Está en la página 1de 8

BARROCO

Origen, Época
El Barroco fue un período cultural que abarcó desde la segunda mitad del siglo XVI
hasta la primera mitad del siglo XVIII. Se difundió por toda Europa y América Latina, así
como por otras regiones colonizadas por los europeos.
El barroco contrastó con el Renacimiento por expresar una sensibilidad pesimista,
desengañada, crítica y compleja. Esto se debe a que literatura y el arte barroco
representan una época inquietante desde el punto de vista psicológico, cultural y
social, además de político y económico
Concepto
En este sentido, la palabra proviene etimológicamente del portugués barroco, que
significa ‘perla irregular’. También se apunta su origen del francés baroque, que es una
figura de silogismo de los escolásticos.
Por otro lado, barroco también se designa a aquello que está excesivamente recargado
u ornamentado.
La literatura barroca es un estilo de composición caracterizado por presentar un
lenguaje muy ornamentado, abundante en figuras retóricas y con una fuerte
complejidad.
Contexto Sociohistórico
El Barroco es una época contrapuesta al Renacimiento que destaca por un sentimiento
de pesimismo, poca confianza y hasta engaño, pero también por su búsqueda de lo
ideal. Se manifiesta en muchos campos de la cultura, como la escultura, la
arquitectura, el arte y la literatura.
El siglo XVII es el auge de las culturas barrocas que coincidieron en España en un
fructífero período que forma parte de nuestro magnífico Siglo de Oro.
Características de la Literatura barroca
La literatura barroca se caracterizó por el interés en el detalle, los efectos y la
exuberancia formal de aquella época. Por lo mismo, fue característico el uso excesivo
de las figuras literarias, tales como la adjetivación, la elipsis, la metáfora, el hipérbaton,
la antítesis y la perífrasis.
En cuanto a los géneros, la literatura del barroco dio continuidad a aquellos heredados
por el Renacimiento. Sin embargo, hubo un desarrollo novedoso de la dramaturgia,
particularmente en las formas de la comedia y la tragicomedia. Estas desafiaban la
estructura clásica de las tres unidades dramáticas.
El barroco acogió una gran pluralidad de corrientes literarias. En el caso particular de la
literatura española, dos fueron las corrientes más importantes: el culteranismo y el
conceptismo.
Tendencias literarias: culteranismo y conceptismo
El culteranismo y el conceptismo son las dos tendencias estilísticas dominantes en la
literatura barroca española. No se trata de movimientos opuestos, pese a los duros
enfrentamientos personales de sus defensores, sino que forman parte de una
sensibilidad estética general que persigue la originalidad y pretende admirar al lector.
En ambas tendencias se rompe el equilibrio entre forma y contenido defendido por la
estética renacentista. Ambos estilos pueden ser empleados por un mismo autor o
aparecer en una misma obra y los dos están destinados a un lector culto que sepa
apreciarlos.

Biografías
Francisco de Quevedo
(Madrid, 1580 - Villanueva de los Infantes, España, 1645) Escritor español. Los padres
de Francisco de Quevedo desempeñaban altos cargos en la corte, por lo que desde su
infancia estuvo en contacto con el ambiente político y cortesano. Estudió en el colegio
imperial de los jesuitas, y, posteriormente, en las Universidades de Alcalá de Henares y
de Valladolid, ciudad ésta donde adquirió su fama de gran poeta y se hizo famosa su
rivalidad con Góngora.
Siguiendo a la corte, en 1606 se instaló en Madrid, donde continuó los estudios de
teología e inició su relación con el duque de Osuna, a quien Francisco de Quevedo
dedicó sus traducciones de Anacreonte, autor hasta entonces nunca vertido al español.
En 1613 Quevedo acompañó al duque a Sicilia como secretario de Estado, y participó
como agente secreto en peligrosas intrigas diplomáticas entre las repúblicas italianas.
De regreso en España, en 1616 recibió el hábito de caballero de la Orden de Santiago.
Acusado, parece que falsamente, de haber participado en la conjuración de Venecia,
sufrió una circunstancial caída en desgracia, a la par, y como consecuencia, de la caída
del duque de Osuna (1620); detenido, fue condenado a la pena de destierro en su
posesión de Torre de Juan Abad (Ciudad Real).
Sin embargo, pronto recobró la confianza real con la ascensión al poder del conde-
duque de Olivares, quien se convirtió en su protector y le distinguió con el título
honorífico de secretario real. Pese a ello, Quevedo volvió a poner en peligro su estatus
político al mantener su oposición a la elección de Santa Teresa como patrona de
España en favor de Santiago Apóstol, a pesar de las recomendaciones del conde-duque
de Olivares de que no se manifestara, lo cual le valió, en 1628, un nuevo destierro, esta
vez en el convento de San Marcos de León.
Pero no tardó en volver a la corte y continuar con su actividad política, con vistas a la
cual se casó, en 1634, con Esperanza de Mendoza, una viuda que era del agrado de la
esposa de Olivares y de quien se separó poco tiempo después. Problemas de
corrupción en el entorno del conde-duque provocaron que éste empezara a desconfiar
de Quevedo, y en 1639, bajo oscuras acusaciones, fue encarcelado en el convento de
San Marcos, donde permaneció, en una minúscula celda, hasta 1643. Cuando salió en
libertad, ya con la salud muy quebrantada, se retiró definitivamente a Torre de Juan
Abad.
Luis de Góngora y Argote
(Córdoba, España, 1561-id., 1627) Poeta español. Nacido en el seno de una familia
acomodada, estudió en la Universidad de Salamanca. Nombrado racionero en la
catedral de Córdoba, desempeñó varias funciones que le brindaron la posibilidad de
viajar por España. Su vida disipada y sus composiciones profanas le valieron pronto
una amonestación del obispo (1588).
En 1603 se hallaba en la corte, que había sido trasladada a Valladolid, buscando con
afán alguna mejora de su situación económica. En esa época escribió algunas de sus
más ingeniosas letrillas, trabó una fecunda amistad con Pedro Espinosa y se enfrentó
en terrible y célebre enemistad con su gran rival, Francisco de Quevedo. Instalado
definitivamente en la corte a partir de 1617, fue nombrado capellán de Felipe III, lo
cual, como revela su correspondencia, no alivió sus dificultades económicas, que lo
acosarían hasta la muerte.
Aunque en su testamento hace referencia a su «obra en prosa y en verso», no se ha
hallado ningún escrito en prosa, salvo las 124 cartas que conforman su epistolario,
testimonio valiosísimo de su tiempo. A pesar de que no publicó en vida casi ninguna de
sus obras poéticas, éstas corrieron de mano en mano y fueron muy leídas y
comentadas.
En sus primeras composiciones (hacia 1580) se adivina ya la implacable vena satírica
que caracterizará buena parte de su obra posterior. Pero al estilo ligero y humorístico
de esta época se le unirá otro, elegante y culto, que aparece en los poemas dedicados
al sepulcro de El Greco o a la muerte de Rodrigo Calderón. En la Fábula de Píramo y
Tisbe (1617) se producirá la unión perfecta de ambos registros, que hasta entonces se
habían mantenido separados.
Entre 1612 y 1613 compuso los poemas extensos Soledades y la Fábula de Polifemo y
Galatea, ambos de extraordinaria originalidad, tanto temática como formal. Las críticas
llovieron sobre estas dos obras, en parte dirigidas contra las metáforas
extremadamente recargadas, y a veces incluso «indecorosas» para el gusto de la
época. En un rasgo típico del Barroco, pero que también suscitó polémica, Góngora
rompió con todas las distinciones clásicas entre géneros lírico, épico e incluso satírico.
Juan de Jáuregui compuso su Antídoto contra las Soledades y Quevedo lo atacó con su
malicioso poema Quien quisiere ser culto en sólo un día... Sin embargo, Góngora se
felicitaba de la incomprensión con que eran recibidos sus intrincados poemas
extensos: «Honra me ha causado hacerme oscuro a los ignorantes, que ésa es la
distinción de los hombres cultos».
El estilo gongorino es sin duda muy personal, lo cual no es óbice para que sea
considerado como una magnífica muestra del culteranismo barroco. Su lenguaje
destaca por el uso reiterado del cultismo, sea del tipo léxico, sea sintáctico (acusativo
griego o imitación del ablativo absoluto latino). La dificultad que entraña su lectura se
ve acentuada por la profusión de inusitadas hipérboles barrocas, hiperbatones y
desarrollos paralelos, así como por la extraordinaria musicalidad de las aliteraciones y
el léxico colorista y rebuscado.
Su peculiar uso de recursos estilísticos, que tanto se le criticó, ahonda de hecho en una
vasta tradición lírica que se remonta a Petrarca, Juan de Mena o Fernando de Herrera.
A la manera del primero, gusta Góngora de las correlaciones y plurimembraciones, no
ya en la línea del equilibrio renacentista sino en la del retorcimiento barroco. Sus
perífrasis y la vocación arquitectónica de toda su poesía le dan un aspecto oscuro y
original, extremado si cabe por todas las aportaciones simbólicas y mitológicas de
procedencia grecolatina.
Su fama fue enorme durante el Barroco, aunque su prestigio y el conocimiento de su
obra decayeron luego hasta bien entrado el siglo XX, cuando la celebración del tercer
centenario de su muerte (en 1927) congregó a los mejores poetas y literatos españoles
de la época (conocidos desde entonces como la Generación del 27: Federico García
Lorca, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Luis Cernuda y
Miguel Hernández, entre otros) y supuso su definitiva revalorización crítica.
Lope de Vega
(Félix Lope de Vega y Carpio, Madrid, 1562 - id., 1635) Escritor español. Procedente de
una familia humilde, la vida de Lope de Vega fue sumamente agitada y repleta de
lances amorosos. Estudió en los jesuitas de Madrid (1574) y cursó estudios
universitarios en Alcalá (1576), aunque no consiguió el grado de bachiller.
Debido a la composición de unos libelos difamatorios contra la comedianta Elena
Osorio (Filis) y su familia, por desengaños amorosos, Lope de Vega fue desterrado de la
corte (1588-1595). No fue éste el único proceso en el que se vio envuelto: en 1596,
después de haber sido indultado en 1595 del destierro, fue procesado por
amancebamiento con Antonia de Trillo.
Estuvo enrolado, al menos, en dos expediciones militares: una fue la que conquistó la
isla Terceira en las Azores (1583), al mando de don Álvaro de Bazán, y la otra, en la
Armada Invencible. Fue secretario de varios personajes importantes, como el marqués
de Malpica o el duque de Alba, y a partir de 1605 estuvo al servicio del duque de Sessa,
relación sustentada en una amistad mutua.
Lope se casó dos veces: con Isabel de Urbina (llamada Belisa en sus versos), con la que
contrajo matrimonio por poderes tras haberla raptado antes de salir desterrado de
Madrid; y con Juana de Guardo en 1598. Aparte de estos dos matrimonios, su vida
amorosa fue muy intensa, ya que mantuvo relaciones con numerosas mujeres, incluso
después de haber sido ordenado sacerdote. Entre sus amantes se puede citar a Marina
de Aragón, a Micaela Luján (Camila Lucinda), con la que tuvo dos hijos, Marcela y Lope
Félix, y a Marta de Nevares (Amarilis y Marcia Leonarda), además de las ya citadas
anteriormente.
Pedro Calderón de la Barca
(Madrid, 1600 - id., 1681) Dramaturgo español. Educado en un colegio jesuita de
Madrid, estudió en las universidades de Alcalá y Salamanca. En 1620 abandonó los
estudios religiosos y tres años más tarde se dio a conocer como dramaturgo con su
primera comedia, Amor, honor y poder.
Como todo joven instruido de su época, viajó por Italia y Flandes y, desde 1625,
proveyó a la corte de un extenso repertorio dramático entre el que figuran sus mejores
obras. Tras granjearse un sólido prestigio en el Palacio Real, en 1635 escribió El mayor
encanto, el amor, para la inauguración del teatro del palacio del Buen Retiro.
Nombrado caballero de la Orden de Santiago por el rey se distinguió como soldado en
el sitio de Fuenterrabía (1638) y en la guerra de Cataluña (1640). Ordenado sacerdote
en 1651, poco tiempo después fue nombrado capellán de Reyes Nuevos de Toledo. Por
entonces ya era el dramaturgo de más éxito de la corte. En 1663 el rey lo designó
capellán de honor, por lo que se trasladó definitivamente a Madrid.
Sor Juana Inés de la Cruz
(Juana Inés de Asbaje y Ramírez; San Miguel de Nepantla, actual México, 1651 - Ciudad
de México, id., 1695) Escritora mexicana, la mayor figura de las letras
hispanoamericanas del siglo XVII. La influencia del barroco español, visible en su
producción lírica y dramática, no llegó a oscurecer la profunda originalidad de su obra.
Su espíritu inquieto y su afán de saber la llevaron a enfrentarse con los
convencionalismos de su tiempo, que no veía con buenos ojos que una mujer
manifestara curiosidad intelectual e independencia de pensamiento.
Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió su primera
loa. En 1659 se trasladó con su familia a la capital mexicana. Admirada por su talento y
precocidad, a los catorce fue dama de honor de Leonor Carreto, esposa del virrey
Antonio Sebastián de Toledo. Apadrinada por los marqueses de Mancera, brilló en la
corte virreinal de Nueva España por su erudición, su viva inteligencia y su habilidad
versificadora.
Pese a la fama de que gozaba, en 1667 ingresó en un convento de las carmelitas
descalzas de México y permaneció en él cuatro meses, al cabo de los cuales lo
abandonó por problemas de salud. Dos años más tarde entró en un convento de la
Orden de San Jerónimo, esta vez definitivamente. Dada su escasa vocación religiosa,
parece que Sor Juana Inés de la Cruz prefirió el convento al matrimonio para seguir
gozando de sus aficiones intelectuales: «Vivir sola... no tener ocupación alguna
obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que
impidiese el sosegado silencio de mis libros», escribió.
Su celda se convirtió en punto de reunión de poetas e intelectuales, como Carlos de
Sigüenza y Góngora, pariente y admirador del poeta cordobés Luis de Góngora (cuya
obra introdujo en el virreinato), y también del nuevo virrey, Tomás Antonio de la
Cerda, marqués de la Laguna, y de su esposa, Luisa Manrique de Lara, condesa de
Paredes, con quien le unió una profunda amistad. En su celda también llevó a cabo
experimentos científicos, reunió una nutrida biblioteca, compuso obras musicales y
escribió una extensa obra que abarcó diferentes géneros, desde la poesía y el teatro
(en los que se aprecia, respectivamente, la influencia de Luis de Góngora y Calderón de
la Barca), hasta opúsculos filosóficos y estudios musicales.
Perdida gran parte de esta obra, entre los escritos en prosa que se han conservado
cabe señalar la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz. El obispo de Puebla, Manuel
Fernández de la Cruz, había publicado en 1690 una obra de Sor Juana Inés, la Carta
athenagórica, en la que la religiosa hacía una dura crítica al «sermón del Mandato» del
jesuita portugués António Vieira sobre las «finezas de Cristo». Pero el obispo había
añadido a la obra una «Carta de Sor Filotea de la Cruz», es decir, un texto escrito por él
mismo bajo ese pseudónimo en el que, aun reconociendo el talento de Sor Juana Inés,
le recomendaba que se dedicara a la vida monástica, más acorde con su condición de
monja y mujer, antes que a la reflexión teológica, ejercicio reservado a los hombres.
En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (es decir, al obispo de Puebla), Sor Juana Inés
de la Cruz da cuenta de su vida y reivindica el derecho de las mujeres al aprendizaje,
pues el conocimiento «no sólo les es lícito, sino muy provechoso». La Respuesta es
además una bella muestra de su prosa y contiene abundantes datos biográficos, a
través de los cuales podemos concretar muchos rasgos psicológicos de la ilustre
religiosa. Pero, a pesar de la contundencia de su réplica, la crítica del obispo de Puebla
la afectó profundamente; tanto que, poco después, Sor Juana Inés de la Cruz vendió su
biblioteca y todo cuanto poseía, destinó lo obtenido a beneficencia y se consagró por
completo a la vida religiosa.
Murió mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia de cólera
que asoló México en el año 1695. La poesía del Barroco alcanzó con ella su momento
culminante, y al mismo tiempo introdujo elementos analíticos y reflexivos que
anticipaban a los poetas de la Ilustración del siglo XVIII. Sus obras completas se
publicaron en España en tres volúmenes: Inundación castálida de la única poetisa,
musa décima, Sor Juana Inés de la Cruz (1689), Segundo volumen de las obras de Sor
Juana Inés de la Cruz (1692) y Fama y obras póstumas del Fénix de México (1700), con
una biografía del jesuita P. Calleja.

Argumentos
Argumento Fuente Ovejuna
Fuente Ovejuna es un pequeño pueblo, que está bajo el dominio del Comendador del
pueblo, Fernán Gómez de Gúzman, no respeta las leyes y abusa de su poder,
traicionando los principios feudales y comportándose como un tirano, un hombre cruel
sin escrúpulos que además si no lograba seducir a las mujeres las tomaba igualmente
por la fuerza. Pastores y labradores padecen las injusticias del poder feudal.
Laurencia y Frondoso decidieron casarse, ella quedó embobada por la valentía y
fortaleza que Frondoso poseía. Sin embargo, el Comendador ya había asignado a la
bella Laurencia como su próximo objetivo, pero gracias al valiente Frondoso ella es
salvada de las garras del tirano cuando se lo encuentra en el bosque. El Comendador
muy enfadado manda aprisionar a Frondoso, mientras que se lleva a Laurencia a
Palacio.
El pueblo de Fuente Ovejuna, cansado de la crueldad de su dominador que no hace
más que abusar de su poder cruelmente, explotó de tal forma que decidieron asesinar
al Comendador. Reúnen piedras, hachas, chuzos y, venciendo el temor a las armas que
posee el “enemigo” y al poder que ostenta, logran finalmente entrar en la casa para
salir con la cabeza del Comendador sin piedad.
Una vez perpetrado el asesinato, el pueblo acuerda no decir palabra de quién lo llevo a
cabo, Fuente Ovejuna fue el asesino de su tirano dominador. Un criado del
Comendador, consiguió escapar con vida del palacio para avisar a los reyes de lo
sucedido. Una vez informados, los reyes mandan juzgar al pueblo. Pero sin embargo la
respuesta a quién fue el asesino siempre era la misma; Fuente Ovejuna.
Finalmente el pueblo pide perdón y los Reyes Católicos absuelven el pueblo, ya que es
imposible determinar la identidad de los culpables concretos, e incorporan la villa a la
corona.
Esta impactante obra dramatiza hechos reales que sucedieron durante el reinado de
los Reyes Católicos, en 1476, en un pequeño pueblo cordobés llamado “Fuente
Obejuna”. La obra se publica en 1613. Varios siglos más tarde, desde el año 1935, será
representada frecuentemente por grupos de actores profesionales en la plaza de
Fuenteovejuna y sus habitantes actúan como “extras”. Luego será puesta en escena
exclusivamente por los vecinos, y aunque la dirección teatral se ha mantenido en
manos de profesionales prestigiosos, con ello se ha cumplido un sueño: la
representación de Fuenteovejuna, en “Fuente Obejuna” y por “Fuente Ovejuna”.
Argumento La vida es sueño
La obra comienza con la violenta entrada en escena de Rosaura que, disfrazada de
hombre y acompañada por el gracioso Clarín, llega a Polonia con el propósito de
probar su origen noble tras haberla abandonado Astolfo debido a su origen ilegítimo.
Cae de un caballo junto a una torre en la que escucha a alguien quejarse de su
condición miserable. Se trata de Segismundo. Al descubrirla éste intenta matarla, pero
llega en ese instante Clotaldo, tutor de Segismundo y padre de Rosaura (que lo ignora),
quien acoge a la joven en el palacio cercano del Rey Basilio. Asistimos entonces al
discurso del rey, ante toda la corte y sus sobrinos Astolfo y Estrella, en donde da
cuenta del verdadero origen de Segismundo, su hijo, a quien encerró desde su
nacimiento por la predicción de un horóscopo en el que se anunciaba que acabaría
rebelándose contra él y destronándolo. Ha decidido narcotizarlo y hacerle traer a
palacio para poner a prueba su comportamiento. Estrella y Astolfo serán declarados
herederos tras casarse si Segismundo prueba la verdad del horóscopo. Rosaura pasa a
ser en la corte dama de compañía de Estrella y, a través de diversas estratagemas
descubre el doble juego de Astolfo y la identidad de Clotaldo. Entre tanto Segismundo
adopta en primera instancia un comportamiento tiránico, avasallando a todos y
arrojando a un criado por la ventana. Basilio y Clotaldo deciden dar fin al experimento
encerrándole de nuevo bajo los efectos de un narcótico y haciéndole creer que todo ha
sido un sueño. El ejército, sin embargo, en nombre del pueblo, se niega a aceptar a un
heredero extraño y se rebela, accediendo a la torre para liberar al príncipe
Segismundo, al que confunden en primera instancia con Clarín, encerrado también por
Clotaldo al intentar chantajear a éste. Segismundo se pone al mando del ejército y
Rosaura acude en su ayuda pidiéndole que le ayude a reparar su honor frente a
Astolfo. En la lucha muere Clarín. Segismundo, proclamado rey, y aprendida la lección
de la prudencia que exigen las circunstancias, manda encerrar en la torre al soldado
rebelde que proclamó la revuelta contra el monarca, perdona a Basilio y Clotaldo, casa
a Rosaura con Astolfo y él mismo contrae matrimonio con Estrella.

También podría gustarte