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CONTENIDO
INTRODUCCIÓN.
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN.
En los últimos años del siglo XX, parece haber un renovado interés por los estudios sobre
la distribución del ingreso y su relación con el crecimiento económico, iniciados por
Kuznets hacia 1950. Trabajos como los del Premio Nobel de Economía Amartya K. Sen,
de nacionalidad hindú, han contribuído a ese resurgimiento, ante fenómenos como el
acelerado desarrollo de algunos países del extremo oriente, frente al estancamiento de
otros, en especial de África y América Latina.
Birdsall, Pinckney y Sabot muestran la estrecha relación que unió, entre 1965 y 1990, una
distribución del ingereso bastante igualitaria y altas tasas de crecimiento en Corea,
Taiwán, China, Hong Kong, Singapur, Japón, Indonesia y Tailandia, frente a situaciones
de fuerte desigualdad y bajo crecimiento en Bolivia, Perú, Argentina, Chile, Venezuela,
México, Colombia yBrasil. (2000: 96, Gráfica 1)
En el cuadro se manejan dos medidas de desigualdad (Q5/Q1 e Índice de Gini, IG) que
tienen una alta correlación, como se aprecia a simple vista. La primera es la diferencia
entre quintiles y se define como el cociente que resulta de dividir la proporción del
ingreso total que recibe el quintil más rico de la población y la que recibe el quintil más
pobre. La segunda, el IG es la diferencia media de los ingresos que reciben todas las
parejas de individuos que se pueden formar en cierta población. (Cfr. infra)
La ventaja técnica del IG con respecto a la relación interquintílica se debe a que ésta
última se basa solamente en datos de los dos extremos de la distribución, mientras que el
IG utiliza toda la información disponible, como señalan Schmidt-Hebbel y Servén:
En este nuevo trabajo, además de actualizar la información sobre México hasta el año
2000, y de analizar la desigualdad en el nivel municipal, se reflexiona sobre la relación
entre desigualdad y calidad educativa, en una analogía con los análisis económicos a los
que se acaba de hacer referencia, que estudian la posible relación entre la desigualdad en
la distribución del ingreso y el crecimiento económico de los países.
Pero como sabemos, la posibilidad de que un niño asista realmente a la escuela depende
de muchos factores de su entorno familiar y social, por lo que aún si existen lugares que
basten para que todos los potenciales alumnos tengan cabida en un sistema educativo, en
la práctica es frecuente que cierto número no los aproveche. El bien a distribuir en el caso
de la igualdad educativa, por ello, puede definirse mejor como el acceso real a la escuela;
o como la cantidad y calidad de insumos escolares, o como la permanencia en la escuela,
e incluso como los resultados, al menos como el número de personas que termina cierto
grado escolar, sin llegar a los resultados en cuanto al nivel de aprendizaje alcanzado.
Comparar únicamente los extremos de la distribución, sin embargo, puede ser engañoso,
ya que la parte del bien que corresponda al resto de las personas puede variar mucho. Por
ello son para analizar la igualdad de una distribución se necesitan mejores medidas, que
tomen en cuenta toda la población.
Las medidas desarrolladas para medir con precisión la desigualdad de la distribución de
cierto bien son numerosas. Allison (1978) y Cortés y Rubalcava (1982) analizan varias de
ellas. Culter (1989) presenta 40 medidas diferentes (si se incluyen las variantes serían
más), en seis categorías: ocho índices basados en el modelo de las desviaciones con respecto
a alguna medida de tendencia central, o con respecto a los demás casos; catorce índices
basados en el modelo combinatorio; seis medidas basadas en el modelo de entropía; tres más
son otras medidas basadas en el modelo de bienestar social; otras seis son índices
intergrupales; y tres son índices de inequidad.
La literatura especializada incluye criterios técnicos para preferir una medida a otras; en
el caso de la desigualdad de la distribución de la escolaridad, la consideración de ventajas
y desventajas hace que la más popular medida de desigualdad, y una de las más antiguas,
el IG, resulte adecuada. Cortés y Rubalcava (1982: 98) han mostrado la elevada
correlación de los resultados obtenidos mediante el IG y otras medidas como el índice de
Theil, el coeficiente Rm y la varianza relativa. Además de las razones técnicas, hay otra
que inclina definitivamente la balanza a favor del IG: se trata del hecho de que es, con
mucho, la medida más utilizada, lo que hace que sea la única que puede emplearse para
estudios internacionales comparativos. Confirma lo anterior el que sea la medida
seleccionada para el sistema de indicadores sociales que la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico está comenzando a desarrollar. (OECD, 2001)
Del gran total de 97,483,412 habitantes del país que reporta el censo de 2000, en esa
fecha 62,842,638 tenían 15 y más años. Cada persona reportó un nivel de escolaridad que
va desde nulo (0 años) para quienes no terminaron siquiera el primer año de primaria,
hasta muy alto, con estudios de licenciatura y posgrado por un total que puede llegar a
más de 18 años. Los análisis de este trabajo se basan en los datos sobre escolaridad de la
población de 15 años y más en la República Mexicana, todas las entidades federativas y
algunos municipios, según los tabulados básicos del XII Censo General de Población y
Vivienda y publicaciones anteriores equivalentes. (INEGI 2001)
Los valores de años de escolaridad que van de 0 a 6 son los que corresponden al nivel de
primaria, se toman del Tabulado 4 (Tomo I, pp. 351-415), y se manejan como sigue: el
valor 0 corresponde a la población sin instrucción; el valor 1 a los que sólo terminaron 1°
de primaria; los valores 2 a 6 se asignan a las personas que terminaron, respectivamente,
los grados 2° a 6° de la misma primaria. Los valores de 7 a 9 años de escolaridad, que
corresponden a los estudios que siguen a la primaria, se toman del Tabulado 7 (Tomo I,
pp. 480-498). El valor 7 comprende la población que terminó 1° de secundaria y la que
cursó un año de estudios técnicos o comerciales; los valores 8 y 9 comprenden a quienes
terminaron 2° y 3° de secundaria, o dos o tres años de estudios técnicos y comerciales.
En todos los casos anteriores hay personas de menos de quince años que han cursado ya
algunos o incluso todos los grados de primaria o de secundaria o, antes de que este tipo
fuera obligatorio, de estudios técnicos o comerciales. Esas personas, por supuesto, no se
incluyen en este análisis, que se refiere sólo a la población de 15 años o más.
El valor 18, por último, se asigna a quienes tienen seis y más grados de educación
profesional (lo que incluye a los médicos generales), así como a quienes reportaron tener
estudios de maestría y doctorado. Como el Censo no distingue cuántos años comprenden
esos estudios, se asigna a todos el valor 18, que ciertamente subestima los valores reales,
ya que no pocos de quienes se ubican en este renglón cuentan con en realidad con 19, 20
o más años de escolaridad. No se asigna un mayor número de años de escolaridad porque
debería hacerse de manera arbitraria, porque el número de quienes se ubican en este caso
es relativamente pequeño, y por una razón de comparabilidad, ya que este fue el criterio
que se manejó en el trabajo anterior sobre este tema. (Martínez Rizo, 1992)
Según lo anterior, los renglones del Cuadro N° 2 corresponden a los valores que puede
tomar la variable discreta años de escolaridad definida como se acaba de hacer (de 0 a
18), valores que se anotan en la primera columna; la segunda presenta el número de
mexicanos de 15 años y más que reportaron tener precisamente esa escolaridad en el
Censo General de 2000. La tercera columna no es otra cosa que el producto de las dos
primeras y representa los años de escolaridad que acumulan, en total, las personas que
tienen en común un mismo nivel de escolaridad.
Como puede verse en el Cuadro N° 2, casi seis millones y medio de mexicanos que no
fueron a la escuela acumulan en conjunto cero años de escolaridad; 1,373,186 personas
que sólo terminaron el primer grado de la primaria acumulan en total el mismo número
de años de escolaridad; los 2,606,452 que terminaron segundo acumulan 5,212,904 años
de escolaridad en total (2,606,452 x 2); en el otro extremo de la distribución, menos de
medio millón de personas (451,940) con estudios largos de licenciatura o algún posgrado
acumulan más de ocho millones de años de escolaridad (8,134,920), 18 o más cada uno.
El elevado total de la tercera columna del Cuadro N° 2, cercano a los quinientos millones
(461,215,585) representa el total de años de escolaridad que acumulaban en conjunto los
mexicanos de 15 años o más en 2000. Es la expresión concreta del bien cuya distribución
en la población estamos analizando. Un número considerable de personas no tiene acceso
alguno a dicho bien (los más de seis millones del primer renglón, que son más del 10%
del total de la población; otros reciben cantidades pequeñas del bien, unos pocos años de
escuela; una minoría, en cambio, recibe una cantidad mucho más considerable, que puede
llegar hasta 18 años de escolaridad o algo más. Debe añadirse que el total no incluye a las
personas cuyo nivel de escolaridad no puede precisarse a partir de los datos del censo, por
lo que es algo inferior al de las personas de 15 años y más.
A B C (A X B) D (% B) E (% C) F (% AC. E) G H (F + G) I (D X H)
(i) Grados Población Años de escolaridad fi % escolaridad gi gi-1 gi + gi-1 fi (gi + gi-1)
posibles de Que totales obtenidos por % población de población % acumulado % acumulado suma de dos producto de
escolaridad alcanzó población con gradoi en gradoi con gradoi de escolaridad renglón ant. anteriores DxH
El gradoi
0 6,424,470 0 10.38 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00
1 1,373,186 1,373,186 2.22 0.30 0.30 0.00 0.30 0.66
2 2,606,452 5,212,904 4.21 1.13 1.43 0.30 1.73 7.27
3 3,694,972 11,084,916 5.97 2.40 3.83 1.43 5.26 31.40
4 2,067,969 8,271,876 3.34 1.79 5.62 3.83 9.46 31.60
5 1,556,113 7,780,565 2.51 1.69 7.31 5.62 12.94 32.53
6 12,024,728 72,148,368 19.43 15.64 22.95 7.31 30.27 588.05
7 1,148,112 8,036,784 1.86 1.74 24.70 22.95 47.65 88.40
8 2,164,557 17,316,456 3.50 3.75 28.45 24.70 53.15 185.88
9 11,881,881 106,936,929 19.20 23.19 51.64 28.45 80.09 1537.58
10 1,805,747 18,057,470 2.92 3.92 55.55 51.64 107.19 312.74
11 2,068,252 22,750,772 3.34 4.93 60.49 55.55 116.04 387.78
12 6,117,430 73,409,160 9.88 15.92 76.40 60.49 136.89 1353.04
13 1,011,851 13,154,063 1.63 2.85 79.25 76.40 155.66 254.48
14 657,636 9,206,904 1.06 2.00 81.25 79.25 160.50 170.55
15 854,861 12,822,915 1.38 2.78 84.03 81.25 165.28 228.29
16 2,151,783 34,428,528 3.48 7.46 91.50 84.03 175.53 610.26
17 1,828,757 31,088,869 2.95 6.74 98.24 91.50 189.73 560.62
18 y más 451,940 8,134,920 0.73 1.76 100.00 98.24 198.24 144.76
TOTAL 61,890,697 461,215,585 100.00 100.00 6525.89
Con las cifras del Censo de 2000 y aplicando los criterios descritos en el apartado anterior,
se obtuvieron los datos básicos para el cálculo del IG, o sea los totales de la población en
cada valor de la variable años de escolaridad, de 0 a 18. Los cuadros 2ª, 2b y 2c del Anexo
sintetizan dicha información; las medias aritméticas y IG que se obtienen para cada entidad
y para el conjunto de la República se resumen en el cuadro siguiente.
2000
ENTIDADES
MEDIA I. GINI
DISTRITO FEDERAL 9.60 0.25
NUEVO LEÓN 8.85 0.27
COAHUILA 8.39 0.29
BAJA CALIFORNIA SUR 8.29 0.29
BAJA CALIFORNIA 8.18 0.29
SONORA 8.18 0.30
TAMAULIPAS 8.04 0.31
MEXICO 8.03 0.30
AGUASCALIENTES 8.00 0.31
QUINTANA ROO 7.78 0.32
MORELOS 7.74 0.335
CHIHUAHUA 7.69 0.30
COLIMA 7.65 0.34
SINALOA 7.65 0.35
TLAXCALA 7.63 0.31
QUERÉTARO 7.55 0.34
JALISCO 7.52 0.33
REPÚBLICA MEXICANA 7.45 0.35
DURANGO 7.31 0.33
NAYARIT 7.26 0.36
TABASCO 7.15 0.36
CAMPECHE 7.01 0.38
SAN LUIS POTOSÍ 6.89 0.38
YUCATÁN 6.84 0.38
PUEBLA 6.70 0.39
HIDALGO 6.66 0.38
ZACATECAS 6.46 0.37
GUANAJUATO 6.36 0.39
MICHOACÁN 6.20 0.41
VERACRUZ 6.20 0.41
GUERRERO 6.11 0.45
OAXACA 5.62 0.45
CHIAPAS 5.35 0.48
Para ver la forma en que ha evolucionado la desigualdad educativa en México a lo largo de
las últimas décadas, en el cuadro siguiente se presentan los datos anteriores junto con los
de 1970, 1980 y 1990, tomados del trabajo anterior ya citado (Martínez Rizo, 1992)
Esta apreciación cualitativa, derivada del análisis visual del Cuadro N° 7, se confirma, en
cierta medida, con los resultados resumidos en el Cuadro N° 6, en el que se aprecia que son
precisamente los estados de Querétaro y Quintana Roo los que tuvieron mayores aumentos
de escolaridad, en términos absolutos.
En términos relativos algunas entidades que se ubican en los últimos lugares presentan
cifras elevadas: además de Querétaro, Guerrero, Oaxaca y Chiapas son las únicas entidades
con incrementos superiores al 200%; esto se vio facilitado, obviamente, por lo reducido de
las cifras iniciales, de 1970. En sentido contrario las entidades que ya en 1970 tenían una
escolaridad relativamente alta tienen, en general, incrementos porcentuales bajos, aunque
sigan ocupando los primeros lugares; es el caso del Distrito Federal, Nuevo León, Baja
California y Chihuahua, las únicas que presentan incrementos menores al 100%
Para entender lo que significan los cambios ocurridos en los últimos treinta años es útil
contrastar la situación de las entidades que han ocupado en forma consistente los primeros
y los últimos lugares en la distribución de la escolaridad a lo largo de las últimas décadas,
lo que permite hacer el cuadro siguiente.
Los aumentos de los promedios y las reducciones de los índices de Gini son claros, pero
las diferencias siguen siendo muy grandes. El Distrito Federal se acerca a los diez años de
escolaridad promedio, y Nuevo León a los nueve, cifras no demasiado lejanas a las que
muestran países considerados desarrollados, como veremos luego.
Sin embargo, la entidad que ocupa el último lugar en cuanto a escolaridad en 2000,
Chiapas presenta un promedio ligeramente inferior al que tenía la entidad que ocupaba el
primer lugar 30 años antes, el Distrito Federal: 5.35 años vs. 5.71. Pero la desigualdad
sigue siendo mayor en Chiapas en 2000, que en el DF en 1970: 0.48 vs. 0.38.
En entidades tan grandes como muchos de los estados federales mexicanos, es de esperarse
que, en el interior de cada uno, haya situaciones diversas. Aún en estados relativamente
pequeños, como Aguascalientes, se presentan tales situaciones, como veremos en seguida.
En el análisis subsecuente se utiliza una forma algo diferente de calcular el IG, manejando
datos agregados en seis niveles de escolaridad, que se definen, de manera convencional,
como sigue: el valor de escolaridad 0 se asignará, como antes, a quienes declararon no
haber terminado siquiera un año de primaria; el valor promedio de 3 se asignará al subtotal
formado por quienes tienen 1, 2, 3, 4 o 5 años de primaria; a quienes terminaron la
primaria se asignará el valor de 6; el de 9 a quienes declararon 7, 8 y 9 años de escuela; el
de 12 a los que tienen 10, 11, 12 y 13 años; y 16 a los que declararon 14 o más. Esta última
categoría se ubica en 16 años y no en 18 para tener en cuenta la existencia de estudios
superiores cortos, como los de profesional asociado o técnico superior universitario.
A cada uno de los grupos anteriores de población se puede asignar etiquetas descriptivas
como sigue: 0 = población sin escolaridad; 3 = población con primaria incompleta; 6 = con
primaria; 9 = con secundaria; 12 = con educación media; 16 = con educación superior. El
cuadro siguiente muestra la distribución de la población de 15 años y más en el estado de
Aguascalientes y sus municipios, en el Censo General de 1990, según su nivel de
escolaridad, con los datos agregados en la forma que se acaba de explicar:
A partir de las cifras del cuadro anterior pueden calcularse cifras porcentuales, en las que
se presente la proporción de la población total de un estado o municipio que se ubica en
cada uno de las seis categorías del cuadro. Es lo que se hace en el Cuadro N° 11, en el que
se presentan además los datos relativos al promedio de escolaridad y al IG, calculado
mediante la fórmula arriba citada.
CUADRO N° 11. DISTRIBUCIÓN DE LA ESCOLARIDAD EN EL ESTADO DE
AGUASCALIENTES Y SUS MUNICIPIOS, EN 1990.
% POBLACIÓN DE X ESCOLARIDAD
MUNICIPIO GINI MEDIA
0 3 6 9 12 16 TOTAL
Asientos 13.9 40.0 23.4 15.4 6.3 1.0 100% 0.383 4.93
Rincón de Romos 11.1 35.2 18.6 18.3 13.2 3.6 100% 0.381 5.84
Calvillo 14.1 40.1 26.1 12.9 5.7 1.1 100% 0.379 4.82
Pabellón 11.2 30.0 19.4 19.2 15.5 4.7 100% 0.375 6.28
Cosío 9.7 41.5 21.7 15.8 8.8 2.5 100% 0.370 5.35
Jesús María 12.4 38.6 25.6 16.7 5.6 1.1 100% 0.365 5.43
Tepezalá 10.8 41.8 23.2 16.3 6.4 1.5 100% 0.364 5.05
San José de Gracia 8.9 37.4 28.2 15.4 7.9 2.2 100% 0.348 5.48
Aguascalientes 8.6 19.6 23.2 21.9 18.7 8.0 100% 0.312 7.31
Estado 9.6 24.3 23.2 20.3 15.8 6.9 100% 0.352 6.84
El cuadro permite ver que, en un estado tan pequeño y homogéneo como Aguascalientes,
conocido por no tener regiones de pobreza extrema, hay diferencias muy grandes. En 1990,
el promedio de años de escolaridad del municipio con el nivel más bajo de la entidad,
Calvillo (4.82), era sólo superior al que presentaban los dos estados que se ubicaban en los
últimos lugares del país en la misma fecha: Chiapas (4.33) y Oaxaca (4.62). La situación
del mejor municipio, por el contrario, se comparaba favorablemente con la mayor parte de
las entidades federativas; el municipio de Aguascalientes era inferior sólo a seis entidades.
Si se agregan los datos de algunas entidades en las cuatro décadas consideradas es posible
encontrar situaciones caracterizables en términos cualitativos, como se intenta en el cuadro
siguiente. Debe advertirse que los datos del cuadro son siempre ligeramente superiores a
los que se han dado antes, lo que ocurre siempre que se trabaja sobre datos agregados.
Una media de escolaridad tan baja como la de Chiapas en 1970 (1.77 años) significa que
más de la mitad de la población de 15 años y más no tiene estudio alguno, lo que trae
consigo un elevado IG, de 0.63. En el otro extremo, la situación del Distrito Federal en
2000, con promedio de escolaridad de casi 10 años, se logra con una proporción muy baja
de personas sin escolaridad alguna (3.7%) en tanto que casi un 18% tiene ya estudios
superiores, lo que arroja un IG de 0.24
La forma de agregar los datos que se maneja en el cuadro anterior puede utilizarse para
hacer algunos ejercicios imaginarios, en los que imaginemos formas típicas en que puede
distribuirse la escolaridad, como sigue:
En forma muy clara, como que se trata de situaciones imaginarias ideales, los renglones del
cuadro van pasando de una situación de desigualdad absoluta y escolaridad cero, a un caso
de alta escolaridad con bastante igualdad, con etapas intermedias en las que la proporción
de personas sin escolaridad o con una muy baja va tendiendo a cero, a la vez que aumentan
las cifras de personas con escolaridad básica completa, y luego progresivamente con más y
más educación media y superior.
Con los puntos de referencia anteriores puede apreciarse mejor el cuadro N° 15, en el que
se presenta la situación de varias entidades mexicanas, junto a la de otros países en fechas
que se precisan en cada caso, correspondientes a los años 70 y 80 del siglo XX.
Nuevamente debe advertirse que, debido a que los datos de este cuadro están agregados en
sólo seis categorías, en lugar de las 19 originales, los promedios de escolaridad que se
obtienen son ligeramente superiores y los índice de Gini ligeramente inferiores (o sea
mejores en ambos casos) que los calculados sobre datos desagregados.
CUADRO N° 15. DISTRIBUCIÓN DE LA ESCOLARIDAD EN LAS ENTIDADES
DE LA REPÚBLICA EN 2000 Y PAÍSES DEL MUNDO EN VARIAS FECHAS.
Es aparente la estrecha correlación (directa o inversa) entre ese promedio, el índice de Gini
y la proporción de la población sin instrucción. A medida que esta última se reduce, la
desigualdada disminuye también, en tanto que el promedio de escolaridad aumenta.
El Distrito Federal y, en menor medida, las demás entidades mexicanas que presentan
los mejores niveles de escolaridad en el año 2000 se ubican en una situación cercana a
la de Japón hace dos décadas, si bien con una desigualdad algo mayor, ya que en esa
fecha no había prácticamente población sin escolaridad en ese país oriental. La media
de escolaridad de los Estados Unidos hace 20 años era considerablemente superior.
Hace 20 años Corea del Sur tenía un promedio de escolaridad algo inferior al que
presentan en 2000 las entidades mexicanas mejor situadas en este indicador, y similar
al de varias otras, si bien según los datos Corea tenía bastante más población sin
escolaridad, pero poquísima en la siguiente categoría, la de primaria incompleta.
Los tres últimos renglones presentan las peores situaciones de escolaridad de las que
tenemos registro, de las que la situación de las entidades mexicanas más pobres en
2000 está ya bastante alejada.
En resumen, las principales conclusiones del análisis hecho en 1992 sobre la evolución de
la desigualdad educativa en México siguen vigentes: hay un avance general, que hace subir
los promedios de escolaridad y bajar los IG en todas las entidades y, desde luego, en el país
en conjunto; con algunas excepciones, las posiciones relativas de las entidades en lo
relativo a escolaridad se mantienen; y en términos temporales la distancia entre las
entidades más avanzadas y las más atrasadas es de unos treinta años.
Desde mediados del siglo XX (cfr. supra), la desigualdad económica, y en particular la que
se refiere a la distribución del ingreso entre los habitantes de un país, ha sido estudiada más
ampliamente que la educativa. Los primeros análisis del caso de México cubren también
un período que comienza en la década de 1950, y muestran que la desigualdad del ingreso
en nuestro país, a partir de una cifra elevada, disminuyó hasta los primeros años de la
década de lo 80 y que luego volvió a empeorar.
A Ñ O S
DISTRIBUCIÓN
1963 1968 1977 1984 1989 1992 1994
De los ingresos 0.523 0.498 0.496 0.456 0.490 0.509 0.514
1970 1980 1990 2000
De la escolaridad 0.55 0.43 0.39 0.35
En todos los casos los cambios fueron pequeños, ubicándose en los años 90 en un rango de
dos a cuatro centésimas hacia arriba o hacia abajo con respecto a los prevalecientes una
década antes. Los países que presentan una distribución más igualitaria son los
escandinavos (con valores del Índice de Gini de 0.22 a 0.24); cerca del otro extremo de la
lista se sitúan Grecia, Estados Unidos e Italia (con valores en el orden de 0.35) y en los
últimos lugares Turquía (0.49) y México (0.53).
Según otra fuente el Índice de Gini en Estados Unidos disminuyó a partir de la crisis de
1929, llegando a 0.37 en 1950 y a un mínimo de 0.35 en 1969, para luego subir hasta
alcanzar 0.40 en 1990. En el Reino Unido el Índice pasó de 0.26 en 1950 a 0.23 en 1977,
para luego subir de manera rápida hasta alcanzar 0.34 en 1991. (The Economist, 1994)
En España la distribución del ingreso mejoró sensiblemente entre 1980 y 1990; un análisis
(Moreno, 1993) muestra cómo ello benefició a la mayoría de la población y solamente los
dos deciles de mayores ingresos se vieron afectados; en Estados Unidos (USA) y el Reino
Unido (UK) un proceso inverso aumentó la parte de la renta que reciben los grupos más
favorecidos, en detrimento de casi todos los demás; en Alemania, por último, los cambios
recientes beneficiaron ligeramentre a los grupos de niveles extremos de ingresos, en tanto
que los grupos intermedios fueron los que debieron sobrellevar los costos. El cuadro
siguiente, en el que el decil I representa al grupo más pobre, y el X al más rico, muestra
con claridad lo anterior.
Por lo que toca a la escolaridad, los datos internacionales manejados hasta ahora se refieren
a la situación a principios de la década de 1980. Los anuarios de la OECD permiten tener
datos recientes al respecto de los países de la organización y algunos otros, que se resumen
en el cuadro siguiente.
Debe subrayarse que estos nuevos datos se refieren a una población distinta de la manejada
antes (15 años y más), puesto que ahora se trata de las personas de 25 a 65 años de edad. Si
tenemos en cuenta que entre los 15 y los 24 años muchas personas siguen estudiando, y
que las de 65 y más años tienen niveles de escolaridad inferiores a los que presentan
personas más jóvenes, es claro que la desigualdad de estas distribuciones será menor que la
de las anteriores. Además, los datos se agregan de distinto modo, por lo que no son
estrictamente comparables, aunque sí lo son en cuanto al orden de tamaño.
CUADRO N° 18. PORCENTAJE DE LA POBLACIÓN DE 25 A 64 AÑOS DE
EDAD POR NIVEL DE LOGRO EDUCATIVO (1998).
Este último cuadro permite contrastar la situación mexicana con la de otros países en un
momento cercano al actual; dada la rapidez de los cambios en este terreno, no sólo en
México sino en todos los países del mundo, esta comparación resulta indispensable para
poder sacar lecciones útiles para la política educativa.
Se aprecian de inmediato los elevados promedios de escolaridad y los bajos índices de Gini
de muchos países; con excepción de los que se ubican en los cinco últimos lugares, los
demás han rebasado la cifra de 10 años de escolaridad media, que dos décadas antes sólo
superaba Estados Unidos. La distancia entre este país, que sigue encabezando la lista, y los
siguientes, se ha reducido: una docena rebasa ya los 12 años de promedio.
Por lo que se refiere a la desigualdad, de manera correlativa, solamente los últimos cinco
países rebasan la cifra de 0.2 pero no llegan a 0.3, incluyendo a México. En el caso de
nuestro país no debe perderse de vita que sus indicadores en este cuadro son sensiblemente
mejores que los de los cuadros anteriores, que se referían a la población de 15 años y más y
no a la de 25 a 64: 8.05 años de escolaridad promedio frente a 7.45 o 7.59 para datos
agregados, y un IG de 0.266 frente a uno de 0.34.
El IG más bajo es menor inclusive a 0.1 (República Checa, 0.088) y varios más se sitúan
muy cerca de esa cifra: Dinamarca 0.10; Polonia 0.108; Alemania y Austria 0.109;
Noruega 0.119. Estos casos muestran que la correlación entre promedio de escolaridad e
índice de Gini no es perfecta, pues hay países con promedios superiores pero desigualdad
algo más fuerte (Estados Unidos, Canadá, Japón), en tanto que la mayor igualdad se
observa en países que se han distinguido por políticas igualitarias en el marco de los
llamados estados de bienestar o de los sistemas socialistas.
ESCOLARIDAD MÁXIMA
PAÍSES
9 12 15-18
Menos de 20% con máximo secundaria
Estados Unidos 13.6 51.6 34.9
Rep. Checa 14.7 74.9 10.4
Alemania 16.2 60.7 23.0
Noruega 16.9 57.2 25.8
Suiza 18.5 58.5 23.0
Reino Unido 19.2 57.3 23.6
20% a 30% con máximo secundaria
Japón 20.1 49.5 30.4
Canadá 20.3 40.8 38.8
Dinamarca 21.5 53.2 25.2
Polonia 21.7 67.2 10.9
Suecia 23.9 48.1 28.0
Austria 26.7 62.7 10.7
Nueva Zelanda 27.3 46.1 26.6
30% a 50% con máximo secundaria
Finlandia 31.7 38.9 29.5
Corea Sur 34.6 43.3 22.1
Holanda 35.7 40.1 24.2
Hungría 36.7 50.1 13.2
Islandia 38.1 41.0 20.9
Francia 39.3 40.2 20.6
Bélgica 43.3 31.4 25.3
Australia 44.0 30.6 25.4
Irlanda 48.7 30.2 21.1
50% o más con máximo secundaria
Grecia 54.3 30.0 15.5
Italia 56.4 34.9 8.7
España 66.7 13.5 19.8
México 78.8 7.7 13.4
Portugal 79.9 10.8 9.2
Turquía 82.3 11.6 6.1
Primera: una vez adquirida, la escolaridad no se pierde, mientras que el ingreso puede
aumentar pero también disminuir bruscamente.
Aunque hay una fuerte correlación entre ambos indicadores, dicha asociación no es
perfecta y se observan casos de países en los que hay más o menos desigualdad, aunque la
media de escolaridad es similar.
Una media de poco más de un año de escolaridad o incluso menos, significa que más de la
mitad de la población no tiene grado alguno de escuela, y se traduce en un índice de Gini
que rebasa en muchos casos el valor de 0.7 y puede llegar a 0.9. Esto ocurría en muchos
lugares del llamado tercer mundo hasta los años 60 del siglo XX; con los avances de las
últimas décadas ese tipo de situaciones, aún en los países más pobres, está dejando el lugar
a otras en las que la población sin escolaridad alguna se reduce a menos de la mitad del
total, luego a un tercio, un cuarto, etc., con lo que el promedio alcanza las 3 o 4 únidades
rápidamente, y el índice de Gini se ubica alrededor de 0.5 y menos.
En el caso del ingreso, en cambio, en los paíse con las políticas redistributivas más fuertes
la reducción de la desigualdad llevó al índice de Gini a valores ligeramente superiores a
0.2, frente a más de 0.5 en los más desiguales, con cifras entre 0.3 y 0.4 en los demás. En
muchos países, además, el IG de los ingresos ha aumentado de 1980 en adelante, sin duda
como resultado de las políticas llamadas neoliberales y las crisis recurrentes. Parece
razonable sostener, en consecuencia, que la escolaridad estaba peor distribuida que el
ingreso hacia 1960, pero que los cambios ocurridos desde entonces han llevado a que en la
actualidad prevalezca la situación contraria.
Los datos de los últimos cuatro censos generales de México permiten sostenter, además,
que el incremento de la escolaridad y la reducción del Índice de Gini han sido el resultado
de un esfuerzo general, que no ha tenido en cuenta las ancestrales desigualdades del país y,
por consiguiente, no se ha caracterizado por un esfuerzo compensatorio definido, que
busque sistemáticamente reducirlas. Es pronto para ver los resultados de los programas
educativos de enfoque compensatorio que se han implantado de principios de los años 90
en adelante. Obviamente sus resultados todavía no se reflejan en la población de más de 25
años, que es la que se maneja en el indicador de la OECD.
Por otra parte, el peso que tienen los puntajes extremos sobre los promedios, en cualquier
distribución, y específicamente en el caso de los resultados educativos explica, en parte,
que países grandes y heterogéneos ocupen lugares intermedios, en comparación con otros
más pequeños y homogéneos. Los resultados de México en pruebas internacionales de
aprendizaje, por ejemplo, son en promedio inferiores a los de países como Chile, Uruguay
o Costa Rica, pese a que en nuestro país hay muchas escuelas con resultados similares a las
mejores de esos países; la razón es, por supuesto, que también hay muchas escuelas que
tienen resultados muy bajos, mayoritariamente situadas en entidades y regiones que tienen
agudas situaciones de pobreza.
Algo similar ocurre con los Estados Unidos, cuyos resultados en las pruebas de la IEA
(TIMSS, 1995, 1999) y la OCDE (PISA, 2000) se sitúan en un nivel intermedio entre los
países desarrollados, como ocurría una o dos décadas antes, pese a que en 1990 el país se
propuso que sus alumnos llegaran a los primeros lugares del mundo en matemáticas y
ciencias para el año 2000. En ese país hay también estados cuyo nivel es similar al de los
países que ocupan los primeros lugares en dichas pruebas, como Finlandia o Corea del Sur;
al mismo tiempo, sin embargo, hay estados y regiones con resultados comparables a los de
los países que ocupan los últimos lugares: se trata, por supuesto, de aquellos que tienen
grupos importantes de minorías étnicas y lingüísticas, cuyos resultados escolares por lo
general son malos.
Ese tipo de medidas es el que están tomando países como Estados Unidos, con la Ley Bush
de enero de 2002, o Alemania, tras el impacto de sus malos resultados en las pruebas del
programa PISA de la OECD.
Las implicaciones para México son obvias: para que el país mejore como un todo es
necesario que lo hagan Chiapas, Oaxaca y, en general, las zonas más pobres del país.
BIBLIOGRAFÍA.
ALLISON P. D. (1978). Measures of inequality. American Sociological Review. Vol. 43, pp.
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BIRDSALL, NANCY, Th. C. PINCKNEY y R. H. SABOT (2000). Por qué una menor
desigualdad impulsa el crecimiento. En Solimano, 2000: 95-112.
MORENO, JAVIER (1993). Las diferencias entre los ricos y los pobres se redujeron en
España en los años ochenta. El País. 1 de junio de 1993, p. 55.
OECD (2000). Education at a Glance. OECD Indicators 2000. Education and Skills. París,
OECD.
SOLIMANO, ANDRÉS (2000). ¿El fin de las disyuntivas difíciles? Revisión de la relación
entre la distribución del ingreso y el crecimiento. En Solimano, 2000: 71-94.
THE ECONOMIST (1994). Inequality. For richer, for poorer. The Economist. November
5th, p. 19-21.
ANEXO. CUADROS ESTADÍSTICOS COMPLEMENTARIOS.
Fuente: INEGI (2001). Tabulados Básicos. Estados Unidos Mexicanos. XII Censo
General de Población y Vivienda 2000. Aguascalientes. INEGI. Tabulado N° 2.
CUADRO N° 2a. POBLACIÓN DE 15 AÑOS 0 MÁS POR AÑOS DE ESCOLARIDAD, EN LAS ENTIDADES DE LA
REPÚBLICA.
Fuente: INEGI (2001). Tabulados Básicos. Estados Unidos Mexicanos. XII Censo General de Población y Vivienda 2000.
Aguascalientes. INEGI. Tabulados N° 2, 4, 6, 7 y 8.