.
La impulsividad se ha asociado ampliamente con el comportamiento antisocial
adolescente, y no como una dimensión única de la personalidad, sino como una
construcción multidimensional. Igualmente ocurre con el constructo relacionado
con la búsqueda de sensaciones, entendido como la tendencia a desear y buscar
activamente las experiencias nuevas e intensamente estimulantes. La
impulsividad asociada a la búsqueda de sensaciones placenteras ocurre en la
adolescencia y, de forma significativa, en la población masculina.
Se ha demostrado que los recursos económicos del hogar y el contexto social
donde crece el individuo tienen una correlación sólida con el comportamiento de
los jóvenes, además, se señalan los resultados psicosociales al crecer en medio de
la pobreza, incluyendo el comportamiento antisocial y el desarrollo del delito.
Uno de los estudios criminológicos más investigados ha sido la relación entre la
desventaja socioeconómica y las altas tasas de criminalidad, como lo describe
Fergusson, Swain & Horwood (2004), donde en presencia de esa relación, se
incrementa: las tasas de castigo físico, abuso infantil, reducción en la atención
materna, cambios en las figuras parentales, problemas de conducta y atención,
bajo rendimiento educativo, absentismo escolar y consumo de sustancias
psicoactivas por afiliación con los pares.
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Autor RAE Viviana Carolina González Castillo

Elaborado el estado de arte del objeto de estudio de nuestro proyecto, pudimos ver que se han llevado
a cabo investigaciones que buscan identificar y analizar las razones que fundamentan el
comportamiento disocial y transgresor de las normas por los jóvenes, establecer la relación entre
prácticas parentales, conducta prosocial y conducta agresiva en niños y adolescentes, determinar la
influencia de la familia sobre las conductas antisociales en adolescentes e identificar desde la
psicología Jurídica la responsabilidad subjetiva del adolescente en conflicto con la ley de modo que
pueda darse cuenta de la relación con la justicia restaurativa en el Sistema de Responsabilidad Penal
para Adolescentes e igualmente describir los factores psicosociales como predictores de la conducta
antisocial en el adolescente y su asociación con la conducta delictiva futura, estos estudios e
investigaciones han sido de tipo cualitativo analítico, cuantitativo, de corte socio-lingüístico,
histórico-hermenéutico y de revisión histórica; en estos estudios, investigaciones y revisiones se han
tenido en cuenta adolescentes de diferentes instituciones educativas y diferentes dinámicas familiares
y sociales, concluyendo que los problemas derivados de la ilegalidad en las comunidades de habla son
un de las causas en la ruptura que existe entre los centros de producción de las normas y los
receptores, a su vez, el ser humano a medida que se desarrolla va asumiendo para su vida
razonamientos, normas, reglas, pautas y valores, que están inmersos en su cultura, en el contexto que
lo rodea y del cual él es un sujeto activo, es aquí donde las prácticas de crianza manejadas por los
padres juegan un papel muy importante siendo la forma que utilizan para educar a el niño con la
expectativa de convertirlo en un adulto socialmente responsable El funcionamiento familiar, en ambos
y el número de hermanos, en los varones, son factores protectores frente a las conductas antisociales.
Los factores de riesgo son: maltrato infantil y violencia entre los padres, en las mujeres; además del
consumo de alcohol en los padres, para ambos sexos.
Puede decirse que los adolescentes son producto de esas representaciones sociales, del mundo de la
vida, de su vida, su familia, la sociedad con sus códigos, valores, lógicas clasificatorias. Es lo que
introyectan y de manera adecuada o distorsionada les sirve para configurar sus propias opiniones,
creencias, valores y normas, desde donde se lanzan a la acción. Diversos autores concuerdan que los
adolescentes que presentan conductas antisociales y delictivas en edades tempranas durante un tiempo
prolongado, tienen una tendencia elevada de presentar las mismas conductas en la edad adulta. Estas
conductas antisociales suelen iniciar a los 12 años, donde se presentan comportamientos desafiantes y
de oposición, desobediencia y en muchas oportunidades, evasión a la autoridad.
La adolescencia se ha convertido en una etapa crítica en el inicio y/o incremento de dificultades en el
comportamiento, particularmente en el antisocial y delictivo. Mestre, Samper & Díez demostraron
encontrar relación entre los estilos de crianza con la conducta prosocial, puesto que ellos afirman que
la dimensión afectiva y la evaluación positiva del hijo, el apoyo emocional, en coherencia con el
control y las normas, promueven la empatía, el razonamiento internalizado y la conducta prosocial, en
otras palabras, los adolescente que practican, observan y conviven en el afecto, desarrollan capacidad
de compartirlo y aprenden a ser más sensibles ante las necesidades de otras personas, mientras que los
que viven en hostilidad, se muestran más insensibles ante las necesidades de otras personas.

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