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De campesinos a proletarios. Cambios en la mano de obra rural en la sierra


central del Ecuador

Book · January 1984

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1 author:

Luciano Martínez Valle


Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Sede Ecuador
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a S ïïf ô k
6 de diciembre 230973er. piso
telf. 543 972 Casilla 4629-A
quito, ecuador.
De campesinos a proletarios, cambios en la mano de D E CAMPESINOS A PROLETARIOS
obra rural en ¡a Sierra central del Ecuador, por Lu­ Cambios en la mano de obra rural en la Sierra
ciano Martínez. central del Ecuador.
Primera edición: Editorial El Conejo, 1984
Copyright: Editorial El Conejo, 1984 p or Luciano Martínez
Cubierta: Cuervo, 1984
Colección: ECUADOR/HOY
el S S R ^

Martínez Luciano, De campesinos a proletarios, cam­


bios en la mano de obra rural en la Sierra Cen­
tral del Ecuador, Quito, Editorial El Conejo,
1984.
II. EL CAMBIO EN LAS RELACIONES DE
PRODUCCION.- EL ENFOQUE ANDINO /17
III. EL PUNTO DE PARTIDA HISTORICO / 29
IV. LA PRESENCIA CAMPESINA EN
LAS HACIENDAS /63
V. LA M ODERNIZACION A G R A R IA Y
LA MANO DE OBRA 191
VI. LA FUERZA DE TRABAJO EN UNA
ZONA DE MODERNIZACION TARDIA / l l l
CONCLUSIONES /179
SIGLAS UTILIZADAS /192
BIBLIOGRAFIA /193

REO.
CUT- .
BIBLIOTECA * 1LD1S
A los campesinos del Mushuc Patria.

“Faicán que tiene dificultad a admitir los


nombres nuevos-sindicato-partido- regresa a
construir sus figuras con el barro antiguo del
ayllu. La comuna es su gemela
Los Guandos, p. 270
Novela de Joaquín Gallegos Lara,
continuada por Nela Martínez.
I. INTRODUCCION

El proceso de modernización capitalista en


él campo, acarrea cambios profundos en la es­
tructura agraria. No sólo se derrumba el viejo
com plejo latifundio-minifundio sino que se de­
AGRADECIMIENTOS sata un abanico de procesos de desigual intensi­
dad, con diversas características regionales, que
Este trabajo, fue escrito originalmente como tesis
universitaria hace dos años*. En lo esencial se ha conser­ afectan las estrategias de las clases sociales, las
vado el eje central del análisis, aunque a la luz de nuevas condiciones técnicas y sociales del proceso pro­
investigaciones, algunos capítulos fueron modificados ductivo y en general el papel del agro en el m o­
parcialmente. delo de acumulación capitalista.
Mis reconocimientos a la UNESCO, Universidad Desde el punto de vista social, una gran
Central del Ecuador y ex-Junta Nacional de Planifica­ masa de campesinos se enfrenta a dos problemas
ción, sin cuyo aporte económico, no hubiera culminado que a sus ojos se han convertido en una “ doble
mi investigación. espada” de Damocles: la expropiación de sus
Igualmente, quiero expresar mi gratitud, al profe­ parcelas y las dificultades de encontrar empleo
sor Jacques Chonchol por sus valiosas sugerencias aca­ rural. Esto conlleva la formación de un exceden­
démicas y en especial a Andrés Guerrero, por su impor­
tante orientación teórica. A Daniel Pecault y Carmen te'de mano de obra enfrentada brutalmente ala
Bernand de la Universidad de París, por sus lecturas y pobreza de sus mínimos recursos y al m onopo­
críticas; y a María Teresa, por su paciente colaboración lio de la propiedad territorial.
en la preparación del texto. En países com o el Ecuador, un verdadero
ejército de campesinos pobres, arrinconados en
Quito, marzo de 1983. las tierras altas o de mala calidad, forman un ver­
dadero cinturón de miseria rural, rodeando ha­
* Changements dans la force de travail rural, le cas de la
Sierra en Equateur, Thèse de Doctorat de 3 eme Cycle
ciendas modernas donde ‘ las vacas han empeza­
IHEAL, Paris, 1981. do a desplazar a los hombres” .
Se puede argumentar, que este es el “ costo La reforma agraria, expresó sin duda el
social” por el que atraviesa todo proceso de mo­ punto de ruptura entre unidades campesinas y
dernización, pero es dudoso admitirlo, sin antes hacienda, dando origen a nuevas modalidades
preguntarse la historia de la expropiación cam­ de articulación de la mano de obra con la pro­
pesina, sus luchas actuales bajo las condiciones piedad territorial. Sólo allí donde los campe­
impuestas por el capitalismo y si no existen otras sinos copaban las haciendas, se impuso final­
alternativas para superar el atraso sin necesidad mente su estrategia al lograr el acceso a la tierra.
de recurrir al modelo capitalista. En cambio en las haciendas modernas, la rápida
A lo largo de este trabajo, analizamos los eliminación del enclave campesino, permitió a
procesos de cambio que afectan al campo “ des­ los terratenientes enfrentar exitosamente el ase­
de dentro” , esto es, a través de las estrategias dio interno y externo desde una perspectiva
que despliegan las clases sociales frente al avan­ modernizante, esto es, apoyando la eliminación
ce del capitalismo. Bajo este enfoque, el estu­ del “ feudalismo agrario” , la “ función social de
dio de las características que asume la mano de la propiedad” , etc.
obra, no es el resultado mecánico de la moder­ Estas eran las condiciones en que se efec­
nización, sino ante todo de la acción concreta tuaba el tránsito hacia el capitalismo en el con­
de los productores campesinos com o respuesta texto de la Sierra ecuatoriana y a través de las
a los cambios operados en la estructura agraria. cuales, se efectuaba lentamente el cambio desde
una condición campesina a una proletaria, com o
El asedio campesino desde dentro y fuera fuente principal del proceso de valorización del
de las haciendas serranas, había permitido, mu­ capital agrario.
cho antes de la reforma agraria, desarrollar im­ ¿Han cambiado radicalmente estas condi­
portantes iniciativas que se plasmaron en unos ciones en el momento actual? ¿Se han cortado
casos en la ocupación o avance sobre los recur­ de raíz lgs vinculaciones entre comunidades
sos de las haciendas tradicionales o en otros, en -a h ora externas— y haciendas? ¿Hasta que pun­
la conformación de un peligroso “ enclave” cam­ to, se ha desarrollado la proletarización de la
pesino interno en las haciendas modernas. En mano de obra campesina? ¿Se puede hablar del
ambos casos, las estrategias de reproducción de funcionamiento de un mercado de fuerza de
las familias campesinas, organizadas en las co­ trabajo rural?
munidades internas y externas, se oponían a la En realidad, la presencia de diversos nive­
de los terratenientes. les de modernización, responde a varias estrate­
Aún en las haciendas modernas, donde se gias de capitalización, donde terratenientes y
perfilaba un embrionario proceso de proletari- campesinos juegan un rol importante aunque de­
zación de un segmento de la familia huasipun- sigual. Salvo en pequeños islotes capitalistas (co­
guera, predominaba la estrategia de reproduc­ mo el caso de las cuencas lecheras), la proletan-
ción campesina al lado de un importante desa­ zación strictu-sensu, es limitada y lo que predo­
rrollo de las fuerzas productivas. De hecho, la
mina es un proceso de proletarización “ esporá­
posesión campesina sobre un sector de las tie­
rras de las haciendas, constituía un explosivo dica” . Destacar esta particularidad y explicarla
factor político interno que sumado a la amenaza en el contexto del capitalismo agrario es una de
las tareas que abordamos en este trabajo.
de una reforma agraria, preocupaba sobremane­
ra a la clase terrateniente. Consideramos que la clave para descubrir
las características del proceso de proletarización y Cotopaxi. En ellas, se ubican los procesos más
rural son las formas de vinculación (en las ha­ interesantes de modernización de haciendas, de
ciendas y otras unidades productivas) y también cambios en la orientación de la producción, de
de reproducción (en las unidades familiares cam­ innovación en las fuerzas productivas y sobre to­
pesinas) de la mano de obra, en la actual situa­ do, de cambios en la mano de obra. En princi­
ción de reestructuración agraria. El asalariado pio, allí deberíamos encontrar un proletariado
rural (independientemente de su nivel de prole­ rural plenamente constituido, donde la repro­
tarización), es parte integrante de la familia cam­ ducción social, la vinculación con los hacenda­
pesina parcelaria, así com o antes lo fue de la fa­ dos y la lucha política se exprese a través del sa­
lario. Si, com o efectivamente, esto no sucede, y
milia huasipunguera, con la diferencia de que
la mano de obra se rige más por un criterio cam­
ésta se encontraba ubicada al interior de la ha­
pesino, es porque hay un subterráneo proceso de
cienda, mientras hoy día no cuenta sino con una
lucha de clases, donde los campesinos no acep­
minúscula parcela externa.
tan incondicionalmente la proletarización antes
Las formas específicas de reproducción de
de haber agotado la última alternativa dispuestos
la mano de obra rural, presentan variaciones in­
teresantes que van desde una situación campesi­ a abandonar: la lucha por la tierra.
na a una más proletaria o viceversa. En ningún El proceso de expropiación campesina, el
caso responden a un patrón clásico de proleta­ desarrollo desigual del capitalismo agrario, la
rización. Así por ejemplo, los fenómenos de imposición de un modelo capitalista de “ alto
“ recampesinización” , nos indican más allá del costo social” apoyado financieramente por el
hecho económ ico, un nivel de resistencia a la Estado, no han logrado homogeneizar el carác­
proletarización total y la supervivencia de una vi­ ter de la mano de obra rural, dándole un conte­
sión de mundo campesina. Por otro lado, los nido plenamente salarial. Esta, se ha refugiado al
campesinos parcelarios de las actuales comuni­ interior de las familias campesinas, asimilándose
dades externas a las haciendas, han incluido en más hacia las estrategias comunales y hacia una
sus estrategias de supervivencia, la migración racionalidad económica diferente del capitalis­
(permanente u ocasional) hacia los polos capita­ mo. De esta forma, esta “ gelatinosa mercancía” ,
listas más avanzados. La respuesta de los hacen­ escapa con frecuencia a las leyes del mercado de
dados, no ha sido elevar los salarios, sino tratar trabajo capitalista.
de retener al campesino bajo nuevas modalidades Por allí podemos detectar no sólo estrate­
de endeudamiento o trabajo precario. En último gias económicas, sino ante todo estrategias polí­
término, acuden directamente a los reservorios ticas comunes de los trabajadores del campo. Al
regionales de mano de obra barata. Así, pues, el parecer, para éstos, la solución capitalista sólo
funcionamiento del mercado de trabajo rural, ha representado pérdida de recursos en tierra,
tampoco depende sólo del grado de racionalidad disminución del empleo, migración e incremento
terrateniente, sino ante todo de las respuestas al­ de la pobreza. Las alternativas actuales presenta­
ternativas de los trabajadores frente a los cam­ das por el Estado, al desechar el problema fun­
bios cuantitativos y cualitativos inducidos por damental de la tierra, buscan ante tod o integrar
los hacendados. al campesinado en una lógica de producción pa­
Nuestro estudio, se concentra en tres pro­ ra el mercado, lo que a largo plazo significará
vincias de la Sierra central: Imbabura, Pichincha una erosión lenta y desigual de sus economías.
El camino hacia la proletarización está abierto,
pero, de ninguna manera, están cerradas las lu­
chas de los trabajadores del campo, contra un
m odelo de sociedad incapaz de solucionar sus
problemas esenciales.
Este trabajo, parte del estudio histórico de
los cambios en la mano de obra, para examinar
posteriormente las formas concretas de vincula­
ción campesina con las haciendas, la situación
actual de la mano de obra y finalmente, la diná­
mica del mercado de trabajo rural en una zona
de modernización tardía en la Sierra ecuatoria­
na. H. EL CAMBIO EN L A S RELACIONES DE
PRODUCCION: EL ENFOQUE ANDINO

El desarrollo del pensamiento social latino­


americano sobre tod o en la década del 70, ha en­
riquecido notablemente la visión del agro en
transición hacia el capitalismo, donde las conse­
cuencias más negativas recaen sobre la mano de
obra. Resta mucho por articular toda una gran
riqueza de puntos de vista y todo el material his­
tórico, demográfico, socio-político que se dis­
pone sobre América Latina, de m odo que nues­
tro interés se reduce simplemente a exponer la
visión andina sobre los problemas que actual­
mente afectan a la mano de obra rural en to m o a
tres aspectos principales: la vinculación de cam­
pesinos con las haciendas, los cambios en las re­
laciones de producción y las características que
asume hoy día el proceso de proletarización.

1. LA VINCULACION CAMPE SINOS-HA-


CIENDAS Y EL PROBLEMA DE LA
TRANSICION

No hay duda que el estudio pionero de Ra­


fael Barahona, sobre la Sierra ecuatoriana
(1965), varias veces mencionada en este trabajo,
constituye una matriz de análisis todavía no su-
perada sobre las características de la hacienda reducción de tierras asignadas a los campe­
com o estructura multi-empresarial. Su análisis sinos). Transformación en asalariado rural.
parte de 1a. conformación de dos economías ri­ Nótese que a partir de la fase (b), la trans­
vales pero al mismo tiempo interdependientes al formación de las relaciones de producción van
interior de las haciendas. Las posibilidades de “ incubando” situaciones de conflicto social, re­
cambio, no eran autónomas ni para los latifun­ sistencias de los campesinos que modifican subs­
distas ni para los campesinos, de allí que el paso tancialmente las estrategias de la econom ía pa­
desde la “ multiempresa” a “ empresa única cen­ tronal. Según Shejtman, “ el m onopolio de la
tral” , implicaba el cambio de la mano de obra tierra hace que, dentro de márgenes muy estre­
pagada con recursos de la hacienda a una fuerza chos el carácter de la econom ía campesina, los
de trabajo pagada en salario. No todas las ha­ teprenoe en- que aborda el proceso de produc­
ciendas tenían la posibilidad de este camino, y ción, su desarrollo y /o descomposición sean en­
en el caso ecuatoriano, fue una ínfima minoría teramente dependientes del carácter y evolu­
la que logró dar el salto a empresa moderna; pe­ ción de la economía patronal” (op. cit. p. 497).
ro lo que interesa destacar es que en el proceso De hecho, esta vinculación entre campesi­
de disolución del sistema tradicional de hacien­ nos y hacienda, ha sido un tema bastante estu­
da, se generaban tensiones, conflictos, entre las diado en el contexto latinoamericano. Así, por
clases sociales, cuyo resultado dependía del gra­ ejemplo, Oievalier, teniendo en mente las ha­
do de “ avance” de las economías rivales sobre ciendas andinas actuales, hace hincapié en la pa­
los recursos de la hacienda. radoja de la presencia de relaciones sociales ar­
Desarrollando aún más esta idea central, caicas al interior de explotaciones técnicamen­
Shejtman (1975), señala cuatro etapas para ex­ te^ modernas (1975). Es así mismo interesante
plicar el paso desde campesinos adscritos hasta señalar, que en casi todos estos estudios hay un
trabajadores asalariados: denominador común: las dificultades “internas”
a) liberalidad en la entrega de tierras a los en el proceso de modernización de las haciendas,
campesinos, poca exigencia de trabajo de conducían al enfrentamiento o al conflicto entre
éstos en la empresa patronal; hacendados y campesinos.
b) competencia por la tierra y trabajo entre las Señalemos de paso, que los cambios en las
dos economías rivales, com o consecuencia relaciones de producción, es dedr, el paso de
del desarrollo del mercado interno o de ex­ campesinos a asalariados, nunca se produjo de
portación para los productos de la empresa golpe, sino en una forma gradual y desigual. Co­
patronal; mo lo veremos en el caso ecuatoriano, es la “ pe­
c) elevadón del canon de trabajo, incremento riferia” de la familia campesina la que se prole­
de las obligaciones en la empresa patronal tariza primero, solo en un segundo momento se
en un primer momento. Reducción de los proletariza el núcleo familiar productivo.
recursos entregados a los campesinos (li­ En todo caso, no era fácil desprenderse de
mitación a parcelas de subsistencia), en un los campesinos que asediaban a la hacienda sea
segundo momento; interna o externamente. Talvez, fue más com ­
d) introducción de salario complementario o plicado el proceso interno de proletarización,
para liberar trabajadores de la empresa fe- en tanto el desalojo de campesinos asentadorpor^
miliar (en el caso de existir conflictos en la varias generaciones en tierras cuya nrápíedadO
podía “ ponerse en duda” , requería de cambios
flictós entre campesinos y propietarios, en los
importantes en la estrategia patronal. Este no es
cuales los primeros luchan aparentemente por
el caso para los campesinos externos a la hacien­
retener el feudalismo y los últimos por introdu­
da, cuyas relaciones (aparcería, mediería, etc.)
cir el capitalismo” (1976 b, p. 101). En este sen­
podían ser reguladas desde una posición rentis­
tido, allí donde existían posibilidades de obte­
ta del terrateniente, sin que esto signifique nece­
ner ventajas de su situación campesina, sea por
sariamente un cambio de estrategia en la produc­ controlar una parte importante de los recursos
ción. de la hacienda, o por la debilidad de los mismos
No por eso, se puede afirmar que estas re­ terratenientes, la coexistencia de relaciones pre­
gulaciones terratenientes carecieran de manifes­ carias o pre-capitalistas al interior de empresas
taciones conflictivas. capitalistas, eran un síntoma de la resistencia
Chevalier, apoyándose en las consecuencias activa del campesino.1 Así por ejemplo, Martí­
de un acelerado crecimiento demográfico, señala nez Alier, en sus estudios sobre relaciones de
que para-los hacendados el problema era “ obte­ producción en Perú, habla insistentemente de la
ner o despejar tierras para cultivarlas por proce­ “ resistencia” com o obstáculo al cambio hacia el
sos mecánicos o consagrarlas a la cría de ganado trabajo asalariado (1973, p. 68), de la persisten­
seleccionado” . Y más adelante, advierte que “ es­ cia de vida cultural indígena, com o instrumento
ta forma tiene la ventaja de evitar los problemas en contra de los hacendados y de la debilidad o
legales, sindicales y sociales, que se conocen don­ incapacidad de los hacendados de generalizar los
de la mano de obra es numerosa” (op. cit.p. 157). cambios, por temor a la reacción de los indíge­
Este era el caso, muy frecuente en las haciendas nas (ibid, pp. 31-34).
andinas, donde la resistencia indígena no sólo se
limitaba a los campesinos adscritos, sino inclu­ No -hay duda que entre los campesinos es­
so a las comunidades externas. Hobsbawn, re­ taba presente el problema del cambio en las rela­
marca este factor: “ desde fuera o al interior , ciones de producción y que aún cuando su posi­
siempre pusieron a prueba e infiltraron la eco­ ción objetiva en el proceso de producción haya
nomía del señor. De ahí, el curioso sentimiento sido la de un trabajador con características más
simultáneo de hacendados tradicionales y sus cercanas al asalariado rural que al campesino
campesinos de explotación recíproca” (1978, siervo, sus demandas y su lucha, se asimilaban
p. 57). más al conjunto de los productores campesinos.
Pero el problema no era sólo visualizado Los conflictos en una situación de transición,
por el hacendado, sino también por el campesi­ pueden haber reflejado las dos caras de una mis­
no, aunque no desde la misma perspectiva. Este ma moneda: una condición campesina en crisis
tema, permanece todavía en la penumbra, cuan­ y_una condición proletaria inacabada. Si a esto
do se trata de explicar la reacción de los campe­ añadimos la no homogeneidad en el desarrollo
sinos frente al cambio, frente a las posibilidades de las haciendas el problema es más complicado
de convertirse en asalariados.
Según C. Kay, los campesinos percibían su
proletarización com o una “ pérdida” en relación 1 Una variante de este enfrentamiento, lo señala Marín,
(1 9 6 9), al analizar la forma “ fundo” en Chile. En efecto,
a su situación anterior. Allí, radica, según este la disputa entre la economía de subsistencia y la patronal por el
autor, “ la paradoja existente en muchos con- control de la fuerza de trabajo, es vista por el áutar, como una
lucha por parte de los trabajadores por un mayor salario.
aún, pues en algunos casos esta “ dualidad” to­ y usurario el que va desmoronando p oco a poco
davía n o se presentaba en el horizonte del tra­ el edificio campesino, preparando el terreno pa­
bajador, en otros, estaba a punto de desaparecer ra una radical transformación que sólo se produ­
al subsumirse definitivamente a la acción del ca­ ce cuando el capital controla enteramente el
pital. proceso de producción. Esto, presupone igual­
Con esto, queremos señalar que en la pro­ mente, un proceso de desarrollo de las fuerzas
blemática de la transición, no se presentan dos productivas en gran escala, que al penetrar en la
modos de producción distintos al interior de la agricultura, “ liquida el baluarte de la vieja so­
unidad productiva hacienda. Esta posición, que ciedad, el campesino, sustituyéndolo por el asa­
ha suscitado una larga discusión teórica, ya ha lariado” (Marx, 1977, p. 611).
sido aclarada por P. Vilar, que rechaza el con­ Sin embargo, el capitalismo n o ha seguido
cepto de “ econom ía campesina” en tanto “ sis­ ni el mismo nivel y /o grado de penetración ni las
tema intermediario autónom o” (1977, p. 20). mismas características del proceso analizado por
La importancia de esta crítica radica en que es Marx en Inglaterra. Las diferencias entre los pro*
preciso considerar al campesino no sólo en tan­ cesos seguidos en Europa Occidental, Estados
to productor y vendedor de mercancías sino Unidos, Europa Oriental y el Tercer Mundo,
también en tanto productor y comprador de abren un abanico de posibilidades (no conclui­
fuerza de trabajo. A partir de estas premisas, se das todavía) de pasaje al capitalismo que depen­
puede analizar al campesinado en su proceso de den tanto de las coyunturas históricas, las estruc­
diferenciación social, característica de una si- turas políticas internas, com o de los movimien­
- tuación de transición al capitalismo. Aclaremos tos del mercado internacional, etc. (Moore,
que, la utilización del término “ econom ía 1973).
campesina” , no adquiere aquí una connotación En la literatura sobre este tema, con fre­
de m odo de produccción, sino de “ especifici­ cuencia se encuentra un balance positivo sobre la
dad” en tanto señala la presencia de relaciones llamada vía farmer o americana hacia el capita­
de producción no plenamente subsumidas al lismo, llamada a terminar de una forma radical
capital. con el feudalismo.2 Este proceso, supone al mis­
Ante todo, nos interesa recuperar el aná­ mo tiempo, una diferenciación social y un desa­
lisis de los campesinos en tanto clase social y las rrollo de las fuerzas productivas a partir de una
formas en que se inscribe coyunturalmente en el situación igualitaria en tanto pequeños produc­
proceso de lucha de clases. tores. Lamentablemente, este tema ha sido poco
analizado- entre los historiadores latinoamerica­
2. LOS CAMBIOS EN LAS RELACIONES nos, a pesar de la presencia de revoluciones cam­
DE PRODUCCION Y EL PROCESO DE pesinas importantes (México, 1910, Bolivia,
PROLETARIZACION 1952). A nuestro juicio, el m odelo americano,

En términos generales, se puede decir que 2 “ De esta forma, se abre una vía real a la transformación
el desarrollo del capitalismo no empieza preci­ de la producción mercantil simple en una producción ca­
samente por modificar las relaciones de produc­ pitalista avanzada. Mientras se empobrece una gran masa de cam­
pesinos, se consolida una capa de campesinos capitalistas, que
ción, sino por crear las condiciones de su modi­ explotándoles, impulsará la agricultura hacia un capitalismo mo­
ficación. Históricamente, es el capital comercial derno...” (Resende, 1977, p. 112) Traducción libre.
sirve com o paradigma alternativo, a través del terrateniente en manos de clases señoriales, com ­
cual se ha insistido en la explicación de los pro­ binando leyes agrarias que correspondían a sus
cesos de cambio agrario de la región. intereses, generó una estructura agraria de tipo
En el area andina, se presenta un proceso latifundio-minifundio. Sin embargo, a nuestro
de diferenciación social que no está acompañado juicio, lo que significó un incremento de la pro­
necesariamente de un desarrollo de las fuerzas letarización en Europa Oriental n o es tan eviden­
productivas, o, al contrario, existe también un te para el caso de América Latina.
relativo desarrollo de las fuerzas productivas sin Para empezar, en las zonas andinas de alta
que se transformen obligatoriamente las relacio­ concentración demográfica, el hacendado tenía
nes. de producción. En ambos casos, los campesi­ muchas dificultades en concretar una real ex ­
nos pueden ser pequeños propietarios indepen­ propiación de los medios de producción y esta­
dientes o “ adscritos” a la propiedad latifundista, blecer una organización centralizada de la pro­
pero siempre se han visto enfrentados a la gran ducción. Este era el caso de Bolivia (Rojas,
propiedad terrateniente. Así pues, ésta, es una de 1978), pero puede ser aplicable a Ecuador y
las características básicas de la estructura agra­ Perú donde, com o ya lo hemos señalado, existía
ria actual que permite explicar los cambios tanto una real competencia entre empresas campesinas
en las fuerzas productivas com o en las relaciones y patronal. Cuando lo logró, apoyado frecuente­
de producción. El proceso de proletarización, mente por leyes de reforma agraria, el m odelo
adquirirá de este m odo, características inéditas. preferido fue el de una proletarización restringi­
Si bien es cierto que el desarrollo del capi­ da al mínimo, con la posibilidad de recurrir a
talismo agro-industrial, puede ser considerado úna masa de campesinos externos com o mano de
com o el inicio de una proletarización en gran es­ obra estacional.
cala, no es menos cierto que la modernización Este modelo no es tan nuevo en Amé­
también se ha dado independientemente de este rica Latina, pero constituye un parámetro
proceso, allí donde han jugado un rol importan­ ideal al cual se acojen con gusto las empresas
te factores de orden socio-político (presión cam­ transnacionales que controlan la agro-industria.
pesina), demandas del mercado (interna o ex­ Según Petras, se trata de un proceso de prole­
terna) o com o lo señala Martínez Alier: “ cuando tarización “ inacabado” , pues una gran parte de
la legitimidad de la estructura agraria empieza a la fuerza de trabajo conserva todavía su parcela
ponerse en duda” (1967, p. 15). En cualquier ca­ com o una forma de completar sus bajos ingre­
so, y esto viene a constituirse en un denomina­ sos salariales sobre todo cuando se trata de una
dor común para los países andinos, el proceso mano de obra temporal (1978). Igualmente,
de proletarización ha sido desigual tanto en ex­ Arroyo, señala que se trata de una proletariza­
tensión com o en profundidad; limitado vertical­ ción sui gèneris, “ cuyo objetivo es sacar de la
mente, es decir que no atraviesa todos los estra­ empresa agrícola y de la agro-industria una gran
tos campesinos y horizontalmente, en tanto que parte del costo de reproducción de la fuerza de
afecta sólo a una reducida capa de población trabajo rural y aumentar así la tasa de explota­
rural. ción” (1978, p. 144).
Cristóbal Kay (1976 a) ha visto en este pro­ Esta situación, parece generalizable tanto
ceso una semejanza con algunos países de la Eu­ a las empresas agrícolas ligadas al mercado ex­
ropa Oriental, donde el control de la propiedad terno com o a aquellas ligadas al mercado inter­
no. Se trataría, pues de un “ estancamiento” en No hay duda, que este proceso “ inacaba-
la transformación del campesinado en asalaria­ j i o ” de proletarización, se convierte en una ca­
do, pero com o advierte Bennhodlt-Thomsen, racterística relevante del subdesarrollo, que aca­
“ sin que se trate de un atraso en la disolución de rrea efectos negativos sobre los trabajadores ru­
m odos de producción precapitalistas” (1975,p. rales.
37). En la opinión de esta autora, la situación ac­ Al parecer, la formación del ejército indus­
tual del campesinado corresponde a un “ estan­ trial de reserva, no es un proceso transitorio,
camiento estructural” , que no es sino el resulta­ sino que al ser recreado por el mismo capitalis­
do de una “ pauperización y primitivización del mo y cuando los canales de “ desagüe” se en­
capitalismo tardío” (ibid). cuentran cerrados para la población excedenta-
ria campesina, se tom a permanente. A este ni­
La tesis importante que se desprende de es­ vel, lo que se reproduce es la pobreza con la mis­
te planteamiento es que el capitalismo depen­ ma velocidad que la acumulación de capital.
diente transforma la fuerza de trabajo a través El fenómeno es más complicado aún, si
de saltos bruscos: desde productores precapita­ tomamos en cuenta tanto la persistencia e incre­
listas a ejército industrial de reserva, sin pasar mento de la población rural en algunos países
por una fase intermedia que sería la fase obrera latinoamericanos,3 así com o la debilidad del ca­
(1977). Aunque advertimos que este plantea­ pitalismo no sólo agrario sino también indus­
miento debería ser matizado en la medida en trial. De este m odo, la búsqueda de una raciona­
que en el estudio de casos concretos, frecuen­ lidad económica a esta sobrepoblación rural que
temente aparecen procesos transitorios de prole- empezará a ejercer una importante presión eco­
tarización que se abren a nuevos procesos de nómica y política, constituye uno de los retos
campesinización, en parte debido a la debilidad fundamentales que afrontarán las economías del
intrínseca de los primeros. Resta todavía por es­ área en las próximas décadas. De allí que, frente
tudiar las características de los procesos de pro- al relativo ¿acaso de las políticas reformistas de
los años 60, se plantean actualmente com o alter­
letarización sobre todo, las causas que motiva­
ron su desaparición o su transformación campe­ nativa las denominadas estrategias de desarrollo
sina. Para el caso de los “ huachilleros” peruanos, rural, volcadas hacia el incremento de la produc­
por ejemplo, Campaña y Rivera, advierten, en su ción agrícola (autosuficiencia de alimentos y
seguridad alimenticia) pasando a segundo plano
polémica con Martínez Alier: “ no se pueden to­
la reestructuración de la tenencia de la tierra y la
mar com o formas estáticas, sino que en el corto
participación social del campesinado.
plazo se pueden presentar condiciones que a
veces tienden hacia el modelo clásico de relacio­ T odo hace pensar que el rol del campesina­
nes capitalistas pero que a veces tienden también do y en general de la población rural empieza a
a alejarse del modelo sin dejar por ello de ser ser reevaluado a nivel de los gobiernos, algunos
también capitalistas en sus aspectos centrales”
(1979, p. 114). En el caso ecuatoriano, com o lo
veremos más adelante, también aparecen claros
3 Según los datos del CELADE, la población rural hada
procesos de campesinización, aunque adquieren 1990 será mayor que la actual en IB de los 2 0 países lati­
un carácter transitorio com o antesala de una de­ noamericanos; para el Ecuador, pasará de un Indice de 1 0 0 en
finitiva proletarización. 198 0 a un índice de 160 en el 2 .0 0 0 (Durston, 198 1 ).
de los cuales comienzan a diseñar desde el apara­
to del Estado modelos o “ vías campesinas” , don­
de la sobrepoblación rural pueda encontrar su
quehacer económ ico funcional a las necesidades
de acumulación capitalista.4

Para las necesidades actuales del capitalis­


m o dependiente, la permanencia de campesinos,
de trabajadores rurales sin proletarización acaba­
da y de migrantes con vinculación esporádica en
la industria, no son más que otras de las formas IU . EL PUNTO DE PARTIDA HISTORICO
“ idílicas” modernas de la acumulación.

La perspectiva de este capítulo, es rescatar


y ordenar algunos elementos constitutivos del
proceso de formación del proletariado rural. Pa­
ra ello, realizaremos un breve esbozo histórico
de la continuidad y cambio de las relaciones de
producción en el campo.

1. LOS ORIGENES HISTORICOS Y LA


REESTRUCTURACION COLONIAL DE
LA MANO DE OBRA

El análisis histórico de las características so­


cio-económicas del trabajador rural ecuatoriano,
es una tarea todavía por realizarse. No obstante,
recientes investigaciones nos dan interesantes
pistas sobre los cambios experimentados por el
campesinado a nivel de las relaciones de produc­
ción.1 En tanto nuestro estudio se limita a este
aspecto, n o analizaremos las diversas institucio­
nes coloniales com o formas coercitivas de ex­
tracción de excedentes del trabajo campesino,
4 En latinoaméricft hay 3 tipos predominantes de desarro* para lo cual ya existen varios ensayos. Nos limi­
Uo rural: el chileno, con énfasis en el rol que cumple el
mercado, mientras los objetivos sociales son eliminados; el
taremos a destacar aquellas transformaciones
mexicano, con énfasis en la seguridad alimenticia y la vía cam­ 1 Véase, por ejemplo, Oberem (1978), Moreno Y&nez y
pesina; y el cubano, donde predominan los objetivos sociales. Cf. Oberem (1981), Moreno Yánez, compilador (1980).
Durston, op. cit.
que afectan a la mano de obra y que han dado mecanismo para escapar del tributo y la mita
origen al trabajador rural moderno. (Wachtel, op. cit, p. 149; Borchart, op. cit, p.
254).
Sin embargo, también se encontraban ya­
Hacia finales de la época incásica, según lo naconas adscritos a los “ cacicazgos” en número
señala Murra (1978), se había desarrollado ya significativo. Los datos proporcionados por Salo­
una fuerte diferenciación social al interior del món, indican que hacia 1559, alrededor del
Estado Inca. Así, existían por lo menos cinco 1 0 °/o de la población perteneciente a las parcia­
grupos estratificados: a) artesanos locales de las lidades o “ llajitas” del Valle de los Chillos, en la
aldeas, b) criados personales del rey, c) criados actual Provincia de Pichincha, era población
de fuera de la región circuncuzqueña, d) miti­ yana (1980, p. 199). Este autor descarta la posi­
maes, e) aclla, y f) los yana. Describiendo el gru­ bilidad de que sea una institución pre-incásica,
p o de los yana, dice lo siguiente: “ entre todas es­ articulada después dentro del aparato institucio­
tas categorías, los yana son sin duda la más signi­ nal inca. Mas bien se trataría de la presencia de
ficativa: física y socialmente separados de los su­ “ algún nivel normativo” definido por varios fac­
yos, borrados de la lista de prestaciones rotati­ tores: nivel de producción de la unidad cacical,
vas, de baja condición social y utilizados para fi­ red de relaciones de reciprocidad y de redistribu­
nes estatales, los yana constituían el grupo social ción (ibid, p. 201). A esta explicación, habría
más alejado del campesinado andino clásico. En que añadir la señalada por Wachtel, en el sentido
este sentido, son los yana los anunciadores de fu­ de que los yana resultan de un doble movimien­
turos cambios en la estructura social” (ibid, p. to: “ búsqueda de protección por parte de los in­
230). dios y constitución de clientelas en tom o a los
En el territorio que actualmente es el Ecua­ curacas” (op.cit, pp. 153 - 154). L o interesante
dor, los yana eran grupos familiares vinculados de esta última explicación es la presencia de cier­
tanto a los grupos cacicales y más tarde a los es­ ta estrategia indígena al interior de la estructura
pañoles. En los dos casos eran mano de obra social de los “ cacicazgos” , para escapar a las
ocupada en la agricultura y en servicios persona­ exacciones coloniales.
les. La temprana escasez de mano de obra con
La adjudicación de una parcela de tierra pa­ que se vieron enfrentados los españoles indica­
ra su mantención por el trabajo realizado, era la ría la especificidad del funcionamiento del yana­
característica esencial de este grupo (Wachtel, conaje en las regiones centro-norte del país, don­
1973; Borchart, 1981). Oberem, encuentra en de no se había cristalizado plenamente el siste­
ella, un antecedente importante de la modalidad ma económ ico incásico: inexistencia de corvées
ecuatoriana huasipungo que tomará forma pos­ en pisos ecológicos de cultivos de maíz contro­
teriormente (1978, p. 9).
lados por el Estado Inca, inexistencia del sistema
Los españoles se aprovecharon del diverso decimal, fragilidad del tributo incásico, funcio­
grado de difusión del yanaconaje ya sea para va­ namiento de sistemas de subsistencia y de inter­
lorizar las tierras recibidas por “ mercedes” o pa­
cambio autóctonos, etc. (Salomon, 1980)2
ra utilizar indios de servicio com o fuente impor­
tante de prestigio. Esta tarea se veía facilitada
por los indios al acogerse al yanaconaje com o un 2 La especificidad del sistema de subsistencia y el control
de pisos ecológicos es descrita por Salomon: “ el sistema
De todas maneras, la desarticulación del Es­
tado Inca com o producto de las luchas intestinas (Morner, 1969, p. 275). Una solución que puso
de los últimos herederos al trono, así com o por fin a este conflicto fue la vinculación tributaria
la conquista española, significó que los yanaco­ de los indígenas a través de las mitas de obrajes.
nas sean fácilmente utilizados por los españoles Hay que señalar que sólo los “ obrajes de
com o fuerza de trabajo gratuita. comunidad” pueden ser considerados com o es­
A esto se agrega el hecho de que la mano de trictamente textiles. Durante el siglo XVII cum­
obra no podía ser reclutada a través de la enco­ plían un papel muy importante com o uno de los
mienda (pues a partir de 1536, sólo implica pago mecanismos de apropiación de los excedentes de
de tributos por parte de los indios), sino princi­ la comunidad, posteriormente entran en crisis a
palmente por la mita: “ en el territorio de la Au­ finales de ese siglo y desaparecen legalmente en
diencia de Quito, los mitayos eran empleados en 1680 (Moreno Yánez, 1978, p. 327). Entre las
primer lugar para trabajos de agricultura” (Obe- causas de su desaparición, se puede encontrar: la
rem, op. cit., p. 12). mala administración y abusos cometidos sobre la
De esta forma, el problema de la escasez de mano de obra y la existencia de los “ obrajes de
mano de obra, se agrava para los españoles una particulares” sin licencia, establecidos frecuente­
vez que empiezan a desarrollarse los obrajes lane­ mente en casas particulares de Quito y que se
ros a partir del siglo XVII, com o un polo com ­ nutrían de indios “ escapados” de obrajes de co ­
plementario al impulso de la minería peruana.3 munidades y de particulares.
Pero es en los obrajes donde se producían
Por otro lado, la política de “ reducciones” , una serie de cambios que afectaban las formas
implementada a mediados del siglo X V I, y pues­ de reproducción de las comunidades campesinas.
ta en marcha por las autoridades religiosas, cons­ Desde este punto de vista, la mano de obra, suje­
tituía un “ obstáculo para el sistema de explota­ ta territorialmente a una hacienda, respondía a
ción ilegal de servicios personales de los indios” una diferente división social del trabajo, especial­
mente en la producción textilera colonial.4
de subsistencia tenia una estructura concéntrica: al centro, una Es bastante probable que después de un pri­
organización micro-vertical de zonas contiguas, después, un sis­ mer período de desajuste frente a la conquista
tema generalizado de Intercambios a distancia media relacionan­
do el centro con zonas complementarias desde un punto de vis­ española, las comunidades campesinas hayan em­
ta ecológico, bajo el control de “ chefferies” relativamente dis­ pezado a reconstruirse, en particular en sus me­
tantes; finalmente, se ejercía un tráfico sobre largas distancias
permitiendo el abastecimiento de productos exóticos (1 9 7 8 ,
canismos de producción-reproducción, retoman­
p. 9 84 ). do al sistema “ autosubsistente” , señalado por
Salomon. El mismo Oberem, señala que no era
3 El censo de 1590, señala una cifra de 1 8 0 .0 0 0 habitantes, fácil que los indígenas entraran voluntariamente
lo que significa una reducción del 4 0 ° /o con respecto a la
población de 1534. Un segundo censo realizado en 1 7 7 9 , indica
una población de 305 .5 89 habitantes, cantidad similar a la po­ 4 Los obrajes constituyen el modelo m is avanzado de ex­
tracción de excedentes por parte de la administración co­
blación de preconquista (Bonifaz, 1 97 7 , p. 120). Según Lamaln
lonial. Existían: obrajes de comunidad, obrajes de particulares
Barros, habia que diferenciar dos períodos: el primero (1535 -
“ con asignación de trabajadores” , obrajes de particulares con o
155 0 ), donde las causas principales del despoblamiento serían las
sin licencia y sin asignación de trabajadores, sean urbanos o rura­
“ entradas de conquista y poblamiento” , y la “ destrucción, robo
les (Guerrero, 1977 b). Contrariamente, es en los obrajes de par­
y expolio de tierras indígenas, sementera y elementos de traba­
ticulares, donde van a surgir los primeros gérmenes de relaciones
jo ” ; en el segundo (1550 - 1 6 0 0 ), las causas principales serían la
de producción que no acompañaban a la lógica tributaria de la
mita, la tributación excesiva y las epidemias (1 9 8 0 , pp. 97 - 9 8).
época.
al servicio de los españoles, porque “ sus necesi­ hacienda (que reproducía un tipo de econom ía
dades determinadas por la cultura que les era adaptado a las nuevas condiciones coloniales),
propia, eran satisfechas por el trabajo en sus par­ las dificultades estructurales para reclutar escla­
celas, por los trabajos manuales o comercio vos o jornaleros libres, el reducido número de
minorista” (op. cit. p. 15). mitayos, constituyen un conjunto de factores
Así mismo, la utilización de esclavos negros explicativos del origen de la institución del
(lujo que podía darse sólo la Iglesia), quedaba “ concertaje” , cuya clave, radicaba en el endeu­
descartada, pues ésta alternativa requería de un damiento permanente del indígena, com o meca­
capital estimable. Tam poco se podía contratar nismo de coacción necesario para retener la ma­
jornaleros libres, inexistentes durante la Colonia. no de obra.
Así pues, las posibilidades reales de reclutar
mano de obra por parte de los hacendados (obra­ 2. EL ASUJETAMIENTO DE LA MANO DE
jeros), se reducían a la mita, —mano de obra que OBRA AL INTERIOR DE LAS HACIEN­
“ nunca era suficiente” (ibid, p. 15)— a través de DAS
métodos cohercitivos que no siempre carecían
de manifestaciones de resistencia por parte de Hasta finales del siglo XVII, la conforma­
los campesinos. ción de lo que más tarde serán los latifundios se­
Al parecer, la política obrajera, que triunfa rranos, se lo hacía preferentemente a través del
sobre el intento proteccionista de las “ reduccio­ sistema de “ composición de tierras” , por el cual,
nes” afectó seriamente al m odelo de reproduc­ a despecho de las intenciones de la Corona, se
ción material y biológico de las comunidades, legalizaba un proceso de cambio en la posesión
cuando se vieron obligadas a enviar a las mitas rural, de “ manos indígenas a españolas...”
“ un quinto” de la mano de obra disponible. Evi­ (Borchart, 1979, p. 157).
dentemente, este problema abre un abanico de Del estudio realizado por Borchart, se pue­
interrogantes sobre la mano de obra, que mere­ de desprender al menos dos tendencias que ilus­
cen un estudio más en profundidad. Así por tran significativamente los cambios que empeza­
ejemplo, el conflicto entre la Iglesia y más tarde ban a gestarse en la estructura agraria colonial:
la Corona con respecto a los encomenderos, se a) un progresivo proceso de valoración de la
reducía a la búsqueda de los primeros de un tri­ propiedad, especialmente por parte de los
buto en géneros o en dinero, mientras que los se­ particulares y de los jesuítas que no po­
gundos pretendían un tributo en trabajo, en ser­ seían títulos de “ mercedes de tierras” y
vicios personales. ¿Esta divergencia no podría que tuvieron que pagar sumas altas en el
significar, acaso, una diferencia esencial con res­ proceso de com posición de tierras y,
pecto al m odelo económ ico colonial? En efecto, b) la progresiva concentración de las tierras
las medidas de la Corona, al parecer, tendían ha­ más fértiles y el surgimiento esporádico de
cia la consolidación de las comunidades campe­ “ cercamientos de tierras” .
sinas, mientras que los encomenderos buscaban Ahora bien, un proceso al mismo tiempo de
más bien su quiebra y su subordinación al inte­ acaparamiento de tierras y de valorización de la
rior del sistema de hacienda. propiedad indica que las actividades económicas
La escasez cada vez mayor de yanaconas, que se llevaban a efecto al interior de estas uni­
la presencia de un campesinado al margen de la dades productivas eran rentables, si además se
toma en cuenta la “ gratuidad” de la mano de Así pues, el concertaje significa un cambio
obra. Esta, por lo menos en la época de auge de fundamental en la modalidad de reproducción
los obrajes, no se encontraba totalmente adscri­ de la familia campesina, en base al acceso a un
ta a la hacienda. Así por ejemplo, a fines del si­ huasipungo y a derechos de pastoreo al interior
glo XVII, todavía los obrajes de particulares fun­ de las haciendas. Esto creaba la base, a su vez,
cionaban en base a varios tipos de trabajadores: para la “ reconstitución de una nueva forma de
de entero, mitayos, por rezagos de tributo, mu­ comunidad de hacienda, con el entretejimiento
chachos, conciertos voluntarios. Ahora bien, ex­ progresivo de lazos de parentesco sanguíneo o
cepto estos últimos, todos los demás no estaban ritual y de relaciones económicas internas de dis­
adscritos permanentemente a la hacienda y de­ tribución y repartición entre las familias” (Gue­
pendían más bien de las asignaciones que realiza­ rrero, 1977 a, p. 85).
ba la administración colonial. Los mecanismos a través de los cuales se lo­
De hecho, la presencia de conciertos volun­ gró derrumbar la base económica-material y
tarios, indica ciertamente, el surgimiento de un crear progresivamente al interior de las hacien­
sector de trabajadores que empezaba a desligar­ das nuevas relaciones de producción, se ubican
se de sus comunidades de origen para pasar a de­ en dos niveles:
pender de una nueva forma de producción al a) en la esfera de la circulación, a través de la
interior de la hacienda. compulsión y extorsión de la administra­
Seguramente, la supresión temprana de las ción colonial por el pago de tributo, y
mitas de obrajes (1704), desencadenó y generali­ b) en la esfera de la producción, la pérdida
zó el proceso de endeudamiento en todas las ca­ progresiva de los medios de producción (ex­
tegorías de trabajadores vinculados de alguna propiación de la tierra de las comunidades
forma con la hacienda, algunos de los cuales ya indígenas).6
eran desde hace tiempo “ conciertos” .6 En realidad, constituyen dos fases de un
mismo fenómeno que marca el punto de ruptura
Si bien el término “ concertaje” , aparece con el modelo económ ico anterior: la consolida­
tempranamente, en la “ Real Instrucción de ción de la hacienda, sobre la cual se levantará no
1601” y de acuerdo con el texto, señala funda­ sólo un proceso productivo propio, sino también
mentalmente un contrato de trabajo entre el in­ una super-estructura política e ideológica ade­
dio y el hacendado “ con servicio remunerado y cuada y una clara división de intereses entre la
tiempo determinado” (Oberem, op. cit, p. 16), administración colonial y los hacendados crio­
llama la atención el que esta modalidad no haya llos.
entrado en vigencia sino con el desarrollo de la
hacienda, una vez que los obrajes y la industria 6 La monopolización de tierras indígenas por parte de las
textilera entran en crisis desde comienzos del si­ haciendas jesuitas, es estudiada por Moreno Yánez (1 9 8 1 ),
en el caso de la hacienda colonial de Saquisüí, en la actual pro­
glo XVIII. vincia de Cotopaxi. AUí se demuestra como, a partir de un nú­
cleo central formado por diversas compras a terratenientes de
origen español, la hacienda va absorbiendo progresivamente las
5 Este puede haber sido el caso de los antiguos yana, cuya propiedades indígenas colindantes. Para ello, los jesuitas utiliza­
conversión en conciertos habría significado un proceso ban a intermediarios indígenas, gañanes de la misma hacienda,
normal, dadas las condiciones objetivas en que se desenvolvía quienes compraban propiedades de indígenas para traspasarlas
esta mano de obra. inmediatamente a manos de la Compañía.
A guisa de ejemplo, presentamos un cuadro cifra del cuadro, corresponde al fenómeno de la
que nos muestra la relación entre el número de eliminación del huasipungo, que lo analizaremos
trabajadores y el nivel de endeudamiento en una más adelante.
de las haciendas de la provincia de Pichincha. Sin embargo, parece ser que en algunas ha­
ciendas, pertenecientes anteriormente a los jesuí­
tas y que después pasaron a manos de “ Tem po­
CUADRO No. 1 ralidades” y de propietarios particulares, el pro­
ceso de endeudamiento se dio más temprana­
No. DE TRABAJADORES Y CUENTAS DE LA mente.
HACIENDA GUACHALA, PROV. DE PICHINCHA Así por ejemplo, la situación de los “ indios
1763 — 1970 sirvientes de las haciendas de Laguna, Agualongo
y Obraje en 1798” era la siguiente:
Años Trabajadoras Trabajadores Total de
que alcanzan que deben trabajadores

1763 114 60 174


1783 141 93 234
1819 76 183 259
1892 159 280 439
1970 — — menos de 150

Fuente: E. Bonifaz, op. cit, p. 349.

A pesar de no disponer de una serie históri­


ca completa, se puede visualizar algunos rasgos
interesantes. En primer lugar, hay un considera­
ble aumento del número de trabajadores a partir
de 1783, situación que se explica por la recupe­
ración demográfica de la población serrana así
com o por el incipiente desarrollo de la agricultu­
ra. Concomitantemente se nota un progresivo
endeudamiento de los trabajadores. En cambio,
a partir de 1819, hay un cambio cualitativo en la
orientación general de la hacienda. En efecto, el
número de trabajadores sigue creciendo, a medi­
da que definitivamente entra en crisis el obraje y
se intensifica la agricultura. Correlativamente, el
endeudamiento empieza a intensificarse para los
años correspondientes al siglo XIX. Esta tenden­
cia nos revela la esencia del mecanismo del con­
certaje y su importancia histórica en el contexto
del desarrollo de la hacienda agrícola. La última
Según estas cifras, el 78.30/0 del total de ni en cuanto se refiere a un desarrollo de las
trabajadores se encontraban endeudados y de fuerzas productivas (técnica y productividad), ni
acuerdo a los datos disponibles, sólo en el caso en cuanto toca al nivel de rentabilidad.10
de los indios de la hacienda Agualongo, el por­
Al parecer, las haciendas se desarrollan
centaje de los endeudados disminuía al 57.1o/o.
com o sistema productivo en el siglo XVIII, a pe­
Una situación similar, la podemos encon­
sar de que en el siglo anterior ya se habían
trar en el caso de la hacienda Cotopilaló, donde
consolidado “ territorialmente” . Sin embargo,
disponemos de datos para dos años consecutivos.
existían varios factores que impedían su pleno
CUADRO No. 3 funcionamiento: la inestabilidad de la propiedad
agraria, producto de las frecuentes ventas y cam­
NUMERO DE TRABAJADORES Y CUENTAS DE LA bios de propietarios; la tardanza en obtener los
HACIENDA COTOPILALO, vínculos jurídicos para su funcionamiento, pues
1776-1777 las licencias para el establecimiento de mayoraz­
gos, sólo llegaron en el siglo XVIII; y finalmente
Años Trabajadores Trabajadores Total de
que alcanzan que deben trabajadores
porque la producción principal estaba centrada
en los obrajes que se mantienen hasta principios
1776 15 89 104 de ese siglo (Borchart, 1981).
1777 25 83 108
A nivel de hipótesis y mientras no se realice
Fuente: ANH, 1976 - 1977, Haciendas, Libro de Rayas y
un estudio en profundidad del funcionamiento
Socorros, Hacienda Cotopilaló, Temporalidades de las haciendas serranas durante este período,
de Tacunga, Caja No. 14. se puede decir que existían dos modelos diferen­
tes de haciendas.
Aquí también encontramos una mayor pro­ El primero, corresponde a las haciendas del
porción de trabajadores endeudados, aunque con “ com plejo económ ico” de los jesuítas, que exis­
una ligera disminución para el año 1777. tía en casi todas las provincias de la Sierra y en
Hay que anotar que estas haciendas estaban algunas de la Costa (Pérez, 1947). Cuando se pro-
en general mal administradas por los arrendata­
rios, según se puede desprender de las inspeccio­
guientes notas: “ No. 3 : pregunta también, es quedar deteriora­
nes realizadas por el Director de Temporalida­ das las haciendas que darles más indios ; y en la N o . 6 : repare
des, quién utilizaba para balance el nivel alcanza­ él Director, las cuentas del primer año y verá alcanzaban los in­
do en la época de los jesuítas.8 dios a las 1891 pesos... y que cuando yo entrego no se
les debía medio real...” . En A N H , Cuentas ajustadas de la Ha­
Por el contrario, la política de los arrenda­ cienda Cotopilaló, desde 31 de diciembre de 1 7 7 6 , hasta 13 de
tarios, se reducía a incrementar el número de marzo de 1 7 7 8 , Haciendas, Caja N o. 1 4 , Folio 6 9.
trabajadores y endeudar al mayor número posi­ 10 Entre los argumentos señalados para explicar esta situar
ble de éstos,9 pero ninguna mejora importante d ón en las Hcdas. dél Colegio de Tacunga, se dice: “ ...y la
decadencia sin la duda viene del poco cuidado y de la falta de ha­
ber auxiliado a aquellas fincas... asi, sobre aumentos y mortan­
8 A N H , Autos contra el Administrador de las Haciendas de dades de ganado, como por siembra y cosechas de frutos que to­
Temporalidades, 28 de Septiembre de 1 77 9 , Haciendas talmente aceleran su escasez, y lo que es más, ef*stado deplora­
Caja N o. 14, Folio 57. ble en que han quedado aquellas haciendas que para costearse y
para rendir alguna renta Ubre será necesario emprender muchos
9 En la respuesta del arrendatario Simón de Fuentes y Vi­ gastos...” ibid. Folio 67.
vero al Director de Temporalidades, se encuentran las si- \ L A V
duce su expulsión, de la Real Audiencia de Qui­ Salta a la \ista, el peso que tiene la ganade­
to, estas haciendas son vendidas, pero una gran ría —sobre todo ovina— sobre la agricultura, de
parte de ellas pasan a Temporalidades. De hecho, lo que se puede deducir que todavía seguían fun­
com o lo veremos más adelante, el m odelo se cionando los tres obrajes del “ com plejo” .
mantuvo. Ahora bien, se trataba de un comple­ La hipótesis alternativa, puede señalar por
jo económ ico con una especialización productiva el contrario una consolidación de la econom ía
diferente, de acuerdo a la ubicación ecológica de campesina, sobre todo si se orientaba a la gana­
las tierras, pero al mismo tiempo con un alto gra­ dería ovina, lo que permitía en muchos casos la
do de complementariedad productiva. Así por posibilidad real de eludir el endeudamiento con
ejemplo, las haciendas ganaderas de altura, pro­ la hacienda.
ducían lana, quesos, papas para los obrajes;
Por otro lado, no sería aventurado afirmar
mientras que las haciendas del valle producían
que estas haciendas se encontraban en crisis, jus­
maíz, granos, ají, etc. que no producían las pri­
meras. tamente al adoptar una dinámica contraria a la
tendencia predominante en la zona, esto es, la
crisis general de los obrajes.
El segundo m odelo de haciendas, es aquel
CUADRO No. 4 en q^e la unidad productiva no pertenecía a un
com plejo productivo más amplio, pero que con ­
EXISTENCIAS DE LAS HACIENDAS DE
formaba en si misma una unidad agrícola-gana-
TEMPORALIDADES TACUNGA*
dera-textilera. Este es el caso bien conocido de la
1778— 1780
“ hacienda-obraje” que funcionaba com o una
Productos AÑOS sola unidad económica. Ahora bien, según lo vi­
mos en el caso de la hacienda Guachalá, estas
1778 1780 unidades productivas siguieron un camino dife­
rente y reaccionaron más rápidamente a los cam­
Ganado vacuno 578 654 bios que se gestaban a nivel regional. Pero, aún
Bueyes de arada 122 188 en este caso, los campesinos pudieron incremen­
Ovejas 14.675 15.228 tar sus rebaños y manadas, al adquirirlas a bajo
Sementeras de cebada 36 18 precio, una vez que —consolidada la crisis de los
Sementeras de papas 30.5 19
Sementeras de maíz
obrajes— no tenían mayor importancia para los
19 10
terratenientes (Bonifaz, op. cit, p. 347).
* Tacunga, nombre original del asiento de Latacun- Hasta aquí, podemos resumir las conse­
ga, provincia de Cotopaxi. cuencias de la consolidación del sistema del con­
certaje. Este aparece, entonces, com o el mecanis­
Fuente :ANH-PQ. Cuentas ajustadas a Dn. Gerónimo m o para sujetar una mano de obra siempre esca­
González, Comisionado de las Temporalidades de sa. En la medida en que la agricultura va adqui­
Tacunga, 1776-1778; y 1778-1780, Haciendas, Caía No.
14 y No. 18. riendo mayor importancia con la consolidación
definitiva de las haciendas agro-pecuarias a partir
del siglo XVÜI, posibilitará la incubación de los
gérmenes de nuevas relaciones de producción.
Los terratenientes, pues, habrían utilizado
45.481 indios tributarios, de los cuales, 24.372
varios tipos de trabajadores: yanaconas, indios
(5 4 °/o ) vivían en pueblos o parroquias y 21.109
mitayos o indios quintos y finalmente concier­
(4 6 °/o ) pertenecían a 1.434 haciendas-obrajes
tos. Si bien algunas de estas modalidades de tra­
bajo existían desde la Colonia, sólo toman cuer­ (1981, p. 346). , .
Una primera aproximación al movimiento
p o en épocas históricas precisas.11-
real que se producía en las haciendas de la Sie­
Por otro lado, el avance de la consolida­ rra, desde principios de este siglo, la podemos
ción latifundista, a pesar de la resistencia indí­ ver en forma parcial, a través del análisis de algu­
gena, fenómeno que adquiere plena vigencia en nas haciendas, de las cuales disponemos de infor­
el siglo XVIII, significó también la disminución mación.
de indios libres a lo largo de la Sierra y el incre­ En primer lugar, señalemos que el siglo
mento paulatino de los indios conciertos o suje­ XIX, constituye sin lugar a dudas el “ siglo de
tos a las haciendas. Para entonces, el proceso de oro” , del concertaje, relación de producción pre­
monopolización de la tierra por parte de las ha­ dominante en las haciendas de la Sierra. Es pro­
ciendas había empezado en gran escala, pues in­ bable que el sistema de endeudamiento y la ren­
clusive, los mismos indígenas empiezan a con­ ta en trabajo, hayan continuado incrementándo­
chabarse voluntariamente com o conciertos para se, según se desprende de algunos conflictos
tener acceso a un huasipungo.12 entre hacendados y la mano de obra indígena.
Así por ejemplo, en el conflicto entre los indíge­
Ya en el siglo X IX (con la abolición de la nas de Pilapuchin contra su patrón Francisco
mita en 1812 y la esclavitud en 1855), esta for­ Cevallos, se dice lo siguiente:
ma adquiere su pleno desarrollo com o relación “ ...y, aún algunos (testigos, L.M.) presentados por el
de producción servil, estatuto normal de vincu­ defensor de los indígenas demandantes declaran, estar
lación de la fuerza de trabajo en la hacienda se­ vigente la costumbre de trabajar estos tres días en la
semana a beneficio de la hacienda; se procederá al
rrana. Así por ejemplo, a fines de la época colo­ ajustamiento de cuentas de los indios reclamantes,
nial, el número de indios sujetos a las haciendas, teniendo por base esta costumbre; pero sin adoptar
se había incrementado considerablemente! las corruptelas de cargarles hoy en granos y demás
Según Oberem, en 1804-1805, existían a lo lar­ efectos a un precio fijo e inalterable, puesto que se les
debe dar en el mismo valor que tengan en el mercado
go de la Sierra (excepto Cuenca), un total de al tiempo del suplemento; y también a obligarles a
otros servicios, que aunque sean por su jornal deben
11 Varias tentativas de la Corona por establecer un tipo de ser voluntarios” . (ANH—R, Tierras, 27-X-1852, Caja
“jornalero Ubre” habían fracasado por no existir ni las
condiciones económicas (expropiación total de tierras) ni las
No. 203).
condiciones políticas (predominio de la ideología feudal del Esta situación de uso y abuso de los meca­
encomendero). nismos de endeudamiento no era, sino, el refle­
12 Como lo hemos señalado más arriba, los indígenas empie­ jo del control absoluto del terrateniente sobre la
zan a concertarse, cuando a través de la “ composición de mano de obra Este control, se cristalizaba en la
tierras” , en el siglo X V II, pierden sus tierras y con ello su “ base obtención de una renta en trabajo (frecuente­
económica” para pagar el tributo. Esto influyó en la disminu­
ción del número de mitayos e indios libres y el correlativo au­ mente en tareas y no en jomadas laborables, lo
mento de conciertos. Cf: Oberem, op. cit. p. 22. Igualmente, que implicaba el trabajo de toda la familia), en
este fenómeno se reflejó en la calda de la tributación. Entre
166 6 y 1 6 9 1 , solamente se pudo recaudar el 3 7 .4 ° /o del total;
la obtención de servicios gratuitos (utilizando
entre 1631 y 1 68 6 , el 2 7 .2 ° /o . Cf: Jácome N . 1 97 4 , p. 74. mecanismos tradicionales com o la minga, o nue­
vos com o la faena) y en la inmovilidad geográfi­ Sin embargo, este proceso que podía haber
ca del trabajador. significado el inicio de una diferenciación social
Una consecuencia directa de esta situación importante al interior de comunidades que per­
fue, por ejemplo, el pago directo de la “ contri­ dían de una u otra forma sus tierras, no puede
bución de indígenas” por las haciendas, para lo generalizarse para todo el país. Al menos en
cual ya no eran tomadas en cuenta las comunida­ algunas regiones, las comunidades que ocupaban
des de origen de los trabajadores.13 Hacia la los pisos ecológicos más altos escaparon a esta
mitad del siglo XIX, se había generalizado el tendencia. Así por ejemplo, Nicolás Martínez se
\ concertaje, es decir el asujetamiento de los traba­ lamenta del hecho de que las comunidades de la
jadores a las haciendas. Provincia de Tungurahua, además de ocupar no­
tables extensiones de territorio, sean “ naciones
independientes en el centro de la República”
3. HACIA UNA EMBRIONARIA DIFEREN­ (1916, p. 13)
CIACION SOCIAL Así pues, no se puede hablar todavía de
una mayor diferenciación de la mano de obra,
Durante tod o el siglo XIX, las comunidades fuera de dos grandes categorías: los trabajadores
indígenas no sujetas a la hacienda, tuvieron que adscritos a las haciendas en tanto conciertos y
soportar un nuevo proceso de “ recomposición los trabajadores libres pertenecientes a las com u­
de tierras” apoyado en la legislación vigente que nidades indígenas no sujetas. Entre estas dos ca­
trataba de impulsar la parcelización y mercanti- tegorías empezaba a surgir en algunas haciendas
lización acelerada de las áreas comunales.14 En un tipo de trabajador al cual se le empezaba a
la medida en que las condiciones políticas lo per- pagar un salario.1 6 Hacia fines de siglo ya se ha­
mitían, las comunidades indígenas desarrollaban bía generalizado la utilización de “ cuadrillas” de
una importante lucha por conservar sus recursos trabajadores asalariados, sobre todo en las obras
siempre amenazados por las grandes haciendas, públicas, pero también en haciendas en los picos
amparándose en los títulos o cédulas concedidos de mayor demanda de mano de obra.16
por la Corona española (Segarra I, G, 1977).
Igualmente, se daba otro proceso alternati­
13 En el Ajustamiento de Haciendas, para el cobro de “ Con­ vo, por el cual, los indígenas libres empezaban a
tribución de Indígenas” , en las parroquias del Noreste de convertirse en artesanos, jornaleros, albañiles, a
la provincia de Pichincha, encontramos las siguientes cifras:
Total de predios: 1.186
través de la migración hacia ciudades y centros
Número de trabajadores: 1 .0 18
Monto de contribución de indígenas: 2 .9 1 3 pesos 8 16 El establecimiento de un reglamento de arrendamiento de
reales. A N H , Haciendas, 1 8 3 4 , Caja N o. 36. criados y trabajadores asalariados en 1 8 9 9 , es un antece­
dente importante sobre la Ubre estipulación del salario. En, L.
14 Mediante sendos decretos del 8 de Abril de 1824 y del 4 Jaramillo Pérez, 1 9 6 9 , pp. 86-87 .
de junio de 1 82 5 , Bolívar ordenó la repartición de los bie­
nes raíces de las comunidades entre los indios que no
16 Según Víctor Manuel Peñaherrera: “En la misma agri­
tierra y la venia de las tierras restantes (Landázuri, 195 7 ), Pos­
cultura las labores más importantes se efectúan con gen­
teriormente, y ya en plena época republicana (1 8 3 3 ), Flores pre­
tes colecticias, con peones Ubres: los desmontes, las siembras,
tende “ arrebatar los sobrantes de los resguardos y demás bienes
las cosechas y casi todas las obras extraordinarias como cons­
de comunidad, con el pretexto de emplear el producto de la ven­
trucción de acequias, caminos, edificios rurales, etc.” En Re­
ta de las tierras en la creación de escuelas” ; la reacción de los in­
vista Forence, Organo del Colegio de Abogados, Junio de 1918.
dígenas obliga a suspender la aplicación de esta ley (Albornoz,
1 9 7 6 , p. 4 7). Citado por Costales, 1 9 6 4 , pp. 2 04 - 2 0 5 .
poblados de importancia (N. Martínez, op. cit.,
p. 28).
Sin embargo, hay que señalar que los cam­
bios que se operaban a fines del siglo pasado,
com o producto de la dinámica vinculación con
el mercado mundial a través de la expansión ca-
caotera, acarrearán también cambios a nivel del
agro serrano, esta vez definitivamente articula­
do económica y políticamente con la región cos­
teña, principal centro productor para el mercado
mundial. De manera que a comienzos del presen­
te siglo, ciertos cambios parciales en las fuerzas
productivas, focalizados en tierras fértiles y pla­
nas por donde circulaba el ferrocarril (valles de
Machachi, Latacunga, y en cierta forma Cayam-
be), no incidirán mayormente en la genera­
lización de un proletariado rural ni en la forma­
ción de un mercado de trabajo; situación que se
modificará radicalmente con la eliminación del
concertaje en 1918.
Así, para la década del 40, ya es corriente
encontrar dos tipos de trabajadores bien defini­
dos al interior de las haciendas: huasipungueros
que recibían salarios reducidos y fluctuantes
(en algunas provincias meramente nominales) y
jornaleros o “ peones al diario” con un salario
más constante y definido.
En algunas zonas se habían desarrollado
también el sistema de “ partidarios” y el arren­
damiento pagado en trabajo, típico de los cam­ Es bastante probable que los dos primeros
pesinos, así com o el arrendamiento capitalista tipofe de trabajadores (huasipungueros y jorna­
(de partes importantes o de la totalidad de la leros) se hayan implantado en las haciendas que
hacienda.17) empezaban a introducir mejoras técnicas (maqui­
naria, pastos mejorados, ganado de raza Holstein
o Herford) y cuya producción —en un primer
17 Algunas modalidades de arrendamiento campesino ocul­
taban relaciones de trabajo precarias. Este es el caso de momento de quesos, mantequilla y came-y esta­
los “ arrendatarios” campesinos de la provincia del Tungurahua, ba orientada hacia un mercado cada vez más cre-
en realidad, antiguos huasipungueros que establecían contratos
verbales con los hacendados sobre la base de un canon de arren­
damiento nominal (renta en dinero) que era devengado en jor­ dón del campesino, obligado a donar una renta en trabajo gra­
nadas de trabajo (renta en trabajo). Cf: Costales — Jordán, tuito, calculada por el hacendado de acuerdo al tamaño de la
1 9 6 1 , pp. 2 9 8 y ss. Otra modalidad de aparcería como el “ acu­
parecía dada al partir.
dí” en la provincia de Bolívar, era una forma de sobreexplota-
cíente ubicado sobre todo en Quito y Guayaquil gún ingreso monetario complementario.19
(Reyes, 1920; Buitrón y Salisbury, 1947). En
Por otro lado, el origen de los peones suel­
cambio, en aquellas haciendas que ocupaban tie­
tos (sobre todo en esta provincia), estaba rela­
rras más altas, hacia el páramo, se consolidaron
cionado con la situación crítica por la que atra­
los huasipungos con el consecuente crecimiento
vesaba la econom ía huasipunguera. En efecto, la
de la población arrimada y sobre todo el desa­ baja extensión promedio de los huasipungos (en
rrollo paralelo de los sistemas de “ partidarios” promedio 3.4 has), impedía la reproducción de
y arrendamiento bajo múltiples modalidades.18 la familia campesina al interior de la hacienda.
A pesar de la heterogeneidad de la muestra, Debido a la oposición de los terratenientes a
el cuadro refleja algunas tendencias importantes conceder más huasipungos, una parte de la fami­
con respecto al carácter que iba tomando la lia —especialmente los hijos en edad activa— se
mano de obra en la Sierra. veían expulsados fuera de la hacienda, en busca
En primer lugar, la economía huasipungue- de trabajo com o peones sueltos. Con frecuencia,
ra, salvo en los casos de los cantones Quito y P. estos peones se especializaban también en otras
Moncayo, no es predominante en el contexto de actividades (ladrilleros, adoberos, tapiceros, teje­
la provincia de Pichincha. En los otros cantones, dores, etc.), lo que les permitía ganar un salario
la mano de obra asalariada representa un cuarto más alto que el de los huasipungueros. Finalmen­
del total de trabajadores. te, la oposición de los hacendados al trabajo de
los hijos de los huasipungueros, era un motivo
Una perspectiva más empresarial se perfila­ más para que estos busquen asentarse en los pue­
ba ya claramente en los cantones Rumiñahui y blos ajenos (Buitrón y Salisbury, op. cit).
Mejía y en menor medida en el cantón Cayambe, Dos características eran constantes en estos
lo cual concuerda con la hipótesis señalada más trabajadores: el trabajo por tarea o por jornada
arriba: en zonas de embrionaria modernización, la y, la irregularidad en el mismo. Con frecuencia
mano de obra alcanzaba también una mayor se cambiaba de patrón, y las posibilidades de in­
diferenciación. serción en el incipiente mercado de trabajo, de­
El análisis de las “ ordeñadoras” nos permi­ pendían de su grado de especialización. Así,
te así mismo, ver la importancia que iba toman­ cuanto mayor fuera ésta, podían encontrar fácil­
do la ganadería de leche en esta provincia, lo mente trabajo en los pueblos y recibir mayores
cual implicaba una vinculación productiva salarios; lo contrario significaba trabajo en las
de las mujeres de los huasipungueros. En cierta haciendas y salarios bajos.
forma se restaba mano de obra a la economía De todas formas, los salarios promedíales
campesina, aunque por este medio se obtenía al­ de los peones sueltos eran muy superiores a los
de los huasipungueros, de m odo que frente a los
18 BasQe y Paredes, señalan que en la región de Malchinguí, problemas por los que atravesaba la economía
Tabacundo, Cayambe, “ quienes deseen, pueden obtener
tierras de las grandes haciendas para cultivarlas, pagando cierta
campesina, constituían un poderoso atractivo
cantidad de dinero (en teoría) como arriendo, pero en la prácti­ para los jóvenes arrimados.
ca lo pagan en trabajo. Por una extensión de 10 a 15 has, el
anendatario debe trabajar para la hacienda 4 o 5 días por sema­
19 Al parecer la remuneración de las ordeñadoras y ayuda­
na; además, cuando se organizan mingas, tienen la obligación de
doras no era igual en las haciendas. A veces, recibían tam­
trabajar, y las mingas por lo general se realizan una vez por se­
bién un litro de leche diario y el derecho a poseer una cabeza en
mana” (1 9 5 3 , p. 8). el rejo de la hacienda. Cf: Buitrón y Salisbury, op. cit. p. 8 1.
se utilizó un crédito del Banco Hipotecario del
CUADRO No. 6 Ecuador, pagadero en 20 dividendos (Basile y
Paredes, op. cit.).
SALARIOS PROMEDIOS EN LA PROVINCIA
DE PICHINCHA 1947 2. Paralelamente al anterior proceso, se de­
(en sucres-por día) sarrollaba un sector de arrendatarios capitalistas,
sobre partes o la totalidad de las tierras hacenda-
Cantones Huasipungueros Peones suelto; les. Evidentemente, el rol que jugaban estos
arrendatarios no era homogéneo. Algunos de
Rumiñahui 1.40 6.00 ellos, dentro de la lógica capitalista de obtener
Mejía 1.56 4.00 * una ganancia por sobre la renta de la tierra, im­
Quito 1.00 5.00 (5.90 pulsaron un acelerado proceso de desarrollo de
Pedro Moncayo 0.84 3.00
Cayambe 0.75 3.00 las fuerzas productivas y cambios importantes en
los niveles de productividad conocidos en la dé­
* La primera cifra corresponde al sector del Inca-Cal­
cada del 40.20
derón y la segunda al sector de Cumbayá.
En otros casos, los arrendatarios, especial­
Fuente: A. Buitrón y B. Salisbury, op. cit. elaborado a mente de las haciendas estatales y de la Iglesia,
partir de los datos de las pp. 77 y 80. no eran sino conocidos terratenientes de la mis­
ma región que dirigían la hacienda con el mismo
Señalemos por último, que algunas tenden­ viejo estilo del resto de sus propiedades. Con fre­
cias que venían dándose desde fines del siglo pa­ cuencia no alcanzaban a pagar ni siquiera el
sado, encontrarán su pleno apogeo en la primera canon de arrendamiento, peor a introducir algu­
mitad de este siglo: na mejora técnica, a pesar de que en los contra­
1. En primer lugar, nos referimos al proceso tos de arrendamiento frecuentemente se mencio­
de mercantilización de la tierra, no sólo de las naba este aspecto.21
grandes propiedades, sino aún de las pequeñas y Por último, existían también arrendatarios
medianas, aunque en menor medida. En este sen­ que a su vez subarrendaban partes de la hacien­
tido, cobra importancia el proceso de parceliza- da a pequeños capitalistas. Estos, aprovechaban
ción que se venía produciendo sobre algunas de las condiciones ventajosas de la hacienda (mano
las haciendas del Estado y de particulares. Así de obra barata, pago en productos, utilización de
por ejemplo, en 1937, 2.600 hectáreas de la ha­ recursos de la unidad productiva, etc.), y obte­
cienda Tupigachi de la Asistencia Social fueron nían niveles de rentabilidad mucho más elevados
vendidas a 15 años plazo a la “ Sociedad colecti­ 20 El caso más famoso es el de la hacienda Remonta que per­
va de producción agrícola de militares retirados, tenecía a la Asistencia Pública. En 1946 fue arrendada por
Cepeda y Cía” , pasando a poder de 24 militares 8 años, y pasó de ser una “ carga económica para el ejército” a
constituirse en «na hacienda lechera de punta (10 litros diarios
retirados. En 1939, la hacienda Chahuarpungo por cabeza de ganado). En, Basfie y Paredes, op. cit.
con 1.039 hectáreas, pertenecientes a la Caja del
21 Este es el caso de la hacienda Cotopilaló en la provincia de
Seguro, fue adquirida por la misma sociedad. En Cotopaxi. En 1 94 2 , la Curia de Quito concede en arrenda­
1942, el Comité pro-adelanto de Tabacundo miento esta hacienda al señor José S. Tapia Vargas, quién como
garantía del contrato declara que es poseedor de las siguientes
(207 personas), compró una parte de la gran ha­ haciendas: “ La Victoria” , “ Loma-Merced**, “ La Tenería**, “ Can-
cienda Cananvalle y una porción de Quarqui-Chi- chagua** en Toacazo y “ San Joaquín**, “ La Merced**, “ El Car­
co, en total, 1.621 hectáreas; para esta compra men” . En, Secretaría de Temporalidades, Vol. A -D , Folio 64.
que los del arrendatario principal. ñor migración de la mano de obra, resistencia de
3. Hay que destacar así mismo, que ya en la las comunidades indígenas, proceso de subdivi­
década del 50, empieza a surgir un estrato em­ sión de la tierra en algunas provincias, etc. En al­
brionario de propiedades medias (en extensión gunos casos, los hacendados tuvieron serios pro­
de superficie, pero altamente capitalizadas), blemas en la reconstrucción de su mano de obra
orientadas hacia la producción lechera, ubicadas huasipunguera. Merece señalarse el caso de la
en los valles fértiles de la Sierra y, donde lo más provincia de Chimborazo, donde algunos hacen­
importante era la utilización óptima de los recur­ dados trataron de “ confiscar la tierra de los po-
sos disponibles.2 2 A nivel nacional, esta tenden­ blamientos indios y forzar a los indios a conver­
cia tomaba importancia sobre todo en la provin­ tirse en huasipungueros” . Como resultado de es­
cia de Pichincha, favorecida por la proximidad to, hubo un levantamiento importante en
de un importante mercado urbano com o el de Guabug, en 1921. Los hacendados tuvieron que
Quito, aunque con la perspectiva de ampliarlo rehacer la mano de obra huasipunguera con
también al de Guayaquil (G. Plaza, 1957). indígenas de otras zonas (Casagrande, 1969, p.
4. Tanto el desarrollo de la agricultura de 1054).
exportación costeña com o los intentos de inte­ Lo cierto es que el huasipungo, base del
gración física del territorio, sobre todo con la funcionamiento de la hacienda serrana, fue al
culminación del ferrocarril del sur, que signifi­ mismo tiempo el origen de la formación de una
cativamente atraviesa en la parte serrana por zo­ modalidad de producción y reproducción cam­
nas indígenas densamente pobladas, desatarqn pesina, cuya estrategia económica-política, cons­
una importante corriente migratoria que afecta­ tituye la clave para explicar los cambios más im­
ba principalmente a provincias serranas con ver­ portantes generados en la estructura agraria.
tientes geográficas hacia el occidente y con alta 5. Por último, en el país, ya se había produ­
presión demográfica (Chimborazo, Bolívar, Co­ cido un “ alargamiento” del mercado interno, no
topaxi, Azuay). Así por ejemplo, la población de sólo com o resultado de la integración político-
la Sierra en 1866, representaba el 7 6 ° /o del to­ espacial de las dos regiones (Costa y Sierra), sino
tal, mientras la de la Costa, sólo el 2 2 .4 °/o. sobre todo por el crecimiento urbano de las dos
Hacia 1933, hay un cambio significativo: la po­ principales ciudades del país.
blación serrana baja al 6 6 .8 °/o , en tanto que la Es claro que el desarrollo del mercado in­
de la Costa sube al 3 3 .2 °/o (Estrada Icaza, 1977, terno nacional se producía más bien en sentido
p. 162). extensivo, es decir que rozaba los niveles más al­
La respuesta del hacendado serrano a esta tos de desarrollo capitalista, dejando fuera del
tendencia, fue la de retener su mano de obra a mercado a sectores mayoritarios y áreas econó­
través de la modalidad de trabajo huasipunguera. micas que se desenvolvían bajo una lógica pro­
Esta, desde un comienzo no fue homogénea, ductiva diferente. En ningún caso se daba un de­
pues dependía de varios factores: mayor o me- sarrollo del mercado interno en forma intensiva
(Serení, 1975).
22 Basile y Paredes, señalan el caso del Fundo Santa Clara en Así pues, el embrionario desarrollo de un
el valle de Machachi, con sólo 12 hectáreas de extensión,
planificadas en esta forma: 2 hectáreas para alfalfa y 8 para pas­
mercado que empezaba a rebasar los límites de
tos permanentes de riego, con una capacidad de 4 cabezas por la zona, de la región, para adquirir p oco a poco
hectárea y una producción de 15 litros diarios de leche por cabe­ los rasgos de un molde nacional, no aseguraba
za de ganado, op. cit.
todavía la generalización de las relaciones de de los cambios en las relaciones sociales que esta­
producción capitalista, pues la fuerza de trabajo blecen los productores en el proceso de trabajo,
no se había transformado plenamente en mer­ tanto entre ellos com o en relación a las clases ex­
cancía. plotadoras. Según Godelier (1977. p. 42), habría
Esta transformación com o lo hemos señala­ que tomar en cuenta los tres factores siguientes:
do, se producía lentamente, alejándose cada vez a) la determinación de la forma social del acceso
más del modelo clásico del capitalismo inglés, sin a los recursos y el control de los medios de pro­
cercamientos de tierras, ni expulsiones masivas ducción; b) la distribución de la fuerza de traba­
hacia las ciudades, que por oteo lado, carecían jo de los miembros de la sociedad entre los di­
de una estructura industrial sólida. En el caso versos procesos de trabajo y c) la determinación
ecuatoriano de la Sierra, el surgimiento de un nú­ de la forma social de la redistribución de los pro­
cleo de trabajadores asalariados en el campo se ductos del trabajo.
da por la imposibilidad de reproducción de la fa­ Es evidente que una primera modificación
milia campesina sobre escasos recursos sobre to­ parcial en las relaciones de producción se produ­
do en tierra.2 3 En este sentido, jugaba un rol im­ jo con la conquista española, en especial con el
portante la compulsión ejercida por el terrate­ sistema de la mita, que separaba una gran parte
niente al bloquear la reproducción campesina e de la población —cada cinco años— de sus c o ­
impedir el acceso a nuevos huasipungos. Al hacer munidades de origen. Por lo menos el punto (b)
esto, inconcientemente, creaba las condiciones ya no dependía totalmente de la estructura in­
para la puesta en marcha del engranaje más im­ terna de la comunidad sino de las necesidades
portante de la econom ía capitalista: la conver­ siempre crecientes de extracción de excedentes
sión progresiva de la fuerza de trabajo en mer­ por parte de los encomenderos. La donación de
cancía. una renta en trabajo en forma gratuita, significa
Como lo veremos más adelante, este proce­ un peso importante para la comunidad que em­
so no se producía al margen de la historia ni de pezaba a tener problemas con respecto a los pun­
las clases sociales que se mostrarán activas en el tos (a) y (c).
período de desarticulación de las relaciones hua- A este razonamiento hay que añadir que la
sipungueras. base técnica (el nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas) había experimentado algunos cam­
4. APROXIMACION TEORICA bios, concentrados seguramente más en los nue­
A continuación, trataremos de sintetizar los vos cultivos y ganadería traídos de Europa que
cambios que se han dado históricamente en las en nuevos instrumentos de trabajo que hubieran
relaciones de producción, más que con el ánimo podido modificar el tradicional proceso de traba­
de formalizar conceptos o categorías, con la in­ jo precolombino. En este sentido, se puede ha­
tención de analizar las modalidades de explota­ blar de una asimilación al interior del sólido pro­
ción de la mano de obra. ceso de trabajo comunitario, de los adelantos
Un primer punto a considerar es la cuestión técnicos importados de España, com o por ejem­
plo, la utilización del arado de madera en lugar
23 Esto implica un evidente crecimiento de la población ru­ del tradicional guashmo.24
ral, fenómeno que venia cumpliéndose en América Lati­
na “ en una siempre ascendente línea demográfica desde el siglo 24 “ Palanca puntiaguda que usaban los aborígenes y que
XVin” (Kossok, 1965, p. 68). adoptaron los españoles...’ *, Villavicendo Ponce, citado
por Pío Jaramülo Alvar ado, 1 9 5 4 , pp. 100 - 1 01.
Por lo menos hasta el siglo XVIII, las co­ multiproductiva (obrajes-ganadería-agricultura)
munidades indígenas (a pesar de una disminu­ ge encontraban tanto mitayos com o conciertos.
ción importante de población), sobrevivieron en Esta última modalidad, empezaba a cobrar im­
su rol de “ tenencias étnicas para la autosuficien­ portancia com o resultado de la pérdida de tie­
cia campesina” (Murra, 1978, p. 72). rras por parte de la población indígena. Las rela­
Recordemos además que los españoles no ciones de producción se caracterizan por la renta
crean ni la mita ni los yana, existentes de hecho en trabajo a cambio de un salario cada vez más
durante la época incásica. No crean pues, una ba­ nominal y del acceso a un pequeño huasipungo.26
se económica nueva ni nuevos tipos de trabaja­ En esta segunda etapa que va desde el pro­
dores, ni tampoco una nueva división social del ceso de consolidación de las haciendas hasta la
trabajo. En un primer momento, lo que se pro­ eliminación del concertaje, se produce realmente
duce es un cambio de forma en la extracción tri­ un cambio en las relaciones de producción, para
butaria que ya no se redistribuye en beneficio de lo cual, puede haber servido el modelo de siervo
la comunidad sino en beneficio de los encomen­ europeo, pero también el modelo de yanaconaje
deros o de la Corona. incásico. Con el proceso de “ yanaconaje moder­
Un derrumbamiento total de la base mate­ n o” de la población inserta en las haciendas, se
rial de producción y reproducción de las com u­ crea una base económica de producción y repro­
nidades no se produce hasta la mitad del siglo ducción diferente, que se prolongará hasta el si­
XVH, pero una gran cantidad de población (po­ glo X X (años 60).
blación flotante, indígenas que huían de la mita, La abolición del concertaje en 1918, signi­
etc.), se encontraba de hecho desligada de sus ficó una modificación en la “ forma” (elimina­
comunidades de origen (incluidos los yanacona), ción de la coacción extra-económica, es decir del
y constituían un primer núcleo de mano de obra endeudamiento), aunque conservando la misma
que empezaba a insertarse en la naciente econo­ base material de producción y reproducción
mía de hacienda bajo nuevas relaciones de pro­ campesina basada en el huasipungo. La intro­
ducción. 26 ducción marginal del salario, —fuera de la buena
El punto decisivo de ruptura o de quiebra intención de los legisladores— no llegó todavía
de los mecanismos de reproducción campesinos a representar la relación económica capital-tra-
se produce con el proceso de expropiación en bajo en la sociedad capitalista, pero inauguraba
gran escala de la tierra de las comunidades, a tra­ una nueva modalidad de vinculación de la mano
vés de la “ composición de tierras” a mediados de obra, que tomará importancia, sobre todo,
del siglo XVII, y la consecuente formación de las cuando el crecimiento poblacional campesino,
haciendas, proceso que se consolida plenamente sobrepase los recursos disponibles (en tierra) del
en el siglo XVIII (Moreno Yánez, 1978, p. 320). huasipungo.
Vinculados a la hacienda en tanto unidad Es interesante señalar que el sistema de
relaciones de producción articuladas en to m o a

25. “ El presidente Barros, en una carta al Rey, 1 6 8 9 , men­ 26 Oberem, refiriéndose a las observaciones de Juan y Ulloa,
ciona miles de indios mitayos, ocupados en el pastoreo señala: “ en las haciendas en las que se cultivaban prin­
y establecidos ya definitivamente en las ciudades y estancias de cipalmente cereales el mitayo recibía entre 14 y 18 pesos anua­
los españoles, y —según lo que se decía— observa, era fádl ob­ les, así como una pequeña parcela de tiesa en calidad de huasi­
tener indios de servicio en Quito” (Morner, op. d t. p. 2 77 ). pungo (19 7 8, p. 21).
la hacienda serrana, no se caracterizaba ni por Sin embargo, a nivel de las relaciones de
una sola modalidad de extracción de renta, ni’ producción, coexistía una modalidad de renta en
por una progresiva utilización de la misma. Mas trabajo y una salarial que generaba un corte de
bien,^ lo que se encontraba era la presencia si­ tipo económ ico en la familia campesina: huasi-
multánea de varios tipos de renta (en trabajo, al pungueros y peones arrimados.
interior de la hacienda, en dinero y en especie, al Es interesante destacar que el surgimiento
exterior) y del salario (al interior de la hacienda, de la forma salarial se produce al interior de la
principalmente) (F. Velasco, 1979, p. 39). hacienda y más específicamente, al interior de la
Para los campesinos vinculados a la hacien­ familia campesina.28 El proletariado rural, al
da desde el interior, este cambio en la “ forma” y menos en el caso ecuatoriano, no nace com o
la introducción gradual del salario, podía haber fuerza de trabajo libre y desposeída de medios
significado el inicio de una etapa en la cual bus­ de producción, ni tampoco aparece com o una
caron la consolidación de una forma de produc­ mercancía en el mercado. Se genera al interior
ción y reproducción campesina, lo cual dependía de una modalidad de. producción y reproducción
sobre todo de la posibilidad de mantener y am­ campesina que empezaba a entrar en crisis cuan­
pliar sus huasipungos, pero también de las trans­ do se rompió el equilibrio hombre-tierra al inte­
formaciones que se producían en la econom ía rior de las parcelas campesinas.
ecuatoriana (desarrollo del mercado interno, ini­ La ruptura de las antiguas relaciones de
cio de un débil proceso de industrialización, producción y la cristalización de las nuevas, aca­
auge de la agricultura de exportación, migración] rreaba no pocas dificultades, pues suponía com o
etc). primera premisa la expropiación de las parcelas
Una tercera fase a considerarse y que mere­ en poder de los campesinos, problema que se en­
ce un estudio más detenido es el proceso de frentaba con su resistencia y la falta de consenso
innovaciones tecnológicas (desarrollo de las fuer­ social. Esto último, se m odificó rápidamente a
zas productivas) que se perfilaba a fines de la dé­ través de la ideología reformista de los años 60,
cada del 40. Si bien, la importación de gana­ cuyos vientos venían desde el norte.
do Holstein-Friesian empezó tempranamente A pesar de que ya se había efectuado una
(1906), el proceso de reorientación a la ganade­ sumisión formal del trabajo al capital, todavía
ría en los valles fértiles de la Sierra central, sólo no se habían cristalizado las relaciones de pro­
toma importancia a partir de los años 50. L o re­ ducción capitalistas y por lo tanto, estas fun­
levante de este proceso es que, por primera vez, cionaban más bien com o relaciones coercitivas,
se produce un cambio substancial en la base ma­ fundadas sobre la “ base de un m odo de trabajo
terial (hasta entonces con un componente predo­ preexistente” (Marx, 1975, p. 56). Es precisa­
minante de tecnología tradicional campesina), mente este “ m odo de trabajo preexistente” el
que modifica substancialmente el proceso de tra­
go, repartición del ganado entre potreros altos y bajos y una pro­
bajo, la división social del mismo, el tipo de ma­ ducción de leche de 1 .16 0 litros diarios. Basfle y Paredes, o p .d t.
no de obra y la orientación de la producción.27
28 No descartamos el hecho de que ciertas formas salariales
27 Hacia 1 9 4 8 , por ejemplo, la hacienda “ Remonta” , cerca­ se producían también en las comunidades externas a la
na a Quito, disponía de 205 cabezas de ganado de alto hacienda, pero este fenómeno, se generalizó con la reforma agra­
cruce, equipo mecanizado para preparación de terreno, subdivi­ ria de 1 9 6 4 y requiere un estudio específico no considerado en
sión de potreros con alambradas, mejoramiento de pastos y rie- este trabajo.
en tanto forma con-
adictona, condicion necesaria, pero no sufi­
ciente, para el desarrollo del capitalismo.
A partir de este núcleo-problema, se pue­
den estudiar tanto las condiciones que permiten
el paso a nuevas relaciones de producción, com o
también las posibilidades que tienen las clases so­
ciales enfrentadas en el proceso económ ico-polí­
tico para implementar caminos alternativos en el
proceso de disolución de las relaciones de pro­
ducción huasipungueras

IV. LA PRESENCIA CAMPESINA EN LAS


HACIENDAS

En este capítulo, nos interesa analizar la


importancia de la forma de producción campe­
sina al interior y al exterior de las haciendas de
la Sierra central.
En general, el proceso de cambio que afec­
tó al sistema comunidad-hacienda, se ubica his-
.tóxicamente en la coyuntura de mediados de la
década del sesenta. Este sería el inicio de un pe­
ríodo de profundas modificaciones en la estruc­
tura agraria tradicional. Los factores explicati­
vos de esta situación son: las iniciativas terrate­
nientes, la racionalidad empresarial, las influen­
cias y presiones políticas externas (Carta de Pun­
ta del Este), las iniciativas tecno-burocráticas,
etc. Es decir, se analiza el proceso de moderniza­
ción “ desde arriba” , sin considerar las conse­
cuencias de una específica conformación históri­
ca del sistema de hacienda, de los cambios inter­
nos y del posterior proceso de transición hada
empresas modernas.
Ahora bien, el conflictivo proceso que signi­
ficó la expropiación de parcelas en poder de los
campesinos, no puede entenderse sin realizar un
análisis que contemple la dimensión interna da­
da, sobre todo, por las comunidades vinculadas a
la hacienda con su propia estrategia económica, oamiza la producción láctea hacia la Costa,
política y cultural. Además es importante seña­ mientras en la provincia de Chimborazo, vincula­
lar que estas comunidades en su gran mayoría de da más tempranamente con esa región, se man­
productores indígenas, poseían su propia racio­ tiene el sistema de hacienda tradicional, sin ex­
nalidad y estrategia, producto de largos siglos de perimentar cambios substanciales en la orienta­
explotación y discriminación social ejercida por ción de la producción ni en las relaciones de tra­
la clase terrateniente com o representante del po­ bajo. Si bien las haciendas de Chimborazo, abas­
der del Estado en el espacio rural. tecían de productos agrícolas a la Cuenca del
Las estrategias de los productores indígenas Guayas, especializada en cultivos para el merca­
comuneros, constituyen un valioso indicador de do mundial, en general el bajo nivel de desarrollo
las formas de resistencia interna frente a las es­ de las fuerzas productivas, así com o la difusión
trategias patronales y en general frente al avance de “precarismos arcaicos” , caracterizaban a esa
del capitalismo a través de varias modalidades región serrana com o de predominio de las ha­
(capital productivo, capital comercial, financie-, ciendas más tradicionales del país (MAG-ORS-
ro ,e tc.). TOM, 1979) y base del poder del sector terrate­
niente más retardatario de la Sierra. No es casual
1. LAS CONTRADICCIONES DE LA MO­ que sea precisamente esta provincia, donde se
DERNIZACION AG RARIA. encuentre la “ más fuerte densidad de población
indígena del país” (ibid, p. 80), factor que sin
Hasta hace p oco, se aceptaba la tesis de la duda condicionaba la estrategia terrateniente al
homogeneidad del feudalismo serrano: to d o te­ disponer a discreción de una abundante mano de
rrateniente era un señor feudal y todo campesi­ obra, alternativa más ventajosa que la mecaniza­
no era un siervo. Ahora bien, la modernización ción. Hay que tomar en cuenta que los campe­
no es un proceso lineal, ni acumulativo a lo largo sinos siempre presionaron por más tierra, pero
de un período histórico. Para el caso de las ha­ frente a las duras condiciones impuestas por los
ciendas serranas, es un proceso contradictorio y terratenientes, la migración masiva a las planta­
desigual que continúa hasta el presente manifes­ ciones costeñas, se convirtió en estrategia gene­
tándose bajo innumerables modalidades. En tan­ ralizada para acceder a un pedazo de tierra com ­
to sistema compuesto por una doble lógica em­ prada a precios muy elevados.
presarial, nunca fue homogéneo. Regionalmente Este ejemplo nos demuestra que a pesar de
se fue diferenciando a medida que se articulaba existir un mercado para productos agrícolas, un
con los espacios capitalistas más desarrollados, sistema básico de comunicaciones (para sacar
condición necesaria, pero no suficiente, para la productos e introducir tecnología), el control so­
modernización agraria. Así por ejemplo, se ha bre las mejores tierras en ubicación y en calidad
pretendido explicar el inicio de la modernización agro-ecológica, el m onopsónico* sobre la mano
empresarial de las haciendas serranas, por el de­ de obra, n o se produce ningún cambio substan­
sarrollo de una infraestructura Sierra-Costa a tra­ cial en el carácter del sistema tradicional de ha­
vés del ferrocarril del sur (Arcos-Merchán, 1976). cienda. ¿En dónde encontrar la explicación últi­
Sin embargo, n o se analizan las causas de las di­ ma de este desigual proceso de cambio en la
versas respuestas de los hacendados: en el caso agricultura serrana?
de la provincia de Cotopaxi, efectivamente se di- * Al respecto ver capítulo VI. (N. del E.).
Nuestra propuesta se concentra en el aná­ disminuyeron notablemente hacia fines de
lisis del diverso tipo de conformación interna de la época colonial, resistieron al sistema del
las haciendas y de su vinculación con las comuni­ eterno endeudamiento del concertaje que
dades indígenas, en otras palabras, del desigual predominaba en las provincias centrales de
nivel de conformación y consolidación de la em­ la fierra ecuatoriana. Según Oberem, en
presa patronal y la empresa campesina. No que­ 1804—1805 el 9 6 ° /o del total de tributa­
remos descartar la importancia de otros factores, rios pertenecía a haciendas. Los indios suje­
estudiados ya para el caso de la Sierra, sino enfa­ tos a haciendas eran numerosos en los par­
tizar esta última dimensión que nos encamina en tidos de Latacunga, Quito, Riobamba y
el análisis clasista de los procesos de cambio. Ambato con más del 5 0 °/o del total de
Un primer aspecto que merece analizarse, tributarios (1981, p. 348 - 349).
es el diverso origen de las comunidades de ha­ Los pocos datos que se tiene sobre las c o ­
cienda. Al momento no se dispone de un estu­ munidades de indios libres, nos describen
dio histórico que permita ilustrar este proceso, organizadas bajo el patrón tradicional del
sin embargo tentativamente se puede señalar va­ ayltu, con caciques hereditarios, aisladas de
rias tendencias: la econom ía de mercado y formando verda­
a) Algunas comunidades quedaron atrapadas deros territorios autónomos. (Nela Martí­
al interior de las haciendas que se habían nez, op. d t., p. 13).
formado a través de los procesos de Merce­ En algunas regiones, la expropiación de tie­
des y Composición de Tierras en los prime­ rras de comunidades n o significó su sometimien­
ros siglos de la colonia. to com o mano de obra concierta al interior de la
b) Las haciendas que en su espacio geográfico hadenda, sino, mas bien, conformaron un espa­
no disponían de m ano.de obra suficiente, d o de “ reserva de mano de obra” al cual podía
fueron expandiéndose a costa de las tierras acudir el terrateniente establedendo relaciones
de indígenas y formando en su interior c o ­ de redprocidad bajo el modelo andino que im­
munidades muy heterogéneas con mano de ponía la comunidad. Guerrero (1982 a), señala
obra de diferentes lugares. Oberem (1978), por ejemplo, que la hacienda Chimbaurco en la
señala que en este caso, se dio una “ disolu­ provincia de Imbabura, disponía de un núcleo
ción de la& estructuras indígenas de organi­ pequeño de huasipungueros, muchos de los cua­
zación social” , y la pérdida de tradiciones, les no eran ni siquiera de la zona. La mayoría de
costumbres e inclusive lenguaje. La facili­ la mano de obra provenía de las comunidades
dad con que los jesuítas compraban tierras colindantes bajo la modalidad de yanapas.1
a los indígenas, ya sean pequeñas o grandes
En otras provincias (Chimborazo), las co ­
propiedades consideradas com o “ privadas” ,
munidades de pastores y agricultores se relacio­
es decir que no pertenecían a la comunidad
naban con las haciendas a través de la modalidad
o a cacicazgos, es un fuerte argumento que
apoya la tesis de la debilidad de las estruc­
1. La yanapa es una relación de trabajo que tiene una doble
turas comunitarias en una época colonial dimensión: por un lado, el trabajo familiar del comunero
tan temprana com o a principios del siglo para determinadas “ tareas” y el trabajo individual por jornal pa­
XVII (Moreno Yánez, 1981). gado en dinero; por otro, los derechos en el usufructo de los re­
cursos de la hacienda impuestos por la tradición andina. Ver,
c) Las comunidades de indios libres, si bien Guerrero, op. cit., pp. 12—16.
bordinación y la autonomía, la autosubsistencia
del sitiaje, que consistía en el pago de un canon
y el mercado, adquirían una sola manifestación
de arrendamiento anual por la utilización de los
y dimensión. El contenido de la relación hacien­
páramos para el pastoreo del ganado. Además
da-comunidad, era el de la reciprocidad-redistri­
estaban obligados a trabajar dos días a la sema.’
na en forma gratuita (Costales, A., 1965). bución andina asimétrica, esto es, en beneficio
del patrón (Guerrero, 1982 a, p. 15). A pesar de
Estos elementos nos permiten planteamos
ello, cualquier intento de transgresión por parte
algunas preguntas centrales sobre la específica
del hacendado, llevaba inevitablemente a conflic­
conformación del sistema de hacienda. Así por
ejemplo, ¿existía una relación entre hacienda tos con la comunidad. Lo que para el terrate­
niente, era sin duda un problema de cálculo eco­
tradicional y la presencia de indígenas conciertos
nómico y de rentabilidad, para la comunidad sig­
de diverso origen, conformando una “ comuni-
nificaba la ruptura del sistema y patrón de vida
dad recreada” en el espacio controlado por el te­
andino que resguardaba su supervivencia no sólo
rrateniente? ¿Era más fácil iniciar cambios tec­
nológicos en haciendas que tenían dificultad en física, sino cultural y social.
Lamentablemente, no disponemos de esta­
mantener una mano de obra concierta por resis­
dísticas sobre las comunidades de huasipungue-
tencias de comunidades libres vecinas?
ros en la Sierra que permitan dimensionar este
La gran mayoría de comunidades que se
problema. Los pocos datos que se pueden citar,
fueron formando al interior de las haciendas, de-
provienen del informe CIDA (1965); los huasi-
vinieron posteriormente a la eliminación del con­
pungueros y comuneros, representaban el 4 .7 °/o
certaje (1918) en las denominadas “ comunida­
y el 1 .4 °/o de la población agrícola respectiva­
des huasipungueras” , en tanto el nexo funda­
mente. 2 A nivel regional, los huasipungos y co ­
mental que las ataba a la hacienda radicaba en el
munidades se concentraban en las siguientes pro-
usufructo de una parcela cedida por el terrate­
niente a cambio de una renta principalmente en
CUADRO No. 7
trabajo y de ciertas obligaciones y derechos con­
suetudinarios. PORCENTAJE DE HUASIPUNGUEROS Y
Sea que las haciendas funcionaran con co­ COMUNEROS POR PROVINCIAS, 1952 -19 5 8
munidades huasipungueras, (por ejemplo, las ha­ Huasipungueros Comuneros
Provincias
ciendas de Cayambe, estudiadas por Guerrero,
1982 b), o sea que funcionaran en base a huasi- Chimborazo 24.3 15.5
15.4 12.6
pungueros y y añapas de comunidades colindan­ Cotopaxi
8.0
Pichincha 19.5
tes o finalmente en base a comunidades origina, 8.5 16.6
Imbabura
rías atrapadas por la hacienda, siempre existía Tungurahua 4.0 17.6
una estrategia económico-política campesina Carchi 7,9 5.9
Otras Provincias 20.4 23.8
frente a la cual el hacendado tenía que adaptarse
100.0 100.0
para poder sacar el mayor provecho de la mano TOTAL
de obra. En otros términos, la estrategia del te­ FUENTE: CIDA, op. cit. p. 80.
rrateniente, cualquiera haya sido ésta, estaba de­
2 L«a aíra correspwnuMsuw? « 1« —------- —
terminada por la estrategia desplegada por las ta su real importancia numérica. En efecto, el censo de
comunidades, en una trama simbiótica de rela­ 1954, registró tan sólo 5 .80 0 unidades a pesar de que se estima­
ba la existencia de 8 0.0 0 0 familias que pertenecían a comunas
ciones donde la reciprocidad y el salario, la su­ campesinas (JUNAPLA, s.f.).
A título meramente indicativo, dada la do. o CAMBIOS EN EL SISTEMA DE H ACIEN ­
ca confiabilidad de estos datos, las comunidades D A : RESPUESTA DE LAS COM UNIDA-
D bb
de huasipungueros, se concentraban sobre todo
en las provincias de Chimborazo, Pichincha, Co.
topaxi y en menor medida en Imbabura, Carchi Es conocido que muchos de los tempranos
y Tungurahua. Al contrario, las comunidades no cambios tecnológicos e introducidos por los ha­
sujetas a haciendas se concentraban en orden de cendados 3 no se difundieron en gran escala, be
importancia en Tungurahua, Imbabura, Chimbo, formaron ciertos “ islotes de modernidad” de
razo y Cotopaxi. Estos datos pueden servir i. m odo parcial y contradictorio, al conservarse un
{pálmente para ubicar espacialmente el asedio régimen de relaciones sociales no capitalistas.
interno (mas importante en las provincias con al­ No hay muchos trabajos que expliquen com o
to porcentaje de huasipungueros) y el asedio ex- lograron los terratenientes ampliar el cultivo de
tem o (fenómeno relevante en el segundo tipo de pastos sin resistencia por parte de los huasi-
provincias). En algunas provincias, la presión oungueros que ocupaban sitios o tierras desti­
campesina era extremadamente alta, tanto por el nadas tradicionalmente al cultivo de cerea­
asedio interno, com o por el externo (casos de les o tubérculos, especialmente si se encontra­
Chimborazo y Cotopaxi), en otras predominaba ban en pisos ecológicos bajo la cota de los
el asedio interno (Pichincha) y en otras final­ 3 000 metros. Se puede esbozar la hipótesis de
mente, predominaba el asedio externo (Tungura­ que o tenían pocos huasipungueros, o tempra­
hua, Imbabura). namente los reubicaron en sitios mas altos y de
Como se puede ver, la conformación de lá tierras de menor calidad. El estudio de caso rea­
hacienda serrana, tomando en cuenta el factor lizado por Archetti-Stolen (1979) sobre una
interno, es decir la presencia de comunidades de zona de Machachi, no arroja muchas luces al res­
huasipungueros, no era de ninguna manera simi- pecto. En efecto, sólo se conoce que en la déca­
ar. Las posibilidades de transformación depen­ da del treinta, la hacienda estudiada tenia alre­
dían en gran medida del peso de la economía dedor de 70 huasipungueros y muchos arrima­
campesina, ejercido desde dentro y fuera de la dos, pero diez años más tarde, desaparece la lor-
hacienda. Sin embargo, esta interrelación entre ma huasipungo casi sin dejar rastro. Sin embar­
las empresas se realizaba sobre una base con­ go en este caso, la temprana eliminación del
creta: la tierra. En otras palabras, las diferentes huasipungo, no llevó a una modernización em­
estrategias económicas de las clases sociales en el presarial sino más bien a la descomposición de
conflicto hacienda-campesinos, se manifestaban la hacienda original, que más tarde dara origen
en estrategias concretas en tom o a la tierra a estratos de “ burguesía rural” .
Veamos en síntesis las modalidades y alternati­ En el caso de las haciendas que en la deca­
vas que asumía este proceso. da del 60 empezaron, rápidamente, a transfor­
marse en ganaderas y cuyos propietarios desea-

3 rü s s r asar
Ver, Pío Jaramillo Alvarado, op. cit, pp. 213 - ■
ban urgentemente eliminar los vestigios feudales, mados. Según Guerrero (1982b), se trata­
y todas las relaciones precarias que todavía sub-’ ría de relaciones entre iguales (el arrimaje,
sistían en el campo: faenas, servicios o huasica- al partir y el cambeo) que no permitían la
mas, diezmo, chacos, socorros, etc. (Ver, las de­ dominación y explotación entre campesi­
claraciones de Galo Plaza, en CIDA, op.’ cit., p. nos.
202), al parecer la resistencia pasiva de los cam­ 2 i Las relaciones que se establecen entre cam­
pesinos era un obstáculo difícil de vencer. pesinos y el hacendado u otros agentes de
Durante toda la decada del 60, los terra­ fuera, tanto en el proceso de producción
tenientes realizan cambios importantes, orienta­ com o de circulación (comerciantes, campe­
dos especialmente hacia la producción ganadera. sinos, mestizos, etc.). Se caracterizaban por
El telón de fondo es sin duda, la amenaza de re­ ser relaciones desiguales y de explotación
forma agraria que creaba expectativas y agita­ (ibid).
ción en el campesinado indígena. Esta doble forma en que se manifestaba
Una explicación interesante de este proceso la estrategia campesina no se encontraba de he­
señala Barahona: “ Las reformas agrarias han re­ cho separada, y mas bien se imbricaba en una
cogido el desafío del conflicto interno de las compleja trama que buscaba ante todo la posi­
haciendas. Este tenía un carácter dual, pues in­ bilidad de reproducción de la econom ía huasi-
cluía tanto exigencias y demandas de tipo labo­ punguera. En este sentido, la estrategia terra­
ral, com o asi mismo otras de carácter empresa- teniente se “ adaptaba” a la campesina, cuidán­
nal (presiones por una ampliación de la base de dose mucho de no romper el ciclo de reproduc­
recursos entregados por las haciendas a trabaja­ ción campesina.4
dores y precaristas)” (1975, pp. 171-172). Para el ciclo de reproducción de los huasi-
Nos parece que esta afirmación es central ípungueros, se dispone de un excelente estudio
para entender el carácter que asume la reforma 1; realizado por Guerrero, sobre los campesinos de
agraria en nuestro país.
las haciendas de Pesillo en Cayambe (1982b).
En primer lugar, existía un conflicto inter­ Allí se demuestra, a nivel de las unidades domés­
no en las haciendas que se expresaba en deman­
ticas que poseen sus medios de producción, es
das salariales por un lado y en presiones Campe­
decir, los huasipungueros, la presencia de una
sinas, por otro. Es decir, el conflicto provenía
estrategia de reproducción comunal que abarca
del choque de dos estrategias presentes en la a los “ arrimados” . Estos últimos se vinculan por
hacienda: la patronal y la campesina.
Estas estrategias no sólo tenían que ver con
4 Esta situación continúa hasta el presente, pues los moder­
lo económ ico, sino también con la dimensión nos hacendados utilizan en su provecho las estrategias
social, política y cultural, en la cual participaban campesinas (tareas, mingas, etc.). Así par ejemplo, en una ha­
tanto el hacendado com o la comunidad huasi- cienda mixta (ganado, cebolla y papas) de la Sierra, manejada
por un extranjero casado con un miembro de una familia terrate­
punguera. niente, se planeaba utilizar el tractor para construir un camino.
Las estrategias campesinas se pueden sinte­ No obstante, se estaba acercando la fecha dél carnaval y los in­
tizar en dos grandes tendencias: dígenas locales necesitaban dinero para la celebración. El ma­
yordomo se acercó al hacendado y sugirió que era preferible uti­
1. Las relaciones que se establecen al interior lizar el trabajo campesino en lugar del tractor. Este, siguió la
de la comunidad huasipunguera, incluyen­ indicación del mayordomo y en lugar de utilizar un método
moderno de “ capital intensivo” , utilizó uno atrasado de “ mano
do también a los grupos familiares de arri­ de obra intensiva” (Schoder y Gabbard, a.f.). ^
medio del trabajo al partir, visto com o un siste, lógicos, la estrategia del terrateniente buscaba
ma de redistribución de tierra y trabajo sobrante) “ sanear” los pisos necesarios para implementar un
a lo largo del ciclo vital de una familia huas* cambio en la orientación de la producción. La
punguera. Hay una circulación comunal de tierrj concesión anticipada de huasipungos y las que si­
excedentaria de nuevos huasipungos, por trabajo guieron inmediatamente a la aplicación de la Ley
excedentario, de unidades huasipungueras am. del 64, com o se conoce, consiguieron reubicar
pliadas ubicadas en un período posterior dej las tierras de los campesinos en zonas marginales
ciclo vital. con respecto a la producción y disminuir el ta­
Esta estrategia implica también el “ canj. maño de la parcela.
beo” que no es sino una forma de trueque de Una segunda constricción, tiene relación
productos de unidades domésticas ubicadas en con el control de la mano de obra campesina, en
pisos ecológicos diferentes. particular, de los huasipungueros en tanto suje­
Sin embargo com o no se trata de unida- tos de obligaciones y derechos con la hacienda.
des campesinas completamente libres, se enfren. De hecho, los terratenientes, ejercían el
taban a las constricciones impuestas por el ha­ control no solo de la mano de obra interna a la
cendado que podían afectar el m odelo campesi­ hacienda, sino también, aunque en menor medi­
no de producción familiar y de circulación co- da, de aquella perteneciente a varias comunida­
munal descrito por Guerrero. des ubicadas en tom o a su propiedad. Huasipun-
Una primera constricción se refiere al grado gueros-arrimados y yanapas simbolizaban las co­
de acceso a la tierra y agua. Muchos hacendados-, munidades internas y externas controladas por
empezaron a impedir la formación de nuevos el terrateniente en un espacio que rebasaba los
huasipungos, con lo que creció la población arri­ límites de la hacienda.
mada que podía más fácilmente asalariarse de En el caso de los huasipungueros, es el nivel
acuerdo a las necesidades del ciclo agrícola. Pero de exacción de renta en trabajo, el que imponía
igualmente, en un sinnúmero de haciendas exten­ las condiciones de reproducción de la unidad
sivas, donde sobraba el factor tierra, el hacenda­ doméstica. Los campesinos disponían de poco
do buscaba otorgar huasipungos com o una tiempo para dedicarse al cultivo de sus parcelas,
forma de obtener más mano de obra y por lo aunque una parte de la población arrimada
tanto más renta.5 podía reemplazar este vacío, bajo la modalidad
En este último caso, el alargamiento de la de “ al partir” .
situación de arrimado, utilizando los mecanis­ La lucha de los huasipungueros por la re­
mos de afinidad consanguínea, reciprocidad y ducción de la jom ada (“ obligación” ) de renta de
redistribución, constituía una alternativa cam­ seis días a tres, significó sin duda, la incentiva-
pesina para eludir la exacción de renta que bus­ ción de la producción parcelaria pero no necesa­
caba el terrateniente. riamente para el autoconsumo. Pero, ésto a su
Si las tierras de los huasipungos se encon­ vez, acarreó problemas para la gran población
traban diseminadas en los diferentes pisos eco­ flotante de arrimados que encontraría obstácu­
l o s en reproducirse según el tradicional patrón
campesino. La proletarización parcial dentro de
5 Según Guerrero, existia Inclusive un alcalde encargado di la hacienda y a través de la migración fueron las
descubrir a las parejas de “ potenciales huasipunguer00”
para hacerlos casar y entregados un huasipungo. alternativas normales de estos trabajadores.
El segundo grupo de trabajadores relacio­ e intercambio, lo que no implicaba subordina­
nados con la hacienda, sin obligaciones ni dere. ción ni coacción extraeconómica. Los yanapas
chos con respecto a ésta, son los arrimados. pertenecían a comunidades libres externas a las
Si bien podían fácilmente vincularse con las haciendas. Generalmente estaban ubicadas en
unidades domésticas huasipungueras, constituían “ tierras de arriba” y no dependían totalmente
la mano de obra asalariada ocasional que dispo­ del hacendado para su reproducción.
nía la hacienda: peones internos de hacienda, En algunas provincias, com o Imbabura, las
para quienes el salario representaba el principal comunidades de yanaperos se habían especializa­
mecanismo de reproducción de su fuerza de tra­ do tempranamente en la producción textil, que
bajo. Conformaban el núcleo de relaciones de combinada con la agricultura parcelaria, facilita­
producción capitalistas, en la misma esfera de la ba un m odelo de reproducción independiente de
producción. la hacienda (Guerrero, 1982a). La especificidad
En la medida en que la estrategia campesi­ artesanal seguramente se intensificó, correlati­
na se imponía en algunas haciendas frente a la vamente al grado de ruptura con las haciendas y
patronal, los arrimados tenían mayores posibili­ la pérdida de los sectores de pastoreo para sus
dades de campesinizarse plenamente y obtener ganados y otros recursos com o agua y leña.
un huasipungo, convirtiéndose en miembros En otras provincias, donde no existía tra­
plenos de la comunidad. Pero hay que considerar dición artesanal, la estrategia campesina se orien­
que tanto la oposición terrateniente a conceder tó hacia la migración estacional de la mano de
más huasipungos, así com o la lucha huasipun- obra.
guera por disminuir las jomadas de renta, dejaba Señalemos que en las dos situaciones, las
a los arrimados en condiciones cada vez más comunidades de yanaperos necesitaban sectores
cercanas a una plena proletarización. de tierra no ocupados por la hacienda (especial­
Así pues, la comunidad huasipunguera se mente los sectores altos de pastoreo) para equi­
encontraba segmentada internamente debido a librar el alto crecimiento demográfico sobre el
las limitaciones en el acceso a tierra: mientras exiguo recurso tierra. De allí, que siempre ejer­
una parte se campesinizaba, la otra se proleta­ cieron presión sobre la hacienda, sobre todo des­
rizaba lenta y contradictoriamente. pués de la reforma agraria, cuando el terrate­
Un tercer grupo de trabajadores con víncu­ niente trató de cortar todos los vínculos tradi­
los hacendales es el de los yanapas, pertenecien­ cionales con estas comunidades.7
tes a las comunidades colindantes.6 Una tercera constricción, provenía del pro­
El intercambio de trabajo por acceso a de­ gresivo grado de penetración del capital comer­
terminados recursos de la hacienda, se lo hacía cial que generaba importantes cambios a nivel de
bajo el patrón tradicional andino de reciprocidad la estructura productiva y de la circulación.
La comunidad huasipunguera no era total­
6 En Chimborazo, existían los “siüajeros” , modalidad de
y añapa, señalada más arriba. mente autosuficiente, sin vinculaciones con el
Parece ser que en el caso de la provincia de Imbabura, la mercado; al contrario, tanto a nivel de la esfera
y añapa era la modalidad más importante de extracción de len­
ta en trabajo. A sí por ejemplo, en las haciendas Angla y el Topo, 7 A sí por ejemplo, en el caso mencionado de las haciendas
de propiedad de Galo Plaza, los huasipungueros aportaban sola­ de Galo Plaza, la presión de las comunidades de yanape­
mente el 2 4 .6 ° /o de las jomadas de trabajo, en tanto que los ros, sobre la tierra, le obligó a “ donar” los páramos de Angla, El
yanaperos, el 7 5 .4 ° /o (Rosero, F ., 1982).
Topo y Zuleta en 1971 (Rosero F, op. d t. p. 103).
productiva com o en la esfera de la circulación se Ahn ocasional era más bien una estrategia utili­
desarrollaba un fuerte proceso de mercantiliza- zada por las unidades domésticas para su repro­
ción. ducción. Pero es evidente que el contacto oca-
En algunas zonas de mayor desarrollo re­ eional con el mercado capitalista ubicado mcluso
gional capitalista, la misma producción de los -n otras regiones geográficas (Costa), abría nue­
huasipungos se orientaba al mercado. Así por vas perspectivas y nuevos parámetros economi-
ejemplo, en la zona de Pesillo en Cayambe, los
huasipungueros cultivaban cebolla principalmen­
te para la venta, obligados por la acción de los
chaquihuascas.8 Esto a su vez acarreaba cambios
tecnológicos en el proceso productivo: substitu­
ción del arado tradicional de madera por uno de
hierro, utilización de insumos, etc. Es decir, se tf)
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desarrollaba el “ consumo productivo” com o D
0.
consecuencia de las condiciones impuestas por el </)
UJ
mercado. El dinero obtenido por la venta de los O
productos servía para acrecentar el “ consumo >
personal” (alimentación, vestido, etc.), pues la 0)
UJ
intensificación de la producción mercantil impli­ z <i
caba a su vez una disminución de la producción «5
agrícola-artesanal para la autosubsistencia. O*
No en todas las regiones el proceso de inte­
0
§S
U
J
gración mercantil era similar. En la mayoría de ¡21 ü<
los casos, sobre tod o en regiones de más lento 0 <s
xa
o
desarrollo capitalista predominaba la producción
de subsistencia dentro de una lógica campesina S
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G s*
comunitaria. z<
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El otro vínculo con el mercado se originaba Sui
en la salarización de una fracción importante de 0o
o
la comunidad huasipunguera. La venta de fuerza z
de trabajo era un mecanismo bastante generaliza­ o
do en la Sierra ecuatoriana, ya sea a través de la ü
<
J
proletarización ocasional o permanente en las D
haciendas o por medio de las migraciones esta­ O
z
cionales.
No queremos señalar con esto, la existencia
de un mercado de fuerza de trabajo rural com ­
pletamente desarrollado, puesto que la salariza-
8 Chaquihuascas: mestizos del pueblo de Olmedo, que fi­
nanciaban el cultivo de la cebolla, balo el sistema de al
parili.
eos políticos para una masa campesina tradicio­ completo control de la reproducción social de
nalmente subordinada al poder terrateniente.» ¡os campesinos.10
4 LOS EFECTOS SOCIALES DE LOS CAM- No obstante, un cambio importante se pro­
BIOS EN LA MANO DE OBRA HUASI- ducía en el sistema de reproducción de los
PUNGUERA huasipungos, donde una porción de la mano de
obra adquiría modalidades salariales. La repro­
A pesar de las limitaciones estructurales ducción de un sector de la familia (especialmen­
presentes en el desarrollo de la econom ía campe­ te de los apegados), no dependía del trabajo par­
sina, sin embargo, los huasipungos eran vitales celario (o dependía en mínima escala); era el te­
para la producción-reproducción de la familia rrateniente el que controlaba la reproducción en
ampliada. tanto capitalista y no en cuanto señor feudal.
Algunos de los problemas que surgen a En cambio, en los huasipungos de tenden­
partir de esta reflexión, constituyen importan­ cia más campesina, las barreras impuestas a la
tes vetas de investigación, que están muy lejos reproducción de la familia ampliada, provenían
de ser agotadas aquí. Así, ¿hasta qué punto el sobre tod o de la limitación en el acceso a más
campesino estaba imposibilitado de realizar la medios de producción. Esta tarea no siempre era
reproducción? ¿Cuáles eran las características fácil de cumplirla, pues se enfrentaba con la re­
que asumía la misma en los diversos tipos de sistencia campesina a abandonar los huasipun­
haciendas? gos. El terrateniente, en efecto, no controlaba la
Si se piensa en un m odelo servil, es lógico reproducción interna de la familia campesina,
suponer que sobre todo las exacciones extra- sino cuando ésta empezaba a desbordar los mar­
económicas jugarían un rol predominante pero, cos considerados com o normales dentro de su
es dudoso asegurar que ésta era la relación fun­ estrategia de acumulación. La presión interna
damental que ataba a los campesinos de la re­ por más tierra era la demostración más evidente
gión analizada aquí. del límite a partir del cual, la reproducción so­
En primer lugar, al menos el fondo de tra­ cial empezaba a modificarse para no correspon­
bajo de los campesinos, no corría más por su der más al m odelo campesino.11
cuenta. Era más bien un capital adelantado por
Los cambios en las formas de reproducción
el capitalista que lo consumía productivamente
de la mano de obra, finalmente no llevaban por
para la obtención de plusvalía. Ahora bien, ésta
situación hay que diferenciarla netamente de la
que se encontraba en zonas más atrasadas con 10 Cf: La producción del productor, conversaciones entre
Cl. Meillassoux y A . Guerrero. A nuestro juicio. Guerre­
predominio de relaciones serviles de trabajo y ro establece un modelo más ajustado a zonas de predominio de
donde efectivamente, el terrateniente tenía un haciendas atrasadas, vg: provincia del Chimborazo (1 9 7 9 , p. 126 )

11 Esta situación parece haber sido generalizada en las ha­


9 Este es a nuestro Juicio, un aspecto frecuentemente des­
ciendas más modernas, así por ejemplo, J.M .Plaza, dueño
cuidado en los estudios sobre comunidades huasipungue-
de la hacienda San Agustín del Callo, en la provincia de Coto-
ras, influenciados por el enfoque de Chayanov, que plantean la
paxi, afirmaba que “ el problema es la presión de la comuna,
existencia de una racionalidad campesina cuya finalidad es el
que no se les puede quitar la idea psicológica que pertenece a la
equilibrio entre trabajo y satisfacción de necesidades. La vincu­
hacienda... el hecho es que la presión que habla tenido elhuasi-
lación con el mercado impone nuevas condiciones al trabajo cam­
punguero, había tenido el carácter de anormal. Por otro lado,
pesino. Se rompe el equilibrio con respecto a la satisfacción de
era una carga pesadísima especialmente en la hacienda que
necesidades, que es una característica central de comunidades
completamente auto subsisten tes. tenía muchas familias...” en Baisky, 1 9 7 8 , p. 1 5 , anexo 11.
sí solos a una descomposición mecánica de la No obstante, existían dos mecanismos a
econom ía huasipunguera; al contrario, en algu- favor de los campesinos que en cierta medida
nos casos, permitieron su consolidación, en contrarrestaban las tendencias disolutorias del
otros, su adaptabilidad frente a las nuevas condi­ ? ¿yñtalismo:
ciones impuestas por los terratenientes. a) La inserción salarial del excedente de fuer­
Es sorprendente la adaptabilidad y cambio za de trabajo campesina.
de los campesinos aún en las condiciones más di- b) La intensificación del trabajo al interior de
fíciles, utilizando sobre todo su recurso abun­ la parcela familiar.
dante: la mano de obra (intensificación del tra­ Transitoriamente al menos, el problema del
bajo, cambios en la especialización de la produc­ empleo no se presentaba al menos en forma tan
ción, etc.). De sus posibilidades de inserción, sea aguda, sobre todo en zonas de modernización
salarial o campesina, dependía en última instan­ capitalista.
cia la “ solidez” de la econom ía campesina. *•' Los cambios en la orientación de la produc­
Uno de los problemas derivados de la in­ ción (paso de agricultura hacia ganadería), la pe­
serción de la fuerza de trabajo en la hacienda, ra­ netración del capital comercial (substitución de
dicaba en la fto coincidencia entre las necesida­ los cultivos de subsistencia por la producción de
des de reproducción de la familia campesina y mercancías), pueden haber influido en el sistema
las necesidades de acumulación del terrateniente; de reproducción y en la división social del traba­
o lo que es lo mismo, entre la disponibilidad de jo de los campesinos. Pero no siempre esto signi­
mano de obra y el grado de ocupación real de la" ficaba desempleo. En ambos casos, la intensifica­
misma. ción del trabajo al interior de la parcela campe­
A nivel de la reproducción se puede expli­ sina para la reproducción de la fuerza de trabajo
car este problema com o la diferencia creciente requería del aporte de una significativa cantidad
entre período de trabajo necesario y período de de jornales.
sobretrabajo. Ahora bien, el segundo se alejaba El CIDA, al respecto, señala: “ lo importan­
cacUPvez más del marco de acción del grupo do­ te es poner en relieve que para los grupos de
méstico, para entrar bajo el control del terrate­ campesinos pobres, la base fundamental de su
niente. Si lo que le interesaba a éste, era sobre posibilidad de subsistencia depende, en esencia,
tod o la extracción de la plusvalía, es decir la de su capacidad com o fuerza de trabajo, la que
utilización productiva de la mano de obra, su incluye a todo el grupo familiar. La posibilidad
mantenimiento recaía en el grupo fam iliar, Exis­ de aprovechar el tiempo disponible es factor eco­
tía pues una complementariedad desde el punto nómico fundamentalmente para estos grupos, ya
de vista de la reproducción con la presencia de 'que sus pobrísimos medios de producción no
dos polos: el capitalista y el campesino. Desde el cuentan con multiplicadores tecnológicos de la
lado campesino, la condición para la viabilidad simple aplicación de su fuerza de trabajo” (op.
de este m odelo era la disponibilidad de una cit., p. 141).
abundante mano de obra.12 ¿Hasta qué punto, los procesos de moderni-

12 El crecimiento vegetativo de la población huasipunguera, de la hacienda. El no control del incremento pobladonal por el
debe ser considerado como una variable económica en latifundista, permite visualizar los limites de su ingerencia en la
contra de la acumulación terrateniente. A llí se generaba la “pre­ “»producción de la célula productiva” , Cf: Meillassoux, 1 9 7 9 ,
sión interna” y el potencial avance campesino sobre los recursos P .1 6 3 .
de v ía
f i * \c o cx fii H VQ
84 NO MARTINEZ "" 85
DE CAMPESINOS A PROLETARIA
tfón. Así, hacia 1976, en las haciendas de Galo
zación de haciendas (desarrollo de fuerzas pr Ma, de un total de 524 trabajadores entre hua-
ductivas) implicaban automáticamente dismini «pungueros, arrimados y peones, sólo trabajaban,
ción de la mano de obra? 297 personas, lo que significa una disminución
L o cierto es que hasta 1962, en las tres h^i
del 4 3 ° /° de la mano de obra anterior- ISual‘
riendas de Galo Plaza trabajaban 175 huasipujji mente, en el caso de la hacienda de J. M. Plaza,
güeros y 81 peones libres, incluidos 268 apegad gólo trabajaban 40 jornaleros permanentes lo
dos. En la hacienda San Agustín de Callo, traba, que representa más o menos el 3 1 ° /o de la mano
jaban otras 86 familias de huasipungueros con de obra ocupada a comienzos de los añ os60.14
416 miembros, amén de 145 arrimados. Y 1q He aqui, un interesante indicador que de­
cierto también es que los indígenas no tenían el muestra claramente el justificado temor campesi­
más mínimo interés en abandonar sus huasipun
gos. no, más allá de las explicaciones ideológicas en
el sentido de que “ fue la desmedida nostalgia del
Habría que preguntarse en primer luga*
indio por una parcela propia de tierras” (Obe-
¿por qué los huasipungueros veían com o una se.
rem, 1978, p. 30), o el temor de los indígenas de
ría amenaza el proceso de reversión de las tierras
que el patrón se fuera de la hacienda (versión de
de sus huasipungos? Es ilustrativo comprobar
Galo Plaza, cf. Barsky, op. cit., p. 106). Afirma­
que el mismo Galo Plaza debe convencer a sus
ciones que ocultan un hecho evidente: los cam­
huasipungueros para que reciban la tierra, frente
pesinos al menos en este tipo de haciendas (pero
al temor de estos de quedar sin trabajo en la ha­
al parecer la situación es generalizable a toda la
cienda.! 3 J.M. Plaza, igualmente habla de “ re­
Sierra), no deseaban abandonar su huasipungo a
sistencias psicológicas” (sic) de los campesinos.
cambio de una incierta relación com o mano de
Al parecer, lo que realmente preocupaba a obra exterior a la misma. Barahona, al respecto
los campesinos, eran las consecuencias negativas señala, agudamente, que el paso de “ huasipun-
en términos de empleo si se producía la ruptura guero a asalariado implicaría para aquellos que
de los vínculos tradicionales con la hacienda. lo logran un descenso en sus ingresos reales
Es muy probable que los campesinos hayan
(1965, p. 695).
aprendido a pensar en “ términos de posibilida­ Por otro lado, este es al mismo tiempo un
des alternativas de empleo” (Martínez Alier, indicador que sirve para medir “ socialmenté ,
1973, p. 25), y por eso consideraban com o una los efectos negativos de las entregas anticipadas
situación más segura la posesión del huasipungo de los huasipungos (especialmente en lo que se
frente al riesgo del desempleo parcial, si se con­ refiere a la quiebra de los mecanismos de repro­
vertían en simples jornaleros.
ducción), donde se ha querido ver tan sólo “ i-
Y al parecer, los campesinos tenían toda la niciativas terratenientes” com o respuestas a con­
diciones de mercado y no com o resultante de
13 Según el periodista de El Comercio: “ personalmente con* contradicciones sociales encerradas en la hacien­
tatamos que los trabajadores en su mayoría no querían
dejar de ser huasipungueros, en la creencia de que su patrono no da (Murmis, M, 1980).
Un análisis más detenido de este problema
servieios y de las haciendas,
habiendo tenido el señor Plaza durante algírn tiempo que expli-
bajadores que él necesitaba de ellos para el trabajo y
ofreciéndoles que las relaciones laborales continuarían en igual­ 14 Datos calculados a partir de la información sobre hacien­
dad de forma como hasta el momento l o había llevado" (ver. das, del MAG-ORSTOM (1979)
Baisky, op. cit. p. 109). k ’
nos lleva a elaborar hipótesis alternativas sobre riesgo “ social” de que en una coyuntura de lu­
las estrategias de los terratenientes modernizan, dia de clases desfavorables ( p a r a los latifundistas),
tes al estilo de los Plaza: -ge abriera paso una “ vía campesina” . A llí radica el
cam bio de óptica de los hacendados entre 1960
1) En primer lugar, cuál es la explicación
y 1963. Por detrás de todo el lenguaje “ progre­
objetiva del cambio de actitud de estos terrate.
sista” de las proclamas y declaraciones latifun­
nientes que hasta 1962 disponían de mano de o,
distas, es preciso detenerse a cuestionar también
bra huasipunguera, mientras en 1963 señalaban
áe donde surgen las iniciativas patronales enca­
que “ el huasipungo terminaría con antigua«
minadas sobre todo a “ extirpar” del interior de
prácticas y costumbres que se traducen en la ge.
neralidad de los casos en la explotación del tra- la hacienda el peligro campesino.
bajador y su familia, el que en este caso quedará 2) En segundo lugar, el resultado concreto
libre y de acuerdo con el código de trabajo du- de la acción de los terratenientes a través de sus
plicaría su salario. La superficie dedicada a hua- iniciativas, fue la expulsión “ pacífica” de los
sipungos en la Sierra es relativamente pequeña en i campesinos de sus parcelas, desarticulando las
comparación con el área total cultivable, de ma­ formas de reproducción del grupo doméstico,
nera que el uso que a las tierras den sus nuevos para dar paso de ese m odo a la implantación de
propietarios, no incidirá mayormente sobre la e- relaciones salariales. La concesión de parcelas
conom ía del país. Mientras que se liquidará un "en tierras de mala calidad, debería ser vista más
muy serio problema de carácter social” (1963 bien com o la búsqueda de un m odelo de repro­
P ■ 8). ducción de la mano de obra que no implique
Ahora bien, si los vestigios feudales no fue­ costos sociales para la hacienda (mas adelante ve­
ron ningún obstáculo para la acumulación de ca­ remos cóm o esta medida ha actuado com o un
pital hasta 1962, ¿cóm o es que se convirtieron boomerang en contra de los mismos latifundis­
en un gran problema en 1963? (en apenas un tas).
año de diferencia, no puede decirse que se haya Este tipo de acción ha llevado a pensar que
generado una contradicción entre desarrollo de lo que se trataba era de eliminar los obstáculos
las fuerzas productivas y atraso en las relaciones para un desarrollo “ armónico” de las fuerzas
de producción. productivas. Ahora bien, el hecho es que justa­
Evidentemente, el huasipungo no era tanto mente en las haciendas más modernas del país,
un obstáculo para la acumulación capitalista co­ no siempre las relaciones de producción “ atrasa­
mo un problema social al interior de la hacienda. das” , frenaban el desarrollo de las fuerzas pro­
Algunos elementos analizados en este trabajo, ductivas 15 . El problema es preguntarse ¿por
nos permiten profundizar el contenido del “ pro-’ qué?. Nosotros creemos que la respuesta se la
blema social” que preocupaba a los latifundistas. debe buscar en los cambios experimentados por
Así, en una situación de penetración capitalista la mano de obra campesina (que no puede ser
que generalizaba y acrecentaba los jornales, se
15 Barsky, señala que el mismo problema se daba en la ha­
producía, contradictoriamente, una consolida­ cienda “ Miradores” de los hermanos Amador, en la Pro­
ción del grupo huasipunguero com o pequeño vincia de Pichincha “ hay un periodo, donde la estrategia de los
productor, antes que su disolución. En estas hacendados de maximizar sus ganancias sobre la base de inver­
siones necesarias para aumentar la producción lechera, es relati­
condiciones (reproducción del grupo doméstico vamente armónico con las formas precapitalistas” (op. cit., p.
sin expropiación de la tierra), existía un enorme 84).
;
tomada com o un factor estático) en las hacien­ Pero más allá de las coincidencias o no (de­
das modernas, que permitían una acumulación bilidad de los terratenientes modernizantes, la
capitalista a través de la extracción de plusvalía, no formación de un Estado nacional fuerte, re­
pero al no estar desposeída de la tierra generaba" ducida difusión de las fuerzas productivas, etc.)
las condiciones de su reproducción. del caso serrano con el modelo junker, queremos
El capitalismo subdesarrollado, se topaba advertir el peligro de que al partir de un análisis
con la resistencia campesina. ¿La moderniza­ desde fuera se vacíe la historia concreta de los
ción de las haciendas incubaba a su vez proyec­ campesinos y las condiciones de su producción y
tos campesinos en su interior? reproducción (Copans, 1979).
Aún en el momento actual, a pesar de es­ En general, se puede concluir que el proble­
fuerzos de los hacendados por desligarse de una ma campesino no está separado de la hacienda
masa campesina vinculada a la hacienda, a tra­ en el momento actual; al contrario, sigue latente
vés de una conocida serie de medidas com o la a través de la presión externa, incluso en zonas
donación de huasipungos en propiedad, forma­ de modernización que ahora se ven acosadas no
ción de cooperativas, indemnizaciones, etc., no sólo por los ex-huasipungueros sino por comuni­
se ha logrado cristalizar una ruptura entre econ o-' dades enteras 16.
mía campesina y hacienda. Anteriormente la Contradictoriamente, la tan ansiada elimi­
presión campesina provenía del interior de la ha-' nación de los huasipungos, ha desencadenado de
rienda, actualmente proviene del exterior de la nuevo el problema de la tierra en un nivel supe­
misma. En este sentido han adquirido plena for­ rior, es decir com o un problema social: la lucha
ma las relaciones salariales, pero las condiciones por la tierra com o solución de la pobreza rural.
de su reproducción recaen exclusivamente sobre Evidentemente, esta situación pone en tela de
un grupo doméstico expropiado o con mínimo juicio todo el significado de la reforma agraria,
acceso a la tierra. los proyectos estatales vinculados a ella y de pa­
3) En tercer lugar, si la respuesta de los te­so las tesis sobre el feudalismo y la servidumbre
rratenientes estuvo determinada por el “ carácter serrana 17 .
del conflicto interno” , que en algunos casos ex­ En suma, estamos ante la presencia de una
plotó y en otros logró evitarse “ a tiempo” con la paradojal vía de desarrollo capitalista, en la cual
concesión de huasipungos, y no tanto con la am­ en un primer momento se incuba un potencial
pliación del mercado, habría una base real para proyecto campesino, en un segundo momento se
cuestionar el m odelo o la vía de desarrollo capi­ produce la expropiación de la tierra, pero al no
talista de tipo prusiano o junker en la cual su­ cortarse los vínculos de la hacienda con la mano
puestamente estarían embarcados los terrate­
nientes serranos.
En efecto, el establecimiento de una vía de 16 La mano de obra que utiliza actualmente Galo Plaza, en
sus haciendas es la de antiguos yanaperos, que además son
modernización terrateniente con incubación de animados de los ex-huasipungueros. La presión de los campesi­
proyectos campesinos, tiene muy p oco que ver nos sobre estas haciendas se refleja en el conflicto de tierras que
desde 1971 llevan las comunas de San Pablo y la hacienda Angla.
con la vía junker, especialmente en la correspon­
dencia entre desarrollo de fuerzas productivas y 17 Sin entrar en esta eterna dlscusita, señalemos el peligro
relaciones de producción capitalistas, que com o que existe en la investigación, donde a costa de anatemi-
zar contra el feudalismo, se ha terminado haciendo un gran favor
hemos visto, adquiría una modalidad diferente. histórico a la burguesía Cf: C. Kay, 1976b.
de obra exterior, se crean las condiciones par»
despertar nuevamente el “ hambre de tierras’ '''
Con la diferencia de que ahora podría ser “ han¿'
bre de empleo” y que puede cuestionar el pode*
de la burguesía agraria para pasar a una etapa de
organización de la producción que no sea preci.
sámente la capitalista18 .

V: MODERNIZACION AGRARIA Y LA
MANO DE OBRA

A mediados de la década del 60, especial­


mente con la expedición de la primera ley de Re­
forma Agraria, los cambios que se venían gestan-
3o a nivel de la estructura social en el campo, ad­
quieren un importante dinamismo. La desarticu­
lación del sistema tradicional de hacienda y el re­
acondicionamiento de la clase terrateniente a las
nuevas condiciones de la economía fueron sen­
tando las bases de un m odelo de desarrollo capi­
talista de alto costo social. En efecto, el peso de
la gran propiedad territorial en la estructura a-
graria ha sido un obstáculo para una real modifi­
cación en la concentración de la tierra. Esto no
quiere decir que no se haya dado una reestructu­
ración de las unidades productivas tanto empre­
sariales com o campesinas, pero en este proceso
ha predominado una estrategia “ defensiva” te­
rrateniente, caracterizada por un control social
sobre la propiedad, un nivel de explotación ex­
tensivo y un nivel de tecnificación indiscrimina­
18 Las constantes demandas de expropiación de muchas ha-
r„ . .
, “ f®? de la Sierra- especialmente en las provincias del do (Murmis, 1978). Esta sería la pauta y el eje
^ b a b u ra y Pichincha, argumentando la existencia de central de la modernización que permite explicar
presión demográfica” , constituye un indicador ‘ legal” del mie­
los actuales problemas que aquejan al sector ru­
la rJista M « f V ü tieDra‘ Véa3e ** respecto' el artículo de
la revista Nueva, titulado: “ Quinchuquí, el alto precio de la tie­ ral: disminución de la producción para el merca­
rra , No. 6 9, noviembre, 1 9 7 9 , pp. 49-62.
do interno, alta dependencia tecnológica exter-
na, desempleo y migración de la mano de obra
Hacia 1962, era la Costa, la región donde se
rural, bajos niveles de vida de la masa campesi­
ubicaba el mayor porcentaje de trabajadores asa­
na, etc.
lariados, vinculados sobre todo a las plantaciones
Una de las características de nuestro capita­
de cultivos para el mercado externo. En cambio
lismo agrario, es su alto grado de concentración
en la Sierra tenían, importancia los trabajadores
geográfica y su especialización en determinados
por “ cuenta propia” , confirmando de este m odo
rubros productivos (leche, cultivos ligados a la a-
el peso de la econom ía campesina en esa región
groindustria o a la exportación), mientras en el
(la gran mayoría de estos productores estaban u-
resto del espacio productivo, importantes capas
bicados en las explotaciones menores de 5 has.)
de productores medios y de fracciones más atra­
sadas de la burguesía agraria, compiten en condi­
ciones más ventajosas con abigarrados sectores
campesinos envueltos en un complicado y lento <N O 0\
•ui3J trjs rH (N O O O o
proceso de diferenciación social. lopBfBqwj, IÍ3 ^ o

En este m odelo o vía de modernización, ha C - rH CO ^

jugado un rol fundamental el Estado, que du­ m •JBpíSV° io O N O o


< opvdiduig LO o
rante la década del 70 transfirió importantes re­ 2
cursos en beneficio de las unidades capitalistas, o co 00 co <0
o BTd02¿ fl) lO O o
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convirtiéndose en el verdadero “ m otor” finan­
ciero de este proceso. < O ^ 00 rH
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Por otro lado, si consideramos que una gran tí S O U O I }B ¿ in
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parte de la población del país (4 7 .6 °/o de la po­ O ■d1 •p
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blación económicamente activa en 1981), tiene - 9 1 UJB J*TTTŒ rH <m ’ o ^ c
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su principal fuente de ocupación en la agricultu­ H-t a>
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ra, es importante averiguar cuál ha sido el impac­ o o
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to del desarrollo capitalista sobre el factor pro­ Z w
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capitalista, los niveles de proletarización y las es­ P < wo ^V
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grado de profundización de las relaciones de pro­ z O
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ducción en el campo. En principio, el capitalis­ o co w
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características de la mano de obra. Así-, por e- SI ►7 0>
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jemplo, las regiones con mayor porcentaje de < w co o g «
trabajadores asalariados, reflejarían un nivel más •j w
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avanzado de capitalismo rural, lo contrario, suce­ O o U
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dería con las regiones más atrasadas. o tí < z 3 3CQ z
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Veamos suscintamente, cóm o se refleja este tí PsK P
fe
proceso en el caso ecuatoriano.
Si comparamos las cifras de los dos censos la Sierra n o ha dejado mayor “ espacio” para una
de población podemos ver los cambios acaecidos consolidación campesina, al contrario, ha impul­
en las dos últimas decadas. En primer lugar, se sado la proletarización, que ensambla perfecta­
operan modificaciones interesantes en los traba­ mente con las tendencias y estrategias terrate­
jadores por cuenta propia: disminuyen en la Sie­ nientes ya anotadas.
rra (de 6 4 .1 °/o en 1962 a 5 9 .3 °/o en 1974), al
mismo tiempo que aumentan en la Costa de El tercer aspecto que merece mencionarse,
(3 2 .8 o /o en 1962 a 3 5 .8 °/o en 1974). Este es un es la presencia importante de “ trabajadores fa­
primer fenómeno que nos demuestra los “ vai­ miliares sin remuneración” , que pueden ser con­
venes” del desarrollo capitalista en cuanto a la siderados com o trabajadores sin tierra (al menos
mano de obra. Una primera explicación, la en­ gi nos atenemos a la definición que el último
contramos en la aplicación de las leyes de aboli­ censo da sobre esta categoría: toda persona que
ción del trabajo precario, que transformó en un ejerce una ocupación no remunerada en una em­
sentido contrario al de la proletarización a la presa económica explotada por una persona em­
fuerza de trabajo ubicada especialmente en la parentada con él). Los datos indican que este
Cuenca del Guayas. Aquí tenemos un claro tipo de trabajadores ha aumentado en la Costa
proceso de “ campesinización” en que importan­ mientras en la Sierra ha disminuido notablemen­
tes grupos de trabajadores han saltado desde te. Este fenómeno encuentra su explicación a
condiciones salariales, hacia el “ precarismo” y partir de la diversa relación hombre/tierra que e-
por último hacia situaciones campesinas. Este es xiste en las dos regiones.
el caso de los productores arroceros, donde se En efecto, la Costa es una región que toda­
habría creado incluso una pequeña capa de cam­ vía permite una mayor presión demográfica so­
pesinos kulak aunque nosotros creemos que la bre la tierra y por lo mismo, aún a nivel de las e-
gran mayoría adquirieron una situación campe­ conomías familiares, puede soportar una mayor
sina transitoria que a mediano plazo puede lle­ carga de mano de obra; a ésto hay que sumar un
varlos de nuevo a la proletarización (Redclift, mayor rendimiento, debido a un más alto grado
M.R., 1978). de fertilidad de la tierra. En la Sierra, en cam­
El segundo aspecto que se desprende de los bio, existe una mayor presión sobre la tierra que
datos, es la importancia que adquiere el trabajo ha incidido en la agudización de las migraciones
asalariado en la Sierra (de 4 0 .9 °/o en 1962 a campo-ciudad. La disminución de estos trabaja­
4 5 .7 °/o en 1974) y la sensible disminución ex­ dores (sin remuneración), en el caso serrano, o-
perimentada en la Costa (de 5 7 .8 °/o en 1962 a bedecería al incremento de corrientes migrato­
4 2 .9 °/o en 1974). Estas cifras no hacen más rias que partiendo de un sobresaturado espacio
que confirmar la tendencia anterior: el avance rural, buscan vincularse en actividades producti­
campesino en la Costa, no sólo permitió el acce­ vas preferentemente no agrícolas. Probablemen­
so a la tierra de los trabajadores precaristas, sino te, este sector de trabajadores rurales, por su
incluso a grupos de trabajadores asalariados. En grado de desvinculación de la tierra y seguramen­
cambio, para la Sierra, se confirma la inexisten­ te por el alto índice de sub-empleo (pues no
cia de una reforma agraria acompañada de redis­ siempre encontrarían trabajo com o trabajadores
tribución de la tierra. asalariados o permanentes, ni tam poco en la eco­
« \ El proceso de modernización capitalista en nomía familiar), constituye el núcleo más impor-
tante de las corrientes migratorias del país.1
Para precisar aún más, podemos decir que t> 00 o> CO U) CO H iO o O
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el crecimiento del campesinado parcelario en la Pá 0 > *2 H N H

Sierra, en base a exiguos recursos en tierra, no O


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puede en la actualidad soportar la tradicional fa­
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CO *5* t> O o O 00 ^ CO CO LO
milia ampliada. Las posibilidades de un incre­ l-H O 5
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mento de trabajadores asalariados están limita­ ¡Jo" ÉH
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das por las estrategias “ ahorradoras de mano de CO

obra” de los hacendados, de allí que una masa << ^ * 05 rH IO <N O ^ 05


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de campesinos sin tierra continúa en el campo y 2 §*
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toma cada vez más las características de un “ e- £ &
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jército agrícola de reserva” . Importantes modifi- P Hj <N $ LO O LO 00
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caciones deben darse actualmente en el tamaño 05 0>
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de la familia campesina, la división del trabajo en o %o "«á W
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su interior, en la orientación de la producción, o o ' M.O)
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etc., que permitan su “ adaptación” a las duras rH O
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condiciones actuales a través de un nuevo m ode­ tí 05
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lo de reproducción, impuesto por la lógica del < u cíR «®


desarrollo capitalista. —i
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Para concretizar estas tendencias, analizare­ CO ^ ^ °°.
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mos los datos de población económicamente ac­ LO CO N CO W N (N H H

tiva a nivel de provincias. Para esto, hemos


construido una tipología, utilizando com o crite­ « f£ O XI
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rio fundamental el porcentaje de trabajadores a- J8 2 S Oh

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salariados. Se obtiene así, la siguiente estratifi­ ON 3 .S-2 t0 i3 l 0
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cación: Tipo I (más del 4 0 ° /o ), Tipo II (más del S.H g 2 o§
2 0 °/o ), Tipo III (más del 1 0 °/o ). < o p* £ ü H PQ ühJC §
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Del análisis de este cuadro, se impone una Z
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primera aclaración: la mano de obra no evolu­ o
cá O
ciona de una forma homogénea, pues adquiere O o o o z
determinadas características y especificidades Oí a a a w
P ¡3
regionales que llevan a pensar en la existencia
no sólo de diversos grados de proletarización
sino también de diversos niveles de campesini- Comencemos por señalar que en las pro­
zación. Estamos frente a la presencia de modali­ vincias de Tipo I, adquiere mayor importancia
dades diversas y complementarias de moderni­ el trabajo asalariado, que corresponde a un
zación del campo. mayor grado de profundización del capitalismo
agrario. Sin embargo, procesos de ampliación
1 Según la encuesta de migración realizada por el INEC en
1 97 7 , el 8 1 .2 ° /o de los migrantes rurales, eran campesinos de la frontera agrícola en zonas sub-tropicales
que pertenecían a familias con menos de 5.5 hectáreas. Cf: han llevado a una ligera disminución de esta
Peek y Antolinez, 1980. categoría en la provincia de Pichincha y a un au-
mentó de los trabajadores por cuenta propia. gampo sino a través del fenómeno migratorio,
En las provincias de Tipo II y III, al con­ en los otros sectores de la economía.
trario, toman importancia los trabajadores por Con respecto al grado de profundidad del
cuenta propia y proporcionalmente, los trabaja­ cambio en las relaciones de producción, señale­
dores familiares sin remuneración, confirmán­ mos dos aspectos:
dose la tendencia ya señalada: a un mayor peso Al interior de las haciendas que se modemi-
de la economía campesina, corresponde un zan, la proletarización adquiere diferencias
mayor porcentaje de trabajadores sin tierra que cualitativas y cuantitativas; por lo mismo,
todavía pueden vincularse de este m odo a las el grado de proletarización no es uniforme.
actividades productivas agrícolas. En tod o caso, existe una contracción signi­
Por otro lado, un aspecto que es intere­ ficativa de la demanda de fuerza de trabajo,
sante, es ver cóm o en los tres niveles se ha in­ en gran parte, producto de la excesiva tec-
crementado el porcentaje de trabajadores fami­ nificación así com o del “ trauma” , terra­
liares sin remuneración, lo cual además de ser teniente frente a posibles conflictos socia­
Un índice del grado de presión demográfica en les.
la Sierra, acompaña no precisamente los proce­ b) En las unidades parcelarias exteriores a las
sos de proletarizadón cuanto los de campesini- haciendas, los cambios dependen tanto de
zación. Subrayemos que ésta última categoría la reforma agraria y eliminación del huasi-
de trabajadores, refleja el desigual acceso al re­ pungo, com o del desarrollo del capital co­
curso tierra, com o producto de la nueva con­ mercial, mercantil, usurario, etc., sobre una
centración capitalista, aunque en algunas provin­ gran masa de campesinos que no fueron to­
cias sea el resultado del peso que tiene la peque­ cados por la reforma. Es probable que estos
ña propiedad (vg. la prov. de Tungurahua). campesinos se hayan transformado en semi-
Por último, vemos que existe una alta co­ proletarios, o que conserven en el campo
rrelación entre las tres categorías, con la ten­ únicamente su lugar de residencia.
dencia a generar importantes porcentajes de tra­ Com o lo veremos en el estudio de caso, al
bajadores sin tierra, ligados a los trabajadores interior de este campesinado se han desa­
por cuenta propia; es decir que el capitalismo rrollado también relaciones de minipreca-
descargaría el peso de la modernización “ aho­ rismo, com o resultado de una alta presión
rradora” de mano de obra sobre las economías demográfica y de las pocas posibilidades de
campesinas. empleo rural.
Es esta última tendencia, la que nos parece La oferta de trabajo que proviene de estos
la más viable en el momento actual. De ahí que sectores se encuentra atravesada por las es­
inclusive la acentuación de los procesos de mo­ trategias campesinas de sobrevivencia que
dernización capitalista a partir de los años 70, desatan procesos de resistencia a la prole­
no ha significado, en cuanto a la mano de obra, tarización o que impulsan a la búsqueda de
un cambio radical de las tendencias que venían­ fuente de trabajo en actividades extra-agra­
se gestando desde la década anterior. El punto rias.
de ruptura se encuentra en la economía campesi­ Fuera de los trabajadores asalariados que
na, cuyo progresivo proceso de proletarización, para el caso de las provincias de la Sierra central,
no será de ninguna manera absorbido en el no constituían un porcentaje más allá del 5 0 ° /o
de la población económicamente activa y que considerablemente el número de trabajadores
son la base de los procesos de valorización y ex­ por cuenta propia. El paso desde situaciones de
tracción de plusvalía, el resto de campesinos con clase más definidas a situaciones de clase más ines­
vinculaciones esporádicas con el capital, no sólo tables, com o por ejemplo la semi-proletariza-
son un “ reservorio” de mano de obra, sino que ción, son fenómenos que al parecer correspon­
también son explotados en tanto productores y den a procesos independientes, vinculados a las
en tanto vendedores de fuerza de trabajo. especificidades regionales y diverso grado de
La situación de inestabilidad frente al em­ desarrollo del capitalismo, v
pleo, puede afectar tanto a campesinos “ semi- Otro aspecto que se puede deducir del cam­
proletarios” , com o a asalariados rurales, y es bio en las relaciones de producción, es el grado
probable que en el caso ecuatoriano encontre­ de diferenciación social que se produce en el
mos grupos de trabajadores que tengan que com­ seno del campesinado com o producto de la
binar entre la desocupación, el trabajo asalariado penetración del capitalismo. La “ viabilidad” de
ocasional y el trabajo por cuenta propia (Mur- la parcela campesina, a nuestro juicio, depende
mis, 1969, p. 420).2 tanto de las características regionales que adop­
Precisemos que el proceso de transforma­ ta el capitalismo com o de las estrategias cam­
ción de la mano de obra es gradual y se va rede- pesinas hasta ahora muy poco estudiadas en el
finiendo históricamente según el nivel de trans- * j>aís. Creemos que la presencia mayoritaria de un
formaciones de la sociedad y en particular de la * campesinado parcelario, indicaría la existencia
hacienda, en donde existe una competencia por de estrategias complementarias a la agricultura
recursos entre la “ econom ía patronal y la cam­ familiar (artesanía, trabajo asalariado ocasional,
pesina” . La proletarización es, entonces lenta y comercio en pequeña escala, etc.). A partir de
con riesgos de conflicto. Esto nos parece impor­ esta combinación de actividades puede efectiva­
tante, por que visto desde este ángulo, muchas mente producirse una diferenciación, pero no sa­
de las estrategias terratenientes —por ejemplo bemos que dirección puede tomar: formación
la eliminación anticipada de huasipungos—, es­ de una pequeña burguesía rural, o de trabajado­
conden el significado de las tensiones existentes res asalariados a domicilio. En todo caso, pen­
al interior de las haciendas que llevaron a la crea­ samos que la agricultura todavía representa la
ción de “ campos de fuerza” transitorios (Thom­ actividad principal sobre la que se concentran los
pson, 1979), no estudiados aún a nivel de la recursos obtenidos en otras actividades.
Sierra ecuatoriana. Minoritariamente, también se puede consi­
Esta perspectiva histórica, así mismo puede derar la posibilidad del surgimiento de una fran­
ayudamos a comprender tanto los procesos de ja de campesinos acomodados (kulak) que adop­
proletarización com o los procesos de campesini- tan las estrategias productivas capitalistas y que
zación en aquellas regiones en que ha disminui­ pueden entrar en competencia con haciendas
do el número de asalariados y ha aumentado modernas. Este nos parece ser el caso de algunas
cooperativas aglutinadas en el Proyecto Cayam-
be, com o resultado de la entrega de tierras del
2 En las UPA menores de 5 has. de la Sierra, sólo el 2 3 ° /o
del tiempo de la mano de obra familiar era productivo, Estado a los campesinos. Pero es de advertir que
mientras un 3 1 ° /o provenía del trabajo fuera de la parcela y un es una excepción, viable hasta ahora gracias al
4 7 ° /o era considerado tiempo improductivo. (MAG - ORSTOM,
197 8 ).
fuerte apoyo estatal. (Furche, 1978). El otroca-
so, ya mencionado en este trabajo es el analiza­
do por Archetti-Stolen (op. cit), donde sólo una
especialización orientada hacia la ganadería y la
producción de quesos, permite a estos campesi­
nos acomodados coexistir al lado de empresas
capitalistas más rentables. Algunos de estos pro­
cesos tienen directa relación con la forma de
acceso a la tierra, sea com o resultado de la ocu­
pación de roles intermedios anteriores (mayor­
domos, mano de obra calificada), sea también
com o resultado del diverso origen y acumula­
ción de los actuales propietarios (com ercio, ser­
vicios, etc.).
El capitalismo agrario en la Sierra ecuato­
riana, señala una subsunción real minoritaria, es*
decir una proletarización reducida, mientras?
por otro lado, existe una subsunción formal mátr®
amplia y más duradéra, con el mantenimiento"*
de una masa de trabajadores en situación de pro­
letarización parcial. Es probable que el paso de
una situación a la otra, implique un largo proce­
so de transición o simplemente que para una
gran porción de mano de obra, no existe esa po­
sibilidad, con lo cual la proletarización parcial,
vendría a constituirse en un fenómeno perma-J¡
nente y estructural, Este nos parece un proble­
ma fundamental, para el conocimiento de las
características que asume el capitalismo en los
países dependientes. En efecto, históricamente
el paso de una a otra forma de subsunción,
sólo se ha cumplido enteramente en los países
de capitalismo avanzado, adquiriendo otras
modalidades en los países de capitalismo depen­
diente. Las formas en que se desarrolla el prole­
tariado en zonas de reciente industrialización en
Africa, donde el costo de producción corre en­
teramente a cargo del trabajador y de su econo­
mía campesina familiar, parece confirmar este
punto de vista (Meillassoux, 1979).
Seguidamente, trataremos de aproximamos
a este problema a través del análisis de la mano
de obra, en las provincias de la Sierra central, es­ babura y 4 .2 ° /o para Cotopaxi). Se trata pues,
cogidas para nuestro estudio. Lamentablemente de un capitalismo ahorrador por excelencia de
no existen los datos comparables del censo de mano de obra, donde sólo una minoría de traba­
1954, así que utilizaremos los datos del censo jadores adquiere una situación de clase perma­
de 1974. nente. El problema es más agudo todavía, si te­
De acuerdo con esta información, podemos nemos en cuenta que no son precisamente las
trazar una línea diferenciadora entre los estratos propiedades multifamiliares grandes las que utili-
que llegan a las 50 has. (estratos más campesi­ Zan el mayor porcentaje de estos trabajadores,
nos) y los que sobrepasan este límite (estratos gino una vez más, los estratos intermedios, don­
capitalistas). A partir de allí, podemos distinguir de puede existir una burguesía agraria y campe­
ciertas características con respecto a la mano de sinos acomodados. Esta característica confirma
obra. Un primer elemento que salta a la vista, es la estrategia extensiva de una fracción latifun­
el alto porcentaje de personas ocupadas en los dista que gravita negativamente sobre la fuerza
estratos campesinos, sobre todo en las propieda­ de trabajo.
des sub-familiares: 5 3 o/o para el caso de la pro­ La presencia de importantes porcentajes
vincia de Pichincha; 7 4 ° /o para Imbabura y de trabajadores ocasionales, especialmente en los
7 9 °/o para la provincia de Cotopaxi. Al contra­ estratos campesinos, requiere de una mayor ex­
rio, en los estratos capitalistas se puede ver el ba­ plicación. No es lo mismo una vinculación en los
jo grado de absorción de trabajadores, con por­ estratos menores de 10 has. que en los estratos
centajes que van desde el 2 0 .5 °/o al 6 .2 ° /o para capitalistas. Así, la presencia de trabajadores
la primera provincia hasta porcentajes realmente ocasionales en las propiedades subfamiliares, por
insignificantes que van desde el 7 .1 °/o al 2 .5 °/o la misma estrechez de los recursos que disponen,
para Cotopaxi. y por el alto grado de absorción del trabajo fa­
Esto nos indica que al interior de una mis­ miliar significa una forma de disfrazar el desem­
ma tendencia, existen diferencias regionales o pleo rural. Es más bien una población de trabaja­
zonales que requieren un análisis más afinado. dores “ refugiada” en parcelas campesinas ante la
El peso de las parcelas campesinas es indiscutible imposibilidad de vincularse con otros tipos de
en el caso de las provincias de Cotopaxi e Imba­ unidades productivas. Esta situación puede va­
bura, bastante más matizado en la provincia de riar en los otros estratos en especial en las unida­
Pichincha, donde toman importancia los estratos des capitalistas, donde la inserción com o mano
intermedios. de obra ocasional, denota una modalidad de
Por otro lado, el alto porcentaje de la cate­ proletarización parcial con carácter estacionario.
goría “ productor y miembros del hogar no asa­ También en este aspecto, es la provincia de
lariados” , muestra así mismo la importancia del Pichincha, la que presenta los porcentajes más
trabajo familiar en los estratos campesinos, es­ significativos, confirmándose su mayor grado de
pecialmente en las propiedades sub-familiares, desarrollo capitalista en relación a las otras pro­
donde se afinca la gran mayoría de trabajadores vincias analizadas aquí.
rurales. A pesar de que nuestra aproximación no da
Si analizamos a los trabajadores permanen­ cuenta de toda la riqueza del problema de las
tes, comprobamos que son los menos numerosos transformaciones en la mano de obra, podem os
(1 2 ° /o del total para Pichincha, 4 .3 ° /o para Im- establecer algunas conclusiones provisionales:
1) El m odelo de modernización de la estructu­ 5) El problema de la “ escala” de la proletari-
ra agraria de la Sierra ecuatoriana, no ha lo­ zación, al parecer es una característica del
grado una transformación de la mano dé" capitalismo agrario que no se cumple en el
obra ni en profundidad ni en extensión, caso ecuatoriano. Según, Marx, uno de los
2) Un gran porcentaje de la población, con ti-'' elementos que distinguen al proceso de
núa vinculada a las parcelas campesinas. Por trabajo subsumido de las “ viejas modalida­
un lado, estos campesinos también son ex­ des laborales” , es la cantidad de obreros
plotados por el capitalismo, especialmente dirigidos por el mismo patrón (1975, p. 57).
a través de mecanismos ligados al capital Com o se ha visto, ésta es reducida y va dis­
comercial y al usurario. Estas formas, tam­ minuyendo conform e la explotación es más
bién pueden ser consideradas com o subsun- grande. Así por ejemplo, sólo 175 explota­
ción formal del trabajo al capital, y pueden ■ ciones (0 .4 °/o del total) ocuparon 30 y
acarrear a largo plazo un proceso de prole- más obreros en la provincia de Pichincha
tarización cuyo requisito principal es la pér­ en 1974, en tanto que el 9 4 °/o de las ex­
dida del medio de producción tierra. Por plotaciones (en gran parte correspondientes
otro lado, la presencia de algunas propieda­ a estratos campesinos), utilizaron de 1 a 5
des familiares, puede significar la viabilidad trabajadores, lo cual da una idea de la esca­
de un m odelo campesino y la posibilidad de la reducida de nuestro capitalismo agrario.
competir con el capitalismo. Nótese que es­ 6) Como ya lo hemos indicado, el diverso gra­
tas propiedades son generadoras de empleo, do de desarrollo del capitalismo en las re­
en porcentajes tan significativos que a veces giones analizadas, explica la existencia de
superan a los de las propiedades multifami- una mayor fluidez de la estructura agraria,
liares grandes. lo que permite a su vez un mayor grado de
3) Esto nos lleva a reflexionar sobre el hecho inserción de la mano de obra (caso de la
inacabado o imperfecto del capitalismo, y provincia de Pichincha), mientras que la ri­
la presencia de alternativas que pueden to­ gidez de la misma, produce el efecto con­
mar importancia en coyunturas conflicti­ trario (caso de la provincia de Cotopaxi).
vas. Una población, que a pesar de la migra­ No hay duda que visto el problema desde
ción, sigue ligada a su cada vez más precaria una perspectiva capitalista, un mayor acce­
econom ía parcelaria, puede significar no so a la tierra, y una mayor diferenciación
sólo resistencia al capitalismo, sino también campesina, generan procesos de mayor
adaptación. dinamismo y profundidad en el campo.
4) En estas condiciones, las nuevas formas de 7) La concentración de un gran porcentaje
vinculación de los campesinos con la ha­ de los trabajadores en propiedades parce­
cienda, podrían generar bajo la modalidad larias, puede abrir una coyuntura en que las
del “ trabajo ocasional” , nuevas formas de grandes propiedades se vean presionadas
precarismo. Pero al interior de las parcelas por una econom ía campesina comprimida
campesinas, la aparcería, mediería, sub­ y sin mayores alternativas de empleo. En
arrendamiento, etc., responden a los meca­ este sentido una agudización de conflictos
nismos tradicionales de reciprocidad e sociales, en donde primen las reivindica­
intercambio entre las familias. ciones aparentemente campesinas puede
reflejar más bien la búsqueda de empleo A nalm ente a través de la venta regular u oca¿ao-
problema frente al cual el capitalismo se ha , J J de la fuerza de trabajo. Asi pues, la combina
visto impotente en solucionarlo. -g S n trabajo salarial y trabajo paredaño, confor­
8) La reproducción de la mano de obra, recae man la estrategia central de sus economías.
en gran parte sobre la familia campesina. - Llama la atención de que seis de las ocho
De este m odo, la relación salarial cubre sólo zonas escogidas para el estudio se encuentren
una pequeña fracción de la reproducción ubicadas en tom o a la Cuenca del Guayas, prin­
biológica y social del trabajador rural y su cipal zona receptora del grueso de los
familia. Sin el aporte de la econom ía parce­ tos migratorios del campesinado pobre de la Si
laria, las unidades capitalistas muy difícil­ n-a y de la Costa.4 Desde una perspectiva macro
mente podrían extraer una tasa de ganan­ esta región estaría articulando extensaszonasde
cia significativa que les permita continuar pauperización campesina y captando los exce­
con su actividad en el campo. La masiva dentes sobre todo poblacionales del campo.
participación de los trabajadores rurales Así pues, después de ocho años de realiza-
temporales, amén del débil grado de orga­ do el último censo agropecuario,laS1^ 10^
nización sindical, inciden directamente en la mano de obra en el campo parece encontrarse
el bajo nivel de remuneración de la mano “en una situación dramática que ^ caractenz ar a
de obra y en general de su bajo costo, en por un incremento del campesinado pobre y so
beneficio del capitalismo agrario.3 todo por su transformación progresiva en un
Señalemos por último que recientes estu­ proletariado sui-géneris, aferrado com o ultima
dios sobre el campesinado, demuestran la crítica tabla de salvación a sus mini-parcelas pero con
situación por la que atraviesan especialmente los muy pocas posibilidades de encontrar trabajo en
productores propietarios de parcélas menores de el medio rural.
cinco hectáreas. La tendencia hacia la proletari-
zación, afectaría el 3 5 ° /o de los campesinos del
país que tienen menos de una hectárea que
sumados al 4 1 °/o de propietarios entre una y
cinco hectáreas, nos dá la cifra del 76° / o del to­
tal de campesinos que se encontrarían en situa­
ción de pauperización y crisis. (CESA / ALOP,
et alii, 1982).
Si bien estos dos estratos de campesinos,
cuyo porcentaje sube a un 8 4 °/o si nos atene­
mos a las ocho zonas en donde se realizaron es­
tudios en profundidad, se aferran al campo, sus
estrategias de supervivencia, dependen cada vez
más de las posibilidades de obtener ingresos prin-

3 A pesar de las alzas salariales de 1980 y de 1 98 2 , lo« sala­ 4 Estas zonas *£


rios agrícolas reales, en relación a los nominales (año base, S 5 S S S & - T Alamor-CeUca.CESA /
junio 1 9 7 8 - abril 1 97 9 ) representaban en los primeros meses de
1 9 8 3 , tan sólo el 5 2 ° /o para la Sierra y el 5 3 ,9 ° /o parala Costa. ALOP, op. d t.
V I L A FUERZA DE TRABAJO
E N UNA ZONA DE MODERNIZACION
TARDIA

1 La región de los valles interandinos, com-


I prende aproximadamente unos 64.454 Km2,
de los cuales tan sólo el 9 ° /o están considerados
com o tierras agrícolas y ganaderas. Se trata de
[ una zona con características climáticas, topográ­
ficas y ecológicas muy variadas y con serios pro­
blemas de erosión y desbalance entre alta pobla­
ción y escasos recursos.
Las mejores y más fértiles tierras se encuen­
tran ubicadas en las zonas planas, donde históri­
camente se fueron concentrando las haciendas,
desarrollándose más rápidamente un proceso de
modernización ligado a la ganadería de leche.
En cambio, las zonas altas, ubicadas por
sobre los 3.000 mts., poseen características eco­
lógicas diferentes, predominando las tierras de
páramos1 y grandes espacios erosionados.
Las pocas tierras agrícolas tienen fuertes
gradientes y aunque son adaptables a una técni-

1 “ El paisaje típico del páramo consiste en una cadena in­


finita de lomas onduladas, con densos mechones de hier­
bas...” Es aprovechable para cultivos de cebada y tubérculos
hasta los 3 .0 0 0 mts. (Salomon, 1 98 0 , pp. 77 - 78).
ca campesina, están expuestas a los peligros de yna “ zona intermedia” , determinada por la pre­
una sobre-explotación y a largo plazo a la ero. sencia de haciendas con significativos procesos
sión. de inversión, utilización de trabajadores asalaria­
Dos fenómenos llaman la atención en esta dos y producción mixta, esto es, agrícola (sobre
zona: una masiva presencia campesina y un tar- todo papas) y pecuaria (de ganado de leche).
d io proceso de modernización de las haciendas. A continuación señalamos algunas tenden­
Por lo mismo, consideramos com o terreno pri- cias principales que permiten precisar la nueva
vilegiado para el estudio de la interrelación ha­ conformación de la estructura agraria.
cienda-campesinos, así com o las tendencias re­
sultantes del avance del capitalismo sobre estos jj LA CONTINUIDAD DE LA HACIENDA
“ poros andinos” .
A diferencia de los procesos consolidados
1. CAMBIOS Y PERMANENCIA EN LA en otras zonas de la Sierra,2 aquí todavía la ha­
ESTRUCTURA AG RAR IA cienda sigue constituyendo el eje económ ico-
político de la estructura agraria. Este es el “ de­
El área de investigación escogida, incluye nominador común” , sobre el cual puede enten­
las comunidades de Rasuyacu, Pilacumbi y la derse la misma falta dé homogeneidad, señalada
Cooperativa “ Cotopilaló” , pertenecientes al más arriba.
cantón Latacunga en la provincia de Cotopaxi, Históricamente, ha predominado la hacien­
y se inscribe dentro de una macro-zona de inves­ da tradicional, ya sea en manos de la Iglesia o de
tigación, caracterizada en términos generales por latifundistas rentistas. Las propiedades de la Igle­
su falta de homogeneidad, tanto en tipos de uni­ sia y en cierta medida, también las de los terrate­
dades productivas, com o en procesos de diferen­ nientes tradicionales, casi siempre estuvieron
ciación campesina y en las modalidades de inser­ arrendadas y hasta la expedición de la primera
ción de la mano de obra en el mercado capitalis­ Ley de Reforma Agraria no existieron modifica­
ta. ciones importantes en el carácter de la mano de
Según el informe: “ Las zonas socio-econó­ obra (conciertos en un primer momento, más
micas homogéneas déla Sierra” , elaborado por el tarde huasipungueros).
MAG y el organismo francés ORSTOM (1979,
A pesar de que algunas haciendas pasaron a
p. 15) se trataría de una zona de ganadería ex­
poder de los campesinos (por ejemplo, las que
tensiva, ubicada sobre los 3.000 mts. de altitud,
pertenecían a la Universidad Central del Ecuador
donde resaltan las siguientes características:' en la zona de Yanahurco, aledaña a la zona de
a) atraso de los sistemas técnicos de produc­
investigación), una gran mayoría tanto de la par­
ción utilizados en las haciendas y,
te alta com o de la parte baja, cambiaron de pro­
b) la presencia de fuertes procesos de parceli-
pietario y fueron vendidas en lotes más peque­
zación, ya sea por entrega a ex-precaristas,
ños o subdivididas por herencias. No por eso de-
com o por la venta de “ acciones” a repre­
sentantes de la pequeña burguesía comer­ 2 El caso más notable es el área de Guamóte en la provin-
ciante. ' cia de Chimborazo. En un lapso de 16 años, 7 1.5 0 0 has.
Q u e estaban en manos de 9 haciendas ( Q u e se disuelven), pasan
Sin embargo, en las investigaciones de cam­
1 a poder de 2 0 .1 1 4 campesinos que conforman actualmente 52
p o, se pudo constatar, que se trata más bien de I comunidades. Cf: Gangotena, Páez y Pólit, 1980.
sapareció la hacienda en cuanto unidad produc­
CU AD R O N o. 12
tiva. Su persistencia histórica se la puede ver en
T A M A Ñ O DE A L G U N A S H A C IE N D A S DE
los nombres que prácticamente son los mismos
T O A C A Z O (1 9 6 7 - 1 9 7 9 )
existentes hacia la década del 40.3
T A M A Ñ O DE HAS N o. H AS. o /o TAM AÑO
CUADRO No. 11
p r o m e d io

SITUACION DE LAS HACIENDAS DE


10 - 50 8 9 7 .1 1.0 12.1
TOACAZO 2 3 3 .0 2.4 5 8 .2
50 - 100 4
100 - 500 10 1 .9 7 6 .1 2 0 .3 1 9 7 .6
HACIENDAS PERIODOS 500 y más 6 7 .4 4 7 .5 7 6 .3 1 .2 4 1 .3
1937 - 1958 1967 -1979 9 .7 5 3 .7 100.0 5 7 7 .5
TOTAL 28
Vendidas 5 16
Arrendadas — 3 F U E N T E : D IN A C , Fichas de avalúos y catastros
Ocupadas por campesinos — 2 de la propiedad.

TOTAL 5 21

FUENTE: DINAC, Fichas de avalúos y catastros de la gran parte al proceso de mercantilización así
propiedad. com o de subdivisiones hereditarias; pero no se
encuentra una diferencia importante con las an­
La muestra presentada aquí, señala una alta teriores, ni desde el punto de vista de la orienta­
mercantilización de la tierra para el período ción de la producción (papas y cebada), ni en el
1967 - 1979. Muchas de estas haciendas fueron manejo empresarial (de corte tradicional).
vendidas en lotes de hasta 50 has., otras pasaron El ejemplo más interesante de continuidad
a poder de los campesinos (favorecidas aunque de la estructura hacendataria, a pesar de los cam­
tardíamente por la acción de la reforma agraria) bios experimentados en la década del 70, es el de
pero las unidades más grandes se mantuvieron, la hacienda Rasuyacu, cuyo origen se remonta a
sin experimentar cambios substanciales en su ta­ la época colonial.4
maño. La Arquidiócesis de Quito, compra la ha­
Las cifras, aunque parciales, son lo suficien­ cienda en 1935, que comprendía los fundos de
temente reveladoras de la persistencia de grandes Rasuyacu y Cotopüaló al preciodeS/.231.000,o 6
haciendas en la década pasada. La importancia En 1965 y acogiéndose a la Ley de Reforma
numérica de las haciendas medianas se debe en
4 Según Aquilea R. Pérez, la hacienda “ Cotopilaló” , produc­
tora de granos, pertenecía en el año 175 0 a los jesuítas.
3 En la parte baja, todavía se mantienen las haciendas de Con la expulsión de la Compañía de la Real Audiencia de Quito,
Pachuzala, Monjas, Huilatüín, Sta. Rosa, La Victoria, La decretada por Cados III en 1 7 6 7 , es vendida en subasta pública
Delicia. En la parte alta, se encuentran Rasuyacu, San Francisco, con el nombre de Temporalidades conjuntamente con el hato
La Providencia, Chizalb, Mónica, El Pongo, Yucusí, etc. Eviden­ “ QuMu sillín” a Ignacio Solano de la Sala en 3 3 .5 0 0 pesos. En,
temente estas haciendas no constituyen un conjunto homogéneo op. cit., pp. 1 3 7 ,1 4 0 ,1 4 2 .
y entre ellas se puede encontrar desde verdaderas empresas agrí­
colas modernas (Hda. Mónica), hasta haciendas de Upo tradicio­ 5 Secretaría de Temporalidades, Volumen D -2, folio 2 02 ,
nal (Hda. Y acusí ). 1935.
Agraria, elimina las relaciones de trabajo huasi- 1.2 LAS ESTRATEGIAS DE CAMBIO
pungueras y divide la propiedad entre la Dióce­
Las haciendas de esta “ zona intermedia” ,
sis de Ambato que retiene la hacienda Cotopila-
deberían ser vistas com o de transición hacia la
ló y la Diócesis de Latacunga a quien le toca
Rasuyacu. ganadería. Esta es la orientación principal, pero
el hecho de que todavía tenga un peso impor­
Seis años más tarde, el 14 de julio de 1971
tante la producción agrícola, señala las limita­
la hacienda Cotopilaló es a su vez entregada por
ciones y dificultades de este tránsito. No se tra­
la Diócesis de Ambato a la administración de
ta de una situación estática, sino de la obtención
CESA (Central Ecuatoriana de Servicios Agríco­
de una mayor rentabilidad —dadas determinadas
las). En total, esta hacienda poseía 1.342 has.,
condiciones de producción— a través de una lí­
que pasaron a formar parte de las cooperativas
nea específica de producción.
“ Cotopüa10” (1.100 has.) y “ Eloy Alfaro”
(242 has.)6 Así por ejemplo, no hay que olvidar que
por un lado, la adaptación de ganado de raza a
La otra parte (alrededor de 1.665 has.) es altitudes superiores a los 3.000 mts. de altitud,
vendida por la Diócesis de Latacunga el l o de conlleva un largo período de ensayo de pasturas
Octubre de 1969 a V.T., antiguo partidario, así com o de razas de animales y por otro, los
arrendatario y mayordomo de la misma hacien­ mismos pisos ecológicos, sólo permiten salvo
da. la introducción de regadío—, el cultivo de tu­
Queremos resaltar aquí, que a pesar de que bérculos y cereales de altura (cebada), con una
existen dos modalidades de disolución (forma­ rentabilidad menor que la ganadería de leche.
ción de una “ cooperativa” y modernización de De acuerdo a datos obtenidos de la hacien­
la hacienda), ellas funcionan todavía en algunos da Rasuyacu en 1980, una tercera parte de su su­
aspectos bajo el m odelo de la hacienda tradicio­ perficie, se destinaba todavía a la agricultura,
nal vigente anteriormente en la zona. Así, por proporción que previsiblemente se mantendrá,
ejemplo, la mano de obra en las dos unidades tanto por las características ecológicas del terre­
productivas es controlada bajo el sistema de “ ra­ no, com o por la misma estrategia del propietario
yas” , característico más bien de las relaciones de de mantener su unidad productiva com o mixta,
producción precarias.7 con lo cual obtiene cierta seguridad, frente a los
Sin embargo, hay que destacar el hecho de riesgos eventuales de clima, mercado, plagas, etc.
que estas dos unidades productivas se encuen­ Por otro lado, la existencia de un 4 0 ° /o de
tran en un proceso diametralmente opuesto en la superficie dedicada a pastos artificiales, indica
cuanto se refiere a los sistemas de acumulación el peso importante de la ganadería de leche, acti­
internos, el nivel de desarrollo empresarial al­ vidad productiva con la cual, según palabras del
canzado, y los procesos de diferenciación social. propietario, “ se tapa” cualquier desequilibrio
6 La Diócesis de Ambato, decidió ejecutar la transferencia
producido en la agricultura.8
de su predio no sólo en beneficio de los campesinos Q u e
tenían alguna relación de trabajo con la hacienda, sino también
de los residentes de zonas aledañas a dicho predio, los mismos 8 Es interesante anotar que es en la actividad pecuaria, don­
que por carecer de tierras se encontraban subsistiendo mediante de el latifundista sigue invirtiendo en mejoras tecnológi­
precarismo. cas. Así por ejemplo, en junio de 1 98 0 , ya tenía instalado un
7 Sistema de contabilidad de los días trabajados, en el cual “ galpón” para ordeño mecánico, y se aprestaba a instalar la tec­
una raya, significa un día de trabajo. nología de la firma sueca Alfa-Lavál.
Así mismo, la disponibilidad de páramos una estrategia intensiva en tecnología. La prime­
presenta el lado extensivo de la estrategia pro- ra, implica además el acaparamiento de tierras en
2 5 0 /n r f . f ^ ^ m e n t e . Por el momento, un la zona, pues no hay que olvidar que el dueño de
/o de la superficie de la hacienda es utilizado Rasuyacu posee un juego de tres haciendas (San
n?sZ n? ner 81 gana^ ° de Hdia” y com o meca Francisco, La Providencia y Chizaló), dedicadas
msmo de incorporacion progresiva de “ tierras a actividades agrícola-ganaderas y por otro lado
vírgenes , en una primera etapa a l a p r o d u c S
desde 1970 ha empezado a vender y comprar tie­
S c w i “ 38 ^ PatE h totmaci6” de paito» rras a pequeños propietarios de la zona de
Toacazo.
*• eiJ1bargo, se puede señalar que las alter- Para explicar la presencia de actividades
S o n tL * + terr,atenientes y las decisiones que productivas mixtas, lo importante es analizar la
adopten frente a la orientación productiva de la
relación entre éstas y la mano de obra. Lo que se
hacienda, no solo dependen de condicionamien­
observa es que las actividades agrícolas, facilitan
tos económ icos (créditos, mercado, salarios, e t c )
el desarrollo de relaciones precarias, aunque por
S/or ° f C? S { dlsPonibilidad de pisos de cultivos otro lado son las que generan más empleo. Es al­
negó, etc.) smo sobre todo “ sociales” esto ps’
rededor de estas actividades que se organizan al­
*ae otara. M
Masá adelante,
T 'iT ? veremos com
con’
o también
gunas comunidades de la zona (Rasuyacu, Coto-
pilaló, Chilla, San Bartolo, Yanahurco, etc.). En
aquí se desarrolla un “ campo social», un espacio
cambio las actividades ganaderas (de leche), res­
pfación dp f ° ^ eS’ 6n laS modaIidades de apro­ ponden más a una lógica empresarial, donde la
piación de trabajo por parte de los terratenientes
fuerza de trabajo es desplazada progresivamente
r s ia por el adelanto tecnológico.
Por último, creemos que el origen o extrac­
ción de clase de los terratenientes, juega un rol
territorial, con una importante inversión de capi- importante en el conjunto de sus estrategias. Así
por ejemplo la ausencia de una visión de mundo
" ®JO,y clrcuIante>al mismo tiempo que la pre- plenamente empresarial en el dueño de la hacien­
máe° Ia V Uu.a importante inversión ganadera son da Rasuyacu, se equilibraba con la presencia de
M ^ h ach iav ? i ^ Z° naJ le los valles fértües de ciertos “ patrones campesinos” en su relación
Machachi y Latacunga. Esta tendencia debe ser
con la mano de obra.9
los 3 000 m t T na& ecológicas superiores a
ios d. 000 mts., donde com o ya hemos señalado
a óptima utilización de la tierra p“ ¿ por el de’ 1.3 LAS LIMITACIONES “EMPRESARIA­
sarrollo de actividades productivas mixtas LES” DE LOS NUEVOS PROPIETARIOS
F° r eJ
contrano, las estrategias de los terra-
de lo s ^ L t o ZT &’ ° ° í resPecto a la utilización Uno de los aspectos interesantes del proce­
Z dek.Pro!i“ “ ‘ón, puede presento so de reestructuración agraria de la zona, es sin
interesantes combinaciones. A sí por eiemnln
puede existir una estrategia extensiva con respec­
9 El caso opuesto es el del propietario de la Hda. “ Ménica” ,
to a la utilización de la tierra y de la m a n ? * , de origen urbano y profesional de ciencias agrícolas, cuyo
ra (caso de la hda. Rasuyacu), combinada con estilo de conducci6n de la empresa, orientación de la producción
(cebada cervecera), difieren notablemente del contexto zonal).
duda, el acceso a la propiedad de nuevos sectores zación tecnológica y aprovechamiento de la tie­
empresariales que no tienen origen terrateniente. rra, nos encontramos con la paradoja de la exis­
Este es el caso del propietario de Rasuyacu tencia de un control “ monopsónieo” sobre la
quien habría empezado en actividades del co­ fuerza de trabajo.
mercio, habría sido partidario, para luego pasar Al parecer estamos ante un caso en que un
al sistema de arrendamiento de vastas partes de gran desarrollo de las fuerzas productivas no im­
la antigua unidad productiva, ocupando puestos plica necesariamente la presencia de relaciones
de importancia com o el de mayordomo de la de producción plenamente capitalistas. T odo lo
misma hacienda.10 contrario, la persistencia y “ recreación” de m o­
Esta situación, indudablemente le facilitó dalidades de trabajo precarias, son un elemento
tanto la compra de la hacienda (por ser una per­ importante en la dinámica de acumulación del
sona “ de confianza” de la Curia de Latacunga), hacendado. Sin embargo, no negamos la posibi­
así com o el manejo económ ico de la misma (co­ lidad de que sean las condiciones específicas de
nocimiento de la zona, de la potencialidad pro­ reproducción campesina de las comunidades que
ductiva de las tierras y, lo que es más importan­ nutren de mano de obra, las que impongan “ las
te, de la mano de obra). reglas del juego” en la relación fuerza de trabajo-
Lo interesante de este caso, es que el capi­ terrateniente.
tal para la compra de la hacienda, proviene de un
sistema de acumulación generado internamente 2. EL CONTROL SOBRE LOS MEDIOS
y en gran parte en la misma unidad productiva. DE PRODUCCION Y LA MANO DE
Cualquiera haya sido el origen del capital (co ­ OBRA
mercial, usurero, agrícola), éste surgió en la mis­
ma zona. Sólo en una segunda etapa, toma im­ 2.1 LA MONOPOLIZACION DE LA TIERRA
portancia el capital financiero, para completar el
pago de la deuda a la Curia y, más tarde para la
Uno de los mecanismos utilizados dentro
compra de otras propiedades.11
de la estrategia extensiva terrateniente es la m o­
Sin embargo, si se considera a la hda. Rasu­
nopolización de los medios de producción y de
yacu com o representativa del punto más avanza­
la mano de obra. Veamos hasta que punto, esta
do de modernización (con relación a la zona in­
tendencia se cumple en el caso de Rasuyacu.
termedia), hay que precisar que su nivel inter­
Ya hemos señalado, que el propietario ade­
no de desarrollo es desigual con respecto a los
más de comprar las haciendas aledañas (San
factores de producción.
Francisco y La Providencia) y la hacienda Chiza -
En efecto, frente a una relativamente alta
ló, empezó tempranamente la compra-venta de
inversión de capital, un buen grado de modemi-
tierras a campesinos parcelarios de la zona de
Toacazo. Este doble movimiento, indica una es­
10 En el año 1962, el actual propietario de Rasuyacu, apare- trategia más complicada que la simple m onopo­
c° r“ ° 11110 de l ° s "contratistas-aparceros” , en realidad
sub-arrendatario, que sembraba papas en gran cantidad. En Se­ lización de la tierra.
cretarla de Temporalidades, Vol. A-D, Folio 97 ’ En efecto, hay que anotar que las haciendas
ü En este sentido, fue el Banco de Préstamos, el Que Jugó anexas a Rasuyacu, funcionan en realidad com o
un papel importante en la compra de la hacienda “ La Pro­ unidades “ satélites” del “ casco empresarial” ubi-
videncia” y de un hato ganadero de alta cruza.
Cuadro N° 13 La mayor parte de esta tierra fue vendida a
campesinos ex-huasipungueros de la misma ha­
HACIENDAS DE LA FAMILIA T. cienda, propietarios de minúsculas parcelas, pero
(datos aproximativos) que carecían de recursos monetarios efectivos.
La superficie de los predios vendidos variaba mu­
cho y seguramente fue distribuida de acuerdo al
NOMBRE HAS. tamaño de la familia. Lo interesante de esta ope­
RASUYACU ración es que el terrateniente, al vender zonas
1.665 a
LA PROVIDENCIA marginales (generalmente de páramo) que por el
140
CHIZALO 150
momento no eran necesarias dentro de la estra­
tegia productiva de la hacienda, eliminaba vir­
TOTAL 1.955 tualmente cualquier tentativa de demanda de tie­
rras por parte de los campesinos.

FUENTE: Investigación directa, 1980, y DINAC, Fichas


de avalúos y catastros, CUADRO No. 14
a/ dato correspondiente a la compra original, posterior­
mente se ha vendido un 12.2 ° /o a campesinos de la zo­ TIERRA VENDIDA POR EL PROPIETARIO
na. DE LA HACIENDA RASUYACU

cado en la hacienda matriz. Es probable que la AÑOS HAS.


estrategia sea cubrir los riesgos de alta inversión
1972 173,1
tecnológica de Rasuyacu, un procedimiento si­
1973 46,8
milar al rol que cumple la leche en la estrategia
1979 18,8
mixta. El terrateniente, al comprar “ de oportu­
TOTAL 238,7
nidad” las haciendas satélites, amplió considera­
blemente las disponibilidades de tierra, encapsu-
FUENTE : DIN AC, Fichas de avalúos y catas­
lando varias comunidades que pasaron a conver­
tros.
tirse en las clásicas zonas de reserva de mano de
obra barata, eliminando parcialmente la posibili­
dad de desarrollo de “ vías campesinas” . 2.2 EL CONTROL DE LA MANO DE OBRA
El segundo movimiento, puede indicar por
un lado, la pérdida de tierra por parte de campe­ Normalmente, el control “ m onopsónico”
sinos parcelarios que migran de la zona y que en­ del terrateniente sobre la fuerza de trabajo, se es­
cuentran alguien listo a comprarles su parcela y tablece, cuando por un lado hay un exceso de
p or otro, la búsqueda de tierra por parte de cam­ oferta de trabajo y sobre todo cuando no existen
pesinos que necesitan ampliar sus reducidos me­ alternativas de empleo en la zona. En estas cir­
dios de producción. En este último caso, se tra­ cunstancias, el mercado laboral se encuentra de­
ta de un mecanismo más para controlar la mano finido más bien por la cantidad de trabajadores
de obra; pero tanto la compra com o la venta de que contrata el latifundista y no por los salarios
tierras, demuestran que éstas se encuentran en imperantes en el mercado. (PREALC, 1976,
las manos del dueño de la hacienda. P- 76)
Sin embargo, en el caso analizado, hace fal­ ge trata de jornaleros contratados para las épocas
ta añadir un nuevo elemento, que se refiere a las de siembra y cosecha, generalmente de fuera de
“ modalidades tradicionales'’ de vinculación de la la zona y de preferencia indígenas.
manó de obra con la hacienda. Nos referimos Hacia 1976, el dueño de la hacienda traía
concretamente a la subsistencia de antiguos pre- jornaleros ocasionales desde la población de Pal-
carismos, que el terrateniente supo aprovechar­ mira en la provincia de Chimborazo. El argumen­
los para su beneficio. to esgrimido para justificar esta lejana contrata­
Veamos con detenimiento, el tipo de traba­ ción es que en la zona hay escasez de mano de
jadores que utiliza la hacienda Rasuyacu: obra.12 ,
Ahora bien, es difícil aceptar que se trate
de un problema de falta de oferta de mano de
CUADRO No. 15 obra en una zona, donde las haciendas se en­
cuentran rodeadas de comunidades indígenas o
FUERZA DE TRABAJO DE LA HACIENDA mestizas que podrían nutrir largamente las nece­
RASUYACU Í976 sidades de los hacendados. Pero ¿por qué no se
da esta relación cuando, precisamente, están da­
TIPO OCUPACION NUMERO das las condiciones para ello?
En primer lugar, hay que tener en cuenta,
Mayordomo 1 que se trata de una zona, donde se ha dado al
Tractorista 1 mismo tiempo varios procesos de diferenciación
Trabajadores Chofer 2 campesina, cuyas raíces históricas señalan alter­
permanentes Ayudantes 4 nativas todavía no estudiadas en nuestro país.
Cocinera 1 Existieron conciertos, comunidades libres; más
Ordeñadoras 7 adelante, huasipungueros en haciendas privadas,
Trabajadores de la Iglesia, del Estado y así mismo, campesinos
ocasionales* Peones 48 parcelarios independientes.
La mano de obra, pues, nunca fue homogé­
TOTAL 64 nea, menos aún después de la reforma agraria, la
cual abrió varias alternativas para los campesinos
* Divididos en 24 trabajadores durante la siembra y que de una u otra forma se convirtieron en “ par­
un número igual durante la cosecha. celarios” con acceso a la propiedad de la tierra.
FUENTE: Investigación directa, 1976. De esta manera, la disponibilidad de una
mano de obra bon marché para los terratenientes
de la zona, se vió grandemente reducida. Sólo las
comunidades que quedaron encapsuladas en los
Al igual que la mayoría de las haciendas
límites de la hacienda (com o la de Rasuyacu) se
modernas de la Sierra ecuatoriana, el grupo de
vieron forzadas a establecer varias modalidades
asalariados permanentes, es reducido. Fuera del
de vinculación com o mano de obra, para poder
cuerpo administrativo y de las actividades de
mantener el sistema campesino de reproducción.
servicios, sólo las ordeñadoras representan el gru­
po más numeroso de estos trabajadores. 12 Según expresión del propietario: “ ahora hay que poner las
En cuanto a los trabajadores ocasionales, manos para que trabajen” .
De hecho, los trabajadores permanentes perteneJ El problema puede tomarse conflictivo
cen a esta comunidad y el resto mantiene relaJ oara el dueño de Rasuyacu, enfrentado desde ya
ciones de tipo precario que las analizaremos más] H a competencia que sobre la mano de obra le
adelante. 1 presentan variashaciendas modernas de la zona.
La otra fuente potencial de mano de obra Un tercer grupo de trabajadores que no
P °dria ser la comunidad de Pilacumbi. Pero es : constan en el cuadro, pero que posiblemente sea
de una comunidad de campesinos parcelarios igual de numeroso que el de los trabajadores oca­
que nunca mantuvo estrecha relación con las ha­ sionales, es el de los “ precaristas” , que se vincu­
ciendas de la zona, pues no fueron conciertos ni lan con el terrateniente a través de la modalidad
huasipungueros. En la actualidad, se encuentra de trabajo “ al partir” . Generalmente son campé­
inmersa en un intenso proceso de mestizaje con anos de las comunidades colindantes y no ex­
notables niveles de educación lo que ha facilita­ clusivamente de Rasuyacu, que establecen con­
do su vinculación extra-zonal com o mano de tratos de aparcería muy variados: ya sea en tie­
obra migratoria hacia el mercado capitalista ur­ rras de su propiedad, com o en tierras que toda­
bano (Quito). Estos trabajadores tienen ya una vía pertenecen al terrateniente.
experiencia y puntos de referencia que sobrepa­ Señalemos de paso que esta modalidad de
san los estrechos marcos de la sociedad rural. trabajo no sólo es exclusiva de la relación terra-
Con estos antecedentes, el problema de la teniente-campesino, sino que se halla altamente
escasez de mano de obra, es más bien un proble­ difundida entre los mismos campesinos, y cuya
ma de salarios, y en definitiva un problema de práctica demuestra el alto grado de diferencia­
niveles de explotación de la fuerza de trabajo ción social existente en la zona.
be comprende, por qué el propietario de la Por último, existe un grupo de trabajadores
hacienda, prefiere utilizar una mano de obra ba­ en cierta forma obligados a intercambiar una
rata que solo la puede obtener en zonas de eco­ renta en trabajo por la utilización del paramo
nomías parcelarias de “ alto componente indíge­ para pastoreo de sus ganados. La gran mayoría
na (zona de Chimborazo, y más recientemente de éstos, pertenecen a la comunidad de Rasuya­
la zona indígena de Chilla en la provincia de Co- cu pero, también, existen de las comunidades de
ref^3 3 traVéS de un sistema de “ enganchado- Pilacumbi y Llugsiche. Al principio, estos cam­
pesinos estaban obligados a devengar una jorna­
esto se evita la negociación directa con da de trabajo (generalmente el lunes) por la uti­
trabajadores “ alzados” que piden altos salarios y lización de los pastos de paramo, pero actual­
que a la larga pueden constituir un peligro no só- mente están obligados a devengar una tarea
1° e/ :° n°™ic,° fino también político para la es­ específica que es impuesta por el patrón, con lo
tabilidad de la hacienda.14 cual evidentemente se alarga el tiempo de traba-

13

14
s s s r t 's r ;s s s r c s s s s
^ neCeSÍdade8 ocasionaJes * ¿abaja-
Es interesante señalar la fonna en que es tratada esta ma-
msmmszsM
construcción en Quito,

15 Por ejemplo, la hacienda “ Ménica” , en Junio de 1 98 0 ,


pagaba S /. 85,oo por día.
jo apropiado gratuitamente por el terrateniente. 3. LAS COMUNIDADES CAMPESINAS
Como se puede ver, a diferencia de lo que
sucede en las zonas de mayor modernización ca­ Las comunidades que rodean las haciendas
pitalista del agro, donde la relación con la mano en la Sierra ecuatoriana, de ninguna manera con ­
de obra se establece a través de los mecanismos forman una unidad ni en su dinámica económica
del mercado, en esta zona existe un gran espec­ ni en su estructura organizativa socio-política.
tro de formas de vinculación de la mano de obra El avance del capitalismo en el campo, ha gene­
que escapan a ese mercado, a la vez que una gran rado importantes cambios, asimilados de diversa
fluidez por parte del terrateniente para aprove­ forma por las comunidades. Así por ejemplo, los
char todas las ventajas posibles en el marco de procesos de diferenciación social no conducen a
un proceso de modernización sui gèneris. ' una rápida polarización de las clases sociales,
Com o ya lo habíamos señalado anterior­ sino a una complicada estratificación que puede
mente, el terrateniente, antiguo aparcero en el mantenerse largo tiempo articulada a la sociedad
sector de “ Guintza” de la primitiva hacienda capitalista.
perteneciente a la Curia Metropolitana, supo Muchos de los actuales fenómenos sociales
aprovechar al máximo su conocimiento previo que podemos observar en las comunidades, tie­
de la zona, su relación personal con los campesi­ nen sus orígenes históricos en procesos que no
nos (paternalismo), para establecer poco a poco pertenecen a la sociedad capitalista y que mar­
un sistema de explotación de la mano de obra can pautas o caminos diversos para el conjunto
—mezcla de extracción de plusvalía y de renta en del campesinado. Es evidente que una comuni­
trabajo— donde las pautas de comportamiento dad de “ indios libres” sin mayores relaciones
cultural, ocultan a los campesinos los mecanis­ con haciendas, tendrá un comportamiento eco-
mos ideológicos que lo sustentan. nóm ico-político diferente de una comunidad
No es de extrañarse por eso, que hasta aho­ “ concierta” , tradicionalmente vinculada a la
ra, frente a un problema concreto, los campesi­ ¡ hacienda.
nos, especialmente de Rasuyacu, todavía acudan í En la zona de investigación, tenemos el in-
en primer lugar a pedir ayuda al patrón, al “ je­ |teresante caso de una hacienda, rodeada de tres
fe ” , en el lenguaje de los más “ apatronados” , lo ! comunidades —dos de las cuales tienen un mis-
cual demuestra el alto grado de control no solo ¡ mo origen histórico (Cotopilaló y Rasuyacu)—
económ ico sino también ideológico que ejerce el ( pero que en definitiva constituyen tres modelos
terrateniente.16 con una dinámica económica y política dife­
rente.

3.1 EL CASO DE UNA COMUNIDAD EN


16 En una reunión de la comunidad de Rasuyacu, realizada
RAPIDA DIFERENCIACION: PILACUMBI
el 4 de julio de 1 9 8 0 , se discutió sobre la construcción de
una capilla. Un ex-dirigente patronal propuso, que la capilla fue­ En primer lugar, tenemos a la comunidad
se construida al lado de la hacienda, que el mismo patrón les
daría gratis un camión para llevar los “ bloques” , que él les daría de Pilacumbi, “ habitada por indígenas libres,
la cubierta (el techo), ¿por qué si ayudó para la escuela, porque desde la conquista de los españoles, por los Sig-
no iba a ayudar para la capilla?. Frente a esta proposición, nin­
gún campesino salvo el actual dirigente, demostró estar en desa­
chos y Collanas...” , con terrenos comunales (de
cuerdo. pastoreo) confirmados por el Rey Felipe II, an-
de las tierras de la comuna sería de alrededor de
GRAFICO No. 2 1.481.76 has., lo cual señala un promedio de
21 has. por familia. Desde entonces hasta el m o­
mento actual, el número de familias se ha más
que duplicado, desequilibrándose la proporción
hombre-tierra, hasta el punto de predominar el
minifundio.
Como se puede ver, en esta comunidad pre­
valecen las pequeñas parcelas (tamaño prome­
dio: 1.5 has.), o “ microfundios” , que son em­
presas campesinas inadecuadas para ocupar a to­
dos los miembros de una familia y mayoritarias
en la Sierra ecuatoriana.
Los mecanismos internos de diferenciación,
no tienen origen ni incidencia en el recurso tie­
rra, si se tiene en cuenta el insignificante por­
centaje de parcelas con más de 4 has.
Sin embargo, es preciso destacar que el mi­
nifundio no es un fenómeno reciente en esta c o ­
munidad. En efecto, su diferente conformación
FUENTE: Investigaciones de campo, 1980.
histórica y el hecho de ser una comunidad de
“ indios libres” , les condujo a una lucha constan­
tes de 1580 y con parcelas individuales dedica­ te con las haciendas vecinas que siempre trataron
das a la agricultura. (Coba Robalino, 1928).17 de apoderarse de sus tierras.18 Así pues, cuando
Se trata pues, de campesinos de una comu­ llegó la reforma agraria, no pudieron reclamar a
nidad libre es decir, no sujeta a ninguna hacien­ su favor ninguna tierra, que hubiera ampliado los
da y que por alguna razón, no pasaron por la ser­ ya escasos recursos comunales.
vidumbre del concertaje ni por relaciones huasi- Se puede adelantar una conclusión prelimi­
punguems. nar: la homogeneidad en cuanto a la distribu­
La parcialidad de Pilacumbi, tenía hacia ción de la tierra, no da pie para una diferencia­
1928 unas 70 familias con un total de 484 ción social importante, sin embargo ésta se pro­
miembros. Si se consideran exactos los cálculos duce a partir de actividades “ externas” a la
hechos por el padre Coba Robalino, la extensión comunidad. En efecto, frente a la escasez de tie­
rras, una de las alternativas ha sido buscar este
17 Este documento, celosamente guardado por los pilacum-
beños, les ha permitido mantener el páramo en los “ plei­
recurso en zonas de colonización cercanas. Así,
tos” que desde 1 7 9 7 , 1 8 7 3 , 1 8 8 0 , hasta 1 96 2 , vienen sostenien­ algunas familias han logrado asentarse y denun­
do estos campesinos con los propietarios de las haciendas ved* ciar “ tierras baldías” en el sitio denominado
ñas.
En el mismo documento se señala: “ Actualmente, todo lo
plano y las laderas cultivables de Pilacumbi y Yugsiche Alto
están poseídos por los habitantes con títulos de escritura, testa* 18 Hasta diciembre de 1 9 7 1 , los comuneros de Püacunjhl^
mentos, hijuelas testamentarias etc.. Queda como comunal todo sostenían un litigio sobre páramos con la Haciendtf'Mon- '
el pajonal alto...**. Ibid. Jas. / \ O
132
je enfrentar el mundo exterior. En realidad, la
“ Cerro Azul” , una micro-zona subtropical cer
palabra “ comunidad” en este caso, sólo hace re­
cana a la población de Sigchos, en la vertiente
ferencia a un pasado común y a los terrenos de
occidental del Iliniza. Otras, se dedican en el
pastoreo que continúan indivisos.19
mismo lugar a la explotación de la “ cascarilla*
o de la madera, sin desvincularse de su comuni. Por lo demás, las parcelas son cultivadas en
dad de origen. forma individual, en algunos casos no sólo con la
fuerza de trabajo familiar, sino también con la
La otra alternativa, para una gran parte de utilización de trabajadores asalariados.
la población excedentaria, ha sido la migración
hacia la ciudad de Quito, para trabajar en lj Los mecanismos de “ reciprocidad” basados
construcción. Se trata de una migración cons» en el “ prestamanos” han perdido fuerza y en la
taiite (de lunes a viernes) que afecta a la mayo, actualidad se encuentran atravesados por el sala­
na de los miembros jóvenes en edad activa. rio. Esto no es sino un indicador más del alto
Si del total de familias nucleares, migra ei grado de mercantilización de la tierra y de la
42 /o (ver cuadro No. 20) ya no se puede hablar producción, lo cual ha desatado una serie de me­
de una comunidad agrícola tradicional, donde la canismos que trascienden los límites de la econo­
agricultura sea la única fuente de ingresos y la mía campesina y la inscriben en un franco proce­
base de los mecanismos de reproducción de la so de “ descomposición” .
econom ía campesina. A quí la migración juega
un rol central en las estrategias familiares de su­
pervivencia. Como lo veremos más adelante, el
incremento de las migraciones, correlativo al'ta-
maño de la familia, significa en último término
que si se dispone de más miembros activos, la 3 2 EL MODELO DE CAMPESINOS CON
escasez de tierras obliga a la migración. ACCESO A LA TIERRA: COTOPILALO.

Finalmente, existen campesinos que al inte­


rior de la comunidad buscan acumular pero a La actual cooperativa Cotopilaló, es en rea­
través de una especial combinación entre agri­ lidad tan sólo una parte de la numerosa mano de
cultura y comercio. obra que se encontraba sujeta a la hacienda del
mismo nombre, desde los primeros momentos de
Como se puede ver, el denominador común la Colonia. Históricamente, se trata de una ma­
de todos estos campesinos es que de alguna for­
no de obra de diverso origen (Sigchos, Collanas,
ma no se encuentran ligados a las haciendas de la
zona, aunque por otro lado, se encuentran vin­
culados al mercado de trabajo urbano, al comer­ 19 El modelo de comunidad prevaleciente en la Sierra ecua­
cio y a la colonización com o actividades econó­ toriana, parece ser el descrito por N. Martínez: “ por lo re­
micas extra-zonales. gular, cada indio comunitario posee un pedazo de terreno propio
destinado al cultivo y a uno de sus extremos tiene una casa de
habitación. Estas pequeñas propiedades son siempre prolijamente
La poca disponibilidad de tierra, no sólo ha cultivadas, y les produce lo necesario para la vida. Además cada
cambiado la estructura del empleo al interior de uno tiene derecho a mantener en el páramo comunitario a sus
la familia, sino también los valores y las formas animales” (op. cit. p. 7).
Quitus, Cuencas, Riobambas, Cañaris, etc), ads­
crita a una de las haciendas más importantes que
pertenecía al más vasto conjunto hacendal en
poder de los jesuítas, ubicado en la actual pro-
vincia de C otopaxi20.
Hacia principios del siglo XIX, ya encontra­
mos completamente constituida la forma huasi-
pungo en esta hacienda, que pasa a poder de la
Curia Metropolitana de Quito, mediante una
compra efectuada a la familia Barba en 1935, y
bajo la denominación de hacienda “ Rasuyacu” .
Esta hacienda, funcionó en manos de a-
rrendatarios que no se preocuparon demasiado
por el avance de la econom ía huasipunguera. Es
interesante señalar que el huasipungo era funcio­
nal para los intereses tanto de campesinos com o
de arrendatarios. Estos últimos, ante tod o lo
que buscaban era incrementar sus ingresos a tra­
vés de relaciones de aparcería, antes que de la
renta en trabajo cedida por la familia huasipun­
guera.
En 1965, entra en aplicación la Ley de Re­
forma Agraria, emitida el año anterior. En la
provincia de Cotopaxi, este será el año más sig­
nificativo en cuanto a liquidación de huasipun-
gos, pero en la parroquia de Toacaso, sólo
muy pocas haciendas fueron intervenidas. Una
de las más importantes dada la dimensión so­ Como se puede apreciar, el mayor porcen­
cial del fenómeno, fue sin duda Rasuyacu, que taje de huasipungos estaba em p ren d id o entre
representaba un tercio del total de beneficiarios las 5 y las 19 has., que alcanzaba el 68.4 /o del
y del total de hectáreas asignadas com o liquida­ total de los huasipungueros de Rasuyacu. bolo
ción de huasipungos en esa parroquia (IERAC, un pequeño y reducido número de hausipungue-
1970, p. 60). ros no llegaba a disponer de 1 ha.
La Curia de Quito, al momento de la liqui­
dación de huasipungos, respetó esta estratifica­
ción interna, repartiendo los huasipungos en las
20 En esta zona, el complejo de los Jesuítas estaba integra­
mismas tierras en que se encontraban ubicados
do por las siguientes haciendas: Cotopüaló, Collas La­ (que demás está el señalarlo no se caracterizaban
branza, Obrale de la Calera, Calera Labranza, Hacienda y Tra­
piche de Tontapí, Insüivl Labranza, Guanailín Labranza, Yli-
por ser las mejores) y a los mismos huasipungue-
tio. Obraje de Tiobamba, Tiobamba Labranza, Tienda de Lo- ros que las venían cultivando seguramente desde
sería. Colegio, Tiendas y Cuadras. En, ANH- P.Q., 1 7 7 6 , Ha­
ciendas, Caja N ° 14.
la época de los jesuítas.
Aquí, tenemos un primer aspecto a consi­ perativas en su interior: la cooperativa “ Cotopi-
derar en los actuales procesos de diferenciación. laló” formada por los huasipungueros y arrima­
No hubo, pues, repartición igualitaria de la tie^ dos de la ex-hacienda y la cooperativa “ Eloy Al-
rra, de manera que el proceso de reforma agraria, faro” con familias residentes en las zonas cerca­
consagró una embrionaria estratificación dada nas al predio.
por el acceso desigual al factor tierra, y por otro Las tierras asignadas a uno y otro grupo no
lado, frenó las posibilidades de acceso a nuevas fueron iguales. El segundo, recibió mejores tie­
tierras por parte de los miembros jóvenes de la rras, que debían adjudicarse en forma comunal a
comunidad. 20 familias de la zona.22 En este sector tam­
La mayoría de huasipungueros, venían tra­ bién se concedieron tierras al cuerpo administra­
bajando desde fines del siglo XIX y comienzos tivo de la ex-hacienda.
del actual. Es solamente a partir de los 30 años Dentro de la primera cooperativa compues­
de edad, en que parece tenían posibilidades de ta por 32 ex-huasipungueros y 38 arrimados, es­
acceso a un huasipungo, de manera que existía tos últimos logran acceso a parcelas individuales
una población joven arrimada que se encontraba con un promedio de 3.3 has. En su mayoría, las
literalmente “ bloqueada” en su acceso a la tie­ tierras son de carácter comunal, ubicadas en zo­
rra. Ahora bien, si se toma en cuenta que los nas donde se pretendía desarrollar ganadería ya
matrimonios en el sector campesino indígena, sea de leche o de ceba, en la medida en que la ca­
se producen tempranamente, es posible sostener lidad de los suelos no permite un uso intensivo
la hipótesis de que los huasipungueros que linda­ en agricultura.23
ban los 50 y más años, sostenían no una sino va­ Pero lo interesante de este proceso, es que
rias familias, y que por lo tanto la presión sobre un nuevo grupo de campesinos accede a la pro­
nuevas tierras provenía de toda la comunidad.21 piedad de la tierra, aunque esta vez bajo condi­
Las posibilidades de éxito de esta lucha no eran ciones económicas diferentes, que implican el
del todo descartables, pues la hacienda disponía pago de la tierra a un interés del 5 o /o anual del
de mucha más tierra de la que podía cultivar ba­ precio total de la misma (S/ 2 ’ 500.000). Esta si­
jo la dirección de los arrendatarios. La lucha de tuación es válida también para las áreas comuna­
los arrimados, por acceso a nuevos huasipungos, les que benefician tanto a ex-huasipungueros
no implicaba una quiebra del modelo de hacien­ com o a arrimados.
da, pero si “ descongestionaba” demográficamen­ Las condiciones de pago de la tierra, han a-
te los huasipungos existentes. celerado aún más ciertas tendencias de estratifi­
A partir de los años 70, com o ya se ha seña­ cación interna. Com o el precio de la tierra es en
lado, la hacienda pasa a la administración de
CESA. Esta institución decide organizar 2 c o o ­
22 En realidad, fueron los habitantes del pueblo de Toacazo,
Q u ie n e s t r a t a r o n d e a c c e d e r a e s a s t i e r r a s , d e s v i r t u á n d o s e
21 Véase por ejemplo el fundado temor del párroco de Toa- completamente, el sentido inicial de la cooperativa. Más tarde,
caso sobre este problema: “ ... el día que ful a Rasuyacu esta se disolvió y se volvió a formar otra organización con fami­
para informar de la petición firmada a nombre de 3 huasipun­ lias campesinas Que no tenían tierra, bajo el nombre de Coope­
gueros... percibí descontento en los peones al obles comentar de rativa “ Vicente León” .
los nuevos huasipungos y para solucionar antes que tome cuerpo,
por teléfono pedí a Mons... me faculte obrar... para salvar los in­ 23 Los suelos de las clases IV y V (el 9 0 .4 ° /o de la tierra co­
tereses de la Rvma. Curia” , En Secretaría de Temporalidades munal) son arenosos, con una capa arable de sólo 10 cm.
Vol. D -Z, Folio, 211. y presentan signos marcados de erosión.
cierta medida descontado del trabajo comunal cias de diferenciación interna y ya no meramen­
hay quienes “ acumulan más rayas” que otros, te de estratificación. Si bien la cooperativa ha
utilizando el excedente de mano de obra de o- servido com o un mecanismo importante para el
tras unidades familiares (y seguramente pagando pago de tierra (lo cual ha incidido en la pérdida
un salario), con lo cual buscan cancelar rápida­ de importancia del capital usurario), una vez
mente el pago de la tierra. terminada la deuda, nada asegura que la organi­
Excepto un pequeño grupo de “ partida­ zación seguirá todavía en pie tal com o ella ha
rios” del sector de “ Huagra-huasi” , el grupo de venido funcionando. La situación actual de la
arrimados pertenecía en su mayoría a los secto­ tierra en Cotopilaló, refleja claramente la exis­
res de “ San Ignacio” y “ Guintza” , que parece tencia de acentuadas tendencias de diferencia­
fueron los de más antiguo asentamiento huasi- ción.
punguero.
N o hace falta repetir aquí, las característi­
cas de trabajo de la familia ampliada, pero estos
campesinos “ arrimados” (el 6 6 ° /o de los je­
fes de familia de la comunidad), en su mayoría
habían formado nuevas unidades familiares y en
las condiciones de la zona, se enfrentaban al me­
nos con dos posibilidades:
trabajo en las haciendas com o jornaleros
temporales, y /o
convertirse en “ ayudas” y partidarios de o-
tros huasipungueros con mayor cantidad de
tierra (caso de los campesinos de “ Huagra-
huasi” ).
Lo relevante de este caso, es que una nueva
generación de campesinos pudo escapar a las an­
teriores alternativas, mediante el acceso a la tie­
rra, aunque en relación a los antiguos huasipun­
gueros conforman un grupo menos favorecido
por el tamaño de sus parcelas.
A estas alturas del proceso, están creadas
las posibilidades para una ampliación de la estra­
tificación interna de la comunidad. Al menos e-
xisten dos grupos de campesinos: los antiguos
huasipungueros y los nuevos campesinos parcela­
rios. En este corte, la tierra continúa desempe­
ñando la base que permite establecer una grada­
ción de más o menos.
Por debajo de la “ fachada” cooperativa,
actualmente se han desarrollado nuevas tenden­
Por un lado, acelerados procesos de subdi­ guridad” que le da el poseer tierra. (Klein, 1979,
visión de la propiedad “ vía herencia” y la pre­ p. 318).
sión sobre la tierra ejercida por parte de los jó ­ Finalmente, señalemos las tendencias más
venes arrimados, ha incidido en la proliferación relevantes:
de las parcelas menores de 5 has. En realidad, la a) un acelerado proceso de mercantilización
misma cooperativa se ha encargado de desaho­ de la tierra, ya sea mediante compra-venta a
gar esta situación, al conceder de 2 a 3 has. por la misma cooperativa, a otros campesinos o
familia, para que sean explotadas a través de los entre los campesinos de la misma coopera-
denominados “ grupos de trabajo” . 24 Por otro, tiva.
la presencia de campesinos con más de 10 has., b) esto ha llevado a la formacion de un reduci­
se explica más por el mecanismo de compra de do núcleo ds campesinos acomodados, que
tierras fuera de la comunidad, que ha ampliado disponen de mucha más tierra de la que p o ­
significativamente las extensiones de sus anti­ drían cultivarla con la fuerza de trabajo fa­
guos huasipungos, y lo que es más importante, miliar. La contratación de mano de obra
ha creado una sólida base para la formación de de la misma comunidad o de fuera de ella,
un campesinado “ kulak” 26 . Si estos campesi­ indica la generalización de las relaciones
nos, logran eludir tanto la presión interna sobre mercantiles a nivel de estas unidades de
sus parcelas com o el fraccionamiento heredita­ producción.
rio, pueden encontrarse en situación viable de c) el acelerado proceso de orientación de la
acumulación, aunque para ello haría falta una producción principal (papas) al mercado,
condición más: la disolución definitiva de los la­ ya sea de campesinos con poca tierra, así
zos comunitarios que a pesar de estar debilitados com o de aquellos que disponen de mucha.
actualmente, constituyen una fírme barrera para Consecuentemente con esto, se desarrolla
una diferenciación socialmente aceptada por la también un sector de “ campesinos comer­
comunidad. ciantes” que compran sementeras y se en­
cargan ellos mismos de la cosecha, ensaca­
Lo cierto es que las posibilidades no agota­ do y venta, utilizando mano de obra asala­
das de acceso a la tierra en esta comunidad, per­
riada.
miten asegurar el empleo en su interior, la con­
d) el desarrollo de sistemas de “ aparcería” en­
servación de los valores y la visión del mundo tre campesinos con tierra y una nueva gene­
campesino. Es más, el proceso de integración en ración de arrimados que no posee este vital
un sistema social diferente, se realizará sobre la
medio de producción.
base proporcionada por la “ independencia y se- e) la utilización de la cooperativa com o un
“ banco crediticio” , donde los campesinos
buscan financiar una parte de sus inversio­
24 Originalmente concebidos como un sistema de trabajo
“ cooperativo” , pero Q u e ha ido degenerando hasta con­
nes (generalmente para insumos) en el pro­
vertirse en simple trabajo familiar. Actualmente se explota ba­ ceso productivo.
jo esta modalidad 93 has. adicionales al total de tierras en ma­ f) la ampliación de la “ frontera agrícola” de
nos de la comunidad.
la hacienda, con la apertura de nuevas tie­
25 Hasta 1 98 0 , 18 campesinos habían comprado un total rras dedicadas a la agricultura y que origi­
de 1 92 ,5 has., fuera de la Cooperativa, lo cual significa
el 3 1 .8 ° /o de las tierras que la comunidad posee actualmente.
nalmente se las pensaba orientar a la gana­
dería.
g) la crisis de la actividad ganadera, la reduc­ dos grupos de campesinos.
ción del porcentaje de pastos cultivados y Cuando recibieron los huasipungos, la situa­
de la producción lechera, ción de los comuneros de Rasuyacu era ya des­
h) el surgimiento de una nueva generación de ventajosa con respecto a los de Cotopilaló, pues
arrimados, con un buen nivel de educación accedieron a menos tierra. Esto puede significar
que puede empezar a presionar sobre los que se trataba de un sector de huasipungueros de
ya escasos recursos en tierra de la coopera­ asentamiento más reciente y que por lo mismo
tiva. Este grupo de campesinos ha buscado se encontraba en una situación de crecimiento
especializarse en algunas labores de carácter poblad onal.
técnico (tractoristas, mecánicos, etc.) o vin­ El gran porcentaje de parcelas menores de
cularse al trabajo de jornaleros ocasionales 5 has. indica que los jóvenes huasipungueros em­
o al comercio en pequeña escala. Pero la pezaban el ciclo de reproducción de la econom ía
cooperativa sigue constituyendo “ eje de a- familiar con escasos recursos en tierra.27
tracción” donde esperan encontrar solución Ahora bien, la Curia de Latacunga, no m o­
a través del acceso a la tierra. dificó mayormente el estilo de dirección de la
Por detrás de la cooperativa, hay, pues, un hacienda que continuó en manos de un nuevo
proceso subterráneo que se mueve al ritmo de arrendatario capitalista, que veía com o un peli­
la sociedad capitalista y que puede explotar en gro para sus intereses cualquier demanda de tie­
cualquier momento. En todo caso, los resulta- rras por parte de estos campesinos. Así pues, las
dos de esta vía campesina no son negativos ni pa­ posibilidades de acceso a la tierra a través de re­
ra el conjunto del campesinado, ni para el con ­ laciones precarias se vieron fuertemente limita­
junto de la sociedad que se beneficia grandemen­ das; salvando el acceso a las tierras de pastoreo
te de esta dinámica 26. en el páramo, no existía otra alternativa para la
reproducción de la econom ía campesina.
3.3 LOS CAMPESINOS “ENCAPSULADOS” Cuando la Curia decide vender la hacienda
POR LA HACIENDA: LA COMUNIDAD a uno de sus antiguos “ contratistas- aparceros” ,
. DERASUYACU. los campesinos conservan sus parcelas, pero ig­
Históricamente, com o ya lo hemos señala­ noran completamente las condiciones del traspa­
do, la Comunidad de Rasuyacu, era parte inte­ so de propiedad. Situación explicable dadas las
grante de la mano de obra de la hacienda del condiciones de bajo nivel cultural, aislamiento y
mismo nombre, que a partir de 1965, se dividió sujeción a los intereses de la hacienda. Mientras
en dos grupos que recibieron parcelas: el de Co­ sus vecinos (de Cotopilaló), accedían a los recur­
topilaló, formado por 30 huasipungueros y el de sos de la hacienda, estos campesinos eran prácti­
Rasuyacu, formado por 27 huasipungueros. No camente “ vendidos” al nuevo terrateniente que
insistiremos, pues, en el aspecto histórico y su
relación con la diferenciación interna de la mano
27 Los antropólogos señalan que el ciclo de desarrollo de la
de obra, aspecto, este, que es idéntico para los familia campesina pasa por las siguientes etapas: —de­
pendencia del padre, cuando son recién casados; donación de tie­
rra al nuevo matrimonio, con hijos dependientes; —herencia defi­
26 A sí por ejem plo, si tomamos sólo el punto de vista de la nitiva de tierras, con crecimiento de fuerza de trabajo;—dona­
dUct „ éSU eD cuant° “ “ fl“ e * & pro­ ción de tierras a los hijos casados, matrimonio anciano que vive
ducto básico de la canasta popular), es similar a la de la hacienda con el último de los hijos en casarse, Cf: John W. Durston, mi-
va011- esto es de 20 a 26qq cosechados por lq q sembrado. meo, s.f.
com o lo hemos visto, no tendrá ningún escrúpu­ de reserva campesino. Al parecer la Curia de La­
lo en explotar al máximo este regalo de la Curia tacunga había dejado una zona de pastoreo de
de Latacunga. unas 50 has., asunto del que no estaban entera­
dos los comuneros. El terrateniente, —dentro de
su estrategia por controlar la mano de obra—, se
GRAFICO No. 5 apropió de esta zona, concediendo a cambio el
acceso a pastoreo en una zona cercana a la ha­
LIQUIDACION DE HUASIPUNGOS, COMUNIDAD cienda, pero con la obligación de entregar una
DE RASUYACU, 1965 renta en trabajo —“ la tarea” — fenómeno descri­
No. to más arriba.28
U PAS Esto era posible, en la medida en que se en­
Has
12 tablaban relaciones desiguales entre el hacenda­
56,8 do con excedente en tierras y una comunidad
U_ con excedente poblacional.29 En efecto, de las
1Q_ 28 familias originales que ocupaban una área
total de 125.1 has., había crecido espectacular­
41,0 mente a 73 familias en 1980, sin haberse modifi­
8 1
cado mayormente la superficie original. Esto
7 k significa una reducción del promedio de 4.5 has.
6 i por familia a 1.7 has. por familia en el momento
5 ■ actual, en otras palabras, la generalización del
“ micro-minifundio” .
4 ^ 4 -m Sin embargo, frente a la búsqueda de recur­
1
l sos por parte de los matrimonios jóvenes, blo­
queados en su sistema de reproducción, el terra­
teniente ha empezado a vender tierras de mala
calidad (en el páramo) y a precios elevados
1 (S/.7.000 la hectárea), con el afán de retener la
- 1 a 5 5 a 10 10 a 15
TAMAÑO UPA mano de obra.
FUENTE: Archivo IERAC, op, d t. Cabría preguntamos, ¿por qué el terrate-

Así pues, las posibilidades de diferenciación 28 El trueque que realizó el terrateniente, no era conocido
por la comunidad, sino hasta el mes de julio de 1 98 0 . En
interna, quedaron eliminadas desde un principio, esa fecha, ante una Asamblea Comunal, el ex-dirigente patronal
y los campesinos se vieron rodeados nuevamente tuvo que g^iarar los motivos de este cambio. El argumento pre­
sentado fue que el terreno legado por la Curia, se encontraba
por haciendas, esta vez concentradas en las ma­ muy distante del lugar donde viven los campesinos.
nos del nuevo propietario.
Ahora bien, dentro de las estrategias de re­ 29 Un problema aún no estudiado es la estrategia campe­
producción campesina, es vital el acceso a tierras sina de incremento de la natalidad como elemento de re­
sistencia a la proletarización, frente al monopolio de la tierra
de pastoreo sobre todo de ganado ovino que ejercido por el terrateniente, “ los niños, no son tanto una car­
com o es sabido, cumple el papel de “ seguro fa­ ga, sino m ía bien un apoyo” Cf. Meillassoux - Guerrero, op. cit.
miliar” y es un componente esencial del fondo P. 171.
niente en lugar de conceder tierras de páramo sus ojos com o un sistema de relaciones protecto­
para pastoreo o vender tierras de mala calidad ras frente al mundo exterior.
bajo condiciones onerosas, no ofrece simplemen­ Para ejemplificar la crítica situación de esta
te trabajo asalariado (aunque sea ocasional o comunidad, baste señalar el caso de los líderes
temporal) en su hacienda?. En definitiva, ¿por de la misma: el ex-dirigente es analfabeto y al
qué el terrateniente se muere de sed junto a la mismo tiempo apatronado que conduce todas las
fuente? iniciativas patronales al seno de la comunidad;
Es aquí, donde vemos la acción de los cam­ el nuevo dirigente, tiene educación básica com ­
pesinos com o un proceso de lucha por conservar pleta y su historia ocupacional le ha permitido a
su sistema de reproducción aunque bajo las más través de la migración captar el mundo exterior
duras condiciones y al mismo tiempo señalando más allá de la hacienda. Pero en el contexto de la
límites a la estrategia de acumulación del terra­ comunidad, la labor del segundo es obstaculiza­
teniente. da frente al recurso “ al patemalismo” que pre­
De un total de 232 personas en edad activa senta el primero.
(excluido el grupo de 0-9 años) sólo una mino­ Sin embargo, visto desde otro ángulo, el
ría se relaciona com o mano de obra asalariada terrateniente se enfrenta con la estrategia de los
(el 5 .6 °/o ), un pequeño grupo com o jornaleros comuneros de Rasuyacu. En efecto, estos han
ocasionales (ganadores), pero la gran mayoría tenido que vincularse en forma precaria con la
cede una renta en trabajo a cambio de conser­ hacienda, para aprovechar los terrenos de pasto­
var su ganado en el páramo. reo, vitales para su sistema de reproducción.
Se puede decir que el terrateniente elude la Su estrategia consiste en enviar a trabajar la jor­
relación salarial, aprovechándose de la m onopo­ nada o la “ raya” a los padres o ancianos disponi­
lización de las “ condiciones objetivas del traba­ bles en la familia; de esta forma se liberaba la
j o ” (Marx, 1975, p. 61) y de la búsqueda de las mano de obra principal que puede dedicarse a
condiciones de reproducción por parte de los sus parcelas o al trabajo migratorio en Quito. El
campesinos. Una estrategia se mezcla con la otra, terrateniente ha prohibido el trabajo de los an­
formando un solido sistema de relaciones socia­ cianos porque “ ya no rinden” , lo que tiene que
les donde el capital saca provecho del débil de­ ver con dos razones que lesionan sus intereses:
sarrollo de la economía campesina.30 no puede exigir trabajos demasiado pesados a
El elemento soldador de este sistema, es sin campesinos en edad avanzada y, desea a toda cos­
duda la acción paternalista del terrateniente so­ ta retener a “ sus trabajadores” en edad activa
bre un campesinado con bajos niveles de educa­ que empiezan a relacionarse con mas frecuencia
ción, para el cual la hacienda sigue constituyen­ con el mercado de trab^o urbano. Para los cam­
do la primera instancia en casi todos los aspectos pesinos, en cambio, el problema se reduce o a
de su vida. La visión del mundo de estos campe­ pagar S/. 42 por cabeza de ganado en el pára­
sinos, pasa por este “ filtro” , que aparece ante m o o enviar a uno de sus hijos a realizar una ta­
rea que se torna cada vez más compulsiva.
30 El hecho de que el hacendado tenga una reducida canti­ En las condiciones actuales, ¿se puede ha­
dad de asalariados permanentes, muestra que con las “ta­ blar de un proceso de diferenciación social?
reas de los lunes” puede realizar una serie de trabajos (limpieza
de acequias, cosechas ocasionales de papas, alambrado de cer­ A pesar de que algunos campesinos han em­
cos, etc.), que le permiten ahorrar trabajo asalariado. pezado a comprar tierras ofrecidas por el dueño
situación objetiva en el proceso productivo les a-
de la hacienda, este fenómeno no marca el inicio
cerca más al umbral de la proletarización.
de un proceso de diferenciación, entre otras ra­
En este caso, la “ defensa” campesina a tra­
zones porque se trata de tierras de páramo y de
vés de un alto crecimiento demográfico se acopla
mala calidad que no pueden soportar un cultivo
por el momento a las necesidades coyunturales
intensivo en agricultura. Si bien producen cose-
de acumulación del terrateniente; pero un cam­
chas importantes en los primeros años, su ferti­
bio de orientación de la producción unido a un
lidad decrece considerablemente en los periodos
posteriores. grado más avanzado de implementación tecnoló­
gica, convertirá definitivamente en superflua a
Al contrario, pensamos que en la medida en
una gran parte de la población campesina.
que esta comunidad se ve enfrentada a la bús­
Por el momento, las posibilidades están a-
queda de mecanismos de reproducción a cual­
biertas también para los campesinos en un dile­
quier costo, toma cada vez más importancia el
ma que se expresa en: la lucha por la tierra fren­
proceso de proletarización. La migración a Qui­
te a la modernización tecnológica del terrate­
to, vinculada al trabajo en la construcción, se
niente o la aceptación de una lenta, complicada
presenta sin embargo com o un fenómeno toda­
y desigual proletarización bajo las actuales con­
vía minoritario y transitorio. Seguramente, los
campesinos migran para obtener recursos mone­ diciones.
tarios para pagar las tierras que han podido com­ 4. LOS CAMBIOS ACTUALES EN LAS
prar en el páramo.31
ESTRATEGIAS FAMILIARES: LA
En realidad el mismo terrateniente, al tratar DINAMICA CAMPESINA
de controlar la mano de obra en forma compulsi­
va, indirectamente ha creado una situación ex­ 41 LA DISPONIBILIDAD DE PISOS
plosiva en la comunidad. Actualmente, ésta se ECOLOGICOS
pregunta si todo puede arreglarse comprando los Dentro de las estrategias familiares de los
páramos al hacendado o reivindicando esas tie­ campesinos, hay que considerar además de la
rras por el trabajo casi gratuito que por años ha cantidad de recursos disponibles en tierra, cuál
devengado en “ tareas” . es la racionalidad en el uso de la mano de obra.
Así pues, sólo frente a una situación objeti­ Este segundo factor está supeditado al primero
va que lesiona sus intereses más inmediatos, la y las combinaciones pueden variar en una y o-
historia ha empezado a moverse en los estrechos tra comunidad, sobre un denominador común:
marcos de la comunidad de Rasuyacu. La pers­ la utilización óptima de un máximo de pisos
pectiva de estos campesinos, es en todo caso, la de cultivo y la utilización máxima del recurso
de consolidar su econom ía familiar a través de la abundante de que disponen en los diversos ci­
compra de tierras, aunque com o queda dicho, su clos de producción anual (Goite, 1980).
De partida señalemos que las comunida­
31 De “ Chiguanto” , uno de los barrios de la Comunidad de des, no poseen tierra en forma homogénea o i-
Rasuyacu, migran de 10 a 12 personas a trabajar en la
construcción en Quito, lo que representa el 1 6 ° /o del total de déntica. La ubicación de la comunidad de Pi-
la población (Jefes de familia). Salen todos los lunes a la ma- lacumbi, entre los 3.000 y 3.500 mts. difiere
arugada y regresan los viernes en la tarde. Ganan S / 1 00 diarios
de Cotopilaló, entre los 3.200 y 4.000 mts.32
y la semana integral. Entrevista realizada al presidente de la Co-
? 9 »n d® Rasuyacu- barrio de Chiguanto, viernes 4 de Junio de 32 La situación es más o menos Idéntica para el caso de Ra-
En esta última, existe la ventaja de disponer de
dos pisos de cultivos claramente diferenciables:
el primero que va desde los 3.200 a los 3.500
mts. utilizado en la producción agropecuaria
(papas, ceb? ’ hs, ocas, mellocos, habas, etc.) y
el segundo que va desde los 3.500 mts. hasta
los 4.000 mts. y más, utilizado en pastos para el
ganado (ovino y bovino).
Históricamente en Cotopüaló tuvo prepon­
derancia el mantenimiento de grandes manadas
de ovejas que constituían materia prima para los
obrajes de la zona, así que su permanencia res­
ponde a un patrón o m odelo de utilización de
los pisos ecológicos que no es reciente, pero que
se ha adaptado a las nuevas condiciones en las
que se desenvuelve la comunidad. En cambio,
en Pilacumbi, la disponibilidad de tierras más ba­
jas (aptas para el cultivo de maíz) y el acceso li­
mitado a un páramo comunal intensamente dis­
putado por haciendas vecinas, a través de siglos,
ha facilitado un incremento poblacional que re­
basa actualmente la capacidad productiva de la
tierra y ha roto el tradicional modelo de repro­
ducción campesina. 33
A esto hay que añadir la situación de tenen­
cia de la tierra diametralmente opuesta en estas
dos comunidades: en el caso de Cotopilaló se
trata de una comunidad de ex-huasipungueros; tienen lo* d o . piso» de —
en el otro, de una comunidad de “ indios libres” . munidad, los P f ^ " S o ^ m é r ic o de la p o -
escasos frente al crecuniento nume ^ ^
Esta última característica puede haber incidido blación, desencadenándose la crisis
en la rápida y temprana apropiación privada de
las parcelas al n o encontrar obstáculo de ninguna
coacción terrateniente, pero que llevaba inter­ d d ° Así pues, de . » - d o , ^ e^ Ph ° " o S-
namente el peligro de un desequilibrio entre po­ calidad
Badotradicionatoente dosdaKsoe^actividades:
de la tim a , los de ^ ^
blación y recursos. Así mismo, si bien se man-
suyacu. así que nuestro análisis de Cotopilaló puede per­
fectamente ser aplicable a ella. i ' ^ nnn mts e incluso mas amba. « „1
33 Este, al parecer funcionaba hasta 1 92 8 : existía un sector w o iL » r s . « g s t ó
plano con agua propia para regadío apropiado en forma
individual por las familias y un sector de “ pajonal” alto que
permanecía como comunal. Cf: Coba Robaüno, loe. d t. ~ " sta —
donar por eso la alternativa ganadera sobre to­ Un incremento en la masa ganadera, no
do de ovinos que equilibraba la baja calidad de conduce necesariamente a un mejoramiento glo­
la tierra en los huasipungos altos, disminuyendo bal de la situación familiar. A quí también, el in­
su importancia en los huasipungos bajos, com ­ cremento poblacional ha llevado a una merma en
pensados a su vez por una mejor calidad de las la disponibilidad de ganado por familia. Sin em­
parcelas. bargo, estos datos pueden ocultar situaciones
En este caso, el incremento poblacional, reales de diferenciación, pues la distribución de la
no llevó a una situación crítica, simplemente masa ganadera no es de ninguna manera igual en­
porque las tierras próximas a los huasipungos al­ tre las familias.
tos, que eran destinadas al pastoreo, se empeza­ Si hacia 1966, la mayor parte de familias
ron a roturar, y se subió la zona de pastoreo por poseían rebaños con más de 50 ovejas, esta situa­
encima de los 3.500 mts. ción se ha invertido en 1980, pues predominan
Las posibilidades de mantener ganado ovi­
no, son en todo caso más favorables a Cotopila-
ló que todavía dispone de páramos comunales
indivisos, donde inclusive encuentran “ refugio
de pastoreo” otras comunidades vecinas (Rasu-
yacu, Pilacumbi), desencadenando focos de con­
flictos entre campesinos. Para Pilacumbi, esta
posibilidad está debilitada por los cambios que
ha conllevado al interior de las familias nuclea­
res una división del trabajo que corresponde a
patrones cada vez más alejados de los campesi­
nos y a la poca extensión de sus páramos indivi­
sos.

Cuadro N ° 16

DISPONIBILIDAD D E L G A N A D O EN COTOPILALO

AÑOS N ° de familias N ° de ovinos N ° de bovinos ovinos/


familia

1966 28 2 .26 4 1 25 8 0 .9
1980 60 3 .2 3 0 191 53.8

FUENTE : Archivo IER A C , 1 9 6 6 ; Investigaciones de Campo


1 98 1 .
las familias con rebaños menores, que llegan sólo autoconsumo (habas y cebada) que permitan te­
hasta 50 ovinos. Por un lado, es cierto que han ner una visión completa de la cantidad de fuerza
aumentado el número de familias, pero también de trabajo y jomadas utilizadas a lo largo del año
es un hecho que se incrementó el número de agrícola. Así mismo, hay que considerar que la
hectáreas disponibles para toda la comunidad, disponibilidad de roturación de nuevas tierras, a-
desplazando zonas antiguas de pastoreo para de­ bre la posibilidad de obtener hasta 2 cosechas a-
dicarlas a cultivos de papas, de alta demanda ac­ nuales, al menos en el primer año, con lo cual,
tual en el mercado interno. las jomadas de trabajo se incrementan significa­
Así pues, uno de los cambios más interesan­ tivamente.
tes realizados en la última década es el papel ca­ Otro aspecto que interesa remarcar, es que
da vez más importante que se asigna a la agricul- el conjunto de labores y el número total de jor­
üira, donde se concentra la actividad de la mano nadas necesarias para el cultivo de 1 ha. de pa-
de obra campesina. pas, rebasa largamente las disponibilidades de
A nivel de la comunidad, predominan los mano de obra de una familia. En las comunida­
cultivos de papas y cebada, destinados al merca­ des andinas, este problema ha sido solucionado
d o; sobre todo el primero, donde se invierte tec­ a través de los mecanismos de reciprocidad con
nología y capital que no provienen únicamente otras familias, sobre una base de igualdad en el
de las unidades productivas familiares. Los otros acceso a los recursos. Pensamos que si bien to ­
cultivos pasan a segundo plano y son asignados davía subsiste esta modalidad, aunque en forma
parte al autoconsumo y parte también a la venta minoritaria, es mas bien el salario el que juega
mercantil. Así pues, se ha impuesto el m odelo el papel más importante y junto con ella el tra­
de producción mercantil que consiste en obtener bajo “ al partir” , que en el contexto de esta co ­
el máximo de dinero en contraposición al mode­ munidad tiene directa relación con el proceso
lo de autoconsumo que consistía en el aprove­ de diferenciación y de estratificación interna que
chamiento máximo de la fuerza de trabajo (Gol- se da com o producto de la vinculación mercan­
te, op. cit.). til.
Los peligros que acarrea una especialización
en la producción, tienen que ver con la ruptura 42 CARACTERISTICAS Y DINAMICA DE
de un m odelo de reproducción, donde la combi­ LA MANO DE OBRA CAMPESINA.
nación de varios ciclos de cultivos está amenaza­
da por la falta de tierras en pisos ecológicos más Partimos del supuesto de que un desigual
bajos y por la predominante vinculación mer­ acceso a la tierra implicará también una desigual
cantil. En el caso de Cotopilaló, no se puede de­ distribución de la mano de obra, pues una parte
cir que existe el monocultivo de la papa, pero és­ de ella se verá forzada a vincularse en otras acti­
te es el eje principal del ciclo productivo fami­ vidades “ productivas o n o” , una vez que la par­
liar, de tal manera que los otros cultivos com o la cela se encuentre saturada por la excesiva carga
cebada, habas, tubérculos, etc., tienden a depen­ de población en edad de trabajo.
der de aquel, supeditándose de esta forma el au­ Uno de los problemas que se discute sobre
toconsumo a la producción mercantil. el campesinado andino, es que una gran parte
Lamentablemente, no disponemos de datos del año no encuentra ocupación, por lo reducido
para los otros ciclos agrícolas mas orientados al de su parcela, generalizándose una situación de
desempleo o subempleo crón ico34. Simple­
mente se olvida que pueden existir alternativas
intra o extra prediales diferentes a la actividad
agrícola o com o sucede frecuentemente, se asi­
milan criterios de productividad urbana a una
realidad, donde las nociones de tiempo, de espa­
cio y de finalidad de trabajo productivo son di­
ferentes. En la zona de investigación sólo un
3 0 ° /o de las familias no participa en las activida­
des productivas, porcentaje que disminuiría aún
más si tomamos en cuenta el “ trabajo infantil’ ^
importante componente de la economía fami­
liar. Las diferencias entre una y otra comuni­
dad, también en este caso, se explican por la de­
sigual disponibilidad de tierras.
En primer lugar, no se encuentra una dife­
rencia radical en la orientación general de la ma­
no de obra. En ambos casos se trata de econo­
mías parcelarias con preeminencia de trabajado­
res familiares no asalariados, donde es funda­
mental el trabajo de las mujeres, si se tiene en
cuenta que no existe de hecho una distinción en­
tre trabajo doméstico y trabajo productivo, pues
en la realidad los dos se funden en un sólo papel,
tradicionalmente conocido en las sociedades a-
grarias (Klein, op. cit. p. 310).
En segundo lugar, una mayor heterogenei­
dad de la mano de obra, com o en el caso de la
comunidad de Pilacumbi, implica cambios im­
portantes en las estrategias familiares. Así, un
importante porcentaje de asalariados permanen­
tes, com o lo veremos más adelante, se integran
en actividades extra-prediales, pero conservan
sus familias en el campo, recayendo el peso de la
explotación de la parcela en la mujer y sus hijos.
En tercer lugar, la importancia de la econo- trabajadores asalariados ocasionales es el resulta­
do del desarrollo de un proceso de moderniza­
34 Según Fauroux (1 9 8 0), por ejemplo, el tiempo improduc­ ción externo a la comunidad que ofrece todavía
tivo de la mano de obra familiar en la Sierra, entre el I o
de julio de 1973 al 30 de junio de 1974 era de 4 8 .3 ° /o , el más posibilidades de empleo, así com o del proceso
alto con respecto a otras regiones; y el tiempo productivo se di­ de diferenciación interno, donde una dinámica
vidió así: en la explotación, el 2 6 .2 ° /o ; fuera de la explotación
el 26.5 / 0 . campesina también genera efectos positivos a
nivel de empleo.
No hay que olvidar además que una ligera fuerza de trabajo con el capitalismo.
En el caso de Cotopilaló, la vinculación con
presión de campesinos jóvenes sobre los recur­
sos, ya se hace sentir en esta comunidad, lo que el capitalismo extra-zonal es realmente limitada,
obliga a que una porción de la población joven pues la mayoría de la población sigue ocupada
se vincule temporalmente de esta manera. en la agricultura zonal. En cambio, las caracte­
Obviamente las dos comunidades constitu­ rísticas de la mano de obra en Püacumbi, tanto
yen modelos diferentes en cuanto a su dinámica por su grado de diversificación com o por las
interna y a las modalidades de integración de la nuevas actividades en las que se inserta, no co ­
rresponden al “ prototipo” de econom ía campe­
sina. Existen alternativas de trabajo extra-
zonales sobre todo en el trabajo de la construc­
O .2, ¿O) I M I I o ción y minoritariamente en el comercio, indus­
o
03
tria. Algunas de estas alternativas son perma­
S Ph nentes y por lo mismo, aunque la población
£ O conserve su residencia en el campo, muy difícil­
o E-i
< O W 00 IH mente pueden ser consideradas com o estrategias
►J O T ji O T ji IO I | I o
05 de un campesinado “ pobre” . Otro problema
o
muy diferente, es que la reproducción de esta
fuerza de trabajo recae todavía sobre la familia,
en especial sobre el trabajo femenino e infantil
que en alguna medida completa los bajos sala­
rios que recibe en la ciudad.
Otras alternativas, com o la actividad comer­
00 <N
cial, artesanal, atañen más bien a estrategias
o fri Tí' O
z < B o campesinas relacionadas con el “ multiempleo” ,
o S * o que implican cambios importantes en la división
PS «¡ 00
del trabajo familiar, com o una forma de asegu­
Q 03 05
< Z rar los mecanismos de subsistencia y reproduc­
O O
0 0 CQ
<0 i o O
0 0 IO
00 co |H
t>
o a ción frente a escasos recursos en tierra. Por el
w CO o momento, asentamos la hipótesis de que estas es­
w
0) trategias están orientadas a conservar la econo­
O* T3 .
X mía parcelaria por sobre el nivel de subsistencia,
wQ s 3 sin abandonar completamente la residencia en el
C
Oí ¡1 campo y sin la quiebra definitiva de la unidad
o § "O
Oh tan ¿
*te
J3 «© productiva familiar.
$ co Seguidamente, veamos la dinámica interna
< Q o ij Bs de Cotopilaló, que constituye una muestra
w o <
o. < 2 ■s’
- B E-i T! § interesante del mercado de trabajo zonal.
o Q 3 .3 o OS M'O O
'? e 2 a H ^•1 Como se puede apreciar, la gran mayoría de
11 O co
Q ©
fc -
S x la población realiza un trabajo campesino en sen­
'S ’s .& p
< ¿5 0*0 fa w • tido lato, aunque con cambios importantes en el
ductivas; considerando que el recurso tierra en
CUADRO No. 19 una o dos generaciones puede tomarse escaso.
Para un segmento de la población joven
COTOPILALO, PEA EN A GR ICULTUR A POR SEXO SEGUN
CATEGORIA DE OCUPACION masculina, empieza a presentarse com o atractiva
la ocupación de tractorista, e indirectamente con
ello surge una mayor demanda por educación o
TOTAL o/o Hombre Mujer
capacitación en actividades hasta ahora vedadas
Cuenta propia 151 61.0 32 119
Cuenta propia/partir •33 13.3 32 1 a los campesinos.
Cuenta propia/partir/jornal 13 5.2 13 — Otra de las alternativas utilizadas con fre­
Cuenta propia/jornalero 39 15.7 25 14 cuencia por los campesinos, es el trabajo “ al par­
Partir 2 0.8 2 — tir” . Para campesinos que disponen de suficien­
Jornalero 4 1.6 4 —
te tierra es un mecanismo de utilización de
Tractorista 6 2.4 6 —
otras unidades familiares para ampliar su capaci­
TOTAL 248 100.0 114 134
dad productiva e iniciar así un proceso de acu­
FUENTE: Investigaciones de campo, 1980. mulación. Así pues, existen familias con recur­
sos sobrantes en tierra a la propia capacidad de
la fuerza de trabajo, y otras, con un excedente
trabajo de los varones. En efecto, un 4 0 ° /o de la ocupacional que aceptan trabajar para las pri­
población debe buscar en la zona alternativas meras bajo condiciones “ campesinas” . Con esto
productivas complementarias al trabajo por queremos resaltar que en este tipo de “ contra­
cuenta propia. Esto puede significar, más que in­ tos” , se entretejen una variada trama de relacio­
suficiencia de tierras, la ya mencionada presencia nes de parentesco, de relaciones sociales regidas
de una población arrimada que busca a través de por la costumbre, lo que seguramente atenúa el
estas combinaciones de trabajo, permanecer en grado de explotación, permitiendo a las familias
la zona sin constituirse una carga para la familia. con poca tierra, reproducirse y mantener sus par­
Sin embargo, también puede implicar la celas sin necesidad de recurrir a la venta de mano
búsqueda de un proceso de acumulación sui- de obra excedentaria. Lo interesante de esta al­
géneris donde se utiliza desde modalidades de ternativa, es que para un 1 5 °/o de campesinos
trabajo familiares hasta el trabajo asalariado. Es­ sin suficiente tierra, pero seguramente con fami­
to es perfectamente viable para el caso de cam­ lias numerosas, se aleja la sombra de la proleta-
pesinos con suficientes tierras para dar “ al parti­ rización a mediano plazo, conpartiendo el re­
d o ” y utilizar jornaleros a su servicio. curso abundante de otras familias, y por esta vía
Visto desde otro ángulo, la alternativa pro­ manteniendo las posibilidades por lo menos de
letarizante, aparece com o minoritaria, es decir reproducción simple.
todavía no consolidada. No obstante, el signifi­ De lo dicho hasta aquí, se puede deducir
cativo porcentaje de trabajadores de ambos que en una zona donde el factor tierra no es
sexos que combinan el trabajo por cuenta propia escaso (Cotopilaló), existe una dinámica interna
y el jornalero, puede ser un claro síntoma de que campesina que genera alternativas de empleo, sin
para una importante porción de campesinos, el desintegrar necesariamente la unidad productiva
trabajo asalariado se presenta com o el horizonte familiar. La misma opción de empleo capitalista,
más probable de inserción en las actividades pro­ se internaliza en una lógica, donde se mantiene
sólidamente el núcleo productivo campesino. Sin ñas en Pilacumbi. Sin embargo, en ambas, el
embargo, se avisora ya a través de una nueva di­ mayor porcentaje de migrantes se ubica en el es­
visión del trabajo, la vinculación con procesos trato intermedio (de 4 a 6 miembros), que se­
técnicos y productivos más adelantados, el mer­ ñala el punto de partir del cual, la migración esta­
cado, etc., que profundas transformaciones afec­ rá más vinculada a una estrategia de acumulación
taran a esta comunidad, cuando el sustrato sobre o de simple supervivencia.
el cual se levanta este “ edificio campesino” (la Es obvio que las familias pequeñas no pue­
tierra), empiece a desmoronarse com o producto den migrar sin correr el riesgo de abandonar par­
de la misma dinámica campesina. cialmente la actividad agrícola, pero así mismo,
un incremento del número de miembros podría
4.3 LA MIGRACION DE LA MANO DE OBRA tomar viable la estrategia migratoria al menos
para una parte de la familia.
Actualmente se acepta que la principal cau­ No hay que olvidar además que la disponi­
sa de la migración radica en la escasa tierra que bilidad o escasez de tierra es el factor clave que
disponen los campesinos, antes que en los efec­ explica tanto las modalidades de la migración,
tos expulsores o de atracción sobre la mano de com o los móviles y finalidades de la misma. Un
obra que se generan en el campo y la ciudad, res­ buen indicador de esta afirmación son los por­
pectivamente (Durston, s.f., y Muratorio, 1977). centajes tan disímiles de la población migrante:
Para el caso de comunidades con distinto 4 1 .8 6 °/o para Pilacumbi y tan sólo 2 1 .5 4 °/o pa­
grado de supeditación a la econom ía capitalista ra Cotopilaló.
y por lo mismo con una diversa dinámica inter­ Ahora bien, las posibilidades de migración
na, los tipos de migración serán así mismo dife­ temporal com o estrategia para la compra poste­
rentes: rior de tierra y la búsqueda de una mayor segu­
ridad económica y social a través de la viabili­
dad económica del predio, sólo es posible en el
C UADRO N o. 20 caso de Cotopilaló, donde todavía hay tierras en
manos de la Cooperativa. En cambio, en el caso
MIGRACION DE PILACUMBI Y COTOPILALO, POR TAM AÑ O DE LA
FA M ILIA
de Pilacumbi, el problema es más com plejo, pues
no existen tierras disponibles al interior de la co ­
Tamaño de la familia PILACUMBI COTOPILALO munidad, y si las hay, su precio es prohibitivo.
No migran Migran N o migran Migran
La compra de tierras en la zona de colonización
de 1 a 3 m iem bros 23.26 9.30 6.15 1.54
de 4 a 6 m iem bros 27.90 20.93 30.77 10.77
cercana (Cerro Azul), es una alternativa que im­
más de 6 m iem bros 6.98 11.63 41.54 9.23 plica cambios importantes en la división del tra­
T O TA L 54.14 41.86 78.46 21.54 bajo, en la com posición familiar y la disponibili­
dad de una base de acumulación local, elementos
FUENTE: Investigaciones de cam po, 1980.
de los que carecen las familias pobres.
El mayor porcentaje de migrantes de Coto­
pilaló, corresponde a campesinos jóvenes, mu­
Una primera constatación es el diferente chos de los cuales todavía no son jefes de fami­
tipo de conformación de las familias: más cam­ lia. Más bien son “ arrimados” que migran transi­
pesinas tradicionales de Cotopilaló, más moder- toriamente, pero que se integrarán más tarde a la
comunidad, una vez que formen una nueva uni­
dad económica familiar y logren tener acceso a A partir de un mismo patrón migratorio
la tierra. hacia la ciudad de Quito, las diferencias entre las
En cambio en Pilacumbi, la población mi­ dos comunidades son notables, pero obedecen a
grante es de campesinos jefes de familia sin alter­ lina misma causa: el desigual acceso a la tierra.
nativas económicas en la zona. A quí estamos en 1) La migración mayoritaria a la construcción,
presencia de una comunidad que tiene una base puede señalar tanto tendencias proletari­
productiva urbana, aunque con un sistema de re­ zantes (Pilacumbi) com o situaciones de
producción rural basado en el trabajo familiar proletarización transitoria (Cotopilaló). En
sobre exiguos recursos de tipo tradicional. el primer caso, se podría preguntar si el he­
Por último, a través del destino de la migra­ cho de regresar los fines de semana a la par­
ción, nuevamente comprobamos que los migran­ cela no es sino una demostración de la resis­
tes de Pilacumbi y de Cotopilaló, se insertan de tencia a la proletarización. Pero habría que
preferencia en actividades productivas urbanas conocer cuáles son las condiciones de traba­
(construcción e industria), con la diferencia que jo en la actividad de la construcción, el gra­
en el caso de la primera comunidad todos los do de explotación de la mano de obra, inse­
campesinos que salen son propietarios de parce­ guridad en el trabajo, etc., para emitir una
las menores de 5 has. opinión definitiva, porque podría muy bien
explicarse este fenómeno com o una conse­
cuencia directa de las precarias condiciones
Cuadro N ° 21 de trabajo en que se desenvuelve el “ alba­
ñil” de la construcción. En este caso, es el
ACTIVIDAD DE LA POBLACION MIGRANTE, SEGUN
EL TAMAÑO DE LAS UPAS
capitalismo el que no puede absorber el
costo de reproducción de la mano de obra
alargando la “ agonía” de la econom ía mi-
ACTIVIDAD crofundista.
2) Así mismo, sólo una minoría de migrantes
Construcción Industria Otros se integran en la industria en forma perma­
P C P C P C nente. En las actuales condiciones de un
desarrollo capitalista ahorrador de mano de
menos de 1 has. 11 2
obra, es casi una suerte integrarse en las ac­
de 1 a 4.5 12 9 3 2 2
de 5 a 9.5 2 1 tividades industriales y conseguir el status
3
de 10 y más 2 1 de obrero, lo más fácil es encontrar un tra­
TOTAL 23 13 3 1 5 5 bajo en la construcción, “ amoldada” a la
naturaleza de la reproducción campesina;
para las jóvenes campesinas de “ empleadas
a Incluye Q. Domésticos, Artesanía y Cargadores domésticas” y para los adultos de “ carga­
C Cotopilaló dores” .
P Pilacumbi 3) Las alternativas económicas de los campesi­
FUENTE: Investigaciones de campo, 1980. nos en la ciudad, pueden reflejar dos aspec­
tos que no son necesariamente excluyentes,
pero que sin embargo señalan la compleji­
dad del significado de las migraciones. Por cuidado de la parcela. Aquí, la subsunción
un lado, la migración ocasional o cíclica de real no afecta a todo el grupo familiar, es
campesinos con recursos en tierra, debería en cierto sentido “ incompleta” , pues con­
entenderse com o estrategia complementa­ serva una parte de los medios de subsisten­
ria que busca ante todo la reproducción de cia que permiten la reproducción del mis­
la unidad económica familiar en todos sus mo.
aspectos, incluidos aquellos que correspon­ El tipo de vinculación de la mano de obra
den al sustrato cultural indígena. En cam­ de esta comunidad es similar a la observada
bio, si la migración se tom a permanente, en el caso de las “ comunidades de indios li­
los ingresos de la actividad foránea al con­ bres” , que fueron históricamente las prime­
vertirse en mayoritarios al interior de la e- ras en relacionarse con el mercado de traba­
conom ía familiar, significa que ésta cumple jo urbano, en un primer momento con la
un rol complementario a la reproducción industria textil (comunidades de Nayón,
de la fuerza de trabajo explotada en el mer­ Zámbiza, Calderón, cercanas geográfica­
cado urbano. mente al sector industrial en El Inca en
Quito) y, más tarde con la construcción
5. EL FUNCIONAMIENTO DEL MERCADO (sector que es nutrido también por comuni­
DE TRABAJO ZONAL dades de otras provincias) (Buitrón y Salis­
bury, op. cit., p. 72).
A lo largo de este capítulo, hemos tratado Como habíamos señalado, el fenomeno mas
de demostrar que los cambios que experimenta importante al interior de esta comunidad
la mano de obra no son de ninguna manera ho­ es el proceso migratorio campo-ciudad que
mogéneos. Mas bien, un juego de factores histó­ al contrario de otras regiones, aquí adquie­
ricos, coyunturales y derivados del grado de pe­ re las características de una migración per­
netración capitalista, han creado “ espacios eco­ manente y no simplemente cíclica.
nómicos” donde la mano de obra ha empezado a En la provincia de Cotopaxi la migración
depender del capital en diverso grado. no está únicamente relacionada con el fac­
Seguidamente, analizaremos la situación de tor tierra sino también con la cercanía de
las tres comunidades estudiadas: un mercado de trabajo con más altos sala­
a) La comunidad de Pilacumbi, a diferencia de rios, donde puede insertarse la mano de o-
las otras dos se inscribe en un proceso que bra sin mayores requisitos en cuanto al gra­
la vincula más con el mercado de trabajo do de especialización laboral.
urbano. La mano de obra, al no estar rela­ Sin embargo, cuando no escasea la tierra,
cionada con las haciendas aledañas y al mis­ las migraciones cíclicas pueden representar
mo tiempo, al escasear el factor tierra tiene también una estrategia campesina dirigida a
una incidencia marginal en el mercado de la compra posterior de más tierra y a la uti­
trabajo zonal. lización adecuada del tiempo de baja activi­
En este caso, los trabajadores todavía con­ dad agrícola en su parcela (generalmente de
servan su residencia en el campo gracias a 3 a 4 meses). Al contrario, debido a la re­
las facilidades de vías de comunicación y ducida dimensión de las parcelas y la baja
sobre todo a que su familia permanece al productividad de tierras agotadas por un
cultivo intensivo, la reproducción del grupo ción, sino que se genera internamente y c o ­
familiar es viable con la proletarización de mo producto de la misma dinámica campe­
una parte del mismo. En todo caso, cree­ sina. Ahora bien, ¿hasta qué punto están
mos que es justamente esta segunda tenden­ creadas aquí, las condiciones para el funcio­
cia la que tiene importancia en Pilacumbi. namiento de un mercado de trabajo campe­
En el caso de las otras dos comunidades sino?
(Cotopilaló y Rasuyacu), se observa un fe­ Veamos algunos elementos constitutivos de
nómeno importante que las diferencia ra­ este mercado de trabajo:
dicalmente de la anterior: retienen fuerza a) El surgimiento de una nueva generación de
de trabajo. Sin embargo, com o hemos vis­ campesinos sin acceso a tierra, es una base p o ­
to, entre ellas hay diferencias que respon­ tencial para el aparecimiento de relaciones sala­
den a dos modalidades de desarrollo del ca­ riales.
pitalismo. b) El incremento de la comercialización y en
Veamos más en detalle esta situación. La general de la mercantilización, muestra hasta que
comunidad de Cotopilaló, se encuentra su­ punto empieza a predominar el valor de cambio
mida en una vía campesina, en cierta forma com o objetivo final del proceso productivo.
protegida por la organización cooperativa, c) La presencia del salario “ relación puramen­
que actúa com o el vínculo empresarial con te monetaria” , en reemplazo de las formas tradi­
el mundo exterior, aunque ese papel lo van cionales de utilización de mano de obra y de los
asumiendo los campesinos con más frecuen­ mecanismos de reciprocidad.
cia. En la medida en que han logrado con­ d) El incremento de una más complicada divi­
servar tanto las condiciones objetivas com o sión social del trabajo y el surgimiento de “ nue­
subjetivas de trabajo, su integración en el vos tipos de trabajo” .
capitalismo no se realiza en tanto mano de Si hacemos un razonamiento de causa a e-
obra, sino más bien a través de los mecanis­ fecto, los elementos a) y b), aparecen com o “ de­
mos del mercado, considerando el incre­ tonantes” del surgimiento de una subsunción
mento constante de la mercantilización de formal del trabajo al capital.
la producción. No hay que pensar por eso A través del siguiente ejemplo, podemos i-
que la esfera de la producción se encuentra lustrar algunas de estas características.
aislada de la lógica capitalista, pues la mis­
ma vinculación con el mercado acarrea Cuadro N° 22
transformaciones al interior del proceso COTOPILALO, PEONES AGRICOLAS Y
TRACTORISTAS, SEGUN GRUPOS DE EDAD
productivo: vinculación con el capital fi­
nanciero, utilización progresiva de tecnolo­ EDAD Peones agrícolas estacionales Tractoristas
gía capitalista y utilización ocasional de permanentes
mano de obra asalariada.
10 -1 9 17 5
Lo que queremos recalcar es que el surgi­
20 - 29 14 1
miento de reducidos “ focos” de proletari­
30 -2 9 5 -
zación, no se produce por una vinculación -
40 y más 4
exterior a mercados rurales o urbanos de
trabajo, ni tampoco a través de la migra- TOTAL 40 6
FUENTE : Investigaciones de campo, 1980.
Ante todo, se trata de un mercado de traba­ Si se presenta un proceso de “ alargamien­
jo estacional, esto es, fluctuante en las diversas to ” de la estratificación campesina, la tendencia
fases del proceso productivo (siembra, cosecha, anotada más arriba será aprovechada por un gru­
labores de mantenimiento, etc.). En la medida po de campesinos “ acomodados” , mientras que
en que al interior de la econom ía campesina dis­ en la base, se desarrollan todavía una serie de
minuye la demanda de mano de obra, hay la po­ “ miniaparcerías” que no pertenecen plenamente
sibilidad de que el excedente poblacional pueda al mercado de trabajo capitalista, pero que en
ser aprovechado por las haciendas colindantes. el fondo son formas de retener trabajo apoyadas
En su mayoría, los peones, son jóvenes campesi­ en algunos de los lazos de “ solidaridad” que to ­
nos que todavía no han formado su hogar y que davía subsisten en la comunidad (Lehmann,
viven “ arrimados” en las parcelas familiares. El 1980).
asalariamiento temporal, podría explicarse muy Cuando se les preguntó a estos campesinos,
bien- com o un mecanismo de “ ocupación-aho­ ¿por qué no migraban a otros lados?, ellos res­
rro” en función de la obtención futura de tie­ pondieron simplemente que todavía tenían tra­
rras. bajo en la cooperativa. Y en verdad, la coopera­
Por otro lado, la generación de una minori­ tiva podría ampliar su capacidad de ofrecer tra­
taria capa de asalariados permanentes (tractoris­ bajo, si ésta funcionara com o tal; pero en las ac­
tas), se efectúa a través de una especialización de tuales circunstancias, el acicate del trabajo c o ­
la mano de obra en una actividad técnica que in­ munal es el pago de la tierra. A largo plazo, lo
dica no sólo el relativo grado de dinamismo de importante es preguntarse si ésta quedará funcio­
las parcelas campesinas, sino también un intere­ nando com o un mercado de trabajo “ suplemen­
sante nivel de adopción de nuevas técnicas en el tario” al campesino, que permita absorber los
proceso productivo. excedentes poblacionales o si se polariza la ac­
Así pues, el mercado de trabajo tiene otro tual estratificación interna y se impone un mer­
escalón en la econom ía campesina, donde se vin­ cado en base a la compra-venta de la fuerza de
culan estos trabajadores asalariados y también trabajo.
peones agrícolas ocasionales que son pagados en Rechazando las falacias de que el campesi­
salario. Com o lo hemos puntualizado, el salario no carece de “ espíritu empresarial o comercial”
empieza a predominar en las relaciones de traba­ o de que el campesino tiene un “ espíritu com u­
jo , permaneciendo el mecanismo de “ prestama- nitario” en el caso de los campesinos de Cotopi-
nos” a nivel de la célula familiar o para activida­ laló, es evidente que su estrategia apunta hacia
des de tipo comunal. Es posible que actualmen­ el desarrollo de una vía campesina, cuyo primer
te se sigan utilizando los mecanismos de recipro­ éxito puede resumirse en: aumento de la produc­
cidad basados en el parentesco, pero de una for­ ción sin expulsión de fuerza de trabajo.
ma radicalmente diferente a '•''tío se ejercía en Resaltemos que esta vía, que podría apa­
el m odelo tradicional andino rentemente ser una panacea a los actuales pro­
blemas del campo, se encuentra limitada estruc­
35 En el caso peruano, p oi ejemplo: “ la institución tradicio­
nal (reciprocidad, L.M .), va perdiendo su sentido de rela­ turalmente, esto es, reducida a pocas áreas a ni­
ción igualitaria al desempeñar un papel nuevo de diferenciación vel de la Sierra, y sin un apoyo decisivo del Es­
económica; el valor monetario sirve de referencia en caso de
prestaciones de naturaleza desigual y dentro de las relaciones de
tado, es presa fácil de los mecanismos de inter­
producción que acarrean” (Fioravanti, 1 97 3 , p. 124). cambio desigual sobre todo a nivel de la comer­
Sin embargo, si la migración se generaliza de
cialización. Pero de allí a afirmar que era o que
tal suerte que se convierta en permanente, uno
es inviable, significa negar su dinámica y su pre­
de los canales de abastecimiento de mano de o-
sencia en la historia. bra se romperá, posibilitándose de este m odo el
Pasamos ahora a analizar el caso más com ­
predominio de la relación monetaria y el ajuste
plejo de los campesinos de Rasuyacu. Aquí, en
a las leyes de la oferta y demanda de mano de
primer lugar, las “ condiciones objetivas” de tra­ obra en el mercado.
bajo, y en concreto, la tierra, se encuentra en
Esta tendencia, por ahora minoritaria, no
manos del terrateniente, sin embargo, los campe­
deja de ser una amenaza permanente para el te­
sinos conservan todavía las “ condiciones subje­
rrateniente que reacciona ejerciendo coacción
tivas” al disponer de medios de subsistencia en sobre la mano de obra. Por lo mismo, no es sor­
forma limitada, por la cada vez más grande des­
prendente que en las actuales condiciones, toda­
proporción entre el incremento poblacional y la
vía exista retención de mano de obra pero —ca­
cantidad de la tierra que disponen. be la pena puntualizar-, debido al control del
Lo interesante de esta situación es que el
terrateniente sobre la comunidad, basado en las
terrateniente controlando el medio de produc­
modalidades campesinas de retribución y reci­
ción “ tierra” y la mano de obra excedentaria de procidad.
la comunidad, no ha logrado una expropiación
Podemos preguntamos si ¿no estaremos en
definitiva de las condiciones de trabajo. Mas presencia de residuos feudales que siguen “ cole­
bien trata de “ reconstruir” estas condiciones, a teando” en los espacios de modernización más
través de la venta de tierra. tardía? No lo creemos así. Al contrario, se tra­
En este caso, se produce una subsunción ta de un sector de campesinos parcelarios envuel­
formal, pero absorbiendo y lo que es más recons­ tos en las “ viscisitudes” de una tardía vía capita­
truyendo un proceso laboral preexistente al inte­ lista terrateniente, que no tuvo las mismas venta­
rior de la econom ía campesina. Esta aparente jas comparativas de la primera oleada de moder­
“ aberración” del capitalismo, permite la transi­ nización de los años 60.
ción lenta de un modelo de acumulación extensi­ En este caso, la recuperación del “ tiempo
vo a uno intensivo (en capital), descargando todo perdido” , se lo hace aceleradamente sobre los
el peso de la explotación (plusvalía absoluta) so­ modos de producción preexistentes, sin casi pro­
bre un campesinado parcelario que todavía man­ letarizar la mano de obra y topando muy margi­
tiene las ilusiones de ser libre e independiente. A nalmente los mecanismos del mercado capitalis­
nuestro juicio, es justamente este mecanismo i- ta.
deológico el que “ mistifica” la relación capitalis­ Se puede discutir de que se trata de un caso
ta y frena al mismo tiempo las modificaciones en muy excepcional, no generalizable para un con­
la mano de obra. texto mucho más amplio. Pero para llegar a esta
Por lo mismo, si se puede hablar de un conclusión habría en primer lugar que agotar el
“ mercado de trabajo” , éste es controlado entera­ estudio de estas “ bolsas” de modernización tar­
mente por el terrateniente, disponiendo a discre­ día en contextos campesinos densamente pobla­
ción de una abundante mano de obra, pagando dos, que al contrario de constituir la excepción,
salarios por debajo del costo de reproducción de aparecen com o más frecuentes y con repercusio­
la misma y limitando la movilidad geográfica, de nes sociales más importantes que los procesos
una parte de la población excedentaria. conocidos hasta ahora.
5.1 APROXIMACION TEORICA táculo en la medida' en que no responde estric­
tamente a las necesidades de este último.
El análisis realizado hasta aquí, tanto del Se puede dar perfectamente el caso de que
rol de la hacienda, com o de la mano de obra y los períodos de siembra y cosecha de mayor de­
de la dinámica campesina, nos permite elaborar manda de trabajadores en la hacienda, coincidan
un m odelo de funcionamiento del mercado de con las épocas de mayor ocupación en las econo­
trabajo, que corresponde a zonas con las caracte­ mías familiares sobre todo en zonas donde los
rísticas señaladas en el estudio de caso (sobre los tipos de cultivos son homogéneos y limitados
3.000 m. de modernización tardía, amén de la por la disponibilidad de suelos más o menos i-
presencia de densas comunidades indígenas). dénticos.
Un primer aspecto a rescatar es el proceso Ahora bien, los terratenientes han reaccio­
histórico de constitución del mercado de traba­ nado frente a este problema utilizando estrate­
jo . En efecto, la presencia de formas producti­ gias que nada tienen que ver con los estrictos
vas que responden a una racionalidad propia, mecanismos de compra-venta del mercado capi­
han generado un “ espacio campesino” , en donde talista. T odo depende en último término de la
confluyen procesos del pasado y del presente, capacidad de adaptación del terrateniente, lo
adquiriendo una dinámica propia aunque supedi­ cual implica el conocimiento personal de la zo­
tada al mismo tiempo al capitalismo. na; de la mano de obra, con la cual puede em­
Lo que se comprueba a través del estudio plear mecanismos de clientelismo y compadraz­
de campo, es que el mercado de trabajo rural no go; la utilización de mecanismos ideológicos de
se establece en base a patrones capitalistas, c o ­ dominación basados en los mitos y costumbres
m o es el caso del mercado urbano. Así por e- campesinos (amenazas de brujería, etc.) y por
jem plo, la fuerza de trabajo, no está completa­ último la cohersión directa (negación de trabajo
mente desposeída de los medios de producción, en la hacienda, prohibición de utilizar zonas de
la oferta no corresponde a la demanda, el dueño pastoreo).
del capital no controla la reproducción de esta En segundo lugar, tanto campesinos com o
“ gelatinosa” mercancía. terratenientes, coinciden en utilizar modalidades
Frente a esto, el capitalismo busca más bien de trabajo que también escapan a una contrata­
adaptarse a las condiciones en las cuales se de­ ción libre de mercado. Una de ellas, y bastante
senvuelve la mano de obra. Se crea así un nuevo generalizada es el trabajo “ al partir” , sobre el
espacio, en donde se produce una verdadera lu­ cual volvemos una vez más.
cha económico-social en tom o a su control. Los campesinos a pesar de controlar recur­
En las condiciones actuales, esta lucha tam­ sos en tierra, carecen sin embargo de capital en
bién se refleja en las estrategias campesinas adap­ forma de dinero o crédito para financiar el pro­
tadas dinámicamente al capitalismo, pero conser­ ceso productivo. Normalmente ha sido el capital
vando su propio perfil económ ico, su propia ra­ usurero el que ha cumplido este papel, pero tam­
cionalidad basada en la utilización de la mano bién lo ha sido el terrateniente más cercano36.
de obra y los pisos de cultivo. A su vez, allí don­ 36 Esta relación se puede dar en los siguientes términos: el
de las condiciones lo permiten (cuando hay tie­ terrateniente concede crédito parala producción a cam­
bio de la mitad de la cosecha campesina. El teabajo, los instru­
rras), se genera un mercado de trabajo campesi­ mentos de trabajo tradicionales y los riesgos de la producción re­
no paralelo al capitalista y que puede ser un obs­ caen sobre el campesinado. Ctf. Luciano Martínez, 1980.
En este último caso, no se trata solamente de a- mercio) o buscan implementar una estrategia
delantos monetarios, sino también de fertilizan­ vinculada a cultivos comerciales, lo cual supone,
tes, semillas y utilización ocasional de instru­ com o lo hemos visto, una competencia por re­
mentos de producción de técnica avanzada (trac­ cursos en tierra y mano de obra. En el nivel p o ­
tores, fumigadoras, etc.). Por detrás de esta rela­ lítico, los impactos son más espectaculares, pues
ción, el terrateniente obtiene trabajo no remune­ estos campesinos son más proclives a asimi­
rado y al mismo tiempo amplía el espacio de tie­ lar el discurso técnico (de ingenieros y extensio-
rras cultivadas, sin necesidad de recurrir a la con ­ nistas agrarios) además del estrictamente políti­
tratación de mano de obra asalariada. Para el co. Es frecuente escuchar a un campesino mi­
campesino, en cambio, esta modalidad puede sig­ grante con un nivel de educación elemental,
nificar una forma de utilizar el excedente fami­ “ que escucha noticias por la radio y que ha leí­
liar de mano de obra, especialmente si tiene poca d o periódicos” , elementos que le permiten a-
tierra, en la época de baja actividad agrícola. En grandar su visión del mundo y entender fácil­
otros casos, el trabajo al partir puede significar la mente cualquier situación conflictiva. Pero el
posibilidad de cultivar productos destinados al efecto más pertinente, sin lugar a dudas, es que
mercado, utilizando tierras del latifundista. la migración amplía considerablemente los pun­
Com o se puede ver, la lucha entre campesi­ tos de referencia de la relación trabajo-capital, a
nos y terratenientes aparece más bien com o través de la experiencia acumulada en las ciuda­
“ mutua explotación” , aunque en las condiciones des. Difícilmente uno de estos campesinos, a-
actuales, sea la dinámica capitalista la que lleve ceptará trabajar para los hacendados por debajo
las de ganar. del salario mínimo legal, o de un cierto nivel de
En tercer lugar, la migración en aquellas c o ­ remuneraciones alcanzado en la ciudad. Esto ha
munidades “ pulverizadas” , a diferencia de la dé­ incidido positivamente en el alza de salarios, fe­
cada del 60 en que era principalmente femenina, nómeno generado tanto por la resistencia de los
ha pasado a ser actualmente de hombres. La campesinos a trabajar en condiciones onerosas
escasez de mano de obra, puede efectivamente com o por el temor del latifundista a perder
tomarse un drama para el latifundista, pues du­ completamente la tradicional reserva de trabaja­
rante los períodos de baja actividad campesina dores.
una parte importante de la mano de obra mascu­ Se entiende perfectamente, la presión ac­
lina, fluye a las ciudades, y escapa literalmente tual de las Cámaras de Agricultura por la nivela­
del mercado rural. ción hacia abajo de los salarios entre el campo y
Cuando se trata de migración cíclica (exce­ la ciudad, pues más allá del salario mínimo esta­
dente de mano de obra en comunidades con re­ blecido, no podrían competir en las condiciones
cursos), el impacto negativo sobre el mercado actuales con un patrón de salarios urbanos que
de trabajo se produce, ya sea porque esta por­ empieza a filtrarse en las demandas de los traba­
ción de trabajadores no se encuentra disponible jadores del campo. Pero por otro lado, es inte­
en el campo, o lo que es más interesante, debido resante ver com o una estrategia campesina, rom­
a las consecuencias derivadas del retom o de los pe con un sistema de explotación de la mano
campesinos a sus comunidades. de obra, empujando a los latifundistas hacia la
Efectivamente, algunos campesinos ex-mi- generalización de un mercado de trabajo, en
grantes se han lanzado a otras actividades (co ­ donde el salario no puede estar por debajo de
las condiciones mínimas de reproducción de la
familia campesina. Lo cierto es que el juego de
las clases sociales, no se da bajo el manto omní­
m odo del capitalismo sino que depende del es-
pació económ ico-político en que se desenvuel-
ven; espacio que com o hemos visto se configura
con la acción dinamica de formas productivas
con su propia racionalidad.
Queda la impresión de que en las condicio­
nes actuales en que se desarrolla el capitalismo,
la presencia de dinámicas formas campesinas,
configuran un mercado de trabajo que demues­
tra las debilidades del capitalismo agrario. Esto CONCLUSIONES
se manifiesta en la coyuntura presente, en los
abiertos obstáculos que tienen los terratenientes
El fenómeno de la modernización agraria
en el control de la mano de obra. ecuatoriana, ha sido expuesto bajo la perspecti­
Donde existen productores en condiciones
va de los cambios en la fuerza de trabajo. Nues­
no sólo de satisfacer sus necesidades sino aún de
tro interés radicaba en señalar hasta que punto
producir excedentes y lanzarse en los primeros
| el desarrollo del capitalismo ha modificado las
pasos de un tipo de acumulación campesino, se i relaciones de producción, el carácter de la mano
conserva la autonomía política y economica del
de obra y la estructura de clases rurales.
trabajo, que no se pierde completamente en la
Los resultados finales de nuestra investiga­
supeditación formal con el capital y que en defi­ ción, apuntan hacia una dirección: el capitalismo
nitiva es el gran obstáculo para el funcionamien­ ha producido cambios en la mano de obra, pero
to del mercado de trabajo capitalista.37 estos no son los esperados dentro de una lógica
capitalista. En efecto, se ha creado un espacio en
el que las clases sociales actúan con múltiples es­
trategias que generan fuerzas dirigidas en varias
direcciones. El Estado, surge com o el vértice mo-
demizador de un modelo que carece de un perfil
de clase dominante rural moderna bien definida.
Pero el “ cuerpo social” se mueve en función de
estrategias complicadas, donde la dinámica de las
empresas capitalistas no es lo suficientemente or­
gánica para imponer su ritmo al resto de las uni­
dades productivas (muchas de ellas en situacio­
nes de descomposición, otras en procesos de
37 Volvemos así, al dilema ya señalado por Marx sobre el j consolidación).
funcionamiento del mercado de trabajo en las colonias I Cuando se busca una explicación estructu­
controladas por Inglaterra en el siglo X IX , donde los trabajado­
res preferían enriquecerse a sí mismos con su trabajo que enri­ ral de este com plejo panorama, es necesario tor­
quecer al capitalista (19 7 5, p. 961). nar a los orígenes del proceso de transición ca­
pitalista que para efectos de nuestra investiga­ análisis del desarrollo del capitalismo en el cam­
ción, lo ubicamos en el período post-reforma po. El reto para futuras investigaciones está en
agraria. Es evidente que se ha construido un m o­ la construcción “ desde dentro” de un modelo
delo de desarrollo capitalista sin reforma agraria, explicativo de los cambios en países de capitalis­
cuyos resultados saltan a la vista: proletarización mo tardío.
inacabada, campesinos sin tierra y sin trabajo, 2.- Como una forma más objetiva para cap­
monopolización de la tierra por medio de una tar los cambios en la mano de obra, especialmen­
estrategia defensiva terrateniente, tecnificación te en el período post-reforma agraria, hemos
extensiva sin incremento de la productividad, considerado necesario basar nuestra argumenta­
etc. ción en un sustrato histórico que a su vez nos
En estas condiciones, las bases de la moder­ muestre la dinámica del cambio y continuidad
nización, pueden ser muy endebles y lo que es en las relaciones de producción.
más, pueden ser socialmente cuestionadas por las , La actual situación del trabajador rural
clases productoras que empiezan a tomar con­ ecuatoriano, es el producto de una serie de cam­
ciencia de los efectos negativos (en relación a su bios y adaptaciones de la matriz campesina bajo
misma supervivencia física) de la actual moder­ la progresiva acción del capitalismo. Había, pues,
nización rural. que introducirse —aunque sea superficialmente—
A continuación señalamos los aspectos más i en la historia del trabajador rural, para poder
relevantes del trabajo de investigación, conser- j comprender muchos de los “ anacronismos”
vando el orden lógico de la exposición: ' actuales y si la lucha entablada entre el capital y
1.- El modelo de modernización del campo el trabajo es producto de la resistencia del segun­
en el caso ecuatoriano, se inscribe en un contex­ do o de la debilidad del primero.
to de transición “ no homogénea” hacia el capita­ Un primer aspecto que merece destacarse es
lismo. Partiendo de esta hipótesis, hemos tratado que la mano de obra indígena aglutinada en las
de demostrar que frente a las vías clásicas de sólidas comunidades andinas, no llegó a disgre­
modernización (inglesa, las vías revolucionarias garse completamente a pesar de la acción depre­
y la vía juriker), la fuerza de trabajo no termina í dadora de las instituciones coloniales estableci­
por convertirse en una mercancía que dinamice das para la extracción del excedente a través del
el mercado de trabajo. Al contrario de las expe­ trabajo forzado y del progresivo despojo de la
riencias históricas, donde la modernización aca- j tierra.
rreó la plena proletarización del trabajador rural, De una u otra forma, las comunidades con­
en nuestro país (y el caso es plenamente aplica­ servaron sus tierras, aunque la mano de obra hu­
ble a los países andinos), este proceso es más í biera mermado significativamente. Sin embargo
bien débil y contradictorio. En efecto, al redu­ este mismo fenómeno demográfico, fue un fac­
cirse las alternativas de proletarización a corto tor importante en la reactivación de la agricultu­
plazo, surgen tendencias contrarias a dicho pro­ ra colonial, fenómeno tardío y que se realiza so­
ceso (por ejemplo la “ campesinización” ) que bre una nueva base productiva.
complican aún más la perspectiva de una moder­ Tan sólo con el proceso de “ composición
nización capitalista pura. de tierras” y la consolidación del latifundio des­
Esta primera constatación, nos lleva a cues­ de fines del siglo XVII y sobre todo en el siglo
tionar los modelos teóricos utilizados para el XVHI, se produce una descomposición del
m odelo tradicional de funcionamiento de las c o ­
munidades. En este período se efectuó un masi­ ceso en el que se enfrentan dos economías riva­
vo traspaso de tierras de indígenas a manos de les. Retomando esta tésis de Barahona (1965),
españoles ya sea a través de ventas, herencias hemos visto que las economías campesinas in­
(com o resultado de matrimonios entre mujeres sertas en diferentes tipos de haciendas, elaboran
indígenas y españoles) o por simple usurpación, así mismo, estrategias diferentes. En términos
amén de las composiciones basadas en las “ mer­ generales, los campesinos buscan la reproducción
cedes de tierras” que pertenecían en su mayor de sus economías: allí, donde la acción del terra­
parte a las ordenes religiosas (Borchart, 1981 teniente es más tradicional, se efectúa un avance
sobre la empresa patronal, que cuestiona tod o el
pp. 230 y ss).
El descoyuntamiento del m odelo comunal sistema económ ico-político de la hacienda. Pero
de producción, permitió la reconstrucción de un inclusive allí donde el terrateniente actúa con
m odelo parecido pero al interior de los latifun­ “ mentalidad empresarial” , bloqueando el acceso
dios o haciendas. No obstante, este proceso im­ de las nuevas unidades productivas campesinas a
plicaba un real cambio en la base productiva: las la tierra, y de esta forma forzando a la proletari-
tierras ya no pertenecían a los indígenas y su sis­ zación de una porción de la mano de obra de la
tema de reproducción dependía enteramente de hacienda, los campesinos elaboran una estrategia
la hacienda. Con el sistema del concertaje, se adaptativa, correlativa a la del latifundista: una
crea no sólo un eficáz mecanismo de coacción de nueva división del trabajo y la internalización del
la fuerza de trabajo a través del endeudamiento aspecto salarial sin romper la unidad de la fami­
permanente sino también una sólida forma de lia ampliada.
producción basada en la obtención de renta en El resultado de este proceso, no siempre se
trabajo de un campesinado indígena obligado a inclina a favor del terrateniente y por el contra­
buscar su medio de producción en los espacios rio casi siempre genera una reacción opuesta a la
monopolizados por las haciendas. esperada: los campesinos se resisten a abandonar
Es interesante constatar que esta forma de sus huasipungos, y no se llega a completar el ci­
producción cambia en su “ forma” pero perma­ clo de proletarización interno a las haciendas.
nece a lo largo de varios siglos en su “ base” , Así pues, la alternativa salarial presentada
articulando estrechamente la econom ía de la ha­ por los hacendados modernos, es captada por los
cienda y la nueva econom ía de estas comunida­ campesinos com o “ riesgosa y peligrosa” para la
des recreadas en su interior. Los cambios super- estabilidad de sus economías y su aparentemente
estructurales (com o la abolición del concertaje y obstinada reivindicación del huasipungo es una
las regulaciones agrarias de principios de siglo), manifestación no sólo económica (utilización de
no afectaron significativamente a su “ base” , que los recursos de la hacienda, empleo de la mano
siguió funcionando hasta la década del 60. Fue de obra excedentaria a las haciendas, etc) sino
necesaria una reforma agraria de inspiración también política (mantenimiento de los lazos co ­
capitalista para quebrar definitivamente este m o­ munales, de la unidad familiar, etc.).
delo económ ico que, justo es señalarlo, tampoco Nuestra tesis central que explica el cambio
permaneció estático. en las haciendas, radica en mostrar la existencia
3.- La integración de los campesinos al inte­ de un conflicto interno (en algunos casos explí­
rior de las haciendas, debe ser vista com o un pro­ cito, en otros potencial), producto de la presen­
cia del “ enclave campesino” que evolucionaba
en sentido contrario a la vía terrateniente. Si los demización de la agricultura no conlleva una
terratenientes reaccionaron acelerando la expro­ transformación de la fuerza de trabajo ni en pro­
piación de los huasipungueros y “ apadrinando” fundidad ni en extensión.
la reforma agraria, fiie precisamente porque ha­ Los proletarios rurales, son en cierta forma
bía que alejar lo más rápidamente de sus propie­ una élite, aunque no hay que desconocer que en
dades este peligro social. En este sentido, la rup­ regiones más articuladas a procesos de moderni­
tura del m odelo de funcionamiento de la hacien­ zación empresariales, existe una proletarización
da de los años 60, es un claro ejemplo de cóm o más avanzada. Sin embargo, un gran porcentaje
se puede articular medidas reformistas en fun­ de población continua vinculada a las parcelas
ción de un modelo de desarrollo capitalista en campesinas, que com o lo hemos señalado son
que los latifundistas conservan intacto su poder micro-zonas de refugio para la población rural
político y económ ico, pero sin convertirse en el sin tierras. En otras palabras, se puede decir que
“ m otor del desarrollo capitalista” , com o lo in­ la proletarización se disfraza bajo el ala de la
dica acertadamente Murmis: “ se convierte en tradicional familia campesina. Al mismo tiempo
fracción burguesa, pero n o llega a establecer para ésta última ejerce una formidable presión sobre
si un papel decisivo ni siquiera bien delineado la tierra. En estas condiciones, la solución del
dentro de la burguesía en su conjunto y en rela­ problema del empleo productivo para el exce­
ción al poder estatal; no se convierte en conduc­ dente de mano de obra familiar en las actuales
ción de un agro dinámico, pero puede impedir condiciones de modernización, pasa necesaria­
que otras fracciones agrarias queden com o pro­ mente por la lucha por la tierra.
tagonistas de la cuestión agraria” (1978, p. 150). Hemos demostrado así mismo, que en el
Acaso la actual estrategia defensiva de los proceso de modernización no hay una relación
“ terratenientes-capitalistas” , ¿no está en cierto simétrica entre desarrollo de las fuerzas produc­
sentido determinada por la forma en que se so­ tivas y cambios en las relaciones de producción.
lucionó coyunturalmente la cuestión agraria? En el capitalismo dependiente, la subsistencia de
El actual temor y defensa de la propiedad, lo relaciones no capitalistas no son un obstáculo
que las Cámaras de Agricultura llaman la “ falta primordial para cierto nivel de desarrollo de las
de seguridad y clima de confianza” (sic), ¿no fuerzas productivas. En otros términos, el cam­
significa en el fondo la debilidad de esta solu­ bio se realiza adaptando este desequilibrio al in­
ción? terior de una estrategia de modernización con­
De hecho, com o lo exponemos en nuestra trolada por los terratenientes.
investigación, los campesinos y una gran masa de Aparentemente, la débil proletarización,
trabajadores sin tierra refugiados en las zonas de actúa a favor de la estrategia terrateniente que
réserva terrateniente, constituyen una amenaza dispondría “ a discreción” de una reserva de ma­
más que potencial a la “ estrategia especulativa” no de obra, según las necesidades y ritmo de acu­
de los hacendados. Actualmente vivimos este mulación. Sin embargo, a medida que se dinami-
proceso. zan algunas actividades urbanas (com o la cons­
4.- Uno de los indicadores fundamentales trucción, y en menor medida la industria), la mi­
de cualquier proceso de modernización, es el ni­ gración, aunque sólo sea esporádica, puede rom­
vel de proletarización de la fuerza de trabajo. per con esta dependencia y obligar de esta for­
En el caso de la Sierra ecuatoriana, la mo- ma al terrateniente a cambiar su pasiva estrategia
con respecto al capital variable. nes estatales con los débiles resultados en pro­
La presencia de una masiva subsunción for­ ductividad), no constituyen base suficiente para
mal del trabajo al capital, abre una serie de inte­ generalizar un m odelo de capitalismo agrario al
rrogantes con respecto al carácter del capitalis­ contexto ecuatoriano.
m o rural en países dependientes. Para nosotros, Finalmente, tod o este razonamiento, nos
no se trata de una falta de viabilidad estructural conduce a redefinir el “ mom ento” del desarrollo
en la formación de un proletariado agrícola. Este (Lenin, 1967), aún si aceptamos la tendencia ca­
proceso encuentra resistencia en la dinámica de pitalista del mismo. Esto significa, cuestionar no
las economías campesinas adaptadas a los “ archi­ sólo la actual vía de modernización, sino tam­
piélagos” de modernización. A l mismo tiempo, bién las políticas estatales hacia el agro, la refor­
todo este amplio sector de subsunción formal en ma agraria y la contradictoria legislación sobre
la Sierra ecuatoriana, puede servir de base para el el campo. Nos preguntamos si no será demasiado
impulso de un nuevo proceso de modernización tarde para que se abra una nueva etapa de m o­
que busque com o elemento protagónico al cam­ dernización a partir de un desarrollo de la eco­
pesinado. También en este caso, un movimiento nomía campesina o al contrario esto signifique
interno de diferenciación social, producirá nue­ la superación de un capitalismo agrario refugiado
vas modificaciones en la mano de obra. en los límites de sus viejas haciendas moderniza­
Coyunturalmente, la anterior tendencia, das.
podría fortalecer un proceso de campesiniza- 5.- Si en las regiones de los valles interandi­
ción, si los estratos menores de 10 has, ubicados nos, ocupadas actualmente por las haciendas le­
en regiones donde predomina el trabajo familiar cheras modernas, la fuerza de trabajo se proleta­
no asalariado, logran ampliar sus recursos en tie­ rizó en mínima escala, en las zonas productivas
rra; o si el Estado a través de proyectos específi­ que sobrepasan los 3.000m, donde el proceso de
cos com o el actual m odelo DRI (desarrollo rural modernización data de unos 15 a 10 años, los
integral), logra un cambio en los sistemas pro­ cambios en la mano de obra no dependen sólo
ductivos, en la orientación de la producción y en del nivel de modernización latifundista sino tam­
los sistemas de comercialización que genere em­ bién de la dinámica y el nivel de articulación de
pleo productivo en zonas de campesinado pobre. las comunidades y economías campesinas con el
En todo caso, también este proceso provoca a capitalismo.
mediano plazo diferenciación campesina (si no Históricamente, las comunidades no fueron
lo está produciendo ya), aunque transitoriamen­ conjuntos productivos homogéneos y su actual
te, puede disminuir el nivel de la semiproletariza- situación depende en gran medida de las condi­
ción. ciones estructurales en las cuales se integraron al
Al menos, si tomamos en cuenta el grado proceso de desarrollo capitalista actual.
de proletarización e inclusive el nivel de desarro­ a) Las comunidades que permanecieron
llo de las fuerzas productivas, el desarrollo capi­ desligadas de las haciendas, evolucionaron
talista de la agricultura es más bien débil. La pre­ mucho más rápidamente hacia una apropiación
sencia de ciertos “ islotes de modernización” , fo ­ parcelaria de la tierra. Es más, las comunidades
calizados en las cuencas lecheras, cuyas estrate­ de “ indios libres” de la Sierra ecuatoriana, se
gias pueden ser cuestionadas en términos de cos­ convirtieron rápidamente en mano de obra que
tos sociales (comparando las masivas inversio­ alimentaba las necesidades de la econom ía urba­
na (albañiles, artesanos, peones y más tarde desde el punto de vista capitalista: la mercanti-
obreros de la industria). lización de la tierra y la mercantiliz ación de la
b) Las comunidades que permanecieron producción. En la medida en que estas tenden­
vinculadas a las haciendas, lograron conservar cias se consolidan, pierde importancia la produc­
por más tiempo la matriz productiva y cultural ción comuna] (reducida a la conservación del
andina, no sin experimentar cambios profundos piso altitudinal más alto para pastoreo) y se di-
en la progresiva articulación con el capitalismo. namiza la producción de las parcelas familiares,
c) Las estrategias de adaptación a las nue­ verdadero eje económ ico de las comunidades.
vas condiciones impuestas por el capitalismo en f) Correlativamente a lo anterior, existen
el caso de comunidades de productores parcela­ las bases para el surgimiento de relaciones entre
rios, conllevan la proletarización de un gran por­ productores a través del salario. Hoy en día, es
centaje de la mano de obra, proceso que se cum­ frecuente que los mecanismos de reciprocidad
ple en la ciudad y no en el campo. Pero al mismo basados en estructuras de parentesco, se hallen
tiempo, no significa la expropiación definitiva de entrecruzados por la relación salarial que co­
la parcela o medio de producción que se mantie­ mienza a regir las relaciones de producción y de
ne cultivado por la mano de obra, sobrante (mu­ distribución de un espacio aparentemente cam­
jer e hijos menores). pesino.
d) En el caso de comunidades que perma­ g) La proletarización de esta mano de
necieron vinculadas de una u otra forma a las obra, no se da por medio de un proceso de ex­
haciendas, el punto de ruptura a partir del cual propiación clásico, sino más bien a través de una
evolucionan de diversa manera es el proceso de diferenciación interna en las comunidades. Por
reforma agraria. lo mismo, es un camino lento, que se enfrenta
Por un lado, algunas comunidades logran cada día a la superestructura comunal, que a su
conservar la tierra sobre la cual estaban asenta­ vez constituye una sólida barrera para el paso de
das y sobre esta base desarrollan un nuevo tipo una econom ía campesina que se desarrolla bajo
de econom ía campesina articulada al capitalis­ el cascarón comunal, a empresas familiares mer­
m o. Por otro, aquellas comunidades que son cantiles.
expropiadas y obtienen finalmente la propiedad h) Las alternativas de proletarización en el
del huasipungo, continúan estructuralmente im­ contexto del capitalismo agrario zonal, son más
posibilitadas de romper el lazo umbilical que las bien débiles. Cuando estas se presentan, deben
ata a las haciendas, com o reserva de mano de ser vistas, com o el resultado transitorio de una
obra. división social del trabajo campesino, es decir
e) La actual vinculación con la economía de una estrategia campesina que busca racionali­
capitalista, significa alternativas diferentes para zar el excedente de mano de obra. Esto es posi­
los productores campesinos. En efecto, para las ble en la medida en que existe todavía tierra
comunidades que lograron acceso a la tierra, a sobre la que se pueden formar nuevas unidades
pesar de pertenecer formalmente a organizacio­ productivas. Pero este movimiento de amplia­
nes cooperativas o comunales, en su interior se ción de la frontera agrícola comunal está llegan­
han desatado procesos que responden más a una do a su fin, y es probable que se cristalicen nue­
perspectiva capitalista que campesina. vas modalidades de proletarización bajo Ja-en­
Dos son los mecanismos más importantes voltura campesina, antes que a través de^ávtocy-
de las actuales haciendas, obligan a los terrate­
lación con las haciendas. A largo plazo, no se nientes a adaptarse a las c on di c i o n e s d e l as p
puede descartar la alternativa migratoria. meras. Esto es vital, para la acumulación de las
i) En estas condiciones, el mercado de tra­ haciendas en zonas ecológicas de altura, que no
bajo, n o puede desarrollarse plenamente desde disponen de las mismas ventajas comparativas
una perspectiva capitalista. Por un lado, los mis­ de las haciendas de valle.
mos campesinos, a través del proceso de diferen­ Toda presión campesina sobre la tierra,
ciación interno, constituyen un obstáculo, al ge­ aunque esta sea de páramo, agrava substancial-
nerar demanda de trabajo vinculada a una pro­ mente la oferta de fuerza de trabajo barata para
ducción mercantil. Por otro, las migraciones oca­ el terrateniente. La reconstrucción de espacios
sionales, constituyen una alternativa atractiva campesinos, aún con reducidos recursos, desata
para mejorar el ingreso campesino. Los terrate­ transformaciones importantes en las estr^ ^
nientes, tienen dos alternativas: o subir los sala­ terratenientes, en el mercado de trabajo, y
rios y de esta manera volver atractivo el trabajo capitalismo agrario en su conjunto.
en las haciendas (medida empresarial), o sujetar
a campesinos bajo nuevos precarismos, en cierta
forma inmovilizar a la mano de obra zonal (uti­
lizada por los terratenientes más atrasados).1
La conform ación de un mercado de trabajo
capitalista, depende, entonces de la articulación
del espacio campesino al capitalista, lo que signi­
fica en otros términos un proceso de lucha so­
cial, reflejada en las diversas estrategias de los
productores. En la medida en que no se ha pro­
ducido una expropiación definitiva de la tierra,
la coexistencia de economías campesinas al lado

1 Denti o de esta penpectiva se enmarca la actual presión


que ejercen las Cámaras de Agricultura para »establecer la
“ aparcería” . En realidad, se trata de asegurar una reserva de
mano de obra eludiendo la relación salarial; con ello se lograría
cultivar tierra« marginales ubicadas en pisos ecológicos altos y de
esta forma valorizar tierras actualmente ociosas o no rentables a
costa del trabajo campesino. Por otro lado, se pretende eludir y
neutralizar las posibles consecuencias de la aplicación del contro­
vertido y ya debilitado Código Agrario que señala explícitamente
en el artículo 7 : “sólo las unidades de producción que se aprove­
chan directamente” cumplen con su función social (M A G , agos­
to 12, 1982). Por último, esta medida aprobada recientemente
por la Comisión de lo económico agrario-industrial de la Cámara
de Representantes, significa que los campesinos no podrán recla­
mar para si ningún derecho sobre esas tierras y tendrán que de­
fenderlas contra posibles invasiones (El Comercio, 1 5 , IV , 1983).
A no dudado, se busca desatar conflictos entre campesinos y
quizá lo más peligroso, restituir los lazos de dominación y depen­
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y
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Secretaría de Temporalidades: Archivo Palacio Arzobispal, Quito.

Archivo Casa Parroquial de Toacazo, Provincia de Cotopaxi.

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