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Fecundación

La fecundación es la fusión de los gametos masculino y femenino, es decir, el


espermatozoide y el óvulo, de manera que se restablece la dotación cromosómica
normal del ser humano (46 cromosomas).
Para que pueda ocurrir el fenómeno de la fecundación, el hombre debe eyacular
en el interior de la vagina de la mujer. En este momento, los espermatozoides
podrán ascender por el tracto genital femenino y llegar hasta las trompas de
Falopio, lugar donde se encontrarán con el óvulo.
Etapas de la fecundación natural
Aunque el proceso de unión entre óvulo y espermatozoides pueda parecer muy
sencillo, lo cierto es que deben darse varios mecanismos y cambios en ambos
gametos para que pueda ocurrir la fecundación.
A continuación te explicamos paso a paso las distintas etapas de la fecundación
en el ser humano:
Penetración de la corona radiada
El proceso de fecundación se inicia con la penetración de los espermatozoides a
través de la capa de células que rodea el óvulo: la corona radiada.
Los espermatozoides consiguen atravesar esta capa gracias a la liberación de la
enzima hialuronidasa y el movimiento de su flagelo (la cola).
Una vez atraviesan esta capa, los espermatozoides se encuentran con una
segunda barrera: la zona pelúcida, la capa externa que rodea al óvulo.
Penetración de la zona pelúcida
Se necesita más de un espermatozoide para lograr degradar la zona pelúcida,
aunque finalmente solo uno de ellos podrá entrar en el óvulo.
Para poder atravesar esta segunda barrera, la cabeza del espermatozoide
establece contacto con el receptor ZP3 de la zona pelúcida del óvulo. Esto
desencadena la reacción acrosómica, que consiste en la liberación de enzimas
hidrolíticas denominadas espermiolisinas. Dichas enzimas disuelven la zona
pelúcida para permitir el paso del espermatozoide.
Asimismo, la reacción acrosómica provoca una serie de cambios en el
espermatozoide que permiten su capacitación final para poder penetrar en el
interior del óvulo fundiendo sus membranas.
Fusión de membranas
Cuando el espermatozoide entra en contacto con la membrana plasmática del
óvulo, se desencadenan 3 procesos distintos en el gameto femenino:
 La formación del cono de fecundación
 La despolarización instantánea de su membrana
 La liberación de gránulos corticales al espacio perivitelino
La formación del cono de fecundación permite la fusión de la membrana del óvulo
con la del espermatozoide para que la cabeza del espermatozoide pueda entrar. A
su vez, gracias a la despolarización de la membrana del óvulo y a la liberación de
gránulos corticales, se evita la entrada de otro espermatozoide.
Fusión de núcleos y formación del cigoto
Con la entrada del espermatozoide, el óvulo se activa para terminar la meiosis,
proceso que permite la reducción del número de cromosomas. Así, se libera el
segundo corpúsculo polar y los cromosomas se colocan formando una estructura
denominada pronúcleo femenino.
Los pronúcleos son los núcleos de los gametos, los cuales tienen la
particularidad de disponer de la mitad de cromosomas con respecto al resto de
células del cuerpo, esto es, 23 cromosomas.
Por su parte, el espermatozoide avanza hasta que su cabeza, que contiene el
núcleo del espermatozoide, queda junto al pronúcleo femenino. La cola se
desprende para terminar degenerando y el núcleo se hincha para formar el
pronúcleo masculino.
Una vez ambos pronúcleos se encuentran uno junto al otro, ocurre la fusión de
ambos.
Esto supone que las membranas de ambos pronúcleos desaparezcan para que
sus cromosomas puedan juntarse y que la célula restablezca su dotación
cromosómica, es decir, 46 cromosomas en total.
Todo este proceso de la fecundación culmina con la formación del cigoto
humano: primera célula del organismo fruto de la unión del óvulo y el
espermatozoide.

Embarazo

Se denomina embarazo, gestación o gravidez al período que transcurre desde la


implantación en el útero del óvulo fecundado al momento del parto.

El embarazo normal es el estado fisiológico de la mujer que se inicia con la


fecundación y termina con el parto y el nacimiento del neonato a término.
La fase ovulatoria, es decir, el periodo en el que se libera el óvulo y está listo para
ser fecundado, dura unas 24 horas. La ovulación ocurre a mitad del ciclo
menstrual, aproximadamente el día 14. Una vez es liberado, el óvulo tiene una
vida de tan solo 24 horas, de forma que si no es fecundado en este tiempo acaba
muriendo y es expulsado mediante la menstruación.

El día siguiente a la ovulación, el mismo día de la ovulación y los 3 días anteriores


son los días fértiles de la mujer, es decir, los días 11-15 del ciclo
aproximadamente.

Los espermatozoides pueden vivir en el tracto genital femenino durante unos 3-4
días, por lo que si estos llegan antes de que ocurra la ovulación quedan
esperando a encontrarse con el óvulo.

Duración del Embarazo

El embarazo humano dura unas 40 semanas desde el primer día de la última


menstruación o 38 desde la fecundación (aproximadamente unos 9 meses)
Embarazo múltiple
Un embarazo múltiple es aquel en el que se desarrolla más de un feto. Esto se
produce como resultado de la fecundación de dos o más óvulos, o cuando un
óvulo se divide, dando lugar en este caso a gemelos, genéticamente idénticos.

El embarazo doble o gemelar es la forma más común de embarazo múltiple,


aunque también hay ocasiones puntuales en las que ocurren gestaciones de
trillizos.

Los mellizos provienen de dos óvulos diferentes; tienen dos placentas y dos
bolsas. Los bebés pueden ser del mismo o de diferente sexo.

En cambio, los gemelos se generan por la división espontánea de un embrión


único, generado a partir de un solo óvulo. Siempre son del mismo sexo e
idénticos. Pueden compartir una sola placenta, o tener dos diferentes, y compartir
una sola bolsa, o tener cada uno la suya propia.

Embarazo normal y embarazo de riesgo


El embarazo normal es aquel que transcurre sin que factores desfavorables
(biológicos, psicológicos, socio-demográficos) y/o patologías maternas previas o
adquiridas en el transcurso del embarazo, interfieran en su normal evolución.

El embarazo se clasifica en los siguientes grados de riesgo: bajo, medio, alto o


muy alto.
La valoración del riesgo se actualiza en cada visita, por lo que este puede variar.
Por ejemplo, un embarazo de bajo riesgo puede convertirse en uno de alto riesgo
si aparece una diabetes durante la gestación.

Si el embarazo se considera de bajo y medio riesgo, una comadrona será el


profesional de referencia.

Un embarazo de alto riesgo es aquel que tiene más posibilidades de desarrollar


complicaciones durante la gestación. En estos casos, la mujer debe someterse a
un control más completo, para evitar posibles riesgos.
Se estima que un 10% de los embarazos son de alto riesgo, las causas pueden
ser muy variables y pueden ocurrir antes, durante o después de la gestación.

Si la gestación o embarazo tiene un riesgo alto o muy alto, el profesional de


referencia será un médico (obstetra-ginecólogo) y todos los especialistas que se
consideren necesarios.

Parto

El parto se compone de tres etapas principales:

 Primera etapa: periodo de dilatación (o trabajo de parto). Cuenta con dos


fases, inicial y activa. Las contracciones provocan la dilatación gradual del
cuello uterino, que se va haciendo más delgado hasta llegar a desaparecer
(borramiento) y casi a confundirse con el resto del útero. Estos cambios
permiten que el feto pase a la vagina.
 Segunda etapa: periodo de expulsión. Se trata del nacimiento del bebé.
 Tercera etapa: periodo de alumbramiento. Se trata de la expulsión de la
placenta.
El parto suele comenzar aproximadamente en torno a 2 semanas antes o
después de la fecha estimada del parto. No se sabe exactamente qué hace que
se inicie el parto. Hacia el final del embarazo (después de 36 semanas), el
médico examina el cuello uterino para intentar predecir cuándo comenzará el
parto.

Un parto dura de 12 a 18 horas de media en la mujer primípara (que da a luz por


primera vez) y tiende a acortarse hasta de 6 a 8 horas de media en los
embarazos siguientes. El hecho de permanecer de pie y caminar durante la
primera etapa del parto puede acortarlo en más de 1 hora.

Comienzo del parto


Todas las mujeres embarazadas deben saber cuáles son los principales signos
del comienzo del parto:

 Contracciones a intervalos regulares en la parte inferior del abdomen


 Dolor de espalda

Toda mujer que ya ha tenido partos rápidos en embarazos anteriores debe


ponerse en contacto con su médico apenas piense que está comenzando el
parto. Las contracciones en la parte inferior del abdomen al principio pueden ser
débiles, irregulares y muy espaciadas. Pueden sentirse como dolores
menstruales. A medida que pasa el tiempo, las contracciones abdominales se
van haciendo más largas, más intensas y más próximas entre sí. Las
contracciones y el dolor de espalda pueden ser precedidos o acompañados de
otros hechos como los siguientes:

 Expulsión del tapón mucoso: una pequeña secreción de sangre


mezclada con mucosidad de la vagina generalmente es un indicio de que el
parto está a punto de iniciarse. Desde la expulsión del tapón mucoso hasta
el comienzo de las contracciones pueden pasar hasta 72 horas.
 Rotura del saco amniótico: al inicio del parto normalmente se rompe el
saco amniótico (membranas llenas del líquido que contiene el feto) y el
líquido amniótico sale al exterior a través de la vagina. A este episodio se le
suele llamar «rotura de aguas». Algunas veces la rotura de membranas se
produce antes de comenzar el trabajo de parto. La rotura de las
membranas antes del comienzo del parto se llama rotura prematura de
membranas . Algunas mujeres sienten la salida de un chorro de líquido de
la vagina, seguida de fugas menores pero constantes.
Si las membranas se rompen antes del trabajo de parto, la gestante debe
ponerse en contacto con su médico o matrona de inmediato. Alrededor del 80%
al 90% de las mujeres cuyas membranas se rompen en o cerca de su fecha de
parto, inician el parto espontáneamente en un plazo de 24 horas. Si el parto no
ha comenzado después de varias horas y el feto está preparado para nacer, las
mujeres suelen ser ingresadas en el hospital, donde se les inicia el parto
artificialmente (inducción ) para reducir el riesgo de infección. Este riesgo se
origina porque después de la ruptura de las membranas, las bacterias de la
vagina pueden entrar en el útero con mayor facilidad y causar una infección en la
mujer, el feto o en ambos.
Para inducir el parto se usa oxitocina (que provoca las contracciones uterinas) o
un medicamento similar, como la prostaglandina. Sin embargo, si el saco
amniótico se rompe más de 6 semanas antes de lo debido (de manera prematura
o antes de la semana 34), los médicos no inducen el parto hasta que el feto no
sea más maduro.

Ingreso en un hospital o un centro de maternidad privado


Una mujer debe ir a un hospital o centro de maternidad cuando ocurre una de las
siguientes situaciones:

 Se produce la rotura de membranas.


 Si aparecen contracciones fuertes cada 6 minutos o menos y duran 30
segundos o más.

Si se sospecha la rotura del saco o el cuello uterino se ha dilatado más de 4 cm,


la mujer es ingresada. Si el médico o la matrona no está seguro de si el parto ha
comenzado, se suele dejar en observación a la mujer y se supervisa el feto
durante una hora aproximadamente. Si para entonces no se confirma el parto, se
envía a la mujer a casa.
El Viejo árbol
Érase una vez un árbol que tenía cientos de años. Era tan viejo que todos
los animalitos del bosque lo conocían y siempre estaba lleno de pajaritos y
animales que se sentaban en sus ramas.

Todas las primaveras el árbol se llenaba de bonitas hojas verdes y de


riquísimos frutos y eso hacía que se sintiese muy feliz.
- ¡Venid a mis ramas a cobijaros del sol y a trepar para divertiros! ¡Además
podréis comer todo lo que queráis! – decía el árbol a todos.

Un día, unos niños pasaron por allí y vieron al hermoso árbol. Todos fueron
a subirse a su tronco. El árbol estaba muy contento porque estaba haciendo
feliz a los niños. Claro que en ese momento no se imaginaba lo que
acabaría ocurriendo.

Los niños iban cada día a jugar al árbol y como no tenían ningún cuidado y
sólo se preocupaban por pasárselo bien, arrancaban sus hojas y partían sus
ramas.
Los animalitos se iban asustados en cuanto los veían.
- ¡Ahí vienen los niños! ¡Tened cuidado! – gritaban los animalitos.

El pobre árbol estaba cada vez menos frondoso y tenía muchas ramas
partidas. Se sentía débil y mustio y echaba de menos a los animalitos que
ya no se atrevían a subirse a sus ramas.

Unos pajaritos se dieron cuenta de que el árbol estaba muy triste y se


acercaron a preguntarle:
- Viejo árbol, ¿Por qué estás tan triste?
- Me encanta que todos vengan a jugar con mis ramas y a comer mis
frutos, pero hay unos niños que cada vez que vienen me hacen mucho
daño y asustan a los animalitos – respondió el árbol.

Los pajaritos se quedaron muy tristes al ver que aquel árbol tan viejo
estaba perdiendo toda su hermosura y fuerza. Tenían que conseguir por
todos los medios que los niños lo cuidasen para que recuperase su fuerza y
pudiese seguir haciendo feliz a todos.

Entonces, fueron a hablar con los niños:


- Amigos, acabamos de ver al Viejo árbol del bosque y nos ha contado que
estáis haciéndole daño en sus ramas y su tronco. Se siente cada vez más
débil y el resto de animalitos se asustan mucho al veros.

Los niños, que no eran conscientes de que realmente estaban


comportándose mal con el árbol, respondieron:
- A ese viejo árbol no le pasa nada porque nosotros juguemos en sus
ramas. Si se las partimos y le arrancamos las hojas ya le saldrán otras.
¡Los árboles están para eso!

Los pajaritos advirtieron a los niños de que era necesario cuidar a los
árboles y plantas porque si no los cuidaban cada día, habría un día en el
que perderían toda su fuerza y nunca más podrían brotar hojas ni dar
frutos para comer, pero a los niños les dio igual y siguieron actuando igual.

El Viejo árbol estaba cada vez más débil. Todos los animalitos estaban muy
preocupados sobre todo cuando vieron que al llegar la primavera el árbol
no tuvo ni una sola hojita verde y no dio ningún fruto del que pudieran
comer.

Entonces, fueron a hablar con los niños de nuevo para que vieran lo que
estaban consiguiendo. Pero por mucho que los animalitos les explicaban lo
que pasaba, a los niños les daba igual.
- ¡No pasa nada! ¡Ya darán hojas y frutos! ¡Nosotros no tenemos la culpa!
¡A los árboles se les pueden arrancar las hojas y partir las ramas! – decían

Pasaron los años y el Viejo árbol ya no tenía ninguna fuerza y los animalitos
no sabían qué hacer.
- Niños, ¿veis como llevábamos razón? Este árbol dejará de vivir si no
dejáis de tratarlo mal – dijeron los animalitos.

Los niños, al ver que el árbol realmente estaba tan débil, se dieron cuenta
de que habían cometido un error muy grande y se sintieron muy mal.
- Esto es por nuestra culpa, lo sentimos muchísimo. No lo hemos tratado
bien y ahora el árbol está a punto de morir... Tenemos que hacer algo.

Los niños aprendieron la lección y nunca más trataron mal a los árboles y
las plantas y con la ayuda de los animalitos mimaron tanto al árbol que
consiguieron que volviera a estar frondoso y lleno de hojas y frutos.

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