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Seminario II
Seminario II
PROFESOR
ESTUDIANTE
FACULTAD DE HUMANIDADES
VI SEMESTRE
2011
METAFORA VISUAL
STORY LINE
El estudio
Sin embargo, ocho semanas después de recibir una inyección de macrófagos en la zona
afectada, 15 de estas ratas empezaron a recuperar su movilidad en las patas traseras.
Cuando pasaron otras siete semanas, las ratas ya podían apoyar el peso de su cuerpo sobre
las patas y empezaron a caminar.
"Los animales se han recuperado y no han sufrido ningún efecto secundario, porque hemos
conseguido aplicar un proceso natural de autocuración",
aseguró la doctora Schwartz, cuyo trabajo se acaba de publicar
en el número de julio de la revista Nature Medicine.
Sin embargo, en los mamíferos, incluyendo a los humanos, este tipo de reparaciones
inmunológicas sólo es posible en nervios periféricos, mientras que las lesiones en el cerebro
o en la médula suelen ser permanentes.
En la mayoría de los casos, un corte en la espina dorsal humana es irreparable, y deja a una
persona totalmente inmovilizada para el resto de su vida.
Durante 15 años, la doctora Schwartz y sus colegas se han dedicado a analizar esta
cuestión: ¿Por qué el sistema inmunológico de los mamíferos es incapaz de reparar lesiones
que pueden superar los peces y otros organismos más sencillos?
Según sus investigaciones, el problema es que a lo largo de la evolución los mamíferos
perdieron su capacidad para sobreponerse a este tipo de lesiones, porque el cerebro se hizo
tan complejo que una respuesta inmunológica en el sistema nervioso central podría resultar
peligrosa.
Normalmente, cuando algún tejido corporal sufre una lesión, los macrófagos del sistema
inmunológico rodean la zona afectada, eliminan las células dañadas y descargan sustancias
regeneradoras. Sin embargo, en el sistema nervioso central de los mamíferos no se
desencadena esta reacción inmunológica, ya que podría dañar las complejas redes
neuronales que se desarrollan en el cerebro de una persona a lo largo de su vida.
Todo esto llevó a los investigadores a intentar desarrollar alguna forma de superar esta
limitación y provocar una respuesta inmunológica en las lesiones medulares de mamíferos.
El desafío era estimular, en estos animales, una reacción que normalmente no se produce,
pero que podría servir para regenerar un traumatismo en la médula espinal.
Las conclusiones
Al final, los científicos lograron su objetivo. Su idea fue extraer macrófagos de la sangre de
las ratas y cultivarlos en un tubo de ensayo que también contenía nervios periféricos
dañados. La presencia de estos nervios activó y estimuló una respuesta de estos
macrófagos.
Poco a poco, la columna vertebral se soldó, y las ratas recuperaron buena parte de su
movilidad en las patas traseras.
Para reforzar esta conclusión, también se observó a 47 ratas parapléjicas de control que no
recibieron el tratamiento. Ninguna de ellas recuperó algo de movilidad en las patas traseras.
Además, se realizaron varios análisis morfológicos en la médula espinal de las ratas que se
recuperaron para verificar cómo se habían regenerado las conexiones nerviosas.
Por lo tanto, los investigadores creen que el factor de la motivación puede estimular la
superación de este tipo de lesiones.
En julio de 1996, por ejemplo, Science publicó un estudio realizado por varios
investigadores suecos en el que se anunciaba que varias ratas parapléjicas habían
recuperado un 25% de su movilidad. En este caso, Lars Olson y sus colegas del Instituto
Karolinska, en Estocolmo, utilizaron nervios extraídos de las costillas de estos animales, en
combinación con un factor de crecimiento fibroblástico, para estimular la construcción de
puentes que volvieron a unir las dos secciones divididas de la espina dorsal.
El nuevo estudio que ha publicado Nature Medicine parece haber superado a este trabajo
anterior en dos aspectos. En primer lugar, el grado de recuperación ha sido mayor: un 40%
frente a un 25%. Pero además, el éxito se ha obtenido sin tener que recurrir ni a nervios
extranjeros de otros órganos ni a sustancias ajenas de crecimiento.
"Lo más importante de nuestro trabajo es el hecho de que, por primera vez, hemos generado
un proceso de autorreparación basado únicamente en la actividad de las células
inmunológicas de los propios animales", enfatizó la doctora Schwartz.
En los próximos meses, los científicos intentarán repetir la técnica con macrófagos
humanos. Si se comprueba que estas células inmunológicas se pueden activar de la misma
manera en un tubo de ensayo, la inyección de macrófagos se llevará a cabo en las lesiones
medulares de personas parapléjicas.
Como siempre ocurre en estos casos, es difícil saber si la diferencia entre ratas y seres
humanos impedirá un éxito similar en el caso de nuestra especie. Lógicamente, la doctora
Schwartz es cauta y no desea lanzar las campanas al vuelo: "Yo no quiero precipitarme y
ponerme a especular, porque el salto de la experimentación con animales a las pruebas
clínicas siempre puede causar problemas. Sin embargo, mi opinión es que, en teoría, la
técnica debería funcionar de la misma manera".
En cualquier caso, parece evidente que en los últimos tiempos se
ha empezado a crear un clima de optimismo en este campo. La
posibilidad de regenerar una médula partida y curar a los
parapléjicos siempre ha sido como una utopía imposible, un
sueño inalcanzable. Sin embargo, cada vez hay más motivos para
tener esperanzas. Algunas ratas ya han vuelto a caminar en los
laboratorios.