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Los rociadores automáticos siguen siendo uno de los principales elementos dentro de un sistema contra
incendios. Además de proteger el contenido de un espacio determinado, influyen en el descenso de
temperaturas y gases, lo que puede ayudar a una mejor evacuación.
Los rociadores automáticos, elementos de protección activa contra incendios, han sido utilizados dentro de los sistemas
contra incendios por más de 100 años. Como lo explica Alejandro Ramírez, Ingeniero Consultor NFPA -quien
recientemente estuvo dictando un curso en mantención e inspección de sistemas de agua a través de Enginzone-, “son
elementos que han probado su efectividad en el combate contra un incendio, por lo que siguen estando presentes en
sistemas de seguridad contra incendios en países desarrollados”.
Estos elementos de descarga de agua tienen aparatos termosensibles que frente a la acción del fuego, se rompen
descargando agua directamente sobre el fuego que se ha iniciado; con el tiempo, el sistema se ha ido perfeccionando
pero siempre en base a la misma premisa. De acuerdo a Ramírez, los rociadores son altamente recomendables para
edificios de altura, donde es mayormente dificultoso llevar agua para apagar un foco de fuego. Según afirma el
especialista, “hoy en día no se construyen edificios de altura sin que existan sistemas de rociadores automáticos”.
“Estos dispositivos, conformados por una red de cañerías, forman una malla regular con un cubrimiento estándar de un
rociador por cada 3,20 metros. El agua presurizada choca en un deflector, que produce un patrón de descarga muy
específico con un tamaño de gota y cantidad determinada que permiten combatir un fuego con un muy bajo caudal, de
15 a 20 galones por minuto”, explica.
Normativas actuales
Según valora el experto, “esa normativa fue un esfuerzo muy importante, pero está
quedando atrás porque se basó en la norma NFPA de 1996 y no se ha actualizado
hasta el momento. Afortunadamente existe y obliga la instalación de rociadores en
Chile en centros comerciales cerrados y abiertos, edificios de más de un piso,
hospitales, entre otros lugares en que pudiera haber problemas de movilidad de las
personas”.
Sin embargo, recalca que siempre es recomendable complementar la norma nacional con lo que estipula la NFPA 3 en su
entrega actualizada, ya que es un compendio robusto en cuanto a diversos
criterios de seguridad ante incendios.
Temperatura y gases
Asimismo, “los rociadores automáticos caben en la categoría de dispositivo de salvaguarda de vida (‘life safety device’),
ya que el agua presurizada disminuye la temperatura de un incendio y, por consecuencia, controla su desarrollo; también
disminuye la cantidad de gases emanados, lo que permite mejorar el proceso de evacuación”, destaca.
Nuevos desarrollos
En opinión de Ramírez, el rociador automático ha tenido un desarrollo notable. “Estos equipos, en general, han sido
desarrollados para control de fuego, aminorando la velocidad de combustión, pero no apagaban el fuego; actualmente se
han desarrollado rociadores destinados a suprimir el fuego, que entregan tamaños de gota capaces de penetrar la pluma
de gases calientes para llegar hasta la base de la llama y apagarla”, señala.
El ingeniero consultor explica que la tendencia es que los rociadores sean cada vez más eficientes y requieran menos
presión de operación. Respecto a las coberturas, dice que los nuevos desarrollos las han ampliado a 6 o más metros
cuadrados. “Además, se pueden encontrar equipos con presiones de 15 a 20 psi (libras por pulgada), lo que es un gran
adelanto, ya que los rociadores se pueden alimentar con bombas de baja presión”, finaliza.
Clasificación de los elementos termofusibles de los rociadores, de acuerdo a los campos de temperatura en los que operan
Septiembre 2013
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