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PARTE I

MEDIACIÓN FAMILIAR

CONSIDERACIONES GENERALES

En el seno de la familia surgen diariamente multitud de conflictos. La mayoría se


solucionan a través de negociaciones o imposiciones y la vida familiar sigue así su
curso pero en ocasiones los conflictos son más complejos y aunque las partes han
tratado de solucionarlos, no lo han conseguido. Al tratarse de relaciones
familiares, es habitual que los métodos habituales de solución de conflictos, como
es la vía jurisdiccional, aquí no funcione, ya que la relación se rompería para
siempre, con los efectos nefastos que ello conllevaría. Muchas veces estos
conflictos permanecen latentes y dan lugar a que las relaciones familiares se
enfríen y que acaben rompiéndose.

La mediación permite solucionar los conflictos que ocurren en el seno de la familia


de una manera pacífica y cooperativa. El mediador es un técnico que va a abrir un
canal de comunicación que se ha cerrado ya que en el transcurso de las
discusiones se han dicho cosas que han ido abriendo una brecha que a todas
luces parece insalvable y cuanto más se intenta cerrar, más acaba abriéndose.

El mediador va a hacer que las partes se comprendan la una a la otra, más allá de
las palabras que se han podido decir inducidas por emociones de dolor, rabia,
indignación, etc. Cuando esto ocurre, ya se está preparado para abordar el
problema de fondo y encontrar soluciones que convengan a todos.
¿Qué conflictos se pueden solucionar a través de la mediación?

En mediación se pueden tratar todas aquellas materias de derecho disponible,


como conflictos relativos a temas de reclamación de alimentos, emancipación,
capitulaciones matrimoniales, algunos efectos personales del matrimonio, la
elección del domicilio, el cuidado de personas a cargo, el convenio regulador en
crisis matrimoniales o de pareja, con o sin descendencia, el derecho de visita con
abuelos y otros parientes de hijos menores y ciertas cuestiones relativas a
instituciones tutelares, sucesiones, acogimiento y a adopción.

La mediación es muy recomendable en conflictos relacionados con la herencia ya


que permite que las partes, en ocasiones con vínculos afectivos importantes,
lleguen a acuerdos preservando su relación y evitando las demoras propias de un
proceso judicial, que traen graves prejuicios emocionales y económicos.

Ventajas de la mediación familiar

 Permite a la familia vivir en paz. Surgirán nuevos conflictos pero las


personas que acuden a mediación aprenden pautas de comunicación que
les servirá para las múltiples desavenencias que se dan en el entorno
familiar.
 Las relaciones se mantienen y esto es importante aun cuando se trate de
una separación o divorcio cuando hay hijos comunes ya que los padres
siempre van a tener que tratar temas relativos a su educación, salidas,
compras, campamentos, etc.
PARTE II

MEDIACIÓN PENAL

CONSIDERACIONES GENERALES

Con frecuencia el término de mediación viene a confundirse con la justicia penal


negociada, con la solución consensuada de conflictos entre las partes acusadoras
y acusadas, con olvido de la verdadera naturaleza de la institución, y, en
consecuencia, en detrimento de la trascendencia que conllevaría su introducción y
regulación en el marco de la Justicia Penal. La conformidad a la que pueden llegar
las partes en el castigo de un determinado hecho delictivo sigue enmarcada en el
concepto tradicional de Justicia Retributiva.

Es un pacto entre acusación y defensa con un claro tinte pragmático y utilitarista


que se lleva a cabo de espaldas incluso a la propia víctima, salvo que ésta se
haya personado como acusación particular, pero no tiene nada que ver con la
Justicia Reparadora o Restaurativa.

En la concepción tradicional del Derecho penal la idea de Justicia está basada en


torno a la noción de castigo y la pena es el elemento fundamental del sistema. Su
imposición es el justo castigo al delito cometido y sirve a los fines de la prevención
general y especial, reconcilia a la colectividad con la idea de justicia, al reafirmar
con su imposición la vigencia de la norma y sus valores, sacia el deseo de
venganza colectiva, y con el castigo se pretende evitar que el autor vuelva a
cometer nuevos hechos delictivos por medio de su inocuización e intimidación, al
mismo tiempo que sirve también de elemento amedrentador para el resto de
potenciales candidatos al delito.
Desde esta perspectiva la conformidad solo es un mecanismo de aligerar la carga
de trabajo de los Tribunales, o una forma simplista de recompensar el
reconocimiento de los hechos o el pago de la indemnización con una rebaja de la
pena.

Pero, como afirma Esther Giménez Salinas, “la conciliación-mediación reparación,


no es una forma de justicia más rápida, como se ha querido presentar a menudo,
sino al contrario, llegar a un proceso de conciliación puede ser más laborioso que
la imposición de una pena.

La reparación no es una manera de agilizar la justicia, de “sacarse” casos, sino de


introducir en términos penales en sentido amplio, la posibilidad de una justicia
negociada.

DEFINICIÓN DE MEDIACIÓN PENAL

La mediación y la confrontación son aspectos importantes de un proceso dinámico


entre víctima y delincuente, de una participación activa para llegar a resolver el
conflicto.

Surge así la idea de un modelo de intervención en que el Estado opta por ceder el
protagonismo a los particulares interesados y consolidar un papel subsidiario. La
nueva estrategia es devolver el papel al autor y a la víctima. La víctima puede
hablar, expresarse, pedir e incluso se le reconoce el derecho a ser compensada
(económica, pero también emocionalmente). Para el autor la víctima es de carne y
hueso, conocerá el daño y entenderá que la única manera de responder es
reparando”.
El convencimiento de los insatisfactorios resultados que se consiguen con este
modelo tradicional de justicia penal desde el punto de vista de la víctima y del
propio delincuente, es lo que ha producido, tanto desde el plano doctrinal como a
nivel legal e institucional , la búsqueda de otros modelos en los que, otorgando
una mayor participación y presencia a la víctima del hecho delictivo, sirva también
para resolver el conflicto que subyace tras el hecho delictivo, devolviendo la
resolución del mismo a la comunidad y a sus auténticos protagonistas.

Nace así la Justicia Restaurativa. La mediación supone el nacimiento de una


nueva ideología, para la mayoría inspirada en las palabras de Nils Christie, en
1972 en Inglaterra, expresada ya en la famosa frase que los jueces y abogados se
han convertido en “ladrones del conflictos” y que hay que devolver a la sociedad
civil su posibilidad de solucionar el conflicto.

Para él, los “propietarios” del conflicto han de ser los únicos capacitados para
resolverlo. Cada vez es mayor la desconfianza hacia el sistema penal. Este no
solo no aporta una verdadera respuesta a la víctima del delito, sino que el proceso
necesario para imponer el castigo viene a ser con frecuencia una experiencia
negativa y dolorosa, produciendo nuevas situaciones de victimización.

El derecho penal moderno había neutralizado a la víctima del delito, y salvo su


potestad de convertirse en parte o figurar como simple testigo, estaba ausente de
la solución del conflicto.

Como se ha reseñado, la víctima era el convidado de piedra. A través de la


Justicia Restaurativa se invierten los papeles, y la víctima asume un mayor
protagonismo como desde el punto de vista criminológico le corresponde.
Uno de los primeros hitos internacionales que se citan son las conclusiones del VI
y VII Congresos de la ONU para la prevención del delito y el tratamiento del
delincuente en las que se recomendaba a la Asamblea General una declaración
específica sobre las víctimas, que finalmente fue aprobada por Resolución 40/34,
de 29 de noviembre de 1985 titulada

“Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de


delitos y del abuso de poder”, en la que se reconocieron a las víctimas de los
delitos los derechos de información, participación, asistencia, protección y
reparación o indemnización, y se recomendaba el establecimiento y reforzamiento
de mecanismos judiciales y administrativos que permitan a las víctimas obtener
reparación mediante procedimientos oficiales u oficiosos que sean expeditos,
justos, poco costosos y accesibles, incluidos la mediación, el arbitraje y las
prácticas de Justicia consuetudinaria o autóctonas, a fin de facilitar la conciliación
y la reparación a favor de las víctimas Justicia restaurativa que ha sido definida
por Julián Carlos Ríos Martín como “la filosofía y el método de resolver los
conflictos que atienden prioritariamente a la protección de la víctima y al
restablecimiento de la paz social, mediante el diálogo comunitario y el encuentro
personal entre los directamente afectados, con el objeto de satisfacer de modo
efectivo las necesidades puestas de manifiesto por los mismos, devolviéndoles
una parte significativa de la disponibilidad sobre el proceso y sus eventuales
soluciones, procurando la responsabilización del infractor y la reparación de las
heridas personales y sociales provocadas por el delito”.

Se trata no solo de humanizar un modelo de justicia obsesivamente centrado en la


idea de castigo y la expiación, sino de reformular todo desde el diálogo, la
reparación del daño, la nivelación de las asimetrías Reparadora, como prefieren
denominarla algún dogmático, que es incluso proclamada por muchos de sus
partidarios como un nuevo paradigma, como una tercera vía alternativa al modelo
tradicional de justicia retributiva y al modelo, supuestamente fracasado, de justicia
rehabilitadora.
Siguiendo a Josep María Tamarit Sumalla, “es incluso esgrimida como alternativa
al paradigma punitivo, como vía de reacción social que censure el delito sin
castigarlo, eso es, que en vez de la inflicción querida de un mal al ofensor aporte
una respuesta socialmente constructiva que trate de reparar razonablemente el
daño causado”.

En atención a los procedimientos y técnicas empleados, resulta también posible


realizar una clasificación en diversas categorías de las modalidades de Justicia
restaurativa que se ofrecen en el Derecho y práctica comparados. Siguiendo a
Soleto y Gaciandía, puede distinguirse las siguientes tipologías:

a) VOM, (Mediación entre víctima y ofensor) Es la forma más extendida de


instrumento de justicia restaurativa. Participan en ella el agresor, la víctima
y el mediador. En ella, el diálogo es más importante que el acuerdo, siendo
el objetivo empoderar a la víctima, permitir la responsabilización del agresor
y contribuir a la reparación del daño producido. Dentro de esta modalidad
de mediación puede distinguirse entre la mediación directa y la mediación
indirecta a la que sigue una segunda fase de mediación cara a cara.
b) Conferencia de grupo familiar o conferencia comunitaria Las llamadas
Conferencias son una modalidad de justicia restaurativa que ha tenido un
desarrollo constante desde la década de 1990, desde sus primeras
experiencias en Nueva Zelanda y poco después también en Australia, hasta
su actual extensión especialmente en países de habla inglesa como
Canadá o Estados Unidos y, en particular, con resultados prometedores en
la justicia de menores en Irlanda del Norte. También algunos países del
área continental europea, de América Latina y de África han comenzado a
aplicar este modelo, especialmente en el ámbito de la justicia de menores,
con resultados igualmente prometedores. Las conferencias son un
mecanismo muy flexible, que varía mucho dependiendo de los ámbitos
culturales y sociales en que se pone en práctica, por lo que resulta difícil
dar una definición única que abarque todas sus variantes. De manera muy
general, pueden caracterizarse como reuniones que tienen lugar después
de la comisión de un delito respecto del que el delincuente ha reconocido
los hechos y ha asumido su responsabilidad por el crimen.

La reunión será principalmente entre el infractor, la víctima, sus respetivos


grupos de apoyo y de su entorno, así como un facilitador, sin perjuicio de la
posible incorporación de otros actores externos, como un representante de
la policía, un trabajador social, un abogado, etc. El objetivo de estas
conferencias es reflexionar juntos sobre el delito y sus consecuencias, en la
búsqueda de una solución justa y aceptable para todos. Dicha solución se
plasmará en un acuerdo que suele incluir una serie de tareas a cargo del
infractor dirigidas a reparar el daño causado a la víctima, a la comunidad y
a la sociedad en general. Se trata de procedimientos de Justicia
restaurativa que se llevan a cabo en centros comunitarios, en colegios, e
incluso en centros policiales o de protección de menores. Funcionan por
tanto al margen del sistema de Justicia penal formal, por lo que no tienen
relevancia procesal, es decir, el asunto no ingresa en el sistema de justicia
y los tribunales no participan.

c) Círculos sentenciadores Los círculos sentenciadores son análogos a la


conferencia de grupo pero con participación del órgano jurisdiccional. En
ellos, el tribunal hace el reenvío, monitoriza los casos y el cumplimiento de
las reglas. Es incluso posible que el juez participe en el círculo, pero en
principio su participación no es protagonista ni como facilitador. Su actividad
se centra en plasmar en la sentencia el plan acordado, si bien puede
participar más activamente cuando no se logra consenso. Los participantes
pueden ser, como en el caso de la conferencia de grupo, del ámbito social
de víctima y agresor. Su objetivo es buscar un consenso para entender lo
que ha ocurrido y la forma de reparación.
d) Paneles restaurativos Estos paneles son la respuesta comunitaria a las
frecuentes incompetencias del sistema público de producir la reparación a
través del proceso. En general, una vez que el agresor asume la culpa en el
proceso penal, el juez le ofrece acudir al panel de restauración, que tras
reunirse con él, discute con la víctima la reparación.

El panel se forma con participación de ciudadanos y tiene amplia


disponibilidad para establecer la reparación, que puede ser de carácter
económico, pero que normalmente combina la restitución con medidas
como trabajo para la comunidad, cartas para la víctima o petición de
disculpas. Esta forma de complementación del sistema de justicia se ha
calificado como la menos restaurativa, pues el enfoque se realiza en la
reparación, y la participación de víctima y agresor es limitada, si bien
dependiendo de cómo se lleve a cabo se pueden alcanzar varios de los
fines restaurativos.

e) Mediación comunitaria. A partir de la eclosión de las formas de resolución


alternativa de conflictos y de justicia restaurativa de los años 70, y a la
confluencia de las exigencias reparadoras y de empoderamiento social de
los años 60, empezaron a crearse centros comunitarios que trabajaban en
los barrios y escuelas, ofreciendo formación en resolución de conflictos a
escolares, profesores y voluntarios. Estos centros comunitarios realizan
mediaciones y facilitaciones en ámbitos escolares y vecinales no
conectados con los tribunales, pero también mediaciones y facilitaciones
civiles y penales por reenvío de la corte.
Los mecanismos de Justicia Restaurativa o Reparadora, y, principalmente la
mediación, pueden coexistir perfectamente con los fines asociados a las penas y
medidas de seguridad, e incluso contribuir positivamente a mejorar y humanizar el
actual panorama de la Justicia Penal tremendamente desgastado y deteriorado en
el momento actual porque el único recurso al que ha acudido el legislador para
mejorar la convivencia ha sido el de la creación de nuevos tipos penales, a veces
duplicados, y la exasperación del rigor punitivo de los existentes.

Frente a los problemas sociales derivados de la precariedad social y económica y


de la desigualdad de oportunidades que subyacen detrás de la delincuencia
marginal, o que son producto de otros factores etiológicos del crimen como la
drogodependencia o las relaciones de dominación en la violencia de género, el
recurso más fácil y menos costoso para el legislador ha sido la creación de más
delitos, más penas y mayor duración de las mismas.

Las cerca de 30 reformas legislativas que ha experimentado y sufrido el código


penal, lo único que evidencian es la vana pretensión de transmitir una mayor
sensación de seguridad utilizando de forma simbólica el derecho penal en lugar de
afrontar con medidas de otra índole las causas que generan el crimen, o de
introducir otras vías, como la analizada, para contribuir de forma más positiva a la
pacificación social.
PARTE III
MEDIACIÓN COMUNITARIA

CONSIDERACIONES GENERALES

El tratamiento que se le da al conflicto (en un sentido positivo, como oportunidad


de cambio; o negativo, como escenario de tensión y violencia) determinará en
gran medida su calidad y capacidad de evolucionar en el futuro. Alzate y
colaboradores insisten en que los sistemas tradicionales para resolver conflictos
en sociedad tienden a olvidar la problemática real que los envuelve. Ignoran a sus
actores, sus sentimientos, emociones y capacidades.

Tratan de abordar el conflicto basándose en los derechos y en los intereses de las


partes, olvidándose de que la mayoría de ellos se producen en situaciones de
relación que se extienden en el tiempo, por lo que las emociones y la calidad de la
relación resultan determinantes (Alzate, Fernández y Merino, 2013).

Para estos investigadores, el papel de la resolución alternativa de conflictos y de la


mediación comunitaria en particular es, precisamente, abordar los conflictos desde
la cercanía a las personas que se hallan inmersas en ellos. En el caso concreto
que nos ocupa, hay que tener presente que «los conflictos vecinales se
caracterizan por dos notas esenciales: la perdurabilidad temporal, ya que se
proyectan en el tiempo tanto histórica como modernamente y por el casuismo que
preside esta materia dada la multiplicidad de supuestos que pueden generar
situación, detención o contraposición de intereses, enturbiando las relaciones de
vecindad» (Adasme y Quinteros, 2014, pp. 233-234).
La mediación comunitaria abre nuevos espacios dentro del Derecho privado, con
un marcado carácter social, aplicando una metodología adaptada a estos
conflictos, con el objetivo de evitar su judicialización y obtener soluciones, al
asegurar el cumplimiento ulterior de los acuerdos y preservar la relación futura
entre las partes.

DEFINICIÓN DE MEDIACIÓN COMUNITARIA

“La mediación comunitaria es el procedimiento de gestión del conflicto de


convivencia por el que las partes enfrentadas pueden llegar a resolverlo por
consenso, sin convertirse en adversarios y compartiendo las posibles soluciones
expuestas valoradas entre ellas”.

El mediador debe facilitar el marco de relación y negociación que ofrezca la


oportunidad de llegar por sí mismos a una solución, teniendo en cuenta que
habitualmente tendrán que seguir relacionándose. Así, debe conseguir que las
partes se coloquen en una posición compromisaria, orientada hacia unos intereses
y una relación negociada (Villagrasa, 2013, p. 658).

Habitualmente, los aspectos que suelen generar controversia en este ámbito de la


mediación tienen que ver con la propia convivencia comunitaria: comportamientos
incívicos, organización de las comunidades de propietarios derivadas del régimen
de propiedad horizontal (desde la instalación de ascensores o la propia adopción
de acuerdos hasta la designación de los órganos comunitarios) intromisiones o
molestias intolerables en las relaciones de vecindad (ruidos, obras y en menor
medida, olores y hábitos de higiene y limpieza) o el uso de espacios públicos
(parques, piscinas, zonas de estacionamiento de vehículos o instalación de
antenas de telefonía móvil).
Sin olvidar que los procesos migratorios humanos comportan una nueva
dimensión a estas cuestiones, sobre todo malentendidos que deben abordarse
teniendo en cuenta los códigos culturales o religiosos respectivos (Villagrasa,
2013, p. 661).

Según la ya mencionada Fundación Mediara, la mediación comunitaria tiene como


objetivos los siguientes:

 Facilitar el reconocimiento mutuo de las partes en conflicto y la legitimidad


de todos los intereses y aportaciones.
 Garantizar y respetar la voluntariedad de las partes, tanto en la aceptación
como en la continuidad del proceso.
 Velar porque todas las partes sean iguales y gocen de las mismas
oportunidades (horizontalidad en el proceso).
 Utilizar los recursos de forma sostenible. Para la resolución del conflicto se
utilizarán los recursos de que dispone la comunidad, de forma que se
aproxime a acuerdos reales y posibles.
 Asegurar la legitimidad y competencia de las personas mediadoras, lo cual
redundará en el éxito del proceso de mediación.

VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LA MEDIACIÓN COMUNITARIA

RASGOS SISTEMAS
 Aplicada de forma sistemática, reduce  No tiene en cuenta las diferencias de
la carga de asuntos en espera de poder entre las partes, por lo que una
resolución judicial de ellas podría quedar desamparada.
Esto no ocurriría en los tribunales de
Justicia.
 Privacidad y confidencialidad  Si no se respeta la su carácter
 Ahorro de tiempo y dinero con voluntario, cerraría el paso a la Justicia
respecto a un proceso judicial a quienes no deseen pasar por la
mediación.
 Voluntariedad.  Disminución de la jurisprudencia, al no
 No implica imposición y alienta el dictarse sentencias. En última
mantenimiento de las relaciones instancia, el éxito de la mediación
futuras entre las partes. puede suponer un sistema de justicia
más inadecuado, obsoleto e
impermeable a los cambios sociales.
 Flexibilidad.  Riesgo de acuerdos en conflictos no
mediables. Esto supondría que una
 Solución de largo alcance, no solo a
persona infractora de la ley podría
corto plazo.
quedar impune (violencia de género,
agresiones homófobas…).

La mediación comunitaria supone devolver a los ciudadanos el poder para resolver


sus conflictos a través de un procedimiento democrático, recuperando la
capacidad de decidir la solución a sus propias controversias, sin que sea un
tercero quien la imponga (Gimeno y Reina, 1998). El proceso de mediación queda
reflejado en la figura 1. En la tabla 2 vemos de forma comparada las ventajas y
limitaciones de este procedimiento, responsabilidad por los daños y perjuicios que
causaren. El perjudicado tendrá acción directa contra el mediador y, en su caso, la
institución de mediación que corresponda con independencia de las acciones de
reembolso que asistan a ésta contra los mediadores». La mediación es ante todo
comunicación (verbal y no verbal) equilibrada entre las partes.

Para ejercer su labor con éxito, es muy importante que el mediador/a analice y
comprenda los factores que inciden en la mediación, y que han sido sintetizados
por Villagrasa (2013):

 Los sentimientos de humillación o vejación que ha podido sufrir alguna de


las partes. Se encuentran en la base de las reacciones de acoso y violencia
que pueden darse en las relaciones interpersonales.
 Los intereses económicos contrapuestos entre las partes: negativa a
participar en una derrama, partición de herencias, etc.
 La perspectiva de género puede modular los comportamientos y
procedimientos más beneficiosos para resolver algunos conflictos (p. ej.
una situación íntima entre dos mujeres que prefieren compartir detalles con
una mediadora de su mismo sexo).
 La edad. Tiene incidencia por la madurez de las personas involucradas o
por la consideración otorgada a las personas mayores en el contexto del
conflicto. Otero Parga (2013) menciona que el mediador no puede influir en
ninguna de las partes ni dejarse influir por ellas.

Su principal misión es trabajar centrándose en el problema y en sus posibles


soluciones, de una manera clara, cómoda y todo lo rápida que las circunstancias
permitan, sin que ello suponga, por supuesto, acelerar o urgir las decisiones de las
partes en ningún sentido. La legitimación de todas las partes implicadas y del
propia persona mediadora son fundamentales para que el proceso sea útil y eficaz
a largo plazo.

RETOS Y DESAFIOS DE LA MEDIACIÓN COMUNITARIA

A tenor de todo lo expuesto hasta el momento, queda claro que la mediación


comunitaria es un proceso voluntario, libre y eficaz de resolución de conflictos,
realizado con la intervención de un profesional debidamente formado para ejercer
dicha función.

Es importante señalar que se trata de un procedimiento que contribuye a reforzar


los lazos comunitarios, al tiempo que reduce la judicialización de los asuntos
civiles relacionados con la vida cotidiana (con todas sus implicaciones de ahorro
económico, rapidez y descongestión de las instancias judiciales).

Por encima de todo, integrar procesos de mediación reduce la tensión social en


barrios y municipios, incrementa la sensación de confianza y seguridad de la
ciudadanía y mejora su calidad de vida. Como hemos visto al hablar de las
experiencias reales, la mediación transforma los lugares y las comunidades en las
que entra a formar parte.
No se trata solo de definir la mediación y enumerar sus bondades, sino de resaltar
también el papel que puede desempeñar en la prevención de la violencia y en la
reestructuración comunitaria.

Se finalizará con una reflexión sobre los retos que tiene por delante la mediación
comunitaria:

Desarrollar políticas sociales que contemplen la importancia de los Servicios de


Mediación en el ámbito comunitario para prevenir y apoyar la resolución alternativa
de conflictos, garantizando así la durabilidad de los acuerdos consensuados.

 Concienciar a la sociedad sobre la mediación comunitaria como instrumento


de mejora de la convivencia. En este sentido, sería importante incorporar
procedimientos de resolución alternativa de conflictos a espacios y
programas comunitarios como escuelas, asociaciones de vecinos,
asociaciones de padres, centros socioculturales, etc.
 Fomentar la interlocución de las instituciones mediadoras con las entidades
locales, como instancias administrativas y políticas más cercanas al
ciudadano, en las que la mediación vecinal puede surtir más y mejores
efectos sobre la convivencia. Implementar una cultura del acuerdo y definir
protocolos de actuación en la gestión de conflictos vecinales, son pasos
fundamentales.
 Desarrollar y potenciar la formación específica de las personas mediadoras
en mediación comunitaria, incluso crear el posgrado de Mediación en el
ámbito comunitario que tanto es demandado.
 Cambiar la forma de pensar, y por tanto, de actuar en los barrios,
comunidades de vecinos…La educación en la cultura del acuerdo,
empoderando a los habitantes de los barrios para que tomen decisiones y
se comprometan en su cumplimiento a largo plazo, es una de las vías más
eficaces para desactivar potenciales focos de conflicto.
 Perseguir y practicar la evaluación continua como una divisa fundamental
de la actividad mediadora. Reflexionar sobre el trabajo realizado y compartir
experiencias permite ganar perspectiva y encontrar nuevos caminos hacia
los que dirigir la mediación comunitaria.

Ser mediador/a implica ser un tercero neutral entrenado para brindar asistencia a
las partes en el proceso de búsqueda de soluciones aceptables y satisfactorias
para ambas. Pero, por encima de todo, no debemos olvidar que el mediador/a
comunitario tiene una responsabilidad fundamental hacia las comunidades en las
que interviene.

El resultado del proceso derivará en un beneficio compartido, que trasciende


incluso a las personas que lo han hecho posible. Se trata, a fin de cuentas, de
facilitar el diálogo para mejorar la convivencia y, en último término, comunidades
más ricas, más, fuertes y más cohesionadas.

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