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¿Qué es el separatismo feminista?


Kalinda Marín
Jul 12, 2019 · 21 min read
El separatismo feminista es la separación en grados diversos de los varones
y de sus instituciones, de relaciones, roles y actividades que están de nidos
por varones, dominados por varones, y que actúan en bene cio de los
varones. El separatismo feminista en negarte a mantener de algún modo los
privilegios y el poder masculino.

El separatismo puede tomar muchas formas, en diversos grados: incluir solo


a mujeres en actividades o reuniones; organizarte solo en colectivos o
grupos de mujeres, negándote a participar en cualquier grupo mixto;
formar grupos culturales, artísticos o sociopolíticos integrados solo por
mujeres; no ver ni colaborar con medios de comunicación machistas; ser
ruda con varones misóginos; no tolerar ninguna muestra de machismo ante
ti; negarte a debatir cuestiones sobre la mujer que no son debatibles;
romper o evitar relaciones cercanas o íntimas con varones; no mantener
relaciones sexuales con varones, sean cuales sean tus preferencias. En
alguno de estos grados están todas las feministas. La idea del separatismo
suena extraña o una amenaza a algunas feministas, cuando realmente ellas
mismas están siendo separatistas en algunos espacios.

Las separaciones feministas rara vez se buscan o se mantienen en los


con nes personales o políticos. Lo más frecuente es el rechazo instintivo y el
autocuidado de la mujer ante la misoginia sistemática que nos rodea.
Vivimos en una sociedad donde no se reconoce la dignidad de la mujer
como ser humano. Sobre la mujer es admisible debatir cualquier cosa,
mientras por ejemplo sobre el racismo no: ¿admitirías un debate constante
sobre si hay una raza superior a otra? En general las separaciones feministas
se realizan y se mantienen por algo valioso: la independencia, la libertad, el
crecimiento, la creatividad, la hermandad, la seguridad, la salud o la
práctica de relaciones novedosas o heréticas como las relaciones lésbicas.
Una mujer harta llega un momento en el que se separa de instituciones
patriarcales o de relaciones inútiles, paralizantes o tóxicas, y las deja atrás.
A veces las separaciones son improvisadas, guiadas por un instinto de
supervivencia, a veces se plani can conscientemente, como condiciones
necesarias para continuar con tu vida propia, para iniciar una vida más
independiente y más libre, para vivir como siempre has deseado vivir.

Todas las feministas, y muchas mujeres, son ya separatistas en un grado


mayor o menor. Es irracional el temor o rechazo que causa en algunas
feministas el separatismo, mientras ellas mismas lo son sin saberlo al
parecer, y es abrazado y explorado por muchas de las teóricas y luchadoras
feministas más inspiradoras y profundas. El separatismo ya está presente de
un modo u otro en nuestra sociedad desde al menos el siglo XIX. Por dar
unos cuantos ejemplos: el tema de la separación en sus múltiples
variaciones, está presente en todo, desde el divorcio hasta las comunidades
separatistas lesbianas exclusivas, desde los refugios para mujeres
maltratadas hasta los bares para mujeres, desde más guarderías hasta los
estudios de la mujer; lugares de ocio y viajes organizados por y para
mujeres; los colectivos no-mixtos políticos, culturales, sociales, deportivos,
de ocio; las comunidades o pueblos solo de mujeres; medios de
comunicación formados solo por mujeres…

Las feministas separatistas no son marcianas ni tienen rabo, cuernos y ojos


llameantes; solo se diferencian del resto de feministas en que practican esas
separaciones como una práctica política, con una táctica y una estrategia.
En palabras de otra feminista olvidada, Marilyn Frye: “La inmensa mayoría
de las feministas practican cierta separación de los hombres y las
instituciones que dominan. Una separatista practica la separación de
manera consciente, sistemática, y aboga por una separación profunda y “de
amplio espectro” como parte de una estrategia liberadora. La razón por la
que esta táctica es la clave para nuestra liberación es porque el sistema
patriarcal sabe que el separatismo es una amenaza legítima para la
supremacía masculina. Dinamita sus cimientos, es una bomba de relojería
que cuando explote derribará el orden patriarcal”.
Pulsa sobre la portada si quieres leerlo.

La gran mayoría de feministas saben por experiencia propia que, como dijo
la historiadora feminista Lillian Faderman: “Todos los espacios se
convierten en espacios masculinos, a menos que las mujeres realicen un
esfuerzo conjunto demarcándolos para sí mismas”.

Los espacios solo de mujeres existen desde tiempos inmemoriales. En la


historia más reciente fueron separatistas los clubes de lectura -a nales siglo
XIX y principios del XX-, en los que las mujeres tuvieron acceso a la
producción intelectual de numerosas autoras. Fue allí, donde se generaron
las inquietudes y las formas primarias de los primeros movimientos
políticos feministas, como el sufragismo. También hubo organizaciones solo
de mujeres en el comunismo y el anarquismo.
El separatismo propiamente feminista surge en las mujeres de la izquierda
revolucionaria de los años setenta y en la necesidad de reunirse para pensar
y re exionar sin la interferencia de los varones. Como dice la compañera
Doménica Franke: “Las razones son variadas: en muchos casos los propios
compañeros de la organización son los perpetradores de violencia contra
ellas, encubridores o cómplices; en la mayoría de los casos, estos hombres,
consideran que los problemas de las mujeres son secundarios en el
desarrollo de los con ictos de clase y no constituyen un asunto político sino
personal, y que entorpecen o sabotean los verdaderos objetivos políticos en
pos de intereses egoístas y fraccionadores de la unidad de clase. De esta
manera, no fue extraño entonces y no lo es ahora, que los hombres rechacen
el separatismo feminista, no se trata de que no sean capaces de entender o
que necesiten ser informados, es que, sencillamente, el separatismo los hace
enfrentarse a la posibilidad de que sus privilegios sean minados. No creo
que los hombres sean ingenuos respecto a estos temas”.

EL SEPARATISMO PROPIAMENTE FEMINISTA SURGE EN LAS


MUJERES DE LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA DE LOS AÑOS
SETENTA Y EN LA NECESIDAD DE REUNIRSE PARA PENSAR Y
REFLEXIONAR SIN LA INTERFERENCIA DE LOS VARONES

She's Beautiful When She's Angry [SUB ESP]


She’s beautiful when she’s angry. 2014.

En el documental She’s beautiful when she’s angry, de 2014, la cineasta Mary


Dore hace una crónica del nacimiento y desarrollo del Movimiento de la
Liberación de la Mujer de 1966 a 1971 en los Estados Unidos. La cinta lma
la lucha feminista de aquellos años a través de videos de archivo y
entrevistas con numerosas activistas y autoras de la Segunda Ola, como la
reconocida feminista Kate Millet, la feminista negra Fran Beal o la feminista
lesbiana separatista Rita Mae Brown. Hay incontables episodios de
separatismo feminista provocado por los varones. Por ejemplo, el de Rita
Mae Brown silenciada, censurada e insultada en un mitin izquierdista.
Resulta especialmente emocionante ver como las mujeres lesbianas, negras
y latinas pelearon para estar en primera línea, abordando cuestiones como
la clase, la raza o la orientación sexual, así como el derecho de la mujer a
decidir sobre sus cuerpo. Las feministas de la Segunda Ola no tenían tabúes
a la hora de hablar de la sexualidad femenina, al cuestionar la reproducción
obligatoria y al denunciar la dejadez del sistema patriarcal ante la salud de
las mujeres. La mayor enseñanza del documental es comprobar que las
mujeres fueron capaces de organizarse frente al mayor de los enemigos (el
FBI cali có al Movimiento de Liberación de la Mujer como una amenaza
para la seguridad nacional) para lograr una serie de derechos que hoy nos
parecen elementales.
Marilyn Frye escribió hace medio siglo que el separatismo es un elemento
de tensión en el feminismo, pero lo cierto es que, con el paso de los años, ha
ido ganando popularidad. Actualmente hay mucho más interés que
rechazo, aunque no se trate de un separatismo completo, porque su
reaparición es debida a la infame reacción de muchos varones ante el
resurgir del feminismo. A pesar de que son ellos los que con su ostentosa
falta de empatía han provocado que miles de mujeres se interesen por el
separatismo feminista, también son ellos los que se sienten amenazados con
la idea de la separación. Por supuesto, nunca han participado en espacios
mixtos, pero no soportan la idea de perder el liderazgo y los derechos
asociados.
¿Por qué el separatismo feminista incomoda tanto a los varones? Marilyn
Frye escribe: “Las hembras proporcionan, y generalmente han
proporcionado a los machos, la energía y el espíritu para vivir. Los machos
son nutridos por las hembras. Y esto, aparentemente, los machos no pueden
hacerlo por sí mismos, ni siquiera parcialmente. El parasitismo de los
hombres sobre las mujeres es demostrado por el pánico, la rabia y la histeria
generada en muchos de ellos por la idea de ser abandonados por las
mujeres. Pero se demuestra de una manera más persuasiva por la evidencia
literaria y sociológica. Los hombres tienden en números sorprendentemente
signi cativos, y en grado alarmante, a caer en enfermedades mentales,
delitos menores, alcoholismo, enfermedad física, desempleo crónico,
adicción a las drogas y neurosis cuando se les priva de la atención y la
compañía de una pareja o cuidadora. Mientras que, por otro lado, las
mujeres sin pareja masculina son signi cativamente más sanas y felices que
las mujeres con pareja masculina”.

Resulta revelador que el separatismo indigne a muchos varones más que las
violaciones, la esclavitud sexual o la violencia machista. El separatismo
debe ser estudiado y valorado con racionalidad. Se trata de una corriente
que tiene sus propios debates, como el de si debe ser un objetivo
permanente o temporal, una opción colectiva o una decisión personal. Las
feministas, lesbianas o heterosexuales, favorecen algunos grados de
separatismo. Todas creen que los grupos no mixtos, y los espacios exclusivos
para mujeres son, bajo el patriarcado, completamente necesarios. Las
cuestiones planteadas por el separatismo son hoy más vigentes que nunca
para el crecimiento de la conciencia feminista.

Los varones antiseparatistas han buscado las excusas más peregrinas para
justi car su agresiva oposición a los espacios solo de mujeres, como por
ejemplo, al compararlos con el apartheid. En el caso del apartheid, la
minoría opresora blanca apartaba a la mayoría negra oprimida, mientras
que en el caso del separatismo feminista son parte de la mayoría oprimida
(las mujeres) las que decide libremente formarse, organizarse y luchar sin la
minoría opresora (los varones). Ninguno de estos varones reconoce que
entre sus motivos para oponerse está la dependencia que tienen de las
mujeres para alcanzar su bienestar. Marilyn Frye, una de las primeras
teóricas del separatismo feminista escribe: “Estas interacciones con las
mujeres, o más bien, estas acciones sobre las mujeres, hacen que los
hombres se sientan bien, anden erguidos, se sientan frescos, vigorizados.
Los hombres se agotan por vivir solos, con hombres y entre otros hombres, y
son revividos y refrescados, recreados, yendo a casa a que les sirvan la cena,
cambiándose de ropa para poder llevarla limpia, teniendo relaciones
sexuales generalmente forzadas con su esposa; o pasando por el
apartamento de una amiga para que le sirva café o una bebida y lo acaricien
de una forma u otra; o al elegir a una prostituta para un baño rápido o para
darse un baño en sus fantasías de escape sexual favoritas; o violando a las
refugiadas de sus guerras (extranjeras y domésticas). La ayuda de las
mujeres, ya sean voluntaria o involuntaria, gratuita o pagada, son las que
devuelven a los hombres la fuerza, la voluntad y la con anza para continuar
con lo que llaman vida”.
Pulsa en la portada si quieres leerlo.

Los varones son conscientes de que están perdiendo el control sobre las
mujeres, de que cada vez son más las que desafían el imperativo patriarcal,
tras acercarse al feminismo o participar en el movimiento de mujeres que les
demuestra que las mujeres pueden ponerse en pie, y que somos muchas las
que nos negamos a vivir subordinadas a los varones. Muchas mujeres,
heterosexuales también, a rman haber perdido el deseo hacia los hombres
por sus recalcitrantes actitudes machistas. Unas descubren su lesbianismo,
otras se replantean la heterosexualidad obligatoria, mientras los varones
atribuyen este cambio de paradigma a la presunta locura femenina asociada
desde hace siglos a las mujeres libres. Tienen miedo porque dependen en
gran medida de las mujeres y son incapaces de darse cuentan que es su falta
de autonomía, su falta de empatía y su violencia los verdaderos motivos que
amenazan su bienestar.

La historiadora feminista chilena Doménica Franke escribe: “Así las cosas,


en los grupos de mujeres organizadas, esta necesidad de separarse suele
reaparecer una y otra vez. En estas situaciones, el separatismo es practicado
de una u otra forma, en diversos niveles y grados. Aunque sea la sola
necesidad que sienten las mujeres de organizaciones mixtas de juntarse sin
hombres en espacios y momentos muy acotados (en talleres, reuniones más
informales, exhibición de documentales, etc.), es posible comprobar, en las
dinámicas que se producen, la veracidad del lema feminista ‘lo personal es
político’, en relación a que la mayor parte de las experiencias de opresión
que viven las mujeres se producen en el ámbito de lo privado: parejas
heterosexuales, familia, etc. En otras palabras: experimentan la opresión de
los hombres con los que sostienen algún tipo relación. Por otra parte, en
espacios separatistas, las mujeres, socializadas para guardar silencio y
escuchar a los hombres, por n logran alzar la voz y escucharse entre sí, sin
miedos o apoyándose en las otras para superarlos. En n, se comprueba que
las experiencias de opresión, muchas de ellas de corte sexual (acoso,
abusos, violaciones, etc.) son compartidas por las mujeres, y que son los
hombres quienes la ejercen, al mismo tiempo, que, en la mayor parte de los
casos, se trata de hombres cercanos, familiares o pareja, amigos, etc.,
hombres con los cuales las mujeres comparten o han compartido espacios
íntimos y/o cotidianos”.

Las mujeres tenemos que decidir si vamos a seguir actuando bajo el prisma
patriarcal o, por contra, con la cosmovisión de las mujeres que quieren ser
libres de toda opresión. Doménica Franke escribe: “Ser radicales, creo, hoy
no solo implica ir a la raíz, porque del análisis de esas raíces venimos…
Habrá que tomarse en serio también aquello de ser extremas, taxativas,
arriesgadas. Las rupturas deben ser tan profundas y de nitivas que no
quede más opción que volver a nosotras”. Las mujeres tenemos que decidir
si queremos un feminismo asimilado y asimilable por el sistema patriarcal
que queremos destruir, o un feminismo que si fuera asimilado causaría la
propia destrucción del patriarcado.

Marilyn Frye escribe: “Ahora se hace más claro por qué siempre hay un aura
de negatividad desagradable sobre el separatismo. Cuando nuestros actos o
prácticas feministas tienen un grado de separación, asumimos el poder
controlando el acceso del varón hacia nosotras. La esclava que excluye al
amo de su cabaña se declara a sí misma no-esclava. Y que controlemos su
acceso y que nos de namos nosotras a nosotras mismas es disputar el poder
masculino. Los poderosos normalmente determinan lo que se dice y se
puede decir. Cuando el poderoso etiqueta algo, lo nombra o lo bautiza, ese
algo se convierte en lo que ellos llaman. Las mujeres por lo general no son
las personas que de nen. Al negarles el acceso a nosotras y autode nirnos,
somos doblemente insubordinadas, ya que ni controlar el acceso ni
de nirnos a nosotras mismas nos está permitido. Y el acceso y la de nición
son ingredientes fundamentales en la alquimia del poder, por lo que somos
doble y radicalmente insubordinadas. Las mujeres solo podemos hacer la
de nición de nosotras mismas cuando replanteamos el acceso a las mujeres
por parte del varón. Asumiendo el control de ese acceso, trazamos nuevos
límites y creamos nuevos roles y relaciones. Esto, aunque causa cierta
tensión, perplejidad y hostilidad, se encuentra en gran medida al alcance de
las mujeres de hoy en día, al menos en espacios de mayor conciencia
feminista.” Por supuesto, como señala Doménica Franke: “La base de este
acceso es la sexual, mediante la heterosexualidad obligatoria con su abanico
de expresiones que va desde el amor romántico hasta la prostitución y la
violación, el control de los cuerpos mediante la medicina, la moda, la ley,
etc”.

Si la principal razón para que los varones se enfrenten al separatismo


feminista es la pérdida del poder y del acceso sexual a la mujer y sus
servicios, ¿cuál sería la razón del rechazo por parte de algunas mujeres,
incluso de algunas feministas? Leyendo textos de los setenta vemos que ese
rechazo ha disminuido. Hoy la gran mayoría de mujeres heterosexuales han
comprendido que el separatismo feminista tiene grados de separación de los
varones, por lo que todas las feministas son separatistas en cierto modo, y
cada una elige libremente el nivel de separación con el que se sienta bien.
Ninguna mujer está obligada a ser separatista al 100%.

En 1977 Marilyn Frye escribe: “Grupos de mujeres, reuniones, proyectos


exclusivamente para mujeres, parecen causar controversia y confrontación.
Muchas mujeres se sienten ofendidas por ellas; muchas temen ser las que
anuncien la exclusión de los hombres. El separatismo se ve como un
instrumento cuyo uso necesita una justi cación muy elaborada. Creo que
esto se debe a que la exclusión consciente y deliberada de los hombres por
parte de las mujeres, cualquiera que sea, es una insubordinación agrante y
genera en las mujeres el miedo al castigo y la represalia, miedo que a
menudo está bien justi cado. Este no es un miedo irracional. Nuestra
experiencia en el movimiento en general es que la actitud defensiva, la
maldad, la violencia, la hostilidad y la irracionalidad de la reacción al
feminismo tienden a corresponder con la ostentación del elemento de
separación en la estrategia o el proyecto que desencadena la reacción
antifeminista ante los espacios de mujeres, organizaciones de mujeres,
reuniones de mujeres, clases de mujeres, están prohibidos, reprimidos,
hostigados, ridiculizados y castigados, en nombre de esa otra institución
patriarcal na y duradera, la igualdad sexual”. En estos 50 años hemos
logrado que las reuniones solo de mujeres no sean tan cuestionadas, pero
hay otras ideas separatistas que son ridiculizadas y atacadas como antes lo
fueron los grupos y tertulias solo de mujeres.

Hay mujeres que puede que rechacen el separatismo por miedo a las
represalias, como señalaba Frye, otra razón puede ser que sean partidarias
del feminismo burgués de la igualdad, asimilable por el varón, hasta por el
más misógino. Marilyn Frye: “Para mí es claro, al menos en mi propio caso,
que la contradicción entre asimilación y separación es una de las principales
cosas que guía o determina las evaluaciones de las diversas teorías, acciones
y prácticas como reformistas o radicales, como ir a la raíz de la cuestión o
ser relativamente super ciales”.

Hoy en día, la mayoría de las feministas no estamos asustadas por el


separatismo, sino al contrario, sabemos que se trata de una estrategia que
no supone mayor amenaza para nosotras. Como señalaba Frye en 1977:
“Estamos muy ocupadas en lo que nos parece nuestras insubordinaciones
agrantes: vivir nuestras propias vidas, cuidarnos las unas a las otras, hacer
nuestro trabajo y, en particular, decir la verdad tal y cómo la vemos”.
En The Politics of Reality, Marilyn Frye analiza la opresión de la mujer y
fundamenta teóricamente el separatismo feminista. Doménica Franke
escribe, 36 años después: “En general, hoy hay un consenso entre quienes
han interiorizado el feminismo, respecto a la ‘utilidad’ del separatismo
respecto a proporcionar a las mujeres un espacio seguro para encontrarse
unas a otras. Si se ha logrado ese consenso, lo que no es fácil ni rápido,
surgen otras cuestiones. Son las mismas que se vienen discutiendo desde
que el separatismo surgió, más o menos. Esto es: ¿el separatismo es una
táctica de fortalecimiento entre mujeres, para, una vez logrados ciertos
objetivos, integrarse con los hombres? O, ¿constituye un proyecto político y
vital de las mujeres, a mediano y largo plazo?”.

Angry Wimmin, el documental de la BBC de 2006, recuerda a las feministas


revolucionarias que criticaron al movimiento feminista por ser demasiado
blando. Feminismo radical. Separatismo lesbiano. Lesbianismo político
Feminismo crítico-sexual. Aparecen estas corrientes del feminismo, con
algunas autocríticas de sus protagonistas, hechas en primera persona.

"Angry Wimmin" (Mujeres Enojadas) 2006 subtitulado Español …


Angry Wimmin, 2006.

Adrienne Rich.

Nunca se ha rehuido el debate político sobre el separatismo. Adrienne Rich,


en 1981, expresó su preocupación sobre si algunas expresiones del
separatismo lésbico enfatizaban la negación: “Sería más fácil para algunos
si todas las lesbianas pudieran ser etiquetadas de “separatistas”, lo que
implica que nuestras políticas y autode niciones proceden primero por odio
y rechazo de otros (hombres o mujeres heterosexuales). Sería más fácil,
pero destructivo para el feminismo y una negación de nuestra complejidad.
Nosotras constantemente nos preguntamos si estamos más preocupadas por
aquello a lo que decimos ‘no’ que por el ‘sí’ que estamos diciéndonos a
nosotras mismas y a otras mujeres. ¿Qué signi ca separatismo ? Me
pregunto si tal vez la verdadera duda en cuestión no es el separatismo en sí,
sino cómo, cuándo y con qué tipo de identidad consciente se practica”.

Estos son los debates que tendrían que ocuparnos en la actualidad con
respecto al separatismo: explorar en la teoría y en la práctica qué vías
separatistas nos harán fortalecer la lucha por nuestra liberación, y qué vías
separatistas nos apartarán de ellas. El debate está abierto: Bárbara León en
Separar para integrar a rma: “La formación de grupos exclusivamente
femeninos en cuestiones que no sean los derechos de las mujeres y su
liberación, es reaccionaria. La separación se encuadra en los proyectos de la
supremacía masculina para mantener a las mujeres segregadas, excluidas y
‘en su lugar’. Sólo si el propósito declarado de un grupo de mujeres es
luchar contra el descenso hacia una posición y un status separados, es decir,
para luchar por la liberación de las mujeres, sólo entonces un grupo
separatista adquiere un propósito revolucionario y no reaccionario”.
Doménica Franke replica: “Aquí se mani esta el viejo temor de estar
haciendo lo mismo que los hombres hacen a las mujeres. ¿Feminismo como
machismo al revés? Es impresionante que este tipo de debates se dé entre
las propias las feministas, y desde mujeres politizadas, referentes. Me
parece necesario que, renunciando a los arrebatos de optimismo, pero sin
caer en fatalismos, intentemos ver el panorama en su totalidad,
reconozcamos los errores, los temores y las deshonestidades que nos
mantienen atadas a los hombres. Debemos superar la ‘simple huida’, si me
permiten expresarlo así, cuando nos encontramos ante el hecho de que
éstos nos matan y nos violan. La reacción airada y emotiva, el análisis de las
estadísticas, ya su cientes para abrir las puertas de la jaula de la
heterosexualidad, no son su cientes, sin embargo, no nos ha alcanzado,
para mantenernos fuera de la jaula… Creyendo, erradamente, que allí
afuera nos espera el descampado, el vacío y la soledad, regresamos una y
otra vez a la seguridad tras los barrotes”.

En el rechazo al separatismo de algunas feministas está el desconocimiento


de la historia de las mujeres y de la teoría feminista radical y revolucionaria
que, por supuesto, no es objeto de los planes de estudio, ni de la formación
que se difunde por algunas autoras y periodistas. Esas alicortas listas de
libros para iniciarse en el feminismo que sistemáticamente excluyen a
feministas radicales, lesbianas, negras, chicanas, separatistas… que siguen
con la creencia de la incapacidad de las mujeres que nos ha inculcado el
patriarcado al maleducarnos. Las críticas del separatismo no reconocen que
los varones no son sujetos del feminismo, que la lucha feminista en un
movimiento de liberación de las mujeres, y que nadie las obliga a separarse.
Vivimos en 2019, no en 1971. Una mujer puede ser separatista en su vida
personal y política, aunque sepa que no puede o no quiere sobrevivir sin un
trabajo que implique estar en contacto con hombres, o aunque no quiera
separarse de sus seres queridos varones, y aún así esta misma mujer puede
desear abstenerse de dar cualquier parte de sí misma a los varones con los
que no tiene ningún vínculo o que son una molestia o una amenaza para
ella.

El separatismo de hoy es más a rmativo que negativo. Doménica Franke


escribe: “Toda la historia, la teoría y la práctica política, nos colocan ante la
verdad de la necesidad de separarnos de los hombres, dado el carácter
limitado de nuestras posibilidades, en muchos casos de forma gradual, pero
sin renuncias, sistemática y de nitivamente, y con miras a un proyecto a
mediano y largo plazo. Hay vida, amor, pasión, deseo y fuerzas creadoras
después y sin los hombres. Nosotras hemos heredado un legado teórico,
político y simbólico su ciente para renunciar al mundo de los hombres y
construir el propio, el nuestro, no podemos pensar que han sido en vano
estos cientos y tal vez miles de años de descubrir las miserias y las mentiras
del patriarcado”.

El Llamamiento a construir una nación sólo de mujeres es una propuesta


separatista creativa, positiva: “Porque, ¿no necesitan las mujeres
perseguidas por su sexo en todo el mundo un país refugio, un espacio
realmente seguro para vivir, sanar, salvar sus vidas, su libertad o su salud,
tanto. física como psíquica, un espacio realmente seguro para poder ser
ellas mismas, quizás por primera vez en sus vidas?”

. . .

Como hemos visto, se puede hacer una crítica política a algunos


planteamientos separatistas. Entonces, ¿por qué el separatismo crea tantas
suspicacias en algunas feministas heterosexuales? La mayoría de ellas callan
sus verdaderas razones, que otras sí con esan en privado: “el separatismo
me suena a lesbianas”, “eso es cosa de lesbianas”, “solo vale para ellas”.
Kate Millett en la publicación lesbofeminista “The Lesbian Tide”

“El feminismo me parece caleidoscópico, algo cuyas formas, estructuras y


patrones se alteran con cada giro de la creatividad feminista. Un elemento
que está presente a través de todos los cambios es la cuestión de la
separación del hombre en espacios de lucha y vida”, a rmaba Marilyn Frye,
y hoy sigue siendo cierto. El movimiento de mujeres ha de ir advirtiendo
que la contradicción entre asimilación y separación es una de las principales
cuestiones que guía o determina la evaluación de las teorías y prácticas
feministas. Hemos de ir decidiendo si iremos a la raíz de las cosas, o
seremos relativamente super ciales, parcheando el mundo de varones, sin
dejar de ser subordinadas en una sociedad donde tienen el poder real y no
lo dejarán marchar. Si para mantenerlo han de mejorar un poco la situación
de la mujer, lo harán para evitar levantamientos, pero eso no debe llevarnos
a engaño nunca a las mujeres en lucha por nuestra liberación. El
reformismo y el radicalismo se retroalimentan, no se contradicen, si ambas
corrientes actúan con inteligencia feminista y activan las sinergias.
Andrea Franulic, feminista radical de la diferencia.

Andrea Franulic es chilena y una de las autoras feministas más importantes


de la actualidad. “El feminismo también se homologa con los hombres
bastante en sus ideologías y en sus pensamientos, al no hacer de nuestros
espacios, espacios de con anza, de compresión, de empatía”.

Toma por mujeres separatistas de la Facultad de Educación en Santiago de Chile.

No hablo solo de teoría. Hay consecuencia prácticas de las teorías


separatistas, que están resultando muy positivas para las mujeres. La
potencia de los espacios no-mixtos es la que ha dado origen al movimiento
que se está viviendo en las universidades chilenas, en el que “las mujeres
nos desbordamos de malestar y nos movemos en las formas que hemos ido
aprendiendo que nos acercan a la liberación de las mujeres” (Camila
Antonia). Otro ejemplo es la creación de numerosos grupos de lectura
feminista solo para mujeres a lo largo de toda Latinoamérica y el Caribe, los
conversatorios, o los espacios seguros para mujeres.
. . .

El separatismo es un punto de in exión en la vida de las mujeres que


participamos de este gran intento del movimiento feminista por
desmantelar el patriarcado. Negar el derecho a ser separatista de toda
mujer que lo elija libremente es repetir el discurso misógino patriarcal.
¿Me explican, especialmente las que se llaman feministas, cómo pueden
oponerse al separatismo entendido como los espacios seguros en los que nos
reunimos solo mujeres para hablar, gritar, planear, crear, bailar, besar,
comer… para vivir? Solo se pueden oponer a nuestros espacios quienes
hablen desde un punto de vista patriarcal.

El separatismo feminista es una inquietud de muchas mujeres que


reconocemos en estos espacios solo para nosotras una capacidad creativa
necesaria para la construcción de una cultura diferente, dada nuestra ya
muy bien argumentada incomodidad en la cultura patriarcal imperante.

En el momento en que esta energía comienza a desencadenar una reacción


que pone en peligro los cimientos de la educación formal como el varón la
ha institucionalizado, comienzan los mecanismos de control a funcionar
sobre las mujeres y aparecen los mecanismos de control a funcionar sobre el
cuerpo de las mujeres. Estos adquieren formas cada vez más re nadas,
como dice Mary Daly, pero que en el fondo responden al mismo y burdo
impulso de los hombres de imponer una supremacía masculina, o sea, la
necesidad de los hombres de instalarse como poseedores de todas las
instancias en que nosotras pongamos nuestra energía.

Aparecen los varones militantes instalándose en nuestros movimientos


políticos de mujeres que nada tienen que ver con sus políticas del engaño.
Muchos varones sienten la necesidad imperiosa de instalarse como
poseedores de todas los espacios en que nosotras pongamos nuestra
energía. Son muchas las estrategias con las que el patriarcado nos prohíbe
el separatismo, pero es una prohibición sublimada, los varones se disfrazan
de empatía y, mediante un apego desmedido, nos prohíben separarnos,
como sabrá quien conozca la historia ocultada de las mujeres. ¿A quién
puede asustar que nos reunamos para pensar y sentir libremente como
mujeres? Debiera ser evidente, ante nuestros ojos, que los varones van a
prohibirnos el separatismo cuando intentemos rebelarnos, porque es del
separatismo de quien nace el ímpetu de rebelarnos.

Santiago de Chile.

Deseo que con este movimiento las mujeres nos eliminemos ese miedo a
nombrar nuestra experiencia común, que nos demos cuenta de que nos
están prohibiendo hacer política entre nosotras. Porque la política de las
mujeres, hecha por mujeres, y para las mujeres, sin interferencias del varón,
es la política que va a destruir al patriarcado, sin las herramientas del amo.

Por si queréis leer más sobre el separatismo feminista, y cómo el sistema


patriarcal pretende impedir que se propague entres las mujeres, podéis leer
el artículo NOS PROHÍBEN EL SEPARATISMO de la feminista chilena Camila
Antonia. Hermanas, compañeras, no olvidemos nunca. La historia de las
mujeres es LA historia de la humanidad.

Feminismo Feminismo Radical Separatismo Lésbico

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