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La Segunda Cumbre de la Tierra se celebró en Río de Janeiro, Brasil,

entre el 3 y el 14 de junio de 1992. Río fue la madre de las conferencias,


convenciones y declaraciones climáticas; principios relativos a los
bosques; lucha contra la desertificación; convenios sobre la diversidad
biológica; Agenda 21 o acción climática mundial para promover el
desarrollo sostenible. Sin embargo, también hay que decirlo: la mayoría
de estos convenios no tuvieron carácter vinculante, o sea, no se creó un
marco legal que obligara a los países o partes a cumplirlos. Es por esto,
en parte, que luego de transcurridos casi treinta años, la mayoría de las
metas no se ha alcanzado.

Se compone de 27 principios. Básicamente es una


reafirmación de los 26 Principios de la Declaración
de Estocolmo, equiparable con la Declaración de los
Derechos Humanos, orientada hacia la
normalización de las relaciones de los seres
humanos con el medio ambiente. Fue establecida
en la Primera Cumbre de la Tierra, también
conocida como «Conferencia de Naciones Unidas
sobre el Medio Humano», organizada en 1972 por
iniciativa de Suecia, en conjunto con la ONU.

Uno de los logros más destacados de la Cumbre


de Río fue el establecimiento de la Convención
Marco de las Naciones Unidas para el Cambio
Climático (CMNUCC), que entró en vigor en
marzo de 1994, con la premisa de reforzar la
conciencia pública a escala mundial sobre los
problemas relativos al cambio climático. Entre
los objetivos de la CMNUCC se destaca la
necesidad de estabilizar las concentraciones de
gases de efecto invernadero (GEI) en la
atmósfera para impedir riesgos en el sistema
climático.

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