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Material de lectura

Unidad 1- La comunicación. Introducción. Conceptos clave

Existen múltiples definiciones de la comunicación. De hecho la


comunicación es un objeto de estudio interdisciplinario que han abordado las
ciencias humanísticas. Desde la perspectiva de la psicología y sociología, la
comunicación es estar en relación con otro, hacer partícipe a otro de lo que uno
tiene. Significa hacer propio algo que viene de los otros también. Comunicar es
notificar también a otros algo que no se sabe, poner en otros un conocimiento.
Pero este sentido siempre está orientado en una acción con miras a provocar
una respuesta direccionada a satisfacer algún objetivo propio. Toda
comunicación tiene su objetivo, su propósito. Y estos objetivos están ligados a
la historia que tiene el ser humano. La comunicación permite, como
herramienta a través de un lenguaje y a su manipulación de signos, un control
del entorno del sujeto.
Aristóteles dijo que el hombre es un animal que habla, y de este modo
marcó una característica esencial (que hace a la diferencia) de la tendencia
natural a comunicarse.
Nuestra especie ha necesitado de la comunicación para acrecentar las
posibilidades de supervivencia en un medio hostil. Se necesitó de un desarrollo
y evolución física para perfeccionar la capacidad de habla. Los primeros
homínidos se comunicaban de forma similar a los animales en forma de ruidos
y movimientos corporales. Estos constituían una suerte de signos y señales
que eran mutuamente comprendidos. La capacidad de comprender y aprender
este conjunto de señales y signos desarrollados por familias o clanes necesitó
además de un desarrollo cerebral adecuado. La capacidad física de emitir
sonidos no es suficiente sin un desarrollo de pensamiento más complejo, una
capacidad de abstracción que lleva a la aparición de un lenguaje. Es
interesante destacar que la capacidad de pensar, de dialogar con uno mismo,
está ligada a la comunicación el exterior. No puede haber desarrollo del
lenguaje sin un desarrollo del pensamiento.
No se puede eludir la idea de que el ser humano tiene una inclinación, y
su evolución lo demuestra, a utilizar la comunicación de manera natural. La
comunicación anima y sostiene la vida. Traduce el pensamiento en un acto y
refleja las emociones, las necesidades. La comunicación ensambla el saber, la
organización y el poder. La comunicación vincula en el ser humano la historia
de sus orígenes y la proyección de sus aspiraciones.
Pensar en la palabra comunicación es vincularla también a la idea de
comunidad. La sociedad, su organización, está reglada a partir de un lenguaje
que es herramienta de la comunicación. El mecanismo mediante el cual las
relaciones humanas se desarrollan y crean nuevas relaciones se da a través
del proceso de la comunicación. En principio la comunicación es un proceso
básico de estimulación y reacción que tiende a la respuesta. Y la esencia de
comunicar está en los significados.
La acción comunicativa entonces implica la interacción de sujetos
capaces de hacer uso de un lenguaje y una acción consecuente. Y como
resultado del proceso de la comunicación surge la construcción de los social
con sus dimensiones simbólicas y sus materialización práctica.

El modelo de la comunicación

Antes de definir modelo es necesario pensar la comunicación como un


proceso. La idea de proceso está en algo que, en tanto fenómeno, presenta
una continua modificación a través del tiempo. Nada que se relacione con la
idea de proceso tiene que poder pensarse como algo que no implique cambios.
Los acontecimientos sociales, por ejemplo, son fenómenos que pueden ser
tomados como transformaciones paulatinas a través del paso del tiempo. La
historia demuestra que algo sufre transformaciones paulatinas y que esos
cambios son un continuo.
Si entendemos a la comunicación como un proceso, debemos sentarnos
a pensar que la comunicación es un continuo de transformaciones. Y solo para
los fines de analizar y describirlos es necesario detener la dinámica del proceso.
Por ejemplo, la fotografía es una representación del hecho, pero nunca será el
hecho en sí. En otros términos, la palabra es la representación del objeto pero
no es el objeto. Por lo tanto, al describir a la comunicación como proceso hay
una fluidez que queda afuera, una dinámica interrumpida.
Otra consideración que debe tenerse en cuenta al analizar a la
comunicación como proceso es la utilización del lenguaje, que es en sí mismo
un proceso. Cuando utilizamos la palabra y la fijamos, hacemos permanente
algo que tiene cambio en sí mismo. Al elegir tal o cual palabra para describir el
proceso de la comunicación estamos fijando algo que corresponde a un punto
en una línea continua de tiempo.
De esta forma describir y analizar un proceso es marcar líneas
arbitrarias que deciden dónde cortar o dónde comenzar un fenómeno.
Fundamentalmente la noción de arbitrariedad es algo que se suele olvidar en
los términos que la ciencia puede plantear como verdades. Siempre existe un
punto de construcción de eso que se ve, de lo que se determina desde una
perspectiva determinada.
Es importante esta consideración dado que todos los elementos del
proceso de la comunicación los vemos insertos en un esquema o modelo que
decide ponerlo en forma estática. La dinámica entre los componentes es algo
que escapa muchas veces al análisis del fenómeno de la comunicación y
produce la ilusión de un orden sin cambios. Muchas veces las acciones entre
los componentes de la comunicación son imprevistos, y hasta observados
como problemas de comunicación en la medida en que salen de los marcos de
esta esquematicidad. Sirva como ejemplo que la visión de un emisor y un
receptor se refiere a un momento cristalizado de la comunicación. En el
proceso el intercambio de papeles es permanente. El emisor puede ser
receptor y al revés, son intercambiables. La mayoría de las veces la visión o
análisis de la comunicación siguen patrones o guías referidas a otras
cuestiones como el poder. En una clase, se dice que el docente es el emisor y
los alumnos los receptores. Esto se dice porque el poder simbólico del
conocimiento lo tiene el docente, pero en la práctica y a partir de la interacción
son muchas veces invertidos los roles. El docente aprende también es
receptivo de los conocimientos que no posee y que sus estudiantes sí tienen,
sea por ejemplo en el manejo de las nuevas tecnologías de comunicación.
La comunicación además puede ser analizada como situación. En la
idea de lo situacional aparece con fuerza la idea de contexto y la noción de lo
temporal. El marco social, dónde se realiza el acto comunicativo, y el marco
histórico, el cuándo, son clave para poder interpretar.
Los componentes del modelo:
Es muy conocido el modelo de la comunicación y sus componentes.
Aristóteles, quien fue el primero que planteó estudios referidos a lo
comunicativo, situó tres componentes: el orador, el discurso y el auditorio. Esto
permite, desde luego, organizar y producir un orden que es útil como
herramienta.
Vamos a centrarnos en la comunicación humana para tomar de ejemplo.
El primer componente es la fuente de la comunicación. De allí proviene el
mensaje, de los contenidos que son expresados a través de un código. Por
esto algunos autores plantean un elemento que es el encodificador, un
elemento que pone una idea en un código determinado. En el ser humano se
da dentro de la misma persona (cuando una persona modula su voz y expresa
algo en la palabra hablada).
No siempre la fuente de los mensajes es quien comunica. El otro
componente que reúne a la fuente de los mensajes y al encodificador es el
emisor del mensaje. Es importante la distinción entre fuente y encodificador
porque se pueden analizar casos de comunicación por fuera de la
comunicación individual. Por ejemplo, en un nivel más abarcativo, un periodista
especializado en noticias médicas es un especialista en el tema que puede
encodificar temas complejos que la ciencia médica (fuente del mensaje) quiere
comunicar. Aquí la fuente de los mensajes (una empresa farmaceútica, un
científico, etc.) se diferencia de quien produce el mensaje (el periodista) porque
pone en un código (el encodificador) que permita al ciudadano común
enterarse y comprender una noticia o novedad sobre el tema. Los medios de
comunicación son, entonces, encodificadores por naturaleza de diversas
fuentes de información. A nivel social, esta distinción es clave para asignar
roles específicos a distintos actores sociales.
Otro componente es el mensaje. Aquí identificamos en un nivel sencillo
de análisis una producción breve que contiene una idea. Esta idea está
plasmada en un código, que puede ser oral o escrito, por ejemplo. Y este
mensaje adquiere una forma que necesita ser transportada por un canal. El
canal puede ser tomado como forma en la que el mensaje es transportado.
El mensaje es el producto físico entre el emisor y el receptor. Hay tres
factores que pueden tenerse en cuenta dentro del mensaje. Uno es el código,
otro el contenido (también llamado referente) y el tercero la forma o el cómo de
este mensaje.
Al hablar de código debemos tomar en cuenta que hay elementos y una
estructura que definen estos elementos. No podemos pensar en estructura sin
elementos ni viceversa. Todo lo que identificamos como elementos está puesto
dentro de una estructura. Por ejemplo, los elementos básicos de un idioma son
los sonidos. Agrupamos estos sonidos en un nivel superior y tenemos los
morfemas. Por ejemplo, la palabra nada está compuesta por las letras n a d a.
Si las cambio de lugar, es decir, cambio su estructura, su significado completo
cambia. Puede ser adan o anda. Es evidente que el orden y el resultado final
será diferente al mensaje o significado final. Lo importante es poder
distinguirlos pero no creer que son independientes. En un orden superior de
esto, no es posible hablar de significados aislados. Los elementos son en
función de su estructura. Un mensaje termina por entenderse, interpretarse de
acuerdo al dónde fue leído, por dónde ha circulado. Una palabra puede ser un
elogio o una broma depende de a quién, de cuándo y dónde fue dicha.
Analicemos la noción de código, definido como un conjunto de símbolos
que puede ser estructurado de manera que tenga significado para alguien. Los
códigos implican un conjunto de procedimientos para combinar esos elementos
en forma significativa (la llamamos sintaxis en lingüística). Son necesarias unas
reglas para que la combinatoria de elementos pueda ser entendida. Si
tomamos el ejemplo de la música allí veremos que las notas musicales son los
elementos. Según se combinen los resultados son diferentes, una canción de
rock o una pieza de música Fol. La pintura también maneja códigos. El artista
plástico posee conocimientos de la materia con la trabaja y los combina en
técnicas que le permiten trabajar una sombra o un brillo. El resultado final será
uno u otro porque la estructura será diferente.
Para hablar del contenido tenemos que situarnos con acerca de qué se
trata ese mensaje. Funciona a manera de referente, de un objeto sobre el que
se elaborará el mensaje. Por ejemplo, en este material de lectura el referente
serán los temas abordados en el desarrollo del texto. Por esto, el tratamiento
del mensaje es el conjunto de decisiones que toma la fuente de la
comunicación al seleccionar y estructurar los códigos y el contenido. Por
ejemplo, un periodista prepara su material para su programa de televisión.
Selecciona determinados contenidos y los pone en un orden que refleja su
importancia. Además profundiza con mayor o menor atención dedicando
entrevistas a personajes o videos que dan perspectivas distintas sobre el tema
que considera central. Las decisiones que hace la fuente del mensaje tiene
relación con la forma en que los contenidos se encuentran. También con los
métodos de selección y eso dependerá en cada caso con las competencias o
conocimientos que tenga la fuente para alcanzar el propósito de su
comunicación.
El componente llamado canal puede verse como el medio por el que se
transporta el mensaje, el vehículo que lleva el mensaje y también la forma en la
que el mensaje se materializa. La elección del canal que hace la fuente del
mensaje es decisiva. Suponer que uno u otro medio de transporte es mejor o
peor es una decisión estratégica. La selección del canal puede deberse al
propósito general o los recursos que la fuente tiene, entre otros. No es lo
mismo elegir comunicar un aviso en papel, por ejemplo una circular entregada
en mano a cada empleado de una empresa, que un correo electrónico enviado
desde la intranet de esa empresa. Cuando un experto en comunicación visual
elige el tipo de papel en el que se creará un cartel no decide solamente en
función de su estética sino y fundamentalmente en virtud de la claridad de la
comunicación. Si el papel tiene brillo o no puede, según la ubicación del cartel y
las condiciones del ambiente, verse mejor o no el texto verbal que contiene.
Las decisiones del canal en la comunicación definen la eficacia del mensaje.
Esto diferencia criterios estéticos o de originalidad de criterios de la
comunicación. El eje de la comunicación siempre es en función de la
comprensión del mensaje. Seleccionar el vehículo por donde circula el mensaje
es siempre una decisión estratégica para alcanzar el objetivo de la
comunicación.

Para lo que tradicionalmente denominamos el receptor, es necesario


volver a tomar una diferenciación entre decodificador y receptor en sí. No
siempre, una vez más, se da en la misma persona. El ejemplo del periodista
sirve también en este caso. Un especialista en temas médicos como un
periodista puede decodificar un mensaje complejo de un acontecimiento
médico que quiera ser comunicado. Tiene las capacidades, por ejemplo,
léxicas y culturales, para entender y luego “traducir” aquello que en principio
está dificultoso para el conocimiento común de la gente.
Tanto emisores y receptores necesitan capacidades referidas a la
comunicación En el lugar de la emisión serán las de puesta en código (hablar y
escribir en la comunicación interpersonal) y de la recepción las de interpretar o
leer (leer y escuchar). A esto hay que sumarle las capacidades específicas de
lo comunicativo que se verán más adelante.
Al esquema clásico de la comunicación, los teóricos han agregado
elementos nuevos que reparan la simplicidad del modelo tradicional.

La reformulación del esquema


La reformulación del esquema agrega elementos importantes para ver
cómo funciona el acto comunicativo. Del lado del emisor como del receptor son
necesarias las competencias (conocimientos) sobre lo verbal y lo no verbal.
Esto es no solamente dominar la lengua sino también aquello que implica los
códigos no verbales. Pueden ser ejemplo los gestos y ademanes (desde
microexpresiones faciales a movimientos más grandes como marcar con la
mano en el aire mientras se habla algo), el manejo de los ritmos en oralidad,
las pausas, la entonación, etc. A estos códigos hay que sumarles los
conocimientos referidos al mundo cultural, aquellos que implican valoraciones
sociales y respetan el sentido cultural al que se pertenece. El reconocimiento
de las normas y valores socioculturales son tan importantes como los del
manejo del lenguaje apropiado.
Además es imprescindible tener en cuenta que las características
psicológicas de emisor y receptor diferencian de manera única (no hay dos
individuos iguales en sentido profundo) el acto comunicativo.
Y por último la comunicación se perfila en función de un modelo sea de
producción como de reconocimiento. Los modelos de producir y de entender o
leer son diferentes y están atravesados por las competencias antes
mencionadas. Corresponde relacionarlas con la noción de individuo. Cada
persona ha trabajado o no las competencias y las pone en acción de manera
distinta. Y los modelos se configuran a partir de un universo discursivo
específico. No es lo mismo trabajar un relato de temática, por ejemplo, del
terror, para niños que para adultos. Cada género discursivo tiene protocolos
que deben respetarse y que cada emisor o receptor hará uso (o no).
Como conclusión importante y en función de lo visto si entendemos a la
comunicación como un proceso, cada elemento está vinculado con otro y se
define por otro. Por ejemplo no se puede manejar un buen modelo de
producción si las competencias culturales e ideológicas son insuficientes.
Saber leer no es solo interpretar una palabra, es relacionarla con otra. Es saber
si el otro va a entenderla como el emisor la entiende. Escribir bien no está
referido a la cuestión ortográfica. Es escribir adecuadamente con palabras y
con estructura clara para el receptor. Nunca habrá entre emisor y receptor
igualdad pura de competencias. Y esa desigualdad puede dar una extensa
variedad de resultados.

Bibliografía utilizada
Berlo David. (1995) El proceso de la comunicación. Una introducción a la
teoría y a la práctica. Bs. As. En El Ateneo
De Fleur, Rokeach Ball(1999), Teorías de la comunicación de
masas.(1993) .Barcelona: Paidos
Kerbrat Orecchionni Catherine (1997) La enunciación. De la
subjetividad del lenguaje. Bs.As. Edicial
Marro Mabel, Dellamea Amalia (1999). Teoría de la comunicación social.
Elementos. Claves y Proyecciones. Bs.As. Docencia.

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