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Aquel día habia intentado acabar con toda conciencia sobre su existencia, pero había fallado, ella

misma había calculado el porcentaje de error, tal vez consciente o inconscientemente, sabía que
no debía tomar su vida, debía seguir adelante a pesar de la nefasta consciencia de la diabólica
condición humana, debía seguir el ejemplo de aquel que sol que guiaba su camino, aquella flor de
loto que a pesar de las duras pruebas de la existencia seguía entregando amor en su camino. Pero
entonces que había pasado por su frágil consciencia humana, que la había llevado a trasgredir el
límite de la preciada vida, que había desbordado su mente y la había llevado a la locura por la
nada. Tal vez serían los poemas de Alejandra la que la había contagiado su obsesión con la nada y
con la no consciencia, o tal vez todo lo que había pasado tan rápidamente que su mente no fue
capaz de mantener su frágil cordura, las propias palabras habían originado la perdida y la
trasgresión del mayor limite, el de la propia existencia, el de enfrentar la propia nada. Tal vez eso
era lo que deseaba sentir la nada, pero tenía cierta fascinación en juguetear con la cordura y la
locura en su propia conciencia, tal vez esa obsesión la había llevado a perderse en sí misma, y
descubrir ese abismo insoldable de su frágil y tan engañosa cordura. Aquella noche le había
parecido lo más sensato, la pérdida total de esa miserable conciencia de ser mortal, era lo mejor
que podía pasar, como Cioran maldecía el nacimiento, el inicio de la conciencia de este drama sin
sentido, que llamamos existencia. Tal idea la había obsesionado de tal manera que había buscado
desesperadamente un lapiz y papel, planearía y calcularía su propia muerte, en aquel momento
intentaba organizar las ideas, pero su cabeza era un torbellino de contrariedades ¿cómo sería su
muerte? ¿ que le diría al mundo para excusarse por su cobardía? ¿Que excusa le diría a su sol a
punto de extinguirse? Como miraría a la cara a la mujer que dio su vida por ella, quien a pesar de
los avatares de la vida, había decido luchar por ellos, y renunció a acabar con su vida por su mano
propia? Como podía renunciar a los hermosos amaneceres, las noches misteriosas, los cielos
estrellados? ¿Sería la nada la tranquilidad y la felicidad que buscaba? ¿Sera el paraíso su destino o
la absoluta nada de la no conciencia?¿Mi absurda existencia tomara sentido en la propia muerte,
al dar vida en el flujo natural del todo?

Era terrible todo lo que había pensado aquella noche, había perdido la cordura en sus propios
delirios. Amaba terriblemente esta vida, amaba las maravillas que le ofrecía la naturaleza, cada
instante de vida era motor de existencia

Queera la mejor opción renun

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