Está en la página 1de 5

Página 1 de 5Página 1 de 5

Bienvenidos: a la materia “Teoría de las Estructuras Vinculares”.

TEORIAS DE LAS ESTRUCTURAS VINCULARES

Lic. Gladys Adamson

VÍNCULO

E l g r u p o o p e r
concibe Enrique Pichon Rivière: donde el sujeto del vínculo aun en silencio esta
descentrado aun el sujeto que esta callado, que no está activamente participando es
alguien que esta descentrado porque está centrado en una producción social que lo
trasciende. Es lo que Pichón plantea como “la colaboración aun silenciosa a la tarea”.
O sea que estar descentrado no implica estar todo el tiempo en una comunicación
verbal explícita.

En el grupo operativo es donde más se percibe esta noción de vínculo y de


sujeto del vínculo. El grupo es el mejor escenario para su despliegue. Allí es donde se
visualiza la interacción entre sujetos que intercambian un objeto simbólico, y donde la
trama vincular implica un descentramiento de cada integrante en una producción
conjunta. Lo valioso, lo verdadero del grupo es lo que acontece fuera de las
subjetividades que lo integran.

Incluso cuando Pichón Rivière piensa la noción de emergente justamente está


pensando en aquello que se produjo fuera, más allá del docente. Es la producción
grupal, como otro, la que da cuenta de la verdad de lo que yo produje.

Pichon Rivière señala una doble dialéctica en relación al vínculo que las
distingue como dialéctica intrasistémica e intersistémica. Lo vincular surge así como
un concepto bifronte, tiene dos caras dos fases. Tiene una faz interna y otra faz
externa, o sea para Pichón los vínculos son estructuras simbólicas externas, pero
también son estructuras simbólicas internas. El sujeto del vínculo frente a los
integrantes del grupo va a iniciar un proceso de subjetivación de esa estructura
simbólica vincular. Finalmente va a constituir lo que Pichon Rivière denomina un grupo
interno.

Por un lado para definir ese mundo interno/externo que es la subjetividad,


Pichón Rivière emplea la metáfora de “selva de vínculos” en relación a la amplitud y
complejidad que puede tener la identificación con rasgos vinculares como producto de
la práctica social pero por otro lado define a la subjetividad en términos de grupo
interno. La actividad mental, el fluir representacional de la mente lo caracteriza como
un dialogo con el grupo interno.
Y que es el grupo interno? El grupo interno es esa “mutua representación interna” que
se conforma como producto de la interacción grupal de las prácticas sociales
cotidianas. Es la trama vincular que ha sido subjetivada.

Entonces en el grupo operativo no hay solo un descentramiento subjetivo sino


que hay como un bucle, hay un dialogo de cada integrante consigo mismo y hay un

1 de 5
Página 2 de 5

dialogo con el otro, con el discurso del grupo. Es un ida y vuelta ínter sistémico e
intrasistémico.

Pero que de todas maneras yo pongo el acento en que la noción de Pichon


Rivière de un sujeto social, un sujeto del vínculo rompe con la idea solipsista del
sujeto, ese sujeto individual que se basta a si mismo y se autoabastece. Es lo
contrario a la idea norteamericana del “self made man”. En este sentido no hay
creación individual, todo acto creador, todo objeto creado es producto de un proceso
que hace nudo, pero que es múltiple, que forma parte de una red de producción
social.

El vínculo es una estructura contradictoria. Incluye la ambivalencia. El énfasis


que le da Pichón a incluir la ambivalencia en toda estructura vincular, (señalar que en
todo vínculo hay amor y odio), siempre me pareció que era la forma peculiar de
Pichón de hablar de la castración. Tolerar la ambivalencia en el vínculo, es tolerar que
el otro es un objeto singular diferente y por lo tanto es independiente. Como tal es un
objeto impredecible y que lleva a registrar los propios límites frente al deseo de
control del otro o frente a querer que el otro sea previsible, que no me dé sorpresas,
que el otro no tenga misterios, que no tenga enigmas. Ello remite a la noción de los
propios límites y también remite al otro no como un ser total, un ser del puro amor ni
es un ser del puro odio, un ser maligno. Tolerar la ambivalencia en el vínculo implica
aceptar que el otro es un ser fallado, incompleto, que tiene cosas que yo deseo
compartir y que a veces tiene cosas que no tanto. O sea que implica la tolerancia a la
castración del otro y la propia, la incompletud del otro y la propia incompletud.

La red vincular que sostiene la práctica social cotidiana (de la cual también ha
sido producto) es la que, a lo largo del desarrollo del sujeto, va conformando el
esquema referencial.

Las experiencias vinculares van produciendo el grupo interno que es la


estructura que alberga y sostiene al esquema referencial, esos modelos de pensar,
sentir y hacer con otros. Lo que Pierre Bourdie denomina habitus.

Por eso cambiar la manera de pensar, cambiar la manera de interpretar al


mundo es tan inquietante. Cuando algo impacta en el esquema referencial, cuando
una experiencia vincular introduce un cambio en 1) la perspectiva o en la manera en
que se percibe un sector de la realidad, 2) la manera en que se reacciona
afectivamente frente a algo, o 3) el sujeto debe modificar un modelo de acción,
generalmente hay un duelo. Un pequeño duelo o un gran duelo porque no solo son
experiencias presentes novedosas, sino que ello implica que tiene que poner en
cuestión experiencias vinculares previas. Los modelos de pensar, sentir y hacer nos
son modelos abstractos, aislados, son modelos que han sido incorporados a partir de
experiencias vinculares con figuras amadas o idealizadas.

Pichón Rivière mismo relata en el Prólogo del Proceso Vincular el costo


subjetivo que tuvo para él comenzar a escribir y sistematizar su ECRO (Esquema
Conceptual Referencial y Operativo)

Al recorrer su producción escrita y publicada se percibe que su ECRO operaba


ya en la década del ´40 y en toda la década del ´50. Sin embargo solo al llegar a la
década del ´60 comienza a conceptualizar y a dar cuenta teóricamente de su ECRO.

Pichon Rivière dice respecto de su ECRO

2 de 5
Página 3 de 5

“Si bien estos planteos surgieron en una praxis y están sugeridos, en parte, en
algunos trabajos de Freud (Psicología de las masas y análisis del Yo), su formulación
implicaba romper con el pensamiento psicoanalítico ortodoxo, al que adherí durante
los primeros años de mi tarea, y a cuya difusión había contribuido con mi esfuerzo
constante. Pienso que esa ruptura significó un verdadero “obstáculo epistemológico”,
una crisis profunda, cuya superación me llevó muchos años, y que quizá se logre
recién hoy, con la publicación de estos escritos.”

Plantea que su praxis lo llevó, progresivamente, a abandonar a sus antiguos


maestros. El reposicionarse como creador, el autorizarse a ser un productor de saber
autónomo tenia un trasfondo vincular en relación a Freud y Melanie Klein, sus
maestros, que lo llevaba a esta situación de duelo.

Cuanto más estructural es el cambio, cuanto mayor es el reposicionamiento


subjetivo en relación a la historia vincular previa, cuanto mayor es el compromiso en
relación a figuras idealizadas, mayor es el duelo y el sufrimiento.

En las primeras semanas del Jardín, en el primer año de la primaria, el primer


año de la secundaria son periodos de crisis, de suelo, de desestructuración y
reestructuración del esquema referencial. Implican una práctica social y organizacional
donde se procesa, no solamente una nueva información, sino muchísimas otras cosas;
un modelo vincular, lógicas diferentes, por eso en general el rendimiento intelectual
en un primer periodo baja. No hay que tomar el rendimiento del primer año como el
parámetro del rendimiento intelectual del alumno. Los docentes en general se quejan:
- “Pero estos chicos que llegan al primer año del secundario, que le enseñaron en
la primaria?, no saben nada”-
Este docente está universalizando una baja de rendimiento que tiene que ver con el
impacto de cambio y no con la capacidad intelectual del alumno.

Este tipo de comentario se repite, en general, en el primer año de la


universidad. Los profesores de la universidad también dicen lo mismo respecto del
Secundario

Pichón Rivière distingue, dos modalidades vinculares:

1) Un vínculo como producto de una estructuración de la posición esquizoparanoide.


Aquí la estructura vincular, en esta modalidad, tiene que ver con lo dilemático, con un
tercero totalmente idealizado o totalmente persecutorio. Por ejemplo, supongamos
que una organización demanda la intervención de un Psicólogo Social por un problema
que tiene. Es muy probable que cuando el Psicólogo Social inicie su diagnóstico
participativo encuentre una situación de crisis y la primer reacción frente a la crisis
suele ser dilemática. Lo más probable es que se adjudique la causa de la crisis a
alguien o a una situación y que aparezca por otro lado un polo idealizado como
aquello que vendría a solucionar totalmente la situación. También el Operador en
Psicología Social puede ser esperado como un salvador, o salvadora que va a
transformar radicalmente la problemática. Lo dilemático se evidencia en el hecho que
en el discurso grupal acerca de la problemática que atraviesan aparece alguien que
tiene la culpa de todo y que si logramos echarlo todo volverá a la armonía y al
equilibrio. Esta es la estructuración vincular propia de la posición esquizoparanoide,
donde la contradicción se presenta como antagónica, dilemática y lo dilemático tiende
a eliminar uno de los polos del conflicto, o sea actúa por eliminación, si eliminamos
esa fuente de conflicto o si aparece una figura idealizada, que puede ser el Psicólogo

3 de 5
Página 4 de 5

Social todo retornará a ser como antes. Pichón Rivière alerta en relación a
identificarse con esta figura idealizada porque el equipo o la organización
irremediablemente se van a desilusionar. Aceptar esta depositación es admitir una
profecía autocumplida como dirían los sistémicos. Es seguro que luego de una
idealización del grupo sobreviene la desilusión ya que la estructura dilemática no
admite la ambivalencia, la castración y sin carencia no hay tarea posible.
Lpropuesta en general es hacer serie de reuniones acotadas. No darles tiempo ni
dejarlos posicionarse en una situación de ilusión, de idealización del tipo de: “...ahora
emprendemos un camino que será de un progreso constante...ahora que estamos
contenidos todo se encaminará” El planteo es: vamos a hacer tres reuniones para
poner en común lo que piensan respecto de... tal tema o vamos a hacer cinco
reuniones y luego una evaluación . La idea que plantea Héctor Méndez es ir
fragmentando y acotando las intervenciones. El poner un límite y plantear un re-
contrato con nuevos objetivos es lo que resulta más operativo.
Seria no dejar que se instale la idea de totalidad, que hay algo completo que va a
advenir desde algún lugar sino que van a tener fragmentos, retazos, van a tener
partes de proceso, no van a tener el todo, y además para ello van a tener que
esforzarse, va a ser producto de un trabajo. Lo poco que se vaya consiguiendo va a
ser el producto de mucho trabajo.

2) La otra forma de estructuración de los vínculos es la que corresponde a la posición


depresiva. La posición depresiva implica la tolerancia a la contradicción, es el reino de
la incompletud, del no-todo. La posición depresiva implica que hay ambivalencia, hay
contradicción. Es una estructuración vincular donde son posibles los problemas y los
conflictos y su lógica es no-polar, no son dilemáticos, sino que al contrario es a partir
del conflicto, es a partir de la contradicción que se produce.

Es porque hay problemas que aparecen nuevas ideas y aparecen nuevos


aportes, es porque tenemos un problema, tenemos que agudizar los recursos, la
inventiva, la creatividad, para afrontar este problema. Lo instituyente en una
organización no aparece sino problematizando lo previo.
En mediación se produce ese tránsito de lo esquizo-paranoide a lo depresivo. En toda
situación litigiosa siempre se parte de una situación dilemática y es la habilidad del
mediador lo que puede llevar a reposicionarlos en relación a que los dos tienen un
problema. Entonces es un problema en el que están involucrados los dos, por lo tanto
hay que pensar cómo se soluciona este problema de dos. No se va a eliminar a uno
de los términos del conflicto, nadie se va a quedar con todo.

Decíamos al principio que Pichón señalaba que el objeto de la Psicología Social


era dar cuenta de cómo la estructura social deviene fantasía inconsciente. La
experiencia vincular, la practica social es la que produce la constitución del grupo
interno, permite la identificación con los rasgos vinculares que llevan a constituir el
grupo interno. Pichón Rivière señala que las fantasías inconscientes son la crónica del
grupo interno. La lógica con que ese grupo interno opera internamente, la crónica de
ese dialogo, ese devenir es la dimensión de lo inconsciente.

Hasta acá estuvimos poniendo el acento en la dimensión simbólica de la


estructura vincular pero Pichón Rivière también plantea que la triangularidad, el
tercero del vinculo también es fantasmático. En el vínculo siempre hay una relación
fantasmática. El tercero como fantasma puede ser un gran estructurador de la relación
pero también puede operar como “ruido” enrareciendo la relación.

4 de 5
Página 5 de 5

Por ejemplo: ustedes se presentan a un equipo y dicen –Yo soy Operador u


Operadora en Psicología Social-, depende de qué tercero fantasmático tenga el otro
respecto de la Psicología Social, este va a hacer ruido o no. El otro puede decir –
Fantástico que suerte! – o puede aparecer un fantasma haciendo ruido – Con este,
más bien me cuido, como los psicólogos ven bajo el agua mejor... yo no muestro
nada, no hablo, no digo nada-. Este fantasma también es de naturaleza vincular. La
significación idealizada o persecutoria de la Psicología Social se construyó en un
vínculo con otros.

El ejemplo que me parece paradigmática en el sentido del tercero fantasmático


es el texto de “Carta al Padre” de Kafka. Franz Kafka escribió “Carta al Padre” y ahí se
ve muy claramente el malentendido que hay entre Kafka y el padre porque los dos
tienen un tercero fantasmático del otro. El padre quiere que Franz Kafka sea
expansivo, que sea un alemán pletórico, lleno de vida, contento porque el padre le da
bienestar material, etc., y Franz Kafka quería que su padre lo escuchara más, no le
demandara siempre alguna otra cosa que él no deseaba. Lo interesante es que el
escritor no lo visualiza como culpable del mal entendido que tienen. Simplemente
relata el malentendido entre ambos. Cada uno tiene una representación del otro, que
hace ruido. Ninguno de los dos es ese tercero que el otro está esperando que sea, por
lo cual siempre falla el vínculo, siempre culmina en un desencuentro.

5 de 5

También podría gustarte