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Jorge E.

Burbano
Mi reflexión

La primera vez que escuché la palabra cultor la asocié rápidamente con una definición muy
literal a la labor de cultivar la tierra, una persona que ara o que siembra en ella para cuidar
y cosechar un producto. No pensé que podía a llegar a apropiarme de esta palabra para
poner en manifiesto las habilidades artísticas de mi área es por eso que, para mí, el
significado de ser un cultor, es la persona que ayuda a emerger y cultivar en otros el amor y
el sentido de pertenencia por las distintas manifestaciones artísticas de nuestra comunidad.
Velamos porque la herencia y las tradiciones culturales puedan mantenerse y ayudamos a
formar, a incentivar y a promover en las personas un pensamiento artístico más
participativo, somos los mediadores para que los consumidores puedan apropiarse de
herramientas y de estrategias que los invite a ser un público más críticos, reflexivos e
interactivos sobre la industria cultural de nuestro país.

Como nuestro propósito como cultores es la formación de públicos creativos, se hace


necesario poder contar con una planeación que nos permita orientar nuestras estrategias
hacia objetivos específicos. La planeación sobre las actividades nos ayuda a desarrollar
una visión a mediano o largo plazo sobre las estrategias de formación y si estás deben o no
renovarse constantemente, busca aprovechar al máximo todos los recursos, humanos y
técnicos, para asegurar un óptimo desarrollo hacia alcanzar la meta que nos proponemos
que es la formación de públicos creativos.

Para eliminar la barrera que existe entre la accesibilidad y el desinterés por el consumo
cultural, las estrategias de formación de público nos ayudan a incrementar y a despertar la
curiosidad cultural a través de acciones dirigidas específicas y a capacitar en la práctica
cultural de la apreciación, la percepción y la valoración propia del arte. Al implementar
estrategias de formación, nos facilita que las personas puedan acercarse al aprendizaje y
ampliar sus conocimientos sobre las diversas manifestaciones artísticas que
constantemente están en cambio, por lo que como cultor o formador de públicos, nos pone
en la tarea de siempre estar al día de las nuevas tendencias o movimientos culturales que
surgen o mutan en nuestra comunidad.

Pensar en las habilidades que debe tener un consumidor o creador cultural, me lleva a
apostarle a la formación y a la construcción de un aprendizaje colectivo por medio de la
interacción social, provocar espacios de participación y movilización donde el aprendizaje
se construye en conjunto, a través de las experiencias, los saberes previos y la de-
construcción del conocimiento individual para dar paso a uno nuevo, enriquecido con la
visión universal y global que nos permita a todos los actores de este proceso, desarrollar
habilidades para la percepción y apreciación artística más competente y consciente.

Como todo proceso de formación, para valorar la pertinencia de los resultados


desarrollados en el trabajo de formación de públicos creativos, se deben emplear
instrumentos que nos permitan evaluar el nivel alcanzado, por supuesto, considero que los
resultados se verán a largo plazo, cuando haya una mayor movilización y participación de
la comunidad, interesados por participar de los espacios creados para el esparcimiento y el
aprendizaje cultural, pero para medir el nivel alcanzado en cada una de las sesiones
propuestas, considero necesario realizar observaciones, encuestas y registro que me
permita ver evidencia del trabajo realizado por cada participante. Para ello, las bitácoras o
diarios de campo son herramientas que sirven de evidencia para observar el desarrollo y
evolución de cada uno. Ahora bien, es necesario conocer la percepción de los participantes
sobre la pertinencia y el impacto sobre las actividades propuestas, para ello, es importante
abrir espacios de dialogo, establecer rúbricas donde cada participante pueda dar su opinión
y una valoración objetiva y subjetiva de cada actividad realizada.

Finalmente, considero que la capacidad que más me interesa desarrollar en los


participantes de mi taller, es de convertirlos en seres culturalmente motivados por los
procesos artísticos, perceptivos, apreciativos, activos y críticos de las ofertas culturales de
la ciudad, ayudar a mejorar la valoración que se tiene por las manifestaciones culturales en
general y que puedan sentir que la cultura es una opción que contribuye de alguna manera
a mejorar la calidad de vida, los procesos de comunicación, convivencia y relación con las
demás personas y con nuestro entorno.

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