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EDUCACION ESPECIAL
Año 2014
TRABAJO FINAL
● Tema e hipótesis.
● Introducción.
● Marco teórico:
- Antecedentes.
- En Argentina.
* Integración escolar.
* Educación inclusiva.
● Situación actual.
● Conclusión.
● Propuesta innovadora.
● Bibliografía.
TEMA: El concepto de normalidad y su impacto dentro del Sistema Educativo Argentino.
La normalidad hace caso omiso a los detalles que nos hacen individuos y, por lo tanto, no
habla de nosotros, sino por nosotros.
El gran problema de este concepto no es que alguien haya advertido un parecido entre un
gran grupo de personas y le haya adjudicado un nombre, sino que haya decidido considerar
equivocados a quienes no pertenezcan a dicho conjunto, provocando grandes desigualdades
de acceso para aquellos individuos considerados “anormales”, como así también, una
especie de sentimiento colectivo de intolerancia a las diferencias, lo que ha llevado a
generar abusos de todo tipo, sembrando la incomodidad en aquellos que se atreven a
mostrar sus particularidades por pensar que atentan a la integridad física, mental, social,
cultural de lo establecido.
Este planteamiento histórico lo hemos dividido en tres grande épocas. Una primera que
podríamos considerar como prehistoria de la Educación Especial, una segunda en la que
surge la Educación Especial, entendida como la atención asistencial y a veces también
educativa a un tipo de personas, y caracterizada por llevarse a cabo en situaciones y
ambientes separados de la educación ordinaria, y una última etapa, muy reciente, donde nos
encontramos actualmente con una tendencia que viene a suponer un nuevo enfoque del
concepto y práctica en Educación Especial.
Antecedentes.
Estos antecedentes se pueden situar hasta fines del siglo XVIII, en una época caracterizada
por la ignorancia y el rechazo hacia los sujetos excepcionales. Se atribuía a causas
sobrenaturales las anormalidades que padecían las personas. Se las consideraba como
poseídas por el demonio y otros espíritus infernales y se las sometía a prácticas exorcistas.
También, en las sociedades antiguas era normal el infanticidio.
En los siglos XVII y XVIII, a los deficientes mentales se los ingresaba en orfanatos,
manicomios, prisiones y otros tipos de instituciones estatales. Allí eran encerrados
hacinadamente junto a delincuentes, ancianos, pobres, o sea, todos aquellos que no entraban
dentro de los parámetros normales o que no eran productivos para el avance de la sociedad.
A fines del siglo XVIII y principios del XIX, se inicia el periodo de institucionalización
especializada de las personas con deficiencias, y es, a partir de entonces cuando podemos
considerar que surge la Educación Especial. La sociedad toma conciencia de la necesidad
de atender a este tipo de personas aunque tal atención conciba, en un principio, un carácter
más asistencial que educativo ya que las ideas imperantes eran que había que proteger a la
persona normal de la anormal, por considerar a ésta ultima como un peligro para la
sociedad, llevando a separar al deficiente, a segregarlo, a discriminarlo. Se constituían
centros en las afueras de las poblaciones, argumentando que el campo “les proporcionaba
una vida más sana y alegre”. De ésta manera se tranquilizaba la conciencia colectiva.
En Argentina.
A fines del siglo XIX, las ideas liberales se plasmaron en la política educativa nacional, y la
educación pasó a ser el medio privilegiado para lograr la unidad nacional.
“En todos los Estados Modernos, el sistema escolar se constituyó con una clara vocación
homogeneizadora. Para formar una nación era preciso constituir a los habitantes en
ciudadanos. La inculcación de un conjunto básico de significaciones comunes se convirtió
en un factor de integración nacional. Para ello la institución se propuso combatir los
particularismos y reducir las diversidades socioculturales”
La Ley 1420 del año 1884 tenía por objetivo fundamental la homogeneización del
pensamiento y los saberes del pueblo, lo cual era una tarea compleja debido a la variedad
de costumbres y tradiciones de la gran cantidad de inmigrantes. Ese crisol de razas debía
ser unificado.
Con el transcurrir del tiempo, esa ley llevó a que el sistema educativo se dividiera en dos
subsistemas:
educación común
educación especial
La educación especial tomó una orientación basada en el modelo médico, el cual ponía el
énfasis en el déficit y favorecía la segregación. Además, se apoyó durante casi todo el siglo
XX sobre la convicción de que a niños diferentes les convenían ámbitos diferentes.
Las escuelas especiales se caracterizaban por:
- tener una menor cantidad de niños por maestro lo cual favorecía la individualización de la
enseñanza.
- trabajar intensivamente con equipos multidisciplinarios formados según el tipo de
problemas de los niños.
- usar una didáctica especial para cada categoría de discapacidad.
Además fueron creándose los profesorados de especialización en muchas categorías de
dificultades.
Un acercamiento a la época actual.
Fue a partir de 1959 cuando el rechazo iniciado por asociaciones de padres contra este tipo
de escuelas segregadas recibió apoyo administrativo en Dinamarca, incorporando a su
legislación el concepto de “normalización” entendido como “la posibilidad de que el
deficiente mental desarrolle un tipo de vida tan normal como sea posible” (Bank-
Mikklsen).
En los últimos años se ha considerado que los centros especiales proporcionan a los niños
deficientes un ambiente demasiado restringido que resulta empobrecedor y
contraproducente desde el punto de vista educativo, muy costoso en función de su
efectividad e ideológicamente inadecuado por favorecer la segregación y la discriminación.
A pesar de ello, la necesidad de una cierta institucionalización se mantiene para niños con
discapacidades complejas que requieren tratamiento médico, terapia, educación y cuidado.
Integración escolar.
Por lo tanto, a la integración escolar se la puede definir como un proceso que pretende
unificar a la educación ordinaria con la educación especial con el objetivo de ofrecer un
conjunto de servicios a todos los niños en base a sus necesidades de aprendizaje, y que va a
suponer:
- Que un niño/a que se escolariza por primera vez y que por sus características podría
haber sido dirigido a escuela especial, sea acogido en la escuela ordinaria.
- Niños/as que están en escuelas especiales pasen a escuelas ordinarias en alguna de
las modalidades de integración.
- Niños/as que están a tiempo total en una unidad de educación especial de una
escuela ordinaria, pueda ir incorporándose paulatinamente al aula ordinaria.
- Niños/as que se encuentran en el aula ordinaria y que en otras circunstancias
pasarían a un lugar más restrictivo (aula especial o centro específico) ahora
continuarán en esa aula ordinaria.
Una educación integrada, bien planificada, con servicios y programas adecuados, debe
ofrecer una serie de ventajas para todos los miembros implicados.
Para los niños con necesidades educativas especiales, por cuanto les posibilita un mayor
desarrollo intelectual y mejora del aprendizaje. El ámbito del grupo-clase ofrece al
niño/a un marco apto para la integración social, con su heterogeneidad, lo que
constituye una preparación para la integración social posterior.
Para los demás alumnos, los hace más tolerantes y sensibles al crear actitudes positivas
de convivencia. Sus procesos de aprendizaje se verán también favorecidos por esa
renovación pedagógica que conlleva la práctica de la educación integrada.
Educación inclusiva.
Implica que todos los jóvenes y adultos de una determinada comunidad aprendan juntos
independientemente de su origen, sus condiciones personales, sociales o culturales,
incluidos aquellos que presentan cualquier problema de aprendizaje o discapacidad. Se trata
de una escuela que no pone requisitos de entrada ni mecanismos de selección o
discriminación de ningún tipo, para hacer realmente efectivos los derechos a la educación, a
la igualdad de oportunidades y a la participación. En la escuela inclusiva todos los alumnos
se benefician de una enseñanza adaptada a sus necesidades y no sólo los que presentan
necesidades educativas especiales.
“…Ayer, en mi primera visita a una escuela, una profesora amiga mía me contó que en el
primer día de clase una de sus compañeras le preguntó: ¿qué curso tienes este año? Ella
contestó: ‘tengo niños y niñas de 4 años’. A lo que comentó la compañera: ¡Ah, estás en
infantil de 4 años!”…
Me cuenta, otra buena amiga, que a ella en ese mismo día también le hicieron una
pregunta parecida, a lo que contestó: ‘yo, además, tengo una niña de 4 años con Síndrome
de Down’, con el consiguiente comentario de la compañera que preguntaba: ‘pero ¿tú
sabes algo de Educación Especial?’…” (Diario de investigación, 17-IX-1997)
Si se quiere llevar a cabo una enseñanza de calidad que anime y emocione a todas las niñas
y a todos los niños en la búsqueda del conocimiento compartido, hemos de cambiar los
referentes de la escuela tradicional, precisamente para evitar las preocupaciones que se
plantean en el ejemplo. Este es uno de los objetivos fundamental de la educación inclusiva,
el poder obtener la formación necesaria para saber cómo atender correcta y adecuadamente
a todas las personas que conviven en un aula, independientemente de sus condiciones
físicas, sociales, intelectuales, etc.
No todas las escuelas saben darle respuesta a las necesidades educativas que suelen
presentase en ellas.
Si bien, son grandes e importantes los cambios que vemos en la actualidad en comparación
con el inicio del recorrido histórico que hicimos, creemos que éste cambio de paradigma
que promete la educación inclusiva, es necesario para dejar de arrastrar los resabios que
quedan de ese modelo segregador. Así mismo, coincidimos con la hipótesis planteada de
que el concepto de normalidad sigue estando presente en nuestra sociedad actual y que será
muy difícil, pero no imposible, desarraigarlo por completo. Es por esto que hoy en día nos
encontramos debatiendo y analizando sobre conceptos tales como segregación, integración,
inclusión, etc.
“…Una escuela que desee responder a la necesidad de construir un mundo más justo y
solidario tiene que contar, en su misma organización, con las determinaciones y procesos
concretos para la formación del alumnado en éste sentido, donde se mezclen los contenidos
culturales con el mundo de los sentimientos, de las emociones y de las actitudes. Esto lo
conseguiremos en la convivencia que se produce en el espacio relacional del conversar. Por
tanto es necesario crear una escuela donde además de aprender conocimientos y saberes
académicos, aprendamos a convivir. Una escuela como comunidad de personas que
conviven en el respeto mutuo, respetando las diferencias como valor y no como
segregación, en un ambiente escolar donde se conviva con la solidaridad, la tolerancia, y la
justicia.
Creemos que la formación docente para la diversidad es una postura educativa que
reconoce la existencia de las diferencias entre los seres humanos en sentido positivo. Esta
postura se aparta del concepto de normalidad- anormalidad para ubicar al alumno, al
docente, al saber y al saber hacer en el centro del proceso educativo.
Este reconocimiento del “ser”, distinto de los demás no está en contra de su función social
y autónoma. Porque la diversidad no sólo contribuye a la formación individual sino también
a la creación de una sociedad más sana.
● www.definicion.de/normalidad/
● www.marcoteoricodelaeducacionespecial.blogspot.com.ar/2007/10/breve-recorrido-
histrico-de-la-educacion_16.html
●www.ite.educacion.es/formacion/materiales/72/col/curso/unidad1/u1.I.2.htm ; Concepto
de educación inclusiva; Hacia el desarrollo de escuelas inclusivas; Unicef, Unesco,
Fundación Hinemi; Principios; Objetivos.
●www.laopinion.com.ar/columnas/10357-matricula-de-las-escuelas-especiales-y-los-
chicos-integrados.html
● Módulo formativo- Curso inicial 2011- Profesorado para educación especial- Instituto
Superior de Formación Docente N° 19- Diseño pedagógico: Bari, Marta.
● “Construyendo una escuela sin exclusión”. Miguel López Melero (2004). Cap. III. Pág.
99, 100 y 111.