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Voces: DAÑOS Y PERJUICIOS - TRANSPORTE - VIALIDAD - LEY NACIONAL DE

TRÁNSITO - USO DE CINTURÓN DE SEGURIDAD - RESPONSABILIDAD DEL


FABRICANTE - DEFECTOS DE FABRICACIÓN - RECURSO DE APELACIÓN - RECHAZO
DEL RECURSO

Partes: Grigio Campana Eugenia y os c/ Peugeot Citroen Argentina S.A. y os. | daños y
perjuicios

Tribunal: Cámara de Apelación en lo Civil, Comercial y Laboral de Rafaela

Fecha: 1-oct-2013

Cita: MJ-JU-M-84244-AR | MJJ84244

Producto: STF,MJ

Responsabilidad del fabricante demandado por el perjuicio causado a la víctima si de la prueba


pericial surgió que en el accidente el cinturón de seguridad de la víctima no funcionó el
retractil.

Sumario:

1.-Corresponde desestimar los agravios de la empresa fabricante de automóviles demandada


contra la sentencia que hizo lugar a la demanda de daños y perjuicios deducida por quien
sufrió un accidente de lo que resultó lesionada por deficiente funcionamiento del cinturón de
seguridad del automóvil fabricado por el demandado toda vez que de la prueba del perito
ingeniero surge que la pasajera ubicada en el sector trasero derecho y como consecuencia de
no haber funcionado el retractil del cinturón se mueve en forma direccional al automóvil, siendo
expulsada por la ventanilla y siendo la causa por la cual se rompe el cinturón de seguridad el
rozamiento de la cinta contra los restos de cristalitos del cristal de la puerta trasera los cuales
se encontraban adheridos al burlete en su zona superior, y afirma que el cinturón en cuestión
no se encontraba en óptimas condiciones, y que las marcas de carga encontradas en ambas
hebillas hembra de los cinturones.

2.-Resultan responsable de los daños sufridos por el consumidor que en el cso, viaja en un
automóvil y por mal funcionamiento del cinturón de seguridad resultó lesionado, el fabricante
del automóvil demandado y su aseguradora, toda vez que de la interpretación coordinada de lo
establecido en el art. 3° y 53° se infiere que la doctrina de las cargas probatorias
dinámicas de la prueba tiene especial aplicación en materia de relaciones de consumo debido
a la protección que la ley les reconoce a los consumidores por ser la parte más débil de
contrato. Dicha doctrina implica una flexibilización, de aplicación excepcional, de las reglas
tradicionales de distribución de la carga de la prueba, según la cual debe soportar dicha carga,
la parte que está en menores condiciones técnicas, profesionales o fácticas -normalmente no
lo son los consumidores- para producirlas.

3.-Tratándose de la ley de defensa del consumidor, todos los sujetos que actúan en la cadena
de producción contribuyen cada uno de ellos de modo diverso, y por ello se consagra una
obligación que es concurrente - en el caso, es responsable el fabricante del automóvil por la
falla en el funcionamiento del cinturón de seguridad- todos pueden ser demandados, pero,
luego, entre ellos, pueden ser demandados a responder según la causa. Hay una legitimación
extraordinaria, porque algunos pueden pagar sin haber tenido intervención causal y sólo
porque la ley los designa. El legislador considera más apropiado aligerar la carga de la víctima -
en el caso del consumidor- y que sea luego el codemandado quien averigüe quién fue el que
efectivamente causó el daño, mediante la acción de repetición.

4.-Toda vez que el informe del perito ingeniero sobre el mal funcionamiento del cinturón de
seguridad, coincide con las declaraciones del testigo, y no logran desdibujar los argumentos
del fallo en crisis, pues aquel experto probó el vicio de origen o fabricación en el sistema del
cinturón de seguridad del asiento trasero derecho resulta la demandante alcanzada por el Art.
40 de la LDC. y por lo tanto pesa sobre ella la carga de resarcir los daños que aquel vicio o
falla haya provocado.

En la ciudad de Rafaela, al primer día del mes de octubre del año dos mil trece, se reúnen en
Acuerdo Ordinario los Señores Jueces de la Cámara de Apelación en lo Civil, Comercial y
Laboral de la Quinta Circunscripción Judicial, Dres. Beatriz A.

Abele, Alejandro A. Román y Lorenzo J. M. Macagno para resolver los recursos de nulidad y
de apelación interpuestos por la parte demandada, contra la sentencia dictada por la Señora
Jueza de Primera Instancia de Distrito N° 10 en lo Civil, Comercial y Laboral de la ciudad de
San Cristóbal, en los autos caratulados: "Expte. N° 187 - Año 2012 - GRIGIO CAMPANA,
Eugenia y Otros c/ "PEUGEOT CITROEN ARGENTINA S.A." y Otros s/ Daños y Perjuicios".

Dispuesto el orden de votación, en coincidencia con el estudio de la causa resulta: primera,


Dra. Abele; segundo, Dr. Román; tercero, Dr. Macagno.

Acto seguido el Tribunal se plantea las siguientes cuestiones:

1era.: ¿Es justa la sentencia apelada?

2da.: ¿Qué pronunciamiento corresponde emitir?

A la primera cuestión, la Dra. Abele dijo:

La Jueza de Primera Instancia hace lugar a la demanda condenando a la accionada a abonar a


la actora la suma de $ 100.000 en concepto de indemnización por incapacidad, la suma de $
4.000 en reconocimiento de los gastos médicos, de farmacia, de traslados y otros no
documentados, la suma de $ 3.000 por el rubro gastos de alojamiento y comida de los
progenitores, la suma de $ 100.000 en concepto de daño moral para Eugenia Grigio Campana,
la suma de $ 20.000 en concepto de indemnización por daño psicológico para Eugenia Grigio
Campana, y la suma de $ 12.000 para tratamientos psicológicos de Eugenia Grigio Campana y
de su madre, Lucía Pagani. Abonar a la Empresa Forestal La Carolina S.A. la suma de $ 5.811
de constatación notarial, gráfica y fílmica del auto siniestrado.Ordena que los pagos se
efectúen dentro del plazo de 10 días de quedar firme el fallo, con más el coeficiente de interés
que resulte de aplicar el coeficiente promedio de las tasas que el Banco de la Nación Argentina
cobra para las operaciones de descuento de documentos a treinta días y paga por depósitos a
plazo fijo en igual lapso, desde la fecha del siniestro el 07-08- 2004 hasta su efectivo pago.
Impone las costas a la demandada, a cuyos efectos difiere la regulación de los honorarios
profesionales.

La Sentenciante comienza narrando que los actores reclaman la reparación por los daños
sufridos en el accidente ocurrido en fecha 7/08/2004, por defecto o vicio de fabricación del
cinturón de seguridad acoplado al lado trasero derecho del vehículo Marca Citröen, Modelo
Xsara Picasso, Dominio DWQ 668, de propiedad de la Sra Lucía de los Angeles Pagani, al que
iba sujeta su hija menor Eugenia Grigio Campana, el que no funcionó correctamente en
oportunidad de que el automóvil, que transitaba por la Ruta provincial N° 4 con sentido sur-
norte, sale de su carril y comienza a dar vuelcos. Precisó que en el momento del accidente el
retractor del cinturón ubicado en el asiento trasero derecho no bloqueó la salida de la cinta,
sufriendo lesiones de importancia la hija de la conductora, Eugenia Grigio Campana.

Agrega que la parte demandada opuso excepción de falta de legitimación pasiva, alegó no ser
el fabricante del cinturón de seguridad y contestó la demanda, rechazó la causa de los daños
detallada por los actores, por considerar que el cinturón se encontraba correctamente
colocado, la niña, con su contextura, no podría haberlo cortado, que es improbable que la cinta
se haya desgarrado. Luego sostuvo dos posibilidades: que la menor al momento del siniestro
se encontrara sin el cinturón abrochado ó que haya llevado el cinturón mal abrochado.Ponderó
como eximente de responsabilidad la culpa de la víctima en la producción del siniestro.

La Jueza consideró confirmados los hechos relatados por la actora en relación al modo en que
se produjo el evento dañoso, las personas involucradas en el mismo y el lugar que cada una
ocupaba en el rodado, según constancias obrantes en el "Expte Penal N° 659 - 2004 - Pagani,
Lucia de los Angeles s/ Lesiones Culposas" y con la declaración testimonial de la Sra. Teresa
Beatriz Olocco, quien se trasladaba en el vehículo al momento del siniestro.

Luego de afirmar que en el caso de autos corresponde centrar el estudio de los presupuestos
mencionados en la denominada responsabilidad por productos elaborados, recuerda que a
partir del veto del Art. 40 de la Ley 24.240, las normas contenidas en la citada Ley fueron
insuficientes para sostener un sistema propio y unitario de responsabilidad por daños al
consumidor por productos elaborados, lo que trajo aparejado la necesidad de la doctrina y la
jurisprudencia de recurrir a las normas del Código Civil en la materia, en particular al Art.
1.113, segundo párrafo, segunda parte, 1.198 y 1.109. Y agrega que, no obstante lo expuesto,
los derechos fundamentales de los consumidores y la vinculación de éstos con toda la cadena
de proveedores de bienes y servicios enumerados en el Art. 2 de La Ley 24.240, se vio
reforzada con las normas que regían la antijuridicidad que se mantuvieron vigentes (Arts. 4; 5;
6 de la Ley 24.240), y con la incorporación del concepto de relación de consumo en el Art. 42
de la CN. Señala que posteriormente se incorporó nuevamente el artículo 40, con la reforma
de la Ley 24.999. La citada norma legal establece un sistema de reparación unitario que se
aleja de la dualidad, contractualextracontractual, con elementos y caracteres propios que se
organiza sobre la base o acto de consumo independientemente de la existencia o no de un
contrato.La reforma comentada establece con claridad que el factor de atribución de
responsabilidad es objetivo, señala claramente cuáles son las eximentes de responsabilidad
que rompen el nexo adecuado de causalidad, también establece la regla de la solidaridad entre
los sujetos involucrados en el proceso de fabricación y venta.
En base a lo hasta allí expuesto interpretó que cuando se trata de un reclamo por
resarcimiento de los daños y perjuicios sufridos por defecto de fabricación que presentaba el
automóvil, promovido por el adquirente contra el fabricante, debe ser encuadrado en los
términos de la Ley 24.240 Art. 40, y la reparación autorizada por la Ley de Defensa del
Consumidor puede ser demandada tanto respecto de aquél con quien directamente contrató el
consumidor como respecto de los demás integrantes de la red de comercialización (en el caso,
la fabricante accionada).

Como entre las partes se configuró una relación de consumo donde se encuentran en juego
los derechos de la actora como consumidora o usuaria (Art. 1 de la Ley 24.240) y el fabricante
del vehículo a quien le cabe una obligación de resultado, ello significa que sus deberes no
terminan con la entrega de la cosa, sino que además debe garantizar al comprador el goce de
ella conforme a su destino y a su naturaleza. El consumidor o usuario sólo tiene que demostrar
la existencia del daño y la relación de causalidad entre éste y la cosa o servicio en cuestión.

Expresa que un elemento particular de la obligación de responder en los casos de daños a


consumidores derivados de un accidente de consumo, es la existencia de un defecto o una
irregularidad en la fabricación de un producto que lo torne no apto para la función a que esté
destinado.

A continuación analiza los medios probatorios arrimados a la causa, en especial, la pericia


mecánica producida a fs. 316 y ss. de autos.En tal sentido señala que el perito destacó que la
pérdida del dominio del vehículo podría deberse a una causa ajena al conductor, que al
momento del siniestro el pasajero sentado en la plaza trasera derecha llevaba puesto el
cinturón y concluyó que como consecuencia de no haber funcionado el retráctil del cinturón de
seguridad de dicha plaza, al momento de producirse el vuelco del automotor, la pasajera del
asiento trasero derecho se ha movido en forma diferencial al automóvil siendo expulsada por la
ventanilla (cristal roto) de la puerta trasera derecha, rompiéndose el cinturón de seguridad en
el rozamiento de su cinta contra los restos del cristal de la puerta trasera, y verificó que "ambas
hebillas hembra de los cinturones de seguridad traseros, indican que se sometieron a
esfuerzos en sentido de retención, con los cinturones de seguridad abrochados.". Asimismo,
dictaminó que al momento del accidente, los mismos se encontraban abrochados.

La Jueza de grado afirma que la prueba pericial mecánica producida se ve complementada con
la declaración testimonial del técnico que constató el vehículo siniestrado momentos después
del accidente, quien explicó que ". el cinturón de seguridad tiene el objetivo de mantener al
ocupante sujeto al asiento del vehículo, en el caso de un choque frontal o un vuelco las fuerzas
que intervienen pueden ser transferidas desde el propio ocupante al vehículo minimizando las
lesiones". Describió la función de los arrolladores automáticos o inerciales que poseen los
cinturones de seguridad ".si los movimientos del vehículo o de los ocupantes fueran bruscos o
similares a un choque, la cinta se bloquea automáticamente, logrando la retención en forma
efectiva". (resp. a la preg. N° 7 del pliego obrante a fs. 215). Además explicó que por las
marcas encontradas en el vehículo el cinturón de seguridad de la plaza trasera derecha estuvo
sometido a retención, aclarando que ello solo es posible si el cinturón se encontraba
debidamente colocado (resp. a la preg. ampliatoria N° 1, fs.216 vto.). El testigo resaltó que ". el
corte del cinturón de seguridad muestra indicios de rasguños importantes y su trama está
desarmada, siendo típico de esfuerzos que por la masa que un humano posee no podría
cortarse", Seguidamente atribuyó el corte del cinturón a la carga del vehículo en el proceso de
vuelco sobre la cinta (fs. 217). Por último señaló que los componentes del cinturón de
seguridad fueron pensados para operar en siniestros, por lo que la copa metálica de equ ilibrio,
no podría haberse desprendido en el proceso de vuelco del vehículo, estimando que el fallo
podría ser de origen (fs. 217).

Manifiesta la Sentenciante que con las pruebas analizadas es posible deducir que el bloqueo
automático del cinturón de seguridad ubicado en la plaza trasera derecha no funcionó
correctamente al producirse el evento y también se han dado argumentos suficientes para
inferir el modo en que la cinta del cinturón se cortó al volcar el vehículo, lo que provocó que la
menor Eugenia Grigio Campana fuera despedida.

Afirma que se ha demostrado la existencia de una causa jurídicamente relevante, en particular,


el hecho o vicio de la cosa, concretamente el cinturón de seguridad ubicado en la plaza trasera
derecha. Señala que la parte demandada no se ha esmerado en producir pruebas
demostrativas de que la causa del daño le ha sido ajena.

Expresa que los elementos probatorios arrimados a la causa resultan persuasivos de que,
independientemente de los motivos que produjeron el vuelco del automotor, los daños cuya
reparación se pretenden se originaron por la falta de funcionamiento del cinturón de seguridad
en la plaza donde se trasladaba la menor Eugenia Grigio Campana al momento del
siniestro.Advierte que las demás personas transportadas no sufrieron daños, al menos de
consideración.

Asimismo, considera que cabe desestimar la defensa intentada por la demandada que alega
que no se le puede atribuir responsabilidad -falta de legitimación pasiva- en tanto no participó
en la fabricación del producto, toda vez que la Ley 24.240 en su Art. 40 atribuye la
responsabilidad solidaria de todos y cada uno de los que intervienen en la cadena de
producción y colocación del producto, enumerados en el Art. 2 de la citada legislación.

Afirma que como el cinturón de seguridad no era apto para la función al que estaba destinado,
esa irregularidad, ajena al hecho del hombre, lo transforma en una fuente potencial de daños,
con lo cual, queda así demostrado la relación adecuada de causalidad entre el defecto de la
cosa y el daño (Art. 901 del C. Civil).

En cuanto a las lesiones sufridas por Eugenia Grigio Campana, las mismas se deducen de las
historias clínicas realizadas por los hospitales que asistieron a la menor (fs. 219/228 y fs.
242/291). Luego del accidente la niña presentaba politraumatismo grave, hemotórax bilateral,
fractura clavícula bilateral, contusión pulmonar, trauma cráneo severo (fs. 226).

El perito médico en su dictamen de fs. 384 y s.s, luego de analizar los informes médicos
producidos, hizo referencia a cada una de las lesiones sufridas por la menor Eugenia Grigio
Campana.En relación al traumatismo de cráneo severo, resaltó que el Síndrome post-
conmocional es uno de los síntomas o secuelas propios de un traumatismo de cráneo severo
(problemas de conducta, alteraciones en el humor, episodios de amnesia, alteraciones en el
sueño y episodios de depresión).

La experta hizo referencia que las cefaleas de tipo tensional son las más frecuentes, y expuso
que es frecuente la afectación de los nervios craneales, describiendo síntomas como
disminución del apetito, intolerancia a la luz, fatiga, etc., y también el deterioro cognitivo
caracterizado por una disminución en la atención, lentitud para procesar la información,
alteración en la memoria, disminución de la concentración, flexibilidad mental e incoordinación
psicomotriz.

Remarcó que la irritabilidad y la impaciencia son síntomas frecuentes en los pacientes con
TEC y que además pueden presentarse trastornos de despersonalización y desrealización.

En cuanto a las fracturas de clavícula, la perito detalló las secuelas que la fractura le produjo ".
Hombro descendido con respecto al sano. La distancia entre el hombro y la línea medio
esternal es más corta que la del lado sano. El muñón se observa desplazado hacia el plano
más anterior con respecto al hombro sano. El extremo óseo del fragmento proximal de la
fractura se muestra prominente bajo la piel. La prominencia descripta está exagerada por la
acumulación del hematoma de fractura. Equimosis de la fosa subclavicular que suele
extenderse hasta la región pectoral", luego concluyó que el pronóstico de recuperación de la
paciente es muy bueno y que el único peligro que amenaza a un fracturado de clavícula es la
existencia de rigideces.

En la pericia realizada se determina el porcentaje de incapacidad de tipo parcial y permanente


de Eugenia Grigio Campana en un 38%.

Las pautas dadas sobre las lesiones sufridas y las secuelas producidas, permiten formar
convicción sobre el reconocimiento de la incapacidad sobreviniente reclamada.Debe valorarse
además las circunstancias propias de la situación planteada, condiciones socio-económicas y
culturales de la víctima y particularmente las condiciones personales, resaltando aquí que la
reclamante transcurrió su adolescencia con tratamientos médicos con el fin de superar las
lesiones, por lo que la A-quo considera apropiado establecer la indemnización por incapacidad
en la suma de pesos cien mil ($ 100.000).

En cuanto a los gastos de farmacia, radiografías, asistencia médica y traslado de la paciente


pretendidos en la demanda, por la gravedad de las lesiones sufridas y tratamiento médico que
recibió Eugenia Grigio Campana, se presume inevitable las erogaciones efectuadas por tales
conceptos. En consecuencia, por dichos conceptos reconoce la suma de pesos cuatro mil ($
4.000).

Las circunstancias del caso permiten también presumir la existencia de los gastos de
alojamiento y comida de los progenitores de la menor en la ciudad de Santa Fe, por lo que en
razón de los fundamentos expuestos en el párrafo precedente, admite el rubro por la suma
pretendida de pesos tres mil ($ 3.000).

Respecto de los gastos de traslado del padre de Eugenia Grigio Campana en helicóptero
privado desde la ciudad de Buenos Aires y la ciudad de Santa Fe y los gastos por traslado en
helicóptero privado de profesionales médicos para revisar a la niña, cuyo reintegro se pretende
en la demanda; no habiéndose acompañado comprobantes de pago de las referidas
erogaciones, expedidos en la fecha en que permaneció la menor internada en la ciudad de
Santa Fe, ni justificado la utilidad o la necesidad del traslado de médicos especialistas,
considera que no debe hacerle lugar al rubro requerido.

En cuanto a los gastos que refieren al informe producido por el CESVI, surge de la factura
acompañada a la causa que los mismos fueron solventados por la empresa Forestal la
Carolina S.A., de la cual, el co-actor Pablo Adrián Grigio Campana ha acreditado su carácter
de Presidente del Directorio de la referida sociedad, quien al iniciar la presente acción, se
encontraba ejerciendo sumandato con las facultades conferidas en la Escritura de Constitución
de la Sociedad N° 196 de fecha 24/04/2.003 (Título 4, Art. 9, 10 y 12) acompañada a la causa.
Considera procedente el pago del rubro, por cuanto el informe producido resultó útil para
analizar el modo en que se produjo el evento dañoso y de esa forma dilucidar los hechos
controvertidos en autos, haré lugar a la suma reclamada -$ 5.811- la que deberá ser abonada
por la demandada a la Empresa Forestal La Carolina S.A.

En la demanda también se reclama daño psicológico y tratamiento médico de Eugenia Grigio


Campana y de su madre Lucía Pagani.

En relación a la pretendida reparación por el daño moral sufrido por Eugenia Grigio, teniendo
en cuenta los perjuicios físicos sufridos, que al momento de accidente contaba con solo 10
años de edad, que estuvo en grave estado de salud hospitalizada en distintos nosocomios
soportando padecimientos, dolor y angustia por las lesiones padecidas, indudablemente las
mismas afectaron su equilibrio anímico y perturbaron la tranquilidad de la reclamante. Esa
modificación disvaliosa del espíritu, puesta de manifiesto por la perito psicóloga en su
dictamen, que se traduce en un modo de estar diferente de aquel en el cual se halla la
afectada antes del hecho, debe ser reparada. Fija la indemnización por este rubro en la suma
de pesos cien mil ($100.000).

Con relación a la indemnización por daño moral pretendida por Lucia de los Angeles Pagani y
Pablo Adrián Grigio Campana, entiende que lo hacen como damnificados indirectos, por lo que
no resulta procedente en virtud de lo dispuesto en el Art.1.078 que niega legitimación para
reclamar daños extrapatrimoniales a los padres en caso de que el hijo sobreviva.

En cuanto al resarcimiento por el daño psicológico de Eugenia Grigio Campana y su mamá


Lucía Pagani, aclara en primer lugar, que la afección psíquica y el daño moral son dos
cuestiones distintas, las cuales admiten un tratamiento distinto y en algunos casos pueden ser
resarcidas por separado; y que a diferencia del daño moral que se circunscribe al menoscabo
de los sentimientos de una persona, el daño psíquico o psicológico refiere a una alteración
patológica de la personalidad, a una perturbación del comportamiento, lo que se traduce en
una disminución de las aptitudes laborales y de la vida social de relación. Pero sostiene que
para que el daño psicológico aparezca con entidad suficiente como para ser considerado rubro
indemnizatorio independiente, debe tratarse de una perturbación profunda del equilibrio
emocional de la víctima de carácter permanente.

Siguiendo esa línea de razonamiento, considera que en autos se configuran los presupuestos
para la procedencia de la reparación por daño psicológico pretendida por Eugenia Grigio
Campana. Considera adecuado reconocer por este concepto la suma de pesos veinte mil ($
20.000).

En cuanto a los daños psicológicos reclamados por la Sra. Lucía Pagani, tratándose de un
daño extrapatrimonial, rechaza la pretensión por los mismos fundamentos dados al resolver el
rubro daño moral.

Por último, considera procedente otorgar a las reclamantes una indemnización en concepto de
tratamiento psicológico, en razón de que las prácticas aludidas fueron aconsejadas por la perito
psicóloga para superar la situación traumática de las mismas. Se trata de daños patrimoniales
indirectos a los que la coactora Lucia Pagani, se encuentra legitimada a reclamar (Art. 1.079
del C.Civil).
Admite por dicho rubro la suma de $ 12.000 para ambas peticionantes.

Dispone que las sumas reconocidas devengarán intereses desde la fecha del siniestro 7 de
agosto de 2004, debiendo aplicar el coeficiente resultante de promediar la tasa pasiva y la
activa que percibe el Banco Nación Argentina, hasta su efectivo pago Las costas las impone a
los demandados por resultar vencidos (Art. 251 del C.P.C. y C.).

Contra dicho fallo interpone recurso de apelación la parte accionada a fs. 457, el que le es
concedido a fs. 458.

En este estado queda este Tribunal en condiciones de intervenir.

El demandado apelante expresa agravios a fs. 478 a 487 vto.

Después de realizar una síntesis de las actuaciones obrantes en el proceso, pasa a expresar
los agravios propiamente dichos.

En primer lugar se agravia porque la sentencia dictada por el Señor Juez de grado, no se erige
como una derivación razonada de los hechos y las pruebas de autos sino que se aparta
abiertamente de las mismas para arribar a una solución que no se compadece con la realidad
de lo sucedido. En tal sentido hace notar que el pronunciamiento apelado se construye a partir
de una premisa falsa consistente en considerar que el relato de los actores respecto de las
circunstancias en que se produjo el evento dañoso habría sido acreditado debidamente con la
causa penal y la declaración de la Sra.Teresa Beatriz Ollocco.

Asegura que lejos de ello, la causa penal se constituye como uno de los medios de prueba que
desmienten la narración de los accionantes; al tiempo que la declaración de la testigo referida
carece de toda entidad convictiva, por lo que mal pudo ser valorada al punto de ser tomada
para acreditar en su totalidad el relato fáctico de los contrarios.

Asevera que de las constancias obrantes en la causa penal surge que (i) el cinturón de
seguridad de la menor no se encontraba correctamente colocado en tanto aquélla lo llevaba
puesto únicamente en la cintura; y (ii) la co- actora conducía el vehículo al doble de la
velocidad permitida por la Ley de tránsito al tiempo que realizó una maniobra cuanto menos
riesgosa que dio lugar al accidente por el que reclama al accionado. Y recalca que la incorrecta
colocación del cinturón de seguridad fue constatada inmediatamente luego de producido el
accidente cuando, en ocasión de realizarse la inspección ocular dispuesta por el Juzgado
Correccional (llevada a cabo el mismo día en que tuvo lugar aquél), se advirtió que dicha pieza
era llevada por la menor accidentada únicamente en su cintura, aún cuando se trataba de un
cinturón del tipo inercial (acta obrante a fs. 79 de la causa penal), lo que contradice el
dictamen del perito.Sostiene que semejante valoración de la prueba producida en autos lo
agravia pues, a más de que lo perjudica al conducir a una solución contraria a su derecho, ella
se sustenta en una arbitraria preeminencia del dictamen del perito mecánico (para quien el
cinturón de seguridad habría estado correctamente colocado) que, a la luz de los principios que
rigen la sana crítica, no debería haber tenido.

Para reforzar sus argumentos sostiene que no es lógico ni menos aún razonable hacer
prevalecer una conclusión formulada recién cuatro años después del accidente en base a una
serie de indicios, por sobre una constatación judicial efectuada el mismo día en que se produjo
el accidente, y que además, el uso incorrecto del cinturón de seguridad se compadece con la
ubicación de las lesiones padecidas por la hija de los contrarios. En tal sentido dice que de
acuerdo al informe obrante a fs. 7 de la causa penal, las lesiones sufridas por la menor se
ubicaron en la cabeza, el tórax y el abdomen, coincidiendo con la fuerza que el cuerpo de
aquélla ejerció contra la cinta que la sujetaba.

Indica que de acuerdo a lo expuesto por la Sra. Pagani en oportunidad de absolver posiciones
en autos (fs. 403, respuesta a la segunda posición del pliego ampliado y la declaración de la
Sra. Ollocco en sede penal (fs. 68 de la causa penal), la referida co-accionante circulaba -al
tiempo del accidente- a una velocidad de entre 110 y 120 kilómetros por hora. Dice que el
accidente se produjo en las inmediaciones de la zona urbana de la localidad de Elisa (fs. 403)
de acuerdo a lo dispuesto por el Art. 51, inc. e), ap.4 de la Ley 24.449 la co- actora debió haber
circulado a una velocidad máxima de 60 kilómetros por hora.

Concluye entonces que según la confesión de la propia demandante y la declaración de Carlos


Alberto Delfino -testigo extraño a las partes-, el accidente que dio lugar a las lesiones de la hija
de los accionantes se produjo cuando la co-actora circulaba al doble de la velocidad permitida
por la Ley de tránsito y luego de realizar una maniobra riesgosa.

Afirma que la omisión de valorar las pruebas antedichas, en tanto acreditan -cuanto menos-
una culpa concurrente de quienes demandan a mi representada, torna irrazonable al fallo
apelado y justifican sobradamente su revisión.

Cuestiona la declaración de la Sra. Ollocco porque alega que carece de toda entidad convictiva
porque dijo no tener con los Sres. Grigio Campana, relación de amistad siendo solo conocidos
(fs.213, respuesta a la primera pregunta del interrogatorio propuesto por los actores),
contradiciendo abiertamente con lo expuesto por los accionantes en su escrito de demanda,
donde se indica que la Sra.

Ollocco era amiga de la familia (v. fs. 60 vta., punto III, primer párrafo). Asevera que la testigo
se encuentra comprendida dentro de las generales de la ley. También señala que la Sra.
Ollocco tampoco dio razón de sus dichos pese a que dicho deber no resultaba enervado por
haber revestido el carácter de testigo presencial.

Dice que a pesar de todo ello, la Jueza de la instancia anterior enarbola la testimonial de
Ollocco como una prueba que corroboraría el relato de los actores, apreciación de la prueba
que también lo agravia.

En segundo lugar se agravia porque expresa que no se ha acreditado en autos la existencia de


un vicio de fabricación por el que deba responder ni, menos aún, que por dicho supuesto
desperfecto se hayan producido los daños alegados.

Para fundar este agravio reitera lo ya expresado respecto de la apreciación de la pericia


mecánica y la declaración testimonial del Sr.Avellaneda, arribando a conclusiones respecto del
estado de los cinturones de seguridad en la sentencia apelada que no se ajustan a la correcta
interpretación de aquellas ni, menos aún, a la realidad de lo acontecido en autos. Reitera que
la constatación realizada en la causa penal desmiente por entero la posibilidad de que el
cinturón de seguridad de la menor accidentada, haya sido correctamente colocado al tiempo
del accidente.

A continuación niega que el bloqueo automático del cinturón de seguridad presentó un defecto
tal que dio lugar a la expulsión de la niña del vehículo en cuestión. Hace notar que, de acuerdo
a la Sentenciante de grado, el perito mecánico habría realizado una serie de pruebas a los
retractores de los cinturones de seguridad ubicados en las plazas traseras del vehículo,
mediante las cuales se habría demostrado que el retractor del asiento en el que viajaba la hija
de los contrarios no funcionaba correctamente. Desmiente que ello se ajuste a la realidad,
pues el perito mecánico no fue quien realizó dichas pruebas sino que las mismas fueron
realizadas por el CESVI a pedido del accionante y sin la presencia de la demandada.

Advierte que las fotografías valoradas por la Señora Jueza A-quo a los fines de tener por
acreditado el pretenso desperfecto del retráctil del cinturón de seguridad, no fueron tomadas
por el perito mecánico sino por el CESVI, entidad a quien el actor le habría pagado a tal efecto.
Manifiesta que una clara muestra de ello la constituyen las fotografías incluidas por el perito
mecánico en las respuestas a los puntos de pericia Nros. 4, 5 y 6 de la parte actora, que son
idénticas a las incluidas en el informe del CESVI en los puntos 4 (fs. 24), 7 (fs. 40/42) y 8
(fs.43/44).

Desestima la conclusión en base a la cual la Señora Jueza de grado consideró que el cinturón
en cuestión presentaba un defecto de origen porque lo hizo, en base a una serie de supuestas
pruebas realizadas a encargo de los demandantes y sin la presencia ni el contralor de la
contraparte.

Desacredita la declaración del Sr. Avellaneda porque asegura que tampoco permite tener por
probado el desperfecto alegado, por cuanto dicho testigo suscribió el informe del CESVI que
los actores dicen haber pagado de su peculio (al punto que reclaman su repetición); y la
declaración de aquél resulta sumamente inverosímil en tanto decidió ampliar las conclusiones
a las que había arribado en su informe -sin que los otros dos expertos que anteriormente lo
acompañaban hubieran suscripto tal ampliación-, recién luego de que su parte hubiera
contestado la demanda de autos y expuesto las razones que desacreditaban sus primigenias
conclusiones.

Pone de resalto que los demandantes no invocaron otra causa de los daños en reclamo más
que el pretenso corte del cinturón de seguridad por lo que no se hallaban legitimados para
producir prueba relativa a cualquier otro pretenso desperfecto, en tanto a la luz de la necesaria
congruencia que debe imperar de conformidad con el Art. 145 del CPCC, resultaría inadmisible
la acreditación de una causalidad no invocada a la hora de demandar.

Proclama que contraviniendo abiertamente el elemental principio antedicho, luego de las


explicaciones técnicas brindadas por su parte, las que desmentían los argumentos ensayados
en la demanda, los actores decidieron volver atrás y modificar su discurso sobre los motivos
por los que la menor habría salido despedida del vehículo. En tal sentido destaca
especialmente la audiencia en la que se tomó declaración al Sr.Avellaneda, oportunidad en que
los accionantes preguntaron a éste si deseaba ampliar las conclusiones a las que se había
arribado en el informe del CESVI (pese a que dicha interrogación no tenía por objeto dilucidar
un hecho controvertido en autos) y aquél, llamativamente comenzó a brindar la que sería la
respuesta más larga de su declaración, desplegando con envidiable precisión una nueva
explicación del accidente de marras, conforme a la cual las lesiones de la niña no se habrían
producido por el corte del cinturón de seguridad, sino que en realidad, aquélla habría sido
expulsada del vehículo porque no habría funcionado el bloqueo automático del cinturón, el
cual, a su vez, se habría roto por el "roce" contra restos del cristal roto.
Reprocha a la Señora Jueza, que lejos de advertir la palmaria maniobra desplegada por los
accionantes en pos de justificar su reclamo, decidió dar por ciertos los dichos del Sr.
Avellaneda, pese a que fue contratado por los demandantes para realizar el informe y que la
conclusión brindada en su testimonio se contradice abiertamente con las primigenias
explicaciones dadas en el mentado informe del CESVI.

Manifiesta que la explicación ensayada para imputar a su parte los daños sufridos por la hija de
los actores resulta inverosímil a la luz de la lógica y el orden natural en que acostumbran
suceder las cosas. En tal sentido señala que no resulta creíble que un cinturón de seguridad
se pueda cortar con el roce de unos nimios cristalitos, ya que según lo explicó el perito
mecánico en su informe pericial (fs.

327, respuesta al punto de perical Nro.14), la carga cuasiestática necesaria para cortar la cinta
de un cinturón como el de autos es de aproximadamente 1.800 Kg.

Sostiene que antes de entender que las lesiones de la niña pudieron haberse producido por
ese supuesto defecto, es dable considerar que las mismas debieron haberse originado en la
incorrecta colocación del cinturón de seguridad, que aquélla llevaba puesto solamente en su
cintura, de acuerdo a las constancias obrantes en la causa penal.

Termina diciendo que a la luz de estas circunstancias -que no pueden ser nuevamente
soslayadas en este pleito-, corresponderá revocar el decisorio apelado.

Como tercer agravio manifiesta que las lesiones padecidas por la menor de edad se produjeron
por causas bien distintas a las sostenidas en la instancia de grado, donde se considera que las
mismas se debieron a un desperfecto del cinturón de seguridad del vehículo por el que el
accionado debería responder, cuando a la luz de las consideraciones vertidas anteriormente y
las que a continuación expone, ello resulta equivocado.

Para sostener su agravio dice que de acuerdo a la juzgadora de grado, a los efectos de
resolver este pleito no revestirían importancia los motivos que produjeron el vuelco del
automotor.

Critica el argumento expuesto en las sentencia en crisis en cuanto a que acreditaría la


existencia de ese supuesto desperfecto y abonaría dicha postura, que las demás personas
transportadas, pese al accidente referido, no sufrieron daños de consideración, porque
sostiene que ello tampoco permite tener por acreditada la existencia del pretenso desperfecto
de fabricación.

Vuelve a reiterar una vez más que el siniestro se produce porque el cinturón de seguridad de la
niña no se encontraba correctamente colocado; porque la coactora, que conducía el vehículo a
una velocidad que duplicaba la permitida por la Ley de tránsito; que realizó una maniobra
riesgosa al momento del accidente (sobrepasar a un camión cerca de una curva); y, según
constató el perito mecánico designado en autos, los actores no dieron cumplimiento a los
servicios de mantenimiento programado, lo queimpidió haber advertido y prevenido cualquier
defecto como el alegado en estas actuaciones.

Se agravia en cuarto lugar, por los rubros indemnizatorios admitidos por el magistrado de
primera instancia, los que considera son manifiestamente improcedentes, y además no le
corresponde a esa parte abonarlos.
Así argumenta: (i) que la pericia médica en base a la cual se lo condenó a abonar $ 100.000
por las lesiones físicas sufridas por la menor, sólo se ha limitado a describir las
manifestaciones que ocurren tras el padecimiento de lesiones como las padecidas por aquélla,
sin determinar ni acreditar si dichas manifestaciones realmente ocurrieron en la especie y, en
su caso, si las consecuencias derivadas de las lesiones sufridas se manifiestan en la
actualidad o influyen negativamente en el desarrollo normal de la menor; (ii) que el porcentaje
de incapacidad señalado por la perito médica (que la Señora Jueza de grado destacó a los
efectos de establecer el importe de condena), aquélla no estableció si el mismo responde
exclusivamente a los hechos ventilados en estas actuaciones o si, por el contrario, pudo haber
existido una lesión o patología preexistente que pudiera incidir en dicho porcentual; (iii) que
resulta evidentemente arbitrario el monto determinado en $ 100.000 por la incapacidad, sin
siquiera explicar en base a qué baremo resultaba razonable esa cifra; (iv) que los gastos de
farmacia, radiografías, asistencia médica, alojamiento y comida devienen enteramente
inadmisibles porque los actores no demostraron siquiera mínimamente su existencia, y agrega
que se ha reconocido un monto mayor al reclamado, la exención probatoria invocada sólo
procede cuando se trata de pequeños gastos respecto de los cuales es razonable que no se
hayan conservado comprobantes, mas no cuando se trata de sumas significativas como las del
caso resultando cuanto menos inverosímil que los actores no hayan conservado siquiera una
sola constancia de pago de los gastos que dicen haber efectuado (aunque más no sea de una
parte del monto reclamado); (v) que iguales consideraciones son aplicables a los gastos de
alojamiento y comida de los contrarios, a lo que debe agregarseque, en el mejor de los casos
para los demandantes, el máximo importe que podría admitirse por tales rubros sería el
informado a fs. 368; (vi) que se la haya condenado a abonar a Empresa Forestal La Carolina
S.A., los gastos vinculados con el informe del CESVI, cuando claramente la misma no es parte
de este proceso; (vii) que el monto establecido en concepto de daño moral resulta
manifiestamente arbitrario, lo que asegura deviene evidente al advertirse que, además del
importe admitido en concepto de daño moral, se condenó al accionado a abonar la suma de $
20.000 por daño psíquico, y otros $ 12.000 para el tratamiento psicológico de la co-actora y su
hija, lo que implica la duplicación de rubros indemnizatorios.

Hace reserva del caso provincial y federal ya formulada porque una sentencia adversa violaría
del derecho de propiedad, la garantía del debido proceso, el principio de legalidad, el derecho
de defensa en juicio y el principio de igualdad ante la Ley.

Corrido el traslado de ley, la parte actora contesta los agravios a fs. 491 a 494.

En dicho escrito, los accionantes resisten la procedencia de los agravios expresando que: (a) la
apreciación de la prueba realizada en el primer agravio es tendenciosamente incompleta, ya
que de leer detenidamente la sentencia recurrida, se puede advertir que la Sra. Jueza no sólo
hace un pormenorizado detalle de lo invocado por ambas partes, sino que además valora
puntual y detalladamente los medios probatorios arrimados a la causa, en especial, la pericia
mecánica producida a fs. 316 y s.s.de autos, e incluso más adelante señala que la prueba
pericial mecánica producida se ve complementada con la declaración testimonial del técnico
que constató el vehículo siniestrado, lo que la llevó a concluir con plena convicción y de
acuerdo a su sana crítica que el producto peritado debe ser considerado como defectuoso ya
que no ofreció seguridad al usuario en el momento del siniestro.

Con relación a la afirmación del apelante de que según las constancias de la causa penal se
encuentra suficientemente demostrado que el cinturón de seguridad de la menor no se
encontraba correctamente colocado ya que lo llevaba en la cintura (Acta de inspección ocular
obrante a fs. 79 de la causa penal, realizada inmediatamente de producido el accidente),
considerando que la víctima fue despedida del habitáculo en el momento mismo del siniestro,
mal puede un Oficial de policía determinar, por la simple inspección ocular del lugar del hecho
y siendo que la hoy accionante había sido despedida a varios metros de dónde quedó el
vehículo, que la misma sólo llevaba colocado el cinturón en la cintura. Esa apreciación cae por
un simple razonamiento, y deviene en un argumento imposible de ser sostenido. Menos aún a
la luz, de las conclusiones efectuadas por un perito, quién no solo dio razón de sus dichos y
apreciaciones, sino que además informó suficientemente al Juzgado y a las partes, respecto
del método que utilizó para su comprobación, sin que su trabajo pericial sea atacado por el hoy
apelante, ni siquiera en el sentido de pedir ampliaciones o mayores explicaciones y no hizo uso
de su derecho de ser controlado el trabajo pericial por el delegado técnico que había designado
a dichos efectos -ver constancias de fs.239, 240 y 338 de autos-.

Dice que si se analiza el informe pericial agregado a autos, surge evidente que el mismo no ha
sido fundado en "indicios" como manifiesta el apelante, sino que, lejos de ello, el perito informa
respecto de las múltiples comprobaciones que efectuó sobre las piezas implicadas a fin de
valorar su funcionamiento y arribar a conclusiones precisas, dando acabada razón de sus
dichos.

Niega que sea cierto que "el uso incorrecto del cinturón de seguridad" alegado por el apelante
se compadezca con las lesiones padecidas por la víctima accionante. Por el contrario, el
examen físico clínico realizado por la perito médico interviniente en autos, detectó -pasados
casi seis años- (fs. 384 vto. y 387) que la menor presentaba cicatrices en la región de parrilla
costal derecha e izquierda i nferior correspondientes a lesión por fricción del cinturón de
seguridad, con lo cuál cae el argumento esgrimido por la demandada.

Respecto de las consideraciones vertidas en relación a la velocidad impresa al vehículo en los


instantes asegura que no resulta ser cierto que la Sra. Jueza de grado haya soslayado la
entidad y relevancia de esas circunstancias, por el contrario, hace expresa mención a las
mismas, cuando manifiesta ". los elementos probatorios arrimados a la causa resultan
persuasivos de que, independientemente de los motivos que produjeron el vuelco del
automotor, los daños cuya reparación se pretenden se originaron por la falta de
funcionamiento del cinturón de seguridad en la plaza donde se trasladaba la menor Eugenia
Grigio Campana al momento del siniestro.Adviértase que las demás personas transportadas no
sufrieron daños, al menos de consideración .".

En cuanto a la falta de fuerza convictiva de la declaración de la testigo Ollocco, indica que más
allá de la relación que la uniera a la parte actora, y de si se encuentra comprendida o no dentro
de las generales de la Ley, que la misma era pasajera del vehículo siniestrado con lo cual,
aparece como incongruente manifestar -como se ha hecho- que la misma no haya dado razón
de sus dichos, ya que ello sí resulta enervado, por haber revestido el carácter de testigo
presencial del accidente de autos, y que aparte no es verdad porque sí dio razón de sus
dichos.

Refiriéndose al segundo agravio en el que se afirma que no se ha acreditado en autos la


existencia de un vicio de fabricación por el que deba responder ni, que por dicho supuesto
desperfecto se hayan producido los daños alegados, señala que resultan ser una reiteración de
los argumentos que vertiera precedentemente.
Sobre los siguientes planteos sintetiza que el apelante trata de fundar su disconformidad en
considerar probado que, la menor víctima en la especie, al momento del siniestro, llevaba mal
colocado el cinturón de seguridad, basándose exclusivamente en el acta de constatación
policial.

Respecto a lo expresado por el apelante en cuanto se le endilga a la parte actora una maniobra
espuria tendiente a tergiversar los hechos expuestos en la demanda, manifiesta que se invocó
desde el inicio una falla o vicio de origen en el cinturón de seguridad que debió funcionar
reteniendo en su asiento a quién resultó víctima del hecho dañoso, vale decir, cumplir con la
función de seguridad para la cual se provee.

Señala que todas las razones invocadas para intentar poner el acento en el actuar negligente
de los accionantes, no fueron debidamente probadas.Así, no se probó que el cinturón de
seguridad estuviera mal colocado -probó su parte lo contrario-, no se probó la velocidad a la
que se conducía la Sra Pagani ni que la misma hubiera realizado una maniobra riesgosa. No
viene al caso, si los actores habían dado cumplimiento a los servicios de mantenimiento
programado, ya que en cambio se probó que los cinturones de seguridad con los que contaba
el vehículo eran los originarios de fábrica y que en las inspecciones de rutina o services
programados, dichos cinturones no son controlados.

Dice que analizando lo que constituye según el apelante, su cuarto agravio, encuentran que: a)
respecto del monto por incapacidad física cuestiona las conclusiones efectuadas por la perito
médico interviniente en autos, cuando no concurrió el apoderado de la demandada al acto de
pericia, no designó delegado técnico que lo hiciera, y peor aún, habiendo solicitado a la perito
aclaraciones o ampliaciones de los puntos de pericia, nunca notificó el decreto que así lo
ordenara, a fin de que se de cumplimiento al mismo (ver fs. 389 y 390); b) lo mismo ocurre
con los gastos, máxime cuando el monto concedido, atento a la gravedad de las lesiones y al
tiempo de internación y de recuperación de la víctima -circunstancias todas debidamente
acreditadas- para nada resultan abultados o excesivos; c) el gasto realizado y peticionado para
el Informe perito mecánico realizado por la firma CESVI resulta procedente en tanto fue
acreditado su pago, el carácter que ostentaba a la fecha el co-actor en la Empresa y, sobre
todo, -tal como lo expresa la Sra.Juezala utilidad que el mismo ha traído aparejada para
dilucidar los hechos de la causa; d) en cuanto a la alegada "duplicación de rubros
indemnizatorios", el apelante omite considerar que el rubro daño moral es distinto y debe ser
resarcido independientemente del rubro daño psicológico, cuando éste ha sido probado, tal
como sucede en la causa en análisis.

Me interno en el tratamiento del recurso.

La relación que vincula a las partes está regida por la Ley de Defensa al Consumidor (L.D.C.),
N° 24.240, y en virtud de la naturaleza del hecho fundante de la presente acción, también por
los Art. 1.113; 1.198 y 1.109 del C.C.

Con la incorporación del Art. 42 a la C.N. en el año 1.994, se reconocen como nuevos los
derechos a la salud, seguridad e intereses económicos, a una información adecuada y veraz, a
la libertad de elección y a condiciones de trato equitativo y digno, a toda persona en su
condición de consumidor y usuario unido por una relación de consumo a proveedores de
bienes y servicios. Considerando que cuando una norma otorga derechos a una persona, en la
misma medida afecta las facultades de otra, es que la protección constitucional dada a los
consumidores y usuarios debe ser compatible con los derechos declarados y principio y valores
de la Constitución. Para ello es conveniente distinguir objetivos constitucionales declarados
explícita o implícitamente en el Art. 42 y los medios dispuestos para alcanzar aquéllos. Dentro
de los primeros tenemos tres propósitos: la protección del consumidor (tanto derechos
patrimoniales como personales), a las competidores (productores y oferentes de bienes y
servicios) y a la transparencia del mercado. Los nuevos principios jurídicos relacionados con
estos derechos y las acciones judiciales (uno de los medios para lograr la efectiva tutela) están
reglamentados en la Ley 24.240. (GELLI, María Angélica; "Constitución Nacional Argentina -
Comentada y Concordada"; Edit. La Ley; págs.325 a 337).

Dentro del concepto genérico "consumidor" al que hace referencia la Ley 24.240, los acá
actores son "consumidores de bienes", adquiriendo dicho carácter al haber comprado un
vehículo fabricado por la empresa demandada. La L.D.C. aparece como un marco regulatorio
cuya prioridad consiste en dar un justo equilibrio a una situación contractual económicamente
desequilibrada, con matices vinculados al orden público económico (PICASSO - VAZQUEZ
FERREYRA. "Ley de Defensa al Consumidor"; Edit. La Ley, T. III; pág. 507). El consumo no
es algo privado, atomizado o pasivo, sino eminentemente social (GARCÍA CANCILI, Néstor,
"Consumidores y Ciudadanos. Conflictos Multiculturales de la globalización", Ed. Grijalbo, pág.
48), por ello se intenta proteger las erogaciones sociales que surgen de los contratos, la que
debe necesariamente ser tutelada por el Estado, habida cuenta que sus consecuencias
escapan a los intereses particulares y se introducen en los aspectos económico-sociales, por
ello los contratos tienen una función socialmente trascendente (BETTI, Emilio, "Teoría General
del Negocio Jurídico"; Revista de Derecho Privado, pág. 144; LORENZETTI, Ricardo, "Tratado
de los Contratos", T. 1; Edit. Rubinzal Culzoni, pág. 97).

Lo expresado en el párrafo precedente viene a cuento porque son las razones por las cuales la
Ley 24.240 es declarada de orden público (Art. 65 de la L.D.C.).

De la lectura detenida de la ley en cuestión, surgen algunos principios que rigen la relación de
consumo, sin perjuicios de los de naturaleza general.

Refiriéndome exclusivamente a las cuestiones que se relacionan con el caso de autos y el


tema objeto del debate, tenemos: (a) que en caso de duda sobre la interpretación de los
principios que establece la ley prevalecerá la más favorable al consumidor (Art.3°); (b) la
obligación del proveedor de suministrar al consumidor en forma cierta, clara y detallada toda la
información relacionada con las características esenciales de los bienes que provea, y las
condiciones de su comercialización (Art.

4°); (c) las cosas y servicios deben ser suministrados o prestados en forma tal que, utilizados
en condiciones previsibles o normales de uso, no presenten peligro alguno para la salud o
integridad física de los consumidores o usuarios (Art. 5º); (d) las cosas cuya utilización pueda
suponer un riesgo para la salud o la integridad física de los consumidores, deben
comercializarse observando los mecanismos, instrucciones y normas establecidas o
razonables para garantizar la seguridad de los mismos (Art. 6º); (e) si el daño al consumidor
resulta del vicio o riesgo de la cosa, responderán el productor, el fabricante, el importador, el
distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa . La
responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones de repetición que correspondan. Sólo
se liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido ajena (Art.
40°); (f) los proveedores deberán aportar al proceso todos los elementos de prueba que obren
en su poder, conforme a las características del bien o servicio, prestando la colaboración
necesaria para el esclarecimiento de la cuestión debatida en el juicio (Art. 53°).
De la interpretación coordinada de lo establecido en el Art. 3° y 53° se infiere que la doctrina de
las cargas probatorias dinámicas de la prueba tiene especial aplicación en materia de
relaciones de consumo debido a la protección que la ley les reconoce a los consumidores por
ser la parte más débil de contrato. Dicha doctrina implica una flexibilización, de aplicación
excepcional, de las reglas tradicionales de distribución de la carga de la prueba, según la cual
debe soportar dicha carga, la parte que está en menores condiciones técnicas, profesionales o
fácticas -normalmente no lo son los consumidores- para producirlas.(ONDARCUHU, José
Ignacio; "La Prueba en la Relación de Consumo", publicado en "Revista de Derecho Comercial
del Consumidor y de la Empresa"; Edit. La Ley; Año IV - N° 2 - Abril 2.013; págs. 109 a 115).

El Art. 40° también merece un comentario aparte. El mencionado artículo consagra una forma
específica de la responsabilidad frente al consumidor de todos aquellos que de alguna manera
hubiesen tenido participación en la sucesión que va desde la fabricación del bien hasta la
puesta del mismo en manos del consumidor.

Esta legitimación pasiva amplia en la acción de daños, no solo comprende a quienes


tradicionalmente eran señalados como responsables (fabricante, distribuidor, vendedor) sino
que completa la nómina con el importador y quien haya puesto su marca en el producto. En
cuanto al factor de atribución la norma en análisis consagra la responsabilidad objetiva con
sustento en el riesgo o vicio de la cosa sin diferenciar la órbita de responsabilidad contractual
de la extracontractual. Como lo señala la última parte del art. 40, donde indica que "sólo se
liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido ajena";
precisando esta noción, cabe resaltar que, como única eximente y en consecuencia con la
objetivación de la responsabilidad, se prevé la causa ajena, la fractura del nexo causal que
operará por el hecho de un tercero por el cual no se debe responder, el hecho de la víctima o el
caso fortuito".(Cámara 4a de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Minas, de Paz y Tributaria de
Mendoza; "Rocher, Rodolfo Jorge c.

Peugeot Citröen Argentina S.A. y ots. s/ d. y p. (accidente de tránsito)"; 29/05/2013;


www.laleyonline.com.ar; cita online: AR/JUR/22885/2013).

La responsabilidad por los daños que sufra el consumidor como consecuencia del riesgo de la
cosa es solidaridad, de origen legal; razón por la cual el consumidor puede demandar a
cualquiera de ellos o a todos ellos.Pero la doctrina mayoritaria considera que -a pesar del claro
texto de la ley- estamos ante obligaciones concurrentes y no solidarias. Se deduce ello porque
la ley admite la repetición, lo que es ajeno al instituto de responsabilidad solidaria.

En el derecho de daños, donde la visión tuitiva está puesta en la víctima, y para facilitar el
cobro de las indemnizaciones, se han sumado sujetos pasivos a la deuda indemnizatoria; estos
obligados no lo son voluntariamente, sino porque la normativa así lo dispone. En el caso de la
L.D.C. todos los sujetos que actúan en la cadena de producción contribuye cada uno de ellos
de modo diverso, y por ello se consagra una obligación que es concurrente; todos pueden ser
demandados, pero, luego, entre ellos, pueden ser demandados a responder según la causa.
Hay una legitimación extraordinaria, porque algunos pueden pagar sin haber tenido
intervención causal y sólo porque la ley los designa. El legislador considera más apropiado
aligerar la carga de la víctima -en el caso del consumidor- y que sea luego el codemandado
quien averigüe quién fue el que efectivamente causó el daño, mediante la acción de repetición.
Por ello, la ley establece que hay acción de repetición y las eximentes se basan en la causa.
(LORENZETTI, Ricardo Luis, "Consumidores", Santa Fe, Rubinzal Culzoni, 2009, p. 527 y
sgtes.).

Con lo hasta acá expuesto considero que está suficientemente esbozado el encuadre jurídico
dentro del cual debe resolverse el presente litigio.

Recordaré en forma sintética que el apelante se agravia (480 vto. a 488) porque:(1) las
pruebas producidas en autos desmienten el relato fáctico de los actores; (2) no se ha
acreditado en autos la existencia de un vicio de fabricación por el que el accionado deba
responder ni, menos aún, que por dicho supuesto desperfecto se hayan producido los daños
alegados; (3) las lesiones de la menor se produjeron por causas bien distintas a las sostenidas
en la instancia de grado; (4) los rubros admitidos en primera instancia son manifiestamente
improcedentes.

Trataré los tres primeros agravios en forma conjunta por entender que están íntimamente
relacionados y para evitar repeticiones. Ello surge de la lectura de los argumentos esgrimidos,
los que se reiteran constantemente. Adelanto desde ya que el rechazo de todos ellos se
impone.

Me explico.

Los hechos que describen los actores como base de la presente acción, consisten en un
siniestro ocurrido el 07/08/2.004, a las 10:45 aproximadamente, oportunidad en que la Sra.
Lucía de los Ángeles Pagani conducía el automóvil de su propiedad marca Citröen Modelo
Xsara Picasso, dominio DWQ 668, acompañada por sus hijas menores Eugenia y Paula Grigio
Campana y por la Sra. Teresa Ollocco, llevando las cuatro los cinturones de seguridad
correctamente colocado. Cuando se encontraba a escasos kilómetros de la localidad de Elisa,
Provincia de Santa Fe, en forma sorpresiva el vehículo se sale de la cinta asfáltica en dirección
a la banquina, perdiendo la conductora el control del mismo y comienza a dar vuelcos varios. A
causa de ello, la menor Eugenia Grigio Campana, de 10 años de edad, quien estaba ubicada
en el lado derecho del asiento trasero, se le corta el cinturón de seguridad con el que iba
asegurada, y sale despedida en forma violenta por la ventanilla del lado derecho. Atribuyen al
hecho de una falla de origen o de fabricación en el cinturón de seguridad.

Contrariamente a lo expresado por el apelante, hay en autos pruebas suficientes que


confirman los hechos narrados. Así tenemos, la testimonial de Ollocco (fs.213 y vto.) la que
viajaba en el asiento del acompañante al momento del accidente y asegura que tanto la
conductora como las tres conducidas -incluida Eugenia quien estaba sentada detrás de la
testigo, o sea en el asiento trasero derecho llevaban correctamente colocados los cinturones
de seguridad y agrega que cuando el vehículo comienza a dar tumbos, la menor Eugenia sale
despedida por la ventanilla trasera derecha y cae a 10 o 15 m, aproximadamente.

Por su parte a fs. 214, el testigo Gastón Avellaneda reconoce el informe de la pericia que
realizara el 11/04/2.005, en su carácter de Jefe del Departamento de Ingeniería del Centro de
Experimentación y Seguridad Vial Argentina S.A. (CESVI Argentina) cuya copia obra agregada
a fs. 20 a 45) y cuyo original se encuentra reservado en Secretaría.

Ahora el demandado apelante formula objeciones a los testigos y a sus dichos, cuando en su
momento a pesar de estar debidamente notificado no concurrió a las audiencias para realizar
un contralor efectivo. Y revisadas las testimoniales, en el marco del resto de las pruebas no
advierto elemento alguno que me lleve a la conclusión de las declaraciones son poco creíbles o
poco convincentes. El hecho señalado por el quejoso de que en la demanda se diga que
Ollocco era amiga de la familia (fs. 60 vto.) y que al declarar ella diga que es solo conocida de
los actores y que no los vincula relación de amistad (fs. 213, primera respuesta), me parece un
detalle carente de toda importancia, porque lo que acá interesa a los fines de la causa en que
Teresa Beatriz Ollocco fue partícipe en el siniestro y por lo tanto una testigo presencial.

El Ing. José Luis Rópolo, perito ingeniero designado en autos, labra el 25/06/2.008 un acta en
la que deja constancia que siendo las 18hs., conjuntamente con los señores Pablo Grigio
Campana y el Ing.Gastón Avellaneda, en representación de la parte actora y no estado
presente ninguna persona por la parte demandada, se constituye en el lugar donde se
encuentra la unidad siniestrada, a los fines de evacuar los puntos periciales solicitados (fs.
315). Y de fs. 316 a 331, obra agregado el informe del peritaje realizado.

En lo que acá expresamente interesa, el perito interviniente, ante la pregunta respecto de la


probable mecánica del accidente, responde: "Hipotéticamente . se considera que la pérdida del
dominio de su conducido podría haber sido causada por el proceso de desprendimiento del
neumático trasero izquierdo, lo cual debió generar las vibraciones y desestabilizado
manifestado por la conductora y la acompañante ubicada en la plaza delantera. . se pudo
determinar una ruptura en la masa de la rueda trasera izquierda, pero debido al tiempo
transcurrido desde el siniestro a la fecha de la pericial, no se pudo comprobar o verificar si
existió algún tipo de falla de material que hubiera generado la ruptura del elemento. . la pérdida
de dominio del conducido, probablemente por una causa ajena al conductor" (fs. 320).

Preguntado respecto de la existencia de fallas de origen o de fabricación del rodado, expresa


que "En general el vehículo no presentaba vicios o fallas de origen, excepto en el mecanismo
del cinturón trasero del lateral derecho . la falla se define sobre el retractor del cinturón de
seguridad del lado trasero derecho.". A renglón seguido explica en detalle las pruebas a que
fueron sometidos los retractores de las plazas traseras izquierda y derecha en distintos
ángulos respecto de la línea horizontal, detectando que en dos posiciones inclinadas, una
inversa a la otra, y en ambas ocasiones en el arrollador del lado izquierdo la leva produjo el
bloqueo que trabó la salida de la cinta, mientras que en el arrollador del lado derecho la pesa
se ha desequilibrado o no se vio afectada en cuanto a su posición de modo que no se generó
el movimiento en la leva del bloqueo y la cinta puede ser extraída en su totalidad.Agrega que
para completar la prueba se procedió a producir una inclinación máxima, oportunidad en la que
finalmente el retractor derecho se bloquee, aunque ello no ocurrió en todas las reiteraciones,
mientras que el izquierdo sí lo hizo (fs. 321/322).

Cuando se le requiere que explique la razón por la que a su criterio se rompe el cinturón de
seguridad trasero derecho, explica a fs. 323/324 que en algún momento del siniestro el
pasajero allí ubicado salió despedido del habitáculo por la ventanilla trasera derecha y con el
cintu rón puesto. Señala que así se desprende de las huellas detectadas sobre el casco del
vehículo, específicamente sobre la zona del techo del lateral derecho trasero, parante y
burletes, todas las marcas coinciden con el lugar de contacto de la parte más corta del cinturón
al ser estirado hacia fuera de la ventanilla (ver fotografías a fs. 323, especialmente la inferior
izquierda). "De tal forma se puede inferir que la pasajera ubicada en el sector trasero derecho y
como consecuencia de no haber funcionado el retractil del cinturón . se mueve en forma
direccional al automóvil, siendo expulsada por la ventanilla (cristal roto) . siendo la causa por la
cual se rompe el cinturón de seguridad el rozamiento de la cinta contra los restos de cristalitos
del cristal de la puerta trasera los cuales se encontraban adheridos al burlete en su zona
superior." Afirma que el cinturón en cuestión no se encontraba en óptimas condiciones, y que
las marcas de carga encontradas en ambas hebillas hembra de los cinturones de seguridad
traseros, indican que se sometieron a esfuerzos en sentido de retención, con los cinturones
abrochados, siendo la marca de la hebilla del lado derecho menor en comparación con la del
lado izquierdo, y que el ángulo de las marcas de los encausadores en forma de "U" de los
cinturones de seguridad situados en los respaldos traseros coinciden con el ángulo formado
por el cinturón cuando se encuentra abrochado.Estas marcas se producen por el deslizamiento
de la cinta y la del lado derecho es mayor al del izquierdo (fs. 325).

En cuanto a la velocidad que llevaba el vehículo en el momento del accidente, informa que no
puede determinarla porque en la causa penal caratulada "Expte. 659 - Año 2.004 - Pagani,
Lucía de los Ángeles s/Lesiones Culposas" no obran datos objetivos que le permitan hacerlo
en forma técnica y científica (fs. 325).

A fs. 327 manifiesta que la talla de la niña no pudo nunca romper la faja o cinta porque para
ello se necesita una carga cuasiestática de 1.800 kg.

Asimismo informa que no consta que el vehículo accidentado haya sido sometido a los
services de mantenimiento indicados en el manual, pero a la vez da cuenta que, en el manual
de mantenimiento, según el kilometraje del unidad, no figuran servicios o revisiones
programadas para los sistemas de seguridad, específicamente para los cinturones de
seguridad. (fs. 328/329).

El informe técnico referenciado coincide con las declaraciones del testigo Avellaneda
(recordemos que es el Ingeniero que, a pedido del actor, realiza una pericial privada, poco
tiempo después de ocurrido el accidente), según acta agregada a fs. 216 y s.s.

De la lectura de lo señalado hasta acá surge con claridad absoluta que los tres primeros
agravios carecen de todo sustento y no logran, ni mínimamente, desdibujar los argumentos del
fallo en crisis. El apelante invoca en forma reiterada las constancias obrantes en el expediente
penal, del cual según afirma surge de la inspección ocular dispuesta por el Juzgado
Correccional que la menor lesionada no tenía correctamente colocado el cinturón y que el
vehículo era conducido al doble de la velocidad permitida.Pero es el hecho de que, además de
contradecir la pericial técnica, dichas afirmaciones no pueden ser corroboradas porque el
expediente penal en cuestión no fue traído como prueba a estos autos.

Cabe señalar que la parte demandada no se preocupó por designar un perito de parte ni estar
presente en la pericia -como no lo hizo en las audiencias testimoniales-, y ahora la cuestiona,
lo que a mi criterio evidencia cuanto menos de mala fe procesal.

El vicio de origen o fabricación en el sistema del cinturón de seguridad del asiento trasero
derecho ha sido debidamente acreditado, por lo que la demandante queda alcanzada por el Art.
40 de la L.D.C. y por lo tanto pesa sobre ella la carga de resarcir los daños que aquel vicio o
falla haya provocado.

En cuanto a las lesiones sufridas por la menor Eugenia Grigio Campana no se cuestiona la
existencia de las mismas ni su entidad, por lo que dicho aspecto del fallo ha quedado firme y
fuera de la competencia de esta Cámara para su tratamiento.

Con respecto al cuarto agravio (fs. 486 vto. a 488), relacionado con los rubros indemnizatorios
admitidos, resulta dificultoso su análisis dado que técnicamente no son agravios propiamente
dichos. El quejoso realiza un resumen de lo resuelto en estos aspectos por la A-quo, reitera
que no le corresponde responder por los mismos sin aclarar la razón en la que basa su
postulación, cuestiona las periciales médica y psicológica. Respecto de la primera dice que no
se acredita ni se determina cómo ocurrieron las lesiones y señala que no especifica si la
incapacidad fijada por la médica obedece exclusivamente a los hechos ventilados en la causa o
pudo haber lesión o patología preexistente. La perito médica presenta un extenso y claro
informe a fs. 384 a 387, que permite a quienes desconocemos la materia, entender las
lesiones y secuelas que presenta la menor.En dicho escrito la profesional luego de detallar la
documental médica que utilizó y de realizar una exposición teórica, describe en detalle el
examen médico: inspección, palpación, diagnóstico, pronóstico, tratamiento y cuidados durante
el tratamiento, describiendo en cada caso las patologías detectadas y las medidas necesarias a
tomar. Finalmente, determina la incapacidad de la siguiente manera: síndrome postemocional
por traumatismo de cráneo: 20%, fractura de ambas clavículas 14%, cicatriz abdominal por
fricción 10%, por lo que aplicando la teoría de la incapacidad restante de Baltathard da una
incapacidad del 38% de tipo parcial y permanente. Aclara que ha consultado Baremos de
Rubinstein, Baremo General para fuero civil de Altube Rinaldi, Baremo Ley 24.557.

El ahora apelante, conocida la pericia solicita una serie de aclaraciones, las que coinciden con
los cuestionamientos que ahora realiza, a lo que el Tribunal decreta favorablemente, pero
curiosamente nunca notificó dicha providencia a la perito, por lo que ésta no tuvo oportunidad
de contestar. (fs. 389/390). También es este caso debo remarcar que no concurrió perito
alguno de parte del accionado.

La calificación de "arbitrario" al monto de $ 100.000 fijado por la A-quo en concepto de


indemnización por incapacidad no está sostenida por ningún argumento, y no surge evidente
cuando se piensa que estamos hablando de una persona que sufrió un accidente a los 10
años de edad y a los 16 presenta una incapacidad parcial y permanente del 38%.

Las quejas expresadas respecto del reconocimiento del derecho de los actores a percibir la
suma de $ 7.000 en concepto de gastos médicos, farmacia, alojamiento y comida no tiene
fundamento suficiente como para lograr desdibujar las razones que expuso la Jueza de grado
en el fallo en crisis (fs. 453 y vto.).

El accionado no se agravia por el reconocimiento de la existencia de daño moral y la suma de $


100.000 fijada para su resarcimiento.Pero sí lo hace respecto del daño psicológico, pues
considera que no es un daño de carácter autónomo.

Como resultado del estudio del daño psicológico como categoría autónoma, la doctrina y la
jurisprudencia se encuentran divididas en dos posturas opuestas. Un sector conceptúa el daño
psicológico como la perturbación profunda del equilibro emocional de quien sufre el perjuicio,
que guarda adecuado nexo causal con el hecho dañoso y que entraña una significativa
descompensación que altera su integración en el medio social, familiar, laboral, etc. . Esta
postura separa conceptualmente el daño psíquico del daño moral, pues sostiene si bien ambos
afectan el equilibrio espiritual del damnificado, el primero reviste connotaciones de índole
patológica. Señala además que el daño psíquico no necesariamente va acompañado de una
incapacidad, pues puede dejar incólumes las posibilidades laborales y otros aspectos vitales de
la persona en su proyección exterior y sólo producir consecuencias disvaliosas en su vida
interior. (Ver, entre otras, sentencias de la Cám. Nac. Civ. sala B, 4/4/1997, N.S. c/ Valez,
Doc. Jud. 1998-2-411 y LL 1998-A-167; sala E, 3/3/1999, K.M. E c/ H.R., ED 183-17; sala H,
14/6/1996, Fioriti E. c/Maldonado Ramón, LL 1997-A-179; voto de la Dra. Highton, Cám. Nac.
Civ. sala F 8/6/1995, Galíndez c/Ardanaz, JA 1996-II-243; Trib. Trab. n 2 Lanús, 26/5/1997,
Romero, Mirta c/Papelera General Belgrano S.A., La Ley Bs. As. 1997 n 8, pág. 1017). Esta
posición, liderada por Hernán Daray, exige que el daño importe una alteración de la
personalidad de la víctima, o sea una perturbación profunda del equilibrio emocional.

En la postura opuesta encontramos otros autores -como Casiello, Juan José; Bueres; Vázquez
Ferreyra, Bornisa, Celia y Meza, J.A.- con apoyo jurisprudencial importante (Cám. Nac.
Civ.sala G, 22/4/1999, ED 183-177; sala J., 11/12/1997, D.G. c/Ferrocarriles, Doc. Jud. 1998-
3-690; L.L. 1998-E-9, con nota de Agoglia, M. M, Boragina, J.C.), quienes se pronuncian en
contra de la multiplicidad, entendiendo que todos estos daños pueden ubicarse sea en el
terreno del daño moral, sea en el material. Esta posición afirma que no se trata de dos rubros
distintos resarcibles independientemente, sino que la patología (el daño psíquico) va a ser un
factor de profundización del daño moral, que se traducirá en un incremento del resarcimiento.

En esa línea de pensamiento, aunque se reconoce que "puede darse un impacto emocional
innegable, hondo y persistente, pero no un daño psíquico salvo que el sujeto enferme
intelectual, afectiva o volitivamente a raíz del hecho, más allá de límites de normalidad o del
poder de la personalidad para absorber, elaborar y superar la situación lesiva", se señala que
"el daño psicológico y el ocasionado a la vida de relación no conforman rubros aparte del lucro
cesante, del daño emergente y el perjuicio moral, sino que en algunos casos pueden tener
incidencia en lo patrimonial y extrapatrimonial, en otros sólo en este último y e n ciertas
circunstancias conforman un detrimento de índole económico exclusivamente" (Cám. Civ. y
Com. de Junín, 14/4/1994, Falabella, c/ Bisio, JA 1995-I-229). Este sector sostiene que el
daño psíquico carece de autonomía y resulta subsumible dentro del daño material o moral o en
ambos, según los casos, sobre la base de las consecuencias patrimoniales o morales que
pueda producir. (Cám. Nac. Fed. Civ. y Com. sala III, Doc. Jud.1997-3-893). Más tajantemente
se ha señalado que "aún cuando sea aceptable el distingo intelectual entre el daño psicológico
y el daño moral, y pese a que la salud consista en una situación de equilibrio psicofísico del
individuo cuya afectación puede ocurrir desde uno u otro ángulo, en el plano concreto del
derecho de daños resarcibles, aceptar el reclamo por el daño psicológico sería computar los
nuevos aspectos ya tenidos en cuenta para indemnizar el daño moral, duplicando las
consideraciones de situaciones ya ponderadas y exorbitando las consecuencias económicas
del caso juzgado, ello en detrimento del valor justicia" (Cám. Nac. Crim y Correc. sala I,
11/11/1994, ED 162-41).

En lo personal me enrolo en esta segunda postura, y para explicar mi concepción, citaré a la


Dra. Aída Kelmerajer de Carlucci, quien en su voto en el fallo dictado en fecha 8 de mayo de
2000, por la Corte Suprema de Justicia de Mendoza, Sala I, en los autos "Terraza, Carlos en j,
116.989 caratulados Terraza, Carlos c/ Antonio Alderete s/Daños y Perjuicios p/Inc.", expresó
que "adherir a esta última posición no significa que estas lesiones no deban ser indemnizadas,
sino que deben ser calculadas sea en el daño moral, sea en el daño material. En este sentido
dice el juez Bueres: "El detrimento experimentado por la víctima, llamado daño psíquico, no es
un daño autónomo; se trata de una lesión a la psiquis que puede producir minoraciones y
daños patrimoniales o espirituales .".

Entiendo que la cuestión jurídica, más allá de las disquisiciones teóricas que se puedan hacer,
consiste en reparar ese daño en forma integral, independientemente de la categorización que
pudiera hacerse.Es el daño y no el nombre con que se lo identifique, lo reparable.

En el caso de autos, si bien la jueza se ha enrolado en la doctrina que considera en forma


separada el daño moral del daño psicológico, cuando describe uno y otro se advierte con
absoluta claridad que dentro del primero incluyó la perturbación espiritual, el temor, los dolores,
la incertidumbre, los tratamientos y rehabilitaciones que a tan temprana edad debió soportar
Eugenia. En cambio, el daño psicológico lo describe como las secuelas patológicas que
presenta como consecuencia del hecho negativo vivido, y basada en una pericial psicológica
que le da la base científica. Es el agravamiento del daño moral. Concluyo entonces que la
indemnización fijada ($ 100.000 y $ 20.000) en la forma que está imputada es integral y justa,
sin importar de cuál de las dos corrientes doctrinarias se parte.

Nada dice el apelante respecto de la condena a abonar a la víctima y a su madre, los costos de
los tratamientos psicológicos para ambas, por lo que han adquirido firmeza.

Por lo explicado hasta acá, va de suyo que estos agravios no pueden prosperar.

Distinta suerte correrá el agravio relacionado con la condena a pagar a la Empresa Forestal La
Carolina S.A. el costo del estudio realizado por el CESVI Argentina S.A., porque lo considero
procedente. Ello así porque la empresa mencionada es una persona jurídica distinta al Sr.
Pablo Adrián Grigio Campana, y el hecho de que éste haya sido socio e integrante del
directorio de la misma no resulta jurídicamente relevante si no compareció representación de la
persona jurídica y lo hizo solo a nivel personal. Por lo tanto, no siendo la Empresa Forestal La
Carolina S.A.parte en esta causa no tiene derecho a percibir suma alguna por ningún
concepto.

Sólo me queda agregar que la accionada adoptó una postura pasiva en el ofrecimiento y
producción de pruebas, desoyendo así la obligación impuesta por el Art.53 de la L.D.C.

Así votaré.

A esta primera cuestión, el Dr.Román dijo que hacía suyos los conceptos y conclusiones de la
Jueza de Cámara preopinante y por lo tanto, vota en el mismo sentido.

A esta cuestión, el Dr. Macagno dijo que atento a la existencia de dos votos concordantes, se
abstiene de emitir opinión (Art.26 Ley 10.160).- A la segunda cuestión, la Dra. Abele dijo:

Como consecuencia del estudio precedente, y si mis colegas coinciden con mi criterio, sugiero
resolver en el siguiente sentido: 1) Hacer lugar parcialmente al recurso de apelación y revocar
la parte de la sentencia que condena a la demandada a abonar a la Empresa Forestal la
Carolina S.A. la suma de $ 5.811, confirmando en todo el resto el fallo elevado. 2) Imponer las
costas a la apelante perdidosa. 3) Fijar los honorarios de la Alzada en el 50% de los que se
regulen en primera instancia.

A la misma cuestión, el Dr. Román dijo que la resolución que corresponde adoptar era la
propuesta por la Dra. Abele, y en ese sentido emitió su voto.

A esta cuestión, el Dr. Macagno dijo que atento a la existencia de dos votos concordantes, se
abstiene de emitir opinión (Art.26 Ley 10.160).- Por las consideraciones del Acuerdo que
antecede la CAMARA DE APELACION CIVIL, COMERCIAL Y LABORAL,

RESUELVE: 1) Hacer lugar parcialmente al recurso de apelación y revocar la parte de la


sentencia que condena a la demandada a abonar a la Empresa Forestal la Carolina S.A. la
suma de $ 5.811, confirmando en todo el resto el fallo elevado. 2) Imponer las costas a la
apelante perdidosa. 3) Fijar los honorarios de la Alzada en el 50% de los que se regulen en
primera instancia.

Insértese el original, agréguese el duplicado, hágase saber y bajen.

Concluido el Acuerdo, firmaron los Jueces de Cámara por ante mí, doy fe.

Beatriz A. Abele Alejandro A. Román Lorenzo J. M. Macagno Juez de Cámara Juez de Cámara
Juez de Cámara Se abstiene

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