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El terremoto de

SAN JUAN en 1944


y sus huérfanos
DOMINGO MAURICIO ACUÑA

El terremoto de
SAN JUAN en 1944
y sus huérfanos

EDITORIAL DUNKEN
Buenos Aires
2004
Acuña, Domingo Mauricio
El terremoto de San Juan en 1944 y sus huérfanos
1° ed. Buenos Aires, Dunken, 2004
120 p. 23x16 cm.
ISBN 987-02-0813-4
1. Historia Argentina I. Título
CDD 982

Todas las fotografías que ilustran esta obra fueron cedidas por el Archivo
General de La Nación, Departamento Documentos Fotográficos, Argentina.

Foto de tapa: Archivo General de la Nación.


Edición de la foto: Mario Ruggero
E-mail del autor: huarpeacuna@gmail.com

Impreso por Editorial Dunken


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Hecho el depósito que prevé la ley 11. 723


Impreso en la Argentina
© 2004 Domingo Mauricio Acuña
ISBN 987-02-0813-4
¡La pucha con tu recuerdo
que había sido seguidor,
lo eché mil veces al viento
y lo hallo en mi corazón!

ANTONIO DE LA TORRE,
“SAN JUAN”
Agradecimientos

A mi esposa, María Felicia Burlando que con su apoyo, sugestio-


nes y entusiasmo hizo posible este libro.
A Diego Castillo, periodista de Diario de Cuyo que hizo conocer
mi tarea en una nota, lo que inició el primer contacto con quienes
dieron testimonio de aquellos momentos.
A todos aquellos que generosamente me recibieron en sus casas
contándome sus historias, abriendo viejas heridas con sus testimonios
que forman parte del libro.
A todos aquellos responsables de organismos que pusieron todo
su empeño para encontrar respuestas a mis preguntas.

DOMINGO MAURICIO ACUÑA


INTRODUCCIÓN

Voy a presentarme y a presentar este libro. Nací en San Juan en


octubre de 1938 y viví en esa ciudad hasta los nueve años. Por eso, el
fatídico 15 de enero de 1944, fecha del terrible terremoto de San Juan,
me encontró en esa ciudad, en el barrio de Trinidad. Tenía entonces
cinco años y dos meses.
Siempre se habló en la familia de que una tía viuda que vivía en
Buenos Aires se enteró del terremoto por radio y, sin poder tener noti-
cias nuestras porque las comunicaciones estaban cortadas, vio en el
diario una foto de mi abuelo y otra tía –ambos de riguroso luto– senta-
dos en un banco de la plazoleta de un boulevard. Bajo la foto la leyenda
decía que Don Domingo Ángel Villegas y su hija lamentaban la pérdida
de su familia. Grande debe haber sido la desesperación de mi tía quien,
además de perder a casi toda su familia, debía hacerse cargo de mi
hermana, entonces de nueve años, que pasaba un tiempo con ella.
La foto habría sido obtenida cuando mi abuelo y mi tía fueron al
cementerio para ver si el féretro de mi abuela había sufrido daños,
igual que los de otros parientes ya enterrados en el mausoleo familiar.
Mi abuela había fallecido cinco meses antes, lo que justificaba el
riguroso luto.
Pocos días después, mi padre contactó un radio operador que en-
vió un mensaje a un colega en Buenos Aires, quien avisó a mi tía que
toda la familia había resultado ilesa.
Con ese recuerdo, hace poco fui a la hemeroteca de la Biblioteca
Nacional al encuentro de esa foto. No sabía que además me habría de
sumergir en una terrible tragedia. Allí, en esas amarillentas páginas de
diarios, me encontré con terribles detalles y cifras impactantes, pero
también con una enorme solidaridad de todas partes del país así como
del exterior, en especial de países vecinos. Y además, una catarata de
recuerdos.
12 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

También encontré que el entonces Secretario de Trabajo y Previ-


sión Social, el Coronel Juan Domingo Perón, organizó la ayuda a los
damnificados del terremoto. Vi las noticias que daban cuenta de los
artistas que recorrían las calles con alcancías solicitando colaboración
al público. Vi sus nombres, una de ellas era Eva Duarte. En ese mismo
diario se publicó que el Coronel Perón organizaba un acto solidario en
el Luna Park. En esa ocasión se encontraron uno junto al otro y co-
menzó otro capítulo para nuestro país.
Al ir pasando una página tras otra de los diarios de 1944, reviví
todo aquel episodio con una intensidad tan grande que es difícil expli-
car. Siempre tuve muy fresco el recuerdo de esos días, venía a mí
como imágenes recientes y, en muchas ocasiones, al comentar que soy
sanjuanino relataba esas experiencias. Esta vez fue distinto. Me con-
moví profundamente, tanto que al regresar a la cotidianidad de mi casa
tuve que imponer silencio a mi mente. Estaba llorando.
En una experiencia como esa no importa el tiempo que haya pasa-
do. Estaba ahí nomás, bajo una tenue capa de polvo que fue arrastrada
por el aire movido al pasar las hojas del diario.
Me pregunté entonces qué vivieron y sintieron las otras personas
que sufrieron el terremoto. Me dije que todos debíamos saber qué le
pasó a los otros.
La mejor forma era reunir todas esas noticias, imágenes y expe-
riencias en un libro. Así nació esta obra que tienes en tus manos. Para
que recuerdes, para que no olvide la gente lo que fue aquel terremoto y
cómo cambió el rumbo de nuestras vidas, cómo nos marcó para siem-
pre. Porque hubo un antes y un después del terremoto. Este libro
también es para quien no vivió el temblor, para que puedan conocer
una situación así, vinculada con los otros hechos ocurridos en el país y
en el resto del mundo. Descubrirán que en esos días la Segunda Gue-
rra Mundial se encaminaba al final.
Se preguntarán si encontré la foto de mi abuelo y mi tía. Se los
cuento al final.
Buenos Aires, julio de 2004.
15 DE ENERO DE 1944

El 15 de enero de 1944, día sábado, encontró al mundo sumido en


plena conmoción por la Segunda Guerra Mundial. Transcurría el día nº
1.595 desde su inicio.
Se combatía con intensidad en todos los frentes. En el este, las
ciudades de Mozyr y Kalinkovich habían sido ocupadas por las tropas
soviéticas.
Cuatro aeródromos alemanes en Roma fueron destruidos por avio-
nes aliados.
En el norte de Francia, aviones británicos y norteamericanos bom-
bardearon intensamente posiciones alemanas.
Esos eran los titulares de primera plana del diario La Prensa. En
las páginas interiores, muchas noticias vinculadas con la guerra, tema
que ocupaba esos días la mayor parte de los diarios.
Se informaba, por ejemplo, que en Alemania, para protegerse de
los bombardeos aliados, se utilizaban globos minas.
Esta noticia me hizo recordar la ilustración de una revista de di-
vulgación científica en la que se mostraban los globos con sus largos
cables de los que pendía una especie de granada. Cuando el avión
tocaba el cable, éste resbalaba por el borde del ala hasta llegar al
extremo con la granada que explotaba derribándolo. De esa manera
protegían algunos puntos estratégicos, pues los aviones aliados tenían
que cambiar el rumbo para evitar esos obstáculos.
Ya entonces se advertía que los alemanes se encontraban en una
situación crítica, acosados por todos lados. Los corresponsales de esa
nación destacaban la alta moral que animaba al ejército soviético.
14 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Era pleno invierno, el clima también jugaba en su contra. En los


pantanos de Pripet, los pesados vehículos blindados alemanes, se
inmovilizaban cuando circulaban por senderos trampas, en tanto los so-
viéticos eran guiados por lo lugareños, conocedores de esa región, por lo
que transitaban sin inconvenientes y podían alejarse rápidamente luego
de un ataque sorpresivo.
Noticias provenientes de Rusia daban cuenta de que acusaban al
General Franco de ser aliado de la Alemania de Hitler, información
que seguiría circulando durante días.
En nuestro país, la noticia más notable se refería al traslado con
gran pompa de los restos del Perito Francisco P. Moreno desde Bue-
nos Aires hacia el lago Nahuel Huapí, zona tan recorrida y favorecida
por el notable explorador.
En los informes meteorológicos se comunicaba que durante el día
anterior, 14 de enero, continuó lloviendo con variada intensidad en
una extensa zona del país. El temporal había comenzado el miércoles
en Buenos Aires y en diversas zonas del interior, prosiguió con carac-
terísticas más moderadas pero extendiéndose a una vasta región com-
prendida entre el norte y oeste de la provincia de Buenos Aires, centro
y sur de la región litoral fluvial, la zona central, La Pampa, el extremo
norte de la Patagonia y otros puntos aislados de la República.
La oficina de Pronósticos de la Dirección de Meteorología,
Geofísica e Hidrología anunciaba para San Juan, Mendoza y San Luis:
nublado; leve ascenso de la temperatura.
Aparecía publicitada una obra teatral como el éxito cómico más
ruidoso del año 1944. “Mi suegra se puso los pantalones”, por la
Compañía Leonor Rinaldi en el Teatro Boedo.
En el mercado de cambios la cotización de 100 dólares en el
Banco Central estaba a $ 335,02, en tanto que en el mercado libre
costaban $ 398,50.
Lo curioso es que en esa época La Prensa publicaba los avisos y
titulares en la primera página y las noticias en el interior.
Entre los avisos clasificados figuraba una oferta para alquilar un
departamento cerca del Botánico en la calle Ugarteche, con comedor,
dormitorio, patio, calefón, próximo al subterráneo a $ 100.
SAN JUAN, 15 DE ENERO DE 1944, 23.49’ 27” GMT
(GREENWICH MEAN TIME), (20. 49’ 27” HORA LOCAL)

En San Juan, ese sábado fue como tantos otros de la época. “Sába-
do inglés”, con actividad laboral hasta el mediodía.
Al atardecer, todos se disponían a disfrutar del tiempo libre. Algu-
nos a reunirse con amigos en las confiterías de la plaza 25 de Mayo
para tomar una copa. Otros a engalanarse para las fiestas de casamien-
to que en su mayoría se celebraban en sábado.
Veinte horas, cuarenta y seis minutos. Estábamos en verano y
recuerdo que el sol, en ese instante, se ocultaba tras las sierras de
Zonda.
Dos minutos más tarde de pronto sentí un bramido sordo y el piso
que saltaba y se sacudía haciéndome perder el equilibrio. Pude correr
unos metros pero me caí de rodillas. Me levanté y volví a caer. A mi
costado la tapia se movía como un junco sacudido por el viento y
amenazaba desplomarse sobre mí. Hubo una pausa y corrí hasta cruzar
la acequia pegándome a mi tía, la tía Cruz, que había estado hasta ese
momento marcando el dobladillo de mi guardapolvo nuevo para acor-
tarlo. Guardapolvo comprado más grande para soportar el crecimiento
seguro que tendría durante el año escolar.
Vino un segundo movimiento y el agua de la acequia, por la
trepidación, me salpicó el guardapolvo inmaculado, sin estrenar.
No sé en qué momento fueron apareciendo los demás integrantes
de la familia. Mi madre, mi abuelo, mi padre, mis tíos, todos llegaron
saltando los escombros de las calles para ver si estábamos bien.
Mi abuela había fallecido cinco meses antes y mi madre quiso que
nos mudáramos de nuestra casa, casi céntrica, a la de mi abuelo, en
Trinidad, para acompañarlo. Eso nos salvó la vida porque nuestra casa
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se destruyó totalmente, mientras que la de mi abuelo sólo tuvo fractu-


ras y desprendimientos en algún revoque y un cielorraso.
Todos resultamos ilesos, perdimos nuestra casa pero vivíamos en
la de mi abuelo.
En el fondo de la casa había un amplio parral que fue nuestra
morada durante un tiempo, extendimos sobre las líneas una lona im-
permeable utilizada para la cosecha de la uva.
Había también dos palmeras muy altas y, cuando días después del
terremoto se hacían fumigaciones desde aviones, éstos volaban tan
bajo que cuando llegaban a las palmeras debían aumentar la altura de
su vuelo y luego de pasarlas, volvían a bajar.
No recuerdo que a nuestros vecinos les ocurriera algo, pero en
otras zonas de la ciudad los daños fueron enormes, enormes como las
pérdidas en vidas.
Casi delante de nuestra casa y en la habitación del frente dormía
un vecino que trabajaba de noche. Lo recuerdo porque mi padre era
relojero y cada tanto arreglaba el enorme despertador que este hombre
tenía, pues no cualquiera lo despertaba. Ese día no lo despertó el caer
al piso; más tarde cuando abrió los ojos se sorprendió al ver pasar
junto a él gente con faroles. Había caído la pared exterior hacia la calle
y no lo aplastó, pero tampoco lo despertó.

Cuando entrevisté para este libro al General (R) Luis Gómez


Centurión, hermano de quien fuera gobernador de la provincia, me dio
una versión de primera línea, porque al producirse el terremoto conta-
ba con 22 años y era cadete del Colegio Militar, cursaba entonces el
último año. Se encontraba de vacaciones en San Juan con su familia y
el sábado 15 de enero al atardecer fue hasta el correo en el centro y se
encontraba en Tucumán y Rivadavia, a tres cuadras de la Catedral, la
que por no existir arboleda alguna podía verse desde esa distancia,
cuando de pronto, junto con un fuerte bramido la tierra empezó a
moverse de una manera tal que le exigía esfuerzo mantenerse de pie,
pero alcanzó a llegar al centro de la calle. Desde allí vio la polvareda
que se levantaba por la caída del lateral de la Catedral, así como de
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 17

otros edificios cercanos. En medio del estruendo de la ciudad que se


venía abajo, pudo ver la caída de cornisas sobre los automóviles esta-
cionados. Se hizo de noche en forma súbita ya que la tierra desprendi-
da de las paredes de adobe y techos de barro fue inconmensurable.
Regresó a su casa en la que no hubo daños dado que había sido
construida recientemente y de manera antisísmica.
Pronto comenzó a circular la versión de que Mendoza también
había sido destruida por el mismo terremoto, pero al escuchar por la
radio la transmisión de un partido de fútbol Gómez Centurión dedujo
correctamente que allí no había pasado nada.

La vivienda del Teniente Coronel Berretta, jefe del regimiento San


Juan y quien se hiciera cargo de la intervención federal hasta que
asumió el Dr. Uriburu, estaba junto a la de su familia. En razón de ser
cadete del Colegio Militar se presentó ante él para ponerse a disposi-
ción, pues estaba en conocimiento de que no había personal militar en
la ciudad ya que la mayoría estaba realizando maniobras en la monta-
ña, a tres jornadas de San Juan.
Vestía el uniforme de cadete del Colegio Militar y pudo advertir
que el uniforme era un símbolo de autoridad, en especial frente al
desconcierto en que se encontraban los ciudadanos. Encontró un ca-
mión cargado con palas cuyos ocupantes no sabían qué hacer; de
inmediato les dijo que era necesario despejar el camino a Concepción
donde, se sabía, habían ocurrido muchos daños. Hacia Concepción se
dirigieron, deteniéndose cuando encontraban escombros cerrando la
calle, los que eran amontonados en la vereda para dejar libre el paso.
Se les sumó en el camino un médico que atendía a los heridos que
rescataban de entre los escombros que removían. A los heridos los
hizo transportar al Hospital Rawson en el mismo camión; cuando se
trataba de menores confeccionaba una hoja con todos los datos que
podía obtener y entregaba a los padres una constancia para que más
adelante pudieran ubicar a sus hijos en el hospital.
Comentó que en los cines había tres funciones, matiné, vermut y
noche, terminando esta última a las 20.30 por lo que en el momento
18 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

del terremoto ya habían terminado todas las funciones, pero en las


confiterías de la plaza 25 de Mayo como La Alhambra, La Giralda o
La Cosechera había muchos parroquianos; fueron muchos los que mu-
rieron en la confitería del Águila, que a la calle tenía un frente estre-
cho pero más atrás se ensanchaba en un amplísimo local, convirtién-
dose entonces en una trampa mortal.

El Comando de la Agrupación de Montaña Cuyo que constituía la


autoridad militar se instaló en la Escuela Normal Sarmiento, edificio
que no resultó dañado. En la plaza Laprida, junto a la escuela, se
montó un puesto sanitario y en toda la extensión de la plaza se ubica-
ron los pobladores que habían perdido sus casas o habían resultado
dañadas. Y si no estaban destruidas o semidestruidas, igual nadie dur-
mió esa noche bajo techo. El mismo cadete Gómez Centurión tuvo
que dormir en los canteros de la plaza.

Así comenzó una larga y oscura noche; noche en que nos cambió
la vida a quienes la vivimos.

Muchos quisimos olvidar aquellos días, enterrar el recuerdo como


enterramos los muertos. Pero es imposible. Siempre, aunque los eche-
mos mil veces al viento, como en la poesía de Antonio de la Torre,
nos seguirán.
DOMINGO 16 DE ENERO DE 1944

El Observatorio de La Plata informó mediante un comunicado que


se había registrado un violento terremoto cuya inscripción comenzó a
las 20. 51’ 48” horas, interrumpiéndose el registro a las 20. 54’ 30”
porque saltaron las agujas del mecanismo inscriptor. Se ubicó el epi-
centro en el este de San Juan.
El informe del Observatorio Central de Buenos Aires en Villa Ortúzar
es semejante. Aclara que se trató de un sismo de gran intensidad que
provocó el salto de las agujas del sismógrafo. Comenzó su registro a las
20. 51’ 30” 8/10 horas y se interrumpió a las 20. 54’ 20”, ubicando el
epicentro al sudeste de San Juan y señaló que aproximadamente debió
ocurrir a las 20. 49’ 35” (del diario Los Andes de Mendoza 16/01/1944).
20 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Es sorprendente que la onda sísmica haya recorrido tanta distancia


en alrededor de dos minutos y las insignificantes diferencias entre un
observatorio y otro puede explicarse por los distintos terrenos que
aquella onda recorrió.
No debemos olvidar que durante muchos días siguieron los movi-
mientos sísmicos con diferentes frecuencias e intensidades. El 17 de
enero hubo 10 réplicas.

Se conoce la noticia
Titulares de primera plana en La Prensa del 16 de enero:
Día nº 1.596 de la guerra
Un terremoto destruyó gran parte de la ciudad de San Juan y de
las poblaciones cercanas. La dificultad de las comunicaciones entor-
pece el conocimiento detallado de la catástrofe y la prestación de
auxilios.
Las noticias de la guerra seguían ocupando un primer lugar. Se
sabía que los soviéticos amenazaban seriamente la línea férrea entre
Lenberg y Odesa, y que otro devastador bombardeo por la aviación
aliada soportó la ciudad germana de Brunswick. La operación fue
cumplida por la Real Fuerza Aérea y se arrojaron en la ocasión 2.200
toneladas de bombas.
Londres: Eden será interpelado en la Cámara de los Comunes
sobre la política británica con Franco. Dos legisladores se referirán
a la ayuda española a Alemania.
El diario Los Andes de Mendoza, en su primera edición del 16 de
enero, brindaba el primer testimonio de un sobreviviente. El Sr. Moi-
sés Rudman, residente en Mendoza y que pasaba unos días en San
Juan, cuenta lo siguiente: Fue sólo un instante. Nada más que un
instante. No hubo movimiento precursor, no hubo crecimiento paulati-
no. Sólo un gran remezón, como si algo hubiera arrancado de cuajo.
Alcancé a dar unos pasos hacia el patio y ya todo había pasado. Pero
San Juan, ahora, está en ruinas. Creo que sólo la casualidad me
salvó, una parte de la pared de la casa en que estaba se desplomó
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 21

sobre el patio, pero el toldo la contuvo en parte y en otra la desvió.


De repente me vi con una gran angustia dentro y estaba solo, con una
soledad espantosa. No sé de dónde saqué fuerzas para romper el
toldo, para separar los pedazos de muro. Fue un delirio de recuperar
la vida, de no quedar allí, sepultado. Había recibido sólo ligeros
rasguños. Me deslicé como pude y salí a la calle. Aquella no era la
calle Tucumán en la que había pasado ocho días. Las casas estaban
totalmente derrumbadas... De pronto pensé en Mendoza donde resido,
donde están mis parientes y amigos. Tuve la certeza de que aquí había
ocurrido otro tanto. Llegó a Mendoza gracias a la colaboración de un
automovilista que viajaba con el mismo destino.
Este desgarrador testimonio se repite hasta el infinito en cada
sobreviviente, salvo pequeñas diferencias, pero por ser el primero que
se conoció tiene un gran valor documental, pues evidencia lo que
vivimos todos los que pasamos por esa catástrofe.
Todo el país quedó conmocionado por el terremoto ya que fue
percibido con diferente intensidad en muchísimas partes, algunas cer-
canas como Córdoba y San Luis, otras más alejadas como Santa Fe y
Rosario, llegando a producir incluso alarma en algunos lugares.
En San Juan, dado lo grave de la situación, se declaró la ciudad
Zona Militar mediante el Decreto nº 2047/1944, medida que se mantu-
vo hasta el 5 de febrero, cuando por Decreto nº 2938/1944 se deja sin
efecto, pero manteniendo el toque de queda hasta el día 12 de febrero.
El Hospital Rawson, parcialmente destruido, no estaba en condi-
ciones de atender tantos heridos, por lo que fueron trasladados a
Mendoza donde se los destinó al Hospital Central. Este hospital no
estaba habilitado puesto que no se habían concluido las tareas de
instalación. Así fue que imprevistamente debió ser inaugurado (Los
Andes 16 y 17/01/1944). En la misma noche del 15 de enero se tenía
conocimiento de que cientos de heridos estaban en viaje hacia Mendoza,
por lo que el Director de dicho centro, el Dr. Pedro Calderón, con sus
colaboradores y decenas de voluntarios comenzaron a trabajar a las 23
horas. Aún no había electricidad en el edificio ni ascensores, de mane-
ra que se llevaron las camas hasta el séptimo piso por las escaleras.
22 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

A las tres de la mañana los electricistas dieron luz y a las 4 se


habilitaron los ascensores.
Hasta ese momento se iluminaban con la débil luz de los fósforos
que fueron quemados por cientos.
En la mañana ya tenían armadas 500 camas y en la tarde del
domingo ya eran 700.
En la madrugada del domingo llegaron los primeros heridos y de
inmediato los médicos comenzaron a atenderlos. Hubo muchos de
ellos que llegaron a trabajar tres días seguidos sin descanso.
El domingo a las 8 de la mañana se habían presentado en el
Hospital Central de Mendoza 500 dadores de sangre.
Con los días, los más célebres traumatólogos del país y del exte-
rior se hicieron presentes. Sólo hay mención del nombre de unos po-
cos: Dr. Bals de Argentina, Dres. Ottolenghui y Luis Bado de Uru-
guay, Dr. Rutti de Chile, los Dres. Lagomarsino y Teófilo Meana de
Santa Fe que llegaron con todo su equipo de médicos y enfermeras,
sus instrumentos y medicamentos, fueron los que atendieron el pabe-
llón llamado de los santafecinos (Los Andes 23/01/1944).
El 31 de enero, quince días después del terremoto, se pudo saber
que se atendieron 1.340 heridos, y para esa fecha habían sido dados de
alta 111, habían fallecido 49 y permanecían internados 960 pacientes.
Lo que en mayor cantidad provocó el sismo fueron fracturas, el
69,2% de los pacientes atendidos en el Hospital Central las sufrieron.
Las contusiones afectaron al 16,9% y el 6% fue atendido por otras
enfermedades.
Entre las fracturas, las que más abundaron fueron las de tibia y
peroné con el 31%, fémur 15%, pelvis 10%, tórax 6%, húmero 4,8% y
columna 4,3%.
En cuanto al sexo de los pacientes, informó el hospital que el
28,7% fueron hombres, 51,9% mujeres, 10,2% niños y 11,8% niñas
(Los Andes 31/01/1944).
También el mendocino Hospital Español recibió muchísimos heri-
dos a causa del terremoto, pero no se publicó la cantidad de pacientes
atendidos.
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 23

LA NACIÓN del 17/01/1944


Aún se ignora el número exacto de las víctimas.
Desde Mendoza se informaba que con respecto al número de muer-
tos y heridos era muy difícil formular cálculos. Según algunas opinio-
nes, habría 1.000 muertos y los heridos superarían los 5.000 (al pasar
los días se sabría que fueron muchos más).
Los daños en poblaciones cercanas a San Juan fueron de la misma
importancia que en la Capital. La destrucción de edificios en Albardón,
Caucete, 25 de mayo y Angaco ha sido casi total.
Es habitual que como consecuencia de cualquier terremoto que
provoque derrumbes se produzcan incendios. En San Juan sólo ocu-
rrieron dos, uno en el edificio del diario La Tribuna y otro en una
rotisería de la calle Mendoza.
Al parecer, un empleado de la compañía de electricidad cortó la
corriente lo que habría evitado incendios y electrocuciones con los
cables caídos de la red domiciliaria.
El Hospital Rawson alojaba a las 4 de la mañana 4.000 víctimas.
El director del establecimiento, Dr. Luis Mario Rodríguez, informó
que le resultaba difícil hacer una apreciación de los muertos y heridos
en razón de que por momentos las cifras aumentaban al ser halladas
nuevas víctimas en distintos lugares de la ciudad.
La Nación, martes 18 de enero
El número de muertos pasa ya el millar.
Del enviado especial: Llegados a medianoche recorremos la ciu-
dad hasta las 5. En el Hospital Rawson, los enfermos fueron evacua-
dos e instaladas las camas en los jardines. Se vieron escenas de
extremo dolor, criaturas clamando por sus padres, gente con toda
clase de heridas atendidos infatigablemente por los médicos llegados
desde todas las regiones del país que se alumbraban con linternas.
Según Los Andes del 17 de enero, el Dr. Federico Cantoni fue de
los primeros en llegar al hospital donde en el transcurso de la noche
realizó numerosas operaciones.
24 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

En la morgue del hospital, se veían largas filas de cadáveres y el


martes temprano se incineraron no menos de 400 para evitar la conta-
minación. A la tarde había nuevas filas de cadáveres extraídos de entre
los escombros.
Se dio a conocer la lista completa de heridos transportados a
Mendoza. Informe sobre el estado y paradero de diversas personas.
Sigue a continuación una larga lista con nombre y apellido de las
personas que fueron trasladadas a Mendoza, además de mensajes que
enviaban a sus familiares y conocidos quienes resultaron afectados,
indicando su paradero o que estaban bien.
Prácticamente toda la población debió abandonar sus casas por
seguridad, ya que la mayoría de los edificios había resultado afectada.
Muchos, al dejar su domicilio dejaban mensajes a sus familias y
amistades indicando hacia donde se habían dirigido. Es emotivo leer
esos mensajes, algunos de los cuales pueden apreciarse en las fotogra-
fías nº 3; 4 y 5: “Estamos bien, Marco”. En otro lugar se leía “J.
Martínez, estoy bien” y “Yo lo mismo, Alberto Godoy”.

Las noticias de días siguientes muestran cómo iba aumentando


constantemente el número de víctimas mortales y todas las vicisitudes
que sufrían los pobladores de San Juan.
Los problemas de abastecimiento eran tan serios que el ejército
tuvo que hacerse cargo de distribuir raciones de comida en diversos
puestos en la ciudad.
Nadie se atrevía a permanecer mucho tiempo dentro de las casas
que aún permanecían en pie por temor a derrumbes causados por las
réplicas que durante muchos días se produjeron. Réplicas que hacían
renacer el temor de la población y que además terminaban por derrum-
bar paredes que habían quedado en pie pero resquebrajadas. Para pa-
liar la situación de la falta de viviendas, se distribuyeron casas prefa-
bricadas con armazón de madera y cubierta de cartón embreado u
ondalit. Una de ellas puede verse en la fotografía nº 30.
Las noticias enviadas por los reporteros destacados en la provincia
informaban diariamente la cantidad de movimientos sísmicos que se
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 25

sentían, a veces leves, a veces intensos, repitiéndose esa circunstancia


varias veces por día.
Empezaron a conocerse diversos hechos provocados por el terre-
moto, como por ejemplo que en Angaco y San Martín se localizaron
grietas y pozos de agua, hundimientos de sectores y la aparición de
agua y arena que formaban montones de considerable altura.
Las lluvias que se produjeron con intermitencia durante varios
días agravaron la situación de los que se encontraban en plazas y
parques. En la plaza Laprida, frente a la Escuela Normal Sarmiento,
eran muchos los que acampaban al aire libre, como puede verse en las
fotografías nº 6 y 7.
La desesperación aumentó cuando un fuerte temporal a las 4 de la
madrugada del martes 18 hizo que invadieran en masa las instalacio-
nes de la escuela, donde se producjeron incidentes con las autoridades
que se habían instalado en ella. Se calmó el suceso cuando se permitió
el ingreso solamente de los niños (La Nación 19/01/1944). Poco des-
pués de las 5, tuvieron que soportar, además, un fuerte temblor.
A las 15.30 del 19 se sintió un fuertísimo sacudón que hizo pensar
en una nueva catástrofe, produciendo gran alarma entre los refugiados
y nuevos desprendimientos de paredes (La Nación 20/01/1944).
Se había anunciado el reparto de carpas, pero éstas demoraron
mucho tiempo en aparecer, y cuando lo hacían no alcanzaban para
tantas familias, lo que creaba situaciones de tirantez con las autorida-
des. Hasta el 18 de enero no se había organizado la entrega de carpas.
La lluvia arruinaba los cuadros y fotos de familiares perdidos mientras
se dirigían de un lugar a otro en busca de los puntos de distribución
para recibir las carpas, todo sucedía en forma desordenada lo que
ocasionó procedimientos duros, severamente criticados (Los Andes
18/01/1944). Y el 19 de enero ya habían pasado tres noches sin que las
carpas llegaran y la lluvia seguía arruinando muebles, fotos y cuadros
y empeoraba la situación de los refugiados.
Hubo incluso tormentas con vientos tan fuertes que desarmaron
las pocas carpas o protecciones con lonas, chapas o frazadas con que
se habían improvisado refugios. Cayeron lluvias tan intensas que en
Pocito y Rawson se produjeron inundaciones y debieron ser evacuados
26 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

muchos pobladores a los que el agua les llegaba a la cintura, quedando


los canales de riego obstruidos.
El día 31 a la noche se cortó el camino a Iglesia por los torrentes y
en Albardón el granizo afectó el 60% de los viñedos.
El miércoles 2 se desencadenó sobre la ciudad una tormenta con
vientos que derribaron paredes dañadas, volaron carpas y en el centro
el agua llegó a los 30 cm de altura.
Fueron lluvias totalmente desacostumbradas para San Juan y yo,
personalmente, no recordaba haber visto algo así. Era tan intensa la
precipitación que la visión alcanzaría apenas los diez metros.
Se producían saqueos en las ruinas, por lo que muchos improvisa-
ban sus refugios en sus propios terrenos, aun con riesgo de derrumbes
de lo que todavía permanecía en pie. Debido a esos saqueos se estable-
ció el toque de queda de 22 hasta las 6 horas; se detuvo a unos cuantos
ladrones y se habló incluso de ejecuciones sumarias.
En el diario Crítica de esos días, se informaba que uno de los
presos que salió de la cárcel del Marquesado, fue sorprendido en horas
de la noche mientras removía escombros de una casa derruida por lo
que se dio a la fuga. Fue perseguido y detenido, al ser revisado se le
encontraron diversos elementos sustraídos de distintas viviendas. En
cumplimiento de las disposiciones vigentes, fue ejecutado en el lugar
y su cadáver transportado al cementerio donde fue cremado.
Sin embargo, el ya citado General (R) Gómez Centurión que cola-
boró con las autoridades militares durante los primeros días por en-
contrarse de vacaciones en San Juan, me contó que se hizo correr la
voz de supuestos fusilamientos para intimidar a posibles ladrones y
dar autoridad a las patrullas que debían mantener el orden. Esto, por-
que la primera etapa de una catástrofe es caótica y debe darse a la
autoridad el poder suficiente para imponerse sobre la desorientada
población.
Los daños en la ciudad fueron enormes, casi totales como mues-
tran las fotografías nº 1 y 2, y también afectó a los museos, monumen-
tos y hasta al mismo cementerio, tal como puede verse en las fotogra-
fías nº 27; 28 y 8.
LA SOLIDARIDAD

El domingo 16, a las 13.30 horas, el Coronel Juan Domingo Perón


se dirigió a todo el país por intermedio de la Red Argentina de Radio-
difusión con estas palabras:
Nos dirigimos a todo el pueblo de la patria, en nombre del Excmo.
Sr. Presidente de la Nación, en esta hora trágica para el país al
pueblo argentino para hacerle conocer la grave situación que aflige
al pueblo de San Juan.
El violento sismo que sacudió anoche esa provincia cuyana ha
sembrado de desolación y llevado la desgracia a miles de familias
enlutando a sus hogares. Los organismos nacionales, en primer térmi-
no el Ejército, ha tomado ya todas las providencias para llevar el
auxilio inmediato. Se hace necesaria la colaboración generosa del
pueblo argentino que reclamo en este momento y descuento se concre-
tará de inmediato en los cuatro puntos cardinales del país. En la
Secretaría de Trabajo y Previsión a mi cargo están abiertas las puer-
tas para recibir a quienes de una u otra forma quieran hacerse pre-
sentes en esta cruzada del dolor argentino.
La Secretaría de Trabajo y Previsión convoca para el día lunes a
todas las personas, dirigentes o representantes de la banca, del traba-
jo, de la industria, del comercio, de las grandes entidades deportivas
y culturales, del teatro, del cine y de cualquier otra representación
para formar la comisión de una gran colecta en beneficio de los
damnificados del terremoto de San Juan. Espero a todos estos señores
en el recinto del ex Concejo Deliberante el día lunes a las 18 horas, y
espero también que nadie a de faltar a esta cita de honor y solidari-
dad nacional (...)*.

*
El texto completo de este mensaje puede consultarse en el anexo, al igual que otro
mensaje difundido por el mismo medio a las 20.30 del mismo día.
28 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Merece un reconocimiento especial la solidaridad que despertó en


todos los argentinos esta tragedia. No sólo en los argentinos, otro tanto
ocurrió en los países vecinos y el resto del mundo.
La Prensa del 17 de enero informaba que fue extraordinaria la
afluencia de dadores de sangre, evidenciando la conmoción que provo-
có el desastre y el deseo de todos de colaborar.
Se enviaron al lugar de la tragedia alimentos, ropas y en un primer
momento médicos, enfermeras y medicamentos. Llegaban de Mendoza,
de Córdoba, de Buenos Aires y prácticamente de todo el país. Incluso
de Brasil y Chile. Lamentablemente este último grupo, al que se le
sumaron algunos argentinos, ofrendó su vida por ayudar al prójimo,
porque el avión en que se transportaban cayó a tierra en las proximida-
des del aeropuerto de El Plumerillo, Mendoza, murieron sus once
ocupantes, entre ellos los Dres. Beison, Vargiani y Ponce; se realizó el
sepelio el sábado 22 de enero (Los Andes 21/01/1944 y La Nación 22/
01/1944).
Son innumerables las muestras de esa solidaridad. Entre tantas, es
loable destacar algunas. Por ejemplo la del Consejero de la Embajada
de Inglaterra, que agradeciendo la ayuda prestada a los prisioneros de
guerra británicos en poder de los alemanes, consistente en el envío de
alimentos durante los tres últimos años, donó para la población de San
Juan los que estaban listos para embarcar. Fueron enviados a San Juan
y se trataba de carne envasada, con y sin legumbres, queso, manteca,
azúcar, dulces y lo necesario para alimentar a 40.000 personas. Se
envió también una gran partida de alpargatas, constituyendo el envío
50 toneladas.
Se instruyó al Cónsul de Inglaterra en Mendoza para coordinar su
entrega con las autoridades locales.
Otra invalorable ayuda que recibieron los sanjuaninos vino de la
gente de LRM Radio Aconcagua, de Mendoza, que desde el primer
momento y en forma permanente dio información sobre el terremoto y
fundamentalmente transmitió los mensajes que incluso llegaron a ser
grabados y transmitidos con la voz de los protagonistas, que llevaban
tranquilidad a los familiares lejanos ignorantes de lo ocurrido con sus
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 29

seres queridos. Todo el mundo estaba pendiente de esa emisora para


tener noticias, ya que en los primeros momentos era casi la única
forma de saber la suerte corrida por los afectados.
Esta colaboración de Radio Aconcagua mereció el reconocimiento
oficial a través de la Dirección General de Radiocomunicaciones, me-
diante la resolución nº 990 Sd del 25 de enero, que puso de resalto la
labor de la radio manteniendo el orden en los caminos con sus infor-
mes radiales y emitiendo mensajes a los familiares, ayudando así a
que no se desplazaran para tener noticias de ellos (Los Andes 31/01/
1944).
Además se utilizó en esa radioemisora algo muy novedoso: el
Fonoband. Se trataba de un registro de la voz por medio de una banda
de papel que permitía grabar y reproducir varias veces, lo que posibili-
tó repetir continuamente los nombres y voces de aquellas personas que
enviaban mensajes a familiares y amigos.
El Fonoband fue inventado por un ingeniero argentino, Secundino
Rey, y tenía un fonoimpresor que grababa la voz en bandas de papel
común sin preparación química, que luego permitía reproducir el mis-
mo mensaje varias veces. En el diario Los Andes del 30/01/1944,
página 4, la empresa Fonoband S.A. publicó un aviso de gran tamaño
sobre su producto, que fue cedido al Palacio Central de Correos y
Telégrafos para ser usado en la emergencia; con los entregados a
Radio Aconcagua, concurrieron al Hospital Central donde grabaron
mensajes de internados allí, así como de informes de médicos y enfer-
meras, para ser transmitidos luego al aire (Los Andes 24/01/1944).
Pero ya dos días antes se pusieron en la radio aparatos Fonoband a
disposición de aquellos que quisieran enviar mensajes.
En la foto nº 9 se ve personal de la radio con directivos de la
emisora observando la máquina de Fonoband.
También LRX Radio El Mundo se conectó con Radio Aconcagua
transmitiendo información y comunicados oficiales provenientes de
San Juan.
30 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Sería inmensa la lista de las personas que merecen un reconoci-


miento por la labor que cumplieron después del terremoto. Sin embar-
go, algunas merecen ser destacadas.
Es el caso de Fray Gonzalo Costa, de la Orden de los Dominicos,
que tomó la piadosa tarea de recoger las cenizas de quienes eran
incinerados, las que hoy permanecen reunidas en una urna especial en
el Convento de Santo Domingo, templo en el que cada 15 de enero se
celebra una misa por el recuerdo de quienes fallecieron en aquella
catástrofe.

La colecta nacional
Apenas conocida la noticia del desastre, el entonces Coronel Juan
Domingo Perón, a cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión So-
cial, lanzó un llamamiento a toda La Nación pidiendo colaboración en
la ayuda a las víctimas del terremoto, a través de Radio Nacional a las
13 horas del 16 de enero. Organizó un gran festival en el Luna Park
para el día 22 de enero a fin de dar por iniciada oficialmente la campa-
ña de recaudación de fondos. Ese festival estuvo programado para
comenzar a las 16 y terminar a las 2, con intervención de los más
calificados representantes de la escena y del cine nacional así como
con figuras de la actividad radial. Las entradas tuvieron un costo de un
peso la popular, dos la especial, tres la platea y la platea preferida,
cinco pesos. Lo recaudado sería incorporado a la colecta nacional.
Entre los asistentes se rifó un caballo criollo de silla y un petiso,
donados con ese fin (La Prensa 22/01/1944).
La calle Florida desde Avda. de Mayo a Charcas fue recorrida por
numerosos artistas encabezados por el Coronel Juan D. Perón y acom-
pañados por cadetes del Colegio Militar, los que portaban urnas donde
los transeúntes depositaban su colaboración. Horas más tarde hacían
un recorrido similar en el Hipódromo de San Isidro.
Para el día 29 de enero se habían recolectado ya $ 14.361.920 y
continuaba.
El 4/02/1944 eran $ 18.365.396,80
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 31

El 8/02/1944 eran $ 20.940.189,71


El 27/02/1944 eran $ 29.243.141,33
El 11/03/1944 lo recaudado había llegado a la suma de $
31.444.036,50.
La evolución del monto alcanzado por la colecta día por día indica
la generosidad de los argentinos y es necesario destacar que nadie dejó
de colaborar. Municipios de todo el país, clubes, empresarios del es-
pectáculo, tanto de cine como de teatro que donaban la recaudación de
reuniones artísticas, artistas, bancos, empleados de bancos y de empre-
sas, empleados públicos que donaban días de su sueldo, particulares y
toda clase de agrupaciones que sería muy largo de enumerar colabora-
ron en esta colecta. Diariamente aparecía en los diarios un largo lista-
do de los donantes, empresas o particulares; prometió la Secretaría de
Trabajo y Previsión Social editar un folleto con la lista completa de
los donantes.
En el Diccionario Histórico Argentino, tomo VI, letras Q-Z, publi-
cación dirigida por Ricardo Piccirilli, Francisco L. Romay y Leoncio
Gianello, de Ediciones Históricas Argentinas, año 1954, se informa
que la colecta popular, en poco tiempo, llegó a reunir la suma de $
33.155.760,60, aunque no se indica si es la suma final.
Otras fuentes señalan que lo recaudado llegó a $ 38.242.913,96,
como se puede ver en el trabajo de Margarita Gascón y Esteban
Fernández, “Terremotos y sismos en la evolución urbana de Hispano-
américa” publicado por el INCIT.
Por esta suma se libraron dos órdenes de pago firmadas por el
entonces Cnel. Perón de $ 33.155.760,59 el 4 de abril de 1944 y por $
5.087.153,37 el 21 de junio de 1944.
Entre las fotografías que el Archivo General de La Nación facilitó
para esta publicación, se reproducen en las fotos nº 12 y 13 las dos
órdenes de pago.
Sin duda era en ese momento una suma enorme. Baste recordar
que cotizando el dólar oficial a $ 3,35, aquella representaba 11.415.794
dólares, y con el poder adquisitivo de entonces.
32 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Pero la colaboración no se limitó a la colecta de dinero en efecti-


vo. Se reunieron enormes cantidades de ropa y alimentos que fueron
remitidos a San Juan.
Además se pueden encontrar en los diarios de esos días muchísi-
mos avisos de toda clase de empresas informando que daban por can-
celadas las deudas de comerciantes de San Juan por compras de mer-
caderías realizadas con anterioridad al 15 de enero de 1944.
EL ÉXODO

El día jueves 20 de enero de 1944, entre los titulares de La Prensa


se encuentra el siguiente: Mientras resuelven en San Juan otros pro-
blemas, procúrase el traslado de los sobrevivientes.
Y el día viernes 21 anunciaba: En San Juan prosigue la evacua-
ción de los sobrevivientes de la ciudad y localidades destruidas.
Tras estos simples títulos se ocultaba un drama de una magnitud
inimaginable. La población sufrió un aterrador sismo, sufrió la pérdida
de familiares y de bienes. Luego vino la pérdida del terruño.
La destrucción masiva de viviendas y del aparato productivo, en
especial el vinculado con la alimentación, a lo que se sumaba el páni-
co que producían las permanentes réplicas, hizo que las autoridades
dispusieran el traslado de la población hacia lugares seguros.
El primer destino, por lógica, fue Mendoza, que ya estaba reci-
biendo y atendiendo miles de heridos. Claro que esta situación desbor-
daba la capacidad mendocina de absorber tantos evacuados. Así infor-
maba La Prensa el mismo día 21: La presencia de 7.000 evacuados en
Mendoza crea serios problemas.
La Nación del 19 de enero anunciaba que ese día comenzaría la
evacuación de San Juan y el jueves 20 publicó que varios trenes par-
tieron el día anterior con lo que se activó el éxodo de la población.
Ya el sábado 22 notificó que gran parte de la población de la zona
afectada por el terremoto había salido de San Juan. El destino de los
evacuados también fue Buenos Aires. Se lee en La Nación del viernes
21 de enero que a las 22.30 del jueves arribó a Buenos Aires el tren El
Cuyano, trasladando unos pocos sanjuaninos. La estación estaba col-
mada de familiares que esperaban ansiosos la llegada de parientes
evacuados. Para muchos fue una gran decepción. Pero les quedaban
34 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

esperanzas ya que se esperaba para las 12 y las 14 horas el arribo de


dos trenes más, el primero con 850 evacuados y el segundo con 800.
Mencioné anteriormente los problemas que afectaban a Mendoza
por la recepción de miles de evacuados. Así es como el Interventor
Federal en Mendoza dispuso que ante la imposibilidad de continuar
recibiendo más evacuados, cuya cifra alcanzaba a 11.500 sin contar
los que llegaron por caminos carreteros, no se autorice el descenso de
éstos en la ciudad. Sólo se recibirían los heridos evacuados (La Na-
ción 24/01/1944).
Los que abandonaron San Juan salieron con las mínimas pertenen-
cias posibles. Más adelante, el miércoles 2 de febrero, La Prensa infor-
mó a las personas que evacuaron la provincia, que el sábado anterior
habían sido despachados ocho vagones con muebles y enseres de su
pertenencia. Se podían retirar esos objetos en las estaciones ferrovia-
rias donde hubieran fijado su domicilio.
La población de San Juan era estimada antes del terremoto entre
80.000 y 90.000 personas. Después de ser evacuados 19.000 por ferro-
carril, unos 10.000 en automóviles y camiones, cerca de 10.000 inter-
nados en hospitales y más de 5.000 muertos habrían quedado en la
ciudad unas 36.000 personas (Los Andes 25/01/1944).
No se cuenta con datos precisos sobre la población de San Juan en
esa época ya que el anterior censo nacional databa de 1914, cuando se
determinó que la población total de la provincia alcanzaba 119.252
habitantes. El siguiente censo se llevó a cabo el 10 de mayo de 1947
cuando se censaron 261.229 pobladores. Con esas cifras se estableció
que desde el censo de 1914 la población tuvo un crecimiento anual
medio por cada 1.000 habitantes del 22,6%. Estos datos surgen de las
constancias obrantes en los registros del Instituto Nacional de Estadís-
ticas y Censos.
Cuando los evacuados llegaban a Buenos Aires sin tener donde
alojarse eran ubicados en el Hotel de Inmigrantes, en la zona de Retiro.
Pero no todo era tristeza, algunos hechos trajeron alegría, esperanza y
confianza en el futuro. El 4 de febrero se celebraron en el Hotel de
Inmigrantes cuatro matrimonios entre los sanjuaninos refugiados, en los
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 35

que oficiaron de padrinos algunos oficiales del ejército. Se casaron Ce-


leste Sardinez y Federico Barrionuevo, Juana Márquez y Manuel Basso,
Rosa R. Pereyra y José Videla. La cuarta pareja, formada por Margarita
Ladivia y Horacio Godoy, lo hizo con sus ropas de gala. Antes de partir
de San Juan pudieron rescatar de entre los escombros el ajuar preparado
para la ceremonia que no pudo ser, pero en su lugar, pudieron celebrarla
junto a otros afectados por el terremoto.
Al final de la ceremonia hubo entretenimiento para todos con la
actuación de varios artistas y de un conjunto folclórico, y toda esa
actividad fue reflejada en varias fotografías que aún hoy pueden verse
en el ejemplar del diario Crítica del día 5/02/1944.
Sobre lo relatado en este capítulo, pueden verse las fotografías nº
14; 15; 16 y 17.
LOS CHICOS DEL TERREMOTO

Con tantas muertes, es fácil imaginar que otra de las consecuen-


cias del terremoto del 44 fue la de que muchos niños quedaran huérfa-
nos. Las noticias de los diarios de esos días reflejan una cantidad de
niños que sobrecoge.
Pero llama la atención que fue un tema tocado muy circunstancial-
mente y que nunca tuvo demasiada divulgación. Sólo hubo informa-
ción en los primeros momentos y luego nunca más se mencionó lo
ocurrido con los chicos. Para mí fue una sorpresa enorme, ya que por
primera vez me enteraba de ese tema. Días antes me había impactado
la emisión por televisión de un documental sobre los niños de Guernica,
España, que después del bombardeo de esa ciudad fueron enviados a
Rusia, Inglaterra y México. No todos eran huérfanos, muchos fueron
enviados fuera de España para protegerlos mientras duraba la guerra.
En ese momento no imaginé que en mi San Juan había sucedido lo
mismo. Lo que ahora sí imaginé, es que pude haber pasado por eso.
Por suerte para mí, no fue así.
Niños huérfanos, alojados en el Asilo Casa Hogar de Desampara-
dos partieron en tren a San Martín, Mendoza, al cuidado del Sr.
Bernardo Citto, y asimismo llegó a Mendoza un tren con unos qui-
nientos pasajeros, entre los cuales hay numerosos niños que han que-
dado desamparados como consecuencia del desastre (del diario Los
Andes 18/01/1944).
Por otros medios habrían llegado a Mendoza dieciséis niñas huér-
fanas internadas en el Asilo de San Juan, bajo la tutela de dos religio-
sas, pero no se informaba qué destino se les asignó.
En la misma edición se publicó que el Patronato de Menores
contaba con 1.000 plazas para alojamiento y alimentación para los
menores afectados por la desgracia que azotó a San Juan.
38 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

El 19 de enero informaba Los Andes de Mendoza que cerca de


300 niños evacuados llegaron en trenes y ómnibus y que fueron ubica-
dos en escuelas, en el Asilo de Huérfanos, en la Casa Cuna y en otras
instituciones. Muchos llegaron con heridas leves y menciona el cronis-
ta que Es impresionante el espectáculo de tanta orfandad, de tantos
sollozos infantiles que tocan los sentimientos más íntimos y elevados.
En las fotografías nº 18 y 19 se ven niños y niñas evacuados en
trenes, con guardapolvo, el pelo cortado en los varones y una hoja de
papel con su identificación.
En el Hospital Central se destinó el primer piso para los niños,
donde el cronista los vio callados, sin que el juguete que les habían
regalado atrajera su atención. Conversó con un niño de 8 años, Américo
Flores se llamaba, no sabía el nombre de la calle en que vivía pero si el
número, era 312 y estaba solo. Interrogó también a otros chicos. Marcos
Augusto Adarve pensaba que su papá estaba en la casa y que su mamá
estaría lavando. Estaba solo y no sabía que se encontraba en Mendoza.

La Nación del día 24 de enero de 1944 informaba que trasladarían


a La Plata a mil niños huérfanos. La Dirección General de Educación
Física y Cultura notificó que el tren internacional del día 23 partió a
las 11 horas con destino a Mendoza a fin de realizar las tares inheren-
tes al traslado de 1.000 niños sanjuaninos que albergaría la provincia.
El Director de esa dependencia, D. Benigno Rodríguez Jurado acom-
pañado por el Sr. Manuel Chaves, secretario de la dependencia y el
Dr. Gabriel Rodríguez, del Cuerpo Médico Escolar, en representación
de la Intervención Federal actuarían en contacto permanente con la
Secretaría de Trabajo y Previsión Social. Para alojar a los niños, la
Dirección de Protección a la Infancia, con la colaboración del Cuerpo
Médico Escolar, dispuso el traslado de 80 y 60 niños a sus locales de
La Granja y calle 1 respectivamente, de 350 niños al Instituto Gambier,
de 250 a la Colonia Escolar de Punta Lara, y a medida que fuesen
llegando se los ubicaría en las colonias de vacaciones en Mar del
Plata, Necochea, Miramar y Tandil.
Otra información daba cuenta de que la aclimatación de las chicas
alojadas en la escuela nº 2 de La Plata y de los varones alojados en el
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 39

Instituto Agustín B. Gambier en Abasto permitía trasladarlos a colo-


nias de vacaciones dependientes de la Dirección General de Escuelas.
En La Nación del día 25 de enero de 1944, se informaba que el
Director del diario chileno El Mercurio, Don Clemente Díaz León,
envió un telegrama al Presidente de la República, General Ramírez,
ofreciendo educar y mantener en Chile a cien niños huérfanos de la
catástrofe de San Juan. Lo haría con los fondos recaudados en la
colecta pública iniciada por el diario, tarea que se cumpliría con la
generosa cooperación de la Cruz Roja Chilena.
Es una muestra más de la solidaridad de los hermanos chilenos,
que llegó a que ofrendaran sus vidas por ayudar, como relato en el
capítulo La Solidaridad.
Más adelante, el día 1º de febrero La Nación publicó que el día 2,
partiría a Buenos Aires un tren transportando 500 niños huérfanos.
Agregaba el día 3 de febrero que llegaron a Mendoza 400 niños de
entre 6 y 12 años, en su mayoría huérfanos y criaturas cedidas por
padres carentes de recursos. Asimismo, que el Director del Patronato
de Menores de San Juan viajó a Mendoza a censar la población infan-
til evacuada. Una vez terminada esa tarea, se satisfacerían los pedidos
de niños efectuados por 1.200 familias de la Capital. Se entregarían
hasta la cantidad de 500, con el compromiso de devolverlos si algún
deudo los reclamaba.
En Mendoza se recibieron innumerables solicitudes de tutela de
niños huérfanos sanjuaninos. Estas solicitudes se efectuaban ante dis-
tintas reparticiones, por lo que se decidió centralizar todo en el Patro-
nato de Menores, donde las familias interesadas debían inscribirse,
exponer su situación económica y todos los datos que contribuyeran a
dar seguridad a los menores. La intención era descubrir el verdadero
interés de tutelar, porque luego el Patronato de Menores, con su cuer-
po de inspectores de libertad vigilada, verificaría las solicitudes, se
elegirían los hogares que merecieran mayor fe para después proponer-
los al Juez en lo Civil, que otorgaría la tutela que sería siempre preca-
ria por si aparecían los padres o familiares.
40 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

También en Buenos Aires se daba la misma situación. En La


Nación del 20/01/1944, en primera plana se publicó un artículo con el
título “Procedimiento para la adopción de huérfanos”. Numerosas per-
sonas llevadas por el espíritu humanitario concurrían a la Secretaría de
Trabajo y Previsión Social para solicitar niños en adopción, por lo que
su titular dispuso se hiciera la presentación por escrito, incluyendo
antecedentes personales para hacer la correspondiente aprobación.
Fue tal la cantidad de pedidos, que el día 24 de enero, en el diario
Crítica se comunicaba que se habían presentado en la sede de la Secre-
taría de Trabajo y Previsión Social, Perú 130, nada menos que 10.000
solicitudes. Debió suspenderse la recepción de pedidos por 20 días
ante la cantidad que debían procesar.
Informaba el diario Los Andes del 29 de enero, que con el patroci-
nio de la defensoría de menores se organizó un registro de niños
evacuados, habiendo recibido una lista de 2.678 niños alojados en
distintos patronatos y casas particulares de Mendoza.
El día 4 de febrero anunciaba La Nación que llegó a La Plata un
contingente de niños huérfanos que habían quedado sin hogar. Este
grupo, con un total de 527, estaba compuesto por 381 varones y 146
niñas.
Al día siguiente, el Director General de Higiene, Dr. Juan León y
otros funcionarios visitaron a los niños sanjuaninos alojados en el
Hospital de Niños de La Plata, en la Escuela Nº 2, en el Instituto
Agustín B. Gambier en Abasto, informando que el estado de los chi-
cos era satisfactorio y que todos eran objeto de especiales cuidados y
atenciones (La Nación 5/02/1944).
A finales de marzo, cuando ya todo estaba más organizado, un
decreto de la Intervención Federal dispuso que los padres de niños
evacuados con intervención del Defensor de Menores que quisieran se
les reintegren sus hijos, debían pedirlo por escrito (La Nación 22/03/
1944).
Lamentablemente, en la actualidad no hay registros de estos movi-
mientos de niños. En el Hospital Central de Mendoza no hay constan-
cias del ingreso, tanto de niños como de mayores. Otro tanto ocurre en
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 41

la Defensoría de Menores y en los juzgados de menores y Registro


Civil, sólo los interesados pueden obtener información en forma per-
sonal como protección a su identidad.
Como en el caso de los niños de Guernica, no todos fueron envia-
dos fuera por ser huérfanos o por carecer sus padres de medios para
alimentarlos o alojarlos. Muchos fueron enviados fuera de San Juan
por temor a las epidemias que pudieran desatarse como en casi toda
catástrofe con multiplicidad de víctimas, además de la falta de alimen-
tos generalizada. Esta última circunstancia fue provocada por caminos
inhabilitados, producción y distribución de alimentos desactivada por
edificios destruidos, falta de personal por fallecimiento o heridas, falta
de energía eléctrica, etcétera.
Ver fotografías nº 18 y 19.

Posiblemente, en uno de esos trenes llegaron a Mendoza Rubén


Oscar, Emilio Guillermo, Nélida Margarita, Lidia Andrea y Fani Tere-
sa G., de Concepción. Ésta es su historia.
Momentos antes del terremoto, Emilio Guillermo y Rubén juga-
ban con una pelota en la vereda del frente de su casa. Marcelo, el
mayor de 17 años, estaba en la cuadra próxima para cortarse el cabe-
llo. Dos de las chicas estaban en el fondo de la casa al aire libre. En
ese momento, la madre, con una notable percepción, al sentir que
venía un viento muy fuerte, llamó a Emilio y a Rubén para que volvie-
ran a la casa. Al escuchar el llamado, las hermanas que estaban en el
fondo ingresaron en la casa. Eran las 20.49 hs. y sobrevino el terremo-
to. Las dos chicas que volvieron desde el fondo de la casa resultaron
aprisionadas por los escombros de dos paredes que cayeron sobre
ellas, pero pudieron ser rescatadas.
Marcelo regresó a su casa, pero antes desenterró a un niño vecino
y lo entregó a su padre, pero el niño poco después falleció por las
heridas sufridas.
Cinco días después, ante el riesgo que existía por las réplicas, por
la eventualidad de epidemias que podían desatarse y la carencia casi
total de alimentos, cinco de los hermanos fueron puestos a resguardo
42 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

encomendando su cuidado a las autoridades. En un primer momento


viajarían dos chicas y los dos varones menores, pero a último momen-
to los padres enviaron también a la hija mayor, entonces de 14 años,
para cuidar de todos.
Primero fueron enviados a Mendoza junto con muchos otros chicos,
donde a los varones se los ubicó en el Colegio Don Bosco y las niñas en
un edificio diferente. Un mes después fueron reunidos nuevamente y
llevados a Buenos Aires en gran número. Rubén cuenta que cuando el
tren tomaba una curva se veían todas las cabecitas peladas asomadas a
las ventanillas. Habían sido rapados por razones de higiene.
De Retiro los llevaron a La Plata, los varones al Instituto Gambier
y las niñas a otro lugar. Después los reunieron nuevamente y fueron
trasladados a una colonia de vacaciones en Punta Lara donde perma-
necieron largo tiempo. Un nuevo traslado los dejó juntos en Tandil, en
la Escuela Belgrano, frente a la plaza Independencia. Un traslado más
y llegaron a San Nicolás, en el Colegio Don Bosco los varones y las
chicas en otro edificio. Esto, hasta que llegó el mes de julio del 44 y
volvieron todos juntos a la casa familiar en San Juan.
Afirman que fueron tratados con mucho cuidado, les dieron clases
y estaban bien alimentados, además de hacerlos conocer los sitios
turísticos de cada lugar. Eso sí, durante la noche extrañaban a los
padres, al hermano mayor, a Yolanda, la menor de todos y la casa.
Mientras tanto, en San Juan, ante la carencia de alimentos, Marcelo
recibía instrucciones de su padre en el sentido que debía salir tempra-
no en busca de comida. Cerca de su casa se había instalado un Coman-
do Militar en la cancha del Atlético Juventud, en las calles Chile y
Aberastain. Colaboró con ese comando buscando cañas para construir
casas precarias y a cambio le daban un bolso con comida.
A finales de julio estaban nuevamente todos reunidos en San Juan.
Cuentan también que la iglesia de la Inmaculada Concepción, con
tres naves, resultó totalmente destruida y hubo muchas víctimas, pues
se celebraba una boda, y dan noticias de otra novia que se preparaba
para la siguiente ceremonia que felizmente salvó la vida. Esta tragedia
familiar ha sido ampliamente divulgada por diversos medios.
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 43

Lo notable de esta historia es la percepción que la madre tuvo de


la tragedia. Temprano había dicho que presentía algo malo y momen-
tos antes del terremoto sintió que venía un viento y llamó a sus hijos
que estaban en la calle.

Hay otras historias de separación de niños de su familia. Algunas


notables porque después de muchos años lograron reencontrar la fami-
lia de sangre.
Es el caso de Samuel Oscar Barros. Su historia me llegó de la
mano de su sobrina Anita Laura Lafuente que al enterarse por una nota
del diario que yo estaba interesado en conocer personas que hubieran
sido adoptadas en esa época, me adelantó lo ocurrido en su familia.
El mismo Samuel me contó que en el momento del terremoto
tenía 10 meses y todavía tomaba el pecho por lo que estando su madre
internada en el Hospital Rawson lo llevaron junto con ella. Cuando
sobrevino el terremoto, la parte donde estaba alojada su madre se
derrumbó provocando su muerte, pero él salvó la vida por estar en otro
sector no dañado. Fue evacuado al Hospital Central de Mendoza y
como no contaba con identificación fue registrado como un bebé ru-
bio, de ojos celestes con una marca en forma de frutilla en la cabeza.
Poco después fue entregado a una familia Barros de Mendoza que
lo inscribió como hijo propio. Esa familia estaba compuesta por el
matrimonio y dos hijas pequeñas pero mayores que Samuel.
Cuando tenía alrededor de once años, la madre abandonó en
Mendoza a su esposo y a Samuel trasladándose con sus hijas a Buenos
Aires. Comenzó entonces a vivir con sus abuelos y otros familiares
que lo apodaban “el sanjuanino”. Además recibió comentarios de que
lo habían traído de San Juan con el terremoto. También advirtió Samuel
que él era rubio y con ojos celestes en tanto el resto de la familia era
de cabellos y ojos oscuros.
Esto lo llevó a enfrentar a su padre adoptivo pidiéndole precisión
sobre su origen, reconociendo aquel que no era hijo del matrimonio y
que lo habían retirado del Hospital Central cuando el terremoto de San
44 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Juan. Nunca pudo obtener datos de su familia de sangre pero supo que
su padre, en 1947 con gran esfuerzo de su parte, viajó a Mendoza,
pues se había enterado por las enfermeras del Hospital Central que
aquel niño rubio de ojos celestes y una mancha en forma de frutilla en
la cabeza había sido dado en adopción a la familia Barros. Una vez
ubicado el domicilio de ellos, su padre aceptó que continuara con
Barros y su esposa quienes se comprometieron a darle educación y
mantenerlo informado de su hijo. Por un tiempo hubo intercambio de
cartas, pero cuando Lafuente volvió en 1949 para recuperar a su hijo,
la familia Barros se había mudado y perdió todo rastro de ellos.
Pese a su juventud, Samuel se independizó, trabajó, formó una
familia pero nunca abandonó la intención de ubicar a su padre; en
febrero de 1985 se contactó con periodistas de Radio Colón en San
Juan que lo entrevistaron y transmitieron al aire su deseo de ubicar a la
familia. Contó que era rubio, de ojos celestes y con una marca en la
cabeza con forma de frutilla. Una señora, Paquita Marfil, dueña de un
almacén llamó por teléfono a la radio diciendo que según recordaba
había tenido un cliente Froilan Lafuente, que siempre lamentaba no
haber podido ubicar a su hijo de esas características. Así pudieron
conocer el domicilio de Lafuente anunciando por radio que en un
vehículo de la emisora se trasladaban al lugar.
Mientras tanto, su padre Froilan Lafuente al enterarse de que su
hijo lo buscaba, se disponía a ir a la radio cuando su actual esposa le
advirtió que de la radio iban a su casa.
Grande fue la sorpresa de Samuel y los periodistas cuando al llegar
se encontraron con alrededor de quinientas personas reunidas que se-
guían el episodio por radio. Y finalmente se reencontró con su padre.
Fue entonces cuando supo de la muerte de su madre en el Hospital
Rawson, que había tenido dos hermanas, una también fallecida en el
terremoto y la otra unos meses después.
Su padre no sólo le contó lo que hizo para ubicarlo, sino que le
mostró las cartas y fotos que Barros le había remitido. Invalorables
documentos que pude ver.
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 45

Por su parte Samuel, le contó a su padre que la familia Barros lo


había llevado a San Juan en algún momento, y que se hospedaron
prácticamente a metros de la casa donde había nacido.
Pudo disfrutar de los encuentros con su padre hasta que Froilan
falleció, y además éste pudo conocer los cinco hijos y varios nietos de
Samuel. Cuenta con un acta de nacimiento en San Juan como Pedro
Marcos Lafuente y otra en Mendoza como Samuel Oscar Barros.

Otra historia con final feliz y que muestra la fuerza irresistible de


una madre cuando de sus hijos se trata es la de Agustín Román Reinoso
nacido en 1942 cerca de La Laja, en Albardón y de su hermano Américo
Amarante Reinoso nacido en 1938; al ocurrir el terremoto estaban
enfermos y atendidos en la Casa Cuna o Patronato, junto al Hospital
de enfermos tuberculosos. Al ser seriamente afectados ambos edificios
fueron trasladados Agustín Román a Mendoza y Américo Amarante a
Buenos Aires. La madre, María Luisa Troncoso, de condición muy
humilde y además viuda, se puso en marcha para reunirse con sus
hijos. Para llegar a San Juan desde Albardón, empezó a hacer dedo en
el camino principal y fue recogida por un automóvil que llevaba preci-
samente a Lucrecia de Devoto, en ese momento presidenta de la Casa
Cuna, que le informa los destinos de Mendoza y Buenos Aires de sus
hijos. Consiguió que un compadre, empleado bancario, viajara a
Mendoza y así recuperó a Agustín Román. Faltaba recuperar a Américo.
Se conectó con una señora de Albardón que había sido llevada a
Buenos Aires a trabajar en casa del ingeniero que construía el Ferroca-
rril Belgrano. Esta señora ubicó y recuperó a Américo y por fin la
familia pudo reunirse nuevamente. La fuerza de voluntad de María
Luisa Troncoso, una madre ejemplar, sin medios económicos suficien-
tes, pudo vencer a la adversidad con una energía como sólo una madre
puede hacerlo cuando se trata de salvar a sus hijos. Y el caso de María
Luisa es más notable aún, quedó viuda muy joven y con siete hijos,
además, alejada de la familia de quien fuera su esposo. Para sobrevivir
amasaba pan que luego los hijos mayores salían a vender. Pese a llevar
una vida dura, por el contrario su carácter era dulce y alegre, tanto que
46 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

con frecuencia tocaba la guitarra cantando a dúo con su hermana. Se la


puede ver orgullosa con toda su familia en la foto nº 29.

Hay muchas historias más. Y no siempre se entregaron chicos en


guarda con intervención de las autoridades.
O.V. nació en la ciudad de San Juan en un hogar al parecer humil-
de, hija de madre soltera, en una familia de origen español, con cuatro
años al ocurrir el terremoto. El techo de la habitación en que se encon-
traba se derrumbó de un solo lado dejando un espacio en el que ella
quedó con pocos rasguños. La rescataron dos días después, estaba
encerrada bajo la techumbre parcialmente caída. La localizaron con la
ayuda de un sabueso.
Su madre y una hermanita de un año, que recuerda era rubia,
fallecieron durante el terremoto, pero no por heridas sino por un incen-
dio que se produjo en la casa. Recuerda se lo comentó la abuela, única
sobreviviente de la familia, además de ella.
La llevaron al Hospital Rawson para cuidarla por las pocas heridas
sufridas. Recuerda que los chicos estaban agrupados en dos sectores,
en uno los de piel blanca y en otro los de piel morena. Allí la visitó un
funcionario de Buenos Aires, compañero de tareas de un pariente de
los que integraban la Intervención Federal.
Este funcionario, R.S., nacido en España y exiliado por ser repu-
blicano, sin hijos en su matrimonio, fue aconsejado para que visitara
San Juan, precisamente por haber allí numerosos chicos huérfanos.
Inmediatamente O.V. lo conquistó por su simpatía y decidió llevarla
consigo a Buenos Aires. Ella se resistió un poco porque la separaban
de una amiguita que había hecho en el hospital y pretendía que fueran
juntas.
R.S. tuvo oportunidad de informarse de la familia de la niña por la
abuela, quien más adelante le transmitió esos detalles.
Al fin viajó en tren sin su amiguita y sólo con la ropa puesta, pero
por su simpatía conquistó a todos los compañeros de viaje. Sorprendió
también a R.S. pues a pesar de su corta edad utilizaba correctamente
los cubiertos.
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 47

En Buenos Aires conoció a la esposa, A. de S., que también la


aceptó de buen grado.
Una vez sancionada la Ley nº 13.252 de Adopción, el matrimonio
S. comenzó en Buenos Aires un juicio que al parecer duró bastante,
pues antes de concluir falleció el juez a cargo; su sucesor, en febrero
de 1955, concedió la adopción al matrimonio S. disponiendo que O.V.
sustituyera su apellido de sangre por el del matrimonio adoptante.
Durante mucho tiempo fue visitada por una asistente social que verifi-
caba el trato que se le daba, revisando incluso el guardarropa.
Fue siempre tratada con cariño sin hacer distingos por su carácter
de hija adoptiva, vestida en un negocio muy de moda y educada co-
rrectamente. Por tener dificultades para dormir, se ocuparon de pro-
porcionarle un tratamiento con una psicóloga.
Tuvo siempre una muy buena relación con su padre adoptivo, un
hombre de una gran cultura, pero no tanto con su madre adoptiva, muy
exigente en cuanto a limpieza se trataba.
Curiosamente, sólo fue rechazada por el resto de la familia de S. y
por el personal de servicio que le hacía notar su situación de adoptiva.
Tenía 16 años cuando falleció su padre adoptivo y el aislamiento
con la familia se agrandó, incluyendo desde entonces a la madre
adoptiva.

Esta situación con los niños de San Juan, inspiró a un periodista


de La Prensa el siguiente comentario, publicado en la sección Actuali-
dad, el 2 de febrero.
Los sentimientos caritativos de la población del país se han pues-
to de manifiesto, con motivo de la catástrofe de San Juan, es el deseo
expresado por muchísimas personas de hacerse cargo de tantos me-
nores huérfanos o abandonados como han quedado. Hoy, más que
otras veces, en consecuencia, se hará sentir el vacío de nuestra legis-
lación al no haber establecido la adopción.
Esa falta ha sido la causa de que muchos hogares sin hijos se
abstuvieran de tomar bajo su protección a menores huérfanos o aban-
48 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

donados, pues las condiciones en que actualmente las autoridades


puedan entregarlos a personas caritativas no eran vinculaciones de
derecho que signifiquen una incorporación del menor a la familia de
sus protectores, con los derechos y obligaciones inherentes al nuevo
estado, sino una simple agregación de carácter precario, sin que los
padres pierdan los derechos de la patria potestad. En tales condicio-
nes ante la perspectiva de que aquellos puedan romper de súbito un
afecto nacido en el correr de años de convivencia y cuidados, de gente
caritativa se ve obligada a contener sus impulsos generosos.
En el Congreso existe, desde el año 1928, un proyecto de ley que
incorpora la adopción al régimen de la familia. Es sensible que no
haya sido considerado, pues, aparte de llenar una necesidad en épo-
cas normales, hubiera sido de gran utilidad en esos momentos.
Pero, volviendo al despertar los sentimientos caritativos en esta
ocasión, creemos necesario advertir a las autoridades y a las mismas
personas caritativas los inconvenientes y peligros de resoluciones pre-
cipitadas, tomadas al calor de inspiraciones súbitas de los sentimien-
tos de conmiseración que producen tantas criaturas desamparadas.
La adopción, aunque sea la adopción de hecho de nuestro país, debe
ser un acto reflexivo y muy meditado. Los sentimientos caritativos,
por hondos que sean, se enfrían, sobre todo cuando han surgido al
golpe de un desusado latido del corazón. Debe pensarse serenamente
en esta flaqueza humana y en el daño que se causaría a quien ahora
se desea proteger, si la resolución inicial perdiera la firmeza del
primer momento.
Por otra parte, muchos de los menores que necesitan protec-
ción pueden tener parientes en su misma provincia, que deseen
protegerlos y que tendrían más derecho que un extraño porque
llevan su misma sangre. Aunque esta circunstancia no pueda ser
conocida en los primeros momentos, es juicioso tenerla muy en
cuenta, porque el ambiente familiar y provinciano son, sin duda,
más propicios que el hogar extraño y el transplante a mucha dis-
tancia del lugar de nacimiento.
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 49

Muy plausible es la actitud de tanta persona generosa que quiere


prestar su ayuda en esta hora en la forma más noble, dando una parte
del calor de su hogar. Pero aconsejamos serenidad y reflexión antes
de adoptar una determinación.
Estas brillantes reflexiones deben inspirar a quienes quieran hoy
adoptar un niño. Tanta vigencia tienen. Actualmente contamos con
una Ley de Adopción que reglamenta los pasos a seguir y las conse-
cuencias de su otorgamiento, pero en aquel momento había una laguna
en la legislación que obligó a resolver los casos con buena voluntad.
LAS TORRES DE LA CATEDRAL

Como no podía ser menos, también la Catedral, con sus


emblemáticas torres, sufrió las consecuencias del terremoto.
La Nación informaba el día 27 de enero que ese día serían demoli-
das las torres de la Catedral que entrañaban peligro de derrumbe. Perso-
nal especializado de Yacimientos Petrolíferos Fiscales dio término a los
trabajos correspondientes a la colocación de cables de acero para proce-
der al día siguiente a las 8 a demoler las torres de la Iglesia Catedral.
Esta tarea se cumplió efectivamente el día 28 en horas de la tarde.
A la entrada del sol, cayó la otra torre de la Catedral, vencida por el
esfuerzo de los soldados zapadores pontoneros y por la poderosa
grúa que los secundaba. Pocas personas presenciaron la culminación
de la faena con que se dio el golpe de gracia a la ilustre iglesia matriz
de San Juan de Cuyo, que vio consagrar a tantos preclaros sacerdotes
y postrarse ante sus altares a lo más calificado de las generaciones
sanjuaninas.
Fatigosa maniobra y rudos forcejeos debieron realizar los hom-
bres de Yacimientos Petrolíferos Fiscales para completar la obra que
el temblor dejó diseñada en diez segundos, pero al final la segunda
torre, que persistía airosa como si se resistiera a dejar un claro ya
imposible de cubrir en el cielo y en el recuerdo de la ciudad, cayó
estrepitosamente con sus campanas centenarias y prestancia colonial,
entre una escolta de palomas azoradas.
Un paredón informe, en el que se yerguen solitarias las imágenes
de dos apóstoles, es ahora vestigio sobreviviente de esta gloria de la
tradición y de la piedad sanjuanina (La Nación 29/01/44). (Ver fotos
nº 20; 21 y 22).
Uno de estos apóstoles, San Lucas, que está de pie tiene un libro
abierto en una de sus manos y un elemento para escribir en la otra.
52 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Muchos recordarán que entonces se decía que era para llevar la cuenta
de los años que tardaría en reconstruirse la ciudad. Actualmente, se lo
ve en el costado norte de la nueva Catedral llevando la cuenta de
alguna otra cuestión demorada.
Es necesario recordar también el reloj que adornaba una de las
torres de la Catedral. Fue colocado en 1851 y al parecer era de fabrica-
ción alemana.
En la fotografía nº 21 puede verse el reloj detenido precisamente a
la hora del terremoto.
Después de la demolición de la Catedral, el reloj fue localizado en
un comercio de compraventa de cosas usadas. Luego apareció en el
Hogar de Ancianos Balmaceda para después perderse su rastro (Mo,
Fernando. “Cosas de San Juan”, Editores del Oeste, 1984, tomo III;
pág. 149).
Durante la remoción de escombros de la Catedral, el 24 de febrero
se rescataron los restos del primer Obispo de San Juan, Fray Justo José
de Santa María de Oro, que estaban en el panteón de los obispos.
LAS AUTORIDADES

El 21 de diciembre de 1943, por Decreto nº 17.116, fue aceptada


la renuncia al cargo de Interventor Federal en San Juan, al Capitán de
Navío (R) D. Jorge Godoy. Dos días después, por Decreto nº 17.531
del 23/12/1943, es designado en su reemplazo el Dr. David Uriburu.
Ante su propuesta, fueron designados Secretarios de la Intervención
Federal en San Juan los Dres. Luis María de Pablo Pardo, Enrique von
Grolman y el Ingeniero Romeo Miguel Gaddi (Dec. nº 17.752/43).
Al parecer, el Dr. David Uriburu no se hizo cargo de la Interven-
ción hasta el día 10 de enero de 1944, porque con fecha del 15 de
febrero de ese año, se dictó el Decreto nº 3.467/44 que con efecto
retroactivo designó interinamente como Interventor Federal en San
Juan, durante el tiempo comprendido entre el 23/12/1943 y el 9/01/
1944, al Teniente Coronel D. Juan Berretta.
Es decir que el Dr. David Uriburu estuvo a cargo de la Intervención
Federal en San Juan desde el 10 de enero de 1944 hasta el 27 del mismo
mes y año en que le fue aceptada la renuncia. En total fueron 17días.
El decreto nº 1.853 del 27 de enero de 1944, en el que se aceptaba
la renuncia al Dr. Uriburu, en sus fundamentos pone de manifiesto el
elevado propósito de facilitar la acción de gobierno y revelar, asimis-
mo, un ponderable espíritu patriótico y abnegado, como tuvo oportu-
nidad de demostrarlo en las trágicas circunstancias que asolaron la
provincia a su cargo. Que el Gobierno, valorando la breve pero ex-
traordinaria actuación del dimitente, considera necesaria su colabo-
ración en la obra de la Revolución y debiendo proveer al cargo de
Interventor Federal en la Provincia de Corrientes, se acepta la renun-
cia de Uriburu como Interventor Federal en San Juan y se lo designa
para el mismo cargo en Corrientes.
54 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

El 27 de enero, por Decreto nº 1.855, se designó interventor Fede-


ral en San Juan al Coronel Humberto Sosa Molina. De esa manera
quedaban en manos de la misma persona la autoridad civil y la autori-
dad militar. Esta unificación, seguramente, vino a resolver problemas
que se plantearían por los conflictos surgidos de criterios dispares
entre las dos autoridades. El Coronel Sosa Molina permaneció en ese
cargo hasta el mes de agosto, cuando fue ascendido y designado inter-
ventor en otra provincia.
Existió la versión de que el Dr. Uriburu y sus colaboradores desapa-
recieron de San Juan la misma noche del terremoto volviendo apresura-
damente a Buenos Aires, de donde habían partido sólo cinco días antes.
Sin embargo, hay noticias en los periódicos que dan cuenta de la
presencia de ellos en San Juan colaborando activamente en la organi-
zación del auxilio a las víctimas. Así, el enviado especial del diario
Los Andes de Mendoza, comentó haber entrevistado el domingo 16 a
las 7 horas al Dr. Uriburu en la plaza 25 de Mayo, donde había
instalado su oficina, frente a la que había sido la Gobernación. Infor-
mó el Interventor en esa entrevista que se habían adoptado las medidas
más elementales para el auxilio de heridos y remoción de escombros
para evitar el peligro de derrumbes y descubrir muertos o heridos.
Agregó que era imposible determinar el número de víctimas y que el
80% de los edificios había sido destruido. Expresó su satisfacción por
la cooperación médica de Mendoza y de fuerzas militares. En cuanto
al aprovisionamiento de la población dijo que se habían dispuesto 100
reses cuya distribución se estaba organizando y que desde Mendoza
llegaba una columna de abastecimiento.
Por su parte, el Ministro de Gobierno de la Intervención Federal,
Dr. De Pablo Pardo, informó que de la cárcel de Marquesado se había
fugado una cantidad de penados sin conocerse el número, pero se
dieron órdenes para dar con el paradero de los fugados.
Estas dos noticias fueron publicadas en la Edición Especial que
editó el Diario Los Andes de Mendoza el día 16 de enero.
En la edición del día 17 de enero, Los Andes informaba que el
Ministro del Interior, General Luis E. Perlinger, recorrió la ciudad en
compañía del Interventor Federal Dr. David Uriburu.
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 55

Los Andes del martes 18 informaba que fue ordenada la evacua-


ción de la ciudad de San Juan. El Secretario de Gobierno, Dr. De
Pablo Pardo, anunció en un comunicado que sería evacuada la ciudad
y que la resolución probablemente se aceleraría para evitar los peligros
de orden sanitario debido a la gran cantidad de cadáveres que yacían
bajo los escombros y que, al no poder ser removidos, podían infectar
la atmósfera y tornarla insalubre. Por su parte, el Interventor Federal
se instaló en el Escuela Normal Sarmiento, dejando la plaza 25 de
Mayo para que se instalase el Comando Militar.
Por su parte, el Secretario de Obras Públicas, Ingeniero Gaddi,
solicitó la colaboración de un funcionario del gobierno de la provincia
de Buenos Aires para que cooperase en los estudios de reconstrucción
de la ciudad.
Ese mismo 18 de enero, el enviado especial de La Nación entre-
vistó al Interventor Dr. Uriburu quien formuló declaraciones destacan-
do la colaboración de la población que voluntariamente se evacuaba
facilitando las tareas de remoción. Es más, emitió opinión sobre que la
ciudad podría rehacerse en el mismo lugar aprovechando los servicios
de pavimentación, electricidad, teléfonos, caminos, vías férreas, aguas
corrientes, etc., que habían quedado en buen estado.
El día miércoles 19, informaba el mismo matutino que el Interven-
tor Federal Dr. Uriburu, ante noticias de especulación con la venta de
naranjas y limones, dispuso la inmediata inspección municipal com-
probándose que comerciantes inescrupulosos estaban realizando una
incalificable especulación, por lo que estudiaban las sanciones perti-
nentes.
También informó que el Presidente de La Nación, el General de
División Pedro Pablo Ramírez, de visita en San Juan celebró una
reunión en la Escuela Normal Sarmiento, con presencia del Interventor
Federal y sus colaboradores, el Secretario de Obras Públicas Ing. Gaddi
y los de Hacienda e Interior, después de hacer una recorrida por la
ciudad en compañía del Interventor Federal y sus colaboradores, pu-
blicando una fotografía donde sin duda se los podría reconocer.
56 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Por último, hay que hacer notar que en el acto de asunción del
nuevo Interventor Federal, Coronel Sosa Molina, el día 31 de enero,
estuvo presente el Dr. David Uriburu. Además, se anunció la partida
de Uriburu y sus colaboradores inmediatos hacia Buenos Aires en el
tren del día lunes 31 a las 17.30 hs (Los Andes 29/01/1944).
Estas noticias desvirtuarían aquella versión de la huida apresura-
da del Interventor Uriburu y su comitiva, pues parece constante la
presencia de ellos en la ciudad disponiendo medidas para solucionar
problemas.
Según los fundamentos del Decreto nº 1.853 del 27 de enero, por
el que el Gobierno Central acepta la renuncia de Uriburu, la labor
cumplida por este funcionario habría sido muy eficaz.
Otro tanto habría ocurrido al menos con su colaborador el Ingenie-
ro Gaddi, cuya renuncia no fue aceptada por el Coronel Sosa Molina
porque desde los primeros momentos luego de ocurrida la catástrofe
afrontó los gravísimos problemas que se plantearon, esbozando planes
y proyectos que en su mayoría se llevaron a la práctica con resultados
positivos (Los Andes 29/01/1944).
SE REANUDA LA ACTIVIDAD

El restablecimiento de las comunicaciones telefónicas y telegráfi-


cas, la iluminación, el servicio de ómnibus urbano, la conveniente
distribución de los víveres y ropas y el estado sanitario, que podía
calificarse de muy bueno, permitieron retornar al trabajo.
El Decreto de la Intervención Federal nº 3 del 23 de enero estable-
ció los requisitos para reabrir comercios para la venta de artículos de
primera necesidad. Debían presentarse ante el Servicio de Sanidad y
Administración dependiente de la Secretaría de Obras Públicas solici-
tado la autorización respectiva, indicando lugar de ubicación del local,
estado en que se encontraba y si no corría peligro por el estado de
edificios vecinos, el estado de la mercadería a la venta y una lista de
precios. Concedida la autorización, esa lista debía estar a la vista del
público y, en caso de comprobarse infracciones por el cobro de mayo-
res precios a los autorizados o de venta de alimentos deteriorados, se
procedía a la clausura del negocio, al decomiso de la mercadería y a la
detención del comerciante a disposición del Comando Militar.
La Nación del 2 de febrero daba cuenta de que se reanudaba la
actividad aumentando el número de negocios de almacén, rotisería y
tiendas que reabrían sus puertas. Por su parte, La Prensa informaba
que la actividad en todas las municipalidades de la zona afectada y del
resto de la provincia, que fue interrumpida a raíz del terremoto, había
sido reanudada y atendían regularmente los servicios públicos.
La panadería de Castro García estaba produciendo a fin del mes
de enero 2.000 kg. diarios de pan, se sumaría en esos días otro estable-
cimiento y tres más la siguiente semana, con lo quedaría asegurada la
provisión de pan para toda la población (Los Andes 31/01/1944).
Las radios locales demoraron en reaparecer, recién lo hicieron el
11 de marzo, oportunidad en la que transmitieron en cadena un mensa-
58 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

je del Interventor Federal, Coronel José Humberto Sosa Molina (La


Nación 12/03/1944).
Como se había dispuesto un racionamiento de alimentos, se entre-
garon tarjetas de provisión a los pobladores más necesitados, eran de
diferentes colores según el centro de distribución de manera de poder
utilizarlas sólo en el correspondiente domicilio de cada vecino. Esta
tarjeta habilitaba a recibir un paquete con alimentos para la familia,
éstos debían llevar los envases necesarios para retirar los víveres. En
el cuadernillo de fotografías hay algunas muy elocuentes en las que se
ven largas colas para recibir comida o leche (fotos nº 25 y 26).

La Intervención dispuso que a partir del día lunes 7 de febrero,


entraría en vigor una reducción de los beneficiados con tarjetas de
racionamiento. Sólo se daría a los más necesitados, excluyendo aque-
llos que percibían sueldos del gobierno, de empresas y patrones parti-
culares (La Nación 5/02/1944).
Dos semanas más tarde, los viñateros e industriales pidieron a la
Intervención que se suspendiera el racionamiento porque no podría
hacerse la vendimia, ya que los obreros se mostraban reacios a dedi-
carse a las tareas agrícolas debido al suministro gratuito de víveres por
parte del estado (La Nación 22/02/1944).
Esta petición fue receptada favorablemente por la Intervención que
dispuso una severa restricción del racionamiento, quedando limitada a
casos perfectamente justificados. Esta medida permitió aliviar la necesi-
dad de personal por parte de comerciantes locales, viñateros e industria-
les, pues con ello aumentó la afluencia de hombres y mujeres a los
lugares donde se necesitaban personas de trabajo (La Nación 22/02/
1944). El día 29 se suspendió definitivamente el racionamiento para que
hubiera mano de obra para la vendimia (La Nación 28/02/1944).
Ese año se fijó el precio de la uva para vinificar en $ 9 el quintal,
es decir 100 kg.
Paralelamente, la Intervención Federal dispuso que se pagara a los
cosechadores de la vendimia la cantidad de $ 0.10 por gamela de 20
kg recolectados en viña espaldera y $ 0.11 en viña de parral. (La
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 59

Nación 18/03/1944). Esto se dispuso por Decreto de la Intervención nº


46 del 3/02/1944 que también fijó en $3.50 como mínimo el jornal de
los obreros que trabajaran en bodegas, industria, comercio, canteras y
minas o $ 2.70 y la comida. A los obreros que trabajaran en la cosecha
de uva para exportar se les debía pagar $ 3 o $ 2.20 diarios y la
comida. Eso sí, las mujeres por realizar la misma tarea ganarían un
jornal de $ 2.30 o bien $ 1.50 y la comida.
LA SALUD DE LA POBLACIÓN

En cuanto ocurre una catástrofe como lo fue un terremoto destruc-


tivo de gran magnitud como el de San Juan en 1944, surge la necesi-
dad de atender en un cierto orden todos los emergentes que aparecen.
El primer paso es socorrer a las víctimas. Para esto es necesario,
en la mayor parte de los casos, remover escombros para rescatar a los
sobrevivientes. Esto debe hacerse con urgencia pues casi siempre hay
heridos y una demora en la atención puede ser fatal. Una vez rescata-
dos deben ser trasladados a un lugar adecuado donde se concentre la
atención médica.
Otra tarea que requiere urgencia es la de enterrar los cadáveres,
pues rápidamente puede empezar la descomposición y con ella las
epidemias.
Simultáneamente, debe consolarse a los sobrevivientes y asegurar
la continuidad del abastecimiento. Esta tarea es fundamental, pues
quienes sobrevivieron están sumamente afectados por la tragedia y las
pérdidas sufridas, tanto afectivas como materiales, y por lo tanto pro-
pensos a sufrir desequilibrios en su salud.
Esta etapa de emergencia hace desaparecer todos los conflictos,
une a todos contra lo que la naturaleza les envió. Pero esto es transito-
rio, ya que superada esa etapa renacen algunos conflictos y surgen
nuevos, en especial aquellos vinculados con la seguridad y, más ade-
lante, los relacionados con la reconstrucción.
San Juan siempre fue de clima seco, circunstancia que evitó la
inmediata descomposición de los muertos, pero las fuertes lluvias que
azotaron la zona los días siguientes al terremoto afectaron gravemente
esa situación.
Se tomaron medidas drásticas como la de incinerar en grandes
fosas a los cadáveres trasladados al cementerio, pero las dificultades
62 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

para poder cumplir esa tarea y la gran cantidad de víctimas hizo que
poco después se ordenara la inmediata cremación en el lugar en que se
los encontrara.
Pudo haberse considerado esa medida como extrema, pero sin
embargo, seguramente contribuyó a que la salud de la población, por
la que tanto se temía, no resultara afectada. Esta medida fue mantenida
hasta el 19 de febrero y se la dejó sin efecto por el excelente estado de
salud en que se encontraba la población.
Hubo una circunstancia que ayudó mucho: el agua corriente siem-
pre fue potable y no se convirtió en vehículo de transmisión de enfer-
medades.
Se instalaron en muchos puntos de la ciudad puestos sanitarios
donde se vacunaba a todo el mundo sin excepción, entregando una
constancia de ello que para desplazarse de un lugar a otro era necesa-
rio tener consigo. En el cuadernillo de fotografías pueden apreciarse
los puestos sanitarios que se mencionan, fotos nº 23 y 24.
El comando de la zona militar hizo saber que las personas que no
hubieran cumplido con las disposiciones referentes a la vacunación no
recibirían alimentos hasta que no hubieran satisfecho ese registro, por
razones elementales de previsión contra posibles epidemias, impo-
niendo a todos los ciudadanos la obligación ineludible de protegerse y
proteger a los demás vacunados (La Nación 31/01/1944).
Para entrar o salir de la zona militar era necesario exhibir el certi-
ficado de vacunación antitífica y antivariólica (Los Andes 25/01/1944).
Se establecieron 36 puestos sanitarios en los que se aplicaban vacunas
gratuitamente y para el 20 de enero se habían inoculado 37.000 dosis
(La Nación 21/01/1944).
Para el 31/01/1944 se habían aplicado 120.833 vacunas antitíficas,
8.455 antivariólicas y 23.501 antidiftéricas. (Los Andes 31/01/1944).
También como medida de prevención se había ordenado el éxodo
de la población, medida que se cumplió utilizando trenes que traslada-
ron a miles de sanjuaninos a Mendoza, Buenos Aires y a otros lugares
(Los Andes 18/01/1944).
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 63

Pero la eficacia con que se protegió sanitariamente a la población


hizo que esa medida pronto quedara sin efecto, aunque ya habían
salido de San Juan enormes cantidades de personas.
Para el día 28 de enero se consideró terminada la asistencia de
heridos en el terremoto. La mayoría había sido dada de alta y habían
sido trasladados a Mendoza aquellos que requerían largos tratamientos
o cuidados especiales. No obstante ello, los puestos sanitarios que se
instalaron durante la emergencia en la Escuela Normal Sarmiento, en
el Colegio Nacional y en el Colegio Don Bosco continuaron abiertos
para prestar servicios sanitarios de otro orden, ya que los sitios habi-
tuales no se encontraban aún rehabilitados.
La salud de la población en general no se vio afectada seriamente,
sin embargo se advirtió la proliferación de moscas, que en una situa-
ción como aquella significaba un peligro mayor.
Los médicos en San Juan se encontraban sin destino fijo, ya que
tuvieron que abandonar los consultorios que estaban inhabilitados, la
mayoría de ellos ubicados en la zona céntrica, donde los daños en la
construcción se sintió más. Debe tenerse en cuenta además, que la
población se había visto reducida por el éxodo y los heridos traslada-
dos a Mendoza.
EL SÍNDROME POSTRAUMÁTICO

Interesado en conocer la opinión de los expertos con relación al


tratamiento de lo que se llama síndrome postraumático, consulté con
la Organización Panamericana de la Salud donde felizmente encontré
al Dr. José Luis Zeballos, Consultor en Sistemas y Servicios de Salud,
Preparativos para Emergencias y Desastres. Ésta es la respuesta que
recibí y que transcribo textualmente porque su contenido es sumamen-
te valioso y debe ser tenido muy en cuenta por las autoridades y
también por la población de zonas de riesgo.
El olvido o la negación como un mecanismo de defensa no es
aconsejable. De cada desastre natural o de otro origen se deben reco-
ger experiencias, “lecciones aprendidas” y aplicarlas en el contexto de
los preparativos de una comunidad para afrontar situaciones similares,
al nivel de ciudadanos y la comunidad en su conjunto, saber cómo
prepararse, cómo responder y cómo recuperarse. Los preparativos para
desastres naturales en áreas vulnerables son parte de la planificación
urbana y parte de la planificación para el desarrollo.
Un área geográfica vulnerable a por ejemplo terremotos, debe
tener códigos y regulaciones para construcciones antisísmicas, meca-
nismos de respuesta efectiva en casos de desastre y un buen programa
de preparativos para la comunidad.
Recuérdese aquel viejo dicho “Quien no aprende de las lecciones
del pasado está condenado a repetirlo” y los terremotos son recurren-
tes en el tiempo y sus efectos están en función de la densidad demo-
gráfica, de la magnitud o intensidad del terremoto medidos en las
escalas Richter o Mercally respectivamente, de la hora de ocurrencia
(día o noche), del tipo de ondas (vibratorias o trepidatorias), de la
profundidad del foco, del tipo de construcciones y otras variables a
66 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

las que se debe sumar el grado de preparación de una población y sus


instituciones para afrontar este tipo de desastre.
Después de un terremoto aparte de las víctimas o personas con
traumatismos, en buena parte de la población se desarrollan manifes-
taciones de ansiedad (hipertensión arterial, trastornos
cardiovasculares, trastornos del sueño, enuresis en los niños, diversas
manifestaciones psicológicas, incremento del aborto, etc.) que están
bien caracterizadas en varias publicaciones de la OPS. Se ha demos-
trado que la asistencia psicológica grupal a la población afectada en
manos de profesionales expertos e inmediatamente después del desas-
tre ha tenido beneficios evidentes, por lo menos ayuda a aliviar el
estrés que en estas circunstancias es enorme.
Este es un tema que no puede ser considerado menor. Merece toda
la atención de las autoridades y que se tomen todas las medidas nece-
sarias para minimizar los daños en la salud de los afectados.
Entre mis entrevistados, O.V., que fue rescatada de entre los es-
combros por un sabueso, toda su vida tuvo gran temor ante los perros,
pese a que uno de ellos colaboró en su salvación. También tenía pro-
blemas para conciliar el sueño por temores nocturnos. No son proble-
mas menores y no siempre se habrán de manifestar de inmediato.
Pueden tardar décadas en aparecer. Y comprende no sólo la enferme-
dad psíquica sino otros problemas como el duelo, la aflicción y la
depresión. Todas estas consecuencias deben ser contempladas a me-
diano y largo plazo.
LOS PRESOS DE LA CÁRCEL

La Nación del día domingo 16 daba cuenta de un hecho que en


definitiva no se pudo comprobar con exactitud. El mencionado matuti-
no informaba que todos los presos de la cárcel se dieron a la fuga. Sin
embargo, en otras informaciones puede verse que el Director de la
cárcel autorizó la liberación de los presos para que pudieran asistir a
sus familiares y para que colaboraran con las tareas de salvamento con
el compromiso de regresar al terminar esa tarea. Por supuesto que la
gran mayoría regresó luego para cumplir sus respectivas condenas.
En el diario Los Andes, en una edición especial del 16 de enero, se
publicó que el Ministro de Gobierno de la Intervención Federal, Dr. De
Pablo Pardo, informó que de la cárcel de Marquesado se fugaron una
cantidad de presos y que se dieron órdenes para dar con su paradero.
Existen las dos versiones periodísticas, una que se fugaron, otra
que se les dio autorización para socorrer a familiares y colaborar con
el auxilio a las víctimas.
La verdadera es la segunda. En el diario Los Andes del día 20 de
enero, página 7, hay una nota –Un panorama actual de San Juan en
ruinas– donde el enviado especial comentaba haberse dirigido a la
cárcel del Marquesado donde los guardiacárceles manifestaron que no
era exacto cuanto se dijo a los periodistas respecto de una fuga en
masa de la cárcel que no fue afectada por el terremoto. Lo cierto es
que pasada la confusión del primer momento y ante el clamor de los
procesados, el director accedió a permitirles que salieran a fin de
procurar ayuda para sus familiares, siempre que prometieran retornar
luego de haberlos visto. La mayoría regresó, incluso algunos condena-
dos a cadena perpetua.
En la misma edición se informó que en el momento del terremoto
había 327 reclusos y que el día 19 habían regresado 152 internos.
68 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

El mismo diario, el día 28 informaba que faltaron hasta esa fecha


66 procesados y 19 penados, algunos de los cuales ya estaban deteni-
dos en el Departamento Central de Policía esperando la habilitación de
vehículos para el traslado.
En el mes de marzo, el día 20, por Decreto de la Intervención
Federal se autorizó el trabajo bajo vigilancia en la recuperación de
materiales, muebles y útiles de las escuelas provinciales afectadas por
el terremoto de penados y procesados con buena conducta, y se les
pagaría un salario no mayor de $ 2.50, que sería abonado con el
“Fondo de ayuda a San Juan”. Debe tenerse en cuenta que se había
fijado el salario diario de $ 2.30 para las mujeres que trabajaban du-
rante la vendimia en la recolección de uva para exportar.
HÉROES ANÓNIMOS Y MILAGROS

Fueron muchas las heroicas acciones de hombres, mujeres y niños


que anónimamente salvaron vidas de semejantes después del terremo-
to, a veces con el costo de sus propias vidas.

Desde el Tontal
Jorge Marcelo Moya es hoy un joven maestro jubilado de 84 años.
En enero de 1944 era maestro en la escuela “Saturnino S. Araoz”
ubicada en Barreal, Departamento de Calingasta. Debido al crudo in-
vierno de ese lugar, las vacaciones escolares eran de un mes y medio
en diciembre y primera quincena de enero y luego mes y medio en
invierno. El 15 de enero de 1944 Moya estaba listo junto con otros
maestros para iniciar las clases el lunes 17 y aunque la mayoría vivía
en la Capital, se habían presentado días antes para recibir la inscrip-
ción de los alumnos. A las 20.49 horas sintieron un temblor fuerte sin
que se produjeran daños. Poco después de medianoche fueron avisa-
dos por un maestro de otra escuela sobre la gravedad del movimiento
sísmico en San Juan y que todos los vehículos disponibles en Barreal
viajaban a esa ciudad. Con otro compañero y amigo, Hermógenes
Lucero, con la ropa que tenían en ese momento, salieron en busca de
transporte hacia San Juan, encontrando que en el ómnibus no tenían
cabida pues ya estaba completo. En esa época se estaban construyendo
en Barreal los cuarteles para el ejército, hoy ocupado por Gendarmería.
Se enteraron de que el Ingeniero a cargo de la obra dispuso el envío de
dos camiones, obreros y herramientas, ellos solicitaron que los lleva-
ran y partieron en los camiones a las 2 de la madrugada. Fueron
acomodados en la caja de uno de los camiones. Poco antes de Calingasta
los obreros hicieron parar el camión para comprar comida en un alma-
cén. En esa parada Moya fue reconocido por el conductor del camión,
70 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Nene Miranda, un amigo de la niñez que los invitó a viajar en la


cabina donde estarían más cómodos. Encontraron la ruta cerrada a
causa de deslizamientos de la ladera de los cerros de poca importancia,
que los obreros con sus herramientas se ocuparon de quitar, hasta que
al llegar al kilómetro 106 ó 108 fue imposible continuar debido a un
derrumbe de gran magnitud. Igual que otros vehículos, regresaron para
dirigirse a Mendoza por Uspallata, para llegar a San Juan desde el sur.
Poco después, el camión en que viajaban tuvo un desperfecto en la
dirección y no pudieron continuar. El conductor Miranda les pidió que
se quedaran cuidando el camión, que tenía cosas valiosas, mientras
volvía de Calingasta con otro camión. Pasó el resto de esa noche y
todo el día domingo sin que nadie apareciera; soplaba un fiero viento
y en la cabina se mecían como en una cuna con cada réplica o temblor.
Sólo apareció otro maestro en una moto que les dio noticias de lo
sucedido en San Juan y un pedazo de pan que compartieron con los
otros obreros que también esperaban. El lunes a primera hora, entre
todos decidieron caminar hasta Pachaco, 25 km hacia San Juan ya que
se encontraban a igual distancia que de Calingasta. Antes de partir,
nuestro amigo Moya tomó del camión una pinza y un rollito de alam-
bre fino, que luego utilizaría para unir una goma a la suela a sus
pantuflas de badana que rápidamente se destrozaban con el roce del
áspero camino de macadam. Sólo pudieron llevar agua del río, que en
ese momento tenían muy cerca, pero apenas un litro en una botella de
vino que había quedado vacía. A las 14 llegaron a Pachaco donde
esperaban encontrar a la policía en el destacamento allí ubicado. Pero
no encontraron más que un caminero sin comida ni siquiera para él ya
que todo el personal policial había sido desplazado a la ciudad.
A las 14.30 empezaron a subir la cuesta del Tambolar llegando a
las 17.30 a Isla del Sauce, donde había otras 8 ó 10 personas varadas
sin movilidad ni comida. En ese lugar se quedaron los obreros, pero
los dos maestros, pese al calor y las dificultades que enfrentaban,
continuaron a pie hacia San Juan. La voluntad de Lucero empezó a
desmoronarse, quería quedarse sentado en el lugar al que ya habían
llegado, pues al arribar a cada puesto caminero donde no tenían con
que ayudarlos las frustraciones se sumaban. En el puesto caminero a la
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 71

entrada del río Uruguay, la situación se repitió una vez más, fueron
informados de que Vialidad enviaba cada quince días mercadería para
dos semanas y precisamente el 16 tendría que haber llegado. Hasta ese
momento sólo habían tomado agua. Durmieron esa noche en el puesto
y siguieron con la caminata hasta llegar a la entrada de Zonda a las 14
del martes 18.
En ese lugar un jovencito cosechaba tomates y le pidieron uno que
generosamente les entregó junto con una rodaja de pan que trajo desde
su casa en la cercanía. Fue la primera comida a casi sesenta horas de la
última comida el 15. Más adelante, en una almacén, después de rogar,
le entregaron a Moya un par de alpargatas para suplir las casi
inexistentes pantuflas. Inexistentes y desparejas pues le había agrega-
do a la suela un pedazo de goma de 1 cm a una y a la otra un pedazo
de suela más fina. Por supuesto que sus pies estaban llenos de ampo-
llas, algunas de las cuales sangraban. En ese lugar se enteraron de que
unos vecinos estaban mudando la casa de la ciudad a Zonda, transpor-
tando los muebles en un ómnibus al que le habían sacado los asientos.
Ubicaron la casa y con gran sorpresa Jorge Moya descubrió que era la
familia Recabarren Gallardo, vecinos de su casa en la ciudad, pero no
pudieron darle noticias de su familia. En ese ómnibus llegaron hasta el
Parque de Mayo ya en la ciudad, donde se guarecía muchísima gente
cubriéndose con lo que podía, pues el ejército había entregado algunas
carpas pero que no alcanzaban para todos.
Por fin llegó Moya a su casa, prácticamente intacta salvo por la
cornisa del frente caída y el zaguán, que era el paso entre dos patios,
derrumbado y que aplastó a su madre provocándole la muerte. Ella
había sido sepultada en el cementerio de Pocito después de haber sido
trasladada oculta ya que donde encontraban un cadáver lo incineraban
de inmediato.
Se reencontró con el resto de la familia; se curó las heridas de los
pies en la finca del hermano en Carpintería, pero en la segunda quin-
cena de febrero ya estaba de regreso en Barreal, listo para continuar
como maestro en la escuela de siempre, como siempre. Debe destacar-
se que los maestros Marcelo Moya y Hermógenes Lucero dictaron
además clases nocturnas para adultos en forma honoraria.
72 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Esta historia apareció tiempo después en el diario Tribuna, en un


artículo que firmaba el maestro Manuel Gilberto Varas, con el título
que puse a este capítulo, y el mismo que el maestro Varas incluyó en
el libro “Terremoto de San Juan”, página 10, de la editorial Luis
Laserre.
Que sirva esta historia de dos maestros como homenaje a tantos
maestros sanjuaninos que después del terremoto siguieron enseñando
y sufriendo con sus alumnos la triste historia de cada uno de ellos. Los
mismos maestros que hoy deben enseñar cómo actuar en una emergen-
cia como la de 1944 ó 1952 ó 1977.

El avestruz salvador
Mientras unos obreros trabajaban en la remoción de escombros
frente a la Castellana, se escucharon golpes apagados semejantes a un
continuo repiquetear. Se movilizaron en esa dirección y poco después
rescataron con vida un niño de unos ocho años. Cuando lo atendían se
escuchó nuevamente el repiquetear, por lo que regresaron al mismo
lugar retirando más escombros hasta que encontraron un pichón de
avestruz que picoteaba la jaula en que estaba encerrado, ignorante éste
de que era el autor del milagro que permitió salvarle la vida al niño
rescatado (Los Andes 22/01/1944).

Electricista olvidado
Al ocurrir el terremoto, un adolescente de 14 años jugaba en el
patio de su casa. Cuando sintió el sismo corrió a la calle donde se
enredó en un cable caído en la vereda. Esto ocurría frente a la usina y
un electricista que prestaba servicios allí, al ver la situación compro-
metida del joven vecino, sin dudar, cortó con sus herramientas el cable
que lo retenía. Pero en ese instante recibió una descarga eléctrica
fulminante que le robó la vida. El destino dispuso que esta historia no
fuera olvidada y pudiera ser contada por el mismo jovencito rescatado
(La Nación 20/01/1944).
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 73

Madres sustitutas
Ante la situación en que se encontraban muchos bebés que perdie-
ron a sus madres, se solicitó entre las familias desamparadas ayuda
para amamantarlos. Resultaba doloroso ver desfallecer a los niños
sanos por falta de alimento insustituible en esas condiciones. Una de
esas madres, cuyo hijo estaba robusto, comenzó a darle leche conden-
sada para así poder amamantar a cuatro bebés, y aunque era escaso lo
que cada uno recibía, era suficiente para que no se desnutrieran (Los
Andes 24/01/1944). Esto no es un milagro, pero se le parece.

Hay cientos de historias como estas, muchas trágicas, muchas


ignoradas y sólo conocidas por sus protagonistas. Para conocerlas,
basta hablar con cualquier persona que haya soportado el terremoto,
que seguramente conocerá una o más. Y al contarlas, descubrirán un
brillo de lágrimas en sus ojos.
CONSECUENCIAS JURÍDICAS

El terremoto de San Juan trajo también consecuencias jurídicas,


centrándose éstas en problemas sucesorios y de familia.
En cuanto a las primeras, es decir, cuestiones sucesorias se plan-
tearon diversos problemas que debieron ser resueltos.
En primer término era necesario poder acreditar el fallecimiento
de las personas. La única forma de probar tanto el nacimiento como la
muerte de las personas era, y es, mediante el certificado auténtico,
extraído de los registros públicos que debe crear cada municipalidad, o
sea, el Registro Civil (arts. 80 y 104 del Código Civil).
Ante la falta de aquel documento, la prueba del fallecimiento de
las personas puede ser suplida por otros medios en los que éste conste
o por declaraciones de testigos que declaren sobre el mismo (art. 108
Cód. Civil).
Esta prueba supletoria, en el caso del terremoto de San Juan, era
imposible de obtener en los múltiples casos en que los cadáveres
estaban irreconocibles, o no fueron hallados, o rescatados de entre los
escombros fueron inmediatamente cremados.
Debió entonces recurrirse a la institución de la ausencia con pre-
sunción de fallecimiento. El art. 112 del Cód. Civil dispone que causa
presunción de fallecimiento la desaparición de cualquier persona que
hubiese sido gravemente herida en guerra, o que naufrague en un
buque perdido, o que se hallase en lugar de un incendio, terremoto u
otro suceso semejante en que hubiesen muerto varias personas sin que
se tuviera noticias de ella por tres años consecutivos, contándose ese
plazo desde el día del suceso.
El cónyuge supérstite o sus herederos presuntos o legatarios insti-
tuidos por testamento, que tuviesen derechos sobre los bienes del au-
76 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

sente, o aquellos que tuvieron derechos sobre esos bienes sujetos a la


condición de su muerte, pudieron presentarse ante el juez del último
domicilio o residencia de aquél, solicitando la declaración judicial del
día presuntivo del fallecimiento del ausente (art. 112 Cód. Civil).
Como dije antes, este trámite sólo podía iniciarse después de trans-
curridos los tres años desde el día presuntivo de fallecimiento. Ade-
más debía justificarse el tiempo de la ausencia y los trámites que se
hubieran hecho para localizar al ausente sin resultados. Ante esto, el
juez debía nombrar un defensor al ausente, denominado defensor ad
litem, un curador a sus bienes si no hubiere administrador y citar por
edictos al ausente una vez por mes por el término de seis meses (arts.
112; 113; 114 y 115 Cód. Civil).
Luego de los seis meses, practicadas las pruebas que presentaron
los que pidieron la declaración del día presuntivo de fallecimiento y
escuchado el defensor, el juez declararía la ausencia y el día presuntivo
del fallecimiento, que en este caso debe ser el de ocurrencia del terre-
moto (arts. 116 y 117 Cód. Civil).
A partir de entonces, los herederos legítimos o testamentarios en-
tran en posesión provisoria de los bienes del ausente, bajo inventario.
Puede disponerse de esos bienes pero con autorización judicial, ac-
tuando el heredero como si fuera un administrador.
Esta situación de la posesión provisoria se mantiene por el térmi-
no de quince años, transcurridos los cuales puede solicitarse al juez la
posesión definitiva (arts. 118 a 122 Cód. Civil).
Es claro que el régimen legal vigente entonces provocó serios
inconvenientes en el desenvolvimiento económico, pues dejó una enor-
me cantidad de bienes inmuebles casi indisponibles, administrados
bajo control judicial durante quince años.
Hay una cuestión que el Código tenía resuelta sabiamente, y de no
haber sido así, hubiera dado origen a serios conflictos entre herederos.
Es el caso de la muerte de dos o más personas en un desastre, de
manera que no pueda conocerse quién falleció primero. Por ejemplo,
si en un matrimonio sin hijos fallece el marido, lo hereda su esposa y a
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 77

su posterior muerte sus herederos. En caso inverso, quienes en defini-


tiva heredan son los familiares del marido.
Al ser imposible determinar en qué orden fallecieron, de no existir
la norma a que me refiero habría conflicto de intereses entre los here-
deros de uno y otro cónyuge. El art. 109 del Cód. Civil dispone que en
casos semejantes se presume que fallecieron al mismo tiempo sin que
pueda alegarse transmisión de derechos entre ellos, de manera que los
herederos de uno y otro tendrán derecho a sucederlos.
En cuanto al matrimonio, regía entonces desde 1888, la Ley nº
2.393 de Matrimonio Civil, que en su artículo 83 disponía que el falleci-
miento presunto del cónyuge ausente no habilitaba al otro esposo para
contraer nuevo matrimonio. En la actualidad, posteriores reformas habi-
litan al cónyuge sobreviviente a contraer nuevas nupcias, previa declara-
ción judicial de ausencia con presunción de fallecimiento.
El Registro Civil debió instalarse, como casi todos los organismos
oficiales, en la Escuela Normal Sarmiento, pero sólo se permitía la
inscripción de matrimonios y nacimientos, quedando relegadas las de-
funciones para cuando se obtuviera el normal funcionamiento del mis-
mo (Decreto nº 8 del 25/01/1944).
Al no poder funcionar normalmente los tribunales, fue necesario
disponer medidas de emergencia como la instalación de los Tribunales
de Justicia en el salón de actos de la Escuela Normal Sarmiento.
En cuanto a los términos judiciales, el Decreto de la Intervención
Federal nº 4 del 23/01/1944 dispuso suspender los plazos judiciales
establecidos en leyes procesales provinciales hasta nueva resolución.
Además, por Decreto de la Intervención nº 29 del 11/02/1944 se
dispuso la prórroga de la Feria Judicial hasta el 31 de marzo, se deja-
ron en suspenso los domicilios constituidos para recibir notificaciones,
las que se harían martes y viernes de 8 a 12 en la Oficina de Notifica-
ciones y Requerimientos. Estas medidas se amplían el 19 de febrero
por Decreto nº 39, que extendía la Feria Judicial hasta el 31 de marzo
con efecto retroactivo al 1º de febrero, se declararon sin efecto los
domicilios constituidos antes del 15 de enero, los litigantes debían
denunciar un nuevo domicilio constituido que debía estar ubicado en
78 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

un radio menor a los dos kilómetros y las notificaciones a quienes no


lo hubieran hecho se realizarían en la Oficina de Notificaciones y
Requerimientos o en los Juzgados de Paz, según donde tramitaran los
juicios, los días martes y viernes de 8 a 12 horas.
También las consecuencias del terremoto afectaron a los menores
huérfanos, que al parecer se dio en gran número. No fue un caso
aislado, según pude comprobar. En todo el mundo, cada terremoto
destructivo con muchas víctimas ha dejado un número de niños huér-
fanos muy grande.
En nuestro caso, se sabe que la patria potestad, es decir el conjun-
to de derechos y obligaciones sobre las personas y bienes de los hijos
mientras sean menores de edad, es ejercida por los padres. El tema era
regido en 1944 por las disposiciones de la Ley 10.903 promulgada en
1919, que otorgaba el derecho a ejercerla al padre; a la madre en caso
de muerte o pérdida de la patria potestad de aquel.
Esa ley, modificando el art. 309 del Código Civil, dispuso que en
caso de ausencia de los padres ignorándose su paradero, el ejercicio de
la patria potestad quedaba suspendido mientras durase la ausencia, o
hasta que el menor llegara a la mayor edad, quedando mientras tanto
bajo el patronato del Estado nacional o provincial, ejercido por los
jueces nacionales o provinciales en concurrencia con el Consejo Na-
cional del Menor y del Ministerio Público de Menores.
Pero en caso de existir abuelos, tíos, hermanos o medio hermanos,
les correspondía a ellos la tutela legal que debía ser confirmada por el
juez.
Sólo por inexistencia de ellos podía el juez otorgar la tutela dativa,
designando un tutor para gobernar la persona y bienes del menor.
Esa era la institución vigente a la época del terremoto, pues no
existía entonces disposición alguna sobre la adopción de menores.
Recién en septiembre de 1948 se promulgó la Ley nº 13.252, prime-
ra norma que reglamentó la adopción, seguramente impulsada por tantos
casos de chicos huérfanos del terremoto y las notas periodísticas y jurí-
dicas que aparecían una tras otra. Sucesivas reformas llevaron a perfec-
cionar el instituto de la adopción hasta llegar a la actual ley.
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 79

Hubo necesidad de legislar también en materia de locaciones. El


Decreto nº 273 de la Intervención Federal dispuso que por los alquile-
res de viviendas que hubieran sido habilitadas por la Dirección Gene-
ral de Arquitectura debía cobrarse el mismo canon que antes del 15 de
enero. En las no habilitadas y en las que el inquilino hubiera instalado
por su cuenta una vivienda de emergencia, se pagaría el 30% y si se
hizo por cuenta del propietario, 40%. El alquiler de los negocios no
habilitados quedaba rescindido de hecho.
El Decreto nº 1 del 17 de enero de 1944 dictado por la Interven-
ción Federal dispuso la suspensión por 30 días de la exigibilidad en
toda la provincia de las obligaciones civiles y comerciales, con excep-
ción de las contraídas por bancos e instituciones de crédito respecto de
los depósitos en cuenta corriente, caja de ahorro y plazo fijo. El Decre-
to nº 4.012 del Gobierno Nacional, de fecha 15/02/1944, aprobó el
antes mencionado, pero prorrogó sus efectos hasta el 15 de abril,
aclarando que regía exclusivamente para obligaciones existentes antes
del 15 de enero.
Más adelante, el 8 de mayo, por Decreto 10.806/1944 el Gobierno
Nacional dispuso una moratoria para deudores comerciales que decla-
rasen no estar en condiciones de pagar sus compromisos, pudiendo
hacerlo mediante amortizaciones periódicas que se extenderían como
máximo hasta el 15 de julio de 1946. Para ello debían presentar bajo
declaración jurada una manifestación de bienes y otra de perjuicios
sufridos por el terremoto. De no llegarse a un acuerdo con el acreedor,
el arreglo se sometería a consideración de la Cámara de Conciliación
que a tal efecto se creó, integrada por el Ministro de Hacienda de la
Intervención en la Presidencia, el presidente del Banco San Juan, el
gerente de la Sucursal del Banco Nación, un industrial y un comer-
ciante que designaría el Interventor.
En cumplimiento del Decreto Nacional, la Intervención dictó el
Decreto nº 560 que reglamentó el funcionamiento de la referida Cáma-
ra de Conciliación.
Como suele ocurrir en situaciones en las que aparecen personas en
estado de necesidad, surgen los especuladores. Al conocerse casos de
80 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

ventas de inmuebles en condiciones desventajosas para sus propieta-


rios, se dispuso por Decreto nº 561 de la Intervención Federal en qué
casos los Escribanos de Registro podían autorizar actos notariales re-
ferentes a inmuebles dentro de la zona afectada por el terremoto sin la
autorización del Consejo de Reconstrucción.
En cuanto al cobro de impuestos, tasas y contribuciones, éstos
fueron suspendidos por Decreto nº 2 del 19/01/1944, refrendado por el
Interventor Interino, Coronel Juan Berretta. Esta medida se mantuvo
hasta el 1º de marzo.
En el orden nacional, por Decreto 3.360/1944 (10/03/1944) se
suspendió el cobro de impuestos a los réditos, a las ventas y beneficios
extraordinarios a los contribuyentes afectados por el terremoto, sus-
pendieron también las tareas de fiscalización en la zona.
Igual medida se dispuso con relación a los impuestos internos
mediante el Decreto 3.361, pero hasta tanto se normalizara el funcio-
namiento de la Oficina Química de San Juan; se autorizaba la salida
para el consumo de los productos sujetos a previo análisis con la sola
presentación de las muestras reglamentarias y la solicitud de análisis.
También se reconocieron las mermas de las bodegas afectadas sin
formular cargo por los faltantes, previa práctica de un inventario de las
existencias.
Todas estas medidas tenían el fin de proteger a los damnificados y
mitigar la situación a la que habían sido llevados por la naturaleza.
Nº 1. Calle de San Juan después del terremoto

Nº 2. Calle de San Juan después del terremoto


Nº 3. Mensaje a familiares después del éxodo
Nº 4 y 5. Mensaje a familiares después del éxodo
Nº 6. Refugio en la plaza esperando las carpas

Nº 7. Refugio en la plaza
Nº 8. El cementerio

Nº 9. Radio Aconcagua, observando el Fonoband


Nº 10. Atención de heridos en la calle

Nº 11. Atención de heridos


Nº 12 y 13. Ordenes de pago por la colecta firmadas por J. D. Perón
Nº 14 y 15. Esperando el tren para dejar San Juan
Nº 16. Llegada a Retiro de
refugiados

Nº 17. Esperando ubicación en el


Hotel de Inmigrantes
Nº 18 y 19. Niños evacuados
Nº 20. El costado de la Catedral desmoronado
Nº 21. La torre de la
Catedral agrietada y su reloj

Nº 22. Demolición de una de


las torres de la Catedral
Nº 23 y 24. Puesto sanitario en plena vacunación
Nº 25 y 26. Distribución de alimentos a la población
Nº 27 y 28. Daños en la casa de Sarmiento y en el monumento a Narciso
Laprida
Nº 29. Familia Reinoso

Nº 30. Casilla de ondalit


QUÉ ES UN TERREMOTO

En los últimos años la sismología avanzó considerablemente; aho-


ra hay explicaciones a los fenómenos sísmicos que siempre estuvieron
asociados a la actividad volcánica y casi siempre siguiendo determina-
das líneas. Pero la teoría de la tectónica de placas es la que realmente
trae una revolución en el conocimiento de la ciencia de la tierra.
La teoría de la tectónica de placas sostiene que la capa superficial
de la tierra se conforma de una cantidad de fragmentos, llamados
placas, que tienen una cierta deriva por estar apoyadas sobre material
viscoso, que permite ese desplazamiento y se denomina astenósfera.
Estas placas, de entre 20 y 100 km de espesor en los continentes y
de unos 6 km en los océanos, tienen dimensiones variables, siendo la
del Pacífico la que mayor superficie tiene.
En los lugares donde la actividad sísmica es más intensa, se mues-
tra la frontera entre las placas que derivan en direcciones contrarias,
como en la costa del Pacífico. El choque entre diferentes placas hace
que se acumule energía hasta un momento en que repentinamente ésta
se libera produciéndose así el sismo.
Este desplazamiento es atribuido a que en las profundidades de los
océanos el material incandescente del centro de la tierra asoma en la
superficie del fondo oceánico, se extiende, se enfría y solidifica, empu-
jando hacia ambos lados la litosfera, capa formada por la corteza y la
parte superior del manto. Este desplazamiento es de varios centímetros
cada año y hacia ambos lados. Así, la Placa Sudamericana, que se inicia
en las profundidades del Océano Atlántico, se desplaza hacia el oeste,
en tanto que la Placa de Nazca (frente a Chile, Perú y Ecuador), origina-
da en el Pacífico, corre hacia el este y se sumerge bajo la Placa Sudame-
ricana a una velocidad relativa de unos once centímetros por año.
82 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

En este proceso, llamado subducción, una placa se sumerge bajo


lo otra ejerciendo presión sobre la materia que está sobre ella. En un
primer momento la compresión es absorbida provocando deformacio-
nes en las rocas, hasta que llegado un punto de saturación se supera la
resistencia de las rocas que se fracturan, produciendo un desplaza-
miento súbito con su principal manifestación en el punto que se deno-
mina epicentro. Esa brusca liberación de energía se propaga en forma
de ondas sísmicas que son percibidas como una vibración, aun a dis-
tancias considerables. La profundidad en que esto se produce, junto a
otras circunstancias como densidad del terreno, determina la intensi-
dad del sismo, denominándose el punto donde se origina hipocentro.
Si ese movimiento sísmico no produce daños, es vulgarmente de-
nominado temblor. En cambio si se producen daños, se lo denomina
terremoto.
En las líneas donde chocan las placas tectónicas, la fuerza con que
se presionan una placa con la otra produce agrietamientos que son
denominados fallas, siendo claramente visibles en la superficie al vol-
ver todo a su equilibrio
La zona de contacto entre la placa de Sudamérica y la de Nazca,
corre bajo la línea de la Cordillera de los Andes provocando una larga
línea de fallas en las que se producen los epicentros, apareciendo así
una franja de mucha actividad sísmica. Esta puede ser delimitada entre
los 30º a 34º de latitud Sur y los meridianos de 67º 5 y 69º 5 de
longitud Oeste. Esto es, desde unos 30 km al norte de San José de
Jachal hacia el sur adentrándose en Mendoza hasta un poco al norte de
San Rafael y desde las proximidades del límite con San Luis hasta
Calingasta en la precordillera. Esta es la zona de mayor riesgo sísmico,
no obstante, se extiende con menor intensidad bien hacia el norte y al
sur como hacia la vecina república de Chile.
Dentro de esta zona de alto riesgo sísmico se encuentra la ciudad
de San Juan (31.40º de latitud Sud y 68.40º de longitud Oeste), lo
mismo que Mendoza y sus respectivos aledaños, como lo han demos-
trado diversos terremotos de carácter destructivo que las han azotado a
lo largo de nuestra historia.
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 83

La magnitud de un terremoto es medida convencionalmente utili-


zando la escala de Richter, que es la más difundida y es abierta, esto
es que no tiene tope. Sin embargo, los terremotos de mayor magnitud
registrados no superaron la cifra de 8.6, como en los terremotos de
Chile en 1960 y el de Alaska en 1964.
La intensidad, por su parte, indica la medida de los efectos produ-
cidos y tiene en cuenta los daños sufridos por las construcciones y
efectos en el terreno, objetos y personas; la escala más utilizada es la
de Mercalli modificada (MM) y va del grado I al XII. El de intensidad
I MM sólo es percibido por los sismógrafos; el de intensidad VII MM
es percibido por los automovilistas, es difícil permanecer de pie, los
muebles se rompen, se producen daños en mamposterías, caen revo-
ques, revestimientos, cornisas, hay olas en estanques, las campanas
grandes repican, hay pequeños deslizamientos y derrumbes de bancos
de arena. El de mayor intensidad, XII MM, provoca una catástrofe,
destrucción total, desplazamiento de grandes masas de roca, cambio
en los niveles del terreno y objetos arrojados al aire.
El de San Juan en 1944 fue catalogado como de intensidad IX
MM y provocó 10.000 muertes, 16.000 heridos y la destrucción de
más del 80% de las construcciones. Pese a esta cifra, el 2 de febrero
1944, La Nación entrevistó al Director General de Arquitectura de la
provincia, Ingeniero Juan Antonio Blanco, que estaba realizando una
inspección en las casas que se hallaban en condiciones de habitabilidad.
Afirmó en esa ocasión que sólo el 2% de las viviendas era habitable,
previa refacción. Otro tanto ocurría con los negocios. Todos los demás
edificios debían ser considerados perdidos.
Nunca pudo establecerse la real cantidad de muertos. Con relación
a esto se dieron muchas cifras y formas de estimación. Tal vez se
encuentren perdidos en alguna repartición los resultados de un censo
practicado por maestras, antes de mayo de 1944, en el que se indagó
casa por casa sobre la cantidad de heridos y muertos en cada familia,
pero del que no tuve más información que la proporcionada por una
docente que intervino en el mismo.
84 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Pese a los avances de la ciencia no hay hasta ahora forma de


pronosticar con precisión un terremoto. Siempre se dijo que los anima-
les perciben la proximidad de uno; que los gatos se ocultaban, que las
gallinas se alteraban y cacareaban en forma permanente, que los pe-
rros aullaban, etc. Todos ejemplos surgidos de la experiencia de los
pobladores. Pero no ha sido comprobado. Sin embargo, hay casos que
hacen pensar que algo de cierto hay en eso. Una de mis entrevistadas
mencionó que el pavo de los vecinos momentos antes del sismo hizo
algo que jamás había hecho: saltó desde su casa a la de los vecinos
correteando de un lado a otro, nervioso y con las alas abiertas.
Posiblemente el terremoto que mayor cantidad de víctimas produ-
jo en la historia de la humanidad sea el de Shaanxi en China en 1556
con entre 800.000 y 830.000 muertes, seguido por el de Calcuta, India,
en 1737 y más recientemente el de Tangshan, China con alrededor de
750.000 muertes..

La falla de La Laja
Como explicaba antes, los terremotos aunque sucedan a diversas
profundidades, se hacen ver en la superficie en el epicentro. La Nación
del día 23 de enero publicó una fotografía de una grieta aparecida en
el camino de San Juan a Caucete cerca del puente 9 de Julio.
En el caso del terremoto de 1944, el epicentro se localizó en la falla
de La Laja, 23 km al norte de la ciudad, en el departamento de Albardón.
En ese lugar se encontraron escalones en el suelo que llegaban a medir
60 centímetros, por una extensión de 8 km. Sin embargo, comentarios
de vecinos de los que dan cuenta informaciones periodísticas, que no
fueron corroboradas, hablan de escalones de hasta 1 m de altura.
Este corrimiento vertical permite calcular la intensidad del terre-
moto en estudio y pareciera que esas medidas no se corresponden con
un terremoto de 7.4 de la escala Mercalli, pero investigaciones poste-
riores1 hacen pensar que el terremoto se repartió probablemente en

1
Perucca, Laura P. y Paredes, Juan de Dios. “Fallamiento cuaternario en la zona de La
Laja y su relación con el terremoto de 1944, Departamento Albardón, San Juan, Argentina.”
(En: Revista Mexicana de Ciencias Geológicas, 2003, v. 20, nº 1, pp. 20-26).
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 85

cuatro fallas y con hipocentro a 15 km. de profundidad y no a 30 como


se afirmó en algún momento.
Pudo advertirse que se secaron las vertientes durante dos días y,
cuando reaparecieron, primero traían agua turbia y poco después vol-
vieron a ser como antes. También se secó una laguna cerca de la
cantera del Sr. Devoto, próxima al hotel (Los Andes 27/01/1944).
OTROS TERREMOTOS EN SAN JUAN

El de 1944 no fue el único terremoto que asoló la provincia de San


Juan, hubo otros que también produjeron severos daños aunque no de
tanta intensidad como aquel.
El 27 de octubre de 1894, a las cuatro y media de la tarde, se
produjo el que tal vez sea de mayor magnitud de los ocurridos en la
provincia. Se estima que en la escala Richter llegó a 8º, con una
intensidad de IX MM. Se había producido su hipocentro a 30 km. de
profundidad y el número de víctimas que dejó fue de aproximadamen-
te 60 muertos y varios heridos. El epicentro estaba en Iglesia, donde
junto con Rodeo, Pismanta, Huaco, Mogna, Tucunuco, Niquivil,
Albardón y Angaco fueron los departamentos donde mayores daños se
produjeron. También hubo daños en la ciudad de San Juan y en La
Rioja.
Tuvo una larga duración y produjo graves alteraciones en el terre-
no como licuación de suelos, fenómeno que se manifiesta por agrieta-
miento del suelo y salida de chorros de agua y arena.
El Gobernador de entonces, Don Domingo Morón, encomendó a
una comisión de científicos la elaboración de un informe que convirtió
este terremoto en uno de los mejor documentados del siglo pasado.
El 3 de julio de 1941, a las 3.12 horas, se produjo en Caucete otro
terremoto con epicentro en las proximidades de la sierra Pie de Palo,
con una duración de unos 30 segundos, una magnitud de 6.2º en la
escala Richter y una intensidad de VII MM.
El mayor daño que produjo fue el agrietamiento de muros, afectan-
do principalmente las construcciones de adobe. Sólo hubo dos muertos.
Tal vez por ello, por la poca destrucción que dejó, pasó al olvido
pues no recuerdo haber sentido comentario alguno sobre el mismo.
88 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Pero este terremoto inició un período de gran actividad sísmica,


seguido por el de 1944, el de 1952 y el de 1977.
Le sigue dos años y medio más tarde, el del 15 de enero de 1944,
con una magnitud de 7.4 en la escala de Richter, una intensidad de IX
MM, aproximadamente 10.000 muertos sobre una población de 90.000
y la destrucción de alrededor del 80% de las construcciones, que lo
convierte en el desastre natural de mayor gravedad del siglo XX en la
Argentina.
En 1952, el 11 de junio a las 21.30 horas, se produjo otro terremo-
to, esta vez al sudeste de la ciudad capital. El epicentro fue en La
Rinconada, afectando los departamentos de Zonda, Pocito y Ullum.
Alcanzó el grado 7 de la escala Richter y VIII en la escala Mercalli
modificada. Pocos heridos y un fallecido fue el resultado entre la
población, pero hubo una gran destrucción de viviendas en El Abani-
co. Tal vez su poder destructivo se vio atenuado por ocurrir en una
zona de menor densidad de población.
Por último, el 23 de noviembre de 1977 a las 6.26 horas ocurrió el
terremoto de Caucete con 7.4º Richter y IX MM de intensidad. Fue de
larga duración y percibido en todo el país, incluso en el sur de Brasil.
Su duración se debe a que en realidad fueron dos terremotos. El pri-
mero a las 6.26 horas con epicentro al norte de la sierra de Pie de Palo
y un hipocentro a 17 km de profundidad que habría desencadenado el
segundo, varios segundos después, con hipocentro a 25 km de profun-
didad y que fue de mayor magnitud alcanzando los 7.4º Richter. El
epicentro fue más al sur que el primero, en las proximidades de la
localidad de Nikizanga.
Por ser más cercano en el tiempo es más recordado, aunque tam-
bién por sus daños. Se produjeron 65 muertes, 300 heridos y la des-
trucción de numerosas viviendas, la mayoría de adobe. Como en el
caso del terremoto de 1894, se produjo en diversas zonas la licuación
de suelos, brotando agua y arena y afectando a las plantaciones el alto
contenido de sales perjudiciales. Dañó seriamente la producción agrí-
cola porque destruyó los medios de irrigación, incluso modificó las
pendientes del suelo con la consecuente dificultad de riegos.
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 89

La frecuencia de terremotos destructivos en la provincia indica


que está ubicada en una zona de grave riesgo sísmico, por lo que
nunca, gobierno y población, deben descuidar la seguridad y especial-
mente la prevención, implementada mediante una muy fuerte y perma-
nente campaña educativa en el ámbito escolar, con un código de edifi-
cación que contenga estrictas normas de construcción, un adecuado
estudio del suelo donde se harán las construcciones y la implementación
de un plan de emergencia conocido por todos y claramente señalizado.
CÓMO ACTUAR ANTE UN TERREMOTO

Nada mejor que la preparación de la población, creando una con-


ciencia sísmica para enfrentar un acontecimiento tan terrible como un
terremoto.
Además de la absoluta necesidad de que todos tengan y lean el
“Manual de Prevención Sísmica”, elaborado por el Instituto de Pre-
vención Sísmica (INPRES).
Como siempre será un movimiento inesperado jamás podrá adivi-
narse su magnitud. Por eso la primera regla es no suponer que el sismo
será leve, y en consecuencia adoptar de inmediato las medidas de
protección.
Es necesario mantenerse tranquilo y transmitir a quienes estén en
la cercanía esa misma tranquilidad. Mantener la calma permitirá adop-
tar las medidas más adecuadas a cada circunstancia.
Como existe el riesgo de que caigan diversos elementos sobre el
cuerpo como lámparas, bibliotecas, superficies vidriadas, estatuas, etc.,
hay que alejarse del lugar de peligro recorriendo la menor distancia
posible y adoptar la posición de seguridad: ponerse de rodillas y cu-
brirse la cabeza, en lo posible, con algún elemento sólido a manera de
escudo. Puede ser una mesa, un pupitre, un banco, etcétera.
Si se encuentra en un edificio seguro por ser de construcción
antisísmica, es necesario permanecer en el lugar ya que en el exterior
puede haber riesgos, además de los tumultos que ocurrirían si todos se
abalanzaran hacia las salidas.
No se deben utilizar escaleras ni ascensores. En las escaleras hay
riesgo de pérdida de equilibrio y caídas con las consecuentes heridas,
así como de algo más grave como la posibilidad de una avalancha con
la caída de muchas personas y daños por aplastamiento.
92 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Cuando la construcción no es antisísmica y ofrece poca seguridad


hay que considerar si no es mayor el riesgo de trasladarse a otro lugar
y si en el trayecto no existen mayores peligros.
Si la decisión es la de abandonar el lugar, debe hacerse rápida-
mente pero sin correr ni empujar otras personas, cubriéndose la cabeza
con algún elemento duro (libro, bandeja, portafolio) y a falta de ello,
con los brazos, para protegerse de la caída de objetos.
Una vez llegado a lugar seguro se debe actuar como se indica en
párrafos anteriores.
En caso de encontrarse en un lugar abierto el riesgo es menor,
pero hay que alejarse de postes de alumbrado, postes de cualquier tipo,
tanques de agua, muros medianeros y hasta de pozos negros o cámaras
sépticas.
Si camina por la vereda es fundamental alejarse de las construc-
ciones pues caen cornisas, revoques y vidrios.
Si se está conduciendo un automóvil es necesario detenerse en el
lugar más seguro posible sin salir del auto, pues éste servirá de protec-
ción ante la posible caída de objetos.
No detenerse o ubicarse sobre puentes, tampoco debajo de ellos ni
cerca de edificios altos. Alejarse de cables cortados pues pueden tener
electricidad.
Si en el lugar hay señales de un Plan de Emergencia Sísmica en el
que se sugieren medidas de protección, deben ser seguidas tal como se
las recomienda.
Después de un terremoto hay que tener en cuenta que nunca supe-
ra el minuto de duración, por lo que debe esperarse ese tiempo antes
de movilizarse y aguardar que se aquieten los objetos cercanos.
Analizar si se sufrieron heridas que impidan moverse y, en caso
contrario, cerrar las llaves del gas, electricidad y agua. Verificar que
las personas cercanas se encuentren bien y aplicar los primeros auxi-
lios a los heridos. Si los daños son serios, solicitar ayuda médica y no
movilizar heridos graves a menos que haya peligro de derrumbes so-
bre ellos.
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 93

Si el edifico en que se encuentra es seguro, no salga al exterior


pues afuera puede haber más riesgo, pero si el terremoto afectó la
estructura, hay que salir de inmediato pues las seguras réplicas pueden
derrumbar el edificio debilitado.
Si abandona su vivienda, deje un mensaje en lugar visible al resto
de su familia indicando hacia donde se dirigió.
Si se encuentra en una escuela o edificio que cuenta con Plan de
Emergencia, siga al pie de la letra las instrucciones de maestros o del
personal entrenado2.

2
Fuente: “Manual de prevención sísmica”, INPRES.
LA RECONSTRUCCIÓN

Rápidamente las autoridades se avocaron al problema de la re-


construcción de la ciudad de San Juan.
Apenas iniciadas las tareas de salvamento de heridos y remoción
de escombros se empezaron a escuchar opiniones con relación al tema.
El Secretario de Obras Públicas, Ingeniero Gaddi, solicitó la cola-
boración de un funcionario de la gobernación de la provincia de Bue-
nos Aires para elaborar un proyecto de reconstrucción de la ciudad
(Los Andes 18/01/1944).
El Interventor Federal, Dr. Uriburu, al hacer declaraciones ante
periodistas, entre otros temas afirmaba que la ciudad puede rehacerse
en el mismo lugar aprovechando los servicios de pavimentación, elec-
tricidad, teléfonos, caminos, vías férreas, aguas corrientes, etc. que
habían quedado en buenas condiciones. Agregó que había que edificar
para el futuro previendo estas catástrofes, construyendo casas bajas y
de estructura antisísmica sobre calles anchas (La Nación 18/01/1944).
Vuelve entonces a instalarse una vieja polémica. Quienes opina-
ban se dividieron en “trasladistas” y “quedistas”, los primeros querían
trasladar la ciudad a un lugar más seguro y los segundos no. Ya se
había presentado esta disyuntiva cuando ocurrió el terremoto de 1894,
los miembros de la comisión de geólogos que en esa época la Univer-
sidad de La Plata había enviado, propuso mudar la ciudad a un lugar
más alto ya que no sería un problema derivar el agua a través de la
quebrada de Zonda. Entonces se dijo que debería dotarse a la nueva
ciudad de calles anchas y más plazas, lo que no podía hacerse en la
vieja San Juan. Además sería menos costoso que reconstruir lo arrui-
nado por ese terremoto. Llegaron a afirmar que sería peligroso y hasta
criminal dejar las cosas como entonces estaban.
96 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Lamentablemente, en 1944 se confirmó ese anuncio.


La comisión creada en 1944 con destacados profesores de distin-
tas universidades para estudiar el tema contó con relevamientos foto-
gráficos desde un avión y se realizaron también estudios en el epicen-
tro, en La Laja, para tener en cuenta en ese informe.
Esa comisión debió ocuparse también de las condiciones de peli-
grosidad de todas las regiones sísmicas del país.
La territorialidad es uno de los sentimientos más arraigados en
toda población, y ésta rápidamente se inclina por el no traslado.
Al parecer, también jugaron aquí intereses económicos, pues se
afirmó que existió una especulación inescrupulosa con la compra de
terrenos, ahora sin edificar, aprovechándose de la grave situación eco-
nómica en que quedó la mayoría de los pobladores. Tanto, que se
dispuso por decreto la revisión de compraventas a fin de detectar
abusos y anular tales operaciones.
En apoyo de la tesis de no mudar la ubicación de la ciudad, el
Centro Argentino de Ingenieros presentó al Ministerio de Obras Públi-
cas las conclusiones de su estudio para la reconstrucción de San Juan.
Consideraron que no había razones para el traslado ya que cualquier
otra ubicación, que necesariamente debía ser cercana, por encontrarse
en la misma zona sísmica no ofrecería seguridad que la pusiera a salvo
de otra catástrofe como la del 15 de enero (La Nación 30/03/1944).
Se anunció que por decreto se destinarían $ 50.000.000 para la
primera etapa de la reconstrucción de San Juan (La Nación 5/02/1944).
Este Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, nº 2.876/44 del 4 de febre-
ro de ese año, puso en manos del Ministerio de Obras Públicas la tarea
del estudio de la reconstrucción de las poblaciones de San Juan afecta-
das por el sismo, y debía proponer dentro del plazo más breve posible
las soluciones técnicas, financieras y jurídicas que estimara correspon-
dían (Boletín Oficial 25/02/1944).
Luego, este decreto fue ratificado por medio de la Ley Nacional nº
13.895.
Para lograr esos fines se facultó al Ministerio de Obras Públicas a
tomar posesión y expropiar todos los elementos existentes en el país
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 97

que se consideraran de aplicación imprescindible para atender las ne-


cesidades a cubrir, inclusive los inmuebles, materiales e implementos
existentes en la zona afectada.
A cargo de estas funciones se puso al Coronel Valentín Campero,
nombrándoselo Director del Departamento Técnico de la Comisión que
se ocuparía de la reconstrucción de San Juan (Decreto nº 3.415/44).
El Decreto nº 4.362 del 24/02/1944 autorizaba al Ministerio de
Interior nacional a abrir un crédito de $ 10.000.000 para subvenir las
necesidades originadas por el terremoto de San Juan, aunque un De-
creto posterior, el nº 9.433 del 17/04/1944, redujo ese monto a la suma
de $ 1.600.000.
A partir del 10 de marzo de 1944, por Decreto nº 224 de la Inter-
vención Federal, no se autorizaba ninguna clase de obra en la Capital,
mientras se organizaba el plan de urbanización.
Lo cierto que la tan ansiada reconstrucción de San Juan demoró
mucho tiempo, más de lo que pudiera imaginarse.
Podría decirse que recién durante la intervención del General
Mariano Bartolomé Carreras en 1956, se le dio inicio a la tarea de
reconstrucción, manifestada hasta entonces sólo en planes y proyectos.
La reconstrucción, tema cotidiano durante años, fue demorada por
cuestiones presupuestarias, cuestiones políticas y en gran medida por
los afectados por la expropiación de sus frentes, quienes con lentitud
se ocuparon de prepararlos a la medida de la nueva línea de edifica-
ción debido al ensanche de las calles.
La reconstrucción de San Juan estuvo en un primer momento a
cargo del Consejo de Reconstrucción, creado por Decreto Nacional nº
17.432 del 1/07/1944, que comenzó a dar “líneas de edificación” den-
tro de un vasto plan de ensanche de calles en toda la ciudad. Esta
medida fue muy criticada porque dispuso la expropiación de una im-
portante franja en el frente de cada casa. En el caso de mi familia, en
nuestra propiedad de la calle Mendoza en Trinidad, nos fueron expro-
piados doce metros de frente.
La Comisión para la Reconstrucción de San Juan que era presidida
por Bartolomé Del Bono había presentado un informe al Presidente
98 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Ramírez proponiendo que se autorizaran las nuevas construcciones a


quince metros, a contar desde los cordones, para el ensanche de calles
y veredas.
Esa medida fue muy resistida y abundaron los juicios porque to-
dos consideraban exiguas las indemnizaciones que se pagaron. Sin
embargo, hoy, al ver calles tan amplias y arboladas mostrando una
hermosa ciudad, debe aceptarse que se pagó un buen precio. Fue una
decisión adecuada. Además, brinda la necesaria seguridad ya que al
ser tan anchas las calles, en caso de emergencia puede buscarse refu-
gio en ellas.
Recién en 1961 puede darse por concluida la reconstrucción de la
ciudad, y en 1964 el Consejo de Reconstrucción se transformó en el
Consejo de Construcciones Antisísmicas y Reconstrucción de San Juan
(CONCAR), con tareas más acotadas pues ya no tenía tareas construc-
tivas, para por fin convertirse en 1972 en el Instituto Nacional de
Prevención Sísmica (INPRES).
Hay otro aspecto que puede ser afectado por los terremotos y es la
seguridad de los diques ubicados en zonas sísmicas. A cargo de su
control se encuentra el Organismo Regulador de Presas, creado por el
Decreto 239/1999, el que debe informar a la Secretaría de Recursos
Naturales y Desarrollo Sustentable, dependiente de la Presidencia de
la Nación, sobre el estado de presas, embalses y obras auxiliares y
complementarias además de los progresos alcanzados para disminuir
la condición de riesgo.
LA FOTO FAMILIAR

Después de buscar infructuosamente en los diarios de la época en


que se habría publicado aquella foto de mi abuelo y mi tía entristeci-
dos por la supuesta pérdida de la familia y que habría angustiado a mi
tía en Buenos Aires, como les conté en la Introducción, decepcionado
por no encontrarla, lo comenté con mi hermana.
Con gran sorpresa, me enteré de que nunca existió esa foto, que la
noticia de encontrarse desamparados mi abuelo y mi tía no había sido
publicada en ningún diario, sino que fue propalada por radio.
Esta noticia la escuchó una amiga de mi tía en Buenos Aires y se
la transmitió por teléfono llenándola de angustia, hasta que recibió la
tranquilizadora llamada del operador de radio con el mensaje de mi
padre de que todos estábamos bien.
Una traición de mi inconsciente me hizo ir tras una fotografía que
era una fantasía, pero que en definitiva dio como resultado este libro,
que confío, resulte movilizador para todos como lo fue para mí.
Rescatemos del olvido esta historia.
ORGANISMOS CONSULTADOS PARA ESTA
INVESTIGACIÓN

Š Archivo General de La Nación


Š Archivo Histórico del Gobierno de la Prov. de Mendoza
Š Archivo Histórico del Gobierno de la Prov. de San Juan
Š Biblioteca de la Casa de San Juan, Buenos Aires
Š Biblioteca del Círculo Militar, Buenos Aires
Š Biblioteca del Congreso de La Nación
Š Biblioteca del Congreso de La Nación, Departamento de Coleccio-
nes Especiales
Š Biblioteca del INDEC, Instituto Nac. de Estadísticas y Censos, Bue-
nos Aires
Š Biblioteca del INPRES, Instituto de Prevención Sísmica, San Juan
Š Biblioteca del Instituto Nacional Juan Domingo Perón, Buenos Aires
Š Biblioteca Franklin, San Juan
Š Biblioteca Nacional, Buenos Aires
Š Boletín Oficial de La Nación
Š Centro de Información y Biblioteca de la Asociación de Magistra-
dos y Funcionarios de la Justicia Nacional
Š Cruz Roja Argentina
Š Diario Los Andes, ediciones de 1944
Š Diario La Nación, ediciones de 1944
Š Diario La Prensa, ediciones de 1944
Š Defensoría de la familia y minoridad, Mendoza
Š Dirección de Protección al Menor (ex Patronato de Menores), San Juan
102 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Š Dirección Nacional de Migraciones, Buenos Aires


Š Fondo de Conservación Documental de la Legislatura de la Provin-
cia de San Juan
Š Hospital Central de Mendoza
Š Juzgado de Menores, San Juan
Š Organización Panamericana de la Salud (OPS)
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Bogni, Carlos Víctor. Terremoto de 1944


Cabrera de Roda, Susana; Lliteras de Maratta, María y Caputo de
Larrinaga, Mirta Elena. San Juan mío. Ed. de las autoras, 2002.
De la Vega, Julio César, Consultor de Historia Argentina, 1930-1946.
Ed. Rhona E.D.L.C
Gascón, Margarita y Fernández, Esteban. Terremotos y sismos en la
evolución urbana de hispano América. Ejemplos coloniales y es-
tudio de caso. INCIHUSA, Centro Regional de Investigaciones,
CRICYT, Mendoza, julio de 2001
Mo, Fernando F. Cosas de San Juan. Editores del Oeste S.A.C.I.,
1994.
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en la zona de La Laja y su relación con el terremoto de 1944,
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na de Ciencias Geológicas, v. 20 nº 1, 2003, pag. 20-26).
Varas, Manuel Gilberto. Terremoto en San Juan. Editorial Luis Lasserre.
Videla, Horacio. Historia de San Juan. Ed. Plus Ultra, 1984.
ANALES DE LEGISLACIÓN ARGENTINA, Editorial La Ley. Años
1943 y 1944.
BOLETÍN OFICIAL DE LA NACIÓN. Enero y febrero de 1944.
DICCIONARIO HISTORICO ARGENTINO Tº VI letras QZ, publica-
ción dirigida por Ricardo Piccirilli, Francisco L. Romay y Leoncio
Gianello. Ed. Histórica Argentina, año 1954
INPRES Instituto Nacional de Prevención Sísmica. Manual de preven-
ción sísmica.
104 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

INPRES Instituto Nacional de Prevención Sísmica.. Publicación técni-


ca nº 18.
REPERTORIO DE LEGISLACIÓN. Revista Jurídica Jurisprudencia
Argentina. Años 1943 y 1944.
Revista Todo es historia. Año II, nº 21, enero de 1969, pag. 91. Direc-
tor Félix Luna
UBA Universidad Nacional de Buenos Aires. La falla de La Laja
(rasgo tectónico causado por el terremoto de 1944) Departamento
de Ciencias Geológicas, Laboratorio de Tectónica Andina.
Y AQUÍ NOS QUEDAMOS. Colección El Nuevo Diario. Octubre 1993.
Editora del Oeste.
ENTREVISTAS

Anita Laura Lafuente


Gral. (R) Luis Gómez Centurión
Ubaldo Hidalgo
José Antonio García
Dora Cortés
José Cano
Yolanda Gutiérrez
Rubén Gutiérrez
Emilio Guillermo Gutiérrez
Marcelo Gutiérrez
Jorge Marcelo Moya
Agustín Reinoso
Lucrecia Devoto de Godoy
Samuel Oscar Barros
Luis Caroprese
O.V.
Blanca Esbelia Dávila de Tejeda
ANEXO

Palabras del Coronel Perón sobre la catástrofe de San Juan


transmitidas a las 13.30 del 16 de enero de 1944 por la Red Argen-
tina de Radiodifusión

Nos dirigimos a todo el pueblo de la patria, en nombre del Excmo.


Sr. Presidente de la Nación, en esta hora trágica para el país al
pueblo argentino para hacerle conocer la grave situación que aflige
al pueblo de San Juan.
El violento sismo que sacudió anoche esa provincia cuyana ha
sembrado de desolación y llevado la desgracia a miles de familias
enlutando a sus hogares. Los organismos nacionales, en primer térmi-
no el Ejército, han tomado ya todas las providencias para llevar el
auxilio inmediato. Se hace necesario la colaboración generosa del
pueblo argentino que reclamo en este momento y descuento se concre-
tará de inmediato en los cuatro puntos cardinales del país. En la
Secretaría de Trabajo y Previsión a mi cargo están abiertas las puer-
tas para recibir a quienes de una u otra forma quieran hacerse pre-
sentes en esta cruzada del dolor argentino.
La Secretaría de Trabajo y Previsión convoca para el día lunes a
todas las personas, dirigentes o representantes de la banca, del traba-
jo, de la industria, del comercio, de las grandes entidades deportivas
y culturales, del teatro, del cine y de cualquier otra representación
para formar la comisión de una gran colecta en beneficio de los
damnificados del terremoto de San Juan. Espero a todos estos señores
en el recinto del ex Concejo Deliberante el día lunes a las 18 horas, y
espero también que nadie a de faltar a esta cita de honor y solidari-
dad nacional.
108 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Bien conocida es ya la situación de San Juan de la que puede


decirse que muy contadas casas han quedado en pie después del terre-
moto que azotó con su epicentro en esa población.
El Ministerio de Guerra desde que tuvo noticias de los resultados
de esos movimientos sísmicos, se constituyó en su totalidad, desde el
Ministro hasta el último funcionario como un puesto de combate.
Durante toda la noche se siguió ordenando y cursando despachos a
todos los alrededores de la zona afectada funcionando como un ver-
dadero comando de guerra en contacto permanente con todas las
unidades, por radio, telégrafos y teléfono. A las 24 horas de la noche
ya se habían impartido instrucciones por disposición del Ministro de
Guerra, quien había recibido a su vez las órdenes del Excmo. Señor
Presidente de la Nación. Dichas órdenes transmitidas a San Rafael
(Mendoza), La Rioja, Catamarca y Córdoba, es decir, a la cintura de
tropas que rodea la zona afectada, despacharon a esa hora, a las 24,
columnas de camiones, trenes con médicos, medicamentos, víveres,
carpas, mantas, etcétera. Las tropas que iban en marcha para la
concentración para los Ejercicios en El Espinacito de Mendoza reci-
bieron a las 24 horas la contra-orden haciéndose contramarchar las
columnas dirigiéndoselas totalmente hacia San Juan y Mendoza para
concurrir con sus bagajes y sus columnas en auxilio de los damnifica-
dos por el terremoto. Asimismo, desde los 4 puntos cardinales han
convergido hacia San Juan todos los elementos sanitarios y parques
de las tropas que rodean esa región. Es tal la concentración de ele-
mentos en las que no se han perdido ni siquiera minutos que se puede
asegurar que entre la tarde de hoy y la noche, probablemente San
Juan habrá recibido ya todos los elementos necesarios para aliviar su
dolor físico y moral.
Hoy al amanecer, desde el campo del Palomar salían los aviones
militares conduciendo al Ministro del Interior conjuntamente con el
Dr. Galli (Director General de Asistencia Social) y 21 médicos trans-
portando sueros, vacunas, sangre, plasma, etc. y deben llegar a San
Juan a mediodía.
Durante la noche, el Ministerio de Guerra ha cursado más de 60
despachos por radio, telégrafos y teléfonos a la zona afectada y hoy a
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 109

las 6 salió el primer tren de auxilio de la Capital Federal con medica-


mentos y personal. Otro tren especial partirá a las 13.15 horas de la
estación Retiro. El ministro de Guerra envía a la zona afectada por el
terremoto numerosas carpas de acantonamiento y auxilio, con capaci-
dad para más de cinco mil personas, mantas, colchonetas, cabezales y
útiles de comida para el mismo número de damnificados. Son ellas
remitidas por la Dirección General de Administración del Ejército.
La Dirección General de Sanidad donde se ha trabajado toda la
noche ha puesto a disposición del Director General de Asistencia
Social Dr. Eugenio Galli, por orden del señor Ministro de Guerra,
toda clase de material sanitario, parques, etc. Se despachan urgente-
mente en trenes especiales y columnas de camiones tropas con mate-
rial de remoción de escombros. Lo mismo se hace de La Rioja, de
Córdoba y de Catamarca. De San Luis salían hoy por la mañana en
vehículos motorizados carpas, capotes, mantas, ambulancias y otros
elementos sanitarios. La Armada, por su parte, prepara igualmente en
la Dirección General Administrativa otros lotes de elementos conjun-
tamente con los del Ejército partirán en el tren especial de las 13.15
horas. Igualmente de Punta de Indio y otras bases han partido avio-
nes de la Armada conduciendo médicos, medicamentos que confundi-
rán su esfuerzo con sus camaradas del Ejército.
Como complemento de las medidas que se han tomado, agotando
los medios disponibles todos los recursos, imprimiendo el ritmo más
severo y más rápido a todas las actividades, como complemento a eso,
repito, hemos iniciado ya una gran colecta dirigida por la Secretaría
de Trabajo y Previsión, con la finalidad de un alivio ulterior a la
situación del pueblo de San Juan. Dicha colecta ha sido iniciada con
200.000 pesos, producto de los sueldos renunciados por Jefes y Ofi-
ciales del Ejército en los cargos que desempeñan en la Administra-
ción Nacional.
El personal de la Presidencia, incluso el Excmo. Señor Presidente de
la República, el Secretario de la Presidencia, Coronel González y todo su
personal donan íntegramente un mes de viáticos para la colecta.
La Escuela de Suboficiales me ha hecho llegar un ofrecimiento de
4.000 pesos de una suscripción entre su personal de Jefes, Oficiales,
Suboficiales y Soldados.
110 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

La Policía efectúa ya una colecta entre todo su personal. Aporta-


rá dinero, cajones con medicamentos y ropas. Todos los hogares
policiales donarán dinero y efectos.
El Centro de Suboficiales y el de Oficiales de Reserva han entre-
gado ya al Ministerio de Guerra un donativo de mil pesos con que se
hacen presentes dichos centros.
Se pide, por indicación del Instituto de Clínica Quirúrgica de la
calle Paraguay 2150, que los dadores de sangre se presenten a dicho
Instituto de Clínica Quirúrgica a la mayor brevedad para dar su
sangre. Allí se encuentra el Dr. Ivanisevich.
En la Secretaría de Trabajo y Previsión todo el personal militar
ha donado sus viáticos al efecto.
Así se inicia bajo auspicios patrióticos y con el respaldo del espí-
ritu de la solidaridad del pueblo la obra de ayuda a nuestros herma-
nos sanjuaninos. El tiempo dirá de nuestros sentimientos y de nuestra
solidaridad nacional.

Discurso pronunciado por el Coronel Perón a las 20.30 horas del


16 de enero por la Red Argentina de Radiodifusión

Hace escasamente siete horas que me dirigí al pueblo argentino,


en nombre del Excmo. Señor Presidente de la Nación. Lo hice embar-
gado de inmensa angustia porque debía informar que en San Juan la
tragedia había hincado sus garras, destruyendo vidas, hogares y ri-
quezas materiales.
Un terremoto –cuyas proyecciones nos recuerda al que destruyó
Mendoza en 1861– ha hundido en sombras de dolor y de desgracia
inconmensurables a un pedazo de la Patria.
Hablé en nombre del Excmo. Señor Presidente de la Nación, en el
del gobierno que preside y sumé a ello mi profundo sentimiento ante
el drama.
Hice un urgente llamado al pueblo todo de la República, y a las
pocas horas, vuelvo a ponerme en contacto con él porque así lo recla-
ma el trance que atravesamos.
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 111

Desde las 13 hasta este momento, 20.30, nuevas informaciones


han ido llegando con la premura del caso al seno del Gobierno, y son
de magnitud tal que quisiera sintetizar la tragedia en estas palabras.
Pueblo de la República:
Nunca más que en estos instantes la solidaridad, la generosidad y
el más genuino sentimiento humano debe mover con el máximo al-
truismo a todos los hombres de esta tierra, para concurrir con ampli-
tud y vastedad a aliviar el dolor de nuestros hermanos.
San Juan se ha desgarrado hasta las entrañas y está presenciando
azorado el espectáculo de la muerte, de la desolación y de la ruina.
Sin poder calcularlo llegan a un número extraordinario la canti-
dad de mujeres, niños y hombres que han perecido bajo los escom-
bros, mientras sus conquistas materiales, en un elevado porcentaje, se
han destruido.
Estamos en presencia evidente de un drama doloroso para toda la
Nación, que conmueve –que ya ha conmovido– íntegramente el cora-
zón de los argentinos, como lo atestigua la acción de solidaridad
desarrollada hasta el momento y los centenares de ofrecimientos que
se han concretado en la Secretaría de Trabajo y Previsión, en un
ponderable esfuerzo destinado a trasladar y enviar urgentes auxilios
al pueblo de San Juan.
Puedo, ahora, anunciar al país, que desde todos los lugares –
ciudades, pueblos, villas y distritos–, se va materializando en obra
efectiva la ayuda a nuestros hermanos. Y sobre ello, cumpliendo el
deber de la hora, fuerzas del Ejército de la Nación han convergido
desde distintos puntos en la Provincia de San Juan para entregar –
junto con el de sus múltiples y modernos elementos de auxilio-, el
patriótico y valioso aporte que le corresponde en esos instantes de
duelo colectivo.
Hemos entrado en la hora de la acción. Mientras llegan al pueblo
de San Juan todos los medios y se cumplen las medidas ordenadas por
el Excmo. Sr. Presidente, nosotros, sin distinción de cargo ni de jerar-
quías debemos cooperar en una obra humana y patriótica que habla-
rá del índice de nuestra solidaridad nacional.
112 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

Ya han llegado a la Secretaría de Trabajo y Previsión numerosas


personas trayendo dinero y ofreciendo ropa como así también medi-
camentos y otros elementos para la población de San Juan.
Los pobres no han faltado, como nunca faltan. Ellos, los que no
poseen nada para ofrecer, ofrecen marchar a San Juan para trabajar
en la remoción de escombros.
Llena el corazón contemplar estas escenas que dicen cuánto vale
ser argentino.
Desde el Excmo. Sr. Presidente que puso en movimiento todos los
organismos y que mañana saldrá en tren para San Juan, llevando
víveres, medicamentos y ropa, hasta el más humilde y oscuro de los
ciudadanos, está empeñado en hacer algo para el bien ajeno.
En un país donde esto sucede importa menos ser desdichado,
porque la desgracia disminuye cuando se siente uno apoyado por las
fuerzas del alma que son las únicas fuerzas que cuentan en la vida de
los hombres y de los pueblos.
Yo no dudo que en los días que seguirán juntaremos lo necesario
para aliviar las necesidades materiales de los sanjuaninos y llevar a
su espíritu la seguridad de que no están solos en su desgracia.
San Juan será reconstruida, me ha dicho el Excmo. Señor Presi-
dente, General Ramírez, y sé, que si él lo dice, puede estar seguro el
país que no quedará defraudado.
Nosotros complementaremos su obra de estadista dando lo que
tengamos para no desmerecer ante su gesto ni ante la historia.
Yo digo, nosotros juntaremos todo lo que sea necesario para que
San Juan, en poco tiempo, no carezca de nada de lo que haya perdido.
Lo pide el país, os lo pide a todos el Secretario de Trabajo y
Previsión.
Que nadie falte a la cita de honor, de humanidad y de conciencia.
Que nadie deje de dar lo que pueda para recibir ese bien, diez
veces retribuido por la providencia y poder responder ante Dios y la
conciencia.
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 113

Pueblo de San Juan:


Vuestro dolor es compartido por el país entero.
En este día de luto nacional, sólo tenemos una inquietud. Unirnos
en un esfuerzo común para llevar todos los auxilios necesarios y
proceder a la inmediata reconstrucción de San Juan.

Ahora las dos últimas informaciones llegadas. El Ministro del


Interior, General Luis C. Perlinger, que se encuentra en San Juan
dirigió el siguiente despacho al Excmo. Señor Presidente: “Informo a
Vuestra Excelencia que me encuentro en San Juan. La situación, en lo
que he podido comprobar, en síntesis es la siguiente: Población, tran-
quila y resignada. El número de muertos no se puede estimar, pues
falta hacer remoción de escombros, hasta ahora se han comprobado
500 muertos, 900 heridos graves, 4.000 heridos leves.
Edificación. De una manera general aprecio que el total de la
edificación ha resultado inhabitable en la ciudad de San Juan. Se han
impartido instrucciones y se trabaja con toda intensidad: a) Para
evitar epidemias; b) Organizar el abastecimiento de la población; c)
Asistencia médica de heridos habiéndose desplazado hacia Mendoza
el centro de gravedad de este servicio. Me permito destacar la activi-
dad y empeño puesto en evidencia por las autoridades locales, Ejérci-
to Nacional y población para salvar los graves problemas que se
presentan. Salúdalo a V.E. con distinguida consideración.”
Por mi parte como Jefe de la Secretaría del Ministerio de Guerra
envié el siguiente telegrama al Señor Ministro del Interior, General
de Brigada Luis C. Perlinger, comunicando los envíos efectuados.
De Buenos Aires: En tren especial que salió hoy a las 6, va toda
clase de material sanitario, sueros, plasma, vacunas, etc. y personal
de médicos y enfermeros. Tren especial salido 13.15 van carpas para
5.000 personas, mantas, colchonetas, cabezales y útiles de rancho,
misma cantidad de personas; remitido por Dirección General de Ad-
ministración del Ejército
Un tren especial salido 17.15 horas, van tres vagones con elemen-
tos y personal de la Armada, Cruz Roja y Obras Sanitarias. Por su
114 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

parte la Asociación Mutualista de Correos y Telégrafos remitió en el


mismo tren, 4 equipos quirúrgicos completos, atendidos por tres mé-
dicos, dos practicantes y un enfermero cada uno y un equipo de
hemoterapia, además de gran cantidad de elementos para curaciones,
especialmente sulfanilamida. Mañana 17 de enero, sale avión de Pa-
lomar con 25.000 vacunas antitíficas que remite Dirección General de
Sanidad del Ejército.
De Córdoba: En la madrugada de hoy, 16 de enero, salió tren con
médico, raciones, mantas, capotes, carpas y medicamentos.
A las 17 horas, salió tren con 60.000 raciones, tropas con elemen-
tos para remoción escombros, médicos y medicamentos. Se prepara
otro tren igual con víveres solamente.
De San Luis: La D.C. 3 remitió hoy para Mendoza con destino
Agrupación Montaña Cuyo para víctimas de la catástrofe una colum-
na de camiones con más o menos 10.000 kilos de víveres y elementos
de iluminación. Intervención San Luis despacha mismo destino 16
camiones con personal, material sanitario y víveres. La D.C. 3 prepa-
ra otro tren a salir mañana 17 de enero con toda clase de víveres.
De La Rioja: Salió tren auxilio a las 5 horas de hoy, con elemen-
tos sanitarios y 150 hombres de tropa, 550 mantas, médicos y enfer-
meros. También salió a las 5.30 horas columnas de camiones con
cirujanos y 40 hombres. Aproximadamente a las 16 horas de hoy, iba
a salir tren de auxilio con víveres y medicamentos.
De Mendoza: La Agrupación Cuyo suspendió maniobras y mar-
cha en gran parte hacia San Juan. Hoy salieron varios trenes de
auxilio y columnas de camiones con Compañía del Regimiento 16 de
Montaña reforzado con tropas de Zapadores.
De Paraná: Sale mañana un avión con elementos sanitarios que
envía la Intervención de Entre Ríos.
Ruego a V.E. quiera informar suscripto que otras necesidades apre-
cia, a fin de seguir adoptando medidas. Espero su respuesta urgente.
La Secretaría de Trabajo y Previsión ha recibido hasta el momen-
to en que hablo los siguientes ofrecimientos de donaciones: Sueldos
EL TERREMOTO DE SAN JUAN EN 1944 Y SUS HUÉRFANOS 115

renunciados de Jefes y Oficiales del Ejército 200.000 pesos; Personal


de la Presidencia de la República, sus viáticos, 3.000 pesos; Personal
Ministerio de Guerra 1.000 pesos; Escuela de Suboficiales 4.000;
Secretaría de Trabajo y Previsión, un día de sueldo de su personal,
2.000 pesos; Jockey Club de Buenos Aires, 100.000 pesos; Jockey
Club de La Plata, importe de la reunión de hoy, 80.000 pesos; Socie-
dad Argentina de Empresarios Teatrales, 20.000 pesos; Asociación
Argentina de Actores, 1.000 pesos; Sociedad General de Autores de la
Argentina, 5.000 pesos; Bodegas Gargantini, 50.000 pesos; Intenden-
cia Municipal de Chivilcoy, 500 pesos; SAFICO Sociedad Anónima,
20.000 pesos; Lalo Pelliciari, 1.000 pesos; Alberto Vila, 100 pesos;
Asociación Cultural Entrerriana y Cooperativa Central de Agriculto-
res y Granjeros, Paraná (Entre Ríos) 100 pesos; Agencia Transocean,
500 pesos.
A siete horas de haber formulado el pedido se ha reunido ya una
suma aproximada de medio millón de pesos.
En la sede de la Secretaría de Trabajo y Previsión en la tarde de
hoy, el público espontáneamente con una prontitud digna del mayor
elogio, ha comenzado a depositar su contribución particular, reci-
biéndose la primera a las 13.35 y fue hecho por el ciudadano Sigfrido
Muller con la suma de cinco pesos. Siguieron otras entre las que
figuraban la Señora Lía E. De Muñiz de Prieto con cinco pesos; José
Freise, diez pesos; Carlos A. Zambrizzi, diez pesos; Roberto Brautigan,
100 pesos; Augusto Corradini, dos pesos; Margarita A. Romanello,
veinte pesos y otros.
También se recibieron donaciones en especie.
La Secretaría de Trabajo y Previsión ha dispuesto que a partir de
mañana, después de las 18 funcione con carácter permanente bajo la
dirección del Director de Administración, las oficinas que estarán al
servicio del público durante todo el día, para recibir las contribucio-
nes que se remitan.
Para mañana a las 18, he convocado a todas las entidades patro-
nales de la industria y del comercio, representantes de la banca,
nacional y extranjera, compañías filmadoras de películas cinemato-
gráficas, entidades artísticas y culturales, artistas y varios, sindicatos
116 DOMINGO MAURICIO ACUÑA

obreros, asociaciones deportivas y a más de trescientas firmas de


empresas comerciales e industriales, como también a los diarios del
país, lo que significa una movilización de más de 700 representantes
de las fuerzas vivas que actuarán orgánicamente en la preparación de
la gran campaña nacional por ayuda de los damnificados.
La Policía de la Capital ha actuado ya en forma eficiente y ha
contribuido con sumas de dinero y donativos en especie.
Nuevamente aprovecho esta oportunidad para reiterar el pedido
de colaboración que formulara hoy a mediodía.
Invito a los dueños de propiedades a contribuir con el importe de
los alquileres correspondientes a un día; a los profesionales a suscri-
birse con el importe de sus honorarios de una jornada; a los comer-
ciantes con un aporte que dejo librado a su criterio; a los empleados
y obreros con el equivalente a un día de trabajo; y a todos, la colabo-
ración que estimen conveniente de acuerdo a sus posibilidades econó-
micas. Así apareceremos ante el mundo como una verdadera Nación
con la cohesión espiritual y la hermandad sin los cuales nada vale el
sentido político de los países.
ÍNDICE

Agradecimientos ................................................................................... 9
Introducción .........................................................................................11
15 de enero de 1944 ............................................................................ 13
San Juan, 15 de enero de 1944, 23.49’ 27” GMT .............................. 15
Domingo 16 de enero de 1944 ............................................................ 19
La solidaridad ...................................................................................... 27
El éxodo............................................................................................... 33
Los chicos del terremoto ..................................................................... 37
Las torres de la Catedral...................................................................... 51
Las autoridades .................................................................................... 53
Se reanuda la actividad ....................................................................... 57
La salud de la población ..................................................................... 61
El síndrome postraumático ................................................................. 65
Los presos de la cárcel ........................................................................ 67
Héroes anónimos y milagros............................................................... 69
Consecuencias jurídicas ...................................................................... 75
Qué es un terremoto ............................................................................ 81
Otros terremotos en San Juan ............................................................. 87
Cómo actuar ante un terremoto ........................................................... 91
La reconstrucción ................................................................................ 95
La foto familiar.................................................................................... 99
Organismos consultados para esta investigación ............................. 101
Bibliografía consultada ..................................................................... 103
Entrevistas ......................................................................................... 105
Anexo ................................................................................................ 107
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Septiembre de 2004
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