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Universidad Católica de Temuco

Curso: Derechos Humanos y Sociedades.


Primer Módulo: Derechos Humanos y Sociedades

I.- NATURALEZA, HOMBRE Y SOCIEDAD.


UNA MIRADA RELACIONADORA A LA LUZ DE LA COMPRENSIÓN DE LOS DERECHOS
HUMANOS.1

1.- Antecedentes Preliminares

La lucha contra la injusticia quizá sea tan antigua como el hombre mismo, documentos de muy
diferentes culturas, se refieren a sanciones que se aplicaban a conductas consideradas injustas
o indignas, según el núcleo de valores que identificaba a cada pueblo.
Otra prueba, podemos encontrarla no tanto en la antropología cultural, como en la filosófica:
porque al mismo tiempo que percibimos lo que acontece, valoramos si las acciones propias y
ajenas se adecuan a unos cánones mínimos de convivencia. Y no sólo nos contentamos con
conocer la realidad, sino que intentamos modificarla de acuerdo a determinados valores.

En los albores de la humanidad, antes que las diferentes religiones se estructuraran como tales,
los mitos y cosmogonías propusieron cánones de conducta. Luego, en occidente -por el
esfuerzo griego de pasar de los mithos al logos- se dieron algunas escuelas filosóficas que
formularon pautas éticas de conducta, desde Sócrates y los sofistas hasta los estoicos y
cínicos.
En la actualidad, cuando la ciencia y la tecnología junto a ciertas ventajas han generado
problemas planetarios (desequilibrio ecológico, armamentismo, etc...) si bien persisten algunas
de tales orientaciones religiosas y filosóficas, la diversidad de credos e ideologías hace
necesario formular algunos criterios de conducta intersubjetiva, que asumiendo el pasado, haga
más justo el presente, en función de un futuro más humano.
Como veremos al momento de definir a los Derechos Humanos, éstos son algo que le es
debido a los hombres y a los pueblos por la eminente dignidad humana (expresión de valores
tales como la libertad, la igualdad y la solidaridad), que tiende a ser reconocido en legislaciones
internacionales y nacionales.
Tales legislaciones, no son fruto de graciosas concesiones de quienes en cada momento
histórico detentaron o ejercieron el poder político-económico (incluso ideológico), en diferentes
culturas; sino que, por el contrario, son verdaderas conquistas del poder social de hombres,
mujeres y pueblos que supieron organizarse frente a aquel otro poder que se resistía a
reconocerlos.

1
Apuntes de clases. Elaborado por los profesores tomando como base el texto de Agustín Squella: Introducción al Derecho,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2000.
Por ello, nos parece necesario comenzar planteándonos el tema del poder, como el contexto
teórico e histórico en el que surgen los derechos humanos, entendiendo a éste como el marco
cultural que posibilita la dialéctica entre naturaleza – hombre – Sociedad.

2.- El Hombre en la Naturaleza y en la Sociedad.


Una Mirada desde la Antropología Filosófica y Cultural.

Tanto la naturaleza como la sociedad constituyen el medio ambiente inevitable del hombre. Lo
que se busca explicar es que el ser humano posee una condición natural de existencia y una
manifestación de tal en grupo o sociedad.
El hombre vive en medio de la naturaleza, como es concebido y entendido por todos, nacemos,
nos desarrollamos y morimos instalados en medio de un cierto orden y disposición de las cosas
y fenómenos que componen lo que llamamos universo y en cuyo origen no ha cabido al hombre
ningún tipo de intervención. Lo cierto es que el hombre estuvo ausente de tales acciones
creadoras y nada tuvo que ver ni con el diseño ni con la formación de lo que en general
llamamos “naturaleza”: un todo autónomo, dotado de sus propias leyes, que el hombre se limita
meramente a descubrir, a enunciar de un modo racional y, eventualmente, a aprovechar en su
propio favor.

Ahora bien, distinta es la relación del hombre con la sociedad, porque por sociedad se entiende
una “agrupación de individuos que establecen vínculos y relaciones recíprocas e interacciones
estables. Más específicamente, la Sociedad es “una agrupación constituida sobre un territorio
por individuos humanos que, participando de una misma cultura y de unas mismas instituciones
sociales, interaccionan entre sí para el desarrollo de sus intereses comunes y la consecución de
sus fines, todo lo cual no excluye la existencia de conflictos entre los hombres que viven en
sociedad”2. De esta forma, siguiendo los postulados de Nino (1984), determinadas
circunstancias llevan a los hombres, al mismo tiempo, a entrar en conflicto unos con otros y a
buscar la cooperación (demostrada muchas veces a través de diversas formas organizativas las
cuales se institucionalizan por la cultura) de otros. Las caracterizaciones que provocan en el ser
humano la posibilidad de conflicto, también, según sus contextos sociales, posibilitan que estos
sujetos se muevan a colaborar mutuamente (o de forma cooperativa y/o consensual) para
eliminar o reducir los factores que determinan el enfrentamiento y limitar algunas de sus
consecuencias más desastrosas para el colectivo social.
Así, podemos establecer que entre la naturaleza, el ser humano y la sociedad existe la
mediación de la cultura, entendida a ésta como “la fábrica de significado con arreglo al cual los
hombres interpretan su experiencia y guían sus acciones (Geertz, 1973:144-145).
Para efectos de comprensión de este curso, es importante mencionar que se entiende a la
sociedad, por tanto, como una institución natural o convencional, o sea, se entienda que no
podemos vivir sino en sociedad (Aristóteles) o que a partir de cierto momento decidimos vivir de

2
Cf. Martínez, Antoni y Cortés, Jordi: Diccionario de Filosofía, en CDROM, Herder, Barcelona,1991.
ese modo por alguna razón (Rousseau y Hobbes), y se entienda, asimismo, que la sociedad
puso término a un estado anterior de felicidad (Rousseau) o a uno de infortunio (Hobbes), lo
cierto es que sin mucha dificultad podemos advertir que la naturaleza está regida por leyes
naturales, y en tanto que la sociedad está regida por reglas que en general llamamos “normas
de conducta” o simplemente “normas”.
Es importante clarificar que la diferencia entre naturaleza y sociedad nos lleva a la distinción
entre leyes de la naturaleza de normas de la conducta. Así, por ejemplo, planteamos que los
movimientos del sol, de la luna, los planetas, pueden ser explicados por ciertas leyes de la
naturaleza. Por otra parte, en la vida social, encontramos ciertas prohibiciones y mandatos, que
llamamos normas de conducta, tales como los diez mandamientos, las disposiciones que
establecen quienes pueden ser presidente de la República, los requisitos para obtener una
licencia de conducir, etc. Aún teniendo claridad en estas diferencias es fácil confundir leyes de
la naturaleza y normas por dos motivos. Uno, porque la distinción entre estas dos no siempre
estuvo clara en el entendimiento del hombre, dos, porque a veces llamamos “leyes” a las
“normas”.
Karl Popper3, uno de los filósofos más importantes del siglo XX, describe del siguiente modo la
diferencia entre leyes de la naturaleza y normas. Las leyes de la naturaleza describen
regularidades empíricas, mientras que las normas expresan directivas para nuestra conducta.
La fuerza de la directriz de la norma es matizada por la cultura – y por con siguiente en el
aparataje moral que ésta defina - y por las coordenadas de poder que la organización social
imprima al grupo. De esto último hablaremos en el módulo segundo de este curso.
Así, parafraseando a Popper, podemos establecer que las leyes de la naturaleza establecen lo
que es, o sea describen, mientras que las segundas establecen lo que debe ser, o sea
prescriben.
De este modo, el fenómeno cultural del derecho (o el sistema cultural del derecho) se enmarca
en esta lógica relacional entre naturaleza – hombre y sociedad. La normatividad de las
sociedades se institucionaliza a través del derecho y de las formas de ejercer “justicia” en los
diversos colectivos sociales, sean estos de las denominadas sociedades abiertas o industrial –
capitalistas o las sociedades cerradas o pre – industriales campesino – ganaderas.

3.- Concepción de Persona.


¿Cómo surge el concepto y cómo se comprende a la luz de los Derechos Humanos?

Ampliando la mirada más allá de los constructos filosóficos, podemos establecer que la noción
de persona tiene como materia prima de la naturaleza humana, la que es común a todos los
miembros de la especie. A ésta, cada uno de los sujetos de la especie añade características
que son causa de la diferenciación. La unión de esta naturaleza común y las características que
se superponen en el sujeto singular conforman la persona, es decir, un ser humano con
características propias, que lo hacen distinto.

3
Cf. Con Popper, Karl: La Sociedad Abierta y sus Enemigos, Ediciones Paidos, Barcelona, 1957.
La persona es, entonces, el ser humano singularizado en virtud de sus acciones y su
experiencia, que dan como resultado un sujeto único, o sea, distinto.

Por ello, cuando se acude a la persona se acude a nociones como la capacidad cognitiva,
emocional, creativa, etc., características que vinculan al sujeto a un conjunto de experiencias
que nutren lo propio o lo distinto, a diferencia de lo que ocurre cuando se habla de seres
humanos, donde la expresión se vincula a los rasgos comunes de la especie como ser vivo: ser
biológico, ser racional, ser social, ser volitivo y ser libre. Por estas razones, sicología moderna
nos plantea que no es lo mismo decir individuo que persona. Así, plantean, que el concepto de
persona es esencialmente positivo, pues los elementos de diferencia respecto de las otras
personas parten de él mismo y no de la negación de los otros. Es decir, la noción de persona
asume a la especie como un conjunto en el cual y desde el cual la persona se diferencia. Por
tanto, la persona es una síntesis, es decir, en ella concurren los elementos que aportan la
especie y las características surgidas de la experiencia de cada sujeto. No existe una persona
igual a otra. La diversidad de la comunidad humana permite la interacción de distintas formas
de ser, de distintas experiencias; la diversidad permite el encuentro y también el desencuentro,
ya que es difícil pensar que la convivencia pueda darse sin discrepancias o en código armónico
permanente. Por lo tanto, uno de los desafíos actuales consiste en la postulación de formas de
relaciones sociales en las cuales las personas puedan desarrollarse en plenitud de sus
potencialidades; esto significa que se encuentre garantizada la posibilidad para el desarrollo de
las acciones y la vivencia de experiencias que permitan a cada sujeto continuar con el proceso
de desarrollo personal y/o social.

Ahora bien, para el estudio de los Derechos Humanos es importante considerar que esos
derechos decaen directamente en personas, sujetos históricos poseedores de herencias y/o
tradiciones culturales específicas que los diferencian y vinculan unos a otros, pero que desde
una perspectiva antropológica y filosófica merecen su puesto en el mundo, según sea el
devenir que les toque vivir.

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