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Las Técnicas de Estudio Y Trabajo Intelectual en Educación Secundaria
Las Técnicas de Estudio Y Trabajo Intelectual en Educación Secundaria
Bajo
el
concepto
genérico
de
técnicas
de
estudio
y
trabajo
intelectual,
incluimos
todos
aquellos
medios
o
recursos
que
pueden
contribuir
a
facilitar
el
aprendizaje
del
alumnado,
ya
sean
estrategias
de
aprendizaje,
hábitos
de
estudio
específicos,
técnicas
de
aprendizaje
concretas
o
métodos
de
estudio
eficaz.
Con
frecuencia,
nos
encontramos
con
que
los
alumnos
no
saben
estudiar,
es
decir,
no
tienen
un
método
de
trabajo
adecuado
que
les
facilite
desarrollar
unas
estrategias
útiles
para
ser
autónomos
en
su
aprendizaje,
por
lo
que
en
muchos
casos,
fracasan.
En
este
sentido,
el
éxito
escolar
no
sólo
depende
de
la
inteligencia
y
del
esfuerzo,
sino
también
de
la
eficacia
de
los
métodos
de
estudio.
Así,
lo
importante
en
el
proceso
educativo
no
es
sólo
proporcionar
conocimientos,
sino
dotar
al
alumno
de
métodos
y
estrategias
que
le
faciliten
su
propio
proceso
de
aprendizaje.
Se
trata
de
que
el
alumno
ponga
en
práctica
una
de
las
ocho
competencias
básicas
que
recoge
la
Ley
Orgánica
2/2006,
de
3
de
mayo,
de
Educación
(LOE),
la
competencia
de
aprender
a
aprender
y
de
que
el
profesor
le
enseñe
a
pensar
y
a
estudiar,
utilizando
estrategias
adecuadas
que
le
orienten
hacia
un
aprendizaje
significativo
y
eficaz.
Desarrollar
actitudes
para
aprender
a
aprender
supone
adquirir
conciencia
de
las
propias
posibilidades
y
limitaciones,
y
poner
en
práctica
estrategias
para
superarlas.
Me
refiero
aquí
a
la
ignorancia
secundaria,
es
decir
a
todo
aquello
que
no
sabe.
Si
un
alumno
no
es
consciente
de
sus
limitaciones,
lagunas
o
deficiencias
para
afrontar
el
estudio,
difícilmente
estará
abierto
a
la
modificación
o
ampliación
de
sus
técnicas
de
estudio.
Desarrollar
competencias
para
aprender
de
forma
autónoma,
supone
disponer
de
un
sentimiento
de
competencia
personal,
que
redunda
en
la
motivación,
la
confianza
en
uno
mismo
y
el
gusto
por
aprender.
Implica
la
conciencia,
gestión
y
control
de
las
propias
capacidades
y
conocimientos
desde
un
sentimiento
de
competencia
o
eficacia
personal,
e
incluye
la
capacidad
de
autoevaluarse,
el
pensamiento
estratégico
y
el
manejo
eficiente
de
un
conjunto
de
recursos
y
técnicas
de
trabajo
intelectual.
Los
elementos
externos
al
alumno
deben
ser
tomados
en
consideración
de
igual
modo,
así,
elementos
tales
como
los
medios
o
recursos
y
las
estructuras
organizativas
del
propio
centro
pueden
contribuir
u
obstaculizar
el
afianzamiento
de
un
hábito
de
Se
debe
instruir
al
alumno
para
que
sea
capaz
de
planificar
su
propio
aprendizaje
y
estudio.
Ha
de
ser
capaz
de
elegir
las
estrategias
más
adecuadas
en
cada
situación
y
saber
planificarlas
en
la
práctica
en
cada
una
de
las
materias
del
currículum.
El
objetivo
último
es
saber
construir
una
visión
propia
de
lo
que
se
estudia,
saber
ser
autónomo.
En
este
sentido,
el
artículo
26
de
la
LOE
señala
que
en
Educación
Secundaria
“se
arbitrarán
métodos
que
tengan
en
cuenta
los
diferentes
ritmos
de
aprendizaje
de
los
alumnos
y
favorezcan
la
capacidad
de
aprender
por
sí
mismos”.
Para
ello
el
alumno
debe
tener
una
actitud
positiva
y
motivada
hacia
la
tarea
de
aprendizaje.
Se
debe
ayudar
al
alumno
a
responsabilizarse
de
su
propio
rendimiento,
elaborando
patrones
de
atribución
internos,
no
considerando
como
causas
de
su
éxito
o
fracaso
a
factores
externos
como
la
suerte,
dificultad
de
la
tarea
u
otras
personas.