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Colombia, la historia perdida: Entre impunidad

y fragmentos.
Por: Angie Ximena González López| 29.04.2021

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“Quien no conoce su historia, está condenado a repetirla” reza el dicho popular, y nuestro país sí
que puede dar fe de la veracidad que plasma esta oración. Décadas y siglos de historia en
Colombia se erigen sobre caminos de muerte y ríos de sangre, sin embargo, una amnesia
colectiva que lleva años apoderándose de las mentes colombianas, ha logrado borrar gran parte
de las huellas que la violencia nos ha dejado, y que si bien, no son agradables de recorrer,
deberíamos poder reconocer y relacionar, para lograr entender mejor la naturaleza de la realidad
a la que nos enfrentamos actualmente.

Desde nuestra educación primaria y básica secundaria, se nos enseña una historia fragmentada,
recortes de una nación que no nos pertenece, un relato que se cuenta desde las voces de nuestros
verdugos, disfrazando la desgracia de justicia y evadiendo los hechos como realmente
acontecieron, es que nuestra relación con la violencia no empieza en 1948 con el Bogotazo, ni
años después con el bipartidismo, Colombia se ha caracterizado siempre por tener un proceso de
desarrollo brusco, en donde el Estado juega a defender siempre intereses particulares, por encima
del bien común, sin dimensionar el daño que ocasiona.

Lo vemos desde nuestros primeros años como República independiente, con hechos como La
Masacre de las bananeras y hasta nuestros días, con el resurgimiento de las olas de violencia que
dejan decenas muertos y desaparecidos semanalmente, y un Estado que le sugiere al pueblo
cambiar la palabra “masacre” por “homicidio colectivo”.

Crecemos con un contexto histórico lleno de huecos, y alienados en una burbuja que no nos
permite comprender nuestras dinámicas más allá de lo evidente y de lo que se nos quiere
mostrar; repitiendo de manera cíclica y sin saberlo, los patrones que nos han llevado a
convertirnos en la nación desgraciada, violenta y desigual que hoy somos.

No es hasta que llegamos a tener un despertar histórico, que podemos entender el país que se
muestra ante nosotros, necesitamos conocer y apropiarnos de nuestros relatos para romper con el
círculo vicioso que hemos representado y que sigue cobrando vidas, ese que nos impide crecer
como una mejor nación.

Y por eso es nuestro deber, como nuevos comunicadores empezar a reescribir la historia y hacer
que alcance la luz, validar el dolor que por siglos fue dejado en el olvido, renovar las nociones de
memoria que tenemos como país y reestablecer el derecho que nunca se nos garantizó, el de
conocernos como la sociedad que realmente hemos sido y que hoy somos.

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