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Terapia de aceptación y compromiso:

aplicaciones y perspectiva
 

La Terapia de Aceptación y Compromiso fue desarrollada a mediados de los


80 por el profesor estadounidense Steven Hayes. Se basa en el contextualismo
funcional y en el plano teórico se basa en la llamada teoría del marco relacional,
que es una teoría analítica del comportamiento basada en varios años de
investigación cognitiva y del lenguaje.

Debido a estas características tan particulares se considera como capaz de


aportar eficacia en la psicoterapia aplicada a una amplia gama de
cuestiones como, por ejemplo, depresión, estrés relacionado con el trabajo,
psicosis, trastornos de ansiedad, abuso de sustancias e incluso tabaquismo.

¿Cómo se usa la terapia de aceptación y


compromiso?
El enfoque de la terapia de aceptación y compromiso se pone en la
flexibilidad a nivel psicológico. Esta terapia es única en muchos sentidos, algo
que se refleja en la visión con la que se afrontan los procesos psicopatológicos,
así como su tratamiento.

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A diferencia de la mayoría de las psicoterapias occidentales, en la intervención
no se tiene en cuenta la reducción de síntomas, ya que un trastorno clínico
según esta teoría está constituido precisamente por los intentos persistentes del
cliente de deshacerse de varios síntomas (como, por ejemplo, pensamientos
disfuncionales, disminución del estado de ánimo, etc.).

Como resultado, la terapia trabaja con miras a:

1. Cambiar la relación entre el cliente y sus pensamientos y sentimientos


difíciles.

2. Lograr que estos ya no sean percibidos como síntomas, sino como eventos
psicológicos inofensivos que pueden ser aceptados y acomodados en favor de
una vida más plena y una mayor flexibilidad psicológica.
A menudo, resulta que la terapia de aceptación y compromiso conduce a una
reducción bastante importante de los síntomas, pese a no ser este el objetivo
de la terapia, sino un subproducto positivo de la misma.

Terapia de aceptación y compromiso: una


perspectiva diferente es la clave
La teoría de aceptación y compromiso se diferencia además de la psicología
occidental típica en que no se basa en el supuesto de una normalidad
saludable, en la que se considera que la persona está dotada por naturaleza de
salud psicológica, y en la que la incomodidad o trastorno mental se percibe como
algo anormalmente impulsado por una enfermedad o proceso patológico.

En cambio, esta perspectiva se basa en el supuesto de una normalidad


destructiva, en la creencia de que los procesos psicológicos normales humanos
son a veces simplemente destructivos y potencialmente desagradables, lo que se
presume que es causado por nuestra capacidad única de hablar.

El lenguaje (tanto el externo en forma de comunicación oral, como el interno:


pensamiento, visualización, etc.) nos permite crear un modelo del mundo,
planificar y predecir el futuro, aprender del pasado, para desarrollar la sociedad,
etc. Pero estas habilidades verbales también significan que somos capaces de
tener prejuicios, preocuparnos y revivir experiencias dolorosas, asustarnos ante la
idea de escenarios futuros desagradables, compararnos con los demás, juzgar,
criticar y crear reglas para nosotros que pueden ser extremadamente destructivas.

Partiendo de este supuesto, la teoría de la aceptación y compromiso asume


que el hombre experimenta involuntariamente a veces pensamientos y
emociones adversos, pero que esto es meramente un proceso verbal creado por
el cerebro y, por lo tanto, no necesariamente una verdad o una dificultad a la que
tengamos que responder o resolver.

Según esta teoría, evolucionamos con una capacidad de resolución de problemas


a menudo extremadamente ventajosa, con la cual cualquier problema requiere
solución (al menos necesita de averiguar cómo lograr evitarlo o hacer que
desaparezca).

Dado que esta estrategia funciona bien en el mundo material, y que suele ser
extremadamente adaptativa, es natural aplicarla a nuestro universo psicológico
interno (como nuestros pensamientos, sentimientos, recuerdos, etc.). El problema,
sin embargo, es que, a menudo, esto crea una mayor incomodidad, y cuanto más
tiempo y energía se invierte en evitar o eliminar estas experiencias, es más
probable que suframos psicológicamente a largo plazo.
Teniendo en cuenta que las estrategias de supresión aumentan paradójicamente
la tendencia a pensar los pensamientos o sentir las emociones de las que uno
está tratando de deshacerse, la terapia de aceptación y compromiso se
plantea como una muy buena alternativa.

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