Está en la página 1de 3

CRUZANDO EL 1er UMBRAL DE LA ESCRITURA

Ejemplo de sinopsis
Si redactar la sinopsis como un resumen te resulta difícil, puedes probar
a escribirla como si estuvieras contando una película, profundizando en
algunos detalles.
Este ejemplo es una sinopsis redactada casi como si fuera un relato. En
todo caso, una sinopsis siempre será un resumen a grandes rasgos,
aunque el estilo, el nivel de detalle y profundidad, así como la
extensión, siempre será una decisión personal.
Amelia era una violinista tímida y solterona. Los hombres no
reparaban en ella y se había resignado a vivir sola el resto de su vida.
Hasta que un día un director de orquesta le dirigió una sonrisa y la
invitó a cenar. Ella rechazó su ofrecimiento, pero su mejor amiga, su
única amiga, la animó a que lo pensara mejor. Así que se dejó
maquillar por ella, se fueron a comprar un vestido y un nuevo perfume
y telefoneó al apuesto director para aceptar su cita. Se enamoró al
instante. A partir de ese momento, su vida cambió.
Pero no como ella esperaba. Su amado era un hombre famoso,
atractivo, muchas mujeres reclamaban su atención. Descubrió
sentimientos anexos al amor en los que no había reparado nunca: los
celos, la incertidumbre, la inseguridad en sí misma. El director de
orquesta jugaba con sus sentimientos, pero ella no se daba cuenta. Le
perseguía sin obtener la atención merecida. Dejaba que él la utilizara
sexualmente para satisfacerle y conseguir así su aprobación. Él
desaparecía a menudo por varios días de su vida. A ella le llegaban
rumores de otras aventuras, pero no quería hacerles caso. Eran eso,
rumores propiciados por la envidia.
Hasta que un día sorprendió a su amiga, su única amistad en este
mundo, aquella que la animó a salir con él, besando a su amado. Se
encaró con los dos, ofreciendo un espectáculo en mitad de la calle.
Para su propia sorpresa, al descubrir la mentira que había estado
viviendo, se dio cuenta que el dolor que sentía no provenía del engaño.
No conseguía el verdadero respeto ni el verdadero amor de los demás.
El verdadero problema, aquello por lo que siempre le había faltado
amor, estaba dentro de ella. No podía sentirse amada con plenitud si
primero no se amaba, no se respetaba a sí misma.
Comenzó entonces a investigar el porqué de esta carencia.
Descubrió que siempre había sido una persona retraída, con dificultad
para hacer amigos. Tenía una gran inteligencia y una sensibilidad tal
vez excesiva. En la escuela se reían de ella y por eso se refugiaba en la
música. Llegó a ser una buena intérprete de violín gracias al impulso
de la rabia, por demostrar a los demás que era mucho más que una
niña tímida y llorona. Necesitaba la aprobación ajena, su motor era la
rabia que sentía cuando la rechazaban, porque en el fondo de su ser
sabía que merecía ese amor y ese respeto.
Y gracias a esa rabia redescubierta, se enfrentó a sus propios
temores.
Dejó la orquesta donde se sentía infravalorada e inició una nueva
carrera como concertista. Hizo nuevos amigos. Conoció a un hombre
que la admiraba por su talento y poco a poco surgió un sentimiento.
Pero a ella le costaba abrir de nuevo su corazón. No podía considerarle
más que un buen amigo. Él aceptó esta condición de amistad con la
esperanza de ser amado alguna vez.
Un día cualquiera, su antigua pasión se vio puesta a prueba.
Apareció de nuevo el director de su anterior orquesta, arrepentido,
pidiéndole perdón y diciéndole que la amaba. Una tormenta de
emociones, entre la ternura, el odio más profundo, la pasión más
arrebatadora, la invadió. Sintió un poderoso impulso de perdonarle.
Ya se había abrazado a él y casi estaba a punto de dejarse besar cuando
olió el perfume de su antigua amiga.
Aquello, lejos de enfurecerla, le hizo reír. Nunca se había reído tanto
se sí misma en toda la vida. Por fin tenía claro su lugar en el mundo y
el lugar de aquel hombrecillo patético, del cual se compadecía. Se
compadecía porque era incapaz de amar. No como ella. Se había dado
cuenta de que estaba enamorada perdidamente de un hombre, un buen
amigo que la admiraba y respetaba y… amaba. Se había dado cuenta
de que tenía buenos amigos, que la apreciaban por cómo era en
realidad: una buena persona capaz de albergar los mejores
sentimientos, apasionada, vital, una excepcional concertista de violín.
Con el tiempo aquella violinista tímida y solterona se casó con su
gran amigo. Reunió a su alrededor a un grupo de buena gente,
amistades fuertes, leales e intensas. Se convirtió en una reputada
solista cuyas grabaciones se vendían bien. La reclamaban en todo tipo
de conciertos, las orquestas más prestigiosas se disputaban su
participación en galas como invitada de lujo… incluso su antigua
orquesta le ofreció dar un recital.
Aceptó. Su antigua amiga había pasado a ser primer violín. A pesar
de haberla perdonado hacía tiempo, no pudo evitar una ligera punzada
de satisfacción al ver su protagonismo desplazado por una noche. Del
antiguo director poco se sabía. Decían que daba clases de música en
un instituto de secundaria, no se había casado y sufría episodios de
depresión. Se compadeció, una vez más, de él.
Ofreció el mejor recital de toda su carrera. Tras el concierto todo el
mundo la felicitó, incluso la que fue su única amiga en un tiempo ya
lejano se abrazó a ella llorando, arrepentida, pidiéndole perdón. Por
supuesto, lo hizo sin sombra de duda ni rencor. También la
compadecía. En el cóctel en su honor, pudo comprobar como sus
excolegas buscaban su compañía, su aprobación. Se sentían orgullosos
de contarse entre sus conocidos. Algunos incluso le pedían consejo
profesional.
Ella, halagada y sintiéndose admirada, se sorprendió de la
naturalidad con que aceptaba esos cumplidos. Porque no le
importaban ya los halagos, ni la admiración, ni el respeto. Ya no era
una niña tímida y llorona, deseosa de la aprobación ajena. Le
importaba el respeto que sentía hacia ella misma, le importaba el
hombre al que amaba, le importaba la música. Al mirar aquel auditorio
donde tanto había buscado la admiración y el respeto, sentía que ni
uno ni otro importaban de no sentirlos plenamente hacia uno mismo.
Y se sintió feliz cuando lo abandonó, sin despedirse de nadie, para
regresar a su verdadero hogar con el hombre al que amaba con toda
su fuerza.

También podría gustarte