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Título: Sesenta tesis sobre el recurso de apelación(*)

Autor: Chiappini, Julio

País: Argentina

Publicación: El Derecho - Legislación Argentina, 2019

Cita
Fecha: 10-06-2019 ED-CMVII-797
Digital:

1. Concepto A. – 2. Concepto B. – 3. Concepto C. – 4. Concepto D. – 5.


Naturaleza de la apelación. – 6. Objeto. – 7. Recurso de apelación.
Propósito. – 8. Considerandos de la sentencia. – 9. Considerandos de la
sentencia. – 10. Poder apelar es ejercicio del derecho a la jurisdicción. –
11. Renuncia al recurso de apelación. – 12. Sentencia sometida a apelación.
Naturaleza jurídica. – 13. Necesidad de gravamen. – 14. El agravio no
computable. – 15. El agravio debe ser actual. – 16. Agravio irreparable.
Concepto. – 17. Inapelabilidad en razón del monto. Inconveniencia de la
cortapisa. – 18. Inadmisibilidad del recurso por monto inferior, pero
consentido. – 19. Apelación sujeta al monto del agravio. – 20. Inapelabilidad
por el monto y honorarios. – 21. Apelación contra resolución futura. – 22.
Apelabilidad de un decreto del juez que asigna el efecto a un recurso
concedido por la Cámara. – 23. La limitación recursiva del art. 379 del
CPCN. – 24. Resolución que admite o deniega la intervención de terceros. –
25. Falta de sellado. – 26. Providencias que derivan de otras firmes. – 27.
Providencias simples. – 28. Providencia firmada por el secretario. – 29.
Sentencias interlocutorias. – 30. Sentencias dictadas por la CS. – 31.
Dictamen pericial consentido en primera instancia. – 32. Litisconsorcio
facultativo. – 33. Apelación eventual. – 34. Terceros que no participaron en
el proceso. – 35. Terceros. – 36. Audiencia de conciliación. – 37. Medidas
para mejor proveer. – 38. Discrepancias interpretativas. – 39. La aclaratoria
no suspende el plazo para apelar. – 40. Concesión del recurso. Casos de
dudas. – 41. Concesión del recurso. Casos de dudas. – 42. Concesión del
recurso. – 43. Denegación del recurso. – 44. Apertura de la alzada. – 45.
Poderes del tribunal de alzada. – 46. Apelación morosa. Facultades de la
alzada. – 47. Apelación adhesiva. – 48. Efecto devolutivo del recurso. Es una
excepción. – 49. Prueba en segunda instancia. – 50. Expresión de agravios.
Requisitos. – 51. Expresión de agravios. Remisión a presentaciones
anteriores. – 52. El informe in voce. – 53. Deserción del recurso. –
54. Reformatio in peius. – 55. Errores in procedendo y errores in iudicando.
– 56. Confirmación “por sus fundamentos”. – 57. La renuncia a un recurso
no implica la renuncia a otras impugnaciones. – 58. Costas si se rechazó el
recurso de nulidad y se acogió el de apelación. – 59. El recurso de apelación
es el más corriente. – 60. Críticas al recurso de apelación.

1. Concepto A

Es el remedio procesal mediante el que un tribunal de grado superior,


generalmente colegiado, revisa la sentencia de primera instancia, el
material de conocimiento y el derecho en que se funda, y la conforma,
revoca o modifica, con el fin de hacer justicia en el caso concreto: J.
Ramiro Podetti, Tratado de los recursos, Buenos Aires, Ediar, 1958, pág.
113.
Objeciones: las salas de las cámaras de apelaciones son tribunales de
composición pluripersonal. Y así sentencian, con votos por separado.
Actúan en colegio al dictar autos. Además, salvo por excepción, por
ejemplo, arts. 272 de la ley 24.522 de Concursos y Quiebras y 27 del CPCN,
no confirman decisiones del juez sufragáneo. Su función primordial es
acoger o rechazar los recursos. En cuanto a las normas que permiten que
solo voten dos vocales, son inconstitucionales. Ya que el espíritu de este
tipo de tribunales es que participen todos los integrantes del órgano. Y que,
si hay vacantes, se integre la sala. Se imaginó que dos vocales pueden decir
“A” y el tercero “J”, y determinar que al menos alguno de los otros cambie
de criterio. Con lo cual el fallo “se da vuelta”. Aunque lo correcto acaso
era “W”. Toda una sopa de letras.

La frase “de grado superior”, y retomamos, no está mal. Pero es mejor


hablar de instancia = grado del conocimiento judicial. Bien que la
palabra instancia es reprobada por muchos procesalistas (v. gr., Briseño
Sierra), ya que, con demasiados escrúpulos, aducen que puede confundirse
con el acto de postulación en el proceso. Temen las anfibologías.

2. Concepto B

Es el medio que permite a los litigantes llevar ante el tribunal de segundo


grado una resolución estimada injusta, para que la modifique o revoque,
según el caso: Hugo Alsina, Tratado teórico práctico de derecho procesal
civil y comercial, Buenos Aires, Ediar, 1961, t. IV, pág. 207.

Objeciones: nada importa si la resolución es justa o injusta. Lo que gravita


es su legalidad. De allí que el art. 3º del cód. civil y comercial yerra mucho
cuando exige sentencias razonablemente fundadas. Debió escribir
“legalmente fundadas”.

Alsina escribía muy bien. Y en esos casos las ideas vienen solas. Según
Borges, Stevenson reveló que “si se escribe con cierto rigor, se versifica; es
decir, que la forma más compleja del verso sería la prosa, no la poesía”.

3. Concepto C

Es un remedio procesal por el que las partes reclaman al tribunal superior


que dictó una resolución judicial que la deje sin efecto, dictando en su
lugar otra, que repare los agravios que le ocasiona la primera: José
Levitán, Recursos en el proceso civil y comercial ordinarios y
extraordinarios, Buenos Aires, Astrea, 1986, pág. 31.

Objeciones: no necesariamente un recurso de apelación acogido deja sin


efecto la sentencia impugnada. Ya que la revocación puede ser parcial.
Además, no siempre dicta “en su lugar otra”. Ya que, a veces, v. gr., en un
pedido de levantamiento de una medida cautelar registral denegado en
primera instancia y apelado con éxito, la sala ordena al juez de primera
instancia que obre en consecuencia. “Dictar otra” significa ejecutar. Y la
sala se abstiene de hacerlo. Posiblemente se crea, con error, que el
tribunal que dispuso la medida es el único que puede revocarla. Lo cierto es
que el apelante puede perderse un mes hasta que consiga su propósito. La
administración de justicia a veces carece de agilidad. Y es un servicio
público antes que un “poder judicial”. Un servicio público, tal como la
seguridad, la salud y la educación públicas. Las tres actividades que
mayormente justifican la existencia del Estado.

En cuanto a la palabra “remedio”, suele utilizarse. Pero es preferible


evitarla. Puede ser peor que la enfermedad.

4. Concepto D

“Es el remedio procesal encaminado a lograr que un órgano judicial


jerárquicamente superior con respecto al que dictó una resolución que se
estima injusta, la revoque o reforme, total o parcialmente”: Víctor de
Santo, El proceso civil, Buenos Aires, Universidad, 1987, t. VIII A, pág. 237.
Sigue a Palacio.

Objeciones: las resoluciones injustas, si se ajustan a derecho, son válidas.


En contra, con deficiente terminología, Cám. Civ. y Com. Santa Fe, sala 1ª,
Juris 81, 690.

El proceso procura una justicia formal, no material. Si obtiene ambas,


enhorabuena. Si obtiene una, al menos salvamos las papas. Y si no obtiene
ninguna, es una catástrofe. De cada dos sentencias, cada una perpetra una
de las dos fallas reseñadas. De manera que solo una de cada tres, y con
suerte, consigue que congenien entre sí las dos verdades. Y ninguna omite
errores de técnica judicial.
5. Naturaleza de la apelación

Este medio de impugnación procede, a veces, como recurso (cuando su


naturaleza exige sustanciación, por ejemplo, la que se deduce contra la
sentencia que pone fin al litigio), y otras, como reacertamiento (cuando no
admite sustanciación alguna, por no haber parte contraria o ser ella ajena,
por ahora, a la impugnación).

“Ejemplos del último caso se ven en la apelación contra medida


disciplinaria que afecta sólo al interesado y en la apelación contra la
denegación de una medida cautelar que podrá llegar a afectar al eventual
cautelado, pero que aún no lo hace”: Adolfo Alvarado Velloso, Lecciones de
procedimiento civil, Buenos Aires, La Ley, 2010, pág. 725.

6. Objeto

No se trata de un nuevo juicio acerca de una cuestión ya resuelta por el


juez inferior, sino un control de su motivación y decisión: Cám. Civ. y Com.
Santa Fe, sala 1ª, Juris 70, 103; sala 3ª, Zeus, 66, J 91. En contra, con
error, la apelación constituye un novum judicium: Cám. Civ. y Com. Rosario
en pleno, La Ley, 50, 93. Adolfo Alvarado Velloso critica esta
versión: Estudio del Código Procesal Civil y Comercial de la provincia de
Santa Fe, Rosario, Fundación para el Desarrollo de las Ciencias Jurídicas,
2014, t. 4, pág. 2723; obra actualizada por Nelson E. Angelomé.

Pisanelli interpreta que el recurso de apelación conlleva un doble examen y


un solo juicio. Según Mortara, esa versión incurre en una ficción; ya que, en
la alzada, aduce, se traba una nueva lucha entre las partes. Chiovenda,
algo rebuscado en esto, sigue a Pisanelli; pero asesta que la alzada no
reexamina la sentencia del juez inferior, sino la relación jurídica
controvertida, que es única y no puede fraccionarse.

¿Son debates bizantinos?

7. Recurso de apelación. Propósito

Con este recurso se ha querido garantizar los derechos de los litigantes


sometiéndose un mismo asunto a dos resoluciones; de manera que sea
menos posible el error judicial: Alberto M. Rodríguez, Comentarios al
Código de procedimientos en materia civil y comercial de la Capital de la
República Argentina, Barcelona, Seix Barral, 1914, t. I, pág. 344.

Máximo Castro también se esperanzó: “El remedio de la apelación es


necesario y utilísimo. Por él enmiendan los jueces superiores los agravios
que los inferiores causan con sus sentencias definitivas o interlocutorias,
por ignorancia o malicia; se suplen o corrigen las omisiones en que han
incurrido los litigantes al alegar y probar los hechos en que apoyaban sus
pretensiones; se evitan los perjuicios e inequidades que tal vez cometerían
algunos jueces inferiores, si no temieran que otros los descubriesen; y,
finalmente, con la intervención de muchos jueces se lleva una sensación de
seguridad al ánimo de los litigantes”: Curso de procedimientos civiles,
Buenos Aires, Biblioteca Jurídica Argentina, 1927, t. II, pág. 220. Bien que
citándolo, aunque omitiendo las comillas, Castro copió a José de Vicente y
Caravantes: Tratado histórico, crítico filosófico de los procedimientos en
materia civil, según la nueva ley de enjuiciamiento, Madrid, Gaspar y Roig,
1858, t. IV, pág. 7. Caravantes, a su vez, sigue a Febrero. Que a su vez
sigue al Conde de la Cañada (Instituciones prácticas…, parte II, cap. 2, Nº
2). Todo un rondó doctrinario.

Se confía en el sistema de posible autocorrección del Poder Judicial. Pese a


Martínez Estrada: “Todo optimismo es culpable”.

Ambrose Bierce define la acción de apelar: “En lenguaje forense, volver a


poner los dados en el cubilete para un nuevo tiro”: Diccionario del diablo,
Buenos Aires, Jorge Álvarez, 1965, pág. 18; traducción de Rodolfo Walsh.

Según José María Manresa y Navarro, el recurso de apelación se “concede


no sólo a favor de los litigantes, sino en beneficio de la sociedad en
general, como necesario para la más recta administración de
justicia”: Comentarios a la ley de enjuiciamiento civil, Madrid, Reus, 1929,
t. II, pág. 171.

Es que se parte de una ficción: cuantas más instancias recorra el proceso,


más probablemente se purgarán los vicios, si los hay, y se presume que sí, y
de allí el escalonamiento de impugnaciones, de las sucesivas sentencias.
Como si cada tribunal superior a otro fuese un laboratorio que se conjetura
más capacitado. Enrico Redenti incluso se refiere al fallo del juez de
primera instancia como “un primer experimento”: Derecho procesal civil,
Buenos Aires, Ejea, 1957, t. II, pág. 80.

Si creemos que las sentencias de un tribunal de segunda instancia siempre


serán mejores que las del juez inferior, ¿por qué no tramitar todos los
juicios en las cámaras de apelaciones? Y claro que dicha perplejidad es un
sofisma bien reprobado por Francesco Carnelutti: Sistema de derecho
procesal civil, Buenos Aires, Uteha, 1944, t. III, pág. 722. Lo que sí, si todos
los poblados tribunales superiores, todos sus miembros, aunque sea
divididos en órganos, en este caso, salas, se abocaran a revisar los fallos
recurridos, habría más probabilidades de éxito. Y, desde luego, si se
designaran solamente a muy buenos jurisconsultos en semejantes cargos.
Por lo contrario, en los sistemas precapitalistas y subdesarrollados hay
nombramientos escandalosos. O Bielsa: “Los concursos son de padrinos”.

En los países con meritocracia, las cosas salen bien. Y en los países


sin meritocracia, y ni hablar si las funciones públicas están en buena parte
corruptas por los acomodos, por el dinero o por la ignorancia, es imposible
que las cosas salgan bien. O tan posible como que de una explosión en una
imprenta surja un diccionario.

 
8. Considerandos de la sentencia

Los considerandos de la sentencia son inapelables, salvo que influyan en la


interpretación de la parte dispositiva: Cám. Penal Rosario, sala 2ª, Juris 14,
16; Cám. Civ. y Com. Santa Fe, sala 2ª, Juris 26, 128; Cám. Nac. Civil, sala
A, ED, 51-429; sala C, La Ley, 116, 734.

9. Considerandos de la sentencia

Los considerandos de la sentencia son inapelables, salvo que constituyan


una cosa juzgada con independencia de la parte dispositiva: Cám. Civ. y
Com. Santa Fe, sala 2ª, Juris 26, 128.

10. Poder apelar es ejercicio del derecho a la jurisdicción

Cám. Civ. y Com. Santa Fe, sala 1ª, La Ley Litoral 1999, 768. En realidad, el
derecho a la jurisdicción no se agota con poder acudir a un tribunal. Exige,
además, una sentencia legal. Por el hecho de poder litigar no ganamos
nada.

11. Renuncia al recurso de apelación

Está vedado por el art. 294 del cód. civil y comercial. Pero dictada la
sentencia, sí se puede resignar la apelación. Expresamente o tácitamente si
se omite recurrir. La frase “renuncio expresamente”, que a veces se
escribe, es pleonástica.

12. Sentencia sometida a apelación. Naturaleza jurídica

Mientras puedan interponerse recursos, es un acto sujeto a condición


suspensiva. Si la impugnación no se presenta, la condición no se cumple y el
acto se considera puro y simple. Si se presenta y la sala cohonesta la
sentencia del juez inferior en cuanto rechazó la apelación, se verifica una
voluntad originaria y otra confirmatoria: Eduardo J. Couture, Fundamentos
del derecho procesal civil, Buenos Aires, Depalma, 1969, pág. 341.

Según Jorge A. Clariá Olmedo, la sentencia apelada está condicionada en su


inmutabilidad, aunque cuente con imperatividad. Y “no adquiere firmeza
mientras el acto sea impugnable o impugnado, y mientras se tramite la vía
impugnativa. Tampoco le quita imperatividad al acto impugnable la
circunstancia de que el recurso ordinario generalmente suspenda la
ejecución o cumplimiento de lo resuelto u ordenado”: Derecho procesal,
Buenos Aires, Depalma, 1983, t. II, pág. 289.

En realidad, sí carece de imperatividad. Salvo que se vea como una legal


consecuencia del imperium como elemento de la jurisdicción. La apelación
somete la sentencia a condición resolutoria acaso de verificarse luego
un rescindere iudicium.

13. Necesidad de gravamen


La sentencia apelada ha de generar al apelante un agravio o perjuicio
personal: Lino Enrique Palacio y Adolfo Alvarado Velloso, Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación…, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 1996, t. 6,
pág. 69; Cám. Nac. Civil, sala D, La Ley, 1978-B-538; Sala G, La Ley, 1986-
B-247; Cám. Nac. Civ. y Com. Esp., sala 1ª, La Ley, 1977-C-240. Algunos
tribunales requieren que el perjuicio sea expresamente señalado.

Hay inexistencia de gravamen, cuando se obtuvo plena satisfacción en la


sentencia de primera instancia; y se carece de interés para apelar
alegándose discrepancia con los fundamentos del fallo. Salvo que esos
considerandos puedan tener efectos sustanciales: Cám. Nac. Comercio, sala
B, Doctrina Judicial, 1979-9-33; La Ley, 1979-A-298.

14. El agravio no computable

Es el que a través del cual “se ha desarrollado una actividad enjuiciadora


formalmente correcta (por haber efectuado una crítica razonada,
coherente, puntual, categórica, etc.), pero que parte de premisas
totalmente desconectadas con la realidad registrada en autos. Así, v. gr.,
cuando el apelante afirma que el a quo no ha ponderado argumentaciones
que vertiera oportunamente; y la lectura del expediente indica lo
contrario. La consecuencia de la calificación de un agravio como ‘no
computable’ es la misma que la contemplada para el gravamen que padece
de insuficiencia técnica; vale decir, que en ambos supuestos procede
declarar desierta la segunda instancia”: Jorge Walter Peyrano, Compendio
de reglas procesales en lo civil y comercial, Rosario, Zeus, 1997, pág. 172,
nº 537.

Es cierto. Con todo, el vocabulario podría acaso mejorarse. Porque la


apelación se declara desierta (puede verse acápite 53) cuando nada hay a
la vista. Nada escrito. Si algo hay, hay entonces que abocarse a considerar
el recurso. Y, acaso, rechazarlo. Con todo, la cuestión no pasa de ser una
logomaquia. O tal vez en orden a los honorarios: si nada se dijo, si, por
ejemplo, no se contestaron los agravios, no los hay. Lo mismo si una
expresión de agravios es declarada extemporánea: Chiappini, Problemas de
derecho procesal, Rosario, Fas, 2000, t. IV. pág. 393. En cambio, si hubo
rechazo, sí los hay. La palabra honorarios, después de todo, comparte
etimología con honor.

15. El agravio debe ser actual

En efecto, es improcedente la apelación respecto a resoluciones futuras:


Cám. Nac. Comercio, sala A, La Ley, 143, 283; Lino Enrique
Palacio, Derecho procesal civil, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1979, t. V,
pág. 86.

16. Agravio irreparable. Concepto

Se verifica “cuando no puede remediarlo la sentencia definitiva. No hay


reglas para determinar esta situación; por lo que debe apreciarse en casa
caso”: Salvador de la Colina, Derecho y legislación procesal. Materia civil y
comercial, Buenos Aires, Lajouane, 1910, t. II, pág. 190.
17. Inapelabilidad en razón del monto. Inconveniencia de la cortapisa

Se interpretó que discriminar entre “el monto del proceso del monto
disputado en último término (o ‘monto objeto de impugnación’), ¿no
implica acaso desconocer al proceso como unidad y forzar una distinción no
prevista legalmente (ubi lex…)? Lo cual resulta susceptible de inferir al
justiciable un agravio a la garantía constitucional de la defensa en juicio al
frustrar su acceso a una segunda instancia”: Atilio C. González en Medios
de impugnación. Recursos, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 1999, t. II, pág. 123.

En realidad, la interdicción en razón del monto sí está prevista legalmente:


art. 242 del CPCN.

Además, se sostuvo que la doble instancia no deriva de ninguna norma


constitucional: CS, Fallos 281, 67. Que no se conculca la defensa en juicio y
que, en todo caso, siempre está a mano el recurso extraordinario federal:
jurisprudencia en ese sentido en Marcelo López Mesa (dir.), Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación…, Buenos Aires, La Ley, 2012, t. II, pág. 914.

18. Inadmisibilidad del recurso por monto inferior, pero consentido

Se interpretó que “es admisible la apelación aunque el gravamen sea


inferior al monto mínimo de apelabilidad si el requerimiento fue consentido
por la contraparte”: Marcelo López Mesa (dir.), Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación…, Buenos Aires, La Ley, 2012, t. II, pág. 914. En
realidad, la apertura de la segunda instancia no depende de la voluntad de
las partes, incluso si el juez a quo concedió el recurso. La competencia
funcional surge de la ley: Cám. Nac. Civil, sala A, ED, 86-386; sala C, La
Ley, 1983-D-644-Nº 36.467; sala D, La Ley, 1984-B-142; sala E, ED, 81- 381;
sala F, ED, 92-701; sala G, La Ley, 1985-C-651; Cám. Civ. y Com. Villa
María, La Ley Córdoba 1986, 886. Sobre la razón de ser de este dogma,
Jorge W. Peyrano-Chiappini, Problemática procesal civil, Rosario, Vélez
Sarsfield, 1986, pág. 81.

Es que la pluralidad de instancias se desnaturaliza si depende solo de la


voluntad de los sujetos procesales (partes y juez) que intervinieron en
primera instancia: Cám. Civ. y Com. Rosario, sala 2ª, Zeus, 27-R 49-Nº
3126. Con todo, es incorrecto que refuerce este criterio sostener que la
segunda instancia es de excepción. En contra, con error, Cám. Paz Let.
Santa Fe, Juris, 62, 69.

Como explica José Virgilio Acosta, “la facultad de renunciar a la segunda


instancia no da derecho a crearla por asentimiento expreso o tácito de los
litigantes”: Procedimiento civil y comercial en segunda instancia, Santa Fe,
Rubinzal-Culzoni, 1981, t. I, pág. 173.

19. Apelación sujeta al monto del agravio

El art. 242 del CPCN es inconstitucional: Chiappini, Recursos procesales.


CPCN, Santa Fe, Panamericana, 2006, pág. 17; Problemas de derecho
procesal, Rosario, Fas, 2002, t. VII, pág. 291. Jaume Solé Riera reprueba los
topes: El recurso de apelación civil, Barcelona, Bosch, 1998, pág. 51.
20. Inapelabilidad por el monto y honorarios

El art. 242 privilegia los honorarios profesionales, pues los determina


apelables cualquiera sea su monto. La excepción fue introducida por la ley
26.536. En realidad, el art. 244, texto ley 22.434, ya decía lo mismo. De
modo que el ordenamiento incurrió en una superfetación.

Se trata de una anómala concesión a los letrados. Sus dineros o ingresos no


valen más que los de un acreedor. Incluso para algunos, si bien sopesados,
valen menos.

Antes de estas reformas, la doctrina y jurisprudencia mayoritarias sostenían


el mismo criterio, pero sin base legal. Incurrieron en un inexcusable error
de dogmática.

Respecto a cuál es el monto a tener en cuenta hay tres versiones: el del


recurso; cualquiera según interprete el juez, sobre todo si es menor al que
exige el art. 242 (tesis pretoriana); y el quantum demandado. La norma es
ambigua, pues habla de “monto cuestionado” y, enseguida, del monto a la
fecha de presentación de la demanda indexado, e, incluso, respecto al
capital que se reconozca en la sentencia. Lo correcto hubiera sido, en
países que navegan entre la inflación y la hiperinflación, fijar una cifra
en ius = dinero que bimestralmente determina la CS por delegación del
legislador. Esa apreciación serviría, además, para cantidad de asuntos:
honorarios, monto a depositar cuando ciertas quejas, multas por sanciones
disciplinarias o derivadas del Código Penal o de los ordenamientos de faltas
hoy en día a veces con ridículos llamados “de convivencia” y un nutrido
etcétera. No así en otras materias, por ejemplo, los alimentos, ya que
dependen de una ecuación muy variable: la necesidad del alimentado y la
capacidad del alimentante.

21. Apelación contra resolución futura

Es improcedente, salvo la apelación subsidiaria, arts. 241 y 248 del CPCN:


Jorge W. Peyrano, El proceso atípico, Buenos Aires, Universidad, 1993, pág.
183; Chiappini, Las apelaciones proféticas, en Táctica procesal civil,
Buenos Aires, La Rocca, 1990, pág. 198; Cám. Civ. y Com. Rosario, sala 2ª,
Rep. La Ley, XX-1134-Nº 57; Cám. Nac. Civil, sala A, ED, 41-280 y La Ley 82,
574; sala B, ED 33, 385; STJ Entre Ríos, Rep. La Ley, VI-1088-Nº 38; Cám.
Nac. Comercio, sala C, Rep. La Ley, XXVI-1257-Nº 37.

Con todo, José Virgilio Acosta explica que en la reposición con apelación en
subsidio sí hay apelación ad futurum: Agravio irreparable, Buenos Aires,
Ediar, 1978, pág. 146.

22. Apelabilidad de un decreto del juez que asigna el efecto a un recurso


concedido por la Cámara

Es apelable el proveído del juez que, de modo intempestivo, asigna efecto


devolutivo a un recurso concedido por la Cámara: Cám. Nac. Comercio, sala
E, JA, 1989-IV-412.
23. La limitación recursiva del art. 379 del CPCN

Debe interpretarse restrictivamente. Es decir, en casos de dudas,


concederse la apelación: Cám. Nac. Civil, sala F, ED, 86-383.

24. Resolución que admite o deniega la intervención de terceros

Es apelable: Cám. Nac. Civ. y Com. Esp., sala 1ª, La Ley, 1977-C-466.

25. Falta de sellado

Aunque se haya omitido exigir el sellado, igualmente el expediente debe


ser elevado a la alzada: Cám. Nac. Civil en pleno, JA, 1952-III-83; La Ley,
66, 753.

En efecto, rige el art. 252 del CPCN. Se interpreta que entre el derecho de
acceso a la justicia y los apetitos fiscales prevalece lo primero: Cám. Nac.
Comercio, sala D, ED, 104-679. La solución que propina la ley es de
liberalismo político, pero heterodoxa.

26. Providencias que derivan de otras firmes

Se interpretó que son inapelables: Cám. Nac. Civil, sala A, JA, 2001-III-228-
Nº 25; Enrique M. Falcón, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación…,
Buenos Aires, Astrea, 2006, t. 1, pág. 649.

27. Providencias simples

Solo son apelables si causan un gravamen irreparable en la sentencia: art.


242 del CPCN. Esos decretos son definidos en el art. 160. Se colige que hay
gravamen irreparable cuando la providencia impide o extingue el ejercicio
de una facultad o de un derecho procesal, impone el cumplimiento de un
deber o aplica una sanción: Cám. Nac. Civil, sala F, ED, 99-633; La Ley,
1983-B-766-Nº 4850.

Las providencias que nada deciden o que postergan la resolución sin


denegar definitivamente lo peticionado, en principio, no causan agravio y
son, por ende, inapelables: Cám. Nac. Civil, sala D, La Ley, 1984-A-431.
Pero sí son impugnables mediante el recurso de reposición: art. 238.

Según Enrique Vescovi, hay providencias simples que generan una litis


contestatio que las convierte en sentencias interlocutorias “encubiertas”. Y
ejemplifica; las que saltean etapas procesales: Los recursos judiciales y
demás medios impugnativos en Iberoamérica, Buenos Aires, Depalma, 1988,
pág. 122.

Supongamos que en un juicio ordinario el demandado contesta la demanda,


niega todo lo que está a la vista y pide el dictado del llamamiento de autos
para sentencia. En el trance, el juez puede
a) Acatar. Lo cual corresponde sobre la base del principio dispositivo del
proceso.

b) Denegar. Exigiendo que se obre conforme “al estado de la causa”.

c) Correr traslado de la postulación. Después de todo, y recita una tersa


rima: “Por correr un traslado ningún juez fue condenado”. Si el actor no
contesta, no es que condescienda. Simplemente perdió la chance de ser
oído. Y el tribunal debe nomás dictar el llamamiento: es el rey en el
ajedrez del proceso. Pero los litigantes son, como regla, los jugadores que
mueven las piezas. No así, es cierto, para los jueces activistas. Cuyo
gallardo adalid es Jorge W. Peyrano. Y su también bizarro contradictor,
Adolfo Eduardo Ramón Alvarado Velloso. Han urdido la más fenomenal
polémica, quizás, de la historia del derecho procesal civil. Según Sun Tzu,
las batallas se ganan o se pierden antes de celebrarse. Pero este no fue, no
es, el caso.

Napoleón arrasó, en la campaña de Austria, con sus tácticas marciales


novedosas. Y entonces un general prusiano lo censuró: “Gana. ¡Pero no es
científico!”.

d) Omitir pronunciarse. Con lo cual incurre en un vicio contra la


congruencia procesal, el de citra petita: omisión de proveer. Por descuido
o adrede. Adrede para así evitar, aunque sea por un tiempo, meterse en un
berenjenal.
Lo cierto es que, si ese llamamiento de autos se dicta y queda firme, el
actor pierde el pleito. Se quedó sin prueba. Y sin recursos a mano, pues
consintió ese irregular trámite. El principio dispositivo es hedonista: lo que
les gusta a las partes es ley incluso para el juez. Es un principio sibarita.

Según una afortunada clasificación de Niceto Alcalá-Zamora y Castillo, hay


tres tipos de jueces: el juez espectador (deja hacer); el juez dictador (él
hace lo que quiere) y el juez director del proceso; es el juez ideal. En este
caso que imaginamos, de un error en la petición luego no controvertida
aflige un resultado fatal para el demandante. Salvo que en tiempo y firma
haya deducido un recurso de reposición. Que si es rechazado, pues todo
puede suceder, le deja luego la chance del recurso de nulidad por el
tremendo vicio in procedendo.

Con todo, es posible, probable y a veces inevitable que yerre en la


calificación de su recurso y hable de apelación. Y que el tribunal de alzada
lo salve atento al principio iura novit curiae. Que se toma prestado del
derecho canónico ya sin cargo de devolución. Ambos derechos
amigablemente comparten, in utroque iure, el bondadoso aforismo.

28. Providencia firmada por el secretario


Conforme al art. 38 del CPCN, son insusceptibles de ser apeladas ni siquiera
en subsidio. Pero sí es apelable la resolución del juez que confirmó dicho
decreto (art. 242, inc. 3º): Cám. Nac. Civil, sala B, ED, 161-530.

29. Sentencias interlocutorias

Es indistinto que causen o no gravamen irreparable, ya que el art. 242, inc.


2º, del CPCN omite distinguir, basta que sean las establecidas en el art.
161: Oscar Enrique Serantes Peña y Jorge Francisco Palma, Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación y normas complementarias, Buenos Aires,
Depalma, 1983, t. I, pág. 585.

La importancia de estos fallos radica en que en algunos casos la decisión


puede dirimir el pleito. Por ejemplo, lo dispuesto acerca de una excepción
previa, de un acuse de caducidad de la instancia, de un planteo de nulidad
de la demanda o de una redargución de falsedad relativa a un documento
esencial: Carlos Enrique Camps, Código Procesal Civil y Comercial de la
provincia de Buenos Aires, Buenos Aires, LexisNexis, 2004, t. I, pág. 440.

La posibilidad de la apelación finca en si el acto encuadra o no en los incs.


2º y 3º del art. 242. En contra, “la cuestión de la apelabilidad de las
interlocutorias y providencias simples, debe por fuerza relacionarse con el
tipo de proceso en el que fueron dictadas (extremo que se relaciona con la
juricidad de la apelación como requisito objetivo de la misma)”: Osvaldo
Alfredo Gozaíni, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
Comentado y anotado, Buenos Aires, La Ley, 2006, t. II, pág. 43. Lo mismo
Jorge L. Kielmanovich, Recurso de apelación, Buenos Aires, Abeledo-Perrot,
1989, pág. 30.

30. Sentencias dictadas por la CS

Son insusceptibles de ser atacadas mediante el recurso de apelación. Con


todo, la parte puede acaso recurrir a la Corte Interamericana de Derechos
Humanos: CS, Fallos: 325, 1603. O, antes, promover un recurso de
revocatoria in extremis: CS, La Ley, 1995-E-84 y 1996-C-784; Doctrina
Judicial, 2004-3-28; Chiappini, Recurso de reposición, 2ª ed., Santa Fe,
Panamericana, 2010, pág. 289.

31. Dictamen pericial consentido en primera instancia

Luego resulta inviable que sea cuestionado en la expresión de agravios:


Juan José Azpelicueta y Alberto Tessone, La alzada. Poderes y deberes, La
Plata, Platense, 1993, pág. 183; Jorge W. Peyrano, Problemas y soluciones
procesales, Rosario, Juris, 2008, pág. 383.

32. Litisconsorcio facultativo

Respecto a los legitimados para recurrir, rige el principio de personalidad


del recurso. Es decir, los colitigantes que se abstuvieron de impugnar no
son favorecidos ni perjudicados por el recurso de apelación interpuesto por
otro litisconsorte: Cám. Civ. y Com. San Martín, sala 1ª, Juba nº B1951346.
33. Apelación eventual

El recurso de apelación es improcedente si solo se invocan perjuicios


potenciales. Ya que resulta inexistente el recurso ad eventum: TSJ
Neuquén, La Ley Patagonia 2011, 295.

34. Terceros que no participaron en el proceso

Se interpretó que resulta inviable se les imponga la autoridad de la cosa


juzgada debido a los límites subjetivos de dicha autoridad: Carlos Eduardo
Fenochietto y Roland Arazi, Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación…, Buenos Aires, Astrea, 1998, t. 1, pág. 767.

Esto lleva a que ese tercero no pueda apelar. Pero sí recurrir la providencia
que le niega su carácter: Cám. Nac. Civil, sala F, La Ley, 1981-A-218.

35. Terceros

Pueden apelar si han participado en el proceso por propia voluntad o a


requerimiento de alguna de las partes principales (arts. 90 y 94 del CPCN).
Incluso “la aseguradora citada en garantía, contra la sentencia consentida
por su asegurado”: Cám. Nac. Civil en pleno, La Ley, 1991-E-662; Jorge L.
Kielmanovich, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación…, Buenos
Aires, AbeledoPerrot, 2013, t. I, pág. 647.
Es decir, están legitimados para apelar “las partes y los terceros que
pudieren verse afectados, en la medida de su interés”: Augusto Mario
Morello, Gualberto Lucas Sosa, Roberto Omar Berizonce y Alberto
Tessone, Manual de códigos procesales en lo civil y comercial de la
provincia de Buenos Aires y de la Nación, La Plata, Platense, 1997, pág.
282.

36. Audiencia de conciliación

Es inapelable: Cám. Civ. y Com. Santa Fe, sala 1ª, Juris 26, 180. Pero las
partes no están obligadas a concurrir y menos, en caso de negativa, a ser
conducidas por la fuerza pública. En contra, con error, Luciano D. Juárez
en Explicaciones del Código Procesal Civil y Comercial de la provincia de
Santa Fe (director: Jorge W. Peyrano), Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2016, t.
I, pág. 153.

37. Medidas para mejor proveer

Son inapelables: Cám. Civ. y Com. Rosario, sala 1ª, Juris 34, 232. No
obstante, si fueron dictadas ilegalmente y gravitaron en la sentencia, son
luego admisibles y acaso procedentes los recursos de apelación o de
nulidad.

38. Discrepancias interpretativas

Se consideró que por esa sola circunstancia el recurso de apelación es


improcedente: Cám. Civ. y Com. Santa Fe, sala 2ª, Zeus 78, R 42, Nº
20.605. Criterio erróneo; sea que la interpretación sea de la ley o acerca de
cómo se calibraron los hechos y la prueba. En tanto, y pese a lo que
adoctrina la teoría egológica del derecho, se interpretan las leyes, no las
conductas o los hechos.

39. La aclaratoria no suspende el plazo para apelar

Chiappini, El recurso de aclaración. CPCN, Rosario, Fas, 2007, pág. 193;


Jesús Cuadrao, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación…, Buenos
Aires, Depalma, 1987, t. I, pág. 246; Raymundo L. Fernández, Código de
procedimiento en materia civil y comercial de la Capital de la Nación
Argentina concordado y comentado, Buenos Aires, Compañía Impresora
Argentina, 1944, pág. 301; Roland Arazi, Derecho procesal civil y comercial,
Buenos Aires, Astrea, 1995, pág. 496; Oscar Serantes Peña y Javier Clavell
Borrás, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación…, Buenos Aires,
Ethos, 1963, pág. 215; Cám. Nac. Civil, sala B, ED, 34-348; sala C, ED, 33-
391; sala D, La Ley, 1985-D-311.

En nuestra monografía citada al principio, de todos modos planteamos


diversas hipótesis, no toda conclusión ha de ser tajante. Con alguna menor
casuística al respecto, Augusto M. Morello, Aclaratoria de sentencia y
término para apelar (arts. 265, 272 y 273 del Código de procedimiento de
la provincia de Buenos Aires), JA, 1959-III-619.

40. Concesión del recurso. Casos de dudas


Si se duda acerca de si una resolución es apelable o no, se está por la
afirmativa; salvo que la ley expresamente lo prohíba. La misma solución
debe darse si existe un interrogante acerca de si se ha concedido o no la
apelación: Aldo Bacre, Recursos ordinarios y extraordinarios, Buenos Aires,
La Rocca, 1999, pág. 207.

41. Concesión del recurso. Casos de dudas

Debe admitirse la impugnación, atento al principio in dubio pro


appellatione o Appellatio admitenda videtir in dubio (Decio, Regula
iuris 201, 2): Cám. Civ. y Com. Rosario, sala 1ª, Zeus, 37-R 39-Nº 5,998;
sala 4ª, Zeus, 38-R 17-Nº 6.104; Cám. 1ª Civ. y Com. La Plata, sala 1ª, ED,
5- 432.

Por ejemplo, si el original de la cédula que dispone se expresen agravios


dice una fecha, pero la copia, una fecha posterior, se está a esta última:
Gabriel H. Quadri, Un estudio sobre la apelación, Buenos Aires,
AbeledoPerrot, 2010, pág. 1217. Lo mismo Roberto G. Loutayf Ranea, El
recurso ordinario de apelación en el proceso civil, Buenos Aires, Astrea,
1989, t. 1, pág. 54; Silvio Lamberti y Aurora Sánchez, Queja por apelación
ordinaria denegada, Universidad. Buenos Aires, 1997, pág. 51.

42. Concesión del recurso

La providencia es inapelable: Cám. Nac. Civil, sala D, ED, 87-796; sala F,


ED, 92-387; Cám. Civ. y Com. Tucumán, JA, 1981-II-264.

43. Denegación del recurso

La providencia es inapelable: Cám. Nac. Civil, sala B, ED, 78-233; sala C, La


Ley, 1984-A-487-Nº 36.523. Se debe acudir a la queja, recurso directo o de
hecho: art. 282 del CPCN.

44. Apertura de la alzada

Comienza con la concesión de la apelación o con la queja acogida. Cuando


se concede la apelación por parte del juez a quo, es porque el análisis de
admisibilidad que hizo es favorable. Siempre que se concede una apelación
es porque se ha declarado admisible. Pero este análisis es meramente
provisorio; porque la Cámara es el último juez de la apelación; y a pesar de
que el a quo haya declarado admisible la segunda instancia y haya sido
consentida por las partes, puede la Cámara declarar inadmisible la
apelación: Jorge W. Peyrano, Lecciones de procedimiento civil, Rosario,
Zeus, 2002, pág. 224.

Felizmente, las cámaras de apelaciones carecen del writ of certiorari,


vigente en los Estados Unidos desde 1925 y en la Argentina a través del art.
280, ley 23.774 de 1990; que además elevó de 5 a 9 el número de jueces de
la CS. Se trata de un instituto que habilita a resoluciones nulas y
omnipotentes. Puede verse la elaborada nota de Alberto B. Bianchi ¿Ha
fracasado el certiorari?: La Ley, 2004-A-1381.
45. Poderes del tribunal de alzada

Son los establecidos en el art. 277 del CPCN: Julio A. de Gregorio


Lavié, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación…, Buenos Aires, Ediar,
1985, t. I, pág. 628.

46. Apelación morosa. Facultades de la alzada

Se interpretó que puede declararse en cualquier momento antes de la


sentencia de segunda instancia: Colombo y Kiper, Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación, Buenos Aires, La Ley, 2006, t. III, pág. 47.
Discrepamos. Si el otro litigante nada dijo al contestar los agravios, a la
sala ya le precluyó dicha actividad de oficio. Solemos creer que la
preclusión es siempre horizontal. Sin embargo. La hay también vertical,
contra el tribunal. Por ejemplo, en un escrito, una parte insulta al juez.
Que mal puede luego, a los cuatro meses, aplicar sanciones disciplinarias en
la sentencia. Debió hacerlo en el lapso en el que debía proveer el escrito
injurioso.

47. Apelación adhesiva

Es la que puede deducir la contraparte de quien apeló oportunamente, al


contestar el escrito de fundamentación con el que esta sustentó su recurso:
Adolfo Armando Rivas, Tratado de los recursos ordinarios, Buenos Aires,
Ábaco, 1991, t. 1, pág. 249. No todos los ordenamientos contemplan este
instituto. El CPCN, v. gr., lo desconoce. Tal vez sea esa la mejor solución,
pues el proceso mal puede emular especulaciones bursátiles.

En cuanto a la terminología, Jaime Guasp censura la frase “adhesión al


recurso de apelación”. Pues halla de mejor factura hablar de “apelante
derivado” siendo el pionero el principal: Derecho procesal civil, Madrid,
Instituto de Estudios Políticos, 1968, t. UU, pág. 734. En todos los casos,
hay un proceso de apelación ya abierto: Leo Rosemberg, Tratado de
derecho procesal civil, Buenos Aires, Ejea, 1955, t. II, pág. 373. Agustín A.
Costa, en tanto, distingue entre apelación principal, adhesiva e
incidental: El recurso ordinario de apelación en el proceso civil, Asociación
de Abogados de Buenos Aires, 1950, pág. 87. Roberto G. Loutayf Ranea
comulga con esta clasificación: Adhesión al recurso de apelación, JA, 1975,
540.

Carlos Raúl Ponce entremezcla las resultas de la apelación adhesiva, pese a


que es desconocida por el CPCN, con las resultas de las sentencias que
condenan al cumplimiento de obligaciones solidarias o indivisibles. En cuyo
caso se desvanece el principio de la personalidad del recurso: La apelación
adhesiva e incidental, La Ley, 1987-A-1093. También Juan Carlos Hitters
llega a esta correcta conclusión: Técnica de los recursos ordinarios, La
Plata, Platense, 1988, pág. 344.

Uno de los mayores riesgos de la apelación adhesiva consiste en que, si se


declaró mal concedida la apelación principal, cae la adhesiva: Jorge W.
Peyrano, Compendio de reglas procesales en lo civil y comercial, Rosario,
Zeus, 1997, pág. 174, nº 543.
48. Efecto devolutivo del recurso. Es una excepción

En efecto, la regla es el efecto suspensivo. El efecto devolutivo solo surge


de la ley: Cám. Nac. Comercio, sala B, La Ley, 2004-B-376.

Es interesante mencionar “que la expresión efecto devolutivo representa


un antiguo resabio histórico que deriva del derecho romano, de una época
en que los magistrados inferiores ejercían su jurisdicción como delegados
del emperador, y se la devolvían cuando mediaba un proceso de apelación.
En el ínterin y mientras se pronunciaba la sentencia del superior, la
competencia del inferior quedaba suspendida”: María E. Itzigshon de
Fischman, Recursos en el proceso civil, Buenos Aires, Enciclopedia Jurídica
Omeba, 1981, t. XXIV, pág. 139.

49. Prueba en segunda instancia

Es de interpretación estricta: Manuel M. Ibáñez Frocham, Tratado de los


recursos en el proceso civil, Buenos Aires, Bibliográfica Argentina, 1963,
pág. 202. La versión está muy generalizada. Pero es falsa; la interpretación
es amplia sobre la base del principio in dubio pro probationem:
Chiappini, La apertura a prueba en la alzada es de interpretación amplia,
Jurisprudencia santafesina, 114, 95.

De todos modos, resulta inviable “introducir (…) medidas de prueba que se


hubieran omitido por error o negligencia en la instancia anterior”: Néstor
Jorge Musto y Oscar Daniel Benedetto, Código Procesal Civil y Comercial de
la provincia de Entre Ríos, Paraná, Delta, 2004, t. II, pág. 151.

50. Expresión de agravios. Requisitos

La expresión de agravios debe contener el estudio minucioso y preciso de la


sentencia que se apela y condensar los argumentos que demuestran los
errores cometidos por el juez a quo. Para que el tribunal de alzada pueda
apreciar las razones por las que el apelante se considera perjudicado en sus
derechos: Cám. Penal Santa Fe, sala 1ª, Zeus, 66, R 29, Nº 16.057.

La expresión de agravios debe contener una crítica razonada, objetiva,


precisa y seria de los errores que se atribuyen al fallo de primer grado,
denunciando en qué consisten, punto por punto; ya sea en la aplicación del
derecho o la apreciación de los hechos y su prueba: Cám. Nac. Civil, sala A,
La Ley, 1980-D-186; sala C, La Ley, 1984-C-464.

La expresión de agravios puede limitarse a repetir argumentos ya aducidos


ante el juez a quo. En contra, con error, Dardo Luis Cúneo, Recursos
ordinarios y de apelación extraordinaria, Rosario, Juris, 2008, pág. 104. Lo
mismo Adolfo Alvarado Velloso, Estudio… cit., t. 4, pág. 2867. Consideran
incumplida la carga procesal. Creemos refutar dicha versión en Julio
Chiappini y Julio E. Chiappini, La expresión de agravios que repite
argumentos, Doctrina Judicial del 14-9-16, pág. 11 = cita online
AR/DOC/1556/2016.
Se sostiene que los agravios solo conciernen a partes de la sentencia que el
apelante considera que le son desfavorables: Leonardo Prieto-
Castro, Derecho procesal civil. Primera parte, Madrid, Revista de Derecho
Privado, 1964, pág. 586; H. Eduardo Sirkin, El recurso de apelación. Su
forma y efectos, en Medios de impugnación, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni,
1999, t. I, pág. 89. En general es así. Pero no siempre. En ocasiones, por
ejemplo, el abogado recurre sus propios honorarios por altos. En un caso,
incluso, hará 40 años y desempeñándome como camarista civil y comercial
en Rosario, apestillé a la Caja Forense porque había consentido una
regulación escandalosamente elevada.

51. Expresión de agravios. Remisión a presentaciones anteriores

Conforme al art. 265 del CPCN, estas remisiones carecen de toda


relevancia: Lucio R. R. Gernaert Willmar, Manual de los recursos, Buenos
Aires, Abeledo-Perrot, 1985, pág. 49. No obstante, si los agravios se
sintetizan lo suficiente, la parte puede invocar antecedentes previos a fin
de no dar tanto la lata al tribunal. Señalándose lo relevante del agravio, es
posible la argumentación ad relationem. Muchas sentencias, después de
todo, revolean una proposición que creen científica y se limitan a fundarla
en un fallo propio o ajeno, incluso inédito. Condenan a la parte a procurar
los argumentos hasta por lugares recónditos. El tribunal tiene las mismas
obligaciones pedagógicas que el abogado. O en realidad muchas más.

52. El informe in voce

Contemplado en el art. 264 del CPCN, raramente es aprovechado por los


letrados. Antaño llamado informe de estrados, puede traducirse
como informe de viva voz. Oscar I. Rillo Canale lo define como “exposición
oral que hacen los abogados en una parte del proceso para refirmar los
alegatos que sirven de sustento a la pretensión del litigante que
patrocinan”: Enciclopedia Jurídica Omeba, Buenos Aires, 1982, t. XV, pág.
745.

Este informe podría ser apreciado como un tributo a la oralidad. Pero Jorge
W. Peyrano, siguiendo a Lascano, descree de esa versión, pues asocia la
oralidad con la prueba: “… cuando no hay prueba, la oralidad no es
necesaria y ni siquiera conveniente, a menos que se trate de cuestiones
simples, fáciles de considerar y resolver de inmediato; y el
informe in voce no es un medio de prueba sino de alegación”: Apostillas
procesales, Rosario, Orbir, 1981, pág. 65.

53. Deserción del recurso

Solamente se perpetra si se omitió expresar agravios en tiempo. Si se hizo


en tiempo, pero sin fundamentos, no hay ninguna deserción, sino rechazo
del recurso. En contra, Colombo y Kiper, obra citada, t. III, pág. 54. Con
todo, se basan en el art. 266 del CPCN; mal concebido, pues confunde la
deserción –carencia total– con la insuficiencia de argumentos. Si la
frase mutis por el foro no fuera relativa al teatro, sino a los tribunales, la
deserción sería eso.

La deserción de la instancia (o del recurso) se verifica cuando la expresión


de agravios es inadmisible, v. gr., por tardía. O, desde luego, si nunca se
presentó. El problema no es de aptitud, sino de presencia admisible de la
expresión de agravios: Chiappini, Problemas de derecho procesal, Rosario,
Fas, 2004, t. IX, pág. 312. En contra, ST Santa Fe, sala 2ª civ. y com., Juris
13, 220, con nota aprobatoria de Sasor (anagrama de mi maestro Miguel
Ángel Rosas Lichtschein).

Augusto M. Morello censura la liviandad con que a veces las cámaras de


apelaciones se desembarazan de expedientes: Acerca del abuso en la
declaración de deserción de la apelación, JA, 1978-III-750.

54. Reformatio in peius

El tribunal no puede empeorar la situación del apelante en los casos en que


no ha mediado recurso de su adversario o, dicho de otro modo, no es
posible reformar la resolución apelada en perjuicio del apelante único,
pues el juez de la apelación no tiene más poderes que los que le caben
dentro de los límites del recurso concedido: Carlos J. Colombo y Claudio M.
Kiper, cit., t. III, pág. 37.

La reforma para empeorar es vedada tanto en el proceso civil como penal.


Se consagra en el adagio tantum devolutum quantum appellatum. Piero
Calamandrei explica la cortapisa: “Igualmente en la apelación el nuevo
examen del juez de segundo grado se ejercita sólo en cuanto las partes lo
provoquen con su gravamen; en apelación, lo mismo que en primer grado,
la mirada del juez se halla limitada, y por así decirlo, por la mirilla del
principio dispositivo; y no está en condiciones de ver, sino lo que las partes
colocan dentro del campo visual contemplado desde esta estrecha
abertura”: Estudios sobre el proceso civil, Buenos Aires, Bibliográfica
Argentina, 1961, pág. 301.

El thema decidendum “de la alzada es totalmente autónomo del dirigido en


la instancia inferior; aquél queda fijado por los actos procesales idóneos
producidos ante la instancia revisora, especialmente a través de la
expresión y contestación de agravios o sus sucedáneos”: Jorge W.
Peyrano, El proceso civil. Principios y fundamentos, Buenos Aires, Astrea,
1978, pág. 67. Se verifica una presunción iure et de iure: quien se abstiene
de apelar consiente lo resuelto.

Como resolvió la CS, “los tribunales de alzada no pueden exceder la


jurisdicción del recurso interpuesto pues ello menoscaba el derecho de
defensa en juicio tanto en el orden civil regido por el principio de la
autonomía de la voluntad, como en el penal en los casos de reformas
perjudiciales al procesado”: Juris 29, 182. Ocurre que, como se ha dicho
con cierto empirismo, “el agravio es la medida del recurso”: Cám. Civ. y
Com. Rosario, sala 1ª, Juris 6, 405.

Según Adolfo Alvarado Velloso, el principio de la no reformatio es una


“garantía que reviste jerarquía constitucional”: Los recursos en el Código
Procesal Civil de Santa Fe, Centro de estudios procesales de Rosario, 1995,
pág. 12.

Se han hallado apartamientos legales al principio de la no reformatio: “…


excepcionalmente puede el superior modificar la parte no apelada de una
decisión jurisdiccional, como cuando en razón de la reforma de la
resolución recurrida es necesario hacer modificaciones sobre puntos
íntimamente relacionados con aquella reforma; cuando se presente la
apelación adhesiva o, cuando, por tratarse en tal evento de una materia
que siempre requiere examen previo por el superior, se le impone a éste la
declaración de que la relación jurídico procesal no se ha trabado
regularmente por falta de uno o algunos de los presupuestos del proceso”:
Alfonso Rivera Martínez, Derecho procesal civil, Bogotá, Leyer, 2018, pág.
549.

Si ambas partes apelaron, la regla de la reformatio se mantiene. En contra,


en ese caso “el superior resolverá sin limitaciones”: Luis Jaime Osorio
Rincón, Manual de derecho procesal civil, Bogotá, Leyer, 2016, pág. 215.

55. Errores in procedendo y errores in iudicando

Los primeros atañen al recurso de nulidad. Que comprende el de apelación:


art. 253 del CPCN. Los segundos atañen al recurso de apelación: Teresa A.
Vecilla y Carlos E. M. Villegas, Código Procesal…, Buenos Aires, Depalma,
1971, pág. 190.

Hay también errores in procedendo a la hora de la actividad in iudicando.


Por ejemplo, un tribunal pluripersonal de primera instancia
defectuosamente constituido que dicta sentencia. Es del caso el recurso de
nulidad. Bien que resulta aconsejable que, ad eventum, se expresen
agravios respecto al fondo del asunto. Porque el proceso es una moneda en
el aire. Saldrá pez o saldrá rana. Saldrá pato o gallareta. Las reglas del
proceso recién se conocen completamente cuando el proceso ha terminado.
Porque para los pesimistas, en derecho, dos y dos son cuatro. O veintidós.
O cualquier otro número que se le ocurra a la rueda de la fortuna.

56. Confirmación “por sus fundamentos”

La alzada puede basar así su sentencia: CS, La Ley, 98, 699; Jorge W.
Peyrano, en Peyrano-Chiappini, Tácticas en el proceso civil, Santa Fe,
Rubinzal-Culzoni, 190, t. III, pág. 111. Con todo, la apuntada comodidad,
antaño propinada con alguna frecuencia, ahora, por suerte, se ha
abandonado. Se la desconoce o se teme cometer una trasgresión técnica de
entidad.

57. La renuncia a un recurso no implica la renuncia a otras impugnaciones

En efecto, y, por ejemplo, si tras la sentencia una parte renuncia al recurso


de apelación, no por ello desiste del recurso de nulidad: Jorge W. Peyrano
en Peyrano-Chiappini, Comentarios procesales, Santa Fe, Panamericana,
1986, t. 2, pág. 63.

58. Costas si se rechazó el recurso de nulidad y se acogió el de apelación

Es posible y hasta algo corriente que la parte exprese agravios. Pero basta
con que uno solo de los recursos haya sido declarado procedente por la
Cámara para que la contraparte soporte el total de las costas de alzada:
Jorge W. Peyrano, Soluciones procesales, Rosario, Juris, 1995, pág.
147; Procedimiento civil y comercial, Rosario, Juris, 1991, t. I, pág.
131; Nuevas apostillas procesales, Santa Fe, Panamericana, 2003, pág. 189.

59. El recurso de apelación es el más corriente

Se interpretó que “constituye el más usual e importante de los recursos


regulados en nuestro ordenamiento procesal”: Santiago C. Fassi y César D.
Yáñez, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación…, Buenos Aires,
Astrea, 1989, t. 2, pág. 272.

Disentimos (del latín “sentarse en distinto lugar”). En efecto, mucho más


frecuente es el recurso de reposición. En cuanto a si hay recursos más
importantes que otros, es una afirmación carente de ciencia. La ciencia
jurídica no avanza con proposiciones cualitativas de ese tenor. Lo mismo si
se sostiene que la “apelación es el recurso por excelencia”: Adolfo Alvarado
Velloso, Introducción al estudio del derecho procesal. Tercera parte, Santa
Fe, Rubinzal-Culzoni, 2008, pág. 263. Y para Alfonso Rivera Martínez, “el
más utilizado de los recursos ordinarios”: Derecho procesal civil, Bogotá,
Leyer, 2018, pág. 525. ¿Más que el recurso de reposición? Se podría
prescindir de la apelación, pero no de la revocatoria.

60. Críticas al recurso de apelación

Nicolás Casarino las recopila, pero no asegura compartirlas: “En primer


lugar, dicen que en esta nueva instancia se siguen nuevos trámites, se
producen nuevas pruebas, alegatos, etc., prolongándose el juicio, lo que
origina gran pérdida de tiempo y nuevos gastos En segundo lugar, no hay
razón para esperar que la segunda sentencia sea más justa que la primera,
que si el primer juez se equivoca, también pueden equivocarse los jueces
de segunda instancia. En tercer lugar, enseñan que este recurso causa el
descrédito de las resoluciones judiciales y ataca la autoridad de la cosa
juzgada, dándole también causa a que se dude de la honradez y rectitud de
los jueces. Cree también que las resoluciones que se dicten en segunda
instancia pueden originar discusiones como las de primera y se pueden
atacar ante otros tribunales si existen cámaras o cortes de tercera
instancia. Por último, se dice que la apelación relaja la fuerza de los
deberes del magistrado; porque el juez que espera que otro superior
reforme sus errores o descuidos, no examinará ni meditará con atención tan
detenida el asunto que tiene a resolver”: Procedimientos judiciales, Buenos
Aires, Abeledo, 1917, pág. 321.

Marx dudó de si la crítica era la pasión del cerebro o el cerebro de la


pasión. En tanto, el espíritu crítico es constructivo. No así el espíritu de
crítica, que todo lo cuestiona, incluso mojando su pluma en vitriolo. Marx
Karl, no Groucho. Ya que, me dicen, algunos los confunden.

VOCES: DERECHO PROCESAL - PROCESO JUDICIAL - JUECES - SENTENCIA -


RECURSOS - RECURSO DE APELACIÓN - ABOGADO – CÓDIGOS

(*) Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes trabajos
publicados en El Derecho: Meditaciones sobre la Apelación (Solución de
cuestiones, vencimiento y ``devolución´´ implícita), por Juan José
Azpelicueta, ED, 195-1068; Meditaciones sobre la Apelación (La adecuación
oficiosa de costas y honorarios por la Alzada), por Juan José Azpelicueta,
ED, 200-950; Notas sobre las audiencias orales ante las cámaras de
apelaciones en el sistema procesal penal nacional y federal en la República
Argentina, por Gervasio Caviglione Fraga, EDPE, 1/2012-5; Prescripción,
apelación implícita y derecho al recurso: la doble instancia como garantía
convencional, por Toribio Enrique Sosa, ED, 257-780; Efecto traslativo de la
apelación (el tratamiento de cuestiones más allá de los agravios), por
Toribio Enrique Sosa, ED, 270-710; El recurso de apelación acogido
¿desplaza al previo recurso de nulidad? comprobaciones procesales y
prefilosóficas, por Julio Chiappini, EDLA, 2017-7. Todos los artículos citados
pueden consultarse en www.elderecho.com.ar.

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