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Ser emprendedor es una actitud

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Ricardo Matas Coddou

  Emprendimiento

  13.02.2014

  54 minutos de lectura

Espíritu emprendedor
«La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de
aplicar los conocimientos en la práctica» Aristóteles, 384AC-322AC

Estudio sobre el emprendimiento


1.- Introducción y breves conceptos

Desde hace algunos decenios vivimos en una época de grandes y vertiginosos avances
tecnológicos que han afectado a la sociedad en su conjunto, pudiendo visualizar que lo
único que parece realmente estable en el futuro inmediato es el cambio. Este concepto
que podría resultar paradójico en realidad no lo es. Simplemente nos alimentan a diario
con muchas noticias acerca de nuevos avances, mejoras de las creaciones anteriores que
rápidamente quedaron obsoletas, y tendencias modernas de administración que
sugieren métodos para adaptarse a los cambios. Muchos autores han publicado
novedosos textos que nos inducen a la reflexión acerca del enfoque futuro que tendrá la
comercialización moderna y nos permiten también echar a volar la imaginación en
cuanto a muchos asuntos y pensamientos que antaño parecían sacados de la ciencia
ficción, y que hoy se están convirtiendo paulatinamente en realidad. En lo personal, nací
en un momento donde teníamos un televisor en blanco y negro, pasábamos más tiempo
en la calle con los amigos y creábamos juegos simples que desafiaban la creatividad.
Pero no nos imaginábamos que algún día los aparatos que mostraban en series como
Star Trek o en otras novelas podrían empezar a fabricarse y perfeccionarse en pocos
años: dispositivos para comunicarse fácilmente (actual celular), una máquina que con
apretar un botón permitía obtener alimentos rápidos (horno microondas), otro que
llamaban tricorder y que permitía supuestamente sondear el estado de vida de otro ser
animado (avances actuales en dispositivos médicos de ultrasonidos, scanner y
resonancia nuclear), una máquina computarizada que jugaba ajedrez, o que se
conectaba al cerebro humano para captar sus pensamientos y traducirlos en acciones
concretas. En fin…el asunto es que todas estas creaciones e innovaciones cuando son
creadas y aceptadas por el mercado, no se han obtenido como fruto de la casualidad,
sino de la constante investigación, pruebas de ensayo error, fracasos previos, mucha
inyección de recursos financieros, técnicos e intelectuales, que son dirigidos por muchas
compañías con líderes que son realmente especiales y visionarios.

Comento esto introductoriamente porque percibo una correlación entre la calidad de los
bienes que hoy disponemos y que se han hecho comunes en nuestro diario vivir,
respecto a las personas que han permitido dirigir y llevar  a la práctica estos recursos en
la última época, cada vez más perfeccionados y con adaptaciones multifuncionales.
Muchos empresarios con características especiales han sabido adaptarse en el tiempo,
aplicando su experticia, conocimientos, aptitud y actitud en aplicar sus estrategias,
estilos atípicos de liderazgo, y han mostrado tener un espíritu más allá del categorizado
como normal para cualquier administrador: estos líderes son emprendedores que
trabajando en equipo, rodeándose de los mejores profesionales a su alcance, asumiendo
riesgos para ellos razonables que no siempre son compartidos por otros empresarios y
haciendo un uso eficiente de información, han permitido que nuestra sociedad moderna
esté alcanzando una mayoría de edad donde se tiende a pensar que el único límite a
nuevas creaciones futuras pareciera estar sólo en nuestra capacidad de imaginación,
esperando que estas ideas sean adoptadas y financiadas para llevarlas a la práctica.

La definición de emprendedor, curiosamente tiene sólo una acepción en el diccionario :


“Que emprende con resolución acciones dificultosas o azarosas”. Además, vemos como
una de las definiciones de la acción de emprender en el mismo diccionario comenta:
“Acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran
dificultad o peligro.”.

Es decir, se asocia convencionalmente el término emprendedor con aquella persona que


puede empezar, enfrentar y resolver situaciones difíciles o peligrosas. Sin embargo, en el
mundo empresarial se ha ligado más bien el concepto con aquellas personas que,
teniendo condiciones especiales, sean innatas o aprendidas, producto de su
perseverancia, olfato comercial, estilo de liderazgo y actitud positiva, logran no solo
comenzar una obra, sino mantenerla, perfeccionarla, hacerla crecer productivamente,
superando exitosamente desafíos, creando generalmente alguna actividad (o dejándola
sembrada, sin ver necesariamente sus resultados finales), servicio, producto, método o
proceso que les permite distinguirse de un administrador común o de un profesional
cualquiera.

Sabemos que existen emprendedores que sin siquiera estudios formales han creado
compañías desde abajo, han surgido con sacrificio, ven las malas experiencias como
reales oportunidades de aprendizaje de sus errores aprovechando las experiencias
pasadas, teniendo particularidades que los distingue del resto: actitud positiva, espíritu
independiente en sus decisiones, aprovechamiento de la información que otros sólo ven
como datos sin valor agregado, buen nivel de aceptación de fracasos que a otros
derrumbaría, y mucha perseverancia. No son super hombres, pero son distintos: son
personas que saben adaptarse, tienen ese “don” que les otorga su espíritu
independiente, se rinden cuenta a sí mismos de su gestión, problemas y éxitos, sacan
cálculos y diseñan estrategias a veces en forma intuitiva , arriesgan, se informan
proactivamente, empujan, motivan y saben trabajar en equipo…ven el vaso medio lleno.
Se han estudiado muchas de las causas de las características de los emprendedores, pero
son pocas las personas que tienen esas condiciones. Al menos en Chile aun vivimos en
un país en que los profesionales a punto de graduarse piensan generalmente dónde
prestarán sus servicios y esfuerzo para los dueños de las empresas, y no se concentran
mayoritariamente en generar nuevos servicios propios para los demás.  Esta actitud es
porque lo vemos como un riesgo que no estamos dispuestos a asumir: es que los costos
de crear un emprendimiento son demasiado altos, es que no tenemos la experticia en
determinado campo que nos interesa, es que somos adversos al riesgo y  nos da más
seguridad ser buenos empleados que buenos contratantes. Estos pensamientos pueden
ser válidos, no todas las personas pensamos igual, y dependerán en cierta forma del
nivel y estilo de vida que estamos dispuestos a asumir considerando las experiencias
personales que hemos tenido. Estimo que no es de cobardía el no enfrentar desafíos por
cuenta propia o en forma totalmente independiente, ya que simplemente las personas
tienen distintas apreciaciones para administrar sus vidas de acuerdo a sus propias
expectativas personales y ambiciones profesionales. A fin de cuentas los mismos
emprendedores, al ser generalmente empresarios independientes, deben contratar
servicios profesionales de quienes no son como ellos para llevar a cabo sus proyectos,
ideas comerciales, planes o innovaciones. Uno sin el otro no podría coexistir, por lo cual
tengo la convicción personal que se ha generado una verdadera simbiosis: si
estuviésemos llenos de emprendedores y nadie para llevar a la práctica sus ideas en
forma organizada, es posible que no lograríamos obtener el nivel de productos y
servicios de los cuales estamos acostumbrados actualmente.

Considerando que sólo en uno de los famosos buscadores de internet existen más de 5,2
millones de temas relacionados con el concepto emprendedor, me ha llamado la
atención la siguiente explicación : “en economía, negocios, finanzas, etc., el concepto
tiene el sentido más específico de ser aquel individuo que está dispuesto a asumir un
riesgo económico. Desde este punto de vista el término se refiere a quien identifica una
oportunidad y organiza los recursos necesarios para ponerla en marcha. Es habitual
emplear este término para designar a una persona que crea una empresa o que
encuentra una oportunidad de negocio, o a alguien quien empieza un proyecto por su
propia iniciativa. Se ha sugerido que el ser emprendedor es una de las cualidades
esenciales de un empresario u hombre de negocios, junto a la de innovación y
organización. Las investigaciones de percepciones describen al emprendedor con
términos como innovador, flexible, dinámico, capaz de asumir riesgos, creativo y
orientado al crecimiento. La prensa popular, por otra parte, a menudo define el término
como la capacidad de iniciar y operar empresas nuevas”.

De lo anterior se desprende que, distando del simple concepto obtenido del diccionario y
al vincularlo ahora específicamente con el mundo de los negocios, estamos en presencia
de un concepto que permitiría obtener una especie de arquetipo: el emprendedor es
alguien que no solo administra, sino que asume riesgos económicos y aprovecha
ocasiones que para otros podrían no parecer lógicas,  y que una de sus características
comunes es la intuición, características personales y perseverancia en lograr sus
objetivos, metas y propósitos.
2.- Objetivos

El objetivo principal de este trabajo es exponer distintas percepciones que tienen


algunos autores acerca de los emprendedores, así como también ciertos mitos que se
han generado acerca de este tema.

Debemos considerar que el ser humano es tremendamente complejo, y el término


emprendedor se ha asociado más bien con ciertas características antropológicas que son
dignas de estudio, basado en las opiniones que tienen expertos en el tema. Como parte
constitutiva del capital intelectual, encuentro idóneo asumir el desafío de intentar
resumir ciertas características de los emprendedores que les son comunes, y que nos
permitan tener una idea más completa acerca de su psicología.

3.- Orígenes y evolución del concepto

El término emprendedor deriva de la voz castellana emprender, que proviene del latín
in, en, y prendĕre, coger o tomar, aplicándose originalmente -tanto en España como
otros países- a lo que ahora serían llamados aventureros, principalmente militares,
sentido que evolucionó posteriormente a tener connotaciones comerciales. La palabra
fue definida por primera vez en el Diccionario de autoridades de 1732, todavía con esas
connotaciones, como: «La persona que emprende y se determina a hacer y ejecutar con
resolución y empeño, alguna operación considerable y ardua del cual asimismo dicen
haber sido señor esforzado y emprendedor de hazañas notables, como su padre» (Lat
Aggressor. Intentator. Ocamp. Chron. lib. I. cap 24).

Ese sentido y evolución está estrechamente relacionado con el vocablo francés


entrepreneur, que aparece a principios del siglo XVI. A principios del siglo XVIII los
franceses extendieron el significado del término a los constructores de puentes, caminos
y los arquitectos.

Así, por ejemplo, L’Encyclopédie define el termino entrepreneur como “se dice por lo
general del que se encarga de una obra: se dice un emprendedor de manufacturas, un
emprendedor de construcciones, por un manufacturador, un albañil contratista”.

En la frase anterior la traducción es difícil dado que el sentido de las palabras ha


cambiado. Pero se ha sugerido que el sentido de la frase francesa -a diferencia de la
hispana- se relaciona con la persona que obtiene un contrato con otros y está a cargo de
su ejecución, lo que en España se denominaba en aquellos tiempos «maestros de obra»
-personajes tales como Carlín o Alonso Rodríguez- o un contratista en su sentido
original: quienes recibían contratos reales -en el sistema de la Casa de Contratación de
Indias- y, en general, quienes contrataban algunos bienes por encargo. El elemento de
riesgo no es mayor, dado que tales personajes financiaban sus actividades sobre el hecho
de la existencia de un contrato con alguna autoridad y sus ingresos estaban, en general,
asegurados.

En 1755 Richard Cantillon cambia definitivamente ese sentido de la palabra,


transformándola a la voluntad o capacidad de enfrentar la incertidumbre. Cantillon
postula que el resultado de toda actividad es incierto, implica un riesgo, y alguien tiene
que asumirlo con la esperanza de recompensa en el futuro y utiliza el término
“entrepreneur” para designar a ese individuo, con lo que su significado pasa a ser
tomador de riesgos en lugar de ser alguien que tomaba un salario.

Posteriormente el sentido de la palabra “entrepreneur” como «emprendedor» se


generalizó para identificar tomadores de riesgos económicos.

4.- Con objeto de analizar las distintas propuestas que tienen algunos autores acerca del
tema, me he permitido seleccionar los siguientes textos con el fin de resumir sus
argumentos, emitir conclusiones, realizar comparaciones y aportar con críticas a sus
postulados:

4.1.- Reportaje: “¿Qué mueve a los emprendedores?” , de María José Goycolea.

En este texto, la autora comienza con un resumen histórico acerca de “el mito del
garaje”, haciendo alusión a los inicios de Hewlett Packard cuyos orígenes se remontan a
1938-1939 en que William Hewlett y David Packard dieron el pié inicial a lo que hoy
conocemos como Silicon Valley en Palo Alto, California. El reportaje La leyenda del
garaje, escrito por Pino Audia y Christopher Rider, profesor asistente y alumno de
doctorado de Hass Business School de la Universidad de California en Berkeley,
respectivamente, y publicado en Trend Management el año 2006, sostiene que la
cochera de HP es el ejemplo más célebre de una creencia muy difundida en los Estados
Unidos, según la cual los emprendedores suelen iniciar sus compañías en garajes, como
otrora lo hicieran otros famosos como Walt Disney y Steve Jobs. No obstante,
actualmente el garaje no sólo representa la “fuente del espíritu emprendedor”, sino que
se ha transformado en un símbolo que evoca íconos que representan la generación de
ideas innovadoras, el esfuerzo, la ingenuidad, el rechazo al status quo y la liberación de
trabajar para uno mismo.

Sin embargo, investigadores han evidenciado que la mayoría de los emprendedores


exitosos tienen buenas ideas y “adquieren los recursos sociales y psicológicos necesarios
para formar nuevas compañías a través de experiencias previas en organizaciones
existentes. Los emprendedores son, frecuentemente, productos organizacionales”,
señala el artículo publicado en la edición de junio-julio de 2006. En este sentido, Pino y
Rider aseguran que la creación de un nuevo negocio es un proceso eminentemente
social.

Además, los investigadores concluyen que la leyenda del garaje “pinta un retrato que
nada se parece al proceso por el cual muchos individuos se convierten en
emprendedores”. Según ellos, el mayor peligro de esta creencia radica en fomentar la
imagen de un individuo solitario, cuando en realidad hay un contexto social que lo
contiene y lo condiciona.

La intuición de tener una buena idea, el afán de independencia y la ilusión de ver su


proyecto realizado, son los principales drivers o motivaciones de los emprendedores. La
diferencia entre los ejecutivos de empresas y los emprendedores radica en que estos
últimos “no se mueven sólo por las lucas, sino por la fascinación de armar un cuento, de
ver tu proyecto andando”, comenta Ulrico Schwarzenberg, gerente general de
Warehousing Valle Grande S. A., emprendimiento que se gestó a fines de 1997 y
finalmente se plasmó a mediados de 1999. Incluso, hay algunos emprendedores que
nunca ven su proyecto completamente armado, ya que las proyecciones del mismo
pueden ser mucho mayores. Ya vemos el caso de Gaudí , quien planificó la construcción
de una de las catedrales más importantes del mundo, la Sagrada Familia, sabiendo que
nunca la vería terminada. Sin embargo, la satisfacción radicaba en la concreción futura
de un proyecto que tendría efectos mucho más allá de lo que él podía hacer tangibles.
Schwarzenberg señala que “los emprendedores son tomadores de riesgo, son jugadores
embriagados por el vértigo de una buena idea y la ilusión de ver su proyecto
concretado”. Este ejecutivo además plantea los que, a su juicio, son los tres principales
corolarios necesarios para que un emprendimiento tenga éxito:

 Tener una buena idea. Según Schwarzenberg, cuesta mucho encontrar una buena idea.
“Puedes tener muchas ideas innovadoras, pero eso no significa que sean buenas”. Esto
no siempre significa que la idea sea un invento nuevo, pues para ser exitoso no es
necesario reinventar la rueda.
 Conocer y ser conocido en el mercado donde se pretende emprender. “No te metas en lo
que no sabes”, aconseja Schwarzenberg, asegurando por experiencia propia que si el
emprendedor no conoce el negocio ni se maneja en el ambiente al cual desea ingresar,
tendrá demasiadas barreras para el éxito. Ulrico Schwarzenberg señala que es
recomendable tener un prestigio reconocido en el sector en el cual se pretende
desarrollar el negocio y ojalá tener buenos contactos, pues ello facilitará -en gran
medida- la entrada al negocio. “Cuando nadie te conoce, es mucho más difícil que te
compren la idea. En cambio si conoces el mercado y el mercado te conoce a ti, te valida,
generas confianza y se te abren muchas puertas”.
 Tener buenos socios. Schwarzenberg argumenta que es necesario saber escoger muy bien
a los socios. “Entenderse bien con los socios, poder confiar en ellos y que ellos te apoyen
en la creación de un proyecto es fundamental”. Al fin y al cabo, los socios son parte del
negocio, aunque la idea sea del gestor, por lo que si hay una mala relación entre ellos y el
emprendedor principal, difícilmente el proyecto llegará a buen fin.

Particularmente, en mi opinión comparto la primera y última propuesta de


Schwarzenberg, pero estimo que no es absolutamente necesario ser conocido en el
mercado donde se pretende emprender. Un ejemplo de esto es la vida y obra de Thomas
Alva Edison , quien de la nada y con mucha perseverancia y experiencia de investigador
innato y autodidacta, logró “encerrar” la energía eléctrica en una ampolleta , cambiando
literalmente la faz de la tierra con su invento y muchísimos más que no cabría
mencionar en este estudio. Edison, a mi juicio, es el prototipo de lo que es la inventiva y
emprendimiento juntos. Es conocida su anecdótica historia cuando casi pierde todas sus
inversiones por un trabajo que no le pagaron los ingleses que lo habían contratado para
un proyecto específico, sin embargo a los pocos años logró organizar y tener un
verdadero imperio aun mayor que antes de ese impasse, gracias a su notable poder de
reacción combinado con mucho optimismo y ansias de seguir creando innovación.
Edison era, en su definición más amplia, un completo emprendedor.
El reportaje de María José Goycolea también aporta con un nuevo concepto, referido a
los “minipreneurs”, entendiéndose esta palabra con la que los norteamericanos
denominan a la más reciente adquisición en la categoría de los emprendedores.
Traducida al español sería algo así como mini-empresario o mini-emprendedor, aunque
este concepto podría confundirse con el gestor de una mini pyme . Este nuevo perfil de
empresarios se distingue por agrupar a aquellos profesionales que quieren formar su
negocio arriesgando lo menos posible y con la menor cantidad de capital que se pueda.
Los negocios que emprenden los minipreneurs están marcados por la relevancia de
Internet y las nuevas tecnologías, que permiten hacer el montaje con una inversión
mínima. Por ello, muchos de estos empresarios gestan un proyecto paralelo a su trabajo
tradicional, pues la tecnología se lo permite. El caso más emblemático de minipreneurs
son Fred Durham y Maheesh Jain, quienes en un garaje de California -haciendo
homenaje a la leyenda- montaron su oficina tras haber incursionado juntos en varios
negocios relacionados con servicios de Internet. Sólo contaban con un par de
computadores, sus propios cerebros y una única empleada: la madre de Fred. Así
partieron con www.cafepress.com, donde los usuarios envían sus diseños para estampar
en poleras, tazones y otras cosas, para luego venderlos a través del mismo medio. Siete
años después, la empresa cuenta con más de 200 trabajadores, un catálogo de productos
suscritos por sobre 35 millones de usuarios y 1,4 millones de inscritos que mantienen la
tienda virtual.

Haciendo una comparación con la realidad del mercado Chileno del año 2007, la autora
se refiere que en Chile realizar este tipo de aventura comercial no es del todo exitosa y
conlleva sus propios riesgos. El asunto de requerir una inversión, contrato de terceras
personas, falta de visualización de la red de Internet como un mercado potencial (la ven
más como sólo una herramienta de comunicación), y el sistema de impuestos que no
motiva la concreción de este tipo de emprendimiento, sumado a la burocracia de
creación de empresas de este género, hacen que el costo de entrada sea aún muy alto.

Dentro de las principales debilidades en el contexto nacional, se mencionan también los


créditos con intereses caros , altos impuestos relativos en comparación con grandes
empresas (específicamente timbre y estampillas), trabas para cerrar una empresa (para
abrir una empresa en Chile el tiempo promedio es tres meses, pero para cerrarla existen
casos de hasta seis años), muchos organismos fiscalizadores estatales y sociales para
tramitación de papeles (Servicio de Impuestos Internos, servicios de salud, Registro
Civil, permisos municipales, permisos propios de los organismos que tienen atingencia
directa con el rubro del negocio que desea abrirse), entre otros impedimentos que
empantanan aun más la iniciativa de emprender, como el alto costo de despidos,
contrataciones e indemnizaciones, duras fiscalizaciones y problemas que repercuten en
una correcta gestión como las deficiencias para llevar a cabo un buen plan de negocios o
de contratar una idónea plana directiva.

Como una forma de subsanar los principales problemas que plantea la Cámara de
Comercio de Santiago  como causales en las debilidades de la pymes, se plantean cinco
recomendaciones básicas que se supone aportarían para incentivar el emprendimiento:

 Adquirir los conocimientos necesarios para emprender el nuevo negocio.


 Investigar el nicho de negocios y el mercado.
 Realizar un estudio de mercado: tamaño del mercado y principales competidores.
 Planificar y elaborar un plan de negocios por escrito.
 Hacer estudio de costos adecuado y realista. Expertos recomiendan considerar tres 
veces más dinero de lo presupuestado, con el fin de apalear eventualidades.

Acerca de estos temas, y como aporte crítico, me llama la atención que la autora ha
derivado en tratar el tema pyme como una especie de condición previa para entender el
emprendimiento. Si bien se ha determinado que el empleo que generan las pymes a
nivel nacional representa más del 80%, que inciden en un 25% del PIB de Chile, y que el
49% de las empresas exportadoras son pymes (todas cifras al año 2007, fecha del
artículo), entonces es entendible la importancia que le ha otorgado en su texto. Sin
embargo, en lo personal extraño que no se realice una diferenciación entre el concepto
de crear una pyme “normal” versus crear las condiciones para que existan más
emprendedores. Nada se ha comentado acerca de crear instancias de capacitación
permanente a la persona emprendedora, en algún organismo que clasifique el riesgo
emprendedor, en darle pautas que faciliten el inicio sin exceso de trámites
administrativos exigidos por la autoridad, en fomentar espacios de comunicación
permanente entre innovadores y financistas, pues muchos de estos genios en potencia
pueden estar entrampados simplemente en la obtención de recursos monetarios y en
que nadie ha acogido oportunamente sus ideas por la inexistencia de un canal
transparente y masivo para llevarlas a cabo (simplemente por desconocimiento de las
ideas o proyectos que proponen). En definitiva, pese a que en el texto se ha nombrado
las principales fuentes de financiamiento a las que pueden recurrir los emprendedores,
como los “inversionistas ángeles” , al Capital Semilla  de Corfo  y el Capital de Riesgo ,
no se profundiza en el cómo los distintos agentes que posibilitan esas inversiones
podrían detectar y clasificar en forma transparente las ideas más innovadoras de
emprendedores.

Lo que existe hoy en día lo veo más bien como fuentes alternativas estáticas, como un
canal que presenta distintas ofertas que está esperando la demanda de
microempresarios prometedores, pero no necesariamente de aquellos emprendedores
en su real definición. En otras palabras, si un emprendedor no dispone de inversionistas
ángeles, no tiene el 20% de fondos propios para financiar su idea por capital semilla, y
no conoce quiénes podrían ser sus potenciales inversionistas de capital de riesgo,
igualmente podría quedar condenado a guardar sus ideas innovadoras por falta de
información idónea, oportuna y transparente, sobre todo si lo único que conoce son los
trámites engorrosos que le piden para crear un negocio. De esta forma, en mi opinión,
de no tomar medidas asertivas que fomenten más la calidad de información, podríamos
estar lamentablemente fomentando la fuga de ideas y promoviendo las asociaciones de
nuestros emprendedores con socios extranjeros que sí podrían estar en condiciones de
acoger en forma más eficiente sus inquietudes en cuanto a creatividad e innovación.

4.2.- Texto: “El Mito del Emprendedor” , de Michael E. Gerber.

El autor expone un programa de ejercicios prácticos mediante el cual permite aclarar la


visión y la pasión por un negocio. El principio de “no trabajar en nuestra empresa, sino
trabajar para ella” es llevado a la práctica en todas las vertientes que conforman una
empresa moderna (marketing, finanzas, dirección, satisfacción del cliente, generación
de oportunidades, etc.).

El “Mito del emprendedor” expone razones de por qué la mayoría de los pequeños
negocios fracasa y explica qué es lo que las personas exitosas saben hacer para aumentar
la prosperidad. Para el autor, el principal problema es que una gran parte de los
pequeños negocios no los fundan verdaderos emprendedores, sino personas técnicas
que creen ser emprendedores. Un carpintero, una peluquera, un abogado o un cocinero
asumen erróneamente que su conocimiento de aspectos técnicos (ser capaz de armar
muebles, de estilizar el pelo, defender a un inculpado o cocinar) es suficiente para iniciar
la marcha de su empresa. Sin embargo, el hecho de saber cómo funciona un negocio en
realidad no basta para lograr que esa empresa funcione.

Entre un técnico y un emprendedor existe una gran diferencia. El primero funda su


negocio sobre sus conocimientos, talento, intereses y aptitud que posee. Dedica su
tiempo, energía y vida a ganar un sustento, independencia y unos cuantos activos como
máximo. El emprendedor, por su parte, crea algo nuevo, una empresa, y con ello libera
una enorme cantidad de energía que aumenta exponencialmente su capital financiero,
emocional y mental. A lo largo de los años aprende a desarrollar una organización,
emplear su creatividad, crear valor para las personas que lo rodean y obtener ingresos
que lo eximen de trabajar por necesidad. El tiempo que dedica al negocio puede ser el
mismo que el de un técnico, pero el resultado es muy distinto. Un emprendedor
auténtico funda empresas como Starbucks, Wal-Mart o Google, mientras que un técnico
conseguirá tan solo crear otro puesto de trabajo en su profesión.

Para el autor, cualquier persona puede pasar de técnico a emprendedor (es decir superar
“el mito del emprendedor”) si está dispuesto a replantearse los fundamentos de su
negocio desde el principio y, con ello, poner en práctica las siete orientaciones que a se
describen a continuación:

 Liderazgo de empresa. El primer desafío para un líder empresarial consiste en aprender


a vivir con la palabra, acostumbrarse a ella, aceptar su relevancia y la responsabilidad
derivada de la misma. El término “liderazgo” confiere a cualquier actividad una gravedad
que no tendría si la realizara otra persona. El líder ha de saber percibir las diferencias
entre lo que tiene peso y lo que no aporta nada sustancial. La concentración es lo que
hace posible la diferenciación.
 Liderazgo de marketing. Un líder de marketing es aquella persona, dentro de la empresa,
que más comprometida está con la creación de la marca y su crecimiento,
independientemente del volumen de negocio que dicha empresa posea. La diferenciación
de una marca es su aspecto más sobresaliente, sin el cual todo marketing está condenado
al fracaso. Lo primero que debe preocupar a un líder de marketing es la identidad de la
marca de su empresa: lo que la empresa posee, lo que hace, parece y cómo actúa en
comparación con todas las demás. Su trabajo consiste en garantizar que todos aquellos
que entran en contacto con la empresa perciban esa peculiaridad distintiva: clientes,
inversores, proveedores o empleados. Un marketing eficaz crea la conciencia, la
aceptación y la preferencia de una marca.
 Liderazgo financiero. El trabajo del líder financiero en una empresa debe ser el reflejo de
la visión del líder empresarial. Su principal tarea es construir un modelo financiero y
determinar las opciones existentes para que esa visión se convierta en realidad. Se puede
afirmar que el trabajo, la misión y la responsabilidad de un líder financiero son
directamente proporcionales a la magnitud de la visión del líder empresarial. El principal
objetivo de un líder financiero es maximizar el valor de la empresa. Su estrategia
financiera será más efectiva si entiende la empresa como una “caja negra” que recibe el
dinero, le añade valor a través de su sistema de negocio y devuelve más de lo que ha
recibido aumentando así el valor de la empresa.
 Liderazgo de dirección. El cambio es una constante de cualquier negocio en la economía
moderna global. En ese contexto, el éxito de las empresas depende tanto de la
disposición favorable de sus líderes hacia él, como de su habilidad para recurrir a dicho
cambio con el fin de perfeccionar los productos y servicios. Aquellas empresas que crean
entornos laborales de alto rendimiento teniendo siempre presente su visión, creando
estructuras que se adaptan a sus objetivos y proporcionando a su personal herramientas
para obtener los resultados previstos, estarán en óptimas condiciones de atraer clientes,
motivar a sus proveedores, despertar el interés de los inversores y tranquilizar a sus
acreedores. Para crear semejante entorno de alta rentabilidad, un líder debe dejar bien
clara la visión de la empresa a sus empleados e integrarla en sus vidas cotidianas.
 Liderazgo de la satisfacción del cliente. El objetivo de un líder dedicado a promover la
conformidad del clientedebe ser el diseño, implementación y perfeccionamiento de
sistemas operativos, de formación y gestión que, ante los clientes, hacen a la empresa
destacarse por encima de las demás. La coordinación entre estos tres sistemas es la
condición indispensable para lograr la satisfacción óptima del cliente. La integración
correcta de los sistemas se mide por la capacidad que tiene la empresa de mantener una
relación duradera con sus clientes. La evaluación de la satisfacción del cliente es el
requisito básico para comprender y poder tomar en cuenta sus principales deseos.
Además del propio diseño de un producto o servicio, se evalúan, planifican y miden los
tres principales procesos: la producción (por ejemplo, las pruebas, la compra de piezas,
el montaje, el control de calidad o el empaquetado de un producto), la entrega (por
correo, en las tiendas, a domicilio, etc.) y el servicio al cliente (teléfono gratuito de
información, demostración del funcionamiento, garantía, etc.). La evaluación,
planificación y medición de estos tres procesos debe partir del estado actual de cada uno
de ellos en una determinada empresa. Ello incluye la identificación, la descripción de
datos y de resultados, la estimación de costos, la selección de los principales indicadores,
el establecimiento y documentación de la base de referencia para los indicadores
principales más el seguimiento y revisión periódica de los mismos
 Liderazgo de conversión de oportunidades.  En el vocabulario del E-Myth, por
“oportunidad” se entiende cualquier oportunidad de ingreso: solicitud de información,
muestra de interés, quejas o cualquier contacto que la empresa establezca con sus
clientes reales o potenciales. La conversión de oportunidades significa, en este contexto,
un proceso por el cual una empresa convierte una oportunidad de ingreso en un ingreso
real. El proceso de conversión de oportunidades debe estar diseñado de tal manera que
de él se obtenga el máximo de clientes y no de ventas. Una venta es tan sólo el resultado
de disponer del producto correcto para el cliente adecuado en un proceso donde priman
las necesidades del cliente. La decisión de compra de los clientes potenciales se verá
influida por siete aspectos: información, entendimiento, aclaración de las necesidades,
consejo, asistencia, confianza y la propia transacción de venta. Las necesidades de
compra de clientes individuales se verán influidas por su percepción del impacto que la
compra ejercerá sobre ellos y por su confianza en decidirse a realizarla. El objetivo
principal de cualquier líder de conversión de oportunidades debe ser satisfacer las
necesidades de cada cliente, de tal manera que éste encuentre razones para una decisión,
fundamentalmente emocional, que le hizo ponerse en contacto con el vendedor.
 El liderazgo de la generación de oportunidades.  Un canal de generación de
oportunidades es cualquier método, medio o vehículo que una empresa puede usar para
transmitir su mensaje a sus mercados-objetivo o clientes potenciales (prensa, televisión,
Internet, carteles, eventos y promociones, folletos, relaciones públicas, publicidad boca a
boca, etc.). Los canales son el “cómo”, mientras que el mensaje es el “qué” de la
propuesta de valor de una empresa. Unidos, llaman la atención y provocan una
impresión en los clientes que les hace responder favorablemente. Los canales adecuados,
combinados con los mejores mensajes despiertan el interés por la oferta y facilitan que el
cliente establezca una relación mutuamente beneficiosa con la empresa. Los canales de
generación de oportunidades son tantos y tan diferentes entre sí que encontrar los más
apropiados para cada empresa e particular parece una difícil tarea. Sin embargo, no lo es
tanto si se toman en consideración unos cuantos criterios objetivos y subjetivos, tales
como el alcance de cada canal (número de personas expuestas a él durante un período de
tiempo concreto), la cobertura del mercado (o porcentaje del mercado objetivo
alcanzado, que se obtiene de dividir el alcance por el número total de la población del
mercado), el costo del canal por mensaje, la frecuencia (número de veces que un
individuo se encuentra expuesto a un mensaje), la adecuación del canal al estilo de vida
del mercado objetivo, la credibilidad o nivel de confianza que el público tiene en el canal)
o la intimidad (el grado en que un determinado canal fomenta una relación cercana y
personal entre el cliente y el mensaje). La culminación del proceso de generación de
oportunidades es un plan para su implementación. El formato recomendado suele
consistir en una declaración de posicionamiento general, los planes mensuales para la
generación de oportunidades y el calendario de control mensual. La declaración de
posicionamiento general debe indicar el mercado objetivo. Por su parte, mientras el plan
mensual ofrece una visión general de las actividades de generación de oportunidades, el
calendario de control debe proporcionar los detalles para la realización de cada una de
esas actividades.

La comunicación con los clientes es uno de los aspectos críticos de cualquier negocio; de
ahí que la elección del canal acertado sea decisiva para alcanzar resultados tangibles y
duraderos, en forma de una mayor captación y un vínculo más estrecho entre los
clientes y la empresa. Un canal correcto es, en definitiva, aquel que trata a los clientes
como personas y reconoce sus necesidades y preferencias, y gracias al cual una empresa
consigue reforzar aún más su diferenciación con respecto a su competencia.

En mi opinión, las siete recomendaciones que hace el autor, referido a verdaderos


consejos para que cualquier empresario pase de dicha condición a la calificación de
emprendedor, son muy parecidas a las consideraciones que se realizan en un proceso de
planificación estratégica, entendiéndose por tal al proceso de evaluación sistemática de
la naturaleza de un negocio. En la planificación estratégica, se establecen objetivos,
metas (objetivos cuantificables), estrategias y, fundamentalmente, los medios para
llevar a cabo dichas estrategias. El espíritu que se capta de la propuesta del autor es que
teniendo en cuenta los estilos y tipos de liderazgo que deberían aplicarse en cada área de
la empresa, desde lo administrativo, financiero hasta los aspectos comerciales, se puede
de alguna forma establecer pautas que permitan estructurar los aspectos claves que un
emprendedor debería adoptar para ser exitoso en su negocio, y no convertirse en un
técnico de algo específico. En el fondo, entiendo que estaría intentando explicar pasos
para  “profesionalizar el tecnicismo”, convirtiendo a un empresario de formación
tecnócrata en un generalista que entienda que el liderazgo en todos los aspectos
funcionales de la empresa es vital para realizar el emprendimiento, y que debe
comprender el proceso empresarial en una perspectiva más global, no sólo en términos
internos, sino también con más contactos extra empresa y enfocado principalmente  al
cliente.

En resumen, percibo que el “El mito del emprendedor” no es un texto que muestra
distintos aspectos por los cuales alguien cualificado como emprendedor en realidad no
lo sea por no cumplir ciertos requisitos para aceptarlo como tal, sino más bien es una
guía para que quienes son empresarios y se creen emprendedores, comprendan que
estos últimos se focalizan en la empresa como un todo, la ven como un proyecto
desafiante y perdurable donde las decisiones son lideradas ordenadamente en distintos
aspectos de la empresa, y no centradas sólo en aspectos técnicos o de ciertas áreas que
puede dominar específicamente un empresario común.

4.3.- Texto: “El arte de empezar” , de Guy Kawasaki.

En este libro se condensa la experiencia profesional de dos décadas de uno de los


estrategas empresariales más originales e irreverentes de nuestros días. Es una guía
definitiva para emprendedores con determinación y entusiasmo por su proyecto y que
no quieren perder el tiempo en teorías ni detalles irrelevantes. Guy Kawasaki contribuyó
a que Apple se convirtiera en una de las grandes compañías del siglo; como director de
Garage Technology Ventures tuvo la oportunidad de poner a prueba sus ideas con
decenas de nuevas empresas de Internet y, como consultor, ha asesorado a cientos de
personas en la fundación de sus empresas o en el lanzamiento de nuevos productos y
servicios.

El autor ha visto la necesidad de cooperar con sus ideas, considerando que a todo
emprendedor, normalmente deseoso de acometer una tarea que contribuirá a hacer del
mundo un lugar mejor, le llega por fin el momento de inspiración en el que concibe la
brillante idea de negocio que andaba buscando. Sin embargo, a la hora de pasar a la
acción y llevarla a la práctica, una gran mayoría de ellos ignora por dónde y cómo
empezar. Hay quien se ve abrumado hasta la parálisis por la gran y diversa cantidad de
información disponible -en forma de libros, artículos o páginas web- acerca de cómo
diseñar un plan de negocios, llevar a cabo la contratación, buscar financiamiento o crear
una marca. Otros eligen equivocadamente sus prioridades y acaban en la bancarrota
antes incluso de descubrir cuáles han sido los errores o de recabar la ayuda de un
experto. En ambos casos se olvida que la esencia de la creación y dirección de empresas
es “hacer” y no “aprender a hacer”.

La propuesta de Kawasaki incluye cinco temas que todo emprendedor debería tomar en
consideración, para prepararse bien desde los inicios:

 El sentido. La primera tarea consiste en dilucidar cómo generar un sentido con el nuevo
producto o servicio y fundamentar sobre él la organización que pretende crearse. El
sentido brota cuando el producto es capaz de mejorar la calidad de vida de sus usuarios
y, con ello, el mundo en que vivimos. Por ejemplo, el sentido de la división Macintosh, de
Apple Computers, ha sido la lucha contra Windows para romper su monopolio.
 El mantra. En lugar de una complicada declaración de misión, difícil de recordar, resulta
preferible concentrar el sentido de una organización en un mantra (palabra que en
sánscrito significa “pensamiento” y que sirve de apoyo a la meditación). En la práctica, se
trata de breves fórmulas verbales que expresan la “razón de ser” de una organización.
Así, tenemos los casos de  “Mejorando tus momentos”, de Starbucks, “Pensar”, de IBM, o
el “Ganar lo es todo” de los Green Bay Packers, equipo de fútbol norteamericano. Es lo
que en nuestra cotidianidad conocemos como el “slogan”o lema de una compañía, lo que
permite quedar en el inconsciente colectivo del potencial consumidor.
 El lanzamiento. Es más eficaz comenzar ya de entrada con la creación del producto o
servicio que alumbrar un plan de negocios o realizar una proyección financiera. En la
práctica, esto significa construir un prototipo, diseñar un software o elaborar una página
web. La decisión de poner en marcha un proyecto debe observar tres principios: idear
con amplitud de miras y sin ponerse obstáculos, encontrar un grupo de personas afín y
dividir al público entre incondicionales e indiferentes. Cuando decidió lanzar Amazon,
Jeff Bezos había sucumbido a una idea de proporciones gigantescas: una librería virtual
con más de 3 millones de títulos. Y si bien es cierto que muchas empresas han sido
fundadas por una única persona, como fue el caso de Henry Ford, Richard Branson
(Virgin Airlines) o Anita Roddick (The Body Shop), hacerlas funcionar siempre ha sido
obra de un equipo. Finalmente, un gran producto o servicio posee la capacidad de
polarizar a los consumidores: unos lo adoran mientras que otros lo detestan (Mini
Cooper, Infiniti Fx45 de Nissan o Toyota Scion xB). Lo que hay que procurar, a toda
costa, es levantar pasiones y evitar la indiferencia.
 Un modelo de negocio bien definido. Independientemente del carácter de la
organización que pretenda fundarse, esta ha de ser rentable y para ello es necesario
contar con un modelo de negocio sostenible. Con este fin, primero hay que definir el
perfil del cliente y conocer sus necesidades y, después, crear un mecanismo de venta
capaz de garantizar que los ingresos superen a los costos. Un modelo eficaz de negocio
debe, por tanto, ser específico (cuanto más definidos estén el cliente o el mercado, tanto
mejor) y ha de poder ser descrito con sencillez, en no más de diez palabras de uso
corriente. Uno de los ejemplos más destacados por su sencillez y grado de definición es el
modelo de eBay: cobra un cargo por publicación de productos más una comisión por
venta realizada.
 Establecer hitos, bases y tareas. El último paso consiste en completar:

a. los hitos propuestos.


b. las bases sobre las que se sustenta el modelo de negocio.
c. las tareas necesarias para crear la organización.

Los hitos que cualquier organización debe proponerse, e inevitablemente alcanzar si


quiere sobrevivir, son demostrar la validez de su idea, completar las especificaciones del
diseño, terminar de perfilar el prototipo, encontrar el capital, presentar la versión de
prueba al consumidor y después la versión definitiva y, por fin, alcanzar el punto de
equilibrio del costo financiero neto. Las bases incluyen factores como el tamaño del
mercado, el margen bruto, el rendimiento por cliente, etc. Por último, entre las tareas se
encuentran desde el arriendo de una oficina, hasta la búsqueda de proveedores o la
suscripción de pólizas de seguro.
Teniendo clara las cinco pautas macro recién expuestas, el autor sugiere conocer además
las distintas “diez artes” que, por su explicación en el texto, podemos interpretar como
las características tácticas  que deben considerar por los emprendedores. Estos los
clasifica dentro de distintas etapas: la articulación, la activación, el crecimiento y
finalmente en aspectos concluyentes.

En cuanto a la articulación, comenta las siguientes artes:

1. El arte del posicionamiento. Un buen posicionamiento deja ver con transparencia por
qué se funda la organización, por qué los clientes deberían frecuentarla y por qué los
individuos de mayor talento probablemente elegirán trabajar en ella. Las organizaciones
deben posicionarse con claridad explicando exactamente cuál es su actividad. Es un arte
que, en definitiva, se reduce a ser capaces de responder a la pregunta de “¿Qué
hacemos?”. Una respuesta lúcida trae consigo el mejor espacio posible para la
organización y marca con exactitud sus diferencias respecto a la competencia, lo cual
constituye el mensaje que luego se transmite al mercado. Un buen posicionamiento debe
ser la fuente de inspiración y estímulo para el desarrollo de la actividad y para un
comportamiento práctico; debe servir a unos propósitos tácticos fácilmente
comprensibles y creíbles para clientes, proveedores, empleados, socios y periodistas.
2. El arte de la presentación. Unas propuestas adecuadamente presentadas son la
herramienta esencial para alcanzar acuerdos y encontrar la financiación que cualquier
emprendedor necesita. Para que esa presentación surta el efecto deseado requiere de
ciertos requisitos: Dar respuesta, ya en el primer minuto de la intervención, a la pregunta
básica que el público se formula: “¿Qué hace esta organización?”. Es, además, una táctica
muy adecuada para centrar de inmediato la atención de los oyentes. Imaginar que,
durante toda la presentación, alguien apostillará cada una de las afirmaciones con un “¿Y
qué?”. Hay que responder a esto y apoyarlo con ejemplos. Por ejemplo: “Para nuestros
audífonos, utilizamos el procesamiento digital de señales”. / “¿Y qué?” / “Con ello,
nuestro producto aumenta la calidad del sonido”. Conocer al público. Una investigación
previa a la presentación (en Internet, mediante informes o contactos que se tengan en la
industria) disipa dudas acerca de qué público estará escuchando y qué es lo más
importante para él. Observar la regla de 10/20/30, relativa al contenido, duración y
fuente utilizada en la redacción del texto. Una presentación ideal consiste en unas 10
diapositivas, se alarga durante 20 minutos y utiliza una fuente de texto suficientemente
visible (hay que tener presente que las diapositivas son para guiar y no para ser leídas).
Las diapositivas muestran el problema (demanda) que presenta el mercado, la solución
que la empresa aporta, el modelo de negocio, la tecnología o el ingrediente secreto del
producto o servicio, cómo se llegará hasta el cliente y los puntos fuertes del marketing,
una visión completa del paisaje competitivo, el equipo directivo, una proyección
financiera de cinco años en adelante, el estado actual del producto o servicio y cómo se
utilizarán las inversiones que se espera recaudar. Que sea una misma persona quien
efectúe el 80 % de la intervención, preferiblemente el director general, mientras otros
miembros del equipo presentan una o dos diapositivas relacionadas con sus áreas
específicas de competencia.
3. El arte de poner por escrito un plan de negocio. Aunque un plan de negocios sea una
herramienta de utilidad limitada, la mayoría de los inversores esperan que este exista
como primera condición inexcusable para empezar a hablar. En todo caso, la elaboración
de un plan obliga a un equipo a trabajar conjuntamente, formalizar sus intenciones,
reconsiderar asuntos que se han pasado por alto o reparar posibles agujeros en el propio
equipo. Por todo lo cual, disponer del mencionado plan resulta bastante conveniente. Las
diez diapositivas de la presentación, desarrolladas y ampliadas, constituyen el marco de
un resumen ejecutivo. Este consiste en una descripción clara y concisa del problema al
que se pretende dar solución y del cómo, e incluye además el modelo de negocio.
Normalmente no va más allá de unos cuatro párrafos. Sin embargo, el resumen ejecutivo
resulta ser la parte más destacada de un plan de negocios, ya que por sí mismo puede
determinar si el lector continuará o no con la lectura hasta el final del documento, de
modo que la redacción debe cuidarse especialmente. En cuanto a la activación, comenta
las siguientes artes:
4. El arte de “bootstrapping”.  La mayoría de las nuevas empresas se enfrenta en sus inicios
a los momentos más críticos, los dedicados a la búsqueda de capital e inversores. En esta
fase es crucial elegir el modelo de negocio adecuado, dar prioridad al flujo de dinero en
efectivo y salir inmediatamente al mercado. Esta es la situación que obliga a las
organizaciones a adoptar el modelo de “bootstrapping” (esto es, empezar desde cero, con
recursos propios). Muchas de las que hoy se cuentan entre las compañías más grandes
del mundo vivieron unos comienzos difíciles que les obligaron a adoptar este modelo,
hasta que encontraron los inversores que necesitaban: Hewlett-Packard, Dell, Microsoft,
eBay, etc. El modelo de bootstrapping se caracteriza por unos bajos requerimientos de
capital inicial, unos ciclos de venta y unas condiciones de pago cortos (inferiores a un
mes), unos ingresos recurrentes y una publicidad basada en el boca a boca. En la
práctica, esta necesidad de flujo obliga a buscar clientes que ya conozcan el producto o
servicio, que este hable por sí mismo y que forme parte de una tendencia imperante o sea
consagrado por el mercado.
5. El arte de la contratación. Contratar a un personal de calidad es una de las tareas más
gratas y a la vez más arriesgadas a las que se enfrenta un emprendedor. Una contratación
con posibilidades de éxito empieza por arriba: el director general debe lograr atraer a los
mejores individuos para su equipo obviando, naturalmente, elementos superficiales
como raza, credo, educación o experiencia laboral. Por el contrario, debe fijar su atención
en tres aspectos básicos: la capacidad del candidato para llevar a cabo lo que la empresa
necesita en ese puesto, la credibilidad que esa persona otorga al sentido de la empresa y,
por último, cerciorarse de que sus puntos fuertes coinciden exactamente con todo
aquello que quiere evitarse.
6. El arte de la búsqueda del capital.  Un negocio incipiente suele enfrentarse al desafío
imperioso de la búsqueda de capital en forma de inversiones. Los inversores pueden
formar parte de los dedicados al capital de riesgo, pueden ser otras empresas y
organizaciones o encontrarse entre los amigos o los familiares. A la hora de dar con el
capital necesario, el hecho de ofrecer un producto con sentido, duradero y valioso para la
sociedad es mucho más importante que la presentación. En cuanto al crecimiento,
comenta las siguientes artes:
7. El arte de la asociación.  Una asociación comercial ventajosa es la que permite acelerar el
flujo de efectivo, aumentar beneficios y reducir costos. Si una asociación se constituye
sobre la base de estos sólidos principios, cuenta con muchas más probabilidades de
éxito. Una vez asumidos tales principios, la asociación se convierte tan sólo en una
cuestión de implementación: asegurarse de encontrar socios que repercutan
favorablemente en el trabajo, centrarse en las fuerzas, establecer acuerdos beneficiosos,
encontrar el momento adecuado para ponerlo todo sobre el papel y determinar las vías
para finalizar la relación.
8. El arte de la creación de marca (branding). El arte del branding se resume en los cinco
conceptos clásicos del marketing: producir, lanzar, poner precio y promocionar. A ellos
se puede añadir también el proselitismo, es decir, convertir a los demás en adeptos a
nuestra creencia, doctrina o causa. El proselitismo representa la esencia del branding
para las empresas incipientes en el mundo altamente competitivo de hoy, donde la
información circula libremente, es omnipresente e instantánea. El arte del branding
requiere crear un producto contagioso, capaz de inocular en los consumidores el
entusiasmo por él, fácil de usar, que les convierta en “misioneros” y cree una comunidad
de usuarios.
9. El arte de invocar la lluvia. Un emprendedor que sabe “invocar la lluvia” es aquel capaz
de generar un gran volumen de negocio. Para una empresa incipiente, en la práctica esto
significa lanzar cuanto antes su primera versión del producto o servicio al mercado e
identificar dónde se vende mejor. A continuación, llega el momento de estar preparado
para saber vender adecuadamente el producto o servicio, superando las resistencias
iniciales del consumidor.Finalmente, el autor se refiere al arte con el cual concluye:
10. El arte de ser “mensch”. Mensch significa en yiddish  “ser una persona ética, decente y
admirable”. Es la forma más alta de elogio que alguien puede recibir de parte de las
personas cuya opinión valora. Ser mensch redunda en beneficio propio por dos razones:
primero, porque cualquier persona u organización se mueve en un contexto más amplio,
la sociedad, de la cual depende. Hacer algo en detrimento de los demás a la larga no es
ventajoso para nadie. En segundo lugar, porque para crear una gran organización, con
capacidad para perdurar en el tiempo, hay que proponerse llegar a ser el ejemplo de los
estándares morales y éticos más altos para los empleados. En la práctica, ser mensch es
bastante simple y se basa en tres sencillas premisas: ayudar a cuanta más gente mejor,
hacer lo correcto y ser un buen modelo de lo anterior.

En mi opinión, Guy Kawasaki ha sido bastante estructurado en su propuesta. Ha


incorporado distintos tópicos que, desde un inicio de la idea concebida por el
emprendedor, deberían ser tomados en consideración por cualquier iniciador
empresarial. Adicionalmente, aporta con los factores que él llama “artes” y que en la
práctica corresponden a asuntos de índole táctica, los cuales visualizo como excelentes
sugerencias basadas en su experiencia, para que cualquier emprendedor  pueda ordenar
sus ideas. Por último, destaco principalmente lo que sugiere acerca del “arte de ser
mensch”, ya que ningún autor de los tratados hasta el momento había tocado el tema
ético al abordar el tema de emprendimiento. Al respecto, creo que es un ejemplo digno
de considerar, sobre todo en el actual mundo de los negocios donde, a mi juicio
erradamente, muchos empresarios no se fijan en los medios sino que sólo se concentran
en los fines y propósitos (¿cuántas veces escuchamos que no pocos empresarios o
directivos evalúan gestiones sólo por los resultados?).

Aquellos fines, que podrían tener en la mayoría de los casos muy buenas intenciones,
bajo mi punto de vista deben ser siempre consecuentes éticamente con cada uno de los
medios que le permita alcanzar sus objetivos. De esta forma, creo que se incentivaría en
el futuro que cada potencial emprendedor no se convierta en un atropellador de los
derechos de los demás, y compita en forma transparente en el mercado en el cual
maniobra, en igualdad de condiciones de oportunidades. El hecho que existan algunos
emprendedores que hayan logrado sus propósitos “a cualquier precio” no los convierte
en ejemplos dignos de imitar, sobre todo cuando, por ejemplo, se ha incurrido en la
obtención de información privilegiada para sus propios intereses, en detrimento de
aquellos que aportan con sus ideas de nuevos modelos de negocios, productos o
servicios en forma honrada, perseverante, profesional y no exenta de sacrificios en
forma permanente.
De este hecho, induzco que el aprovechamiento ético de información transparente,
oportuna, útil, sea de carácter pública o privada, debe ser considerado siempre por todo
el mundo empresarial, independiente del giro en que se encuentre y de los propósitos de
negocio que tenga en mente cada directivo o potencial emprendedor. Si el principal
gestor de un negocio no da el ejemplo, creo que no cabría esperar resultados alentadores
en la gestión que realicen sus trabajadores, sobre todo si estas mañas alcanzaran a otras
industrias producto de posteriores rotaciones de personal.

4.4.- Texto: “El arte de inventarse profesiones”, de Sergio Bulat

El autor comenta que pasar toda la vida activa en una sola empresa ya es cosa del
pasado. Se basa en este hecho por considerar que en el mundo de hoy, las empresas se
reestructuran, se trasladan, automatizan sus sistemas productivos o simplemente
cierran sus puertas por no poder hacer frente a la competencia. La principal
consecuencia de todo ello es la inestabilidad laboral, lo que se puede contemplar desde
una perspectiva fatalista, pero también tiene su vertiente luminosa: la mayor
versatilidad y movilidad que hoy se espera de los trabajadores aumentan las
oportunidades para quienes estén dispuestos a aprovecharlas. Con este panorama como
fondo, inventarse una profesión, hacer las cosas de otra forma es y será, según el autor,
una de las pocas estrategias para destacarse laboralmente, tanto para jóvenes que están
comenzando su camino como para profesionales en procesos de cambio o jubilados que
quieran o tengan que seguir trabajando.

Las profesiones en la actualidad.

Tanto en los países desarrollados del primer mundo como en los países en vías de
desarrollo, los problemas laborales son, en esencia, similares. Consisten en todo un
abanico que comprende la inestabilidad laboral, el desempleo, el subempleo, el empleo
temporal, el empleo precario, las malas condiciones de trabajo, el estrés o la
incompatibilidad entre empleo y familia. Lo mismo en economías pujantes, en vías de
desarrollo o simplemente en decadencia, la solución para evitar caer en uno de estos
agujeros no es nueva y no es otra que diferenciarse: siempre hubo y habrá un espacio
para aquellos que consiguen destacarse del resto y ofrecer novedades. Uno de los casos
más paradigmáticos al respecto es el de Sigmund Freud. Debido en parte a la rigidez
propia de su época y en parte a su contexto socio-familiar, se vio obligado a estudiar
medicina sin que la idea le agradase en exceso, puesto que no soportaba la sangre ni se
sentía inclinado hacia esta profesión. Tuvo entonces que buscar una salida y la encontró
en la elaboración de toda una disciplina que marcó por entero el siglo XX: el
psicoanálisis. Esta nueva profesión “inventada” por Freud, con la impresionante base
teórica que la sustenta, no sólo lo convirtió en una de las grandes figuras del siglo XX,
sino que además creó y ha seguido creando miles de puestos de trabajo a lo largo de
varias generaciones.

En el campo artístico, la invención de profesiones ha sido la tónica dominante a lo largo


de la historia. Para la mayoría de los artistas, buscar la originalidad y diferenciarse del
resto a través de algo nuevo y distinto es la base de su profesión, por lo que han de estar
en permanente innovación. Así nacieron, solo por mencionar unos cuantos ejemplos,
corrientes artísticas como el dadaísmo , el cubismo  o el surrealismo .

Sin embargo, no es necesario ser un genio como Freud ni un artista consumado para
explorar la propia creatividad y encontrar un lugar único en el mercado. Son millones
los que en todo el mundo están diseñando sus propias profesiones y viviendo
satisfactoriamente de ellas. La historia de Charles Goodyear, paradigma de individuo
que encontró su propio camino como emprendedor y que, al hacerlo, no sólo creó toda
una nueva industria, sino también varios oficios y especializaciones, es una prueba
fehaciente de ello. A mediados del siglo XIX, Goodyear estaba convencido de que tenía
que existir una manera para conseguir estabilizar el caucho y, además, era consciente de
que lograrlo constituía una necesidad imperiosa para que su país y su industria
siguieran progresando. Tras cinco años de experimentos intentando encontrar un
método para hacer más estable y duradero el caucho (durante los cuales vivió casi en la
indigencia y fue encarcelado más de una vez por no poder pagar sus deudas), finalmente
lo consiguió mezclándolo con sulfuro y sometiéndolo a altas temperaturas,
descubriendo así la manera de endurecer el caucho y hacerlo resistente al frío. A este
proceso lo denominó “vulcanización”, palabra derivada de Vulcano, el dios romano del
fuego. Gracias a este descubrimiento, Goodyear consiguió dar pie a la creación no sólo
de una empresa que aún es líder hoy en día, sino también generar toda una industria
tras de sí y ayudar enormemente al progreso industrial de su país y del mundo.

Es claro que no todos podemos imitar este ejemplo y armar una industria desde la nada,
pero su sola existencia nos hace detenernos a reflexionar sobre cómo muchas veces las
ideas más creativas se originan en entornos con muy pocos medios, donde el mismo
hecho de sobrevivir es ya una proeza cotidiana.

El objetivo que debe perseguir toda persona decidida a inventar su propia profesión,
especialización, actividad u oficio es convertirse en “el mejor del mundo” en aquello que
haga. Sólo los mejores son capaces de obtener mayores beneficios por su trabajo, ya que
son los únicos que se diferencian del resto. Adoptar esta postura supone avivar el eterno
debate entre si conviene ser una persona generalista, que sabe un poco de todo, o es
preferible ser un especialista, alguien que lo sabe todo de muy contadas materias. Sin
embargo, este siglo XXI parece que va a ser el siglo en el que esa polaridad tenderá a
desvanecerse y no habrá lugar para elegir. La profesión que uno invente deberá ser
específica, pero para lograrlo no habrá que acumular más saber sobre un menor número
de áreas de conocimiento, sino combinar especialización con generalización, de manera
que podamos trasladar ideas de un terreno a otro para crear sinergias únicas en las que
la suma de las partes multiplique los resultados y nos proporcione fuertes ventajas
competitivas.

Las ventajas de inventar tu propia profesión.

En los últimos años, decenas de libros publicados sobre psicología, desarrollo personal o
empresarial analizan los distintos tipos de inteligencia: verbal, emocional, espiritual,
intuitiva, maternal, ejecutiva, etc. Más allá de todos ellos, merece ser rescatado el
concepto de “inteligencia contextual” que los economistas norteamericanos Anthony J.
Mayo  y Nitin Nohria  desarrollaron en la obra “En su tiempo” . El libro expone de
manera brillante las cualidades de los líderes empresariales que han tenido que
adaptarse al contexto de los tiempos en los que les ha tocado vivir, cualidades estas que
todos necesitaremos para el futuro.

La inteligencia contextual consiste esencialmente en la capacidad de observación, tanto


externa (lo que pasa a nuestro alrededor), como interna (quiénes somos, qué queremos
hacer y qué podemos hacer). La conjunción de la observación de ambas realidades nos
permite relacionarlas y aplicarlas a lo que queremos realizar. En consecuencia, la mejor
manera de desarrollar la inteligencia contextual es mejorando nuestra capacidad de
percepción y atención. Un ejemplo de este tipo de inteligencia, es el que aconteció con
Debra Fine , una eficiente pero muy tímida ingeniera norteamericana, que relata en su
libro “The fine art of small talk”  cómo llegó un día en que se sintió cansada de su vida
laboral y cómo transformó su debilidad (las relaciones públicas) no sólo en su punto
más fuerte, sino en su principal fuente de ingresos. Debra había observado que, al igual
que ella, muchos ingenieros padecían dificultades similares para relacionarse con la
gente; esa carencia limitaba sus posibilidades de ascender en las empresas o de
emprender nuevos proyectos. En este escondido repliegue de su anterior profesión fue
donde Debra encontró su lugar en el mundo y, desde entonces, se dedica a enseñar a la
gente cómo establecer conversaciones casuales (small talk). Ahora viaja por todo el
mundo entrenando a sus alumnos para entablar conversaciones que les ayuden a
mejorar sus negocios. Debra supo ver una necesidad general a partir de una carencia
propia: halló una manera de reforzar su punto débil al tiempo que ayudaba a los demás
e inventaba así una especialidad que, de momento, no tiene competencia.

Sugerencias para inventarse una profesión.

Ante un futuro de profesiones singulares y de cambios incesantes, es preciso prestar una


cuidadosa y permanente atención a lo que pasa en el mundo, observando todo aquello
que resulte novedoso. Parte de la inteligencia contextual consiste en mantener una
constante actitud de vigilancia ante lo distinto, de buscar nuevas perspectivas e intentar
aprender de todo, ya que nunca se sabe qué es lo que necesitaremos en el futuro. Lo
diferente llama nuestra atención y, en una sociedad consumista y hedonista como la
nuestra, es un requisito indispensable ofrecer algo que agrade al consumidor por su
novedad. Un dato elocuente de todo ese mercado que se especializa en mostrar algo
diferente es la creciente hibridación en la innovación de productos. Lo más conocido son
los automóviles híbridos que combinan un motor a explosión con uno eléctrico. En
informática, a este tipo de productos se les llama mashups y se caracterizan por la
aplicación conjunta de dos ideas. Este ha sido el caso, por ejemplo, de Panoramio, una
empresa española que comenzó siendo un mashups que permitía a los usuarios ligar sus
fotos personales a los mapas de Google Earth. Su éxito fue tan arrollador que pronto fue
adquirida por la propia Google. Curiosamente, uno de los fundadores de Panoramio
tiene como profesión una especialidad muy bien definida: se presenta a sí mismo como
“psicólogo especializado en interacción persona-ordenador” y, a juzgar por los
resultados, especializarse en algo así no resultó una mala idea. Estas hibridaciones
también se dan cada vez más con mayor frecuencia en el campo de las profesiones
tradicionales. Las combinaciones de conceptos ya no se hacen sólo para crear nuevos
negocios, sino también para buscar una especialidad propia o para obtener una mayor
satisfacción personal.

Hay quienes encuentran una profesión híbrida mezclando conceptos más o menos
esotéricos con otros tradicionales, pero que, sin duda, buscan diferenciarse del resto: la
psicomagia de Alejandro Jodorowsky  tiene como finalidad “sanar los bloqueos
materiales, corporales, sexuales, emocionales e intelectuales que nos impiden realizar
nuestro destino en la vida”; la psiconomía, promovida especialmente por Alex Rovira ,
combina la psicología con la economía.

Hay que tener arte para descubrir cosas nuevas y el arte requiere, además de un proceso,
habilidad y astucia. Pero por encima de todo, existen dos requisitos fundamentales: el
primero de ellos es conocer a fondo nuestro principal campo de acción, o lo que es lo
mismo, ser un buen especialista. En segundo lugar, es imprescindible permanecer muy
atentos a lo que sucede en otros ámbitos. A veces, cuanto más alejados del propio,
mejor. Se trata, en definitiva, de tener una visión generalista, leer, escuchar y participar
en debates o conferencias sobre materias que no poseen una relación específica con el
trabajo propio. Esto no es tan contradictorio como parece. Einstein afirmaba que un
problema no puede solucionarse en el mismo nivel mental en el que fue generado. Se
necesita disponer de una nueva perspectiva para poder descubrir e introducir una
innovación: esto, y no otra cosa, es el fundamento de la hibridación de conceptos.

Si inventamos alguna profesión o especialización y queremos aprovechar nuestra


invención, necesariamente tendremos que promocionarla y “venderla”; de lo contrario,
quienes nos contraten no la percibirán y, por lo tanto, no recibiremos ningún beneficio
de ella. Por eso es necesario añadir una marca a la profesión inventada, que puede
acompañar tanto a la persona que la ideó como a esa nueva actividad. Lo importante es
destacarse del resto por alguna característica. Esta diferenciación puede conseguirse a
través de lo que hoy en día muchos llaman “personal branding” (en inglés, la “marca
personal”), que no es otra cosa que la reputación que nos hayamos forjado y que nos
identifica como “los mejores del mundo en lo que hacemos”. Uno de los principales
factores que dan consistencia a una marca es la historia que cuenta. Todos, seamos
conscientes o no, contamos una historia, que puede ser más o menos auténtica y más o
menos creíble, pero que influirá en cómo nos diferenciamos. La mejor manera de ser
creíbles es ser honestos con nosotros mismos. Hoy en día, en pocos espacios se ve tan
clara la importancia de una marca personal propia como entre los deportistas de élite.
Algunos de ellos destacan más por su vida fuera de la cancha de juego que dentro. David
Beckham ha sabido hacer uso de su look de paradigma de los “metrosexuales” y su
matrimonio con una cantante pop para distinguirse del resto, crear su propia marca y
aprovechar la comercialización que esa diferencia le ofrece. En el tenis encontramos el
ejemplo de la rusa Anna Kournikova, mundialmente conocida aunque nunca haya
ganado ningún trofeo reseñable. Para ella, el tenis ha sido la plataforma sobre la que
desarrollar una marca personal que no tiene mucho de deporte y sí bastante de glamour.

Nos agrade o no, el futuro será cada vez más cambiante. Para muchos esto puede sonar
desalentador y tampoco faltarán voces que ataquen la globalización, pero ésta no parece
detenerse y, aunque lo hiciera, probablemente sobrevendría otro tipo de
transformaciones. Por otra parte, la estabilidad laboral será cada vez más precaria: para
quienes ocupan puestos altos, porque se les requerirá permanentemente proveer
resultados y si no los consiguen, serán responsabilizados por ello; para quienes ocupan
los bajos, porque son fácilmente suplantables. Por definición, todo aquello que puede
realizar un computador o una máquina es automático y las habilidades estándar no le
interesan a nadie. Los únicos trabajos bien remunerados y con cierta estabilidad
asegurada serán los que no pueden estandarizarse: lo que se valora es el pensamiento
innovador y, por lo tanto, hay que buscar y saber desempeñar aquello que no pueda ser
reemplazado ni por una máquina ni por una mano de obra más barata. En consecuencia,
crear una imagen personal única, difícil de imitar, y que aporte valor en la forma de
presentar un producto, servicio o beneficio. También encontramos hoy en día muchos
personajes de la farándula, quizás éticamente no son dignos de imitar en sus conductas,
pero nos guste o no son modelos influyentes en la vida de muchas personas que sí los
siguen y se interesan en sus estilos de vida. Es común ver cómo estos personajes
famosos crean situaciones problemáticas o escándalos que ocupan titulares en los
periódicos y que no aportan nada en la vida cotidiana o que quizás no dejan nada de
utilidad, pero los medios que los publicitan se enriquecen con sus vivencias (sean
creadas falsamente o reales). Quizás no puedan tildarse precisamente de
emprendedores en el sentido del mundo de los negocios, pero es innegable que han
creado verdaderas profesiones en que la empresa son ellos mismos: se administran con
habilidades que otros no tienen, cobran por presentarse en cuanto programa los desea
invitar, y saben que sus días están con fecha de vencimiento, hasta que quienes hoy son
sus fieles seguidores se aburran y busquen a un futuro personaje que los entretenga
nuevamente. Es por eso que en forma creativa aprovechan los ingresos generados y, los
más astutos en estos asuntos, al menos invierten en su futuro sabiendo que después
tendrán menor plusvalía o reconocimiento social.

Volviendo al mundo enfocado a los negocios convencionales, las empresas dependerán


cada vez más de la constante y permanente adaptación a las necesidades de sus clientes
y harán lo posible para destacarse y alejarse de la competencia introduciendo un factor
diferencial (lo que en la jerga empresarial se conoce como ventaja competitiva). Cuando
lo consigan, tendrán que comenzar a pensar en la próxima arma distintiva, ya que la
competencia las imitará con una rapidez inusitada.

En conclusión, basado en los planteamientos realizados por Sergio Bulat, el objetivo no


consiste en patentar los oficios que inventemos; también podemos enriquecer nuestra
vida compartiendo con otros lo que hacemos y expandir así nuestras relaciones llegando
a más gente a quien dar a conocer nuestras ideas e improvisando constantemente sobre
las nuevas que vayamos concibiendo. Al hacerlo no debemos preocuparnos de si alguien
plagia nuestros proyectos. Cuando uno expone a la luz su actividad pueden sucederle
dos cosas: que le copien iniciativas o que consiga más clientes, aunque lo más probable
es que se produzcan ambas. Siempre hay que tener presente que si nos imitan, será en lo
que hayamos hecho ayer, pero no en lo que estamos haciendo hoy ni en lo que haremos
mañana; de ahí que el mejor antídoto contra la imitación sea estar en evolución
permanente.
5.- Aportes y conclusiones

Analizando solo la muestra de los autores expuestos, podemos darnos cuenta que
mientras unos intentan explicar la motivación de los emprendedores, otros plantean que
cualquier persona puede ser emprendedora si consiguen profesionalizarse en su arte.
Asimismo, dan sugerencias a quienes no saben cómo comenzar en forma ordenada, con
el fin de no vincular el concepto emprendimiento con un asunto demasiado artesanal y
en cambio mostrarlo como un asunto que, aprovechando la iniciativa personal, las ideas
originales y las características personales que pueda tener un determinado
emprendedor, sirvan para organizarlos de tal forma de lograr cautivar aun más con sus
ideas pero de una forma más estructurada y convencional.

El emprendedor ve los negocios como un arte. Trabajan con pasión y perseverancia en lo


que realizan, aceptan y enfrentan riesgos enormes, y pese a que no siempre ven sus
proyectos concluidos por ellos mismos, los satisface el hecho de saber que han sido un
aporte creativo, que sus ideas al llevarlas a la práctica (sea por ellos mismos u otros que
las acogieron) son su premio. Tal como los artistas famosos son alimentados por los
aplausos y reconocimiento público, a los emprendedores les motiva el seguir creando,
perfeccionando, logrando éxitos, y sobre todo, que sus obras perduren en el tiempo.

Mi opinión es que ser emprendedor es una actitud, y no sólo se limita a la creación de


nuevos proyectos. También una persona que sabe hacer bien su trabajo, con pasión,
incluso siendo un contratado más en la empresa, puede aportar con su inteligencia,
iniciativa y crear inconscientemente una marca propia que cree diferenciación en lo que
realiza. Su estilo de ver, razonar y hacer, puede ser el preámbulo para aportar en el
futuro como un emprendedor en potencia.

El emprendimiento debería dejar de ser visto como una casta especial en la sociedad.
Pese a que los más famosos emprendedores se reconocen por enormes logros
innovadores, algunos de los cuales han sido de aportes útiles para todo el mundo,
deberíamos aceptar que son personas que al tener un espíritu de libertad e ímpetu en lo
que planean realizar, deberían  ser siempre apoyados para facilitar sus ideas. No sólo los
gobiernos deberían perfeccionar los asuntos de financiamiento en nuevos proyectos,
también las empresas, el mundo académico y la sociedad en su conjunto debería
tenerlos en alta estima social, con el fin que cuando logren hacer realidad sus proyectos
repercutan en mejor beneficio social y económico para todos. Volviendo al caso de
Thomas Edison, que creó un verdadero imperio, estuvo bastante solo desde su infancia
creando, innovando, esperando apoyo. Surgió por su iniciativa, pero también porque
vivía en un momento de la historia en un país que privilegiaba el reconocimiento a la
inventiva y a los aventureros. Algo similar sucedió con muchos científicos posguerra
mundial que confiaron en Estados Unidos para que acogieran sus ideas y estudios. De
no haber contado con la plataforma social económica que los acogió, no habrían
despegado sus ideas, y quizás el mundo no sería tal cual lo conocemos hoy.
Comparto la visión general que tienen los emprendedores en cuanto a los negocios que
imaginan:

 Deben ser actividades entretenidas para aumentar la motivación, ya que nadie debería
trabajar en lo que no le gusta o no pueda realizar. Por muy buenas ideas que tenga un
emprendedor, si no siente placer en lo que hace simplemente es mejor que no lo realice.
 Deben ser negocios saludables, ya que la empresa es un lugar de vida que repercute en
muchas personas y nadie espera que se sacrifique alguien por lo que hace, sino que lo
haga en forma racional y humana. Los negocios no se hicieron para sacrificar en forma
irracional a los dueños, empleados, inversionistas y a todo el grupo social y familiar que
los rodea.
 Debe ser enriquecedor en todos los aspectos: económicamente, socialmente y
espiritualmente, ya que lo que uno realice debería crear un estado de animosidad tal que
nos haga crecer como personas. Además, quienes trabajan para los emprendedores
idealmente deberían salir con un valor agregado mayor que cuando se incorporaron.

En cuanto a las expectativas del emprendimiento mi opinión es que en el futuro


existirán, proporcionalmente a la población, cada vez más emprendedores. Esto, porque
ya se está observando un cambio laboral producto de las nuevas tecnologías y
productividad, se pide menos personal en las empresas para una misma actividad o
cargo, la expectativa de vida de la población es cada vez mayor producto de
investigaciones en los campos de biotecnología, alimentación y avances médicos, lo que
podría causar que se jubile mucho antes de lo esperado o bien que el tiempo de
jubilación será excesivo en relación al que conocemos hoy.  Las relaciones que hoy son
acotadas socialmente se facilitarán teniendo más auge, producto del avance exponencial
en las comunicaciones tecnológicas y robotización. Esto hará replantearse ¿en qué
ocuparemos nuestro tiempo, considerando que mental y físicamente estaremos aptos
para cooperar y trabajar en lo que nos guste? Imagino que esto dará pié a que cada
experimentado trabajador, jubilado o apunto de independizarse, sea en el futuro un
potencial emprendedor, y que incluso poco a poco vaya gestándose un nuevo
paradigma: una sociedad de emprendedores, donde las empresas como hoy las
conocemos irán desapareciendo reconvirtiéndose en financiadoras de proyectos
autónomos creados por personas extra-institucionales, donde los administradores de
nuestros conocimientos y habilidades seremos nosotros mismos, y donde se crearán
nuevos puestos de trabajo o profesiones inventadas que hoy no podemos siquiera
imaginar en cuanto a su real dimensión.

Bibliografía de apoyo

 Diccionario de la Real Academia Española, Edición N° 22, 2001.


 Strategic Intuition: The Creative Spark in Human Achievement, William Duggan,
Editorial Columbia Business School, septiembre 2007.
 http://es.wikipedia.org/wiki/Emprendedor.
 ¿Qué mueve a los emprendedores?, de María José Goycolea. V.9 / Trendmanagement 8 /
noviembre 2007.
 www.corfo.cl
 E-Myth Mastery, de Michael E. Gerber, Editorial Collins, febrero 2007.
 The fine art of small talk, de Debra Fine, Editorial Hyperion, 2005.
 The Art of the Start, de Guy Kawasaki, Editorial Portfolio, septiembre 2004.
 El arte de inventarse profesiones, de Sergio Bulat, Editorial Empresa Activa, septiembre
2008.
 Apuntes de Recursos Humanos, Ingeniería en Administración de Empresas, Instituto
Nacional Capacitación Profesional, 1983.

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