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INTRODUCCIÓN
Para comenzar, podemos afirmar que la función de un líder efectivo es alcanzar con éxito
los resultados, y para poder lograrlos dependen de factores muy importantes, que serán
tanto, las habilidades emocionales, así como también, el contexto o la situación que se les
presenta. Para ello contamos con diferentes estilos de liderazgo, que la correcta
utilización y flexibilización al cambio entre cada uno de ellos, será la llave al liderazgo
efectivo.
DESARROLLO
Dentro del liderazgo se pueden identificar diferentes formas o estilos de serlo. Pero ¿Sería
correcto solo identificarse o ejercer con un único estilo de liderazgo estático? La respuesta
más recomendada es: NO. La eficiencia del liderazgo no solo es la capacidad o habilidades
que se tienen para influir a otros y llegar a una meta establecida, sino que la clave de la
eficiencia, es combinarlo también, con la capacidad de cambiar flexiblemente de un estilo
a otro según las circunstancias, y más aún, que en la actualidad, el ambiente o contexto en
el que nos encontramos, está en constante movimiento.
Dentro de una misma personalidad pueden adquirirse diferentes estilos de liderazgo, los
mismos pueden ir transformándose en diversos tipos, que van a depender de los
momentos situacionales, del contexto actual, del nivel de importancia de las decisiones y
de los perfiles de los miembros del equipo.
Una de la teoría de los diferentes estilos del liderazgo fue desarrollada por Daniel
Goleman. El mismo expone que son 6 los tipos de liderazgo.
Existe otro estilo de liderazgo, que se encarga de implantar targets muy elevados con
metas concretas y coherentes, es el tipo ejemplar. En este caso, el líder es el ejemplo a
seguir y los resultados obtenidos, serán su motivación. Es muy útil cuando el líder es un
gran experto y enseña al resto a que imiten sus modos de trabajo. Pero puede ser
contraproducente cuando las personas, no estén a la altura del mismo o se sienten
agobiadas por las exigencias de excelencia que el líder les brinda.
Por ultimo podemos clasificar al estilo coach, cuyo objetivo primordial es desarrollar el
talento de las personas, motivar a su equipo a que conozcan sus propias fortalezas, como
debilidades y en base a sus aspiraciones profesionales, entablar metas para que se
desarrollen. La manera que encuentra de ejercerlo, es brindar constante feedback y
establecer metas desafiantes, que servirán para ayudar firmemente al crecimiento
personal.
Ninguno de todos los estilos de liderazgo descriptos por Daniel Goleman son correctos o
incorrectos para ejercer, cada uno puede ser adecuado y conveniente en función de cada
contexto específico. Esta clasificación no puede ser aplicada linealmente, no existen reglas
o pasos a seguir para ejecutarlos. Pensar que un líder solo puede encasillarse solo dentro
de uno de estos estilos, termina siendo ineficiente porque la realidad y el contexto actual
en el que vivimos, es cada vez más dinámico y cambiante. Por lo que la clave surge al
combinar el estilo, que más se adapte a la situación que se plantea, dependiendo también
de la formación del equipo, el ambiente y el momento de situación actual que se esté
atravesando.
A modo de ejemplo, podemos traer esta clasificación teórica de los estilos de liderazgo
planteados por Goleman a la situación actual. En este tiempo presente, nos encontramos
atravesados por una pandemia a nivel global y junto con ella surgieron trasformaciones,
cambios de paradigmas y situaciones imprevistas que nos obligaron de un día para el otro,
adaptarnos a una “nueva realidad” generando miedos, incertidumbres, etc. Para tratar las
transformaciones y reacciones nuevas, que son totalmente diferentes a las esperadas,
resulta vital que cada uno le encuentre sentido a lo que hace y que no se pierda en el
camino, creyendo que el cumplimiento de las metas implique sacrificios y resignaciones
que no son capaces de soportar en este momento. Para eso considero que el liderazgo
afiliativo puede ser el enfoque más asertivo ante esta actualidad tan incierta.
Este escenario en primer lugar requiere en mayor medida el fortalecimiento del aspecto
humano, priorizar el bienestar de las personas y no dejar de relacionarnos, fortaleciendo
la escucha, la empatía y promoviendo vínculos emocionales, que les brinde apoyo y
respaldo, para obtener esa tan deseada armonía frente al caos actual. Transmitir
tranquilidad en tiempos inciertos y comunicar la importancia que cada integrante del
equipo tiene, no solo en la meta que al grupo les compete, sino también, poder
trasladarlo a nivel personal y a cada rol que ocupen en la sociedad, ya que una virtud que
podemos considerar hoy en día, es que se nos brinde soporte y herramientas, para evitar
caer en un estado de shock, desesperación, incertidumbre o pánico, por los
acontecimientos que estamos atravesando, sino todo lo contrario, establecer y fortalecer
relaciones más amistosas y festivas que desembocaran en mayor tranquilidad, haciendo
que esta crisis construya nuevas oportunidades de mejora.
CONCLUSIÓN
Tener un único estilo de liderazgo resulta ineficiente, ya que los mismos son situacionales
y cada uno tiene ventajas e inconvenientes. No es conveniente que un líder se atrinchere,
a una sola forma de liderar, sino que el que tenga la capacidad de diferenciar y distinguir
al más apropiado dependiendo del grupo, y de cada momento o situación particular, será
el que logre eficazmente el éxito y los objetivos requeridos. Al poder adaptase y
sobrepasar exitosamente, las adversidades u obstáculos que se le vayan presentando, solo
quedaran los líderes que con su inspiración, superación personal, humildad, la capacidad
de transformación y la innovación, pudieron sobreponerse a las contrariedades de este
mundo actual tan complejo y cambiante.