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Alepo, punto final

La declaración conjunta publicada este lunes 22 por Rusia y EE.UU., que establece el
alto el fuego en Siria a partir del próximo 27 de febrero, da un respiro a la paz y abre
la posibilidad que, en un futuro cercano, no estalle una guerra atómica. Por qué el
mundo ha llegado a encontrarse al borde de su destrucción se explica a continuación.
Luego de la II Guerra Mundial surge este galimatías llamado Sistema Financiero
Mundial. La Conferencia de Bretton Woods –oficialmente Conferencia Monetaria y
Financiera de las Naciones Unidas– reunió a los 730 delegados de los 44 países
aliados en el hotel Mount Washington, en Bretton Woods (New Hampshire), Estados
Unidos, con vista a regular la vida monetaria y financiera internacional al término de
la II Guerra Mundial. Esta conferencia se desarrolló del 1º al 22 de julio de 1944.
En Bretton Woods, se establecen las reglas para el comercio y las financias entre los
países del mundo, se crea el BM, el FMI, se establece el dólar como moneda de
intercambio internacional, se adopta el patrón oro-divisas, en el que sólo los EE.UU.
tienen respaldo oro, que se comprometen a mantener su valor en 35 dólares la onza
-ahora vale 1300- y se les concede la facultad de intercambiar “dólares por oro a ese
precio sin restricciones ni limitaciones”. Los demás países deben fijar el precio de sus
monedas en relación con el dólar. Con este convenio, los EE.UU. conquistan el
mercado mundial para sus exportaciones y el libre acceso a las materias primas más
importantes del planeta.
La Guerra de Viet Nam provoca el quiebre del sistema, pues para financiarla los
EE.UU. emiten más dólares de lo debido, al extremo de que en la actualidad nadie, ni
siquiera la misma FED, sabe cuántos dólares circulan por el mundo. En 1966, el
General De Gaulle, Presidente de Francia, exige oro por las reservas francesas de
dólares, lo que provoca una crisis financiera mundial, pues si todos los tenedores de
dólares exigieran lo mismo no habría oro con que responder a dicha demanda; basta
con señalar que ocho billones de dólares es la totalidad del valor del oro extraído
hasta el día de hoy todo en el planeta. La situación se complica tanto que Nixon, en
agosto de 1971, elimina la convertibilidad del dólar en oro. Desde ese entonces, cada
vez que el presupuesto de los EE.UU. tiene déficit, la FED emite dólares, que presta
al gobierno de los EE.UU., que a su vez le paga con bonos, que la FED coloca de
manera casi obligatoria en la banca mundial.
A partir de la Crisis del Caribe se hace patente de que una nueva contienda no dejaría
títere con cabeza. Se cambia las reglas de juego y se logra infiltrar en el Campo
Socialista una quinta columna muy difícil de ser detectada por cualquier órgano de
seguridad, en este caso el KGB. Se vivía la Coexistencia Pacífica y el comercio entre
ambos sistemas permitió a los altos miembros de la nomenclatura comunista la
participación en chanchullos, con la correspondiente apertura de cuentas secretas; así
se fomentaron y formaron las mafias al interior del Socialismo Real, luego se buscó
el momento preciso para nombrar a un nuevo papa, crear el movimiento Solidaridad
y, por fin, la Perestroika; lo demás es historia conocida, la URSS fue derrotada casi
sin disparar un sólo tiro.
Tras el colapso de la URSS, la competitividad y la rivalidad dejaron de existir en la
historia mundial. Esto empujó a Occidente a realizar un proyecto de un mundo
unipolar que esté bajo el control de la supersociedad occidental. A juzgar por la
reacción histérica de EE.UU. y sus vasallos, la oposición a esta estrategia por parte de
la Rusia de Putin y de varios otros países se convirtió en una sorpresa desagradable.
¿Es capaz la Rusia moderna, si no de personificar un nuevo proyecto para la
humanidad, al menos de encabezar un movimiento por la creación de las condiciones
en las que sería posible una historia multipolar? En general, tomando en
consideración la historia de ese país, la experiencia acumulada, las tradiciones, la
mentalidad nacional y un alto grado de unidad en la sociedad debido a los
acontecimientos en torno a Ucrania, Rusia tiene el potencial necesario. Este potencial
se concentra en el ámbito político y espiritual.
Según el filósofo Zinóviev, el verdadero comunismo representado por la Unión
Soviética no sufrió un colapso porque tuviese defectos como tal o porque fuese
incompatible con la vida real, sino porque su desarrollo fue artificialmente
interrumpido. Mientras, es poco probable el renacimiento del comunismo en un
futuro previsible. La búsqueda de la identidad nacional, la formación de la idea
nacional de Rusia se realiza mediante el análisis de la historia, las tradiciones, el
patrimonio espiritual. Se reprocha a Rusia su conservadurismo, pero es un
conservadurismo que asegura la continuidad del progreso, la conservación y el
enriquecimiento de todo lo que pasó la prueba del tiempo y sirve como un seguro
punto de referencia del desarrollo.
Luego de la guerra, los Estados Unidos se hizo con bastiones imperiales en Europa
Occidental y Japón. Con estos puntos axiales como pilares, Washington construyó
después un arco de bases militares siguiendo el patrón marítimo británico, con las que
fue rodeando la isla mundial. Una vez arrebatado el control de los extremos axiales
de la isla mundial a la Alemania nazi y el Japón imperial en 1945, durante los
siguientes 70 años Estados Unidos aplicó capas cada vez más gruesas de poder
militar para contener a China y a Rusia dentro del heartland euroasiático. Despojada
de su cobertura ideológica, la ambiciosa estrategia de Washington de la "contención"
anticomunista de la época de la Guerra Fría fue poco más que un proceso de sucesión
imperial. Una Gran Bretaña agotada fue reemplazada en el control del "marginal"
marítimo, pero las realidades estratégicas siguieron siendo prácticamente las mismas.

Al momento de establecer una nueva Pax Americana posbélica, lo primero y básico


para contener el poder terrestre soviético sería la Armada estadounidense. Sus flotas
rodearían el continente euroasiático, complementando y luego suplantando a la
Armada británica: la Sexta Flota se instaló en Nápoles en 1946 para controlar el
océano Atlántico y el mar Mediterráneo; la Séptima Flota se estableció en la Bahía
Subic, Filipinas, en 1947, para controlar el Pacífico Occidental; y desde 1995 la
Quinta Flota se encuentra en Bahrein, en el golfo Pérsico.

La revolución iraní de 1979 supuso la pérdida de un país clave en el arco del poder
estadounidense alrededor del golfo, y dejó a Washington en la difícil posición de
tener que reconstruir su presencia en la región. Con ese fin y simultáneamente, por un
lado apoyaría a Sadam Husein en Iraq en su guerra contra el Irán revolucionario y,
por el otro, armaría a los muyahidines afganos más extremistas contra la ocupación
soviética de Afganistán.

Fue en este contexto en el que Zbigniew Brzezinski, asesor de Seguridad Nacional


del presidente Jimmy Carter, puso en marcha su estrategia para derrotar a la Unión
Soviética con una agilidad geopolítica absoluta, que todavía hoy sigue siendo poco
comprendida. En 1979 Brzezinski, un aristócrata polaco empobrecido que conocía
como pocos las realidades geopolíticas de su continente natal, convenció a Carter
para “Operación Ciclón” con un enorme presupuesto anual que alcanzó los 500
millones de dólares a finales de los 80. Su objetivo: movilizar combatientes
musulmanes para atacar el blando vientre centro-asiático de la Unión Soviética y
abrir una brecha profunda de radicalismo islamista en el heartland soviético. Lo que
simultáneamente iba a infligir una derrota desmoralizadora al Ejército Rojo en
Afganistán y dejar el “rimland” de Europa Oriental fuera de la órbita de Moscú.
“Nosotros no empujamos a los rusos a intervenir [en Afganistán]”, dijo Brzezinski en
1998, al explicar su hazaña geopolítica en esta versión Guerra Fría del Gran Juego,
“pero aumentamos a sabiendas la probabilidad de que lo hicieran [...] Esa operación
secreta fue una idea excelente. Tuvo el efecto de hacer caer a los rusos en la trampa
afgana”.

El antiguo asesor de Seguridad Nacional, Brzezinski, empezó a lanzar advertencias


sobre la ineptitud geopolítica de Washington. “Desde que los continentes comenzaron
a interactuar políticamente, hace aproximadamente cinco siglos”, escribió en 1988,
básicamente parafraseando a Mackinder, “Eurasia ha sido el centro del poder
mundial. La potencia que domine 'Eurasia' controlará dos terceras partes de las
regiones más desarrolladas y económicamente más productivas del mundo [...]
volviendo al hemisferio occidental y Oceanía geopolíticamente periféricos con
respecto al continente central del mundo”.

Simultáneamente, las autoridades chinas empezaron a colaborar con los Estados


vecinos en un gigantesco proyecto para integrar la red nacional de ferrocarriles en
una red transcontinental. Desde 2008 los alemanes y los rusos se unieron a los chinos
para construir el “Puente Terrestre Euroasiático”. Dos rutas este-oeste, el viejo
transiberiano al norte y una nueva ruta por el sur, a lo largo de la antigua Ruta de la
Seda a través de Kazajistán, deberían conectar toda Eurasia. Por la ruta sur, más
rápida, viajarán contenedores con productos manufacturados de alto valor añadido,
ordenadores y piezas de automóviles, que recorrerán 10.782 km desde Liepzig,
Alemania, hasta Chongqing, China, en tan solo 20 días, casi la mitad de los 35 días
que se tarda en transportar esas mercancías en barco.

En 2013 la Deutsche Bahn AG (empresa de ferrocarril alemana) empezó a preparar


una tercera ruta entre Hamburgo y Zhengzhou que ha reducido el tiempo de viaje a
15 días, mientras que la Kazakh Rail abrío una conexión Chongqing-Duisburg con
tiempos parecidos. En octubre de 2014 China anunció planes para la construcción de
la línea de alta velocidad más larga del mundo con un coste de 230 mil millones de
dólares. Según lo planeado, los trenes recorrerán los 6.920 km entre Beijing y Moscú
en solo dos días.

Para capitalizar unos planes de crecimiento regional tan asombrosos, en octubre de


2014 Beijing anunció la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras.
Las autoridades chinas ven esta institución como una futura alternativa regional y, a
la larga, euroasiática al Banco Mundial controlado por Estados Unidos. Hasta ahora,
a pesar de la presión de Washington para que no se unieran, 14 países clave,
incluyendo aliados cercanos de Estados Unidos como Alemania, Gran Bretaña,
Australia y Corea del Sur, han firmado como socios fundadores. Simultáneamente,
China ha empezado a establecer relaciones comerciales a largo plazo con zonas de
África ricas en recursos, con Australia y con el Sudeste Asiático, como parte de su
plan para integrar económicamente la isla mundial.

Se hace referencia al geógrafo y político inglés Sir John Mackinder (1861-1947) que
desarrolló la Teoría del Heartland, también llamada “Teoría de la Región Cardial”,
“Teoría del Corazón Continental”, “Área Pivote” o “Isla Mundial”. Según esta teoría,
el poder global en el futuro no radica en controlar las vías marítimas del mundo,
como lo imaginaba la mayoría de los británicos, sino en controlar una vasta masa de
tierra, que él denominó Eurasia, o sea, Europa Oriental y Asia Central. Para él, esta
zona, con una superficie de 53.000.000 km², el 36,2% del área terrestre, actualmente
habitada por 5.000 millones de personas, lo que equivale al 72.5% de la población
mundial, es el corazón del planeta, su Heartland.

Según Mackinder: “Quien gobierne el Corazón Continental dominará el Heartland;


quien gobierne el Heartland dominará la Isla Mundo; quien gobierne la Isla Mundo
controlará el mundo.” Esta teoría establece que en la zona, que se extiende entre los
ríos Volga y el Yangtze y desde el Himalaya hasta el Océano Ártico, por su
inaccesibilidad por mar, el aprovechamiento de los rápidos medios de comunicación
terrestres y por la explotación de los recursos del área, el poder terrestre tiene más
importancia que el marítimo, por lo que, la nación que la conquiste se convertirá en
una potencia mundial; escribe: “El futuro del mundo… depende del mantenimiento
de equilibrio de poder” entre las potencias marítimas como Gran Bretaña y Japón
situados en el marginal marítimo y “las fuerzas internas expansivas” dentro Eurasia
que se deben contener. Por lo que en el siglo XIX se dio una rivalidad estratégica,
llamada a veces “el Gran Juego”, entre Rusia, que controlaba el Corazón de Eurasia e
intentaba llegar a las aguas cálidas del Índico, y Gran Bretaña, que desde desde la
India intentaba contener este peligro. En pocas palabras, Mackinder concluyó que la
realidad geopolítica de la edad moderna se daba entre el poder marítimo contra el
poder terrestre o “la Isla Mundial versus el Corazón Continental”.

Esta teoría, posiblemente desarrollada por Mackinder debido a la fascinación que


sentía él por el crecimiento del poderío ruso, al mismo tiempo que expresaba su
visión del mundo, que influiría en la política exterior británica durante varias
décadas, formuló las bases de la geopolítica, el estudio de cómo la realidad física-
geografía de cada país determina su política, pues el clima, la vegetación, y la
ausencia o abundancia de recursos naturales inciden en las decisiones que sus
ciudadanos toman respecto a los problemas políticos que enfrenta. Así, la geografía,
bajo determinadas circunstancias, puede conformar el destino de pueblos, naciones e
imperios. De ahí que la política inglesa, y con posterioridad la del IMG (imperialismo
mundial globalizado), encabezado por los EE.UU., se fundamenta en evitar que el
Rusia y Alemania puedan aliarse para controlar Eurasia, pues ello implica la
constitución de un imperio contrario al orden mundial que ellos pretende establecer.
Al carecer de la visión geopolítica de Mackinder y su generación de imperialistas
británicos, las actuales autoridades estadounidenses no han sabido entender la
importancia y el sentido del cambio global radical que está teniendo lugar en la gran
masa de tierra euroasiática. Si China logra vincular sus emergentes industrias con los
enormes recursos naturales del heartland euroasiático entonces, posiblemente, como
Sir Halford Mackinder predijo aquella fría tarde londinense de 1904, “un imperio de
alcance mundial estaría a la vista.”

Ahora bien, pasemos a ver qué ha pasado en Siria. El fracaso total de la política de
dominación del IMG se daría con la derrota en el Oriente Medio de los terroristas del
Estado Islámico, EI, que se desespera ante el constante ataque aéreo de Rusia, los
avances del Ejército Sirio y ve que el juego se finiquita con la toma de la provincia
siria de Alepo por parte de las Unidades Kurdas de Protección Popular, YPG, cuyo
objetivo es combatir y expulsar al EI de los territorios que controla en Siria y cerrar la
frontera permeable con Turquía.
El que la aviación rusa y las Fuerzas Armadas de Siria alcanzaren en tan corto tiempo
los objetivos que el IMG no logró alcanzar en tantos años, causa gran detrimento a
sus operaciones camufladas. Decía el IMG que combatía al EI, pero en el fondo, y no
tan en el fondo, lo apoyaba. Si no, ¿cómo explicar que el EI fuera el que sacaba la
mayor tajada de esas operaciones? ¿Por qué lo hacían? Sólo el diablo lo sabe, pero se
sospecha que era para derrotar a Rusia, China e Irán, en la guerra contra los países
que amenazan su hegemonía.
El capítulo Siria es la continuación del que comienza en Afganistán, Irak y Libia y
que intenta remodelar el Medio Oriente según los intereses geopolíticos del IMG,
algo que está planificado desde hace mucho tiempo como una estrategia para
garantizar la seguridad de Israel. Como caballo de Troya, el IMG ha empleado a
Turquía, que hace mucho pide el cambio del gobierno Damasco y espera que luego
se someta a las demandas de Washington. Turquía fue la encargada de reclutar
combatientes contra los gobiernos de Libia y Siria. Durante varios años, Turquía ha
sido una pieza clave en los planes de Washington para el Medio Oriente, para lo cual
ha mejorando su capacidad militares en el Mar Negro y en sus fronteras con Irán y
Siria. Desde junio de 2011, habla de una invasión de Siria como una misión
humanitaria para establecer una “zona divisoria” y un “corredor humanitario”. En
agosto de 2011, desplegó soldados retirados y su reserva militar hacia la frontera con
Siria.
Por otra parte, los halcones del Congreso de EE.UU. comenzaron a exigir a principios
de 2011 que se atacase a Siria e Irán. Para lo cual se establecieron sanciones del
gobierno de Obama a Damasco, objetivo intermedio para luego atacar Irán y debilitar
a Rusia y China en la lucha por el control de eurasia EE.UU., pues una vez que
abandone Iraq habrá un corredor directo entre el Líbano y Siria con Irán. Arraigará la
dominación regional iraní y reforzará el Bloque de, que unirá a Irán, Siria, Iraq, el
Líbano y a los palestinos. Para evitar este peligro a sus intereses hegemónicos,
Washington y sus aliados intentan sacar a Damasco de la ecuación.

¿Por qué 'el malo de la película', el Presidente Putin, actúa en Siria? Pues porque
comprende que lo ocurrido en Yugoslavia, Afganistán, Irak y Libia, e iba a ocurrir en
Siria, era el preámbulo de lo que debía ocurrir en Rusia. Según sus palabras, “Los
extremistas en Siria claramente hablan de nuestra patria como de un enemigo y no
tratan de ocultar sus planes de expandirse hacia el territorio ruso y los países de la
Comunidad de Estados Independientes, CEI”. Por eso el 'establishment' de Occidente
lo odia, porque se les anticipó en ese juego macabro y recuperó para Rusia la
soberanía sobre sus recursos naturales.
En Alepo está por finalizar la película. Rusia les había señalado que sólo era posible
derrotar al EI en colaboración con Siria, algo que el IMG nunca aceptó. “Que primero
se vaya Bashar al Assad y luego veremos qué pasa”, dijeron convencidos de la
veracidad de las palabras de Putin de que sin la colaboración de EE.UU. era muy
difícil derrotar al EI. Pensaron: “¡Ah! Con que nos necesitan para derrotarlo, pues no
vamos a participar para que se estanquen en Siria como nosotros estamos estancados
en Afganistán e Irak”. Y ahora, cuando ven que el tiro les va a salir por la culata, se
juegan la carta turca.
En la provincia Siria de Alepo, las YPG están derrotando a los combatientes del EI.
Según el representante del Kurdistán sirio en Moscú, Rodi Osman, “Los kurdos
controlan un territorio significativo de Siria, disponen de destacamentos armados
propios, sin que nos propongamos separarnos de Siria; nuestro objetivo es alcanzar
una autonomía democrática como parte de ella; derechos para todos los que habitan
en Siria, sean kurdos, árabes, turcos o yazidíes”.
Por eso, Erdogan los tacha de terroristas, ataca desde Turquía sus posiciones en el
norte de Siria y decide crear una zona de seguridad en territorio sirio, todo esto para
ayudar al EI, y advierte a los combatientes kurdos que cesen en su empeño de
extender sus posiciones. Le está hablando a un pueblo que en su propio país defiende
su propio territorio. Después, el Primer Ministro turco, Davutoglu, sostiene que estos
ataques son una represalia contra las YPG, a las que denomina “terroristas de la
milicia kurda de Siria”. Todo lo que pasa, en buenas palabras, se llama agresión.
Para evitarla, Rusia presenta en el Consejo de Seguridad de la ONU un anteproyecto
de resolución que exige “poner fin a toda acción que atente contra la soberanía y la
integridad territorial de Siria y viole la resolución 2254 (sobre el arreglo en Siria)
torpedeando los esfuerzos para encauzar el proceso de paz”. Suena bastante racional.
¡Pero no! Este anteproyecto es rechazado por EE.UU., Francia, el Reino Unido y
otros tres miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Este
rechazo posibilita más aún el intento de Turquía de tomar el norte de Siria por la
fuerza, y defender así al EI.
Aunque las posibilidades de que Turquía invada Siria son altas, más que nada luego
del ataque terrorista del 17 de febrero en Ankara, sucede que en ese caso el Ejército
Turco se enfrentaría no sólo al sirio, convertido ahora, según escribe el periódico
británico 'The Independent', en “el más fuerte, el mejor entrenado y con la mayor
experiencia en la batalla en todo el mundo árabe… ¡Qué no se olviden sus vecinos de
esto!”, sino también a la aviación rusa y al Cuerpo de los Guardianes de la
Revolución Islámica, que no son un pelo de cochino.
Tampoco hay que olvidar que, según la Constitución de Turquía, el Ejército es el
garante del laicismo de la sociedad turca, por lo que es poco probable que las Fuerzas
Armadas de Turquía estén dispuestas a acompañar a Erdogan en su aventura por
imponer el islamismo en Siria, pues luego lo impondría en Turquía. Su Estado Mayor
considera que una hipotética invasión de tropas turcas a Siria sería posible luego de
una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU o de una decisión solidaria del
Parlamento, el Consejo de Seguridad y el Estado Mayor de Turquía. O sea, nunca.
Por lo que se debe esperar que el Ejército de Turquía no envíe tropas a Siria y que, a
lo máximo, continúe atacando las bases de los kurdos en Siria, en lo que está de
acuerdo con Erdogan, y realice operaciones de fuerzas especiales que garanticen sus
intereses, pero nunca una invasión, porque podría darse un enfrentamiento directo
con Rusia, lo que no le interesa para nada.
Vale la pena recordar que en la Conferencia de Seguridad Internacional en Múnich, el
Primer Miinistro Ruso, Dmitri Medvédev, se pronunció en contra de cualquier
operación terrestre en Siria. “Nadie está interesado en una nueva guerra, y una
operación terrestre (en Siria) sería una guerra en todo su sentido y de larga duración”.
Declaró que Rusia tomará decisiones sobre las operaciones de su Fuerza Aérea en
Siria en función del desarrollo de los acontecimientos, de sus intereses nacionales y
los acuerdos con Damasco. Dijo también que “Rusia está dispuesta a reanudar el
diálogo con la UE y EE.UU.”, pero puntualizó que Occidente debe “dar un primer
paso”. Según el canciller ruso, Serguéi Lavrov, toda operación terrestre en Siria “sólo
agravaría el conflicto”.
El acuerdo entre Rusia y EE.UU. es importante para poner fin no sólo a la guerra en
Siria sino para evitar una guerra mundial, que nadie quiere. En él se establece el
inicio del alto el fuego en Siria para el 27 de febrero a las 00:00. El plan prevé la
participación de todos los que acepten el acuerdo y de él quedan excluidos los grupos
terroristas Estado Islámico y Frente al Nusra, parte de al Qaeda. Hasta el medio día
del 26 de febrero, los grupos armados de la oposición y las Fuerzas Armadas de la
República Árabe Siria deben deben acordar el cese de fuego según la Resolución
2254 del Consejo de Seguridad de la ONU, que contempla la normalización pacífica
de la crisis siria y el cese de disparos de cohetes, morteros y misiles guiados
antitanque; asimismo, todos los bandos no deben intentar adquirir territorios de otros
bandos y facilitar el acceso de la ayuda humanitaria a todos los sectores afectados.
Luego de que los presidentes Putin y Obama aprobaran la iniciativa de alto el fuego
en Siria, empezaron las críticas a la viabilidad del acuerdo. “Francamente queremos
decir que en estas voces suenan llamados a la guerra y no a la paz”, sostuvo el
Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov.
Puede ser que Rusia y EE.UU. se peleen, y duro, pero ambas potencias comprenden
que una guerra entre ellas, con los armamentos actuales, acabaría con todo el planeta.
Por eso la guerra será sólo mediática y virulenta pero no atómica, pues la locura de
Erdogan puede ser grave, pero no da para contagiar a tantos.
Si la situación se llegara a complicar más aún, en Turquía podría darse un golpe de
Estado, como los que ya hubo en numerosas ocasiones en el siglo pasado, algo que
Erdogan no debería olvidar a menos que, parafraseando a José María Velasco Ibarra,
se quisiera lanzar sobre las bayonetas.
Rodolfo Bueno

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