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A pesar de las iniciativas del gobierno mexicano por atender el problema de la obesidad en el país

se considera que este padecimiento está fuera de control, ya que la Organización Mundial de la
Salud (OMS) confirmó que México ocupa el primer lugar del mundo en obesidad infantil y el
segundo en adulta.

Aunado a ello, esta afección también se relaciona con la diabetes, pues un número significativo de
personas con exceso de peso tiende a desarrollarla.

Es por ello que, en México diversas investigaciones científicas se realizan año con año para así
tratar de prevenir o curar éstas afecciones.

Recientemente, el Instituto de Fisiología Celular (IFC) y el Programa Universitario de Investigación


en Salud (PUIS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) presentaron el libro
Advances in Obesity–Diabetes Research at UNAM, en el cual se indagan los orígenes, desarrollo y
nuevos abordajes para el tratamiento temprano de ambos padecimientos.

Editado por El Manual Moderno, el texto es el segundo del proyecto editorial del PUIS (que inició
con la obra Advances in Cancer Research at UNAM), y representa un esfuerzo por compilar
trabajos científicos de la Universidad en torno a temas de relevancia mundial.

En la presentación del texto, Jaime Mas Oliva, investigador del IFC, coordinador del PUIS y coeditor
de la recopilación científica, señaló que esta segunda obra significó indagar en los estudios sobre
los dos tópicos de suma importancia para el país.

El libro compila, en 224 páginas, 13 investigaciones colectivas desarrolladas por 47 autores


universitarios de las facultades de Medicina, Química, Ciencias y de Estudios Superiores (FES)
Zaragoza, así como de los institutos de Fisiología Celular e Investigaciones Biomédicas (IIBm).

En tanto, Marcia Hiriart Urdanivia, directora del IFC y también coeditora, comentó que “la
convocatoria fue acogida con gusto, aunque es un esfuerzo de investigaciones biomédicas al que
falta añadir análisis de las ciencias sociales y las humanidades, lo que haremos en un segundo
volumen”.

Asimismo, Mucio Moreno Portillo, director del Hospital General Manuel Gea González, de la
Secretaría de Salud, indicó que la obra es ejemplo del liderazgo y de la capacidad de la comunidad
de la UNAM; en cada capítulo, acotó, se enseña y muestra lo que se puede hacer desde el país a
nivel internacional.

Por su parte, Enrique Graue Wiechers, director de la Facultad de Medicina, comentó que diabetes
y obesidad son males complejos en los que inciden factores genéticos, educativos, económicos y
sociológicos, por lo que es deseable revisarlos también desde esas ópticas.

13 investigaciones

En el capítulo uno, el grupo encabezado por Carolina Escobar Briones, aborda la relevancia de los
ritmos circadianos para la homeostasis metabólica, la adaptación y para una vida sana; se
proporcionan evidencias que indican que las alteraciones en los ritmos metabólicos pueden
propiciar obesidad.
En el capítulo dos, Ruud M. Buijs y sus colegas destacan que una de las principales funciones del
reloj biológico (el núcleo supraquiasmático) es la de preparar a nuestro cuerpo para los cambios
diarios en los periodos de actividad y descanso. Sus estudios revelaron que si el núcleo
supraquiasmático es disfuncional se pueden desencadenar obesidad y diabetes.

En el capítulo tres, Marta Menjívar y su equipo analizan la relación entre el páncreas y la diabetes
tipo 2. Su investigación destaca que la pobre nutrición intrauterina y las modificaciones de la
secuencia de algunos genes son causa de ese padecimiento.

En el capítulo cuatro, María Teresa Tusié Luna y su grupo del Instituto Nacional de Ciencias
Médicas y Nutrición Salvador Zubirán refieren los componentes genéticos de la población mestiza
mexicana para el desarrollo de la diabetes tipo 2.

Asimismo, en el capítulo cinco, Marcia Hiriart y sus compañeros abordan la regulación de la


insulina en el desarrollo de la obesidad. Argumentan que el desarrollo pancreático durante los
estadios fetal, neonatal y el primer mes de vida es importante para tener un nivel glucémico
efectivo en la vida adulta.

Aunado a ello, en el capítulo seis, Víctor Manuel Mendoza Núñez y su equipo de la FES Zaragoza
demuestran que la conjunción del envejecimiento con la diabetes genera un efecto aditivo sobre
el estrés oxidativo y la inflamación, lo que incrementa el riesgo de complicaciones de macro y
microangiopatías, así como del deterioro cognitivo y de la depresión en la vejez.

Posteriormente, en el capítulo siete, Norma Bobadilla Sandoval y sus colaboradores del Instituto
Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, plantean el daño renal o nefropatía
diabética, una de las principales causas de muerte como consecuencia de la diabetes. Destacan
que en años recientes se ha incrementado la incidencia de ese padecimiento en el mundo y un
mayor desarrollo de nefropatía, afección progresiva caracterizada por alteraciones en la
hemodinámica renal.

En el capítulo ocho, Rocío Salceda Sacanelles, indaga las alteraciones neuroquímicas de la


retinopatía diabética, la segunda causa de ceguera en el país. Su estudio sostiene que, si bien esa
enfermedad se asocia a alteraciones vasculares, existe evidencia de que el tejido neural también
se daña. Sus resultados sugieren que los cambios en el metabolismo de glucosa representan un
paso inicial de ese mal.

En el capítulo nueve, Cristina Fernández Mejía y sus colegas del IIBm y del Instituto Nacional de
Pediatría, abordan a la enzima glucocinasa como una molécula blanco para el desarrollo de
medicamentos para combatir la enfermedad. Sostiene que su acción en el primer paso del
metabolismo de la glucosa, y su regulación hormonal y otros factores confieren características que
permiten el control de los niveles de esa sustancia en la sangre.

Cabe mencionar que en el capítulo 10, Juan C. Díaz Zagoya y su grupo de investigadores  presentan
un estudio para entender la relación entre obesidad y diabetes tipo 2; basado en varios modelos
animales y humanos, se relaciona el consumo de frutos, cianobacterias y almidón con la reducción
de hiperglucemia.
En el capítulo 11, Marco Antonio Juárez Oropeza, también de la FM, documenta que el alga
Spirulina tiene propiedades hipolipidémicas, antihiperglicémicas, antihipertensivas y
hepatoprotectoras, algunas de ellas relacionadas con su efecto antioxidante. Propone que la
Spirulinamaxima sea considerada como complemento en la prevención y tratamiento de pacientes
con diabetes, cirrosis, cardiopatía isquémica y enfermedades cardiovasculares.

Asimismo, en el capítulo 12, Adolfo Andrade Cetto, propone el uso de plantas mexicanas
tradicionales para el tratamiento de diabetes tipo 2, y ejemplifica con el uso de
Cecropiaobtusifolia, cuyo extracto acuoso probado en modelos animales y pacientes con esa
enfermedad mostró un efecto positivo sobre las concentraciones de glucosa plasmática y sobre los
niveles de hemoglobina.

Por último, en el capítulo 13, Martha Pérez Armendáriz señala el papel funcional de los canales
intercelulares en tejidos glandulares y, en particular, en las células beta-pancreáticas.

Finalmente, se espera la pronta distribución del libro, además de que se está en pláticas con la
editorial para que lo comercialice lo antes posible.

Iván Olvera

Efecto de la biotina sobre la expresión genética y el metabolismo

Effect of biotin upon gene expression and metabolism

*Alonso Vilches–Flores, "Cristina Fernández–Mejía

* Unidad de Genética de la Nutrición. Instituto Nacional de Pediatría.

** Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM.

Reimpresos: 
Biol. Alonso Vilches–Flores 
Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM. 
Unidad de Genética de la Nutrición. 
Instituto Nacional de Pediatría. 
Torre de Investigación, 4o. piso 
Av. IMÁN No.1 Col. Insurgentes Cuicuilco 
04530–México, D.F. 
Fax: 5606–3489 
Correo electrónico: crisfer@biomedicas.unam.mx

Recibido el 18 de octubre de 2004. 


Aceptado el 5 de julio de 2005.
 

ABSTRACT

During the last few decades, an increasing number of vitamin–mediated effects has been
discovered at the level of gene expression in addition to their well–known roles as substrates and
cofactors; the best recognized examples are the lipophilic vitamins A and D. Although little is
known about water–soluble vitamins as genetic modulators, there are increasing examples of their
effect on gene expression. Biotin is a hydro soluble vitamin that acts as a prosthetic group of
carboxylases. Besides its role as carboxylase cofactor, biotin affects several systemic functions such
as development, immunity and metabolism. In recent years, significant progress has been made in
the identification of genes that are affected by biotin at the transcriptional and post–
transcriptional levels as well as in the elucidation of mechanisms that mediate the effects of biotin
on the gene expression. These studies bring new insights into biotin mediated gene expression and
will lead to a better under–standing of biotin roles in the metabolism and in systemic functions.

Key words.  Biotin. Metabolism. Gene expression.

RESUMEN

En décadas recientes, diversas investigaciones han demostrado que las vitaminas afectan la
expresión genética. Los casos mejor estudiados son los de las vitaminas A y D. Existe menos
información para las vitaminas hidrosolubles sobre su efecto en la expresión de los genes, sin
embargo, se sabe que éstas también los modifican. La biotina es una vitamina hidrosoluble que
actúa como grupo prostético de las carboxilasas. Además de su función como cofactor de enzimas,
participa en el desarrollo embrionario, en la proliferación celular, en funciones inmunológicas y en
el metabolismo. Ha habido un notable avance en la identificación de genes cuya expresión está
regulada por la biotina. Asimismo, se han investigado los mecanismos moleculares a través de los
cuales la biotina efectúa estas acciones. Estos estudios brindan nuevas claves para entender el
papel de la biotina en la expresión genética, en el metabolismo, y en otras funciones biológicas de
esta vitamina.

Palabras clave. Biotina. Metabolismo. Expresión genética.

INTRODUCCIÓN

La biotina es una vitamina hidrosoluble del complejo B cuya función más conocida en los
organismos eucariontes es la de participar como grupo prostético de las enzimas acetil–CoA
Carboxilasa (ACC)(E.C. 6.4.1.2), tanto de la isoforma citosólica (ACC1) como de la mitocondrial
(ACC2); y de las enzimas mitocondriales piruvato carboxilasa (PC)(E.C. 6.4.1.1); propionil–CoA
carboxilasa (PCC)(E.C. 6.4.1.3) y metilcrotonil–CoA carboxilasa (MCC)(E.C.6.4.1.4). 1 Estas enzimas
participan en diversos procesos metabólicos tales como la gluconeogénesis, la lipogénesis y el
catabolismo de aminoácidos.
Además de la participación de la biotina en procesos metabólicos como grupo prostético, la
biotina modifica funciones biológicas como la proliferación celular, el desarrollo embrionario,
funciones inmunológicas y el metabolismo a través de un efecto sobre la expresión genética. 2,3 En
este artículo se revisa el conocimiento actual de las acciones moleculares de esta vitamina sobre la
expresión de genes, lo cual sirve como base en el entendimiento de la participación de la biotina
en el metabolismo y en diversas funciones biológicas.

METABOLISMO DE LA BIOTINA EN MAMÍFEROS

Los mamíferos no pueden sintetizar la biotina, por lo que es necesario su consumo en la dieta
diaria. La biotina se encuentra en los alimentos, en la mayoría de ellos unida al grupo ε–amino de
una lisina formando el dímero conocido como biocitina, péptidos biotinilados, o bien en forma
libre.4 Para su absorción se requiere romper este enlace semipeptídico por acción de la biotinidasa
pancreática.5 La biotina libre se absorbe por los enterocitos de la porción distal del duodeno y
proximal del yeyuno, y posteriormente pasa al torrente sanguíneo. La entrada a las células se lleva
a cabo a través de un transportador múltiple de vitaminas dependiente de sodio (SMVT) que
reconoce principalmente la porción del ácido valérico de la biotina. 6,7 El SMVT es una proteína
transmembranal que funciona como simportador electroneutro, introduciendo a la biotina y al
ácido pantoténico junto con el sodio, a favor de un gradiente de concentración.

Las carboxilasas son sintetizadas como apocarboxilasas, sin actividad enzimática, en el citoplasma.
Al unírseles la biotina covalentemente por acción de la holocarboxilasa sintetasa, se forma la
proteína activa u holoenzima.8Esta reacción se lleva a cabo en dos etapas: en la primera la biotina
se activa al reaccionar con una molécula de ATP, formando el intermediario biotinil–5'–adenilato.
En la segunda etapa el grupo biotinilo se transfiere a la apoenzima formándose un enlace
semipeptídico con un residuo de lisina, localizada dentro de una secuencia Met–Lys–Met
altamente conservada en todas las apocarboxilasas. 9 La biotina, como grupo prostético de las
carboxilasas, participa en el mecanismo de transferencia de un grupo carboxilo activado al
sustrato correspondiente.10

Posteriormente, la proteólisis de las holocarboxila–sas libera residuos de lisina unidos


covalentemente a la biotina (biocitina). Este enlace se rompe por acción de la biotinidasa, y de
este modo la biotina puede ser reciclada e integrarse como grupo prostético a nuevas carboxilasas
sintetizadas, o bien puede catabolizarse formando otros productos derivados y excretarse. La
síntesis de las holocarboxilasas y su catabolismo se denomina ciclo de la biotina.

EFECTO DE LA BIOTINA SOBRE LA EXPRESIÓN GENÉTICA

Observaciones que se realizaron en la década de 1960 sugerían que la biotina intervenía en


diversas funciones biológicas independientemente de su acción como grupo prostético de las
carboxilasas.11–13 En la actualidad se ha establecido que, además de su función clásica como grupo
prostético, la biotina modifica la expresión génica, tanto a nivel de la transcripción como de la
traducción. Este efecto es análogo al de otras vitaminas que, aparte de sus funciones como
sustratos y cofactores, regulan la expresión genética. Los ejemplos mejor estudiados son los de las
vitaminas A y D, que actúan como ligandos de receptores nucleares de la superfamilia de
receptores hormonales y de esta manera, afectan diversas funciones como la morfogénesis,
inmunidad, diferenciación y metabolismo.14

EFECTOS DE LA BIOTINA SOBRE LA TRANSCRIPCIÓN

La biotina participa en la regulación de la transcripción de diversos genes. Esto se ha demostrado


tanto para las enzimas que requieren de la vitamina como grupo prostético y sustrato, como son la
holocarboxilasa sintetasa (HCS),1516 la acetil coenzima A carboxilasa –1 (ACC–1), la propionil
coenzima A carboxilasa –A (PCCA),16 como para proteínas que no la requieren como cofactor;
entre estas últimas se han identificado a la glucocinasa hepática, 17 la fosfoenol–piruvato
carboxicinasa hepática,18 la glucocinasa pancreática,19,20 la insulina,20,21 el factor transcripcional
PDX–1,21 la interleucina 2 y el receptor de interleucina 2, 22,23 los factores transcripcionales NF–
kB,2 N–myc, c–myb, N–ras y raf.24 La acción de la biotina sobre la expresión genética parece ser
muy amplia: en un estudio de microarreglos en células mononucleadas de sangre periférica
humana, se encontró que la biotina afecta positivamente la expresión de 139 genes, mientras que
disminuye la de otros 131.25 Los mecanismos moleculares a través de los cuales la biotina produce
su acción sobre la expresión de algunas de estas proteínas han sido estudiados, y se describen en
secciones posteriores de esta revisión.

Efectos de la biotina sobre la traducción

La biotina afecta la expresión de genes a nivel pos–transcripcional. Investigaciones efectuadas por


el grupo de Stacker,26–30 encontraron que la vitamina modifica la expresión del receptor de
asialoglicoproteinas a través de una vía que requiere de GMPc y de la proteína cinasa G
(PKG),26,27 lo cual conduce a un aumento en la fosforilación 28,29 y activación de la subunidad a–
COP,30 una proteína coatomérica de 140kDa asociada a un complejo de traducción en la
región trans  de la membrana del Golgi. Esta subunidad se une a elementos cislocalizados en un
fragmento de 187 nucleótidos de la región no traducida 5' del ARN mensajero del receptor,
repercutiendo de manera positiva sobre la traducción de esta proteína (Figura 1). Por un
mecanismo postranscripcional que requiere de la activación de la PKG, la biotina también regula la
expresión del receptor de insulina.31

Mecanismos moleculares de la biotina

En los últimos años han comenzado a delinearse los mecanismos moleculares a través de los
cuales la biotina modifica la expresión de genes. Se han identificado diferentes vías, no
necesariamente excluyentes, que podrían participar en la acción genética de la vitamina:

1. Activación de la guanilato ciclasa soluble.

2. Biotinilación de histonas.

 
Activación de la guanilato ciclasa soluble

Estudios pioneros de Vesely,32 en 1982, descubrieron que la adición de biotina a extractos


celulares aumentaba la actividad de la guanilato ciclasa soluble. Posteriormente, Spence y Koudel
ka,33encontraron que el aumento producido por la biotina en la actividad de la glucocinasa
hepática estaba precedido por un incremento en las concentraciones intracelulares de GMPc, lo
que sugería que la biotina ejercía su efecto génico a través de este segundo mensajero. A partir de
entonces, diversos estudios han identificado que un denominador común en el efecto de la biotina
sobre la expresión genética involucra el incremento en la actividad de la guanilato ciclasa soluble
(GCs), la elevación de las concentraciones de guanosil monofosfato cíclico (GMPc) intracelular, y la
participación de la proteínacinasa G (PKG). 16,27,31

Solórzano et al.  han propuesto que el compuesto biotinil–AMP es el vínculo en la cascada de


fosforilaciones involucradas en la regulación de la expresión genética por la biotina. Este
compuesto está formado por la holocarboxilasa sintetasa en la primera etapa de su acción
catalítica (ver sección Metabolismo de la biotina en mamíferos). Estos investigadores encontraron
que la regulación de la expresión de la acetyl–CoA carboxilasa 1, la propionilCoA carboxilasa y de la
propia holocarboxilasa sintetasa requiere de la actividad enzimática de la holocarboxilasa
sintetasa. Con base en sus resultados proponen que el biotinil–AMP, por un mecanismo aún no
conocido, activa la guanilato ciclasa soluble, y que, de esta manera, se incrementa el contenido de
GMPc, que a su vez activa a la PKG, favoreciendo así una serie de fosforilaciones que modifican la
expresión de los genes (Figura 2).

Biotinilación de histonas

Otro mecanismo molecular que podría estar involucrado en el efecto de la vitamina sobre la
expresión genética es la biotinilación de histonas. Diversas observaciones en las décadas de los
60's y 70's sugerían acciones nucleares de la biotina: la presencia de biotina en el núcleo, 34 las
alteraciones en animales deficientes en biotina en la fosforilación, metilación y ace–tilación de las
histonas, y en la asociación de estas últimas con el DNA 35 indicaban un posible efecto de la
vitamina sobre la cromatina. Posteriormente, estudios in vitro  demostraron que las histonas son
susceptibles a ser biotiniladas,36 lo que otorgaba una explicación a la presencia de biotina en el
núcleo y a la relación entre biotina e histonas. En años recientes se ha encontrado que,
efectivamente, las histonas en las células se encuentran biotiniladas 37–39 y se ha propuesto que
esta modificación covalente, similar a modificaciones covalentes como la metilación y/o
acetilación de las histonas, podrían ser parte de los mecanismos a través de los cuales la biotina
modifica la expresión genética. La presencia en el núcleo de dos enzimas claves en el metabolismo
de la biotina, la biotinidasa y la holocarboxilasa sintetasa, 40,41 así como su demostrada capacidad
de biotinilar histonas,42 apoyan igualmente esta hipótesis. Recientemente, Narang, et
al.43encontraron que la holocarboxilasa sintetasa está asociada con la cromatina y la lámina
nuclear, y que durante la mitosis se encuentra distribuida en estructuras en forma de anillo.
Además, los fibroblastos de pacientes con deficiencia en la enzima presentan menos histonas
biotiniladas que los fibroblastos de individuos no deficientes. Entre las funciones relacionadas con
la biotinilación de histonas se encuentran el incremento en la abundancia de éstas durante la
proliferación celular de linfocitos polimorfonucleares, 42 los cambios en la biotinilación de histonas
durante el ciclo celular41 y el incremento en la biotinilación de histonas producidas por daño al
DNA causado por luz ultravioleta.39 Estas funciones sugieren que la biotinilación de histonas podría
estar ligada a la reparación y/o replicación del DNA.

En resumen, hasta el momento las piezas que forman parte de los mecanismos involucrados en las
acciones genéticas de la biotina son: la formación de biotinil–AMPc por la holocarboxilasa
sintetasa, las modificaciones en el contenido de GMPc y la biotinilación de histonas. En la
actualidad se ha establecido que las hormonas modifican la expresión de genes, 44 y ha sido
precisamente el estudio de la acción hormonal lo que ha contribuido a la comprensión del efecto
de los nutrimentos en la regulación genética. Se sabe que los efectos de las hormonas esteroides
ocurren con diferentes latencias y duración variable, y que las hormonas pueden ejercer más de
un efecto a través de varios mecanismos que involucran la participación de diferentes moléculas
en distintos compartimentos celulares.44 Al igual que lo observado en la acción genética de la
biotina: el metabolismo del efector, la presencia de proteínas de unión en el núcleo, así como la
modificación de la cromatina son componentes de la regulación de las hormonas esteroides sobre
la expresión genética.45

ACCIÓN DE LA BIOTINA SOBRE DIVERSAS FUNCIONES BIOLÓGICAS

La proliferación celular,42,46 la función inmunológica,47,48 el desarrollo embrionario,49–52 y el


metabolismo de carbohidratos y de lípidos se ven afectados por la biotina. Estos efectos parecen
estar mediados por la acción de la vitamina sobre la expresión de genes. Resulta interesante
señalar que fueron los estudios de la biotina sobre el metabolismo de los carbohidratos los que
sentaron las bases para el descubrimiento del efecto de la biotina sobre la expresión genética y
que muchos de los genes regulados por la biotina participan a su vez en la regulación del
metabolismo de los carbohidratos.

Efectos de la biotina sobre el metabolismo de los carbohidratos

Los efectos de la biotina sobre el metabolismo han sido puestos de manifiesto tanto in
vivo  como in vitro  en diferentes condiciones fisiológicas:

• De deficiencia de biotina.

• En condiciones fisiológicas normales.

• En estado diabético.

Efecto de la deficiencia de biotina

Las primeras evidencias que sugirieron que la biotina intervenía en el metabolismo de los
carbohidratos y permitieron el descubrimiento del efecto de la biotina sobre la expresión genética
fueron reportadas por Dakshinamurti, et al.53 Este grupo encontró que las ratas deficientes en
biotina presentaban curvas de tolerancia significativamente más elevadas que los animales
control, y que el contenido de glucógeno hepático y la fosforilación de la glucosa eran menores en
los animales deficientes de biotina.54 Estudios posteriores mostraron que las anomalías en el
metabolismo de carbohidratos en ratas deficientes de la vitamina se debían a una disminución en
la actividad de la glucocinasa hepática,55 enzima clave en la captación posprandial de glucosa por
el hígado. El desarrollo de nuevas tecnologías de biología molecular permitió que Chauhan y
Dakshinamurti,17demostraran que el efecto de la biotina sobre la glucocinasa hepática se produce
a través de un aumento en la transcripción del gen. La deficiencia de biotina igualmente sirvió
como herramienta para revelar que la biotina participa en la traducción del receptor de la insulina:
En la línea celular HuH7 derivada de hepatocitos humanos cultivadas en ausencia de biotina se
encontró que la vitamina regula la expresión del receptor de insulina; 31 el mecanismo de acción
indica que se requiere la activación de la PKG, a través de una elevación del GMPc.

La deficiencia de biotina afecta el metabolismo del islote pancreático. Estudios realizados en


nuestro laboratorio con ratas deficientes de biotina mostraron que la carencia de la vitamina
produce una disminución tanto de la actividad como de la abundancia de ARN mensajero de la
glucocinasa pancreática, enzima clave en el proceso que permite a la célula beta secretar insulina
en respuesta a la glucosa.20 Nuestros estudios igualmente encontraron que los islotes pancreáticos
aislados de ratas deficientes de biotina, presentan una secreción disminuida de la insulina en
respuesta a la glucosa. Este detrimento en la secreción de la hormona en respuesta a la glucosa se
observó igualmente en la perfusión in vivo  de islotes pancreáticos aislados de ratas deficientes de
biotina.56 También se ha reportado que la deficiencia de biotina en pollos afecta las
concentraciones de glucagón sérico.57

Efectos de la biotina sobre el metabolismo de los carbohidratos en diferentes estados


fisiológicos

La administración de biotina es capaz de modificar el metabolismo de los carbohidratos en


condiciones no deficientes de la vitamina. Estudios efectuados en ratas demostraron que la
administración de dosis farmacológicas de vitamina (1 mg/kg) incrementa la actividad de la
glucocinasa hepática. Este efecto se observó tanto en condiciones posprandiales, situación
metabólica en la que la glucocinasa se encuentra normalmente aumentada, como en condiciones
metabólicas en las que la actividad de la enzima hepática se encuentra normalmente disminuida
como lo es el ayuno o la dieta rica en grasas. 54,55,58 La administración de biotina a dosis de 1 mg/kg
produce un incremento prematuro en la síntesis de la glucocinasa hepática en ratas lactantes,
periodo en el cual esta enzima no se encuentra presente. 55 En ratas preñadas la administración de
altas dosis de biotina disminuye la cantidad de glucógeno en útero y placenta, así como la
actividad de la glucosa–6–fosfato deshidrogenasa en ovario, útero e hígado. 49

En cultivos in vitro  de células aisladas de animales no deficientes de la vitamina también se ha


encontrado que la biotina tiene la facultad de regular la expresión genética. Spence y
Kodelka33 encontraron que en hepatocitos aislados de ratas normales la biotina incrementa la
actividad de la glucocinasa y este aumento se encuentra precedido por un incremento en las
concentraciones intracelulares de GMPc. Estudios en nuestro laboratorio encontraron que en
cultivos primarios de islotes de ratas normales, el tratamiento con biotina aumenta la actividad y
la expresión de la glucocinasa pancreática. 20 Este efecto también se observa en la línea celular
pancreática RIN1046–38.19 Nuestros estudios y los de otros investigadores encontraron que la
expresión del gen de la insulina y la secreción de esta hormona en respuesta a la glucosa se
incrementan con el tratamiento con biotina. 59 Recientemente se reportó que la biotina aumenta la
expresión del factor transcripcional PDX–1, el cual es determinante en el desarrollo pancreático 21 y
en la expresión de genes que participan en funciones específicas del islote de Langerhans.

El efecto de la biotina sobre el metabolismo de los carbohidratos se ha observado en levaduras. En


cultivos deSaccharomyces cerevisiae  se encontró que en un medio con alto contenido de biotina
se aumentan las actividades de la piruvato carboxilasa y de la isocitrato liasa mientras que
disminuye el contenido de glucógeno,60lo que sugiere que el efecto de la biotina sobre el
metabolismo apareció desde etapas tempranas de la evolución.

Efectos de la biotina en modelos diabéticos

Diversos estudios han encontrado que la administración de dosis farmacológicas de biotina


disminuyen la hiperglucemia: pacientes con diabetes tipo 1 tratados durante una semana con
biotina (sin recibir insulina exógena), disminuyeron sus concentraciones de glucosa en ayuno. 61 En
un estudio en pacientes japoneses diabéticos tipo 2, 62 se encontró que la administración oral de 9
mg de biotina diariamente durante un mes disminuyó las concentraciones sanguíneas en ayuno de
glucosa, piruvato y lactato; al suspender la administración de la vitamina se produjo un retorno a
las concentraciones hiperglucémicas observadas antes del inicio del tratamiento. Nuestro grupo
ha encontrado que en pacientes diabéticos tipo 2, el tratamiento con 15 mg/día de biotina
durante 28 días disminuye el área de las curvas de tolerancia a la glucosa. 63

En modelos animales con diabetes tipo 2 también se ha reportado que la biotina disminuye la
hiperglucemia. En ratones de la cepa KK no obesos y en las ratas OLETF que presentan obesidad
espontánea, se observó una disminución de la hiperglucemia y en la curva de tolerancia a la
glucosa en respuesta al tratamiento con dosis farmacológicas de la vitamina. 27,28 Estudios en
modelos experimentales con ratas diabéticas generadas por el tratamiento con alloxana o con
estreptozotocina encontraron que la biotina aumenta significativamente la actividad de
laglucocinasahepática.64,65 El tratamiento con la vitamina igualmente incrementó las actividades de
las enzimas glucolíticas fosfofructocinasa y piruvato cinasa. En otros estudios en ratas cuya
diabetes fue inducida por estreptozotocina, la biotina disminuyó en más de 50% la transcripción
de la fosfoenolpiruvato carboxicinasa, enzima limitante de la gluconeogénesis. 66

En resumen, el estado nutricional de biotina afecta el metabolismo de los carbohidratos; la


deficiencia de biotina produce un efecto hiperglucemiante en tanto que dosis farmacológicas de
biotina revierten la hiperglucemia. Este efecto concuerda con la acción de la biotina sobre la
expresión de genes que favorecen la captación y el catabolismo de la glucosa, ejemplo de ellos son
la glucocinasa hepática y pancreática, la insulina y el receptor de insulina; en tanto que disminuye
la expresión de la enzima fosfoenolpiruvato carboxicinasa, enzima de acción hiperglucemiante que
regula la gluconeogénesis.

La biotina en el metabolismo de lípidos


Existen menos conocimientos del efecto de la biotina sobre el metabolismo de lípidos. Dado que la
biotina interviene directamente como cofactor de la ACC (1 y 2), enzima crucial en la síntesis y
oxidación de ácidos grasos, existe una relación directa entre la deficiencia de biotina y el
metabolismo de lípidos67,68 a través de su función como grupo prostético. Sin embargo, en
condiciones no deficientes de la vitamina, se han descrito efectos de la biotina que podrían estar
mediados a través de su acción en la regulación de genes.

En condiciones normales de biotina, se ha observado que el tratamiento con dosis farmacológicas


de la vitamina puede modificar las concentraciones de triglicéridos y colesterol. En pacientes con
ateroesclerosis e hipercolesterolemia la administración de 5 mg de biotina durante cuatro
semanas produjo un decremento significativo sobre las concentraciones de colesterol total;
también se observó una disminución, aunque no significativa, de las concentraciones de
LDL.69 Estudios en voluntarios sanos muestran que la administración de 0.9 mg/día de biotina
durante 71 días redujo las concentraciones de lípidos plasmáticos. 70 En nuestro laboratorio se
encontró que el tratamiento con 5 mg de biotina tres veces al día disminuye las concentraciones
de triglicéridos plasmáticos en pacientes con hipertrigliceridemia. 63 En estudios con modelos
animales también se ha observado que la biotina modifica la hiperlipidemia. En la cepa de ratas
BHE con predisposición genética para desarrollar elevadas concentraciones sanguíneas de glucosa
y de lípidos, el tratamiento con biotina disminuyó las concentraciones plasmáticas de lípidos. 71,72

Se conoce poco sobre la regulación genética de las enzimas participantes en el metabolismo de


lípidos por la biotina. Sin embargo, recientemente, Levert, et al.73 encontraron que en la línea
celular de adipocitos 3T3–L1 un análogo cloroacetilado de biotina (CABI), además de inhibir la
actividad de la acetil–CoA–carboxilasa, reduce la expresión de los factores de diferenciación STAT
1 y STAT 5a y de PPARy, factores transcripcionales que juegan un papel muy importante en el
metabolismo de lípidos. Estas primeras evidencias sugieren que el mecanismo de acción a través
del cual la biotina afecta al metabolismo de los lípidos podría realizarse sobre la transcripción de
estos genes.

CONCLUSIÓN

El papel de la biotina en la regulación genética se ha confirmado en diversos estudios,


demostrando que esta vitamina hidrosoluble tiene otras funciones biológicas además de su
tradicional papel como grupo prostético de las enzimas carboxilasas. El avance de las técnicas en
las áreas de biología molecular y celular ha permitido conocer las bases moleculares de los efectos
de la biotina sobre el metabolismo, la reproducción y la función inmunológica; sin embargo, en la
actualidad todavía quedan muchos interrogantes pendientes: ¿por qué mecanismo el biotinil–
AMP activa a la guanilato ciclasa soluble?, ¿qué factores existen entre la cascada de señales del
GMPc y la regulación de la expresión genética?, ¿cómo participa la biotinilación de histonas en la
reparación y replicación del DNA?, ¿interviene la biotinilación de histonas en la expresión de
genes?, ¿hay otros intermediarios moleculares que participan en el mecanismo de acción de la
biotina?, ¿cuántos genes más y qué otras funciones biológicas son afectados por la presencia o
ausencia de biotina? Estas preguntas y otras que seguramente saldrán de la investigación de estas
incógnitas, hacen del estudio de la biotina como efector de la expresión genética un área excitante
a descubrir.
 

REFERENCIAS

1. Chapman A, Cronan J. Molecular biology of attachment to proteins. J Nutr  1999; 129: 447S–
484S.        [ Links ]

Obesidad

Dr. Octavio Amancio Chassin


Dr. José Luis Ortigoza Ramírez
Dra. Irene Durante Montiel

Regresa

Resumen
La obesidad, problema de salud que afecta a la población, caracterizada por ser una
enfermedad crónica, multifactorial, donde intervienen factores genéticos, metabólicos,
psicológicos y ambientales que contribuye al desarrollo del padecimiento. Su importancia
epidemiológica se debe principalmente a que participa activamente en la fisiopatología de
múltiples enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus, hipertensión arterial,
dislipidemias, neoplasia entre otras entidades.

Summary
Obesity, health problem that affects the general population, is a chronic disease, multifactor
ethiology, where genetic metabolic, psychological and environmental factors contribute to
its development. Its epidemiological importance is primarily due to its active participation in
the physiopathology of multiple cardiovascular diseases, diabetes mellitus, arterial
hypertension, dislipidemias and neoplasms among other entities.

Introducción
En este trabajo se presentan los aspectos epidemiológicos, terapéuticos y de salud pública
de la obesidad; una de las patologías que en los últimos años, ha aumentado de manera
importante su incidencia y prevalencia. Si observamos a nuestro alrededor, veremos que
cuatro de cada diez personas presenta cierto grado de sobrepeso y dos tienen obesidad: El
problema real es que ninguno de estos seis pacientes buscarán o implementarán medidas
preventivas o terapéuticas para corregir su padecimiento; la mayoría de ellos consideran
que solo es un problema de incremento de peso o estético y desconocen las alteraciones
fisiopatológicas que produce la obesidad y el sobrepeso en el organismo. Por otro lado, el
médico al atender a pacientes con una enfermedad más sobrepeso u obesidad,
generalmente prescribe el tratamiento de esa enfermedad, sin considerar la atención
integral del paciente, que permita resolver el sobrepeso u obesidad y si se da alguna
indicación, generalmente queda como un consejo o recomendación el corregir el exceso de
peso.

Los cambios sociales, el crecimiento poblacional y el avance tecnológico contribuyeron a


modificar las costumbres, la cultura y estilo de vida de los seres humanos al promover el
sedentarismo, la producción desmedida de alimentos, generalmente deficientes en
proteínas y fibra, pero ricos en grasas saturadas y carbohidratos y el facilitar la actividad
cotidianas de las personas responsables del gasto de energía (caminar, subir escaleras,
ponerse de pie, etc.); aunado a la falta de programas de educación nutricional,
principalmente el dirigido a los padres, favorecen el desarrollo de la obesidad.

Ante el incremento de esta enfermedad en los países desarrollado y en vías de desarrollo, la


Organización Mundial de la Salud ha declarado a la obesidad como una epidemia mundial.
En la actualidad la obesidad es un problema de salud, que contribuye a incrementar la
morbilidad y mortalidad de varias enfermedades. En el 2004, 13 de cada 100 muertes en
México se deben a la diabetes mellitus, esta cifra aumenta si solo se consideran los
padecimientos con mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad o sus complicaciones; en
los pacientes entre 40 y 59 años, el 25% de de ellos fallecieron a consecuencia de las
complicaciones. La enfermedad isquémica del corazón, reportó en el mismo año, 50 000
muertes, cifra que la coloca como la segunda causa de mortalidad después de diabetes
mellitus, con más del 10%. Como se observa, las dos causas de mortalidad en México están
en relación directa con la obesidad, esto ocasiona que los sistemas de salud, enterados o
no, gastan cantidades importante de recursos (humanos, materiales, económicos) para
atender a los pacientes con sobrepeso u obesidad. En 1997 se estableció, en Canadá que los
costos por obesidad se estimaban en dos billones de dólares anualmente o 2.4 % del gasto
total en salud.32 En 1999, en Estados Unidos de Norteamérica, se estimó un costo anual de
70 billones de dólares o casi el 10 % del gasto total en salud. (31)

Por lo anterior, la obesidad y el sobrepeso son temas fundamentales que deben conocer los
médicos durante su formación académica, para comprender las consecuencias y sobretodo
implementar medidas preventivas que eviten o disminuyan este problema de salud. Antes
de iniciar, es conveniente hacer las siguientes preguntas, que delimitarán el desarrollo del
tema:

a. La obesidad es una enfermedad o es un factor de riesgo que contribuye en el


desarrollo de otras enfermedades.

b. Con que frecuencia se presenta la obesidad en países en desarrollo.

c. Se considera a la obesidad un problema de salud en México.

d. Cuales son los mecanismos fisiopatológicos que intervienen en el desarrollo de la


obesidad.

e. Que factores de riesgo contribuyen en el desarrollo de la obesidad.

f. Que parámetros se utilizan para el diagnóstico y clasificación de la obesidad.

g. Cuales son las medidas terapéuticas que se pueden ofrecer a los pacientes obesos y
con sobrepeso.

h. Que medidas preventivas se pueden implementar para disminuir su incidencia.


i. Cuales son las consecuencias de este padecimiento, en el sistema de salud.

Definición
La obesidad es un padecimiento que juega un doble papel dentro de los padecimientos que
afectan a la población; por un lado, es una enfermedad crónica, multifactorial que producen
alteraciones en la sensibilidad a insulina, metabolismo de lípidos; presión arterial,
coagulación, fibrinolisis e inflamación; pero al mismo tiempo, es factor de riesgo para el
desarrollo de múltiples enfermedades cardiovasculares, respiratorias, gastrointestinales,
metabólicas, dermatológicas, neoplásicas y psicológicas. (Tabla 1)

Tabla 1 Enfermedades o alteraciones clínicas asociadas a la obesidad

Cardiovasculares Metabólicas

Hipertensión arterial
    Diabetes mellitus tipo 2
sistémica

Hipertrofia ventricular
    Hiperlipidemia
derecha

Enfermedad isquémica
    Hipertrigliceridemia
coronaria

Insuficiencia cardiaca
    Hiperinsulinemia
congestiva

Enfermedad
  Ginecoobstétricas
cerebrovascular

Insuficiencia vascular Síndrome de ovario


   
periférica poliquístico

Pulmonares   Amenorrea e infertilidad

Apnea obstructiva del


    Complicaciones obstétricas
sueño

Enfermedad obstructiva
  Musculoesquelética
de vías aéreas

Enfermedad degenerativa
  Hipertensión pulmonar  
articular

  Embolia pulmonar   Osteoartritis


Gastrointestinal Piel

  Litiasis vesicular   Acantosis nigricans

  Esteatosis hepática   Hirsutismo

  Reflujo esofágico Psicológicos

  Hernia hiatal   Alteraciones afectivas

Neoplasias   Depresión

  Cáncer de mama   Estigma social

Trastornos de la
  Cáncer de endometrio  
alimentación

  Cáncer de próstata Otras (favorece)

  Cáncer de colon   Accidentes

Complicaciones quirúrgicas
     
y anestésicas

El concepto de obesidad ha evolucionado a lo largo de la historia, durante mucho tiempo se


consideró como la acumulación excesiva de grasa corporal, mayor o igual al 20 % del peso
corporal, de acuerdo a las tablas de estatura/peso. También se definió como: una mayor
cantidad de grasa corporal, que se presenta cuando es mayor el aporte energético, en
comparación con el utilizado en un periodo de tiempo, ocasionando un aumento del peso
corporal o como una condición desfavorable de salud, causada por un balance energético
positivo mantenido en el tiempo, que se caracteriza por un incremento excesivo en los
depósitos de grasa corporal y de peso corporal. Álvarez Cordero R, la define como el
incremento del tejido adiposos corporal, con frecuencia acompañado de aumento de peso,
cuya magnitud y distribución afectan la salud del individuo. 44 La NOM 174-SSA1-1998
especifica “a la enfermedad caracterizada por el exceso de tejido adiposo en el
organismo.”42 Otros autores, establecen que es un desorden caracterizado por un
incremento en la masa de tejido adiposo, que resulta de un desequilibrio sistémico entre la
ingesta de alimentos y el gasto de energía o como la acumulación de grasa en los depósitos
corporales por arriba de los valores óptimos, caracterizada por un resultado positivo de
energía ingerida que excede el gasto energético y ocasiona aumento del peso corporal o un
desequilibrio entre el aporte calórico de la ingesta y el gasto energético dado por el
metabolismo y la actividad física.4 ,27 ,28, 37, 41 Como se observa en las definiciones se pueden
identificar tres componentes fundamentales: exceso de grasa corporal, mayor aporte
calórico con menor gasto energético y aumento de peso corporal

El sobrepeso se define como el incremento de peso corporal en relación a su talla y se


considera una fase previa a la obesidad, donde se pueden implementar medidas dietéticas y
de estilo de vida que pueden corregir el exceso de peso. En la NOM 147 se caracteriza como
“estado premórbido de la obesidad” 42

Aspectos epidemiológicos
La obesidad es una enfermedad que en los últimos años ha aumentado su prevalencia e
incidencia, afecta a los países desarrollados como en vías de desarrollo y se presenta en
cualquier etapa de la vida. La prevalencia de obesidad en los Estados Unidos de
Norteamérica ha cambiado en las dos últimas décadas, se considera que dos terceras partes
de los norteamericanos padecen de sobrepeso, otra tercera parte son pacientes obesos, de
los cuales, 2.8% de los hombres y 6.9 % de las mujeres tiene obesidad extrema.19 En
Canadá la prevalencia de sobrepeso y obesidad en adultos ha aumentado de manera
importante en las últimas décadas; en el 2004 la Encuesta Comunitaria de Salud reporto
que el 59 % de la población adulta tenía sobrepeso (= 25 – 29.9 Kg./m2) y el 23 % obesidad
(= 30 Kg./m2).32 La prevalencia en España es de 13 %, con una pequeña diferencia entre
varones (12%) y mujeres (15 %).3 Países europeos también presentan problemas de
sobrepeso y obesidad Dinamarca, Suiza, Francia y Bulgaria presenta una frecuencia menor
al 20 % y Alemania, Noruega, Rumania, Italia entre el 20 – 30%.

En Latinoamérica el sobrepeso y la obesidad, también se están convirtiendo en un problema


de salud. En Chile se reporta en la Encuesta Nacional de Salud del 2003, una prevalencia de
obesidad de 27.3 % en mujeres y 19.2 % en hombres y los valores de obesidad mórbida
fueron de 2.3 % y 0.2 % en varones 36. En Honduras y Brasil reportan una prevalencia de
sobrepeso alrededor del 25%, Republica Dominicana, Guatemala y Bolivia entre 25 a 30 % y
Uruguay, Colombia y Perú por arriba del 30 %. Con respecto a la frecuencia de obesidad, la
mayoría de estos países se encuentran entre 5 – 10 %, con excepción de Republica
Dominicana que muestra una prevalencia entre 10 y 15 %. 41

Obesidad infantil y del adolescente


En Canadá se reporta que la frecuencia es mayores en niños y adolescentes (2 a 17 años de
edad) la obesidad fue del 26%; además se observó un incremento importante en los últimos
15 años donde la frecuencia de obesidad pasó de 2 a 10 en niños y de 2 a 9% en niñas.
Marrodán Serrano et al, 43 estudiaron a 7 228 sujetos entre 6 y 20 años, encontraron que la
prevalencia de obesidad y sobrepeso se modifica de acuerdo a los lineamientos
internacionales y nacionales de España. Por ejemplo, la prevalencia de sobrepeso fue de
18.8 % en varones y 14.5 % en mujeres en el grupo de 13 a 20 años en cambio cuando se
utilizan los parámetros nacionales, se modifica a 10.6 % en varones y 9.5 % en mujeres. En
el grupo de 6 a 12 años fue de 21.6 % en niños y 25 .9 % en niñas con los lineamientos
internacionales y de 12.5% en niños y 9.6 % en niñas con el nacional. Este trabajo concluye
que la prevalencia de obesidad es menor, cuando se utiliza los lineamientos internacionales
(IMC) en comparación con los puntos de corte percentiles que corresponde a los datos
nacional. En Argentina, la frecuencia de obesidad infantil también se duplico en las últimas
décadas, ocasionando un incremento en la incidencia de diabetes mellitus tipo 2 y
enfermedades cardiovasculares; en un estudio prospectivo se encontró que el 29 % de los
niños tenían sobrepeso y un 12.3 % obesidad. Los niños presentaban una mayor frecuencia
en comparación con las niñas: 31.3 % contra 26.0 % en sobrepeso y 14.3 % contra 10.1 % en
obesidad.2 (Tabla 2)

Tabla 2. Prevalencia de obesidad y sobrepeso en diferentes países del


mundo

Prevalencia
Edad
País Año
(años)
Sobrepeso Obesidad

-5 20.6 (v), 10.8 (f)


México 2001 5a9 17.6 (v), 27.1 (f)
10 a 17 14.5 (v), 17.9 (f)

10.8 a 16.1(v) 9.2 a 14.3(v)


México 2004 10 a17
14.3 a 19.1(f) 6.8 a 10.6(f)

Chile 2007 6 a 16 22

Argentina 2005 Infantil 29 12.3

2a5 10.4
Estados Unidos 2002 6 a 11 15.3
12 a 19 15.5

Canadá 2 a 17 26

6 a 12 21.6 (v), 25.9 (f) 6.0 (v), 5.9 (f)


España 2006
13 a 20 18.8 (v), 14.5 (f) 4.7 (v), 2.8 (f)

Francia 2002 7a9 16 a 23.9 3.8 a 9.3

7.2 a 16.7 (v) 1.1 a 2.7 (v)


Finlandia 2002 12 a 18
4.0 a 9.8 (f) 0.4 a 1.4 (f)

Alemania 2002 5a7 9 a 21

6 22 10
Reino unido 2000
15 31 17
Rusia 2002 6 a 18 10 6.0

Suiza 2000 6 a 12 21.7 a 34.2 9.7 a 16.11

5.6 (v)
Republica Checa 2002 7 a 10
6.0 (f)

Italia 2001 3 a 17 8 - 12

La frecuencia de sobrepeso varía de acuerdo a la raza, las mujeres mexicano-americanas y


afroamericanas tiene un 48.1 y 49.1 % respectivamente de prevalencia. También aumenta
con respecto a la edad, alcanzando un máximo a los sesenta años en mujeres y a los setenta
en los hombres. El nivel socioeconómico, influye en la presencia de sobrepeso y obesidad,
se reporta que en mujeres, entre 25 y 54 años, con ingresos bajos la frecuencia de
sobrepeso es de 30.8 a 54.1 %, en cambio en mujeres con mejores ingresos es de 18.4 a
30.3 %. El nivel educativo es otro parámetro que influye en la frecuencia de sobrepeso, la
prevalencia es mayor en población con menor escolaridad.

En México, la Encuesta Nacional de Enfermedades Crónicas que se realizó entre 1992 -1993,
reportó una prevalencia global de 21.4%, donde la zona norte tuvo la mayor frecuencia 24.7
%; en la misma Encuesta Nacional, 7 años después (2000) encontró una prevalencia global
de preobesidad (sobrepeso) de 38 % y 21 % de obesidad, predominando el sobrepeso en
varones (41.4 %) y la obesidad en mujeres (21.5 %). Llama la atención que entre la primera
encuesta (1988) y la segunda (1999 de nutrición, hay un aumento considerable en la
frecuencia de ambos padecimiento, en sobrepeso del 20 % y en obesidad de 7 %. (Tabla 3)

Tabla 3. Prevalencia de sobrepeso y obesidad en población mexicana

Prevalencia sobrepeso Prevalencia obesidad


Encuesta Nacional
de
Mujeres Varones Mujeres Varones

Nutrición,1988 * 10.0 14.6

Nutrición, 1999 30.8 21.7

Enfermedades
38 21.4
crónicas, 1999

Enfermedades
35.6 41.4 21.5 14.9
crónicas, 2000

Nota: En la Encuesta Nacional de Nutrición, 1988 el punto de corte para


sobrepeso del IMC fue de 24.9 a 27 (Kg./m 2) y de obesidad de mayor a
27 (Kg./m2).

Estudios locales reportan el incremento de sobrepeso y obesidad en México, el estudio de


Rodríguez Pérez et al, realizado en el municipio rural de Cerralvo, Nuevo León en 661
escolares de 6 a 12 años de edad, encontraron que el 16.8 % presentaban sobrepeso y 24.5
% obesidad.26 Llama la atención en este trabajo que el sobrepeso predomino en niñas
19.1% en comparación con los niños 14.8 % y con respecto a la obesidad hubo un resultado
inverso niños 26.1 % y niñas 22.7 %. El estudio de Ortiz Hernández et al, en 768 escolares de
la ciudad de México, aún cuando no evalúa directamente la prevalencia o incidencia en los
escolares, si permite observar que el problema de sobrepeso está presente en los escolares
de la Ciudad de México. En este trabajo se establece la frecuencia de sobrepeso de acuerdo
con la “inseguridad alimentaria”; es decir, cuando el individuo experimenta disponibilidad
limitada o incierta de alimentos lo que impide que consuma una dieta variada que le
permita cubrir sus requerimientos nutricionales o bien cuando no tiene la capacidad de
acceder a los alimentos mediante formas socialmente aceptables, encontró que los
escolares con “seguridad alimentaria” presentaron un sobrepeso de 6.9 %, con “inseguridad
moderada” de 10.4% e “inseguridad severa” de 15 .8 %. El trabajo resalta que el sobrepeso
fue más frecuente en niños 10.0, 15.2 y 21.3 % con respecto a la seguridad, inseguridad
moderada y severa respectivamente en comparación con las niñas 3.3, 5.6 y 7.5 %.

Obesidad y embarazo
La obesidad es un problema nutricional más común que complica la evolución del
embarazo, usualmente está asociada a la sobrealimentación y a ingesta de dietas con alto
contenido de grasas. La obesidad materna está asociada a un incremento de riesgos de
complicaciones maternas, perinatales y neonatales

La definición estándar de obesidad puede ser confusa en el embarazo, porque comúnmente


no se sabe el peso pregestacional y el peso corporal desde el inicio de embarazo, así mismo
el crecimiento durante el embarazo puede ser lento, duplicarse o incrementase en forma
dramática.

El índice de masa corporal (IMC) sirve cuando se calcula en la etapa pregestacional, para
determinar la ganancia de peso que tiene que tener una mujer cuando se embaraza.
Durante el embarazo se necesita un mayor consumo de energía para sostener el
crecimiento del feto, placenta y el tejido materno. Algunos autores han estimado que el
costo energético del embarazo es de 85000 Kcal. o 300 Kcal./día, basándose en cálculos
teóricos que asumen un neonato con peso de 3.4 Kg., un depósito de 900 g de proteína y de
3.8 Kg. de grasa materna y aumento en el metabolismo basal. Con base en estas
estimaciones teóricas del costo energético del embarazo se estipuló que las
recomendaciones de energía durante el embarazo deben ser de 200 a 300 Kcal./día. Sin
embargo estas cifras no toman en consideración otros factores que pueden aumentar el
gasto energético durante el embarazo, como las actividades cotidianas, ejercicio intenso,
cambios extremos de temperatura ambiental, madres adolescentes. En una mujer
embarazada con un IMC pregestacional normal se recomienda una ganancia de peso
promedio de 12.5 Kg., el patrón de ganancia de acuerdo a la edad gestacional es la
siguiente:

0 a 10 semanas de embarazo, 65 gr. por semana


10 a 20 semanas de embarazo, 335 gr. por semana
20 a 30 semanas, 450 gr. por semana
30 a 40 semanas, 335 por semana

El índice de masa corporal ideal para una mujer que desea embarazarse debe estar entre
18.5 y 24.5, las pacientes que presentan IMC aumentado: mujeres con sobre peso y obesas
se asocia a mujeres de mayor edad, multiparas, fumadoras y algunas con bajo nivel
educativo y socioeconómico.

Se recomienda una ganancia de peso de 6.345 Kg., en una mujer obesa que se embaraza o
que piensa embarazarse (Tabla 4). Algunos autores refieren que en mujeres obesas que
presentaron una ganancia de peso mayor a 6.345 Kg. durante el embarazo presentan un
mayor riesgo de complicaciones maternas y perinatales, generalmente es aceptado que las
mujeres obesas tengan nacimientos con mayor peso y talla. Un mayor número de neonatos
macrosómicos (>4,000 gr.) y una menor frecuencia de neonatos de bajo peso (<2,500 gr.) se
observa en madres obesas; en estos neonatos macrosómicos hay un aumento en el
deposito de tejido adiposo subcutáneo y los neonatos de bajo peso, hijos de madres obesas
generalmente se deben a partos pretérmino.

Tabla 4: Ganancia de peso optimo en el embarazo de acuerdo al índice


de masa corporal pregestacional.

Ganancia de peso
IMC 
Clasificación materna durante
pregestacional
el embarazo (kg)

Bajo peso < 18.49 11.8 - 16.9

Peso normal 18.5 – 24.5 10.5 – 14.8

Sobrepeso 25 – 29.9 6.3 - 10.5

Obesidad > 30.0 6.3

Embarazos gemelares 14.8 - 19.0

En una paciente obesa embarazada, el peso pregestacional influye enormemente en el peso


del neonato. La ganancia de peso en las pacientes obesas durante el embarazo es menos
importante que cuando se trata de una paciente no obesa o de bajo peso, en estas últimas
la ganancia de peso tiene impacto primordial en el recién nacido. Constantemente la mujer
obesa puede movilizar grandes reservas nutricionales que suplen de provisiones para el
crecimiento fetal.

En estudios que se han realizado en hijo de madres obesas con no obesas se observa un
aumento en el peso del recién nacido de madres obesas aunque no en la talla, estos bebes
tienen un riesgo de presentar intolerancia a la glucosa. La ganancia de peso durante el
embarazo es una consecuencia de la relación entre la energía que se proporciona en la
dieta y las calorías que se consumen. En el embarazo se incrementan los requerimientos
metabólicos de la embarazada, ya que existe un aumento en el metabolismo basal, debido a
un aumento del tejido materno metabólicamente activo, aumento de síntesis tisular,
aumento del gasto cardiaco respiratorio y renal, todo esto aunado a una demanda
nutricional por parte del feto. El mayor requerimiento energético durante el embarazo se
presenta durante la semana 10 y 30 de gestación, momento en que se deposita mayor
cantidad de grasa corporal. Las mayores demandas fetales de energía se presentan en el
último trimestre de la gestación, cuando los depósitos de grasa materna han disminuido
considerablemente.

En una mujer embarazada de peso normal no hay problema, ya que estos depósitos de
grasa extras diminuyen en el posparto, pero en la mujer obesa, se acumula en los depósitos
de grasa. La ganancia de peso durante el embarazo en una mujer obesa trae grandes
consecuencias y afectan severamente a la paciente; de tal manera que la ganancia de peso
durante el embarazo va a depender del peso corporal antes del embarazo, si se trata de una
mujer con peso normal, o bajo peso o sobrepeso (ver Tabla 1). La mujer embarazada obesa
debe ganar menos peso que la no obesa, ya que sus reservas calóricas ayudan al
crecimiento fetal, no así en la madre con peso normal o bajo peso; en ellas la ganancia de
peso es de vital importancia, para el crecimiento y desarrollo de feto, ya que la disminución
en la ganancia de peso, aumenta la frecuencia de productos de bajo peso para la edad
gestacional. También hay que considerar que existen evidencias que el tamaño corporal y la
obesidad son el resultado de factores genéticos, hijos de madres obesas tienen mayor
riesgo de ser obesos.

Por otro lado la obesidad en una mujer embarazada aumenta el riesgo de complicaciones
maternas y fetales. La obesidad en una mujer embarazada puede producir enfermedades
como hipertensión arterial o la diabetes mellitus tipo 2, igualmente estas enfermedades
crónicas se pueden incrementar cuando la mujer es obesa y se incrementa el riesgo en el
embarazo. Una mujer con sobrepeso que se embaraza incrementa el riesgo de presentar
preeclampsia y albuminuria (Tabla 5). Una historia de muertes fetales previas y una
inadecuada ganancia de peso materno se observan con mayor frecuencia en las pacientes
obesas, también hay un incremento en la frecuencia de fetos macrosómicos y por ende, un
aumento en la frecuencia de inducciones o resolución por cesárea. Las complicaciones
posparto se presentan con mayor frecuencia en las pacientes obesas en comparación con
las no obesas como son la endometritis, infecciones de herida quirúrgica, tromboflebitis e
infecciones del tracto urinario (ver Tabla 2).
Tabla 5. Complicaciones durante el embarazo, parto, posparto y
neonatales en mujeres obesas embarazadas

Complicaciones durante el embarazo:

Hipertensión
Edema
Albuminuria
Preeclampsia
Eclampsia
Glucosuria
  Diabetes
Tromboflebitis
Venas varicosas
Infecciones del tracto urinario
Hemorragia anteparto
Embarazo prolongado
Ganancia inadecuada de peso

Complicaciones durante el parto

Parto pretérmino
 
Aumento de operación cesárea

Complicaciones durante el puerperio

Endometritis
Infecciones urinarias
Infección de la herida
  Tromboflebitis
Subinvolución
Aumento Mortalidad materna
Retardo en el inicio de la lactancia

Complicaciones neonatales

Productos macrosómicos
Aumento de estancia en terapias intensivas
  Prematurez
Muerte al nacimiento
Muerte prematura

Las madres obesas son generalmente añosas y multíparas en comparación con las madres
no obesas, el incremento en la edad y número de gestas pueden representar factores de
riesgo para favorecer las complicaciones médicas. Por otro lado, estudios en embarazadas
obesas han mostrado un incremento en el número de embarazos gemelares

Etiología
Son muchas las clasificaciones etiológicas de la obesidad, sin embargo, existen desordenes
específicos y no específicos que la causan, la clasificación más adecuada para la obesidad de
acuerdo a su etiología es:

I. Obesidad esencial

II. Obesidad secundaria

1. Hipotiroidismo

2. Hipercortisolismo

3. Insulinoma

4. Síndromes hipotalámicos

5. Deficiencia de hormona de crecimiento

6. Seudohipoparatiroidismo

7. Enfermedades gonadales

a. Hipogonadismo

b. Síndrome de ovario poliquístico

8. Medicamentos

9. Síndromes genéticos complejos

a. Prader-Willi

b. Lawrence Moon-Biedl

c. Alström

d. Morgani-Stewart

e. Cohen

f. Carpenter

III. Condiciones asociadas a obesidad

1. Bulimia

Como puede observarse la etiología es multifactorial, sin embargo, la obesidad esencial es


la enfermedad que actualmente se esta convirtiendo en un problema de salud pública en
nuestro país. La obesidad esencial resulta de una compleja interacción entre factores
ambientales (dieta inadecuada, sedentarismo, factores psicológicos y socioculturales),
asociados a una predisposición genética que genera alteraciones en el gasto energético.
Constituye más del 95 % de la obesidad clínica, donde grandes aumentos de grasa corporal
pueden resultar de mínimas, pero crónicas diferencias entre la ingesta y la energía gastada.

La obesidad esencial se asocia con desequilibrios entre la ingestión energética calórica y las
necesidades titulares de energía, dicho de otra manera, un desequilibrio entre ingestión,
síntesis de grasas y su oxidación en personas con desordenes del apetito y deterioro del
control de la saciedad o del hambre. Lesiones hipotalámicas o del sistema nervioso central,
insuficiencia o excesos en la secreción de citosinas y hormonas por la célula adiposa y
problemas psicológicos como depresión y estrés, que se asocian con desordenes dietéticos,
como alimentos ricos en calorías y de baja saciedad, dietas abundantes en grasas y comida
deficiente en calidad (alimentos chatarra), también contribuyen al desarrollo de la
obesidad.

Como premisa fundamental en el desarrollo de obesidad deberá existir desequilibrio entre


la ingesta y el gasto energético, con un balance positivo que lleva al almacenamiento de
grasa en el tejido adiposo, de manera que para mantener el peso es indispensable lograr un
balance energético

Ingesta de calorías = Gasto energético

De esta manera queda implícito que un exceso en la ingesta o una disminución en el gasto
conducen a obesidad. El consumo y gasto de energía se mide en kilocalorías, que es la
cantidad de calor necesario para elevar la temperatura de un litro de agua de 14.5 a 15.5º
C.

La inactividad física es importante en el desarrollo de la obesidad, ya que favorece la


disminución del gasto energético total, por lo que es de suma importancia los estilos de
vida, especialmente aquellos que condicionan sedentarismo. En estudios epidemiológicos la
frecuencia máxima de sobrepeso ocurre en varones cuya ocupación es sedentaria, se
establece que el marcado aumento de la prevalencia de la obesidad en los últimos 20 años,
puede ser el resultado de alteraciones en los factores ambientales que favorecen el
incremento de la ingesta de energía y tienden a reducir la actividad física, por ejemplo, más
personas comen fuera de su hogar y la proliferación de sitios de comida rápida.

No hay duda que factores genéticos predisponen la composición corporal diferente.


Aceptándose que la obesidad en algunos casos es un trastorno genético complejo, es
probable que en las últimas dos décadas los genes no han cambiado, pero indudablemente
el ambiente y los estilos de vida si lo han hecho. La obesidad esta fuertemente influenciada
por factores ambientales, su prevalencia se incrementa tan rápido que los cambios no
pueden ser atribuidos a factores genéticos; sin embargo, no podemos negar su influencia en
la obesidad. Se describen causas monogénicas y poligénicas de obesidad, con mutaciones
diversas en diversos genes como en el de la leptina, prohormona convertasa 1,
proopiomelanocortina y su receptor. En grandes poblaciones, más de 250 genes,
marcadores y regiones cromosómicas han sido involucrados con la obesidad humana,
algunas más importantes que otras, pero no hay duda que la interacción entre genes y el
medio ambiente determina la expresión del fenotipo de la obesidad.
Las causas secundarias de obesidad deben identificarse con precisión, ya que algunas son
curables al remitir la patología de base, también es necesario hacer notar que algunos
padecimientos considerados inductores de obesidad como el hipotiroidismo y el
hipocortisolismo, en realidad no se acompañan de importante sobrepeso, en este último
padecimiento el tejido adiposo se acumula en forma centrípeta, mientras que hay pérdida
significativa de adipocitos en las extremidades, que se muestran adelgazadas.

El insulinoma, otra causa de obesidad secundaria es un trastorno endocrinológico


considerado, como un tumor funcional único o múltiple, que ocasiona hipoglucemia; por lo
tanto, el paciente experimenta apetito constante. Los diferentes síndromes hipotalámicos
que involucran además al sistema límbico y otras estructuras del sistema nervioso central,
tienen un papel relevante en la regulación de la ingesta alimentaria. El síndrome de ovarios
poliquísticos considerado por algunos dentro de las causas secundarias de obesidad, es una
patología que se asocia a resistencia a la insulina y acompaña con frecuencia al síndrome
metabólico.

Los medicamentos también pueden ser causa de incremento de peso en el sujeto (ver Tabla
4), los antidepresivos, anticonvulsivantes, antidiabéticos, corticoesteroides, estrógenos,
progestágenos, litio presentan dentro de sus efectos adversos aumento del peso corporal.
Los corticoesteroides, estrógenos y progestágenos afectan el metabolismo de proteínas,
lípidos y carbohidratos, elementos que pueden contribuir al aumento de peso.

Las restantes causas de obesidad secundaria, incluyendo síndromes genéticos complejos y


condiciones asociadas a la obesidad como la bulimia, no impactan los casos de obesidad
esencial que por su frecuencia un problema de salud pública mundial.

Fisiopatología
Actualmente a cambiado el concepto que se tenía de la célula adiposa, en décadas pasadas
se considerada como una célula inerte que almacenaba lípidos, recientemente y ante el
descubrimiento de laleptina, primera hormona identificada como producto de la célula
adiposa, se considera a la célula adiposa como una célula funcional capaz de secretar
hormonas y diversas citosinas, que tienen influencia en el desarrollo de la obesidad, que
explican gran parte de su fisiopatología y establece un vínculo con el síndrome metabólico.

Cada vez es mayor la asociación de la obesidad con la hipertensión arterial, dislipidemia


aterogénica, intolerancia a la glucosa, hiperinsulinemia y resistencia a la insulina, que en
conjunto permiten incluir estas patologías dentro del denominado síndrome metabólico,
enfermedad que incrementa rápidamente su prevalencia e incluso está presente en algunos
niños y adolescentes.

Regulación de la ingesta de alimentos


En la obesidad la regulación de la ingesta de alimentos tiene importantes implicaciones, sin
embargo, es muy compleja y depende de múltiples aferentes, que se resumen en una
función dual, integrada por estímulos opuestos: el apetito y la saciedad. La búsqueda de
alimento y la terminación de la ingesta dependen de diversas variables fisiológicas en la que
interviene el hipotálamo como centro regulador del apetito y del gasto energético, de
manera que el núcleo ventromedial del hipotálamo interviene regulando saciedad y el área
lateral remota el apetito. Recientemente se reconoció que el núcleo arcuato del
hipotálamo, participa como un integrador de las funciones de apetito-saciedad, este sitio es
de especial importancia porque carece de barrera hemato-encefálica y por lo tanto puede
recibir señales periféricas de moléculas de gran tamaño como las proteínas. Existen señales
moleculares involucradas en esta regulación, las orexigénicas de mayor jerarquía son el
neuropéptido Y y el péptido relacionado con el aglutí. En la saciedad predominan
proopiolemanocortina (POMC) y el tránsito regulado por cocaína anfetamina (CART), las
señales periféricas más estudiadas son la leptina y la grelina, resaltando que la leptina es
producida por el tejido adiposo y es una señal de saciedad a largo plazo porque actúan
sobre receptores hipotalámicos, pero a nivel periférico favorece el consumo de grasas y
protege contra la lipotoxicidad en hígado y músculo. La grelina descubierta en la búsqueda
de una hormona liberadora de somatotropina, se produce en el estómago en ayuno y se
inhibe con la alimentación, se han demostrado efectos periféricos que favorece el consumo
de glucosa y se asocia negativamente con la insulina de ayuno. Otras sustancias modifican el
sistema apetito-saciedad como la insulina, citosinas y hormonas gastrointestinales, pero
también señales metabólicas actúan en el sistema, como las grasas y la proteína cinasa
sensible a AMP cíclico, considerada como el sensor maestro del gasto energético.

Las moléculas involucradas en la regulación de la ingesta de alimentos son muy variadas,


algunas estimulan el apetito y otras lo inhiben, entre los que lo estimulan esta el
neuropéptido Y (NPY), el péptido relacionado con el agluti (AgRP), opiodes endógenos,
galanina, hipocretinas/orexinas, glutamato y el ácido ? aminobutírico (GABA), por otra parte
en la inhibición del apetito es la proopiomelanocortina (POMC) mediante liberación de
melanocortina que se une con gran afinidad a sus receptores MC3/MC4, afectando la
ingesta de alimentos, el receptor MC3 también regula los almacenes de grasas por una vía
metabólica exclusiva, se han encontrado mutaciones del receptor de MC4 en niños con
obesidad severa.

Obesidad y susceptibilidad genética


El modelo de herencia de la obesidad sugiere fuertemente que el efecto es poligénico,
presumiblemente algunas personas, no todas son genéticamente susceptibles a desarrollar
síndrome metabólico en presencia de obesidad, el patrón del síndrome metabólico varia
considerablemente entre individuos y poblaciones, sugiriendo que la variabilidad genética
en la regulación de los diferentes factores de riesgo es el responsable de estos patrones en
diferentes grupos étnicos. La regulación de las vías metabólicas es altamente compleja y
susceptible de variación genética, interactuando poderosamente con la obesidad para
definir determinado patrón particular del síndrome metabólico. Se han descrito más de 340
genes, marcadores genéticos o regiones cromosómicas ligadas a rasgos relacionados con la
obesidad, entre ellos sobresalen; el cromosoma 12, 5 y 7; sin embargo, la mayoría de los
cromosomas contienen genes relacionados con la obesidad y comorbilidades. 37

Obesidad y resistencia a la insulina


La insulina es el mayor regulador del metabolismo de los carbohidratos, lípidos y proteínas,
cualquier alteración inevitablemente tendrá consecuencias metabólicas, la obesidad cursa
con resistencia a la insulina, condición que implica el desarrollo de alteraciones en el
metabolismo de varios nutrientes. La resistencia a la insulina y el síndrome metabólico son
considerados por algunos como la misma condición, son usados indistintamente, ya que los
riegos metabólicos son causados por la resistencia a la insulina. En el enfermo obeso el
defecto de la acción de la insulina en el músculo esquelético es común, aun cuando la
obesidad por si misma es causa de resistencia a la insulina, esta resistencia por si misma
afecta los factores de riesgo, de manera que la adición de susceptibilidad genética a la
resistencia a la insulina aumenta la severidad del síndrome.

Adipocito como fuente de producción de hormonas, citosinas y otras biomoléculas.


Considerando que Teniendo en consideración que el tejido adiposo produce una gran
variedad de factores, entre otros citoquinas y adipoquininas (adiponectina, leptina y
resistina) se puede considerar que este tejido es un órgano secretor y endocrino de gran
complejidad, formando parte de los sistemas de control metabólico del organismo al
modular el tamaño de los depósitos de grasa y su redistribución, pero además ejerce otras
funciones muy importantes, como acciones sobre el proceso inflamatorio, por secretar una
gran cantidad de mediadores proinflamatorios, como son: TNF-a, IL-6, inhibidor de
plasminógeno tisular-1 (PAI-1), angiotensinógeno, resistina y proteína C reactiva, estos
factores contribuyen al desarrollo de resistencia a la insulina y al daño vascular asociado al
síndrome metabólico.

Los productos liberados con mayor abundancia por la célula adiposa son los ácidos grasos,
ya que el tejido adiposo es el mayor almacén de triglicéridos, que durante el ayuno se
hidrolizan a un porcentaje rápido, hidrólisis mediada por la lipasa sensible a hormonas, cuya
actividad es aumentada por catecolaminas y suprimida por insulina, cuando los niveles de
insulina están bajos como en el ayuno, aumenta degradación de triglicéridos y por lo tanto
aumenta la liberación de ácidos grasos libres (AGL) y glicerol en el plasma, los nutrientes
mayores en ayuno son los AGL, en personas con obesidad usualmente se encuentran
elevados durante todo el día.

El control de lipólisis en adipocitos es complicado y mal entendido, se han estudiado los


efectos del tamaño de la célula adiposa y el aumento del número de células en obesidad,
también las diferencias en tasas lipolíticas en células adiposas de acuerdo a su localización,
cambios en actividades enzimáticas de los adipocitos en obesos y supresión de su
sensibilidad a la insulina por la producción de citosinas inflamatorias locales. Como
consecuencia de la resistencia a la insulina en el obeso aumenta la liberación de ácidos
grasos, ya que sus adipocitos son genéticamente resistentes a la insulina. La capacidad para
suprimir lipólisis se encuentra limitada en el tejido adiposo a pesar de tener niveles de
ayuno de insulina elevados, se ha reportado diferentes polimorfismos para proteínas que
afectan las vías de señalización de la insulina, así polimorfismo funcional ha sido reportado
en la membrana plasmática en la glucoproteina–1 (PC–1), en el sustrato del receptor de
insulina tipo-1 (IRS-1), sustrato de receptor de insulina tipo–2 (IRS–2), polimorfismo que
conduce a alteración en la señalización en el mecanismo de acción de la insulina en el tejido
adiposo, aumentando la liberación de ácidos grasos, los individuos que tienen este
polimorfismo cuando se hacen obesos, sus adipocitos son resistentes a la insulina y la
liberación de AGL aumenta.
El tejido adiposo produce citosinas inflamatorias, entre ellas el factor de necrosis tumoral–a
y la interleucina-6, que incrementan las reacciones inflamatorias en otros tejidos, como el
músculo, hígado y pared arterial, la liberación de citosinas está aumentada en la obesidad.
Otro factor, el PAI-1, es liberado por el tejido adiposo en cantidades aumentadas en la
obesidad, este producto induce un estado protrombótico.

La leptina descubierta en 1994 (nombre derivado del griego lentos = delgado), es un


polipéptido de 167 aminoácidos que se produce en el tejido adiposo, actúa a través de un
receptor de membrana plasmática, del que se ha identificado 5 isoformas, pertenece a la
familia de citosinas, ejerciendo sus efectos biológicos a través de la vía de señalización
Jak/Stat y la fosfotidil-inositol 3 cinasa – fosfodiesterasa 3 ß – AMPc, que podría ser la
responsable de resistencia a la leptina causada por sobre-exposición a la hormona.

Los niveles circulantes de leptina se relacionan estrechamente con la cantidad de tejido


adiposo y por lo tanto con el índice de masa corporal y el por ciento de grasa, es una
hormona que también tiene un papel significativo en la interpretación del mensaje del nivel
energía del cuerpo al hipotálamo, se considera un sensor de la disponibilidad de energía, su
producción por el adipocito responde a la disponibilidad de energía, de manera que los
niveles elevados de leptina suprimen los procesos que aumentan la entrada de energía, sus
niveles plasmáticos en el sistema nervioso central guardan una correlación con los
depósitos de grasa, por lo que se considera a la leptina como un sistema de
retroalimentación que ajusta los depósitos de grasa.

La secreción de leptina muestra un ritmo circadiano (mayores niveles en la noche),


modificándose muy poco con la ingesta de alimentos, el ayuno prolongado los disminuye
lentamente, circula unida a proteínas, en obesos el nivel de su forma libre es mayor que en
delgados. Su vida media es de 29.9 ± 4.4 minutos. 23, 24.

La leptina actúa ligándose a receptores de membrana plasmática, localizados en forma


central y periférica, los centrales se localizan en los núcleos hipotalámicos arcuato,
paraventricular, ventromedial, lateral y dorsomedial que modulan actividades de los
sistemas nerviosos simpático y parasimpático expresando uno o más neuropéptidos y
neurotransmisores, que por complejos mecanismos regulan la ingesta y el gasto energético.

Los receptores de leptina se expresan también en tejidos periféricos, incluyendo los


pulmones, riñones, hígado, páncreas, ovarios, sistema hematopoyético y músculos
esqueléticos, aunque se expresan ampliamente, las acciones periféricas directas no son
requeridas para la pérdida de peso, su amplia expresión implica que tiene un papel mucho
más amplio que el intervenir como un factor que regula la saciedad.

La mayor parte de los obesos tienen leptina aumentada, hecho que apoya que la obesidad
es un estado de resistencia más que una deficiencia. Esta resistencia puede deberse a un
defecto del receptor o postreceptor, se desconoce la frecuencia de las mutaciones del
receptor de leptina en la población general, pero es aceptado que los anticuerpos, las
proteínas antileptina, y el catabolismo anormal de la leptina no son mecanismos
subyacentes en la obesidad humana.
La ubicación del tejido adiposo es importante en la producción de leptina, ya que es mayor
en los depósitos subcutáneos que en los viscerales, ambos compartimientos responden a
diferentes estímulos, en el tejido subcutáneo la expresión del RNA mensajero de leptina se
asocia con la glucosa de ayuno y con los niveles de estrógenos, mientras que el visceral se
asocia con los niveles de andrógenos suprarrenales.

Los efectos de la leptina han sido estudiados ampliamente en el hipotálamo donde tiene
abundantes receptores, principalmente en los núcleos arcuato, ventromediaL y área lateral,
donde interviene como importante modulador del metabolismo energético, reduciendo la
actividad de las neuronas NPY/AgRP y aumenta las de las neuronas POMC/CART, acción
mediada por la liberación de GABA y CART, se ha propuesto que la acción de la leptina en el
hipotálamo, inicia al estimular el consumo de ácidos grasos por la activación de la proteína
cinasa activada por AMPc.

Por otra parte la leptina tiene efectos periféricos en distintos tejidos, es importante en el
manejo de grasas en el hígado y para preservar la sensibilidad a la insulina, también hay
evidencia que es un potente estimulador del consumo de grasas por el músculo, por lo que
se propone que la hiperleptinemia que ocurre con el excesivo almacenamiento calórico
protege contra la esteatosis y la lipotoxicidad en la células no adiposas, aumentando la
oxidación de los ácidos grasos.

La resistina es otro polipéptido regulador secretado por los adipocitos. Se encuentra


aumentada en ratones con obesidad genética y con resistencia a la insulina inducida por
dieta. La administración de resistina recombinante en el ratón normal altera la tolerancia a
la glucosa y la acción de la insulina. A su vez, la neutralización de la resistina reduce la
hiperglucemia en ratas obesas insulina-resistentes, en parte por mejorar la sensibilidad a la
insulina, de esta manera se ha propuesto que la resistina es una hormona que vincula la
obesidad con la diabetes por inducir resistencia a la insulina, también puede producirse en
los macrófagos, los niveles circulantes corresponden exclusivamente a la producida en el
tejido adiposo. Incrementa en la obesidad, favoreciendo resistencia a la insulina, pero
también ejerce efectos sobre la pared vascular, participando en el desarrollo de
ateroesclerosis al estimular endotelina-1 (ET-1), así como la expresión de moléculas de
adhesión como la VCAM-1 y MCP-1.

La adiponectina, hormona que forma parte del grupo de las citosinas se produce en el
tejido adiposo, incrementa la fosforilación de las tirosina cinasas del receptor de insulina
provocando un aumento en la sensibilidad a la insulina. Aunque la adiponectina es
secretada solamente en el tejido adiposo, sus niveles circulantes son más bajos en sujetos
obesos que en no obesos. Esto contrasta con la mayoría de las adipocitocinas cuyos niveles
están aumentados en la obesidad en proporción directa con el aumento de la masa
corporal. Se ha demostrado que el TNF-a es capaz de reducir la expresión y secreción de la
adiponectina. Es posible asumir, que el TNF-a y tal vez otras adipocitocinas puedan,
parcialmente ser responsables de la disminución de la producción de adiponectina en la
obesidad.

Las funciones reguladoras de la adiponectina se relacionan a continuación:


 Disminuye la resistencia a insulina

 Suprime la gluconeogénesis hepática

 Disminuyen trigliceridos

 Incremento de ß-oxidación

 Disminuye la respuesta inflamatoria endotelial

 Inhibición de moléculas de adhesión en células endoteliales

 Sensibilizador de la insulina (disminución en la expresión de enzimas


gluconeogénicas)

 Es una adipocina anti-inflamatoria

 Su concentración esta disminuida en la obesidad

 La disminución de sus niveles plasmáticos puede asociarse al desarrollo de


hiperglucemia.

La obesidad se asocia con disminución de los niveles plasmáticos de adiponectina, es


predecible que esto pueda afectar las funciones reguladoras de la hormona, la
hipoadiponectinemia favorece el desarrollo de resistencia a la insulina, intolerancia a la
glucosa, disfunción endotelial, dislipidemias, hipertensión y pudiendo evolucionar a
síndrome metabólico.

Aunque muchos de los estudios sugieren un rol de la adiponectina en la sensibilidad de la


insulina y establecen una sólida asociación entre resistencia insulínica y bajos niveles
plasmáticos de adiponectina, no se ha establecido aún si las bajas concentraciones de
adiponectina son la causa o el efecto de una desregulación del estado metabólico.

El gen de la adiponectina se encuentra ubicado en el cromosoma 3q27, precisamente donde


se ha identificado el locus susceptible para la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico y la
enfermedad coronaria. Se han identificado 4 mutaciones de código erróneo en el dominio
globular de la adiponectina y encontró que la más frecuente de ella estaba asociada con las
bajas concentraciones plasmáticas de adiponectina y que los individuos portadores de esta
mutación mostraban características del síndrome metabólico como hipertensión,
hiperlipidemia, diabetes y aterosclerosis

Obesidad como un estado proinflamatorio


Actualmente la obesidad se considera un proceso proinflamatorio debido a que se asocia
con incremento de marcadores de inflamación, como la proteína C reactiva y la interleucina
6 (IL-6), factores proinflamatorios regulados y producidos por el tejido adiposo, que actúa
como un órgano secretor y endocrino de gran complejidad. El patrón de secreción de las
adipoquinas cambia con la obesidad disminuyendo las que ofrecen efectos protectores,
como la adiponectina y aumentando aquellas con acciones proinflamatorias, como el factor
de necrosis tisular a (TNFa), la resistina y la IL6, que favorecen el desarrollo del proceso
ateroesclerótico, que determinan disfunción endotelial que puede ser el vínculo entre
obesidad y síndrome metabólico.

Cuando la obesidad forma parte del síndrome metabólico está inmersa en un estado
proinflamatorio. ¿Qué es exactamente un estado proinflamatorio? ¿Cómo se relaciona con
el riesgo cardiovascular?, para contestar estas preguntas recordemos que un estado
inflamatorio tiene dos componentes: lesión tisular y respuesta a la lesión. El sitio de lesión
en la obesidad como componente del síndrome metabólico, se relaciona con la mayoría de
los factores de riesgo, como son anormalidades de los lípidos, hipertensión, hiperglucemia y
factores trombóticos, que potencialmente lesionan directamente la pared arterial.
Referente al sitio y respuesta a la lesión, se incluye infiltración y captación de lípidos,
liberación de moléculas bioactivas por los macrófagos, proliferación y deposición de
colágeno por las células del músculo liso. Esta respuesta aparentemente induce respuesta
inflamatoria secundaria que incluye aumento en la síntesis de reactantes de fase aguda por
el hígado, como proteína C reactiva (CRP) y fibrinógeno que viajan al sitio de la lesión
arterial e incrementan la respuesta inflamatoria. Uno de estos productos secundarios, la
CRP es un marcador de actividad del proceso inflamatorio, existe evidencia creciente que
una elevación del CRP predice la ocurrencia de eventos enfermedad cardiovascular
coronaria y el desarrollo de diabetes mellitus tipo 2. Personas con síndrome metabólico
comúnmente tienen altos niveles de CRP, por lo tanto, tiene un alto valor predictivo para
eventos cardiovasculares: Estas observaciones tomadas conjuntamente parecen justificar la
identificación de un estado proinflamatorio como una de las características de la obesidad y
el síndrome metabólico.

El patrón del síndrome metabólico varía considerablemente entre individuos y poblaciones,


lo que sugiere que la variabilidad genética en la regulación de los diferentes componentes
de riesgo es responsable de los diferentes patrones. Evidencias posteriores vendrán a
determinar diferencias en susceptibilidad a los factores de riesgo metabólicos y los patrones
en diferentes grupos étnicos, así los asiáticos exhiben alta prevalencia de síndrome
metabólico aún en presencia de obesidad moderada, denotando alta susceptibilidad, siendo
su regulación altamente compleja, en México en un estudio en una población rural de 20 a
40 años se reporta una prevalencia de 42.2 %.

El inhibidor del plasminógeno tisular (PAI-1) es un importante factor regulador de la cascada


de la coagulación que inhibe la degradación de fibrina al inhibir el activador de
plasminógeno tisular. Sus concentraciones plasmáticas se encuentran elevadas en
individuos obesos, por incremento en su producción en el tejido adiposo y no en las
plaquetas o células endoteliales donde se produce prioritariamente en condiciones
normales. El aumento en los niveles del PAI-1 puede dar como consecuencia disminución en
la fibrinolisis, induciéndose un estado de hipercoagulabilidad que favorece el desarrollo de
de arterioesclerosis. El PAI-1, además de su papel en la hemostasia, es una proteína de fase
aguda en procesos inflamatorios.

El factor de necrosis tumoral a (TNF-a), es un producto de la secreción del adipocito, que


puede ejercer efectos deletéreos a través de diversos mecanismos. En células endoteliales y
en músculo liso, induce la activación de NFkB que estimula la formación de moléculas de
adhesión y favorece el desarrollo de un proceso inflamatorio local. El TNF-a también
disminuye la disponibilidad del óxido nítrico y por lo tanto participa en la disfunción
endotelial, además estimula la producción de Proteína C reactiva, contribuyendo al proceso
inflamatorio sistémico que puede dañar la pared vascular, favoreciendo en consecuencia el
desarrollo de arterioesclerosis.

La interleucina 6 (IL6), que también puede producirse el los macrófagos, se eleva en los
pacientes obesos, esta citosina participa en el desarrollo de arterioesclerosis, puesto que las
células espumosas y musculares de las lesiones arterioescleróticas expresan IL6. Por otra
parte, puede favorecer indirectamente daño vascular al estimular la producción de proteína
C reactiva en el hígado.

Significancia de la distribución de la grasa corporal


Como factor de riesgo vascular, la acumulación de grasa en diferentes comportamientos es
importante. Las mujeres obesas típicamente tienen obesidad en la parte baja del cuerpo, en
contraste con el hombre que tiene mayor cantidad de tejido adiposo en el tronco (obesidad
superior). Por otra parte la obesidad troncal tiene dos localizaciones: subcutánea y visceral,
la obesidad superior es comúnmente llamada abdominal por predominar en esta región.

La obesidad abdominal se ha asociado con mayor frecuencia con el síndrome metabólico,


comparada con la obesidad inferior. Hay varias explicaciones al hecho: el tejido adiposo
abdominal es más resistente a la insulina, liberando más productos metabólicos activos a la
circulación, induciendo varias respuestas que favorecen el desarrollo del síndrome
metabólico. Sin embargo, otros investigadores plantean que el desarrollo de factores de
riego metabólicos depende más del contenido de la masa total de tejido adiposo y no en su
distribución. La asociación entre la distribución de la masa corporal y la expresión del
síndrome metabólico es relativamente fuerte; es más, se sabe que el aumento en el
perímetro abdominal se correlaciona con hipertensión arterial, hipercolesterolemia,
hipertrigliceridemia, resistencia a la insulina y niveles bajos de HDL colesterol. La presencia
de estos elementos incrementa el riesgo de desarrollar obesidad o alguna de las
enfermedades asociadas.

Obesidad e intolerancia a la glucosa


La obesidad modifica el metabolismo de la glucosa. Existen al menos tres tejidos en que la
obesidad puede alterar el metabolismo de la glucosa: tejido esquelético, hígado y célula ß
pancreática. Existe incremento en la lipólisis e incremento de la salida de AGL del tejido
adiposo con mayor captación por el músculo esquelético, múltiples vías se han postulado
donde el exceso de AGL en el hígado afecta el metabolismo de la glucosa y la sensibilidad a
la insulina, el exceso en la oxidación de AGL en el músculo altera la oxidación de glucosa,
disminuyendo la captación de glucosa celular de glucosa, se han sugerido otras vías
alternativas, de manera que la lipólisis parcial de ácidos grasos presentes en exceso,
produce más diacilglicerol, que activa la proteína cinasa–C theta, se ha demostrado
estimulación de la serina fosforilación de las moléculas de señalización involucradas en el
mecanismo de acción de la insulina, como el receptor de insulina, IRS-1, IRS-2, este
mecanismo interfiere con la fosforilación de la tirosinacinasa ubicada en el dominio
intracitoplasmático del receptor de insulina. Por otra parte, el exceso en la producción de
citosinas inflamatorias liberadas desde el tejido adiposo puede activar también vías que
incrementan la serina fosforilación de las moléculas señalización de insulina. Finalmente,
existe creciente evidencia que la liberación de adiponectina del tejido adiposo en individuos
no obesos incrementa la acción de la insulina, la deficiencia de adiponectina en personas
obesas puede acentuar la resistencia a la insulina en el músculo.

En virtud de que la obesidad causa resistencia a la insulina en músculo, como mecanismo


compensatorio se induce hiperinsulinismo, que previene el desarrollo de hiperglucemia. En
esta respuesta se considera el hecho que el exceso de AGL es un estímulo que incrementa la
secreción de insulina, además otras señales desde el tejido adiposo o músculo favorecen el
desarrollo de hiperinsulinemia.

Es importante establecer que el pacientes obesos cuando ya cursan con intolerancia a la


glucosa o hiperglucemia se afecta el metabolismo de la glucosa en el hígado, por un
incremento de la gluconeogénesis que condiciona producción hepática de glucosa, este
aumento puede deberse al incremento en la lipólisis, degradándose triglicéridos
acumulados en el tejido adiposo, dando como productos AGL y glicerol, este último es
sustrato de la gluconeogénesis de manera que alimenta la vía. Por otra parte el incremento
de AGL, puede en el hígado estimular directamente gluconeogénesis al activar la piruvato
carboxilasa, que es una enzima determinante en la activación de esta vía, agravando más la
situación, el aumento de AGL en el hígado puede inducir resistencia hepática a la insulina.
En estos pacientes otro mecanismo que incrementa gluconeogénesis sería a supresión de
IRS–2 por hiperinsulinemia, aumento de la sensibilidad hepática a la hormona de
crecimiento e incremento de corticoides.

Se ha reportado que la obesidad sola aún sin cursar con intolerancia a la glucosa o diabetes
mellitus tipo 2 puede incrementar la gluconeogénesis hepática, esto parecería ser la causa
porque las personas obesas tienen un flujo aumentado de AGL en el hígado, que se
acompaña de un incremento concomitante en el flujo del glicerol, del manejo de la
oxidación de los ácidos grasos para soportar la síntesis de glucosa y por la acción del
aumento de los ácidos grasos hepáticos que inducen resistencia a la insulina.
Evidentemente la intensidad de la gluconeogénesis es menor en obesos, que en diabéticos
tipo 2, los obesos inicialmente no producen hiperglucemia de ayuno, pero cuando los
niveles de insulina inician su caída, incrementa la gluconeogénesis produciendo alteración
en la glucosa de ayuno.

Diagnóstico
Aún cuando el diagnóstico de obesidad en la mayoría de los pacientes es evidente a simple
vista, la elaboración de una historia clínica completa nos proporciona información relevante
para hacer un diagnóstico integral, que permitirá implementar un tratamiento específico y
sobretodo identificar si el paciente respetará las indicaciones clínicas. Los antecedentes
heredo-familiares de obesidad, enfermedades cardiovasculares, metabólicas o neoplasias,
los hábitos alimenticios, antecedentes laborales, antecedentes personales de sobrepeso u
obesidad, alcoholismo, tabaquismo o farmacodependencia positivos en alguna etapa de su
vida, las actividades recreativas y deportivas que realiza, el empleo de medicamentos que
favorece el aumento de peso (Tabla 6) son aspectos que se deben evaluar en el paciente. El
interrogatorio por aparatos y sistemas proporciona información psicológica del paciente
como: su percepción corporal, su imagen corporal y posibles problemas personales,
familiares o sociales que contribuyan al desarrollo de su padecimiento.

Tabla 6. Medicamentos que pueden favorecer el aumento de peso


corporal en los pacientes

Grupo farmacológico Medicamentos

Antidepresivos Amitriptilina
Moderada Imipramina
Clomipramina
Doxepina
Trimipramina

Antidepresivos Maprotilina
Leve Desipramina
Nortriptilina
Mirtazepina
Fenelzina
ISRS más de 6 meses

Antipsicóticos Clozapina
Olanzapina
Quetiapina
Risperidona
Cloropromacina

Moduladores afectivos Litio

Anticonvulsivantes Ácido valproico


Carbamacepina
Gabapentina

Antidiabeticos Insulina
Tolbutamida
Rosiglitazona
Pioglitazona

Corticoesteroides Dexametasona
Prednisona
Metilprednisolona

Progestégenos Levonorgestrel
Norgestrel

Estrógenos Estradiol
Etinilestradiol

La exploración física, proporciona datos clínicos importantes: signos vitales (presión arterial,
frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria), peso, estatura, complexión, perímetro de la
cintura y cadera, distribución de la grasa corporal, presencia de estrías cutáneas o acantosis
nigricans. La exploración de las articulaciones, principalmente de la columna vertebral y
extremidades inferiores permiten identificar la evolución del padecimiento.

Aún cuando la historia clínica es importante en el diagnóstico, se utilizan diversos métodos


para establecer la presencia de sobrepeso u obesidad en los sujetos; algunos de los
métodos utilizados son: el peso relativo, los índices de estatura - peso, pliegues cutáneos,
entre otros. El parámetro más utilizado es el índice de masa corporal (IMC), que se define
como la relación del peso corporal (Kg.) entre la estatura (m2) y se obtiene a través de la
siguiente formula:

IMC (Kg/m2) = Peso (kg) / Estatura (m2)

Los criterios para establecer el diagnóstico de sobrepeso u obesidad se indican en la Tabla


7. Llama la atención que la NOM 174-SSA1-1998 define sobrepeso cuando el IMC es mayor
de 25 y menor de 27 Kg./m2, en población adulta general y en población adulta de talla
baja, mayor de 23 y menor de 25 Kg./m2 y en el caso de los niños nos refiere a la NOM 008-
SSA2-1993, Control de la nutrición, crecimiento y desarrollo del niño y del adolescente, y
obesidad a partir de 27 en población adulta general y mayor de 23 y menor de 25 Kg./m2 en
la población adulta de talla baja. En la NOM 174-SSA1-1998, la talla baja se establece
cuando la mujer adulta tiene una estatura menor a 1.5 y de 1.6 metros en hombres adultos.

Tabla 7. Clasificación de sobrepeso y obesidad de acuerdo al índice de


masa corporal

Índice de masa corporal


(Kg./m2)
Clasificación

OMS NOM

Bajo peso < 18.5

Normal 18.5 – 24.9

Sobrepeso 25.0 – 29.9 25.0 – 26.9

Obesidad, clase I 30.0 – 34.9 >= 27


Obesidad, clase II 35.0 – 39.9

Obesidad, clase III o Obesidad mórbida >= 40

Este índice presenta algunas limitaciones como: la falta de claridad sobre la distribución de
la grasa o musculatura en el organismo, no incluye la edad en el cálculo matemático (el
tejido graso aumenta con la edad) y no considera el género del paciente; sin embargo, es el
índice que más se utiliza para hacer el diagnóstico de sobrepeso y obesidad a nivel
internacional.

El perímetro abdominal proporciona información sobre la distribución de la grasa corporal,


la presencia de grasa abdominal se considera un factor de riesgo en la mayoría de las
enfermedades que acompañan a la obesidad. Los valores que permiten establecer el riesgo
dependen del grupo étnico y varía de acuerdo al género. (Tabla 8). Diversos organismos de
salud han establecido diferentes criterios de evaluación del perímetro de cintura, como
indicador de obesidad abdominal, el Internacional Diabetes Federation (IDF) lo establece a
partir de = 94 cm (varones) y de = 80 cm. (mujeres), la US National Cholesterol Education
Program (NECP) y la American College of Endocrinology y la American Association of Clinical
Endocrinologists (AACE) la definen a partir de >102 cm. en varones y >88 cm. en mujeres,
finalmente la World Health Organization (WHO) utiliza el cociente cintura–cadera (C/C)
como parámetro, definiendo > 0.90 en varones y 0.85 en mujeres, este parámetro se utiliza
en el diagnóstico de Síndrome Metabólico, junto con glucosa en ayunas, triglicéridos, HDL
colesterol y presión arterial (Tabla 9). Como se sabe el síndrome metabólico agrupa un
conjunto de factores de riesgo que pueden contribuir al desarrollo de enfermedades
cardiovasculares arterioescleróticas, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial,
hiperlipidemias, entre otros padecimientos.

Tabla 8. Criterio para establecer el diagnóstico de obesidad central, a


través del perímetro abdominal

Perímetro abdominal (cm.)


Grupo étnico
Masculino Femenino

Europeo >= 94 >= 80

Surasiático y chino >= 90 >= 80

Japonés >= 85 >= 90

Sur y centroamericano >= 90 >= 80


Africanos, sur del Sahara >= 94 >= 80

Este del mediterráneo y medio oriente >= 94 >= 80


(árabes)

Tabla 9. Criterios para el diagnóstico de síndrome metabólico

Criterio Norma IDF NCE AACE WHO


l P

Tensión <120/8 >=130/85 >=130/85 >=140/90


arterial 0 o con >=130/85 o con
(mm. Hg.) tratamiento tratamiento
antihipertensi antihipertensivo
vo

Perímetro < 79 >=80 >=88 IMC =>25 IMC >=30 o


cintura < 93 >= 94 >= o Cociente C/C
(cm.) 102 >=88 >=0.85
Mujeres >=102 >=0.90
Varones

Glucemia 60 - 100 – 125 o 110 110 – Diabetes tipo 2,


en ayunas 110 diagnóstico – 125 o intolerancia a la
(mg./dl.) previo de 125 140 (2 glucosa o
diabetes tipo horas insulinorresisten
2 después cia por HOMA-IR
de
sobrecar
ga oral
de
glucosa)

HDL 35 - 80 < 50 < 39


colesterol 35 - 55 < 40 < 35
(mg./dl.)
Mujeres
Varones
Triglicérid 40 – >=150
o (mg/dl) 149

La medición del pliegue cutáneo se realiza con un plicómetro, se recomienda medirlo en la


región tricipital o subescapular del lado izquierdo; si la medición es mayor a 30 mm. en
mujeres o 24 mm. en hombres se considera que hay un exceso de tejido graso. Otro
método que se utiliza poco es la impedancia bioeléctrica que se utiliza para evaluar la masa
grasa, la masa magra y el porcentaje de agua corporal

Para la evaluación de sobrepeso y obesidad en los niños y adolescentes, se emplean otros


parámetros además del IMC, por ejemplo las tablas de desarrollo y crecimiento (peso/talla),
donde consideran al percentil 90 % como límite de sobrepeso y el percentil 95% como
obesidad. Para establecer el grado y distribución de la grasa se recomienda medir el
perímetro braquial, el pliegue cutáneo, masa grasa y masa libre de grasa; para estos últimos
se utiliza el nomograma de Gurney Y Jallife

Las pruebas de laboratorio también contribuyen al diagnóstico integral del paciente con
sobrepeso u obesidad, la solicitud de una biometría hemática, perfil de lípidos (LDL-
colesterol; HDL-colesterol; colesterol total, triglicéridos, quilomicrones, alfa lipoproteínas,
pre-beta lipoproteínas, beta lipoproteínas, apolipoproteínas A1 y apolipoproteínas B) y
química sanguínea (glucosa en ayunas, nitrógeno ureico, creatinina, urea y ácido úrico).
Además ayudan al clínico a establecer la presencia de síndrome metabólico.

En los pacientes con obesidad, sobretodo de grado III se deben efectuar además pruebas de
gabinete para identificar alteraciones osteoarticulares en columna vertebral, extremidades
inferiores (cadera, rodillas, tobillos y pies) y extremidades superiores (manos). Se
recomienda realizar una densitometría ósea para evaluar la presencia de osteoporosis,
sobretodo en mujeres. En niños la radiografía del carpo permite valorar la maduración
esquelética, que puede estar aumentada en los niños obesos.

Tratamiento
El tratamiento de la obesidad debe ser integral, multidisciplinario, donde cada uno de los
especialistas maneje de manera responsable la sección de tratamiento que le corresponde,
si uno de ellos falla el tratamiento puede fracasar. La terapéutica incluye medidas
nutricionales, médicas, quirúrgicas (solo en la obesidad mórbida), psicológicas y sobretodo
educativas, para evitar las recaídas, que son muy frecuentes en este tipo de pacientes.

Los objetivos del tratamiento están encaminados a resolver los siguientes puntos:

1. Promover la perdida de peso hasta alcanzar el rango normal, de acuerdo al IMC.

2. Corregir los hábitos conductuales, que promueven el sobrepeso u obesidad.

3. Incrementar la actividad física, a través del deporte o actividades recreativas.

4. Resolver las situaciones psicológicas, que acompañan al problema de sobrepeso u


obesidad.
5. Educar al paciente, para implementar una alimentación adecuada en calidad y
cantidad.

El primer punto que se debe establecer, es cuantos kilogramos debe perder el paciente,
para estar dentro del rango normal en el IMC. Para poder calcular el rango de peso
adecuado que debe tener un individuo, se despejar el peso, en la fórmula de IMC y utilizar
el índice de masa corporal inferior (18.5 Kg./m2) y superior (24.9 Kg./m2) del rango normal
del IMC. Este cálculo se emplea durante el tratamiento para establecer, de acuerdo a sus
características (género, edad, complexión corporal, actividad física y laboral) cuanto peso
debe disminuir el paciente.

Peso adecuado inferior (Kg.) = [18.5 (Kg./m2)] [Estatura (m2)]

Peso adecuado superior (Kg.) = [24.9 (Kg./m2)] [ Estatura (m2) ]

Por ejemplo, un paciente con sobrepeso que tiene un peso de 82 Kg., estatura de 1.72 m e
índice de masa corporal de 27.7 Kg./m2, se obtendría de acuerdo con las fórmulas, un peso
adecuado inferior de 54.7 Kg. y uno superior de 73.6 Kg.; por lo tanto, debe disminuir entre
28 y 8.4 Kg. de peso. La cantidad de peso se establece de acuerdo a las características del
paciente: edad, género, complexión, actividad física, trabajo, padecimientos concomitantes
y medicamentos prescritos, etc.

Una vez identificada la cantidad de peso que se debe perder, el paciente debe ingresar a un
plan de tratamiento integral que permita alcanzar el objetivo, pero sobretodo a
mantenerlo; si el tratamiento se enfoca sólo a perder peso, el manejo del paciente es
deficiente y el fracaso es seguro.

Tabla 10. Tratamiento recomendado de acuerdo al índice de masa


corporal.

Índice de masa Clasificación Tratamiento recomendado


corporal
(Kg./m2)

18.5 Bajo peso

18.5 – 24.9 Normal Mantener estilo de vida

25.0 – 29.9 Sobrepeso Dieta, ejercicio, modificar estilo


de vida

30.0 – 34.9 Obesidad, clase I Dieta, ejercicio, modificar estilo


de vida y considerar
35.0 – 39.9 Obesidad, clase II tratamiento farmacológico
40 Obesidad, clase III o Además de lo anterior,
obesidad mórbida considerar tratamiento
quirúrgico

Los profesionales de la salud deben entender que el paciente obeso o con sobrepeso
requiere de mucha atención, para resolver su problema de salud. No se puede alcanzar los
objetivos del tratamiento si la coordinación entre los especialista es defectuosa y si cada
uno de ellos piensa que es la parte fundamental del tratamiento.

Es necesario informar al paciente sobre su enfermedad y el tratamiento a utilizar, mantener


la comunicación para evaluar si el paciente esta respetando las indicaciones clínicas y
explicar cualquier cambio o modificación para cumplir con los objetivos del tratamiento,
estas medidas favorecen la adherencia al tratamiento.

Medidas dietéticas
El objetivo de una dieta balanceada es disminuir el aporte de energía (calorías), incrementar
la cantidad de fibra, minerales y vitaminas y modificar el porcentaje de los macronutrientes
de acuerdo a las características del paciente y a la cantidad de peso que se pretende perder.
Los macronutrientes en una dieta balanceada e individualizada pueden estar dentro de los
siguientes rangos de composición: grasa total 10 a 30 %, ácidos grasos saturados 8 a 10%,
monoinsaturados menos de 15 %, poliinsaturados hasta 10 %, proteínas 0.8 g/Kg. de peso
corporal deseado y carbohidratos de 50 a 60 %. Se recomienda que el número de comidas
no sea inferior a 4/día.

La meta más razonable para la perdida de peso es de 0.5 Kg. por semana, para alcanzar está
perdida, se recomienda utilizar una dieta que contenga 20 Kcal./Kg. de peso deseado. Las
dietas que restringen demasiado el aporte de energía (dieta de muy bajas calorías: 500 a
800 Kcal./d) generalmente fracasan, cuando se siguen por períodos largos, debido a que los
pacientes no respetan las indicaciones y pueden incrementar el riesgo de complicaciones:
hipopotasemia, litiasis biliar, deshidratación, etc.

Existen diferentes dietas, sin embargo ninguna de ellas ha podido demostrar con evidencia
científica su utilidad en la perdida de peso. Dietas bajas en carbohidratos, altas en proteínas
y baja en carbohidratos y muy bajas en grasa no han mostrado diferencias significativas con
respecto a la disminución de peso al año de tratamiento; aún cuando mostraron diferencias
a los 3 meses, como sucede con la dieta baja en carbohidratos. La reducción de grasa en la
dieta disminuye la densidad de energía, este parámetro expresa la proporción de energía
por peso de alimento. Los alimentos con densidad de energía baja son las frutas y vegetales,
quienes tiene gran masa con mínima cantidad de energía; por ejemplo, 450 g de zanahorias
tiene baja densidad de energía, pero tiene la misma cantidad de energía (calorías) que 28 g
de cacahuates, los cuales tienen una alta densidad de energía.

Estudios donde se compara la disminución de la porción de alimento contra la reducción de


densidad de energía, se encontró que los pacientes con disminución en la ración (25 %) el
aporte de energía decreció en un 10 %, en cambio cuando la densidad de energía se redujo
un 25 % el aporte de energía disminuyo 20%. Sin embargo, se requieren mayor número de
investigaciones que permitan concluir que la dieta con alimentos con baja densidad de
energía pueden disminuir el peso y mantener la reducción a largo plazo. En términos
generales se concluye que la disminución en el aporte de total de grasas, reducción en la
ración de alimentos y el incremento en alimentos con baja densidad de energía contribuye
a la pérdida de peso en el paciente con sobrepeso u obesidad. Algunos puntos que ayudan a
definir una dieta adecuada en calidad y cantidad son:

1. Consumir diversos tipos alimentos para garantizar que la dieta contienen los
diferentes nutrientes (proteínas, lípidos, carbohidratos, vitaminas, minerales)

2. Ofrecer una variedad de alimentos, para evitar que el paciente caiga en una rutina y
abandone el tratamiento.

3. Aumentar el consumo de frutas y vegetales, para incrementar el aporte de fibra con


menor producción de energía y contribuir a disminuir el riesgo de enfermedades.

4. Incrementar el consumo de leche y sus derivados, bajos en grasas, para mantener el


aporte de calcio y proteínas.

5. Acompañar solo con agua los alimentos, evitar bebidas endulzadas, preparadas o
embotelladas; así como, aquellas que contengan alcohol.

6. Favorecer el consumo de pescado, pavo y pollo sobre las carnes de otros animales:
vacuno, cerdo, borregos o de sus vísceras, debido al exceso de grasa saturada. El
pescado tiene la ventaja de incorporar omega 3 y 6 a la dieta.

7. Reducir el tamaño de las raciones que se sirvan en el plato y evitar que se vuelvan a
servir.

8. Disminuir el consumo de sal, azúcar refinada y grasa o aceites de origen animal


(manteca, mantequilla, crema o alimentos preparados con este tipo de alimentos:
helados, paletas de crema, pasteles, panecillos, embutidos, mermeladas, dulces,
chocolates, frituras, etc)

Actividad física
Diversos estudios han establecido que es mejor la cantidad de ejercicio realizado que la
intensidad del mismo. El efectuar 90 a 120 minutos por día, con un ingreso constante de
energía, producían una perdida de 7 a 8 Kg., a diferencia del ejercicio solo que ocasionaba
una perdida de 2 Kg. o con una dieta ajustada al ejercicio que produce 3 Kg. Por lo tanto, se
recomienda hacer 30 a 60 minutos de ejercicio, durante 5 a 7 días a la semana para
mantener la perdida de peso, haciendo hincapié al paciente que el hecho de hacer ejercicio
producirá sus resultados a largo plazo, para evitar abandonos prematuros, ante la falta de
disminución de peso corporal.

El realizar actividades, diferente al ejercicio, que favorecen la termogénesis, comprende


toda actividad realizada por el sujeto que gasta energía, excepto la empleada para dormir,
comer o hacer ejercicio. Estudios donde se comparan este tipo de actividades, establecen
que el caminar, moverse o levantarse favorecen la perdida de peso. El sentarse con poco
movimiento, el moverse mientras esta sentado y el caminar una milla por hora incrementa
el metabolismo en un 4, 54 y 154 % respectivamente, comparado con el sujeto que está
recostado. El paciente debe comprender que el realizar actividades como levantarse,
caminar, subir escaleras, moverse o caminar mientras contesta el teléfono, ve televisión o
lee, estacionarse lejos de la entrada del estacionamiento, entre otras actividades
contribuyen en la pérdida de peso, pero el no hacerlas contrarrestan sustancialmente
cualquier tratamiento.

Se debe explicar al paciente obeso o con sobrepeso que conforme vaya disminuyendo de
peso, se debe incrementar la actividad física, la pérdida de peso permite mayor movilidad y
la realización de actividades que no se venían efectuando, además de reforzar el
tratamiento integral.

Cambios conductuales
Los cambios conductuales actúan como coadyuvantes en el tratamiento integral de la
obesidad, es la parte donde el paciente se compromete a autorregularse o de limitarse,
para respetar las instrucciones médicas, nutricionales, de actividad física y recreativa de su
tratamiento. La motivación es una de las herramientas más utilizadas para modificar los
hábitos de alimentación y las conductas que favorecen la obesidad. Algunas técnicas para
ayudar a cambiar la conducta y a mantener la motivación son: llevar un diario sobre la
alimentación y actividad física realizada, apoyo familiar, del médico, psicólogo y nutriólogo,
etc., actividades de distracción como: cantar un canción, escuchar música, leer, escribir,
etc., modificar el ambiente donde realiza sus actividades (evitar pasar o reunirse en
establecimientos de comida rápida, paleterías, pastelerías, cafeterías, etc.). El producir
estos cambios evitará que el paciente tenga recaídas en el futuro, además de ayudarle a
mantener el peso, realizar las actividades físicas y recreativas y sobretodo disminuir el
riesgo de desarrollar otra enfermedad.

Factores que puedan alterar estos cambios conductuales deben ser identificados para evitar
recaídas, por ejemplo el consumo excesivo de alcohol, puede afectar la capacidad del
paciente para abstenerse de ingerir ciertos alimentos o promover el consumo de otros
(cacahuates, frituras, chocolates, pasteles, dulces, etc.) o la asistencia a reuniones familiares
o sociales con mayor frecuencia, también contribuye a aumentar la ingesta de calorías con
poca gasto de energía.

Tratamiento farmacológico
El tratamiento farmacológico solo se recomienda a pacientes con obesidad mórbida o en
paciente con obesidad más una enfermedad concomitante y donde las medidas dietéticas,
de actividad física y los cambios conductuales han fallado. Si el personal médico decide
iniciar el tratamiento farmacológico, nunca se prescribe solo, siempre se debe agregar a las
medidas no farmacológicas previamente indicadas; si se administra solo, la recaídas a corto
plazo son frecuentes, sobretodo cuando se suspende el fármaco.

El medicamento ideal para el tratamiento de la obesidad, debe ser efectivo (producir


pérdida de peso, si se puede de manera rápida mejor), seguro (pocas reacciones adversas e
interacciones con otros medicamentos), que no produzcan dependencia ni tolerancia, que
se puedan administrar a largo plazo y económicos (de bajo costo). Hasta el momento
ninguno de los medicamentos que está autorizado para el tratamiento de la obesidad
cumple con estos requisitos, es más todos ellos produce resultados modesto con respecto a
la pérdida de peso y después de un periodo algunos paciente vuelve a recuperar el peso.

El objetivo del tratamiento es favorecer la pérdida de peso y mantener esta disminución


mientras las medidas no farmacológicas producen su efecto a largo plazo; además,
psicológicamente ayudan al paciente a sentir que el tratamiento esta dando resultados
positivos. La mayoría de los medicamentos son anorexigénicos, con excepción del orlistat
que produce una disminución en la absorción de los nutrientes. Los medicamentos
utilizados en el tratamiento de la obesidad, de acuerdo a su efecto farmacológico y
mecanismo de acción son los siguientes:

 Supresores del apetito  Antagonista selectivo de CB1

o Sibutramina o Rimonabant

o Mazindol  Inhibidores de la recaptura


de Serotonina
o Rimonabant
o Selectivo:
 Incrementa actividad
Fluoxetina,
metabólica
Sertralina
o Efedrina con
o No selectivo:
cafeína (efedra)
Fenfluramina
 Disminuyen la absorción
 Inhibidores de la recaptura
de carga calorica
de serotonina y
o Orlistat noradrenalina

o Acarbosa o Sibutramina

 Adrenérgicos  Inhibidores de la lipasa


pancreática
o Mazindol
o Orlistat

Los medicamentos aceptados para la obesidad son: orlistat, sibutramina, metformina y


rimanabant, el resto de fármacos han dejado de utilizarse debido a sus reacciones adversas
o a la falta de respuesta terapéutica.

El orlistat es un medicamento inhibidor específico de la lipasa pancreática y gástrica, que


disminuye la absorción de 30% de grasas (triglicéridos), produce pérdida de peso entre 3 a 4
Kg. o más al compararla con dieta sola durante el primer año (120 MG/3 veces al día), con
una ganancia ponderal de 2 Kg. más en el segundo año. Los requisitos para prescribir
orlistat son:

 Pacientes entre 18 y 75 años


 Pacientes que hayan perdido al menos 2.5 Kg. (dieta y ejercicio) el mes previo a la
prescripción

 Tener un IMC > 30 Kg./m2, sin otros factores de riesgo

 Tener un IMC > 28 Kg./m2, con una enfermedad concomitante: diabetes tipo 2,
dislipidemias, hipertensión arterial, otros

 Siempre debe estar asociado a dieta baja en colorías, ejercicio y cambio en el estilo
de vida

 Debe ser controlado, tratado por el médico

Dentro de sus reacciones adversas encontramos flatulencia, urgencia fecal, heces grasas,
aumenta defecación, incontinencia fecal, disminuye absorción de vitaminas A, E y D, cefalea
e irregularidades menstruales, ansiedad, fatiga. Su incidencia de las reacciones adversas
oscila del 22 a 27%, ocasionando que el 3.5 a 9% de los pacientes suspendan el tratamiento.
Las interacciones con otros medicamentos como fibratos (bezafibrato, clofibrato),
Biguanidas (fenformina, metformina), acarbosa, inhibidores de la reductasa (HMG-CoA) o
anorexígenos: (mazindol, sibutramina) aumenten sus efectos adversos. Se recomienda
corregir la dosis de acuerdo a las condiciones clínicas del paciente.

Sibutramina es un fármaco inhibidor de la recaptura de noradrenalina, serotonina y


dopamina, produciendo un efecto anorexigénico. El fármaco se biotransforma en dos
metabolitos activos responsables del efecto terapéutico. La pérdida de peso es dosis
dependiente, sin embargo la dosis recomendada es de 10 a 20 mg/día, cantidad suficiente
para disminuir el apetito y promover la actividad termogénica, por incremento de la tasa
metabólica. Estudios clínicos encontraron una pérdida de peso de 3.6 a 5.2 Kg. en 12 meses
de tratamiento. Sus reacciones adversas más frecuentes son: cefalea, sequedad de
mucosas, estreñimiento, náusea, insomnio, ansiedad, depresión, aumento de la frecuencia
cardiaca y la tensión arterial, en algunos pacientes es necesario suspender el tratamiento.

Metformina es un antihiperglucemiante, que disminuye la producción de glucosa hepática


(reduce la gluconeogénesis), incrementa la acción de la insulina en músculo y grasa, sin
modificar la liberación de insulina, glucagón, cortisol, hormona de crecimiento o
somatostatina y reduce la absorción de glucosa en intestino (sin repercusión clínica). Su
mecanismo de acción no es claro, sin embargo se sabe que estimula una AMP cinasa a nivel
celular, que puede participar en sus efectos. La gran utilidad de metformina en el paciente
obeso, consiste disminuir la incidencia de diabetes mellitus tipo 2, al incrementar la
captación de glucosa en músculo y adipocito y disminuir la gluconeogénesis y triglicéridos
en plasma (15 a 20 %). La dosis recomendada en el paciente obeso es de 500 a 850 mg/día.

Se absorbe en intestino delgado, con una biodisponibilidad de 52 ± 5 %, su concentración


plasmática máxima (1.6 ± 0.2 g/µml.) se alcanza a las 1.9 ± 0.4 horas, cuando se administra
una dosis de 500 mg., no se une a proteínas plasmáticas, se excreta sin cambios por vía
renal, su vida media es de 1.74 ± 0.20 horas, la cual aumenta en pacientes con daño renal.
Sus efectos adversos más frecuentes son: diarrea, náusea, anorexia, malestar abdominal,
sabor metálico que se presenta en el 20 % de los pacientes, estos efectos disminuyen si se
administra con alimentos; puede producir acidosis láctica. Para evitar un déficit de tiamina y
piridoxima se recomienda administrar con un complemento vitamínico que contenga
complejo B. Está contraindicado en pacientes con: daño renal o hepático, enfermedad
pulmonar crónica y con antecedentes de acidosis láctica

Rimonabant antagonista selectivo de los receptores endocanabinoides CB1, como se sabe el


receptor CB1 participa en la regulación del apetito; por lo tanto, al bloquear selectivamente
este receptor el rimonabant inhibe la ingesta de alimentos, a nivel, periférico incrementa la
sensibilidad a insulina y la oxidación de ácidos grasos en músculos e hígado; por lo tanto,
afecta la ingesta y el gasto de energía, favoreciendo la pérdida de peso. La dosis
recomendada es de 5 a 20 mg/ día, en pacientes con IMC mayor a 30 o con 27 Kg/m 2 con
hipertensión arterial o dislipidemia. Las reacciones adversas más frecuentes son:
nasofaringitis, influenza, náusea, diarrea, gastroenteritis, insomnio, fatiga, artralgias, dolor
lumbar e infección de las vías respiratorias altas. La depresión (3.7%) y ansiedad (1.0 %) se
presentaron con dosis de 20 mg. Se han reportado interacciones con warfarina, midazolam,
digoxina, anticonceptivos hormonales (etinilestradiol – levonorgestrel), orlistat y nicotina.
Hasta el momento no hay estudios que demuestren interacción con alimentos.

Mazindol es un derivado imidozoisoindol, que inhibe la recaptura de noradrenalina,


produciendo reducción del apetito y la ingestión de alimentos, incrementa la actividad
locomotora, reducción el peso corporal entre 3.8 a 6 Kg. o más al compararla con placebo,
después de tres meses (3 mg/día); sin embargo la perdida de peso no se mantuvo, cuando
el tratamiento fue suspendido. Los efectos adversos se presenta en el 59.8 % de los
pacientes, siendo los más frecuentes: mucosas secas, estreñimiento, malestar abdominal,
náusea, insomnio, mareo, hipertensión pulmonar, fibrilación auricular y sincope. Debido a la
gravedad y frecuencia de sus efectos el medicamento esta en desuso; sin embargo se puede
encontrar en el mercado.

Tratamiento quirúrgico
El tratamiento quirúrgico solo se utiliza en situaciones de extrema necesidad, cuando el
paciente presenta obesidad mórbida (IMC > 40 Kg./m 2) donde no se puede ofrecer al
paciente ninguna otra alternativa y el tratamiento farmacológico y las medidas dietéticas,
actividad física y cambios conductuales han fracasada rotundamente. Criterios para la
cirugía bariátrica de la obesidad son:

 Pacientes entre 18 y 65 años.

 Tener un IMC > 40 Kg./m2

 Tener un IMC entre 35 a 40 Kg./m2, con otras enfermedades como hipertensión


arterial, diabetes mellitus tipo 2, dislipidemias, apnea del sueño, osteoartritis
(grandes articulaciones), etc.

 Pacientes sin respuesta al tratamiento intensivo (controlado por el especialista)

 Pacientes que hayan recuperado el peso después de haber tenido una perdida
considerable

 Pacientes sin contraindicaciones quirúrgicas o anestésicas

 Pacientes que entiendan y se comprometan a un seguimiento a largo plazo

La NOM 174-SSA1-1998 indica que el tratamiento quirúrgico esta indicado exclusivamente a


los pacientes con obesidad severa, (IMC mayor a 40 o mayor a 35 Kg./m 2 asociado
comorbilidad importante) y haber recibido tratamiento médico previo, por más de 18
meses sin éxito. las únicas técnicas quirúrgicas autorizadas para el tratamiento de la
obesidad (mórbida) serán de tipo restrictivo: derivación gástrica (bypass) con sus variantes,
gastroplastía vertical con sus variantes y bandaje gástrico con sus variantes y debe ser
realizada por especialistas en cirugía general o gastroenterológica, haber recibido
adiestramiento en cirugía de obesidad, conocer el manejo integral del paciente obeso y
comprometerse junto con el equipó multidisciplinario a hacer seguimiento del paciente
obeso (Art. 7.2.6 y 7.2.9) 42

Los objetivos de los procedimientos quirúrgicos son:

 Disminución del IMC por debajo de 30 Kg./m 2 o una pérdida de 50 % o más de peso
corporal, sin desarrollar deficiencias nutricionales.

 Mantener el peso corporal a largo plazo

 Disminuir las complicaciones de la obesidad o de sus enfermedades concomitantes

 Mejorar la calidad de vida

Para alcanzar estos objetivos la cirugía bariátrica utiliza dos procedimientos: las técnicas
restrictivas encaminadas a reducir el tamaño del estómago, para disminuir el volumen
(gastroplastía o bandaje gástrico) y las mixtas aquellas técnicas que crear condiciones de
síndrome de malaabsorción, para disminuir absorción de calorías, al reducir la superficie
intestinal (bypass gástrico o bypass gástrico mediante Y de Roux).

La técnica que se recomienda en niños es el bypass gástrico mediante Y de Roux, la cual


puede ocasionar la pérdida de 50 a 60 % de peso, dentro de los efectos adversos
encontramos: datos de síndrome de malaabsorción (deficiencia de ácido fólico, hierro,
complejo B, vitamina K, calcio), colecistitis, infección y dehiscencia de la herida, obstrucción
gástrica y muerte.

Prevención
El panel de expertos de Canadá elaboró una guía, con el objetivo de ser utilizada por los
profesionales de salud para detectar de manera oportuna el sobrepeso u obesidad en la
población; consideran que el cribado es el método más adecuado para detectar este
padecimiento y recomiendan utilizar los siguientes puntos:

1. Medición de datos antropométricos: peso, índice de masa corporal y perímetro


abdominal.

2. Evaluación de condiciones relacionadas con obesidad (clínicas y de laboratorio):


presión arterial, frecuencia cardiaca, determinación de glucosa en ayunas,
colesterol total, lipoproteínas de baja densidad (LDL), de alta densidad (HDL),
triglicéridos, relación colesterol total/HDL,

3. Identificación de desordenes psicosociales: alteraciones del sueño, trastornos de la


alimentación, depresión

Una vez identificado el paciente con tendencia a padecer sobrepeso, el paciente debe ser
incorporado a un programa que modifique su estilo de vida, el cual consta de los siguientes
puntos:

a. Nutrición: disminuir la aporte de calorías (500 - 1 000 Kcal./día), de acuerdo a la


edad, género, actividad física, complexión, entre otros aspectos.

b. Actividad física: 25 a 30 minutos, de intensidad moderada, cada 3 a 5 veces a la


semana, eventualmente 60 minutos todos los días. Los ejercicios a realizar deben
estar planeados y ordenados en tiempo e intensidad. Es necesario hacer una
evaluación médica antes de iniciar el programa

c. Realizar sus tareas cotidianas con actividad: pasear, caminar, correr o usar bicicleta
cuando se va a la oficina, trabajo, escuela, mercado, etc.; subir escaleras, moverse
al ver la televisión o la computadora, entre otras actividades.

d. Disminuir el tiempo de inactividad física: frente al televisor, telefonía celular,


videojuegos, Internet o computadora (máximo 2 horas/día), uso de automóvil o
transporte público o elevadores, descansar o acostarse, etc.

e. Modificar hábitos cognitivo conductuales: comer en horario fijo, sentado, sin


bebidas alcohólicas o refresco, la comida con mayor cantidad de calorías en la
mañana y no por la noche, etc.

Las medidas preventivas se deben iniciar desde la gestación, vigilando la alimentación de la


madre durante el embarazo, cuidando que reciba todos los macro y micronutrientes que
permitirán el desarrollo y crecimiento del feto e incluso proporcionado los nutrientes que
faltan o están disminuidos (ácido fólico, hierro, calcio, vitaminas lipo e hidrosolubles). Al
nacer se debe favorecer la lactancia materna, la leche materna es el alimento que cumple
todas la necesidades del neonato y del lactante, durante los primeros 4 a 6 meses de vida:
nutricionales, digestivas, inmunológicas y psicoafectivas. La necesidad de utilizar una
fórmula o leche maternizada puede contribuir al desarrollo de la obesidad, sobretodo si la
relación entre proteínas y lípidos es inadecuada.

La ablactación se debe realizar bajo las instrucciones del médico, quien implementará una
dieta balanceada, gradual y variada

Discusión
La obesidad definida como el exceso de grasa corporal, mayor aporte calórico con menor
gasto energético y aumento de peso corporal, representa un problema de salud pública
mundial; en México su prevalencia aumenta considerablemente y a comenzado a afectar a
niños y adolescentes. Es un factor de riesgo cardiovascular, asociado a hipertensión arterial,
dislipidemias, enfermedad vascular cerebral, resistencia a la insulina, ateroesclerosis,
intolerancia a la glucosa, diabetes mellitus tipo 2 e incluso forma parte del síndrome
metabólico.

Se reconoce su carácter hereditario, identificándose múltiples genes involucrados con ella,


pero sin duda las modificaciones ambientales que ha propiciado la globalización y la
migración de la población rural a zonas urbanas han contribuido a modificar los estilos de
vida, favoreciendo el sedentarismo y los malos hábitos alimentarios que contribuyen al
desarrollo de la obesidad.

La identificación y reconocimiento de la célula adiposa como una célula endocrina


funcional, ha contribuido a identificar la repercusión favorable de sus productos de
secreción, de acuerdo a la condición clínica, se destaca el hecho de que la obesidad sea un
estado inflamatorio complejo vinculado con la secreción de diversas citosinas que tienden a
perpetuarlo en tanto este presente el sobrepeso.

Los avances en los mecanismos regulatorios de la ingestión de alimentos son importantes y


de hecho vislumbran posibles mejoras en el tratamiento, actuando sobre la regulación del
gasto energético, con la posibilidad de incrementar de manera inocua el gasto calórico en el
paciente obeso, que incluso haría factible el diseño de tratamientos de reducción de peso
sin una restricción calórica severa, Consideramos que los mecanismos de orexigénesis no
han sido atendidos por los grupos de investigación y al parecer son los responsables del
exceso en el consumo calórico de la vida moderna, a los que se suma la influencia del
condicionamiento y los factores psicológicos y sociales en las costumbres alimentarias, que
se han estudiado solo tangencialmente y sin un enfoque metodológico novedoso, si se
lograra avanzar en estos puntos las opciones a futuro sería realmente excitantes.

El desarrollo de resistencia a la insulina en la fisiopatología de la obesidad, produciendo


hiperinsulinismo, desencadena una serie de eventos que favorecen la presentación de
intolerancia a los carbohidratos, hipertensión arterial, agregación plaquetaria e
hiperviscosidad y alteraciones en el metabolismo de los lípidos que promueven la presencia
de arterioesclerosis.

Finalmente el conocimiento cada vez más claro de su etio y fisiopatogenia, permite abordar
la obesidad con mayor seriedad, requiriendo para su manejo grupos multidisciplinarios
cuando menos integrados por médicos, nutriólogos, psicólogos, enfermeras y trabajadoras
sociales. No debe olvidarse la importancia de la prevención primaria para disminuir su
frecuencia, trabajando intensamente en los niños, adolescentes y adultos integrados como
familia, implementando programas que contribuyan a mejorar el tipo de alimentación
(nutritiva, balanceada, suficiente y adecuada a las necesidades del individuo) y promover
actividades recreativas y físicas que incremente el gasto calórico. La prevención secundaria
debe estar encaminada a modificar la historia natural de la obesidad, evitar el desarrollo de
enfermedades o sus complicaciones.

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