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EL CARÁCTER DE LOS UNGIDOS

Somos Ungidos por Gracia, no por Capacidad

El término “unción” es bastante popular entre los cristianos de tipo


pentecostales y en demasía entre los de tipo neo-pentecostales y/ó
carismáticos; estos últimos se han “apropiado” del término dándole una
connotación de poder, superioridad y cierto misticismo religioso; sin
embargo el origen de la palabra unción es bastante sencilla, proviene del
acto de “ungir” que es “derramar aceite sobre una superficie, ya sea una
persona o cosa”.

En la época del Antiguo Testamento se daba al aceite diversos usos, uno


de ellos era sanar las heridas externas de la piel derramando aceite sobre
ella.

Este acto de “derramar para sanar” con el paso del tiempo cobró otro
significado, impulsado principalmente por la escuela profética semita:

● Ungir a los futuros monarcas que gobernarían la nación (“derramar


para gobernar”).
● Los profetas derramaban aceite sobre aquellas personas que eran
designadas por Dios para reinar ––los ungían con aceite––,
simbolizando así que la presencia de Dios se derramaba sobre la
persona desde la cabeza hasta la planta de los pies.
● Así entonces encontramos el caso de la unción de Saúl a quien
Samuel derramó aceite sobre su cabeza y lo nombró rey (1ª Samuel
10),
● lo mismo pasó con David (1ª Samuel 16) y otros monarcas
veterotestamentarios.

Los ungidos no debían considerarse superiores al resto de sus hermanos


sino afortunados de haber sido designados por Dios para ser sus “qadosh”,
es decir, “apartados”, “consagrados”, “separados” por Dios y para Dios a
fin de ejercer una tarea dentro de la comunidad.

Los “qadosh ungidos” debían mostrar humildad y disposición al servicio,


jamás pensar que eran merecedores de tal honra, al contrario, mantenerse
en completa dependencia de Aquel que los había ungido.

Hoy en día se utiliza el concepto “unción” para referirse a la presencia de


Dios derramada sobre una persona, un servicio cúltico, un ministerio, una
organización cristiana, un proyecto con principios bíblicos entre otros; tal
interpretación está en correcta relación con el origen del término “unción”,
el problema es que algunas personas y ministerios se autonombran
ungidas cuando en verdad nadie ha derramado aceite sobre ellas y lo que
es peor, Dios no las ha hecho sus qadosh sino que ellas mismas creen
que han sido ungidas y se comportan de manera equívoca a como un
verdadero ungido debería hacerlo.

Pero por otra parte es justo señalar que así como existen los auto-ungidos
también hay personas, ministerios u organizaciones cristianas que cuentan
con el respaldo de Dios, con Su presencia; ellas han recibido el poder de
Dios, los dones, las habilidades, los recursos necesarios para hacer el
trabajo divino aquí en la tierra, trabajo de servicio, amor, misión; los tales
en verdad son ungidos por el Señor.

Ese tipo de personas u organizaciones fueron separadas por el Espíritu


Santo y empoderadas por Él pero no andan diciendo a los cuatro vientos
que son “ungidas” o “qadosh”, no lo necesitan, sus hechos hablan por sí
mismos. Ese tipo de “ungidos” muestran humildad, dependencia en Dios y
una vida acorde a los principios del Reino.

Para finalizar esta parte quiero señalar algo importante:

La unción viene de Dios y no del hombre, es Él quien unge (derrama su


presencia, poder, talentos, bendiciones, recursos) sobre una persona,
organización o proyecto; es un acto de gracia que nada tiene que ver con
las capacidades del ungido.

El ungido llega a ser ungido cuando la unción ha sido derramada sobre él,
es la unción quien hace al ungido un ser útil para el servicio de Dios y no al
revés.

El carácter puede ser mi amigo o mi enemigo

¿Qué es el carácter? ¿cómo podríamos definirlo? Antes de intentar


explicar su significado permítanme hablarle de dos componentes más en la
basta complejidad del ser humano.

Temperamento: El temperamento es el componente estable y hereditario


de los rasgos afectivo-dinámico del hombre. Es el esqueleto o el armazón
––para que me puedan entender––, que sostiene todo lo demás. Es un
componente heredado y es fijo, es decir, el temperamento es inamovible,
no se puede cambiar.

Personalidad: La personalidad es el resultado del temperamento y el


carácter.
Ahora sí, hablemos del carácter.

El carácter es la forma individual en que el temperamento se muestra en


el ser humano, es la característica que hace distinto a un hombre de otro
en cuanto a su comportamiento.

El carácter es la marca de todo hombre y mujer, es la forma en la que nos


distinguimos del resto por la manera en que nos comportamos, sentimos,
reaccionamos o enfrentamos a la vida.

El carácter se aprende con la experiencia (los padres, familiares, entorno


social, educacional, religioso y hasta económico van formando el carácter
del individuo conforme crece).
El carácter se moldea a través de los años e incluso se puede cambiar.
Las personas que dicen “yo soy así, tengo mal carácter y nada puedo
hacer le guste a quien le guste”, en verdad se están mintiendo porque sí
pueden hacer algo: cambiar su carácter (lo cual no ocurre con el
temperamento porque es hereditario y nada podemos hacer).

En Génesis 2:7 dice que fuimos hechos del polvo de la tierra, en algunas
versiones se menciona que fuimos creados de arcilla, barro, y por tanto
con la capacidad de adaptarnos al entorno que nos rodea.

Dios creó al ser humano con una habilidad única: la plasticidad. Es decir,
la capacidad de adoptar diferentes formas tanto de pensamiento como de
comportamiento en la medida que vamos creciendo y convirtiéndonos en
personas, y esto implica por supuesto nuestro carácter el cual también es
plástico, es decir adaptable, maleable, moldeable…, ¡somos barro que
puede cambiar para bien!

Termino esta parte diciendo que el carácter son todas aquellas


características que nos definen, que nos muestran al mundo y por las
cuales somos juzgados, valorados o despreciados. Estas características
controlan nuestra actitud en la vida, el carácter influye la forma en que nos
conducimos en este peregrinaje que el Dios del Universo ha designado
para los mortales. El carácter por tanto puede ser un poderoso aliado en el
logro de nuestras metas o muy por el contrario nuestro peor enemigo.

Pablo dijo: “Lo que no quiero hacer eso hago, y lo que debo hacer no
hago” (Romanos 7:19-25), pero él no se conformó con esto, él luchó con
ahínco porque sabía que podía domesticar su ser (1ª Corintios 9:27).

La unción sin carácter te mata

“Si no mejoro mi carácter ––en el caso que me esté dando problemas––,


por más unción que tenga, tarde o temprano fracasaré miserablemente”.
Ejemplos bíblicos que respalden mi tesis hay por montones, pero quizá
quiera recordar algunos pasajes escriturales:

El fatídico caso de Sansón quien había sido consagrado por Dios para su
gloria, era un “qadosh” cuya misión era liberar a Israel de la opresión
filistea, y de hecho lo hizo en varias oportunidades con muestras de fuerza
sobrehumana, y sin embargo su comportamiento inmoral, su falta de
disciplina y su pasión sin medida hacia el sexo opuesto le pasaron la
cuenta. Sansón fue un ungido ¡y vaya que el poder de Dios se manifestaba
en él!, pero su carácter lo traicionó toda su vida. Sansón pudo mejorar,
cambiar, disciplinarse pero escogió no hacerlo (ver la vida de este hombre
en el libro de Jueces).

Otro caso es el del rey Salomón quien con toda su sabiduría la cual le fue
dada por el Señor en los inicios de su reino terminó sus días influenciado
por religiones paganas, durmiendo con mujeres extranjeras (algo prohibido
por la ley mosaica) y machacando al pueblo con pesados impuestos
imposibles de pagar. Salomón también fue un ungido, un qadosh de Dios
pero su carácter lo mató, su carácter lo hizo pedazos sumiéndolo en la
vergüenza personal y nacional (ver la vida de este hombre en 1ª Reyes 3
al 11).

¿Y qué me dicen del apóstol Pablo? El gran misionero de la iglesia


cristiana del primer siglo también tenía un carácter traicionero, así lo dejan
ver algunas de sus cartas donde su mal genio hacia temblar a sus
feligreses (Gálatas 3 muestra una ventana hacia el carácter del apóstol).

Otro episodio en su vida es cuando discutió con su compañero de


misiones Bernabé porque éste quería llevar nuevamente al joven Juan
Marcos quien los había abandonado en cierto trayecto de la jornada
misional, el intolerante Pablo se opuso y discutió tan fuerte con su amigo y
padre espiritual Bernabé que se separaron (Hechos 15:36-41).

Es más, algunos paulólogos sostienen que el versículo que dice que Pablo
tenía un aguijón en la carne que lo “aguijoneaba” no se refiere a una
enfermedad física, como comúnmente se interpreta, sino que hacía
referencia a su “mal carácter” el cual le causaba mucho sufrimiento y hacía
sufrir a otros (2ª Corintios 12).

Finalizo diciendo que si bien la unción de Dios, es decir la presencia del


Señor, respaldo, bendición y poder divino, es algo críticamente importante
para quienes realizan trabajo ministerial, también lo es el carácter
disciplinado, entrenado y modelado por Cristo en nosotros.

Por tanto si no mejoramos nuestra forma de pensar, hablar y actuar ––por


más liderazgo que tengamos, por más bien que prediquemos, por más don
de gentes que irradiemos, por más unción que tengamos––, terminaremos
como Sansón: “Y Jehová lo había abandonado, pero él no lo sabía”
(Jueces 16:20).

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