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saludarla como de costumbre, pero una vez que miras a una mujer desnuda intimando con un
hombre casado, ya no la ves con los mismos de antes. Eichhorst sabía bien que no debía
entrometerse, lo mejor era preocuparse por sus asuntos y resolver todas las incógnitas que
acongojaban su interior
- Pase
- ¿Sucede algo?
- ¡Tengo muy buenas noticias¡ – responde Lubchenko – Vengo de la recepción.
Hace uno minutos me llamaron para decirme algo estupendo. Al principio no me
convencí demasiado, pero luego de que me mostró una fotografía, mis dudas se
disiparon por completo
- ¿De qué estás hablando?
- ¡Tu tío está esperando abajo, en la sala de esperas¡
- ¿Qué?
Abraham finalmente, convencido por Vladimir, aceptó que aquel hombre fuese a
visitarlo. Lubchenko estaba emocionado por poder ayudar a su amigo, el ruso creía que esta
era la oportunidad perfecta para que algunos de los recuerdos de Eichhorst, vuelvan a él, y no
solo eso, sino que tambien poder conocer su pasado
Debido a que Vladimir había dejado la puerta entre abierta, Abraham hundido en la
soledad de sus pensamientos, pudo oír como desde el pasillo se iban aproximando los pasos
decididos y firmes de dos personas. El anglosajón miraba a la puerta, preguntándose la
identidad de aquel hombre que pronto llegaría
Finalmente, cundo la mano de Vladimir su puso sobre la perilla y abrió la puerta por
completo, Abraham Eichhorst vio la imagen de su amigo, quien venía acompañando de un
pulcro viejecillo de unos 65 años de edad, con un cabello teñido por los años, y unas finas
vestimentas muy elegantes todas ellas, el hombre se movía por la habitación como si fuese la
sombra de Vladimir
Eichhorst intentó contener la emoción por todos los medios, pero al igual que antes,
unas pequeñas lágrimas se agruparon en sus ojos, y los hicieron parecer cristalinos. El
anglosajón, estaba seguro de que aquel hombre no representaba amenaza alguna, al contrario,
se asemejaba más a una imagen paterna, que a un ente maligno. Abraham, muy sentimental
como siempre, se secó rápidamente las lagrimas, y dijo
- ¿En verdad es usted mi tío? – pregunta, dominado por su parte más racional
- ¡Por supuesto que lo soy¡ - responde con seguridad– Me llamo Wilson Ashford
- Lo lamento…, pero su nombre no me suena en nada – responde apenado
- No se preocupe, sobrino. El doctor Lubchenko ya me puso al tanto de su
lamentable situación
- Vladimir me comentó sobre una fotografía que usted poseía ¿La puedo ver?
- ¿Fotografía? ¡Ah sí, claro¡
El hombre, desde su bolsillo sacó lo que parecía ser una especie de papel duro y firme
con un tamaño medio, lo sufrientemente grande, como para caber en la palma de una persona.
Efectivamente, era una fotografía. En el lado derecho de la imagen, se encontraba un Abraham
Eichhorst mucho más pulcro, limpio y ordenado que ahora, su barba se encontraba extinta y su
cabello más corto y peinado que el de ahora, era prácticamente como una persona distinta.
Junto a él, se encontraba Wilson Ashford, con una apariencia tan elegante que no dejaba atrás
a la que traía ahora. Lo peculiar de la fotografía, y aquello que le llamó más la atención a
Abraham, fue una extraña figura junto a Wilson
Abraham se refería a una pequeña criatura de cabello claro, que parecía ser rubio. La
muchacha parecía tener unos 14 o 13 años de edad, poseía una estatura extremadamente baja,
llegándole solo a la cintura a Ashford. Su vestimenta era extraña, era como la de un chiquillo,
más bien como un noble de la época victoriana, con unos pantaloncillos claros, muy ajustados
al cuerpo, y unas botas de montar, era como si fuese a jugar polo; en la parte superior llevaba
camisa y traje, pero en vez de usar corbata, llevaba consigo un pañuelo oscuro envolvía su
cuello.
Lo único seguro, era que la fotografía era autentica, de eso no había duda ¿Pero en
verdad aquellas personas eran sus familiares? Antes de que Abraham le pudiese devolver
nuevamente la imagen a Wilson, Vladimir intervino y lo invitó a tomar asiento en uno de los
dos sillones de la habitación. Solo Lubchenko quedó de pie, entonces el ruso miró su reloj y dijo
- Por favor, sigan conversando sin mí. Mi buen amigo… después me contaras todo
¿De acuerdo?, estoy ansioso por saber qué es lo que guarda tu pasado. Les ruego
que me disculpen, pero ahora a las 3 tengo programada una operación bastante
complicada. Me despido, fue un gusto conocerlo, Wilson
De esa forma, Vladimir Lubchenko, como buen y único amigo del anglosajón, cumplió
con su cometido, el cual era llevarle parte del pasado a su amigo. Una vez, Vladimir cerró la
puerta detrás de sí, Abraham Eichhorst y Wilson Ashford, quedaron a solas en la habitación
Aquellas palabras hicieron que una gran parte del lado emocional de Abraham, se
viera consumido por su lado mucho más desconfiado y racional. Todo era una mentira, todos
mienten. Se podría decir que el anglosajón era algo… susceptible, por tal razón se molestó que
le mintieran con tal descaró, pero a la vez, se sentía intrigado por saber más
- ¿¡Ayuda ¡? ¿¡Ayuda para qué?¡ ¡Si más encima tiene el descaro de venir aquí, y
mentirme e inventar una estúpida historia como los ha hecho¡ - le dice molesto
- Le ruego que me disculpe, señor Eichhorst. Pero no había de otra. No había otra
manera para ingresar al hospital. Pero absolutamente todo lo que le he dicho es
verdad. Es cierto que usted era inspector del Scotland Yard, y un reconocido
detective, nada de es mentira
- ¿Qué hay de la fotografía? – pregunta más calmado
- Fue tomado en Londres hace algunos años atrás, cuando nos conocimos por
primera vez. Fue antes de que usted desapareciera
- ¿Desaparecer, dices?
- Por supuesto. Se creía que el inspector Abraham Eichhorst estaba muerto. Los
rumores de su fallecimiento eran muchos, pero al final nunca se esclareció nada,
y simplemente el famoso inspector Abraham Eichhorst, quedó inmortalizado en la
historia y se desvaneció en lo que creíamos, la eternidad
- Pero estoy aquí
- ¡Claro, por eso es que la señorita Leona lo necesita¡
- Quiero que me cuentes más de mi pasado. Quiero saberlo todo
- Lo que le he dicho, es solo una pequeña parte de su historia. La señorita Leona es
una amplia conocedora de su vida, señor Eichhorst. Todo lo que le dije, me lo
había contado ella con anterioridad
- ¿Qué? ¿Por qué ella sabe tanto de mí? ¿Quién esta persona que llamas “Leona”?
- Ya se lo dije, yo trabajo para ella. Además… hay cosas, que ni si quiera yo sé. Pero
le aseguro, que todas sus dudas podrán ser aclaradas si decide ayudar en la causa
de la señorita Leona
- ¿Acaso… acaso ella… ella es mi pareja, o algo por el estilo?
- Ya se lo dije, señor Eichhort. Desconozco tal información, la única que podría
asegurarlo o negarlo, es ella. Por favor no crea que le miento, la joven Leona
siempre ha sido muy reservado en todo ámbito
- Eso no importa. Aún hay algo que no entiendo ¿Para qué necesitan mi ayuda?
- ¡Cierto, se me olvidaba decir eso¡ como usted probablemente esté enterado,
últimamente han estado ocurriendo una serie de muertes extrañas en Demert, y
la policía está desesperada buscando al culpable. Por tal razón, las autoridades
decidieron contratar a la señorita Leona. Y por eso ella requiere la ayuda de un
talentoso detective como es usted, señor Eichhorst.