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PENA DE MUERTE EN CASO DE GUERRA EXTERIOR.

Señala el artículo 66 del CÓDIGO DE JUSTICIA MILITAR Y POLICIAL que en


caso de guerra exterior podrá aplicarse la pena de muerte acorde con nuestra
legislación.

RODRIGUEZ DEVESA indica que el monopolio de la pena por el estado


significa algo mas que eliminación conceptuadle toda idea de odio o venganza
contra el ofensor, en un intento de desapasionamiento y de enjuiciar el hecho
delictivo a la luz de criterios mas elevados, con puntos de vista colectivos y no
personalizados, dejando las acciones correspondientes para el juego de los
intereses privados que lesiona el delito1.

PENA DE MUERTE. Es el castigo legalmente impuesto por el Estado al


delincuente incorregible y altamente peligroso, para conservar el orden jurídico
y social que consiste en privarle de la vida, por la gravedad del delito que
cometió y con el objeto de que éste tipo de delito no se siga cometiendo. Pero
se exigiría que, dicha privación de la vida, se llevase a cabo de forma que el
delincuente condenado a muerte, no sufriese tormentos físicos, toda vez que
existen medios científicos por los cuales se les puede privar de la vida sin
ocasionarles dolor físico, V. gr. Como en el caso de una inyección letal, por la
cual el delincuente se quedaría dormido para ya no despertar más y mejor aun
que dicha pena, se le aplique inmediatamente después de que sea condenado
a ésta y con el objeto de que no se olvide el daño que ha causado a la
sociedad y la familia del sentenciado no sufra por la prolongación de su
imposición.

También se puede conceptuar a la pena de muerte como: La consecuencia


jurídica que tiene como resultado la muerte del delincuente, impuesta por el
Estado y derivada de su conducta antisocial repetida, peligrosa e incorregible.

Pena de muerte, para los delitos de Traición a la Patria y de terrorismo, según


lo dispone el art. 140 de la Constitución de 1993, para una mejor ilustración
reproducimos su texto: Art. 140 La Pena de muerte sólo puede aplicarse por
delito de Traición a la Patria en caso de guerra, y el terrorismo, conforme a las
leyes y a los tratados de los que el Perú es parte obligada.
Esta pena no se aplicó a los casos de terrorismo por impedírselo el
sometimiento del Estado peruano a los Tratados Internacionales de Derechos
Humanos y muy particularmente al Pacto de San José de Costa Rica, que
expresamente prohibían a los Estados miembros aplicar la pena de muerte.

El art. 4 del D.L. 25659 del 13 de agosto de 1992, que tipificó el delito de
Traición a la Patria, dice: Art. 4. A partir de la fecha de vigencia del presente
Decreto Ley, los delitos de Traición a la Patria serán de competencia del Fuero
Privativo Militar, tanto en su investigación como en su juzgamiento.

1
RODRIGUEZ DEVESA, José Derecho Penal Español Madrid. Editorial Dikinson Madrid. 1994. P. 94.

1
Procedimiento militar que se aplica únicamente en tiempos de guerra —como
lo veremos más adelante— en este caso, los tribunales militares se activan
para tiempos de paz. Este fuero privativo militar, que se extiende a los civiles
por esta norma especial de excepción, aplicará normas procesales en vía
supletoria, de la jurisdicción civil como la conformación de los tribunales
secretos popularmente más conocidos por la prensa como tribunales sin rostro.
La tesis de que las normas que dieron origen a los delitos de Traición a la
Patria y al delito de terrorismo violan toda la doctrina nacional e internacional
respecto a los derechos humanos y a la juridicidad democrática de un país en
Estado de Derecho.

En su aplicación se han cometido excesos que son urgentes corregir a fin de


que los excesos gubernamentales, en el afán de enfrentar resueltamente a la
subversión, se dejen sin efecto. En el fuego cruzado de la guerra interior, no
reconocida oficialmente, la población civil no beligerante ha sufrido las
consecuencias de esta guerra. Personas inocentes, estamos seguros, están en
las cárceles de Perú.

A partir de la vigencia de la constitución de 1979, en el Perú la pena de muerte


se mantuvo con carácter de excepción, exclusivamente para el supuesto de
traición a la patria en caso de guerra exterior. De esta manera, al haber entrado
en vigencia dicho texto constitucional en circunstancias en las que el Estado
peruano había ya suscrito y ratificado la Convención Americana de Derechos
Humanos, se hizo evidente que dicha sanción no podía ser extendida a
supuestos diferentes al allí previsto.

En efecto, dado que el inciso 2 del artículo 4° de la citada Convención, prohíbe


a un Estado parte ampliar los supuestos para la aplicación de esa drástica
medida  “…  a delitos a los cuales no se aplique actualmente” quedó claro que,
para lo sucesivo, dicha pena no podía ser impuesta a ninguna otra conducta
delictiva, salvo que, al efecto, se optara por denunciar previamente la
Convención Americana, colocando entonces al Perú al margen del sistema
interamericano de protección de derechos humanos.

No obstante ello, los constituyentes para la Carta de 1993, optaron por ampliar
los supuestos de aplicación de la pena de muerte, al señalar que ella podía ser
impuesta también por los delitos de traición a la patria en caso de guerra
interna y el de terrorismo.

En consecuencia, al haberse omitido el señalamiento de que debía tratarse de


una “guerra exterior”, como lo contemplaba en su artículo 235º la Constitución
anterior en referencia al delito de traición a la patria y, al mismo tiempo, afirmar
que la pena de muerte podía aplicarse también al delito de terrorismo, no cabe
duda que se transgredieron los límites establecidos por el Pacto de San José,
que el Perú se hallaba obligado a respetar.

2
Ahora bien, la fórmula utilizada en el nuevo texto sin embargo, que añade a los
supuestos para la aplicación de la pena capital el que ello se verifique “…
conforme a las leyes y a los tratados de los que el Perú es parte obligada”, en
términos prácticos, impide que pueda materializarse la ampliación que el
mismo artículo constitucional pretendió consagrar.

En efecto, si la ampliación propuesta, procede siempre que  guarde


correspondencia con los tratados en los que el Perú es parte, queda claro
entonces que, en tanto el Estado peruano no se desvincule mediante el
mencionado procedimiento de denuncia de la Convención Americana, el citado
inciso 2 del artículo 4º de la misma, impide tal ampliación.

En adición a ello, conforme lo desarrollaremos más adelante, otros artículos del


propio texto constitucional refuerzan esta opinión contraria a la posibilidad de
ampliar los supuestos para la aplicación de la pena de muerte en el Perú.

En tal virtud, no obstante la equívoca redacción del artículo 140º de la actual


Constitución, en la actualidad, el único supuesto que admite la posibilidad de
sancionar con la pena capital la comisión de un delito en el Perú, sigue siendo
el de traición a la patria en caso de guerra exterior.

A partir de tales consideraciones, coincidimos con Marcial Rubio Correa


cuando, a propósito de esta cuestión manifiesta:  “…estimamos que la medida
más correcta que podría tomar el Perú es modificar el artículo 140º de la
Constitución y adecuarlo a las exigencias que plantea la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, debidamente concordada con el que fue
artículo 235º de la constitución de 1979, que para estos efectos sigue siendo el
límite máximo posible de aplicación de la pena de muerte en el Perú 2”

ÍNDICE
2
Rubio Correa Marcial Estudio de la constitución Política de 1993. Lima PUPC. P.156.

3
INTRODUCCIÓN

PENA DE MUERTE

I. ASPECTOS CONCEPTUALES.
A. LA PENA.
B. FINES DE LA PENA.
C. DEFINICION DE PENA DE MUERTE.

II. ANTECEDENTES.
A. GRECIA.
B. ROMA.
C. EDAD MEDIA.
D. MODERNIDAD.

III. MARCO LEGAL.


A. NACIONAL.
B. INTERNACIONAL.
C. POSICIÓN DE LA CORTE INTERAMERICANA.

IV. ESTUDIO DESDE LA DOCTRINA.


A. PENSADORES Y ÓRGANOS DE PROTECCIÓN.
B. LOS DERECHOS HUMANOS.
C. TEORIAS DE LA PENA DE MUERTE.
1. TEORÍA DE LA PREVENCIÓN ESPECIAL.
2. DERECHO PENAL DEL ENEMIGO.
3. TOERIA DEL DELINCUENTE NATO.
4. TEORIA ABSOLUTAS.
Rubio Correa Marcial Estudio de la Constitución Política de 1993, tomo 5 pag.156.Fondo editorial PUC,
1999.

5.

4
V. LA PENA DE MUERTE EN EL PERU.
A. MARCO CONSTITUCIONAL.
B. POSICIÓN DEL CÓDIGO PENAL.
C. EVOLUCION DE LA PENA DE MUERTE EN EL PERU.
D. EL CASO DEL MOSTRO DE ARMENDARIZ.

VI. POSICIONES EN TORNO A LA PENA DE MUERTE.


A. POSICIÓN A FAVOR.
B. POSICIÓN EN CONTRA.
C. POSICIÓN DEL GRUPO.

VII. MÉTODOS DE EJECUCIÓN.


VIII. PERSPECTIVAS.

CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA

ANEXOS.
A.1. ARGUMENTOS CONTRA LA PENA DE MUERTE.
A.2. VOTO CONCURRENTE RAZONADO DEL JUEZ SERGIO GARCÍA
RAMÍREZ EN EL CASO HILAIRE, CONSTANTINE, BENJAMIN Y OTROS VS.
TRINIDAD Y TOBAGO, DEL 21 DE JUNIO DE 2002.
A.3. GRÁFICO CONTRACORRIENTE SOBRE LOS PAÍSES
ABOLICIONISTAS Y LOS QUE NO LO SON (FUENTE: EL COMERCIO)
A.4 DATOS Y CIFRAS SOBRE LA PENA DE MUERTE
(1 DE ENERO DE 2006)

5
INTRODUCCIÓN

El drama social que vivimos en nuestra sociedad nuevamente ha puesto en


debate la reinstauración de la pena de muerte como condena de delitos graves
como la violación de menores ¿ustedes creen que en pleno siglo XXI debemos
volver a la ley de Talion ¿ que por cada vida arrebatada arrebataremos otra en
nombre da la ley. OH en el refrán que dice: ojo por ojo diente por diente en
retribuir el daño o un ejemplo más claro que el niño que recibe un puñetazo
debe devolverle con otro puñetazo.

Lo cual nos conduce a lo absurdo pues la pena de muerte en el Perú será


regresar a tiempos en tiempos de en los que algunos ciudadanos tenían mas
derechos que otros. En los que el estado no había reconocido el derecho a la
vida de todos sus ciudadanos. Defender los derechos de los niños no significa
matar a sus violadores.

La pena de muerte es la negación más extrema e irreversible de los derechos


humanos, porque vulnera la esencia de los valores. Todos los seres humanos
incluyendo, a al prensa los jueces y testigos, están sujetos a cometer errores.
Por lo tanto siempre existe la posibilidad de que una persona inocente sea
condenado a muerte, lo cual es un hecho irreversible. Aunque solo haya un
inocente entre cien culpables. Esa muerte no se podría justificar. La pena de
muerte no es como la aplicación de un nuevo tipo de castigo. Con la pena de
muerte no hay errores que valgan no hay segundas oportunidades.

La introducción de la pena de muerte pide, además, un debate moral que ha


permanecido invisible en los medios. Matar a un ser humano. Tomar la vida de
otro ser humano en una situación que no puede describirse como defensa
personal si no simplemente como venganza .No es justicia porque no ayuda de
ninguna manera ala victima.

6
La pena de muerte contra los violadores implica que se denuncie previamente
el Pacto de San José de Costa Rica del cual el Perú es signatario y significaría
una nueva etapa en el derecho penal peruano, el cual tiene una experiencia de
esta naturaleza en la época de Juan Velasco Alvarado.

No podemos convertirnos en un país paria, porque de prosperar esta


modificación constitucional, el Perú estaría obligado a renunciar al pacto
de Costa Rica y demás acuerdos internacionales en materia de derechos
humanos.

Invitamos a conocer este estudio exegético, el cual aborda el tema en


sus diferentes dimensiones, se ha seguido las pautas de la cátedra.

7
PENA DE MUERTE

I. ASPECTOS CONCEPTUALES.

A. LA PENA.

Es un mal consistente en la pérdida de bienes como retribución por haber


violado el deber de no cometer un delito. Es la pérdida de un bien del
delincuente (Valores jurídicos: vida, libertad, propiedad, fama, etc.). Sólo la
pérdida de bienes como retribución por el mal causado por el delito cometido
es una pena. La pena es retributiva a la culpabilidad del autor con arreglo a
su personalidad, es intransferible, con ella la sociedad responde a la ofensa
que, violando su deber de abstenerse de delinquir, el autor le infiere a bienes
individuales o sociales.
RODRIGUEZ DEVESA indica que el monopolio de la pena por el estado
significa algo mas que eliminación conceptuadle toda idea de odio o venganza
contra el ofensor, en un intento de desapasionamiento y de enjuiciar el hecho
delictivo a la luz de criterios mas elevados, con puntos de vista colectivos y no
personalizados, dejando las acciones correspondientes para el juego de los
intereses privados que lesiona el delito3.

B. FINES DE LA PENA.

LA FUNCIÓN DEL DERECHO PENAL se manifiesta en la función de la pena y


de la medida de seguridad, pero no se agota en ello. El Derecho penal no sólo
se integra de las normas que prevén penas o medidas (normas secundarias),
sino también de las normas que prohíben los delitos a los ciudadanos (normas
primarias).También en éstas habrá de reflejarse la función del Derecho penal:
también ellas tendrán la función de prevención limitada que corresponde al

3
RODRIGUEZ DEVESA, José Derecho Penal Español Madrid. Editorial Dikinson Madrid. 1994. P. 94.

8
Derecho penal de un Estado social y democrático de Derecho. Al prohibir los
delitos, las normas primarias perseguirán motivar al ciudadano para que no
delinca, en lo que deberán respetar ciertos límites que la doctrina penal tiene
en cuenta al exigir determinados requisitos mínimos en el concepto de delito y
en particular en la teoría de la antijuricidad como infracción de la norma
(primaria).
FINES DEL DERECHO PENAL.
El derecho penal tiene una FINALIDAD PREVENTIVA, la prevención general y
especial de los delitos y faltas penales, que atentan y lesionan los bienes
jurídicos protegido por la ley, mediante la amenaza de la pena o de las medidas
de seguridad, que se proponen disuadir, conminar y contener como control
social de la delincuencia y al contraventor de la ley penal.

C. PENA DE MUERTE.

Es el castigo legalmente impuesto por el Estado al delincuente incorregible y


altamente peligroso, para conservar el orden jurídico y social que consiste en
privarle de la vida, por la gravedad del delito que cometió y con el objeto de que
éste tipo de delito no se siga cometiendo.
Pero se exigiría que, dicha privación de la vida, se llevase a cabo de forma que
el delincuente condenado a muerte, no sufriese tormentos físicos, toda vez que
existen medios científicos por los cuales se les puede privar de la vida sin
ocasionarles dolor físico, V. gr. Como en el caso de una inyección letal, por la
cual el delincuente se quedaría dormido para ya no despertar más y mejor aun
que dicha pena, se le aplique inmediatamente después de que sea condenado
a ésta y con el objeto de que no se olvide el daño que ha causado a la
sociedad y la familia del sentenciado no sufra por la prolongación de su
imposición.
También se puede conceptuar a la pena de muerte como: La consecuencia
jurídica que tiene como resultado la muerte del delincuente, impuesta por el
Estado y derivada de su conducta antisocial repetida, peligrosa e incorregible.

9
II. ANTECEDENTES.

A. GRECIA
Existió, en la Antigua Grecia, el código draconiano que imponía la pena capital
para cualquier tipo de crimen. En nuestro idioma la expresión "draconiano"
describe actitudes o conductas implacables, que no admite perdón. Esta cultura
occidental se alimentó de muchísimos y muy importantes aportes heredados de
la cultura helénica en todas sus manifestaciones. De Creta, de Mecenas, de
Jonia, de Esparta y de Atenas, fueron muchos los valores de toda índole
asimilados, y absorbidos por los pueblos occidentales, con lo que se conformó
la recia cultura de los países de Europa Occidental. Pero, indudablemente, el
más importante legado recibido de Grecia en el campo político fue la
democracia.
La forma de gobierno que conocemos como sistema democrático es aquél
cuyos gobernantes son escogidos y elegidos por el pueblo para que, en su
representación, ejerzan la dirección y administración de la República.
En este sistema los únicos que podían escoger sus gobernantes eran los
atenienses: puesto que ni los extranjeros ni los esclavos tenían ese derecho
político.
Inicialmente, los atenienses tuvieron una monarquía patriarcal que duró hasta
el siglo VIII. En ese sistema, el rey era a la vez guerrero, sacerdote y juez.
Con el paso del tiempo, el poderío del Areópago 4 fue creciendo en la media que
el poder y la influencia real disminuyeron. Llegó un momento en que el rey fue
un noble más, miembro del Areópago; entonces la autoridad pasó a ser
ejercida por diez nobles, cada uno de los cuales se llamó arconte; al frente de
ellos había un arconte-rey.  
Los abusos de los nobles en ejercicio del poder y su predominio dieron lugar al
establecimiento de una oligarquía. El enriquecimiento desmesurado de los

4
Diccionario enciclopédico hispano-mexicano. Edición 1ª , editorial plaza & janes , Barcelona,
1980.P.85

10
nobles empobreció al resto de los ciudadanos, muchos de los cuales, por
deudas contraídas, se convirtieron en esclavos. Esta situación trajo odios y
guerras civiles sangrientas entre los atenienses, pues no existían leyes
escritas. La dinámica del Estado dio lugar a las primeras leyes escritas para
solucionar los problemas existentes: el magistrado Dragón (621 años A.C)
redactó un complejo de leyes muy duras, por la que la mayor parte de los
delitos era castigado con la pena de muerte; esas leyes salvaron a las clases
humildes de las arbitrariedades de los nobles, trajeron la paz y el orden y
Atenas progreso socialmente.
Pero esas leyes, a la larga, trajeron nuevos choques entre las clases inferiores
y los eupátridas; hasta cuando ambos grupos se pusieron de acuerdo para
escoger a un ciudadano sabio y justiciero de nombre Solón (594 años A.C),
como arconte supremo: este magistrado propuso un cambio a fondo que se
estableció sobre una reforma en los aspectos sociales y políticos.

B. ROMA
En Roma4 el primer delito castigado con la pena de muerte fue el de Perduellio,
por traición a la patria, más adelante, en las XII Tablas, se reglamentó también
para otros delitos y era esta, la pena imperante; un tiempo después y aunque
sin ser abolida cayó en desuso, restableciéndose posteriormente con los
emperadores. Así pues esta sanción es conocida desde los primeros tiempos
de la humanidad, y puede decirse que en todas las culturas, teniendo algunas
variantes como por ejemplo el tipo de delitos por los que se imponía, siendo el
más común el delito de homicidio.   
Se imponía, igualmente por los delitos que actualmente conocemos como
patrimoniales, delitos sexuales, delitos contra la salud (como lo era la
embriaguez consuetudinaria) delitos del orden político, así como militar, lo
mismo para lo que hoy conocemos como delitos del fuero común y federal.
Las formas de ejecución de la pena fueron muy variadas de acuerdo a los usos
y costumbres de los diferentes pueblos, había entre otras: la lapidación, la
rueda, el garrote, la hoguera, todas eran formas muy crueles ya que su

11
finalidad consistía en imponer el mayor sufrimiento al delincuente condenado a
dicha pena.
Durante la vigencia de las XII Tablas, la autoridad podía dejar la aplicación del
Talión al ofendido o a sus parientes, sin embargo existían también funcionarios
encargados de la ejecución.
La pena de muerte inicialmente fue concebida como una aflicción, retributiva
originada por la comisión de un delito apareciendo así en las leyes antiguas.
Posteriormente, al llegar el cristianismo que predicaba el amor por el prójimo el
carácter divino de la vida, sentó las bases de las tendencias abolicionistas de
esta sanción.

C. EDAD MEDIA
En esta época de la edad media en donde el clero, autoridad, máxima sobre la
tierra, el que personificaba las instituciones de derecho, juzgaba en forma muy
particular al delincuente, tal vez sea en esta época cuando la humanidad pudo
contemplar los más torturantes castigos y los más refinados procedimientos en
el arte de matar.
"En Europa medieval, el delincuente político religioso pagaba con su vida todo
aquel acto calificado por el clero en su caso por el monarca como delitos ante
los cuales solamente la vida del culpable podía ofrecer una reparación al daño
causado." Es así que a la cabeza de las penas estaba la pena de muerte
llamada, también pena capital.
En el siglo XVIII vemos con mayor claridad cómo el delito político era
sancionado con la pena capital, concretamente en Francia, no fue escaso el
número de reos del orden político que pagaron en la guillotina el atrevimiento
de haber desafiado las iras del monarca.
La tortura y la pena de muerte son dos prácticas surgidas durante la marcha de
humanidad. Sin embargo, no siempre han tenido el mismo sentido político.
Tanto en Occidente como en los pueblos de América, la historia nos dice que
desde la antigüedad se aplicó la pena de muerte, agravada con terribles
sufrimientos que fueron considerados parte del castigo que debía sufrir el
penado. 

12
En el Manual de inquisidores se explica:
"Cuando confiesa un acusado el delito por el cual fue preso por la inquisición,
es inútil diligencia otorgarle defensa. En punto de herejía la confesión del reo
basta por sí sola para condenarle, porque como la herejía es delito del alma
muchas veces no puede haber de ella otra prueba que la confesión del
acusado." 
Apreciamos en estas lecciones el derecho que regía en un momento
premoderno, en el cual no existía el sujeto de derecho, menos aún el
ciudadano; sin embargo, el procedimiento penal de aquella época reflejaba la
idea de la trascendencia del alma y en consecuencia, de una justicia que se
legitimaba en argumentos que el positivismo llamaría "argumentos
metafísicos". En todo caso, es evidente que sí ha existido la conciencia del
sufrimiento y la voluntad sostenida en el puro poder de llevar a las víctimas al
extremo de éste. Por ello, ninguna época ni civilización puede humanamente
sostener un argumento ético a favor de la tortura.
Por lo que respecta a las sociedades precolombinas, se sabe que aplicaban las
penas consistentes en palo tormentos o la muerte, siendo el gran sacerdote
quien las imponía, ordenaba las ejecuciones y se cumplían. 

D. EN LA MODERNIDAD

La pena de muerte crea conciencia mundial, mencionando que el crimen no


queda impune. En donde se practica la justicia la pena de muerte es un buen
instrumento acorde con los tribunales de justicia en el mundo, el asesinato por
medio de la silla eléctrica, la inyección letal, la cámara de gas, etcetera.
Según fuentes autorizadas, la mayoría de las notas que condenan ese modelo
provienen de Europa.
Por ultimo se busca la opinión pública y demostrar que la pena de muerte
actualmente son cimientos de crueldad hacia la humanidad.

13
III. MARCO LEGAL.

A. NACIONAL.
El Tratado Interamericano de Derechos Humanos de San José de Costa Rica,
suscrito en 1969, y ratificado por el Perú por partida doble en 1978 y en 1980 -
en este último caso, a nivel constitucional- señala taxativamente en su Art. 2º la
prohibición de que los Estados partes que hayan suprimido la pena de muerte
la reimplanten, o que luego de derogada en uno o más la extiendan a
supuestos de hecho abandonados a esa fecha o futuro. Si bien en 1978 el Perú
contemplaba la pena de muerte en caso de homicidio calificado contra
miembros de las FFAA o FFPP, o violación de menores, en 1980 ello fue
restringido por mandato constitucional a sólo un supuesto: la traición a la Patria
en caso de guerra exterior; dejando fuera de tal sanción la traición a la Patria
en tiempos de paz. Por ello nuestra obligación como Nación, so riesgo de
incurrir en grave responsabilidad internacional, nos enfrentaría, en caso de
tratar de reimplantar la pena de muerte de supuestos diferentes, a tener que
denunciar el Pacto de San José, debiendo esperar los dos años de moratoria
que su sistema de desvinculación exige, con el descrédito y la inconveniencia
internacional que ello supondría, costos y responsabilidad que muy pocos
valoran cuando prestamente lanzan sus propuestas al aire 5.

B. INTERNACIONAL.

PENA DE MUERTE
Pacto Artículo 6
Internacional (...)
de Derechos 2. En los países que no hayan abolidos la pena capital solo podrá
Civiles y imponerse la pena de muerte por los más graves delitos y de
Políticos conformidad con leyes que estén en vigor en el momento de
cometerse el delito y que no sean contrarias a las disposiciones
del presente Pacto ni a la Convención para la Prevención y la

5
Quiroga León Aníbal La Pena de Muerte En el Comercio, 18 de Octubre de 1995.

14
Sanción del Delito de Genocidio. Esta pena solo podrá imponerse
en cumplimiento de sentencia definitiva de un tribunal
competente.
3. Cuando la privación de la vida constituya delito de genocidio se
tendrá entendido que nada de lo dispuesto en este artículo
excusará en modo alguno a los Estados Partes del cumplimiento
de ninguna de las obligaciones asumidas en virtud de las
disposiciones de la Convención para la Prevención y la Sanción
del Delito de Genocidio.
4. Toda persona condenada a muerte tendrá derecho a solicitar
el indulto o la conmutación de la pena. La amnistía, el indulto o la
conmutación de la pena capital podrán ser concedidos en todos
los casos.
5. No se impondrá la pena de muerte por delitos cometidos por
personas de menos de 18 años de edad, ni se le aplicará a las
mujeres en estado de gravidez.
6. Ninguna disposición de este artículo podrá ser invocada por un
Estado Parte en el presente Pacto para demorar o impedir la
abolición de la pena capital.
Segundo Artículo 1
Protocolo 1. No se ejecutará a ninguna persona sometida a la jurisdicción
Facultativo de un Estado Parte en el presente Protocolo.
del Pacto 2. Cada uno de los Estados Partes adoptará todas las medidas
Internacional necesarias para abolir la pena de muerte en su jurisdicción.
de Derechos Artículo 2
Civiles y 1. No se admitirá ninguna reserva al presente Protocolo, con
Políticos excepción de una reserva formulada en el momento de la
destinado a ratificación o la adhesión en la que se prevea la aplicación de la
Abolir la pena de muerte en tiempo de guerra como consecuencia de una
Pena de condena por un delito sumamente grave de carácter militar
Muerte cometido en tiempo de guerra.
Convención Artículo 4

15
Americana Derecho a la vida.
sobre 1. (...)
Derechos 2. En los países que no han abolido la pena de muerte, ésta sólo
Humanos podrá imponerse por los delitos más graves, en cumplimiento de
sentencia ejecutoriada de tribunal competente y de conformidad
con una ley que establezca tal pena, dictada con anterioridad a la
comisión del delito. Tampoco se extenderá su aplicación a delitos
a los cuales no se la aplique actualmente.
3. No se restablecerá la pena de muerte en los Estados que la
han abolido.
4. En ningún caso se puede aplicar la pena de muerte por delitos
políticos ni comunes conexos con los políticos.
5. No se impondrá la pena de muerte a personas que, en el
momento de la comisión del delito, tuvieren menos de dieciocho
años de edad o más de setenta, ni se le aplicará a las mujeres en
estado de gravidez.
6. Toda persona condenada a muerte tiene derecho a solicitar la
amnistía, el indulto o la conmutación de la pena, los cuales
podrán ser concedidos en todos los casos. No se puede aplicar la
pena de muerte mientras la solicitud esté pendiente de decisión
ante autoridad competente.
Protocolo a Artículo 1
la Los Estados partes en el presente Protocolo no aplicarán en su
Convención territorio la pena de muerte a ninguna persona sometida a su
Americana jurisdicción
sobre
Derechos
Humanos
Relativo a la
Abolición de
la Pena de
Muerte

16
El artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada el
10 de diciembre de 1948, y el artículo 6 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, aprobado el 16 de diciembre de l966, Observando que el
artículo 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos se refiere a la
abolición de la pena de muerte en términos que indican claramente que dicha
abolición es deseable.
Convencidos de que todas las medidas de abolición de la pena de muerte
deberían ser consideradas un adelanto en el goce del derecho a la vida.
Es por eso que dicha organización ha suscrito un protocolo internacional para
abolir la pena de muerte y que a futuro sea ejercida en todos los países que la
hayan suscribido.

C. POSICIÓN DE LA CORTE INTERAMERICANA.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que en el texto de


la Convención Americana se expresa una clara nota de progresividad,
consistente en que, sin llegar a decidir la abolición de la pena de muerte,
adopta las disposiciones requeridas para limitar definitivamente su aplicación y
su ámbito, de modo que éste se vaya reduciendo hasta su supresión final 6.
Sostiene además la Corte Interamericana, al comentar los alcances de los art.
4.2 y 4.3 de la Convención, que estas disposiciones no buscan rodear de
condiciones rigurosas la excepcional imposición o aplicación de la pena de
muerte, sino ponerle un límite definitivo a través de un proceso progresivo e
irreversible destinado a cumplirse tanto en los países que no han resuelto aún
abolirla, como en aquellos que sí han tomado esa determinación.
 En el primer caso, añade la Corte, si bien la Convención no llega a suprimir la
pena de muerte, sí prohíbe que se extienda su uso y que se imponga respecto
a delitos para los cuales no estaba prevista anteriormente, con lo cual se
impide cualquier expansión de la lista de crímenes castigados con esa pena.

6
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. «Restricciones a la pena de muerte (Art.
4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos)». Opinión Consultiva OC-3/83 del 08 de
setiembre de 1983, párr. 57.

17
En el segundo caso, se prohíbe de modo absoluto el restablecimiento de la
pena capital para todo tipo de delito, de tal forma que la decisión de un Estado
Parte en la Convención, en el sentido de abolir la pena de muerte, se convierte
en una resolución definitiva e irrevocable.
 Respecto a la prohibición establecida por la Convención de extender el uso y
la imposición de la pena de muerte a delitos para los cuales no se encontraba
prevista anteriormente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
considerado que en el caso de que un Estado dicte una ley que viole
manifiestamente la obligación de no ampliar los supuestos de aplicación de la
pena capital, pueden ocurrir dos cosas:
Si la ley no es de aplicación inmediata y no ha sido aún aplicada a un caso
concreto, no puede someterse a su jurisdicción un caso contra dicho Estado,
con base a la sola emisión de la ley, porque la ley que no es de aplicación
inmediata es mera facultad dada a las autoridades para tomar medidas de
acuerdo a ella y no representa, por sí misma, violación de los derechos
humanos;
Si se trata de leyes de aplicación inmediata, la violación de los derechos
humanos, individual o colectiva, se produce por el solo hecho de su expedición
La promulgación de una ley manifiestamente contraria a las obligaciones
asumidas por un Estado al ratificar o adherir a la Convención, constituye una
violación de ésta y, en el evento de que esa violación afecte derechos y
libertades protegidos respecto de individuos determinados, genera
responsabilidad internacional para el Estado.
 La aplicación de la pena capital no se encuentra sujeta a la discrecionalidad de
los Estados que aún la consagran, por cuanto los instrumentos internacionales
sobre derechos humanos establecen una serie de requisitos y limitaciones para
tal efecto.
 En este sentido, la decisión de ejecutar esta sanción debe ser el resultado de
un proceso judicial en el cual se hayan respetado las garantías del debido
proceso, pues tanto el Pacto Internacional (art. 6.2) como la Convención
Americana (art. 4.2) disponen que la pena de muerte sólo pueda imponerse en
cumplimiento de sentencia definitiva expedida por un tribunal competente.

18
 En concordancia con este punto, el Comité de Derechos Humanos ha
señalado que en los procesos donde se aplique la pena capital deben
observarse todas las garantías procesales, incluidas el derecho de la persona
a ser oída públicamente por un tribunal independiente, a que se presuma su
inocencia y a gozar de las garantías mínimas en cuanto a su defensa y al
derecho de apelación ante un tribunal superior. Asimismo ha señalado que la
imposición de la pena de muerte, tras la conclusión de un proceso en el cual no
se han respetado las correspondientes garantías procesales, si no existe
posibilidad de apelación posterior de la sentencia, constituye una violación al
derecho a la vida. Afirma además el Comité que esta obligación de observar
rigurosamente todas las garantías de un juicio equitativo no admiten excepción
alguna7.

IV. ESTUDIO DESDE LA DOCTRINA.

A. PENSADORES Y ORGANOS DE PROTECCIÓN


 Algunos pensadores
Existen algunos pensadores que no justifican el restablecimiento de la pena de
muerte aún cuando no se pueda decir que son abolicionistas, propiamente
dicho.
Raúl Carrancá y Trujillo; dice que: "la pena de muerte es en México
radicalmente injusta e inmoral, porque en México el contingente de
delincuentes que estarán amenazados de condena judicial de muerte se
compone, en su gran generalidad, de hombres, económica y culturalmente
inferiorizados; los demás delincuentes, por su condición económica o social
superior, no llegan jamás a sufrir proceso y menos llegarían a sufrir la
irreparable pena; pero además el delincuente de otras clases sociales delinque
contra la propiedad y sólo por raras excepciones, contra la vida e integridad
personales, y tendría jamás como consecuencia la pena de muerte.
Por lo tanto esta pena se aplicaría casi exclusivamente a hombres humildes de
nuestro pueblo; hombres que son delincuentes porque son víctimas del

7
Al final de nuestro trabajo presentamos las sentencias y sus opiniones.

19
abandono en que hasta hoy han vivido por parte del Estado y la sociedad,
víctimas de la incultura, de la desigualdad y miseria económica, de la
deformación moral de los hogares en que se han desarrollado, mal alimentados
y tarados por herencia alcohólica y degenerados por la depauperación.
El Estado y la sociedad entera son los principales culpables de esto, y en vez
de la escuela, de la solidaridad social que los adapte a una vida humana y
digna y de la elevación de su nivel económico, que borre para siempre su
inferioridad ancestral, el Estado optará lindamente por suprimirlos.   
También afirma que la pena de muerte en México, es radicalmente injusta e
inmoral a lo que diremos que no esta tomando en cuenta que el fin último de
esta pena, es la eliminación de sujetos excepcionalmente peligrosos para la
sociedad con lo que podría asegurarse el sano desarrollo de la misma evitando
que se reproduzcan; ya Rafaelo Garófalo respondió a esta cuestión al decir que
la pena de muerte, como la sociedad, puede calificarse de benéfica y justa y
asegura que: El individuo no representa más que una célula del cuerpo social,
por consiguiente, no puede hacer valer su derecho cuando su conservación
pondría en peligro la del organismo social.
Justificación de algunos pensadores
Desde la antigüedad, si bien es sabido sobre la existencia de la pena de
muerte, no se sabe que se hayan suscitado polémicas doctrinarias al respecto,
es decir, en torno a su necesidad o licitud. Probablemente fue Platón quien
inició una teoría sobre ello, Platón justificó la pena de muerte como medio
político para eliminar de la sociedad a un elemento nocivo y pernicioso, y
sostiene que: En cuanto aquellos cuyo cuerpo está mal constituido, se les
dejará morir y se castigará con la muerte, a aquellos otros cuya alma sea
naturalmente mala e incorregible. Es lo mejor que puede hacerse por ellos y
por el Estado.
Platón considera que el delincuente es incorregible por ser un enfermo anímico
incurable y que por lo mismo constituye el germen de perturbaciones y
aberraciones de otros hombres.
Por tal razón para esta especie de hombres, la vida no es una situación ideal y
la muerte es el recurso que existe para solucionar socialmente el problema.  

20
Santo Tomas de Aquino3, en su máxima obra "La Summa teológica", sostiene
que todo poder correctivo y sancionarlo proviene de Dios, quien lo delega a la
sociedad de hombres; por lo cual el poder público esta facultado como
representante divino, para imponer toda clase de sanciones jurídicas
debidamente instituidas con el objeto de defender la salud de la sociedad. De la
misma manera que es conveniente y lícito amputar un miembro putrefacto para
salvar la salud del resto del cuerpo, de la misma manera lo es también eliminar
al criminal pervertido mediante la pena de muerte para salvar al resto de la
sociedad.

B. LOS DERECHOS HUMANOS


Los derechos humanos han resuelto exponer en una declaración solemne los
derechos naturales y les recuerdan sin cesar sus derechos y deberes fundados
en principios indiscutibles que tiendan siempre al mantenimiento de la armonía
social y a la felicidad de todos.
Pero la pena de muerte marca un retroceso por ir contra de la naturaleza
humana y por no resolver la delincuencia quienes presumen de humanistas no
pueden estar a favor de la privación de la vida por parte del estado y aquellos
que la aceptan, no solo resultan incongruentes sino intolerantes, la intolerancia
ya sea política o religiosa ha sido causa de grandes males y penas de muerte
es intolerante por que no demuestra clemencia, y no hay que confundir extrema
dureza con eficiencia en al cumplimiento de funciones de seguridad publica.
Las violaciones a los derechos humanos son perpetradas por muchas
autoridades, son tan graves que han obligado a instancias internacionales a
denunciar y buscar medidas de presión para contener la escala de actos que
menoscaben tales derechos. Es esencial que los derechos humanos sean
protegidos por un régimen de derecho a fin de que el hombre se vea compelido
al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión también es
necesario promover el desarrollo de relaciones amistosas entre las naciones
para erradicar totalmente esta pena de muerte tan bárbara en una época tan
civilizada pero de grandes desigualdades para la humanidad.

21
Con la declaración de los derechos humanos proclamada y aprobada por la
Asamblea general de la Naciones Unidas, el 10 de Septiembre de 1948
manifiesta en su articulo 3º. "Todo individuo tiene derecho a la vida a la libertad
y a la seguridad de su persona."
En verdad de que el hombre es un ser social por naturaleza, pero esto no
significa que ontológicamente la sociedad proceda en existencia al hombre. El
hombre no llega hacer verdaderamente hombre, ni alcanza tanto la conciencia
como la realización de su humanidad, sino dentro de la sociedades, es decir
que no puede subordinarse a los instintos y los movimientos de su propio
cuerpo a la dirección de su espíritu cada vez más desarrollado, sino es por la
educación y por la instrucción pero tanto la una como la otra son cosas
eminentemente sociales, porque fuera de la sociedad el hombre hubiera
continuado siendo eternamente una bestia salvaje, la pena de muerte en estos
años se señala como una barbaridad, tal vez que a causado mucho daño y no
ha resuelto el bien jurídico que espera una noble humanidad.
Para la educación de los condenados a muerte se emplearon varios métodos,
los cuales eran crueles, sanguíneos, tormentosos, etc. Enumeramos algunos
métodos para reflexionar de la maldad que tenían las autoridades que
determinaban la pena de muerte.
a) La crucifixión
b) Los azotes
c) Meter en un saco al condenado junto con una culebra
d) La de ser devorados por las fieras para que sirviera de espectáculo
e) La decapitación con hacha, espada y guillotina
f) La estrangulación
g) La muerte por hambre
h) Ahogados en pantanos donde morían por asfixia
i)La lapidación
j) Muerte a pedradas
k) El descuartizamiento
l) El entierro en vida

22
m) El empalamiento, consistía en ensartar en una estaca afilada al reo y dejarle
clavado en ella
n) Hervir en agua, vino o aceite
ñ) Ser colocado en el potro para hacerlo pedazos
o) Colgado
p) Fusilamiento
Todas estas ejecuciones se dieron principalmente en la edad media, y la gente
presenciaba de una manera morbosa las ejecuciones.
En los días de ejecución se alquilaba una ventana y a veces iban a colocarse
en primera fila, los vagos y gentes canallas. También en Francia no sólo el
populacho acudía en grandes masas a presenciar alegremente las ejecuciones
capitales, sino personas de la aristocracia en España existía la costumbre de
que los padres llevasen a sus hijos, y en el momento en que el reo era
ejecutado, les propinaban una fuerte bofetada acompañado de la frase, toma
para que te acuerdes.
En Estados Unidos de Norteamérica, país donde todavía se llevan a cabo la
pena de muerte lo hacen según ellas con menos tormentos crueles como son,
la silla eléctrica, cámara de gases y las inyecciones letales, estos métodos
sofisticadas son también dolorosos, asfixiantes, convulsivos, sufridores y
tormentosos, que no dejan de ser bárbaros por el hecho de quitarle la vida a
otro ser humano. 

A. TEORIAS DE LA PENA DE MUERTE.


MOMETHIANO SANTIAGO8 señala que tradicionalmente se distinguen entre
teorías absolutas, teorías relativas y teorías de la unidad que continuación
analizaremos:

1. TEORÍA DE LA PREVENCION ESPECIAL.

8
MOMETHIANO SANTIAGO Ysrael código Penal Exegético Lima. Editorial San Marcos. 2003. P. 85.

23
A diferencia de la pevención general que usa como sujeto la colectividad, la
prevención especial tiende a prevenir los delitos de una persona
determinada.
Por eso, la prevención especial opera en el momento de la ejecución de la
pena y no de la conminación legal como la prevención especial.
El fundamento de la pena es evitar que el delincuente vuelva a delinquir en
el futuro.
Los principales tendencias en la prevención especial ha sido :
– la Escuela positiva en Italia;
– la Escuela de von Liszt en Alemania.
En Italia, la Escuela Positiva ha cabiado la imagen promovada en el sistemo
de Derecho Penal y Criminologia porque ha puesto en el centro del atención
el delincuente. Su principales representantes Lombroso, Ferri y Garofalo han
echo un estudio completo del delito como un hecho natural y social y han
conclusionado que el delincuente es como un enfermo o inadaptado social,
que no tiene libero arbitre.
Porque el delincuente no tiene responsabilidad, la pena es ineficace, razon
para que ella debe ser recambiada con las medidas de seguridad.
En Alemania la Escuela Sociológica conducida de Franz von Liszt ha
establecido que la finalidad de la pena debe investigarse en funcción de las
destintas categorias de delincuentes y no de manera uniforme para cualquier
autor9.
Von Liszt en su “Programa de Marburgo” ha echo un programa politico-
criminal:
–para el delincuente de ocasión la pena constituye un “recordatorio” que le
inhiba ulteriores delitos;
–frente al delincuente no ocasional pero corigible debe perseguirse la
corrección y resocialización por medio de una adecuada ejecucion de la
pena;
–para el delincuente habitual incorregible la pena puede ser perpetua.

9
Santiago Mir Puig, Derecho Penal – parte general, Barcelona, 1990.

24
La dirección iniciada por van Liszt ha sido continuada en Italia por Filippo
Gramatica que propone la substitución de Derecho Penal con la “defensa
social” y con linea mas moderado de Marc Ancel “La defénse sociale
nouvelle”.
Pero un grande eso ha tenido la teoria de van Liszt en los años sesenta de
este sieglo en Alemania en que se vivio “retorno a von Liszt” y cuando han
aparecindo una serie de institucionés que permiten substituir la pena en
delitos pocos graves cuando la permiten las condiciones del delincuente –
por ejemplo: la condena condicional, la libertad condicional, etc.
Pero las teorias de prevención especial que paracen a una vista que han
encontrado soluciones muy buenas para los delincuentes no explican
tampoco el fundamento de la pena.
La prevención especial no puede justificar por si sola el recurso a la pena:
1. en algunas situaciones la pena no seria necesaria para la prevención
especial porque los delincuentes primarios y ocasionales no manifestan
peligro de volver a delincvir – por ejemplo los delitos cometidos con cupla;
2. en otros casos no se puede resocializar usando la pena porque el
delincuente habitual no puede a veces ser resocializado;
3. en otros casos la resocialización puede no resultar licita – por ejemplo los
delincuentes por convicción politicos, terroristas, con quien no se debe
intentar persuasion por la fuerza de un tratamiento poeque en un Estado
democratico la resocialización no debe ser obtenida contra la voluntad del
delincuente.
Las teorías de la prevención especial, ven el fin de la pena, en apartar al que
ya ha delinquido de la comisión de futuros delitos, bien a través de su
corrección o intimidación, o a través de su aseguramiento, apartándolo de la
vida social en libertad. Su principal representante fue el penalista alemán,
Franz Von Liszt, que consideraba al delincuente como el objeto central del
Derecho Penal, y a la pena como una institución que se dirige a su corrección,
intimidación o aseguramiento. El delincuente no debe volver a delinquir, para
ello se hace necesario observar una triple dimensión de la pena: intimidación,
resocialización e inocuización. Fundamenta la primera en el sentido que esta

25
dirigida al delincuente como un aviso de la sanción que puede ser objeto al
cometer un acto atribuido como delito. Luego, fundamenta la resocialización, en
que el delincuente es susceptible de corrección mediante la educación durante
el tiempo que cumple la sanción y por último precisa que la inocuización esta
dirigida a la anulación del delincuente habitual, con una sanción penal por
tiempo indeterminado e incluso la pena de muerte.
Al respecto, Luis Miguel Bramont-Arias 10, dice: “…las penas buscan la
prevención del delito respecto del autor que cometió el ilícito penal, es decir la
prevención de la pena consiste en hacer que el sujeto no vuelva a delinquir. Se
trata de prevenir el delito resocializando o rehabilitando al delincuente -Artículo
IX del Título Preliminar del Código Penal-”.
En tal sentido cabe mencionar que, “lo incorrecto y peligroso para la seguridad
jurídica es pensar que el fundamento de la pena es uno de los dos criterios
indicados. No se impone una pena por que es necesario intimidar a
delincuentes en potencia o porque se estime que es necesario someter a
tratamiento al agente. Se le castiga por que culpablemente ha cometido una
infracción. El “para que” se castiga, puede determinar una disminución o
suspensión de la sanción; pero no sobrepasar en intensidad los límites de la
culpabilidad”

2. DERECHO PENAL DEL ENEMIGO.

Se intentará analizar el concepto de Derecho penal del enemigo para


determinar su contenido y su relevancia sistemática en la pena de muerte. Para
ello, en primer lugar se presentarán las definiciones determinantes que han
aparecido en la bibliografía y se propondrá alguna precisión a esa definición
conceptual. Para ello, es especialmente relevante la imbricación del fenómeno
en la evolución político-criminal general, es decir, su genealogía (infra A.).
Finalmente, se esbozarán las dos razones fundamentales por las que desde la
perspectiva del sistema jurídico-penal actualmente practicado el concepto de
Derecho penal del enemigo sólo puede ser concebido como instrumento para

10
Bramont-Arias Luis Derecho Penal Parte General Lima Editorial San Marcos. 1998. P .84.

26
identificar precisamente al no- Derecho penal presente en las legislaciones
positivas: por un lado, la función de la pena en este sector, que difiere de la del
Derecho penal "verdadero"; por otro, como consecuencia de lo anterior, la falta
de orientación con base en el principio del hecho.
Según Jakobs el Derecho penal del enemigo se caracteriza por tres
elementos: en primer lugar, se constata un amplio adelantamiento de la
punibilidad, es decir, que en este ámbito, la perspectiva del ordenamiento
jurídico-penal es prospectiva (punto de referencia: el hecho futuro), en lugar de
-como es lo habitual- retrospectivo (punto de referencia: el hecho cometido). En
segundo lugar, las penas previstas son desproporcionadamente altas:
especialmente, la anticipación de la barrera de punición no es tenida en cuenta
para reducir en correspondencia la pena amenazada. En tercer lugar,
determinadas garantías procesales son relativizadas o incluso suprimidas.

3. TEORIA DEL DELINCUENTE NATO.

Según Lambroso llegó a la conclusión: de que el delincuente es el “eslabón


perdido” pues en la evolución de la especie, el simio se convierte en hombre
pero queda el espacio, que según el corresponde al “hombre delincuente” es
decir a un ser que no llegó a evolucionar adecuadamente y que se quedó en
LA etapa intermedia, entre el simio y el hombre; no es propiamente ni uno ni
otro. Algunos aspectos psicológicos y antropológicos corresponden al hombre y
al mono.

4. TEORIA ABSOLUTAS.

 En la conceptión de Kant la pena es el resultado que se impone cada vez


cuando se comete un delito. Es la retribución que siempre debe accionar, y
debe ser equivalente al daño causado por delito “punitur quia peccatum est”.
En su opinion el castigo no debe ser fundado en razones de utilidad social
porque el hombre es “fin en si misma” y no un instrumento en beneficio de la

27
sociedad. Entonces la pena debe basarse en el hecho de que el delincuente
la marece según las exigencias de la ley penal.
Por eso, la ley penal se presenta como un “imperativo categorico”, una
exigencia de la Justicia. Ella debe ser ariba de las concideracionés utilitaria
como protección de la sociedad or otras. La pena es un fin, y no un medio
para conseguir un bien, ni en la situación en que el se consige para
sociedad porque el hombre nu puede ser tratado como un objecto al servicio
de ciertos fines.
Las teorías absolutas o también reconocidas como retributivas, tienen como
sus máximos representantes a Kant y Hegel. Para ellos, el fundamento de la
pena radica en la mera retribución. Es la imposición de un mal, por el mal
cometido. En esto se agota y termina la función y fin de la pena. A través de la
retribución se hace justicia al culpable de un delito. Detrás de la teoría de la
retribución se encuentra el antiguo principio del talión –ojo por ojo, diente por
diente.

V. LA PENA DE MUERTE EN EL PERU.

A. MARCO CONSTITUCIONAL.

La relación precedente demuestra que de las 13 Constituciones que tuvieron


vigencia en el Perú, siete estuvieron dentro de la postura aplicacionista y seis
en el ámbito abolicionista, en una proporción del 53% a un 47% entre ambas
posiciones, señalando esto último con fines solamente especulativos.
LA CONSTITUCIÓN DE 1933 Y LOS PRECEPTOS QUE SE DIERON BAJO
SU VIGENCIA
Esta Constitución, permitía la pena de muerte para los delitos de Traición a la
Patria y de homicidio calificado y de todos los delitos que señala la Ley, con
una amplitud que fue considerada inconveniente y que fue reducida por la que
la sustituyó.
Bajo su vigencia, se pueden mencionara las normas siguientes:

28
B. POSICIÓN DEL CÓDIGO PENAL.

Cuando se hace referencia al aspecto teleológico de la pena, nos referimos a la


finalidad de la misma; en tal sentido, tenemos que el Código Penal de 1991 , en
su artículo IX del Titulo Preliminar señala que la pena tiene fines de prevención,
protección y resocialización.
Esto se debe a la humanización de las penas, que a lo largo de los años ha
evolucionado, desde la perspectiva que el delincuente ya no es visto como un
individuo, culpable y sin derechos, que luego de haber quebrantado la ley debe
piar su culpa. Por el contrario, las nuevas tendencias del Derecho Penal lo
consideran como una persona a la cual pese haber cometido una acto
antijurídico, debe tener las posibilidades necesarias de tomar conciencia de su
acto, y en cuanto esto suceda, alcanzar una resocialización que le permita una
vez cumplida su sanción integrarse a la sociedad como un elemento de bien.
Aquí hay que distinguir que, el sistema de penas preponderante, durante la
vigencia del abrogado Código Penal de 1924, contemplaba una diversidad de
sanciones, de las cuales la más privilegiada era la privación de la libertad
(prisión, relegación, internamiento o penitenciaria). Sin embargo, el avance
contemporáneo de la ciencia penal, influido con criterios garantistas,
democráticos y humanitarios, determinaron un replanteamiento del sistema
punitivo, que, privilegia las penas alternativas a la privación de la libertad. Estos
sustitutos constituyen un acierto útil, desde una perspectiva previsionista y
resocializadora, donde existe –en teoría- un total respecto a los derechos
fundamentales de la persona.
El sistema penal en el Perú, determina que los fines de la pena, deben de
cumplirse en diferentes esferas (Policía Nacional, Ministerio Público, Poder
Judicial, INPE) sin embargo por cuestiones de presupuesto, ineficacia,
burocracias y demas defectos del sistema esto no se cumple a cabalidad. Es
por ello que la prevención no debe quedar en un aspecto romantico, sino que
debe existir una buena política criminal que incluya medidas legislativas
acertadas con el objetivo de realizar un buen programa preventivo sostenido en
el tiempo.

29
En conclusión la finalidad de la pena en el sistema penal peruano,
específicamente lo plasmado en el Código sustantivo de 1991, resulta la
prevención, ya sea de manera general o especial conforme se ha mencionado.

C. EVOLUCION DE LA PENA DE MUERTE EN EL PERU.

LEY DE DEFENSA SOCIAL N°8505.


Expedida en el año de 1937, que señalaba a los delitos a los cuales se
aplicaría la pena capital y que eran de naturaleza principalmente política.

DECRETO N° 10967.
De fecha 25 de marzo de 1949, modificatorio de algunos dispositivos del
Código Penal de aquel entonces, señalaba los delitos a los cuales podía
aplicarse la pena, sustituyendo los Arts. 151, 152,289 y 290 del Código Penal,
con los textos que a continuación se transcriben:
Art. 151°.- “¿Se impondrá pena de muerte al que a sabiendas matare á su
ascendiente, descendiente o cónyuge”.
Art. 152°.- "Se impondrá pena de muerte al que matare por ferocidad o por
lucro, o por facilitar u ocultar otro delito, o con gran crueldad o con perfidia o
por veneno, o por fuego, explosión u otro medio capaz de poner en peligro la
vida o la salud de un gran número de personas".
Se tendrá en cuenta que, posteriormente los artículos precedentes fueron
modificados por el D.L. 18968 de fecha 21 de setiembre de 1971.
Art. 289°.- "El que practicare un acto dirigido a someter a la República en su
totalidad o en parte, a la dominación extranjera
o a hacer independiente una parte de la misma, será reprimido con la pena de
muerte".
Art. 290°.- "El peruano que en guerra tomara armas contra la República o se
alistare en un ejercito enemigo o prestare al enemigo cualquier socorro o
ayuda será reprimido con la pena de muerte".

30
DECRETO LEY N° 15590.
Expedido el 20 de agosto de 1965, que dispuso que se consideraban como
autores de Traición a la Patria, los que están comprendidos en ciertos
artículos del Código Penal vigente en esa fecha y el de Justicia Militar,
cuando ellos se cometan por peruanos para alterar por medio de la violencia
el orden constitucional, tratando de imponer un sistema totalitario.

DECRETO LEY N° 17388.


De fecha 4 de enero de 1969, establecía esta pena por los delitos de rapto y
contra el honor sexual de niños menores de 7 años de edad, modificando
dispositivos del Código Penal de 1924. En sus numerales pertinentes
determinaba:
Art. 2°.- "La pena de muerte será cumplida 24 horas después de ejecutoriada
la sentencia, por el personal que el Ministerio de Gobierno y la Policía
proporcionará...".
Art.4°.- "El que sustrajera a un menor para explotarlo o para obtener rescate,
o con otro fin ilícito, será reprimido según los casos en los siguientes
términos:
Inc. 1) "Si el menor tiene siete o menos años, con pena de muerte".
Inc. 4) "Si el secuestrador u otro, con ocasión del secuestro, infiere lesiones
graves al menor de 18 años o si le hiciese sufrir el acto sexual o contra
natura, con pena de internamiento. Si las lesiones causaran la muerte del
menor, con pena de muerte".
Inc. 5) "Si el secuestrador u otro con ocasión del secuestro mata al menor,
con pena de muerte".
Inc. 6) "Si el menor desaparece, con pena de internamiento. Si el menor fuere
hallado muerto después de la sentencia, podrá juzgarse al inculpado por
delito previsto en el Inc. 5 y aplicarse la pena correspondiente".

DECRETO LEY N° 18140.

31
Del 10 de febrero de 1970, modificó el Art. 199 del Código Penal de aquella
época, y expresamente determinaba penas máximas por delitos en agravio de
menores de siete años, con el texto siguiente:
Art. 3°.- "Modifícase el Art. 199 del Código Penal en los siguientes términos:
será reprimido con pena de muerte el que hubiere hecho sufrir el acto sexual
o un acto análogo a un menor de siete (7) o menos años de edad".

DECRETO LEY N° 18968.


De fecha 21 de setiembre de 1971, siguiendo con esta secuencia, reguló la
pena en estudio por el delito de traición a la Patria y homicidio en casos
específicos, sustituyendo en los demás casos la pena de muerte por la de
internamiento, con el siguiente texto:
Art. l°.- "Déjase subsistente la pena de muerte únicamente para los autores
de los delitos de traición a la patria, homicidio como consecuencia de rapto y
sustracción de menores y a que se refiere los Decretos Leyes N°s. 10976 y
17388, respectivamente; sustituyéndose en los demás casos la pena de
muerte por la de internamiento".

DECRETO LEY N° 19910.


De fecha 30 de enero de 1973, prevé esta pena para los que causen la
muerte a los miembros de la Policía Nacional, modificando artículos del
Código de Justicia Militar y el Código Penal de 1924,. determinando:
Art. l°.- "Los que ataquen a miembros de la Policía Nacional, encontrándose
éstos en acto de servicio o con ocasión del mismo o en función propia de su
Instituto, o perpetren el delito como acto de venganza por hechos derivados
de aquel serán reprimidos con
Inc. 1) La pena de muerte si de la comisión del delito resultare fallecido el
agraviado".

Este Decreto Ley también modificó el Art. 239 del Código Penal de aquel
entonces, en los términos que igualmente se transcriben:

32
Art. 4°.- "El que para perpetrar un robo o el que sorprendido en flagrante
delito ejerciere violencia sobre una persona. Si el delincuente hubiere
amenazado de muerte o le hubiere infringido lesión corporal.
Si el agraviado falleciera a consecuencia de la lesión, la pena será de
muerte".
Art. 6°.- "Se impondrá pena de muerte al que a sabiendas matare:
1. Por ferocidad o por lucro.
2. Para facilitar u ocultar otro delito.
3. Con perfidia o crueldad o por veneno, o por fuego, explosión u otro
medio capaz de poner en peligro la vida o la salud de un gran número
de personas".

DECRETO LEY N° 20583.


De fecha 9 de abril de 1974, reprime con pena de muerte casos específicos.
Modifica los Arts. 199, 200, 201 y 205 a del Código Penal y 313 del Código de
Procedimientos Penales. En su fundamentación, se expresa en el sentido de
que la Ley N° 9181, que modifica el Art. 87 del Código Civil de 1936 (Hoy
derogado y sustituido por el C.C. de 1984), rebajó a catorce años la edad de
la mujer para contraer matrimonio, por lo que resultaba necesario concordar
la legislación civil con la penal; asimismo, que se hacía necesario disminuir la
edad de los agraviados en delitos contra la libertad y el honor sexual,
previstos y penados en el Código Penal, concordante en su parte pertinente
con el Código de Procedimientos Penales.

Su Art. 1° que modificaba los Arts. 199, 200, 201 y 205 del Código Penal de
1924, establecía:
Art-199°.- «Será reprimido con pena de muerte el que hubiera hecho sufrir el
acto sexual o un acto análogo a un menor de siete o menos años de edad.

La represión será penitenciaria no menor de seis años, si la víctima contara


con más de siete a catorce años de edad y estuviera comprendida en la
circunstancia agravante prevista por este artículo. La pena será penitenciaria

33
o prisión no menor de cinco años, cuando tratándose de estos menores no
medie dicha circunstancia.

Constituye circunstancia agravante de responsabilidad si la víctima es


discípulo, aprendiz o domestico del delincuente, o su descendiente, su hijo
adoptivo o hijo de su cónyuge o conviviente, o su hermano, o su pupilo o un
niño confiado a su cuidado u hospedado".

Todas esas normas fueron después derogadas y estuvieron en vigencia, tal


como se tiene expresado, bajo el imperio de la Constitución de 1933.

D. EL CASO DEL MOSTRO DE ARMENDARIZ.


Los anales judiciales de nuestra patria, registran un caso sucedido en el año de
1957, vale decir hacen más de cuarenta años atrás, referente a que en ese
entonces se denominó “Monstruo de la Quebrada de Armendáriz”, el que fue
condenado a la pena capital y ejecutado posteriormente; respecto al que, aún
hasta estos tiempos luego de transcurridas cuatro décadas, de vez en cuando
se expresan opiniones discrepantes. unos situándose en una posición relativa a
que pudo haber habido falibilidad al emitirse sentencia en el aludido caso y
otros en el sentido de que no se produjo ningún error judicial, específicamente
relacionado con dicho proceso.
Por haberlo considerado importante, en base a publicaciones periodísticas y sin
sostener ser los autores de esta secuencia, los hechos sucedieron en la forma
siguiente:
Uldarico Salazar. joven vendedor de golosinas, que posteriormente sería
testigo en este caso, realizaba un pequeño negocio en los alrededores del
Parque Zoológico de Barranco, recibiendo el apelativo de "El Turronero". En la
fecha de los posibles hechos decidió vender sus mercaderías por encima de la
hora acostumbrada y al ver pasar a un hombre (a quien describió después de
tez morena) que iba acompañado de un niño de aproximadamente tres años,
aprovechó para ofrecerle sus golosinas. El hombre compró algunos chocolates
para el menor y después de ello se encaminaron con rumbo a la quebrada.

34
Se sabe que posteriormente, el zumbido de moscas y el vuelo de algunas aves
de rapiña anunciaron la presencia de algo extraño en las laderas de la
quebrada. Después se realizó el hallazgo del cuerpo de un niño por parte de
los menores que respondían a los nombres de Alfonso N. y Donato M.R.,
quienes dieron parte a la Policía, la misma que constató la presencia del
cadáver de una criatura de aproximadamente tres años con huellas de
hematomas en diversas partes del cuerpo y sangre abundante que habría
manado de su cabeza y que se apreciaba también en las piernas.
El agraviado fue identificado como el menor J. H. Z. que vivía en las
inmediaciones de la calle Atahualpa en Barranco; habiéndose producido desde
ese momento una especie de cacería respecto al autor o autores del hecho.
En fecha 11 de setiembre de 19-54. aproximadamente tres días después del
hallazgo de la víctima en la quebrada de Armendáriz, la Policía anunció la
captura de JORGE VILLANUEVA TORRES, persona que registraba
antecedentes, sindicándosele como el presunto autor del crimen.
Por ese entonces, la prensa se dedicó a propalar la noticia a grandes titulares,
haciendo referencia a la responsabilidad del denominado "Monstruo de la
Quebrada de Armendáriz", en agravio del menor ya mencionado y aún de otros
que con anterioridad habían sido víctimas de similares atentados.
Desde un inicio Jorge Villanueva Torres negó categóricamente su autoría y en
todo momento sostuvo su inocencia. Los hechos se resumen en una secuencia
de acontecimientos que se inician cuando el 6 de setiembre de 1954 dicha
persona se encontró con un antiguo amigo suyo que respondía al nombre de
Eladio Calderón Campos o Eladio Luján Campos, con quien libaron licor en un
bar de Barranco hasta aproximadamente las doce del día. El inculpado se
sostuvo se habría dirigido por la calle Atahualpa donde aparecen tres niños de
corta edad y a quienes Villanueva habría ofrecido propinas para que le
ayudasen a cargar supuestamente unos paquetes, accediendo sólo uno de
ellos que respondía al nombre de J. H. Z. con quien se dirigieron hacia el
Parque Zoológico y con dirección a la quebrada de Armendáriz, pero al pasar
por una vía adyacente al ya mencionado Parque se encontraron con el
denominado "Turronero", del cual adquiere Villanueva unas golosinas que

35
fueron ofrecidas al agraviado. Se afirmó que ambos llegaron a una covacha y
fue en ese lugar en el que se consumó el delito que posteriormente se
investigaría policial y judicialmente. Es posible que el agraviado haya sollozado
reiteradamente, por cuyo motivo el agresor golpeó al menor hasta causarle la
muerte, para después abandonarlo a pocos metros de la citada vivienda
rústica.
Se constató que Villanueva registraba antecedentes, ya qu e anteriormente
había sido procesado pero por delitos contra el patrimonio, pero de poca
cuantía.
Su detención se produjo el día 11 de setiembre del mism o año, basada en
simples sospechas. Fue interrogado y luego de negar inicialmente su
participación, aparece después admitiéndola, aunque posteriormente declaró
que hubieron presiones morales y físicas para que asumiera tal actitud. Los
Policías Sub Inspector Andrés Zelaya, el Comisario Víctor Robles, el Oficial
Agustín Jordán y el Oficial Segundo Eduardo Ipinze, sostuvieron la ausencia de
dichas presiones.
Las dudas surgieron cuando no podía explicarse cómo un hombre con
antecedentes, dejó a su víctima a escasos 30 metros del lugar donde vivía,
cuando pudo haberlo llevado a lugar más lejano para despistar los hechos. Es
más, luego de su detención, en esos tiempos, se registraron desapariciones de
otros menores cuya situación no fue esclarecida, desmintiéndose aquella
afirmación de que ni bien cayera el llamado "Monstruo", cesaría la secuencia
de hechos similares.
El proceso judicial propiamente dicho, se inició en fecha 16 de setiembre de
1954, con el auto apertorio de instrucción que dictó el Juzgado de Instrucción
de Lima que instruyó los hechos, dictando una orden de detención provisional
primero y definitiva después, porque así disponía la legislación procesal penal
de ese entonces.
El 12 de octubre de 1957, vale decir tres años después, Jorge Villanueva
Torres fue FUSILADO por un pelotón de la Guardia Republicana, durante una
fría madrugada, oscurecida por la baja neblina que presagiaba el final de un
caso que pasaría a la posteridad con su secuela de dudas.

36
Algunos sostienen que no se encontraron pruebas de cargo suficientes,
tampoco indicios corroborantes; que no existió testigo presencial alguno, que
las pericias no tuvieron la eficacia necesaria y que no se aplicó el principio
universal del "IN DUBIO PRO REO". Como dicha ejecución no fue presenciada
por la prensa, los medios escritos publicaron textos y dibujos del momento del
fusilamiento. Otros, por su parte, señalan que el fallo estuvo correctamente
expedido.
Se considera que, al momento que se impuso al aludido procesado la máxima
sanción que prevé la Ley, necesariamente debió haberse tenido presente que
la prueba es fundamental tanto en el proceso civil como penal; no en vano
señala el Maestro José Antonio Silva Vallejo, Decano de la Facultad de
Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en su obra "El
Sistema de la Prueba en el Proceso Civil", refiriéndose a la prueba en general
que: "»La prueba, es el fundamento ontológico del Derecho y del Proceso. De
ahí la importancia existencial, jurídica y procesal de la prueba".
En aquellos tiempos no dejaron de hacerse comentarios en el sentido de que el
menor agraviado pudo haber sido atropellado por un vehículo y luego
abandonado en el lugar donde fue encontrado su cadáver, sin embargo, otros
igualmente comentaron que fue Villanueva Torres quien violó y dio muerte al
menor agraviado identificado con las iniciales J.H.Z.

E. OTROS CASOS DE APLICACIÓN DE LA PENA DE MUERTE.

 Condena a muerte y ejecución de Jorge Villanueva Torres llamado "Monstruo


de la Quebrada de Armendáriz", el 12 de octubre de 1957, en Lima.
 Condena a muerte y ejecución de Ubilberto Vásquez Bautista, en' el año de
1970, en Cajamarca.
 Condena a muerte de Teodoro Fernández Villanueva, en 1970, en Lima.
 Condena a muerte sin que se lograra su ejecución por indulto de Raúl Madrid
Flores, en 1973.
 Condena a muerte de Alejandro Lastra Villavicencio y Gerardo Pinto
Sulcahuamán.

37
 Condena a muerte de Antonio Murillo Andrade llamado "Patita de Cuy", en
1973, en Lima.
 Condena a muerte y ejecución de Julio Alfonso Vargas Garayar, el 14 de
diciembre de 1978 y 20 de enero de 1979, respectivamente, en Lima, por el
delito de traición a la Patria; constituyendo a la fecha la última que se impuso
en el Perú y desde cuya ocasión han transcurrido 19 años.
Referente a estas relaciones, se deja establecido que sin sostener la autoría
respecto de las mismas, ellas se han formulado tomando de diversas fuentes y
no son completas ni oficiales, sino sólo tentativas.

VI. POSICIONES EN TORNO A LA PENA DE MUERTE.

A. POSICIÓN A FAVOR.
Hemos conocido las diferentes teorías, Quienes están a favor de la pena de
muerte explican que es un castigo efectivo y un remedio definitivo: el que se
muere ya no puede matar ni causar ningún otro daño. Quienes se oponen
dicen que los procesos legales no son perfectos y que el Estado puede
terminar ejecutando a una persona inocente, como ya se ha visto
La primera ejecución que hubo en Estados Unidos fue en 1608, cuando el
capitán George Kendall fue fusilado por espionaje, pese a que la pena de
muerte se aplicaba también al robo de uvas y de aves de corral. Treinta años
después se convirtió en el castigo de ley a delitos como la brujería y la idolatría.
Tres siglos más tarde, pese a que varios estados suspendieron las
ejecuciones, el promedio de convictos fusilados, colgados, electrocutados o
muertos en la cámara de gases en otras partes del país era de dos al día.
Y cuando la gente comenzó a preguntarse si el castigo era moral y era legal,
quizá movidos por el ejemplo de Alemania o el de Costa Rica, que abolieron la
pena de muerte en 1949, cada vez hubo menos ejecuciones hasta que en 1967
no hubo ninguna.
Duró casi una década, hasta que la Corte Suprema revisó el caso Furman v.
Georgia, que cambió la historia porque los magistrados establecieron que la

38
pena de muerte no era constitucionalmente válida porque la imponía el arbitrio
de un juez, y ningún castigo puede ser arbitrario.
Pero también señalaron los errores de las leyes estatales. Los gobiernos de los
estados cambiaron las leyes, cerraron los huecos legales, y la pena de muerte
volvió a aplicarse en la persona de Gary Gilmore, a quien fusilaron en Utah el
17 de enero de 1977, un lunes.
Quienes están a favor de la pena de muerte explican que es un castigo efectivo
y un remedio definitivo: el que se muere ya no puede matar ni causar ningún
otro daño. Quienes se oponen dicen que los procesos legales no son perfectos
y que el Estado puede terminar ejecutando a una persona inocente, como ya
se ha visto en casos documentados.
Aunque sean un pequeño porcentaje de los siete mil convictos ejecutados entre
1900 y 1984, Amnistía Internacional teme que al menos 23 hayan sido
inocentes, y cree que por cada seis sentenciados a muerte hay un inocente que
termina exonerado antes de llegar al cadalso.
En Europa, sólo Bielorrusia sigue aplicando la pena capital. Otras naciones
como Letonia, Rusia, Albania y Turquía pueden usarla en casos excepcionales,
pero no la aplican desde hace años. Y China, Taiwán, Malasia, Singapur,
Indonesia, Irán, no sé si el nuevo Irak, y otros más que no recuerdo o que
ignoro.
Pero después de todo se trata de la forma en que un faro de la democracia,
una potencia científica, centro del arte mundial y de la diplomacia, el gigante
económico del planeta, ve el problema y lo resuelve.
Unos siguen sin saber cómo explicarse que una sociedad tan religiosa, un
gobierno cristiano, un Estado que establecieron quienes huian de la
intolerancia, respondan de manera tan violenta.
Otros siguen convencidos de que así debe ser, un ojo por un ojo, y que cada
quien se ocupe de sus cosas porque la dignidad y los derechos humanos no
tienen por qué ser cosa pública.
Uno piensa que matar no arregla nada, ni antes ni ahora. Y otros más esperan
que sea un minuto después de la medianoche del martes 17 de enero en San

39
Francisco y Clarence Ray Allen reciba una inyección letal por los asesinatos de
Byron Schletewitz, Douglas Scott White y Josephine Linda Rocha.

B. POSICIÓN EN CONTRA.
Un tema que ha remecido en estas últimas semanas en nuestra sociedad es la
aplicación de la pena de muerte en el caso de los violadores.
La pena es un mal impuesto por el Estado, único y exclusivo ente jurídico,
titular del derecho a proteger, determinado por la ley, la cual debe tener
prevista la correspondiente sanción penal, imponiéndola por medio de un juez y
ejecutándola a través de la administración penitenciaria.
El Estado, se encuentra impedido para imponer penas que resulten
desproporcionadas al valor que se le contempla al hecho delictivo. Por otro
lado, el juez no podrá imponer una pena de forma arbitraria, sino que deberá
aplicar necesariamente, aquella prevista por la ley para cada hecho delictivo en
particular.
Al decir que la pena lleva apegada una idea de sufrimiento, nos apoyamos en
las definiciones y conceptos de varios estudiosos de la materia penal que, al
respecto dicen: Es el sufrimiento impuesto por el Estado, en ejecución de una
Sentencia, al culpable de una infracción penal.
La PENA DE MUERTE, es el castigo legalmente impuesto por el Estado al
delincuente incorregible y altamente peligroso, para conservar el orden jurídico
y social que consiste en privarle de la vida, por la gravedad del delito que
cometió y con el objeto de que éste tipo de delito no se siga cometiendo.
Pero se exigiría que, dicha privación de la vida, se llevase a cabo de forma que
el delincuente condenado a muerte, no sufriese tormentos físicos, toda vez que
existen medios científicos por los cuales se les puede privar de la vida sin
ocasionarles dolor físico, V. gr. Como en el caso de una inyección letal, por la
cual el delincuente se quedaría dormido para ya no despertar más y mejor aun
que dicha pena, se le aplique inmediatamente después de que sea condenado
a ésta y con el objeto de que no se olvide el daño que ha causado a la
sociedad y la familia del sentenciado no sufra por la prolongación de su
imposición.

40
También se puede conceptuar a la pena de muerte como: La consecuencia
jurídica que tiene como resultado la muerte del delincuente, impuesta por el
Estado y derivada de su conducta antisocial repetida, peligrosa e incorregible.
Pero NO ESTOE DE ACUERDO CON LA PENA DE MUERTE, no porque no
quiera que los delincuentes y homicidas no cumplan con la sanción que se
merecen, sino que esta probado que la pena de muerte no es disuasiva, no se
va a detener este topo de delitos.
La pena de muerte no es más que el estado convertido en partícipe de la
barbarie que representa quitar la vida a un semejante, incluso a alguien que se
la quitó a otra persona.
Nada debe justificar que nos pongamos a la misma altura que un asesino, ni
aunque sea el más pérfido ni desalmado.
Además, en los usa tienen los mismos niveles de delicuencia aunque no paren
de ejecutar a personas
La pena de muerte no es más que el sentimiento de venganza de las víctimas
tamizado por el manto aséptico e impersonal del estado, que con ello se
convierte en el cómplice de las personas que no desean otra cosa que
exterminar a un semejante sólo para saciar sus ansias de VENGANZA.
Las sociedades evolucionan, y el asesinato de estado camuflado como
aplicación clasista de la ley que representa la pena de muerte, algún día llegará
a ser considerado tan bárbaro y retrógado como hoy en día vemos la esclavitud
de seres humanos de otra raza, algo absolutamente normal hace no tantos
años.
La pena de muerte crea conciencia mundial, mencionando que el crimen no
queda impune. En donde se practica la justicia la pena de muerte es un buen
instrumento acorde con los tribunales de justicia en el mundo, el asesinato por
medio de la silla eléctrica, la inyección letal, la cámara de gas, etcetera.
Según fuentes autorizadas, la mayoría de las notas que condenan ese modelo
provienen de Europa.
Por ultimo se busca la opinión pública y demostrar que la pena de muerte
actualmente son cimientos de crueldad hacia la humanidad.

41
En el ambito de la ONU,   Considerando que la abolición de la pena de muerte
contribuye a elevar la dignidad humana y desarrollar progresivamente los
derechos humanos.
Recordando el artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos,
aprobada el 10 de diciembre de 1948, y el artículo 6 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, aprobado el 16 de diciembre de l966, Observando
que el artículo 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos se
refiere a la abolición de la pena de muerte en términos que indican claramente
que dicha abolición es deseable.
Convencidos de que todas las medidas de abolición de la pena de muerte
deberían ser consideradas un adelanto en el goce del derecho a la vida.
Es por eso que dicha organización ha suscrito un protocolo internacional para
abolir la pena de muerte y que a futuro sea ejercida en todos los países que la
hayan suscribido.
Además nosotros somos parte del Pacto de San José no avala la pena de
muerte.
El Pacto fue aprobado en el Perú por decreto legislativo 22231 del 11 de julio
de 1978, y que en ese momento estaba vigente la Constitución de 1933. De
acuerdo al artículo 54 de esa Carta Magna, "la pena de muerte se impondrá
por delitos de traición a la patria, homicidio calificado y por todos aquellos que
señala la ley".

C. POSICIÓN DEL GRUPO.

Los Tratados internacionales impedirían al Perú aprobar la pena de muerte.


La pena de muerte es prácticamente imposible de concretarse, porque
implicaría que el Perú se retire de una instancia supranacional como es la
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Solo el trámite para retirarnos
podría demorar entre tres y cinco años, mientras que el proceso judicial para
imponer la pena de muerte a un violador podría durar dos años más. "En la
práctica, estaríamos hablando de cinco a seis años hasta que un agresor
pueda ser ejecutado, lo cual tampoco resolvería el problema"

42
Insistimos que la pena de muerte va en contra de los convenios internacionales
de derechos humanos firmados por nuestro país. "El Perú tiene récord de
incumplimiento de obligaciones internacionales y, me parece, esto no debería
ni siquiera discutirse"
Dicha sanción no constituye un disuasivo para los violadores y asesinos.
Creemos que la mejor opción es enfocar el tema de la violación de menores
dentro de un gran enfoque vinculado con las relaciones dentro del ámbito
familiar. Además, se debe apuntar hacia la educación y el fortalecimiento de los
derechos cívicos, así como de los sistemas de vigilancia que permitan a las
víctimas denunciar este tipo de delitos.
Sobre la castración química -reducción del deseo sexual con inhibidores de la
testosterona-, "Este mecanismo de represión, mal utilizado y sin el debido
control puede constituir una grave afectación a la personalidad con efectos
secundarios impensados".
Por su parte, el psicoanalista Saúl Peña tampoco se manifestó a favor de la
pena de muerte. En cambio, sobre la castración química, manifestó que solo
sería indicada en los casos en que sea aceptada por el propio agresor. "Sin
embargo, sugeriría que no se sancione por identificación con el crimen
cometido, sino que más bien se asuma una actitud de proteger y prevenir a la
sociedad de actos deshumanizantes y degradantes como estos, así como de
los que los perpetran".

VII. METODOS DE EJECUCIÓN.

MEDIOS DE EJECUCIÓN
 Inyección letal
Consiste en la aplicación intravenosa, de manera continua, de sustancias que
provocan la muerte por paro cardíaco respiratorio.
El sistema fue aplicado por primera vez el 7 de diciembre de 1982 en Texas al
condenado Charles Brooks.
Los efectos que produce son:

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Pérdida del conocimiento: Con Tiopentotal Sódico se provoca taquicardia,
sudoración, lagrimeo e hipertensión arterial. La respiración sólo se mantiene
por los movimientos diafragmáticos.
Relajación muscular: con Bromuro de Pacuronio se observa excitación
repetitiva (saltos en la camilla), seguida por el bloqueo de la transmisión.
Parálisis del corazón: con Cloruro de Potasio se produce la parálisis del
corazón, dando por terminado el proceso de ejecución.
Parálisis del corazón: con Cloruro de Potasio se produce la parálisis del
corazón, dando por terminado el proceso de ejecución.
Silla eléctrica
En una ejecución típica con silla eléctrica, un prisionero se ata a una silla
especialmente construida, su cabeza y cuerpo se afeitan para proporcionar un
mejor contacto con los electrodos cobrizos humedecidos atados por el ejecutor
al contacto.  
Normalmente tres o más ejecutores de la justicia empujan los botones, pero
solo uno de ellos se conecta a la fuente eléctrica real para que el verdadero
ejecutor no sea conocido.
La electrocución produce efectos visiblemente destructivos, los órganos
internos del cuerpo se queman; el prisionero brinca a menudo cuando el
interruptor se tira; el cuerpo cambia de color, la carne se inflama y puede
incluso incendiarse; el prisionero puede defecar, puede orinar o puede vomitar
sangre; siempre da testimonio del acto el olor de carne ardiente.
 Cámara de gas
En una ejecución que usa el gas letal, el prisionero es encerrado en una
cámara de acero herméticamente sellada.
El ejecutor de la justicia abre una válvula, mientras fluye el ácido clorhídrico en
la cámara.
Posteriormente se dejan caer aproximadamente 8 onzas de cristales de cianuro
de potasio o lápidas en el ácido.
Los gases destruyen la habilidad del cuerpo de procesar la hemoglobina de la
sangre.

44
La muerte ocurre en segundos si el prisionero toma una respiración profunda, y
más tiempo si él o ella sostienen su respiración.
La muerte normalmente ocurre dentro de seis a dieciocho minutos.
Después de la declaración de muerte, la cámara se evacua a través del
carbono y neutralizando los filtros.
El cuerpo del ejecutado es desinfectado con una solución.  
Ejecución por ahorcamiento
Colgar es uno de los métodos más viejos de ejecución, y originalmente era una
manera de profanar el cuerpo muerto de un delincuente.
Sin embargo, hoy es usado principalmente como una forma de pena capital.
El prisionero es pesado antes de la ejecución para aplicar solo la fuerza
necesaria y asegurar la muerte casi instantánea, con un mínimo de maltrato al
cuerpo y evitar su decapitación.
La muerte se produce por la dislocación de la tercera o cuarta vértebra
cervical.  

VIII. PERSPECTIVAS.

Punto de vista moral


La pena de muerte, en nuestros días, es una pena cuestionada sea desde el
punto de vista jurídico como moral, sin embargo, se puede justificar al la luz del
principio de legítima defensa. Lo que debe quedar claro es la perspectiva de la
vida. En orden a la defensa de la vida inocente se puede llegar a suprimir al
agresor: "el valor intrínseco de la vida y el deber de amarse a sí mismo no
menos que a los demás son la base de un verdadero derecho a la propia
defensa."
"La legítima defensa puede ser no solamente un derecho, así reconoce el
Catecismo- sino un deber grave para el que es responsable de la vida del otro,
del bien común de la familia o de la sociedad".
La eliminación del reo se debería llegar sólo en caso de absoluta necesidad, es
decir, cuando la defensa de la sociedad y de la vida de los demás no sea
posible de otro modo por la alta peligrosidad social del mismo. Hoy, por cierto,
gracias a la organización cada ve más adecuada de la institución penal, estos

45
casos son ya muy raros y, además, permanece válido el principio indicado por
el Catecismo, según el cual "si los medios incruentos bastan para proteger de
él al orden público y la seguridad de las personas, en tal caso la autoridad se
limitará a emplear sólo los medios."
La abolición de la pena de muerte parece más conveniente por otras tres
razones: por permitir un posible rescate y encomienda del reo, por no tener
ninguna fuerza de disuasión social y por la imposibilidad de comprobar la
responsabilidad plena y culpabilidad absoluta de quien se condena a muerte
(numerosos son las casos de inocentes ajusticiados a muerte).
Es entonces que tampoco por razón de estado se debería llegar a este extremo
remedio, puesto que la persona humana con su dignidad jamás puede ser
reducida a medio para que el estado alcance sus fines. Otra razón más
abolicionista nace de la constatación de cómo, la pena de muerte, ha sido
intrumentalizada por el poder para reprimir "legalmente" la oposición.

 Aspecto social
La imposición de la pena de muerte es una práctica antiquísima, que
encontramos en una gran cantidad de poblaciones y civilizaciones diversas y
que va relacionada al concepto absoluto y sagrado de autoridad. No sólo el
poder bíblico, sino incluso la autoridad de la tribu o el padre de familia podía
recurrir a ella. En la Biblia sí se hace presente con cierta frecuencia, pero de
manera muy secundaria y con carácter ético- legal. No es ni de inspiración ni
de origen divino, puesto que pertenece también a culturas circunvecinas, pero
sí dictada por un sagrado respeto a la alianza y a la ley de Dios.
En el nuevo Testamento el verdadero enfoque de la vida personal y
comunitaria es el del amor y, desde luego, este imperativo opaca el impulso de
la venganza y el odio; aniquila el recurso a toda pena humana. Lo que
sobresale es el amor, incluso, a los enemigos.
A lo largo de la historia, básicamente, la pena de muerte ha sido adoptada con
mínimas resistencias y debemos reconocer que tampoco la tradición cristiana
supo ser fiel, en este caso, a la exigencia de considerar la persona humana
siempre sólo como fin y nunca como medio.

46
 Punto de vista religioso
  Desde el punto de vista religioso (y mitológico), la muerte es uno de los
aspectos que distinguen a la humanidad de la divinidad, el miedo a y la
negación de la muerte son el fundamento de toda religión.
También en este caso es la vida humana, sagrada e inviolable, la que debe ser
siempre protegida y, precisamente por esto, Dios se hace juez severo de toda
violación del mandamiento 'no matarás', que está a la base de la convivencia
social e indica el límite que nunca puede ser transgredido.
En este horizonte, reitera la Iglesia como en la sociedad civil, está creciendo la
tendencia a pedir una aplicación muy limitada e, incluso, la total abolición de la
pena de muerte.  

CONCLUSIONES

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 La pena de muerte es un concepto retrógrado. Ninguna pena debe ser
por venganza: una cosa es castigo y otra venganza, la vida humana hay
que cuidarla y respetarla mucho.

 La posibilidad de que la pena de muerte la aprobemos en la Comisión de


Justicia es casi imposible. Yo lo reconozco", aseguró el parlamentario,
tras explicar que el proceso resultaría bastante difícil, porque implicaría
la separación del Perú de la competencia contenciosa de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos con sede en Costa Rica.

 En nuestra sociedad, aumentan día con día los delitos de todo tipo, y el
pueblo vive cada vez más temeroso de lo que pueda ocurrirle si es que
no ya le ocurrió ser víctima de algún delito, pero hay delitos que, como
ya se dijo, son por demás graves y que, definitivamente, podría
aplicársele dicha pena.

 Esta por demás comprobado que nuestros sistemas penitenciarios, son


por demás ineficaces y no cumplen con el objeto para el que han sido
creados, es decir no sirven para readaptar a la vida social al delincuente
y sí para todo lo contrario, es decir, para prepararlo más y mejor para
que cuando obtenga su libertad vuelva a delinquir, pero con más rencor
contra la sociedad, rencor que produce el encierro, por lo que al tipo de
delincuente(s) que se debe de imponer la pena de muerte.

 El delincuente, cada día pierde más el miedo a cometer delitos, y lo que


es peor aún a privar de la libertad (secuestro) o de la vida (homicidio) a
uno o más seres humanos (genocidio) con tal de lograr sus propósitos
que por lo regular consisten en obtener dinero y/o poder político y/o
económico, por que además de la impunidad que existe cuando quien
los comete es algún político o algún personaje adinerado, la pena de
cárcel no los intimida como para dejar de cometerlos.

48
 Es por demás injusto que la sociedad, que es la víctima de la
delincuencia, tenga que pagar por mantener con vida, en las cárceles, a
los delincuentes que le han infligido un mal, cuando estos por su
peligrosidad y afición enfermiza a delinquir, sólo están esperando a
obtener su libertad, por el medio que sea, ya por cumplir su pena o por
fugarse, para volver a su modo de vida que es la delincuencia.

BIBLIOGRAFÍA

49
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Porrúa, S.A. Décima Sexta Edición 1988 México, D.F.

 Carranca y Trujillo Raúl, Carranca y Rivas Raúl, Código Penal Anotado


Porrua S.A. Quinta Edición 1974.

 González de da Vega Francisco, El Código Penal Comentado Porrua,


S.A. Octava Edición 1987.

 Pavón Vasconcelos Francisco, Manual de Derecho Penal Mexicano


Porrúa S.A. Segunda Edición 1967.
 RODRIGUEZ DEVESA, José Derecho Penal Español Madrid. Editorial
Dikinson Madrid. 1994.
 MOMETHIANO SANTIAGO Ysrael código Penal Exegético Lima.
Editorial San Marcos. 2003.
 Bustos Ramírez Juan Manual de Derecho Penal Barcelona Editorial
Ariel. 1989.
 JESCHECK, HANS - HEINRICH. Tratado de Derecho Penal. Parte General. 1972.
 BACIGALUPO, ENRIQUE. Significación y perspectiva de la oposición. Derecho Penal y
política criminal.
 Santiago Mir Puig, Derecho Penal – parte general, Barcelona, 1990.
 Bramont-Arias Luis Derecho Penal Parte General Lima Editorial San
Marcos. 1998.

50
ANEXOS.

51
A.1. ARGUMENTOS CONTRA LA PENA DE MUERTE.

Luego de revisar en los últimos días diversos medios de prensa escrita hemos
recopilado argumentos de diferentes especialistas que se pronuncian en contra
de la pena de muerte y demuestran que no es viable.

1. No soluciona el problema en tanto no disuade a los violadores


1.1. Resumen
Muchos abogados, psicólogos y políticos argumentaron que la pena de muerte
no soluciona el problema de las violaciones debido a que no es una medida
disuasiva. Mencionan que ello ha sido demostrado en países donde la pena de
muerte no redundó en la disminución de cifras de violaciones y que estas
responden a causas psicológicas en las que no entra a tallar una evaluación
razonada por parte del violador.
1.2. Citas
“La solución no está en matarlos, sino en lograr que el Estado cumpla con su
deber de educar moralmente, sancionar oportunamente y curar
hospitalariamente previniendo estas acciones de personas inadaptadas,
malvadas y/o enfermas” (Delia Revoredo. La República 15/08/06).
La pena de muerte “Claro que no disuade. El que va a violar a un niño o a una
niña, no piensa, no analiza, no razona. El impulso aprendido es más poderoso
que toda razón o fuerza: necesita ser él mismo. Ejercer dominio, poder someter
y humillar. La violación tiene muy poco que ver con erotismo, el deseo, la
sexualidad” (Virginia Bustamante Moscoso. La República 15/08/06).
“El Perú va a entrar en un conflicto internacional complicado e innecesario.
Tendríamos que apartarnos de la CIDH, lo cual no es conveniente” (Lourdes
Flores Nano. La República. 12/08/06).
“La estadística muestra que los países con pena de muerte muestra que esta
no desanima a los criminales y por lo tanto no resuelve el problema de la
prevención” (Mirko Lauer. La República. 13/08/06).

“(…) yo soy opuesto a la pena de muerte. En los Estados Unidos se ha dado la


demostración máxima del fracaso de la pena de muerte” (Armando Villanueva
del Campo. La República. 13/08/06).

2. Genera complicaciones en el ámbito internacional y falta de acceso a la


justicia supra nacional
2.1. Resumen
Se argumentó en repetidas oportunidades que la denuncia del Pacto de San
José afectaría la posición e imagen internacional del Perú y que se limitaría el
acceso de los ciudadanos a la justicia supra nacional. Asimismo, se mencionó
que muchos casos importantes que en la actualidad se encuentra por ser
resueltos en dicha instancia se verían afectados.

52
2.2. Citas
“(…) quedaríamos fuera de la protección legal de la CIDH, que sirve para
corregir frenar excesos, equivocaciones y hasta abusos judiciales o
legislativos. Fue esta corte la que dejó sin efecto la ley de amnistía fujimorista
para el grupo Colina y ordenó un nuevo juicio” (El Comercio. Editorial.
13/08/06).
“El Perú es signatario de compromisos internacionales que tiene que respetar
(…) Nosotros somos signatarios del Pacto de San José de Costa Rica, que no
nos permite ampliar la pena de muerte a otros casos. La implementación de la
pena capital es viable denunciando el tratado (…), pero renunciamos a la
convención y perdemos credibilidad como país” (Adelaida Bolivar. Perú 21.
12/08/06).
“Si el país se aparta del pacto de San José, la más grave consecuencia sería la
desprotección de los derechos humanos” (Walter Vásquez Vejarano. Perú 21.
11/08/06).
“(…) si es que ocurriera una denuncia del Pacto de San José, indudablemente
que el ciudadano peruano afectado o vulnerado en sus derechos ya no podría
recurrir a la Corte Interamericana” (Fernando Vidal -ex Juez Ad Hoc de la
CIDH-. La Primera 13/08/06).

“En los momentos más duros del fujimorismo, cuando no se contaba con
justicia interna por la manipulación del Poder Judicial, el Pacto de San José dio
a muchos peruanos la oportunidad de un resarcimiento y una protección que el
sistema interno no daba” (Francisco Euguren. El Comercio 11/08/06).
“La convención prohíbe expresamente extender este tipo de pena a casos
nuevos, y la CIDH ha declarado ya que entiende esta prohibición como una
regla estricta y fundamental del sistema. Por eso, promover la expansión de la
pena de muerte a nuevos casos representa un esfuerzo inútil. Implica
exponernos a un juicio ante la CIDH” (Cesar Azabache. El Comercio. 11/08/06).

3. Falta de seguridad en los juzgamientos


3.1. Resumen
Uno de los argumentos reincidentes fue el que errar es humano y que nuestro
Poder Judicial es ineficiente y corrupto. En ese sentido, se señala que no hay
seguridad para implantar la pena de muerte por la posibilidad de incurrir en
error.
3.2. Citas
“Ese es uno de los riesgos mayores que encontramos en este tipo de penas,
porque un error judicial, con la aplicación de la pena de muerte, ya no podría
corregirse” (Adelaida Bolivar. Perú 21. 12/08/06).
“Errar es humano y, en el caso de la pena de muerte, irreversible. La
posibilidad de error crece con un Poder Judicial como el nuestro, no solo débil
y acosado por la corrupción, sino sesgado” (Carlos Iván Degregori. Perú 21.
12/08/06).
“los jueces somos susceptibles de error. Si se aplica inadecuadamente una
pena de cárcel, esta equivocación puede subsanarse. Pero cuando media la
muerte, el hecho es irremediable” (Walter Vásquez Vejarano. Perú 21.
11/08/06).

53
“Los fusilados serán los hijos de las barriadas y no los de San Isidro, Las
Casuarinas o La Molina (…)” (Javier Valle Riestra. Correo. 11/08/06).

4. No está acorde con el fin de la pena y favorece a la venganza


4.1. Resumen
Se argumentó que el fin de la pena era resocializador y que, por ende, la pena
de muerte era contradictorio con el mismo. En ese sentido, se señaló que la
propuesta buscaba la venganza.
4.2. Citas
“Todo el derecho penal se basa en la readaptación del delincuente. No se le
sanciona por venganza sino para rehabilitarlo. Si se le mata, estos principios
desaparecerán como cimientos de nuestra ciencia jurídico-penal” (Delia
Revoredo. La República. 15/08/06).
“Estos delincuentes pueden rehabilitarse a través de un trabajo psicológico
cognitivo dirigido a modificar su conducta” (Cesar Neyra –Decano del Colegio
de Psicólogos del Perú- La República. 14/08/06).
5. Riesgo de que luego se exija pena de muerte en más casos
5.1. Resumen
En este punto, se señala que existen muchos casos de crímenes graves en los
que la población podría exigir la pena de muerte.
5.2. Cita
“Esa gente no merece vivir, no han dicho. ¿Pero por qué solo ellos? Sigamos
el mismo razonamiento. Qué del borracho incorregible que mata a toda una
familiar por pasarse la luz roja; qué del ladrón que entra a una chosa miserable
y se roba lo único que les queda (…)” (Carlos Basombrío. Perú 21. 13/08/06).
6. Es moralmente cuestionable, indigno y no puede un hombre decidir sobre la
vida de otro
En contra de la pena de muerte “(…) no solo porque el margen de error es
terrible (…) y porque nunca se ha mostrado disuasiva (…) sino principalmente
porque es inhumana e indigna” (Jorge Bruce. Perú 21. 13/08/06).
“Deberíamos evitar por todos los medios llegar a extremos como el de
reimplantar la pena de muerte (…) la conciencia moral me hace ver que hay
que evitar esto” (Rafael Rey. El Comercio 11/08/06).
“No podemos actuar con la pena de muerte y tampoco hablar de mutilación,
porque la iglesia no la aprueba, ya que no somos dueños de nuestro cuerpo”
(Juan Luis Cipriani. La Primera. 13/08/06).
“Ni el Estado ni la sociedad tienen derecho sobre la vida. Una cosa es
sancionar una infracción a las reglas de la convivencia y otra, muy distinta,
matar” (Federico Salazar. Perú 21. 15/08/06).
7. Distrae la atención a un tema no central
7.1. Resumen
Se argumenta que la pena de muerte a tomado demasiada importancia y que,
por tanto, otros temas de suma importancia han quedado rezagados.
7.2. Cita
“(…) insistir en la (…) pena de muerte es convertir el asunto en tema principal
del debate político, o por lo menos, en uno de sus ejes; es decir, en una
prioridad nacional, cuando los esfuerzos (…) deberían centrarse hoy, en los

54
momentos iniciales de la nueva gestión gubernamental, en las urgencias
referidas al desarrollo, a la exclusión, al empleo y a la reforma del Estado”
(Santiago Pedraglio. Perú 21. 13/08/06)
(Sebastián Basombrío Dughi/Fernando Del Mastro Puccio)

A.2. VOTO CONCURRENTE RAZONADO DEL JUEZ SERGIO GARCÍA


RAMÍREZ EN EL CASO HILAIRE, CONSTANTINE, BENJAMIN Y OTROS
VS. TRINIDAD Y TOBAGO, DEL 21 DE JUNIO DE 2002
1. El punto de mayor relevancia y complejidad en este caso atañe a la
incompatibilidad de la Offences against the Person Act de Trinidad y Tobago,
de 3 de abril de 1925 --mencionada en la sentencia como Ley de Delitos contra
la Persona11-- con la Convención Americana sobre Derechos Humanos. A este
respecto, la Corte resolvió por el voto unánime de sus integrantes --con el que
concurro a través de este Voto razonado-- que dicha ley nacional es
incompatible con el artículo 4, párrafos 1 y 2, de aquella Convención. Esto
implica, a la luz del artículo 2 del Pacto de San José, que el Estado debe
adoptar las medidas pertinentes --en la especie, medidas legislativas, puesto
que la violación se localiza en un acto de esta naturaleza, que a su turno
determina otros actos-- para conformar su orden interno con las estipulaciones
de la Convención Americana.

2. Para lo anterior no obsta ninguno de los siguientes hechos: a) que Trinidad y


Tobago se hubiese incorporado como Estado Parte en la Convención y hubiera
admitido la jurisdicción contenciosa de la Corte bajo ciertas reservas o
declaraciones limitativas de la misma jurisdicción; b) que el Estado hubiera
denunciado la Convención el 26 de mayo de 1998, y c) que la Constitución de
Trinidad y Tobago, de 1976, prevenga que ninguna norma anterior a su
vigencia --como lo es la Ley de Delitos contra la Persona, de 1925-- puede ser
objeto de impugnación constitucional.

En efecto, la Corte ha examinado y rechazado --por una parte-- la eficacia de


la reserva o declaración limitativa formulada por Trinidad y Tobago,
considerando que por su carácter excesivamente general 12 resulta contraria al

11
Offences against the Person Act, del 3 de abril de 1925, aplicada por los tribunales del Estado para
conocer y resolver diversos casos de homicidio sancionados con pena capital, que se han reunido --para
los efectos del presente conocimiento por parte de la Corte Interamericana-- en el Caso Hilaire,
Constatine y Benjamin y otros vs. Trinidad y Tobago.
12

En el punto que ahora interesa, la reserva expresada por el Estado se concibió en los siguientes
términos: “Con respecto al artículo 62 de la Convención, el Gobierno de la República de Trinidad y
Tobago reconoce la jurisdicción obligatoria de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que se
estipula en dicho artículo sólo en la medida en que tal reconocimiento sea compatible con las secciones
pertinentes de la Constitución de la República de Trinidad y Tobago, y siempre que una sentencia de la
Corte no contravenga, establezca o anule derechos o deberes existentes de ciudadanos particulares”.

55
objeto y fin de la Convención, y supedita ampliamente el desempeño
jurisdiccional de la Corte a las normas nacionales y a las decisiones de órganos
internos, y en este sentido contraviene principios del Derecho internacional 13. El
Tribunal ha resuelto asimismo --por otra parte-- que el Estado se halla
obligado a observar la Convención en lo que respecta al caso sub judice, toda
vez que la denuncia del tratado se hizo el 26 de mayo de 1998, y por ello tuvo
efecto el 26 de mayo de 1999 --conforme al artículo 78 de la Convención--, en
tanto que los hechos violatorios del Pacto ocurrieron antes de esta última
fecha14. Finalmente, la Corte ha hecho ver, en la misma sentencia a la que
asocio mi Voto razonado, que el Estado no puede invocar disposiciones de su
Derecho interno para evitar el cumplimiento de obligaciones convencionales
internacionales15. Tómese en cuenta, además, que Trinidad y Tobago ratificó el
Pacto de San José el 28 de mayo de 1991, mucho tiempo después de la
promulgación de su ley fundamental.

3. La incompatibilidad de la Ley sobre Delitos contra la Persona con respecto a


la Convención Americana, que me propongo examinar ahora y que la Corte ha
analizado y resuelto en su sentencia, surge de la inconsecuencia entre los
términos en que ese ordenamiento previene y sanciona el homicidio
intencional, conminado con lo que en el proceso se denomina mandatory
penalty of death --pena de muerte obligatoria--, y las estipulaciones que en
torno a la pena capital contiene la Convención en dos fórmulas del artículo 4.
De ahí que implique violación del artículo 2 del Pacto de San José, en relación
con el artículo 4, párrafos 1 y 2 (a los que pudiera añadirse --como veré infra--
la contenida en el párrafo 6 de ese mismo precepto).

El párrafo 1 del citado artículo 4 señala, en lo pertinente, que “(n)adie puede


ser privado de la vida arbitrariamente” (el énfasis es mío); y el párrafo 2
dispone, también en lo pertinente, que “(e)n los países que no han abolido la
pena de muerte, ésta sólo podrá imponerse por los delitos más graves” (el
énfasis es mío). He aquí, pues, dos restricciones terminantes a la imposición de
13

Cfr. Caso Hilaire, Excepciones preliminares. Sentencia de 1º de septiembre de 2001 (con


correspondencia en las sentencias sobre excepciones preliminares, de la misma fecha, dictadas en los
Casos Constantine y otros, y Benjamin y otros), párrs. 78 y ss. Emití Voto razonado concurrente con
respecto a estas sentencias, en la misma fecha en que fueron adoptadas.
14

Cfr. id., párrs. 27-28.


15

Esta disposición, que figura en el artículo 27 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados, de 1969 (de la que Trinidad y Tobago no es Estado parte), constituye una regla del Derecho
internacional consuetudinario. El enunciado contenido en el artículo 27 “hace al fundamento mismo del
Derecho internacional, y cuenta a su favor con precedentes de significación”. De la Guardia, Ernesto, y
Delpech, Marcelo, El Derecho de los tratados y la Convención de Viena, Buenos Aires, La Ley, 1970, p.
286. La propia Convención de Viena es, en esencia, una codificación del Derecho internacional
preexistente, y por ello tiene efectos incluso para Estados que no lo han ratificado. Cfr. Harris, D. J.,
Cases and materials on International Law, London, Sweet & Maxwell, 1998, p. 765; Van Hoof, G.J.H.,
Rethinking the sources of International Law, Deventer, The Netherlands, Kluwer Law and Taxation
Publishers, 1983, n. 464; en sentido semejante, Tunkin, Grigory, “Is general International Law
Customary Law only?”, European Journal of International Law, vol. 4, no. 4, 1993, pp. 534 y ss. En
cuanto a la jurisprudencia de la Corte Interamericana a propósito de la inoponibilidad del Derecho
interno para cumplir obligaciones internacionales, cfr. Responsabilidad internacional por expedición y
aplicación de leyes violatorias de la Convención (arts. 1 y 2 Convención Americana sobre Derechos
Humanos), Opinión Consultiva OC-14/94 del 9 de diciembre de 1994. Serie A, núm. 14, párr. 35, y Caso
Castillo Petruzzi y otros, Cumplimiento de sentencia, 17 de noviembre de 1999, considerando 4.

56
la pena capital: una tiene que ver con la extrema gravedad de los delitos a los
que se asocia aquélla, y la otra prohibe la arbitrariedad en la privación de la
vida. En mi concepto, la Ley de Delitos contra la Persona no respeta estas
restricciones, y por ende pugna con la Convención Americana que el Estado
asumió, a título de compromiso del que emanan sendos deberes, cuando se
constituyó como parte en ese tratado internacional.

4. Antes del examen de estas incompatibilidades, conviene recordar que el


Pacto de San José no suprime la pena capital. Esta posibilidad, largamente
requerida, proviene de otros actos nacionales e internacionales 16. Aun así, la
Convención Americana recoge y comparte la tendencia abolicionista de la pena
de muerte, y en su propio momento y circunstancia introduce rigurosas
restricciones --como la contenida en el artículo 4.1--, opone obstáculos para la
reimplantación de esta pena y abre vías para obtener la reconsideración de
las condenas correspondientes17. En tal virtud, la interpretación del Pacto de
San José en esta materia debe tomar en cuenta la orientación general del
tratado --el espíritu, que se manifiesta claramente en la letra-- y asumir, por
ello, un criterio de máxima exigencia. Esto lleva a ejercer la interpretación más
estricta de las normas convencionales que rigen en este ámbito.

Lo anterior no significa --hay que destacarlo-- que en este caso se pretenda


interpretar la Convención para abolir la pena capital. Esa pretensión no existe
en la sentencia ni en mi Voto razonado, que responden sólo a los términos en
que la Convención Americana regula el tema, independientemente del criterio
personal que se sustente sobre este punto, ante el que difícilmente se podría
mantener una posición neutral para efectos de lege ferenda18, aunque a la hora
de aplicar judicialmente una norma específica --en la especie, la Convención
Americana-- sea preciso atenerse a la lege lata, como efectivamente lo ha
hecho la Corte en cumplimiento de sus deberes jurisdiccionales, y lo hago yo
en el presente Voto. En tal virtud, no planteo aquí cuestión alguna sobre la
legitimidad y la utilidad de la pena capital.

16

Así, entre estos últimos, el Protocolo a la Convención Americana sobre Derechos Humanos relativo a la
abolición de la pena de muerte, del 8 de junio de 1990, y el Segundo Protocolo facultativo del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, destinado a abolir la pena de muerte, aprobado por la
Asamblea General de Naciones Unidas el 15 de diciembre de 1989.
17

Catorce Estados suscriptores de la Convención Americana dejaron explícita constancia del deseo de
abolir la pena de muerte, a través de un futuro Protocolo adicional a aquélla. Cfr. Conferencia
Especializada Interamericana sobre Derechos Humanos, San José, Costa Rica, 7-22 de noviembre de
1969, Actas y Documentos, OEA/Ser.K/XVI/1.2, Washington, D. C., 1973, p. 467. La Corte hizo notar,
en otra ocasión, que el artículo 4 del Pacto de San José “revela una inequívoca tendencia limitativa del
ámbito de (la) pena (de muerte), sea en su imposición, sea en su aplicación”; y que “(e)n esta materia,
la Convención expresa una clara nota de progresividad, consistente en que, sin llegar a decidir la
abolición de la pena de muerte, adopta las disposiciones requeridas para limitar definitivamente su
aplicación y su ámbito, de modo que éste se vaya reduciendo hasta su supresión final”. Restricciones a
la pena de muerte (artículos 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión
Consultiva OC-3/83 del 8 de septiembre de 1983. Serie A, núm. 3, párrs. 52 y 57.
18

Dice Antonio Beristáin que la pena de muerte es un “tema radical” en el Derecho penal; influye en el
conjunto del sistema y en todas las decisiones que a este respecto se adopten. Cfr. “Pro y contra de la
muerte en la política criminal contemporánea”, en Cuestiones penales y criminológicas, Madrid, Reus,
1979, p. 579.

57
5. También procede observar que las conclusiones a las que se llegue en este
caso, como en otros referentes a delitos que se han volcado sobre seres
inocentes y alarmado a la sociedad, no significa indiferencia o
desentendimiento de la necesidad de actuar con rigor, energía y eficacia en la
lucha contra el crimen. El Estado tiene el deber --una obligación primaria,
nuclear, esencial-- de brindar a los ciudadanos seguridad y justicia, que se ven
seriamente comprometidas donde la delincuencia avanza. En este orden de
cosas, no se puede menos que expresar solidaridad con la sociedad agraviada
--y en ella, particularmente, con las víctimas de los delitos-- y respaldo hacia las
acciones legítimas que se despliegan para protegerla. Con frecuencia se ha
hecho ver que el destierro de la impunidad y la consecuente certeza del castigo
permitirían mejores avances en la lucha contra la delincuencia que la mera
agravación de las penas. Esta idea de nuestros clásicos sigue presente en el
pensamiento contemporáneo19.

6. Desde luego, puede haber una violación del derecho a la vida inclusive
cuando las víctimas aún no han sido privadas de ésta. El derecho a la vida
--como cualquier otro derecho-- puede verse afectado en un iter que transita
por diversas etapas, comunicadas e identificadas, todas ellas, por un designio
común que les confiere naturaleza y sentido: suprimir la vida de un sujeto. El
último momento en este iter se concreta en la privación misma de la vida,
máxima afectación de aquel derecho. Antes puede haber otros momentos:
todos los que, conforme a las circunstancias, atienden a ese objetivo y
conducen a él. Tal es el caso de una norma general contraria a la Convención
Americana (o bien, a la Constitución del Estado, cuando se trata de asuntos del
Derecho interno): la norma puede ser cuestionada jurisdiccionalmente antes de
que se produzcan, por ejecución, las consecuencias que puede acarrear en un
caso concreto.

Se ha sostenido que una ley anticonvencional no puede ser combatida en sí


misma (como lo puede ser, con frecuencia, una ley inconstitucional en el plano
interno), antes de que se aplique en la realidad y por ello la amenaza que
entraña se convierta en un hecho consumado. Alguna vez, la Corte
Interamericana ha sostenido que su potestad jurisdiccional en asuntos
contenciosos se ejerce sobre actos del Estado ejecutados sobre personas
determinadas20, pero también ha dicho --y explicado-- que existe la posibilidad
de que una ley viole, per se, el pacto internacional21.
19

“No es la crueldad de las penas uno de los más grandes frenos de los delitos, sino la infalibilidad de
ellas (...) La certidumbre del castigo (...) hará siempre mayor impresión que el temor de otro más
terrible, unido con la esperanza de la impunidad”, enseñó, más de dos siglos atrás, el reformador César
Beccaria, De los delitos y de las penas, trad. Juan Antonio de las Casas, Madrid, Alianza Editorial, 1982,
pp. 71-72.

20
Cfr. Caso Genie Lacayo, Excepciones Preliminares, Sentencia de 27 de enero de 1995. Serie C, núm.
21, párr. 50
21

En la OC-13, la Corte se refirió a formas de violación de la Convención Americana: omitiendo dictar


normas a las que está obligado por el artículo 2º. de ese pacto, o dictando normas contrarias a la
Convención. Ciertas atribuciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (arts. 41, 42, 44,
46, 47, 50 y 51 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Opinión Consultiva OC-13/93 del
16 de julio de 1993. Serie A, núm. 13, párr. 26. En la OC-14, el tribunal distinguió entre leyes que no

58
Es pertinente observar que una ley puede ser, en sí misma, atentatoria contra
el derecho a la vida, como puede serlo contra el derecho a la nacionalidad, a la
personalidad jurídica, a la propiedad, a la familia, a la integridad, etcétera, aun
cuando todavía no se haya aplicado en un caso concreto. Por el dato mismo de
la ley --a partir de la vigencia de ésta-- el bien jurídico de la vida queda
expuesto, comprometido, en peligro 22.Tómese en cuenta que la tutela judicial
se puede y se suele anticipar en el caso de quien teme la aplicación de una ley
cuestionable y busca precaverse frente a ella: no sólo se impugnaría el hecho
consumado, sino la norma que autoriza su realización futura. Este es el espacio
en el que se mueve la justicia constitucional. El sistema interamericano marcha
en esa dirección cuando abre la posibilidad de adoptar medidas provisionales,
de orden cautelar o precautorio, para evitar daños irreparables a las personas.

Ahora bien, en el presente caso no sólo existe una ley contraventora, por sí
misma, de la Convención Americana, lo cual desencadenaría las
consideraciones a las que antes me referí y podría justificar --desde la
perspectiva de un sector de la doctrina-- el conocimiento y la decisión del
tribunal internacional. Se ha dado un paso más en el iter: la ley fue aplicada por
medio de la sentencia23; ésta ya resolvió, de manera individualizada e
imperativa, que se debe privar de la vida a cierta persona. El derecho del
condenado, que se hallaba potencialmente comprometido por la ley, acabó por
encontrarse actualmente afectado por la sentencia. Para aquél, la supresión de
su vida no es una mera posibilidad, sino una realidad inminente hacia la que se
enfila, formal y explícitamente, el poder punitivo del Estado.

7. El primer punto que me propongo examinar a propósito de la oposición entre


la Ley sobre Delitos contra la Persona y la Convención Americana es el relativo
a la reserva de la pena de muerte para los “delitos más graves”, que enuncia el
artículo 4.2 de ese instrumento internacional. Hay que poner atención, pues, en
la identificación de esos delitos “más graves” dentro del orden penal de un
necesariamente afectan la esfera jurídica de personas determinadas, por hallarse sujetas a actos
normativos posteriores, cumplimiento de condiciones o aplicación por funcionarios del Estado, y “leyes
de aplicación inmediata”, en las que “la violación de los derechos humanos, individual o colectiva, se
produce por el solo hecho de su expedición”. Responsabilidad internacional por expedición y aplicación
de leyes violatorias de la Convención (artículos 1º y 2º de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos). Opinión Consultiva OC-14/94 del 9 de diciembre de 1994. Serie A, núm. 14, párrs. 41-43 y
49. En un caso contencioso, el tribunal estimó que determinada norma penal que niega a una categoría
de procesados ciertos derechos que concede a otros, “per se viola el artículo 2º de la Convención
Americana, independientemente de que haya sido aplicada en el presente caso”. Caso Suárez Rosero.
Sentencia de 12 de noviembre de 1997. Serie C, núm. 35, párr. 98 y punto resolutivo 5. En el mismo
sentido, cfr. Caso Castillo Petruzzi y otros, Sentencia de 30 de mayo de 1999. Serie C, núm. 52, párr.
205.

22
No sobre recordar la enseñanza que a este respecto suministra el Derecho penal, con su propia
técnica tutelar de bienes jurídicos: no se sanciona solamente la privación de la vida, sino también la
tentativa de suprimirla, y en algunos casos inclusive el acuerdo o la conspiración (conspiracy) para
hacerlo. La punición aparece en diversos momentos del iter criminis.
23

En varios casos, el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha determinado que se violó el
derecho a la vida del condenado a muerte --no ejecutado todavía-- cuando la condena se dictó sin
observar las garantías del debido proceso. Wright v. Jamaica, Communication No. 349/1989; Simmonds
v. Jamaica, Communication No. 338/1988; Daniel Monguya Mbenge v. Zaire, Communication No.
16/1977; Little v. Jamaica, Communication No. 283/1988; y Henry v. Jamaica, Communication No.
230/1987.

59
tiempo y un espacio determinados. Es preciso identificarlos y adoptar, en
seguida, la consecuencia natural de una clasificación de este género
--diversidad de sanciones--, que debiera informar la legislación criminal, por
una doble razón y con un doble designio: justicia y eficacia. El mismo clásico
que antes cité resumió bien esta preocupación: “Si se destina una pena igual a
los delitos que ofenden desigualmente la sociedad, los hombres no encontrarán
un estorbo muy fuerte para cometer el mayor, cuando hallen en él unida mayor
ventaja”24.

8. Quiero salir al paso de una idea que se ha manejado en ocasiones y que


propone identificar a los delitos “más graves” como aquellos que la ley
sanciona con pena capital, la más severa de las penas 25. Esta caracterización
no es satisfactoria, y para los efectos de esta consideración resulta, además,
tautológica. Como es fácil advertir, si se acogiera ese criterio la decisión sobre
gravedad --que es también una decisión sobre bienes esenciales y derechos
básicos-- quedaría sujeta a un arbitrio movedizo. Más bien que asociar la
gravedad a la pena que se dispone, habría que vincular ésta con la gravedad
intrínseca del hecho. No es la punibilidad lo que determina la gravedad, sino
ésta lo que justifica aquélla. En suma, es preciso colocar los términos de la
cuestión en su orden pertinente: precisamente el orden que brinde la mayor
tutela a los derechos humanos. Así, hay que leer algo más que el código penal
para saber cuáles pueden ser las conductas ilícitas de mayor gravedad, que
luego, trasladadas a ese código, merecerán las penas más elevadas que la
legislación puede proveer.

9. El régimen penal moderno, de raíz democrática y garantista, previene la


tutela penal de los bienes jurídicos más preciados contra los ataques o los
peligros más severos. El bien jurídico de mayor jerarquía es la vida humana, y
el ataque más intenso que se le puede dirigir es el homicidio: privación de la
vida de otra persona. Ahora bien, la Convención Americana no se refiere
solamente a los “delitos graves” --como lo es, ciertamente, el homicidio--, sino
a los “delitos más graves”, es decir, a aquellos cuya gravedad se halla colocada
en el punto más alto de la pirámide, los que merecen el reproche más intenso,
los que afectan de manera más severa los bienes individuales y sociales, en
fin, los que por su insuperable gravedad pudieran acarrear una también
insuperable punición: la pena capital.

Esto sugiere explorar si es posible que algunos supuestos de homicidio sean


más graves que otros, no en función del resultado de la conducta conforme al
tipo penal --que es el mismo en todos los casos: privación de la vida--, sino en
24

Beccaria, De los delitos y de las penas, cit., p. 37. El mismo autor advierte que la conminación de
penas gravísimas para muchos delitos, acaba por impedir “la proporción esencial entre el delito y la
pena”. Id., p. 73. En esta edición, anotada por Juan Antonio Delval, se recogen algunas observaciones
pertinentes de Montesquieu. En una de ellas, éste expresa su asombro por el hecho de que haya “ciento
sesenta (acciones) que un acto del Parlamento ha declarado crímenes capitales, es decir, que deben ser
castigados con la pena de muerte”, y en este número figuran conductas de muy desigual gravedad
(Observations d’ un voyageur anglais sur Bicêtre, 1788).
25

En torno a este punto, cfr. las opiniones que recoge Rodley, Nigel S., The treatment of prisoners under
International Law, Oxford University Press, 2nd. ed., 1999, p. 219.

60
virtud de que aquélla revista determinadas características o se dirija a personas
con cierta condición específica. Se trataría, en suma, de establecer una
graduación en la gravedad de hechos que pudieran parecer, de primera
intención, idénticos.

10. Un sistema penal no evolucionado podría sancionar con las mismas penas
muy diversas conductas. Administraría indiscriminadamente las sanciones más
severas como respuesta a ilícitos de distinta gravedad. En cambio, un sistema
desarrollado identifica con mayor puntualidad --un cuidado que es, en el fondo,
garantía social e individual-- los diversos extremos de la conducta ilícita que
amerita sanción penal, y adapta ésta, en la mayor medida posible, a las
características del hecho y de la persona que lo realiza. Esto último se hace por
una doble vía, que se halla abierta en el Derecho penal moderno: a) la
estructuración de tipos penales diversos y específicos para captar conductas
diferenciables en función de sus características, aunque no lo sean en función
de su resultado, con la correspondiente previsión de punibilidades diferentes; y
b) la atribución al juzgador de la potestad de individualizar las penas en forma
consecuente con los datos del hecho y el autor, acreditados y apreciados en el
proceso, dentro de las fronteras --máxima y mínima-- que aporta cada
conminación penal (punibilidad).

11. El homicidio es siempre privación de la vida humana, pero no son idénticas


todas las hipótesis de homicidio, ni es uniforme la culpabilidad de los autores.
En la realidad, esa privación se practica o manifiesta de maneras muy diversas,
que a su vez se instalan en distintos rangos de gravedad. Todo ello da lugar a
la existencia de varios tipos penales, que describen hechos de diversa
gravedad.26

En virtud de lo anterior, la privación intencional de la vida (homicidio doloso) no


se instala solamente en un tipo penal, sino se recoge en varios tipos, a los que
se asocian punibilidades diferentes. Existen, por ello, un tipo básico de
homicidio y diversos tipos complementados en los que se depositan elementos
que reducen la gravedad y moderan la punibilidad, y elementos que
incrementan la gravedad y extreman la punibilidad.

Efectivamente, la legislación penal suele prever --desde hace mucho tiempo, y


muy ampliamente en la hora actual-- al lado del llamado homicidio básico o
fundamental, otros tipos en los que figuran esos elementos agravadores: en
función del vínculo entre los sujetos activo y pasivo (parricidio), de la situación
en que se colocó el agente para privar de la vida a la víctima (homicidio
calificado por la ventaja o la traición), del móvil que impulsa la conducta del

26

“Según la intensidad de la afectación al bien jurídico los tipos se clasifican en fundamentales o básicos
y calificados (o cualificados). Los tipos fundamentales o básicos siempre lo son en relación con otros:
son los que sientan el concepto fundamental de la conducta que se sanciona, en tanto que los calificados
perfilan una modalidad circunstanciada más o menos grave. Si es más grave, por ser mayor la
intensidad de afectación del bien o la antinormatividad (...) será calificado agravado, en tanto que en el
supuesto contrario será calificado privilegiado”. Zaffaroni, E. Raúl, Tratado de Derecho penal, Parte
general, Buenos Aires, EDIAR, t. III, 1981.

61
autor (homicidio calificado por el propósito de obtener una remuneración o de
satisfacer objetivos bastardos), de los medios empleados (homicidio calificado
por el empleo de explosivos y otros instrumentos devastadores), etcétera.

Es evidente que en todos esos casos nos hallamos ante un homicidio, pero
también lo es que resulta perfectamente posible, y además necesario y
justificado, advertir --para efectos penales precisos-- diversos planos de
gravedad en esas conductas que privan de la vida a otro. Este deslinde en
cuanto a la gravedad trae consigo una consecuencia directa en lo que toca a la
reacción penal: diversa punibilidad. El juzgador se atiene tanto a: 1) la
diferencia objetiva que radica en la tipicidad del hecho, como a 2) el grado de
culpabilidad del agente, otra cuestión relevante para este caso y que debe
hallarse presente en el ejercicio de individualización penal, cuando la
punibilidad --una previsión genérica-- se transforma en punición --un dato
específico de la condena27. La sanción se construye sobre ambos
fundamentos.

12. Es útil proporcionar algunos ejemplos a este respecto, tomados de la


legislación de países americanos en los que se conserva la pena de muerte. En
éstos es bien conocida la graduación de las hipótesis de privación de la vida
según la gravedad que cada una reviste: del homicidio simple al parricidio. En
todos ellos, diversas punibilidades corresponden a diversas gravedades 28. En
tales casos29 no hay nada parecido a una pena de muerte obligatoria, en el
sentido que se da a esta expresión en el asunto al que se refiere el presente
Voto.

El que mate a otro será sancionado con uno a diez años de prisión, dispone el
artículo 251 del Código Penal de Bolivia; y lo será con pena de muerte
--ordena el artículo 252--, el que mate a sus descendientes, el que prive de la
vida con premeditación, alevosía o ensañamiento, el que lo haga en virtud de
precio, dones o promesas o por medio de substancias venenosas u otras
semejantes, etcétera. Conforme al Código Penal de Chile, el homicidio no
calificado será penado con presidio mayor en sus grados mínimo a medio;
quien prive a otro de la vida con ciertas calificativas (alevosía, por premio o
27
Es aplicable, en buena medida, la reflexión de Ihering: “Al elemento objetivo del bien amenazado en
la sociedad, se agrega por el delincuente el elemento subjetivo del peligro que para aquélla constituye,
en razón a su voluntad de dañar y al procedimiento que ha elegido para ejecutar su delito. Todos los
delincuentes culpables del mismo hecho no comprometen a la sociedad en igual grado”. El fin en el
Derecho, Buenos Aires, Bibliográfica Omeba, 1960, p. 237.

28
“Tradicionalmente el parricidio ha sido considerado como el más grave delito contra la vida, seguido
del asesinato y el homicidio simple. Por eso aparecen en este orden, de mayor a menor, en nuestros
códigos penales” (alude a legislación española). Ortego Costales, José, Teoría de la parte especial del
Derecho penal, Salamanca, Ed. Dykinson, 1988, p. 240.

29
Desde luego, no pretendo agotar los casos que pudieran ser invocados en este punto. En la exposición
de estos ejemplos resumo los supuestos penales y omito detalles que extenderían innecesariamente las
descripciones aportadas y no modificarían el valor de aquéllos. Cito los ordenamientos en los términos
en que figuran en las publicaciones con que cuenta la Biblioteca de la Corte Interamericana-Instituto
Interamericano de Derechos Humanos al tiempo en que redacto este Voto razonado. Si esos textos
hubieran sido modificados con posterioridad, las reformas no afectarían la esencia del problema ni la
eficacia intrínseca de los ejemplos.

62
promesa remuneratoria, por medio de veneno, con ensañamiento, con
premeditación), lo será con presidio mayor en su grado medio a presidio
perpetuo (artículo 391, incisos 2º. y 1º., respectivamente); y quien mate a su
padre, madre o hijo, a cualquier otro de sus ascendientes o descendientes o a
su cónyuge, lo será con presidio mayor en su grado máximo o muerte (artículo
390). Bajo el Código Penal de Guatemala, se impondrá prisión de quince a
cuarenta años a quien diere muerte a una persona (artículo 123); y se
sancionará --bajo el título de homicidios calificados-- con prisión de veinticinco
a cincuenta años al parricida y a quien incurra en asesinato (homicidio
calificado por diversos elementos), pero en ambos supuestos se impondrá al
delincuente pena de muerte “si por las circunstancias del hecho, la manera de
realizarlo y los móviles determinantes se revelare una mayor y particular
peligrosidad del agente” (artículos 131 y 132).

13. Una vez formuladas las consideraciones precedentes, recordemos que el


artículo 4 de la Ley sobre Delitos contra la Persona, de Trinidad y Tobago,
ordena que “(e)very person convicted of murder shall suffer death”. Así se
dispone la llamada pena de muerte obligatoria para una amplia --y
heterogénea-- gama de conductas homicidas, en las que objetivamente sería
posible identificar --como lo han hecho los códigos antes citados, así como
otros muchos ordenamientos antiguos y modernos-- distintos grados de
gravedad. Con ello se desatiende la regla de que la pena de muerte “sólo podrá
imponerse por los delitos más graves” (artículo 4.2 de la Convención), esto es,
solamente por aquéllos que se hallan en la cúspide de una pirámide que se
eleva de lo menos grave a lo más grave.

Evidentemente, al prevenirse así la punibilidad general del homicidio


intencional, queda predeterminado el rumbo de la jurisdicción penal nacional:
los tribunales carecen de la posibilidad de apreciar las particularidades de los
homicidios y disponer, como consecuencia lógica y jurídica de las diferencias,
sanciones igualmente diversas. Los aspectos negativos de la homogeneidad
penal dispuesta donde hay heterogeneidad de hechos, que ameritarían
proporcionalidad e individualización, ha sido ampliamente examinada --desde
su propia perspectiva-- por la jurisprudencia del Judicial Committee del Privy
Council30.

14. El propio legislador de Trinidad y Tobago ha advertido la necesidad de


graduar la pena en función de la gravedad de los delitos de homicidio,
superando desde luego la antigua fórmula de la Ley sobre Delitos contra la
Persona. En efecto, el Poder Legislativo del Estado aprobó la Offences against
the Person (Amendment) Act, 2000, que reforma a la Ley sobre Delitos contra
la Persona y que aún no ha entrado en vigor 31. En los términos de esta
enmienda, habría tres categorías de homicidio, a saber: capital murder o
30
A este respecto, es interesante y significativa la sentencia en el caso Patrick Reyes v. The Queen, del
11 de marzo de 2002, asunto previamente conocido por la Corte de Apelaciones de Belice. Cfr., esp.,
párrs. 29, 30, 32, 34, 36 y 40-43 de dicha resolución emitida por la justicia británica.
31

Esta ley de reforma fue aprobada por la Casa de Representantes el 13 de octubre de 2000 y por el
Senado el 24 de los mismos mes y año, y entrará en vigor cuando sea promulgada por el Presidente de
la República.

63
murder 1, murder 2 y murder 3. La primera abarca los supuestos de mayor
gravedad: homicidios calificados con elementos que regularmente traen
consigo, como se observa en Derecho comparado, la máxima penalidad y que
en la especie se hallan sancionados con pena capital; homicidios de menor
gravedad, con otras características, que se sancionan con prisión perpetua, y
homicidios culposos32. Esta regulación ya aparece en el Derecho
correspondiente a otros Estados de la región, que tipifican con pormenor
diversas hipótesis de privación intencional de la vida 33.

15. Examinada la incompatibilidad que existe entre la legislación penal de


Trinidad y Tobago y el artículo 4.2 del Pacto de San José, procede estudiar la
que priva entre aquel mismo ordenamiento y el artículo 4.1, que proscribe la
privación “arbitraria” de la vida. Para ello es pertinente recuperar el sentido
amplio del concepto de arbitrariedad --que no se concentra solamente, por lo
que toca a los supuestos que ahora examino, en la ejecución extrajudicial,
aunque ésta sea una de sus más flagrantes manifestaciones--, y proyectarlo
sobre el asunto que nos ocupa.

Con anterioridad, la Corte ha entendido que “(l)a expresión ‘arbitrariamente’


excluye, como es obvio, los procesos legales aplicables en los países que aún
conservan la pena de muerte”34. Sin embargo, es necesario acotar el alcance
de una afirmación tan amplia, que pudiera extender su efecto a situaciones que
ameritan deslinde. Desde luego, no puede calificarse como arbitraria, en los
términos de la Convención, la muerte impuesta o infligida a un sujeto conforme
a normas de fondo y forma que se ajustan a los principios que deben
informarlas, y mediante juicio seguido ante autoridad competente, en el que se
observen todas las garantías del debido proceso. Este descargo parece
inadecuado, en cambio, cuando no ha ocurrido tal cosa, aunque en la especie
no se trate de ejecución extrajudicial ni exista empleo excesivo de la fuerza al
margen de mandamientos judiciales.

16. Si nos atenemos, con visión superficial, al hecho de que la pena de muerte
se halla prevista en una ley y su aplicación a los casos concretos proviene de
una sentencia judicial emitida por un tribunal competente, pudiera parecer
excesiva la calificación de arbitrariedad en el caso que ahora nos ocupa. En
cambio, esa calificación se justifica si se utilizan algunas referencias
plenamente acreditadas ante la Corte Interamericana y expuestas en la
sentencia expedida por ésta, a saber: a) la prevención de pena de muerte,
32

Entre los elementos calificativos que agravan el homicidio y extreman la pena, figuran: que la víctima
sea miembro de las fuerzas de seguridad, funcionario de prisión o funcionario judicial; que se prive de la
vida a quien participa como testigo o jurado en un juicio criminal; que el delito se cometa con bombas o
explosivos; que se delinca por la expectativa de retribución; que la crueldad en la comisión del delito
acredite excepcional depravación; que se incurra en homicidio por motivos de raza, religión,
nacionalidad o país de origen, etcétera (secciones 4D y siguientes).

33
Cfr., por lo que toca a Jamaica, la Act to amend the Offences against the Person Act (14 de octubre de
1992), que distingue entre capital murder, punible con pena de muerte, y non-capital murder,
sancionable con prisión perpetua.

34
Así, en el Caso Neira Alegría y otros, Sentencia de 19 de enero de 1995. Serie C, núm. 20, párr. 74.

64
tabula rasa, para cualesquiera homicidios intencionales, sin miramiento hacia
las diversas características que éstos revisten, como se ha dicho en puntos
anteriores del presente Voto: este dato --la existencia de una ley arbitraria-- tiñe
de arbitrariedad las condenas y, por supuesto, las eventuales ejecuciones; b) la
aplicación de la pena de muerte mediante juicios que no satisfacen, en modo
alguno, ciertas exigencias del debido proceso legal 35, como son las
concernientes al plazo razonable para resolver la controversia y a la provisión
de asistencia legal adecuada; c) la inoperancia real, en los casos concretos,
del derecho a solicitar --y, se entiende, a gestionar y sustentar-- la amnistía, el
indulto o la conmutación de la pena; y d) la ejecución de una persona --Joey
Ramiah-- que se hallaba protegido por medidas provisionales ordenadas por la
Corte; una ejecución antes de que hubiera un pronunciamiento de los órganos
del sistema interamericano de protección de los derechos humanos constituye
--como dijera el Comité Judicial del Privy Council-- una “violación de los
derechos constitucionales” de los solicitantes36.

17. En esta línea de reflexiones, deseo comentar la violación del artículo 4.6 de
la Convención, que también se establece en la sentencia. Esa norma, ubicada
bajo el epígrafe del “Derecho a la vida” --que es la materia de protección en el
conjunto del artículo, integrado por seis párrafos--, señala que “toda persona
condenada a muerte tiene derecho a solicitar la amnistía, el indulto o la
conmutación de la pena, los cuales podrán ser concedidos en todos los casos
(...)”.

Semejante derecho --para que lo sea verdaderamente y no quede como


simple declaración-- supone que el sujeto tenga expedita una auténtica
posibilidad de pedir y obtener la revisión y modificación de la situación jurídica
creada por la sentencia condenatoria. No tendría sentido que el derecho se
instituyera con un carácter puramente formal, que en este caso sería trivial: la
mera facultad de pedir, que se agota en si misma. El derecho debe poseer un
contenido y un sentido razonables. Esto significa que el sujeto debe contar con
la posibilidad jurídica y material de expresar su petición --que es una
pretensión-- ante una autoridad competente para resolverla en cuanto al
fondo, y aportar los elementos que conduzcan a satisfacerla, en la inteligencia
de que es factible --aunque difícil e incierta-- una respuesta favorable. Esto
35

En la OC-16, la Corte hizo ver que cuando se afectan las garantías del debido proceso legal, “la
imposición de la pena de muerte constituye una violación del derecho a no ser privado de la vida
‘arbitrariamente’, en los términos de las disposiciones relevantes de los tratados de derechos humanos
(v.g. Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 4º...), con las consecuencias jurídicas
inherentes a una violación de esta naturaleza, es decir, las atinentes a la responsabilidad internacional
del Estado y al deber de reparación”. El derecho a la información sobre la asistencia consular. Opinión
Consultiva OC-16/99 de 1 de octubre de 1999. Serie A, núm. 16, punto 7.
36

En Barren Roger Thomas and Haniff Hilaire v. Cipriani Baptieste (Commissioner of Prisons), Evelyn Ann
Peterson (Registrar of the Supreme Court) and The Attorney General of Trinidad and Tobago, Privy
Council Appeal No. 60 of 1998 (resolución del 27 de enero de 1999), ese tribunal sostuvo: “Their
Lordships declare (...) that to carry out the death sentences imposed on the appellants before the final
disposal of their respectives applications to the Inter American Commission and Court of Human Rights
would be a breach of their constitutional rights and orden that the carrying out of the said death
sentences be stayed accordingly”.

65
no ocurrió en el caso sub judice, porque los reos no contaron con la
oportunidad de sustentar su petición con elementos de juicio que la sostuvieran
y favorecieran, ni la de tramitarla con la indispensable asistencia legal; más
aún, su planteamiento se hallaba condenado de antemano al fracaso:
inevitablemente tropezaría con el infranqueable muro de la pena de muerte
“obligatoria”.

En la situación que nos ocupa, la ineficacia absoluta de la petición de amnistía,


indulto o conmutación puede ser analizada desde dos perspectivas, válidas
ambas: por una parte, como violación del derecho a la vida en los términos del
precepto que contiene la facultad; y por otra parte, como violación del debido
proceso, en cuanto no lo hubo en la tramitación de la solicitud: ni audiencia, ni
pruebas ni alegaciones que abrieran la menor posibilidad de acceder al fin
solicitado. De ahí que la Corte estimara, con razón a mi juicio, que en esta
hipótesis hubo una múltiple violación: de los artículos 4.6 y 8, en relación con el
1.1.

18. Otro punto al que quiero referirme ahora es el correspondiente al régimen


de detención, que en las circunstancias de este caso resulta violatorio del
artículo 5, párrafos 1 y 2, de la Convención Americana. En este orden hay que
tomar en cuenta que el Estado es garante de los derechos de los detenidos, y
por ende responde, directa y plenamente, de la situación que éstos guardan 37.
La posición de garante que aquí ostenta el Estado deriva de que los detenidos
en prisiones, en espera de sentencia o en cumplimiento de una condena, se
hallan sujetos a un régimen minuciosamente regulado, aplicado y supervisado
por el Estado mismo, de manera tal vez más intensa que la que pudiera
aplicarse a cualquier otra categoría de sujetos.

En estos casos, correspondientes a la institución total que es la prisión, los


títulos de los que resulta la condición de garante del Estado son la orden de
captura --o sus equivalentes-- y la sentencia de condena. Ambos actos de
autoridad traen consigo la sustracción del sujeto del medio libre en el que se ha
desenvuelto y su colocación en un medio totalmente distinto, en el que cada
acto de la vida del interno se halla sujeto al control del poder público. La
función de garante implica: a) omitir todo aquello que pudiera infligir al sujeto
privaciones más allá de las estrictamente necesarias para los efectos de la
detención o el cumplimiento de la condena, por una parte, y b) proveer todo lo
que resulte pertinente --conforme a la ley aplicable-- para asegurar los fines
de la reclusión: seguridad y readaptación social, regularmente, por la otra.

19. No se carece de referencias internacionales acerca del trato que debe


darse a los individuos sujetos a detención --detención legalmente prevista--; en
ellas se traza la frontera entre lo debido y lo indebido, lo admisible y lo

37

Así lo ha señalado la Corte en el Caso Neira Alegría y otros, Sentencia de 19 de enero de 1995. Serie C,
núm. 20, párr. 60, que se menciona en la sentencia a la que corresponde este Voto y en el que también
se alude al criterio del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en Moriana Hernández Valenti
de Bazzano vs. Uruguay, no. 5/1977 de 15 de agosto de 1979, párrs. 9-10.

66
inadmisible. Esas referencias sirven como punto de partida para puntualizar el
espacio en el que actúa y los caracteres que tiene la misión de garante
atribuida al Estado38. El cotejo entre las previsiones de aquéllas y las realidades
del sistema carcelario permitirán conocer el grado de cumplimiento de los
deberes públicos, que no puede decaer por el hecho de que los sujetos a
detención hayan incumplido gravemente --y sean por ello merecedores de
pena-- las obligaciones que les impone la vida social.

Evidentemente, la prisión implica restricciones severas. No cuestiono ahora su


pertinencia. Dejo este punto fuera de mis actuales consideraciones. Sin
embargo, es preciso tomar en cuenta que dichas restricciones tienen límites:
más allá de ellos, pueden convertirse --como en efecto ha ocurrido-- en tratos
crueles, inhumanos o degradantes. Además, es preciso distinguir entre el
régimen de privación (cautelar y provisional) de la libertad que corresponde a
quien aún no ha sido condenado, del que atañe a quien ya lo ha sido. A favor
de aquél existe una presunción de inocencia que debe reflejarse en las
condiciones de detención, cuando se estime indispensable privarle de la
libertad mientras se desarrolla el proceso.
A.3. GRÁFICO CONTRACORRIENTE SOBRE LOS PAÍSES
ABOLICIONISTAS Y LOS QUE NO LO SON (FUENTE: EL COMERCIO)

Juez Sergio García Ramírez

Manuel E. Ventura Robles


Secretario

38
Así --y para referirme sólo a los instrumentos mejor conocidos-- mencionaré las Reglas Mínimas
para el Tratamiento de los Reclusos (Ginebra, 1955), aprobadas por el Consejo Económico y Social de
Naciones Unidas el 31 de julio de 1957, y reformadas el 13 de mayo de 1977, el Conjunto de principios
para la protección de todas las personas sometidas a cualquier forma de detención o prisión , adoptado
por la Asamblea General de Naciones Unidas el 9 de diciembre de 1988 (Res. 43/173), y los Principios
básicos para el tratamiento de los reclusos, adoptados por la Asamblea General de Naciones Unidas el
14 de diciembre de 1990 (Res. 45/111).

67
Amnistía Internacional
a.4 Datos y cifras sobre la pena de muerte
(1 de enero de 2006)

DATOS Y CIFRAS SOBRE LA PENA DE MUERTE (1 de enero de 2006)


El siguiente documento se actualiza regularmente en el sito web de Amnistía
Internacional

1. Países abolicionistas y retencionistas

Más de la mitad de los países del mundo han abolido la pena de muerte en su

68
legislación o en la práctica.

Según la última información de que dispone Amnistía Internacional:


§ 86 países y territorios han abolido la pena de muerte para todos los delitos;
§ 11 países han abolido la pena de muerte para todos los delitos, excepto los
excepcionales, como son los cometidos en tiempo de guerra;
§ 25 países pueden considerarse como abolicionistas de hecho: mantienen en
su legislación la pena de muerte pero no han llevado a cabo ninguna ejecución
en los últimos 10 años o más.

Esto supone que un total de 122 países han abolido la pena de muerte en su
legislación o en la práctica.
§ 76 países retienen y aplican la pena de muerte, pero el número de países
que realmente ejecutan a presos en un año determinado es mucho menor..

2. Hacia la abolición a escala mundial

Desde 1990, más de 40 países y territorios han abolido la pena de muerte para
todos los delitos. Entre ellos figuran países de África (ejemplos recientes son
Costa de Marfil y Liberia), América (Canadá, México y Paraguay), Asia y
Oceanía (Bután, Samoa y Turkmenistán) y Europa y el sur del Cáucaso
(Armenia, Bosnia y Herzegovina, Chipre, Serbia y Montenegro, y Turquía).

3. Iniciativas para el restablecimiento de la pena capital

Una vez que se ha abolido la pena de muerte, rara vez se restablece. Desde
1985, más de 50 países han abolido la pena de muerte en su legislación o,
después de haberla abolido previamente para delitos comunes, han procedido
a abolirla para todos los delitos. Durante este mismo periodo, sólo 4 países
abolicionistas han restablecido la pena de muerte. Uno de ellos, Nepal, la ha
vuelto a abolir de nuevo, y otro, Filipinas, reanudó las ejecuciones, pero las
volvió a interrumpir posteriormente. En los otros dos no se ha llevado a cabo
ejecución alguna (Gambia y Papúa Nueva Guinea).

4. Sentencias de muerte y ejecuciones

En el año 2005 fueron ejecutadas al menos 2.148 personas en 22 países, y al


menos 5.186 personas fueron condenadas a muerte en 53 países. Estas cifras
incluyen sólo los casos conocidos por Amnistía Internacional; las cifras reales
son sin duda más elevadas.

En el año 2005, el 94 por ciento de todas las ejecuciones de las que se tuvo
noticia tuvieron lugar en Arabia Saudí, China, Estados Unidos e Irán.
Basándose en los informes públicos disponibles, Amnistía Internacional
calculaba que al menos 1.770 personas fueron ejecutadas en China durante el

69
año, aunque se creía que las cifras reales eran mucho más elevadas. Se ha
señalado que un experto chino en cuestiones legales ha afirmado que, según la
información suministrada por jueces y funcionarios locales, el número de
ejecuciones se ha elevado a unas 8.000, pero las estadísticas nacionales
oficiales sobre la aplicación de la pena de muerte siguen siendo secreto de
Estado.

Se llevaron a cabo al menos 94 ejecuciones en Irán, y al menos 86 en Arabia


Saudí, pero las cifras totales pueden haber sido mucho más elevadas. En
Estados Unidos se ejecutó a 60 personas.

5. Métodos de ejecución
Desde el año 2000 se han utilizado los métodos siguientes para llevar a cabo
ejecuciones:

Decapitación (en Arabia Saudí e Irak)


Electrocución (en Estados Unidos)
Ahorcamiento (en Egipto, Irán, Japón, Jordania, Pakistán, Singapur y otros
países)
Inyección letal (en China, Estados Unidos, Filipinas, Guatemala y Tailandia)
Fusilamiento (en Bielorrusia, China, Somalia, Taiwán, Uzbekistán, Vietnam y
otros países)
Lapidamiento (en Afganistán e Irán)

6. La aplicación de la pena de muerte a menores

Los tratados internacionales para la protección de los derechos humanos


prohíben condenar a muerte o ejecutar a toda persona que fuera menor de 18
años en el momento de cometerse el delito. Tanto el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos como la Convención de la ONU sobre los
Derechos del Niño y la Convención Americana sobre Derechos Humanos
incluyen disposiciones a este efecto. Más de 110 países en cuya legislación
todavía se establece la pena capital para al menos algunos delitos disponen de
leyes que excluyen específicamente la ejecución de delincuentes menores de
edad, o se espera de ellos que la excluyan, ya que son partes en alguno de los
tratados anteriormente citados. Sin embargo, en un reducido número de países
sigue ejecutándose a menores.

Desde 1990, hay constancia de ocho países que han ejecutado a presos que
eran menores de 18 años en el momento de cometerse el delito: Arabia Saudí,
China, Estados Unidos, Irán, Nigeria, Pakistán, la República Democrática del
Congo y Yemen. Desde entonces, China, Pakistán y Yemen han aumentado la
edad mínima a 18 años. Antes de que la Corte Suprema de Estados Unidos
resolviera en marzo de 2005 que la ejecución de menores de 18 años era
inconstitucional, el país que había llevado a cabo un mayor número de
ejecuciones de menores era Estados Unidos (19 entre 1990 y 2003).

70
7. El argumento de la disuasión
Los estudios científicos realizados no han podido nunca encontrar pruebas
convincentes que demuestren que la pena capital tiene un mayor poder
disuasorio frente al crimen que otros castigos. El estudio más reciente acerca
de la relación entre la pena de muerte y los índices de homicidios, elaborado
para la ONU en 1988 y actualizado en el año 2002, llegaba a la siguiente
conclusión: "[...] no es prudente aceptar la hipótesis de que la pena capital tiene
un mayor poder disuasorio sobre los asesinatos que la amenaza y aplicación
de la cadena perpetua, pena supuestamente inferior"

(Fuente: Roger Hood, The Death Penalty: A World-wide Perspective, Oxford,


Clarendon Press, tercera edición, 2002, pág. 230)

8. El efecto de la abolición sobre los índices de criminalidad

En el estudio realizado para la ONU en 1998 y actualizado en 2002, al


analizarse los datos sobre la relación entre los cambios en la aplicación de la
pena de muerte y los índices de homicidio, se dice: "El hecho de que las
estadísticas continúen apuntando en la misma dirección es un argumento
convincente de que los países no tienen por qué temer cambios súbitos y
graves en los índices de criminalidad si reducen su recurso a la pena de
muerte".

Las cifras más recientes de criminalidad recopiladas en países donde no existe


la pena capital no demuestran que la abolición haya producido efectos
negativos. En Canadá, por ejemplo, el índice de homicidios por 100.000
habitantes descendió del nivel máximo del 3,09 alcanzado en 1975, año
anterior a la abolición de la pena de muerte para el delito de asesinato, al 2,41
en 1980, y desde entonces ha descendido aún más. En 2003, 27 años después
de la abolición de la pena capital, el índice de homicidios era del 1,73 por
100.000 habitantes, un 44 por ciento inferior al de 1975, y el más bajo en tres
décadas.

(Fuente: Roger Hood, The Death Penalty: A World-wide Perspective, Oxford,


Clarendon Press, tércera edición, 2002, pág. 214)

9. Acuerdos Internacionales para la abolición de la pena de muerte

Una de las novedades más importantes registradas en los últimos años ha sido
la adopción de tratados internacionales mediante los que los Estados se
comprometen a deshacerse de la pena capital. Actualmente son cuatro los
tratados vigentes de este tipo:

§ El Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles

71
y Políticos, que ya han ratificado 56 Estados. Otros 8 Estados lo han firmado, lo
que indica su intención de convertirse en partes en él en un futuro.
§ El Protocolo de la Convención Americana sobre Derechos Humanos para
Abolir la Pena de Muerte, que ha sido ratificado por ocho Estados americanos y
firmado por uno más.
§ El Protocolo núm. 6 al Convenio Europeo para la Protección de los Derechos
Humanos y las Libertades Fundamentales (Convenio Europeo de Derechos
Humanos), que ya ha sido ratificado por 45 Estados europeos y firmado por
uno más.
§ El Protocolo núm. 13 al Convenio Europeo para la Protección de los
Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, que ha sido ratificado por
33 Estados europeos y firmado por otros 10.

El Protocolo núm. 6 al Convenio Europeo para la Protección de los Derechos


Humanos es un acuerdo para abolir la pena capital en tiempo de paz. El
Segundo Protocolo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el
Protocolo de la Convención Americana aspiran a la abolición total de la pena
de muerte, aunque permiten a los Estados que así lo deseen mantenerla en
tiempo de guerra como excepción. El Protocolo núm. 13 del Convenio Europeo
establece la abolición total de la pena de muerte en cualquier circunstancia.

10. Ejecución de inocentes

Mientras siga vigente la pena de muerte, el riesgo de ejecutar a inocentes


nunca podrá eliminarse por completo.

Desde 1973, más de 122 presos estadounidenses condenados a la pena


capital escaparon a la muerte porque surgieron pruebas que demostraron que
eran inocentes de los delitos por los que habían sido condenados. Hubo 6 de
esos casos en 2004 y dos en 2005. Algunos estuvieron a punto de ser
ejecutados tras pasar muchos años condenados a muerte. En todos estos
casos hay varios factores que se repiten: conducta indebida por parte del
ministerio público o la policía; el uso de testimonios, pruebas materiales o
confesiones poco fiables, y una asistencia letrada inadecuada. Otros presos
estadounidenses han sido ejecutados a pesar de existir serias dudas sobre su
culpabilidad.

En enero de 2000, el entonces gobernador del estado de Illinois, George Ryan,


decretó una suspensión de las ejecuciones. Tomó la decisión a raíz de
producirse en el estado una nueva exoneración de un condenado a muerte al
descubrirse su inocencia: era la decimotercera exoneración desde que en 1977
se reanudara en el país la pena de muerte. Durante ese mismo periodo habían
sido ejecutados otros 12 presos en Illinois. En enero de 2003, el gobernador
Ryan indultó a cuatro condenados a muerte y conmutó la pena capital de todos
los demás condenados a muerte (167) en el estado de Illinois.

72
11. La pena de muerte en Estados Unidos

§ En el año 2005 se ejecutó en Estados Unidos a 60 presos, con lo que al


concluir el año se elevaba a 1.004 la cifra total de presos ejecutados desde que
en 1977 se reanudó la pena de muerte.
§ El 1 de enero de 2006 había más de 3.400 presos condenados a muerte.
§ Actualmente, 38 de los 50 estados de Estados Unidos mantienen en su
legislación la pena de muerte. La legislación federal civil y militar también
contempla la pena de muerte.

73

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