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obra Mátrix Móvil

https://vasconceloslibrary.tumblr.com/post/144671743047/m%C3%A1trix-m%C3%B3vil

La conservación osteológica está ligada al espíritu de la Ilustración, al siglo de la razón, la preservación y


clasificación del mundo, y responde a la búsqueda, iniciada en el 1500 y exacerbada hacia finales del
1800

La aplicación de este método fue esencial para el tratamiento de cada uno de los huesos que conforman
el esqueleto de una ballena gris, intervenido con grafito por el artista mexicano Gabriel Orozco (Xalapa,
Veracruz, 1962). Así, el trabajo de quienes realizaron dicho tratamiento osteológico resultó fundamental
para la consolidación de esta pieza ya que fueron los responsables de preparar el soporte, es decir, la
superficie ósea sobre la que el artista trazó círculos y elipsis que guardan similitud con las ondas sonoras
y el movimiento de las olas.

permanente dentro de la Biblioteca José Vasconselos, en la Ciudad de México.

https://es.wikipedia.org/wiki/Gabriel_Orozco

kurimanzutto

Gabriel Orozco elige trabajar con OXXO y no con otra empresa similar, que pudiera existir en cualquier
parte del mundo, por ser un fenómeno cultural mexicano reciente y específico; “hablamos de una
distribución y producción a nivel nacional, de una posible economía interna, que en pocos años se ha
convertido en parte de nuestro lenguaje cotidiano, de nuestras bromas y emergencias, de nuestros
íconos que son parte de nuestra cultura, educación y paisaje visual y cultural.

En una asociación de operaciones funcionales íntegra se abrirá en la galería kurimanzutto un OXXO, la


tienda de conveniencia más significativa del país, la cual operará como tal durante treinta días hábiles en
la ya icónica galería en la colonia San Miguel Chapultepec. Desarrollados durante el siglo XX, los
supermercado tomaron una dirección determinada: ofrecían funcionalidad, estandarización y precios
bajos. OXXO, una cadena de tiendas en México, abrió su pri

Su obra Vitral

, un póster que en 2004 se pudo ver en las estaciones del metro de Londres, partía de una fotografía de
un árbol lleno de cometas enredados que el artista tomó unos años antes en Jaipur, India. “El árbol no
tenía hojas y los papalotes abandonados, que reflejaban el sol de la tarde, crearon un entramado
geométrico de hojas de colores; en el metro se ve muy bien”, diría.

Artista iconoclasta

Desde mediados de la década de 1990 se le consideraba el más significativo e indefinible renovador, y


corroboraba lo atrevido de sus ideas cada vez que exponía, por ejemplo, una caja de zapatos. “Una cosa
vacía de significado, recipiente de polvo y caja de la nada”, decía. A los comentarios más hostiles, entre el
alud de críticas que recibía, respondía: “Sí, cualquiera pudo hacerlo, pero yo tuve los huevos”.

Por contra, respaldaba con impresionante prueba fotográfica la concentración y minuciosidad que
requerían muchos de sus trabajos. Por ejemplo, en Black Kites, una calavera que en 1997 cubrió con
franjas entrecruzadas hasta formar un ajedrez desfigurado. Orozco decía dibujar así en la tercera
dimensión. Cuando salía a la calle no llevaba ni una cámara, pero con su método de trabajo quería
“generar un espacio de resignificación o dislocación y reconsideración” de su entorno.

La DS (1993)

y Black Kites (1997)

Buena parte de la originalidad y el eclecticismo que caracterizaban su obra, y de las que se preciaba,
provenía del rescate y la exploración de los objetos y materiales más dispares. Muchos de ellos iban de la
calle a su taller y de ahí a un museo. Entre sus creaciones se encontraban innumerables piezas perdidas,
residuos urbanos, materiales efímeros y otros testimonios de la industria y el consumo. Recorría
insaciable las playas de México, singularmente las de Oaxaca, o los barrios bajos de las megalópolis,
como Nueva York, para recoger latas oxidadas, etiquetas de cervezas, rejillas de construcción y otras
basuras que transformaba en objetos de arte con el mimo de un padre y la ilusión de un niño.

Un amigo de la infancia convertido en cineasta, Juan Carlos Martín, lo acompañó en su tría artístico-
basurera durante año y medio a partir de 1999, para plasmar un desenfadado e irreverente collage de
música, formas y formatos abigarrados en el documental Gabriel Orozco (2002), que ganó varios premios
como película, documental, interpretación y dirección. Martín contraponía las sesudas interpretaciones
de los especialistas a los arranques espontáneos de creación o transformación de los que hacía gala el
artista consagrado. “El estilo es un accidente, no se busca”, decía Orozco, quien meciéndose en una
hamaca, revelaba entre cerveza y cerveza la propia incomprensión de sí mismo y, al mismo tiempo, que
no se tomaba demasiado en serio.

La repercusión internacional de la obra de Orozco apenas empezaba a llegar a México cuando el Museo
Rufino Tamayo de la capital le dedicó en 2000 una muestra retrospectiva que desató una gran polémica.
Orozco habría de escapar de nuevo del “localismo” mexicano. Sólo en 2005 vino a reconocer que el arte
había crecido en México “en los últimos cuatro años”, si bien precisó que las inversiones fueron muy
limitadas y los propios artistas tuvieron que emprender el vuelo. Consideraba, además, que la crítica se
había quedado atrás, estancada.

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