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RESUMEN
Desde los días de la Reforma la figura de Lutero ha sido utilizada por católicos y protestantes para justificar
posiciones confesionales, contribuyendo a alimentar la lógica de la división entre los cristianos. Con el Concilio
Vaticano II y la entrada oficial de la Iglesia Católica en el movimiento ecuménico, se ha dado un cambio de
paradigma en la interpretación de los hechos que dieron origen al cisma de occidente. El presente artículo intenta una
relectura a la luz de ese cambio, que busca superar la dialéctica del conflicto en camino hacia la unidad de las
iglesias.
Las fechas 1517-2017 recuerdan el quinto centenario de un acontecimiento que está en los
orígenes del mundo moderno y que ha marcado profundamente la historia del cristianismo
occidental: la Reforma protestante. Este aniversario tiene una connotación que lo distingue de los
precedentes, y es el hecho de conmemorarse en una época ecuménica y global, lo cual significa
que la historia debe necesariamente abrirse a una nueva hermenéutica de los hechos. 1 La vulgar
tradición ha considerado que el 31 de octubre de 1517, el monje agustino Martín Lutero, fijó en la
puerta de la capilla de Todos los Santos del castillo de Wittenberg, 95 Tesis para denunciar el
comercio de indulgencias que se estaba llevando a cabo con el objeto de la reconstrucción de la
basílica de San Pedro. Durante siglos los católicos vieron en esta fecha el primer acto de ruptura
de la Iglesia en occidente, mientras los luteranos lo celebraban como exordio de una Iglesia más
evangélica, y luego bajo el influjo del iluminismo, como un egregio acto de libertad y afirmación
del sujeto moderno.2 Cada conmemoración tiene su propio contexto. Dentro del marco
1
COMISIÓN LUTERANO-CATÓLICO ROMANA, Del conflicto a la comunión. Conmemoración Conjunta Luterano-
Católico Romana de la Reforma en el 2017, Sal Terrae, Santander, 2013, 4; (en adelante DCC seguido del número
del parágrafo). Pueden verse dos contribuciones: DOROTHEA SATTLER – VOLKER LEPPIN (edd.), Riforma 1517-2017,
Queriniana, Brescia, 2016; WALTER KASPER – ULRICH WILCKENS, Sveglitate Ecumene! Come far avanzare l’unità
dei cristiani, Queriniana, Brescia, 2017.
2
Cf. MARIO MIEGGE, Martin Lutero (1483-1546). La Riforma protestante e la nascita delle società moderne,
Claudiana, Torino, 2013.
2
ecuménico abierto por el Concilio Vaticano II, se han recordado los 450 años de la Confesión de
Augsburgo (1980) y los 500 años del nacimiento de Lutero (1983), junto a ellos debe ubicarse
esta ‘conmemoración conjunta’ de los 500 años de la Reforma, coincidente con los 50 años del
inicio del diálogo luterano-católico romano. La Iglesia católica, tanto en ámbito teológico como
en las formas que ha adoptado el discurso oficial de la más alta jerarquía, muestra una renovada
actitud hacia los hechos que originaron la Reforma protestante.3 Si es cierto que lo sucedido en el
pasado no puede cambiarse, lo que sí puede cambiar con el paso del tiempo es lo que se recuerda
del pasado y el modo en que se ha de recordar.4 El proyecto reformador de Lutero plantea hoy
tanto a católicos como a luteranos, un desafío espiritual, teológico y pastoral, que pasa ante todo
por reconsiderar su figura y mensaje, a la luz de los aportes que la ciencia histórica y teológica
han legado desde la segunda mitad del siglo XX y que se inscriben en el impulso dado por el
Movimiento ecuménico. La pregunta de si Lutero debe considerarse un hereje o un profeta,5
vuelve a instalarse en nuestros días. Es necesaria una respuesta desde una nueva perspectiva de
los hechos que originaron la ruptura, al modo de una nueva recepción, que permita discutir
mediante el diálogo, los asuntos y las consecuencias de la Reforma de Wittenberg y desarrollar
perspectivas que faciliten una mejor comprensión de las iglesias en su camino hacia la unidad.6
1. El amanecer de una nueva evaluación
El gran eclesiólogo y ecumenista Y. Congar ha dicho con razón, que “jamás podremos hacer,
algo realmente serio hacia el protestantismo sin antes haber hecho el esfuerzo de comprender
verdaderamente a Lutero y hacerle justicia históricamente, en vez de condenarlo simplemente”.7
En verdad la figura de Lutero, particularmente en ámbito católico, experimentó un notable
desarrollo en su comprensión.8 La imagen que desde los años de la Reforma había transmitido J.
Cochlaeus (1479-1552) considerándolo un “precursor del anticristo, instrumento del demonio,
depravado moral y pérfido herético” y que llegó a cristalizar en el pensamiento católico, fue
abandonada definitivamente por la historiografía a partir de los trabajos J. Lortz (1887-1975) y E.
Iserloh (1915-1996).9 Los aportes del primero, significaron un cambio de dirección en el intento
de establecer una imagen del reformador más fiel a la historia, a la vez que sirvió para una
comprensión de las grandes motivaciones que subyacían en su espíritu. Para Lortz, el genio
volcánico de Lutero se expresa en un mar de energías, de pasiones y percepciones que traducen
3
Cf. JUAN PABLO II, “Mensaje al Cardenal J. Willebrands con motivo de los 500 años del nacimiento de Martín
Lutero” [en línea]: https://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/it/letters/1983/documents/hf_jp-ii_let_19831031_card-
willebrands.html; BENEDICTO XVI, “Discurso en el encuentro con los evangélicos en Erfurt”, L’Osservatore Romano
40 (2011) 6-7; FRANCISCO, “No debemos resignarnos a la división”, (Homilía durante la oración conjunta en Lund),
L’Osservatore Romano 44 (2016) 8.
4
DCC 16.
5
Cf. WOLGANG THÖNISSEN, “Lutero e la teologia cattolica: gettare ponti tra diverse forme di pensiero”, Nuova
Umanità, 221 (2016) 33; GIANCARLO PANI, Lutero tra eresia e profezia, EDB, Bologna, 2017; REINHARDT VOLKER,
Lutero l’eretico. La Riforma protestante vista da Roma, Marsilio, Venezia, 2017.
6
Cf. RICARDO M. MAUTI, “Martín Lutero. Una recepción ecuménica de su figura y mensaje a 500 años de la
Reforma”, Vida Pastoral 366 (2017) 12-16; “Lutero y la unidad de las iglesias”, Vida Pastoral 367 (2017) 4-7.
7
YVES CONGAR, Cristianos en diálogo, Estela, Barcelona, 1967, 157.
8
Pueden verse: ERWIN ISERLOH, “Lutero visto hoy por los católicos”, Concilium 14 (1966) 477-488; JOHANNES
BROSSEDER, “La imagen católica y evangélica de Lutero en la actual investigación sobre el reformador”, en DIETER
KONIECKI – JUAN MANUEL ALMARZA-MEÑICA (eds.), Martín Lutero (1483-1983), Jornadas Hispanos-Alemanas
sobre la personalidad y la obra de Martín Lutero en el V Centenario de su nacimiento, Salamanca, 1984, 185-231.
9
Cf. THEO M. BELL, “Roman Catholic Luther research in the twentieth century. From rejection to rehabilitation”, en
R. KOLB – I. DINGEL – L. BATKA (dirs.), The Oxford Handbook of Martin Luther’s Theology, Oxford University
Press, Oxford, 2014, 584-587.
3
siempre las preocupaciones del momento, jamás reductibles a un sistema. Fue Lortz también
quien elaboró por primera vez la tesis de que Lutero atacaba un ‘catolicismo’ que no era
plenamente católico, y que descubrió de un modo herético lo que constituye el patrimonio central
del catolicismo.10 Profundizando en la línea historiográfica de su maestro en la Universidad de
Münster, en 1966 Erwin Iserloh impacta en la opinión científica derribando la leyenda de que las
95 Tesis habrían sido fijadas por Lutero en la capilla del castillo de Wittenberg, y sostiene por el
contrario, que habían sido enviadas con sendas cartas al arzobispo de Maguncia, Alberto de
Brandemburgo y al ordinario del lugar, donde expresaba su preocupación sobre la predicación y
la práctica de las indulgencias.11 Las Tesis redactadas en latín, constituirían más un documento de
estudio que un manifiesto, y habrían sido pensadas por Lutero para un círculo de personas doctas
y no para el gran público, con lo cual intentaba instalar un debate doctrinal con consecuencias
prácticas para la vida de fe.12 El hallazgo reformador básico de Lutero, sería según Iserloh,
sustancialmente católico y no tenía por qué ser cismático, sólo las polarizaciones y los
enfrentamientos a partir de 1518 después de la disputa de Leipzig con Juan Eck, llevaron a
radicalizaciones que terminaron con la ruptura. Las razones de que Lutero se dejara arrastrar
hacia el cisma serían, además de su polémica impaciencia, la incomprensión y la actitud
escasamente pastoral con que los obispos de su tiempo y el mismo papa se enfrentaron con él.13
2. La pregunta por la salvación
“Dios lleve a cumplimiento la obra que ha comenzado en ti (…) dígnate Señor bendecir a tu
siervo, para que pueda con tu gracia perseverar en tu Iglesia y merecer la vida eterna, por Cristo
nuestro Señor (…) para que en virtud de la santidad que Tú le infundes, sea salvado”. 14 Con estas
palabras del rito de admisión de novicios, el prior del convento de los agustinos eremitas de la
observancia de Erfurt, recibía el 17 de Julio de 1505 al joven de veintiún años, Martín Lutero.
Las palabras del ritual, que son una vigorosa negación de toda justificación por medio de las
obras, no debieron impresionar particularmente a aquel joven, que con los años iba a reconocer
en la doctrina de la gracia y de la sola fe, el alegre descubrimiento del Evangelio acontecido en su
propia vida.15 El acercamiento de Lutero a la teología y a la verdad de la fe es experiencial antes
que doctrinal;16 nace de una angustiosa pregunta delante de un Dios que se le representaba, y no
sólo a él, como un severo juez: “¿Cómo puedo encontrar un Dios misericordioso?” Se ha
especulado mucho sobre el ‘subjetivismo’ de esta pregunta y las eventuales patologías psíquicas
del reformador que lo podrían haber influenciado;17 en realidad, era la pregunta de toda una
10
Cf. JOSEPH LORTZ, La Riforma in Germania 1, Jaca Book, Milano, 1971, 201.
11
Cf. MARTIN LUTERO, WA 54, 179-180, (citamos según la Weimarer Ausgage 1883-1925; en adelante WA); [en
línea]: http://luther.chadwyck.co.uk/.
12
Cf. GIORGIO TOURN, “Un ‘Manifesto’ della Riforma?”, en PAOLO RICCA – GIORGIO TOURN, Le 95 Tesi di Lutero,
Claudiana, 20102, 5-6.
13
Cf. ERWIN ISERLOH, “Weder Ketzer noch heilliger. Luthers bedeutung für den öcumenischen dialog”, citado por
OTTO HERMANN PESCH, Martin Lutero. Introduzione storica e teologica, Queriniana, Brescia, 2007, 27.
14
Citado por BRUNO FORTE, Il giovane Lutero e la grazia della giustificazione, Morcelliana, Brescia, 2017, 9.
15
Cf. MARIO GALZIGNATO, La genesi storico-teologica dell’ “Evangelo” di Martin Lutero, Messagero, Padova,
2017.
16
“sola experientia facit theologum”, (WA 1, 16); esta expresión según G. Ebeling, bien puede representar toda la
vida del reformador y a la vez ayudar a comprender que la suya es una ‘teología mística’; Cf. GERHARD EBELING,
Lutero un volto nuovo, Herder-Morcelliana, Roma-Brescia, 1970, 28; FRANCO BUZZI – DIETER KAMPEN – PAOLO
RICCA (dirs.), Lutero e la Mistica, Claudiana, Firenze, 2014, 30.
17
Fue Hartmann Grisar sj. quien en su obra Martin Luthers Leben und Werk (1911-1912), primeramente emprendió
una interpretación psicológica de la persona de Lutero. Como ha señalado Erwin Iserloh, “por muy extensamente que
4
época que, no en última instancia por los estragos causados por la peste, vivía de manera intensa
frente a la expectativa de la muerte y se confrontaba con el temor, delante del implacable juicio
de Dios. Lutero experimentó en sí mismo esta pregunta de manera límite, al punto de sentirse
llevado a grandes tribulaciones que no dudó en compararlas a las penas del infierno, pero en las
que personificó de algún modo las inquietudes generales de su tiempo.18 Es sobre este trasfondo
que durante los años 1516-1517 en la Universidad de Wittenberg en sus lecciones sobre la Carta
a los Romanos, toma conciencia de que la justicia de Dios no sigue la lógica distributiva de
premio por las buenas obras y penas por los castigos, sino que Dios acoge a la persona de manera
del todo gratuita y la justifica, o también, la hace justa y creatura nueva. 19 El pasaje de Rm 1, 17
significó para Lutero el punto de partida de este hallazgo: “Me sentí entonces un hombre renacido
y vi que se me habían franqueado las puertas del paraíso (…) desde aquel instante, cuanto más
intenso había sido mi odio anterior hacia la expresión ‘justicia de Dios’, con tanto más amor
comencé a exaltar esta palabra infinitamente dulce”.20 Los historiadores se han preguntando por
las motivaciones que llevaron a estas opciones académicas, cierto es que sin saberlo Lutero
estaba dando origen a la Reforma.21
Grisar haya tratado a Lutero y por muy convincentes que sean sus pruebas, es verdad que no logró captar lo
característico de Lutero: lo religioso”; ERWIN ISERLOH, art. cit., 482.
18
WA 1, 557, 33.
19
WA 56, 172.
20
WA 54, 187.
21
Cf. MARTIN BRECHT, Martin Luther 1. His road to Reformation 1483-1521, Fortress Press, Philadelphia, 1985,
129-137.
22
Cf. GIOVANNI MIEGGE, Lutero. L’uomo e il pensiero fino alla Dieta di Worms (1483-1521), Claudiana, Torino,
2008, 135-136.
23
Cf. ANSELMO DE CANTERBURY, Proslogion 2.
24
Cf. TOMÁS DE AQUINO, S Th I, q. 2 a 3.
25
WA 30, 45.
5
26
Cf. THEO M. BELL, op. cit., 589.
27
Cf. WA 4, 42.
28
WA 4, 207, 31-35.
29
WA 1, 372.
30
Cf. VÍTOR WESTHELLE, “Luther’s theologia crucis”, en The Oxford Handbook of Martin Luther’s Theology, 156-
167.
6
31
WA 54, 180.
32
WA 54, 180.
33
Cf. BARBARA HALLENSLEBEN, “Cayetano, Tomasso de Vio”, en WALTER KASPER – KONRAD BAUMGARTNER
(dirs.), Diccionario Enciclopédico de la Época de la Reforma, Herder, Barcelona, 2005, 104-106.
34
Cf. BATTISTA MONDIN, “La scuola di Occam: Gabriel Biel”, en Storia della Teologia 3, ESD, Bologna, 1996, 63-
71.
35
Cf. JOSEPH LORTZ, op. cit., 247-248.
36
THOMAS KAUFMANN, Martín Lutero. Vida, mundo, palabra, Trotta, Madrid, 2017, 52.
37
WA 1, 420.
7
pretendía solo una reforma de la Iglesia, sino un ataque a sus estructuras. 38 El tema principal se
centró en la tesis decimotercera de Eck sobre la autoridad papal y la jurisdicción de la Iglesia
romana. Apoyándose en la Escritura, Lutero niega el derecho de Roma a arrogarse el primado de
jurisdicción sobre toda la cristiandad; en defensa de su posición, expresa públicamente su
concepto evangélico de la Iglesia, y deja ver en claro que su sola autoridad en cuestiones de fe es
la Palabra de Dios.39 El año 1520, fue un tiempo dramático a la vez que una de las épocas más
atractivas de Lutero, desde el punto de vista de sus escritos y de su penetración. Obras como:
Preludio de la cautividad babilónica de la Iglesia,40 La libertad del cristiano,41 y A la nobleza
cristiana de la nación alemana,42 aparecidas ese año, constituyen la trilogía de sus escritos
reformadores que marcan una postura ya adoptada e irrefrenable.
A partir de ese momento, la posición de Lutero hizo imposible toda esperanza de reconciliación
con Roma y lo condujo inexorablemente hacia la excomunión, que llegará a instancias de Juan
Eck, previa amenaza a través de la bula Exsurge Domine, de León X en junio de 1520. Este
documento que no estaba correctamente redactado desde el punto de vista jurídico y que listaba
41 “Errores de Lutero”,43 mezclaba capítulos heréticos con los que no lo eran, escapándose
incluso la condenación de la tesis básica de la justificación por la sola fe. Con una reacción
violenta y un tanto teatral, la mañana del 10 de diciembre de 1520, cercano a la capilla de la
Santa Cruz en las afueras de Wittenberg, en presencia de estudiantes y algunos colegas del
cuerpo académico, Lutero quemó la bula papal, junto con textos canónicos de la Iglesia,
manuales para confesores y algunos textos de Eck, y contra el papa pronuncia las palabras de
execración: “Ya que tú has mandado a la ruina la verdad de Dios, te destruya hoy el Señor,
quemado en este fuego”.44 Con este acto, a principios de 1521, se publicó otra bula Decet
romanum pontificem con la inherente excomunión del ‘hereje’. El proceso eclesiástico hubiera
surtido un efecto inmediato de haber sido refrendado por el poder imperial, sin embargo, el joven
emperador Carlos V, presionado por dificultades económicas, el compromiso con las costumbres
germanas, las rivalidades con la curia romana y por el favor que la opinión pública manifestaba
hacia Lutero, no quiso sancionar el decreto sin antes haberle ofrecido una pública retractación.
Todo fue acordado para que Lutero compareciera en la Dieta imperial de Worms, abierta
solemnemente el 27 de enero de 1521. La convocatoria le prestó una plataforma envidiable de
cara a la publicidad, por eso acudió expectante y temeroso, percibiendo con claridad la magnífica
oportunidad y resonancia que se le ofrecía en semejante púlpito. En la tarde del 17 de abril se le
hizo comparecer ante la asamblea, y Lutero quedó inmediatamente confundido; se había
imaginado la oportunidad para explicar el motivo de sus ideas y se encontró con que la única
opción, era la retractación o no de sus escritos que habían sido reunidos en una mesa delante de
él. Sorprendido, pidió una prórroga y al día siguiente pronunció el célebre discurso; habló
primero en alemán y luego en latín; en su réplica distinguió tres grupos de libros, decisivo fue el
segundo, contra el poder y la doctrina del papado. Aquí Lutero a pesar de todas sus intenciones
38
Cf. HEINZ SCHILLING, Martin Lutero. Ribelle in un’epoca di cambiamenti radicali, Claudiana, Torino, 2016, 158-
161.
39
WA 2, 161.
40
WA 6, 497-573.
41
WA 7, 20-38.
42
WA 6, 381-469.
43
Cf. DH 1451-1492.
44
Algunos días después, Lutero para justificar públicamente su gesto de ‘ruptura’, manda a la imprenta en alemán y
latín su escrito Warum des Papstes (WA 7, 184). Sobre este episodio, puede verse: MARTIN BRECHT, Martin Luther.
His road to Reformation 1483-1521, 1, Fortress Press, Philadelphia, 1985, 403-406.
8
de ponderación resultó brutal. Ningún otro hecho ni declaración de la época, han mostrado con
tanta eficacia como esta parte del discurso, la magnitud con que fue difundido en Alemania el
odio hacia Roma, convirtiéndose casi en una forma oficial.45 El documento posee un valor
trascendental y es quizá, el reflejo del momento más decisivo y claro, no sólo de la existencia de
Lutero, sino de toda la historia de la Reforma: “A menos que se me convenza por el testimonio de
la Escritura o por razones evidentes, puesto que no creo en el papa ni en los concilios, ya que está
claro que se han equivocado con frecuencia y se han contradicho entre ellos mismos, estoy
encadenado por los textos escriturísticos que he citado y mi conciencia es una cautiva de la
palabra de Dios. No puedo ni quiero retractarme en nada, porque no es seguro ni honesto actuar
contra la propia conciencia. Que Dios me ayude. Amén.”46 La respuesta del emperador fue
contundente y no menos decisiva: “contra la herejía estoy empeñado a emplear mis reinos y
señoríos, mi vida y mi alma”.47
45
JOSEPH LORTZ, La Riforma in Germania 1, 320.
46
WA 7, 857.
47
CHARLOTTE METHUEN, “Luther’s Life”, en The Oxford Handbook of Martin Luther’s Theology, 15.
48
Cf. SILVANA NITTI, Abituarsi alla libertà. Lutero alla Wartburg, Claudiana, Torino, 2008.
49
Cf. JOSEPH LORTZ, La Riforma in Germania 1, 327-328.
50
WA 48,448.
51
WA 2, 423; también: “Ninguna persona sola podrá dar un servicio tan grande como el que dio Jerónimo. Pero si se
asociaran tres o dos, el Espíritu Santo estaría presente con su asistencia. En efecto ‘donde dos tres”, etc. Porque no
siempre a uno le vienen espontáneamente a la mente las palabras justas”, WA 48, 448. Puede verse también: FRANCO
BUZZI, La Bibbia di Lutero, Claudiana, Torino, 2016.
52
Cf. HEINZ SCHILLING, Martin Lutero, 219.
9
radicalización del movimiento reformador, cuyo principal protagonista fue el teólogo y sacerdote
Andreas Bodestein (Karlstadt). Lutero respondió duramente a aquellos excesos en su obra:
Contra los profetas celestiales, donde ataca a “los profetas ambiciosos que no realizan otra cosa
sino destrozar imágenes, demoler iglesias y regentear el sacramento”. 53 El ‘moderado’ Lutero,
critica el fanatismo iconoclasta y violento de Bodestein por actuar impetuosamente y sin respeto
por las conciencias de los débiles, que buscaba abatir la vieja religiosidad: “debe haber algo más
elevado para absolver y consolar las conciencias. Es el Espíritu Santo que nunca se consigue por
la destrucción de imágenes ni por obra alguna, sino por el evangelio y la fe”.54 Hemos señalado
cómo los orígenes de la Reforma se remontan al curso que Lutero desarrolló en la universidad de
Wittenberg sobre la carta a los Romanos a comienzo de 1515, con todo, sería un error considerar
la Reforma en clave académica. Por el contrario, ha sido la preocupación pastoral lo que ha dado
impulso y capacidad receptiva al movimiento de reforma. El 11 de noviembre de 1528 escribe a
su amigo Spalatín: “En nuestra visita a Wittenberg encontramos gentes indolentes en relación con
la palabra y el sacramento”,55 y un mes más tarde: “el aspecto de las iglesias es por todas partes
misérrimo, los campesinos nada aprenden, nada saben, nada oran, nada hacen, salvo que abusan
de la libertad; no se confiesan ni comulgan, como si hubiesen sido liberados totalmente de la
religión”.56 Es desde aquí que debe entenderse la expansión de la Reforma, que tomará identidad
principalmente en la liturgia y la educación cristiana, a través de los himnos,57 sermones,58 y
catecismos.59
53
WA 18, 63-64.
54
WA 18, 65.
55
WA 4, 605.
56
WA 4, 624.
57
Cf. BENNO SCHARF, Inni e canti, Claudiana, Torino, 2017.
58
Cf. MARTIN LUTERO, Sermoni domenicali e festivi. Antologia, introduzione e note di Stefano Cavallotto, Paoline,
Milano, 2011.
59
Cf. MARTIN LUTERO, Il Piccolo Catechismo (1529), a cura di Fulvio Ferrario, Claudiana, Torino, 2015 2.
10
creyente en un acto de penitencia, como recita la primera de las 95 Tesis. Una nueva actitud hacia
Lutero sólo es posible cuando se tiene la valentía de pasar de una lógica del conflicto a una nueva
lógica de la comunión.60 “¿Quién podrá negar hoy que Lutero es una personalidad profundamente
religiosa, que ha buscado honestamente y con abnegación el mensaje del Evangelio? ¿Quién
podrá negar que, a pesar de los tormentos ocasionados por él a la Iglesia católica y a la Santa
Sede, conservó una suma considerable de riquezas de la fe católica antigua? ¿No ha aceptado el
mismo Concilio Vaticano II exigencias que, entre otras cosas habían sido expresadas por Martín
Lutero?”61 El cardenal Willebrands, entonces secretario para la unión de los cristianos, dijo en
1970, que en este tiempo ecuménico Lutero podría ser considerado nuestro maestro común, el
mismo deseo fue expresado por el cardenal Karl Lehmann en 1997;62 por mi parte me permito
terminar este artículo uniéndome a lo dicho por Otto H. Pesch, cuando soñaba que el presidente
del Pontificio Consejo para la unidad o el papa en persona, pudiera depositar una lápida en la
Iglesia de los agustinos en Piazza del Popolo, con la siguiente inscripción: “Sobre este altar en el
año 1510, Martín Lutero, monje agustino, ha celebrado la santa Misa durante su visita a la ciudad
eterna. Por la ceguera y la culpa de ambas partes, su teología no ha llevado a una renovación de la
religiosidad y a la reforma de la Iglesia, sino a la división del cristianismo occidental hasta
nuestros días. Sin embargo, una mejor comprensión y una creciente disponibilidad al diálogo, han
hecho madurar en la segunda mitad del siglo XX, la convicción que por la doctrina de la
justificación de Lutero, rectamente entendida no se debía romper la unidad de la Iglesia. Esto
genera hoy en nosotros la esperanza en una nueva comunión entre la Iglesia católica y las Iglesias
de la Reforma”.63
60
Cf. HUBERTUS BLAUMEISER, “Re-formatio. Riforma del XVI secolo e riforma della Chiesa oggi”, Nuova Umanità
221 (2016) 23-24.
61
JOHANNES WILLEBRANDS, “Discurso en la V Asamblea plenaria de la Federación Luterana Mundial”, Il Regno –
Documenti 15 (1970) 355.
62
Cf. KARL LEHMANN, “Martin Lutero. Nostro maestro comune”, Il Regno-Attualità 43 (1998) 204.
63
OTTO HERMANN PESCH, op. cit., 22.