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BREBAJE PARA TI

Por: Carla M. Soria Conde

El lunes pasado me enfermé, tuve un proceso de alergia muy fuerte y me atendí en el Centro
de Salud de Paramonga; donde me revisó un médico, que por seguridad la llamaremos Natalia,
ya que no desea que su identidad sea revelada. Por casualidad y coincidentemente a ella le
sucedió un hecho muy lamentable de la cual se arrepiente toda su vida y mientras me atendía
tuvo a bien contarme.

Natalia, como todas las mujeres, se casó enamorada de Manuel, su esposo, ambos médicos,
que por más de 5 años vivieron un idilio de amor muy intenso. La rutina, el trabajo y un hecho
muy penoso hicieron que ambos se alejaran prolongadamente causando que el sentimiento
entre ellos se enfriara con el pasar del tiempo. Tanta era la lejanía que ya ni siquiera dormían
juntos, ella preparaba el desayuno y salía al hospital, mientras que él recién llegaba y dormía
un poco; aproximadamente las 5 de la tarde el dejaba algunas cosas preparadas para la cena
mientras se alistaba para salir de guardia, mientras que ella llegaba una hora después a su
casa. Cuenta Natalia que la situación entre ellos era insoportable llegando al extremo de
comunicarse sólo por llamadas telefónicas y mensajes de texto. Pero, aun así, Natalia sentía su
amor vivo dentro de ella y no quería que su matrimonio termine. Un día en el hospital, Natalia
vio a una pareja de enamorados que se miraban con ternura, la misma ternura con la que se
miraban Natalia y su esposo cuando estaban de enamorados recordando así las tardes en la
Playa. Natalia se animó un día y compró muchas cosas para prepararle un delicioso desayuno a
su esposo.

Una mañana, Manuel llegó de guardia y Natalia se encontraba esperándolo, con la mesa
puesta para el desayuno, la casa limpia, compró flores frescas y se arregló muy bien para
esperar a su marido. Cuando él ingresó a la casa, se asombró con la sorpresa que le había
preparado su esposa; con una mirada un poco esquiva y sin animo le dijo: - ¿qué haces tan
temprano en la casa Natalia?; a lo que ella respondió: hoy pedí permiso querido, tan sólo para
estar contigo, mira, preparé el desayuno que tanto te gusta y me hice un nuevo peinado, ¿te
gusta? Sin expresión alguna y con mala gana mencionó: Natalia, tenemos que hablar. Y fue
entonces que se entabló la conversación más agria que Natalia pudo tener:

- Si mi amor, pero primero toma asiento que el desayuno se enfría.


- Natalia, necesito hablarte de algo muy importante…
- Claro querido, ¿te gustaría un poco de cebolla para tus chicharrones? Lo puedo
preparar
- Natalia, por favor escúchame…
- Si esta muy ralo tu café, puedo verter más esencia si deseas.
- Natalia, por favor…
- Si se te antoja, también tengo fruta
- Natalia, … te voy a dejar…

Fue cuando Natalia se quedó muda, no podía creer lo que escuchaba, su mente se puso en
blanco y poco a poco comenzó a sentir un dolor punzante en el pecho, las manos le empezaron
a temblar y sentía frio en las piernas. A causa de la impactante frase se dejó caer en la silla del
comedor y con la mirada esquiva pronunció: ¿Por qué Manuel?
- Lo siento Natalia, créeme que lo siento, pero simple y llanamente ya no puedo con
esta situación, desde hace varios años nuestro matrimonio ya no se basa en el amor
que sentíamos sino en un contrato que firmamos ante el alcalde. Estoy casado con una
persona a la cual no veo, si nos comunicamos es tan solo por teléfono, nos cruzamos
en nuestros horarios de trabajo y ya ni siquiera te toco. Pasas más tiempo en el
hospital que en la casa y yo quiero una esposa a mi lado. Además, es mejor que lo
sepas de mi antes que de otras personas, al cabo de unos pocos meses conocí a
alguien, no es del ambiente y me siento muy bien con ella, me entiende y encaja muy
bien sus horarios con el mío. Créeme cuando te digo que te amé, y muchísimo, pero ya
no puedo seguir con esto.
- Pero mi amor, eso lo podemos solucionar. Hemos afrontado muchas cosas juntos,
cosas peores y siempre hemos salido muy victoriosos. Dame una oportunidad para
demostrarte que las cosas no son como las percibes. Yo puedo adecuar mis tiempos a
los tuyos y te prometo que volveremos a ser un matrimonio feliz como antes.
Comentaba con afán mientras lo acariciaba.

Alejando las manos de Natalia de su rostro, Manuel le dijo:

- Esta ya es una decisión que he tomado Natalia. Por favor te pido que no te humilles ni
me detengas, será lo mejor para ti y para mí, tramitaré cuanto antes los papeles para
el divorcio y desde la otra semana sacaré mis cosas de la casa.

Natalia quedó devastada, abrumada y por primera vez se sintió insegura. Luego de que Manuel
saliera ella se puso a llorar, a llorar desconsoladamente y fue un llanto que le ahogaba, un
llanto desesperado y tanta fue su desesperación que enloqueció tirando todo lo que había en
la mesa del comedor, vio las fotos en el mostrador y también las rompió, se dirigió al closet de
su habitación y con unas tijeras desgarró los trajes de Manuel, y prosiguió hasta que no quedó
nada que dañar. Lo que se veía en la casa eran vidrios rotos, muebles cortados, cortinas
rasgadas, puertas acuchilladas, ropa arruinada, etc. Cuando llegó la calma a su cuerpo, tuvo
conciencia de lo que había hecho y secándose las lagrimas llamó a un experto en
reconstrucción de viviendas, puesto que ella no podía vivir en una casa completamente
destrozada.

La empresa reconstructora envió a un experto a evaluar el daño ocasionado para luego


proceder con la reconstrucción, Pedro, se llamaba el experto, quien a las 2 horas llegó a la
vivienda de Natalia y con respeto se presentó para comenzar con el trabajo. Natalia aceptó el
precio convenido para iniciar las labores e inmediatamente Pedro comenzó su encargo. Al
cabo de dos días, Pedro avanzaba muy bien y rápido las labores encomendadas; siempre bajo
la vigilancia de Natalia ya que era muy desconfiada con gente que no conocía. Ese día, Pedro le
preguntó:

- Seño, ¿se encuentra bien?


- Si, algo, solo estoy un poco triste. Comentó el galeno
- ¿Así?, y ¿de qué será seño?
- Son problemas personales Pedro, que espero poder solucionar.
- Sabe, yo estaba así hace un tiempo; tengo una tía que es curiosa, hace todo tipo de
trabajos para la gente, sea pobre o sea rica. Si usted quiere, yo le puedo llevar para
que le consulte.
- Yo no creo en esas cosas Pedro, en pleno siglo XXI ya no se cree en el esoterismo,
además es para gente creyente y no para mí.
- Bueno, yo le digo nomás, por si acaso, si es que se anima.

Natalia tomó el comentario sin darle importancia ya que ella consideraba que no era necesario
gastar dinero en algo que no confiaba. Su mente pensaba en como retener a su esposo, al
esposo de la cual ella se casó enamorada, con el que vivieron hermosas experiencias y
afrontaron las más terribles tragedias. Cada noche al acostarse se ponía a pensar en un plan de
retención, pensaba en las posibilidades de éxito, analizaba las probabilidades y volvía a pensar.

Al cabo del sexto día, Manuel llegó a la casa a informarle a Natalia que al día siguiente sacaría
sus cosas para irse. Natalia con lagrimas en los ojos le imploraba que por favor y por la
memoria de su hijo que no se fuera, que no la abandonara; pero el hizo caso omiso y se
dispuso a salir. Muy alterada se dirigió al balcón del segundo piso dispuesta a aventarse al
vacío, cuando de pronto sintió unos brazos que la abrazaban y la jalaban para adentro de la
habitación; era Pedro, que, aprovechando la salida de Manuel, pudo entrar a la casa sin
necesidad de llamar a la puerta y fue en ese preciso instante en que vio a Natalia subirse al
balcón.

- Que hace seño, ¿está loca?


- Si, lo estoy, mi marido me dejará y no puedo vivir sin él, él es mi vida y lo quiero a mi
lado.
- Seño, contra el corazón no se puede, así es la vida y usted tiene que aprender a vivirla.
- No, no es justo y no estoy de acuerdo con mi destino, yo no me quedaré sola; tu me
dijiste que tienes una tía que es curiosa, quiero que me lleves ante ella para que me
ayude.
- Pero seño, usted no cree en eso y cualquier cosa que haga, bueno o malo, va a tener
su vuelta, le advierto para que esté segura de lo que va a hacer.
- No importa, lo asumo, pero mi marido no me dejará, no me dejará…

Tanta fue la firmeza de Natalia que no pensó en las consecuencias y visitó a la tía de Pedro. Ya
dentro de su cuarto de trabajo, la curiosa le leyó el tarot y le dijo:

- Tu y él sufren, él por no tener amor y tu por no saber darlo. Hace 5 años se les rompió
el corazón a causa de un angelito que está en el cielo. Eso ha vuelto roca su corazón, te
odia por eso, es justificable su desamor. Tu te refugiaste en tu trabajo y el encontró a
alguien en quien refugiarse. Ambos salvan vidas, pero no pueden crearla, son arboles
sin frutos. Pero tu amor sigue ahí, no sé cuál es el motivo, pero ahí está, tus
sentimientos no han cambiado, sientes culpa por lo que pasó, pero aun así lo amas. Te
voy a preparar este brebaje para ti, tráeme agua que ha sido hervida 7 veces, agua de
azahar, pétalos de una rosa blanca, una roja y una negra; cúrcuma, ortiga y un limón;
todo eso lo mezclaré con plantas que tengo en mi despensa.

En las primeras horas de la mañana Natalia regresó al consultorio de la curiosa con todo lo que
le había pedido, colocó todo en una olla grande, agregó los ingredientes que le pidió a Natalia,
más unas hierbas que tenia en la mano y luego de 20 minutos, la curiosa vació el contenido en
un franquito pequeño; la mezcla tenia un color marrón percudido y olía muy mal. La curiosa le
advirtió que sólo podía verterlo en alimentos líquidos, mas no en sólidos. Y fue así, que Natalia
planeó una cena para su esposo como símbolo de no quedar rencores entre ellos.
Exactamente a las ocho de la noche, Natalia tenía las comidas favoritas de Manuel listas en la
mesa; sopa de camarones, tallarines y destapó un exquisito vino tinto para ambos. Natalia
vertió parte del brebaje en la sopa y en la copa de vino para Manuel, pero tanta fue su
desesperación, que ignorando las recomendaciones de la hechicera optó por vaciar el frasco,
también en los alimentos sólidos del festín. Al cabo de media hora llegó Manuel, con ropa de
calle y una maleta, un tanto apurado por alejarse lo más rápido posible de ese lugar. Al entrar
al comedor, Manuel se percató que la mesa estaba servida y en una esquina lo esperaba
Natalia, quien amablemente le dijo:

- Hola Manuel, se que te sorprende todo esto, pero decidí preparar los platos que te
gustan.
- Natalia, no hagas esto, me haces sentir mal.
- No, no te confundas Manuel, no pienso retenerte con esto, solo quiero que
compartamos algo por ultima vez y quedemos como amigos, al menos como buenos
conocidos.
- Te lo agradezco, pero no te hubieras molestado. En realidad, estoy muy apurado.
- Anda Manuel, no seas así. Al fin y al cabo, es solo una cena ¿Qué daño te puede hacer?

Manuel asistió. Dejó caer el maletín que llevaba en la mano y tomó asiento en su sitio habitual,
mientras Natalia le servía la comida. Manuel disfrutaba de los platillos preparados por Natalia;
le preguntó a ella el porqué no comía a lo que Natalia contestó que ya había cenado, además
que la comida era sólo para él. Al cabo de unos minutos, Manuel comenzó a ahogarse, se
asfixiaba, se paró de la mesa y se golpeaba el pecho como tratando de sacarse algo
atragantado. Natalia lo miraba asustada e intentaba ayudarlo, pero los movimientos
desesperados de Manuel impedían que ella incluso lo tocara. Luchó por al menos dos minutos
cayendo al suelo boca abajo, Natalia se acercó para voltearlo y cuando logró ver su rostro, vio
como los ojos de Manuel iban perdiendo brillo, se opacaban, hasta que sus pupilas quedaron
completamente negras. Manuel se paró del suelo sin pronunciar ni una sola palabra, con la
mirada fija y perdido en otro mundo. Natalia pasaba sus manos frente al rostro de Manuel y él
ni siquiera parpadeaba.

Asustada, al día siguiente regresó a la casa de la curiosa para buscar una explicación de lo que
había sucedido. De pronto, Natalia comenzó a reclamarle a la Bruja por los efectos del brebaje,
a lo que ella acotó:

- Te dije que sólo echaras el contenido en alimentos líquidos, no en los sólidos. Además,
me pediste que te diera una formula para retenerlo; y ese brebaje lo consiguió: le
quitó su voluntad. Ahora no podrá irse nunca de tu lado y hará lo que tú le digas.
- Eso no era lo que quería, sólo deseaba que nuestro amor volviera a surgir como antes,
no quiero que esté así. Dame algo para revertir su estado.
- Imposible, la voluntad es el enlace del alma con el cuerpo, sin voluntad el cuerpo
pierde contacto con el alma.

Y bajo el sonido de la risa escalofriante de la adivinadora, Natalia salió despavorida del lugar
con lagrimas en los ojos. Al llegar a su casa, observó que Manuel se encontraba sentado en la
sala, justo donde ella lo había dejado la noche anterior. Profundamente agobiada y triste, le
pidió perdón a su esposo por lo que había hecho, Natalia era consciente que lo que hizo estuvo
mal. Manuel obedecía sin chistar cada cosa que Natalia le ordenaba, comía cuando le
ordenaba comer, se sentaba cuando se lo ordenaba sentarse, dormía cuando se lo decía y así
es hasta hoy.

Natalia se arrepiente todos y cada uno de sus días el haber accedido a cometer este acto
infame en contra del amor de su vida, en hechos desesperados suelen tomarse medidas
desesperadas, pero ¿a qué grado podemos llegar para salvar un amor? Tú que opinas…

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