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055 Hale 1978
055 Hale 1978
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La clave del impacto freudiano reside en que se dirige, en una única apelación,
a médicos y legos, a hombres de la ciencia y de las humanidades. Los defensores más
prominentes de la psicología freudiana han sido, a veces, escritores e intelectuales y,
otras, médicos. Allí donde ambos grupos han tenido una actitud favorable la
influencia de Freud ha sido mayor. Pero en esta apelación dual, la medicina, como
representante de la ciencia, jugó el papel decisivo y el estatus del psicoanálisis como
ciencia ha dependido casi enteramente de su aceptación por la medicina clínica2.
Este trabajo postula que el psicoanálisis fue más facilmente aceptado por los
médicos en los EEUU que en Europa debido al estado de fluidez de las instituciones
médicas americanas y a otros factores culturales intervinientes en el momento en que
el psicoanálisis fue introducido. En los años formativos de la década del veinte el
psicoanálisis europeo había consolidado una orientación humanista y de servicio
social. Precisamente este carácter quedó suprimido con la transformación del
psicoanálisis en una especialidad médica de elite. Al volverse parte de la medicina
establecida, el psicoanálisis americano formó instituciones más rígidas y estrechas y
creo una teoría apropiada, la cual acentuaba el papel de la adaptacion y reducía la
insistencia freudiana sobre la agresividad y la sexualidad. Ironicamente, este
desarrollo volvió al psicoanálisis particularmente vulnerable a los cambios en los
intereses médicos y en los estilos culturales.
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veinte, por ejemplo, en la periferia del Greenwich Village, Andre Tridon, que
anteriormente fue anarquista y llevaba sus uñas doraba en las fiestas de disfraz,
desarrolló una práctica psicoanalítica privada y publicó una edición pirata de las
Introductory Lectures de Freud. Otros legos sin formación ocasionalmente se
proclamaban a sí mismos psicoanalistas. En la mayor parte de los países no se
reconocía al psicoanálisis como una profesión que requiriera licencia, en parte por las
disputas entre las escuelas psicoanalíticas y en parte por la existencia de analistas
legos.
Unos dos tercios de los psicoanalistas en Europa eran médicos, de modo que
las disputas sobre el análisis lego venían ocurriendo tanto dentro del movimiento
como entre psicoanalistas y autoridades médicas externas. Por ejemplo, en Viena, a
mediados de los veinte, un paciente norteamericano tratado por uno los discípulos
legos de Freud sufrió una psicosis. A raíz de ello sus familiares se quejaron ante el
cónsul de su país quien recurrió a las autoridades médicas vienesas. La extensa
defensa que Freud hizo del análisis lego, que su hija Anna había empezado a
practicar, fue, en parte, resultado de este embrollo. Por otra parte, en Inglaterra, la
Asociación Médica Británica había alcanzado a establecer el requisito de la
supervisión por analistas médicos de los legos5.
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orgullo que estaban cumpliendo el ideal freudiano de extender a los pobres los
beneficios del psicoanálisis. Y esas clínicas estaban llenas de pacientes; alrededor del
14% de los pacientes berlineses y cerca del 24% en Viena eran trabajadores de "cuello
azul": artesanos, domésticos, trabajadores manuales y empleados. El resto eran
oficinistas, estudiantes, docentes, comerciantes y artistas10.
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recibiera rápida y amplia publicidad, por razones de historia social y cultural que no
pueden ser expuestas aquí.
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de los treinta, todos los candidatos debían haber completado una residencia
psiquiátrica en una institución aprobada.13
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Los refugiados y notorios psicólogos del yo, Heinz Hartmann, Ernst Kris y
Rudolph Loewenstein, produjeron un aplanamiento sutil y elaborado de la teoría
freudiana de la agresividad. En lugar de ser fuente inexorable de perturbación social,
la agresión fue reinterpretada como una fuerza importante en el dominio de la
realidad. La agresividad podía ser neutralizada, desplazada, y, tal como enfatizaba
Menninger, "sublimada", especialmente en el trabajo útil. En este punto factores
sociales externos ejercieron su influencia sobre el desarrollo interno de la teoría
psicoanalítica. Para el punto de vista de la primera guerra mundial y de los años
veinte, la agresividad debía parecer masivamente caótica y destructiva. Pero la
sociedad americana, a pesar de ser inusualmente violenta, tradicionalmente había
reprobado la competencia agresiva; y los analistas americanos hacía tiempo que lo
habían suscripto. Hacia fines de los treinta, la agresión poseía otro uso social: la
resistencia a Adolf Hitler. El ejemplo clínico clave de Hartmann era el un judío joven,
inteligente pero pasivo, dominado por síntomas de ansiedad que se desvanecieron en
el momento en que desató su agresión peleando contra una pandilla callejera nazi.28
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es maduro, objetivo, apasionado y radical. No hace falta decir que el intelecto típico
de Freud y el psicoanálisis representa la ciencia genital más avanzada.29
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Tales habían sido, historicamente, los ideales de la clase media alta y de las
capas profesionales, las que habían aportado la mayor parte de los pacientes
analíticos privados; y allí, por otra parte, habían sido reclutados mayormente los
psicoanalistas. Esos grupos sociales han crecido rapidamente en los EEUU desde
1900 hasta el presente. Con posterioridad a la segunda guerra mundial ocurrió un
crecimiento similar en Europa y, con él, por primera vez el psicoanálisis se puso de
moda, por ejemplo, en Francia y en Italia.37
En el siglo XIX, esas clases sociales esperaron alcanzar sus metas productivas
por el ahorro de energías sexuales y la lucha orientada al éxito en el mundo. En el
siglo XX, en cambio, las sociedades occidentales -al menos hasta ahora- se han
orientado hacia el consumo creciente de bienes económicos y sexuales. En esa masiva
transición social, el psicoanálisis, en su fase revolucionaria inicial, enfrentó las
represiones disfuncionales que obstruían el cumplimiento de nuevos roles sociales.
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Aun cuando los psicoanalistas norteamericanos eran más moralistas que los
europeos, seguían siendo más iconoclastas que la psiquiatría de su país. Dado que los
psiquiatras incorporaron el psicoanálisis mayormente en los años cincuenta, las
teorías de Freud se volvieron en sus manos más blandas y normativas. El divorcio, la
falta de hijos y la soltería quedaron mezclados con los signos más evidentes de
desórdenes nerviosos. Una terapéutica psiquiátrica diluída se volvió equivalente a
una corrección de la desviación. Y ya que la psiquiatría incorporaba al psicoanálisis,
¿cómo el público común norteamericano podía distinguirlos?. Identificada con el
establishment moral y social, produjo una ruidosa confusión en los avisos de
periódicos, las revistas femeninas y la prensa popular.40
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Notas:
1.. Leopold Bellak, Contemporary European Psychiatry, New York, Grove Press, 1961, pp.219-223,
248-252. Véase también el capítulo correspondiente en John Howells, ed., World History of Psychiatry,
N.York, Brunner-Mazel, 1975. Kate Millett, Sexual Politics, N.York, Doubleday, 1970, pp.66, 98-108,
178-203. Una presentación de las corrientes actuales en psiquiatría en Julius Segal, ed., Research in the
Service of Mental Health: Report of the Task Force of the National Institute of Mental Health,
Rockville, Md., National Institute of Mental Health, 1975, pp.98-99, 309-314, 320-321, y Summary, p.16.
2.. Sobre la importancia de la dimensión clínica véase Heinz Hartmann, "Psychoanalysis, Scientific
Method and Philosophy", en Sidney Hook, ed., Psychoanalysis: Scientific Method and Philosophy,
N.York, New York University Press, 1959, pp. 18-19, 21, 25-26. Respecto de la naturaleza ambigua de
la medicina como ciencia, véase Joseph Ben-David, The Scientist's Role in Society: A Comparative
Study, Englewood Cliffs, N.J., Prentice Hall, 1971, pp.25-26. Sobre la apelación dual, véase Franz
Alexander, The Western Mind in TRansition, N. York, Random House, 1960, p.83.
3.. Edward Shils, "Charisma, Order and Status", American Sociological Review, 30, April 1965, 199-
213.
** Se refiere a Die Geheimniste einer Seele, 1926, de G. W. Pabst, en la que colaboraron K. Abraham
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Psychoanalytischer Verlag, 1930. H.J. Bannach, "Die Wissentschaftliche Bedeutung des alten Berliner
Instituts", Psyche, Stuttgart, 25, Heit 4, 1971, 242-254.
7. Respecto de la hostilidad europea y el somatismo, véase Bellak, European Psychiatry, y Henry
Baruk, Psychiatrie medicale, physiologique et experimentale, Paris, Masson et Cie, 1938; y La
Psychiatrie française de Pinel à nos Jours, Paris, PUF, 1967, especialmente pp.29-30. En cuanto a la
fenomenología, véase K. Jaspers, General Psychopathology, trans M. Hoenig, Chicago, Univ. of
Chicago Press, 1963, pp.361-362 [traducc. castellana: ed. Beta, 1966] y Hans Prinzhorn and
Mittzenzwey Kune, Auswirkung der Psychoanalyse in Wissenschaft und Leben, Leipzig, Der Neue
Geist Verlag, 1928. Sobre la influencia de Babinsky ver Th. Kammerrer, "Le Rayonnement du Prof. J.H.
Schultz en France", en Wolfgang Luthe, ed., Autogenic Training, New York, Grune and Stratton, 1965,
pp. 261-262.
8.. Paul Schilder, Introduction to Psychoanalytic Psychiatry, trans. Bernard Glueck, New York and
Washington, Nervous and Mental Disease Publishers, 1928. W.H.B. Stoddart, Mind and its Disorders,
third ed., Philadelphia, Blakiston, 1919, pp. v, 73, 76; y "A Brief Resume of Freud's Psychology",
Journal of Mental Science, 67:1, January 1921, 1-8. Respecto de Claude y los franceses, ver su prefacio a
Laforgue y Allendy, ya citado y D. Pichon, "La Psychoanalyse dans l'Art medical", L'Evolution
Psychiatrique, 3:1, 1933, 77-103. Sobre la psiquiatría y la psicoterapia alemanas, véase Ernst
Kretschmer y W. Cimbal, eds., Berich tüber den VI Allgemeinen Artzlichen Kongress für
Psychotherapie in Dresden, 14 bis, 17 Mai 1931, Leipzig, S.Hirzel, 1931. Karl Birnbaum, "Die
Psychoanalyse vom Standpunkt der klinischen Psychiatrie", Deutsche Medizinische Wochenschrift,
50:2, 19 December 1924, 1788-1790; 26 December, 1828-1830; 51:1, 9 January 1925, 62-63; 16 January
1925, 105-106; 23 January 1925, 142-143. Ernst Kretschmer, A Textbook of Medical Psychology, trans.
E.B. Strauss, London, Oxford Univ. Press, 1934, pp. 85, 129, 131-136. Un artículo comprensivo sobre el
psicoanálisis en las publicaciones de psicoterapia durante el régimen nazi: J. Reinhold, en O. Bumke,
U.O. Foerster, eds., Handbuch der Neurologie, Achter Band, Allemeine Therapie, Berlin, Julius
Springer, 1936. J.H. Schultz, "Uber das autogene Training", Deutsche Medizinische Wochenschrift,
54:2, 20 July 1928, 1200-1201, y Lebensbilderbuch eines Nervenarztes, Stuttgart, Georg Thieme, 1964,
pp.101-102.
9.. Sobre la relación ambivalente con Freud como dios-padre, ver Siegfried Bernfeld, "On
Psychoanalyic Training", Psychoanalytic Quarterly 31, October 1962, 467. Helene Deutsch, "Freud and
his Pupils", Ibid.., 9, April 1940, 184-194. Theodor Reik, Fragment of a Great Confession: A
Psychoanalytic Autobiography, New York, Farrar Strauss, 1949, p. 17. Adolf Stern, "Psychoanalytical
Experience with Prof. Freud", New York State Journal of Medicine, 22, January 1922, 23. Sandor
Ferenczi, "To Sigmund Freud on his 70th Birthday", International Journal of Psychoanalysis, 7, July-
October 1926, 297-302, especialmente p. 298. Un estudio de esas relaciones tempranas en Paul Roazen,
Freud and his Followers, New York, Alfred A. Knopf, 1974 [traducc.castellana: Freud y sus discípulos,
Madrid, Alianza, 1971].
10. Algunas de las visiones más penetrantes acerca del psicoanálisis europeo en este período
provienen de los registros de Edward Glover, Raymond de Saussure, Sandor Rado y Rudolph M.
Lowenstein, en la Columbia University Oral History Collection. Véase la nota 6 anterior y Edouard
Hitschmann, "A Ten Years Report of the Vienna Psychoanalytic Clinic", International Journal of
Psychoanalysis, 13, January 1932, 245-259. En cuanto a la posición de Freud sobre el tratamiento de los
pobres, ver "Lines of Advance in Psychoanalytic Therapy", 1919, Standard Edition, London, Hogarth,
1955, 17, 166-168; [traducc. castellana: "Los caminos de la terapia psicoanalítica"].
11.. Edward Glover, "Introduction to the Study of Psychoanalytic Theory", International Journal of
Psychoanalysis, 11, part 4, October 1930, 470-484. En cuanto a la cuestión asimilación o exclusivismo,
ver Maxwell Gitelson, "On the Present Scientific and Social Position of Psychoanalysis",
Internat.Journal of Psychoanalysis, 44, October 1963, 521-527.
12.. Morris Fishbein, The New Medical Follies, N.York, Boni and Liveright, 1927, pp. 181-204; y A
History of the American Medical Association, 1847-1947, Philadelphia, Saunders, 1947. James G.
Burrow, AMA, Voice of American Medicine, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1963.
13. Sobre los requisitos para los miembros ver International Journal of Psychoanalysis, 4, 1923, 520;
ibid., 5, Part. I, January 1924, 115-116. Albert Kandelin, "California's First Psychoanalytic Society",
Bulletin of the Menninger Clinic, 30, 1966; y Ernst Simmel a Lucie Jessner, 26 October 1946, en los
escritos de Ernst Simmel en posesión de Albert Kandelin, Los Angeles; véanse también las historias
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orales, en poder del Dr. Kandelin, de Margrit Munk, Frances Deri, Hanna Fenichel, Ernst Lewy y
Ralph Greenson.
14. Sobre comparación de presupuestos hospitalarios y tasas de recuperación, ver U.S. Department of
Commerce, Bureau of the Census, Patients in Hospital for Mental Disease, 1926-1932 y 1933-1937.
Comentarios de William V. Silverberg sobre Harry Stack Sullivan en "The Modified Psychoanalytic
Treatment of Schizofrenia", American Journal of Psychiatry, 11, November 1931, p. 537; ibid., 13:1,
September 1933, p.381; ibid., November 1933, pp. 86-96, 667-683; "Symposium on the Relation of
Psychoanalysis to Psychiatry", ibid., 91, March 1935, pp.1089-1135.
15. Sobre la emergencia de la práctica de consultorio, el roster de la Asociación Psiquiátrica Americana
indica, entre 1917 y 1933, una crecimiento del 8,5% a cerca del 30,6% en la lista de direcciones de
miembros que tienen consultorio privado además de un afiliación institucional pública. Ver también
William Healy, "The Never Psychiatry: Its Field-Trainning for It", American Journal of Psychiatry, 5,
January 1926, 392-401. James V. May, Presidential Adress, ibid., 13, December 1933, 1-4. A. Sanger
Brown, "Specialism within the Field of Psychiatry", ibid., 7, January 1928, 583-590. Acerca de la
perspectiva estrictamente neurológica, véase Percival Bailey, "The Training of the Neurologist",
presentado a The Third Congress of the International Hospital Association, 28 June 1933, Knocke-sur-
mer, Bélgica, en Rockefeller Foundation Archives.
16. Las fuentes más útiles para este período son las memorias de Sandor Rado y Abraham Kardiner, en
la Oral History Collection, Columbia University, los papeles de Ives Hendrick en The Boston
Psychoanalytic Institute y la correspondencia de Ernst Jones con A.A. Brill e Ives Hendrick, en the
London Psychoanalytic Institute. Hendrick lo percibía como una lucha generacional en "Professional
Standars of the American Psychoanalytic Association", Journal of the American Psychoanalytic
Association, 3, Octuber 1955, 561-599. Ver Hendrick a Jones, 27 November 1935, y especialmente Jones
a Hendrick, 11 December 1935, y Hendrick, The Birth of an Institute, Freeport, Me., Bond
Wheelwright, 1958, pp. 20-29, 46. Bertram Lewin y Helen Ross, Psychoanalytic Education in the
United States, New York, Norton, 1960.
17.. A.A.Brill a Ernst Jones, 21 March 1934, Jones a Brill, 25 September 1933, en los papeles de E.Jones.
"Report of the Emergency Committee on Relief and Immigration of the American Psychoanalytic
Association", 4 May 1941, en los papeles de Isador Coriat, The Francis A.Countway Library of
Medicine, Boston.
18.. Sandor Rado, "On the Development of Psychoanalytic Theory", en Paul Hoch y Joseph Zubin, eds.,
Current Approaches to Psychoanalysis, N.York, Grune and Stratton, 1960, pp.3-12. Alfred K. Stern a
Franz Alexander, 26 June 1934, Alexander a Alan Gregg, 19 September 1933, Alexander a Robert A.
Lambert, 12 June 1936, Stern a W.T.Harrison, 7 November 1938, Gregg a Stern, 9 November 1938, en
los Archivos de la Fundación Rockefeller.
19. Sobre los primeros problemas de Sullivan y Horney ver Brill a Jones, 7 June 1934, Jones a Brill, 21
November 1934, Brill a Jones, 8 December 1934, en los Papeles de E.Jones.
20.. Arnold Rogow, The Psychiatrists, N.York, G.P.Putnam's Sons, 1970, p.93. Sobre los ingresos
relativamente bajos de los psiquiatras europeos en la actualidad, ver William A. Glaser, Paying the
Doctor: System of Remuneration and their Effects, Baltimore, John Hopkins Univ. Press, 1970, pp.158-
159. Acerca de los ingresos generales de la medicina norteamericana, véase Samuel Bradbury, The
Cost of Adecuate Medical Care, Chicago, Univ. of Chicago Press, 1947, p.23; y William Weinfield,
"Income of Physicians, 1929-1949", en Survey of Current Busines, 37, July 1951, 9-26. Sobre los
honorarios y la práctica psicoanalítica, ver Lawrence Kubie, "A Pilot Study of Psychoanalytic Practice
in the United States", Psychiatry, 13 (1950), 227-246; y Practical Aspects of Psychoanalysis: A
Handbook for Prospective Patients and their Advisors, N.York, Norton, 1936, pp.186-188, segunda
edición; N.York, International Universities Press, 1950, pp.141-142. Acerca de la tendencia de los
psiquiatras formados psicoanaliticamente hacia la práctica privada, véase Ross McClure Chapman,
"Psychoanalysis in Psychiatric Hospitals", American Journal of Psychiatry, 91, March 1935, 1093-1101,
especialmente p.1097.
21.. Lewin y Ross, Psychoanalytic Education, p. 99; "The Nervous Breakdown", Fortune, April 1935,
192.
22.. Lewin and Ross, Psychoanalytic Education, pp. 364-386. Compárese la nómina de ocupaciones de
los pacientes en los informes de los Institutos de Berlín y Viena ya citados con The Chicago Institute.
Five Years Report 1932-1937, pp.36-37, 41; y H. Aronson y Walter Weintraub, "Social Background of
the Patient in Classical Psychoanalysis", Journal of Nervous and Mental Disease, 146, February 1968,
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91-97; y "A Survey of Patients in Classical Psychoanalysis: Some Vital Statistics", ibid., 98-102. Se
puede argumentar que los psiquiatras que realizan tratamientos somáticos y terapias breves pueden
llegar a ganar más que los psicoanalistas por el hecho de tratar muchos más pacientes, pero he podido
encontrar estadísticas que son comparables y resuelven este punto.
23.. John Crosby, Baltimore, Sun, 15 September 1958. Sobre la absorción en escuelas médicas, ver
Lewin y Ross, Psychoanalytic Education, passim.; S.A.Szuerk, "Teaching and Learning of
Psychoanalytic Psychiatry in Medical Schools", Psychoanalytic Quarterly, 26 (1957), 387-396. En 1935
las escuelas médicas de las mayores universidades del este tenían uno o más cursos de psicoanálisis y
uno o más psicoanalistas en la facultad; en 1958 el número de psicoanalistas en esas facultades se
había incrementado notablemente, así como el número de universidades que incorporaron
psicoanalistas. Para una visión proveniente de la primera generación de analistas nativos, ver C.P.
Oberndorf, A History of Psychoanalysis in America, N.York, Grune and Stratton, 1953. Acerca del
período inicial, véase John C. Burnham, Psychoanalysis and American Medicine, 1894-1918: Medicine,
Science and Culture, New York, International Universities Press, 1967; y Hale, Freud and the
Americans. Sobre los refugiados ver Donald Fleming and Bernard Bailyn, eds.,Intellectual Migration:
Europe and America, 1930-1960, Cambridge, Harvard University Press, 1969; y Laura Fermi,
Illustrious Immigrants: Intellectual Migration from Europe, 1930-1941, Chicago, University of Chicago
Press, 1968.
24.. Robert Knight, "The Status of Organized Psychoanalysis in the United States", Journal of the
American Psychoanalytic Association, 1, April 1953, 197-221.
25.. Una discusión útil de Heinz Hartmann en H.Stuart Hugues, The Sea Change, N.York, Harper and
Row, 1975, cap. 5. Heinz Hartmann, Ego Psychology and the Problem of Adaptation, traduc. de David
Rapoport, N.York, International Univ. Press, 1958, p.3.
26.. Karin Stephen, Psychoanalysis and Medicine, Cambridge, At the University Press, 1933 ,pp. 95-97,
190, 212; y The Misuse of Mind: A Study of Bergson's Attack on Intellectualism, N.York, Harcourt,
Brace, 1922.
27. Karl Menninger, Whatever Became of Sin, N.York, Hawthorn Books, 1973; y Man Against Himself,
N.York, Harcourt, Brace, 1938, especialmente pp. VII-VIII, 25, 419-420, 460, 469-470.
28.. Heinz Hartmann, Ernst Kris y Rudolph Loewenstein, "Notes on the Theory of Agression",
Psychological Issues, 4, Monograph 14, N.York, International Universities Press, 1964, especialmente
pp. 67-69, 72-73.
29.. René Laforgue, The Relativity of Reality, traduc. de Anne Jouard, N.York, Nervous and Mental
Disease Monography, 1940, pp. 61, 70-75, 80; y "'Active' Psychoanalytique Technique and the Will to
Recovery", International Journal of Psychoanalysis, 10, October 1929, 411-422.
30.. William Alanson White, "Definition by Tendency", The Psychoanalytic Review, 15, October 1928,
373-383; y Presidential Adress, ibid., April de 1928, p.126.
31.. Ives Hendrick, Facts and Theories of Psychoanalysis, N.York, Knopf, 1939, pp. 146, 324-329.
32.. Compárese a Hartmann, Die Grundlagen der Psychoanalyse, Leipzig, Georg Thieme, 1927, pp. 47,
168-169, con Psychoanlysis and Moral Values, N.York, International Univ. Press, 1960, pp. 43-44, y
"Psycho-Analysis and the Concept of Health", International Journal of Psychoanalysis, 20, July-October
1939, 308-321, especialmente 313. Acerca de la reacción de Hartmann al punto de vista de un francés
que ve al yo como producto de un conflicto, ver sus observaciones a S. Nacht, "Du Moi en
Therapeutique", Revue Française de Psychanalyse, 12, Janvier-Mars 1938, 51.
33.. David Rapaport, "The Theory of Ego Autonomy" (1956), en Merton M. Gill, ed., The Collected
Papers of David Rapaport, N.York, Basic Books, 1967, p.723, y Rapaport, "A Historical Survey of
Psychoanalytic Ego Psychology", en ibid., pp. 745-757.
34. H. Hartmann, Ego Psychology, p. 8, y la bibliografia.
35.. I.Hendrick, Psychoanalysis, y Stanley Cobb, Emotions and Clinical Medicine, N.York, Norton,
1943, pp. 86-87.
36.. H.Hartmann, Ego Psychology, p. 23.
37. Serge Moscovici, La Psychanalyse: Son Image, Son Public, Paris, P.U.F., 1961, pp. 411-412 [traducc.
castellana: Ed. Huemul, Buenos Aires, 1979]. Michel David, La Psicoanalisi nella cultura italiana,
Torino, Boringhieri, 1966, pp. 224-242.
38. Acerca de los cambios asociados a las extrapolaciones en el psicoanálisis a partir de la crianza
infantil, ver Anna Freud, Normality and Pathology in Childhood, N.York, International Univ. Press,
1956, pp. 2-6; un comentario cáustico acerca de los primeros enfoques de A. Freud en Edward Glover,
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Traducción:
Hugo Vezzetti
Fuente:
Journal of the History of the Behavioral Sciences, 1978, 14, 299-315. N.G.Hale, Jr es
profesor de Historia en la Universidad de California, Riverside, desde 1970. Es autor de
Freud and the Americans, Oxford University Press, 1971.
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