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El Terremoto de San Juan en 1944 y Sus Huerfanos
El Terremoto de San Juan en 1944 y Sus Huerfanos
El terremoto de
SAN JUAN en 1944
y sus huérfanos
EDITORIAL DUNKEN
Buenos Aires
2004
Acuña, Domingo Mauricio
El terremoto de San Juan en 1944 y sus huérfanos
1° ed. Buenos Aires, Dunken, 2004
120 p. 23x16 cm.
ISBN 987-02-0813-4
1. Historia Argentina I. Título
CDD 982
Todas las fotografías que ilustran esta obra fueron cedidas por el Archivo
General de La Nación, Departamento Documentos Fotográficos, Argentina.
ANTONIO DE LA TORRE,
“SAN JUAN”
Agradecimientos
En San Juan, ese sábado fue como tantos otros de la época. “Sába-
do inglés”, con actividad laboral hasta el mediodía.
Al atardecer, todos se disponían a disfrutar del tiempo libre. Algu-
nos a reunirse con amigos en las confiterías de la plaza 25 de Mayo
para tomar una copa. Otros a engalanarse para las fiestas de casamien-
to que en su mayoría se celebraban en sábado.
Veinte horas, cuarenta y seis minutos. Estábamos en verano y
recuerdo que el sol, en ese instante, se ocultaba tras las sierras de
Zonda.
Dos minutos más tarde de pronto sentí un bramido sordo y el piso
que saltaba y se sacudía haciéndome perder el equilibrio. Pude correr
unos metros pero me caí de rodillas. Me levanté y volví a caer. A mi
costado la tapia se movía como un junco sacudido por el viento y
amenazaba desplomarse sobre mí. Hubo una pausa y corrí hasta cruzar
la acequia pegándome a mi tía, la tía Cruz, que había estado hasta ese
momento marcando el dobladillo de mi guardapolvo nuevo para acor-
tarlo. Guardapolvo comprado más grande para soportar el crecimiento
seguro que tendría durante el año escolar.
Vino un segundo movimiento y el agua de la acequia, por la
trepidación, me salpicó el guardapolvo inmaculado, sin estrenar.
No sé en qué momento fueron apareciendo los demás integrantes
de la familia. Mi madre, mi abuelo, mi padre, mis tíos, todos llegaron
saltando los escombros de las calles para ver si estábamos bien.
Mi abuela había fallecido cinco meses antes y mi madre quiso que
nos mudáramos de nuestra casa, casi céntrica, a la de mi abuelo, en
Trinidad, para acompañarlo. Eso nos salvó la vida porque nuestra casa
16 DOMINGO MAURICIO ACUÑA
Así comenzó una larga y oscura noche; noche en que nos cambió
la vida a quienes la vivimos.
Se conoce la noticia
Titulares de primera plana en La Prensa del 16 de enero:
Día nº 1.596 de la guerra
Un terremoto destruyó gran parte de la ciudad de San Juan y de
las poblaciones cercanas. La dificultad de las comunicaciones entor-
pece el conocimiento detallado de la catástrofe y la prestación de
auxilios.
Las noticias de la guerra seguían ocupando un primer lugar. Se
sabía que los soviéticos amenazaban seriamente la línea férrea entre
Lenberg y Odesa, y que otro devastador bombardeo por la aviación
aliada soportó la ciudad germana de Brunswick. La operación fue
cumplida por la Real Fuerza Aérea y se arrojaron en la ocasión 2.200
toneladas de bombas.
Londres: Eden será interpelado en la Cámara de los Comunes
sobre la política británica con Franco. Dos legisladores se referirán
a la ayuda española a Alemania.
El diario Los Andes de Mendoza, en su primera edición del 16 de
enero, brindaba el primer testimonio de un sobreviviente. El Sr. Moi-
sés Rudman, residente en Mendoza y que pasaba unos días en San
Juan, cuenta lo siguiente: Fue sólo un instante. Nada más que un
instante. No hubo movimiento precursor, no hubo crecimiento paulati-
no. Sólo un gran remezón, como si algo hubiera arrancado de cuajo.
Alcancé a dar unos pasos hacia el patio y ya todo había pasado. Pero
San Juan, ahora, está en ruinas. Creo que sólo la casualidad me
salvó, una parte de la pared de la casa en que estaba se desplomó
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 21
*
El texto completo de este mensaje puede consultarse en el anexo, al igual que otro
mensaje difundido por el mismo medio a las 20.30 del mismo día.
28 DOMINGO MAURICIO ACUÑA
La colecta nacional
Apenas conocida la noticia del desastre, el entonces Coronel Juan
Domingo Perón, a cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión So-
cial, lanzó un llamamiento a toda La Nación pidiendo colaboración en
la ayuda a las víctimas del terremoto, a través de Radio Nacional a las
13 horas del 16 de enero. Organizó un gran festival en el Luna Park
para el día 22 de enero a fin de dar por iniciada oficialmente la campa-
ña de recaudación de fondos. Ese festival estuvo programado para
comenzar a las 16 y terminar a las 2, con intervención de los más
calificados representantes de la escena y del cine nacional así como
con figuras de la actividad radial. Las entradas tuvieron un costo de un
peso la popular, dos la especial, tres la platea y la platea preferida,
cinco pesos. Lo recaudado sería incorporado a la colecta nacional.
Entre los asistentes se rifó un caballo criollo de silla y un petiso,
donados con ese fin (La Prensa 22/01/1944).
La calle Florida desde Avda. de Mayo a Charcas fue recorrida por
numerosos artistas encabezados por el Coronel Juan D. Perón y acom-
pañados por cadetes del Colegio Militar, los que portaban urnas donde
los transeúntes depositaban su colaboración. Horas más tarde hacían
un recorrido similar en el Hipódromo de San Isidro.
Para el día 29 de enero se habían recolectado ya $ 14.361.920 y
continuaba.
El 4/02/1944 eran $ 18.365.396,80
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 31
Juan. Nunca pudo obtener datos de su familia de sangre pero supo que
su padre, en 1947 con gran esfuerzo de su parte, viajó a Mendoza,
pues se había enterado por las enfermeras del Hospital Central que
aquel niño rubio de ojos celestes y una mancha en forma de frutilla en
la cabeza había sido dado en adopción a la familia Barros. Una vez
ubicado el domicilio de ellos, su padre aceptó que continuara con
Barros y su esposa quienes se comprometieron a darle educación y
mantenerlo informado de su hijo. Por un tiempo hubo intercambio de
cartas, pero cuando Lafuente volvió en 1949 para recuperar a su hijo,
la familia Barros se había mudado y perdió todo rastro de ellos.
Pese a su juventud, Samuel se independizó, trabajó, formó una
familia pero nunca abandonó la intención de ubicar a su padre; en
febrero de 1985 se contactó con periodistas de Radio Colón en San
Juan que lo entrevistaron y transmitieron al aire su deseo de ubicar a la
familia. Contó que era rubio, de ojos celestes y con una marca en la
cabeza con forma de frutilla. Una señora, Paquita Marfil, dueña de un
almacén llamó por teléfono a la radio diciendo que según recordaba
había tenido un cliente Froilan Lafuente, que siempre lamentaba no
haber podido ubicar a su hijo de esas características. Así pudieron
conocer el domicilio de Lafuente anunciando por radio que en un
vehículo de la emisora se trasladaban al lugar.
Mientras tanto, su padre Froilan Lafuente al enterarse de que su
hijo lo buscaba, se disponía a ir a la radio cuando su actual esposa le
advirtió que de la radio iban a su casa.
Grande fue la sorpresa de Samuel y los periodistas cuando al llegar
se encontraron con alrededor de quinientas personas reunidas que se-
guían el episodio por radio. Y finalmente se reencontró con su padre.
Fue entonces cuando supo de la muerte de su madre en el Hospital
Rawson, que había tenido dos hermanas, una también fallecida en el
terremoto y la otra unos meses después.
Su padre no sólo le contó lo que hizo para ubicarlo, sino que le
mostró las cartas y fotos que Barros le había remitido. Invalorables
documentos que pude ver.
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 45
Muchos recordarán que entonces se decía que era para llevar la cuenta
de los años que tardaría en reconstruirse la ciudad. Actualmente, se lo
ve en el costado norte de la nueva Catedral llevando la cuenta de
alguna otra cuestión demorada.
Es necesario recordar también el reloj que adornaba una de las
torres de la Catedral. Fue colocado en 1851 y al parecer era de fabrica-
ción alemana.
En la fotografía nº 21 puede verse el reloj detenido precisamente a
la hora del terremoto.
Después de la demolición de la Catedral, el reloj fue localizado en
un comercio de compraventa de cosas usadas. Luego apareció en el
Hogar de Ancianos Balmaceda para después perderse su rastro (Mo,
Fernando. “Cosas de San Juan”, Editores del Oeste, 1984, tomo III;
pág. 149).
Durante la remoción de escombros de la Catedral, el 24 de febrero
se rescataron los restos del primer Obispo de San Juan, Fray Justo José
de Santa María de Oro, que estaban en el panteón de los obispos.
LAS AUTORIDADES
Por último, hay que hacer notar que en el acto de asunción del
nuevo Interventor Federal, Coronel Sosa Molina, el día 31 de enero,
estuvo presente el Dr. David Uriburu. Además, se anunció la partida
de Uriburu y sus colaboradores inmediatos hacia Buenos Aires en el
tren del día lunes 31 a las 17.30 hs (Los Andes 29/01/1944).
Estas noticias desvirtuarían aquella versión de la huida apresura-
da del Interventor Uriburu y su comitiva, pues parece constante la
presencia de ellos en la ciudad disponiendo medidas para solucionar
problemas.
Según los fundamentos del Decreto nº 1.853 del 27 de enero, por
el que el Gobierno Central acepta la renuncia de Uriburu, la labor
cumplida por este funcionario habría sido muy eficaz.
Otro tanto habría ocurrido al menos con su colaborador el Ingenie-
ro Gaddi, cuya renuncia no fue aceptada por el Coronel Sosa Molina
porque desde los primeros momentos luego de ocurrida la catástrofe
afrontó los gravísimos problemas que se plantearon, esbozando planes
y proyectos que en su mayoría se llevaron a la práctica con resultados
positivos (Los Andes 29/01/1944).
SE REANUDA LA ACTIVIDAD
para poder cumplir esa tarea y la gran cantidad de víctimas hizo que
poco después se ordenara la inmediata cremación en el lugar en que se
los encontrara.
Pudo haberse considerado esa medida como extrema, pero sin
embargo, seguramente contribuyó a que la salud de la población, por
la que tanto se temía, no resultara afectada. Esta medida fue mantenida
hasta el 19 de febrero y se la dejó sin efecto por el excelente estado de
salud en que se encontraba la población.
Hubo una circunstancia que ayudó mucho: el agua corriente siem-
pre fue potable y no se convirtió en vehículo de transmisión de enfer-
medades.
Se instalaron en muchos puntos de la ciudad puestos sanitarios
donde se vacunaba a todo el mundo sin excepción, entregando una
constancia de ello que para desplazarse de un lugar a otro era necesa-
rio tener consigo. En el cuadernillo de fotografías pueden apreciarse
los puestos sanitarios que se mencionan, fotos nº 23 y 24.
El comando de la zona militar hizo saber que las personas que no
hubieran cumplido con las disposiciones referentes a la vacunación no
recibirían alimentos hasta que no hubieran satisfecho ese registro, por
razones elementales de previsión contra posibles epidemias, impo-
niendo a todos los ciudadanos la obligación ineludible de protegerse y
proteger a los demás vacunados (La Nación 31/01/1944).
Para entrar o salir de la zona militar era necesario exhibir el certi-
ficado de vacunación antitífica y antivariólica (Los Andes 25/01/1944).
Se establecieron 36 puestos sanitarios en los que se aplicaban vacunas
gratuitamente y para el 20 de enero se habían inoculado 37.000 dosis
(La Nación 21/01/1944).
Para el 31/01/1944 se habían aplicado 120.833 vacunas antitíficas,
8.455 antivariólicas y 23.501 antidiftéricas. (Los Andes 31/01/1944).
También como medida de prevención se había ordenado el éxodo
de la población, medida que se cumplió utilizando trenes que traslada-
ron a miles de sanjuaninos a Mendoza, Buenos Aires y a otros lugares
(Los Andes 18/01/1944).
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 63
Desde el Tontal
Jorge Marcelo Moya es hoy un joven maestro jubilado de 84 años.
En enero de 1944 era maestro en la escuela “Saturnino S. Araoz”
ubicada en Barreal, Departamento de Calingasta. Debido al crudo in-
vierno de ese lugar, las vacaciones escolares eran de un mes y medio
en diciembre y primera quincena de enero y luego mes y medio en
invierno. El 15 de enero de 1944 Moya estaba listo junto con otros
maestros para iniciar las clases el lunes 17 y aunque la mayoría vivía
en la Capital, se habían presentado días antes para recibir la inscrip-
ción de los alumnos. A las 20.49 horas sintieron un temblor fuerte sin
que se produjeran daños. Poco después de medianoche fueron avisa-
dos por un maestro de otra escuela sobre la gravedad del movimiento
sísmico en San Juan y que todos los vehículos disponibles en Barreal
viajaban a esa ciudad. Con otro compañero y amigo, Hermógenes
Lucero, con la ropa que tenían en ese momento, salieron en busca de
transporte hacia San Juan, encontrando que en el ómnibus no tenían
cabida pues ya estaba completo. En esa época se estaban construyendo
en Barreal los cuarteles para el ejército, hoy ocupado por Gendarmería.
Se enteraron de que el Ingeniero a cargo de la obra dispuso el envío de
dos camiones, obreros y herramientas, ellos solicitaron que los lleva-
ran y partieron en los camiones a las 2 de la madrugada. Fueron
acomodados en la caja de uno de los camiones. Poco antes de Calingasta
los obreros hicieron parar el camión para comprar comida en un alma-
cén. En esa parada Moya fue reconocido por el conductor del camión,
70 DOMINGO MAURICIO ACUÑA
entrada del río Uruguay, la situación se repitió una vez más, fueron
informados de que Vialidad enviaba cada quince días mercadería para
dos semanas y precisamente el 16 tendría que haber llegado. Hasta ese
momento sólo habían tomado agua. Durmieron esa noche en el puesto
y siguieron con la caminata hasta llegar a la entrada de Zonda a las 14
del martes 18.
En ese lugar un jovencito cosechaba tomates y le pidieron uno que
generosamente les entregó junto con una rodaja de pan que trajo desde
su casa en la cercanía. Fue la primera comida a casi sesenta horas de la
última comida el 15. Más adelante, en una almacén, después de rogar,
le entregaron a Moya un par de alpargatas para suplir las casi
inexistentes pantuflas. Inexistentes y desparejas pues le había agrega-
do a la suela un pedazo de goma de 1 cm a una y a la otra un pedazo
de suela más fina. Por supuesto que sus pies estaban llenos de ampo-
llas, algunas de las cuales sangraban. En ese lugar se enteraron de que
unos vecinos estaban mudando la casa de la ciudad a Zonda, transpor-
tando los muebles en un ómnibus al que le habían sacado los asientos.
Ubicaron la casa y con gran sorpresa Jorge Moya descubrió que era la
familia Recabarren Gallardo, vecinos de su casa en la ciudad, pero no
pudieron darle noticias de su familia. En ese ómnibus llegaron hasta el
Parque de Mayo ya en la ciudad, donde se guarecía muchísima gente
cubriéndose con lo que podía, pues el ejército había entregado algunas
carpas pero que no alcanzaban para todos.
Por fin llegó Moya a su casa, prácticamente intacta salvo por la
cornisa del frente caída y el zaguán, que era el paso entre dos patios,
derrumbado y que aplastó a su madre provocándole la muerte. Ella
había sido sepultada en el cementerio de Pocito después de haber sido
trasladada oculta ya que donde encontraban un cadáver lo incineraban
de inmediato.
Se reencontró con el resto de la familia; se curó las heridas de los
pies en la finca del hermano en Carpintería, pero en la segunda quin-
cena de febrero ya estaba de regreso en Barreal, listo para continuar
como maestro en la escuela de siempre, como siempre. Debe destacar-
se que los maestros Marcelo Moya y Hermógenes Lucero dictaron
además clases nocturnas para adultos en forma honoraria.
72 DOMINGO MAURICIO ACUÑA
El avestruz salvador
Mientras unos obreros trabajaban en la remoción de escombros
frente a la Castellana, se escucharon golpes apagados semejantes a un
continuo repiquetear. Se movilizaron en esa dirección y poco después
rescataron con vida un niño de unos ocho años. Cuando lo atendían se
escuchó nuevamente el repiquetear, por lo que regresaron al mismo
lugar retirando más escombros hasta que encontraron un pichón de
avestruz que picoteaba la jaula en que estaba encerrado, ignorante éste
de que era el autor del milagro que permitió salvarle la vida al niño
rescatado (Los Andes 22/01/1944).
Electricista olvidado
Al ocurrir el terremoto, un adolescente de 14 años jugaba en el
patio de su casa. Cuando sintió el sismo corrió a la calle donde se
enredó en un cable caído en la vereda. Esto ocurría frente a la usina y
un electricista que prestaba servicios allí, al ver la situación compro-
metida del joven vecino, sin dudar, cortó con sus herramientas el cable
que lo retenía. Pero en ese instante recibió una descarga eléctrica
fulminante que le robó la vida. El destino dispuso que esta historia no
fuera olvidada y pudiera ser contada por el mismo jovencito rescatado
(La Nación 20/01/1944).
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 73
Madres sustitutas
Ante la situación en que se encontraban muchos bebés que perdie-
ron a sus madres, se solicitó entre las familias desamparadas ayuda
para amamantarlos. Resultaba doloroso ver desfallecer a los niños
sanos por falta de alimento insustituible en esas condiciones. Una de
esas madres, cuyo hijo estaba robusto, comenzó a darle leche conden-
sada para así poder amamantar a cuatro bebés, y aunque era escaso lo
que cada uno recibía, era suficiente para que no se desnutrieran (Los
Andes 24/01/1944). Esto no es un milagro, pero se le parece.
Nº 7. Refugio en la plaza
Nº 8. El cementerio
La falla de La Laja
Como explicaba antes, los terremotos aunque sucedan a diversas
profundidades, se hacen ver en la superficie en el epicentro. La Nación
del día 23 de enero publicó una fotografía de una grieta aparecida en
el camino de San Juan a Caucete cerca del puente 9 de Julio.
En el caso del terremoto de 1944, el epicentro se localizó en la falla
de La Laja, 23 km al norte de la ciudad, en el departamento de Albardón.
En ese lugar se encontraron escalones en el suelo que llegaban a medir
60 centímetros, por una extensión de 8 km. Sin embargo, comentarios
de vecinos de los que dan cuenta informaciones periodísticas, que no
fueron corroboradas, hablan de escalones de hasta 1 m de altura.
Este corrimiento vertical permite calcular la intensidad del terre-
moto en estudio y pareciera que esas medidas no se corresponden con
un terremoto de 7.4 de la escala Mercalli, pero investigaciones poste-
riores1 hacen pensar que el terremoto se repartió probablemente en
1
Perucca, Laura P. y Paredes, Juan de Dios. “Fallamiento cuaternario en la zona de La
Laja y su relación con el terremoto de 1944, Departamento Albardón, San Juan, Argentina.”
(En: Revista Mexicana de Ciencias Geológicas, 2003, v. 20, nº 1, pp. 20-26).
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 85
2
Fuente: “Manual de prevención sísmica”, INPRES.
LA RECONSTRUCCIÓN
Agradecimientos ................................................................................... 9
Introducción .........................................................................................11
15 de enero de 1944 ............................................................................ 13
San Juan, 15 de enero de 1944, 23.49’ 27” GMT .............................. 15
Domingo 16 de enero de 1944 ............................................................ 19
La solidaridad ...................................................................................... 27
El éxodo............................................................................................... 33
Los chicos del terremoto ..................................................................... 37
Las torres de la Catedral...................................................................... 51
Las autoridades .................................................................................... 53
Se reanuda la actividad ....................................................................... 57
La salud de la población ..................................................................... 61
El síndrome postraumático ................................................................. 65
Los presos de la cárcel ........................................................................ 67
Héroes anónimos y milagros............................................................... 69
Consecuencias jurídicas ...................................................................... 75
Qué es un terremoto ............................................................................ 81
Otros terremotos en San Juan ............................................................. 87
Cómo actuar ante un terremoto ........................................................... 91
La reconstrucción ................................................................................ 95
La foto familiar.................................................................................... 99
Organismos consultados para esta investigación ............................. 101
Bibliografía consultada ..................................................................... 103
Entrevistas ......................................................................................... 105
Anexo ................................................................................................ 107
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Septiembre de 2004
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