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Sobre la Contratransferencia (1)

Paula Heimann (1950) On Counter-Transference.


Int. J. Psycho-Anal., 31:81-84 (IJP)

Este breve artículo sobre la contratransferencia ha sido realizado en base a ciertas


observaciones que hice en seminarios y supervisiones. Me ha chocado la extendida
creencia entre los candidatos de que la contratransferencia no es más que una fuente
de problemas. Muchos candidatos temen y se sienten culpables cuando llegan a ser
conscientes de sentimientos hacia sus pacientes y en consecuencia apuntan hacia l a
evitación de cualquier respuesta emocional y a volverse insensible y "aséptico".

Cuando intenté localizar el origen de este ideal de analista "aséptico", encontré que
nuestra literatura de hecho contiene descripciones del trabajo analítico como la de que
un buen analista no siente nada más allá de una uniforme y moderada benevolencia
hacia sus pacientes, y que cualquier alteración emocional debe ser superada. Esto
posiblemente derive de una mala lectura de algunas afirmaciones freudianas, como la
de su comparación con el estado mental de un cirujano durante una operación, o en su
símil del espejo. Al menos esto ha sido lo que he encontrado al respecto en
discusiones sobre la naturaleza de la contratransferencia.

Por otro lado, hay una escuela opuesta a ese pensamiento, como la de Ferenczi, la
cual no sólo reconoce que el analista tiene una amplia variedad de emociones hacia el
paciente, sino que recomienda que debería expresarlas abiertamente en algunas
ocasiones. En su afectuoso escrito (...) Alice Balint sugirió que una dosis de honradez
por parte del analista es útil y coherente con el respeto a la verdad inherente al
Psicoanálisis. Aún admirando su actitud, no puedo estar de acuerdo con sus
conclusiones. Otros analistas han reivindicado que eso hace al analista más humano
cuando expresa sus sentimientos hacia el paciente y eso le ayuda a construir una
relación humana con él.

Para el propósito de este escrito uso el término contratransferencia para referirme con
él a todos los sentimientos que el analista experimenta hacia el paciente.

Puede discutirse que el uso de este término no sea el correcto, y que


contratransferencia simplemente significa transferencia por parte del analista. No
obstante, sugeriría que el prefijo "contra" implica factores adicionales.

Sobre este tema merece la pena recordar que los sentimientos transferenciales no
pueden ser nítidamente separados de aquellos referidos a otra persona en sí misma y
no como sustituto de los padres. Se suele señalar que no todo lo que siente un
paciente hacia su analista es debido a la transferencia, y que, a medida que el análisis
avanza, se incrementará la capacidad en el paciente para experimentar sentimientos
“realistas”. Esta advertencia en sí misma muestra que la diferenciación entre los dos
clases de sentimientos no siempre es fácil.

Mi tesis es que la respuesta emocional del analista hacia su paciente en la situación


analítica representa una de las más importantes herramientas para este trabajo. La
contratransferencia del analista es un instrumento de indagación en el inconsciente del
paciente.

La situación analítica ha sido investigada y descrita desde muchos ángulos, y existe un


acuerdo general sobre su carácter único. Pero mi impresión es que no se ha hecho
suficiente hincapié en que es una relación entre dos personas. Lo que distingue esta
relación de otras, no es la presencia de sentimientos sólo en una parte, el paciente, y
la ausencia en la otra, el analista, sino por encima de todo el grado de sentimientos
experimentados y el uso que se haga de ellos, siendo estos factores
interdependientes. El objetivo del análisis del propio analista, desde este punto de
vista, no es convertirlo en un cerebro mecánico que puede producir interpretaciones en
base a un procedimiento puramente intelectual, sino capacitarlo para sostener los
sentimientos que son movilizados en él, en oposición a descargarlos (como hace el
paciente), para que los subordine a la tarea analítica en la que el analista funciona
como el reflejo del paciente en el espejo.

Si un analista intenta trabajar sin hacer caso de sus sentimientos, sus interpretaciones
son pobres. He visto esto con frecuencia en el desempeño de los principiantes,
quienes, despreocupados, ignoran y callan sus sentimientos.

Sabemos que el analista necesita prestar una atención continua y flotante para poder
seguir la asociación libre del paciente, y que esto le capacita para escuchar
simultáneamente en muchos niveles. Tiene que percibir el significado manifiesto y
latente de las palabras del paciente, las alusiones e implicaciones, las alusiones a
sesiones anteriores, las referencias a situaciones de la infancia detrás de la
descripción de las relaciones actuales, etc. Escuchando de esta manera el analista
evita el peligro de llegar a preocuparse con cualquier tema y restar receptividad para
captar los cambios de tema y las lagunas en las asociaciones del paciente.

Sugeriría que el analista a lo largo del trabajo con su atención flotante necesita una
sensibilidad emocional despierta y libre para poder seguir los movimientos
emocionales y las fantasías inconscientes del paciente. Nuestra asunción básica es
que el inconsciente del analista entiende el inconsciente de su paciente. Las
estructuras profundas del paciente aparecen en la superficie en forma de sentimientos,
a los que el analista responde en su contratransferencia. Esta es la forma más
dinámica en la que la voz del paciente lo alcanza. En la comparación de sentimientos
despertados en él mismo con las asociaciones de su paciente y su comportamiento, el
analista posee el más preciado indicador de si ha entendido o no a su paciente.

Las emociones intensas del paciente, bien sean de amor u odio, amabilidad o ira,
impulsan hacia la acción, en vez de hacia la contemplación; y nublan la capacidad de
las personas para observar y sopesar la evidencia correctamente. Si ante esto la
respuesta emocional del analista también es intensa, terminará frustrando su objeto.

Por tanto la sensibilidad emocional del analista necesita ser extensiva en vez de
intensiva, diferenciada y móvil.

Habrá periodos en el trabajo analítico, en los cuales el analista, que combina atención
flotante con respuesta emocional libre no registre sus sentimientos como un algo a
tener en cuenta, porque están en concordancia con el significado que comprende.
Pero, con frecuencia las emociones despertadas en él son mucho más cercanas al
corazón del tema que su razonamiento, o, poniéndolo en otras palabras, su percepción
inconsciente del inconsciente del paciente es más aguda y anticipatoria que su
concepción consciente de la situación.

Una experiencia reciente me viene a la cabeza. Hace referencia a un paciente


derivado por un colega. El paciente era un hombre de unos 40 años que en principio
había solicitado tratamiento cuando su matrimonio se rompió. Entre sus síntomas la
promiscuidad figuraba predominantemente. En la 3ª semana de su análisis me contó,
al principio de la sesión, que iba a casarse con una mujer a la que había conocido
hace poco.
Era obvio que su deseo de casarse en esta coyuntura estada determinado por su
resistencia al análisis y la necesidad de acting de sus conflictos transferenciales. Con
una fuerte actitud ambivalente el deseo de una relación íntima conmigo había
aparecido ya claramente. Tenía en consecuencia muchas razones para dudar sobre la
sabiduría de su intención y sospechar sobre su decisión.

Los intentos de cortocircuitar el análisis no son infrecuentes al comienzo, o en un


punto crítico del tratamiento y normalmente no representan un gran obstáculo en el
trabajo, así que la catástrofe no surge necesariamente. Me confundió el reaccionar con
un sentimiento de temor y preocupación al comentario del paciente. Sentí que algo
más estaba involucrado en la situación, algo más allá de un corriente acting-out, quel,
sin embargo, no podía ver.

En sus asociaciones más extensas que se centraban en su amiga, el paciente,


describiéndola decía que ella había tenido una vida tormentosa. Esta frase aumentaba
mis presentimientos. Entonces se me ocurrió que él se sentía atraído por ella
precisamente por esa vida tormentosa.

Pero todavía sentí que no veía las cosas lo suficientemente claras. Al poco tiempo él
vino a contarme este sueño: había adquirido un coche extranjero de segunda mano
muy bueno que estaba averiado. Deseaba repararlo, pero otra persona en el sueño le
advirtió que tuviera cuidado. El paciente habia tenido, como el dijo, "que engañar" a
esta persona para seguir adelante con la reparación del coche.

Con la ayuda de este sueño llegué a comprender qué había sentido antes en forma de
temor y preocupación. Había de hecho algo más allá del mero acting-out de los
conflictos transferenciales.

Cuando me dio los detalles del coche -muy bueno, segunda mano, extranjero- el
paciente espontáneamente reconoció que me representaba a mí. La otra persona en
el sueño que intentaba detenerle y a quién desconcertaba, significaba la parte del yo
del paciente que apuntaba seguridad y felicidad y para el análisis un objeto protector.

El sueño mostró que el paciente deseaba que yo estuviera dañada, él colocaba en mí


el "suceso escabroso" que había en la historia de su amiga. Comose sentía culpable
por sus impulsos sádicos, estaba obligado a reparar, pero esta reparación era de
naturaleza masoquista, llegándose a hacer necesario eclipsar la voz de la razón y de
la cautela. Este elemento de confundir a la figura protectora tenía un doble sentido,
expresando ambos impulsos el sádico y el masoquista: Los intentos de destruir el
análisis representaban las tendencias sádicas del paciente bajo el patrón de infantiles
ataques anales sobre su madre, así como significaba desestimar su deseo de
seguridad y felicidad, expresando sus tendencias autodestructivas. La reparación
convertida en un acto masoquista genera odio y lejos de resolver el conflicto entre
destrucción y culpa, lleva a un círculo vicioso.

La intención del paciente de casarse con su nueva amiga estaba alimentada por
ambas fuentes, y el acting-out de los conflictos transferenciales demostraba estar
motivado por su específico y poderoso sistema sado-masoquista.

Inconscientemente había entendido inmediatamente la gravedad de la situación,


desde el sentimiento de preocupación que experimenté. Pero mi consciente tardaba
más en comprender, así que sólo pude descifrar el mensaje del paciente casi al final
de la sesión, cuando había aparecido más material.
Volviendo al motivo que nos traía, espero ilustrar mi argumento sobre como la
respuesta emocional inmediata del analista hacia su paciente es un significativo
indicador del proceso inconsciente del paciente y lo guía hacia la completa
comprensión. Ayuda al analista a focalizar la atención en los elementos más
importantes de las asociaciones del paciente y sirve como criterio útil de selección de
interpretación del material que sabemos, que está siempre sobredeterminado.

Desde el punto de vista que estoy resaltando, la contratransferencia del analista no es


sólo una parte de la relación analítica, sino que es una creación del paciente, es una
parte de la personalidad del paciente. (estoy posiblemente tocando aquí un punto que
el Dr. Clifford Scott expresaría en términos de concepto de esquema- corporal?, pero
seguir esta línea me alejaría del tema).

La aproximación a la contratransferencia que he presentado no está libre de peligros.


No representa una pantalla para las deficiencias del analista. Cuando el analista en su
propio análisis ha trabajado sus conflictos infantiles y ansiedades (paranoica y
depresiva), para que pueda fácilmente establecer contacto con su propio inconsciente,
él no imputará a su paciente lo que le pertenece a sí mismo. Habrá alcanzado un fiable
equilibrio que le capacita para portar los roles que del Ello, del Yo, del Super-yo, y de
los objetos externos a los que el paciente le obliga o -en otras palabras- le proyecta,
cuando representa sus conflictos en la relación analítica. En el ejemplo que he dado el
analista estaba predominantemente en los roles de la buena madre del paciente que
había que destruir y rescatar, y en el del yo-realidad del paciente que intentaba
oponerse a sus impulsos sado-masoquistas. En mi opinión el precepto de Freud de
que el analista debe "reconocer y subyugar" su contratransferencia no llevaría a la
conclusión de que la contratransferencia es un factor disruptivo y que el analista
debería llegar a ser insensible y aislado, sino que debe sentir sus respuestas
emocionales como una llave al inconsciente del paciente, esto lo protegerá de entrar
como co-actor de la escena que el paciente re-crea en la relación psicoanalítica y de
explotarla para sus propias necesidades. Encontrando un estímulo para obligarse a
continuar su propio análisis. Esto, sin embargo, es un asunto personal, y no considero
correcto para el analista comunicar sus sentimientos a su paciente. En mi opinión esto
se parece más a una confesión y supone una carga para el paciente. En cualquier
caso nos aleja del análisis. Las emociones despertadas en el analista serán de valor
para el paciente, si es usado como una fuente más de insight dentro de los conflictos
inconscientes y defensas del paciente; y cuando esos son interpretados y elaborados,
la resultante cambiante en el ego del paciente incluye la consolidación de su sentido
de la realidad para que vea a su analista como un ser humano, no como un dios o
demonio, y la relación humana en la relación analítica continua sin que el analista haya
recurrido a significados extraanalíticos.

La técnica psicoanalítica surge cuando Freud, abandonando la hipnosis, descubre la


resistencia y la represión. En mi opinión el uso de la contratransferencia como
instrumento de investigación puede ser reconocido en sus descripciones de la forma
en la que él llega a sus descubrimientos fundamentales. Cuando intentó aclarar los
recuerdos olvidados del paciente histérico, pensaba que una fuerza se oponía a sus
intentos y que tenía que vencer esta resistencia con su propio trabajo psíquico.
Concluyó que la misma fuerza era responsable de la represión de recuerdos clave y
de la formación del síntoma histérico.

El proceso inconsciente en la amnesia histérica puede en consecuencia ser definido


por su doble faceta: una se vuelve hacia fuera y la vive el analista como una
resistencia, mientras que la otra trabaja intrapsiquicamente como represión.
Mientras que en el caso de la represión la contratransferencia se caracteriza por la
sensación de una fuerza opuesta, otros mecanismos de defensa despertarán otras
cualidades en el analista.

Creo que con una más esmerada investigación sobre la contratransferencia desde
este ángulo que he apuntado aquí, podemos elaborar más completamente el camino
en el cual el carácter de la contratransferencia corresponda con la naturaleza de los
impulsos inconscientes y defensas del paciente operativos en el momento presente.

1- Documento leído en el 16º Congreso internacional Psicoanalítico, Zurich, 1949.


Después de presentar este documento en el Congreso mi atención se centró en el
artículo de Leo Berman: "Countertransferences and Attitudes of the Analyst in the
Therapeutic Process, ' Psychiatry, Vol. XII, No. 2, May, 1949. El hecho de que el
problema de la contratransferencia haya surgido como tema de discusión en diferentes
autores al mismo tiempo, indica que es el momento oportuno para una mayor
investigación sobre la naturaleza y función de la contratransferencia. Comparto con
Berman el rechazo de la frialdad emocional del analista hacia el paciente, pero difiero
en mis conclusiones concernientes al uso que se ha de hacer de los sentimientos del
analista hacia el paciente.

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