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Dominio lector Nº1
Hoja del Alumno
Primer Año Básico (2º Semestre)
El pato y el loro
En mi casa hay un pato amarillo y
un loro japonés.
El loro es verde y sus garras son café.
Le gusta comer jamón y tomar té.
Mi mamá los lleva a la calle.
En la calle hay músicos que tocan unos
bombos gigantes.
El pato danza con sus zapatitos rojos.
El loro canta y a la gente le da mucha
risa.
Mi mamá los alaba con cariño.
Dominio lector Nº1
Hoja del Profesor
Segundo Año Básico
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Una linda
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paloma blanca
había ido a a
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rama de un e
árbol, junto al j
cual corría un i
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beber, pero a
resbaló y fue
arrastrada por l
la corriente. i
La paloma, n
que había d
visto lo a
sucedido, p
voló hacia a
ella y pudo l
sacarla con el o
pico. m
Poco después i
un cazador, al t
divisar a la a
paloma, se
dispuso a b
darle muerte. l
Rápidamente a
acudió la n
abeja y, para c
salvar a su a
bienhechora,
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fue a picar la
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mano del
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hombre.
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Por efecto del
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dolor el
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cazador
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sacudió el
brazo, d
fallando así el e
disparo.
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ecibir una
hermosa
recompensa
por su buena
acción.
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114
Dominio lector Nº1
Hoja del Alumno
Segundo Año Básico
La abeja agradecida.
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rá mi profesora? a
¿Cómo me irá g
este año? r
Mientras se a
hacía estas d
preguntas, casi a
sin darse b
cuenta, llegó al l
colegio. e
Una vez en
el patio, sus s
compañeros o
lo vieron y r
corrieron a p
saludarlo. Al r
encontrarse e
entre s
amigos, a
olvidó sus
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Todos
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hablaban al
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mismo tiempo,
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haciendo
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preguntas y
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contar lo que a
había hecho
durante las s
vacaciones. e
Mientras ñ
conversaban o
alegremente, r
sonó la i
campana t
llamándolos a a
clase.
M
Al entrar a la
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sala de tercero,
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tuvieron la
cela, su
profesora del año
anterior, que los
esperaba 5
sonriente.
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Dominio lector Nº1
Hoja del Alumno
Tercero Año Básico
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Además de los
animales, existen
otros seres con
vida que viven fijos
a la tierra, de la
que se alimentan.
Son las hierbas,
arbustos y árboles,
que reciben el
nombre de plantas
o vegetales.
Sin las plantas,
no tendríamos
alimentos
vegetales, no
vivirían los
animales, no
habrían casas, ni
barcos, ni aire
puro. Sin las
plantas no
podríamos vivir.
Existen muchas
clases de
plantas.
gran tamaño,
como el roble, el
álamo y el pino.
Otras son
medianas, como
el rosal y el
limonero. Algunas
4
son pe-queñas,
como el musgo
de los prados. 1
A las plantas 7
les ocurre lo
mismo que a los 3
animales, pues 6
como tienen vida,
4
nacen, crecen, se
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alimentan,
respiran, tienen 5
hijos, envejecen y 6
mueren.
A diferencia 7
de los animales, 3
que se trasladan
de un lugar a 7
otro y tienen 6
órganos de los
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sentidos, las
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plantas viven
fijas y no tienen 9
sentidos. 8
Algunas
plantas sólo 1
duran un año o
menos, y otras 1
pasan de cien 1
años de vida.
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203
(fragmento) Elio
Arrechea español
Dominio lector Nº1
Hoja del Alumno
Cuarto Año Básico
Además de los animales, existen otros seres con vida que viven fijos a
la tierra, de la que se alimentan. Son las hierbas, arbustos y árboles, que
reciben el nombre de plantas o vegetales.
Sin las plantas, no tendríamos alimentos vegetales, no vivirían los
animales, no habrían casas, ni barcos, ni aire puro. Sin las plantas no
podríamos vivir.
Existen muchas clases de plantas.
Unas se distinguen por su gran tamaño, como el roble, el álamo y el
pino. Otras son medianas, como el rosal y el limonero. Algunas son
pequeñas, como el musgo de los prados.
A las plantas les ocurre lo mismo que a los animales, pues como tienen
vida, nacen, crecen, se alimentan, respiran, tienen hijos, envejecen y
mueren.
A diferencia de los animales, que se trasladan de un lugar a otro y
tienen órganos de los sentidos, las plantas viven fijas y no tienen
sentidos.
Algunas plantas sólo duran un año o menos, y otras pasan de cien
años de vida.
(fragmento)
Elio Arrechea
español
Dominio lector Nº1
Hoja del Profesor
Quinto Año Básico
b
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LOS la mo
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DE
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CHILE
. árbo
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agua
Casi
todos los
ríos
chilenos
tienen su
nacimiento
en la
Cordillera
de los
Andes, con
deshielos
que se
juntan en
represas
naturales y
forman
lagos
profundos,
encerrados
por altos
murallones
de
montañas.
En seguida
se
despeñan
hacia el
mar con
brusqueda
d de
avalancha,
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(fragmento
)
Fernando Santiván
chilen
o
Dominio lector Nº1
Hoja del Alumno
Quinto Año Básico
(fragmento)
Fernando Santiván
chileno
Dominio lector Nº1
Hoja del Profesor
6º Año Básico
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H - ¿Qué
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Resulta que
Azulina estaba
muy triste y que
en el patio último
de la casa
– allí donde la
señora Parra se
empina sobre
cuatro rodrigones –
no hacía la niña
otra cosa que
estarse muy quieta
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192
(fragmento) Marta
Brunet chilena
Dominio lector Nº1
Hoja del Alumno
6ª Año Básico
(fragmento)
Marta Brunet
chilena
Dominio lector Nº1
Hoja del Profesor
7º Año Básico
t
r
INFAN
i
CIAp Y
POESÍ
u
A l
a
Para saber y c
contar y contar para i
saber… tengo que ó
empezar así esta n
historia de aguas,
plantas, bosques, d
pájaros, pueblos, e
porque eso es la
poesía, por lo menos u
mi poesía. n
Mi padre fue t
ferroviario de r
corazón. Mi madre e
podía distinguir en la n
noche, entre los
trenes, el tren de mi d
padre que llegaba o e
salía de la estación
de Temuco. e
s
Pocos saben lo t
que es un tren a
rastrero . En la
región austral, de c
grandes vendavales; l
las aguas se a
llevarían los rieles si s
no les echaran e
piedrecillas entre los
durmientes, sin t
descuidarlos en e
ningún momento. n
Hay que sacar con í
capachos el lastre a
de las canteras y
volcar la piedra q
menuda en los u
carros planos. Hace e
cuarenta años la
ser formidable. n
Tenía que quedarse o
en los sitios aislados m
picando piedra. La b
cuadrilla estaba r
formada por e
gigantescos y
musculosos peones. e
Venían de los x
campos, de los t
suburbios. Mi padre r
era el conductor del a
tren. A veces me v
arrebataba del a
colegio y yo me iba g
en el tren lastrero. a
Picábamos piedras n
en Boroa, corazón t
silvestre de la e
frontera, escenario
de los terribles s
combates españoles e
y araucanos.
d
La naturaleza allí e
me daba una s
especie de i
embriaguez. Yo g
tendría unos diez n
años, pero ya era a
poeta. No escribía
versos, pero me a
atraían los pájaros, l
los escarabajos, los
m
huevos de perdiz.
a
Era milagroso
y
encontrarlos en las
o
quebradas,
r
empavonados,
oscuros y
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relucientes, con un
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color pareci-do al
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del cañón de una
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escopeta. Me
ó
asombraba la
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perfección de los
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insectos. Recogía
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las madres de la
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culebra. Con este
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, negro, bruñido y
fuerte, el titán de los
insectos de Chile. 3
Estremece verlo de
pronto en los 1
troncos de los 7
maquis y de los 3
manzanos 3
silvestres, de los 4
coligues, pero yo 1
sabía que era tan
fuerte que podía 5
pararme con mis 6
dos pies sobre él y 7
no se rompería. 3
Con su gran dureza 7
defensiva no 5
necesitaba veneno.
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320 3
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(fragmen
to) Pablo
Neruda
chileno
º
Dominio lector Nº1
Hoja del Alumno 7ª
Año Básico
INFANCIA Y POESÍA
Para saber y contar y contar para saber… tengo que empezar así esta
historia de aguas, plantas, bosques, pájaros, pueblos, porque eso es la poesía,
por lo menos mi poesía.
(fragmento)
Pablo Neruda
chileno
Dominio lector Nº1
Hoja del Profesor
8º Año Básico
p
o
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a
q
u
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Chillán viejo, la ciudad!
cargadas de hortalizas, y
entran la chuchoca dorada ¡ que
dicho, toda clase de cereales.
M T
vacían en la feria su perfumada
u
en la plaza, el aliento urbano
y co
Y es tan b
grande el a
movimiento, r
que a las siete a
de la mañana t
no cabe nada a
más. Y hay
tanto ruido y l
tanto ir y a
venir, que la
visión se b
colma de u
arabescos e
enloquecidos. n
a
- ¡A la papa
terrona, la
papa doma, la
papa
pegüencha, la
papa zambra-
na, la papa
amarilla, la
papa
canela…; la
mejor papa de
Chile la tengo
papa,
señorita!
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LA FERIA DE CHILLÁN
- ¡Las tortillas de rescoldo de harina flor! ¡Con manteca, las tortillas! ¡Las
tortillas con chicharrones, caserito; pase a llevar tortillas!
- No hay flores más lindas que las que le tengo, señorita… Los pensamientos
dobles, las rosas fragantosas, las dalias, los claveles dobles… ¡Pasar a llevar las
flores! ¡Fresquitas las flores, con roció las flores!…
(fragmento)
Antonio Acevedo
H. chilena
lo sepa o no. 24
34
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80
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93
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(fragmento)
Alicia Morel
LOS DINOSAURIOS E
s
En la prehistoria, antes de que apareciera el hombre t
sobre la tierra, había muchos reptiles; pero fueron los o
dinosaurios los que la dominaron durante un período que s
se prolongó por varios millones de años. Ningún otro
animal, incluido el hombre, ha reinado en la tierra durante a
tanto tiempo. n
Algunas personas creen que existía un solo tipo de i
m
dinosaurio pero, en realidad, había una gran variedad de ellos.
a
Los primeros eran pequeños y ágiles, sólo medían un
l
Metro de largo y corrían rápidamente sobre sus patas
e
traseras.
s
Algunos dinosaurios eran herbívoros. Otros eran
carnívoros, sus patas tenían afiladas garras y poseían dientes
a
filudos como cuchillos.
lcanzaron gran estatura y peso, por lo que debían apoyarse sobre sus 2
cuatro patas. Algunos, como el brontosaurio, llegaron a medir
dieciocho metros y a pesar veinte toneladas. 12
Hace muchos millones de años, los dinosaurios Desaparecieron 23
repentinamente de la tierra. Se cree que murieron 32
a causa de una epidemia, un cambio climático o, tal vez, porque cada 42
vez era mayor el número de mamíferos que se comía los huevos de 54
estos reptiles, impidiendo así que se reprodujera la especie. 57
Pero, en realidad, no se sabe la causa de su extinción. 66
79
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228
LOS DINOSAURIOS
A las ocho de la mañana nos despertó un rayo de sol. Las facetas de las 23
lava en las paredes lo recogieron y devolvieron convertido en una lluvia de 36
chispitas. 38
- ¿Qué me dices, Alex? – preguntó mi tío - ¿Has pasado en tu vida 54
alguna noche tan tranquila? No hay ruidos ni grito… 64
- El lugar es muy tranquilo, en efecto – repliqué -. Pero esta misma 77
calma tiene algo trágico. 82
- No te apresures. Recién hemos bajado al nivel del mar. Puedes 95
comprobarlo consultando el barómetro. Yo estoy deseando poder usar el 106
manómetro. 108
- ¿No nos resultará perjudicial la presión? 116
- No, iremos bajando lentamente y nuestros pulmones se irán 126
acostumbrando a respirar en una atmósfera más comprimida. Pero dejémonos 137
ya de charla y busquemos el paquete que arrojé. 147
Hans miró atentamente a su alrededor con su buena vista de cazador y 160
lo descubrió en una saliente, unos treinta metros encima de nosotros. 173
Poco después almorzamos frugalmente y regamos la comida con 182
algunos tragos de ginebra. Mi tío anotó algunos datos en su cuadernillo de 196
viaje y, señalándome solemnemente una galería oscura, anunció: 207
- Ahora, Alex, vamos hacia el centro de la tierra. Considera que en 221
este momento comienza nuestro viaje. 227
Enseguida preparó lo necesario para procurarnos luz. Las galerías se 238
iluminaron y cada cual se colocó su mochila. Alcé la cabeza y dirigí por 253
última vez mis ojos hacia el inmenso tubo en el que se dibujaba el cielo de 269
Islandia, temiendo no volver a verlo. 277
En la última erupción la lava se había abierto paso a través del túnel 291
que atravesábamos. El interior estaba alfombrado por un barniz espeso y 303
brillante que centuplicaba la intensidad de nuestra luz. 312
La marcha no era demasiado difícil. El único cuidado que teníamos que 325
tener era el de no deslizarnos por la pendiente. Pero, por suerte, algunas 341
hinchazones en la erosión formaban peldaños. 348
En las paredes, la lava porosa tomaba formas de ampollitas redondeadas 36o
y a nuestro paso cristales de cuarzo opaco suspendidos de la bóveda 372
se encendían. 375
(fragmento)
Julio Verne
Francés
VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA
(fragmento)
Julio Verne
Francés
LOS SIETE CABRITOS 3
(fragmento)
Leyenda peruana
LOS SIETE CABRITOS
(fragmento)
Leyenda peruana
Amanecer. 2
p
Despertó repetidas veces esa
A
noche, como suele ocurrir
cuando aguardamos un día
cargado de acontecimientos
importantes, en cuya espera
nuestros nervios actúan con su
máxima sensibilidad y
prontitud.
Después de todo, en su caso
ello era explicable, o, si se
quiere, lo normal dentro de lo
insólito. En efecto, tras largo
tiempo de abrigar tal ilusión,
por fin había recibido la
autorización de sus padres
para participar en el paseo de
término de curso, a varios
kilómetros del pueblo. Hasta
entonces, reiterada y
comprensiblemente, se había
invocado en cada oportunidad,
para dilatar el permiso, los
riesgos de las bruscas
variaciones climáticas, del
vado de los ríos, de las
imprudencias e inexperiencia
propias de su edad. Esta vez
como homenaje a sus recién
cumplidos doce años, se hacía
fe en una mayor fortaleza y
madurez de su parte para
enfrentar los desafíos de la
aventura.
La tensión, en verdad, había
comenzado varios días antes.
Había que preocuparse
minuciosamente de
abastecimientos y de otros
preparativos. Nada podía
quedar entregado al azar o a
la inadvertencia, y todo, si se
trataba de ser ya “grande”,
debía ser cuidadosamente
2
10
2
17
24 2
31
33 2
46 2
60
71 2
79 2
90
98 2
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2
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145 2
156 3
167
177 3
184 3
192
3
(fragmento) Ernesto
Livacic Gazzano chileno
LOS MARES DE CHILE V
Es el caso de Chile. Nuestro largo litoral es un balcón abierto de par en par ante 76
el enorme Pacífico; dos mil millas nos separan de Pascua, la isla polinésica más 90
cercana a nosotros; Juan Fernández no atrae más que a escasos turistas; el 104
comercio de la langosta es limitado, tanto en la isla como en San Félix y San 114
Ambrosio. 116
Nuestro balcón abierto ofrece un incomparable punto de vista sobre el Pacífico, 133
pero nos expone a fuertes vientos durante casi todo el año. 148
Nuestros estuarios y puertos abrigados son escasos. El mar de Chile es cruel. 161
176
Por eso, entre las razas aborígenes contamos con sólo dos de navegantes: los 184
alacalufes y los changos. Las verdaderas habitaciones de los
alacalufes son las canoas de corteza con que recorren los canales magallánicos. De 195
esta raza subsisten unos cien o ciento cincuenta individuos, consagrados, como sus 209
ancestros, a la caza de nutrias. Son los últimos representantes 224
de un pueblo nómada que los traficantes de pieles y los aventureros de los
canales han casi exterminado. 236
Las aguas tranquilas de los canales, la abundancia de caletas, islas y 249
ensenadas, hicieron de los alacalufes una raza de navegantes, la cual no ha 261
salido jamás de su primitivismo ancestral y ha llegado a su crepúsculo sin otro 272
progreso que el haber cubierto de harapos su antigua desnudez y de haber 287
reemplazado algunas de sus canoas de corteza por chalupas de madera. 301
307
321
336
349
362
373
375
Por eso, entre las razas aborígenes contamos con sólo dos de navegantes: los
alacalufes y los changos. Las verdaderas habitaciones de los
alacalufes son las canoas de corteza con que recorren los canales magallánicos.
De esta raza subsisten unos cien o ciento cincuenta individuos, consagrados,
como sus ancestros, a la caza de nutrias. Son los últimos representantes
de un pueblo nómada que los traficantes de pieles y los aventureros de
los canales han casi exterminado.
Las aguas tranquilas de los canales, la abundancia de caletas, islas y
ensenadas, hicieron de los alacalufes una raza de navegantes, la cual no ha
salido jamás de su primitivismo ancestral y ha llegado a su crepúsculo sin
otro progreso que el haber cubierto de harapos su antigua desnudez y de
haber reemplazado algunas de sus canoas de corteza por chalupas de
madera.
(fragmento)
Salvador
Reyes chileno
CABO DE HORNOS 3
(fragmento)
Francisco Coloane
chileno
CABO DE HORNOS
(fragmento)
Francisco
Coloane chileno
LA ESCUELA DEL FONDO DEL MAR 6
Amanda Labarca
chilena
LAS ESTRELLAS a
m
Al contemplar el cielo en una noche despejada podemos p
observar, a simple vista, unas 2.000 estrellas. Con ayuda de l
unos prismáticos, cabe multiplicar esta cifra por diez, y un i
telescopio potente nos revelará varios millones de ellas. a
Lo que primero nos llama la atención es que algunas d
estrellas sean mucho más brillantes que otras. Esto puede a
significar: o bien que todas las estrellas tienen diferente brillo
y se hallan sensiblemente a la misma distancia de nosotros, o p
bien que tienen brillo similar pero se encuentran a distancias a
diferentes. La explicación real se halla en medio de estas dos r
alternativas. Las estrellas tienen diferente brillo y se a
encuentran a diferentes distancias de nosotros.
Por lo tanto, el brillo que vemos desde la Tierra no guarda d
relación con el verdadero brillo de la estrella. Una estrella de a
luz realmente débil puede parecernos más brillante que una r
estrella decididamente luminosa que se encuentre más lejos. l
Tolomeo, el famoso astrónomo de la antigüedad, fue uno de e
los primeros en clasificar las estrellas con respecto a su brillo s
aparente, y calificó a veinticinco de las estrellas más brillantes del
c
firmamento como “estrellas de primera magnitud”. Denominó
a
“estrellas de sexta
b
magnitud" a las que apenas resultan perceptibles a simple
i
vista y agrupó a las demás estrellas visibles en segunda,
d
tercera, cuarta y quinta magnitudes.
a
Los astrónomos actuales todavía usan la misma escala, pero
.
han perfeccionado la clasificación original de Tolomeo. En general,
O
se ha descubierto que una estrella de primera magnitud es unas
t
cien veces más brillante que una estrella de sexta magnitud y, por
r
lo tanto, se ha ajustado
a
la escala de modo que una estrella de primera magnitud sea
exactamente 100 veces más brillante que una de sexta. En f
nuestros días, al poder ver los astrónomos estrellas mucho o
más débiles que las de sexta magnitud, la escala ha sido r
ma de averiguar el brillo de una estrella es comparar a éste 2
con el del Sol. Entonces hablamos de luminosidad de las
estrellas. Sirio tiene una luminosidad de 26. Algunas estrellas 1
tienen luminosidades muy Inferiores a las del Sol, y otras las 4
tienen varios miles superiores. 2
8
4
1
4
5
5
7
7
1
8
3
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4
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5
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293 37
305 0
321 38
334 0
342 39
356 4
(fragmento)
Kenneth Bailey
norteamericano
EL MUÑECO DE JULIÁN 4
A los veinte años de edad Julián fabricó el primer muñeco casi 116
perfecto. Era un hombre de tamaño natural, vestido con ropa usada, pero 131
correcta, y cuyo rostro era una notable obra de arte. 143
(fragmento)
Constancio C.
Vigil uruguayo
EL MUÑECO DE JULIÁN
(fragmento)
Constancio C.
Vigil uruguayo
El anillo del pastor. 5
(fragmento)
Gianni Rodari
italiano
El anillo del pastor.
(fragmento)
Gianni
Rodari
italiano
FRONTERA NORTE
P
Despierta el valle de Azapa. La camioneta corta veloz el fresco del amanecer. a
Olor a tierra húmeda envuelve el paisaje, se escurre por las hojas de los plátanos, y s
se desparrama por entre los huertos. a
n diez, veinte kilómetros. De pronto el camino se lanza contra los cerros que 2
encajonan el valle y, con parsimoniosas curvas, sube a una larga planicie que
termina en la seca y pedregosa quebrada de Camarones, llamada sí por la 15
abundancia de enormes cactos candelabros, a los que se denominan cardones. 30
Dicha quebrada sería en extremo interesante y pinto-resca, si el áspero camino 42
que la torna aburrida y cansadora, permitiera disfrutar del panorama.
56
Al fin, a unos cien kilómetros de Arica, salimos a otra pampa a cuyo término está el 71
paradero de Zapahuira, a corta distancia del caserío prehispánico del mismo nombre, 83
apartado del camino. Arqueológicamente este 97
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sitio tiene mucho interés por la abundancia de cementerios indígenas en sus 121
alrededores. También existen allí tambos antiguos, cuyas camas, fabricadas con 125
una mezcla de tierra y piedras, se mantienen hace siglos. Subiendo, es el primer
sitio donde se encuentran cultivos en andenes. 141
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Unas tazas de café, una breve revisión del vehículo, y nos lanzamos a trepar 164
los veinte kilómetros que nos separan del portezuelo de Chapiquiña, situado mil
cuatrocientos metros más arriba. 176
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Ahora la vegetación es abundante. Entre el ichu, llamado también paja brava, y 204
la tola, asoma la cúpula verde de pequeñas yaretas. Y la queñua, ese atormentado 214
árbol de las grandes alturas, se insinúa aquí como un arbusto. Rebaños de llamas
ramonean por cerros y barrancos salpicados de flores silvestres. A la distancia, 229
manchas de alfalfa cultivadas en terrazas brillan como jade en la falda gris de los 241
cerros. Y desde la cumbre, envuelto en espuma, el río Lauca se despeña de 248
cascada en cascada.
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(fragmento)
Alfredo Wormald
chileno
FRONTERA NORTE
Al fin, a unos cien kilómetros de Arica, salimos a otra pampa a cuyo término
está el paradero de Zapahuira, a corta distancia del caserío prehispánico del
mismo nombre, apartado del camino. Arqueológicamente este sitio tiene mucho
interés por la abundancia de cementerios indígenas en sus alrededores. También
existen allí tambos antiguos, cuyas camas, fabricadas
con una mezcla de tierra y piedras, se mantienen hace siglos. Subiendo, es
el primer sitio donde se encuentran cultivos en andenes.
Unas tazas de café, una breve revisión del vehículo, y nos lanzamos a
trepar los veinte kilómetros que nos separan del portezuelo de Chapiquiña,
situado mil cuatrocientos metros más arriba.
(fragmento)
Alfredo Wormald
chileno
ATARDECER un
blan
El día fue ardiente y húmedo. Alargadas y espesas nubes azules se ciernen sobre co
amarillento y pálido cielo del ocaso. Gravitando inmóviles y extrañas, se aureolan de verd
un fulgor cárdeno y oro cada vez más mortecino. El aire está extraordinariamente oso,
límpido y quieto, y todo él saturado, hasta la saciedad, del graso y tibio olor de las páli
hojas maduras que fermentan y de la tierra húmeda que pudre los despojos del do y
bosque. sutil
. El
Al oriente, más allá del angosto valle, por sobre otros cerros, se yergue la visión de invi
las cordilleras nevadas. Las altas cumbres están en sombras. La nieve en ellas es de
sible sol poniente bañe, de la inmensa mole andina, sólo la base de las laderas 1
abruptas que arden en un rojo carmesí, acusando en rasgos netos, de un contraste
violento, las caprichosas quebradas llenas de profundas sombras violetas. Lentos 14
suben hacia lo alto de los rayos del sol. 26
42
Las nieves se encienden, y mientras por la base de las montañas, con cendales de 56
bruma, trepa, azul, la noche, a esa hora todos los valles de Chile se iluminan lentos con 72
el resplandor de las altas nieves lejanas. Es una luz rosa, suave e incierta, como la 81
primera que fluye, débil, de las lámparas encendidas al crepúsculo.
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Las cordilleras lentamente se apagan. Grises, parecen aún más lejanas. Detrás de 112
ellas, con una suavidad inenarrable, en marea avasalladora, la noche asciende con 129
sus aguas sutiles, de un indefinible verde azul, pleno de quietud y transparencia. 145
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Y han nacido y brillan innumerables estrellas. 170
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En el aire lavado por la lluvia, hasta a los astros más pequeños se los distingue
con claridad. Todos resplandecen nítidos. Parece que esa noche la alumbrara un 196
número doblemente infinito de mundos desconocidos. 215
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Al oriente, más allá del angosto valle, por sobre otros cerros, se yergue la
visión de las cordilleras nevadas. Las altas cumbres están en sombras. La
nieve en ellas es de un blanco verdoso, pálido y sutil. El invisible sol poniente
bañe, de la inmensa mole andina, sólo la base de las laderas abruptas que
arden en un rojo carmesí, acusando en rasgos netos, de un contraste
violento, las caprichosas quebradas llenas de profundas sombras violetas.
Lentos suben hacia lo alto de los rayos del sol.
En el aire lavado por la lluvia, hasta a los astros más pequeños se los
distingue con claridad. Todos resplandecen nítidos. Parece que esa noche la
alumbrara un número doblemente infinito de mundos desconocidos.
(fragmento)
Pedro Prado
chileno
La casita de caramelo. L
a
Había una casita de caramelo.
Tenía las paredes de turrón. El
techo era de chocolate.
s puertas y las ventanas de caramelo de 5
menta.
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Los muebles eran de caramelo de fresa.
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Menos el colchón de la cama que era de
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chicle.
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Un día llovió.
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Y la casa se deshizo dulcemente,
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poquito a poco.
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La casita de caramelo.
Había una casita de caramelo.
Tenía las paredes de turrón.
El techo era de chocolate.
Las puertas y las ventanas de
caramelo de menta.
Los muebles eran de caramelo de fresa.
Menos el colchón de la cama que era de
chicle.
Un día llovió.
Y la casa se deshizo dulcemente,
poquito a poco.